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Eran las nueve de la mañana cuando mi

teléfono sonó. Al encenderlo vi una llamada de


mi amigo casi hermano José. Respirando hondo
y con mucha pereza lo llamo a él y al instante
me responde. ― José ¿Qué pasa? Estaba
durmiendo―Mientras le hablaba escuchaba
como desde el otro lado se oía la tv a todo
volumen. ― Te llamaba porque recuerda que
tenemos que ir temprano a casa de mi tío― Se
me había olvidado. José necesitaba ir a buscar
algunas ropas y zapatos. ― Si, si recuerdo―
Miento mientras me levanto a toda velocidad
para cepillarme y vestirme. ― William no te
acordabas ¿Verdad? ― El me conoce desde
que teníamos catorce años, y aun yo con veinte
y el con diecinueve se acordaba de mis
costumbres y cuando estaba mintiendo. ― Es
imposible mentirte. Se me olvido, llevo una
semana muy estresante― Escucho como
suspira y no puedo evitar reír. ― Bueno da
igual ¿Te falta mucho? ― La verdad es que no
me faltaba mucho, pero yo siempre me tomo
mi tiempo. ― Em… me falta un poco, saldré lo
más rápido posible, adiós― Antes de que el
dijera nada colgué y arroje el teléfono hacia la
cama. Como siempre cada vez que salgo a
lugares lejano de donde vivo me pongo un
pantalón negro y una sudadera blanca
acompañados de unos nikes rojos que me
compre el mes pasado. Me pongo mi reloj,
agarro mi teléfono y voy hacia la cocina y me
preparo el desayuno. Hace casi un año que vivo
solo. Mis padres murieron en un accidente
cuando tenía solo diez años y aún no me
acostumbraba a la soledad de mi casa en la
cual me crie con el hermano de mi mama hasta
que cumplí diecinueve. Me preparé unas
tostadas con jugo natural y salí prácticamente
corriendo. La casa de José era en la misma calle
en la que vivo yo. Al acercarme a su casa él
estaba saliendo de su casa con una camiseta
roja, un short azul y unos zapatos converse. ―
Al fin llegas, vámonos que al final no
lograremos subirnos al bus― Yo soy el más
serio y responsable de los dos, pero muy pocas
veces el me regañaba a mí. De camino a coger
el bus hablábamos de nuestros temas
habituales como música, videojuegos, animes y
libros. El día transcurrió normal y tranquilo. Ya
en la noche había terminado todos mis
compromisos, así que era tiempo de sentarme
a ver la tv mientras cenaba. Buscaba alguna
película para ver, pero me detuve en un canal
donde daban una información de último
minuto. ― Hoy los científicos cubanos
descongelaron un virus con una antigüedad de
tres mil años. Intentan modificarlo
genéticamente para usarlo a favor de la
medicina― Cuando el aviso termino no le di
mucha importancia y puse una película. Al día
siguiente regresaba del trabajo en el taxi de un
amigo. ― Carlos hoy eh tenido un día súper
cansado ¿Puedes poner la radio? ― Carlos
comienza a buscar algo en la radio, cuando nos
encontramos un aviso. ― Carlos déjalo ahí― El
aviso decía lo siguiente. ― Atención a toda la
población, el virus covid-19 ha escapado del
laboratorio tras un accidente. Se le exige a
todos que entren a sus casas, no salgan y no
mantengan contacto con otra persona hasta
que localicemos a este virus― Yo me preocupe
un poco. Carlos ve mi cara de preocupación e
intenta calmarme. ― Un virus suelto, a lo
mejor no es peligroso― Las palabras llenas de
confianza de mi amigo me tranquilizaron. ―
Carlos mira, algo paso allí― Digo señalando a
un lugar de la calle donde hay un policía y
mucha gente reunida. ― Frena, frena―
Cuando el auto se detiene me bajo y me
acerco. Al hacerlo no me podía creer lo que
veía, tres personas muertas ahogadas por su
propia sangre. Aterrado vuelvo al coche, pero
cuando voy a entrar el policía grita
desgarradoramente. Cuando me giro veo a
todas las personas corriendo y gritando.
