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“2021-Año de Homenaje al Premio Nobel de Medicina Dr.

César Milstein”

VERSION PRELIMINAR
SUSCEPTIBLE DE CORRECCION
UNA VEZ CONFRONTADO
CON EL EXPEDIENTE ORIGINAL
“2021-Año de Homenaje al Premio Nobel de Medicina Dr. César Milstein”

(S-590/2021)

PROYECTO DE LEY

El Senado y Cámara de Diputados,…

Artículo 1°. — Las instituciones educativas de gestión privada,


incorporadas a la enseñanza oficial del nivel superior y/o universitario
deben presentar ante la Autoridad de Aplicación, de manera anual, un
informe de precios que contenga lo siguiente:

a) Importe de la cuota mensual o arancel que percibirán por la


prestación del servicio educativo, discriminado por cada carrera en
caso de que sea necesario;

b) Importe de la matrícula de inscripción, reinscripción o de derecho


a recursar;

c) Condiciones de reintegro en casos de arrepentimiento de


inscripción al ciclo lectivo;

d) Importe o arancel por derecho de examen o permiso para rendir;

e) Cantidad de cuotas que se percibirán en el año;

f) Forma y plazo de pago de las cuotas;

g) Importe y criterios de aplicación de los recargos en caso de


mora;

h) Cantidad de alumnos que asisten al establecimiento;

i) Importe de la libreta universitaria y certificado analítico de


estudios;

j) Todo otro concepto que represente un costo para los estudiantes


y que se encuentre asociado a la prestación del servicio educativo
durante el ciclo lectivo.

Artículo 2°. — Las instituciones educativas referidas en el artículo


precedente deben presentar el informe de precios, con los contenidos
mencionados, durante el transcurso del mes de octubre de cada año.

Artículo 3°. — La Autoridad de Aplicación en un plazo no mayor a los


treinta (30) días, debe realizar un dictamen técnico en materia de
precios, sobre el informe presentado por los establecimientos
mencionados en el artículo 1°. Dicho dictamen debe guardar relación
con el índice de inflación oficial y el salario mínimo, vital y móvil.
“2021-Año de Homenaje al Premio Nobel de Medicina Dr. César Milstein”

Artículo 4°. — La Autoridad de Aplicación debe analizar, supervisar y


regular los importes enumerados en el artículo 1° y puede exigir
modificaciones cuando los mismos dañen o lesionen algún derecho
consagrado en la Constitución Nacional y en la Ley de Defensa del
Consumidor N° 24.240 y sus modificatorias.

Artículo 5°. — Las instituciones que deban modificar el informe de


precios, tienen un plazo de treinta (30) días, contados a partir de la
notificación, para presentar el informe reelaborado.

Artículo 6°. — Las instituciones educativas comprendidas en la


presente Ley, deben contar con la autorización de la Autoridad de
Aplicación para implementar los importes presentados en el informe
anual de precios, como así también cuando requieran modificar, en el
transcurso del año, el monto de la cuota mensual por la prestación de
servicios educativos.

Artículo 7°. — La autorización definitiva de la Autoridad de Aplicación


para la implementación de los importes presentados, tiene como fecha
límite el veinte (20) de febrero de cada año. En caso de no haber sido
autorizados los importes fijados en el artículo 1°, se deben aplicar los
establecidos para el año anterior.

Artículo 8°. — Una vez aprobado el informe de precios presentado por


los establecimientos comprendidos en la presente Ley, deben ser
informados a los estudiantes de cada institución a través de sus sitios
de internet o medios electrónicos de que dispongan, de manera de
garantizar la transparencia y el acceso público a los mismos.

Artículo 9°. — La Autoridad de Aplicación debe publicar en su sitio de


internet y en los planes de estudio, los informes de precios aprobados
de cada institución.

Artículo 10. — En caso de que se incumpla lo dictaminado por la


Autoridad de Aplicación o por un organismo de su dependencia, los
establecimientos educativos serán sancionados según lo establecido
en el Artículo 47° de la Ley de Defensa del Consumidor, N°24.240 y
sus modificatorias.

Artículo 11. — El cumplimiento de la presente Ley será considerado


por la Comisión Nacional de Evaluación y Acreditación Universitaria
(CONEAU) al momento de realizar la evaluación externa a cada
institución.

