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CONTENIDO
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Suplicación, ante Díez de Armendáriz, de los procuradores de las ciudades
de Santafé, Tunja, Vélez y Panches (Tocaima), en razón de la tasación de los
tributos (3 de febrero de 1547): se obedece pero no se cumple
Respuesta de Díez de Armendáriz (8 de febrero de 1547)
Respuesta de los cabildos (9 de febrero de 1547)
Nueva respuesta de Díez de Armendáriz (10 de febrero de 1547)
Nueva suplicación de los cabildos. (12 de febrero de 1547)
Respuesta de Díez de Armendáriz: aplaza la ejecución de las Nuevas Leyes
por dos años.
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11. NUEVA PROTESTA DE LOS ENCOMENDEROS POR LA
SUPRESIÓN DEL "SERVICIO PERSONAL" DE LOS INDIOS
(JUAN RODRÍGUEZ FREYLE) (1572)
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El Nuevo Reino de Granada en 1571, relación del padre Gaspar
de Puerto Alegre.
Particularidades del Nuevo Reino, 1572: Juan de Otálora, Diego
de Agreda, Gabriel de Limpias Feijóo.
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21. ORDENANZAS SOBRE EL TRATO DE LOS INDIOS DE
CARTAGENA, DADAS POR EL PRESIDENTE ANTONIO
GONZÁLEZ. (1589/12/19)
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LAS LEYES NUEVAS (1542)
INTRODUCCION
1. REAL PROVISION. BARCELONA, 20 DE NOVIEMBRE DE 1542
2. REAL PROVISION. VALLADOLID, 4 DE JUNIO DE 1543
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LAS LEYES NUEVAS (1542)
INTRODUCCION
Los textos incluidos en las páginas siguientes son de particular importancia para el
estudio de la sociedad colombiana durante el período colonial. Las Leyes Nuevas
(Lectura Nº 1) representaron un vigoroso intento de la corona española para
impedir la formación de una aristocracia feudal en las Indias y para regular las
relaciones entre indios y colonizadores. Las Leyes Nuevas encontraron vigorosa
resistencia entre los encomenderos, que se opusieron a su cumplimiento incluso
con la fuerza de las armas. En el Nuevo Reino el choque no fue tan violento como
en otras regiones de las Indias, pues el visitador encargado de hacerlas cumplir
decidió aceptar finalmente las suplicaciones presentadas por los cabildos locales.
Los incidentes de la promulgación y el aplazamiento de su cumplimiento quedan
bien ilustrados por las lecturas Nºs. 2-8.
En los años siguientes la corona española modificó algunas de las provisiones
más radicales de las Leyes Nuevas, como las que implicaban una confiscación de
las encomiendas ya existentes y su completa eliminación en el curso de unas
pocas décadas. Pero otras determinaciones siguieron en vigor, como las que
prohibían la esclavitud de indios y las que convertían la encomienda, de una
institución cuya función central era proveer de mano de obra al encomendero, en
una institución semi-paternalista dentro de la cual el indio tenía básicamente
obligaciones tributarias (Lectura Nº 9). Aunque el cumplimiento de las
disposiciones conservadas fue lento y parcial, poco a poco la encomienda cambió
su carácter y perdió casí toda su importancia primitiva.
El texto de las Leyes Nuevas ha sido tomado de la cuidadosa transcripción de
Antonio Muro y Orejón, publicada en el Anuario de Estudios Americanos, vol. 2
(Sevilla, 1942). Las demás lecturas cuya fuente no se señala provienen de los
volúmenes VII, VIII y IX de los Documentos Inéditos para la Historia de
Colombia editados por Juan Friede (Madrid, 1956—1960).
J.O.M, 1970
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1. REAL PROVISION. BARCELONA, 20 DE NOVIEMBRE DE 1542
Don Carlos por la divina clemencia emperador semper augusto, rey de Alemania,
doña Juana su madre y el mismo don Carlos por la gracia de Dios reyes de
Castilla de León de Aragón de las dos SIcilias, de Jerusalem, de Navarra, de
Granada, de Toledo, de Valencia, de Galizia, de Mallorcas, de Sevilla, de Cerdeña,
de Córdoba, de Córcega, de Murcia, de Jaen, de los Algarves, de Algezira, de
Gibraltar, de las Islas de Canaria de las Indias, Islas e Tierra Firme del mar
Océano, condes de Barcelona, Señores de Vizcaya e de Molina, Duques de
Athenas y de Neopatria Condes de Rosellón y de Cerdeña Marqueses de Oristan y
de Gociano, Archiduques de Austria, Duques de Borgoña y de Bravante, Condes
de Flandes e de Tirol etc.
Al ilustrísimo príncipe don Felipe nuestro muy caro e muy amado nieto e hijo e a
los infantes nuestros nietos e hijos y al presidente y los del nuestro Consejo de las
Indias e a los nuestros visorreyes, presidentes e oidores de las nuestras
Audiencias y cancillerias reales de las dichas nuestra indias, islas e tierra firme del
mar océano e nuestros gobernadores alcaldes mayores e otras nuestras justicias
dellas y a todos los concejos justicias regidores caballeros escuderos oficiales e
hombres buenos de todas las ciudades villas e lugares de las dichas nuestras
Indias , islas e tierra firme del mar océano descubiertas y por descubrir y a otras
cualesquier personas, capitanes, descubridores y pobladores y vecinos, habitantes
y estantes y naturales dellas de cualquier estado calidad, condición y preeminencia
que sean ansi a los que ahora sois como a los que fueredes de aquí adelante y a
cada uno e cualquier de vos en vuestros lugares y jurisdicciones a quien esta
nuestra carta fuere mostrada o su traslado signado de escribano público o della
parte supiéredes y lo en ella contenido o cualquier cosa y parte dello toca y atañe y
atañer puede en cualquier manera salud e gracia,
Sepades que habiendo muchos años ha tenido voluntad y determinación de nos
ocupar de espacio en las cosas de las Indias por la grande importancia dellas así
en lo tocante al servicio de Dios nuestro señor y aumento de su Santa Fe Católica
como en la conservación de los naturales de aquellas partes y buen gobierno y
conservación de sus personas aunque hemos procurado desembarazarnos para
este efecto no ha podido ser por los muchos y continuos negocios que han
ocurrido de que no nos hemos podido excusar y por las ausencias que destos
reinos yo el rey he hecho por causas tan necesarias como a todos es notorio y
dado que esta frecuencia de ocupaciones no haya cesado este presente año
todavía hemos mandado juntar personas de todos estados así prelados como
caballeros y religiosos y algunos del nuestro concejo para practicar y tratar las
cosas de más importancia de que hemos tenido información que se debían
mandar proveer, lo cual maduramente altercado y conferido y en presencia de mí
el rey diversas veces, practicado y discutido y finalmente habiéndome consultado
el parecer de todos me resolví en mandar proveer y ordenar las cosas que de yuso
serán contenidas, las cuales de más de las otras ordenanzas y provisiones que en
diversos tiempos hemos mandado hacer según por ellas parecerá, mandamos que
sean de aquí adelante guardadas por leyes inviolablemente.
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Primeramente ordenamos y mandamos que los del nuestro Consejo de las Indias
que residen en nuestra corte así en el juntarse tres horas cada día a la mañana y
demás a las tardes las veces y por el tiempo que fuere necesario según la
ocurrencia de los negocios de aquí adelante lo hagan como y de la manera que
hasta aquí se ha hecho.
Y porque en el dicho nuestro Consejo hay número de jueces ordenamos y
mandamos que el negocio que todos ellos vieren, siendo la causa de quinientos
pesos de oro o dende arriba, en la determinación della haya tres votos conformes,
pero si la causa fuere de menos cantidad de los dichos quinientos pesos
mandamos que habiendo dos votos conformes de toda conformidad y siendo los
otros votos entre si diferentes la puedan determinar y determinen y que hasta la
dicha cantidad de quinientos pesos para más breve determinación de los negocios
puedan conocer y determinar dos de los del dicho nuestro Consejo siendo
conformes.
yten Porque nos hemos mandado de nuevo hacer ciertas ordenanzas para las
nuestras Audiencias de la Nueva España y el Perú y Guatemala y Nicaragua y la
Isla Española cerca de la orden y manera que deben tener en el conocer y
determinar las causas que en ellas se ofrecieren y en la provisión de las otras
cosas tocantes al buen gobierno y conservación de aquellas partes y naturales
dellas y para que los del dicho nuestro Consejo tengan más presente lo que esta
proveído y mandado a las dichas Audiencias y no conozcan ni advoquen causas ni
cosa contraria dellas las hemos mandado incorporar aquí y mandamos a los
dichos nuestro presidente y los del nuestro Consejo de las Indias que las guarden
y cumplan como en ellas se contiene y contra el tenor y forma dellas no advoquen
ni conozcan de causa alguna.
yten ordenamos y expresamente defendemos que ningún criado familiar ni
allegado del presidente y los del dicho nuestro Consejo, secretario, fiscal, relator
no sea procurador ni solicitador en ningún negocio de Indias so pena de destierro
del reino por tiempo de diez años y al del Consejo y personas de suso nombradas
que lo supiere lo mandaremos punir y remediar como cosa de que nos ternemos
por deservidos.
yten ordenamos y mandamos que los del dicho nuestro Consejo de las Indias sean
obligados a guardar y guarden todas las leyes y ordenanzas destos nuestros
reinos y especialmente las que están hechas para los del nuestro Consejo Real y
oidores de las nuestras Audiencias y otros jueces de los dichos reinos acerca de la
limpieza del no recibir dado ni presentado ni prestado de los litigantes y otros
negociantes y personas que tengan o se espere tener con ellos negocios ni
escriban cartas en recomendación alguna a las Indias so las penas contenidas en
has dichas leyes y ordenanzas.
yten Porque los dichos presidente y los del nuestro Consejo de Indias estén más
desocupados para entender en las cosas de la gobernación de aquellas partes
ordenamos y mandamos que se abstengan en todo lo que fuere posible de
entender en negocios particulares porque para este efecto hemos proveído y
mandado lo que toca a las dichas Audiencias y negocios que en ellas se han de
tratar y como quiera que lo del ver las residencias es cosa propia que parece que
se debía hacer en el Consejo pero para que mejor haya efecto lo de la
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gobernación y entiendan en ella con más cuidado y menos ocupación de otros
negocios y por la gran distancia que hay en la venida a estos reinos mandamos
que solamente se traigan al dicho nuestro Concejo de las Indías las residencias y
visitas que fueren tomadas a los oidores y personas de las Audiencias y las que se
tomaren a los nuestros gobernadores de todas las Indias y provincias dellas y
todas las demás permitimos y mandamos que se vean y provean sentencien y
determinen por las dichas Audiencias cada una en su distrito y jurisdicción.
y porque nuestro principal intento y voluntad siempre ha sido y es de la
conservación y aumento de los indios y que sean instruidos y enseñados en las
cosas de nuestra Santa Fe Católica y bien tratados como personas libres y
vasallos nuestros como lo son encargamos y mandamos a los del dicho nuestro
Consejo tengan siempre muy gran atención y especial cuidado sobretodo de la
conservación y buen gobierno y tratamiento de los dichos indios y de saber cómo
se cumple y ejecuta lo que por nos esta ordenado y se ordenare para la buena
gobernación de las nuestras Indias y administración de la justicia en ellas y de
hacer que se guarde, cumpla y ejecute sin que en ello haya remisión falta ni
descuido alguno.
yten encargamos y mandamos a los del dicho nuestro Consejo de Indias que
algunas veces platiquen y se ocupen en pensar y caber en que cosas nos
podemos justamente ser servidos y aprovechados en las cosas de las Indias .
y porque la guarda cumplimiento y observación de lo que esta ordenado y se
ordenare para el buen gobierno y conservación de las Indias importa mucho a
nuestro servicio y al descargo de nuestra conciencia que así se haga mandarnos
al nuestro procurador fiscal que es o fuere del dicho nuestro Consejo tenga
siempre mucho cuidado e vigilancia de inquirir y saber cómo se guarda y cumple
en aquellas partes y dar aviso dello en el dicho nuestro Consejo y pedir la
ejecución en los que no lo cumplieren y la observación de lo ordenado y de
avisarnos cuando no se hiciere.
yten ordenamos y mandamos que en las provincias o reinos del Perú resida un
visorrey y una Audiencia real de cuatro oidores letrados y el dicho visorrey presida
en la dicha Audiencia la cual residirá en la Ciudad de los Reyes por ser en la parte
más convenible porque de aquí adelante no ha de haber Audiencia en Panamá.
Otrosi mandamos que se ponga una Audiencia real en los Confines de Guatemala
y Nicaragua en que haya cuatro oidores letrados y el uno dellos sea presidente
como por nos fuere ordenado y al presente mandamos que presida el licenciado
Maldonado que es oidor de la Audiencia que reside en Mexico y que esta
Audiencia tenga a su cargo la gobernación de las dichas provincias y sus
adherentes en las cuales no ha de haber gobernadores si por nos otra cosa no
fuere ordenado y así las dichas Audiencias como la que reside en Santo domingo
han de guardar la orden siguiente.
Primeramente querernos ordenamos y mandamos que de todas las causas
criminales que están pendientes y que pendieren y ocurrieren de aquí adelante en
cualquiera de las cuatro Audiencias reales de las Indias de cualquier calidad e
importancia que sean se conozca sentencien y determinen en las dichas nuestras
Audiencias en vista y en grado de revista y que la sentencia que así se diere sea
ejecutada y llevada a debido efecto sin que haya más grado de apelación ni
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suplicación ni otro recurso ni remedio alguno y para excusar la dilación que podría
haber y los grandes daños costas y gastos que se siguirían a las partes si
hubiesen de venir al nuestro Consejo de las Indias en seguimiento de cualesquier
pleitos y causas civiles de que se apelase de las dichas nuestras Audiencias y
para que con más brevedad y menos daño consigan su justicia ordenamos y
mandamos que en todas las causas civiles que estuvieren movidas o se movieren
y pendieren en las dichas nuestras Audiencias los dichos nuestros presidentes e
oidores que dellas son o fueren conozcan dellas y las sentencien a determinen en
vista y en grado de revista y que así mismo la sentencia que por ellos fuere dada
en revista sea ejecutada sin que della haya más grado de apelación ni suplicación
ni otro recurso alguno excepto cuando la causa fuere de tanta calidad e
importancia que el valor de la propiedad della sea de diez mil pesos de oro y
dende arriba que en tal caso queremos que se pueda suplicar segunda vez para
ante nuestra persona real con que la parte que interpusiere la dicha segunda
suplicación se haya de presentar y presente ante nos dentro de un año después
que la sentencia de revista le fuere notificada o a su procurador Pero queremos y
mandamos que sin embargo de la dicha segunda suplicación la sentencia que
huvieren dado en revista los oidores de las dichas nuestras Audiencias se ejecute
dando primeramente fianzas bastantes y abonadas la parte en cuyo favor se diere
que si la dicha sentencia fuere revocada restituirá y pagará todo lo que por ella le
hubiere sido y fuere adjudicado y entregado conforme a la sentencia que se diere
por las personas a quien por nos fuere cometido, pero si la sentencia de revista
que se diere en las dichas nuestras Audiencias fuere sobre posesión declaramos y
mandamos que no haya lugar la dicha segunda suplicación sino que la dicha
sentencia de revista aunque no sea conforme a la de vista se ejecute
yten ordenamos y mandamos que los jueces a quien nos mandaremos cometer la
tal causa de segunda suplicación vean y determinen la causa por el mismo
proceso que se hubiere hecho en la dicha nuestra Audiencias sin admitir más
probanzas nuevas alegaciones conforme a las leyes de nuestros reinos que
hablan en la segunda suplicación.
y para que las dichas nuestras Audiencias tengan la autoridad que conviene y se
cumpla y obedezca mejor lo que en ellas se proveyere y mandare queremos y
mandamos que las cartas provisiones y otras cosas que en ellas se proveyeren se
despachen y libren por título nuestro y con nuestro sello real las cuales sean
obedecidas y cumplidas como cartas y provisiones nuestras firmadas de nuestro
real nombre.
yten porque en cada una de las dichas nuestras Audiencias ha de haber cuatro
oidores mandamos que el negocio que todos cuatro vieren siendo la causa de
quinientos pesos de oro y dende arriba en la determinación della haya tres botos
conformes pero si la causa fuere de menos cantidad de quinientos pesos
mandamos que sean dos botos conformes de toda conformidad siendo los otros
dos botos entre si diferentes y que hasta la dicha cantidad de quinientos pesos
para más breve espedicción de los negocios puedan conocer oir e determinar los
dos de los dichos nuestros oidores siendo conformes.
Otrosi mandarnos que las apelaciones que se interpusieren de los gobernadores
donde no hay Audiencia Real vayan a la Audiencia de aquel distrito y jurisdicción y
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en este caso mandamos que se guarden las leyes de estos reinos que no permiten
que haya segunda suplicación.
yten mandamos que en todo lo que aquí no va declarado ni determinado los dichos
nuestros presidentes e oidores de las dichas nuestras Audiencias sean obligados a
guardar y guarden las ordenanzas que por nos les están dadas y las ordenanzas
hechas para las nuestras Audiencias que residen en la ciudad de Granada e villa
de Valladolid y los capítulos de corregidores y jueces de residencia y las leyes
destos nuestros reinos y pragmáticas y ordenanzas dellos.
yten ordenamos y mandamos que los dichos nuestros presidentes e oidores
puedan enviar y envíen a tomar residencia a los nuestros gobernadores a las
dichas nuestras Audiencias sujetos y a sus oficiales y a las otras nuestras justicias
ordinarias dellas cada y cuando que les pareciere que conviene según los casos
se ofrecieren y que para ello envíen personas de fidelidad y prudencia que las
sepan tomar y hacer justicia a los que dellos hubiere querellosos conforme a las
leyes de nuestros reinos y capítulos de corregidores dellos y que las dichas
residencias que se tomaren a los dichos nuestros gobernadores de Islas y
provincias las envíen con toda brevedad al dicho nuestro Consejo de las Indias
para que en él se vean y determinen pero todas las otras residencias que se
tomaren a las otras nuestras justicias ordinarias quememos y mandamos que se
vean y provean sentencien y determinen por los dichos nuestros presidentes e
oidores de las dichas nuestras Audiencias y que no se traigan ni envíen al dicho
nuestro Consejo y por esto no se entiende que los del nuestro Consejo no puedan
enviar a tomar residencia a los dichos gobernadores cuando pareciere que
conviene.
Porque una de las cosas más principales que en las Audiencias han de servirnos
es en tener muy especial cuidado del buen tratamiento de los indios y
conservación dellos mandamos que se informen siempre de los excesos y malos
tratamientos que les son o fueren hechos por los gobernadores o personas
particulares y como han guardado las ordenanzas e instrucciones que les han sido
dadas y para el buen tratamiento dellos están hechas y en lo que se hubiere
excedido o excediere de aquí adelante tengan cuidado de lo remediar castigando
los culpados por todo rigor conforme a justicia y que no den lugar a que en los
pleitos de entre indios o con ellos se hagan procesos ordinarios ni haya alargas
como suele acontecer por la malicia de algunos abogados y procuradores sino que
sumariamente sean determinados guardando sus usos y costumbres no siendo
claramente injustos y que tengan las dichas Audiencias cuidado que así se guarde
por los otros jueces inferiores.
yten ordenamos y mandamos que de aquí adelante por ninguna causa de guerra
ni otra alguna aunque sea so título de rebelión ni por rescate ni de otra manera no
se pueda hacer esclavo indio alguno y queremos sean tratados como vasallos
nuestros de la corona de castilla pues lo son.
ninguna persona se pueda servir de los indios por vía de naboría ni tapia ni otro
modo alguno contra su voluntad.
Como avernos mandado proveer que de aquí adelante por ninguna vía se hagan
los indios esclavos ansi en los que hasta aquí se han hecho contra razón y
derecho y contra las provisiones e instrucciones dadas Ordenamos y mandamos
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que las Audiencias llamadas las partes sin tela de juicio sumaria y brevemente
sola la verdad sabida los pongan en libertad si las personas que los tuvieren por
esclavos no mostraren título como los tienen y poseen legítimamente y porque a
falta de personas que soliciten lo susodicho los indios no queden por esclavos
injustamente mandamos que las Audiencias pongan personas que sigan por los
indios esta causa y se paguen de penas de cámara y sean hombres de confianza
y diligencia.
yten mandamos que sobre el cargar de los dichos indios las Audiencias tengan
especial cuidado que no se carguen o en caso que esto en algunas partes no se
pueda excusar se ha de tal manera que de la carga inmoderada no se siga peligro
en la vida salud y conservación de los dichos indios y que contra su voluntad
dellos y sin se lo pagar en ningún caso se permita que se puedan cargar
castigando muy gravemente al que lo contrario hiciere y en esto no ha de haber
remisión por respecto de persona alguna.
