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Son muchos los argumentos que día a día depositan en la docencia y su formación, la
solución a varios problemas sobre el sistema educativo. Sin embargo, cotidianamente
muchas experiencias dan cuenta de lo ajeno a esos problemas les resulta a algunos
educadores ingresar todos los días al aula.
La Dra. Cecilia Braslavsky, en uno de sus textos1, reflexiona sobre la formación docente;
presenta trabajar sobre cinco dimensiones fundamentales para lograr que sean
competentes y tener una identidad múltiple y consistente:
LA DIMENSIÓN PEDAGÓGICO- DIDÁCTICA: consiste en la posesión de criterios
que les permitan seleccionar entre una serie de estrategias conocidas para intervenir
intencionalmente en los aprendizajes y para inventar otras, donde las disponibles no son
suficientes. Profesores que forman sujetos competentes con identidades sólidas conocen,
saben seleccionar, utilizar, evaluar, perfeccionar, recrear o crear estrategias variadas y
efectivas. Incorporan nuevas tecnologías, saben sistematizar el saber de sus alumnos sin
sentirse disminuidos ni limitados, para que todos aprendan más y mejor.
1
Braslavsky Cecilia (1999) Bases, orientaciones y criterios para el diseño de programas de formación de
profesores Revista Iberoamericana de Educación Número 19 Formación Docente Enero - Abril 1999
LA DIMENSIÓN PRODUCTIVA: permite comprender e intervenir como sujetos en el
mundo y como ciudadanos productivos en la política y en economías actuales. Conocer
los avances en los cuatro ámbitos de especificación: natural, social, tecnológico o
artificial, simbólico y familiarizarse con las múltiples identidades de sus espacios de
intervención profesional.
Según Vasilachis Irene 2(2003) distingue dos componentes de la identidad del ser
humano: el esencial y el existencial.
El esencial es el elemento común que iguala e identifica a las personas con otro
El existencial es el aspecto diferencial que los distingue entre sí y los hace únicos
frente a todos ellos.
2Vasilachis de Gialdino, Irene (2003). Pobres, pobreza, identidad y representaciones sociales. Barcelona:
Gedisa.
Domínguez Castillo (2011) nos dice que: “en tal sentido, la aproximación teórica a los
fenómenos está orientada por la concepción de circularidad, cuyas proposiciones
centrales consisten en reconocer que la realidad, los fenómenos y sistemas complejos que
la constituyen, no pueden ser explicados por un razonamiento lógico lineal. La idea de
circularidad rompe con la explicación lineal de la realidad; de ahí nuestra indagación
en torno al docente tanto como un profesional de la enseñanza, como en el devenir de
sus otras dimensiones existenciales, en el proceso de su vida personal, en el fluir de un
imaginario individual nutrido y configurado por un imaginario social.
Es la visión del maestro en términos de su ser profesional ‒legitimado socialmente‒ y su
autonomía individualizadora; es vislumbrarlo en su función sistémica. Relacionado con
la circularidad, se plantea el principio de recursividad. Éste considera que efectos y
productos son, al mismo tiempo, causas y productores. La escuela, por ejemplo, es
producto de las voluntades e interacciones de determinados individuos que acuden a ella,
pero una vez producida, la escuela “retroactúa” sobre esos individuos y los produce.” 3
La autora sigue explicando: “Las personas no pueden hacer acopio de todas sus
experiencias en un momento dado, sólo de una parte, y ésta se construye en relatos
dominantes, lo cual nos indica que esa forma de ver y mirarse es parcial, y que debe
haber otra mirada, otros relatos alternativos; en el caso del docente, se trata de escuchar
sus relatos de persona, su condición humana, y no sólo la narrativa referente a su
trabajo. Estos relatos, aparentemente laterales por no estar centrados en lo laboral o lo
político, proyectan dimensiones de existencia, cultura, afectos, convicciones, costumbres,
valores.”4
Consideremos que idea recursiva se toma desde Morín (2006) como “una idea que rompe
con la idea lineal de causa- efecto, de producto- productor, porque todo lo que es
producido reentra sobre aquello que lo ha producido en un ciclo en sí mismo auto-
constitutivo, auto-organizador y auto-productor.”5
Nos seguimos preguntando: ¿Influye la esfera privada de los enseñantes? ¿se ha generado
una reflexión sistemática en torno al maestro/a como un ser singular que genera visiones,
actitudes y construcciones personales de la realidad, las cuales comparte en una cultura
con otros docentes?