Artículo 12. — Las instituciones educativas comprendidas en el


artículo 1° deben exhibir permanentemente en sus instalaciones, en un
lugar destacado y visible, copia de la presente Ley.
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Artículo 13. — No debe ser un impedimento la realización de trámites


administrativos por parte de los estudiantes la falta de pago de cuotas.

Artículo 14. — Se debe enviar una copia de cada informe y dictamen


al Consejo de Universidades.

Artículo 15. — El Poder Ejecutivo debe determinar la Autoridad de


Aplicación de la presente Ley, en el ámbito de la cartera ministerial
que integre las funciones de Hacienda.

Artículo 16. — El Poder Ejecutivo debe reglamentar la presente en un


plazo no mayor a los ciento veinte (120) días contados a partir de su
publicación en el Boletín Oficial.

Artículo 17. — Comuníquese al Poder Ejecutivo.

Anabel Fernandez Sagasti

FUNDAMENTOS

Señora Presidenta:

El presente Proyecto de Ley tiene por objeto establecer un marco


regulatorio de las cuotas y aranceles de las instituciones educativas de
gestión privada, incorporadas a la enseñanza oficial del nivel superior
y/o universitario.

La falta de regulación por parte del Estado sobre estas instituciones


provoca un desigual costo de la educación privada de nivel superior en
las distintas jurisdicciones y, además, permite el desmedido
incremento de la cuota que éstas cobran por sus servicios
provocando, por no contemplar la caída de poder adquisitivo en
relación a la suba inflacionaria, que los estudiantes que asisten a estas
instituciones, deban abandonar o menguar su intensidad de cursada.

La República Argentina cuenta con una tradición muy fuerte en


educación superior pública. La Universidad de Córdoba fue creada en
1623 por los jesuitas, lo que la convierte en una de las más antiguas
del continente americano; la Universidad de Buenos Aires, por su
parte, tuvo origen a principio del Siglo XIX, en 1821.

Por otra parte, en nuestro país se inició el movimiento de Reforma


Universitaria de 1918, que asumió repercusión continental y, apoyado
por el gobierno del Presidente Hipólito Yrigoyen, consolidó el proceso
académico universitario nacional. Introdujo importantes cambios que
plasmaron los anhelos de la juventud argentina y latinoamericana de la
época. Así, se alcanzaron las reivindicaciones de autonomía y
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cogobierno estudiantil en los estatutos de las instituciones que


iniciaban una gran democratización educativa.

Estas conquistas se retrajeron con el golpe de estado de 1930 que


derrocó al yrigoyenismo. Una de las primeras medidas de la dictadura
de Uriburu fue la intervención de todas las universidades del país.

Durante la década que gobernó Juan Domingo Perón la educación se


expandió en todos sus niveles. El proceso de acceso masivo que se
dio en América Latina en los años de 1960 a la educación universitaria
tuvo su anticipación en Argentina. En 1950, nuestro país ocupaba el
tercer lugar en el mundo (luego de Estados Unidos y Filipinas) en
cuanto a cantidad de estudiantes universitarios por cada cien mil
habitantes.

Durante este período se eliminaron restricciones para el ingreso a la


educación superior. En ese sentido la medida más importante fue el
Decreto 29.337 del 22 de noviembre de 1949 que suprimió los
aranceles y estableció la gratuidad universitaria, una de las medidas
más inclusivas en materia de educación. En 1954 por Ley 14.297 se
creó la Universidad Obrera Nacional, antecedente de la actual
Universidad Tecnológica Nacional.

En 1955 un golpe de estado derriba al gobierno peronista y se instala


en el poder una dictadura militar que, por iniciativa de su ministro de
educación, emite un decreto que en su artículo 28° establece que la
iniciativa privada puede crear Universidades Libres con capacidad
para expedir diplomas y títulos habilitantes. Esta situación termina con
la caída del ministro Atilio dell'Oro Maini y también con el interventor
de la Universidad de Buenos Aires, José Luis Romero. Se habían
realizado protestas y movilizaciones dirigidas por estudiantes
universitarios que se oponían a la medida.

Será durante la presidencia de Arturo Frondizi, en 1958, cuando se


autorizó por primera vez la creación de universidades privadas
habilitadas para otorgar títulos con validez nacional. El crecimiento
privado avanzó rápidamente y, si bien al principio estas instituciones
estaban vinculadas a la Iglesia Católica, en la década de 1960 ya
existían importantes universidades privadas laicas. En 1968 había 12
universidades privadas que contenían alrededor del 5% del total de
alumnos de ese nivel en el país.