Porque nos ha sido fecha relación que de la pesquería de las perlas haberse
hecho sin la buena orden que convenía se han seguido muertes de muchos indios
y negros mandamos que ningún indio libre sea llevado a la dicha pesquería contra
su voluntad so pena de muerte y que el obispo y el juez que fuere a Venezuela
ordenen lo que les pareciere para que los esclavos que andan en la dicha
pesquería ansi indios como negros se conserven y cesen las muertes y si les
pareciere que no se puede excusar a los dichos indios y negros el peligro de
muerte cese la pesquería de las dichas perlas porque estimamos en mucho más
como es razón la conservación de sus vidas que el interés que nos puede venir de
las perlas.
porque de tener indios encomendados los visorreyes gobernadores y sus tenientes
y oficiales nuestros y prelados monasterios, hospitales y casas así de religión
como de casas de moneda y tesorería della y oficios de nuestra hacienda y otras
personas favorecidas por razón de los oficios se han seguido desordenes en el
tratamiento de los dichos indios es nuestra voluntad y mandamos que luego sean
puestos en nuestra real corona todos los indios que tienen y poseen por cualquier
título y causa que sea los que fueron o son visorreyes gobernadores o sus lugares
tenientes o cualesquier oficiales nuestros ansi de justicia como de nuestra
hacienda prelados casas de religión o de nuestra hacienda hospitales cofradías o
otras semejantes aunque los indios no les hayan sido encomendados por razón de
los oficios y aunque los tales oficiales o gobernadores digan que qvieren dejar los
oficios o gobernaciones y quedarse con los indios no les valga ni por eso se deje
de cumplir lo que mandamos.
Otrosi mandamos que a todas las personas que tuvieren indios sin tener título sino
que por su autoridad se han entrado en ellos ge los quiten y pongan en nuestra
corona real.
y Porque somos informados que otras personas aunque tengan título los
repartimientos que se les han dado son en excesiva cantidad mandamos que las
Audiencias cada cual en su jurisdicción se informen muy bien desto y con toda
brevedad y les reduzcan los tales repartimientos a las personas dichas a una
honesta y moderada cantidad y los de más pongan luego en nuestra corona real
sin embargo de cualquier apelación o suplicación que por las tales personas sea
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interpuesta y de lo que ansi hicieren las dichas Audiencias nos envíen relación con
brevedad para que sepamos cómo se cumple nuestro mandado y en laNnueva
España se provea especialmente en los indios que tiene Juan Infante y Diego de
Ordaz y el maestro Roa y Francisco Vázquez de Coronado y Francisco Maldonado
y Bernaldino Vázquez de Tapia y Joan Jaramillo y Martin Vázquez y Gil González
de Benavides y Gil González de Ávila y otras muchas personas que el número de
los indios que tienen diz que es en cantidad muy excesiva segúnd la información
que se nos ha dado y porque somos informados que hay algunas personas en la
dicha nueva España que son de los primeros conquistadores y no tienen
repartirniento ninguno de indios mandamos que el presidente e oidores de la dicha
nueva España se informen de las personas desta calidad y les den en los tributos
que así hubieren de pagar los indios que se quitaren lo que les pareciere para la
sustentación moderada y honesto entretenimiento de los dichos primeros
conquistadores que así están sin repartimientos
Ansimismo las dichas Audiencias se informen de cómo han sido tratados los indios
por las personas que los han tenido en encomienda y si les constare que de
justicia deben ser privados dellos por sus excesos y malos tratamientos que les
han hecho mandamos que luego los priven y pongan los tales indios en nuestra
corona real y en lo del Perú allende de lo suso dicho el visorrey y Audiencia se
informen de los excesos hechos en las cosas sucedidas entre los gobernadores
Pizarro y Almagro para nos enviar relación dello y a las personas principales que
notablemente hallaren culpadas en aquellas revoluciones les quiten luego los
indios que tuvieren y los pongan en nuestra real corona.
Otrosi ordenamos y mandamos que de aquí adelante ningún visorrey gobernador
Audiencia descubridor ni otra persona alguna no pueda encomendar indios por
nueva provisión ni por renunciación ni donación venta ni otra cualquiera forma
modo ni por vacación ni herencia sino que muriendo la persona que tuviere los
dichos indios sean puestos en nuestra real corona y las Audiencias tengan cargo
de se informar luego particularmente de la persona que murió y de la calidad della
y sus méritos y servicios y de cómo trató los dichos indios que tenía y si dejó mujer
y hijos o que otros herederos y nos envíen la relación y de la calidad de los indios
y de la tierra para que nos mandemos proveer lo que sea nuestro servicio y hacer
la merced que nos pareciere a la mujer e hijos del difunto y si entre tanto parece a
la Audiencia que hay necesidad de proveer a la tal mujer e hijos de algún
sustentamiento lo pueda hacer de los tributos que pagaran los dichos indios
dándoles alguna moderada cantidad estando los indios en nuestra corona como
dicho es.
yten ordenamos y mandamos que los dichos nuestros presidentes e oidores
tengan mucho cuidado que los indios que en cualquiera de las maneras suso
dichas se quitaren y los que vacaren sean muy bien tratados e instruidos en las
cosas de nuestra Santa Fe Católica y como vasallos nuestros libres que este ha de
ser su principal cuidado y de lo que principalmente les habemos de tomar cuenta y
en que más nos han de servir y provean que sean gobernados en justicia por la vía
y orden que son gobernados al presente en la nueva españa los indios que están
en nuestra corona real.
y porque es razón que los que han servido en los descubrimientos de las dichas
Indias y también los que ayudan a la población dellas que tienen allá sus mujeres
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sean preferidos en los aprovechamientos mandamos que los nuestros visorreyes
presidentes e oidores de las dichas nuestras Audiencias prefieran en la provisión
de los corregimientos y otros aprovechamientos cualesquier a los primeros
conquistadores y después dellos a los pobladores casados siendo personas
hábiles para ello y que hasta que estos sean proveídos como dicho es no se
pueda proveer otra persona alguna.
Porque de haverse oído pleitos sobre demandar los españoles indios se han
seguido notables inconvenientes es nuestra voluntad y mandamos que de aquí
adelante no oigan los tales pleitos ni en las Indias ni en el nuestro Consejo dellas
ahora sean sobre indios que están en nuestra corona o que los posea otro tercero
sino que cualquiera cosa que sobre esto se pidiere se remita a nos para que
habida la información que convenga lo mandemos proveer y cualquiera pleito que
sobre esto al presente pendiere ansi en el nuestro Consejo como en las Indias o
en otra cualquier parte mandamos que se suspenda y no se oiga más remitiendo
la causa a nos.
porque una de las cosas en que somos informados que ha habido desorden y para
adelante la podría haber es en la manera de los descubrimientos ordenamos y
mandamos que en ellos se tenga la orden siguiente que el que quisiere descubrir
algo por mar pida licencia a la Audiencia de aquel distrito y jurisdicción y
teniéndola pueda descubrir y rescatar con tal que no traiga de las Indias o tierra
firme que descubriere indio alguno aunque diga que se los venden por esclavos y
fuese ansi acepto hasta tres o cuatro personas para lenguas aunque se quieran
venir de su voluntad so pena de muerte y que no pueda tomar ni haber cosa contra
voluntad de los indios sino fuere por rescate y a vista de la persona que el
Audiencia nombrare y que guarden la orden e instrucción que la Audiencia le diere
so pena de perdimiento de todos sus bienes y la persona a nuestra merced y que
el tal descubridor lleve por instrucción que en todas las partes que llegare tome
posesión en nuestro nombre y traya todas las alturas.
yten que el tal descubridor vuelva a dar cuenta a la Audiencia de lo que hubiere
hecho y descubierto y con entera relación que tome dello la Audiencia lo envíe al
nuestro Consejo de las Indias para que se provea lo que convenga al servicio de
dios y nuestro y al tal descubridor o se le encargue la población de lo que hubiere
descubierto siendo persona hábil para ello o se le haga la gratificación que
fuéremos servidos conforme a lo que hubiere trabajado y merecido y gastado y el
Audiencia ha de enviar con cada descubridor uno o dos religiosos personas
aprobadas y si los tales religiosos se quisieren quedar en lo descubierto lo puedan
hacer.
yten que ningún visorrey ni gobernador entienda en descubrimientos nuevos por
mar ni por tierra por los inconvenientes que se han seguido de ser una misma
persona gobernador y descubridor.
yten porque se han tomado y hecho asientos y capitulaciones con algunas
personas que entienden al presente en descubrir queremos y mandamos que en
los tales descubrimientos guarden lo contenido en estas ordenanzas y más las
instrucciones que las Audiencias les dieren que no fueren contrarias a lo por nos
ordenado sin embargo de cualesquier capitulaciones que con ellos se hayan hecho
apercibiéndoles que sino las guardaren y en algo excedieren por el mismo caso
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ipso facto sean suspendidos de los cargos e incurran en perdimiento de todas las
mercedes que de nos tuvieren y demás las personas sean a la nuestra merced y
mandamos a las Audiencias y a cada una dellas en su distrito y jurisdicción que a
los dichos descubridores den las instrucciones que parecerán convenientes
conforme a lo que podrán colegir de nuestra intención según lo que mandamos
ordenar para que más justamente se hagan los dichos descubrimientos y para que
los indios sean bien tratados y conservados e instruidos en las cosas de nuestra
Santa Fe y que siempre tengan especial cuidado de saber cómo esto se guarda y
de lo hacer ejecutar.
y de más de lo suso dicho mandamos a las dichas personas que por nues tro
mandado están descubriendo que en lo descubierto hagan luego la tasación de los
tributos y servicios que los indios deben dar corno vasallos nuestros y el tal tributo
sea moderado de manera que lo puedan sufrir teniendo atención a la conservación
de los dichos indios y con el tal tributo se acuda al comendero donde lo hubiere
por manera que los españoles no tengan mano ni entrada con los indios ni poder
ni mando alguno ni se sirvan dellos por vía de naboría ni en otra manera alguna en
poca ni en mucha cantidad ni hayan más de gozar de su tributo conforme a la
orden que la Audiencia o gobernador dieren para la cobranza dél y esto entre tanto
que nos informados de la calidad de la tierra mandemos proveer lo que convenga
y esto se ponga entre las otras cosas en la capitulación de los dichos
descubridores.
Muchas veces acaece que personas que residen en las Indias vienen o envían a
suplicarnos que les hagamos merced de algunas cosas de las de allá y por no
tener acá información así de la calidad de la persona que lo suplica y sus méritos y
habilidad como de la cosa que se pide no se puede proveer con la satisfacción que
convendría por en ende mandamos que la tal persona manifieste en la Audiencia
allá lo que nos entiende suplicar para que la dicha Audiencia se informe así de la
calidad de la persona como de la cosa y envíe la tal información cerrada y sellada
con su parecer al nuestro Consejo de las Indias para que con esto se tenga más
luz de lo que convendrá a nuestro servicio que se provea.
Es nuestra voluntad y mandamos que los indios que al presente son vivos en las
Islas de San Juan y Cuba y la Española por ahora y el tiempo que fuere nuestra
voluntad no sean molestados con tributos ni otros servicios reales ni personales ni
mistos más de como lo son los españoles que en las dichas islas residen y se
dejen holgar para que mejor puedan multiplicar y ser instruidos en las cosas de
nuestra Santa Fe Católica para lo cual se les den personas religiosas cuales
convenga para tal efecto.
Las cuales dichas ordenanzas y cosas en esta nuestra carta contenidas y cada
una cosa y parte dello vos mandamos a todos y a cada uno de vos en los dichos
vuestros lugares y jurisdicciones según dicho es que con gran diligencia y especial
cuidado las guardéis y cumpláis y ejecutéis y hagáis guardar cumplir y ejecutar en
todo y por todo como en esta nuestra carta se contiene y contra el tenor y forma
dello no vayáis ni paséis ni consintáis ir ni pasar ahora ni en tiempo alguno ni por
alguna manera so las penas en ella contenidas e porque todo lo suso dicho sea
más notorio especialmente a los naturales de las dichas nuestras Indias en cuyo
beneficio y provecho esto se ordena mandamos que esta nuestra carta sea
emprendida [impresa] en molde y se envíe a todas las nuestras Indias a los
16
religiosos que en ellas entienden en la instrucción de los dichos indios a los cuales
encargamos que allá las hagan traducir en lengua india para que mejor lo
entiendan y sepan lo proveído e los unos ni los otros no hagáis ni hagan ende al
por alguna manera so pena de la nuestra merced e de mil castellanos de oro para
la nuestra cámara a cada uno que lo contrario hiciere e demás mandamos al orne
que vos esta nuestra carta mostrare que vos emplace que parezcáis ante nos en la
nuestra corte doquier que nos seamos del día que vos emplazare hasta un año
primero siguiente so la dicha pena so la cual mandamos a cualquier escribano
público que para esto fuere llamado que de ende al que vos la mostrare testimonio
signado con su signo porque nos sepamos en cómo se cumple nuestro mandado
dada en la ciudad de Barcelona a veinte días del mes de noviembre año del
nacirniento de nuestro salvador Ihesu Christo de mil y quinientos y cuarenta e dos
años.
yo el Rey
[rúbrica]
yo joan de samano secretario de sus cesareas y católicas majestades la hice
escrevir por su mandado.
[Hay una rúbrica]
Lo que se ordena para el Consejo y Audiencias de las Indias y gobernación dellas
y conservación de los indios .
Doctor
Fray garcia cardinalis
guevara
hispalensis doctor figueroa
[ Rúbrica ]
[ Rúbrica ] [ Rúbrica ]
Don Carlos por la divina clemencia Emperador semper augusto, rey de Alemania,
doña Juana su madre y el mismo don Carlos por la gracia de Dios reyes de
Castilla de León de Aragón de las dos Sicilias, de Jerusalem, de Navarra, de
Granada, de Toledo, de Valencia, de Galizia, de Mallorcas, de Sevilla, de Cerdeña,
de Córdoba, de Córcega, de Murcia, de Jaén, de los Algarves, de Algezira, de
Gibraltar, de las Islas de Canaria de las Indias, Islas e Tierra Firme del mar
Océano, condes de Barcelona, Señores de Vizcaya e de Molina, Duques de
Atenas y de Neopatria, Condes de Rosellón y de Cerdeña Marqueses de Oristán y
de Gociano, Archiduques de Austria, Duques de Borgoña y de Bravantes, Condes
de Flandes e de Tirol etc. ,
Al ilustrísimo príncipe don Felipe nuestro muy caro e muy amado nieto e hijo e a
los infantes nuestros nietos e hijos y al presidente y los del nuestro Consejo de las
indias e a los nuestros visorreyes, presidentes e oidores de las dichas nuestra
17
indias, islas e tierra firme del mar océano e nuestros gobernadores alcaldes
mayores e otras nuestras justicias dellas y a todos los concejos justicias regidores
caballeros escuderos oficiales e hombres buenos de todas las ciudades villas e
lugares de las dichas nuestras Indias , islas e tierra firme del mar océano
descubiertas y por descubrir y a otras cualesquier personas capitanes
descubridores y pobladores y vecinos y habitantes y estantes y naturales della de
cualquier estado calidad y condición y preeminencia que sean así a los que ahora
sois como a los que fueren de aquí adelante y a cada uno y cualquier de vos a
quien esta nuestra carta fuere mostrada o su traslado signado de escribano
publico o della supieredes en cualquier manera salud y gracia bien sabéis o devéis
saber que nos habiendo sido informados de la necesidad que avía de proveer y
ordenar algunas cosas que convenían a la buena gobernación de las dichas Indias
y buen tratamiento de los naturales dellas y administración de nuestra justicia con
mucha deliberación y acuerdo mandamos hacer sobre ello ciertas ordenanzas de
las cuales en la ciudad de Barcelona a veinte y dos días del mes de noviembre del
año pasado de mill y quinientos y cuarenta y dos años fue dada nuestra carta y
provisión real firmada de mí el rey y porque después acá ha parecido ser
necesario y conveniente declarar y añadir algunas cosas en algunas de las dichas
ordenanzas y acrecentar otras de nuevo mandamos a los del dicho nuestro
Consejo de las Indias tratasen y platicasen la provisión y orden que en ello se
debria dar los cuales habiendolo diversas veces tratado y conferido muy
particularmente y conmigo el rey consultado fue acordado que cerca dello
debíamos mandar proveer y ordenar las cosas que de yuso serán declaradas las
cuales queremos y mandamos que se incorporen con las dichas ordenanzas que
de suso se hace mención y que de aquí adelante sean guardadas cumplidas y
ejecutadas por leyes inviolablemente con las declaraciones y adiciones en esta
nuestra carta contenidas
Primeramente por un capítulo de las dichas ordenanzas está mandado que porque
en la Nueva España hay algunas personas que son de los primeros
conquistadores y no tienen repartimiento ninguno de indios que el presidente e
oidores de la Audiencia de la dicha nueva España se informen de las personas
desta calidad y les den en los tributos que hubieren de pagar los indios que se
quitaren conforme a lo contenido en las dichas ordenanzas lo que les pareciere
para la sustentación y honesto entretenimiento de los dichos primeros
conquistadores que así están sin repartimiento y por otro capítulo de las dichas
ordenanzas mandamos que los nuestros visorreyes presidente e oidores de las
dichas nuestras Audiencias de las dichas nuestras Indias prefieran en la provisión
de los corregimientos y otros aprovechamientos cualesquier a los primeros
conquistadores y después dello a los pobladores casados siendo personas abiles
para ello e que hasta que estos sean proveídos como dicho es no se pueda
proveer otra persona alguna y porque somos informados que en la dicha Nueva
España hay algunos hijos de los primeros conquistadores que no solamente no
tienen indios pero quedaron pobres y no tienen de que se sustentar y a causa que
por las dichas ordenanzas mandamos que la dicha sustentación y honesto
entretenimiento se den a los primeros conquistadores que estuvieren sin
repartimientos y que estos prefieran en la provisión de los corregimientos y otros
aprovechamientos cualesquier los cuales siendo muertos no se podría ejecutar en
los dichos sus hijos la merced que mandamos hacer a sus padres declaramos y
18
mandamos que con los hijos de los primeros conquistadores de la dicha Nueva
España que no tuvieren repartimiento de indios y quedaren pobres siendo de
legitimo matrimonio nacidos se verifique en ellos los dichos capítulos como se
hiciera en sus padres sI fueran vivos y que a estos tales teniendo habilidad y edad
el nuestro visorrey que es o fuere de la dicha Nueva España les de y provea de
corregimientos y otros aprovechamientos en ella y a los que destos no tuvieren
edad para ello les den de los dichos tributos que pagaran los dichos indios que
ansi se quitaren lo que les pareciere para con que se críen y sustenten.
