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ACCIÓN DE REPARACIÓN DIRECTA - Condena, accede.

Caso privación
injusta de la libertad de persona sindicada de cobro de cuotas o vacunas en
nombre de las Autodefensas Unidas de Colombia

NOTA DE RELATORÍA: Síntesis del caso. Se investigó y procesó penalmente a


un ciudadano, quién se desempañaba como despachador ocasional de la
empresa de transporte publico Rodamar S.A. en la ciudad de Santa Marta,
sindicado de servir de intermediario para el cobro de extorsiones a conductores a
favor del grupo armado al margen de la ley denominado Autodefensas Unidas de
Colombia, AUC; como consecuencia de lo anterior, al procesado le fue impuesta
medida de aseguramiento en establecimiento penitenciario y carcelario, sin
embargo, fue absuelto por el juzgado de conocimiento y la cual fue confirmada por
el respectivo tribunal superior.

REPARACIÓN DIRECTA - Condena. Privación injusta de la libertad con


sentencia absolutoria en primera instancia / PRIVACIÓN INJUSTA DE LA
LIBERTAD - El sindicado no cometió el delito / DAÑO ESPECIAL - Privación
de la libertad. El sindicado no cometió el delito

[S]e considera posible imputar la privación de la libertad del señor (…) al aparato
estatal, toda vez que en este juicio de responsabilidad extracontractual del Estado,
la ausencia de pruebas sobre la comisión del delito que se investiga se equipara a
que el detenido no cometió la conducta típica, antijurídica y culpable por la que se
le indagó, lo que coincide con uno de los eventos que en su tiempo fueron
previstos por el artículo 414 del Decreto ley 2700 de 1991, y que actualmente se
identifican con casos en los que procede la atribución objetiva de la privación
injusta para el surgimiento de la responsabilidad patrimonial del Estado (…) es
preciso señalar que la responsabilidad patrimonial por el daño causado a los
demandantes es imputable a la Nación-Fiscalía General de la Nación, pues fue en
virtud de las actuaciones de este organismo que el afectado directo se vio privado
de la libertad (…) teniendo en cuenta que en el presente asunto, la
responsabilidad estatal por privación injusta de la libertad se configura desde una
perspectiva objetiva, no se requiere analizar la conducta observada por las
entidades demandadas o si se contaron con los indicios exigidos por la normativa
de la época para que se pudiera dictar una medida de aseguramiento, de tal forma
que no se encuentra llamada a prosperar el argumento de la Nación-Fiscalía
General de la Nación, en el sentido de que la ausencia de la totalidad del
expediente penal en el plenario impide que se le condene, puesto que se reitera,
el mismo no es necesario para que se constituye su responsabilidad patrimonial
(…) debido a que el menoscabo demandado, consistente en la privación injusta
de la libertad del señor (…), le resulta plenamente imputable a la Nación-Fiscalía
General de la Nación. NOTA DE RELATORIA: Con salvamento y aclaración de
voto de la consejera Stella Conto Díaz del Castillo y aclaración del consejero
Ramiro de Jesús Pazos Guerrero. A la fecha, en esta Relatoría no se cuenta con
el medio magnético ni físico.

FUENTE FORMAL: DECRETO 2700 DE 1991 – ARTÍCULO 414

PRELACIÓN DE FALLO - Aplicación de criterios de unificación


jurisprudencial

Se debe aclarar que debido a que el asunto objeto de debate se alegó la privación
de la libertad del señor (…), el presente asunto puede resolverse sin sujeción
estricta a su entrada para fallo, de conformidad con el criterio adoptado por la Sala
Plena de la Sección Tercera del Consejo de Estado, en sesión del 25 de abril de
2013.

FUENTE FORMAL: CÓDIGO DE PROCEDIMIENTO CIVIL - ARTÍCULO 357

VALIDEZ DE LOS MEDIOS DE PRUEBA - Valoración de recorte de prensa.


Reiteración de jurisprudencia de unificación

[O]bra en el expediente un recorte de prensa del diario “El Informador” del jueves
10 de abril de 2003, en el que se evidencia una noticia titulada “Estos son los
capturados por la Dijin”, medio probatorio con fundamento en el cual se pretendió
demostrar la afectación del buen nombre del privado de la libertad Javier Eusebio
Bonilla Acosta (…) cabe señalar que la Sala Plena de la Corporación señaló que
los informes de prensa no tienen, por sí solos, la entidad suficiente para probar la
existencia y veracidad de la situación que narran y/o describen, por lo que su
eficacia probatoria depende de su conexidad y su coincidencia con otros
elementos probatorios que obren en el expediente (…) se acogerán los
precedentes reseñados y en consecuencia, se apreciará la noticia aludida de
conformidad con los lineamientos establecidos por ellos.

HECHO EXCLUSIVO DE LA VICTIMA - Causal eximente de responsabilidad:


No se configuró

[L]a Sala considera que no se configuró una culpa de la víctima, puesto que se
reitera, el hecho de que en un momento se hubiese colegido que era viable acusar
al actor Bonilla Acosta con fundamento en un informe policivo que finalmente se
descartó, no tiene la potencialidad de dar por acreditado que su comportamiento
fue la causa adecuada de su privación, máxime cuando no orbitan en el plenario
tal informativo u otros medios de prueba que dieran cuenta de sus actuaciones en
ese sentido, supuesto constitutivo de una excepción que le correspondía acreditar
a las entidades demandadas y respecto del cual no arribaron medio probatorio
alguno (…) lo cierto es que el hecho de que el señor (…) mantuviera relaciones
laborales con personas sindicadas no constituye ninguna contravención a su
deber de conducta, a título de dolo o culpa grave, que permita configurar una
culpa o dolo de la víctima (…) es evidente que de ninguna manera se podría
señalar que en los eventos de privación injusta de libertad, el hecho del legislador
al expedir una norma que posibilita pero que no le impone a la Fiscalía General de
la Nación el decretar medidas de aseguramiento, se trate de una causa exclusiva,
excluyente y extraña a dicha entidad, puesto que ésta mantiene la libertad que el
mismo ordenamiento jurídico le asigna para adoptar ese tipo de decisiones,
requisitos indispensables para que se pueda entender que se configura una causa
extraña

INDEMNIZACIÓN Y TASACIÓN DE PERJUICIOS MORALES POR PRIVACIÓN


INJUSTA DE LA LIBERTAD - Aplicación de criterios de unificación
jurisprudencial / TOPES INDEMNIZATORIOS - Privación injusta de la libertad

FUENTE FORMAL: CÓDIGO DE PROCEDIMIENTO CIVIL - ARTÍCULO 115 /


CÓDIGO CONTENCIOSO ADMINISTRATIVO - ARTÍCULO 176 / CÓDIGO
CONTENCIOSO ADMINISTRATIVO - ARTÍCULO 177 / CÓDIGO CONTENCIOSO
ADMINISTRATIVO - ARTÍCULO 178

CONSEJO DE ESTADO
SALA DE LO CONTENCIOSO ADMINISTRATIVO

SECCION TERCERA

SUBSECCION B

Consejero ponente: DANILO ROJAS BETANCOURTH

Bogotá, D. C., ocho (8) de junio de dos mil diecisiete (2017).

Radicación número: 47001-23-31-000-2009-00284-01(39739)

Actor: JAVIER EUSEBIO BONILLA ACOSTA Y OTROS

Demandado: NACIÓN-FISCALÍA GENERAL DE LA NACIÓN-RAMA JUDICIAL

Referencia: ACCIÓN DE REPARACIÓN DIRECTA - SENTENCIA

Procede la Sala a decidir el recurso de apelación interpuesto por la parte


demandante contra la sentencia del 25 de agosto de 2010, por medio de la cual el
Tribunal Contencioso Administrativo del Magdalena denegó las pretensiones
elevadas en la demanda. La sentencia recurrida será revocada con fundamento en
los siguientes antecedentes y consideraciones.

SÍNTESIS DEL CASO

El 10 de abril de 2003, el señor Javier Eusebio Bonilla Acosta ingresó al


establecimiento penitenciario y carcelario de Santa Marta, por su presunta
participación en la comisión de los punibles de concierto para delinquir y de
extorsión, en el marco de la investigación penal iniciada por la Fiscalía General de
la Nación con ocasión del cobro de vacunas por parte de las Autodefensas Unidas
de Colombia en la ciudad de Santa Marta. Dicha autoridad, al momento de calificar
el mérito del sumario y con sustento en un informe policivo en el que se le señaló
de conocer y participar en las extorsiones aludidas, resolvió acusarlo formalmente.
Sin embargo, el 17 de abril de 2006, el Juzgado Penal del Circuito Especializado
de Santa Marta dictó sentencia mediante la cual lo absolvió de todos los cargos,
en consideración a que encontró que dicho informe no era suficiente para inferir su
responsabilidad penal. La determinación en comento fue confirmada en virtud de
la sentencia del 11 de julio de 2008, proferida por la Sala Penal del Tribunal
Superior del Distrito Judicial de Santa Marta, providencia que quedó debidamente
ejecutoriada.

ANTECEDENTES

I. Lo que se demanda

1 El 30 de septiembre de 2009, los señores Javier Eusebio Bonilla Acosta, en


nombre propio y representación de su menor hijo Javier Orlando Bonilla Narváez,
Karina Narváez Fontalvo, María de Jesús Acosta Rivero, Brigida Isabel Bonilla
Acosta, Diana María Bonilla Acosta y José Julián Bonilla Acosta, presentaron
demanda en ejercicio de la acción de reparación directa prevista en el artículo 86
del Código Contencioso Administrativo contra la Nación-Fiscalía General de la
Nación-Rama Judicial, con el fin de que se le declarara extracontractual y
patrimonialmente responsable con ocasión de la privación injusta de la libertad del
señor Javier Eusebio Bonilla Acosta y por consiguiente, se le condenara a
indemnizar los perjuicios causados con la misma. Al respecto, formuló las
siguientes pretensiones:

Primera: -Declarar administrativa y patrimonialmente responsable a la


NACIÓN-RAMA JUDICIAL-FISCALÍA GENERAL DE LA NACIÓN de los
perjuicios materiales y morales causados al demandante JAVIER EUSEBIO
BONILLA ACOSTA por la medida de aseguramiento y resolución de
acusación de fecha 02 de abril del 2004 que sufrió por los presuntos delitos
de concierto para delinquir y extorsión dentro del proceso 1.690 investigado
por la Unidad Nacional de Derechos Humanos y Derecho Internacional
Humanitario de la Fiscalía General de la Nación, con sede en la ciudad de
Bogotá D.C. medida que conllevó a la privación injusta de su libertad por un
lapso de tres (3) años más dos (2) días.
Segunda: -Declarar Administrativamente y Patrimonialmente responsable a
la NACIÓN-RAMA JUDICIAL-FISCALÍA GENERAL DE LA NACIÓN de los
perjuicios morales y materiales causados a los demandantes JAVIER
EUSEBIO BONILLA ARZUAGA (sic), JAVIER ORLANDO BONILLA
NAVÁEZ, KARINA NARVÁEZ FONTALVO, MARÍA DE JESÚS ACOSTA R.,
BRIGIDA ISABEL, DIANA MARÍA Y JOSÉ JULIÁN BONILLA ACOSTA por la
medida de aseguramiento y resolución de acusación que sufrieron su padre,
compañera permanente, madre y hermanos de JAVIER EUSEBIO BONILLA
ACOSTA (…).
Tercero: -Como consecuencia de las anteriores declaraciones condenar a la
NACIÓN-RAMA JUDICIAL-FISCALÍA GENERAL DE LA NACIÓN a pagar a
los demandantes o a quien los represente legalmente en sus derechos,
como reparación o indemnización de perjuicios de orden material y moral
respectivamente, los cuales se señalaron en el acápite de la cuantía.
(…) 1- PERJUICIOS MATERIALES a JAVIER EUSEBIO BONILLA ACOSTA.
DAÑO EMERGENTE:
Como ya se manifestó en los hechos el señor JAVIER EUSEBIO BONILLA
ACOSTA continuó recibiendo su salario por parte de la EMPRESA
RODAMAR LTDA sin embargo es procedente su valoración y pago,
atendiendo los principios de reparación integral y equidad tomando como
base el salario mínimo legal mensual desde su detención hasta la fecha que
logró su libertad.
…“TRESCIENTOS (300) salarios mínimos legales mensuales vigentes y su
incrementos anual” (sic).
1-2- LUCRO CESANTE
Tomando como base desde la fecha en que se realizó su detención
preventiva y la fecha de la sentencia contenciosa administrativa se produce
un interés comercial el cual debe ser tazado de acuerdo al que determine la
Superintendencia Bancaria; para lo cual el H. Tribunal Administrativo deberá
nombrar perito a fin de que éste haga la correspondiente liquidación o se
ordene si así lo desean los honorables magistrados por la secretaría
correspondiente.
Total (aproximado incluyendo incremento e intereses de los perjuicios
materiales causados al señor JAVIER EUSEBIO BONILLA ACOSTA… …
“TRESCIENTOS (300) salarios mínimos legales mensuales vigentes” (sic).
2.- PERJUICIOS MORALES:
2-1-OBJETIVADOS
Los hechos materia de esta demanda causaron un perjuicio moral
superlativo al señor JAVIER EUSEBIO BONILLA ACOSTA, por el
señalamiento y persecución judicial por parte de la Fiscalía General de la
Nación sin fundamento legal implicándole un desprestigio social, pérdida de
credibilidad ante la sociedad, la propagación por los medios de comunicación
de una acusación infundada, la depresión, el nerviosismo y, todo tipo de
trauma que esta situación significó, más cuando existe en el proceso
constancia de su buen nombre y honra. Tales perjuicios deben ser
indemnizados, estimándose el daño en la suma de: … “MIL (1.000) salarios
mínimos legales mensuales vigentes…” (sic).
2-2- SUBJETIVOS
Se estiman …“MIL (1.000) salarios mínimos legales mensuales vigentes”…
(sic)
(…) 3.- PERJUICIOS MORALES CAUSADOS A LOS FAMILIARES
(COMPAÑERA PERMANENTE, HIJO Y HERMANOS).
3-1- Respecto de la madre del perjudicado JAVIER EUSEBIO BONILLA
ACOSTA, señora MARÍA DE JESÚS ACOSTA R. y sus hermanos BRIGIDA
ISABEL, DIANA MARÍA y JOSÉ JULIÁN BONILLA ACOSTA tal como se
demuestra con los anexos de este proceso se les irrogó un enorme perjuicio
de carácter moral, ante la ilegalidad de la medida que se tomó contra su hijo.
Lo cual afectó a sus hermanos, por lo cual se estima la cuantía de dichos
perjuicios en: QUINIENTOS (500) salarios mínimos legales mensuales
vigentes para cada uno de los documentales (sic).
Total de los perjuicios morales causados a MARÍA DE JESÚS ACOSTA R.;
MIL (1.000) salarios mínimos legales mensuales vigentes, y a BRIGIDA
ISABEL, DIANA MARÍA y JOSÉ JULIÁN BONILLA ACOSTA –MIL
QUINIENTOS salarios mínimos legales mensuales vigentes.
A la señora KARINA NARVÁEZ FONTALVO compañera permanente
QUINIENTOS (500) SALARIOS MÍNIMOS MENSUALES VIGENTES.
A JAVIER ORLANDO BONILLA NAVÁEZ–hijo MIL (1.000) salarios mínimos
legales mensuales vigentes (f. 5, 6, 12, 13, c. 1).

1.1Como fundamento de las anteriores peticiones, los demandantes señalaron


que en el marco de la investigación criminal n.° 131432, la Fiscalía General de la
Nación, a través de la Unidad Nacional de Derechos Humanos y de Derecho
Internacional Humanitario, ordenó que se llevara a cabo la captura del señor
Javier Eusebio Bonilla Acosta, y que se practicara diligencia de allanamiento de su
vivienda.

1.2De esta manera, adujeron que se capturó al aducido demandante el 8 de abril


de 2003, y su situación jurídica se definió mediante providencia del 29 de abril del
mismo año, en virtud de la cual, con ocasión de su posible comisión de los delitos
de concierto para delinquir y extorsión, se decretó en su contra medida de
aseguramiento consistente en detención preventiva sin derecho a libertad
provisional.

1.3Asimismo, aseveraron que por medio de la sentencia del 17 de abril de 2006,


se le absolvió de toda responsabilidad, con lo cual se evidencia que se le privó
injustamente de su libertad y por consiguiente, se les debía indemnizar por los
perjuicios invocados.

1.4Sobre éste último punto, destacaron que (i) a pesar de que la sociedad a la
cual se encontraba vinculado el injustamente retenido como trabajador, le hubiese
continuado pagando su salario durante todo el tiempo de su detención, y asumiera
el costo de su abogado defensor, se deben indemnizar los perjuicios materiales
invocados de conformidad con “los principios de reparación integral y equidad”; (ii)
todos los demandantes sufrieron moralmente con ocasión de los hechos objeto de
la demanda, y (iii) se afectó el buen nombre del señor Javier Eusebio Bonilla
Acosta y de los integrantes de su familia (f. 5-13, c. 1).

II. Trámite procesal

2 Las entidades integrantes de la persona jurídica Nación, contestaron


oportunamente la demanda y se opusieron a la totalidad de las pretensiones
elevadas por los accionantes.

2.1La Nación-Fiscalía General de la Nación indicó que en la investigación penal


se cumplieron con los requisitos legales, sustanciales y formales exigidos para la
imposición de la medida de aseguramiento objeto de la litis, respecto de lo cual,
resaltó que se encontraron dos indicios graves de la responsabilidad penal del
señor Bonilla Acosta en el asunto investigado, no obstante posteriormente se
hubiese proferido sentencia absolutoria.

2.1.1 De esta forma, destacó que actuó conforme las funciones que legalmente
y constitucionalmente le fueron asignadas, de modo que no se podía invocar la
configuración de una falla del servicio, para lo cual se debía estar frente a un
comportamiento abiertamente anormal.

2.1.2 Igualmente, señaló que la parte demandante no aportó o pidió que se


allegara la totalidad del expediente penal, sino que únicamente se limitó a aportar
algunas decisiones adoptadas al interior del mismo, razón por la cual no demostró
que éstas fuesen injustas o ilegales, determinaciones que deben conservar su
presunción de legalidad, es decir, que “se ajustaron a los mandatos legales sin
que se vulnerara ningún derecho a la (sic) que en ese momento era el
investigado”.

2.1.3 A su vez, manifestó que el pretender que el Estado se haga responsable


de todos los casos en que los sindicados sean absueltos de responsabilidad
penal, implicaría aseverar que no puede adelantar las investigaciones penales
cuya competencia le fue radicada por el ordenamiento jurídico, en un flagrante
desconocimiento de su potestad punitiva.

2.1.4 Por su parte, adujo que de conformidad con lo dispuesto en el artículo 68


de la Ley 270 de 1996 y lo expuesto en la sentencia C-037 de 1996, proferida por
la Corte Constitucional, la privación de la libertad del demandante mencionado no
reúne los requisitos para ser considerada como injusta, habida cuenta de que se
contaban con los indicios suficientes en su contra, los crímenes investigados
daban lugar a su detención de acuerdo con la ley, y tuvo a su disposición todas las
herramientas previstas por el ordenamiento jurídico para defenderse al interior del
procedimiento que se le adelantó.