El golpe de estado del general Onganía produjo cambios importantes


en el sistema de educación superior público. Se eliminó el sistema
tripartito establecido durante la Reforma de 1918 y se terminó con la
autonomía universitaria, y, si bien estas situaciones ya se habían
dado, nunca antes había sido con tanta violencia. En 1966 una gran
cantidad de profesores fueron dejados cesantes y muchos otros
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renunciaron, algunos eran investigadores y tenían dedicación


exclusiva habiendo hecho un importante esfuerzo durante sus vidas.

Este estado de cosas provocó que muchos estudiantes decidieran


continuar o empezar sus carreras en universidades privadas, ya que
daban mayor tranquilidad y previsibilidad frente al caos y la
incertidumbre en la que se sumía la universidad pública. Por otra
parte, algunos profesores excluidos de la pública, habían encontrado
refugio en la privada.

En 1967 se promulgó la Ley 17.604 que regulaba el accionar de las


universidades privadas y que reemplazaba a la anterior norma 14.557
de 1958. La nueva legislación impone la obligación de requerir
autorización del poder ejecutivo para crear y poner en funcionamiento
nuevas universidades privadas. Además, el poder ejecutivo fiscalizaba
las instituciones privadas y podía clausurarlas si a su criterio no
cumplían con las metas establecidas. La Ley 14.557 permitía poner a
funcionar universidades antes de comenzar el trámite de
reconocimiento.

En 1973 el gobierno de Cámpora suspende las autorizaciones para


nuevas universidades privadas. Sin embargo, durante la última
dictadura militar que comenzó en 1976 y terminó en 1983, la matrícula
de las universidades públicas se redujo en favor de las privadas. Este
fenómeno se explica a partir de la feroz represión implantada en las
instituciones estatales. Pero además por una política de fuerte
discurso privatizador y una intensa disminución del presupuesto
universitario.

A comienzo de los ochenta había un 25% menos de matriculados en la


universidad pública que a principio de los setenta. Mientras, en el
mismo período, la cantidad de estudiantes en universidad privada
había llegado a casi el 20% del total.

Luego de la recuperación de la democracia a fines de 1983, el sector


público se expandió a partir del restablecimiento del ingreso irrestricto,
masivo y gratuito en las universidades públicas. Durante los años de
gobierno de Raúl Alfonsín se mantuvo la restricción de creación de
nuevas instituciones privadas. El gobierno centró su política en los
establecimientos públicos, que recuperaron la autonomía.

A partir de 1989, y como parte de una política de retracción del estado


nacional y liberalización económica, se facilitó la creación de
universidades privadas. Entre 1990 y 1995 se creó un número
importante de instituciones dedicadas a la educación superior privada.
En pocos años la expansión fue notable, entre 1989 y 1995 se crearon
24 instituciones privadas, lo que significa un número mayor que las
creadas en los 32 años anteriores.
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Había 70.953 estudiantes en universidades privadas en 1985, número


que aumenta a 124.749 en 1994 lo que representa un crecimiento del
60%.

En 1995 se promulgó la Ley de Educación Superior, que establece


criterios de evaluación de nuevas universidades privadas, que se
llevan a cabo por la Comisión Nacional de Evaluación y Acreditación
Universitaria (CONEAU), cuyos dictámenes son obligatorios y
vinculantes para que el Poder Ejecutivo otorgue autorizaciones. De
manera que se regula la posibilidad de creación de este tipo de
establecimientos.

Así, la Ley 24.521 de Educación Superior, declara en su Artículo 62°


que, “las instituciones universitarias privadas deberán constituirse sin
fines de lucro, obteniendo personería jurídica como asociación civil o
fundación. Las mismas serán autorizadas por decreto del Poder
Ejecutivo Nacional, que admitirá su funcionamiento provisorio por un
lapso de seis (6) años, previo informe favorable de la Comisión
Nacional de Evaluación y Acreditación Universitaria, y con expresa
indicación de las carreras, grados y títulos que la institución puede
ofrecer y expedir.”