Otrosi porque somos informados que los españoles que tienen repartimientos de
indios en la Nueva España no residen en las provincias y partes donde tienen los
indios porque algunos que tienen indios en la provincia de la Nueva Galizia y en la
provincia de Panuco y en otras partes donde hay gobernadores nuestros se vienen
a vivir a México y a otros pueblos de las dichas provincias ordenamos y
mandamos que de aquí adelante cualquier persona que tuviere indios
encomendados en una provincia resida en ella y que si se ausentare sin expresa
licencia nuestra o de nuestros visorreyes y Audiencia les sean quitados todos los
indios que ansi tuvieren en la provincia de donde se ausentaren y se pongan en
nuestra corona real.
y porque nos siendo informados que una de las cosas en que los indios y naturales
de las dichas nuestras Indias reciben agravio de las personas que los han tenido y
tienen encomendados ha sido en pedilles y llevalles más tributos de los que ellos
podían buenamente pagar por nuestras provisiones proveímos y mandamos que
ante todas cosas se hiciese la tasación de lo que los dichos indios de hay adelante
debían pagar ansi de los que están en nuestra cabeza y corona real como los que
están encomendados a otras personas particulares y como quiera que esto se ha
efectuado en la nueva España no tenemos relación que se haya hecho en el Perú
ni en otras provincias por impedimentos que se han ofrecido. Por ende
encargamos y mandamos a los nuestros presidentes e oidores de las dichas
cuatro Audiencias cada una en su distrito y jurisdicción que luego se informen de lo
que buenamente los dichos indios pueden pagar de servicio o tributo sin fatiga
suya ansi a nos como a las personas que los tuvieren en encomienda y teniendo
atención a esto les tasen los dichos tributos y servicios por manera que sean
menos que lo que solían pagar en tiempo de los caciques y señores que los tenian
antes de venir a nuestra obediencia para que conozcan la voluntad que tenemos
de les relevar y hacer merced y ansi declarado lo que deben pagar hagan un libro
de los pueblos y pobladores y tributos que ansi señalaren para que los dichos
indios y naturales sepan que aquello es lo que deben e han de pagar a nuestros
oficiales y a los dichos encomenderos a los cuales dichos nuestros oficiales y
personas que en nuestro nombre tuvieren cargo de la cobranza de los dichos
tributos y a las otras personas que los tuvieren encomendados y por ellos los
hubieren de recibir y cobrar mandamos que aquello cobren y no más y para que en
esto haya la razón y claridad que convenga y no pueda haber fraude en lo suso
dicho mandamos a las dichas nuestras Audiencias que de la tasación de tributos
que ansi hicieren dejen en cada pueblo lo que a él tocare firmado de sus nombres
en poder del cacique o principal del tal pueblo avisándole por lengua o intérprete
de lo que en él se contiene y otra copia dello den a la persona que hubiere de
haber y cobrar los dichos tributos y de más dello hagan un libro de toda la dicha
19
tasación el cual tengan en la dicha Audiencia y envíen ante los del nuestro
Consejo de las Indias un traslado del.
yten teniendo como tenemos a los naturales de las dichas nuestras Indias Islas y
Fierra Firme del Mar Océano por nuestros vasallos libres como lo son los destos
nuestros reinos ansi personas y bienes y nuestra intención y voluntad es que ansi
se haga. Por ende ordenamos y mandamos que los dichos indios y naturales de
las dichas nuestras Indias sean muy bien tratados como vasallos nuestros y
personas libres como lo son ansi por las nuestras justicias factores y oficiales que
en nuestro nombre cobraren los tributos dellos y otras cualesquier personas que
los tuvieren encomendados como por todos los otros nuestros subditos y naturales
y pobladores que a las dichas nuestras Indias han ido y fueren que no les hagan
mal ni daño en sus personas y bienes ni les tomen contra su voluntad cosa alguna
excepto los tributos que les están o fueren tasados conforme a nuestras
provisiones y ordenanzas que sobre la dicha tasación están dadas o se dieren so
pena que cualquiera persona que matare o hiriere o pusiere las manos injuriosas
en cualquier indio o le tomare su mujer o hija o hiciere otra fuerza o agravio sea
castigado conforme a las leyes destos reinos y a las provisiones y ordenanzas por
nos hechas cerca de lo suso dicho.
yten que ningún español que tuviere indios encomendados sea osado a llevar
tributo alguno dellos sin que primero sea moderado y tasado por nuestros
visorreyes y Audiencias y otras personas que para ello por nos o por los dichos
visorreyes y Audiencias fueren diputados lo que hubiere de llevar y hecha la
tasación no sea osado ningún español direte ni indirete por si ni por otra persona
por causa ni color alguna aunque diga que los indios ge los dieron de su voluntad
ni por rescate o en recompensa de alguna cosa que se les dio de llevar cosa
alguna más de lo que fuere tasado so pena que por cualquiera caso de los suso
dichos por el mismo hecho sea privado de los dichos indios y se pongan en
nuestra corona real y en el proceso y ejecución de lo suso dicho se proceda
solamente la verdad sabida remota toda apelación Pero bien permitimos que
cosas de comer y beber y otros mantenimientos necesarios lo puedan comprar de
los dichos indios pagándoles su justo precio como se lo pagaría otro español
extraño y que lo mismo guarden los nuestros oficiales en los tributos que han de
cobrar de los indios que están en nuestra corona real so pena de perdimiento de
sus oficios y más que lo vuelvan con el cuatro tanto para nuestra cámara.
y porque nos tengamos entera noticia de nuestra hacienda mandamos que los
nuestros oficiales de todas las nuestras Indias Islas y Tierra Firme del Mar Oceano
nos envíen en fin de cada un año un tiento de cuenta de su cargo de todo lo que
hubieren recibido y cobrado aquel año ansi de nuestros quintos y rentas de
almojarifazgo como de los tributos que recibieren de los indios que estuvieren en
nuestra cabeza y de las penas de cámara y otras cualesquier rentas y derechos
nuestros poniendo muy clara y especificadamente lo que de cada cosa hay y
queda en nuestra arca de las tres llaves y que ninguna cosa dello este fuera de la
dicha arca y que de tres en tres años envíen a la casa de la contratación de sevilla
la cuenta por entero y particular de todo lo que fuere a su cargo de aquellos tres
años poniendo en ellos el cargo y data y resolución della porque de lo contrario
nos ternemos por deservidos y lo mandaremos castigar con todo rigor y
encargamos y mandamos a los nuestros presidentes e oidores de las dichas
20
nuestras Audiencias que tengan muy particular cuidado de que los dichos nuestros
oficiales que residieren en las islas y provincias de sus distritos hagan y cumplan
todo lo suso contenido y de nos avisar de los que no lo hicieren.
Las cuales dichas declaraciones y ordenanzas en esta nuestra carta contenidas y
cada una cosa y parte dello queremos y mandamos que sean guardadas
cumplidas y ejecutadas inviolablemente y que tengan vigor y fuerza de leyes corno
si fueran hechas y promulgadas en cortes y vos mandamos a todos y a cada uno
de vos en los dichos vuestros lugares e jurisdicciones según dicho es que con
mucha diligencia y especial cuidado las guardéis cumpláis y ejecutéis y hagáis
guardar cumplir y ejecutar en todo y por todo como en ellas y en cada una dellas
se contiene y contra el tenor y forma de lo en ellas contenido no vayáis ni paséis ni
consintáis ir ni pasar ahora ni en tiempo alguno ni por alguna manera y para que
sean mejor guardadas y cumplidas y más público y notorio a todos mandamos que
esta dicha nuestra carta sea imprimida al pie de la dicha nuestra provisión y
ordenanzas porque ninguno pueda dello pretender ignorancia e los unos ni los
otros no hagáis ni hagan ende al por alguna manera so pena de la nuestra merced
e de cien mil maravedis para nuestra cámara
Dada en la villa de Valladolid a cuatro días del mes de junio de mil e quinientos e
cuarenta y tres años.
El principe [ rubricado ]
Yo joan de samano secretario de sus cesareas y católicas majestades la hice
escribir por mandado de su alteza.
por chanciller
Registrada Por canciller
ochoa de luyando
Ochoa de Luyando
[ Rúbrica ]
21
Yo, Juan Negrete de Santander, escribano público y del Consejo en esta ciudad de
Popayán, doy fe que en diez y seis días del mes de agosto, año del Señor de mil y
quinientos y cuarenta y cuatro años, se juntaron en su Cabildo, según que lo han
de uso y costumbre, los señores de cabildo, justicia y regimiento de esta ciudad,
conviene a saber, los muy nobles señores Alonso Lobón y Fernando Andino,
alcaldes ordinarios, y Pedro de la Mota, y Rodrigo Núñez, y Pedro Cepero, y Juan
Tirado, regidores de esta ciudad, para entender en las cosas cumplideras al
servicio de Dios y de Su Majestad, y bien y pro de la república, los cuales todos
fueron de un parecer y acuerdo y dijeron: que por cuanto ellos han sabido que Su
Majestad ha mandado dar ciertas provisiones y ordenanzas las cuales manda
guardar en todas las Indias en general, y como esta gobernación es nuevamente
poblada y hay muchas causas evidentes para no se poder guardar y cumplir en
ella con la fidelidad y obligación que deben, por ende, que en nombre de la dicha
ciudad y de la dicha gobernación, como cabecera que esta ciudad es de ella,
suplicaron y suplicaban a Su Majestad de las dichas provisiones y ordenanzas. Y
para ello les pareció que se debe enviar y envíe procuradores con poderes
bastantes, por cuanto conviene al servicio de Dios, Nuestro Señor, y de Su
Majestad que sea informado de la calidad de la tierra y de cuánto será servido en
proveer y mandar otra cosa; y protestaban y protestaron por la dicha ciudad y
gobernación, en la mejor manera que de derecho pueden y deben, de no incurrir ni
caer en las penas por Su Majestad impuestas sobre el caso, para efecto de
guardarse las dichas ordenanzas ni en alguna de ellas, hasta que, vistas por Su
Majestad las causas y suplicación que envían, provea lo que fuere su servicio
mediante justicia, lo cual están prestos de obedecer y cumplir, siendo por segunda
juición mandado. Y al presente, para relación a Su Majestad, dieron las causas
siguientes que ha de contener la suplicación que se enviare:
Lo primero es hacer saber a Su Majestad cómo hará nueve años que andan
ocupados con el adelantado Don Sebastián de Belalcázar, que ha sido su capitán
general, y para haberla de pacificar y atraer la gente de ella al servicio de Su
Majestad se les han recrecido muchos derramamientos de su propia sangre e
intolerables trabajos, así por la tierra ser muy fragosa y montuosa, como de
hambres, no teniendo con que se sustentar sino con langostas del campo, con
lagartos y otros peores animales y raíces de hierbas del campo; y todo esto a
costa de los conquistadores, sólo por servir a Dios, Nuestro Señor, y a Su
Majestad, fué bien a su costa, pues les costaba un caballo dos y tres mil pesos
comúnmente, y así al respecto las demás cosas, por [lo] que están adeudados y
empeñados sin haber habido en la tierra hasta ahora en qué ser aprovechada para
quedar libres.
Asimismo, que los indios son muy pobres y no alcanzan cosa que de provecho
sea, por ser gentes como salvajes y tan sin razón que el que puede más mata a
sus vecinos para les beber la sangre y comerlos como hacen las bestias,
andándose monteándose unos a otros; y esto tan ordinario que, buscando de
comer entre los indios, cuando algo se hallaba, eran piezas de hombres que tenían
guisadas para su comer, hasta que los españoles los conquistaron y trabajaron de
evitar este daño, aunque no del todo se ha podido acabar porque cuando pueden
no ser vistos se vuelven a su perversa costumbre; y además de esto carecen de
oro y plata, porque no tienen industria para lo buscar y son inhábiles e incapaces
más que todos los indios que hasta ahora se han visto; y que si poblaron tal tierra
22
como ésta, donde no se compadecía poblar españoles, fué por salir a ella perdidos
de un descubrimiento al que fueron después de haber conquistado las provincias
del Quito, habiendo pasado muchas ciénagas y despoblados y muerto muchos
españoles, tuvieron por bien de se quedar aquí, por ver la tierra algo poblada y en
ella gran disposición de oro y minas, y por descansar de tantos trabajos.
Asimismo, los indios son muy pocos y siempre lo fueron a causa de lo expresado,
y así no tienen poblaciones juntas sino pocas casas y mucho trecho separadas
unas de otras; y el provecho que de ellos se tiene es que ayudan a las
sementeras, dándoles industria, arando la tierra con los bueyes de los españoles,
lo que no es en todas partes, porque en la Nueva España y el Perú y otras
provincias, que son indios de razón y ricos de oro y otras cosas, tienen los
españoles con ellos muchos provechos y granjerías, por ser las tierras fructíferas y
darse en ellas las cosas de Castilla, lo que no es ésta; y aunque los indios son de
esta suerte, se contentaban los españoles, atento que, teniéndolos para su ayuda,
compraban negros fiados y con ellos rompían la tierra por ser rica de oro, para
poderse valer y sustentar y salir de necesidad, de lo cual se seguía gran provecho
a las rentas y patrimonio real de Su Majestad por causa de los quintos, lo cual todo
cesará quitándoles los indios. Y los españoles no se podrán sustentar sin ellos por
ese respecto, ni los indios sin los españoles que los encaminaban a vivir por razón
y orden, porque luego se volverán a sus costumbres como gente en quien no ha
hecho hábito la virtud y la tierra se despoblará y perderá.
Asimismo que, como esta tierra es la última que se conquista, los españoles tienen
experiencia de las ya conquistadas, y de esta causa en cuanto al tratamiento de
los indios los sobrellevan para que se perpetúen y no se disminuyan, animándolos,
ayudándolos y encaminándolos a todo bien y orden, así en lo divino como en lo
humano, porque así tenían esperanza [de que en] adelante será esta tierra no de
peor condición que otras. Y si por caso los indios se quitasen a los comenderos o
los que vacasen no se encomendasen, cesaría todo esto, porque no se pueden
sustentar en corregimientos como en la Nueva España, por no haber de qué
pagarse al corregidor su salario ni tener él para ello posibilidad; y teniéndolos
encomendados, el que los tiene trabaja de mirar su provecho por que redunda en
sí propio y los indios están contentos, y los corregidores no tendrían otro cuidado
sino procurar sus salarios como lo deben hacer donde los hay, porque son a
tiempo y no entienden gozar de ellos como el que los tiene en encomienda.
Asimismo, que si los indios se hubiesen de quitar a los que tienen y han tenido
administración de justicia, todos quedarían sin ellos, porque en unos pueblos de
tan pocos vecinos, que el que más tiene no es de número de cincuenta, por todos
ha pasado ser tenientes de gobernadores y alcaldes, jueces, regidores y
alguaciles, porque como conquistadores y pobladores y que no hay otros vecinos,
no embargante que tenían indios no podían dejar de aceptar semejantes cargos,
siendo muchos de ellos compelidos a ello por el gobernador y sin salario alguno. Y
no por haber servido a Su Majestad en ello, merecen serles quitado lo que tienen
que es tanto como quitarles las vidas; y esto estuviera bien, si los tales hubieran
habido los indios por razón de los oficios y no por ser conquistadores y pobladores.
Y si es a causa de malos tratamientos, justo es que los que los han hecho, sean
punidos, y no los inocentes que están sin cargo.
23
Asimismo, que los vecinos de los pueblos de esta gobernación siempre han
sustentado a su costa soldados para que sirvan a Su Majestad y les sustentan en
mucho número, dándoles de comer y ayudándoles con armas; y esto,
proveyéndolo de sus sementeras y ganados y ayudando con armas y dineros para
pacificar los indios que se han rebelado, como son las provincias de Páez, Timaná
y otros pueblos donde han muerto muchos cristianos. Y ha ocho meses que el
gobernador anda por su persona con mucha gente para los atraer al servicio de Su
Majestad y no puede; y para sustentar todo esto están todos empeñados y
adeudados, teniendo confianza en que Su Majestad les haría mercedes como a
leales vasallos, porque así las esperan.
Asimismo, que Su Majestad no tiene en estas partes otras fortalezas ni municiones
sino los españoles para la sustentación de la tierra, y pues para sostener el reino
de Granada y otras tierras que se ganaron de infieles se hicieron mercedes y
dieron pueblos y tierras a los que lo conquistaron y poblaron, no embargante que
se conquistó a mucha costa y trabajo de Castilla y de las rentas y patrimonios
reales, es más justo que a los vecinos de esta gobernación se les hagan muy
crecidas mercedes, pues las merecen por lo que está dicho, y esta tierra está lejos
de Castilla y tiene necesidad de más vigilancia en la sustentar.
Asimismo, que Su Majestad tiene hecha merced general de los indios que están
encomendados, para que, pasada la vida de los que los poseen, sucedan en la
mujer e hijos. De la cual merced asímismo goza esta gobernación y debe gozar, y
pues ella fué justa y dada en gratificación de los servicios a Su Majestad hechos,
no deben ser despojados de ella no habiendo deméritos ni causas para ello.
Demás de esto dijeron que protestaban y protestaron de dar causas a Su Majestad
por su procurador si fuere necesario, para que claramente se vea el daño e
inconvenientes que resultarán habiéndose de cumplir las dichas ordenanzas y
cuánto serán Dios, Nuestro Señor, y Su Majestad servidos de lo contrario. Y lo
firmaron de sus nombres, Alonso Lobón, Fernando Andino, Pedro de la Mota,
Rodrigo Núñez, Pedro Cepero, Juan Tirado.
Y yo, el dicho Juan Negrete, escribano susodicho, lo escribí por mandado de los
dichos señores, justicia y regimiento en el dicho día, mes y año susodicho, en el
dicho libro de Cabildo de donde fué esto sacado. Y doy fe que está así. Y por
ende, hice aquí este mi signo, que es a tal. En testimonio de verdad. Juan Negrete,
escribano público.
Patronato, leg. 195, Ramo 14.
24
gobernación de Popayán, ciudades y villas de ella, y por esta ciudad de Cartago es
lo siguiente:
1. Primeramente, que Su Majestad reponga y dé por ningunas las ordenanzas que
mandó enviar a esta gobernación, de las cuales tenemos suplicado, teniendo
respeto a la calidad de esta tierra y que esta gobernación es pobre y estéril de
mantenimiento y los naturales indómitos e incapaces para que en ellos se efectúe
lo que Su Majestad manda por las dichas ordenanzas, porque esta tierra no es tan
abundante de indios y comidas y otras cosas como el Perú y la Nueva España.
2. ltem, ha de negociar que Su Majestad haga merced a los vecinos y
conquistadores de esta ciudad de Cartago de los indios que tienen encomendados
perpetuos, y ya que Su Majestad no lo quiera conceder, que a lo menos haga
merced de ellos por tres vidas.
3. Item, ha de negociar que Su Majestad haga merced a los conquistadores y
vecinos de esta dicha ciudad que del oro que se sacare de las minas, que no se
pague más que de quince uno, por tiempo de veinte años.
4. Otrosí, pedir que Su Majestad haga merced a esta dicha ciudad, vecinos y
conquistadores de ella, que de las sepulturas que en esta ciudad y sus provincias
se hallaren, no se pague más del quinto.
5. Otrosí, que Su Majestad haga merced a los vecinos y conquistadores de esta
dicha ciudad de les dar licencia para traer de España o del Reino de Portugal mil y
quinientos negros, horros de todos derechos, para los echar a las minas y con
ellos sacar oro y aumentar sus rentas reales.
6. Pedir que Su Majestad haga merced a los vecinos y conquistadores de esta
dicha ciudad [de] que ningún gobernador sea parte ni pueda remover los indios
que los conquistadores y descubridores de esta dicha ciudad tuvieren
encomendados o depositados, porque de estos removimientos la tierra se pierde y
los conquistadores reciben muy grandes gastos y pérdidas de sus haciendas.
7. Otrosí, pedir que Su Majestad haga merced a los vecinos y conquistadores de
esta dicha ciudad que, por que están pobres y adeudados de los gastos que han
hecho en el descubrimiento de estas partes, que no les sea hecha ejecución en
sus armas y caballos y ropas de su vestir y cama y casa de su vivienda, ni. en seis
esclavos.
8. Otrosí, que Su Majestad haga merced a los dichos vecinos y conquistadores,
que porque al presente no tienen esclavos con qué sacar oro de las minas ni
posibilidad para comprarlos, que los indios de su repartimiento puedan ir a sacar
oro, cinco jornadas de sus pueblos de los dichos indios, a las minas donde lo
sacaren.
9. Otrosí, ha de suplicar a Su Majestad que el teniente que se proveyere por el
gobernador a esta dicha ciudad, sea a contento de los vecinos del pueblos, y que
sea conquistador; y que la elección de alcaldes y regidores la pueda hacer el
cabildo y sin ir el gobernador como se ve cada año.
10. Otrosí, pedir y suplicar a Su Majestad que cualquier conquistador que fuere a
negociar fuera de la gobernación o a España, pueda llevar para su servicio seis
25
piezas de indios e indias de su repartimiento, porque en esta tierra no hay otro
servicio sino de los dichos indios e indias.
11. Otrosí, ha de pedir y suplicar a Su Majestad que los indios que vacaren en esta
dicha ciudad, habiéndose de proveer, se den a los primeros conquistadores y
pobladores de ella, y que no se puedan dar a otras personas, por cuanto hay
muchos conquistadores que no tienen indios y esperan vacaciones.
12. Otrosí, ha de pedir a Su Majestad que las tierras y estancias y caballerías de
tierra, se repartan en los primero conquistadores y pobladores y después en los
pobladores que sucedieren.
13. Otrosí, ha de pedir a Su Majestad que ningún gobernador sea parte ahora ni
en ningún tiempo para echar pechos y servicios o empréstitos a los vecinos y
conquistadores de esta ciudad de Cartago.
14. Otrosí, ha de pedir y suplicar a Su Majestad que cualquier conquistador que
saliere de esta ciudad para ir a negociar sus negocios a cualesquier
gobernaciones o a los reinos de España, que los indios que tuviere encomendados
se los sustenten al tal conquistador cuatro años; porque muchos conquistadores y
vecinos habrían ido a España a traer sus mujeres y otros a se casar, y con las
dichas sus mujeres traerían doncellas y parientas suyas para las casar en esta
tierra y se perpetuarían, de que Dios, Nuestro Señor, y su Majestad serían muy
servidos, y con temor que en yéndose les quitarían los indios, como se ha visto y
se ve cada día, no osan ir ni dejar los repartimientos que tienen. Que Su Majestad
haga merced de los dichos cuatro años a cualquier conquistador que quisiere ir a
lo susodicho y que en el entretanto no les sean quitados ni removidos los dichos
sus indios.
15. Pedir y suplicar a Su Majestad que se vuelvan a esta dicha ciudad de Cartago
las provincias de Arma y Picara y Paucura y Pozo y Carrapa y Cenufana, que son
términos de esta dicha ciudad, nombrados desde el día que esta dicha ciudad se
pobló y fundó en nombre de Su Majestad y por el marqués don Francisco Pizarro y
por el señor adelantado don Sebastián de Belalcázar lo fueron.
16. Otrosí, dados y confirmados en nombre de Su Majestad, y no embargante todo
lo susodicho y a los requerimientos que el cabildo y procurador de esta dicha
ciudad que hicieron al señor adelantado [éste] pobló en las dichas provincias y
términos de esta dicha ciudad de Cartago la villa de Arma, a cuya causa esta dicha
ciudad está en término de despoblarse, por no se poder sustentar por los cortos
términos y pocos iridios que el dicho señor gobernador dejó a los vecinos de esta
ciudad, porque para lo más largo de todos los términos de esta dicha ciudad, no
hay más de seis leguas en lo más que puede haber, y de ancho hay cuatro leguas,
porque de la una banda están las Sierras Nevadas y por la otra banda está el Río
Grande de Santa Marta.