2.1.5 En ese mismo sentido, argumentó que poner a responder al Estado por
todos los daños y perjuicios que pueden sufrir los particulares es
desproporcionado, en tanto no se le puede endilgar obligaciones de imposible
cumplimiento, y aseveró que en caso de que se entendiera que al accionante se le
ocasionó un daño por la mera sujeción a normas que se encontraban vigentes
para la época, no debería comprenderse que se configuró su responsabilidad sino
la del legislador.

2.1.6 De otro lado, en materia del mérito probatorio con que cuentan los
elementos de convicción obrantes en el plenario, señaló que (i) de conformidad
con los dispuesto en el artículo 254 del C.P.C., solamente pueden ser valoradas
las pruebas documentales que obran en copia auténtica; (ii) el recorte periodístico
aportado al plenario únicamente puede ser apreciado como una prueba
documental sobre la existencia de la información ahí consignada, pero no de la
veracidad de su contenido, y (iii) el señor Edilberto Bonilla Bolívar, cuya
declaración se pidió que se rindiera en el presente asunto, debe ser catalogado
como testigo sospechoso, en consideración a que es pariente cercano de los
demandantes, lo que se puede inferir de sus apellidos.

2.1.7 Igualmente, en relación con la causación de los perjuicios deprecados en


la demanda, manifestó que (i) de acuerdo con la jurisprudencia del Consejo de
Estado, no era factible reconocer la indemnización de los perjuicios morales
solicitados a favor de los hermanos de quien se aseveró como injustamente
privado de la libertad, toda vez que no se demostró que convivieran juntos, (ii)
tampoco se puede indemnizar a su supuesta compañera permanente, en la
medida en que lo único que da fe sobre su relación es una declaración
extrajudicial, la cual no puede ser apreciada a menos de que su contenido se
ratificara al interior del sub judice, y (iii) no existe elemento probatorio alguno que
pueda ofrecer credibilidad en relación con los ingresos laborales que percibía el
señor Bonilla Acosta, para lo que no se podía acudir al certificado laboral emitido
por el gerente de Rodamar S.A., toda vez que no se aportó el certificado de
existencia y representación de dicha sociedad, sueldos que en cualquier caso
tuvieron que acreditarse mediante la presentación de las nóminas de pago de los
mismos.

2.1.8 De otra parte, destacó que en el presente asunto la retención del señor
Bonilla Acosta se debió a su culpa exclusiva, habida cuenta de que no ejerció su
derecho de contradicción ni los recursos establecidos a su favor para debatir la
decisión que le impuso la medida de aseguramiento. En cualquier caso, señaló
que el daño deprecado en el libelo introductorio se produjo de forma exclusiva por
el hecho de un tercero, esto es, de la Policía Nacional, puesto que con su informe
vinculó al demandante referenciado con grupos paramilitares, lo que llevó a que se
dictara en su contra dicha detención preventiva.

2.1.9 Finalmente, aseveró que en el presente asunto no se podía entender


como configurado el nexo de causalidad para que sugiera su responsabilidad
patrimonial, habida consideración de que no se acreditó que hubiese incurrido en
una falla del servicio o en un error jurisdiccional al momento de ordenar la
detención del referido accionante, por lo que también se debía declarar su
ausencia de legitimación en la causa por pasiva (f. 443-466, c. 1).

2.2La Nación-Rama Judicial, advirtió que por su parte se configuraba una


ausencia de legitimación en la causa por pasiva, comoquiera que según el
contenido del escrito inicial, la privación de la libertad del señor Javier Eusebio
Bonilla Acosta se derivó exclusivamente de las decisiones adoptadas por la
Fiscalía General de la Nación, órgano que es completamente independiente y
autónomo, de manera que no se le puede declarar responsable y condenar con
fundamento en sus actuaciones, más aún cuando fue la sentencia proferida por el
juzgado de primera instancia la que terminó por beneficiar al demandante al
haberlo absuelto de toda responsabilidad penal.

2.2.1 Sin perjuicio de lo anterior, adujo que en caso de que se condenara al


Estado, se debía tener en cuenta que no era factible resarcir los perjuicios
materiales aducidos en la demanda, por cuanto los mismos accionantes
confesaron que el señor Bonilla Acosta continuó recibiendo su salario durante toda
la privación de su libertad, y que la sociedad para la que trabajaba asumió los
costos de su apoderado judicial, sin que se encontrara probado que ello hubiese
sido a título de préstamo.

2.2.2 A su vez, adujo que no era viable que se accediera a la indemnización de


los perjuicios morales en los montos solicitados en la demanda a favor de la
compañera permanente y el menor hijo del señor Javier Eusebio Bonilla Acosta,
puesto que en comparación con lo que fue pedido en el libelo introductorio,
normalmente se resarce en una menor cuantía a los familiares del privado de la
libertad, indemnización que precisó que no procedía en beneficio de sus
hermanos, puesto que en el expediente no había una prueba que demostrara que
éstos sufrieron con la aducida detención, lo cual no se podía presumir (f. 486-494,
c. 1).
3 Mediante sentencia del 25 de agosto de 2010, el Tribunal Contencioso
Administrativo del Magdalena denegó las pretensiones elevadas por los actores.

3.1Al respecto, sostuvo que si bien se encontraba debidamente acreditado que el


señor Javier Eusebio Bonilla Acosta fue privado de la libertad desde el 10 de abril
de 2003 hasta el 18 de abril de 2006, lo cierto es que esa detención se derivó de
su propio hecho, lo que hizo que la misma no se configurara en un daño
antijurídico sino en una restricción justa, la cual se encontraba en la carga de
soportar.

3.2En ese sentido, indicó que con fundamento en el contenido de las decisiones
penales que obraban en el plenario, se podía inferir que la privación de la libertad
del actor se derivó de la declaración de dos testigos que aseveraron que era el
encargado de cobrarles “vacunas” a favor de las autodefensas y de “las personas
con las que se relacionaba y el ambiente en el cual desarrollaba sus actividades
laborales” o en otras palabras, de haber trabajado como despachador de Rodamar
S.A. y de relacionarse con individuos que sí resultaron penalmente condenados,
de manera que concluyó que existían los elementos suficientes para decretarse la
detención preventiva en su contra.

3.3En consecuencia, aseveró que a pesar de que uno de esos declarantes


posteriormente cambió el sentido de su testimonio, de lo que se siguió que en la
etapa de juicio se hubiese absuelto a aquél de responsabilidad penal por
aplicación del principio in dubio pro reo, su privación de la libertad no podía ser
catalogada como injusta, puesto que aclaró que dicho evento de absolución no
origina la responsabilidad patrimonial del Estado de conformidad con la
jurisprudencia de esta Corporación, máxime cuando se cumplieron las
disposiciones de la Ley 600 del 2000, normativa que rige el sub lite y que derogó
el Decreto Ley 2700 de 1991.

3.4En sentido opuesto, manifestó que no obra en el expediente la decisión por


medio de la cual se estableció la medida de aseguramiento en comento, de tal
forma que tampoco se sabe si el accionante hizo uso de sus derechos de defensa
y de contradicción, razón por la cual aseveró que la parte actora incumplió con su
carga probatoria de demostrar que dicho accionante intentó probar su inocencia
durante la pesquisa penal.
3.5Igualmente, adujo que en la medida en que el daño soportado por el actor no
era antijurídico, también podía predicarse que se rompió su nexo causal con el
comportamiento de las entidades demandadas, de tal forma que no podía
proceder a condenarlas. Finalmente, destacó que los demandantes no acreditaron
la ilegalidad o injusticia de la medida de aseguramiento impuesta al demandante
Javier Eusebio Bonilla Acosta, puesto que no incorporaron al plenario el
procedimiento penal completo (f. 546-558, c. ppl.).

4 El 14 de septiembre de 2010, los integrantes de la parte demandante


interpusieron y sustentaron oportunamente recurso de apelación contra la
sentencia de primera instancia, con el fin de que se revocara y, en su lugar, se
accediera a la totalidad de las pretensiones de la demanda.

4.1En ese sentido, reiteraron los argumentos expuestos en el libelo introductorio,


e indicaron que (i) en el plenario obran los suficientes elementos de convicción
para declarar la responsabilidad del Estado por los hechos objeto de la demanda,
sin que sea plausible aseverar que la privación del señor Bonilla Acosta se derivó
de su propio comportamiento, en tanto no existen pruebas para arribar a dicha
conclusión, dado que los testimonios en su contra fueron falaces y realizados por
personas inescrupulosas y resentidas, y por el contrario, las providencias que
fueron traídas al expediente denotan su completa inocencia en relación con los
delitos que se le intentaron imputar; (ii) no se allegó la totalidad del expediente
penal puesto que el mismo consta de cincuenta y ocho cuadernos, cuyo manejo
hubiera sido demasiado engorroso y totalmente innecesario; (iii) en caso de que el
Tribunal de primera instancia hubiese estimado indispensable contar con los
medios de prueba aludidos, los debió haber decretado de oficio para efectos de
proferir un fallo justo, y (iv) en consideración a que no se acreditó la comisión de
los crímenes investigados, se impone concluir que no existió justificación alguna
para la retención soportada por el actor, motivo por el que su privación se tornó en
injusta y por consiguiente, se debe acceder a las pretensiones formuladas en el
escrito inicial.

4.2Por su parte, solicitaron que como prueba de segunda instancia se oficiara a


las autoridades competentes, con el objeto de que aportaran copia auténtica y
completa del proceso penal iniciado en contra del actor Javier Eusebio Bonilla
Acosta (f. 560-566, c. ppl.).
5 En segunda instancia, la petición de pruebas fue denegada por el despacho
debido a que se estimó que su práctica era innecesaria (f. 573, c. ppl.).

6 Durante el término para alegar de conclusión, los demandantes reiteraron los


argumentos expuestos en sus diferentes intervenciones procesales, con la
finalidad de que la sentencia de primera instancia se revocara (f. 576-579, c. ppl.).

CONSIDERACIONES

I. Competencia

7 La Sala es competente para decidir el asunto por tratarse del recurso de


apelación presentado contra la sentencia proferida por el Tribunal Contencioso
Administrativo del Magdalena, sin que resulte necesario realizar consideración
alguna en relación con la cuantía del proceso 1.

7.1Igualmente, conviene precisar que habida cuenta de que la parte demandante


fue el único extremo del conflicto en apelar la decisión de primera instancia, la
Sala se limitará, en un principio, a pronunciarse respecto del objeto de su medio
de impugnación de conformidad con lo dispuesto por el artículo 357 2 del C.P.C.

7.2En este punto, se debe aclarar que debido a que el asunto objeto de debate se
alegó la privación de la libertad del señor Javier Eusebio Bonilla Acosta, el
presente asunto puede resolverse sin sujeción estricta a su entrada para fallo, de
conformidad con el criterio adoptado por la Sala Plena de la Sección Tercera del
Consejo de Estado, en sesión del 25 de abril de 2013 3.

1
La Ley 270 de 1996 desarrolló la responsabilidad del Estado en los eventos de error jurisdiccional,
defectuoso funcionamiento de la administración de justicia y privación injusta de la libertad. En relación con
la competencia funcional en el juzgamiento de las controversias suscitadas por tales asuntos, determinó que,
en primera instancia, conocerían los Tribunales Administrativos y, en segunda instancia, el Consejo de
Estado. Para tal efecto, consultar: Consejo de Estado, Sala Plena de lo Contencioso Administrativo, auto del 9
de septiembre de 2008, expediente 11001-03-26-000-2008-00009-00, C.P. Mauricio Fajardo Gómez.
2
“La apelación se entiende interpuesta en lo desfavorable al apelante, y por lo tanto el superior no podrá
enmendar la providencia en la parte que no fue objeto del recurso, salvo que en razón de la reforma fuere
indispensable hacer modificaciones sobre puntos íntimamente relacionados con aquélla. Sin embargo,
cuando ambas partes hayan apelado o la que no apeló hubiere adherido al recurso, el superior resolverá sin
limitaciones”. Sobre el alcance de la competencia del juez en segunda instancia frente a la motivación del
recurso de apelación, consultar: Consejo de Estado, Sala Plena de la Sección Tercera, sentencia del 9 de
febrero de 2012, exp. 05001-23-26-000-1994-02321-01 (20104), C.P. Ruth Stella Correa Palacio.
3
Acta n.° 010 de la sesión celebrada el 25 de abril de 2013 por la Sala Plena de la Sección Tercera.
II. Validez de los medios de prueba

8 En relación con la totalidad de los medios probatorios obrantes en el plenario,


conviene precisar lo siguiente:

8.1Al momento de presentar la demanda, la parte actora aportó pruebas


documentales que, a pesar de que fueron allegadas en copias que no cumplen
con las precisiones dispuestas en el artículo 254 del C.P.C., serán valoradas
libremente por la Sala.

8.1.1 Al respecto, conviene recordar que, la Sala Plena de la Sección Tercera


del Consejo de Estado, en aplicación de los principios de buena fe, lealtad
procesal y prevalencia del derecho sustantivo sobre el formal, cambió su posición
en cuanto a la valoración de copias simples, para entender procedente su
estimación, siempre y cuando no se hubieran tachado de falsas a lo largo del
proceso en el que se pretenden hacer valer. En este sentido, consideró:

En el caso sub examine, las partes demandadas pudieron controvertir y


tachar la prueba documental que fue aportada por la entidad demandante y,
especialmente, la copia simple del proceso penal que se allegó por el actor,
circunstancia que no acaeció, tanto así que ninguna de las partes objetó o se
refirió a la validez de esos documentos.//Por lo tanto, la Sala en aras de
respetar el principio constitucional de buena fe, así como el deber de lealtad
procesal reconocerá valor a la prueba documental que ha obrado a lo largo
del proceso y que, surtidas las etapas de contradicción, no fue cuestionada
en su veracidad por las entidades demandadas.
(…) Lo anterior no significa que se estén aplicando normas derogadas
(retroactividad) o cuya vigencia se encuentra diferida en el tiempo
(ultractividad), simplemente se quiere reconocer que el modelo hermenéutico
de las normas procesales ha sufrido cambios significativos que permiten al
juez tener mayor dinamismo en la valoración de las pruebas que integran el
acervo probatorio, para lo cual puede valorar documentos que se encuentran
en copia simple y frente a los cuales las partes han guardado silencio, por
cuanto han sido ellas mismas las que con su aquiescencia, así como con la
referencia a esos documentos en los actos procesales (v.gr. alegatos,
recursos, etc.) los convalidan, razón por la que, mal haría el juzgador en
desconocer los principios de buena fe y de lealtad que han imperado en el
trámite, con el fin de adoptar una decisión que no refleje la justicia material
en el caso concreto o no consulte los postulados de eficacia y celeridad 4.

8.2De otro lado, en el plenario se cuenta con la declaración rendida ante el


Tribunal a quo por parte del señor Edilberto Bonilla Bolívar, quien al preguntársele
por sus anotaciones personales, adujo ser tío del demandante Javier Eusebio
4
Consejo de Estado, Sala Plena de Sección Tercera, sentencia del 28 de agosto de 2013, exp. 05001-23-31-
000-1996-00659-01(25022), C.P. Enrique Gil Botero.
Bonilla Acosta, de lo cual se infiere que sostiene esa misma clase de vínculo con
algunos de los demás accionantes.

8.2.1 En consideración a la relación de parentesco entre dicho declarante y los


integrantes de la parte demandante de la litis, sus dichos serán tenidos por
sospechosos a la luz del artículo 217 5 del C.P.C., toda vez que su percepción
sobre los sucesos objeto de la presente contienda podría estar parcializada. Sin
embargo, se advierte que esa única circunstancia no es suficiente para descartar
de plano sus versiones, sino que su valoración dependerá de la credibilidad que
éstas puedan revelar al momento en que la Sala proceda a realizar el análisis
conjunto de los elementos probatorios, y los correlativos hechos que a raíz de
éstos se tengan por demostrados 6.

8.3Por su parte, obra en el expediente un recorte de prensa del diario “El


Informador” del jueves 10 de abril de 2003, en el que se evidencia una noticia
titulada “Estos son los capturados por la Dijin”, medio probatorio con fundamento
en el cual se pretendió demostrar la afectación del buen nombre del privado de la
libertad Javier Eusebio Bonilla Acosta.

8.3.1 Al respecto, cabe señalar que la Sala Plena de la Corporación7 señaló que
los informes de prensa no tienen, por sí solos, la entidad suficiente para probar la
existencia y veracidad de la situación que narran y/o describen, por lo que su
eficacia probatoria depende de su conexidad y su coincidencia con otros
elementos probatorios que obren en el expediente. Por lo tanto, “cualquier género
periodístico que relate un hecho (reportajes, noticias, crónicas, etc.), en el campo
probatorio puede servir solo como un indicador para el juez, quien a partir de ello,
en concurrencia con otras pruebas regular y oportunamente allegadas al proceso,

5
“Son sospechosos para declarar las personas que en concepto del juez, se encuentren en circunstancias que
afecten su credibilidad o imparcialidad, en razón de parentesco, dependencias, sentimientos o interés con
relación a las partes o a sus apoderados, antecedentes personales u otras causas”.
6
Sobre este tema ha dicho la Corte Suprema de Justicia, Sala Civil: “…el recelo o la severidad con que el
fallador debe examinar esos testimonios, no lo habilita para desconocer a priori, su valor intrínseco, debido
a que ‘la sospecha no descalifica de antemano…sino que simplemente se mira con cierta aprehensión a la
hora de auscultar qué tanto crédito merece. Por suerte que bien puede ser que a pesar de la sospecha haya
modo de atribuirle credibilidad a testigo semejante, si es que, primeramente, su relato carece de mayores
objeciones dentro de un análisis crítico de la prueba, y, después -acaso lo más prominente- halla respaldo en
el conjunto probatorio”, en sentencia de 19 de septiembre de 2001, exp. 6424. Consultar igualmente, Consejo
de Estado, Sección Tercera, Subsección B, exp. 17001-23-31-000-1997-09019-01 (20412), C.P. (E) Danilo
Rojas Betancourth.
7
Consejo de Estado, Sala Plena de lo Contencioso Administrativo, sentencia del 29 de mayo de 2012, exp.
110010315000201101378-00, C.P. Susana Buitrago Valencia.
podría llegar a constatar la certeza de los hechos” 8.

