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Thomas S y Emmanuel Levinas
Thomas S y Emmanuel Levinas
Kuhn
Autor: Martha Sánchez Campos
Índice
1. Perfil biográfico de Thomas Kuhn
4.3. La inconmensurabilidad
5. Observaciones finales
6. Bibliografía
Si bien los nuevos paradigmas utilizan gran parte del vocabulario y de los
instrumentos conceptuales y experimentales del paradigma tradicional,
durante la incorporación hay modificaciones que impiden que los conceptos
utilizados en una teoría puedan identificarse plenamente con los conceptos
utilizados por otras, y dan lugar a múltiples malentendidos. La teoría
copernicana, por ejemplo, entre otras cosas, transformó el modo de
concebir la tierra, que para los seguidores de la teoría tolemaica era
esencialmente inmóvil [Kuhn 1996: 156-157]. Cada teoría tiene una
estructura conceptual propia, y las diferencias entre unas y otras impiden
que teorías que se refieren a un mismo tema tengan el mismo poder
expresivo; es decir que en cada teoría se hace algunas afirmaciones sobre
el mundo que no pueden formularse en la otra, lo que hace imposible la
comparación entre paradigmas sucesivos. Los paradigmas
son inconmensurables.
Esto no significa que la elección entre dos teorías rivales sea un proceso
irracional, existe una serie de argumentos objetivos como la precisión, la
coherencia, la extensibilidad, la simplicidad, la utilidad práctica; y otras
tantas razones subjetivas como la ideología, la idiosincrasia, la
personalidad, las valoraciones estéticas que pesan positiva o negativamente
en la decisión de los científicos. Sin embargo, ninguno de estos argumentos
es decisivo; sólo contribuyen a mejorar la fiabilidad del candidato; lo que en
última mueve a una comunidad científica a elegir una teoría en lugar de
otra, no es su capacidad para resolver problemas, sino su capacidad para
guiar investigaciones futuras. Por ello es necesario que en un principio haya
un grupo de hombres que se adhieran al paradigma por motivos difícilmente
explicables. Con el tiempo el paradigma irá ganando fuerza persuasiva, y
así se sumarán a sus filas nuevos científicos interesados en su exploración;
entonces se incrementará el número de experimentos, instrumentos,
artículos y libros basados en el nuevo paradigma, hasta que sean muy
pocos los científicos que continúen poniendo resistencia [Kuhn 1996: 155-
159].
4.3. La inconmensurabilidad
La tesis sobre la inconmensurabilidad que Kuhn presentó en La
estructura fue interpretada en el ambiente epistemológico de los años
setenta como un atentado a la racionalidad de la ciencia, y Kuhn fue
acusado de subjetivismo y de propugnar la irracionalidad, lo que le impulsó
a revisar esta noción con el afán de explicar mejor su significado, y dejar
claro cómo esta noción no excluye la posibilidad de comparación entre
teorías en competencia.
Cada especialidad genera un léxico propio y «no hay una lengua franca
capaz de expresar por completo el contenido de todas ellas, o siquiera de
un par de ellas» [Kuhn 2000: 98]. A la luz de esta perspectiva, el viejo ideal
de la ciencia unificada que requería la construcción de un léxico
homogéneo, resulta ser no sólo un ideal inalcanzable, sino más bien
amenazante para el progreso del conocimiento.
5. Observaciones finales
La teoría del conocimiento en la que se apoya la propuesta
epistemológica de Kuhn, como él mismo ha admitido [Kuhn 2000: 104],
encierra un paralelismo con la tesis kantiana. Así como para Kant la
experiencia verdaderamente objetiva es el producto de la incorporación de
la experiencia sensorial en la síntesis categorial, para Kuhn la experiencia
es el producto de la aplicación del paradigma, o de las categorías lexicales,
que reemplazan, en cierto sentido, a los paradigmas a partir de los años 80,
sobre los estímulos que provienen del mundo, que se identifica con el Ding
an sich kantiano. Sin embargo, a diferencia de Kant, el paradigma cambia
con el tiempo y con el paso de una comunidad a otra. Pero, vale la pena
aclarar que en otro texto, Kuhn sostiene que sus categorías son mas afines
al sentido de las categorías a priori kantianas definido por Reichenbach, que
a su sentido original.