Esta norma amplía como nunca antes la autonomía académica de los


establecimientos universitarios, ya sean de gestión estatal o privada.
Las universidades nacionales y las universidades privadas con
reconocimiento definitivo pueden crear carreras universitarias de grado
y de posgrado sin autorización previa por parte del Estado y establecer
los regímenes de acceso, permanencia y promoción del personal
docente y no docente. Además determinan el régimen de admisión,
permanencia y promoción de los estudiantes, administran sus bienes y
recursos, definen sus órganos de gobierno y otorgan títulos que
acreditan formación académica y habilitan para el ejercicio profesional.
Como ya se dijo, la creación de nuevas universidades requiere un
dictamen técnico favorable por parte de la CONEAU y una vez en
funcionamiento, las instituciones están sujetas a la supervisión estatal
de la calidad de los posgrados y las carreras de grado de interés
público.
En año 2000 el número de estudiantes de universidades privadas
ascendía a 166.482. Sin embargo, la crisis que afectó profundamente
al país también deterioró la educación superior en general y la superior
privada en particular. En el año 2002 descendió la cantidad de
inscriptos y comenzó a recuperarse a finales de 2003. Desde 2004 a la
actualidad continúa creciendo, como así también las instituciones
universitarias privadas, del total nacional 64 universidades son de
gestión privada y 66 de gestión estatal.

Las universidades privadas argentinas son entidades que no pueden


ejercer actividades mediante las cuales se persiga la obtención de
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"lucro". El fin último de una fundación o asociación civil no es la


obtención sistemática de ganancias o beneficios con fines de lucro.
Los propósitos para los que se crea y autoriza a funcionar son de bien
público. Sin embargo, esto no quiere decir que dichas entidades no
pueden obtener ganancias o beneficios, sino que esas utilidades
deben aplicarse, exclusivamente, al patrimonio institucional y solo
sirven para esos fines de bien público que persiguen.

Estas instituciones privadas en la República Argentina no reciben


subsidios del Estado, salvo para actividades de investigación. Sin
embargo, por su carácter de entidades sin fines de lucro están exentas
del pago de IVA ventas, del impuesto a las ganancias y a los activos.

Los aranceles pagados por los estudiantes representan


aproximadamente el 90% de los ingresos del sector. De esta porción
de recursos, la mayoría (un 87%) proviene de ciclos largos, como las
carreras de grado; un 10% de programas de posgrado y un 3% de
programas de grado de ciclo corto. Otras fuentes de ingreso son la
venta de cursos de capacitación y las donaciones. Entre ambos
alcanzan el 10% restante.

Es muy importante tener en cuenta que la mayoría de los padres de


los alumnos son asalariados, cifra que alcanza un 80%. Por otra parte,
una alta proporción de los estudiantes estudian y trabajan
simultáneamente (más del 40%). Es decir, más del 80% de los
ingresos de estas instituciones proviene de asalariados, ya sea de
parte de los padres o de los mismos que asisten a sus aulas. Por otra
parte, estas personas también aportan con el pago de sus impuestos
al sostenimiento de las universidades estatales.

La participación del sector universitario privado en el total de alumnos


universitarios del país ronda el 20%. Sin embargo, en algunas
provincias es mucho mayor, por ejemplo Salta y Mendoza, donde
supera el 40%.

Desde los primeros años de la década del noventa, las instituciones


privadas multiplicaron sus sedes; las ofertas de grado; las
modalidades y las articulaciones con la oferta de los institutos de
educación superior. En este contexto, los estudiantes encontraron
cada vez más en la oferta privada una vía para ejercer su derecho a la
educación. En consecuencia, los nuevos inscriptos, matriculados y
egresados de las entidades privadas aumentaron en todo el país.

La Constitución Nacional consagra en su Artículo 14° el derecho de


enseñar y aprender, conforme a las leyes que reglamenten su
ejercicio. En cuanto a las atribuciones del Congreso, el Artículo 75°
inciso 19 declara que, deberá "Sancionar leyes de organización y de
base de la educación que consoliden la unidad nacional respetando
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las particularidades provinciales y locales; que aseguren la


responsabilidad indelegable del Estado, la participación de la familia y
la sociedad, la promoción de los valores democráticos y la igualdad de
oportunidades y posibilidades sin discriminación alguna; y que
garanticen los principios de gratuidad y equidad de la educación
pública estatal y la autonomía y autarquía de las universidades
nacionales".

La Ley Nacional de Educación N° 26.206, sancionada en el año 2006,


regula precisamente estos derechos. En su Artículo 2° declara que "La
educación y el conocimiento son un bien público y un derecho
personal y social, garantizados por el Estado".