De los cuales dichos capítulos susodichos, Vuestra Merced, señor Francisco de
Rodas, ha de tener fe y testimonio de cómo Su Majestad pidió y suplicó, para que
nos conste hacer lo que es obligado, conforme al cargo que lleva. Fecho a diez y
seis días del mes de enero de mil quinientos y cuarenta y cinco años.
26
[ Firmas y rúbricas: ] Nava.
Patronato, leg. 195, ramo 14, fol. 39.
27
españoles que los repartimientos de indios no les han de durar más de por vida, no
procurarán de casarse en las Indias, ni [de] perpetuarse en ellas; pues saben que
después de muertos ellos, no queda a su sucesión en qué vivir. Y así, mientras
gozaren de los repartimientos no procurarán el buen tratamiento de los indios
encomendados, sino [el] aprovecharse de ellos por todas las vías que pudieren, y
así aprovechados, dar consigo en España.
Y los que no tienen repartimientos, que viven en estas tierras y las ayudan a
sustentar, viven en ellas con esperanza que se les podrán pagar sus trabajos con
darles los repartimientos que vacaren; y viendo que éstos, después de vacos, han
de quedar en cabeza de Su Majestad, no les resta otro remedio sino volverse a
España; pues lo que dicen a éstos [que] se les dará para su honesto
entretenimiento, no es bastante para detenerlos en las Indias con tantos trabajos y
dejar su naturaleza. Y así quedarán las Indias desamparadas, así de los unos
españoles como de los otros por discursos del tiempo. Por manera que, quedando
los indios solos o con tan pocos españoles que no puedan resistirles, no querrán
los indios acudir con la debida obediencia y servicio que a Su Majestad se debe
como de vasallos, pues las leyes dicen que lo son, pues ahora muy mal y de mala
gana acuden con él.
Porque el servirse de los indios libres, de aquellos que no pueden estar sin algún
servicio, no se puede excusar, por no haber acá españoles de quién servirse,
porque éstos puestos acá no qvieren servir a nadie, aunque en España no hayan
sido de otro oficio sino servir. Luego el servicio no puede ser sino de indios; los
cuales, aunque al principio vengan a servir contra su voluntad, después huelgan
de ello viéndose mejor tratados de los españoles y con más descanso que entre
sus naturales, entre los cuales viven como bestias; y con los españoles se les
pega policía en su manera de vivir y se les enseña la doctrina cristiana, teniendo
los prelados el cuidado de ello que deben. Con la cual, es excusado pensar
aprovecharles, mientras vivieren entre los acostumbrados ritos y supersticiones de
sus naturales. Así que, servirse de los indios los españoles aunque al principio sea
contra su voluntad, es tratar a su provecho los negocios de ellos, como de quien
no sabe lo que le cumple.
Porque llevar indios cargados de camino, tampoco se puede excusar, a lo menos
en este Nuevo Reino, so pena de ningún español salir de un pueblo a otro, porque
como hay mucho despoblado y allí no haya ventas ni otros lugares donde se
pueda tomar comida necesaria, luego es necesario llevarla, y ésta no puede
llevarse en bestias porque no las hay, sino caballos que valen a quinientos pesos,
que pocos los alcanzan; luego indios han de llevar esta comida y otras cosas
necesarias hasta que la tierra esté más poblada de cristianos y haya por los
caminos ventas y lugares donde se halle lo necesario. Entretanto, algún remedio
podría ser que los que gobiernan estas tierras tuviesen cuenta con hacer guardar
la moderación en los trabajos de los indios y la satisfacción de ellos....,
De esta ciudad de Santa Fe del Nuevo Reino de Granada, a nueve días de junio
de 1545.
De Vuestra Alteza, capellán y criado. Fran Martín de Calatayud, obispo de Santa
Marta.
Audiencia de Santafé, leg. 230 , fol. 4.
28
6. ALGUNAS MODIFICACIONES DE LAS LEYES NUEVAS.
Real cédula dirigida al gobernador y obispo de Cartagena, sobre la tasación
de tributos que han de pagar los indios (3 de agosto de 1546)
29
crían o nacen en sus tierras y comarcas, por manera que no se les imponga cosa
que, habiéndola de pagar, sea causa de su perdicción, y así declarado, haréis una
matrícula o inventarío de los dichos pueblos y pobladores y tributos que así
señalaréis para que los dichos indios y naturales sepan que aquello es lo que
deben y han de pagar a nuestros oficiales y a los dichos encomenderos y otras por
sanas que por nuestro mandado ahora y da aquí adelante los tuvieren y hubieren
de llevar, apercibiéndoles de nuestra parte, y nos desde ahora les apercibimos y
mandamos, que ahora y de aquí adelanto ningún oficial nuestro ni otra persona
particular sea osado, pública ni secretamente, directe, ni indirete, por sí, ni por otra
persona, de llevar, ni lleven de los dichos indios otra cosa alguna, salvo lo
contenido en la dicha vuestra declaración, so pena que por la primera vez que
alguna cosa llevare, de más de ello, incurra en pena del cuatro tanto del valor que
así hubiere llevado, para nuestra cámara y fisco; y por la segunda vez pierda la
encomienda y otro cualquier derecho que tenga a los dichos tributos y pierda más
la mitad de todos sus bienes para la nuestra cámara. De la cual tasación de
tributo, mando que dejéis en cada un pueblo lo que a él tocare, firmado de
vuestros nombres, en poder del cacique o principal del tal pueblo, avisándole por
lengua o intérprete de lo que en él se contiene y de las penas en que incurrirán los
que contra ello pasaren. Y la copia de ello daréis a la persona que hubiere de
haber y cobrar los dichos tributos, para que de ello no pueda pretender ignorancia.
Y vos, las dichas nuestras justicias que ahora sois y por tiempo fuereis, tendréis
cuidado del cumplimiento y ejecución de lo contenido en esta nuestra carta y de
enviar en los primeros navíos el traslado de la dicha tasación y los autos que en
razón de ello hubiereis hecho.
Y porque nuestra voluntad es, que las personas que gozan y han de gozar del
provecho de los dichos indios tengan intento de permanecer en ellos, lo cual
parece que harán con mejor voluntad si saben que después de sus días, las
mujeres e hijos que de ellos fincaren han de gozar de los tributos que ellos
tuvieren en su vida, declaramos y mandamos que habiendo cumplido y efectuado
la tasación y moderación de los tributos, conforme a esta nuestra carta, en los
pueblos en que así estuviere ya hecha y declarad, guardéis la orden siguiente:
Que cuando algún vecino de la dicha provincia muriere y hubiere tenido
encomendados indios algunos, si dejara en esa tierra hijo legítimo y de legítimo
matrimonio nacido, encomendarles héis los indios que su padre tenía, para que los
tenga, industrie y enseñe en las cosas de nuestra santa fé católica, guardando,
como mandamos que guarde así la dicha tasación de tributos que por vos fuere
hecha como las ordenanzas que para el buen tratamiento de las dichos indios
estuvieren hechas o se hicieren, so las penas susodichas y las otras contenidas en
las dichas ordenanzas y con cargo que, hasta tanto que sea edad para tomar
armas, tenga un escudero que nos sirva en las guerras, con la costa que su padre
servía y era obligado. Y si el tal casado no tuviere hijo legítimo, de legítimo
matrimonio nacido, encomendéis los dichos indios a su mujer viuda y si ésta se
casare y su segúndo marido tuviere otros indios, darles heis uno de los dichos
repartimientos cual quisiere, y si no los tuviere, encomendarles heis los indios que
así la mujer viuda tuviere; la cual encomienda de los dichos indios, mando que
tenga por el tiempo que nuestra merced y voluntad fuere, según y cómo hasta
ahora los tiene y hasta que nos mandemos dar la orden que convenga para el bien
de la tierra y conservación de los naturales de ella y sustentación de los españoles
30
pobladores de esa tierra. Y hacerlo heis así pregonar primeramente por las plazas
y mercados y otros lugares acostumbrados de esa provincia de Cartagena, por
pregonero y ante escribano público, para que de ello nadie pueda pretender
ignorancia.
Dada en la ciudad de Guadalajara, a tres días del mes de agosto de mil quinientos
y cuarenta y seis años.
Yo, el Príncipe. Refrendada de Sámano y señalada del marqués y Gutierre
Velásquez y Gregorio López, Salmerón, Hernán Pérez.
Audiencia de Santafé, leg. 987, lib. 2.Fol. 203 v.
Real cédula dirigida a Díez de Armendáriz, para que quite los indios que
tengan en encomienda las mujeres e hijos de los gobernadores y oficiales
reales, con la salvedad que se expresa (3 de agosto de 1546)
El Rey.
Don Carlos y Doña Juana, etc. A vos, el licenciado Miguel Díez Armendáriz,
nuestro juez de residencia de las provincias de Cartagena, Santa Marta y Nuevo
Reino de Granada y Popayán y Río de San Juan, salud y gracia: Bien sabéis,
cómo por las Nuevas Leyes y ordenanzas por nos hechas para el buen gobierno
de esas partes y buen tratamiento de los naturales de ellas, se mandó que por
ninguna vía, ningún gobernador ni oficial de nuestra hacienda tuviese indios
encomendados. Y somos informados que en fraude de las dichas leyes, los
gobernadores de esas provincias pusieron los indios que tenían encomendados en
cabeza de sus mujeres e hijos, y los dichos oficiales procuraron de hacer lo
mismo. Y porque como véis las tales encomiendas no se pudieron hacer, aunque
cesara la disposición de la dicha ley, en mujer, porque no son hábiles ni capaces
de tener indios encomendados y faltan en ellas las razones porque se permitieron
las tales encomiendas, pues no defienden la tierra, ni pueden, ni qvieren tener, ni
usar de armas ni caballos para la defensión de ella y hay otras causas por donde
en ellas no se pueden ni deben hacer las tales encomiendas, y las mismas
razones hay en los hijos de los gobernadores que están debajo de su poder,
porque ni tienen casa poblada ni defienden la tierra y en efecto es tenerlos sus
padres y no ellos, y queriendo proveer en ello, visto y platicado por los del nuestro
Consejo de las Indias, fué acordado que debíamos mandar dar esta nuestra carta
para vos en la dicha razón, y nos tuvímoslo por bien.
Porque vos mando que luego que la recibáis, quitéis los indios que tuvieren las
mujeres e hijos e hijas de todos los gobernadores y oficiales nuestros que hubieren
sido y fueren de esas dichas provincias, salvo a los hijos varones a quien se
encomendaron los tales indios, siendo ya casados los tales hijos y viviendo sobre
sí al mismo tiempo que se les encomendaron. Lo cual haced y cumplid, aunque las
encomiendas de las tales mujeres e hijos e hijas se hayan hecha antes de las
Nuevas Leyes o después. Y porque por las dichas Nuevas Leyes tenemos
proveído para el bien de los conquistadores e hijos de ellos y para que puedan
vivir y permanecer en esas parte, que los indios que se quitaren por disposición de
31
las dichas Nuevas Leyes y ordenanzas se pongan en la Corona Real y de los
tributos de ellos se dé para sustentación y entretenimiento de los dichos
conquistadores, y si ellos son muertos a sus hijos que no tienen repartimientos,
proveeréis que de los tributos que rentaren los pueblos de indios que así quitareis
a las mujeres e hijos e hijas da los dichos gobernadores y oficiales, entre tanto que
nos proveamos en la perpetuidad de esas provincias lo que convenga, se reparta
entre los conquistadores que no tuvieren repartimientos y en los hijos de ellos y en
algunos buenos pobladores, y no hagáis ende al por alguna manera. Dada en la
ciudad de Guadalajara, a tres días del mes de agosto de 1546 años. Yo el
Príncipe. Refrendada de Sámano, señalada del Marqués, Gutierre Velázquez,
Gregorio López, Salmerón, Orduña, Pérez.
Audiencia de Santafé, leg. 987, lib. 2, fol. 202 v.
En la ciudad de Santa Fe de este Nuevo Reino de Granada, en tres días del mes
de febrero, año del Señor de mil y quinientos y cuarenta y siete años, ante el
ilustre y magnífico señor licenciado Miguel Díez Armendáriz, juez comisario y de
apelaciones y residencia y gobernador en este Nuevo Reino y gobernaciones de
Santa Marta, Cartagena, Río de San Juan, Popayán, por Su Majestad, etc.,
parecieron presentes Juan Ruiz de Orejuela, procurador de esta ciudad, y Juan
López, procurador de la ciudad de Tunja, y García Calbete, procurador de la
ciudad de Vélez, y Francisco Novillo, procurador de la ciudad de los Panches, y
presentaron esta suplicación y provisión de Su Majestad, en razón de la tasación
de los tributos, y un traslado autorizado de otra provisión de Su Majestad, sobre
que no sea desposeído el que tuviere indios actualmente sin ser oído y vencido, y
una probanza e información, signada de mí el presente escribano, su tenor de lo
cual, uno en pos de otro es éste que se sigue:
Ilustre y muy magnífico señor: Juan Ruiz de Orejuela, procurador general de esta
ciudad de Santa Fe, y Juan López, procurador general de la ciudad de Tunja, y
García Calbete, procurador general de la ciudad de Vélez, y Francisco Novillo,
procurador general de la ciudad de los Panches, todos pueblos poblados en este
Nuevo Reino de Granada de las Indias del Mar Océano, en aquella vía y forma
que más al derecho de las dichas ciudades y de este Reino convenga, parecemos
ante Vuestra Merced y decimos:
Que en este Reino han sido publicadas y pregonadas las Nuevas Leyes y
ordenanzas por Su Majestad mandadas hacer para el buen gobierno de estas
partes de las Indias, las cuales por lo que de sí mismas resultan, parecen muy a la
clara ser en muy gran daño e intolerables perjuicios de este Reino, y que si Su
Majestad fuera informado de la calidad y posibilidad, tratos y granjerías y manera
de vivir con que los españoles en este Reino se sustentan, no proveyera ni
32
mandara en este Reino se guardaran ni cumplieran las dichas leyes ni
ordenanzas, a lo menos algunas de ellas, que son muy en su perjuicio como más
largo se dirá, porque por ellas parece y para en lo tocante a este dicho Reino
haber sido proveídas con siniestra relación, porque de la guarda y observación de
ellas, Dios, Nuestro Señor, y Su Majestad, serían muy deservidos, y todos los
españoles vasallos suyos que en este Reino viven y residen recibirían mucho daño
y en muy poco tiempo serian totalmente destruidos, y esta tierra y Reino
descubierto, ganado y conquistado y poblado en servicio de Su Majestad, no se
podría sustentar ni perpetuar.
Y para que cesen los dichos daños e inconvenientes y otros que de cada día se
recrecerían, al servicio de Su Majestad y bien y perpetuidad de esta tierra,
conviene dar causas legítimas, verdaderas, evidentes y bastantes, para que por
ellas Su Majestad vea y le conste las dichas ordenanzas ser en su deservicio y en
daño general de los vecinos y estantes en este Reino. Por lo cual humildemente
suplicamos a Su Majestad, siendo informado de ello, sea servido de mandar
proveer en remedio de las dichas leyes y ordenanzas lo siguiente:
En lo que Su Majestad manda acerca de la buena orden que se ha de tener en su
Consejo Real de Indias y en las Audiencias y los negocios y causas que en las
dichas Audiencias manda se determine, civiles y criminales, como parece por las
dichas ordenanzas y por otra provisión y declaración después por Su Majestad
dada, en que por ella manda que los pleitos de seis mil pesos abajo, se
determinen en las dichas Audiencias, suplicamos a Su Majestad lo tocante a esto
mande se guarde y cumpla como se contiene en las dichas ordenanzas y
provisiones. Y por cuanto somos informados, que Su Majestad qviere hacer
merced a este Nuevo Reino y a otras gobernaciones a él comarcanas de una
Audiencia Real, suplicamos a Su Majestad sea servido mandarla proveer con toda
brevedad, mandando que [se] asiente en este Reino, por estar muy en comarca de
las demás gobernaciones, y porque [en] ninguna de ellas es la tierra tan sana, ni
tan abundante de comida; y haciéndolo Su Majestad así, no seremos agraviados,
maltratados ni molestados de gobernadores, como lo hemos sido hasta aquí.
En lo que toca a la ordenanza que habla de que por ninguna vía, de aquí adelante
se hagan esclavos, decimos que en este Reino después que se descubrió,
conquistó y ganó, no se han hecho esclavos ningunos, aunque conforme a
algunas provisiones e instrucciones y cédula acordada que Su Majestad tiene
hecha merced a los conquistadores de esta gobernación de Santa Marta, se
pudieran muy bien haber hecho, porque en este Reino hay una provincia de indios
que se llaman Panches, los cuales son caribes y herbolarios y se comen unos a
otros, gente muy indómita, belicosa, de guerra y enemigos de nuestra santa fe
católica y nuestros, los cuales, después que este Reino se descubrió, aunque
muchas veces han sido llamados y requeridos que vengan de paz, a dar la
obediencia a Su Majestad, no lo han querido hacer, antes han muerto diez
españoles o más. Y en toda la dicha provincia que hay mucha copia y cantidad de
gente de indios, no sirven ni están de paz, sino muy pocos que sirven a un pueblos
que de tres años a esta parte está fundado en la dicha provincia de los Panches,
por lo cual suplicamos a Su Majestad sea servido de mandar, conforme a las
provisiones que sobre esto tiene dadas, los dichos indios Panches se puedan
hacer esclavos.
33
Y en lo que Su Majestad manda que ninguno se sirva de los dichos indios por vía
de naboría y tapia y en otra manera contra su voluntad, decimos: que en este
Reino hay indios e indias naborías tomados en la guerra y conquista que se ha
hecho, y otros que por estar rebeldes se han pronunciado por naborías de por
fuerza, y otras piezas libres, los cuales todos sirven de su voluntad a los
españoles, y hasta ahora no se les ha hecho apremio ni fuerza alguna para que
sirvan, y muchos hay [que] aunque los españoles que los tienen en su casa los
quieran echar de ella, no se querrán ir por ser más bien tratados así en comer
como en vestir que no en sus pueblos, y por ser menos el trabajo que tiene; entre
los cuales hay muchos indios e indias cristianos y que tienen conocimientos de
nuestra santa fe católica, a causa de haber sido y ser industriados y enseñados en
ella por las personas que los tienen. Las cuales dichas piezas, como supiesen que
pueden gozar de esta libertad, cada día se saldrían de casa de sus amos y se irían
a casa de otros españoles, y otros a sus pueblos, como cada día lo han hecho y
hacen, y en poco tiempo las dichas piezas se perderían y andarían destruidas y
maltratadas de casa en casa y los españoles que en este Reino hay no tendrían
ningún servicio y sin él no se podrían sustentar ni servir a Su Majestad en lo que
se le ofreciese, porque mediante el servicio que tienen se sustentan y pueden
sustentar en estas partes. Por lo cual suplicamos a Su Majestad sea servido de
mandar que, siendo las dichas piezas bien tratadas y enseñadas y industriadas en
las cosas de nuestra santa fe católica, sirvan corno hasta aquí han servido,
mandando castigar al que excediere en hacerles malos tratamientos.
Y en lo que Su Majestad manda por otros capítulos de las dichas leyes sobre los
esclavos que se han hecho hasta ahora, decimos: que como ya tenemos dicho, en
este Reino no se han hecho esclavos ningunos, en el cual hay algunos esclavos
traídos de otras partes y gobernaciones, así de Nueva España y Guatemala y
Nicaragua y Cubagua y Cartagena como de otras en que se han hecho y ha
acostumbrado a hacer los dichos esclavos; y las personas que lo tienen, no tienen
título tan bastante como se les pide, porque no se buscaba otro más de que
tuviesen el hierro y señal de Su Majestad, y éstos los que los tienen los han
comprado a doscientos y a trescientos pesos y a más, por valer en este Reino
todas las cosas a excesivos precios. Y siendo las partes donde los dichos esclavos
son naturales tan remotas y apartadas de este Reino, si allá se hubiese de ir a
buscar el título con que se hicieron esclavos, sería más sin comparación la costa
que no el valor de los dichos esclavos, y pues los que en este Reino hay son
pocos y están herrados y señalados con marca de Su Majestad, le suplicamos sea
servido, pues por sólo [con] este título se compraron, que sirvan como esclavos,
proveyendo Su Majestad en lo adelante como más sea servido.
