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UNIVERSIDAD CATÓLICA CECILIO ACOSTA

FACULTAD DE FILOSOFÍA Y TEOLOGÍA


PROGRAMA DE FILOSOFÍA A DISTANCIA
ASIGNATURA: FILOSOFÍA SOCIAL Y POLÍTICA

UNIDAD II.

EL PENSAMIENTO POLÍTICO EN EL MUNDO CLÁSICO.

Bachiller: PARRA INCIARTE, NOLBERTO JOSÉ


C.I.: V- 23.460.142

Valencia, 04 de noviembre de 2020.

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A modo de introducción:

La hipótesis de trabajo de estas páginas parte del hecho de que, en la sociedad


y en el Estado de nuestro tiempo, se da por sentado que el mejor sistema de
gobierno es el de la democracia. Esta creencia está asumida de tal modo que el
calificativo de antidemocrático para un Pueblo, un Estado o un Partido Político
pretende tacharlo de injusto, anticuado y antimoderno. (aclarar esta idea)

Para ello, se apela a los fundadores del Estado moderno y a las duras luchas
que lograron su consolidación y las diversas formas que ha terminado adquiriendo;
pero se apela también a los pretéritos, a la forma democrática de gobierno de las
ciudades griegas antiguas de la época de Platón y Aristóteles. Pero es esta
apelación la que debería arrojar claridad sobre la imperiosa necesidad actual de
someter a crítica el dogma contemporáneo de la autoridad, las ciudades o “Polis”
(como acortejaba estos antiguos), pero sobretodo la concepción de democracia:
no para abandonarla, desde luego, sino para volver de continuo a sus raíces, a
sus motivaciones, a sus alcances y también a sus límites.

El pensamiento filosófico era pensamiento ético y político. Es decir, por primera


vez las normas y valores morales y los principios de ordenamiento de la vida
pública, del poder y del Estado, se pensaron racionalmente. Pensar sobre unas
era simultáneamente reflexionar sobre las otras. Es totalmente erróneo presentar
el pensamiento ético, el pensamiento político y el pensamiento ontológico (la
preocupación sobre el ser) en la filosofía griega como tres productos separados.

A lo largo, hemos podido considerar algunos aspectos relacionados


principalmente a su concepción del poder y la forma que tenían de legitimarlo,
haciendo una breve referencia a las nociones de Aristóteles, sobre las formas
de gobierno que él analizó. Nuestra intención es la de exponer las formas de
gobierno que ambos analizaron, tomando algunas citas de sus dos libros más
importante, es decir de “La República”, de Platón; y “La Política”, de Aristóteles.

Debemos considerar también que es uno de los temas más importantes de sus
concepciones filosóficas, por lo que se verá a lo largo de la investigación, en lo

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que refiere a la gran trascendencia que tenía para ellos la política,
como ciencia o disciplina fundamental dentro del marco de sus ideas.

Es importante destacar las nociones de Giner sobre la influencia que ejercieron


sobre estos temas algunos pensadores y líderes políticos de la época. Al mismo
tiempo consideramos importante destacar la gran influencia recibida de la
sociedad en la que vivieron, los cambios políticos que se sucedieron en Atenas,
que cumplió un largo proceso de transformaciones políticas hasta llegar a la época
"clásica", pasando por diversas formas de gobierno hasta llegar a constituirse
en democracia, organización que ellos vivieron en carne propia y que motivó
varias críticas, muchas de las cuales veremos en el apartado correspondiente.

También, la influencia recibida de otra gran ciudad de la antigua cultura griega,


Esparta, cuyo estado militarizado sirvió de base a las concepciones que
elaboraron respecto de un estado ideal que pretendieron realizar los dos¿?. El
propio Aristóteles, en la “Política”, sabe que el mejor sistema de gobierno es aquel
que el pueblo decida darse, asunto que como pueblo habrá de discutir.

Como se expresa anteriormente, este tema es uno de los que más ha influido
en la actualidad, además de otras nociones filosóficas de ambos, las cuales no
trataremos ya que no van con el trabajo solicitado, por el legado que han dejado a
nuestra civilización. La reflexión tiene una primera parte en la cual se justifica la
necesidad de un planteamiento en función de lo que se concibe por Sociedad, así
como también los idearios y estructuración de Platón sobre la ciudad, el poder, el
Estado, la crítica en el ideario de Aristóteles de la democracia; en un segundo
momento, con el apoyo del autor, fundamentar y destacar la relación entre logos,
deliberación y comunidad en relación con el mejor sistema de gobierno que un
pueblo debe tener; y en un tercer momento, se problematiza la relación entre
democracia y representación en nuestro tiempo desde una conclusión en la que se
sostiene que la ciudad ha de ser igual a justicia, contrariamente a lo que le sucede
a nuestro tiempo desde una visión personal.