8.3.2 Sin perjuicio de lo anterior, en un pronunciamiento más reciente, la misma


Sala amplió la señalada regla para indicar que tales medios de prueba tienen
plena validez probatoria sin necesidad de que otro medio de prueba confirme su
contenido, cuando (i) relaten aspectos relacionados con un hecho notorio, toda
vez que éstos no requiere ser acreditados de conformidad con la normativa
procesal civil de nuestro ordenamiento jurídico, y (ii) transcriben las declaraciones
o comunicaciones de servidores públicos, en consideración a su investidura y
posición, de modo que serán valoradas como pruebas documentales que podrán
ser controvertidas, ampliación de la jurisprudencia de esta Corporación que se da
a la luz de aquella adoptada a nivel internacional por la Corte Interamericana de
Derechos Humanos. En este sentido, se sostuvo:

En esta ocasión, la regla del valor probatorio de estos se ampliará para


indicar que también se les reconoce este, cuando estemos en presencia de i)
hechos notorios y/o públicos y ii) transcriban declaraciones o
comunicaciones de servidores públicos.
(…) Estas excepciones son las mismas que introdujo la Corte Interamericana
de Derechos Humanos en su jurisprudencia 9 y que en razón de su relevancia
e importancia, serán acogidas por la Sala Plena de lo Contencioso a partir de
esta decisión.
En efecto, según el criterio de ese órgano de justicia, cuando en dichos
medios se recojan hechos públicos o notorios, declaraciones o
manifestaciones públicas de funcionarios del Estado, estos deben ser
valorados, razón por la que su inserción en el respectivo medio de
comunicación es una prueba del hecho y no simplemente de su registro.
(…) En el primer caso, es decir, frente a los hechos públicos y/o notorios, no
requieren ser probados en los términos de los artículos 176 del Código de
8
Cabe señalar que este planteamiento acerca del valor indiciario de los recortes de prensa fue objeto de una
aclaración de voto expresada en los siguientes términos por los magistrados Stella Conto Díaz del Castillo y
Danilo Rojas Betancourth: “Centralmente debe advertirse que, en determinados eventos, atendiendo, verbi
gratia, la naturaleza de la noticia, el espectro de difusión y la calidad de los medios que la comunicaron,
puede el juez considerar que se trata de un hecho notorio que no requiere prueba adicional, pues las notas
periodísticas otorgan esa naturaleza.// Es que, por ejemplo, casos como desastres naturales de repercusión
nacional que son registrados en detalle por todos los medios de comunicación no podrían recibir el mismo
trato, ni tampoco debería aplicarse la jurisprudencia vigente para hechos que impactan al colectivo en
general y por lo mismo son registrados por la opinión pública hasta convertirse en temas de discusión en
cualquier foro social.// Por tanto, el llamado de la presente aclaración tiene por objeto morigerar el
precedente vigente para que en cada caso el juez, orientado por su sana crítica, pueda darle a las notas e
informaciones periodísticas un alcance superior al de la simple veracidad de su sola difusión y pueda,
dependiendo del sub júdice, tener el hecho como notorio y por lo mismo relevarlo de cualquier exigencia de
prueba adicional, estimando entonces cierto el contenido que a nivel nacional registren los medios de
comunicación, atendiendo también a su grado de credibilidad social.// Además, no puede desconocerse que
la publicación de determinada información, puede tenerse como un indicio que, apoyado con otras pruebas,
permita alcanzar un grado de convencimiento sobre la certeza del hecho noticioso, esto a partir de su
confiabilidad”.
9
[67] CORTE INTERAMERICA DE DERECHOS HUMANOS. Caso Velásquez Rodríguez Vs. Honduras,
supra nota 24, párr. 146; Caso Fairen Garbi y Solis Corrales, de 15 de marzo de 1989, párr. 145. Caso
Anzualdo Castro Vs. Perú, supra nota 44, párr. 25, Caso Garibaldi Vs. Brasil, supra nota 32, párr. 70. Caso
Radilla Pacheco Vs. Estado Unidos Mexicanos. Igualmente, Caso Vélez Restrepo y Familiares Vs. Colombia,
caso Masacre de Santo Domingo Vs. Colombia.
Procedimiento Civil y 167 del Código General del Proceso, razón por la que
el registro noticioso servirá simplemente como una constatación gráfica de lo
que es conocido por la comunidad.
(…) El aporte de medios de prueba en donde el hecho notorio y/o público fue
registrado, le permitirá al juez contar con mayores elementos de convicción,
sin que ello implique que el hecho requería de prueba, pues, se repite, su
apreciación o cognición por una generalidad, hace innecesaria su prueba.
En el caso de las declaraciones o manifestaciones de los servidores públicos
divulgadas, reproducidas y/o transmitidas en los diferentes medios de
comunicación, en razón de la investidura y de su posición en la sociedad,
tendrán que ser desvirtuadas.
En otros términos, estos serán valorados conforme a las reglas previstas
para las pruebas documentales. Por tanto, esas declaraciones o
manifestaciones públicas, recogidas o registradas en diversos medios de
comunicación darán fe de su contenido, sin perjuicio de su contradicción por
parte de quien en su contra se aducen10.

8.3.3 Con observancia de lo expuesto, se acogerán los precedentes reseñados


y en consecuencia, se apreciará la noticia aludida de conformidad con los
lineamientos establecidos por ellos.

8.4Finalmente, con el objeto de acreditar que el privado de la libertad y la


demandante Karina Narváez Fontalvo convivían juntos, de manera que entre ellos
existía una relación sentimental de compañeros permanentes, los demandantes
allegaron al expediente la declaración extraproceso del 7 de junio de 2007,
rendida por Belinda María Garzón Linero ante la Notaría Segunda del Círculo de
Santa Marta.

8.4.1 En relación con dicho medio de convicción, la Nación-Fiscalía General de


la Nación se opuso a su valoración de acuerdo con lo señalado por el artículo
22911 del C.P.C., toda vez que argumentó que el mismo sólo podía ser apreciado
en caso de que su contenido se ratificara al interior del presente asunto, razón por
la cual concluyó que no era posible tener a la accionante señalada como
compañera permanente de la víctima y en consecuencia, se imponía denegar la
indemnización solicitada a su favor.

10
Consejo de Estado, Sala Plena de lo Contencioso Administrativo, exp. 11001-03-15-000-2014-00105-
00(PI), C.P. Alberto Yepes Barreiro
11
“Sólo podrán ratificarse en un proceso las declaraciones de testigos://1. Cuando se hayan rendido en otro,
sin citación o intervención de la persona contra quien se aduzca en el posterior.//2. Cuando se hayan
recibido fuera del proceso en los casos y con los requisitos previstos en los artículos 298 y 299.//Se
prescindirá de la ratificación cuando las partes lo soliciten de común acuerdo, mediante escrito autenticado
como se dispone para la demanda o verbalmente en audiencia, y el juez no la considera necesaria.//Para la
ratificación se repetirá el interrogatorio en la forma establecida para la recepción de testimonio en el mismo
proceso, sin permitir que el testigo lea su declaración anterior”.
8.4.2 Al respecto, se debe precisar que si bien por un tiempo esta Subsección
empleó el aducido criterio, varió parcialmente su sentido para colegir que la
ratificación mencionada no es necesaria en relación con las declaraciones
extrajudiciales de terceros que tiendan a acreditar la existencia del mencionado
vínculo de compañeros permanentes.

8.4.3 En efecto, teniendo en cuenta que la finalidad del procedimiento de


ratificación de las declaraciones extraprocesales consiste en propender por
constituir esa clase de medios de convicción sumarios o sin contradicción en
pruebas plenas que provean el suficiente convencimiento 12, no se puede perder de
vista que al hacer una revisión del ordenamiento jurídico, las pruebas sumarias, en
múltiples eventos, tienen la misma potencialidad que las pruebas plenas para
generar credibilidad, sin necesidad de que respecto de ellas se realice una
verificación adicional o se surta su contradicción, lo que la Sala estima que ocurre
con las declaraciones rendidas por fuera del proceso, únicamente cuando su
contenido tiene que ver con la acreditación de la relación de compañeros
permanentes entre dos personas. Sobre este punto, la doctrina se ha pronunciado
de la siguiente manera:

Si bien es cierto la regla general es que la decisión judicial debe estar


basada en plenas pruebas, no son extraños los casos donde la ley permite
que el juez tome ciertas determinaciones y las soporte en medios de prueba
que no tienen las características propias de la plena prueba;
(…) La prueba sumaria es aquella que lleva al juez la certeza del hecho que
se quiere establecer, en idénticas condiciones de las que genera la plena
prueba, pero a diferencia de ésta, no ha sido sometida al requisito de la
contradicción de la parte contra quien se hace valer. Pone de presente lo
anterior que la única diferencia que existe entre los dos conceptos es el no
haber sido surtido el requisito de la contradicción, pero su poder de
convicción es siempre igual y la prueba sumaria también debe llevar certeza
al juez acerca del hecho que con ella se quiere establecer. Debido a lo
anterior es que se debe desterrar la idea que la prueba sumaria es la
deficiente, la incompleta, un principio de prueba, aquella que apenas insinúa
la existencia de un hecho; en absoluto, la prueba sumaria convence con
características idénticas a la de la plena prueba, la certeza que ella lleva al
entendimiento del fallador es completa; en cuanto a su eficacia probatoria no
12
La doctrina jurídica colombiana ha manifestado que: “Ya se analizó que la contradicción de la prueba de
interrogatorio de terceros se realiza permitiendo a la parte contraria que pueda formular las preguntas que
estime pertinentes. Dado que existen eventos en los que el testimonio se surte sin que se presente esa
posibilidad, el art. 229 del C. de P. C. señala el trámite que se observará para cumplir con tan esencial
requisito y es así como advierte que (…) si son testimonios extraproceso recibidos en la forma prevista en los
artículos 298 y 299 del estatuto procesal se ratificarán en el proceso donde se quieren hacer valer. (…)
Téngase presente que si el juez no estima necesario surtir la ratificación y las partes han prescindido de ella
los testimonios objeto de la solicitud surtieron el requisito de la contradicción y de ameritarlo su contenido
adquieren el carácter de pruebas plenas para demostrar lo que con ellos se pretende, obviamente bajo el
supuesto de pertinencia y eficacia”. Hernán Fabio López Blanco, “Procedimiento Civil. Pruebas”, Ed. Dupre
Editores, Colombia, Bogotá, D.C., 2001, p. 194, 195.
existe ninguna diferencia entre las dos clases de pruebas 13.

8.4.4 De esta manera, la Sala advierte que en diferentes asuntos en los que la
prueba de determinada relación constituye el derecho en discusión en sí, la ley
establece la posibilidad de acudir a declaraciones sumarias de terceros como lo
son las declaraciones extrajudiciales rendidas ante notarios, para acreditar la
referida relación y así, la prerrogativa aludida.

8.4.5 A título de ejemplo, ello ocurría en el caso de personas que para ser
consideradas beneficiarias del seguro obligatorio de vida que contemplaba el
régimen laboral con ocasión del fallecimiento de un trabajador antes de la
regulación integral sobre la materia hecha por la Ley 100 de 1993, debían
acreditar una condición en específico o que sostenían una relación con el difunto,
lo que les era factible a través de ese tipo de medios de prueba 14, incluso a pesar
de que ello posteriormente fuese puesto a conocimiento de la jurisdicción
ordinaria15, cuyo máximo órgano judicial, debido a la desigualdad en la relación
laboral y los derechos fundamentales y finalidades estatales que ésta implica,
ulteriormente (i) ha aceptado la valoración de las declaraciones extraprocesales
como documentos emanados de terceros, cuya ratificación no es necesaria a
menos de que la parte contra la cual se pretende hacer valer la solicite
expresamente -artículo 27716 del C.P.C.-, con lo cual ha excepcionado la
aplicación del artículo 229 del C.P.C., o (ii) ha decretado de oficio su ratificación
para poder apreciar su contenido. Al respecto, la Corte Constitucional se ha
expresado de la siguiente manera:

5.4 Debe considerarse además que, si bien las bases del derecho procesal
son las mismas para toda clase de procesos, las diferencias radican en las

13
Ibídem, p. 69, 70.
14
Artículo 294 del CST -derogado tácitamente-: “La demostración del carácter de beneficiario y el pago del
seguro se harán en la siguiente forma://1. El carácter de beneficiario del seguro se acreditará mediante la
presentación de las copias de las respectivas partidas eclesiásticas o de los registros civiles que acreditan el
parentesco, o con las pruebas supletorias que admite la ley, más una información sumaria de testigos que
demuestre quiénes son los únicos beneficiarios, declarándolos por su número y nombre y la razón de
serlo.//2. Si se trata de beneficiarios designados libremente, se acreditará su carácter de tales con la
designación que hubiere hecho al asegurado, según el artículo 299, y con una información sumaria de
testigos que establezca la inexistencia de beneficiarios forzosos”.
15
Artículo 295 del CST -derogado tácitamente-: “Cuando durante el término del aviso o emplazamiento que
la empresa debe efectuar para hacer el pago, según el artículo anterior, se suscitaren controversias acerca
del derecho de los reclamantes, promovidas por personas que acrediten ser beneficiarios del seguro, la
empresa sólo estará obligada a hacer el pago cuando se le presente en copia debidamente autenticada la
sentencia judicial definitiva que haya decidido a quién corresponde el valor del seguro”.
16
“Salvo disposición en contrario los documentos privados de terceros sólo se estimarán por el juez.//1. Si
siendo de naturaleza dispositiva o simplemente representativa son auténticos de conformidad con el artículo
252.//2. Los documentos privados de contenido declarativo, se apreciarán por el juez sin necesidad de
ratificar su contenido, salvo que la parte contraria solicite ratificación”.
especiales consideraciones constitucionales que permean el derecho
sustantivo del trabajo y de la seguridad social. Así por ejemplo, son principios
que caracterizan al procedimiento laboral y de la seguridad social, la
desigualdad compensatoria (en sus tres elementos el indubio pro operario, la
condición más beneficiosa y la norma más favorable), la búsqueda de la
verdad real y la indisponibilidad de derechos. 17
Dentro de las especificidades del derecho laboral y de la seguridad social el
tema probatorio constituye una diferencia notable respecto a los demás
procedimientos. En este sentido, en la práctica de pruebas, el juez laboral y
de la seguridad social debe tener en cuenta la desigualdad objetiva de las
partes y tomar todas las medidas para lograr el equilibrio necesario. Esta
situación no constituye una parcialización del juez, pues tal postura se deriva
de los principios constitucionales y los mandatos legales que regulan los
ámbitos laboral y de la seguridad social. 18
En esta misma línea, una diferencia notoria respecto a otro tipo de procesos,
radica en la postura marcada por parte del juez frente a la búsqueda de la
verdad real, esto en tanto el juez debe orientarse por los fines del derecho
laboral y de la seguridad social. En efecto, el juez debe procurar activamente
la realización de los deberes del Estado, en este sentido el artículo 2° inciso
2 de la Constitución establece que “las autoridades de la República están
instituidas para (…) asegurar el cumplimiento de los deberes sociales del
Estado y de los particulares”. De lo cual se deriva que el objetivo de la
Constitución y en consecuencia del procedimiento laboral es contribuir a la
construcción de un orden social más equitativo.
(…) 5.5 Ahora bien, específicamente respecto a las facultades del juez
laboral como director del proceso, el artículo 7º de la ley 1149 que reformó el
artículo 48 del Código Procesal de Trabajo y la Seguridad Social, estableció
que “el juez asumirá la dirección del proceso adoptando las medidas
necesarias para garantizar el respeto de los derechos fundamentales y el
equilibrio entre las partes, la agilidad y rapidez en su trámite.”
Dicho mandato establece una concepción de la labor jurisdiccional en
materia laboral y de la seguridad social que se sustenta en la protección de
los derechos fundamentales.
(…) En punto al requisito de ratificación de los testimonios extra juicio, la
jurisprudencia, en particular de la Corte Suprema de Justicia (Sala de
Casación Laboral), ha señalado ciertas pautas a los jueces para la valoración
de dichas pruebas, así como las posibilidades de los jueces frente a la
exigencia de dicho requisito en materia probatoria. En particular ha marcado
los derroteros respecto a la posibilidad de valorar las declaraciones extra
proceso que no hubieren sido ratificadas, dándoles el carácter de
documentos declarativos de terceros, según lo establecido por el artículo 277
del C.P.C.; a lo que ha adicionado la posibilidad de que los jueces ordenen
de oficio la ratificación de los testimonios cuando en virtud del principio de
sana crítica, lo considere necesario para su convicción y para garantizar los
derechos de la parte contradictoria en el juicio.
(…) 6.1 De una parte, la jurisprudencia de la Sala Laboral de la Corte
Suprema, ha aceptado la posibilidad de que las declaraciones extrajuicio
recibidas para fines no judiciales puedan evaluarse como documentos
declarativos de terceros, los cuales no requieren ratificación, salvo que la
17
[40] Escuela Judicial Rodrigo Lara Bonilla, “Dirección Judicial del Proceso”, Consejo Superior de la
Judicatura, 2011, P. 230.
18
[41] En un sentido similar en la sentencia T-264 de 2009 (M.P. Luis Ernesto Vargas Silva) se advirtió
respecto a la objeción de la posible parcialización del juez al usar las facultades oficiosas en el decreto de
pruebas, que “desde el punto de vista de la Constitución Política, la facultad de decretar pruebas de oficio
implica un compromiso del juez con la verdad, ergo con el derecho sustancial, y no con las partes del
proceso.”
parte contraria así lo solicite, según lo dispone el artículo 277 del C.P.C.. En
esta vía, la Corte Suprema ha señalado que “las declaraciones extrajuicio
recibidas para fines no judiciales, pueden tomarse ‘(…) como documentos
declarativos provenientes de terceros, para cuya valoración, según el artículo
277 del C. P. C. (Mod. Art. 27, Ley 794/2003), no necesitan ratificación, salvo
que la parte contraria lo solicite.’.” Lo anterior tiene justificación en tanto “se
acompasa con la política legislativa que en materia probatoria se viene
adoptando, en perspectiva de menguar el exceso de rigor formal que antaño
campeaba en los códigos de procedimiento.” 19 Dicha postura ha sido
reiterada en recientes pronunciamientos en los que la Corte Suprema ha
recabado que las mencionadas declaraciones no ratificadas “deben tenerse
como documentos declarativos provenientes de terceros.” 20
6.2 Por otra parte, respecto a las declaraciones extra juicio, que regula el
artículo 229 del C.P.C., la máxima Corporación de la jurisdicción ordinaria ha
señalado que los jueces laborales y de la seguridad social, en virtud de sus
facultades como directores del proceso, tienen la potestad de ordenar la
ratificación que ordena aquella norma, con el fin de valorar íntegramente la
prueba y esclarecer los puntos que consideren pertinentes. En este tema,
pese a que la jurisprudencia de la Corte Suprema inicialmente sostenía que
las declaraciones extrajuicio debías ser ratificada para ser valoradas dentro
del proceso laboral, en recientes pronunciamientos, ha venido señalando que
el juez laboral puede acudir oficiosamente a ordenar la mencionada
ratificación.
(…) Sin embargo, en recientes fallos la Corte Suprema de Justicia, Sala de
Casación Laboral, ha señalado que la ratificación de los testimonios por vía
de las facultades oficiosas que le confiere el ordenamiento jurídico al juez
laboral y de la seguridad social, es un deber derivado de la dirección del
proceso que este ostenta. En este sentido, el máximo Tribunal de la
jurisdicción ordinaria al momento de estudiar un caso en el que se discutía la
validez de la ratificación de los testimonios que establece el artículo 229 del
C.P.C. como prueba válida para determinar el tiempo de servicios y el salario
de un trabajador que solicitaba una pensión de jubilación, expresó que el
juez “conforme a sus facultades oficiosas que le confiere el artículo 83 del
CPTSS, no solo podía, sino que era su obligación, como director del
proceso, procurar que la prueba surtiera todos sus efectos, decretando su
ratificación (…).”21
(…) De manera que la jurisprudencia autorizada en cuanto a la ratificación de
testimonios y su valoración dentro del proceso, determina que frente a la
ausencia de esta el juez bien puede: (i) darles el tratamiento de documentos
declarativos provenientes de terceros –artículo 277 del C.P.C.-; o bien, (ii)
ordenar oficiosamente la ratificación que establece el artículo 229 del C.P.C.
al considerar que resulta necesario el esclarecimiento de elementos de juicio
en el proceso y para garantizar los derechos de defensa y contradicción de la
parte contraria, con lo cual se constituyen en testimonios válidos dentro del
proceso. Ambas medidas se acompasan del respeto de los derechos y
garantías de las partes. Su real distanciamiento surge de las particularidades
de cada caso concreto, en virtud de las cuales el juez deberá determinar cuál
es la medida idónea para valorar la prueba, en el marco de la sana crítica 22.

