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RESUMEN

El estudio de la calidad de vida a través del tiempo ha sido abordado desde


diferentes enfoques, lo que presenta un amplio abanico de posibilidades para
establecer una medición concreta de todos los factores que intervienen en ella.
Partiendo de esta perspectiva, este trabajo pretende definir el concepto de la
habitabilidad urbana como uno de los factores que permiten el desarrollo de
calidad de vida dentro del espacio urbano.

Un acercamiento a la habitabilidad urbana

Para descubrir la situación que actualmente se está presentando en las ciudades


es necesario realizar una pequeña revisión histórica de los fenómenos más
relevantes que se fueron generando en su formación, cuando el motor de su
evolución era la satisfacción de las necesidades colectivas cuyo fin era lograr una
mejor calidad de vida. Desde la Edad Media hasta entrado el siglo xix las ciudades
europeas presentaban un sinnúmero de enfermedades como hepatitis, cólera,
tuberculosis, etcétera, debido al descontrol de las aguas residuales, a los espacios
habitacionales poco ventilados, a la suciedad y al hacinamiento de las personas
más pobres, lo que se conoció históricamente como peste; en esta etapa se perdió
por dichas causas una gran cantidad de vidas. Ante esta situación, en la Inglaterra
del siglo xix se generó un movimiento de filántropos y administradores públicos
que trataron de mejorar las condiciones de vida de los pobres, con especial
énfasis en la vivienda, problema que a raíz de la Revolución Industrial se agudizó.

Las soluciones empleadas a las necesidades de la ciudad se fueron resolviendo


de manera parcial o local, desplazando los problemas hacia territorios más
alejados espacial o temporalmente, fenómeno que se sigue presentando en la
mayoría de las ciudades que actualmente habitamos. Esto acarrea disfunciones
locales y globales, que hoy se consideran como unos de los principales problemas
de las grandes metrópolis, que repercuten directamente en la calidad de vida de
los habitantes y el grado de habitabilidad que se presenta dentro de ellas.
Por esta razón es de vital importancia considerar la reutilización de los recursos de
manera eficiente, de ahí que el término autosustentable se enfoque a mejorar la
situación actual y prevea a futuro el cuidado de los recursos.

La búsqueda de habitabilidad urbana en los desarrollos habitacionales

Los desarrollos habitacionales y sus viviendas son uno de los principales motores
que propician la migración del campo a la ciudad y, en conjunto, son un fenómeno
que va incidiendo sobre la morfología urbana. La mayoría de las veces son
realizados por la dinámica de la oferta y la demanda sin importar el espacio
público ni la adecuada simbiosis con el medio ambiente. También es preciso
considerar el incremento de los precios del suelo derivado, en gran medida, del
interés por atraer inversiones a las ciudades. Esto ha incidido en la rigidez del
mercado inmobiliario y repercutido en la incapacidad de determinados sectores
para acceder a la vivienda, los cuales se ven obligados a recorrer enormes
distancias entre el lugar de residencia y el lugar de trabajo Este caso se observa
de manera general, ya que cuando se habla de zonas consolidadas cercanas a
centros urbanos el costo es mayor comparado con los costos de terrenos
urbanizados en las periferias de la ciudad, razón por la cual los nuevos desarrollos
con vivienda económica se construyen aproximadamente a unos 15 kilómetros de
los centros urbanos principales y sin los servicios indispensables para el
sostenimiento de la población.

En virtud de que el equipamiento urbano es construido hasta que la mayoría de


acreditados adquirió su vivienda, lo que genera al inicio poca ocupación de las
mismas por la falta de estos espacios y una inversión mayor en transporte para
trasladarse a centros urbanos con los equipamientos necesarios. un nivel básico
de habitabilidad sería una manera de resolver la precariedad habitacional de los
sectores de bajos recursos para que accedan a una mejor condición de vida de
manera progresiva. Es aquí donde la habitabilidad básica tiene su potencial, no
sólo de las estructuras residenciales de los lugares que habitan.
Necesidades, satisfactores y bienestar

Al hablar de necesidades se establecen cinco categorías. Éstas se suceden en


una escala ascendente y están organizadas en dos grandes bloques que
establecen una secuencia creciente y acumulativa de lo más objetivo a lo más
subjetivo. En tal orden, el sujeto tiene que cubrir las necesidades situadas de los
niveles más bajos (más objetivas) para verse motivado o impulsado a satisfacer
necesidades de orden más elevado. Cuando se satisfacen las dos primeras existe
la necesidad de conformar redes sociales con las personas que habitan el espacio
para procurar el mantenimiento de las necesidades logradas o bien pugnar para
que ellas existan con el fin de mejorar y aumentar su grado de habitabilidad, lo que
a su vez genera en las personas la necesidad de pertenecer al lugar que habitan.