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A manera de sistematizar las ideas del autor sobre Platón y Aristóteles:

No hay sociedad democrática moderna que no posea un ámbito autónomo


de libertades cívicas. Autónomo, esto es, frente al poder político, así como
frente al aparato estatal y las administraciones públicas. La naturaleza
precisa de ese ámbito, al que solemos llamar ‘sociedad civil’ no es siempre
fácil de determinar. No obstante, sabemos que su existencia, hoy, es crucial
para que una sociedad pueda considerarse moderna, civilizada,
democrática y, en la medida de lo posible, libre. Su importancia es tan
crucial como obvia. (Salvador Giner, 2008, p. 19).
Platón:

Platón se cree que nació entre los años 428-427 a.C. en Atenas o Egina.
Filósofo griego, discípulo de Sócrates y maestro de Aristóteles. Fue, además, el
fundador de la escuela filosófica La Academia de Atenas. En su infancia y
juventud, Grecia pasaba por un momento difícil: los problemas de la democracia
de Atenas y la Guerra del Peloponeso. Esta agitada situación lo era aún más en la
familia de Platón. En el 399 a.C., Sócrates fue condenado a muerte por impiedad,
acusado de introducir nuevos dioses y por corromper a los jóvenes con sus ideas.
Este hecho dejó destrozado a Platón, que huyó de Atenas. Después pudo regresar
a Atenas, donde fundó la escuela filosófica la Academia, a las afueras de Atenas,
en torno al 387 a.C.

A Platón se le considera el padre de la filosofía occidental. En los diálogos de


transición y de madurez, más cuidados y algunos con tintes políticos, Platón
expuso la Teoría de la reminiscencia y la Teoría de las Ideas. Para Platón las
ideas eran perfectas, eternas e inmateriales. Quizá, de estos diálogos, el más
popular de todos es La República. En esta obra, para muchos considerada la más
compleja, describió esta teoría a través de El mito de la caverna. Platón revisó sus
teorías anteriores y se centró en problemas propios de la dialéctica. Las
enseñanzas de Platón han influido en el pensamiento occidental posterior. Uno de
los motivos fue la Academia. La Academia sirvió como modelo para otras escuelas
posteriores, como el Liceo de Aristóteles, que antes había sido alumno y discípulo
de Platón. Murió en Atenas sobre el año 347 a.C. 

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La República, es seguramente entre los escritos platónicos aquel que con
mayor claridad asigna una función política al conocimiento del bien. El autor
defiende que ciertos conocimientos son necesarios para la institución de un
Estado; sin embargo, el personaje principal de la obra (Sócrates) no declara
abiertamente en qué consiste dicho conocimiento y su objeto, y así, una de las
tesis centrales de la filosofía política de Platón requiere interpretación. Después de
asumir la cuestión de la igualdad de funciones entre mujeres y varones, y de
explicar las razones para que los guardianes de la Polis no mantengan posesiones
ni desarrollen los vínculos familiares que forman parte de la vida del resto de los
miembros de la comunidad, después también, de haber introducido la construcción
del Estado con la intención de hacer comprensible, en virtud de la magnitud, la
justicia del alma, Platón afronta la determinación de un aspecto cuya dificultad
está señalada en el mismo texto de si el Estado planeado es posible o no y, si es
posible, acerca de cuáles son sus condiciones de realización.

Platón hace estribar la realización de la justicia de la moralidad de los


miembros de la Polis, del carácter de los ciudadanos y de su aporte a la
comunidad conforme a las funciones de cada grupo. Pero, a la vez, la moralidad y
el cumplimiento de las tareas sociales son condiciones que contribuyen a la
justicia sólo cuando la conducción política se asocia a ciertos contenidos
cognitivos indisolublemente ligados a una práctica racional, sólo por medio de la
cual los miembros de una comunidad política, están dispuestos a explicar y
justificar intersubjetivamente sus decisiones. Se trata de la función política
específica asignada a los gobernantes-filósofos, calificados por esa clase de
conocimiento y por esa disposición racional que obtiene su propio carácter y sus
contenidos del universo de la justificación racional de la acción.

Los contenidos específicos del conocimiento práctico que entraña esta


epistéme requerida para los gobernantes están dados por el universo ideal de las
virtudes, entendidas como normas de la acción humana concreta. Pero, Platón
toma las realizaciones individuales como integradas en un contexto político
general. Hay virtudes de ciertos grupos de la sociedad que se trasladan a la Polis

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en su conjunto, dotando a ésta de ese rasgo que en su originen es sectorial. La
justicia, en cambio, es una virtud preeminentemente comunitaria, pues consiste en
esa clase de organización de los miembros del Estado, por la cual en él se
distribuyen funciones en orden al buen desempeño conjunto. Tal desempeño
posee una forma propia que Platón vincula con la idea del bien.