19
[51] Corte Suprema de Justicia, Sala de Casación Laboral, sentencia del 2 de marzo de 2007, radicado
27593. Igualmente reiterada en la sentencia de 6 de marzo de 2012, M.P. Camilo Tarquino Gallego,
radicado 43422.
20
[52] Ibid.
21
[55] Corte Suprema de Justicia, Sala de Casación Laboral, sentencia del 2 de octubre de 2012, Radicación
N° 45135, M.P. Rigoberto Echeverry Bueno.
22
Corte Constitucional, sentencia T-363 del 26 de junio de 2013, M.P. Luis Ernesto Vargas Silva.
8.4.6 En igual sentido sucede actualmente para quien hubiese hecho vida
marital y busque la sustitución pensional en relación con la pensión percibida por
su pareja, para lo cual también basta la presentación de declaraciones
extrajudiciales23.

8.4.7 Con observancia de lo expuesto, esto es, de que en varios asuntos en los
que la calidad de compañero permanente se configura en el punto de discusión
que fundamentaría el reconocimiento de un derecho, el legislador ha establecido
la posibilidad de darle credibilidad a las declaraciones extrajudiciales que se
pronuncien en ese sentido no obstante se traten de pruebas sumarias respecto de
las cuales no se produce contradicción, a la Sala le es plausible considerar que lo
mismo debe suceder en materia de responsabilidad patrimonial, en el sentido de
que no es necesario agotar esa formalidad cuando la prueba sumaria aludida
verse sobre la relación de compañeros permanentes entre un demandante y la
víctima.

8.4.8 En efecto, se estima que las declaraciones extraprocesales pueden ser


valoradas sin necesidad del trámite previsto en el artículo 229 del C.P.C.,
únicamente respecto de la relación de compañeros permanentes que aleguen los
demandantes, puesto que el ordenamiento jurídico así lo ha considerado en otros
escenarios donde de hecho, ese vínculo se constituye en el centro de la disputa.
Sin embargo, se debe aclarar que la señalada apreciación expuesta por la Sala,
no puede proceder frente a otros elementos de discusión que surjan en el proceso
de responsabilidad, puesto que ello sí implicaría establecer una excepción al
principio de contradicción que no tiene ninguna clase de previsión legal que la
sustente.

8.4.9 Ahora bien, este hecho no significa que su admisión, estándar probatorio y
valoración deba adelantarse bajo supuestos menos estrictos; por el contrario, se
considera que en los eventos descritos, la declaraciones extraprocesales se les
puede aplicar las exigencias establecidas para los documentos emanados de

23
Artículo 12 del Decreto 1160 de 1989: “Para efectos de la sustitución pensional, se admitirá la calidad de
compañero o compañera permanente y haya hecho vida marital con el causante durante el año
inmediatamente anterior al fallecimiento de éste o en el lapso establecido en regímenes especiales”.
Artículo 13 del Decreto 1160 de 1989: “Se acreditará la calidad de compañero o compañera permanente,
con la inscripción efectuada por el causante en la respectiva entidad de previsión social o patronal.
Igualmente se podrá establecer con dos (2) declaraciones de terceros rendidas ante cualquier autoridad
política o judicial del lugar”.
terceros, esto es, el cumplimiento de los requisitos para las pruebas documentales
dispuestos en el capítulo VIII de la sección tercera del libro segundo del Código de
Procedimiento Civil.

8.4.10 De esta manera, tras verificar la autenticidad de la prueba en


comento -circunstancia que normalmente podrá determinarse con facilidad,
siempre que la declaración se haya rendido ante notario- y después de haber sido
decretada como prueba, debe correrse traslado de la declaración por un periodo
de cinco días, durante el cual podrá ser tachada de falsa. En dicha oportunidad la
parte contraria también podrá solicitar su ratificación, teniendo en cuenta que si no
realiza tal petición, la prueba podrá ser valorada sin ninguna consideración
adicional, como lo disponen el numeral segundo del artículo 277 del C.P.C. y el
numeral segundo del artículo 1024 de la Ley 446 de 1998.

8.4.11 En consecuencia, no se puede perder de vista que a la parte contra


la cual se pretenda hacer valer la declaración extraproceso no le basta con
aseverar que la misma no se puede tener en cuenta debido a la falta de su
ratificación, sino que expresamente tiene que pedirla, punto en el que no se debe
olvidar que la finalidad de los medios de prueba consiste en brindarle al juez el
suficiente convencimiento sobre la verdad de los hechos para efectos de que
pueda adoptar una decisión justa, y el primer tipo de intervención no sólo no busca
el cumplimiento de ese fin, sino que adicionalmente pretende constituirse en un
óbice para fallar adecuadamente con fundamento en ciertas formalidades
procedimentales establecidas por la ley y, en ese orden de ideas, en un obstáculo
al debido acceso a la administración de justicia.

8.4.12 Adicionalmente, el juez al valorar los documentos contentivos de las


declaraciones extrajuicio debe aplicar las reglas de la sana crítica de un modo aún
más riguroso que si estuviera valorando la prueba testimonial respectiva, teniendo
en cuenta que existe una menor inmediación entre el administrador de justicia y el
medio de convicción. Por ello, debe realizar una lectura integral de todos los
elementos contenidos en el escrito, verificar las condiciones personales del autor,
así como la coherencia interna de sus dichos, la ciencia del conocimiento que
tiene sobre los hechos y la coherencia externa del documento con los demás

24
“Para la solicitud, aportación y práctica de pruebas, además de las disposiciones generales contenidas en
el Código de Procedimiento Civil y demás disposiciones se dará aplicación a las siguientes reglas: (…) 2.
Los documentos privados de contenido declarativo emanados de terceros, se apreciarán por el juez sin
necesidad de ratificar su contenido, salvo que la parte contraria solicite su ratificación”.
medios de prueba que obren en el plenario.

8.4.13 Teniendo en cuenta todo lo expuesto, la Sala no concuerda con la


parte demandada al considerar que la prueba en análisis no puede ser valorada
debido a su falta de ratificación, puesto que se insiste que bajo las circunstancias
señaladas su apreciación es válida a pesar de que se trate de una prueba
sumaria, máxime cuando la parte demandada únicamente propendió por excluirla
del análisis de manera injustificada y sin buscar su ratificación o su práctica
adecuada, cuando debió elevar las peticiones pertinentes para contradecirla. En
consecuencia, se concluye que de conformidad con los derroteros estudiados, se
apreciará la declaración sumaria de la señora Belinda María Garzón Linero, y se le
asignará el mérito probatorio que pueda aportar al presente asunto.

III. Los hechos probados

9 De conformidad con el material probatorio allegado al proceso contencioso


administrativo y valorado en su conjunto, se tienen como ciertas las siguientes
circunstancias fácticas relevantes:

9.1En el año 1996, aparecieron en el departamento del Magdalena las


Autodefensas Unidas de Colombia, grupo que a comienzos del año 2002, debido a
conflictos internos, decidió repartirse el control de sus territorios, lo que finalmente
conllevó a que en la zona urbana de la ciudad de Santa Marta se presentara el
cobro de “cuotas o vacunas en toda la ciudad, entre ellos al comercio, locales,
supermercados, tiendas, control sobre los barrios residenciales, empresas de
transporte urbano, taxis, colectivos, industria, mercado público, vendedores
ambulantes, estacionarios (sic), sector hotelero y turístico en general, ejerciendo
control absoluto mediante empresas fachada de vigilancia (…) amén del aumento
de actos delictivos contra la población civil, representado en homicidios selectivos,
lesiones personales, intimidaciones y amenazas de todo orden”, contexto delictivo
con ocasión del cual se iniciaron las investigaciones pertinentes (copias auténticas
de la resolución de acusación del 2 de abril de 2004, proferida por la Fiscalía
Delegada perteneciente a la Unidad de Derechos Humanos y de Derecho
Internacional Humanitario; f. 94-196, c. 1).

9.2En el marco de las anteriores pesquisas, el señor Javier Eusebio Bonilla


Acosta fue capturado e ingresó al establecimiento penitenciario y carcelario de
Santa Marta el 10 de abril de 2003 (original del certificado del 20 de diciembre de
2006, expedido por el establecimiento penitenciario y carcelario de Santa Marta; f.
28 c. 1).

9.3Mediante providencia del 2 de abril de 2004, la Fiscalía Delegada


perteneciente a la Unidad de Derechos Humanos y Derecho Internacional
Humanitario calificó el mérito del sumario adelantado -en el cual se encontraban
vinculadas más de 60 personas-, y decidió elevar acusación en contra del señor
Javier Eusebio Bonilla Acosta por los delitos de concierto para delinquir y
extorsión, en la medida en que consideró que éste, en sus labores de
despachador ocasional de la empresa de transporte publico Rodamar S.A., servía
de intermediario para extorsionar a los conductores que laboraban con él a favor
del grupo paramilitar que operaba en el distrito de Santa Marta. Al respecto,
señaló (copias auténticas de la resolución de acusación del 2 de abril de 2004,
proferida por la Fiscalía Delegada perteneciente a la Unidad de Derechos
Humanos y de Derecho Internacional Humanitario; f. 94-196, c. 1):

JAVIER EUSEBIO BONILLA ACOSTA:


Compartimos el concepto de nuestro colaborador ministerial, en el sentido de
que la situación de este sindicado, es prácticamente la misma que la del
anterior. En efecto, se encuentra relacionado en el informe 504 de la DIJIN
SIJIN fechado a abril 3 de 2003, solicitado como complementario del 488
(folio 60, c.4), donde se dice que BONILLA ACOSTA, como despachador de
RODAMAR S.A:, en (sic) conocedor y participa de las extorsiones objeto de
análisis.
Hijo del señor ÓSCAR BONILLA GONZÁLEZ, que al ser escuchado en
injurada (165-8) dijo trabajar ocasionalmente en RODAMAR S.A., lo cual no
desnaturaliza su participación en los hechos; dijo devengar 30 mil diarios
cuando trabaja, y que sólo sabe de los 1500 pesos que pagan los
conductores por parqueo y nada más, declarándose inocente. Sobre la
cartulina que se utiliza y de que aquí se tiene noticia, manifiesta que vale 24
mil pesos y la vende ÓSCAR BONILLA. Es difícil suponer que cuando a una
persona le endilgan la comisión de conducta punible (sic), no se tenga idea
de ello; es o puede ser causal; pero en este caso, la situación nos parece
bastante clara, conforme a lo que arrojan las pruebas.
Por lo que considera el señor Procurador, que más de las sindicaciones
generales que se han dicho en contra de los señores despachadores de al
(sic) empresa Rodamar, este señor está seriamente comprometido, y por ello
se proferirá en su contra resolución de acusación.

9.4Por medio de la decisión del 17 de abril de 2006, el Juzgado Penal del Circuito
Especializado de Santa Marta absolvió de responsabilidad penal al señor Bonilla
Acosta, y ordenó que se le pusiera en libertad previo al pago de una caución
prendaria.
9.4.1 En ese sentido, con observancia de lo señalado por el Ministerio Público y
luego de la valoración de los medios de prueba que obraban en el plenario, los
cuales adujo que en ocasiones fueron interpretados de manera excesiva por el
órgano acusador, indicó que sólo hacía referencia al sindicado aludido un informe
de inteligencia, única prueba en la que no se debió fundamentar la medida de
aseguramiento que pesó en su contra, y en la que tampoco se podía erigir una
sentencia condenatoria. Igualmente, destacó que no se tenían elementos para
desvirtuar su dicho sobre la conexión ocasional que tenía con Rodamar S.A.

9.4.2 Por su parte, destacó que el declarante que contradijo su versión ante los
medios de comunicación fue el señor Wilman Andelfo Coronado Chamorro,
testimonio en el que no se basó la acusación en contra del señor Javier Eusebio
Bonilla Acosta. De esta forma, señaló (copias auténticas de la sentencia del 17 de
abril de 2006, proferida por el Juzgado Penal del Circuito Especializado de Santa
Marta; f. 197-362, c. 1):

HECHOS
Pasado el enfrentamiento interno entre las Autodefensas Unidas de
Colombia, liderada por Carlos Castaño Gil y las autodefensas al mando de
Hernán Giraldo, a comienzos del año 2002, siguió la distribución geográfica
del departamento, y el inicio de un plan de extorsiones en toda la ciudad de
Santa Marta, dirigida por esta organización, cobrándole cuotas extorsivas a
un amplio sector de esta ciudad, entre ellos, conductores de busetas, locales
comerciales, tiendas, etc.
Como reacción oficial, se dio comienzo a la judicialización de los cabecillas,
mandos medios y base de esta organización que adelantaban el cobro de las
vacunas extorsivas, se procesó igualmente a despachadores, propietarios y
gerente de las empresas de transporte público.
SINOPSIS DE LA ACUSACIÓN
(…) La Fiscalía Delegada de la Unidad de Derechos Humanos y Derecho
Internacional Humanitario el 2 y 23 de abril de 2004, profiere resolución de
acusación contra los antes indicados, a quienes se le imputan los punibles
de CONCIERTO PARA DELINQUIR Y EXTORSIÓN (…), fundamentada en
las pruebas obrantes en el proceso para cada uno de los procesados fueron
diferentes atendiendo cada caso en particular a saber:
(…) JAVIER EUSEBIO BONILLA ACOSTA
Aduce la fiscalía guarda identidad con el asunto anterior, que éste como
despachador de la empresa Rodamar, asociado (sic) con el cobro de las
cuotas extorsivas, según informe No. 504 del 3 de abril de 2003,
complementario del 488. Para la fiscalía aunque sea empleado ocasional de
Rodamar no desnaturaliza los cargos.
(…) ALEGATOS DE LOS SUJETOS PROCESALES
(…) Ministerio Público
(…) JAVIER EUSEBIO BONILLA ACOSTA:
Sólo se encuentra relacionado en unos informes policivos donde se dice que
él como despachador de Rodamar era conocedor y partícipe de las
extorsiones a los conductores.
CONSIDERACIONES
Urge adoptar las decisiones que a continuación se adoptarán de conformidad
con los parámetros establecidos en el artículo 232 del Código Penal, lo que
obliga a reflexionar de manera breve sobre algunos aspectos que se
entienden de cierta relevancia en el proceso de marras.
La adecuación típica compromete delitos de diferente índole, ellos son el
delito de concierto para delinquir agravado, en la modalidad de conformación
de grupos armados al margen de la ley (paramilitarismo), delito que afecta la
seguridad pública y el delito de extorsión, que atenta contra el patrimonio
económico.
(…) Observamos que las pruebas recopiladas a lo largo de la instrucción se
complementaban con informes de policía judicial, los cuales no perdieron el
carácter de informes de inteligencia, por ese motivo; testimonios que unos
merecieron total credibilidad por provenir de empleados de esas mismas
empresas de transporte que se convirtieron en víctimas de los atropellos,
otros son producto de las declaraciones de los desmovilizados de las
Autodefensas que operaban en esta zona, los cuales también merecieron
credibilidad en la medida de que eran directos, otros, apenas, se insinuaban
como atendibles, caso en que no merecían entera credibilidad.
Merece que nos detengamos en el testimonio de Wilman Andelfo Coronado
Chamorro, testigo, que finalmente dio una entrevista en los medios de
comunicación para retractarse y culpar de sus sindicaciones al propio fiscal
que dirigió la investigación, por ello, este testigo como única prueba no
puede ser objeto de nuestra entera confianza, no obstante, se verán casos
en que aparece como una prueba acompañada de otras, lo que permitirá
edificar un juicio de certeza.
El despacho notó que algunos de estos testigos se referían a presuntos
paramilitares que se dedicaban a extorsionar, pero, que nunca se dieron
reconocimientos en rueda de personas o fotográficos en legal forma,
quedando esbozados en informes de inteligencia su identificación, medio que
no es confiable, por no provenir de las propias fuentes de conocimiento, en
esos casos, se inclinó esta instancia, en absolver, en especial, sino se
contaba con pruebas diferentes.
Otros casos, son aquellos, donde la fiscalía le dio una valoración excesiva y
por fuera de la percepción de los testigos, los cuales además de lo por ellos
conocidos, hacían suposiciones, conjeturas, juicios de valor, sin ningún
respaldo probatorio.
(…)46. Javier Eusebio Bonilla Acosta
Se comparte el criterio del señor procurador al solicitar la sentencia
absolutoria.
Lo sindica sólo un informe de policía que dice del procesado se dedicaba
(sic) como despachador es conocedor y participa en el cobro de las cuotas
extorsivas en la empresa Rodamar.
En concepto del procurador un solo informe de inteligencia no es suficiente
para erigir una sentencia de condena.
Agrega el despacho que ni siquiera era suficiente para dictar una medida de
aseguramiento, a no ser que se cause un perjuicio a la libertad de las
personas.
La indagatoria de este procesado no permite edificar ningún indicio de mala
justificación, al sostener que laboraba ocasionalmente en la empresa,
devengando 30 mil pesos diarios cuando podía laborar.

9.5De conformidad con lo ordenado por la anterior providencia, el señor Javier


Eusebio Bonilla Acosta recuperó su libertad al día siguiente de su expedición, esto
es, el 18 de abril de 2006, momento en el que salió del establecimiento
penitenciario y carcelario de santa Marta (original del certificado del 20 de
diciembre de 2006, expedido por el establecimiento penitenciario y carcelario de
Santa Marta; f. 28).

9.6Con ocasión de los recursos de apelación presentados por otros de los


sindicados que sí fueron condenados, la Sala Penal del Tribunal Superior del
Distrito Judicial de Santa Marta expidió sentencia del 11 de julio de 2008, en la
cual confirmó la sentencia de primera instancia en lo que respecta al ahora
demandante. Para el 4 de diciembre de la misma anualidad, la providencia en
comento ya se encontraba ejecutoriada de conformidad con la anotación impuesta
en la misma por el secretario de la Sala Penal de la autoridad judicial reseñada
(copia auténtica de la sentencia del 11 de julio de 2008, proferida por la Sala Penal
del Tribunal Superior del Distrito de Santa Marta; f. 363-434, c. 1).

IV. Problema jurídico

10 Con observancia del contenido del libelo introductorio y del recurso de


apelación interpuesto por los actores, la Sala debe examinar la detención
impuesta al señor Javier Eusebio Bonilla Acosta, con el fin de determinar si ésta
se constituyó en una privación injusta de la libertad y, en caso de ser así,
establecer si la misma le resulta atribuible a la Nación-Fiscalía General de la
Nación-Rama Judicial, de manera que a las entidades demandadas les surja la
obligación de indemnizar a los demandantes con ocasión de dicha detención
injusta.

