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LA ECOLOGÍA Y LA DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA

Resumen:

La creación entera es fruto del designio divino de Dios, pues sabemos que Dios al crear al

hombre lo designo a cuidar de toda ella, de ahí deriva la responsabilidad magnifica de cuidar

de todo lo existente, en tal sentido evitar la sobreexplotación. Por ello, la situación actual del

mundo es pues claramente difícil y necesita una mayor toma de conciencia de la

responsabilidad y del cuidado de la casa común.

Palabras clave: creación - casa común – responsabilidad – respeto – tecnología –

distribución.

Introducción:

La preocupación por la ecología esta latente en nuestra sociedad actual. Pues notamos

alguna conciencia del deterioro causado por el hombre mismo a sí mismo, como también a

todo el planeta tierra.

Pero esta preocupación no solo atañe o tiene en vilo a las comunidades científicas, sino

también la iglesia misma siempre ha estado presente alzando la voz y llamando a una cultura

ecológica; también hay algunas reivindicaciones de estamentos políticos y sociales.

En los últimos tiempos encontramos la Encíclica Laudato si, donde claramente el Papa

Francisco expone la situación actual y da pautas para el cuidado de la misma. Pero no ha sido

la única reflexión sobre el planeta y la ecología, sino la Iglesia siempre ha mostrado

preocupación ecológica. Hemos podido experimentar enormes transformaciones ambientales

producidas por la revolución industrial, la aplicación de tecnologías de manera desmedida,

etc, en tal sentido es urgente ahora la educación en una conciencia responsable y solidaria

respecto al medio ambiente.

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El hombre y la creación:

El hombre ya que has sido “creado a imagen de Dios, recibió el mandato de gobernar el

mundo en justicia y santidad, sometiendo a sí la tierra y cuanto en ella se contiene, y de

orientar a Dios la propia persona y el universo entero, reconociendo a Dios como Creador, de

todo, de modo que con el sometimiento de todas las cosas al hombre sea admirable el nombre

de Dios en el mundo” (Gaudium et Spes, n. 15).

Pero asimismo la presencia de la tecnología y la ciencia no ha sido del todo negativa, sino

también ha traído causas positivas, “la ciencia y la tecnología… un maravilloso producto de

la creatividad humana donada por Dios, ellas nos han proporcionado estupendas posibilidades

y nos hemos beneficiado de ellas agraciadamente” (Juan Pablo II, 1981).

La Iglesia respecto a la aplicación de la ciencia y la tecnología afirma que ha de darse una

“correcta aplicación”, por lo cual es necesario mantener una actitud de prudencia y analizar

con ojo atento la naturaleza, la finalidad y los modos de las diversas formas de tecnología

aplicada” (Juan Pablo II, 1990).

El Magisterio de los Papas y la ecología:

En el curso de la Historia de la Iglesia se han dado diversos pronunciamientos respecto a

la problemática del medio ambiente por parte de los pontífices.

El Papa Juan XXIII en su encíclica Mater et Magistra sin mencionar la ecología, dedica

mayor atención a los problemas del campo y del respeto a la naturaleza en una era de

industrialización desmesurada.

El Papa Pablo VI en su encíclica Populorum progressio, “se trata, ante todo, de

reflexiones implícitas sobre el medioambiente, que afectan a la ambivalencia de los logros

técnicos, al uso de la energía nuclear y al aspecto de la justicia social” (ética social azul, 309.)

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Ya en el pontificado del Papa Juan Pablo II fue abordado con mayor insistencia la

preocupación ecológica. Respecto a la conducta del ser humano en relación con la creación el

Papa afirma: “El hombre, impulsado por el deseo de tener y gozar, más que de ser y de crecer,

consume de manera excesiva y desordenada los recursos de la tierra y su misma vida (…) En vez de

desempeñar su papel de colaborador de Dios en la obra de la creación, el hombre suplanta a Dios y

con ello provoca la rebelión de la naturaleza, más bien tiranizada que gobernada por él (...) A este

respecto, la humanidad de hoy debe ser consciente de sus deberes y de su cometido para las

generaciones futuras”. (Juan Pablo II, Centesimus annus n. 37).

La crisis en la relación entre el hombre y el medio ambiente:

En la sociedad actual encontramos una gran crisis en la relación entre el hombre y el medio

ambiente, pero esta ruptura es fruto de las acciones humanas irresponsables que han llegado a gran

escala y han tenido diversas manifestaciones, desde pequeñas acciones como tirar algo al piso hasta

contaminaciones a gran escala, como armas bacetriologicas, sobreexploatacion de los recursos

naturales no renovables de modo irracional y muchas veces provocada por “medios de transformación

que brinda la civilización tecnológica”. El hombre, al destruir la naturaleza manifiesta desconocer su

propia y profunda verdad: la de su ontológica relación con lo otro, con los otros y con el

absolutamente Otro” (Alfonso Cuadron, 1993). El Papa Benedicto XVI dice que "La Iglesia tiene una

responsabilidad respecto a la creación y la debe hacer valer en público. Y, al hacerlo, no sólo debe

defender la tierra, el agua y el aire como dones de la creación que pertenecen a todos. Debe proteger

sobre todo al hombre contra la destrucción de sí mismo” (Benedicto XVI, Caritas in veritate n. 51).