La tesis platónica acerca de la relevancia del bien para la construcción política


reside en dos aspectos interconectados. Uno de ellos es la inauguración de la idea
de la racionalidad como posibilidad y la afirmación conjunta relativa a que la
existencia del Estado es necesaria para mantener esa posibilidad de racionalidad,
en cuanto la idea misma del bien resulta accesible al hombre mediante sus
realizaciones y el Estado justo representaría la concreción de mayor envergadura
de aquella idea. El segundo aspecto de la contribución ético-política del bien está
relacionado con afirmaciones que se leen en República VI acerca de la naturaleza
ontológica de la idea del bien y su comunicabilidad. Pienso que es viable
considerar las contribuciones del bien a la cuestión ético-política planteada en la
República, aunque cualquier interpretación acerca del aporte político de la
racionalidad que está asociada al conocimiento de las ideas descansa en una
interpretación sobre tópicos epistemológicos y metafísicos relacionados con la
idea del bien.

La posibilidad que representa esa idea no tiene el sentido de una mera


apertura al futuro, entendido como un horizonte de alternativas impredecibles, en
el cual hay que pensar siempre como el lugar utópico de una mejor condición para
la humanidad. Posibilidad tiene aquí, más bien, el significado de la normatividad
que pertenece a la esfera ideal platónica, cuya efectividad consiste en mantenerse
presente de manera constante como norma de la realidad, y en ofrecer a la
realidad un parámetro y una orientación para su determinación y corrección, así
como en general las normas constituyen el criterio regular para el examen de la
existencia.

Sólo una concepción similar de lo normativo permite apropiarse del futuro,


tomándolo como el horizonte de posibilidades de la construcción política presente.

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Con ello, no estamos de cara al futuro con cierta propensión escatológica ni con
cierta ingenua ponderación de los beneficios provenientes del hecho de que lo
nuevo parece siempre incalculable. Platón entiende la justicia política como una
construcción racional de la vida comunitaria humana, en la que, se integran los
miembros por medio de la asignación de diversas funciones favorables a la
realización del conjunto social. Sin embargo, dicha asignación de funciones no se
efectúa de manera totalitaria, como si Platón promoviera un colectivismo radical
contrario a los intereses emancipatorios de los individuos.

Si el Estado platónico ideal representa el esbozo de lo que Giner considera que


son ideas políticas normativas básicas de una comunidad, la planificación que
vemos desplegarse en la República, en lugar de perseguir la intención de someter
a los individuos en un plan de Estado determinado en cuya confección no
participarían los ciudadanos; debería entenderse, más bien, como un esbozo del
sistema de relaciones que debe ordenar una comunidad política para que en ella
se realice la justicia.

No es sólo el hecho de que en la República faltan indicios acerca de la


existencia de organismos de control inherentes a la estructura de un Estado
totalitario (policía política, cárceles ideológicas, entre otros), sino que es ante todo
el carácter del proceso de construcción de la comunidad política mediante la
educación plenamente controlada por el Estado (tomada como un deber
indelegable del mismo) y mediante un marco de racionalidad (que envuelve
aspectos disposicionales cuyo emblema es la apertura al diálogo racional, que no
se agota en la mera confrontación de opiniones, sino que pretende alcanzar los
conocimientos necesarios para dar sustento a las decisiones prácticas; es decir,
parte de lo que implica el conocimiento platónico de las ideas) lo que impide
confundir el modelo de justicia política de Platón con un aparato de poder que es
contrario a los intereses individuales y a la dinámica de promoción social de los
ciudadanos.

La asignación social de tareas funcionalmente favorables a la realización de la


justicia política tiene en cuenta las capacidades e inclinaciones de los individuos.

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Además, Platón da a todos los ciudadanos un libre acceso a la educación que
considera imprescindible para hacer política, incluso a las mujeres, estableciendo
con esto, un pensamiento igualitario históricamente revolucionario que no
reconoce condicionamiento biológico alguno en la vida política de los miembros de
ambos géneros y autoriza la participación femenina en el gobierno de la Polis.

Suprimir la usurpación de los derechos de los otros no implica, ciertamente,


que el Estado prive a todos los ciudadanos de ocupar un lugar en la sociedad
conforme a sus propios intereses y capacidades. La República platónica justifica la
organización estatal; las responsabilidades de las diversas clases de ciudadanos y
la obligatoriedad de las leyes mediante el esclarecimiento de los intereses de los
ciudadanos, integrados desde sus primeros años mediante la formación para la
construcción de la justicia política.

En efecto, dentro de un Estado como el planeado en la República los intereses


privilegiados por la organización de la Polis son los intereses del conjunto social, y
la determinación que de esos intereses comunes efectúa la clase gobernante debe
recoger, por sobre las preferencias sectoriales, la promoción del bienestar general,
que es condición necesaria para que los individuos hallen su propio bienestar, en
tanto miembros de la comunidad política. Más aún, el papel preponderante de los
fines de la comunidad no podría promover coherentemente en la política platónica
el avasallamiento de libertades individuales, cuyo ámbito es el privado; pero,
además, tampoco restringiría las libertades de pensamiento, expresión y
disidencia a lo estrictamente privado, intentando proteger, con ello, un sector
público homogéneo y sin fisuras, y perjudicando la definición de los intereses
comunes que debe hacerse, para que éstos sean genuinamente aceptados y
cohesionantes, mediante la participación activa de los ciudadanos por medio de
las instituciones políticas.