10.1 Para efectos de desarrollar el anterior estudio, se tendrá en cuenta que (i)
al detenido se le absolvió de responsabilidad penal, toda vez que se concluyó que
no incurrió en las conductas punibles investigadas al no contarse con las pruebas
suficientes en su contra; (ii) la parte demandante no aportó la totalidad del
expediente penal al presente juicio; (iii) no se demostró que el señor Bonilla
Acosta hubiese impugnado la decisión mediante la cual se le impuso la medida de
aseguramiento; (iv) tampoco se allegaron pruebas directas sobre su
comportamiento de manera previa a su privación de la libertad, último aspecto
respecto del cual se analizará si a partir de las providencias obrantes en el
expediente es posible encontrar algún elemento que conlleve a denegar las
pretensiones de la demanda, por juridicidad de la detención o porque la misma se
derivó de su dolo o culpa grave, y (v) su vinculación a la investigación penal y la
medida de aseguramiento que se decretó en su contra se fundamentó en un
informe de policía y en las normas legales previstas para la época, razón por la
cual se estudiará si las conductas de la Policía Nacional y de Nación-Congreso de
la República intervinieron adecuada y exclusivamente en la privación injusta de la
libertad que se demanda, de tal forma que se configure el hecho exclusivo de un
tercero.

10.2 En el evento de que resulta viable declarar la responsabilidad del Estado


con ocasión de la privación de la libertad aludida, la Sala determinará si una o
ambas de las dependencias de la Nación deberá entrar a resarcir a los
accionantes, y revisará cuáles de los perjuicios invocados en el libelo introductorio
son susceptibles de ser indemnizados.

V. Análisis de la Sala

11 Sobre la configuración del daño deprecado en el libelo introductorio, la Sala


observa que la privación de la libertad que soportó el señor Javier Eusebio Bonilla
Acosta se encuentra debidamente acreditada, con fundamento en las providencias
judiciales que obran en el plenario y el certificado expedido por el establecimiento
penitenciario y carcelario de Santa Marta -ver párrafos 9.2 a 9.4.2-.

11.1 Ahora bien, en cuanto al momento de inicio de esa detención, los


demandantes alegaron que la misma se dio desde el 8 de abril de 2003. Para
efectos de acreditar la señalada aseveración, únicamente pidieron la declaración
del señor Edilberto Bonilla Acosta, testigo sospechoso que rindió su versión de los
hechos ante el Tribunal a quo el 12 de marzo de 2010 -ver párrafos 8.2 y 8.2.1, y
nota n.º 6-, es decir, más de 7 años después de la captura, pero se abstuvieron se
aportar cualquier otro medio de convicción que soportara lo manifestado por éste.

11.2 Al respecto, la Sala advierte que si bien el aludido deponente, quien resultó
ser el tío del señor Javier Eusebio Bonilla Acosta y por ende, familiar de los demás
accionantes, confirmó de manera casi idéntica lo dicho en la demanda, puesto que
indicó que éste fue arrestado en horas de la madrugada de la fecha referenciada
en el lugar de habitación de sus padres25, lo cierto es que su declaración sobre
ese hecho en concreto no tiene la potencialidad de generarle convencimiento
alguno a la Sala, toda vez que (i) como se aclaró, fue rendido por un testigo cuya
imparcialidad para pronunciarse sobre lo sucedido pudo verse comprometida
debido a las relaciones de parentesco que sostiene con todos los demandantes;
(ii) no parece plausible que luego del transcurso de más de 7 años desde la
captura, se encontrara en la posibilidad de dar con exactitud ese tipo de
información, más aún cuando no refirió el motivo por el cual se acordaba de ello o
si tuvo acceso a algún documento en el que basara su dicho, y (iii) a pesar de las
deficiencias descritas y de que la parte demandante pudo traer al sub judice las
providencias del proceso penal y el certificado expedido por el centro de reclusión
en el cual estuvo privado de la libertad el señor Javier Eusebio Bonilla Acosta,
omitió aportar otro elemento de prueba soportara la versión del testigo sospechoso
en comento.

11.3 Ciertamente, teniendo en cuenta que las declaraciones vertidas por


personas consideradas sospechosas por su conexión con alguna de las partes
deben ser valoradas de manera detenida y cuidadosa, más aún cuando las
mismas se rinden mucho tiempo después a la ocurrencia de los hechos que
narran, para la Sala es claro que la declaración del familiar de los actores por sí
misma no genera la suficiente credibilidad para tener por demostrado que el
arresto del señor Acosta Bonilla se produjo el 8 de abril 2003, máxime cuando
fácilmente pudo respaldar esa versión de los hechos con otros medios de prueba,
puesto que para ello le bastaba con acudir al mismo expediente del proceso penal
del cual sí extrajo los elementos de convicción que obran en el presente asunto
contencioso administrativo, lo que no hizo.

11.4 En consecuencia, se observa que la mención del libelo introductorio sobre


el momento exacto de inicio de la privación de la libertad carece de prueba que la
fundamente y por consiguiente, no se puede tener como probada, puesto que la
declaración practicada a solicitud de los demandantes no ofrece credibilidad
alguna sobre ese punto, medio de prueba que no encuentra soporte en otros
medios, de modo que los demandantes no cumplieron adecuadamente con su
carga probatoria de conformidad con lo dispuesto por el artículo 177 26 del C.P.C.

25
“Si tengo conocimiento, me consta que fue privado de la libertad en la madrugada del día 8 de abril de
2003, en la residencia de sus padres Orlando Bonilla Bolívar y María Acosta de Bonilla”. Testimonio
obrante en los folios 517 y 518 del cuaderno 1.
11.5 Teniendo en cuenta lo expuesto, se tendrá como término de la privación de
la libertad el tiempo certificado por el centro carcelario de la ciudad de Santa
Marta, desde el 10 de abril de 2003 hasta el 18 de abril de 2006 -día en el que
salió de ese centro penitenciario debido a que se le absolvió de responsabilidad
penal por los delitos de concierto para delinquir y extorsión, en virtud de la
sentencia del 17 de abril de la misma anualidad proferida por el Juzgado Penal del
Circuito Especializado de Santa Marta-, esto es, por el lapso de 3 años y 8 días
-ver párrafos 9.2 y 9.5-.

11.6 En este punto, la Sala estima que el análisis de la conducta del actor
Bonilla Acosta para efectos de determinar si la misma tuvo una incidencia en la
privación de su libertad, contrario a lo que dijo el Tribunal a quo, no tiene que ver
con la antijuridicidad del daño -lo que a título de ejemplo sí ocurre cuando una
persona privada de la libertad se le condena penalmente en sentencia en firme,
detención que en un principio se torna en una carga justa- 27, sino que se relaciona
con la configuración de una de las causas extrañas que operan en materia de
responsabilidad patrimonial del Estado por privación injusta de la libertad, esto es,
la culpa exclusiva de la víctima28, aspecto que será estudiado al momento de
26
“Incumbe a las partes probar el supuesto de hecho de las normas que consagran el efecto jurídico que
ellas persiguen.//Los hechos notorios y las afirmaciones o negaciones indefinidas no requieren prueba”.
27
Al respecto, consultar: Consejo de Estado, Sección Tercera, Subsección B, sentencia del 26 de noviembre
de 2015, exp. 25000-23-26-000-2005-02062-01(41821), C.P. Danilo Rojas Betancourth.
28
Así lo entendió la Sala Plena de la Sección Tercera de la siguiente manera: “Como corolario de lo anterior,
es decir, de la operatividad de un régimen objetivo de responsabilidad basado en el daño especial, como
punto de partida respecto de los eventos de privación injusta de la libertad ─especialmente de aquellos en
los cuales la exoneración de responsabilidad penal tiene lugar en aplicación del principio in dubio pro reo─,
debe asimismo admitirse que las eximentes de responsabilidad aplicables en todo régimen objetivo de
responsabilidad pueden ─y deben─ ser examinadas por el Juez Administrativo en el caso concreto, de suerte
que si la fuerza mayor, el hecho exclusivo de un tercero o de la víctima, determinan que el daño no pueda ser
imputado o sólo pueda serlo parcialmente, a la entidad demandada, deberá proferirse entonces el
correspondiente fallo absolutorio en punto a la determinación de la responsabilidad patrimonial y
extracontractual del Estado o la reducción proporcional de la condena en detrimento, por ejemplo, de la
víctima que se haya expuesto, de manera dolosa o culposa, al riesgo de ser objeto de la medida de
aseguramiento que posteriormente sea revocada cuando sobrevenga la exoneración de responsabilidad
penal; así lo ha reconocido la Sección Tercera del Consejo de Estado. En la misma dirección de cuanto se
acaba de sostener, la Sala estima oportuno destacar que ni la regulación legal de la responsabilidad
patrimonial del Estado por el funcionamiento de la Administración de Justicia –contenida en la Ley 270 de
1996 y puntualmente en cuanto al extremo aquí en comento, en su artículo 70(…)–, ni el pronunciamiento de
control previo de exequibilidad del proyecto de texto normativo que finalmente se convirtió en la mencionada
disposición, proferido por la Corte Constitucional –sentencia C-037 de 1996(…)–, se hizo referencia,
alusión y menos análisis alguno respecto de la procedencia de la aplicabilidad, en supuestos en los cuales se
examine la responsabilidad extracontractual del Estado por el hecho del Juez, de eximentes de
responsabilidad diversas del hecho exclusivo y determinante de la víctima, lo cual se estima acertado
comoquiera que lo jurídicamente plausible y además conveniente es que tal suerte de valoraciones sean
llevadas a cabo por el Juez de lo Contencioso Administrativo atendido el contexto fáctico de cada caso
específico y no en abstracto por el Legislador o por el Juez Constitucional, los cuales ni restringieron ni
podían o debían restringir el elenco de tales eximentes de responsabilidad, en este tipo de casos, solamente
al hecho exclusivo de la víctima.//Dicho examen sobre la eventual configuración de los supuestos
determinantes de la ocurrencia de una eximente de responsabilidad como el hecho de un tercero o la fuerza
mayor, por lo demás, debe ser realizado por el Juez tanto a solicitud de parte como de manera oficiosa, no
sólo en aplicación del principio iura novit curia sino en consideración a que tanto el Decreto Ley 01 de 1984
verificarse la imputación del daño aludido.

12 En cuanto a la imputación del daño señalado, se advierte que el régimen de


responsabilidad aplicado a los casos de privación injusta de la libertad está
generalmente constituido por el contenido del artículo 414 del Decreto 2700 de
1991, el cual disponía:

Quien haya sido privado injustamente de la libertad podrá demandar al


Estado indemnización de perjuicios. Quien haya sido exonerado por
sentencia absolutoria definitiva o su equivalente porque el hecho no existió,
el sindicado no lo cometió, o la conducta no constituía hecho punible, tendrá
derecho a ser indemnizado por la detención preventiva que le hubiere sido
impuesta siempre que no haya causado la misma por dolo o culpa grave.

12.1 En interpretación de dicho artículo, el criterio de esta Corporación en


relación con la responsabilidad que le asiste al Estado por los casos de privación
injusta de la libertad, es que cuando el proceso judicial culmina con una decisión
favorable a la inocencia del detenido, porque se determinó que el hecho objeto de
pesquisa no existió, éste no era un delito, o aquél no fue el autor de la conducta
punible investigada, al damnificado con esa retención no le es necesario probar
que la autoridad judicial incurrió en algún tipo de falla del servicio, sino que le
basta con acreditar que se le generó un daño derivado de la medida privativa de la
libertad que soportó, eventos de responsabilidad patrimonial del Estado cuya
imputación se analiza desde una perspectiva de carácter objetivo. De esta
manera, se advirtió:

En este orden de ideas, se señala que de manera unánime, la Sala ha


adoptado el criterio conforme al cual quien hubiera sido sometido a medida
de aseguramiento de detención preventiva, pero finalmente hubiera sido
exonerado de responsabilidad mediante sentencia absolutoria definitiva o su
equivalente29, con fundamento en que el hecho no existió, el sindicado no lo
cometió o la conducta no era constitutiva de hecho punible, tiene derecho a
la indemnización de los perjuicios que dicha medida le hubiera causado, sin
necesidad de acreditar que la misma fue ilegal, errada, o arbitraria, dado que
en dicha norma el legislador calificó a priori la detención preventiva como
injusta. En otros términos, cuando en la decisión penal definitiva favorable al
sindicado, el juez concluye que las pruebas que obran en el expediente le
dan certeza de que el hecho no existió, o de que de haber existido, no era
–artículo 164– como la Ley 1437 de 2011 –artículo 187– obligan al Juez de lo Contencioso Administrativo a
pronunciarse, en la sentencia definitiva, "sobre las excepciones propuestas y sobre cualquier otra que el
fallador encuentre probada". Consejo de Estado, Sección Tercera, Sala Plena, sentencia del 17 de octubre de
2013, exp. 52001-23-31-000-1996-07459-01(23354), C.P. Mauricio Fajardo Gómez.
29
[18] A juicio de la Sala, el derecho a la indemnización por detención preventiva debe ser el mismo cuando
el proceso termine no sólo por sentencia absolutoria, sino anticipadamente por preclusión de la
investigación (art. 443) o auto de cesación de procedimiento (art. 36), por cuanto éstas son decisiones
equivalentes a aquélla para estos efectos. Ver, por ejemplo, sentencia de 14 de marzo y 4 de mayo de 2002,
exp: 12.076 y 13.038, respectivamente, y de 2 de mayo de 2002, exp: 13.449.
constitutivo de hecho punible, o de que el sindicado no fue el autor del
mismo, la medida de aseguramiento de detención preventiva que en razón
de ese proceso se le hubiera impuesto deviene injusta y por lo tanto, habrá
lugar a declarar la responsabilidad patrimonial del Estado por los daños que
la misma le hubiera causado, tanto al sindicado, como a todas las demás
personas que demuestren haber sido afectadas con ese hecho, sin que para
llegar a esa conclusión, en los precisos términos del último aparte de la
norma citada, se requiera realizar ninguna otra indagación sobre la legalidad
de la medida de aseguramiento que le fue impuesta a aquél 30.

12.2 Igualmente, se ha señalado que el anterior criterio de imputación objetiva


de responsabilidad por los casos contemplados en la normativa procesal penal del
año 1991, rige y es aplicable a pesar de que para el caso que se resuelva hubiese
entrado en vigencia la Ley 270 de 1996 y la Ley 600 del 2000, cuyo artículo 535 31
derogó expresamente dicho código de procedimiento penal -normativas que
efectivamente existían para el momento de ocurrencia de los hechos- 32.

12.3 Ciertamente, a pesar de que en el sub lite, el demandante Bonilla Acosta


fue privado de la libertad una vez entró vigencia el artículo 68 de la Ley 270 de
1996, de conformidad con el cual “[q]uien haya sido privado injustamente de la
libertad podrá demandar al Estado reparación de perjuicios”, ello no es óbice para
abordar la responsabilidad del Estado con fundamento en el criterio de
responsabilidad objetivo expuesto. Al respecto, se debe tener en cuenta que al
revisar el proyecto de dicha ley estatutaria, la Corte Constitucional en sentencia C-
037 de 199633, condicionó la declaratoria de exequibilidad del que sería el artículo
68, en estos términos:

Este artículo, en principio, no merece objeción alguna, pues su fundamento


constitucional se encuentra en los artículos 6o, 28, 29 y 90 de la Carta. Con
todo, conviene aclarar que el término “injustamente” se refiere a una
actuación abiertamente desproporcionada y violatoria de los procedimientos
legales, de forma tal que se torne evidente que la privación de la libertad no
ha sido ni apropiada, ni razonada ni conforme a derecho, sino abiertamente
arbitraria. Si ello no fuese así, entonces se estaría permitiendo que en todos
los casos en que una persona fuese privada de su libertad y considerase en
forma subjetiva, aún de mala fe, que su detención es injusta, procedería en
forma automática la reparación de los perjuicios, con grave lesión para el

30
Consejo de Estado, Sala de lo Contencioso Administrativo, Sección Tercera, sentencia del 6 de abril de
2011, C.P. Ruth Stella Correa Palacio.
31
“Derógase el Decreto 2700 de noviembre 30 de 1991, por el cual se expidió el Código de Procedimiento
Penal, sus normas complementarias y todas las disposiciones que sean contrarias a la presente”.
32
Artículo 210 de la Ley 270 de 1996: “La presente ley tiene vigencia a partir de su promulgación y deroga
todas las disposiciones que le sean contrarias, en especial el Decreto 2652 de 1991 ”. Dicha norma fue
publicada en el Diario Oficial 42745 del 15 de marzo de 1996
Artículo 536 de la Ley 600 del 2000: “Este Código entrará en vigencia un año después de su promulgación”.
La ley señalada fue publicada en el Diario Oficial 44097 del 24 de julio del 2000.
33
M.P. Vladimiro Naranjo Mesa.
patrimonio del Estado, que es el común de todos los asociados. Por el
contrario, la aplicabilidad de la norma que se examina y la consecuente
declaración de la responsabilidad estatal a propósito de la administración de
justicia, debe contemplarse dentro de los parámetros fijados y teniendo
siempre en consideración el análisis razonable y proporcionado de las
circunstancias en que se ha producido la detención (…).
Bajo estas condiciones, el artículo se declarará exequible.

12.4 No obstante de conformidad con la anterior interpretación, el artículo 68 de


la Ley 270 de 1996 se refiere a la responsabilidad patrimonial del Estado en los
eventos en los cuales la actuación de cualquiera de sus ramas u órganos hubiera
sido “abiertamente arbitraria”, la Sala Plena de la Sección Tercera señaló que
dicha disposición no excluye la aplicación directa del artículo 90 de la Constitución
Política para derivar el derecho a la reparación en forma objetiva cuando los daños
provienen de una actuación legítima del Estado, pero que causa daños
antijurídicos a las personas, en tanto éstos no tengan el deber jurídico de
soportarlos, lo que evidentemente sucede en los casos en que las personas son
privadas de la libertad a pesar de no haber cometido un hecho punible, situaciones
que se equiparan a los eventos que refería el artículo 414 del Decreto 2700 de
199134.

12.5 En el mismo sentido, la jurisprudencia indicó que las hipótesis de


responsabilidad objetiva establecidas en el Decreto 2700 de 1991, con
independencia de su derogatoria, continúan siendo aplicables a hechos ocurridos
con posterioridad a su vigencia, no por una aplicación ultractiva de dicho precepto,
sino de los supuestos que se regulaban de manera específica en el mismo, puesto
que, en virtud del principio iura novit curia, el juez puede acoger criterios de
responsabilidad objetiva o subjetiva para respaldar su decisión. Al respecto se
indicó:

Es importante precisar que las hipótesis establecidas en el artículo 414 del


C.P.P. de 1991 (decreto ley 2700), al margen de la derogatoria de la
disposición, han continuado rigiéndose por una perspectiva objetiva de
responsabilidad. En consecuencia, el régimen aplicable para definir si la
privación de la libertad fue injusta en estos tres supuestos es el objetivo,
inclusive con posterioridad a la ley 270 de 1996, en los términos precisados
por la jurisprudencia de la Corporación35.
En consecuencia, la Subsección no avala una aplicación ultractiva del citado
precepto legal (art. 414) que se encuentra derogado, sino de los supuestos
que se regulaban de manera específica en el mismo. No quiere ello
34
Consejo de Estado, Sección Tercera, sentencia de abril 6 de 2011, exp. 21653, C.P. Ruth Stella Correa
Palacio.
35
[3] “Sobre el particular, consultar la sentencia del 4 de diciembre de 2006, expediente 13.168, M.P.
Mauricio Fajardo Gómez”.
significar, entonces, que se estén modificando los efectos en el tiempo de
una norma que se encuentra claramente abrogada. Sin embargo, en materia
de responsabilidad patrimonial del Estado, por ser una institución donde rige
el principio iura novit curia, es posible que el juez adopte o acoja supuestos
de responsabilidad objetiva o subjetiva, lo cual dependerá del fundamento en
que se soporte la misma.
Es decir, cuando se absuelve al procesado porque el hecho no existió, no lo
cometió, o la conducta no constituía hecho punible, el régimen de
responsabilidad es el objetivo y, por consiguiente, no será determinante a la
hora de establecer la responsabilidad de la entidad demandada si actuó o no
de manera diligente o cuidadosa.
Lo anterior, lejos de suponer una aplicación ultractiva del derogado artículo
414 del decreto ley 2700 de 1991, implica el reconocimiento de que en esos
supuestos resulta injustificado imponer al administrado la carga de acreditar
que la administración pública incurrió en una falla del servicio. Por el
contrario, la fuerza y contundencia de los motivos que generan la absolución
en este tipo de circunstancias (el hecho no existió, el sindicado no lo cometió
o el hecho no constituía conducta punible), refuerza la idea de que bajo esas
premisas impera un esquema objetivo de responsabilidad en el que la
autoridad judicial que impuso la medida de aseguramiento no puede
exonerarse del deber de reparar con la acreditación de que su
comportamiento fue diligente o cuidadoso 36.

