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El presente volumen al ofrecer unidos el tema de la ética y eclesiologia su- pone que la institucionalizacién de la temética reigiosa en la iglesia tiene derecho & reclamar un lugar destacado en el contexto general de fa ética ¥ que le doctrina de ia iglesia y su presentacion tienen que integrerse en el contexto més amplio de los interrogantes éticos acerca de la sociedad, del estado y del derecho. En los temas éticos se pretende asenter un prin- Cipio cristiano en la provisionalidad histérica y ver la correlacién y distin- cién de iglesia y sociedad on el forizonte del futuro de la soberania de Dios. Lbs temas eclesiologicas se centran en aspectos de la doctrina de la iglesia que han ganado en importancia en el dislogo ecuménico. En ellos ‘aparece la unién del tema iglesia con una ética cobjetiva» de las institu- ‘ones sociales, la funcién de la religiOn para la sociedad. Se plantea la pregunta de sila fundamentaci6n religiosa, Indispensable para la sociedad como un todo, puede derivar de la herencia cristiana. Pregunta que 6610 tondré sentido si se plantea unida @ la cuestién de trabajar por una nuova unidad ecuménica de los cristianas. Libro que se enfrenta con los proble- ‘mas concretos y actuales de la sociedad y de la iglesia, Bf 8 ne E Pe WOLFHART PANNENBERG ETICAY ECLESIOLOGIA AZ “Tuo originals Exh wed ate “Tradujo: Victor A. Martner de Lapera © Vandenhoock und Ruprecht, Gitingen 1977 © Ediciones Sigueme, S.A. 1985. [Apartado 332 - 37080 Salamanca (Expafa) ISBN 4-301 - 0986-2 Depésito legal 8.760 - 1985 Printed in Spain EUROPA ARTES GRANICAS,S. A. Sinchez Llevo, 1. 37005 Salamanca, 1985 CONTENIDO Prilogo. 10. 1" 12 1. 4, Sobre la teologia del derecho. Fe cristiana y sociedad, Nacién y humanidad La par de Dios y Ia par del mundo, Futuro y unidad de la humanidad (Cristianos sin iglesia? Unidad de la iglesia como realidad de la fe y como meta ecu- 2 sgn paras ils spars efeine aun pas La significacion de la escatologia para la comprension de la apostolicdad y eatoliidad de la iglesia Confesiones y unidad de los eristianos... Reforma y unidad dela iglesia. Interpretacién ecuménica de los oficios eclesiisticos. La cena del Seior, sacramento de la unidad La problematica dela doctrina de la eucarista desde la pers pe va evangelica nidad de la iglesia y unidad de la humanidad a 2 7 % 3 3 125, a7 us 167 181 195, 23 221 7 Prélogo El hecho de presentar unidos dos temas en este volumen expre- sa la suposicion de que la institucionalizacin de la tematica reli- giosa en la iglesia tiene derecho a reclamar un lugar destacado en el comtexto general de la ética. Pero, a la inversa, este comporta- tmiento indica también que la discusién objetivamente adecuada de la doctrina de la iglesia y su presentacién tienen que integrarse en el contexto mai amplio de los interrogantes éticos acerca de la so Giedad, del estado y del derecho. Mi obra Tesis sobre la teologia de la iglesia (1970, 1974) pretendio dar una configuracion provi sional del planteamiento aludido. En consecuencia, el presente volumen se abre con una colabo~ rraciin sobre la teologia del derecho. Es uno de los trabajos prime- ros sobre la ética escrtos por el autor. Escrito en wn momento en que la discusién se caracteriz6 por la fundamentacién crstolégica del derecho, de una parte, y por la insercién del derecho natural cn la filosofia del derecho, por la otra, esta colaboracién pretende, remontindose ala filosofia del derecho de Hegel, asentar un princi pio cristiano. del cardcter versétil historico. Hemos pretendido, igualmente, que apareciera —en el horizonte del futuro de la so- jerania de Dios— la correlacian y distincién de iglesia sociedad. ‘Las restantes colaboraciones de la primera parte del volumen se ocupan, en consonancia con la perspectiva desarrollada partien- dh de Troelsch, de eestiones referents a le ete politica ‘Los temas eclesiologicos se centran en aspectos de la doctrina de la iglesia que han ganado en importancia en el didlogo ecuménico, Principalmente en el mantenido entre los cat6licos y los protestan~ tes. Es0s trabajos son, de alguna manera, el fruto de mi trabajo teo- lgico en diversas instituciones ecuménicas, principalmente