Los gobernantes platónicos no tienen como función preservar la armonía social


a costa de la justificación racional pública de las acciones políticas, en la misma
medida en que al ejercicio de gobierno sólo llegan personas calificadas con
conocimientos específicos y capacidades morales, dotadas de una peculiar

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disposición racional a dar y pedir razones. La articulación entre ejercicio del poder
y libertad, que en distintos lugares Platón recomienda por medio de la teoría de las
constituciones mixtas, es decir, que combinan, por ejemplo, aspectos monárquicos
y democráticos, aspira a mantener el equilibrio entre los componentes sociales,
que Platón explica como factores dialécticos.

La teoría platónica acerca de la idea del bien y su incidencia en la prâxis moral,


y en la institución del Estado, se presenta como una réplica a la teoría de la
justicia que expresa Trasímaco en el libro I de la República, según la cual la
justicia es lo conveniente al más fuerte. A la vez, Platón se opone a la defensa de
cierto individualismo que promueve el mismo Trasímaco, quien sostiene el
predominio sin restricciones del propio bienestar de cada individuo. La teoría
platónica de la “dóxa” sostiene que ésta constituye un estado mental que
representa una carencia, una falta de capacidad cognitiva. Es parte de la herencia
socrática que pervive en Platón la posición crítica frente al imperio de las
opiniones.

Su rechazo implica un ataque al conjunto de creencias sociales como parte de


un programa de investigación, cuyo parámetro no se obtiene de lo socialmente
establecido y culturalmente aceptado. Sócrates se rehúsa, entonces, a dar una
definición plana de este principio de la Polis, la idea del bien, aunque sus
interlocutores insisten en que lo haga, del mismo modo en que antes definió las
virtudes. Pero proponer definiciones acerca del bien implicaría hablar sin precisión,
en las que el Estado platónico se apoya en otra clase de necesidades, las
políticas, lo que se relaciona con la normatividad intrínseca a la naturaleza
humana y con la motivación moral peculiar de la acción del hombre que lo lleva a
un orden de operaciones no equiparables a las necesidades ligadas a la
satisfacción corporal y a la lucha por la supervivencia.

Habrá que recordar que el filósofo griego no censura la participación popular en


el poder, sino su degeneración anárquica, que destruye la institucionalidad sin
establecer nuevos acuerdos que sustenten la sociedad política. Falta de libertad

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en regímenes tiránicos y el vacío ejercicio de poder que representa la acción
violenta con objetivos disruptivos son los extremos opuestos al Estado filosófico.

Aristóteles:

Aristóteles nació en el 384 a.C. en Estagira, una pequeña localidad macedonia


situada cerca del monte Athos. Desde muy pequeño, fue instruido por su padre en
los secretos de la medicina, avivando años después su pasión por la investigación
experimental. Con apenas 17 años, el ahora célebre polímata se trasladó hasta
Atenas para ingresar en la Academia de Platón, cuyo pensamiento rechazó por
completo. Aristóteles se vio obligado a perfilar términos de gran significado en su
filosofía como “sustancia”, “forma” o “materia”. En contraposición al mundo de las
Ideas impuesto por su maestro. Tras una prolífica carrera, Aristóteles falleció en el
exilio en la isla de Chalcis, en el año 322 a.C. a la edad de 62 años.

Aristóteles construye las bases de la teoría política partiendo de


la observación de la realidad histórica de la decadencia de la Polis y del
conocimiento de otras nacionalidades. Su obra se apoya en el método inductivo-
comparativo-jurídico de las instituciones políticas y sistemas de gobierno,
estructurando de esta manera un modelo proyecto de Estado Moderado,
resultante del equilibrio de los intereses de los miembros de la Polis. Sus libros se
refieren a que la sociedad es un hecho natural, en consecuencia, el hombre es un
ser esencialmente sociable, más que las abejas la naturaleza arrastra
instintivamente a todos los hombres a la asociación política. A partir del origen
natural de la sociedad, Aristóteles justifica la desigualdad inherente a la sociedad,
la cual se expresa en la existencia de hombres libres y esclavos, bárbaros y
griegos, el hombre y la mujer, el padre y los hijos.

Asimismo, el Estado como organización política resultante de la asociación de


individuos, familias y pueblos, se origina para resolver las necesidades básicas de
la vida y el fin de la satisfacción de ellas, el poder doméstico descansa en la
trilogía del poder que el jefe de familia tiene sobre la mujer, los hijos y los
esclavos, el poder del señor, el del padre y el de esposo se concentra en el padre
de familia. La sociedad civil se levanta sobre relaciones de propiedad en términos

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de riqueza bienes materiales y de propiedad viva o esclavos. La posición de señor
no se obtiene porque se sepa mandar, sino porque se tiene cierta naturaleza para
ser señor. La concepción del poder doméstico de Aristóteles difiere radicalmente
de Platón, ya que en el primero es el poder doméstico sobre la
familia monogámica y en el segundo, está dado por la pertenencia a
la comunidad de mujeres.