Es innegable, por tanto, que para Kuhn, como para Kant, el conocimiento
permanece en la esfera de la subjetividad. Sin embargo, para Kuhn, esta
subjetividad más que hacer referencia a un sujeto hace referencia a una
comunidad de especialistas, que está inmersa en un contexto histórico-
social.
6. Bibliografía
A. Obras citadas de Kuhn
KUHN, Th., The Cohesive Energy of Monovalent Metals as a Function of
Their Atomic Quantum Defects, Tesis Doctoral, Harvard,
Cambridge 1949.
Índice
1. Biografía y formación filosófica
6. Bibliografía
7. Links recomendados:
Se puede afirmar que la vida de Lévinas estuvo sacudida por todas las
convulsiones que asolaron a la Europa del siglo XX. En especial por la
terrible experiencia vivida por los judíos en el Holocausto, tal y como se
deduce de estas palabras: «ella [mi vida] ha estado dominada por el
presentimiento y por el recuerdo del horror nazi» [Difficile Liberté: 374]. Así
pues, sin duda alguna, la Segunda Guerra Mundial fue la experiencia bélica
que más profunda y trágicamente golpeó al filósofo judío, que años más
tarde llegó a concebir la filosofía como un pensar que no puede olvidar «los
gritos de Auschwitz que resonarán hasta el fin de los tiempos» [Difficile
Liberté: 187]. En septiembre de 1994 muere su esposa. El 25 de diciembre
de 1995 fallece Emmanuel Lévinas.
Para Lévinas esta visión del ser humano es la esencia del judaísmo, tal
como se expresa en la obra de Haim de la Volozine en la que se describe al
hombre como imagen de Dios. Ésta es una religión exigente, para adultos,
que enseña al ser humano el sentido de una libertad difícil, la libertad de
una criatura capaz de negarse a reconocer su carácter creado y su relación
fraterna con los otros seres humanos, pero que no puede borrar la huella de
Dios en el rostro del otro, por lo que su máximo principio, “no matarás”, es
profundamente ético y afecta directamente a la comprensión del ser
humano.
Éste es el mundo del espíritu, del encuentro del otro como otro en un cara
a cara que no es el vínculo entre dos libertades separadas, sino la relación
sin intermediarios. Esto es lo que no comprende la filosofía occidental
encerrada en la eleática identidad del ser y lo que no vieron los soldados
alemanes durante la Segunda Guerra Mundial. Frente a las personas con
nombres y apellidos se encuentra el impersonal ‘hay’, que es lo horroroso,
un ruido silencioso. Sin embargo, Lévinas insiste en que esta experiencia
del horror no es equiparable a la angustia existencialista, sino más bien a
experiencias como el insomnio, en la que se pierde la conciencia
objetivadora y ya no es una conciencia concreta quien está desvelada, sino
una conciencia despersonalizada, un ‘esto’ que no duerme. Tampoco es
una angustia que surja del miedo a la muerte, sino un disgusto de sí mismo,
un cansancio de uno mismo. La salida del impersonal ‘hay’ está en la
hipóstasis, en la cosa puesta en sí misma o el sujeto portador y dueño del
ser; y más concretamente en la obligación ante el otro. La verdadera
superación de la impersonalidad es el reconocimiento del otro, la
subordinación del yo al otro.
Lévinas, por tanto, continúa buscando una salida del ser y la encuentra
en la responsabilidad por el prójimo. De ahí que afirme que la ética no
presupone una ontología previa. La cuestión es si realmente es posible
establecer una salida que es ética, o no resulta, más bien, que la moral es
una farsa: que la guerra y la política hacen irrisoria e inexistente la moral.