en la prolongada comunidad de trabajo de los institutas eacolico y evan- Bélico de teologia ecuménica, en Munich. En ellos aparece tambien fn qué sentido va unido el tema iglesia con wna ética lim ile .Irenco quiere probar que esta tadi- ion igualmente slo puede encontrarse en las iglesias apostélicas. ‘Tertuliano insistiré todavia mucho mas en este aspecto. En ambos escritores, este punto de vista encuentra tensiones peculiares en sus esfuerzos por justificar las doctrinas eclesidsticas que se hallan en controversia en las discusiones gndsticas;justificacion que in- La signficacion de la excatologia Ww sentarin desde los eseritos apostlicos. Era bastante natural que la alirmacidn de que, para la comprensidn de las Escritiras, se ce- quiere la vor viviente de una tradicién especial acarreara dificul- tades a la tesis de la Escritura como criterio de la doctrina. Tanto Treneo como Tertuliano pudieron obviar estas dificultades porque, para ellos, era evidente que la vida de la iglesia nacida de los apos- {oles formaba una unidad con los escritos apostolicos transmiti- dos em ella, ¥ eta parece habe sido a postr, a peat de algunas variantes sin importancia, de la iglesia primitiva y de la medieval Pero al terminar la edad media, se produce un giro profundo en este punto. Como consecuencia de la pricridad que se concede, desde los trabajos exegéticos de la escuela de los victorinos del sic glo Xi, al sentido literal de la Escritura para la doctrina teol6gica, adquirid tal peso esta exégesis empleada metédicamente en el tra” bbajo doctrinal de las escuelas teoldgicas que una interpretacion contrapuesta del magisterio de Ia iglesia podria aparecer como afrenta a la verdad. Conflictos esporadicos de este tipo se dieron ya antes de Lutero. No obstante, fue con este autor con quien el conflicto adquirié una significacin tan fundamental que fue ne- cesario decidir cual de las dos instancias —magisterio o Escritu a—, que hasta ese momento habian convivido arménicamente, te- nia que estar sometida a la otra. Ambos caminos de solucién con- dujeron a un callejon sin salida, Si se reconoce al magisterio la de cision sltimaYobre el sentido de las Fsertras és no podrin actuar ya como criterio independiente para juzgar el cardcter apos- tlico de la tadicion doctrinal de la iglesia, En tal caso, se hacia sumamente problematica la concordia o consenso del magisterio actual con las doctrinas de los apdstoles; igualmente, la apostoli- ‘idad del magisterio se situaria en un terreno lleno de interrogan- tes. Por otra parte, el continuar la exegesis escolastica de los es- ers biblicos spor sf mismoss(segin principio sac Srprara sui ipsius interpres) y su paso a la exegesis historieo-critica hizo to- mar conciencia, con claridad siempre creciente, de la enorme dis- tancia histrica existente entre la era apostdlica y todos los restan- tes momentos de ls historia dela iglesia asi como también del mo ‘mento hist6rico de cada uno de los intérpretes. En consecuencia, hbo de planters la preguna zedmo es posible la apostolcidad como. consenso de as iglesias actuales con su origen apostolico? -Acaso la distancia historica deh exegera sespecto de sus textos 10 ce ya imposible el concepto normativo de lo apostélico dado que el presente de cada persona es un mundo completamente dis tinto al de la era apostolica? El probleina se plantea ya en los co- mienzos de la historia cristiana; porque la pregunta acerca de la apostolicidad de la iglesia pertenece ya a otra era distinta de la de Me La signification deta excaologa Jos apéstoles. Una contemplacién bstériea y una comparacigy en- tre Pablo los apéstoles de Jerusalén, asi como: j om mPa rativo de los distintos escritos apostdlicos no ermiag re oe una coincidencia tal en ‘a doctrina como Ireneo atribuys i apostoles y a sus scritos, coincidencia que es constitutiva dentro Riconcepto que Ireneo tiene de apostol ae Tampoco oe fi yegepuee mvt aoc aceel soca jo el episcopado comenz6 a imponerse sobre los restantes oficios iscsi cunts pm Tg las iglesias tienen de su apostolicidad, pero hacen inevital pre tee ease ee gue eens propament co nereaeo apostoles. Esta pregunta se hace necesaria eal divergencia existente entre cada wno de los