De la teoría de la sociedad civil, se pasa al análisis comparativo de las


constituciones más representativas de la época como eran las de Fáleas de
Calcedonia, Hipódamo de Mileto, la de Creta y la de Cartago. De igual
forma, Aristóteles confronta la República de Platón, centrando sus críticas sobre
las teorías acerca de la comunidad de las mujeres, la destrucción del Estado, la
abolición de la propiedad entre los gobernantes, la selección de la familia y de los
hijos y el carácter elitista del Estado. Centra, además, el estudio en la teoría del
Estado y el ciudadano, los gobiernos y la soberanía. La idea absoluta y "rasgo
eminentemente distintivo del verdadero ciudadano es el goce de las funciones de
juez y magistrado", luego, evidentemente, "es ciudadano el individuo que puede
tener en la asamblea pública y en el tribunal voz deliberante".

El adiestramiento de la política es el distintivo del ciudadano, pero ese poder de


participación está determinado por la calidad de ser ciudadano y solamente es
ciudadano el que participa en los poderes en tanto por naturaleza era
descendiente de ciudadanos, no pertenece a los extranjeros, ni a los artesanos, ni
a los domiciliados. La calidad de ciudadano está determinada por el poder
doméstico que era portador, es decir por la propiedad de instrumentos
de producción.

He aquí otras de las grandes diferencias entre Aristóteles y Platón, para quien
la ciudadanía está ligada al poder del saber o poder que se deriva del
conocimiento sobre el arte de hacer política y defender la ciudad. Para Aristóteles
es ciudadano sólo el que plenamente tiene participación en los poderes públicos,
es decir, que no sea esclavo, extranjero o artesano. La función pública exige
tiempo libre para ponerlo al servicio del poder. El ciudadano era el hombre

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honesto en tanto a la virtud del hombre de bien y la virtud del ciudadano son
idénticos. El ser animal político por naturaleza y por ser ciudadano es el título que
"pertenece sólo al hombre político, que es o puede ser dueño de
ocuparse, personal o colectivamente, de los intereses comunes".

En la ciudad de Aristóteles se identifica el ser político en tanto portador de


virtudes, en esta parte retoma el ideal ético platónico, pero, incorporándolo a las
condiciones del poder doméstico que se requiere para ser ciudadano. Virtud y
ciudadanía son las premisas esenciales de la perfecta felicidad talentos, o a un
tirano. La solución se encuentra en las leyes, pero no en las leyes oligárquicas,
democráticas o tiránicas, sino en las leyes buenas fundadas en la razón.

Todas sus obras forman una sola unidad, son las partes de la teoría general de
la ciudad perfecta, pero necesariamente se halla conectado a los planteamientos
teóricos previamente desarrollados por Aristóteles. En otras palabras, primera
parte, se hallan planteados los elementos teóricos de entrada que van a dar lugar
a la elaboración de la teoría general de la ciudad perfecta, a saber: el origen
natural de la sociedad y la asociación política, la desigualdad natural entre los
hombres, el Estado como hecho natural y social, la razón y función social del
Estado, la unidad existente entre virtud y la ciudadanía, la naturaleza y función
política del ciudadano y la ley como fundamento racional de la soberanía.

Para Aristóteles, la ciudad debe reunir un conjunto de elementos materiales y


humanos interactuantes que en su dinámica permitirán alcanzar el Estado más
perfecto, es decir aquel Estado, en el que cada ciudadano asegura su felicidad. El
gobierno de la ciudad debe ser práctico, al respecto señalaba que "no basta
imaginar un gobierno perfecto, se necesita, sobre todo un gobierno practicable,
que pueda aplicarse fácilmente a los Estados”.

Afirma que las leyes deben ser hechas para las Constituciones y no las
Constituciones para las leyes. Aristóteles se identifica con Platón en el sentido que
la educación es el "baluarte" de la ciudad, con la diferencia que a ella deben
ascender no exclusivamente las élites sino todos los ciudadanos. La ciudad
perfecta sería aquella que adoptara el gobierno mixto, producto del equilibrio

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y comunicación de elementos oligárquicos y elementos democráticos. Es así como
el justo medio político es el fundamento del Estado. Desde el punto de vista
de clase social considera que "la asociación política es sobre todo la mejor cuando
la forman ciudadanos de regular fortuna. Los Estados bien administrados son
aquellos en que la clase media es más poderosa y más numerosa que las otras
dos reunidas".