Y en lo que Su Majestad manda por otro capítulo de las dichas leyes que no se
carguen los indios, y que en caso que no se pueda excusar que sea con su
voluntad y pagándoselo, decimos: que en este Reino en ninguna manera se puede
excusar el cargar de los dichos indios, por ser como es tierra áspera y fragosa, de
muchas montañas, ciénagas, de muy malos caminos, y que en él hay falta de
caballos y yeguas y bestias de carga, por que vale un caballo cuatrocientos y
quinientos pesos y más, y una yegua trescientos y cuatrocientos pesos, y éstos
son pocos los que los pueden haber y comprar para caminar en ellos y servir a Su
Majestad en lo que se les manda, cuanto más para llevar en ellos sus cargas de
comida y ropa y otras cosas necesarias, porque en este Reino hasta ahora son
34
muy pocos los caballos y yeguas que en él se han criado, y todos o la mayor parte
han venido de la costa del Mar del Norte, que hay más de trescientas leguas hasta
allá, o de la gobernación de Benalcázar, que hay más de ciento y cincuenta leguas
de donde se traían. Y puesto que hubiese abundancia de caballos y yeguas y
bestias de carga, que no hay ni en muchos años se espera, por ser como son los
caminos tan ásperos y malos, como decimos, no se pueden excusar de cargar los
dichos indios, porque si se les excusase, los españoles no podrían caminar de
unos pueblos a otros, ni ir a alguna conquista y pacificación que se les mandase,
porque de necesidad han de llevar en indios de carga sus armas y comida y
camas y ropas de vestir, y otras cosas que no pueden excusar, lo cual si los dichos
indios hubiesen de hacer de su voluntad y pagándoselo, siendo nuestros enemigos
como son, no lo querían hacer ni bastaría paga ninguna que se les diese, y
muchas, por no tener con qué pagar, dejarían de caminar y se dejarían de hacer
muchas jornadas importantes al servicio de Su Majestad y bien de Reino, en el
cual los indios naturales son y están muy acostumbrados a se cargar andando en
sus contrataciones. Por lo cual suplicamos a Su Majestad, sea servido de mandar
que, siendo las cargas moderadas, se den tamemes a los españoles, en que
lleven sus cargas conforme a la calidad de cada uno y como hasta aquí se ha
hecho en lo tocante al cargar de los dichos indios, mandando que no los saquen
de este Reino a otras partes con las dichas cargas, porque en él, aunque se
carguen, no corren ningún peligro de muerte.
Y en otro capítulo de las dichas ordenanzas, por el cual Su Majestad manda que
sus visoreyes y gobernadores y sus tenientes y oficiales monasterios y casas de
religión y tesoreros y oficiales de su Real hacienda, no tengan indios y se pongan
en cabeza de Su Majestad, como más largo se contiene en el dicho capítulo,
decimos: que en lo que toca a los tenientes que han sido de gobernadores, ya Su
Majestad tiene proveído lo que fué servido pareciéndole ser justicia, lo cual
suplicamos a Su Majestad mande guardar lo que acerca de aquello tiene proveído
en remedio de la dicha ordenanza. Y en lo que toca a los gobernadores,
suplicamos a Su Majestad mande se guarde acerca de ello lo que aquí
suplicaremos, que es que los indios que a los dichos gobernadores se quitaren no
se ponga, ni su Majestad los mande poner en su Real Corona, por los daños e
inconvenientes que de ello a este Reino se seguiría, y porque si por haber estado
los indios en cabeza de los dichos gobernadores se hubiesen de poner en cabeza
de Su Majestad, sería intolerable daño que nuestras partes recibirían, porque el
adelantado don Alonso Luis de Lugo, al tiempo que por mandado de Su Majestad
entró en este Reino a le gobernar, sin tener ningún repartimiento ni se haber
hallado en el descubrimiento ni conquista de la tierra ni al tiempo que se repartió,
se haber puesto en cabeza del adelantado don Pedro Hernández de Lugo, su
padre, ni suya, ninguno ni algunos indios de repartimiento. Y estando repartidos y
encomendados y teniéndolos y poseyéndolos actualmente los descubridores,
conquistadores, vecinos y pobladores que en este Reino estaban, y estando
pregonada una provisión real de Su Majestad por la cual manda, haciendo merced
a este Reino, que ninguno que poseyere indios actualmente le sean quitados ni
removidos sin primero ser oídos y vencidos por fuero y por dicho, según y como en
ella se contiene, de la cual hacemos presentación, el dicho adelantado, sin causa
ni razón alguna, tomó en este Reino y se puso en su cabeza mucha cantidad de
indios de repartimiento, quitándolos a las personas que así los tenían o poseían,
35
despojándolos de su posesión, y los indios que así tomó fueron los mejores y más
principales caciques y repartimientos que había en este Reino, porque en esta
ciudad tomó el cacique de Bogotá y Fontibón y Guatavita, con sus sujetos, y en la
de Tunja, a Sogamoso, Duitama y Somodonco con sus sujetos, y en Vélez, a
Saboya y Popoba, y en los Panches, a Guataquí; los cuales con los sujetos que
les dió y tomó y mandó que le sirviesen, eran más de treinta repartimientos, Y si
por este despojo y fuerza que hizo se hubiesen de poner en cabeza de Su
Majestad, este Reino y las personas que recibieron el dicho agravio en ser
despojados, le recibirían mayor en ponerse en cabeza de Su Majestad, porque
jamás serían restituidos. Y para que a Vuestra Merced conste de lo suso dicho,
hacemos presentación de esta información y probanza que pasó ante el presente
escribano, en razón de lo suso dicho, hecha por el procurador de esta ciudad de
Santa Fe, la cual Vuestra Merced mande poner con éste. Por lo cual a Su
Majestad suplicamos sea servido de mandar que los dichos indios no se pongan
en su Real Corona y se den a quien fueron quitados y a ellos tienen derecho y a
los descubridores, conquistadores, vecinos y pobladores y otras personas que en
este Reino lo han servido y merecen. Y si algunos indios Su Majestad fuere
servido mandar se poner en su Real Corona, sea el repartimiento de Fontibón, que
es en esta ciudad y más principal de ella y de este Reino, porque a éste no hay
persona que tenga derecho.
Y por cuanto en este Reino en ninguna manera el que es o fuere gobernador
puede vivir ni sustentarse sin indios de repartimiento, aunque el salario que Su
Majestad le da fuese mayor, para que los dichos indios le sirvan de leña y hierba y
sementeras y labranzas y lo demás que suelen, suplicamos a Su Majestad sea
servido de mandar que el dicho repartimiento de Hontibón, estando en su Real
Corona, se sirva de él el que es o fuere gobernador, el cual asímismo pueda tener
en la ciudad de Tunja para lo suso dicho otro repartimiento moderado, que sea sin
perjuicio de tercero, sin los cuales el dicho gobernador no se puede sustentar, por
que si todo lo que dicho es y otras cosas de que tiene necesidad que los dichos
indios cumplen y dan, hubiese de comprar y pagar a dineros, no se podría
sustentar, ni bastaría el salario de que Su Majestad les hace merced.
Y ni en lo tocante a los oficiales que han sido de Su Majestad, decimos, que en
este Reino fueron sus oficiales por nombramiento del licenciado Jiménez y de
Hernán Pérez de Quesada, algunos descubridores o conquistadores de este
Reino, a los cuales, por los trabajos que padecieron y servicios que hicieron a Su
Majestad en el dicho descubrimiento y conquista, se les dieron los dichos
repartimientos. Y al tiempo que tenían los dichos oficios no llevaban ni gozaban de
tanto salario como Su Majestad ahora hace merced a sus oficiales. Y éstos no
tienen ahora los dichos oficios ni los tuvieron por nombramiento, provisión ni
merced que Su Majestad les hiciese. Y pues por le haber servido no hay razón
para que desmerescan a Su Majestad suplicamos sea servido mandar, no se
entienda con éstos la dicha ley, y los indios que se quitaren a los que al presente
son, Su Majestad nos haga merced de mandar se den a descubridores y
conquistadores, pobladores y Vecinos de este Reinos. Y lo demás que Su
Majestad por el dicho capítulo manda, le suplicamos lo mande guardar y cumplir.
Y en lo que Su Majestad manda que quien tuviere y poseyere indios sin tener título
de ellos, se pongan en su Real Corona, decimos que la persona o personas que
36
en este Reino poseyeran indios sin título se les quiten como Su Majestad manda, a
quien suplicamos nos haga merced se pongan y den a los descubridores,
conquistadores, vecinos y pobladores de este Reino que no tengan repartimientos,
y no se pongan en cabeza de Su Majestad, por los inconvenientes que de ello se
siguen, como se dirá.
Y en lo que toca a otro capítulo de las dichas leyes, por el cual Su Majestad manda
que quien tuviere indios en excesiva cantidad, se reduzcan como se contiene en el
dicho capítulo a que nos referimos, a lo cual decimos, que en este Reino, por ser
como es tan corto y de pocos repartimientos, no hay repartimientos ningunos que
se puedan ni deban reducir, teniendo atención a la calidad de las personas que los
tienen y a lo que han servido a Su Majestad, y así la dicha ley no hay en que se
pueda cumplir ni efectuar, y puesto que hubiera repartimientos grandes, Su
Majestad no es servido en que se reduzcan, ni los naturales de este Reino
recibirían en ello buena obra, porque cuanto mayor es el repartimiento tanto
menos los naturales son molestados y fatigados en servicios y otras cosas por las
personas que los tienen y porque si [se] hubiese de hacer lo contenido en la dicha
ley sería dar causa a que cada día los gobernadores, por cualquier desabrimiento
o enojo que con alguno tuviesen, les querían reducir el repartimiento aunque no
fuese excesivo, y sobre ello de cada día se recrecerían muchos pleitos y debates,
por lo cual suplicamos a Su Majestad sea servido en este Reino no se guarde ni
efectúe la dicha ley, pues no hay en qué se pueda efectuar. En lo que Su Majestad
manda por otro capítulo de las dichas leyes, que las Audiencias se informen de los
que hubieren hecho malos tratamientos a los indios y a los que hallaren culpados
se los quiten y pongan en su Real Corona, decimos: que en este Reino, para
pacificarlo y ponerlo debajo de la servidumbre y obediencia de Su Majestad, ha
sido necesario conquistarlo y hacer castigo en los naturales de la tierra en tiempo
que estacan alzados y rebeldes, y otras veces rebelados del servicio de Su
Majestad, por lo cual se ha hecho algún daño y malos tratamientos, porque
mediante esto están de paz y han dado la obediencia y servidumbre a Su
Majestad. Y si esto no se hubiera hecho, no se hubiera podido pacificar ni al
presente lo estuvieran. Por lo cual a Su Majestad suplicamos sea servido de
mandar, que a los capitanes y gente que en las dichas guerras y pacificaciones y
conquistas hubieren hecho castigo y malos tratamientos a los indios, no se
entienda con ellos la dicha ley, pues se hizo debajo de buen celo e intención de
servir a Su Majestad y pacificar la tierra y por cumplir lo que se les mandaba, y si
fuera de esto algunos [se] hubieren excedido y excedieren en los dichos malos
tratamientos, sean castigados, y si por ello merecieren ser privados de indios, se
repartan entre los descubridores y conquistadores, vecinos y pobladores de este
Reino, y no se pongan en cabeza de Su Majestad, por lo que adelante se dirá.
En lo que Su Majestad manda por otro capítulo de las dichas leyes, que los pleitos
sobre indios no se conozcan ni determinen en estas partes, según se contiene en
la dicha ley y en una provisión por Su Majestad sobre ello dada, a la cual nos
referimos, decimos: que en este Reino no hay muchos descubridores,
conquistadores, vecinos y pobladores de él que, teniendo y poseyendo indios de
repartimientos, actualmente fueron despojados de la dicha posesión, así por el
adelantado de Canaria como por los demás que este Reino han gobernado, de
hecho y contra derecho, sin ser oídos ni vencidos, contra el tenor y formas de una
provisión real de Su Majestad en este Reino pregonada y presentada, de la cual ya
37
tenemos hecha presentación, la cual suplicamos a Su Majestad mande se guarde
y cumpla, y requerimos a Vuestra Merced la cumpla y guarde como en ella se
contiene, pues por la dicha ley y provisión que sobre ello habla no parece haber
sido derogada ni revocada. Y así en esto como en los demás pleitos que sobre
indios en cualquier manera hay y adelante se ofrecieren, suplicamos a Su
Majestad mande se sentencien y determinen en este Reino por el juez de
residencia o gobernador que es o fuere y por tas otras justicias, y si fuere en grado
de apelación se determinen en sus Audiencias, como se determinan las demás
causas que Su Majestad manda por estas leyes y conforme a ellas, porque si los
dichos pleitos se hubiesen de ir a determinar en España, conforme a la dicha ley y
provisión, este Reino recibiría mucho daño y los que han sido agraviados en les
haber quitado los dichos indios y ser despojados de ellos y los que sobre indios
han de pedir justicia, lo recibirían mayor, si hubiesen de ir en seguimiento de las
dichas causas; unos, por no tener posible, atento lo mucho que es menester gastar
para ir a España, y otros, por ser los indios de poca calidad e importancia, lo
dejarían de pedir, y por ello su justicia padecería.
En lo que Su Majestad manda acerca de la orden que se ha de tener en los
descubrimientos que se hiciesen por mar o por tierra, decimos que si lo contenido
en el capítulo que sobre esto habla se ha de guardar y cumplir, no habrá ninguno
que quiera ir a descubrir nuevas tierras aunque de ellas se tenga gran noticia,
porque si el gobernador y descubridor hubiese de ir a pedir licencia para cualquier
noticia y descubrimiento breve que en los límites de su gobernación se hubiese de
hacer, lo dejaría, por no pedir la dicha licencia.
Lo otro, porque si el dicho gobernador y descubridor no pudiese haber de los
indios más de aquello que por rescate le quisiesen dar, aunque la tal tierra se
descubriese, no se conquistaría ni quedaría en servicio de Su Majestad, porque la
causa principal que a los dichos indios les mueve de venir la paz y dar la
obediencia a Su Majestad es por ver que cuando están rebeldes se las toma lo
que tienen, y si en eso no viesen el daño que reciben, de su voluntad jamás
vendrían de paz, ni lo estarían. Y así, aunque se descubriesen, no quedarían de
paz ni en servicio de Su Majestad, y el descubridor y gente que con él fuese,
recibiría muy gran daño porque habrían gastado y perdido sus haciendas y puesto
a riesgo de muerte sus personas, y no habría ningún provecho ni premio por ello.
Por lo cual suplicamos a Su Majestad, sea servido de mandar que los dichos
descubrimientos se hagan sin que para la noticia que tuviere dentro de los límites y
demarcación que el gobernador le está dado y señalado, sea menester pedir
licencia a la dicha Audiencia. Y que sí, llamando de paz los indios y haciéndoles
los apercibimientos y requerimientos que Su Majestad manda, no quisieren venir,
se conquiste; y estando rebeldes, se les pueda tomar lo que tuvieren, como se ha
hecho, castigando al que de esto excediere.
En lo que Su Majestad manda que el tal descubridor vuelva a dar cuenta a la
Audiencia para que la dicha Audiencia informe y Su Majestad provea lo que
convenga, decimos: que si al estar descubierta la tierra, el descubridor la dejase
de poblar y fuese a dar cuenta antes, como se le manda, siendo después Su
Majestad servido de mandar que se poblase, sería menester ganarla y
conquistarla de nuevo, que no sin mucho trabajo y riesgo de los españoles,
vasallos de Su Majestad, se haría, y ya la mayor parte de los indios de esta tierra
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se habría retirado y metido en los montes y sierras, donde en ningún tiempo
sirviesen a los españoles; de más que alzarían y esconderían todo lo que tuviesen.
Y ya que se poblase, no sería tal, ni tan rica ni provechosa a Su Majestad ni a los
españoles que en ella poblasen, como lo sería poblándose luego que se
descubriese. Y con este aditamento, ya que hubiese alguno que quisiese ir a
descubrir, no hallaría gente para ello, por el mucho daño y poco provecho que se
les sigue. Por lo cual suplicamos a Su Majestad sea servido de mandar que luego
como alguna tierra se descubriere, se pueble en su real nombre.
Y en lo que Su Majestad manda por otro capítulo de las dichas leyes que ningún
visorey ni gobernador entienda en descubrimientos nuevos, por mar, ni por tierra,
por los inconvenientes que en el dicho capítulo se contienen, decimos: que en este
Reino se tiene noticia de tierras ricas, así dentro en los límites de él como en otras
partes muy cerca a él comarcanas, y si no se descubren por el que es o fuere
gobernador, por tener como tiene más posible y aparejo para los tales
descubrimientos y por saber que es su gobernación lo que descubren, no hay otro
ninguno que quiera hacer ni hará los dichos descubrimientos por lo mucho que
aventura a perder y lo poco que en ello puede ganar. Y siendo como este Reino es
tan estrecho y de poca tierra, conviene al servicio de Su Majestad y bien de los
españoles que en esta tierra viven y residen, que se hagan los tales
descubrimientos, los cuales suplicamos a Su Majestad sea servido de mandar se
hagan por el que es o fuere gobernador y por la persona o persona que nombrare,
porque además de lo suso dicho, descubriéndose las dichas tierras, Dios, Nuestro
Señor será muy servido, pues vemos en todas las tierras descubiertas haber
muchos indios cristianos que tienen conocimiento de nuestra santa fe católica.
En lo que Su Majestad manda por otro capítulo de las dichas leyes que en los tales
descubrimientos se guarden estas dichas leyes y ordenanzas, decimos: que por lo
que de ellas resultan y por lo que tenemos dicho, no se pueden guardar ni cumplir
en los tales descubrimientos. Pasa los cuales Su Majestad mande dar la
instrucción que en ello se ha de tener, que sea tolerable y que de la guarda y
observación de ella no se sigan los dichos inconvenientes, y aquella, no siendo
conforme a estas ordenanzas, Su Majestad mande cumplir, castigando a los que
de ella excedieren.
A lo que Su Majestad manda acerca de la tasación de los tributos, como se
contiene en el capítulo que sobre esto habla, decimos: que ya Su Majestad tiene
proveído por una cédula acordada y provisión lo que acerca de la dicha tasación
se ha de guardar, dar y cumplir y la orden que acerca de ello se ha de tener, la
cual suplicamos a Su Majestad mande se guarde en lo tocante a la dicha tasación,
así en lo que está descubierto como en lo que adelante en este Reino se
descubriere, la cual [tasación] Su Majestad mande se haga con brevedad,
mandando se apremien y compelan los dichos indios a que paguen a las personas
que los tienen o tuvieren en encomienda los tributos que así se tasaren,
pudiéndolos tener presos por ello, porque los indios de este Reino son de tan mala
disposición y se dan de tan mala gana los tributos que se les piden, que si los
españoles no pudiesen exceder de la dicha tasación y los indios no hubiesen de
ser apremiados a que lo pagasen y cumpliesen, como esto tuviesen entendido, en
muy pocos días vendría a que no diesen ningún tributo, porque al cacique e indios
que en este Reino ha de dar cien pesos de tributo, es menester pedirle quinientos
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para que venga a aquello, y si no se pidiese más cantidad de la tasación y aquella
no se cumpliese ni ejecutase con rigor, este Reino no se podría sustentar y se
despoblaría, por no tener otros aprovechamientos ni tratos ni granjerías con que se
sustentar, sino son las demoras que dan los dichos indios.
Y en lo que Su Majestad manda por otro capítulo de las dictas leyes que quien
alguna merced quisiere pedir lo diga en la Audiencia y de ello se envíe
información, decimos: que muchos descubridores y conquistadores, vecinos y
pobladores de este Reino, envían a suplicar a Su Majestad alguna merced con
personas que de acá van, y si para lo enviar a suplicar hubiesen de ir a hacer la
información a la Audiencia, recibirían mucho daño. Y por excusarse de un trabajo y
costa tan grande como para esto es menester, lo dejarán de pedir, de que
recibirían daño y Su Majestad por no ser informado no se podrá descargar con los
tales su Real conciencia. Suplicamos a Su Majestad sea servido de mandar que
las dichas informaciones se puedan dar y den ante el que es o fuere gobernador o
juez de residencia, con aprobación del cabildo del pueblo donde se hiciere; y que,
conque el dicho gobernador informe a Su Majestad, se hagan las dichas
informaciones y tengan la fuerza que tendrían si en la dicha Audiencia se hiciesen.
En lo que Su Majestad manda por otro capítulo de las dichas leyes, que los que
tuvieren indios en una provincia residan en ella, decimos: que en lo que toca a
residir cada uno en las partes y provincias donde tienen los dichos indios, se haga
y cumpla lo que Su Majestad manda, a quien suplicamos sea servido de mandar
que si por razón de lo suso dicho algunos indios se quitaren, se den a los
descubridores y conquistadores y pobladores y vecinos de este dicho Reino y no
se pongan en cabeza de Su Majestad, por los inconvenientes que de yuso se dirá.
En lo que Su Majestad manda por otro capítulo de las dichas leyes, para que se
haga y efectúe la tasación de los tributos, según en el dicho capítulo y ley se
contiene, decimos: que acerca de la dicha ley tenemos respondido en otro capítulo
que sobre ello habla, y lo mismo decimos y respondemos y hacemos presentación
de la dicha provisión que por Su Majestad sobre ello está dada, y para la hacer
cumplir y efectuar no se puede averiguar lo que los dichos indios solían dar de
tributos a sus caciques más de que se tiene por muy cierto que sin comparación
mucho menos [así] los tributos y servicios que al presente dan a los españoles y
cerca de esto pedirnos y suplicamos a Su Majestad nos haga merced de lo que en
el capítulo que sobre esto habla tenemos pedido y suplicado.