12.6 Además de los tres eventos previstos en el artículo 414 del antiguo Código
de Procedimiento Penal, la Sala Plena de la Sección Tercera de esta Corporación,
mediante sentencia del 17 de octubre de 2013, consideró que también debía
aplicarse un régimen de responsabilidad objetivo en los eventos en los que el
sindicado es absuelto en aplicación del principio de in dubio pro reo, es decir,
cuando las pruebas dentro del proceso penal no generan en el juzgador una
certeza más allá de toda duda razonable respecto de la configuración de la
conducta típica, antijurídica y culpable. Al respecto se ha dicho:

15.3. Lo anterior también resulta extendible a aquellos eventos en los cuales


la exoneración de responsabilidad penal del sujeto privado de la libertad se
sustentó en la aplicación del principio in dubio pro reo, más aún si se tiene en
cuenta, que en la mayoría de estos casos, las decisiones judiciales
adoptadas dentro del proceso penal respectivo, estuvieron estrictamente
ajustadas a la normatividad correspondiente. Así mismo, es menester dejar
claro, que la injusticia que reviste la privación de la libertad en éstos eventos,
no deriva de la ilicitud en el proceder de los funcionarios judiciales, sino en
que la víctima no se encontraba en el deber jurídico de soportar los daños
ocasionados como consecuencia de habérsele impuesto una detención
“preventiva” mientras se le adelantaba un proceso penal, el cual culminó con
una decisión absolutoria, evidenciándose así que el Estado, quien fue el que
ordenó esa detención, fue incapaz de desvirtuar la presunción de inocencia
de la que siempre gozó el afectado: antes, durante y después de la actuación
penal desplegada en su contra.

36
Consejo de Estado, Sección Tercera, Subsección “C”, sentencia del 19 de octubre 2011, exp. 1994-02193
(19151), C.P. Enrique Gil Botero.
15.4. En suma, también se le habrá causado un daño especial a la persona
privada de su libertad de forma preventiva y que posteriormente fue absuelta,
en la medida en que mientras la causación de ese daño fue con la finalidad
de alcanzar un beneficio para la colectividad, interesada en el pronto,
cumplido y eficaz funcionamiento de la Administración de Justicia, en la
comparecencia de los sindicados a los correspondientes procesos penales,
en la eficacia de las sentencias penales condenatorias, y que con todo esto,
únicamente se afectó de manera perjudicial a quien se vio privado de su
libertad, se ocasiona con esto una ruptura del principio de igualdad ante las
cargas públicas, lo que indica que esa víctima tendrá derecho al
restablecimiento que ampara, prevé y dispone el ordenamiento vigente, en
armonía con el artículo 90 constitucional. Para llegar a tal afirmación, esta
Corporación, en sentencia de unificación del 17 de octubre de 2013 37, realizó
el siguiente cuestionamiento:
¿Podrá sostenerse entonces que ese individuo está en el deber jurídico de
sacrificar su libertad o, lo que es lo mismo, de soportar la privación de su
libertad, única y exclusivamente para que la sociedad pueda beneficiarse de
la observancia y de la aplicación de las normas penales que regulan esa
clase de procesos? ¿A qué quedaría entonces reducido el valor de la
libertad, aquél que justifica y explica la existencia 38 misma de la Constitución
Política y que a la vez constituye uno de sus principales cometidos y fines
esenciales –como que la limitación al ejercicio del poder público sólo cobra
sentido en función de asegurar la efectividad real de la libertad de los
asociados–? ¿Acaso pasaría de constituir un propósito esencial –fin
esencial– para convertirse en un simple medio que facilite la existencia de la
sociedad y la convivencia en comunidad, de tal manera que los individuos
tuvieren el deber de soportar su privación y su sacrificio en aras de facilitar la
consecución de ese nuevo fin?39.

12.7 De acuerdo con estos lineamientos y contrario a lo que sostuvo el Tribunal


de primera instancia, si el caso bajo estudio coincide con las circunstancias
analizadas, podrá surgir la responsabilidad del Estado a pesar de que no se
acredite la configuración de un incumplimiento en el contenido obligacional
asignado a su cargo, incluso no obstante se hubiera (i) cumplido con las
disposiciones legales que regían la materia; (ii) contado con los elementos
probatorios que en un principio indicaran que el accionante participó en la
comisión de los punibles objeto de la pesquisa, o (iii) aplicado el principio in dubio
pro reo para su exoneración penal.

37
[13] “Consejo de Estado, Sección Tercera, sentencia del 17 de octubre de 2013, exp. 23346, M.P.
Mauricio Fajardo Gómez”.
38
[14] “En los regímenes absolutistas, no democráticos, en los cuales no existe –en el verdadero sentido de
su expresión–, libertad para los individuos y en los cuales, por tanto, no existe propósito real de garantizarla
de manera efectiva, tampoco existe una verdadera Constitución Política, por elemental sustracción de
materia, en la medida en que carecería de sentido limitar el ejercicio del Poder, porque su abuso frente a los
individuos no desencadenaría consecuencia alguna para el Estado y, por ello mismo, tampoco se requeriría
una separación de poderes porque en esa misma línea dejaría de tener sentido un sistema de pesos y
contrapesos que sólo se justifica y se explica en función de la protección de los Derechos de los asociados,
amén de que la consagración de una Carta de Derechos en esos escenarios no tendría más propósito que el
de cumplir un papel puramente formal y teórico”.
39
Consejo de Estado, Sección Tercera, Subsección “B”, sentencia de 26 de junio de 2014, exp. 2003-02376
(29890), C.P. Danilo Rojas Betancourth.
12.8 Lo anterior, siempre y cuando la privación de la libertad no se derive en su
totalidad de una causa extraña, tal como ocurre cuando se configura la culpa
exclusiva de la víctima o el hecho exclusivo de un tercero 40.

12.9 En el caso concreto, la Sala advierte que si bien en el expediente no obra


copia de la resolución mediante la cual se impuso la medida de aseguramiento al
señor Javier Eusebio Bonilla Acosta, se encuentra fehacientemente acreditado
que estuvo detenido como presunto coautor de los delitos de concierto para
delinquir y extorsión, los cuales se investigaron con ocasión de las actividades que
para la época llevaron a cabo miembros las Autodefensas Unidas de Colombia en
la ciudad de Santa Marta.

12.10 Efectivamente, está probado que luego de su captura, la Fiscalía General


de la Nación, el 2 de abril de 2004, profirió en su contra resolución de acusación
por las conductas punibles descritas, en consideración a que a partir de un informe
preparado por la Sijin y la Dijin, concluyó que aquel demandante, como

40
Al respecto, se debe tener en cuenta que la Sala Plena de la Sección Tercera consideró que el hecho
exclusivo de un tercero procede en responsabilidad patrimonial por privación injusta de la libertad, en los
siguientes términos: “Como corolario de lo anterior, es decir, de la operatividad de un régimen objetivo de
responsabilidad basado en el daño especial, como punto de partida respecto de los eventos de privación
injusta de la libertad ─especialmente de aquellos en los cuales la exoneración de responsabilidad penal tiene
lugar en aplicación del principio in dubio pro reo─, debe asimismo admitirse que las eximentes de
responsabilidad aplicables en todo régimen objetivo de responsabilidad pueden ─y deben─ ser examinadas
por el Juez Administrativo en el caso concreto, de suerte que si la fuerza mayor, el hecho exclusivo de un
tercero o de la víctima, determinan que el daño no pueda ser imputado o sólo pueda serlo parcialmente, a la
entidad demandada, deberá proferirse entonces el correspondiente fallo absolutorio en punto a la
determinación de la responsabilidad patrimonial y extracontractual del Estado o la reducción proporcional
de la condena en detrimento, por ejemplo, de la víctima que se haya expuesto, de manera dolosa o culposa,
al riesgo de ser objeto de la medida de aseguramiento que posteriormente sea revocada cuando sobrevenga
la exoneración de responsabilidad penal; así lo ha reconocido la Sección Tercera del Consejo de
Estado(…).//En la misma dirección de cuanto se acaba de sostener, la Sala estima oportuno destacar que ni
la regulación legal de la responsabilidad patrimonial del Estado por el funcionamiento de la Administración
de Justicia –contenida en la Ley 270 de 1996 y puntualmente en cuanto al extremo aquí en comento, en su
artículo 70(…)–, ni el pronunciamiento de control previo de exequibilidad del proyecto de texto normativo
que finalmente se convirtió en la mencionada disposición, proferido por la Corte Constitucional –sentencia
C-037 de 1996(…)–, se hizo referencia, alusión y menos análisis alguno respecto de la procedencia de la
aplicabilidad, en supuestos en los cuales se examine la responsabilidad extracontractual del Estado por el
hecho del Juez, de eximentes de responsabilidad diversas del hecho exclusivo y determinante de la víctima, lo
cual se estima acertado comoquiera que lo jurídicamente plausible y además conveniente es que tal suerte de
valoraciones sean llevadas a cabo por el Juez de lo Contencioso Administrativo atendido el contexto fáctico
de cada caso específico y no en abstracto por el Legislador o por el Juez Constitucional, los cuales ni
restringieron ni podían o debían restringir el elenco de tales eximentes de responsabilidad, en este tipo de
casos, solamente al hecho exclusivo de la víctima.Dicho examen sobre la eventual configuración de los
supuestos determinantes de la ocurrencia de una eximente de responsabilidad como el hecho de un tercero o
la fuerza mayor, por lo demás, debe ser realizado por el Juez tanto a solicitud de parte como de manera
oficiosa, no sólo en aplicación del principio iura novit curia sino en consideración a que tanto el Decreto Ley
01 de 1984 –artículo 164– como la Ley 1437 de 2011 –artículo 187– obligan al Juez de lo Contencioso
Administrativo a pronunciarse, en la sentencia definitiva, "sobre las excepciones propuestas y sobre
cualquier otra que el fallador encuentre probada". Consejo de Estado, Sección Tercera, Sala Plena, sentencia
del 17 de octubre de 2013, exp. 52001-23-31-000-1996-07459-01(23354), C.P. Mauricio Fajardo Gómez.
despachador ocasional de la empresa de transporte público Rodamar S.A.,
conocía y participaba del cobro de vacunas que varios despachadores de dicha
sociedad le hacían a sus mismos conductores -ver párrafos 9.1 a 9.3-.

12.11 Sin embargo, en la etapa de juicio y por medio de la sentencia del 17 de


abril de 2006, el Juzgado Penal del Circuito Especializado de Santa Marta absolvió
al actor, comoquiera que encontró que el señalado medio de prueba era
insuficiente para colegir su responsabilidad penal, e incluso, para haberlo detenido
preventivamente, por lo que concordó con el Ministerio Público en esa instancia, al
concluir que no existían pruebas para declarar su responsabilidad penal -ver
párrafos 9.4 a 9.4.2-.

12.12 En este punto, conviene resaltar que en sentido opuesto a lo señalado por
el Tribunal de primera instancia, (i) no es cierto que un declarante que rindió una
versión desfavorable del aludido accionante hubiese cambiado su dicho
posteriormente, puesto ello sólo ocurrió en relación con un testigo cuya
declaración nada tuvo que ver con el actor aludido, y (ii) a Javier Eusebio Bonilla
Acosta no se le exoneró de responsabilidad penal por aplicación del principio in
dubio pro reo -lo que ni siquiera se mencionó en la providencia-, comoquiera que
dicha determinación en realidad se adoptó por carencia de pruebas en tanto que el
informe policivo que obraba, era completamente insuficiente.

12.13 Así las cosas, se considera posible imputar la privación de la libertad del
señor Javier Eusebio Bonilla Acosta al aparato estatal, toda vez que en este juicio
de responsabilidad extracontractual del Estado, la ausencia de pruebas sobre la
comisión del delito que se investiga se equipara a que el detenido no cometió la
conducta típica, antijurídica y culpable por la que se le indagó, lo que coincide con
uno de los eventos que en su tiempo fueron previstos por el artículo 414 del
Decreto ley 2700 de 1991, y que actualmente se identifican con casos en los que
procede la atribución objetiva de la privación injusta para el surgimiento de la
responsabilidad patrimonial del Estado.

12.14 Igualmente, es preciso señalar que la responsabilidad patrimonial por el


daño causado a los demandantes es imputable a la Nación-Fiscalía General de la
Nación, pues fue en virtud de las actuaciones de este organismo que el afectado
directo se vio privado de la libertad.
12.15 A pesar de que la Nación-Fiscalía General de la Nación argumentó que la
privación de la libertad del señor Bonilla Acosta no le era atribuible, en tanto
simplemente se limitó a cumplir con los deberes que constitucional y legalmente le
fueron asignados, labores en las que no cometió irregularidad alguna que pueda
ser reputada como una falla en la prestación del servicio, es evidente que debe
radicarse en su cabeza la obligación de resarcir a la parte demandante, habida
consideración de que dicha detención legalmente impuesta fue injusta.

12.16 En efecto, al proferirse la sentencia absolutoria a favor del accionante en


comento, la cual quedó en firme, se demostró que éste no tenía el deber jurídico
de soportar la grave restricción de sus derechos que comportó el haberse
encontrado detenido por el término de un poco más de tres años, comoquiera que
no cometió el delito investigado, circunstancia en la que se fundamenta la
obligación de la entidad aludida de reparar de manera objetiva los daños
ocasionados al privado de la libertad y a su familia.

12.17 Asimismo, teniendo en cuenta que en el presente asunto, la


responsabilidad estatal por privación injusta de la libertad se configura desde una
perspectiva objetiva, no se requiere analizar la conducta observada por las
entidades demandadas o si se contaron con los indicios exigidos por la normativa
de la época para que se pudiera dictar una medida de aseguramiento, de tal forma
que no se encuentra llamada a prosperar el argumento de la Nación-Fiscalía
General de la Nación, en el sentido de que la ausencia de la totalidad del
expediente penal en el plenario impide que se le condene, puesto que se reitera,
el mismo no es necesario para que se constituye su responsabilidad patrimonial
-ver párrafos 12 a 12.6-.

12.18 Por otra parte, si bien la Rama Judicial está legitimada en la causa, puesto
que hace parte de la persona jurídica de la Nación y además tuvo participación
directa en los hechos que alega el demandante, en la medida en que el sindicado
estuvo durante un período de tiempo privado de la libertad por cuenta de esta
entidad, lo cierto es que en opinión de la Sala no le cabe ninguna responsabilidad
por los daños sufridos por la parte actora, puesto que fue ella la que declaró la
inocencia del señor Bonilla Acosta al proferir la sentencia de primera instancia.

12.19 Al respecto, conviene señalar que sin perjuicio de que entre la acusación y
la sentencia de primera instancia transcurrió un tiempo significativo, no se advierte
la comisión de una falla por parte de dicha entidad, en la medida en que la mora
en la que incurrió se explica por la complejidad del proceso, en el cual se le
imputaron varios delitos por diversos hechos a más de 60 personas 41.

12.20 Finalmente, cabe tener en cuenta que el Tribunal de primera instancia


consideró que la privación de la libertad del señor Bonilla Acosta se debió a su
propio comportamiento, toda vez que al momento de acusársele se podía inferir
que conocía de las conductas punibles desarrolladas en virtud del cargo que
desempeñaba en Rodamar S.A., de las relaciones que mantenía con los
trabajadores que finalmente fueron condenados por los mismos delitos que a él se
le pretendieron imputar, y con ocasión de que obraban dos testimonios en su
contra. Igualmente, coligió que procedía denegar las pretensiones de la demanda,
en la medida en que no se probó que el señor Bonilla Acosta hubiera agotado los
recursos que la ley le otorgaba para debatir la decisión que lo privó de la libertad.

12.21 Sobre la causal de exoneración de culpa exclusiva de la víctima, esta


Corporación ha manifestado que aplica en los eventos en los cuales ha sido ésta
la que con su conducta ha inducido a error a la administración, provocando que se
iniciara la investigación penal y que se impusiera la medida de aseguramiento en
su contra.

12.22 Cabe anotar que las consideraciones relativas a si el hecho de la víctima,


esto es, la actuación dolosa o gravemente culposa de la persona privada
injustamente de su libertad, fue determinante para la producción de este daño, es
decir, si fue o no su causa adecuada42, se circunscriben al análisis de
41
Conviene advertir que la misma determinación en relación con la Nación-Rama Judicial, fue adoptada por
esta Subsección en el caso de otro privado de la libertad que llegó a esta Corporación en virtud del mismo
proceso penal. Al respecto, consultar: Consejo de Estado, Sección Tercera, Subsección B, sentencia del 2 de
mayo de 2016, exp. 47001-23-31-000-2009-000287-01, C.P. Danilo Rojas Betancourth.
42
La doctrina ha referido sobre la teoría de la causalidad adecuada, lo siguiente: “a) Gravitación de la teoría.
La doctrina de la “causa adecuada” adquirió gran predicamento y se la considera en la actualidad la
posición dominante en la doctrina comparada en materia de relación causal, tanto en el campo penal como
en el civil. (…)// b) Su mecánica. La “prognosis póstuma”. Dicha teoría aquilata la adecuación de la causa
en función de la posibilidad y probabilidad de un resultado, atendiendo a lo que corrientemente acaece
según lo indica la experiencia diaria en orden al curso ordinario de los acontecimientos id quos plerumque
accidit.(…)// El concepto de causalidad adecuada implica, pues, el de regularidad, apreciada de
conformidad con lo que acostumbra suceder en la vida misma. Es decir, para que exista relación causal,
según la interpretación que comentamos, la acción tiene que ser idónea para producir el efecto operado,
tiene que determinarlo normalmente (65). (…)// A fin de establecer la vinculación de causa efecto entre dos
sucesos, es menester realizar un juicio retrospectivo de probabilidad, cuya formulación es la siguiente: ¿la
acción u omisión que se juzga era per se apta o adecuada para provocar normalmente esa consecuencia?
(…)// Este juicio de idoneidad o cálculo de probabilidades tiene que plantearse en abstracto, o en general,
con prescindencia de lo efectivamente sucedido, atendiendo a lo que usualmente ocurre; y no en concreto o
en particular, es decir, como se han producido realmente las cosas.// La determinación del fenómeno causal
constituye de este modo el resultado de un proceso de abstracción y generalización que da relevancia a una
de las condiciones del caso concreto, elevándola a la categoría de “causa” del evento. (…)// d) Fractura del
imputabilidad de este último, indispensable en cualquier juicio de responsabilidad,
pero de ningún modo implican un juicio sobre lo bien o mal fundado de la
actuación de la autoridad que haya dispuesto la captura o la imposición de la
medida de aseguramiento de detención preventiva.