Por tanto, ha de haber una responsabilidad en poner por encima de todo la dignidad humana y el

valor de la vida, el interés por la naturaleza, evitando también ecocentrismos y biocentrismos.

Son muchas las consecuencias negativas de este resquebrajamiento en la relación del hombre con

el medio ambiente, pero hemos de ser más conscientes de la responsabilidad que tenemos para con las

futuras generaciones, como también hay una necesidad moral y jurídica que garanticen y ayuden a

una solidaridad especialmente responsable respecto al ecosistema, pero dicho deber inmiscuye a toda

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la humanidad. Solamente conjugando el desarrollo científico con la dimensión ética, el hombre “será

capaz de promover el ambiente como casa y como recurso, en favor del hombre y de todos los

hombres” (Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia Católica, 465.)

Una responsabilidad común:

El ambiente natural nos pertenece a toda la humanidad, motivo por el cual el cuidado del

mismo es de responsabilidad de todos los hombres, pero esta responsabilidad no abraca

simplemente las exigencias del presente sino también se extiende a las del futuro.

La responsabilidad respecto al medio ha de ser concretizada también a través de

normativas legales, como decía el Papa Juan Pablo II: “Corresponde a cada Estado, en el

ámbito del propio territorio, la función de prevenir el deterioro de la atmósfera y de la

biosfera, controlando atentamente, entre otras cosas, los efectos de los nuevos

descubrimientos tecnológicos o científicos, y ofreciendo a los propios ciudadanos la garantía

de no verse expuestos a agentes contaminantes o a residuos tóxicos” (Juan Pablo II, 1990).

El hombre es cuidador de las criaturas, no dueño. Debe protreger el ambiente natural y el

ambiente social y nunca hacer uso de la naturaleza contra su propio bien. La asamblea

particular del Sínodo para Asia también se ocupó de este tema: “Corresponde a los cristianos

y a quienes creen en Dios Creador la tarea de proteger el medio ambiente, restableciendo el

sentido de respeto por todas las criaturas de Dios. Es voluntad del Creador que el hombre

actúe sobre la naturaleza no como explotador irresponsable, sino como administrador sabio y

responsable” (Ecclesia in Asia 41).

El medio ambiente ha de ser distribuido entre todos, por tanto, “el principio del destino

universal de los bienes ofrece una orientación fundamental, moral y cultural, para deshacer el

complejo y dramático nexo que une la crisis ambiental con la pobreza” (compendio de

Doctrina social, n. 482).

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Pero muchas de estas dificultades nos han de llevar a nuevos estilos de vida, para así poder

superar sobre todo el rompimiento relacional con la creación, y estos estilos de vida deben

estar “presididos por la sobriedad, la templanza, la autodisciplina, tanto a nivel personal como

social. Es necesario abandonar la lógica del mero consumo y promover formas de producción

agrícola e industrial que respeten el orden de la creación y satisfagan las necesidades

primarias de todos”. (compendio de Doctrina social, n. 486).

Conclusión:

Nuestra actitud primordial ha de ser la toma de conciencia respecto a la responsabilidad

que tenemos con la creación y pues todos los hombres no somos dueños de los existente sino

simples administradores, asimismo hemos de poseer una actitud de gratitud y

reconocimiento, ya que la creación nos orienta hacia Dios, quien lo ha creado y lo sostiene.

Una gran figura de este cuidado y respeto autentico por la creación es San Francisco de Asís,

quien nos da el testimonio de que de la estrecha relación pacifica con Dios, brota la iniciativa

a construir la paz con toda la creación. Por tanto, una adecuada relación con el mundo

cósmico depende de una adecuada antropología.

La ecología por otra parte también ha tenido consecuencias de índole moral, por lo cual es

urgente el cambio de conductas y estructuras, dejando de lado el mero consumismo y la

explotación irracional, intentado construir la civilización del amor bajo la solidaridad

humana.

Bibliografía:

Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, Paulinas.

Concilio Vaticano II, Const. Past. Gaudium et Spes, 15: AAS 58 (1966) 1036.

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Juan Pablo II, Discurso pronunciado durante el encuentro con científicos y representantes

de a Universidad de las Naciones Unidas, Hiroshima (25 de febrero de 1981), 3. AAS 73

(1981) 422.

Juan Pablo II, Discurso a los obreros en las oficinas Olivetti de Ivrea, Italia(19 de marzo

de 1990), 4: L'Osservatore Romano, edición española, 8 de abril de 1990, p. 9.

Juan Pablo II, Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz 1990, 9: AAS 82 (1990) 152.

Alfonso A. Cuadrón, Manual de Doctrina social de la Iglesia, Madrid, España: BAC,

1993.

Reinhard Marx – Helge Wulsdorf, Ética Social Cristiana, Valencia, España: Edicep, 2005.

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