En lo que Su Majestad manda por otro capítulo de las dichas leyes, que el que
matare o hiriere o injuriare indios o les tomare sus mujeres e hijos, se castigue
conforme a derecho y a las leyes de estos Reinos, según se contiene en el dicho
capítulo a que nos referimos, decimos que es muy justo que los dichos indios sean
bien tratados y no se les haga daño ni mal, castigando a los que en esto
excedieren, no por el rigor que se castigarían sí fuese entre españoles. Porque si
al español que mata un indio o le hiere o da un bofetón o le dice palabras
injuriosas le hubiesen de castigar como Su Majestad manda, en pocos días no
habría españoles en las Indias y no se podrían sustentar en ellas, porque
conociendo los indios que tan gravemente habían de castigar a los que mal
tratamiento les hiciesen, buscarían ocasión para ser maltratados, y no querrían
servir ni servirían a sus amos ni a otras personas y se alzarían y rebelarían contra
el servicio de Su Majestad y no querrían servir ni servirían; y serían tan sobre sí,
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que los españoles, no pudiéndose sustentar en este Reino, de necesidad se
habrían de despoblar y despoblarían, de que Su Majestad sería muy deservido.
Por lo cual suplicamos a Su Majestad nos haga merced de reponer el efecto de la
dicha ley, mandando que el castigo de los que en esto excedieren, sea moderado
y livianamente, y cosas livianas se disimulen por los inconvenientes dichos.
En lo que Su Majestad manda que no se lleven tributos sin primeramente ser
moderados, y que se lleven por el tenor en el capítulo que sobre esto habla
contenido, decimos: que sobre lo tocante a la dicha tasación tenemos suplicado
ante Su Majestad y en ésta, que mande con brevedad se haga la dicha tasación
conforme a la provisión que tenemos presentada, para que hecha, en lo tocante al
oro y esmeraldas, se llevaren conforme a la dicha tasación, y en el entretanto que
la dicha tasación no se hiciere, se llevarán los dichos tributos como hasta aquí se
han llevado y pedido en este Reino. Y hecha, suplicamos a Su Majestad mande se
les pueda llevar lo que dieren de su voluntad y por rescate a sus amos, mandando
que los dichos indios den de la ropa que ellos tienen y de las comidas que en su
tierra se crían y que hagan labranzas, casas, sementeras y otros servicios, sin los
cuales los españoles en este Reino no se pueden sustentar, sin que se les pague
por ello cosa alguna. Porque si esto se les hubiese de pagar, aunque fuese en
muy bajos precios, no bastaría el tributo que se les tasare, ni mucho más por ser
los tributos tan pequeños, y que por ser el oro bajo en esta tierra, valen muy poco,
y con dar los dichos tributos y con hacer los dichos servicios sin que se les pague,
con muy gran trabajo y miserablemente se sustentan los españoles en esté Reino,
andando muy adeudados y alcanzados. Y si hecha la dicha tasación en lo tocante
al oro y piedras alguno les pidiere o llevare más. Su Majestad mande se castigue
conforme a justicia. Y si por ello mereciere ser privado de indios, mande se den a
los descubridores y conquistadores y que no se pongan en cabeza de Su Majestad
por los inconvenientes que de ello se sigue, como se dirá adelante
Por lo cual todo que dicho es, decimos: que Su Majestad no dió ni proveyó las
dichas leyes siendo bien informado de lo que convenía al servicio de Dios y suyo y
bien de los españoles y naturales de este Reino, y Su Majestad, siendo bien
informado, le suplicamos, nos haga merced de proveer lo aquí contenido, por lo
que dicho es, y por lo siguiente:
Lo primero, porque los españoles que en este Reino viven y residen no tienen
otros tratos, granjerías ni aprovechamientos, ni maneras de vivir, ni las pueden
tener, conque se sustentar, sino es con las demoras y tributos, servicios y
aprovechamientos que sean de los dichos indios, y con esto y con mucho trabajo y
necesidad, andando como andan siempre adeudados y empeñados, se sustentan,
porque el oro que dan es muy poco y tan bajo que cuando se viene a ensayar,
tiene a un quilate o a dos, y mucho de ello no tiene ley ninguna.
Lo otro, porque en este Reino no hay ganados de vacas ni yeguas, ni otros que
hay en otras partes de Indias, para que con ellos se pudiesen sustentar y los
españoles se aprovechados, y puesto que los hubiese, cual gran tiempo es, muy
poco o ninguno al provecho que de ellos se podría tener, porque para ninguna otra
parte hay salida donde se pueda llevar ni gastar, por estar como está este Reino
tan la tierra adentro y porque la parte de la Mar del Norte no hay pueblo poblado
hasta la ciudad de Santa Marta, que son más de trescientas leguas, y por la parte
de la mar del Sur, no lo hay hasta la gobernación de Benalcázar, que es más de
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cien leguas; y ya que a estas partes se hubiese de llevar, valdría mucho menos,
porque de allí es, por haber [allí] más abundancia, de donde este Reino se ha
proveído y provee.
Lo otro, porque en este Reino vale un caballo quinientos y seiscientos pesos, y
una yegua trescientos y cuatrocientos pesos, y una vaca cien pesos, y una capa
cincuenta o sesenta pesos, y una espada lo mismo, y todas las demás cosas a
este respecto, lo cual se ha de comprar, tener y sustentar con los tributos de los
dichos indios, y no tienen otra cosa con qué.
Lo otro, porque hasta ahora en este Reino no ha habido minas, ni las hay, de que
se haya sacado oro ninguno, y unas que ahora se han descubierto, que no se tiene
certenidad lo que será, están en la provincia de los Panches, más de cuarenta
leguas de esta ciudad de Santa Fe, y más de sesenta de la de Tunja, tierra de muy
diferente temple del de este Reino, y los indios de la dicha provincia son caribes y
comen carne humana y muy belicosos y de guerra enemigos de los indios de este
Reino, y que la parte y tierra donde están, no está pacificada ni en servicio de Su
Majestad, a las cuales no se puede echar para que de ellas se tenga algún
provecho si no es con copia de negros. Y por el poco posible que al presente hay
en este Reino. no se puede hacer ni se hará en muchos años.
Lo otro, porque Su Majestad, por una su provisión de que tenemos hecha
presentación, manda que los indios que se poseyeren actualmente no sean
removidos, y por una cédula acordada y provisión de Su Majestad que a este
Reino tiene hecha merced, manda que los indios los tenga la persona en quien
están encomendados por su vida y después su hijo, siendo legítimo matrimonio, y
si no le tuviere, los tenga su mujer viuda, según se contiene en la dicha cédula
acordada y provisión, la cual suplicamos a Su Majestad, mande guardar y cumplir.
Y además de ello sea servido de nos hacer merced, que los dichos repartimientos
e indios se den perpetuos y por mayorazgo a la persona que los tuviere, porque de
esta manera, sabiendo que haciendo el deber en ningún tiempo se les pueden
quitar, los naturales serán más bien tratados e instruídos y esta tierra se
perpetuará, de que Dios y Su Majestad serán muy servidos, porque habiéndose
este Reino descubierto, conquistado y ganado a costa de los capitanes y gente
que allí vinieron, sin que Su Majestad les pagase ninguna paga ni ayuda de costa,
y pues en las guerras y conquistas que Su Majestad ha hecho y los Reyes
Católicos antecesores suyos hicieron, así contra moros, turcos y franceses,
contrarios y enemigos suyos, a los capitanes y gente que en su servicio se
hallaron, de más de pagar sus sueldos y acostamientos, se les ha hecho merced
de les dar muchos vasallos y pueblos, y rentas por mayorazgo, cosa más justa y
hacedera es, que Su Majestad lo haga con los que tan a su costa y con tanto
trabajo y riesgo de sus vidas y con toda la libertad y limpieza, le han servido y
sirven. Porque en este Reino, después que se descubrió y conquistó y está
poblado en servicio de Su Majestad, nunca en él ha habido alzamiento, ni
revoluciones, ni escándalos contra el servicio de Su Majestad, como los ha habido
y al presente hay en las provincias y Reinos del Perú y en la gobernación que Su
Majestad tiene encomendada al adelantado Benalcázar, el cual, por le ver en de
servicio de Su Majestad, muchas personas vecinas de la dicha gobernación y que
en ella tenían su comer, se han venido huyendo a este Reino, como son Luis de
Guevara, contador de Su Majestad y teniente de la ciudad de Popayán, y
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Francisco de Cieza, teniente de la villa de Timaná y otros vecinos que en la dicha
gobernación tenían su comer, los cuales, sabiendo la lealtad y fidelidad que a Su
Majestad se guarda en este Reino, se han venido y están en él.
Y así por esto como por los trabajos y necesidades y costas y muertes de más de
quinientos hombres que para descubrir y conquistar este Reino se hicieron, y
porque, guardándose las dichas ordenanzas, Dios y Su Majestad serían
deservidos y los dichos descubridores y conquistadores, vecinos y pobladores de
este Reino no serían gratificados de lo que a Su Majestad han servido, le
suplicamos les haga merced de las mandar remediar, haciéndonosla en lo que
tenemos pedido y suplicado.
Lo otro, porque en los límites y demarcación de este Nuevo Reino, se tiene muy
gran noticia de tierras ricas, y algunas de ellas están vistas, como es la provincia
que dicen del Dorado, en cuyo descubrimiento salió Hernán Pérez de Quesada y
se gastó en ello más de doscientos mil ducados de buen oro, y asímismo se tiene
noticia de la provincia de los Muzos y Valle de la Plata y Valle de Micer Ambrosio y
Sierras Nevadas del Cocuy y las Sierras Nevadas que están sobre el Río Grande
de la Magdalena, [las] cuales, si las dichas ordenanzas se hubiesen de guardar y
cumplir, no se descubrirían ni conquistarían, de que Su Majestad sería muy
deservido y perdería muchos quintos y derechos reales, y los que en este Reino
están no serían en nada aprovechados, en satisfacción de lo mucho que a Su
Majestad han servido, porque por ser la tierra tan estrecha, aunque algunos lo
merecen, no se les ha podido dar en ella repartimientos conque se sustenten y
sirvan a Su Majestad, esperando que en lo que se descubriere y poblare se les
dará.
Lo otro, porque si conforme a lo que Su Majestad manda, los dichos repartimientos
o alguno de ellos se hubiesen de poner en su Real Corona, guardándose las
dichas ordenanzas, en muy pocos años no habría ningún español que tuviese
indios de repartimiento, a cuya causa este Reino no se podría sustentar y se
despoblaría, porque estando los indios en cabeza de Su Majestad, si se alzasen y
rebelasen como cada día lo hacen, visto por los españoles que ningún provecho
se les seguiría de irlos a pacificar, no lo querrían hacer, y como algunos indios que
estuviesen alzados quedasen sin castigo, todos los demás que estuviesen en paz
harían lo mismo, viendo que por aquello se excusaban de servir y de dar tributos,
sin ser por ello castigados. Y puesto que los españoles quisiesen ir a las dichas
pacificaciones, sería pagándoles Su Majestad su sueldo y paga, conforme a la
calidad de la tierra y a los excesivos gastos que en ella se hacen y para las dichas
pacificaciones son menester. Y de esta manera sería más la costa que Su
Majestad haría en un año de guerra y pacificación, que no el provecho que tendría
en diez años de paz, cuanto más, que podría ser, que aunque se les pagase, los
dichos españoles no quisiesen ir a las dichas pacificaciones sino dejar y
desamparar la tierra, porque viendo estar los indios en cabeza de Su Majestad,
tendrían perdida la esperanza, como está cierto, que en ningún tiempo podrían
venir a su poderío; cual al presente no tienen por, qué, puesto que muchos están
sin tener repartimientos, esperan que por vacación, renunciación o en otra manera
un día u otro se les darán o tornarán los que los gobernadores les quitaron, y
demás de lo que han servido, por merecerlo hasta entonces, sirven ahora a Su
Majestad sin otro interés.
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Lo otro, porque al presente todos o la mayor parte de los caciques e indios de este
Reino están de paz y sirven y son muy bien tratados e industriados en nuestra fe,
como Su Majestad manda.
Por las cuales razones y por cada una de ellas y por las que demás se podrían
decir y alegar, que aquí hemos por expresadas, y por las que de las dichas
ordenanzas resultan en daño de este Reino y de los descubridores,
conquistadores, vecinos y pobladores de él, habiéndose de guardar y cumplir
como Su Majestad manda. Por tanto, en el dicho nombre y porque esto es lo que
cumple al servicio de Dios y de Su Majestad y descargo de su real conciencia y
bien de los españoles y naturales que en este Reino viven y residen, decimos:
Que obedecemos las dichas ordenanzas hechas por Su Majestad, Rey y Señor
natural nuestro; y en cuanto al cumplimiento, efecto y ejecución de ellas en el
dicho nombre suplicamos de todo lo que aquí va declarado y expresado ser en
daño y perjuicio de nuestras partes, y de todo lo que más, efectuándose y
cumpliéndose, nos daña y perjudica, y de todas y cualesquier provisión y
provisiones, cartas misivas e instrucciones que Su Majestad ha dado o diere,
mandando guardar y cumplir las dichas ordenanzas y lo aquí declarado, de lo cual
todo suplicarnos para ante Su Majestad y para ante los señores presidente y
oidores de su Real Consejo de Indias que residen en los Reinos de España. Y si
de derecho la dicha suplicación no ha lugar, apelamos para ante Su Majestad para
que informado de lo que cumple a su real servicio y descargo de su real conciencia
y bien de sus súbditos y vasallos españoles y naturales, que en este Reino están y
viven, teniendo atención y respeto a esto y a lo que en su servicio han gastado,
trabajando y conquistado, y a la lealtad y fidelidad que a Su Majestad han tenido y
tienen, provea lo que más sea servido, de lo cual en el dicho nombre protestamos
hacer cierta y verdadera relación a Su Majestad.
Y en el entretanto pedimos y suplicamos a Vuestra Merced nos mande otorgar y
otorgue la dicha suplicación o apelación, o lo que mejor de derecho lugar haya,
con término bastante competente; y en el entretanto protestamos, que no se
guardará ni cumplirá cosa ni parte de lo que aquí suplicamos, según de suso va
dicho y declarado. Y así pedimos, suplicamos requerimos a Vuestra Merced
durante la dicha suplicación [que] parece es remedio que en derecho se permite,
no mande guardar ni cumplir lo que dicho es, ni parte de ello, ni se entremeta en la
ejecución ni cumplimiento de lo que dicho es, hasta en tanto que Su Majestad sea
informado y provea lo que más sea servido. Y si Vuestra Merced así lo hiciere,
hará bien y lo que es obligado y lo que cumple al servicio de Dios y de Su
Majestad y bien y perpetuidad de este Reino y buena administración de justicia.
Lo contrario haciendo, protestamos como tenemos protestado que no se
guardarán ni cumplirán en este Reino lo contenido en las dichas ordenanzas en lo
que aquí va declarado, y que por ello nuestras partes ni ningún vecino ni estante
en este Reino caerá ni incurrirá en pena ninguna ni alguna de las contenidas en
las dichas leyes y ordenanzas de que suplicamos. Y otro sí protestamos, que si
por Vuestra Merced las querer guardar y cumplir, Su Majestad por alguna vía fuere
deservido, y este Reino y los españoles y naturales de él recibieren algún daño,
será a culpa y cargo de Vuestra Merced, y no de las dichas nuestras partes. Y
para que a Su Majestad conste ser verdad lo aquí contenido, y que a su real
servicio cumple remediarlo, como se lo suplicamos, pedimos a Vuestra Merced
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que, habiéndonos otorgado la dicha suplicación, reciba de nosotros la información
que sobre esto diéremos, para que juntamente con ella la llevemos o envíemos a
Su Majestad, para que por él vista, provea lo que más sea servido.
Y de cómo lo pedimos y requerimos, pedimos al presente escribano nos lo dé por
testimonio, y a los presentes rogamos de ello sean testigos.— Juan Ruiz de
Orejuela, Juan López, García Calvete, Francisco Novillo.
Y así presentada la dicha suplicación y provisiones y probanza que de suso se
hace mención, el dicho señor gobernador y juez de residencia, dijo que lo verá y
proveerá acerca de ello lo que sea justicia. Alonso Téllez escribano.
En la ciudad de Santa Fe, en ocho días del mes de febrero del dicho año, de mil y
quinientos y cuarenta y siete, el dicho señor gobernador y juez de residencia, ante
mí el dicho escribano, estando en Audiencia, presentó y leer hizo esta respuesta
que se sigue:
El licenciado Miguel Díez de Armendáriz, juez comisario de apelaciones y
residencia, y gobernador en este Nuevo Reino de Granada, y gobernaciones de
Santa Marta, Cartagena, Río de San Juan, Popayán por Su Majestad, etc.,
respondiendo a la suplicación o apelación por los procuradores de las ciudades de
este Reino ante mí interpuesta de las Nuevas Leyes y ordenanzas por Su
Majestad hechas y mandadas hacer para el buen gobierno de estas partes de
Indias que por mí fueron mandadas pregonar y pregonadas en este Reino, digo:
que Su Majestad, para haber de hacer las dichas ordenanzas mandó juntar
personas de todos estados, así prelados como caballeros y religiosos y algunos de
su Real Consejo, para se informar y alterar y conferir sobre lo tocante al servicio
de Dios y de Su Majestad y bien y utilidad de los españoles que en estas partes de
las Indias residen y de los naturales de ellas. Y así consultado, se resolvió en lo en
ellas contenido, como Su Majestad por su carta lo dice, teniendo ante los ojos el
descargo de su real conciencia y el cuidado que es obligado, como rey natural y
señor universal de estas partes, como los que en ellas viven no ofendan a Dios y
salven sus ánimas, como claramente parece por ellas y por cada una de las dichas
Nuevas Leyes. Las cuales me mandó venir a ejecutar y cumplir y guardar y que
hiciese ejecutar y cumplir y guardar, como en ellas y en cada una de ellas se
contiene, sin de ello exceder ni pasar en cosa alguna como por la cédula real que
el príncipe, nuestro señor, me mandó dar, parece. El cual dicho príncipe, nuestro
señor, por una instrucción general que mandó dar me manda lo suso dicho,
diciendo ser esta una de las principales cosas en que cumpliendo lo suso dicho ha
de ser Su Majestad de mí mucho servicio, y de lo contrario muy deservido, y así,
como tal ejecutor, como antes de ahora tengo dicho y respondido en la ciudad de
Tunja, cuando se me pidió suspendiese las dichas Nuevas Leyes, no puedo dejar
de cumplir lo que por Su Majestad me está mandado, ejecutándolas y
guardándolas y haciéndolas guardar y cumplir, como en ellas y en cada una de
ellas se contiene, juntamente con las provisiones sobre ellas dadas y en esta
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provincia por mí hechas pregonar. Lo cual haré y cumpliré en descargo de la real
conciencia de Su Majestad, como me está mandado y de la mía en su real
nombre.
Pues es así que, pidiendo a Su Majestad que los indios de estas partes sean
hechos esclavos porque comen carne humana o que los que han sido declarados
por tales en las guerras acaecidas en la pacificación de esta tierra, es pedir lo que
niega el derecho natural, según el cual nacieron libres, de madres libres, sin haber
ley ni razón por donde pierdan tan grande don natural como la libertad, ni Su
Majestad se hallará haber mandado en este Reino que los dichos indios sean
hechos esclavos, ni tampoco que se les haga guerra, pues no ha habido razón
para ello, por ser la gente tan poco belicosa ni han quebrantado la ley de Dios,
pues nunca la prometieron ni tuvieron quien se la enseñase, ni la de Su Majestad,
pues no parece habérsela enseñado, ni ellos haberla entendido. Y puesto caso
que la entendieran cuando se les hubiera declarado, no quita Su Majestad por ello
la dicha libertad, como dicho es, a los transgresores de la dicha ley. Y no se
compadece decir los dichos indios de esta provincia haber sido declarados
naborías de por fuerza y decir que sirven de su voluntad, pues son cosas en sí
contrarias, ni haber tenido poder quien tal declaró para lo hacer. Por lo cual y por
haberse hecho muchas veces esclavos en estas partes sin facultad de Su
Majestad y sin la de persona que la tuviese, muchos indios, siendo libres, en
especial en el Río Grande de la Magdalena y en esta gobernación de Santa Marta
y la de Cartagena, manda justamente Su Majestad que los dichos indios gocen del
derecho natural que es la libertad, si título no se mostrare de servidumbre, tal que
baste para la inducir; lo cual si no lo mandase Su Majestad sería muy a cargo de
su conciencia y en ofensa de Dios. Y si mandándolo como lo manda yo no lo
hiciese, incurriría en la misma ofensa yo y quien en ello viniese, la cual dicha
ofensa de Dios se ha de evitar por todas las vías posibles a los que cristianos nos
llamamos. Y no importa decir que hay muchos de diversas partes habidos en este
Reino por esclavos herrados, ni que se gastaría mucho en ir a sus tierras [para
saber] si son esclavos o no, para que por ello pierdan la libertad con que nacieron,
porque más allegado a razón es que los que compraron pierdan el precio, pues no
miraron si lo que compraban se podía vender, que no que los vendidos pierdan la
libertad, que no tiene precio.
