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Juan Manuel Benteo

3ro de Polimodal

Bachillerato Humanista
Alfredo Rodolfo
Bufano PS-215

La búsqueda de la verdad desde la perspectiva de


G. K. Chesterton en su obra “Santo Tomás de
Aquino”

Alumno: Juan Manuel Benteo


Curso: 3º del Polimodal
Profesora: Lic. Liliana Pinciroli de Caratai
Profesora Adjunta: Lic. Emilce Andrea Guardia
Profesor Tutor: Lic. Víctor Sequeiros
Año: 2006

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Juan Manuel Benteo
3ro de Polimodal

Introducción

A lo largo de la historia el tema del conocimiento de la verdad, ha sido tratado


de manera exhaustiva por distintos pensadores, especialmente por grandes filósofos
como Platón, Aristóteles o Santo Tomás de Aquino.
En este pequeño trabajo hemos intentado mostrar el tema de la búsqueda de la
verdad desde la perspectiva de Gilbert Keith Chesterton, en su biografía de Santo
Tomás de Aquino. Para esto comenzamos exponiendo brevemente la vida del gran
escritor inglés, con especial atención a su actuación académica e intelectual, tarea que
ocupó casi la totalidad de su vida. Seguidamente tratamos la verdad en su definición
según Santo Tomás de Aquino en su Suma Teológica, e ilustramos con un ejemplo de
Jaime Balmes.
Poco después hablamos acerca del orden y modo de conocer, tema tratado en el
libro de G. K. Chesterton titulado “Santo Tomás de Aquino”. Por último y de la mano
del mismo autor exponemos acerca de la importancia del silogismo en el método lógico
como así del método más eficaz para llegar hasta la verdad.

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Gilbert Keith Chesterton nació en 1874 en el barrio londinense de Kingsinton.


Criado en una familia burguesa de ideas liberales, tuvo una educación atípica para un
intelectual de su generación: una escuela pública llamada Saint Paul´s en la que se
dedicó a dibujar “ángeles y demonios” en los libros de texto y dos o tres años en la
Slade Art School, donde pasó su tiempo sumergiéndose en la bohemia artística y
escribiendo poesía en vez de pintar cuadros.
Escribió toda su vida. Se conservan obras suyas desde los doce años, momento
en el que ganó un concurso de poesía escolar sobre San Francisco Javier ( tema insólito
para un niño educado en un vago agnosticismo de raíz protestante). Tiempo después
escribiría artículos, reportajes y ensayos en los principales periódicos ingleses, el último
de los cuales aparecería el día anterior a su muerte.
En 1901 se casa con Frances, y, de vacaciones, conoce al padre O`Connor.
Catorce años después, se convierte al catolicismo.
Su enorme producción literaria llena más de cinco volúmenes de obras
completas. Escribió un centenar de libros, participó en otros doscientos, hizo cientos de
poemas, incluyendo la épica Balada del Caballo Blanco, cinco obras de teatro, cinco
novelas y unos doscientos cuentos cortos incluyendo la popular novela protagonizada
por el sacerdote detective Padre Brown.
A pesar de sus notables logros literarios, en su profunda humildad se autodefinía
como un “simple periodista”. Escribió unos cuatro mil ensayos, incluyendo treinta años
de columnas semanales para el Daily News considerados por la crítica como uno mejor
que otro. También editaba su propia revista, el G.K. Weekly. Así se podía decir que
Chesterton se sentía igualmente cómodo con la crítica social o literaria, la historia, la
política, la economía, la filosofía o la teología. Su estilo es inconfundible, siempre
marcado por la humildad, la consistencia, la paradoja, el ingenio y la maravilla. Sus
escritos permanecen tan actuales y tan intemporales hoy como cuando aparecieron.1
Fue formidable polemista que usó sus dotes al servicio de la Fe Católica, la
defensa de los pobres, la reforma de los sistemas políticos y económicos, la tradición
cristiana europea, la sabiduría popular, los cuentos de hadas y por sobre todo, el sentido
común.

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Ahlquist Dale. ¿Quién es ese tipo? Nueva lectura, Buenos Aires, año 12, nº 137, Julio 2005, páginas
72-80.