En la teoría general de las revoluciones, hace énfasis explicando que la


desigualdad es la causa de ellas. El ansia de riqueza y honores, puede encender
discordias, así como la diversidad de origen de los pueblos, en especial la
presencia de extranjeros. El carácter turbulento de los demagogos ha sido causa
de las revoluciones, ellos agitan a los ricos y a los pobres según las conveniencias
y cuando se trata de asuntos públicos arrastran multitudes. Asimismo, remata la
política criticando a Platón en tanto en la República se habla de las revoluciones,
más no se precisan las causas.

Perspectiva relevante sobre la Política y Pensamiento Aristotélico:

Aristóteles habla de las ciudades y comunidades, de la sociedad en la "Polis", y


de cómo deben ser las relaciones de cada persona. Hace un análisis del
comportamiento del hombre en la sociedad, llegando a la conclusión de que éste
es un "animal cívico", y que debe vivir en comunidad. Las formas políticas de las
Polis dependían de quién retenía y ejercía ilegítimamente el poder político. Si se
hallaba en manos de la oligarquía, la ciudadanía se adquiría por el tamaño de la
fortuna, impedía que la mayoría de la población libre accediera a
los derechos políticos. Si por el contrario, la Polis era gobernada
democráticamente, las personas públicas decidían todo lo relacionado con la Polis
a través de su participación. Es importante decir que tanto una forma de
constitución como la otra excluían a los esclavos y mujeres de todo derecho
político y capacidad para ser ciudadano.

A grandes rasgos las ideas políticas que Aristóteles defiende en el texto son las
propias de un aristócrata, aunque él no lo fuese ya que era extranjero. Pero lo que
más llama la atención son los argumentos que utiliza: uno, los derechos políticos

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solamente podían adquirirlos los hombres, ya que las mujeres eran consideradas
seres inferiores, limitadas de una manera natural: los hombres están destinados a
mandar y las mujeres a obedecer; dos, dentro de los hombres, unos son
considerados superiores a otros por una determinación también natural, física e
intelectual: los esclavos pertenecen al género de los inferiores, ya que la
naturaleza los ha dotado solamente de fuerza pero no de inteligencia; y tres, los
poseedores de grandes fortunas, solamente a ellos les pertenece la ciudadanía,
puesto que lo son por su condición social.

Aristóteles comienza reflexionando acerca de las ciudades y las comunidades,


y afirma que todas las comunidades tienen como fin algún bien. Especifica
además, que la que pretende un bien superior y comprende a todos es una ciudad
o comunidad cívica. Hace también una diferencia entre lo que es regir una
comunidad o familia, ya que no es lo mismo ser un rey que un cabeza de familia
que un gobernador de la Polis o ciudad. Para comprobar esto, hace un análisis de
los elementos de la ciudad. 

Por otra parte, hace un estudio sobre la naturaleza del hombre, afirmando que
ésta es vivir en comunidad. Reflexionando sobre nuestra naturaleza, afirma que
siempre hay un gobernante natural y hay otros que son sumisos por sí mismos.
Por tanto, el hombre es un animal cívico y social, y que necesita de los demás
para vivir bien. Además, nos demuestra que ésa es la naturaleza del hombre, ya
que es el único animal que posee la palabra para comunicarse. Para Aristóteles, la
justicia representa el orden de la sociedad cívica, y es la virtud la que permite la
apreciación de lo justo.

En el terreno político, no trata de crear una ciudad ideal, sino que realiza un
análisis más empírico, más realista. Para Aristóteles es importante la recopilación
de datos y aprender de ellos. Es un tanto conservador, en el sentido en que cierra
los ojos ante la nueva realidad histórica (el imperio), y sigue analizando el marco
de la Polis. Otro punto de la teoría política de Aristóteles es su relación con la
ética. La ética sólo se puede lograr en la Polis. El hombre alcanza su perfección al
relacionarse en la Polis, al socializarse. Aristóteles considera que el individuo no

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es autosuficiente, sino que es un animal político, que vive en la Polis como ya lo
habíamos mencionado en el punto anterior. Dentro de este marco, va búsqueda
de la mejor forma de gobierno.

Hay que tomar todos los elementos útiles para lograr dos cosas:  “el
progreso y la estabilidad” de la mayoría, o sea, el bien común. Esta Polis no debe
producirse por reformas radicales, pero si con medidas revolucionarias. Es decir,
dando a entender desde una manera violenta.

Dentro de esta vida feliz, Aristóteles tiene una idea de civilización: la que define
al hombre a diferencia de las bestias, porque el hombre es capaz de la
comunicación social. El hombre social está definido por la razón y lenguaje. El
hombre se organiza por familias, tribus y de ahí nacen las ciudades. Todos los
hombres son capaces de practicar unas cualidades políticas, cívicas, que resume
en tres virtudes: justicia, amistad, prudencia. El hombre capaz de cultivar las tres
virtudes será el perfecto ciudadano, y el que se deberá de ocupar de los asuntos
de las Polis. Además, considera que entre las dos grandes clases sociales (ricos y
pobres) debe haber un fuerte grupo intermedio.