Periodes een de la historia de la iglesia y Ia era apostélica. Cuando ancien cia histérica es aguda, como sucede en la actualidad, no a aed responder iciendo que el fundamento se encuentra en la a de los apastoles, como si ésta se presentara de una manera unif posterioges,sinsometerla a mutaion alga. Tampoco basta in~ Beet gather ce red SSenta la dfscultades que | presents el problema del eas aoc Feed eet cnt prensa con a eae Dado el cambio inevitable de cada una de las épocss, ta continuidad de lo apostdlico sélo podra estar fundada Ce oe mento que no se limite a ls eculiarsdad del Siempo apostolic in se eae en mora nae el apo de iglesia primitiva. Presentar este punto con alguna profuncida te luerird desembocar en una unin de la apostolicidad y catolii da Su comin referencia a la eens royectaré = Imentes ‘ana luz para responder al tema de hasta qué punto s¢ trata, en an Fee em comida de fey nor opie La consieracin del tema de la postalicidad parece limiarse pregunta del origen de la iglesia asi como a la de su vine a retin acca te onges Hae plantnieno certamente a significacen dele ecatologia Me necesita de una complementacin, Fn la acualidad, todos estamos scr en gu esuais pmio caribs por tuna conciencia peculiar impregnada de eseatologismo, por leone tiencia de vivir en el presente lo elite, lattes todeea pase mundo, pero realidad presente en Jesuerito y, en consecheneta para su comunidad. Para ésta, naturalmente, solo en ls fe en Crs, toy ena esperanza de una consumacion futura, ¢No deberis cova concienciaescatologca del crstanismo primitiwovenconttar suc, presién tambien en la manera de entender el apostolado, de nas neta que se conservara también en el concepto de lo apostslico? Si la iglesia se lama apostolica no s6lo.en el sentido de que esti fundada por el mensaje de los apdstoles, sino tambign ene sens tido de que ella misma participa del esprit y de la tarea de los apéstoes y lo lleva adelante -~no obstante ls irrepetibilidad Gel apostolado y de la era apostélica, quiere esto decir que en ia apostolicidad de la iglesia tienen que estar presenes los motivos gue determinan el apostolado de In iglesia primitiva misma y coe ontrar su continuation El apostolado de It iglesia primitiva tiene su fundamento en Jas apaticiones del Resucitado, Esta afirmacion se apoya en Pablo, {que se supo llamado al apostolado por el Resucitalo (Gl Iv 12, 46; Rom 15; 1 Cor 18, 1891). Pero Fab canoes tba otto circulo de «todos los apéstokese, que no puede ser considerade como idéntio con los doce. Asi incluia entre los eapstotecs oo este sentido a Andrdnico y 2 Junio (Rom 16, 7). Este citcule rose amplio estaria ya constituido’ como circulo cerrado de «todos lon apostoles» ya antes del llamamiento de Pablo, de maneta que Exe tuvo que descrbir su. propio llamamiento al apostolada come aborto (I Cor 15, 8). Si esteciculo de apéstalee es dstinte dal circu de Tos doce, tendremos que buscar su origen o el aposio- lado de sus miembros, lo ms probable en las aparcies del Resosiee do, tal como lo indicé ya 1 Cor 15,7. Sega Pablo, el eitculo de les apdstoles comprendia tambien a ls doce o, al ens, 2 aps nos de ellos (Gal 1, 173). Pablo fundamenta el spostolade de ace también en las apariciones del Resuctado a pesar de que los dace habian sido ya antes dscipulos del Jesus terfeno y a pesar de gue el nimero de doce, que representa alas doce tibus de Israel, bas bia aparecido en el tiempo anterior la pascua. La relerencie & un cireulo de apéstoles anterior al indica que Pablo habris corns Partido, enlo que se refiere ala uni6n de apostolado yllamasions to por el Resucitado, una concepcion crstana primis del apes todo anterior «dh qe le fue tranmiuda En los evangelion encontramos que alos doce se designa ocasionalmente come Spy, toles ya en el tiempo de la actuacion terrena de fests (Mle 6 150 Le sgnifiacin de la esestologia Me 10, 2; Le 6, 13), pero esto puede explicarse, sin violentar para Mein hae coun, eon un retfotracr, Ia situacionprepastualy tim titulo que se les habria impuesto a estas personas por las apa- TRiones del Resucitado y que, posteriarmente, habria legado a Tedree normalmente. Unicamente Lucas (6, 13) afirma que Jest a los doce lamé también apdstoles. Esto