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Amó profunda y apasionadamente a Dios y a la verdad, al hombre y a las cosas y
a este mundo en el que siempre vivió con la mirada asombrada y agradecida de un
niño. Por eso y por su profunda humildad y su bondad sin límites, nunca tuvo enemigos
y sus tenaces opositores fueron amigos suyos, como el caso de H.G.Wells o Bernard
Shaw.2
Chesterton murió el 14 de junio de 1936. De su entierro escribió uno de sus
amigos:

“Sigo al féretro con los restos mortales de mi capitán. Atravieso con él las
tortuosas calles de la pequeña localidad. Estamos dando un rodeo, porque la policía se
ha empeñado en que Gilbert tiene que realizar su último viaje pasando por las casas de
aquellos que le conocieron y que más le quisieron. Y allí estaban todos, abarrotando las
calles (...). Como dice Edward MacDonald, era el señor del distrito y nunca lo supo.” 3

Chesterton concebía el cielo según la expresión terra viventium, de Tomás de


Aquino: la tierra de los vivos. También solía decir que la muerte es una broma del Rey
bueno, escondida con muchísimo cuidado. Y en dos versos dejó escrito que jamás se ha
reído nadie en la vida como él se reiría en la muerte. Había envejecido sin aburrirse un
solo minuto, y daba gracias por su "protagonismo en este milagro que supone estar vivo
y haber recibido la vida del único que puede hacer milagros".

“Amó profunda y apasionadamente a Dios y a la verdad”, es una frase que rodea


constantemente la personalidad de nuestro autor. A través de su compleja carrera que
llegó a cubrir casi todos los ámbitos, se dedicó a buscar la verdad y a defenderla ante
las posturas erróneas modernas que prevalecían en su tiempo.
Para lograr comprender la manera ardua en la que Chesterton se dedicó a esta
difícil tarea, primero debemos comprender lo que implica el concepto de verdad y si es
posible llegar a ella. Para esto acudiremos a la definición dada por Santo Tomás de
Aquino en su “Suma Teológica”.

2
Velazco Suárez, Horacio. Chestertoniana. Nueva Lectura, Buenos Aires, año 12, nº 139, Septiembre
2005, páginas 43-50.
3
Ayllón, José Ramón. "Dios y los náufragos". Belacqua, Barcelona, 2002, capítulo 3, Pág. 56-59.

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Sobre la verdad

Así como se llama bien a lo que tiende el apetito, se llama verdadero a lo que
tiende el entendimiento. La diferencia se halla en que el conocimiento es tal en tanto
que se halle lo conocido y en cambio el apetito se halla en el bien, pero el fin del
conocimiento se halla en el entendimiento. Como el bien está en la cosa, en cuanto que
está relacionado con el apetito y por eso la razón de bondad deriva de la cosa apetecida
al apetito, así también como lo verdadero está en el entendimiento en cuanto a que hay
conformidad entre este y lo conocido, es necesario que la razón de lo verdadero derive
del entendimiento a lo conocido, como también se llama verdadero aquella cosa
conocida en cuanto a que tiene alguna relación con ella..
Pues bien, el juicio sobre una cosa, se fundamenta en lo que es esencial en ella y
no en lo que en ella es accidental. Por eso, cualquier cosa, se dice que es absolutamente
verdadera según la relación que tiene con el entendimiento del que depende. Por eso
también se dice que las cosas artificiales son llamadas verdaderas por su relación con
nuestro entendimiento. Si se afirma que una cosa es verdadera cuando se asemeja a la
imagen que se encuentra en la mente del constructor y que una frase es verdadera
cuando expresa un pensamiento verdadero.
Asimismo se dice que las cosas son verdaderas por asemejarse a la imagen de las
especies, que se encuentran en la mente divina. Ejemplo: se dice que una piedra es
verdadera piedra cuando posee la naturaleza propia de la piedra, según la concepción
previa existente en el entendimiento divino. Por lo tanto, la verdad está principalmente
en el entendimiento, secundariamente está en las cosas en cuanto se relacionan con el
entendimiento como principio.
Puede así decirse, conciliando los conceptos, que la verdad es “Ad ecuatio ratio
et intellectus”, la ecuación del intelecto y de la cosa.4
De todo este desarrollo se deduce que la razón propia y carácter distintivo de la
verdad consiste en la relación y consonancia entre alguna cosa y algún entendimiento.
“La verdad se divide de tres maneras: la verdad metafísica o trascendental que
consiste en la conformidad del ser con el entendimiento divino, la verdad formal o de

4
Santo Tomás de Aquino, Suma Teológica. 2da edición, Madrid, La editorial Católica, 1941. Tomo 1,
Parte 1, Cuestión XVI, Artículo 1.