12.23 En efecto, al margen de que la actuación de la víctima fuera o no de


aquéllas que dan lugar a la captura; o constituyera o no un indicio de
responsabilidad que, de acuerdo con la normativa penal, habilitara proferir medida
de aseguramiento -análisis propios del régimen de responsabilidad subjetivo, esto
es, el fundado en la falla del servicio-, lo que interesa para el estudio de la causal
eximente de responsabilidad del hecho de la víctima es que su conducta, dolosa o
gravemente culposa desde la perspectiva civil, haya sido la causa eficiente del
daño, es decir, la razón sin la que aquél no se habría producido, estudio que
puede ser adelantado sin que ello signifique que, al mismo tiempo, se esté
valorando si la autoridad penal correspondiente actuó correctamente o no a la
hora de tener en cuenta dicha conducta para efectos de ordenar la privación de la
libertad.

12.24 En el sub judice, la Sala considera que no se configuró una culpa de la


víctima, puesto que se reitera, el hecho de que en un momento se hubiese
colegido que era viable acusar al actor Bonilla Acosta con fundamento en un
informe policivo que finalmente se descartó, no tiene la potencialidad de dar por
acreditado que su comportamiento fue la causa adecuada de su privación, máxime
cuando no orbitan en el plenario tal informativo u otros medios de prueba que
dieran cuenta de sus actuaciones en ese sentido, supuesto constitutivo de una
excepción que le correspondía acreditar a las entidades demandadas y respecto
del cual no arribaron medio probatorio alguno -ver párrafo 11.4 y nota 8-.

12.25 De otro lado, se debe tener en cuenta que el juzgador de primera instancia
nexo causal. La operatividad de la teoría que nos ocupa se condiciona a que todos los eslabones de la
cadena sean adecuados, la regularidad debe existir en cada etapa del iter causal. Como bien lo señala
ORGAZ “no basta establecer que la acción era en general idónea para producir el daño, sino que es además
necesario que las circunstancias intermedias hayan sucedido también normalmente, sin la intervención de
factores anómalos o extraordinarios.//Precisamente, la concurrencia de esos eventos disociantes interfieren
el curso ordinario del proceso, interrumpiéndolo; se produce entonces la fractura del nexo causal. En tales
hipótesis queda excluida la imputatio facti entre el resultado final y el suceso desencadenante de la trama de
acontecimientos (73).// Nos hallamos ante lo que se denomina “proceso atípico o inadecuado”: los efectos
anormales no se atribuyen ya al agente, pues no se consideran causado por su acción, aunque en concreto
ese obrar haya constituido una condictio sine qua non del desmedro resultante (74).(…)// En otras hipótesis
el proceso puede verse alterado o desviado de su curso normal por circunstancias anteriores o
concomitantes que concurren a la producción del efecto”. Isodoro Goldenberg. “La relación de Causalidad
en la Responsabilidad Civil”, segunda edición ampliada y con actualización jurisprudencial, editorial La Ley,
Buenos Aires, 2000, p. 22-27.
supone que por el hecho de trabajar ocasionalmente en una misma empresa,
podía presumirse que el señor Bonilla Acosta conocía que varios de sus
colaboradores se encontraban cometiendo los punibles de extorsión y concierto
para delinquir, de modo que le son atribuibles a él las consecuencias de
relacionarse con ellos.

12.26 No obstante, se encuentra que no existe ninguna regla de la experiencia


que permita realizar tal presunción, teniendo en cuenta que por regla general
dichas conductas, por ser punibles, son mantenidos en secreto y ocultados a la
vista de las demás personas, de modo que no hay razones que permitan suponer
que el simple hecho de que laborara con varias personas implicadas, significara
que conociera que estaban envueltas en actividades por fuera de la ley en virtud
de lo cual hubiese sido consciente de que a él también se le pudiera iniciar una
investigación y resultar privado de la libertad.

12.27 En cualquier caso, lo cierto es que el hecho de que el señor Bonilla Acosta
mantuviera relaciones laborales con personas sindicadas no constituye ninguna
contravención a su deber de conducta, a título de dolo o culpa grave, que permita
configurar una culpa o dolo de la víctima.

12.28 Efectivamente, dentro de un Estado social de derecho como el colombiano


no se le puede criminalizar a una persona únicamente por cuenta de los crímenes
cometidos por allegados suyos, toda vez que la responsabilidad penal es
netamente individual. Por tanto, no puede sostenerse que el hecho de relacionarse
con personas que incurrieron en los delitos de concierto para delinquir y extorsión
obligaban al demandante a soportar el daño causado por la privación de la libertad
de la que fue objeto, teniendo en cuenta que mediante sentencia definitiva fue
exonerado de los delitos que se le imputaban.

12.29 Por otra parte, la Sala tampoco comparte lo considerado por el Tribunal a
quo en cuanto a que el señor Javier Eusebio Bonilla Acosta no se defendió
adecuadamente ni agotó los recursos que la ley consagraba a su favor, por lo que
se debían denegar sus pretensiones por incumplimiento de su carga probatoria.

12.30 Cabe señalar que en el expediente no está acreditada tal situación,


comoquiera que de las pruebas obrantes no es posible advertir cuál fue la defensa
que su abogado desplegó ni tampoco si interpuso recurso contra la decisión que
decretó la medida de aseguramiento. Esa circunstancia, por sí sola, bastaría para
denegar la excepción propuesta, teniendo en cuenta que demostrar dicho hecho
no era carga de los demandantes sino de la entidad demandada, al tratarse de
una excepción.

12.31 Pero con independencia de lo anterior, no puede perderse de vista que la


jurisprudencia de esta Corporación, desde hace más de una década, aclaró que
cuando Ley 270 de 1996 desarrolló los títulos de imputación de error jurisdiccional,
privación injusta de la libertad e indebido funcionamiento de la administración de
justicia, sólo puso como elemento necesario para la configuración de la
responsabilidad el agotamiento de los recursos en el primer caso, es decir en
materia de error judicial:

Cuando la ley 270 de 1996 refiere a los presupuestos del error jurisdiccional
y dispone que el afectado deberá haber interpuesto los recursos de ley en
los eventos previstos en el artículo 70, excepto en los casos de privación de
la libertad del imputado cuando ésta se produzca en virtud de una
providencia judicial, y que la providencia contentiva del error esté en firme,
no hace otra cosa que determinar los presupuestos del error jurisdiccional,
es decir la materia sustantiva que debe dilucidar el juzgador al momento de
fallar. Tanto es así que el artículo 70 ibídem al cual reenvía el artículo 67,
cuando señala que el afectado deberá haber interpuesto los recursos de ley
en los eventos previstos en el artículo 70, quiere significar que si no los
interpuso, excepto en los casos de privación de la libertad del imputado
cuando esta se produzca en virtud de una providencia judicial, el daño se
entenderá debido a culpa exclusiva de la víctima cuando, entre otros, “no
haya interpuesto los recursos de ley” 43.

12.32 De otro lado, se debe tener en cuenta que la Nación-Fiscalía General de la


Nación propuso como excepción sendos hechos de terceros, pues fueron los
informes rendidos por la Policía Nacional los que la motivaron a iniciar el proceso y
a privar de la libertad al señor Javier Eusebio Bonilla Acosta, lo que
adicionalmente tuvo lugar por la aplicación de la normativa legal de la época, por
lo que también señaló que en el daño objeto de la demanda intervino de manera
exclusiva el hecho del legislador.

12.33 No obstante, la Sala considera que no son de recibo los argumentos


señalados, puesto que de una parte, es función del ente investigador calificar el
mérito y el fundamento que pueden tener las pruebas aportadas para iniciar la

43
Consejo de Estado, Sección Tercera, sentencia del 31 de agosto del 2005, exp. 28513, C.P. María Elena
Giraldo Gómez.
correspondiente investigación44.

12.34 De este modo, con independencia de quién hubiere allegado los informes
con base en los cuales se inició la investigación, lo cierto es que la Fiscalía era
quien tenía la función legal de valorar su contenido, con base en el principio de la
sana crítica. Por ello, el daño sufrido por los actores, derivado de la privación de la
libertad a la que estuvo sujeto el señor Bonilla, sólo es imputable a la Fiscalía
General de la Nación, puesto que era ella la que tenía bajo su control las pruebas
obrantes en el proceso y a quien le competía verificar la probidad de las mismas.

12.35 Por su parte, y teniendo en cuenta lo reseñado en relación con la Policía


Nacional, la circunstancia de que existieran normas que le permitieran a la Fiscalía
General de la Nación privar preventivamente de la libertad a los particulares, no
puede constituirse en un causa del daño ajena a dicha entidad y proveniente
exclusivamente de la Nación-Congreso de la República, puesto que era a esa
autoridad a la que correspondía interpretar la normativa aludida para efectos de
darle alcance y aplicabilidad en relación con el comportamiento del demandante
Acosta Bonilla, sin que le fuera obligatorio iniciar la instrucción pertinente y mucho
menos, decretarle medida de aseguramiento a una persona que finalmente se
coligió que no se había comportado en forma ilícita.

12.36 En consecuencia, es evidente que de ninguna manera se podría señalar


que en los eventos de privación injusta de libertad, el hecho del legislador al
expedir una norma que posibilita pero que no le impone a la Fiscalía General de la
Nación el decretar medidas de aseguramiento, se trate de una causa exclusiva,
excluyente y extraña a dicha entidad, puesto que ésta mantiene la libertad que el
mismo ordenamiento jurídico le asigna para adoptar ese tipo de decisiones,
requisitos indispensables para que se pueda entender que se configura una causa
extraña.

13 En consecuencia, debido a que el menoscabo demandado, consistente en la


privación injusta de la libertad del señor Javier Eusebio Bonilla Acosta, le resulta
plenamente imputable a la Nación-Fiscalía General de la Nación, se impone
revocar el sentido absolutorio de la sentencia proferida en primera instancia y en
consecuencia, se procederá a verificar los perjuicios demandados que partir de

44
Consejo de Estado, Sala de lo Contencioso Administrativo, Sección Tercera, Subsección “B”, sentencia del
30 de octubre del 2013, exp. 28664, C.P. Danilo Rojas Betancourth.
ello se les hubiese ocasionado a los actores y sus correspondientes
indemnizaciones.

VI. Liquidación de perjuicios

14 En la demanda, los accionantes solicitaron como resarcimiento por sus


perjuicios morales -objetivados y subjetivados- derivados de la privación de la
libertad, el equivalente a 2000 smmlv a favor del señor Javier Eusebio Bonilla
Acosta, la suma correspondiente a 1500 smmlv en beneficio de Brigidia Isabel
Bonilla Acosta, Diana María Bonilla Acosta y José Julián Bonilla Acosta, para cada
uno, el valor equivalente a 1000 smmlv a favor de María de Jesús Acosta y Javier
Orlando Bonilla Narváez, para cada uno, y el monto de 500 smmlv para Karina
Narváez Fontalvo.

14.1 En cuanto a la prueba de los perjuicios morales, la jurisprudencia del


Consejo de Estado ha considerado que en casos de detención en
establecimientos carcelarios, se deduce el dolor moral, la angustia y la aflicción de
la víctima directa del daño por la privación de la libertad 45, de la misma manera
que se infiere dicho dolor respecto de sus seres queridos, conforme a las reglas
de la experiencia46.

14.2 Igualmente, la Sala Plena de la Sección Tercera no obstante recordó que


queda al prudente juicio del juez determinar el monto de la indemnización
pertinente del perjuicio referido de conformidad con las circunstancias propias de
cada caso47, unificó los criterios de las Subsecciones al concluir que el dolor de los
padres, del cónyuge o compañero permanente, y de los hijos del privado de la
libertad se equiparan al padecimiento que éste siente por tal situación, motivo por
el cual el resarcimiento reconocido en principio debería ser igual o semejante, y a
su vez sugirió ciertos parámetros fundamentados en el tiempo de reclusión, con el
fin de establecer de manera objetiva -en la medida lo posible- un criterio que
garantizara los principios de reparación integral, igualdad material y dignidad
humana. En este sentido, señaló:

45
Consejo de Estado, Sección Tercera, sentencia de 14 de marzo de 2002, exp. 12076, C.P. Germán
Rodríguez Villamizar.
46
Consejo de Estado, Sección Tercera, sentencia de 20 de febrero de 2.008, exp. 15980, C.P. Ramiro
Saavedra Becerra.
47
Con relación al arbitrio judice en materia de la cuantía de los perjuicios morales, ver entre otras: Consejo de
Estado, S.C.A., Sección Tercera, sentencias de febrero 13 de 2003, exp. 12654, C.P. Alier Hernández y junio
24 de 2004, exp. 14950, C.P. Ricardo Hoyos Duque.
De otro lado, según lo ha reiterado la jurisprudencia del Consejo de Estado,
en casos de privación injusta de la libertad hay lugar a inferir que esa
situación genera dolor moral, angustia y aflicción a las personas que por
esas circunstancias hubieren visto afectada o limitada su libertad 48; en esa
línea de pensamiento, se ha considerado que ese dolor moral también se
genera en sus seres queridos más cercanos, tal como la Sala lo ha
reconocido en diferentes oportunidades 49, al tiempo, el dolor de los padres
es, cuando menos, tan grande como el del hijo que fue privado injustamente
de su libertad, cuestión que cabe predicar por igual en relación con el
cónyuge, compañera o compañero permanente o los hijos de quien debió
soportar directamente la afectación injusta de su derecho fundamental a la
libertad50.
Respecto del quantum al cual deben ascender estos perjuicios, según la
jurisprudencia de la Sala que aquí se unifica, se encuentra suficientemente
establecido que el juez debe valorar, según su prudente juicio, las
circunstancias propias del caso concreto, para efectos de determinar la
intensidad de esa afectación, con el fin de calcular las sumas que se deben
reconocer por este concepto.
Con todo y, de nuevo, sin perjuicio de las particularidades de cada caso
concreto, la Sala, para efectos de determinar el monto de los perjuicios
morales en los eventos de privación injusta de la libertad, estima necesario
tener en cuenta, tal como lo ha hecho de manera reiterada e invariable,
algunos de los presupuestos o criterios que sirven de referente objetivo a la
determinación de su arbitrio, con el fin de eliminar al máximo apreciaciones
eminentemente subjetivos y garantizar así, de manera efectiva, el Principio
Constitucional y a la vez Derecho Fundamental a la igualdad (artículos 13 y
209 C.P.), propósito para cuya consecución se han utilizado, entre otros: i) el
tiempo durante el cual se extendió la privación de la libertad; ii) las
condiciones en las cuales se hizo efectiva la privación de la libertad, esto es,
si se cumplió a través de reclusión en centro carcelario o detención
domiciliaria; iii) la gravedad del delito por el cual fue investigado y/o acusado
el sindicado; iv) la posición y prestigio social de quien fue privado de la
libertad. Ahora bien, sin que de manera alguna implique un parámetro
inmodificable que deba aplicarse en todos los casos, puesto que se insiste
en la necesidad de que en cada proceso se valoren las circunstancias
particulares que emergen del respectivo expediente, a manera de sugerencia
y como parámetro que pueda orientar la decisión del juez en estos eventos,
la Sala formula las siguientes reglas que sirven como guía en la tasación del
perjuicio moral de la víctima directa en escenarios de privación injusta de la
libertad: i) en los casos en que la privación sea superior a 18 meses, se
reconozca la suma de 100 SMMLV; ii) cuando supere los 12 meses y sea
inferior a 18 meses, el monto de 90 SMMLV; iii) si excedió los 9 meses y fue
inferior a 12 meses, se sugiere el reconocimiento de 80 SMMLV, iv) si fue
mayor a 6 meses, pero no rebasó 9 meses hay lugar a fijar como
indemnización la suma equivalente a 70 SMMLV, v) de igual forma, en tanto
la privación sea superior a 3 meses pero no sea mayor a 6 meses, el valor
por concepto de este perjuicio correspondería a 50 SMMLV, vi) si la medida
supera 1 mes pero es inferior a 3 meses, se insinúa el reconocimiento de 35

48
[35] Entre otras, sentencia del 14 de marzo de 2002, exp. 12076, M.P. Germán Rodríguez Villamizar.
49
[36] Cf. Sentencia del 20 de febrero de 2008, exp. 15980, M.P. Ramiro Saavedra Becerra.
50
[37] Cf. Sentencia del 11 de julio de 2012, exp. 23688, M.P. Carlos Alberto Zambrano Barrera, reiterada
en sentencia del 30 de enero de 2013, exp. 23998 y del 13 de febrero de 2013, exp. 24296, M.P. Mauricio
Fajardo Gómez, proferidas por la Subsección A de esta Sección, y en sentencia del 24 de julio de 2013, exp.
27289, M.P. Enrique Gil Botero.
SMMLV, y vii) finalmente, si la detención no supera un mes, la reparación se
podrá tasar en el equivalente a 15 SMMLV, todo ello para la víctima directa –
se insiste– y para cada uno de sus más cercanos o íntimos allegados 51.

14.3 La anterior postura fue recientemente ratificada por la Sala Plena de la


Sección Tercera, en la que a su vez se incluyó el porcentaje de indemnización que
en principio deberían recibir parientes más lejanos y allegados del privado
injustamente de la libertad, en los siguientes términos:

Ahora bien, en los casos de privación injusta de la libertad se reiteran los


criterios contenidos en la sentencia de 28 de agosto de 2013, proferida por
la Sala Plena de la Sección Tercera de la Sala de lo Contencioso
Administrativa –radicación No. 25.022– y se complementan los términos de
acuerdo con la evolución jurisprudencial de la Sección Tercera en los
términos del cuadro que se incorpora a continuación:
NIVEL 1 NIVEL 2 NIVEL 3 NIVEL 4 NIVEL 5
Reglas para liquidar el Víctima direc ta, c ónyuge Pariente s e n el 2º Pariente s en el 3º Parie nte s e n el Te rce ros
o co mpañero (a) 4º de
pe rjuicio moral derivado de la de de cons anguinidad
pe rmanente y parie nte s en y afine s has ta el
privación injus ta de la libertad el 1° de cons anguinidad co ns anguinidad cons ang uinidad 2º damnificados
Té rmino de privac ión injus ta 50% del 35% del 25% del 15% del
Porce ntaje de la Porc entaje de la Po rce ntaje de la Porc entaje de la
en mes e s Víc tima direc ta Víctima direc ta Víc tima direc ta Víc tima dire cta
SMLMV SMLMV SMLMV SMLMV SMLMV
Superior a 18 mes es 100 50 35 25 15

Superior a 12 e infe rior a 18 90 45 31,5 22,5 13,5

Superior a 9 e infe rior a 12 80 40 28 20 12

Superior a 6 e infe rior a 9 70 35 24,5 17,5 10,5

Superior a 3 e infe rior a 6 50 25 17,5 12,5 7,5

Superior a 1 e infe rior a 3 35 17,5 12,25 8,75 5,25

Igual e infe rior a 1 15 7,5 5,25 3,75 2,25


Así pues, la Sala unifica su jurisprudencia en el sentido de establecer los
parámetros para cuantificar la indemnización por perjuicios morales
derivados de la privación injusta de la libertad de un ciudadano, teniendo en
cuenta para el efecto el período de privación de tal Derecho Fundamental y
el nivel de afectación, esto es de cercanía afectiva entre la víctima directa del
daño y aquellos que acuden a la Justicia en calidad de perjudicados o
víctimas indirectas, según el gráfico antes descrito 52.