Cuando logro observar algo. Las personas que
hace un momento vi sin vida estaban
devorando la pierna del policía. Yo estaba
congelado por el miedo. Pero pude moverme
cuando uno de esos seres se dirigía hacia mí a
gran velocidad. ― Carlos pisa el acelerador,
rápido― Me meto dentro del auto y mi amigo
acelera a toda velocidad. ― ¿Qué son esas
cosas? ― Me pregunta Carlos asustado. Yo
también estaba aterrado y solo respondí lo
obvio. ― Te va a sonar una locura, pero
parecen zombis― El hombre de cuarenta años
no pregunto más y seguía el rumbo hacia el
lugar donde vivo. En todos los lugares había
gente corriendo, personas muriendo ahogadas
en su propia sangre, zombis atacando y
llegando a nuestro destino vimos a un auto
moderno chocar contra un camión de gasolina
y explotando en solo instantes. ― Carlos,
déjame en la próxima calle, tu corre a ver a tu
familia― Este simplemente asiente. Una calle
antes de mi barrio me bajo del auto y corro
hacia mi casa. En el camino muchas personas
estaban siendo devoradas y otras caían
muertas. Cuando giro mi cabeza hacia atrás,
cinco zombis me perseguían. Me asuste tanto
que aumente mi velocidad. Llegando a mi
barrio pensé con claridad y entre al patio del
vecino y al estar en el, cruce el muro y salte
hacia el mío. Al entrar en mi casa puse la tv
para ver que sucedía. Pero solo logre ver
destrucción en la ciudad. Ya que momentos
después cortaron la luz. Cogí mi teléfono y
marqué el número de José para avisarle de la
situación. ― José ¿Dónde estás? ― Estaba
agitado y alterado por lo que sucedía. ― Estoy
en mi casa ¿Por qué estás tan alterado? ― Me
pregunta con mucha tranquilidad. Ahí deduci
que no sabía que muertos vivientes caminaban
por las calles. ― José hay zombis, pero
hagamos algo, cierra tu casa y no hagan ruido,
mañana al amanecer te voy a ir a buscar e
iremos al campo o algún lugar apartado, la
ciudad ahora es peligrosa― Gracias a The
Walking Dead sé que la ciudad es muy
peligrosa. José estuvo de acuerdo conmigo y
colgué rápidamente para aprovechar la batería
de mi móvil. Comencé a buscar cosas útiles en
mi casa. Por suerte la familia de mi padre es
del campo y tenía un muy buen machete
guardado. Cogí una mochila que me habían
dado en una escuela militar. Guarde una
linterna, un poco de ropa, medicina tales como
pastillas, vendas y otras cosas que tenía, unos
zapatos y en la parte de atrás un poco de
comida, un sarten y un cuchillo. Ahora que
tenía lo que necesitaba solo me quedaba
dormir. Comí un poco y me acosté. A las cinco
de la mañana, cogí mi mochila, la cual no
pesaba tanto, y fui a casa de José. La calle
estaba desolada, no había nadie, o eso creí,
porque a varios metros había alguien parado.
Yo me acerque para hacerle unas preguntas,
pero de momento se giró y no era una
persona, era un zombi. Este cuando se giró
intento morderme, pero fallo y mordió la
mochila. Yo logre coger el machete con la
mano derecha y con el antebrazo izquierdo lo
empuje contra una pared por el cuello para
que no me mordiera. Este comenzó a gruñir y a
luchar con el objetivo de desgarrarme la carne.
Así que no lo pensé mucho y le apuñalé en el
abdomen con el machete. Pero aún se movía,
por mucho que sangrara seguía vivo. No tuve
más remedio que apuñalarle el pecho, pero
aún seguía con vida. Así que opté por lo que vi
las series, le atravesé la cabeza con mi arma
manchada por la sangre. No me lo podía creer,
había matado a un ser humano, pero no tenía
tiempo para pensar eso, debía llegar a casa de
José. Pero me detuve a pensar, no teníamos
medio de transporte, y andar por la calle a pie
era un suicidio, así que caminé hacia una
carretera que había cerca. Habían varios autos,
pero ninguno tenía las llaves. Hasta que
encontré un pequeño cuatro por cuatro.