Para Lévinas la guerra es una de las dimensiones del concepto de totalidad
que domina toda la filosofía occidental y tiene el mismo resultado: la
alienación de los hombres. La salida de esta situación requiere establecer la
noción de infinito más allá de la totalidad y la idea de una paz mesiánica, no
vista como el resultado y la interrupción de la guerra. Es preciso una moral
no fundada en la política, más allá de la totalidad de la historia. Este infinito,
mas allá de la totalidad, se refleja en el interior de la historia y de la
totalidad. La idea de infinito piensa lo que permanece exterior al
pensamiento y es la clave de la protesta contra la totalidad, que se hace
para defender la subjetividad, pero no como una protesta subjetiva o
egoísta. La subjetividad contiene más de lo que puede contener: recibe al
Otro, es hospitalidad y ésta es su verdad más profunda. Para Lévinas la
teoría y la práctica se fundan en esa idea de infinito cuyo modo de ser, la
“infinición”, hace que se revele como una idea puesta en el sujeto.
Lo más destacado de esta obra es que asienta con gran nitidez tesis que
antes habían sido anticipadas o meramente sugeridas. La primera es que la
metafísica no es la negatividad, no es una negación o un rechazo, sino una
trascendencia. La segunda tesis establecida en esta obra es que la
metafísica precede a la ontología. Contra Heidegger, el filósofo judío
considera que la ontología no es fundamental. La ontología es el saber o
conocimiento que absorbe lo Otro, por medio de un término medio, en el
Mismo y promueve la identificación y libertad del Mismo. Pero la presencia
del otro cuestiona la espontaneidad egoísta del Mismo y la metafísica es, de
este modo, «el recibimiento del Otro por el Mismo» [Totalidad e infinito: 67].
En esto reside la justicia, la relación entre seres que no se anulan el uno al
otro. El rostro se expresa, se manifiesta en el discurso y, al hacerlo,
deshace continuamente la forma que ofrece y que petrifica al otro. El
lenguaje es lo que permite mantener la separación del yo y su relación cara
a cara con el otro, en una relación sin intermediarios, sin un previo
conocimiento objetivo, sin paso por la ontología. Otra tesis netamente
establecida en este libro es que el recibimiento del otro es la conciencia de
la injusticia propia: la esencia de la libertad es el imperialismo que es
frenado por la presencia del otro. De este modo, Lévinas rompe con la
filosofía clásica que prima la libertad y la autonomía del sujeto, y hace
imposible la relación ética con el otro. La justicia y la injusticia es un acceso
original al Otro, el otro afecta al yo en tanto que Otro, y éste lo recibe sin
conocimiento objetivo, sin representación.
Ese más allá del ser es para Lévinas la subjetividad, el ser humano que
se resiste a todo género y totalidad. La subjetividad es ser-para-otro,
responsabilidad por una deuda no contraída, que es la huella de la illeidad.
Esta subjetividad marcada por la recepción del Otro, pasividad, y por la
responsabilidad es el Decir anterior a lo Dicho. De este Decir originario se
escucha el eco en lo dicho, en el lenguaje, que se sitúa ya en la diferencia
ontológica ser-ente y, con ello, en la ontología. Lo que Lévinas pone en
cuestión es que el sujeto se comprenda en todas sus dimensiones a partir
de la ontología. Es más bien la ontología, la exposición del ser, la que se
justifica a partir del sujeto que habla. Además, es posible mostrar la
significación del Decir al margen de la tematización de lo Dicho, es posible
hacer filosofía de otro modo.
6. Bibliografía
6.1. Obras de Lévinas
― En découvrant l’existence avec Husserl et Heidegger, Vrin, Paris 1967.
BERGO, B., Lévinas Between Ethics and Politics. For the Beauty that
Adorns the Earth, Martibus Nijhoff Publishers, The Hague 1999.
RICOEUR, P., De otro modo. Lectura de “De otro modo que ser o más allá
de la esencia” de Emmanuel Lévinas, Anthropos, Barcelona
1999.