Pedir y suplicar a Su Majestad, no se guarde lo que manda acerca de no cargarse
los indios, también parece pedirse viciosamente, y es contra toda razón que los
indios no se pueden excusar de ser cargados, como Su Majestad lo manda, y por
no poderse excusar en esta provincia, lo hagan sin ser de ello gratificados,
diciendo ser mucho lo que en el dicho precio se gastaría y también diciendo que
no lo querían hacer por su voluntad, Pues es claro que según los dichos indios son
codiciosos, así de oro como de mantas, cualquier precio será bastante para que
ellos se conviden a trabajo a que están acostumbrados, y por el dicho precio
conocerán serles más tolerable el trabajo que en servir a los españoles reciben,
que él que sin precio a sus principales hacían, que es cosa con que Su Majestad
manda se tenga cuenta. Y cuando los dichos indios, siendo así gratificados, no
hiciesen lo dicho de su voluntad, conocida y clara cosa es que su cacique o
principal se lo podría mandar, sin que faltasen al cumplimiento del dicho mando,
siendo como dicho es gratificados, o él por ellos.
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Pues Su Majestad, por las suplicaciones hechas por la Nueva España y otras
partes en el capítulo que quita los indios a los visorreyes y gobernadores y otras
personas, sólo manda se restituyan a los tenientes, no pudo más claramente
cerrar la puerta para que no se hable más en lo tocante al dicho capítulo, pues si
Su Majestad hallara ser justicia lo demás en él contenido, revocáralo en todo y no
en parte, como lo hizo. Ni era cosa al presente recontar los indios que el
adelantado don Alonso Luis de Lugo en su cabeza puso, a lo que se dice
forciblemente, pues, cualquiera despojado, probando haber poseído pacíficamente
y después haber sido despojado contra su voluntad, como se reqviere para que
propiamente despojo se pueda llamar, tiene el remedio del derecho, aquí como en
los Reinos de Castilla, que es, que ante todas cosas, pidiendo ser restituido en la
posesión, lo sea, como lo serán todos los que en cualquier negocio probaren haber
sido despojados y lo fueran, aunque la provisión de Sus Majestades para estas
partes emanada no lo mandara, como no lo mandara lo contrario. Ni tampoco
debiera esta provincia hablar de que los indios que Su Majestad en el dicho
capítulo manda se pusiesen en su Real Corona no se pongan ahora, fueron
quitados a otros por fuerza, como dicho es, o no. Pues en ella ninguna cuenta se
ha tenido con el reconocimiento que a Su Majestad se debe, nombrándole al
tiempo que la tierra se repartió algún repartimiento que en su Real Corona se
pusiese, haciendo Su Majestad tan larga y tan graciosa merced como es mandar
que los españoles que en estas partes han andado y andan y trabajado y trabajan,
gocen de los aprovechamientos de la tierra, con tan poco reconocimiento como es
el quinto, lo cual se ha hecho en todas las partes de las Indias, donde para el
intento aproveche, ni por sí, ni a vuelta de otras, se tiene la cuenta que es razón.
Ni es razón bastante ni que para que no se haga lo que Su Majestad manda pedir,
que los gobernadores, por cuanto no se pueden sustentar, tengan indios, pues Su
Majestad les da salario aquél de que se tienen por contentos, y cuando no basta,
siendo con verdad informado y de ello servido, como es razón, los añade o mejora.
Ni tampoco será razón que concluya, cuando sepa de que los oficiales que fueren
de Su Majestad nombrados por el licenciado Jiménez y Hernán Pérez de Quesada
y no por Su Majestad, no se les quiten los indios, porque dicen habérselos dado
como a descubridores y conquistadores de esta tierra; pues de la misma manera
han gozado de su salario que los oficiales nombrados por Su Majestad, y aún cada
cien mil maravedíes más en cada un año. Y si Su Majestad manda que los que por
él fueron nombrados y fueron o son oficiales, no tengan indios, como lo manda,
más razón hay para que no los tengan los que por otros fueron nombrados y
puestos los indios de todos los en el dicho capítulo contenidos y de los demás que
en las dichas Nuevas Leyes se hace mención en la Real Corona de Su Majestad.
Y haciéndose de ello cierta y verdadera relación, muy cierto es que no querrá el
daño de esta provincia más antes mandará proveer del remedio competente para
el bien y pro de los españoles y naturales de ella, como lo ha hecho en todo lo que
de estas partes de Indias se le ha pedido; pues a Su Majestad incumbe mirar lo
que cumple y conviene al descargo de su real conciencia y pro de su república.
Pues no hay en qué se efectúe el cumplimiento de las dichas Leyes Nuevas en
este Nuevo Reino sobre la moderación de los repartimientos excesivos,
viciosamente se toca en él, en especial dando razones frívolas y impertinentes
para ello. No hay quien niegue ser cosa más que razonable que si los
repartimientos fueren excesivos, la moderación de ellos es provechosa para la
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república, porque con lo que se quitaría a los que así con exceso tenían los dichos
repartimientos, se podrían reformar y reparar algunos soldados muy buenos que lo
han bien trabajado en estas partes también, y a la ventura mejor que los
encomenderos de los tales repartimientos, y a otras personas no menos
necesarias en la tierra que los ya dichos. Y si los gobernadores hacen el no deber
en reformar lo que han de reformar, sigbiendo pasíones y particulares intereses,
olvidándose de la cuenta que han de dar a Dios y de la que se les ha de tomar en
este mundo, cierto está el remedio donde se pueden querellar los agraviados, que
son las Reales Audiencias de estas partes, donde se les hará entero cumplimiento
de justicia.
Su Majestad no manda en otro capítulo de las dichas Nuevas Leyes que sean
castigados los que yendo a pacificar los indios de estas partes, han guardado las
instrucciones que llevaron de los gobernadores que los enviaron, siendo ellas
conforme a la facultad que Su Majestad tiene concedida, sino a los que olvidados
de Dios y sin tener poder alguno que baste, han hecho crueldades contra ley
divina y humana.
Pues tiene Su Majestad proveído, como arriba está dicho y es derecho común y de
estos Reinos, que los despojados sean restituido en estas partes por los jueces
que en ellas se hallaren, justamente manda por otro capítulo de las dichas Nuevas
Leyes no se conozcan pleitos de indios en estas partes, dando la instrucción que
se da para ello en la provisión que sobre el dicho capítulo está concedida, pues
claramente por ello consta ser la real intención de Su Majestad que no se inquieten
con pleitos viciosos y de poca importancia, y así parece muy claro [que] suplicar de
la merced que Su Señoría a estas partes hace, sin tener tanta cuenta con el bien
común como Su Majestad lo tiene, mas antes procurando su daño y desasosiego y
el daño de los naturales, el cual reciben muy notorio con los pleitos de los
encomenderos tratándolos todos mal y robándolos mientras dura la duda a quién
han de pertenecer.
Tampoco era cosa que aquí se hubiera de tocar lo que se responde al capítulo que
habla acerca de los descubrimientos, pues es merced particular que Su Majestad
hace a los que así han de ir a descubrir, la cual es su voluntad esa con los
aditamentos en el dicho capítulo contenidos. Y así, a Su Majestad en su propia
persona se ha de suplicar la capitulación para los tales descubrimientos, pues ha
sido servido prohibir lo suso dicho por desórdenes y estragos que en los
descubrimientos de hasta aquí se han hecho.
Aunque Su Majestad no lo defendiera ni vedara, los españoles que en estas partes
algún tiempo han residido, estaban obligados a ley de toda bondad y cristiandad a
estorbar los descubrimientos de nuevas tierras en todo lo posible, pues por
experiencia se ha visto en muchas partes de las Indias y en este Reino, que, por ir
a descubrir tierra no sabida, si no sólo por noticia de un indio que se le antojó decir
lo contrario de la verdad, o para ello fue inducido, sin más certidumbre, los que han
tenido mano en gobernar han emprendido los dichos descubrimientos, de donde
ha resultado muchas veces destruirse los indios de los tierras ya pacíficas y
pobladas, sacándolos de su natural, como de este Reino parece haberse sacado
mucha cantidad, y no acertar el tal descubrimiento, por ser sin fundamento. Por lo
cual justísimamente Su Majestad manda ser de ello las Audiencias de estas partes
sabedoras, para que viendo los que en ella residen el fundamento de tal
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descubrimiento, lo consientan y den para ello licencia o no. Y no manda Su
Majestad en lo dicho que lo descubierto no se pueble en su real nombre, sino que
de nuevo no se descubra, si no fuere conforme a la orden en las dichas leyes
contenida.
Si Su Majestad entendiera que lo proveído por la provisión y cédula acordada que
presentan que habla acerca de las tasaciones de los repartimientos, bastaba y se
guardaba y cumplía, no estaría tan desocupado que se quisiera ocupar en cosas
superfluas, porque ha crecido tanto la malicia de la gente y el descuido de la ley
divina y humana en reducir a servir los naturales de estas partes contra lo por Su
Majestad proveído, que le constriñe a mandar lo que manda, pues no se hallará
servidumbre tal ni tan grande en todo lo escrito, no solamente entre libres porque
ni aun entre esclavos, como la que los españoles han usurpado de su previa
autoridad sobre los naturales. Lo cual, si Su Majestad consintiese o permitiese con
disimulación, sin breve y competente remedio, sería muy cargosa su real
conciencia, que no mandar por todas vías sus vasallos no encargasen las suyas,
como lo hacen, llevando a discreción, sin otra tasación alguna, lo que nunca
gentes de otras llevaron. Y si las informaciones que hasta ahora a Su Majestad se
han llevado por los que qieren pedir algunas mercedes fueran fundadas sobre
verdad, no mandara Su Majestad que se hagan solamente ante las Audiencias
Reales de estas partes.
Su Majestad convida a mandar lo que manda en lo tocante a los que mataren o
hirieren o maltrataren indios. Así la ley divina, que sin distinción manda que el que
derramara sangre de otro, la suya sea derramada, como la natural, fundada en
proximidad, abrazada asímismo con la evangélica, que es que queramos para
nosotros lo que para el prójimo, como lo son los dichos indios, nuestros prójimos, y
por el contrario lo que para el prójimo deseemos, sea para nosotros, como
asímismo todas leyes positivas que defienden y amparan a los desamparados, y
que de favor y justicia [a los que] necesidad tienen, como lo son los dichos indios.
Los cuales no lo serían tanto como lo son, si los españoles tuviesen cuenta en
descargo de sus conciencias con cumplir con los dichos indios lo que se les
manda en las encomiendas que de ellos se les hace, tocantes al servicio de Dios y
buen tratamiento de los dichos indios, como la tienen en que los dichos indios
cumplan con ellos lo que por las dichas encomiendas se les manda, y desde en
adelante lo que más de ellos haber pueden, como dicho es. Y puesto caso que lo
dicho cesase, que no cesa más antes es cierto, ha sido tanto el desorden que en
lo tocante al dicho tratamiento los españoles en estas partes han tenido, que si Su
Majestad no pusiese riguroso remedio, dejaría de ser cristianísimo, como lo es, y
tomaría sobre sí nuestras faltas y excesos, pues por no los mandar refrenar, de
cada día crecería como es cosa natural por la inclinación humana. Y no es razón
concluyente decir que si los indios supiesen del tal castigo que habían de haber los
españoles, procurarían modos y manera por donde ser maltratados, pues eso
repugna y es contrario a la ley natural y a divina y humana, donde se contiene que
ninguno es tan enemigo de su propia carne como eso. Y puesto caso que en algún
indio o indios tanto la malicia creciese, tan proveído se está en derecho contra la
de ellos como contra la de nosotros. Y pues ellos, así corno lo es, no se han de
sentir bien del que qviere relajación de todas las dichas leyes, en especial teniendo
a su cargo como tiene cualquier juez que no esté del todo desprincipiado en mirar
49
las circunstancias al caso necesaria, según la calidad de las personas
delincuentes y con quien se delinque.
No son tales ni de tanta importancia los inconvenientes que en la dicha respuesta
se dice se seguirían si las dichas Nuevas Leyes y ordenanzas reales se
cumpliesen, como Su Majestad lo manda, que no sean más y mucho mayores los
que nacerían sí no se cumpliesen, como claro y evidentemente parece por lo
arriba dicho y por lo demás en las dichas Nuevas Leyes contenido. Y caso negado
que esto no fuese así, como lo es, a mí no es dado, como arriba dicho tengo,
suspender las dichas Nuevas Leyes, pues soy el menor vasallo de Su Majestad,
sino como tal menor ejecutarlas que como en ellas y en cada una de ellas se
contiene, conforme a lo que Su Majestad manda, por su real provisión e
instrucción en lo tocante a este negocio a mí dada, sin tener yo facultad de mirar
otra cosa ni disponer ni dispensar, sino hacer lo que me está mandado. Lo cual
haciendo, si inconvenientes se sigvieren, no son a mi culpa y cargo corno se
protestan, pues soy cierto que en hacer lo dicho cumplo lo que se me manda, y en
dejarlo de hacer no hago lo que debo corno buen vasallo.
Por tanto, de parte de Su Majestad requiero y mando a todos los vecinos y
estantes en esta provincia y Nuevo Reino obedezcan y cumplan las dichas Nuevas
Leyes, y lo en ellas y en cada una de ellas contenido, como leyes reales de su rey
y señor natural, y lo que por mí y por quien Su Majestad mandare en el
cumplimiento y ejecución de ellas en cualquier manera les fuere mandado, con
apercibimiento que les hago, que lo contrario haciendo serán ejecutadas en ellos y
en cada uno de ellos en sus bienes y personas, todas las penas en derecho
establecidas contra los desobedientes a los mandamientos de su rey y señor y de
los ministros de su real justicia, y contra los que no quieren guardar sus leyes
reales, como lo son las dichas ordenanzas y tienen fuerza de tales, después que
llegaron a noticia de cualesquier vasallos de Su Majestad, en lo a ellos
concerniente y tocante.
Y apercibo otrosí, a todos los susodichos y a cada uno de ellos que contra esto
vinieren, o contra parte de lo en ello contenido, que en persona me quejaré a Su
Majestad o le haré relación y enviaré a quejar de ellos y de cada uno de ello, como
de vasallo desleales suyos y que, para no cumplir sus reales ordenanzas y
mandamientos, buscan ocasión sin para ello haber causa. Y para excusar lo suso
dicho y para que de esta provincia no se diga de aquí adelante lo que de otras se
dice, en ofensa de la Majestad Divina y humana, otra vez y más las que de
derecho puedo y debo y me pertenecen requerir en nombre de Su Majestad,
requiero todo lo suso dicho a los suso dichos y a cada uno de ellos. Y de cómo lo
requiero para conservación del derecho de Su Majestad, y de cómo hago mi oficio
como leal y fiel Vasallo suyo, pido a vos el escribano, me lo déis por testimonio, y
ruego a los presentes sean de ello testigos. El licenciado Miguel Díez Armendáriz.
La cual dicha respuesta su merced del dicho señor gobernador y juez de
residencia respondió en Audiencia, según dicho es, estando presentes el capitán
Juan Ruiz de Orejuela y Juan López y García Calvete, procuradores de Santa Fé,
Tunja y Vélez, testigos: el capitán Maldonado y Juan Bautista Sardela y el capitán
Gonzalo Suárez. Alonso Téllez, escribano.
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Respuesta de los cabildos (9 de febrero de 1547)
Y después de lo suso dicho, en la dicha ciudad de Santa Fe, en nueve días del
mes de febrero del dicho año. Ante el dicho señor gobernador y juez de residencia,
estando en Audiencia, parecieron los dichos Juan Ruiz de Orejuela y Juan López y
García Calvete y Francisco Novillo, procuradores susodichos de las ciudades de
este Reino, y presentaron esta petición y requerimiento que se sigue:
Ilustre y muy magnífico señor: Juan Ruiz de Orejuela, procurador general de esta
ciudad de Santa Fe, y Juan López, procurador de la ciudad de Tunja, y Francisco
Novillo, procurador de la ciudad de los Panches, y García Calvete, procurador de
la ciudad de Vélez, que son en este Reino, parecemos ante Vuestra Merced y
decimos: Que la respuesta de la suplicación que ante Vuestra Merced
interpusimos de las Nuevas Leyes y ordenanzas por Su Majestad para estas
partes de Indias enviadas, Vuestra Merced manda se guarden y cumplan como en
ellas y en cada una de ellas se contiene, y so las penas en ellas contenidas, por
ciertas razones que Vuestra Merced expresa en la dicha respuesta, su tenor de la
cual aquí habida por inserta, decimos, hablando con el acatamiento que debemos,
que es injusticia y muy agraviada y que Vuestra Merced la debe anular y revocar y
dar por ninguna y, a lo menos, mandarla reponer hasta en tanto que Su Majestad
sea informado, por las razones siguientes:
Lo primero, porque nosotros suplicamos de lo que por las dichas ordenanzas nos
para perjuicio para ante Su Majestad, y la dicha suplicación es remedio que de
derecho nos compete y Vuestra Merced debe y es obligado a nos la otorgar.
Lo otro, porque las causas y razones en la dicha nuestra suplicación expresadas
son muy evidentes y bastantes, y por ellas y por la que más protestarnos expresar
ante Su Majestad, informándole en todo de verdad, está muy cierto que como rey y
señor nuestro no querrá ni permitirá nuestra total destrucción, antes proveerá de
remedio bastante y competente para que este Reino se pueda sustentar y
perpetuar, pues se ganó y descubrió y conquistó en su servicio.
Lo otro, porque la dicha suplicación por nuestra parte interpuesta es sólo para
informar a Su Majestad de lo en ella contenido y de otras cosas que convienen a
su real servicio y descargo de su conciencia y bien de nuestras partes y
perpetuidad de esta tierra, para que siendo Su Majestad informado se guardará y
cumplirá lo que en remedio de ello fuere servido mandar proveer. Y en el
entretanto, pendiente la dicha suplicación, Vuestra Merced no puede ni debe
mandar ejecutar ni que se ejecuten las dichas Nuevas Leyes.
Por lo cual, y por todo lo demás contenido en nuestra suplicación y por todo lo que
demás protestamos decir y alegar ante Su Majestad, con verdadera y cierta
relación, otra vez y más las que de derecho debemos, decimos que suplicamos de
las dichas ordenanzas y Nuevas Leyes, según tenemos suplicado; y pedimos y de
nuevo requerimos a Vuestra Merced nos otorgue la dicha suplicación, pues es
cierto que de derecho ha lugar para el dicho efecto, reponiendo y dando por
ninguna la respuesta por Vuestra Merced hecha y todo lo en ella contenido; de la
cual, si necesario es, apelamos para ante Su Majestad y para ante los señores de
su Real Consejo de Indias que reside en los Reinos de España. Y pedimos y
requerimos a Vuestra Merced nos la otorgue junto con la dicha suplicación,
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dándonos término bastante y competente para hacer nuestras informaciones y lo
que nos convenga, y para nos siempre presentar e ir en seguimiento de ella ante
Su Majestad, y en el entretanto, Vuestra Merced suspenda y sobresea el efecto y
ejecución de las dichas leyes y de lo que de ellas tenemos suplicado, protestando
como protestamos, según tenemos protestado, que no se guardarán ni cumplirán
por nuestras partes en cosa ni parte de lo que suplicado tenemos hasta que Su
Majestad, informado, provea lo que sea servido. Y si Vuestra Merced hiciese lo
que dicho es, hará bien y lo que debe y de justicia es obligado; lo contrario
haciendo, protestamos lo que tenemos protestado y más todo aquello que
podemos y debemos protestar y en tal caso protestar nos conviene. Y de cómo lo
pedimos y requerimos, pedimos al presente escribano nos lo dé por testimonio y a
los presentes rogamos de ello sean testigos. Juan Ruiz de Orejuela, Juan López,
García Calvete, Francisco Novillo.
El dicho señor gobernador y juez de residencia dijo, que lo verá y responderá lo
que se debe hacer, conforme a justicia. Alonso Téllez, escribano.