Cuando encendí el motor, no me había
percatado que un poco más lejos del coche
había un pequeño grupo de zombis, el cual
noto mi presencia y caminaban hacia mí. No
espere más y conduci a toda velocidad hacia la
casa de mi amigo. Al llegar me baje
rápidamente y toque la puerta de casa de José,
la cual abre rápidamente y sale con una
mochila. ― José tenemos que irnos, mira―
Señale a lo largo de la calle por donde vine con
el vehículo, al mirar un grupo con el doble de
zombis que había visto momentos antes venían
hacia nosotros. Entramos al auto con rapidez y
aceleramos a toda velocidad con el objetivo de
salir de ahí.― Un apocalipsis zombi, no me lo
puedo creer― José estaba atónito, pero no
estaba tan nervioso como yo.― Si, ni yo, pero
tenemos suerte que somos jóvenes, que
hemos visto muchas pelis de zombis y
supervivencia, y que somos bastante
rapido―Jose me mira y vuelve su mirada a la
ventanilla.― ¿Sabes cómo salir al campo?―
Me pregunta mientras busca algo en su
mochila.― No lo recuerdo muy bien, pero solo
debemos ir a la carretera interprovincial y
llegaremos al campo― De su mochila saca su
teléfono― ¿Aún hay internet?― José lo
comprueba poniendo el mapa virtual.― No, las
líneas están cortadas, por suerte tengo este
mapa ¿Por dónde andamos?― Miro hacia
afuera buscando algún cartel.― Ya sé dónde
estamos, en el puente Santa Fe…― Una chica
se atraviesa en la carretera. Frene en seco para
no atropellarla. Estaba sucia y se veía agitada y
asustada. ― Por favor ayuda― Nos gritaba
desesperadamente. ― Sube, rápido― Le grita
José. La muchacha se monta en el auto, cuando
miro hacia la dirección de donde salió, cinco
zombis se dirigían hacia nosotros. No lo pensé
y aceleré hasta el fondo. Cuando estuvimos en
una carretera tranquila y nos ubicamos mire a
la pobre chica que estaba sentada atrás por el
espejo y le hice algunas preguntas.― ¿Cómo te
llamas?― Ella me miro tímidamente.― Soy
Isabel ¿Y ustedes?― Yo soy William y aquí mi
amigo se llama José― José se gira y la mira.―
¿Y esa sangre que hay en tu ropa?― Isabel se
mira la ropa y mira a José.― Hace poco me caí,
debe ser un pequeño rasguño― José se vuelve
a girarse y me enseña el teléfono donde voy
por la calle que me lleva a una carretera
principal.― Bueno Isabel bienvenida, por
cierto, debemos parar en las próxima
gasolinera, así llenamos el tanque y
conseguimos algunos suministros. Después de
unas horas de camino nos detenemos en una
gasolinera.― Vaya, Isabel se quedó dormida,
dejémosla aquí mientras llenamos el tanque y
veremos que podemos coger― José asiente y
se baja del auto junto conmigo.― Yo no sé si
confiar en ella― Miro con duda a José tras su
desconfiado comentario― Es que su historia
no me cuadra, vale que haiga pasado por
mucho, pero la sangre de su cintura no creo
que sea por un pequeño rasguño― Me
detengo y me doy la vuelta para ver el auto.―
No, no puede estar mintiendo, osea mira como
duerme, seguro son paranoias tuyas― José
encoje los hombros y seguimos hacia la
gasolinera.― Bueno mira, tu llena el tanque, yo
veré que hay dentro― José va hacia la
manguera y la lleva al auto. Yo entro en la
gasolinera y todo está desordenado, pero
mientras busco encuentro cosas muy útiles
como varios paquetes de pilas, linternas,
comida y mecheros, o como les digo yo,
fosforeras. Cuando salgo ya José había
terminado e Isabel aún sigue dormida. ― Vale
esta todo― Un zombi aparece caminando
desde atrás de la gasolinera. Lo ignoramos, nos
metemos en el coche y continuamos nuestro
rumbo. Varios minutos después sentimos un
gruñido detrás de nosotros. ― Vaya, parece
que Isabel sea ha despertado ¿Cómo dormiste?