Por qué nos parece descabellado, estos relatos: “Corre 1885 y en Córdoba se funda el
primer colegio estatal sin enseñanza religiosa. Lo dirigirán mujeres, entre ellas la joven
Mercedes Castro, que emocionada por la oportunidad firma un contrato en el que acepta
que no podrá usar maquillaje ni vestidos coloridos, y que renunciará a noviazgos y
matrimonios mientras sea maestra…” 6Viviana Rivero (escritora)
3
Domínguez Castillo, Carolina (2011) El maestro como persona y sus historias de docencia. Conocer y
comprender al maestro. Revista Interamericana de Educación de Adultos.
4
Idem
5
Morín, Edgar. (2006). El método 3. El conocimiento del conocimiento. Ediciones Cátedra. España.
6
Rivero Viviana (2016) Mujer y maestra en un mundo de hombre. Ciudad de Buenos Aires: Emece
sí mismo profesional individual. Se trata de una cultura que tiene sus propios ritos de iniciación,
mecanismos de defensa privilegiados, tiene sus modelos identificatorios.
Hoy tenemos a un maestro disociado entre una identidad personal y otra social. La
primera (en la dimensión de su vida particular) le permite amortiguar los avatares de
una imagen social distorsionada, demandante y descalificadora; también le hace posible
sobrellevar los reclamos y las exigencias que el sistema educativo le impone, mediante
tareas, programas sobrecargados y reformas educativas no asimiladas. En ese gran
escenario de demandas, aventuras reformadoras, descalificaciones y distorsiones
mediáticas, el docente se ha convertido en la figura visible de la educación nacional.
Hay una problemática de la persona del maestro que se evidencia en sus expresiones y
su malestar respecto a las autoridades y a la sociedad; constituyen una “cortina de
humo” que le impide verse a sí mismo frente a ellos; en general, los ve de ellos hacia el
maestro; más en su trabajo cotidiano, en la relación afectiva con sus alumnos, en los
logros cognoscitivos que él suscita en ellos, él se rescata de aquella problemática o, por
lo menos, logra un cierto equilibrio que le permite realizar su trabajo de la mejor manera
posible y encontrar satisfacciones. 7
¿Quiénes forman a los docentes? ¿se tiene en cuenta las dimensiones que plantea?
¿Cómo aprenden los docentes? ¿Cuál es la influencia de las organizaciones?
¿Cuál es el peso de la formación en servicio?
Una relación profunda entre el docente y su saber, plasmado en “los docentes ante el saber”,
donde aporta que los saberes del docente provienen de diversos ámbitos, como los saberes de
los distintos campos del conocimiento que son seleccionados por IFD/Universidades, saberes de
Formación profesional, saberes curriculares y saberes Experienciales; concluyendo que el saber
7
Idem
es plural y estratégico. “El maestro “no piensa sólo con la cabeza”, sino “con la vida”, con lo que
ha sido, con lo que ha vivido, con lo que ha acumulado en términos de experiencia vital, en
términos de bagaje de certezas.
¿Cómo se relaciona con las tensiones que nos presenta Abraham en este clivaje de la identidad?
A su decir una construcción que se inscribe en la trama de los conflictos propios del colectivo
profesional. Estallada, amenazada, con una coraza para mantener la estima del yo despreciado.
El sí mismo idealizado no es corroborado por el malestar de los docentes ni por la amargura que
alcanzaron a expresar.
Con todo este saber y sentir el papel del docente debería ser distinto al que se le atribuye
siempre, un transmisor del saber de la cultura que ha heredado, desconociendo todo ese saber
propio de su experiencia en el tiempo, ese saber considerado como la razón de ser o núcleo vital
de su saber que ha construido y que desafortunadamente no siempre filtra, objetiviza,
selecciona y legitimiza. Será tal vez porque no lo socializa, ni reconoce que lo que hace es
importante y puede ser valorado o porque no es reconocido en su práctica por los otros
maestros, para crear así una nueva profesionalización de los educadores.
Nos seguimos preguntando ¿cuáles son los conocimientos, el saber hacer, las competencias y
las habilidades que movilizan a diario los maestros, en las aulas y en las escuelas, para realizar
sus distintas tareas? ¿Cuál es la naturaleza de esos saberes? ¿Se trata de conocimientos
racionales, basados en argumentos, o se apoyan en creencias implícitas, en valores y, en último
término, en la subjetividad de los maestros? ¿Cómo se adquieren esos saberes? ¿En dónde?
¿cómo pueden tenerse en cuenta e integrarse los saberes de los maestros de profesión en la
formación de sus futuros colegas?
Conferencia TARDIF
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Seminario Internacional IIPE: Políticas docentes: FORMACIÓN, REGULACIONES Y DESARROLLO
PROFESIONAL. Buenos Aires 2012 Conferencia Maurice Tardif (Canadá) Coordinación: Mariano
Palamidessi