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conocimiento que es la conformidad entre nuestro conocimiento y la cosa conocida por
él, y la verdad moral que es la conformidad entre las palabras externas y los conceptos
internos del entendimiento. Luego es tan profunda como filosófica la definición de
Santo Tomás de la verdad como ecuación de las cosas y del entendimiento.”5
Jaime Balmes en su libro “El criterio”, nos presenta un ejemplo que puede
iluminar nuestras mentes. Dice:

“Generalmente la verdad se presenta a nuestros ojos con alguna falta, añadidura


o mudanza. Si desfila a cierta distancia una columna de hombres, de tal manera que
vemos brillar los fusiles, pero sin distinguir los trajes, sabemos que hay gente armada,
pero ignoramos si es de paisanos de tropa o de algún otro cuerpo. El conocimiento es
imperfecto porque nos falta distinguir el uniforme para saber la pertenencia. Mas si por
la distancia u otro motivo nos equivocamos y les atribuimos una prenda o vestuario que
éstos no llevan, el conocimiento nuevamente será imperfecto, porque añadiremos lo que
en realidad no hay. También si tomamos una cosa por otra, como por ejemplo, si
creemos que es blanca una tela que es amarilla, mudamos lo que hay, pues hacemos de
ello una cosa diferente.”

Cuando conocemos perfectamente la verdad, nuestro entendimiento parece un


espejo, en el cual vemos retratados con toda fidelidad los objetos como son en sí.

Sobre el orden y el modo de conocer

Después de haber tratado a la verdad en sí misma, es decir, acerca de su


definición, es necesario hablar acerca de si nuestro entendimiento puede realmente
conocer la verdad y cuál es el correcto razonamiento mediante el cual podemos llegar
hasta ella.
Y es aquí donde nuestro autor trata el tema en su biografía sobre Santo Tomás
iluminando nuestro entendimiento con un razonamiento digno de apreciar.

5
Cardenal Ceferino González, Filosofía Elemental, La editorial Católica, Buenos Aires, 1962, Capítulo 1,
página 127.

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Chesterton explica que los que aprecian la metafísica tomista se sorprenden de
que Santo Tomás no trate lo que muchos piensan es el gran problema metafísico: si es
real el acto por el cual percibimos la realidad. La respuesta que plantea es que el Santo
reconoce por instinto lo que muchos escépticos modernos empiezan a sospechar
laboriosamente; y es tal que el hombre debe responder a esta pregunta afirmativamente
o nunca responder cuestión alguna o nunca preguntar una cuestión, o nunca existir
intelectualmente para responder y preguntar. Para esto ejemplifica explicando que se
puede ser escéptico de verdad, pero no se puede ser luego otra cosa, ni siquiera defensor
del escepticismo fundamental.
Y así es de tal profundidad el tema que si alguien piensa que todas sus acciones
carecen de sentido, el impulsor de las acciones carecerá también de sentido y por lo
tanto el intentar descubrir el propio sentido, no significará nada. Negarán primero todo y
admitirán luego algo aunque más no sea por mor del argumento, o con frecuencia más
bien por mor de atacar sin argumentos. 6 A la hora de hablar seriamente es necesario
repetir una frase célebre de nuestro querido autor que reza: ”Ante un problema humano,
los materialistas analizan la parte fácil, niegan la parte difícil y se van a casa a tomar el
té”.

Sobre la importancia del silogismo en el método lógico

Chesterton nos da a entender que existen dos maneras de llegar hasta la


verdad, que conforman el método lógico. El mecanismo de la deducción por un lado,
que consiste en que premisas verdaderas afectadas por un universal, produzcan una
conclusión verdadera, y por otro lado la inducción que es la acción de recoger un
número mayor de premisas verdaderas o tal vez, tratándose de materias exactas, de
preocuparse con más cuidado de que aquellas sean verdad. Y es así que estos dos
métodos son totalmente opuestos en la manera de su funcionamiento.
Deducir implica aplicar a particulares un concepto universal que rige de igual
manera en cualquier circunstancia. Por ejemplo, la noción filosófica de que: “El todo es
mayor que la parte”, aplicada a cualquier ejemplo (o particular), tendrá siempre como
resultado que “el todo es mayor que la parte”.
6
Chesterton, Gilbert. Keith. Santo Tomás de Aquino. Buenos Aires, Lohlé Lumen, 1996, página 134.