deberia estar relacionado a et Tmitacion del concepto de apéstol al circulo de los doce (Hech 1, 21 s). Por lo demas, encontramos también en la tradi- (rote de los evangelios la huella de una misin especial y de un en- Gio de los discipulos, ambos realizadas por el Resucitado (Mt 28, 105} Obstvaments corteoponde a la soncepcin primitivaers- tang, encontrada por Pablo, de la fundacién del apostolado. "A Invista de ese estado de cosas, la rellexién dogistica sobre el concepto y signficacion del apostolado deberd partir de los pun- fos de spoyo que podemos encontrar en Pablo, Al tenerlos en ‘Sienta, debemas denerrat la opinidn de que se trata de una opi- hin particular de Pablo. Tal ealificacién podriamos darla, 2 lo Sumo’ a la defensa de su propio apostolado. En los temas restan- aeanite consideraciones ¥ puntos de vista paulinos apuntan a la comprension, compartida por toda a iglesia Caras de la pee Sulteidad y significacion del apostolado en aquellos tiempos. Esta canara que se desprente del que nosotees podemosfe- cancer, Las consideraciones dogmiticas acerca de lo que es cons- titutivo ee, de apéstol y del concepto de lo apostslice en atl tendcin que ofentarse,en primer lugar, por la signifi Be fundamental del Ilamamiento y envio del apostol por el Re- soe ain cuaseruenia, no podemos conskersr como caente Ue importancia eh voncepto lucano de apéstol, que ha estado en primer plano, hasta el momento presente, en casi todas las pre- ‘sentaciones teolégicas referidas al oficio de apéstol. es ha ocu- verpos inks de iD iglesia an tension clara con la autocomprension, por ejemplo, de Pablo, claramente consciente de la distancia de su presente respecto de la consuma- én escatolégica—. En segundo lugar, las tensiones y contrapo siones de los diversos escritos del nuevo testamento, redescu- biertas de nuevo por la investipacidn historica, Sveron acalladas cexpulsadas de la eonciencia en beneficio de una piedad que ensal- zaba la unanimidad de los apdstoles. Dejé de percibirse, por ejem- plo, que las relaciones del apéstol Pablo con la comunidad de Je- tusalén se caracterizaban por un esfuerzo por lograr la unanimi- dad, pero, en la préctiea, tales esfuerzos no se vieron coronados por el éxito. El cuadro excesivamente armonieo del cristianismo primitivo habria sido corresponsable de que se concediera tan fe Gbcido espacio dentro de la iglesia al desarrollo de opiniones cor twapuestas entre si. En tercer lugar, la identificaci6n de lo apost Kee con la configuracidn de un tiempo concreto pasado, tanto en el pensamiento como en las formas de vida, wafa consigo el pel gro de que o no se tuviera libertad para las tayeas cuevas y pec Tiares, asi como para las posibilidades del presente —intentando encontrar enol patsdo ls normas para el presente 0 fuvieran due descubrirse los puntos actuales en los texcos transmitidos, te- ‘tiendo que abordarse el presente slo en tal configuracidn extra fia, En los tres puntos, la voluntad de apostolicidad en el sentido de una funcién normativa de la era apostohiea con su mundo de ideas y sus formas de vida llevé a una desfiguracién del sentido hist6rico de los escritos apostélicos y a un intento, insostenible historicamente en nuestros dias, de una legitimacion de determi- taastradicioneseinsutuciones como aponicas, es dest como derivando de las disposicianes de los apdstoles. Con todo, debe- mos decir —en cuarto lugar— que precisamente la falta de fiabi- Iida histérca en el empleo de fa deignacton sapestlicos yes: pecialmente, del antihistérico uso de los escritos del nuevo testa~ ‘mento en tiempos en que la doctrina y formas de vida de los apés. tales eran consideradas como normativas podian tener tne fan: cién enormemente positiva. Porque solamente de esta manera se Togré espacio para las nuevas necsidadesy temas de cada uno de los momentos presentes y para la tarea auténticamente apostélia en el sentido escatoldgico del concepto, En una época de concien- cia histérica critica, no podemos seguir pretendiendo ingenuamen- te aauella funcién, en otro tiempo utiisima, de la interpretacion ee 156 La sgnificcin de a exatologia ahistorca de la scrisura y la pretensién, igualmente ahist6- fica del origen apostolico sin chocarfrontalmente