14.4 Con observancia de que en el caso concreto está probado que el señor
Javier Eusebio Bonilla Acosta estuvo privado de la libertad por 3 años y 8 días,
entre el 10 de abril de 2003 y el 18 de abril de 2006, y de que es hijo de María de
Jesús Acosta, hermano de Diana María Bonilla Acosta, de Brigida Isabel Bonilla
Acosta y de José Julián Bonilla Acosta, y padre de Javier Orlando Bonilla Narváez
(copias de los registros civiles de nacimiento respectivos; f. 29, 30, 32-34, c. 1).

51
Consejo de Estado, Sala Plena de Sección Tercera, sentencia del 28 de agosto de 2013, exp. 05001-23-31-
000-1996-00659-01(25022), C.P. Enrique Gil Botero.
52
Consejo de Estado, Sección Tercera, Sala Plena, sentencia del 28 de agosto de 2014, exp. 68001-23-31-
000-2002-02548-01(36149), C.P. (e) Hernán Andrade Rincón.
Por lo tanto, se puede colegir que a todos se les causó el perjuicio en estudio y en
consecuencia, a partir de los vínculos reseñados, se reconocerá a favor de Javier
Eusebio Bonilla Acosta, María de Jesús Acosta y de Javier Orlando Bonilla
Narváez, el equivalente a 100 smmlv, para cada uno, y a favor de Brigidia Isabel
Bonilla Acosta, Diana María Bonilla Acosta y José Julián Bonilla Acosta, el
equivalente a 50 smmlv, para cada uno.

14.5 Por su parte, se encuentra probado que la señora Karina Narváez Fontalvo,
para el momento de ocurrencia de la privación injusta de la libertad de Javier
Esuebio Bonilla Acosta, era su compañera permanente, tal como se desprende de la
declaración extraproceso rendida por la señora Belinda María Garzón Linero el 7 de
julio de 2007 ante la Notaría del Círculo de Santa Marta 53, junto con el hecho de que
es la madre de su hijo Javier Orlando Bonilla Narváez, quien para el momento de la
captura tenía dos años de edad (registro civil de nacimiento de Javier Orlando
Narváez; f. 29, c. 1). Teniendo en cuenta lo expuesto, se indemnizará a la señalada
demandante con el equivalente a 100 s.m.m.l.v.

15 De otra parte, a pesar de que los demandantes no solicitaron una pretensión


en concreto al respecto, invocaron la vulneración de un derecho constitucional
y convencionalmente protegido, en consideración a que alegaron que la
privación de la libertad del señor Javier Eusebio Bonilla Acosta menoscabó su
buen nombre, daño que desde la perspectiva de la responsabilidad del Estado,
consiste en un detrimento inmaterial relevante y autónomo, cuyo resarcimiento se
da en principio a través de medidas no pecuniarias, pero en caso de estimarse
que ello no repara integralmente a la víctima directa de esa afectación, es posible
concederle únicamente a ella una indemnización pecuniaria de hasta 100 smmlv 54.
53
“Que en su entero y cabal juicio hace las (sic) siguiente declaración que se inserta en este instrumento, las
cuales rinde bajo la gravedad de juramento y a sabiendas de las implicaciones legales que acarrea jurar en
falso. (…) Que conozco de trato (sic) vista y comunicación a el (sic) señor JAVIER EUSEBIO BONILLA
ACOSTA (…) desde hace más de diez años. Que del conocimiento que me asiste de JAVIER EUSEBIO
BONILLA ACOSTA, se y me consta que convive en unión libre y bajo el mismo techo con la señora KARINA
NARVÁEZ (…) desde hace siete años en forma permanente, de esa unión han procreado un niño de nombre:
JAVIER BONILLA NARVÁEZ, de seis años de edad (…)”. Medio probatorio obrante en el folio 27 del
cuaderno 1.
54
“15.4.1. El daño a bienes o derechos convencional y constitucionalmente amparados tiene las siguientes
características://i) Es un daño inmaterial que proviene de la vulneración o afectación a derechos contenidos
en fuentes normativas diversas: sus causas emanan de vulneraciones o afectaciones a bienes o derechos
constitucionales y convencionales. Por lo tanto, es una nueva categoría de daño inmaterial.//ii) Se trata de
vulneraciones o afectaciones relevantes, las cuales producen un efecto dañoso, negativo y antijurídico a
bienes o derechos constitucionales y convencionales.//iii) Es un daño autónomo: no depende de otras
categorías de daños, porque no está condicionado a la configuración de otros tradicionalmente reconocidos,
como los perjuicios materiales, el daño a la salud y el daño moral, ni depende del agotamiento previo de
otros requisitos, ya que su concreción se realiza mediante presupuestos de configuración propios, que se
comprueban o acreditan en cada situación fáctica particular.//iv) La vulneración o afectación relevante
puede ser temporal o definitiva: los efectos del daño se manifiestan en el tiempo, de acuerdo al grado de
15.1 La Sala advierte que no se reconocerá indemnización alguna con ocasión
de dicho detrimento, en consideración a que la parte demandante, en
incumplimiento de sus cargas probatorias, no lo acreditó, toda vez que el único
medio de prueba que milita al respecto es una noticia periodística denominada
“Estos son los capturados por la Dijin” (f. 73, c. 1), medio de convicción en el que
en ningún aparte se menciona al señor Javier Eusebio Bonilla Acosta, ni siquiera
se hace alusión a la empresa de transporte público Rodamar S.A. con la que
trabajaba ocasionalmente, y si bien aparecen cuatro fotografías en el que se
encuentran varios sujetos aprehendidos, en ninguna de ellas se les individualiza,
de manera que además de que no resulta posible saber si alguno de ellos era el
actor aludido, es evidente que su identidad no fue sometida a conocimiento del
público para alegar la violación de dicho derecho.

15.2 En cualquier caso, se advierte que a partir del título de la noticia, es posible
inferir que ésta y las imágenes se derivaron de la información que les otorgó la
Policía Nacional a los medios, de modo que por ello no sería posible condenar a la
entidad vinculada a la presente litis y encontrada como responsable, esto es, a la
Fiscalía General de la Nación.

intensidad de la afectación, esto es, el impedimento para la víctima directa e indirecta de gozar y disfrutar
plena y legítimamente de sus derechos constitucionales y convencionales.//15.4.2. La reparación del referido
daño abarca los siguientes aspectos: //i) El objetivo de reparar este daño es el de restablecer plenamente a la
víctima en el ejercicio de sus derechos.(…)ii) La reparación del daño es dispositiva: si bien las medidas de
reparación de este tipo de daños pueden serlo a petición de parte, también operan de oficio, siempre y
cuando aparezca acreditada su existencia. //iii) La legitimación de las víctimas del daño: se reconoce a la
víctima directa de la lesión como a su núcleo familiar más cercano, esto es, cónyuge o compañero (a)
permanente y los parientes hasta el 1º de consanguinidad, incluida la relación familiar biológica, la civil
derivada de la adopción y aquellas denominadas "de crianza", en atención a las relaciones de solidaridad y
afecto que se presumen entre ellos. //iv) Es un daño que se repara principalmente a través de medidas de
carácter no pecuniario: se privilegian por excelencia las medidas reparatorias no indemnizatorias; sin
embargo, en casos excepcionales cuya reparación integral, a consideración del juez, no sean suficientes,
pertinentes, oportunas o posibles podrá otorgarse una indemnización, única y exclusivamente a la víctima
directa, mediante el establecimiento de una medida pecuniaria hasta 100 SMLMV, si fuere el caso, siempre y
cuando la indemnización no hubiere sido reconocida con fundamento en el daño a la salud. Ese quantum
deberá motivarse por el juez y ser proporcional a la intensidad del daño y/o la naturaleza del bien o derecho
afectado.//v) Es un daño que requiere de un presupuesto de declaración: debe existir una expresa
declaración de responsabilidad del Estado por la existencia de un daño a bienes constitucionales y
convencionales imputables al mismo, y se deben justificar y especificar las medidas de reparación integral
adecuadas y pertinentes al caso, de tal manera que el Estado ejecute el debitum iuris. Las medidas de
reparación integral operarán teniendo en cuenta la relevancia del caso y la gravedad de los hechos, todo con
el propósito de restablecer la dignidad de las víctimas, reprobar las relevantes violaciones a los derechos
humanos y concretar las medidas de garantía de verdad, justicia, reparación, no repetición y las demás
definidas por el derecho internacional.//vi) Es un daño frente al cual se confirme el rol del juez de
responsabilidad extracontractual como reparador integral de derechos vulnerados, sin desconocer que las
indemnizaciones que tradicionalmente han venido siendo reconocidas impactan directa o indirectamente en
los derechos de las víctimas; sin embargo, en tratándose de vulneraciones o afectaciones relevantes a
derechos constitucional y convencionalmente amparados, se impone la necesidad de que el juez acuda a
otras medidas, con el fin de reparar plenamente a las víctimas”. Consejo de Estado, Sala Plena de la Sección
Tercera, sentencia del 28 de agosto de 2014, exp. 05001-23-25-000-1999-01063-01(32988), C.P. Ramiro
Pazos Guerrero.
16 Finalmente, en lo que tiene que ver con los perjuicios materiales, se
encuentra que en la demanda se advirtió que al señor Bonilla Acosta la empresa
Rodamar Ltda. le continuó pagando su salario durante el tiempo en el que estuvo
privado de la libertad y asumió el costo de su defensa técnica.

16.1 Con todo, se pidió a su favor que se le reconocieran los perjuicios


irrogados por daño emergente, “(…) atendiendo los principios de reparación
integral y equidad tomando como base el salario mínimo legal desde su detención
hasta la fecha que logró la libertad”, y por lucro cesante, correspondiente al interés
comercial que la suma referida llegare a causar.

16.2 Al respecto, advierte la Sala que si bien la jurisprudencia ha establecido


que es procedente indemnizar el lucro cesante causado a una persona que se vio
impedida para trabajar con ocasión de la privación injusta de la libertad a la que
fue sometida, siempre que la misma se encuentra en una edad productiva, en este
caso no hay lugar a reconocer ningún perjuicio por este concepto, comoquiera que
el señor Bonilla Acosta continuó devengando las sumas que habría obtenido con
su trabajo.

16.3 En efecto, la declaración realizada por el apoderado del actor en la


demanda constituye una confesión judicial espontánea, en los términos de los
artículos 19455 y 19756 del Código de Procedimiento Civil, a la cual la Sala le otorga
plena credibilidad por no existir otro elemento de prueba que la controvierta.

16.4 A pesar de lo anterior, aduce el demandante que debe reconocérsele una


suma por el salario que percibía por el período durante el cual estuvo privado de la
libertad, con el objeto de que se cumpla con el principio de reparación integral.
Sobre dicho principio, esta Corporación se ha pronunciado en los siguientes
términos57:

55
“Confesión judicial es la que se hace a un juez, en ejercicio de sus funciones; las demás son
extrajudiciales. La confesión judicial puede ser provocada o espontánea. Es provocada la que hace una parte
en virtud de interrogatorio de otra parte o del juez, con las formalidades establecidas en la ley, y espontánea
la que se hace en la demanda y su contestación o en cualquier otro acto del proceso sin previo
interrogatorio”.
56
“La confesión por apoderado judicial valdrá cuando para hacerla haya recibido autorización de su
poderdante, la cual se presume para la demanda y las excepciones, las correspondientes contestaciones y la
audiencia de que trata el artículo 101”.
57
Consejo de Estado, Sección Tercera, Subsección “A”, sentencia de 15 de abril de 2015, exp. 2007-00427
(39099), C.P. Hernán Andrade Rincón.
(…) el principal objetivo del derecho de daños consiste en reparar
integralmente la afectación padecida por la persona en su vida, integridad o
bienes, razón por la que a la hora de valorar la misma es necesario
establecer e identificar si es posible que opere la restitutio in integrum y, de
ser factible, adoptar las medidas deprecadas en la demanda –o que,
dependiendo del caso concreto puedan ser decretadas de oficio por el juez–
tendientes a que se restablezca el statu quo o estado de cosas anterior a su
producción. Es decir, llevar a la víctima de un daño antijurídico a un estado
como si no se hubiera producido, o en otros términos remover los efectos
negativos que el mismo desencadena58.
Sobre el particular, la Corte Permanente de Justicia Internacional (ONU),
acerca del concepto de reparación integral, puntualizó:
“Constituye un principio del derecho internacional que la infracción de un
compromiso entraña la obligación de reparación en forma debida. Por lo
tanto, la reparación es el complemento indispensable del incumplimiento de
una convención y no es necesario expresar esto en la propia convención.
Las diferencias relativas a la reparación, que puedan obedecer al
incumplimiento de una convención, son en consecuencia diferencias
relativas a su aplicación.
“(…) El principio esencial que consagra el concepto real de hecho ilícito
(principio que parece establecido por la práctica internacional y en particular
por los laudos de los tribunales arbitrales) es que la reparación debe, en toda
la medida de lo posible, hacer desaparecer las consecuencias del hecho
ilícito y restablecer la situación que, con toda probabilidad, habría existido de
no haberse cometido el hecho”59.

16.5 El hecho de que en sede contenciosa administrativa pueda y deban


reconocerse todos los perjuicios que se le causaron al demandante, de modo que
se restablezca en lo posible su situación, no lo exime de precisarlos y, sobretodo,
de acreditarlos, condiciones que no se presentan en el sub lite, en donde la parte
actora se limitó a pedir una suma de dinero sin explicarla adecuadamente y
probarla.

16.6 Así las cosas, teniendo en cuenta que al señor Bonilla Acosta no se le
causaron perjuicios con la privación de la libertad por el hecho de verse impedido
de adelantar su labor productiva, ni tampoco por tener que contratar un defensor
de confianza para adelantar su defensa técnica, y sin que tampoco se hubiera
acreditado la causación de un daño material diferente de los señalados, se
denegarán las pretensiones de la demanda en lo que a este punto atañe 60.

58
[51] “En términos similares consultar, Consejo de Estado, Sección Tercera, sentencia del 14 de abril de
2010, Exp. 18.960, M.P. Enrique Gil Botero”.
59
[52] “Corte Permanente de Justicia Internacional, caso Factory of Chorzów, Merits, 1928, Series A, No.
17, Pág. 47. Citada por CRAWFORD, James “Los artículos de la Comisión de Derecho Internacional sobre
Responsabilidad Internacional del Estado”, Ed. Dykinson, Pág. 245”.
60
Se debe precisar que a la misma determinación se arribó en un caso similar conocido por la Subsección.
Consejo de Estado, Sección Tercera, Subsección B, sentencia de 26 de junio de 2014, exp. 2003-02376
(29890), C.P. Danilo Rojas Betancourth.
17 Finalmente, en consideración a que en el proceso penal objeto del presente
asunto se tramitó de manera conjunta la sindicación de varios sujetos, algunos de
los cuales demandaron la reparación de los daños derivados de sus privaciones
de la libertad -según lo que se puede determinar a partir del sistema de gestión de
la Corporación, expedientes identificados con los números internos 41985 y
45393, despacho del C.P. Conto Díaz del Castillo; 51985, 53124, despacho C.P.
Velásquez Rico; 38950, 39127, 43117, despacho C.P. (e) Santofimio Gamboa;
despacho C.P. 46022, 50108 C.P. Santofimio Gamboa, 51102 C.P. Andrade
Rincón- es importante informar a los demás despachos que conforman la Sección
Tercera del Consejo de Estado del precedente que constituye este fallo, sin que se
pueda perder de vista que debido a que la situación fáctica de cada demandante
puede variar en razón de su conexión con los delitos investigados y de los medios
probatorios que obren en cada expediente, no en todos ellos se deberá adoptar
una decisión igual o parecida a la de la presente sentencia.

VII. Costas

18 De acuerdo con lo dispuesto en el artículo 55 de la Ley 446 de 1998, sólo hay


lugar a la imposición de costas cuando alguna de las partes hubiere actuado
temerariamente y como en este caso ninguna de aquellas actuó de esa forma, no
se condenará en este sentido.

19 En mérito de lo expuesto, el Consejo de Estado, en Sala de lo Contencioso


Administrativo, Sección Tercera, Subsección B, administrando justicia en nombre
de la República de Colombia y por autoridad de la ley,

FALLA

REVOCAR la sentencia del 25 de agosto de 2010, proferida por el Tribunal


Contencioso Administrativo del Magdalena y, en su lugar, se dispone:

PRIMERO: DECLARAR patrimonial y extracontractualmente responsable a la


Nación-Fiscalía General de la Nación, por los perjuicios causados a los
demandantes, con ocasión de la privación injusta de la libertad a la que fue
sometido el señor Javier Eusebio Bonilla Acosta.
SEGUNDO: Como consecuencia de la anterior declaración, CONDENAR a la
Nación-Fiscalía General de la Nación a indemnizar a las siguientes personas, de
la siguiente manera:

A favor de Javier Eusebio Bonilla Acosta, María de Jesús Acosta, Karina Narváez
Fontalvo, y de Javier Orlando Bonilla Narvaéz, el equivalente a 100 salarios
mínimos mensuales legales vigentes para cada uno a la fecha de ejecutoria de
esta sentencia, por concepto de perjuicios morales.

A favor de Brigidia Isabel Bonilla Acosta, Diana María Bonilla Acosta y José Julián
Bonilla Acosta, el equivalente a 50 salarios mínimos mensuales legales vigentes
para cada uno a la fecha de ejecutoria de esta sentencia, por concepto de
perjuicios morales.

TERCERO: DENEGAR las restantes suplicas de la demanda.

CUARTO: Todas las sumas aquí determinadas devengarán intereses comerciales


moratorios a partir de la ejecutoria de la sentencia.

QUINTO: CUMPLIR la sentencia en los términos de los artículos 176 a 178 del
C.C.A.

SEXTO: EXPEDIR, por Secretaría, copias con destino a las partes, con las
precisiones del artículo 115 del Código de Procedimiento Civil y se entregarán a
quien ha venido actuando como apoderado judicial.

SÉPTIMO: INFORMAR del contenido de la presente providencia a los despachos


de los consejeros de Estado Stella Conto Díaz del Castillo, Martha Nubia
Velásquez Rico, Jaime Orlando Santofimio Gamboa, Jaime Orlando Santofimio
Gamboa (e), y Hernán Andrade Rincón, para los asuntos denotados en la parte
motiva de la presente providencia.

OCTAVO: En firme esta fallo, DEVOLVER el expediente al Tribunal de origen.

CÓPIESE, NOTIFÍQUESE Y CÚMPLASE


RAMIRO PAZOS GUERRERO
Presidente de la Sala de Subsección
Aclaró voto

DANILO ROJAS BETANCOURTH


Magistrado

STELLA CONTO DÍAZ DEL CASTILLO


Magistrada
Salvó voto
Aclaró voto

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