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De distinto modo (o de un modo más impreciso), inducir consiste en crear un
universal a partir de las experiencias con distintos particulares. Este es el método que
utiliza la ciencia. Pero el proceso de inducción siempre se halla expuesto a cambios, ya
que la ciencia experimental suele ser (en muchas ocasiones) inexacta. Al valerse de
métodos de investigación que a su vez se sujetan al avance tecnológico, a mayor avance
tecnológico, mayor precisión tendrá la ciencia en sus premisas pero irá cambiando
juntamente las conclusiones que haya formulado. Tal es el caso del estudio de la
materia:
“… “Toda la materia está hecha de corpúsculos microscópicos indivisibles. Mi
cuerpo está hecho de materia. Como conclusión mi cuerpo está hecho de corpúsculos
que son indivisibles”. No se equivocaban los hombres modernos de siglo diecinueve en
la forma de razonar, porque el camino de la razón es uno. Pero estos modernos sabían,
como también los medievales, que sus conclusiones no serían verdaderas si no lo fuesen
las premisas. Y ahí comienzan los problemas. Porque los hijos de los hombres de
ciencia o sus nietos, salieron y echaron una segunda mirada a la naturaleza y se dieron
cuenta de que la materia no era corpuscular. Retornaron y completaron sus silogismos:
“Toda la materia está hecha de protones y electrones que gravitan” Pero al final del
proceso solo hay un buen silogismo y nada más…”7
El gran problema surge cuando la ciencia crea silogismos con sus conclusiones
que pueden parecer verosímiles pero que en realidad están basados en premisas
equívocas lo que naturalmente lleva a un razonamiento incorrecto.
“Solo es un mal silogismo como éste tan de moda: “Toda la materia está hecha
de protones y electrones. Me gustaría pensar que la mente es de la misma naturaleza que
la materia. Luego he de anunciar a través del micrófono y del megáfono que mi mente
está hecha de protones y de electrones”. Mas esto no es inducción, solo es un torpe
desatino en materia de deducción. Tampoco es una manera nueva de pensar, sino de
dejar de pensar”8
Podemos afirmar, entonces, que el uso del silogismo deductivo es igual para una
mente moderna como para un medieval o un pensador antiguo. La filosofía hace uso de
este método en todos sus razonamientos. La ciencia experimental desde la mirada de
Chesterton no es más precisa en su modo de conocer, ya que su base es la
experimentación y la suposición de que si algo es cierto en algunas ocasiones también lo

7
Chesterton, Gilbert Keith, Santo Tomás de Aquino, Lohlé Lumen, Buenos Aires, 1996, página 139.
8
Ibid, página 141.

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es en situaciones similares aunque no se hayan observado. Pero ambas formas llegarán a
la verdad en la medida en que las partes de sus métodos sean correctas(a pesar de su
mayor o menor grado de precisión). Es decir, si las premisas usadas en ambos
silogismos son incorrectas, aunque parezca un razonamiento creíble, habrá una
conclusión incorrecta y el silogismo no habrá cumplido su función.

Conclusión

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G. K. Chesterton amó la verdad y la buscó a través de los distintos modos de
expresión de su actividad intelectual. A lo largo del presente trabajo hemos intentado
demostrar que esa búsqueda se halla presente (sin descartar otras obras) en la biografía
de “Santo Tomás de Aquino”, filósofo con el cual el autor se identifica.
Primeramente quisimos acentuar en la biografía del autor, su inclinación, desde
la juventud, hacia la tarea intelectual. Centramos nuestra atención en su obra “Santo
Tomás de Aquino” para dilucidar el tema que nos ocupa: la búsqueda de la verdad.
Nos ocupamos en segundo lugar de rescatar el concepto de “verdad” de Santo
Tomás de Aquino.
En tercer lugar nos explayamos acerca del orden y el modo de conocer la verdad.
Y por último compartimos con Chesterton el camino a recorrer (método
necesario) para llegar a la verdad.
Sin realizar una investigación exhaustiva, y motivados por el interés hacia la
lectura de la obra de Chesterton, pretendimos iniciar una tarea que, sin duda, podrá
continuarse a posteriori.

Bibliografía

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Ahlquist Dale. ¿Quién es ese tipo? Nueva lectura, Buenos Aires, año 12, nº 137, Julio
2005.

Velazco Suárez, Horacio. Chestertoniana. Nueva Lectura, Buenos Aires, año 12, nº 139,
Septiembre 2005.

Ayllón, José Ramón. "Dios y los náufragos". Belacqua, Barcelona, 2002, capítulo 3, Pág. 56-59

Santo Tomás de Aquino, Suma Teológica. 2da edición, Madrid, La editorial Católica,
1941. Tomo 1, Parte 1, Cuestión XVI.

Cardenal Ceferino González, Filosofía Elemental, La editorial Católica, Buenos Aires,


1962.

Chesterton, Gilbert. Keith. Santo Tomás de Aquino. Buenos Aires, Lohlé Lumen, 1996.

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Índice

1. Introducción……………………………………………………2
2. Desarrollo …………………………………………………....3
2.1 Sobre la verdad……………………………………………..5
2.2 Sobre el orden y el modo de conocer………………………6
2.3 Sobre la importancia del silogismo en el método lógico…..7
3. Conclusión……………………………………………………..10
4. Bibliografía…………………………………………………….11

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