con fa concien- Gidea verdad, por conse sm poner co ple nc iidad del crisanisoo, que es un irenunciable interés por la verdadera apostolic, por la dlinivdady unversad glo tal de la persons ¢ historia de ests. Por consiguiente, en una era Ee ple oni atric he nec deo nc co cepto de apostlicidad que le permitareconocer sin corps fa diferencia del propio presente respecto de la cra apostolica,Y re- conocer esa diferencia sin perder: por ello, la conexién con el en- tio de los apOstoes, A ello puede ayudar cl tener en cuenta el mo- scatologico en cl apostolado de la estandad primitiva Cr terio de doctrina apostlica en este senido es unicamente shy en gue medida, se logra exponer la verdad delntivay la universal Ui global dela historian dela persona de Cristo mediante su sig. nificacin creadora de savaciny tansiormadoraen el sentido de Ia resureccion de Jess, mediante su fuerza para lluminar el mun do. La exigencia de apostolcidad en la doctrina de lv ilesia no puede sgnficar la valder normativa para el presente de todo lo Eonocide en tempo de los apostles hi a su'vex, que solamente tenga valor en la atuaided aquello que derive del Gempo.apos: iho En onscenca ls verdader ite apr deers con Sit tanto para la iglesia como para cada tno de los ctstianos, tn dease penerar yrempapar dela verdaders, global, liberadors y transformante verdad de Cristo, La vite aponoics no consist, Tin embargo, en la copia de supuestas o reales formas de via del tiempo delos apostoles; tampoco se aegurara mediante la der tacign de tao de aquell otra forma de vida haciéndola prove- rir de la era apostlicn. Lo que entonees era apostlico pucde ser totalmente itelevanteen la sctalidad o contraponerse alas tareas tpostlics. Esta manera de ver ls cosas ene que iberar aa igle- str para capar la propia historicidady diferente de lade los em por pois. blo dee manera’ puede prmancer en lai fea del envio de los apéstoles a impor de oven eatin dl concep de apostolicidad se pone claramente de manfiesto en la manera en Ghue las iglesias reformadas ya iglesia catlca romana envienden due debe relizarse a exegesis de lo apostlico, Las iglesia relor- tds conan sempre la Fscrrn como icc de vr ora apostolcidad. Pero la posbilidad de ucizar este crteio s¢ tornd problema como coneeuenia del desarrollo dl pance ro mantenido por ia Reforina de que la Escritura tenia que set Interpretada por si misma Efectivamente, cuando se desarrollo Ia investgacin historico-erica el crteio mantenido por la Refor- La significacin de a eseatologia wy ‘ma parecia que ya no servia. Dada la distancia hist6rica existente enre el momento presente y el cristianismo primitive no pode. mmoygoaer de los eseitos del nuevo testament indicaciones I terales, consideradas como doctrina apostdlica o vida apostolic, y,emplearlas en el presente por el hecho de valorarlas como apes, tolicas. De ahi que el principio de la Escritura haya conductlo a problemas hermenéuticos que se concentran en el tema de tn or terio objetivo para la respectiva nueva formulacién del contenido objetivo de los escritos neotestamentarios. Ya Lutero eraté de on. ontrar un tl eriterio objetivo en a misma predicacin de Cristo y lo convirtis también en valido para la apostolicidad. Dado que de hecho el envio de los apéstoles era un envio a pradiaes Caae to, el citerio de Lutero pareci6 aceptable si la predicacion de Cris, {o s¢ entiende como intexpretacion de la universalidad global de |a aparicién de Jes y de la salvaci6n realizada por él. Porque esto era, como se expuso anteriormente, la finalidad del envie de los apostoles Pienso que la comprensi6n catélica romana de la apostolicidad conduce a la pregunta similar acerca de un criterio obyetivo. En la iglesia cat6lica romana se considera como crterio de apostolic dad, junto a la Escrivura y a la confesidn de fe, el magisterso doc. tinal y pastoral, eon plenos poderes pats interpreta a Escritura, Nos referimos al magisterio doctrinal y pastoral de los obispos y del papa, sucesores de los apéstoles. En principio, tal plantearens. {0 no tiene por qué ser discutido por parte protestante. En resfi. dad, se rat de continuacén del envio apoxtlico en un mundo que se transforma. Que el envio de los apéstoles puso