― No recibo respuesta, solo obtenemos otros
gruñidos. En un momento de silencio Isabel se
inclina hacia delante eh intenta morderme,
pero fui más rápido y le agarré el cuello. ―
José, es un zombi, coge el cuchillo de mi
mochila y apuñálala― José rápido busca el
cuchillo y se lo clava en la cabeza. ― Mierda,
tenías razón― Isabel deja de moverse y
comienza a sangrar. Yo freno en seco y arrastro
el cuerpo fuera del coche. ― William no te
preocupes, solo hay que estar más atentos,
anda continuemos que falta poco para salir de
ciudad completamente― Hago lo que dice
José. Continuamos unos treinta minutos y a lo
lejos divisamos una pequeña estación de
policía. ― William mira― Observo hacia donde
señala José y freno. ― Vaya, estamos de
suerte, entremos ¿Qué prefieres? ¿Cuchillo o
machete? ― José se queda pensando por un
momento. ― Prefiero el cuchillo― Lo miro y
saco el machete. ― Bien, entramos juntos,
salimos juntos, si hay zombis dentro yo atacare
a los que están un poco lejos, y tú a los que
están cerca, no matemos si no es necesario―
José mira la pequeña caseta y me mira a mí.
―Es muy pequeña, difícil que dentro hayan
más de cuatro zombis― Asiento a su
deducción. Le toco el hombro y camino junto a
el hacia la entrada. Al cruzar la puerta de vidrio
nos golpea en la cara un olor a podrido. Lo
miro y continuamos. Entramos a un cuarto el
cual estaba cerrado por una puerta de barras
de hierro. Dentro habían unas cuantas armas y
munición. Cuando miramos hacia una esquina,
había un zombi vestido de policía comiendo un
cadáver. Me acerco despacio, levanto mi mano
con el filo del mismo hacia su cabeza y le clavo
la parte filosa en la cabeza. No nos quedamos
más tiempo. Cogemos todas las pistolas, en
total cuatro, dos ametralladoras y un rifle de
caza. Cogemos las municiones y salimos de ahí.
Al salir nos acercamos a un coche patrulla, le
rompo la ventanilla con la culata de la
ametralladora y buscamos algo que sirva como
más armas. Efectivamente, encontramos una
pistola. Hacemos lo mismo con otros dos
coches sin encontrar nada. Cuando José lo hace
en el cuarto el auto comienza a emitir una
fuerte alarma. Desde los alrededores
comienzan a aparecer zombis. ― José no
dispares, entremos al auto― Mi amigo baja el
arma y corre junto conmigo hacia nuestro
transporte y salimos de ahí. Después de una
hora conduciendo al fin encontramos un gran
cartel que anunciaba que salíamos de la
habana, nuestra ciudad. ― Bien, lo logramos,
mira hay una montaña allí, vayamos para ver el
terreno― Freno el coche, nos bajamos y
caminamos hacia la montaña. ―Qué suerte
que salimos de la ciudad― Subimos hasta lo
alto de la montaña y lo que ven nuestros ojos
era como en una película. Todo estaba
destruido, se veían explosiones por parte de
los militares, helicópteros, humo. ― Vaya no
me puedo creer esto. Y pensar que tú y yo
salimos con vida― José me mira y vuelve a
mirar el panorama apocalíptico. ― Volvamos al
auto para pasar la noche― Damos la vuelta,
nos metemos en el coche y subimos las
ventanillas. ― Bueno, habrá que ponerles un
nombre a los zombis. A ver cuál te gusta más;
infestados, chasqueadores o caminantes―
Miro a José y me no puedo evitar reírme. ―
Bueno tú y yo somos malos para los nombres.
Haber me gusta más caminantes, porque estos
zombis son los mismos que los de The Walking
Dead― José me mira y asiente. ― Si es verdad,
solo falta que todo el mundo este infestado―
Los dos nos reímos tras este comentario―
Anda vamos a dormir, que maña el día será
igual de largo que hoy― Echo una mirada por
la ventanilla por última vez y me quedo
mirando el techo del auto hasta quedarme
dormido.

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