Respecto a la sociedad, reconoce por primera vez que además del


componente político, hay un componente económico indispensable. Los hombres
dedicados a la política necesitan una buena educación y tiempo. Esto es posible
mediante la mano de obra esclava. Aristóteles define al esclavo como un
instrumento animal. Cree que ese es el precio que debe pagar la civilización
griega para que el hombre logre vivir bien. También dice que el hombre para
realizarse debe disponer de un ocio, y ese ocio exige que exista trabajo forzoso.

Refiriéndonos a la constitución de las polis, asume que el gobierno de la misma


debe ser mixto, en el que sean compatibles la voluntad de la mayoría y el gobierno
de los más capacitados. Los elementos fundamentales serían la deliberación de
los temas políticos, una administración para los asuntos públicos y funciones
judiciales. Respetando esos elementos, se constituirá un orden estable, y por
tanto, la justicia.

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Aristóteles también afirma que el régimen político se identifica con el gobierno,
y que éste es el elemento soberano de la Polis. Pero los que mandan no son
siempre los mismos, sino un individuo, o una minoría o la mayoría, y por eso hay
diversidad de regímenes. Es decir, en una Polis puede mandar uno, pocos o
todos; ese grupo que mande conformará el gobierno. A la vez puede decirse que
el régimen político depende sustancialmente de este gobierno: según como sea el
gobierno, su forma, así será el régimen. Por ejemplo, si gobiernan pocos y los que
tienen dinero, tendremos una oligarquía.

La existencia de variedad de regímenes es algo natural, ya que la ciudad no es


un todo uniforme, como dice el mismo Aristóteles: "La causa de que existan
diversos regímenes es que toda ciudad tiene varias partes", y "de estas partes,
unas veces participan todos en el gobierno y otras un número mayor o menor".
Los ciudadanos se diferencian entre sí en virtud de su nobleza, dinero, profesión
etc. Pero no es esto lo definitivo para hablar de los diferentes regímenes, sino el
hecho de que esos mismos hombres, cada uno con una función
determinada,41 participan de modo distinto en la virtud, pues es obvio que unos
son más virtuosos que otros, y algunos apenas lo son.

Pero también, Aristóteles describe la constitución de la mejor Polis como una


aristocracia. Pero considera el caso de un ciudadano que se distinga como
poseedor de tan extraordinaria virtud que sobrepase en exceso a todos los otros
ciudadanos. De acuerdo con su teoría de la justicia, a tal individuo excelso debería
asignársele el poder supremo, haciéndolo rey. Sin embargo, tales individuos
raramente existen y la consideración de Aristóteles es más hipotética que práctica.
Dado que la virtud es el criterio axiológico tanto de la aristocracia cuanto de la
monarquía, y la aristocracia y la monarquía son constituciones emparentadas, él
las considera subespecies de la mejor constitución.

A modo de conclusión personal:

Sin lugar a dudas, la conceptualización de los pensamientos sobre la política de


ambos filósofos, en gran medida han merecido una dialéctica personal para captar
la esencia del significado de determinadas concepciones; no es necesario

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destacar, que el autor Giner nos brinda todas las corrientes explícitas de los
mismos en completa profundidad y claridad.

Vale la pena destacar, que se ha rescatado a priori algunas citas a medida que
se escriben determinados conceptos, para no basar solamente en las
explicaciones del determinado escritor contemporáneos de filosofía y sociología.
Aunque quede cierta inconformidad, debido a que la intención principal era la de
expresar textualmente las definiciones de los filósofos que analicé para que no
quedara duda de que se remite a las fuentes directas que se posee.

Entre las similitudes que se puede extraer entre ambos filósofos, figura el
hecho de que ambos consideraban que el Estado natural desde una perspectiva
democrática era una forma pura de gobierno, aunque no la excluyente de las que
preferían. Asimismo, la influencia del Estado ateniense en la que vivían, les sirvió
de inspiración para determinar aceptando como una realidad, que el poder
siempre debe recaer en manos sabias o de gente especializada, ya sea en la
sabiduría filosófica (que plantea Platón) o de la sabiduría racional que pondera
Aristóteles. Aunque la crítica que realizan a la democracia, principalmente se debe
a una necesidad de diferenciarse de las raíces sofísticas que predominan por
doquier, y cuyos exponentes utilizan arbitrariamente para ganar la voluntad del
pueblo.

La monarquía en manos de un guerrero o "héroe", es otro punto en común que


comparten, y en general la atribuyen a los principios de la fundación de la ciudad,
en cuyo momento siempre había un líder que guiaba y sacaba adelante
una nación en crisis.