en marcha YO» que institula —en cuanto al— la iglesia, se debid a que dl onc vio de'os _P6sole no apuntaba iicanentes Se ern to, sino a la consumacién escatolégica yal tiempo del juice co decir al final de toda la historia humana, Es verdod ae ges Zs inadamente la irepeibildad del envio de los spostles, en cuanto que éste deriva de la mision recibida inmedisramence Kesuctlo, Pero exo n0casaye a mecedad y Beers Prictica de una continuacidn de este envio en la era postapostol ‘2 dela iglesia. Dado que este envio fundamenta la iglesia como {otalidad, se ha subrayado atinadamente que la sucesion apostole ga tiene que referrse, en primer lugar, ala comunidad tool en la figura dels diterenes iglesias locales y no exclusivamente gaol &¢dirigente(E, Schlink). Con todo, no podemos negar que la apos. tolicidad entendida desde el envio de los apostoles se refiere de ‘manera especial, ala misién de dirigir las comunidades a la los de ¢ste envio —en el abanico de formas institucicnales variadas—s ast - a use La sigificacion de la excatologin como ala continuacién de la predicacin de la universaidad glo- fale la aparicion e historia de Jesis como salvacion para todos for pucblos. Ambas tareas forman una unidad estrecha entre si. De ello no se sigue, naturalmente, que ambas tareas deban estar zfs nt Pesce ambi bier usin cre el Sriterio de tl continuacion del envio aportlice. Dificlmente po- ‘Sra.aceprarse como eriterio el simple hecho dela sucesion. Desde un punto de vista puramente historco, la idea de una insitucién inimterrumpida de sueesores de los apéstoles cadena iniciada por los mismos apostles, es sumamente discuible, dado gue el inte- es por tales series de sucesion que remontan hasta [os mismos potoles no puede ser probado hasta finales del siglo segundo. ‘Remis, se plontea la cuestion objetiva acerca de como se asegura rc el sucesorcumpla adecuadamente la area desu antecesor. Ya Heneo recurrio en este punto al carisma del oficio. Pero zcomo puede garantizar el carisma del oficio —no s6lo al jerarea, sino a toda l'comunidad la que sive con el carisma-~ Ia conformidad det jerges sn su ofc? Laas al earsma del fico no Suclve de golpe la cuestion de la objetivdad en el comportamien- to del jeraear Esta euestion solo pede salir airosa si entendemos {i cariama del ofcio en union con la naturaleza del cargo mismo, ftaturalera que determina al jerarca en su comportamiento. Pero Cuando en dl carsma del cargo no se da una estrecha unin con {i naturslera de cargo existe lb posiblidad de enjuiciar publica- nents fo que en uns stuacion dada forma parte del ofico, de si al jerarea, gn su comportamiento rel, se dej evar por e eatszna Gelso olitio no, si aetud en salvaguardia del oficio ono. Unica- ment pesalaridad del ofco mame puede se rte den tal enjuicamiento, ya que tl pcublardad puede ser perceptible a Guienes no son poraores del oii ep evestin Y que or con SEvfenres no poseen ese carisma especial, pero participan del ob- Fear ee el carina, Crtero del enjuicamiento sobre la hercepcon de los ofcis clsisticos srs, pues, el earcter sear TalSelco del envio. apostolico que indica a necesidad y la direc Géntde la continuacion de este envio mis all del tiempo de los Spostoles, Desde esta perspctiva dcbera discutirse la configura wBon'fistnsclonal que deberia tomar tal envio en cada una de ls, SHuaclones historias de Ia iglesia universal, es deci, la desmem- BiseiGn rexpectiva del nico envio en una pluralidad de oficios Novtienen por qué se siempre el mismo ndmero, a distibucion RN tabsoy jelarquizacion de tales oficios. Junto a la desmem= brat nsitaconl en deron ofits el ene del evi de a tice en cada tho de los momentos presentes comprende t- Bee ASGecisiones objedivas que es preeso tomar en cada caso con 1 siguificacin de le excatologia 19 motivo del envio de la cristiandad al mundo. Para ambos imbitos se regulere un eriterio, Este se encuentra en la esencia del envio apostdlico mismo, en cuanto que es envio a predicar a Cristo. Este dicacién de Cristo como criterio de lo apostélico. Naturalmente, esto no puede significar emplear una medida cristologica prede” terminada. Por el contrario, el eriterio de la predicacién de Cristo junta a una fares, que se presenta siempre