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La vena porta es una vena muy voluminosa cuya función es la de llevar los nutrientes al
hígado para que los metabolice. El incremento de presión en este sistema venoso es lo que
se conoce como hipertensión portal. En la cirrosis hepática, este aumento de presión se
debe a que existe una obstrucción del flujo de sangre hacia el hígado debido a las
alteraciones que se producen en el paciente cirrótico (fibrosis y alteración de la estructura
normal del órgano). La hipertensión portal es la responsable de las principales
complicaciones de la cirrosis.
Si se produce la rotura de alguna de estas varices, lo que ocurre en dos tercios de los
enfermos con cirrosis, se origina un sangrado digestivo que puede exteriorizarse en forma
de vómitos de contenido hemático. Este sangrado es una urgencia que amenaza seriamente
la vida del paciente (mortalidad de 25-50%) y que requiere atención médica inmediata.
Encefalopatía hepática: Cuando el hígado está dañado, deja de filtrar los productos
tóxicos de la sangre. De esta forma, se produce un aumento en los niveles de sustancias
como el amoniaco y otros elementos, que pueden llegar al sistema nervioso central y
provocar un daño importante. A esta lesión cerebral causada por el daño del hígado se la
conoce como encefalopatía hepática. Esta enfermedad deteriora el funcionamiento cerebral
y cursa con confusión mental, somnolencia, temblores e incluso coma. Pese a parecer un
problema grave, es totalmente reversible con tratamiento, que consiste en la administración
de laxantes como la lactulosa, y de antibióticos que disminuyan la flora bacteriana
productora de amoniaco.
Síndrome hepatorrenal: Es una complicación muy grave en los pacientes con cirrosis y
ascitis, que consiste en un daño agudo del riñón. No se conoce bien la causa de este cuadro,
pero se sabe que la peritonitis bacteriana espontánea y el alcoholismo son dos situaciones
que favorecen su aparición. El tratamiento definitivo será el trasplante hepático.
Esta complicación grave que presentan los pacientes cirróticos con ascitis y se
caracteriza por azoemia progresiva por la retención de sodio y oliguria, sin que exista
alguna causa estructural de disfunción renal. Está relacionado con alteraciones
hemodinámicas renales y desequilibrio entre prostaglandinas y tromboxanos. La función
renal se encuentra íntegra y la biopsia no muestra alteraciones. El SHR se clasifica en dos
tipos: tipo 1 y tipo 2. El SHR tipo 1 se observa con frecuencia en pacientes con cirrosis
alcohólica con o sin hepatitis alcohólica; se caracteriza por una insuficiencia renal
progresiva, con aumento al doble de la creatinina en menos de dos semanas. El pronóstico
es muy malo, con 80% de mortalidad en menos de dos semanas. En 30% de los pacientes
con PBE se desarrolla el SHR tipo 1. El SHR tipo 2 se caracteriza por insuficiencia renal
con disminución progresiva y constante de la creatinina (entre 1.5 y 2.5 mg/dL) en ausencia
de otras causas. El pronóstico es malo y la supervivencia es de 50% a cinco meses y de
20% a un año.
https://www.aegastro.es/sites/default/files/archivos/ayudas-
practicas/15_Trastornos_motores_del_esofago.pdf
https://www.medigraphic.com/pdfs/juarez/ju-2008/ju084d.pdf