El Estado Nacional, las Provincias y la Ciudad Autónoma de Buenos


Aires reconocen, autorizan y supervisan el funcionamiento de
instituciones educativas de gestión privada. En el mismo sentido, es
responsabilidad del Estado desarrollar políticas de promoción de la
igualdad educativa, destinadas a enfrentar situaciones de injusticia,
marginación, estigmatización y otras formas de discriminación,
derivadas de factores socioeconómicos, culturales, geográficos,
étnicos, de género o de cualquier otra índole, que afecten el ejercicio
pleno del derecho a la educación.

Sin embargo, existen condiciones que ponen en duda el pleno


ejercicio de este derecho, vinculadas a la falta de regulación sobre las
cuotas y aranceles que perciben las instituciones de educación
superior privadas.

En la Provincia de Mendoza, por ejemplo, los aumentos contenidos de


2017 a 2018 han resultado preocupantes. Si bien estos difieren por
Universidad y carrera, en una de las entidades pasaron de cobrar
$6400 en el año 2017 a $9500 en 2018, o bien tienen un aumento
promedio del 30,5%. Las explicaciones para este incremento afirman
que es el incremento que las instituciones necesitan para costear
gastos operativos, salarios docentes y de personal e insumos. Sin
embargo ni siquiera es un aumento proporcional a la inflación anual,
siendo que la más optimista de la proyección para este año es del
23%. Por otra parte, existen carreras de grado que sólo se dictan en
este tipo de instituciones, como los son Licenciatura en Psicología,
Licenciatura en Kinesiología, Médico Veterinario y Licenciatura en
Nutrición, entre otras.

Entre las principales razones que los estudiantes optan por cursar su
carrera académica en instituciones privadas, además de la oferta más
amplia como se detalla anteriormente, se encuentra la flexibilidad
horaria, que permite la connivencia del trabajo y los estudios. Si bien
en el período de los años 2003 a 2011 la matrícula de las instituciones
privadas aumentó notoriamente, en el último informe sobre los años
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2015 y 2016 de la Secretaría de Políticas Universitarias se nota un


decrecimiento de la misma por razones vinculadas a la coyuntura
económica y política del país. Por consiguiente, si se mantienen estos
aumentos desregulados no le permitirán a muchos ingresar como
nuevos estudiantes, y además muchos otros que ya se encontraban
en carrera, se verán obligados a abandonar sus estudios por no poder
hacer frente a los incrementos.

Es por esto que la presente iniciativa tiene por objeto la regulación de


matrículas, cuotas, derechos de examen y otros ingresos de
Universidades privadas e Institutos de Educación Superior privados,
que adquieren la forma de Fundación o Asociación Civil sin fines de
lucro.

El aumento desmesurado de las cuotas que los estudiantes deben


pagar para poder asistir a ellas puede dañar o lesionar el derecho de
estudiar y adquirir formación profesional de muchos argentinos. Por
eso resulta necesaria la intervención del Estado para una solución que
garantice un trato regulado y justo.

Debe tenerse presente que la relación entre estas instituciones


privadas y los estudiantes tiene características típicas de los contratos
de adhesión, en los cuales el establecimiento dispone las condiciones
generales a las que el estudiante se halla sujeto. En ese sentido el
contrato educativo posee elementos institucionales que deben estar
subordinados al ordenamiento jurídico general y al interés público.

De todo lo expuesto se concluye la necesidad de fijar pautas que


coloquen en una situación de mayor equilibrio y equidad a las partes
garantizando la transparencia, la igualdad de oportunidades y el
ejercicio pleno del derecho a la educación.

Consecuentemente, corresponde establecer regulaciones respecto de


las cuotas y aranceles en la educación superior privada, ya que un
aumento injustificado no sólo repercute negativamente entre los que
requieren acudir a estas instituciones, sino que afecta también a la
comunidad en su conjunto.

Finalmente, se destaca que una iniciativa de similares características


fue presentada en el año 2015 en la Cámara de Diputados, la cual
tramitó mediante el Expte. N°4654-D-2015 y en la Cámara de
Senadora mediante el Expte. N°1151/19.

Por las razones expuestas, solicito a mis pares, acompañen el


presente Proyecto de Ley.

Anabel Fernandez Sagasti


“2021-Año de Homenaje al Premio Nobel de Medicina Dr. César Milstein”

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