como nueva, de tes- timoniar a la humanidad la significacion universal y global sav fica de Casto y hacerlo en lator adectada a ae panto oe tamos refiriéndonos no sélo a la doctrina sino también la vida de la iglesi __ Elinterpretar la apostolicidad de la iglesia partiendo de la esen- cia escatologica del envio apostlico podria abrir la posbilidad de superar las formas autoritarias de tradicidn cristiana, presentes tan- to en Ia concepcién de los oficios que tiene la iglesia catdlica ro- mana como en.la interpretacin de la Escritura de las iglesias re- formadas (asi como también ena concepién de sus ois). Nos referimos a concepciones que han jugado un papel importante tocol tt de eon este esfuerzo no tendria por qué ponet en peligro la subsistencia EE doo sl te PUD Oe aa corientacién escatologica del concepto de la apostolicidad parece faigiry posblitar una nueva comprension de os oficios eclesés: ticos. Estos sélo pueden legitimarse desde el envio apostolico. Asi sera posible la elasticidad —diniea garante de las condiciones his- ‘6rieas de cada momento— en la configuracién de los oficios. Por ello no sufririn la unidad y fa (en la medida de su referencia es- carole) infabilidad (porque definividad) del envio apa co mismo que continia. Ello no quiere decir que tal unidad e in- falibilidad en a percepcién del ofcio tenga que aparece siempre de manera explicita. Fl tema de la medida en que se manifesta real- mente el envio apostdlico en su unidad ¢ infalibilidad en las es- teucturas, desmembramiento y percepcién de los oficios eclsiis- ticos deberia continuar siendo objeto de discusion y de critica que puede orientarse por la tarea de tal envio, porque el Espiritu de Cristo ha sido conferido a todos los y deja fuera de con- sideracidn el aspecto de la plenitud asi como el cardcter escatol6- in Mili. de La signiicacin de a excatoogie 165 gico. Si tenemos presente el concepto escatoldgico de catolicidad Fuzgaremos quel plenitud del verdad cristana se manta en cada una de las formas respectivas de la doctrina cristiana, pero no alcanza la expresidn total y absoluta. De ahi que exista stem: pre la posibilidad de decir lo mismo —en concreto la nica ver~ dad de Cristo— no sélo de nuevo, sino también de distinta Imanera, veces en contraposcién a formulacones doctrines a teriores sin que por ello se niegue necesariamente que aquelas formulaciones anteriores fueron para su tiempo una expresion lit mitada de la misma verdad de Cristo. Incluso formulaciones doc- trinales contrapuestas entre si como el convlio de Trento, por una parte, y las confesiones reformadas, de otra, pueden, desde un clerto punto de vista, estar justiicadas ambay parialmente cuando son reconocidas, su contenido y limitacién, como formas de expresién de la ar 2 oe de Cristo. En tales situa- clones, es preiso que ea posible indicar eon mayor precision, par- tiendo desde cualguier nuevo punto de situacin, a derecho rar- cial de una parte y de la otra respecto de la nueva comprension de la verdad de Cristo que comprende a las dos anteriores. Y todo ello sin que perdamos la imagen de aquella verdad. Con todo, si nosotros los cristianos no poseemos toda la verdad, sino que la es- Beraor dl rectly tnemos que conentaos ao. Freon algunos destellos que encontramos aquy al, entonees pue- den darse aurenicos cambios o mutaciones dc la doctrina tane- a ‘sin poner en Peligro la iden lad de la verdad misma. Por- gue el autentico respeto a la tradicion presupondra siempre que los iniciadores de la docwrina transmitida permanecieron ae vueltos, por encima de las (6rmulas propias, al Dios siempre ma- fa oa una Gy ina cri anaes se confundiera a si misma con la verdad escatologica tendria motivos para temer que cualquier mutacin de la doctrina provocara inevitablemente a perdid de jidentidad de la verdad misma. De nuevo la vida real, la historia real de todas las iglesias cristianas es mas rica en este sentido que su comprensién hasta el momento, a menudo sorprendentemente estrecha, de la catolicidad de su doctrina. Porque en ninguna par- te se ha ensefiado como verdad extolica sélo aquello que en todas partes, siempre y por todos fuera creido en la misma forma. Por el conirario, el progreso de la formulacién