Las necesidades básicas del ser humano generalmente son las mismas, sin
embargo, la forma en que son satisfechas por cada ser humano varía y eso hace
que se sienta satisfecho o insatisfecho. En términos generales la relación entre las
necesidades y los satisfactores de estas necesidades genera, por consecuencia,
el grado de bienestar del ser humano, las comunidades y la sociedad. Si los
satisfactores son distintos, el grado de bienestar es diverso y por lo tanto difícil de
estandarizar, razón por la cual las viviendas generalmente son modificadas al paso
del tiempo, ya que el grado de satisfacción que tiene cada familia con el espacio
que adquiere es distinto y al irse modificando éste por los habitantes se construye
el fenómeno de apropiación. Ahora bien, esto sucede con la vivienda, pero si nos
trasladamos al entorno urbano donde lo ideal es lograr bienestar y calidad de vida,
entonces un aspecto a tomar en cuenta será la diversidad de usos y la variedad de
espacios en un mismo entorno, para entonces cubrir los distintos grados de
satisfacción. Por esta razón cuando se crea o modifica un espacio público se
deberá tomar en cuenta a la población que lo habita.
Es ahí donde surge la participación ciudadana. Podremos decir que para una
necesidad existe un satisfactor, y el nivel de satisfacción que éste logre depende
de las distintas formas de percepción y valoración que tiene el individuo o
sociedad del espacio que habita, es decir del hábitat donde se desarrolla. Por lo
tanto, las necesidades generalmente son las mismas, pero los satisfactores son
variables y para que exista bienestar habitacional y social las necesidades deben
ser satisfechas, lo que permitirá generar calidad de vida, término que enseguida se
tratará más ampliamente.

Calidad de vida y habitabilidad urbana

El concepto de calidad de vida surgió en los años setenta del siglo xx con el fin de
conocer, entender y explicar cuáles son las circunstancias que originan el
incremento de patologías sociales en los países desarrollados. Este antecedente,
que marca la pauta en la aparición del concepto calidad de vida, remite a la
necesidad de saber si la habitabilidad surge antes o después de lograda la calidad
de vida. Ante este planteamiento se puede decir que el concepto calidad de vida
se ha estudiado desde el momento en que se habla de satisfactores y estado de
bienestar del ser humano, como se menciona en el párrafo anterior, y el concepto
de la habitabilidad surge inicialmente del interés por mejorar la vivienda, ya que al
aumentar la población su déficit genera la exigencia de la construcción masiva de
la misma, orientándose especialmente a la de interés social. Sin embargo, el
mayor problema se presenta por la reducción de los espacios, que llega en
algunos casos hasta los 35 metros cuadrados. No es que no se puedan construir
viviendas de ese tamaño; lo grave es cuando se hacen urbanizaciones enteras
con viviendas de estas dimensiones, lo cual, asociado a la concepción de
zonificación de los planes de ordenamiento, conduce a la formación de
urbanizaciones monótonas y deficitarias tanto para mantener la vida y actividad
urbanas como para satisfacer las necesidades de sus habitantes, quienes en sus
propias viviendas deben improvisar tiendas, guarderías, talleres o panaderías.
La habitabilidad está determinada por la relación y adecuación entre el hombre y
su entorno, y se refiere a cómo cada una de las escalas territoriales es evaluada
según su capacidad de satisfacer las necesidades humanas. La calidad de vida es
un conjunto de satisfactores que al integrarse permiten que un individuo o un
grupo de individuos viva y se desarrolle, incluyendo características biológicas,
sociales, económicas, culturales, ideológicas y psicológicas; donde también
intervienen las protecciones contra las condiciones extremas del clima en la región
y el respeto de los modos de vida regional y los usos tradicionales del espacio. El
primero plantea a la habitabilidad en una condición de intangible, como cualitativa,
que se relaciona con el ser del hombre. De acuerdo con esto, la existencia del
hombre es espacial y tiene un sistema de relaciones con el entorno construido que
generalmente son íntimas o cosmogónicas, por lo tanto, es un enfoque que desde
nuestro punto de vista no es aplicable.

El segundo supone que la habitabilidad es una acción cuantitativa relacionada


directamente con la calidad de vida y, por tanto, puede ser cuantificable, y más
aún, controlable por el diseño, cuya obligación es proporcionar las mejores
condiciones espaciales a partir de estándares determinados por especialistas,
para que las cosas funcionen, con lo cual se establece un deber ser. Un tercero,
variante del anterior, pretende utilizar la habitabilidad en términos de
confortabilidad post ocupacional, como un instrumento de evaluación de las
condiciones en que se habita; el equívoco surge cuando los resultados pretenden
ser aplicados en una condición generalizada. Su máximo representante es Serafín
Mercado, y con él otros psicólogos ambientales pretenden hacer diseño a partir de
experiencias devaluatorias. El problema surge cuando se supone que todos
habitamos de la misma manera los espacios y todos tenemos las mismas
necesidades. El cuarto enfoque sugiere que la habitabilidad se puede entender
como el acto perceptivo que implica una interpretación de la expresión (más que
como una valoración) de la interrelación entre el mundo psicofísico, con ciertas
prácticas sociales del que habita, y la propuesta formal del objeto habitable, a
saber: el objeto arquitectónico, en cuya espacialidad está implícita una
significación tal produce un modo de habitar.

Todo ello, a su vez, produce una expresión concreta: una expresión formal para
manifestar dialécticamente el modo de habitar. De los cuatro enfoques analizados
los más cercanos a la habitabilidad urbana corresponden principalmente al
segundo y como variante al tercero, ya que el cuarto enfoque manifiesta una
situación que tiene que ver con la apropiación de la vivienda, lo que da pie a
cambios que definen el modo de habitar de cada familia, y el primero va más hacia
lo subjetivo y a cuestiones psicológicas del comportamiento humano, que si bien
son importantes, son aspectos que se abordan desde otras áreas del
conocimiento. A partir del planteamiento heideggeriano de construir habitar pensar
se podría ahora plantear que no se puede hablar de habitar sin hacer referencia
inminente al espacio habitable en donde se suscita.

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