Es necesario destacar, que ambos filósofos establecieron un modelo ideal de


gobierno que no representa en espíritu marcadas diferencias; la fundamental, que
Platón establece una sofocracia o sistema de filósofos reyes que deben ser
educados desde chicos con miras a la vida política y a una educación
especializada. Aristóteles brinda la misma visión sobre la educación, pero
destacando que no deben ser filósofos reyes (ya sea reyes tiranos devenidos
sabios o sabios devenidos reyes) y argumenta que el poder debe estar en manos

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de ciudadanos filósofos, que como dijimos anteriormente, no representa, en
esencia grandes diferencias. Por otra parte, la importancia que Aristóteles le
confiere a la ley, y sobre todo a la ley racional, difiere en parte de lo que plantea su
maestro, sobre todo si consideramos que es el creador de la lógica tal cual la
concebimos hoy en día; y que en oposición a las ideas de su maestro difiere del
uso de la interrogación continua como único método para obtener la verdad.
Aunque en esto también hayamos una similitud, si consideramos que la lógica
aristotélica no deja de ser una dialéctica un poco más elaborada de la que plantea
Platón.

La importancia que ambos le confieren también a la retórica, si bien la critican


en una sociedad democrática que la utiliza constantemente, es un punto en
común. Sin lugar a dudas las nociones de ambos se parecen, y no hay que olvidar
que el segundo es discípulo del primero.

Entre otra de las similitudes que se puede extraer es que ambos consideran la
política como una ciencia fundamental, aunque con la salvedad que nombramos
en el párrafo anterior, en lo que refiere a que uno está influenciado por su método
científico. Asimismo, y en contraposición a lo planteado al principio de dicha
conclusión, ambos establecen que siempre el poder debe estar en manos de unos
pocos, y que es preferible a la democracia. Ambos están muy influenciados por el
modelo espartano del cual eran ciudadanos "de corazón".

A su vez, no cabe la menor duda, de que Platón se encuentra fuertemente


influenciado por los cambios que ha sufrido la organización política ateniense (y de
otras polis típicas) que ha mutado constantemente a lo largo de los años,
debiendo padecer diferentes tipos de gobierno; esto le brinda gran experiencia al
observar diferentes formas de gobierno que ha habido, pero carece del poder de
investigación que sí posee su discípulo, el cual realizó una gran recolección de
diferentes constituciones para elaborar sus concepciones políticas.

Ambos establecen un ciclo común de decadencia: es indudable que en algún


momento sobreviene la crisis que termina con una forma de gobierno dando lugar

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a otra, destacando también que siempre el ideal debe volver a los modelos que
ellos plantean.

Entre una de sus diferencias fundamentales, está la de la concepción de la


tiranía. Sin dudas, Platón se encuentra fuertemente influenciado por sus
experiencias en Siracusa, por lo que él cree que el tirano puede ser reconvertido
dando nacimiento a su gobierno ideal, lo cual constituye una diferencia con su
discípulo, que no encuentra ninguna cualidad a este tipo de gobierno. Es decir,
que no encuentra posibilidad alguna de salvación para el tirano, que a la larga
ineludiblemente caerá. A su vez, Platón es mucho más idealista en todo momento,
y su filosofía poética se destaca más que la del discípulo; con solo hacer un
recorrido a través de sus obras encontramos su predilección a contarnos todo lo
que piensas a través de mitos o imágenes.

Asimismo, aunque opinaban parecido en lo que refería a las críticas a la


democracia, Aristóteles fue más cauto con otras formas de gobierno estableciendo
la noción de que todas son aceptables (aunque el prefiriera su modelo ideal) ya
que debía analizarse el momento en que se desarrollaban los hechos; sin dudas,
los estudios que realizó de distintas constituciones de diversos pueblos, lo llevó a
darse cuenta de esta realidad. Aunque muchas veces, se le critica el hecho de
haber querido legitimar su ideal de nación con la inteligencia de los virtuosos, solo
consiguiendo hacer de su proyecto una aristocracia en la cual el derecho es
siempre voluntad del más fuerte.

Sin ningún lugar a dudas, los conflictos que ambos filósofos encontraban en


cada una de sus concepciones políticas sirvieron de base a futuras generaciones
para el desarrollo de ideas más elaboradas.

Como una noción final, solo resta decir, que la herencia que estos dos filósofos
han dejado a la humanidad han sido muy importantes. Solamente se toma un
pequeño pedazo de esa gran obra elaborada por ellos denominada con el nombre
de Política.

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Bibliografía:

 GINER, S.: Historia del pensamiento social, Ariel, Barcelona, 1982. (pp. 25-
75)
 DE ROMILLY, J.: ¿Por qué Grecia?, Debate, Madrid, 1997. (cap.3)
 HOYOS, Luis, E. (Ed.): Estudios de filosofía política, Universidad del
Externado de Colombia/ Universidad Nacional, Bogotá, 2004. (cap.2)
 BRUCHMÜLLER, Ulrike.: La posibilidad del Estado ideal de Platón en
la República y en las Leyes. Una alternativa a la interpretación de André
Laks de la filosofía política de Platón. http://www.scielo.org.mx/scielo.php?
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https://scielo.conicyt.cl/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0718-
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