de la doctrina ha co- "pido en muchas oasiones no neesariamente lf, pro slin- terpretacion dela fe de generaciones anteriores y tambien autor dades contemporiness, © 2 Desde aqui se clarifica la contraposicién de doctrina catélica y herejia Partiendo de una comprension dela verdad sotolice onion, tala por la escatologia, no puede juzgarse una doctrina como he. 166 La significacion de a excatologia titica porque se desvie de una norma doctrinal reconocida ¢ in- tluso prodamada solemnemente o porque esté en contradicién con ol Comenza na dotine ser here cuando se cere en so verdad parcial y se niegue a aceptar Ia plenitud de la heren tia cristana y, ademas, la plenitad eseatol6gica de la verdad ct6- fea, : Tod es consideraione hechas en ee capil ire r= cordar implictamente fo que significa que nosotros crstanos con- reer tee cn ns igls saa sanicsy aponolien. No cone tataossenilamente sentence La catia de elena ts objeto de a fe porque su plenicud calica se realizard plenamen- fe solo en la consumacion escatologica, la apostolicdad de la Iglesia es objeto de fe porque no se trata de una cualidad que IE iglesia leve desde su origen como cualidad natural, sino que se trata de un envio al que ell puede corresponder 0 no correspon- dlercon su comportamiento y que apunta a aquella plenitud eat Hiea que se realizard por completo en la consumacion escatol6gica Lo dicho amerinmene no dee dea Ie menor dude acerca de ue la iglesia present, la actual, no sélo la futura, es creida como Spostoicay cavdlien. La eficaca actual del envio apostlico spur {2, como envio, a la humanidad y pretende que Ia plenitud eato agi ua neva mae en cal cpa y momo De esta manera, lafeen Ia igesia catdhea y apostica es enrique: cedora para el momento presente. ¥ slo cuando la apostolicdad y caolicidad dela iglesia son entendidas como asunto de la fe —y ho Soo fm de pra constatacin-— se manana en resente dela iglesia como anicipo de a futura soberania de Dios, Papo servi sxaba el enn dels aponoles con ede Joos inismo con cuya venida se convertrd en realidad la sociedad ca télica verdaderamente perfecta que no necesitara de separacién al guna entre la iglesia y las, instituciones politica. 10 * Confesiones y unidad de los cristianos 1 La pluralidad de las confesiones cristianas tiene ya su origen en la separaciin dela crstiandad occidental y l ortadona oreee tal. Tal vez tenemos que ubicarla historicamente en el siglo V, cuando se producen las divisiones entre las iglesias monofisita y nestoriana. Podriamos preguntarnos, incluso, si la conteaposicion de las iglesias ortodoxa y arriana no tenia caricter confesional. En la cristiandad latina, sin embargo, la pluralidad de la iglesia 8 un fendmeno moderno. En el siglo XVt, la multiplicidad de las confesiones era una pluralidad de modelos de unidad cristiana que se excluian reciprocamente. Pero esa pluralidad fue el resultado de tuna divisin de las iglesias no deseada por ninguno de los «parti- dos de religidn de entonces. Desde los siglos XVII al XIX, de esa pluralidad result6 una multiplicidad de acuriaciones independien- tes del cristianismo que se separaron respectivamente como orto doxa y modema 0 como formas de fe ortodoxas o heterodoxas. En el movimiento ecuménico del siglo XX, se pone de nuevo la plu. ralidad de las confesiones en relacion con la unidad de la iglesia y las heredadas iglesias confesionales aparecen facilmente como sim ples obsticulos de la unidad cristina. Pero, por otra parte, no podemos pasar por alto que el conte- ido de ia fe y las formas de la vida ersiann y dels consttacton éclesial estan unidas hasta hoy marcadamente con las diferencia. das acuiaciones confesionales. Puede, por consiguiente, exist el peligro de que el abandono de las formas confesionales de fe y de vida signifique, al mismo tiempo, la pérdida de la sustancia cris. tiana que hasta el presente ha encontrado, preferente o exclusiva: ‘mente, configuracién explicita en tal unién confesional. En nues- ‘ros da no se afrna ya que una de las conesiones expres de ma- nera exclusiva la verdad de la fe cristiana y que, por consiguiente, mo necesite de la complementacion de las restates comunidades

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