Y después de lo suso dicho, en la dicha ciudad de Santa Fe, en diez días del mes
de febrero del dicho año, el ilustre y muy magnífico señor gobernador y juez de
residencia, habiendo visto lo pedido por parte de los procuradores de este Reino
en lo tocante a las dichas Nuevas Leyes y ordenanzas, dijo: que haciendo su oficio
y aquello que por Su Majestad le fué mandado, y a que fue enviado a estas partes,
ha hecho pregonar las dichas Nuevas Leyes y ha respondido lo que acerca de
ellas hay que responder. Y que ahora parece que contra derecho y contra toda
razón se le pide siempre lo que él no puede ni debe hacer, so pena de hacer lo
que no debe, como buen vasallo y fiel ejecutor de los mandamientos reales y de
sus leyes, como lo son éstas; y así se pide maliciosamente, en especial queriendo
damnificar a la Real hacienda de Su Majestad, defendiendo que no disponga a su
voluntad de su propia hacienda, ni se haga en ella lo que manda, como es que se
pongan en su Real Corona los indios de que en las dichas Nuevas Leyes se hace
mención, sabiendo que a quien tuviere justicia se le guardará. Y parece asímismo
la dicha malicia con que los dichos procuradores piden tan injustamente lo que
piden, pues saben y es cierto, que después de las dichas suplicaciones a Su
Majestad hechas por la Nueva España y otras partes de las Indias, habido su
Consejo, ha proveído lo que parece por las provisiones que sobre las dichas
Nuevas Leyes mandó a pregonar y están pregonadas en este Reino, sin haberle
parecido justicia hacer otra cosa más de lo hecho. Y después de todo eso, por sus
reales cartas, el Príncipe, nuestro señor, y su Real Consejo de Indias le mandan
cumpla, guarde y haga guardar, cumplir y ejecutar las dichas Nuevas Leyes. Por
tanto, que de su parte les requería y requirió y de la de Su Majestad les mandaba y
mandó las obedezcan, cumplan y guarden, y hagan cumplir y guardar, como en
ellas y en cada una de ellas se contiene, y para ello no pongan impedimento ni
embargo alguno a él, so las penas ya dichas, y so pena de ser tenidos por
desleales vasallos de Su Majestad, pues estorban que no se cumplan ni ejecuten
sus mandamientos y leyes, con apercibimiento que les hacía e hizo, que se
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quejará, como dicho tiene, a Su Majestad de los suso dicho, y hará información de
las personas que han sido y son en Consejo y parecer de semejante desacato,
para que Su Majestad los mande castigar, conforme a sus culpas. Y les manda lo
que les tiene mandado y pide testimonio según lo tiene pedido, y así lo mandó por
este auto que firmó.
Presentes los dichos Juan Ruiz de Orejuela, y García Calvete, procuradores suso
dichos. El licenciado Miguel Díez Armendáriz.
Y después de lo suso dicho, en la dicha ciudad de Santa Fe, en doce días del
dicho mes de febrero del dicho año, ante el dicho señor gobernador y juez de
residencia, parecieron los dichos Juan Ruiz de Orejuela y García Calvete, y
Francisco Novillo, procuradores susodichos, y presentaron esta petición y
requerimiento que se sigue:
Ilustre y muy magnifico señor: Juan Ruiz de Orejuela, procurador general de esta
ciudad de Santa Fe, y Juan López, procurador general de la ciudad de Tunja, y
García Calvete, procurador general de la ciudad de Vélez, y Francisco Novillo,
procurador de la ciudad de los Panches, pueblos poblados en este Reino, en
nombre de los vecinos y estantes en las dichas ciudades, parecemos ante Vuestra
Merced respondiendo a lo por Vuestra Merced mandado, en respuesta de la
segunda suplicación y apelación ante Vuestra Merced interpuesta y autos sobre
ello hechos, por la cual Vuestra Merced manda que, sin embargo de las dichas
suplicaciones y apelaciones, se guarden y cumplan las Nuevas Leyes y
ordenanzas de Su Majestad por Vuestra Merced en este Reino mandadas a
pregonar, y sobre penas en ellas y en cada una de ellas contenidas, y más de ser
habidos por desleales vasallos de Su Majestad, y que hará Vuestra Merced
información contra los que entienden en la dicha suplicación para informar a Su
Majestad, para que por ello los castigue, conforme a sus culpas, según esto y
otras comas más largamente se contiene en la respuesta por Vuestra Majestad
dada, a que nos referimos, el tenor de la cual habido aquí por inserto, decimos:
que Vuestra Merced debe y es obligado a dar por ninguno y de ningún valor y
efecto la dicha respuesta, a lo menos reponer el efecto y ejecución de lo en ella
contenido, por lo siguiente:
Lo primero, por las causas y razones que tenemos dichas y alegadas en la
suplicación y requerimientos antes de estos hechos.
Lo otro, porque por la dicha suplicación ni por ninguna cosa ni parte ni de lo que
hasta ahora tenemos pedido y requerido, a Vuestra Merced no consta ni parece
querer deservir a Su Majestad en ninguna cosa ni parte, ni tal es nuestro intento,
antes parece lo contrario, que es querer informar a Su Majestad con cierta y
verdadera relación de lo que cumple a su servicio y descargo de su real conciencia
y bien y perpetuidad de esta tierra, para que informado de nosotros, guardaremos
y cumpliremos lo que fuere servido mandar proveer como debemos y somos
obligados, como sus súbditos y vasallos y con toda la lealtad y obediencia que a
Su Majestad debemos.
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Lo otro, porque entender en la dicha suplicación para querer informar a Su
Majestad, como dicho es, nosotros y los que en ello entienden o pueden entender,
pedimos nuestra justicia llanamente, sin escándalo ni alboroto, y con el mejor
comedimiento que sabemos y podemos, como se debe a Su Majestad y a Vuestra
Merced en su real nombre, suplicando como hemos suplicado de lo que es tan en
nuestro perjuicio, como parece muy claro y evidentemente por las dichas leyes de
que suplicamos, pues está muy cierto el deservicio que se hacía a Dios y a Su
Majestad y el daño y destrucción de esta tierra si se guardasen y observase,
ejecutándolas como Vuestra Merced tiene mandado. Y pues lo que nosotros
queremos es informar a Su Majestad para guardar y cumplir lo que en remedio de
lo suso dicho, como cristianísimo, fuere servido de mandar proveer, claro está en
ello le hacernos servicio y no por el contrario. Y pues esto es así, a Vuestra
Merced pedimos haga la dicha información que dice, para saber los que en lo suso
dicho entienden, para que por ella conste los que desean el servicio de Su
Majestad y descargo de su real conciencia y bien de sus súbditos y naturales,
pues, constando de ello con verdad a Su Majestad, ha de tener en servicio a los
que en lo suso dicho desean se le haga.
Por tanto a Vuestra Merced pedirnos y requerimos todas las veces que podemos y
debemos y las que nos conviene, según y como antes de ahora le tenemos
pedido, nos otorgue la dicha suplicación, pues de derecho no se nos puede ni
debe denegar, y si es necesario, de nuevo suplicamos, según tenemos suplicado,
y apelamos de todo lo por Vuestra Merced en este caso mandado y de lo que más
cerca de ello mandare, para ante Su Majestad y para ante los señores presidente y
oidores de su Real Consejo de Indias, ante quien protestamos de nos presentar en
seguimiento de la dicha suplicación y apelación, la cual pedimos a Vuestra Merced
con todas las instancias y ahincamientos que podemos y debemos nos la otorgue
y conceda, o a lo menos mande reponer y sobreseer el efecto y ejecución de lo
que de las dichas leyes tenemos suplicado por un tiempo y término convenible,
que baste para hacer en este Reino las probanzas e informaciones que nos
convengan y con ellas y esta suplicación presentarnos ante Su Majestad e ir y
tomar a este Reino con respuesta de lo que Vuestra Merced así hará bien y gran
servicio a Dios y a Su Majestad es servido proveer acerca de ello. Y haciéndolo Su
Majestad, remediando el daño y total destrucción que de la guarda de las dichas
leyes se nos sigue. Y lo contrario haciendo, protestamos contra Vuestra Merced
todo lo que tenemos protestado y lo que más nos conviene, y que nos quejaremos
de Vuestra Merced a Su Majestad, como de juez que nos deniega el remedio que
nos compete de derecho y que impide y estorba que Su Majestad sea informado
de cosas tan importantes a su servicio bien de sus vasallos.
Y más protestamos que hasta en tanto que Su Majestad informado por nosotros
provea lo que sea servido, no guardaremos ni cumpliremos las dichas leyes ni
parte de ellas, en aquello que de ellas tenemos suplicado y es en nuestro perjuicio.
Y que si entretanto Vuestra Merced quisiere ejecutar o ejecutare alguna pena de
las en ellas contenido, se cobrarán de la persona y bienes de Vuestra Merced con
más las costas y daños, pérdidas, intereses y menoscabos que sobre ello a
cualesquier personas se sigvieren, y más, que todo el daño y pérdida que la Real
hacienda de Su Majestad y disminución de sus quintos reales hubiere y se sigviere
por guardar las dichas leyes, será a culpa de Vuestra Merced, y Su Majestad lo
cobrará como más le convenga. Y más protestamos todo aquello que podemos y
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debemos y nos conviene, y lo pedimos por testimonio, y rogamos a los presentes,
sean de ello testigos.
Juan Ruiz de Orejuela, García Calvete, Juan López, Francisco Novillo.
El dicho señor gobernador y juez de residencia dijo que verá lo suso dicho, y hará
en ello lo que de justicia debe hacer. Alonso Téllez, escribano.
Y después de lo suso dicho, en la dicha ciudad de Santa Fe, en este dicho día,
mes y año dichos, su merced el dicho señor gobernador y juez de residencia dijo:
que en haber hecho pregonar las Nuevas Leyes y ordenanzas reales por Su
Majestad del Emperador y Rey, nuestro señor para estas partes de Indias hechas,
ha hecho lo que le fue mandado. Y asímismo lo ha querido hacer en las ejecutar.
Pero que atento que con tanto ahinco y protestaciones se suplica de ellas, y que
tanto descontento los vecinos, estantes, habitantes en este Reino tan mostrado
temiendo se les denegare la dicha suplicación, no deseando agraviarlos sino
tenerlos contentos y alegres, siendo como son y han sido leales y fieles vasallos
de Su Majestad, reconociéndole como a su Rey y señor, con deseo que Dios y Su
Majestad sean servidos y su república en concordia y quietud gobernada, que
sobreseía y sobreseyó la ejecución de lo que de las dichas Nuevas Leyes han
suplicado, por tiempo y espacio de dos años primeros siguientes, que comienzan a
correr y corran desde hoy dicho día, dentro de los cuales hagan las informaciones
y lo demás que vieren que les conviene, asistiendo el fiscal que su merced
nombrare a ellas, para que a Su Majestad conste de la verdad y vayan a
presentarse y se presenten delante de Su Majestad y ante los señores presidente
y oidores de su Real Consejo de Indias que reside en los Reinos de España, y
dentro del dicho término traigan y presenten ante él la mejora de la dicha
suplicación; el cual término pasado y no presentado, quedará la dicha suplicación
y apelación por desierta, y las dichas Nuevas Leyes serán ejecutadas como leyes
de rey y señor natural, por él o por quien Su Majestad lo mandare, y así quedará
en su fuerza y vigor.
Lo cual dijo con tal, que los oficiales que fueron de Su Majestad, nombrados por el
licenciado Jiménez y Hernán Pérez de Quesada y por los demás que este Reino
han gobernado, den fianzas legas, llanas y abonadas, a contento de los oficiales
que al presente son de Su Majestad, para que si Su Majestad había por buena la
dicha suplicación y les hará merced de los indios que al presente poseen; donde
no, que acudirán con todos los tributos y aprovechamientos, que de los dichos
indios que al presente tienen o tuvieren en los dichos dos años, a los oficiales que
ahora son o fueren a la sazón de Su Majestad, para que se pongan, pasados los
dichos dos años, en su Real caja, como bienes pertenecientes a su Real Corona.
Y otro sí, con que los indios que el adelantado don Alonso Luis de Lugo tuvo y
poseyó, que no pertenezcan por derecho a ninguna persona particular que los
pretendan haber, sean puestos en la Real Corona de Su Majestad, con más los
indios que al presente tienen, los que son oficiales de Su Majestad, no habiendo
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quien le pertenezcan de derecho, como dicho es, para que los tributos y
aprovechamientos de ellos se metan en su Real Caja hasta que otra cosa Su
Majestad sea servido mandar proveer. Lo cual responde a las suplicaciones y
requerimientos por los dichos procuradores hechos, y así lo mandó por este auto
que firmó.
El licenciado Miguel Díez Armendáriz.
Este dicho día, mes y año dichos, se notificó lo suso dicho al dicho Juan Ruiz de
Orejuela, procurador de esta ciudad, y al dicho Juan López, procurador de la
ciudad de Tunja. Testigos: Juan Rodríguez Gil y Sebastián Lozano, estantes y
vecinos en esta ciudad. Alonso Téllez, escribano.
[ Firma y rúbrica: ] Alonso Téllez, escribano.
Patronato, leg. 195, ramo 15, fol. 2.
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que los que por escrito parecerán son nada en comparación de los que de palabra
han hecho, que muy contra mi voluntad y pesar mío, les he mandado que
parezcan ante Vuestra Majestad a dar razón y suplicar las mercedes que a mí me
piden que conceda en nombre de Vuestra Majestad. Y en este medio me ha sido
fuerza sobreseer la ejecución de las dichas Nuevas Leyes por espacio de dos
años.
Esto hago por verme solo en nombre de Vuestra Majestad en estas partes en toda
la Tierra Firme, y por no dar a que esta tierra, donde hay tantos delincuentes, sea
como sus vecinos, que están tan cerca, que si Vuestra Majestad no provee, sólo
quedará por remedio de acabar mis días en su real servicio, sin ser parte para otra
cosa; aunque espero en Dios y en su gloriosa Madre que me ha de dar gracia para
que, ejecutando mi buen deseo, haga en estas partes a Vuestra Majestad algún
pequeño servicio. Por lo dicho no querría que los vecinos de esta provincia
desmereciesen para con Vuestra Majestad; más visto me parece que merecen
toda merced, porque fuera de las Nuevas Leyes, se muestran la mayor parte
obedientes al servicio de Vuestra Majestad y son pocos los ruines de ruines
deseos, o por mejor decir, pocos son los que los muestran.
Y a lo que entiendo no les pongo mucha culpa en lo que toca a las dichas Nuevas
Leyes, porque habiéndose de ejecutar todas y en todo y por todo, no conozco
quien sea libre, mas antes puedo entrar a hecho [?]; la causa de esto en lo que
toca a malos tratamientos de indios. Perdone Dios al licenciado Jiménez y a su
hermano y a los demás que han gobernado, que han sido maestros de semejante
malaventura. Verdaderamente siento que se puede despoblar la tierra.
Entendiéndose en lo dicho y en los tiempos de ahora, hállome poca parte para
cumplir lo que Vuestra Majestad manda; y a lo que entiendo, deserviría deseando
servir.
Porque creo que estará Vuestra Majestad informado de muchos de la calidad de
esta tierra, quisiera excusar la molestia que con cosas excusadas se recibe. Pero
por cumplir lo que Vuestra Majestad me manda en la instrucción que me mandó
dar, diré lo más breve que pudiere lo que siento, quedándome cuidado de advertir
de lo necesario, cuando más fuere calando. Fué esta tierra tan poblada de indios
al tiempo de su descubrimiento, que desde la ciudad de Vélez hasta ésta, que hay
treinta y dos leguas, unas más o menos, viniendo por el camino, no se ven cuatro
que no muestren claramente haber sido labranzas o de maíz o de turmas, que es
un mantenimiento de que hacen mucho caudal, o frisoles, o algodonales, o
hayales. Y en todas las dichas leguas hay cinco aposentos como ventas donde los
españoles se albergan y no parecen tres pueblos, que es cosa para quebrantar el
corazón de lástima. Decir qué se hicieron los que aquella tierra labraron no es aún
tiempo hasta que Vuestra Majestad lo mande de ver cuando se sirva Dios que allá
lleguen las residencias que yo en esta provincia hubiere tomado; las cuales son
tantas y tan prolijas, que no sé cuándo habrán fin, a lo que se me imputara por
culpa por negligencia. Pues para ellas tengo cuatro escribientes para las
despachar dentro de los sesenta días, porque está la gente tan perdida, por
achaques que tomaran por color, como lo dicen a la clara, ser lo hecho fuera de
los dichos días en sí ninguno, y así, sin obligación de responder a lo que les fuere
puesto.
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Los indios de esta provincia son la más doméstica gente y de menos resistencia
que se sabe en lo descubierto. Son grandes labradores, andan vestidos con
mantas de algodon. Lo que en la tierra se da es maíz en abundancia, y la misma
abundancia se da de turmas y frisoles y hayo y algodón, como tengo dicho . Son
las mantas muchas en cantidad las que los indios tratan en los mercados y las que
dan a los encomenderos. Tratan por oro, ni más ni menos como mercaderes
cristianos. Sirven a los españoles con el oro que les pueden sacar, sin haber
cuenta con tasación, pues nunca la ha habido ni memoria de ella. Maíz dando en
grande abundancia, no solamente para las casas de los encomenderos pero
hacen las labranzas para criar y mantener sus puercos, que es la carne que esta
tierra sustenta. Sirven en todo aquello que sirven las bestias en España, y no está
la tierra para osarse hablar en que no sirvan con tanto exceso, porque dicen ser
así en toda la gobernación de Popayán y Perú y Nueva España, y hacerse aquí
mucho menos que allá. Andando el tiempo haré lo que pudiere, y de lo que se
hiciere será Vuestra Majestad avisado.
La ciudad de Vélez está mal asentada. La tierra es pelada, caliente y húmeda,
aunque no tan caliente como el Río Grande, con mucha cosa. La de Tunja es fría y
seca. Suele haber en ella muy buenas jorradas [?], como en fin de octubre o
marzo en Castilla la Vieja; tiene el asiento llano, es lo más alto de toda esta tierra.
Todos los días del mundo se levanta en ella antes de medio día un viento de
Oriente, delgado y frío, que causa algún mal de costado. En lo demás, es tierra
sana. También es tierra pelada y algo doblada. Esta es templada y húmeda,
mucho menos frío que Tunja, abundante de agua y leña, de lo que es falta la dicha
ciudad de Tunja, y así he mandado sacar un río que se traía al pueblo, por ser tan
necesario para por el agua. Está al pie de una sierra asentada en llano, en tierra
llana. Llueve mucho a causa de la dicha sierra y así lo llano casí es todo pantano.
Hay abundancia de venados y curíes y algunos conejos; hay algún pescado.
Asimismo es tierra toda la dicha lo posible buena para vacas relevar el trabajo a
los indios e indias que iban harto lejos y yeguas y para toda la labranza y crianza.
Cójese en la ciudad de Tunja razonable de trigo, tanto, que muchos no comen otro
pan. Es tal y tan bueno que no hace falta lo de España. Muy movido estuve luego
que a esta tierra llegué, en hacer un molino en Tunja y otro en esta ciudad para
Vuestra Majestad. No me atrevo a ello, por ver que se requiere alguna costa y
hasta ahora no parece que será mucho el provecho, aunque se espera serlo
adelante. Suplico a Vuestra Majestad me envíe a mandar lo que sea servido haga
en este caso, porque no saldré de lo que se me mandare y tenerme lo que pudiere
de no dar licencia para hacer los dichos molinos a muchos que me la piden.
Cógese cebada en tanta abundancia que no lo oso decir. Noticia hay de minas,
como a Vuestra Majestad tengo escrito antes de ahora y enviado muestra, y no se
ha intentado en ellas hasta ahora, por estar la gente más descontenta que nunca
en mi vida vi. En cesando las aguas, enviaré con todo eso a las descubrir, porque
a lo que me dicen están cerca y son ciertos; de lo que fuere de ellas será Vuestra
Majestad sabedor; en las cuales está todo el remedio de esta tierra.
Más pleitos hay de despojados que hay en la Real Chancillería de Vuestra
Majestad en Valladolid. Casí en todos se pide restitución, por haber sido
despojados de sus indios sin haber sido oídos ni vencidos por fuero ni por
derecho, conforme a las leyes comunes y de estos Reinos y conforme a una real
provisión de Vuestra Majestad para esta provincia ganada. Guardaréla en lo que
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hubiere lugar de derecho, y en lo demás guardaréla por donde Vuestra Majestad
manda que no se entienda en pleitos de indios sino por la forma en ella contenida
y las Nuevas Leyes y ordenanzas reales, dándole su fuerza y vigor desde el
tiempo debido, y tendré sobre todo ante los ojos procurar cómo en todo se evite
escándalo, como tengo antes de ahora a Vuestra Majestad escrito desde Santa
Marta, donde ignoraba la dicha real provisión que acá me ha sido mostrada. Y todo
lo encomendaré a Dios para que me dé gracia que acierte en su servicio y en el de
Vuestra Majestad, aunque no sé si me darán para ello lugar por la dicha
suplicación.
La causa de tanto pleitos como digo, ha sido la grande confusión que los que han
gobernado en esta tierra han tenido consigo mismos, y puesto en ella con su
variedad en el proveer de los indios el licenciado Jiménez, que acá no ha parecido
hasta ahora, ni su procurador como Vuestra Majestad se lo tiene mandado. Fué el
primer descubridor de esta tierra, el cual la repartió entre los españoles que a la
sazón con él estaban, depositando los indios en nombre de Vuestra Majestad
harto moderadamente cuando se fué, siendo él sustituto y no pareciendo poder
para lo poder hacer por Vuestra Majestad concedido, ni por el gobernador de la
tierra. Dejó por sustituto a su hermano Hernán Pérez de Quesada, a cuya ánima,
si Dios ha hecho tanta merced en sacarla de pena como al cuerpo, es le de tener
envidia, porque fué tan mala la maña que en esta tierra se dió, que no la sé decir.
No pareciéndole estar satisfecho en ser teniente de su hermano, andando el
tiempo tuvo forma cómo los cabildos los nombrasen por justicia mayor y diéronle
poder, sin poderlo hacer a mi parecer, pues disponían de hacienda ajena, que es
la de Vuestra Majestad, para que depositase los indios que vacasen. Y él lo hizo
tan bien, que tuvo entera libertad para dar a quien se le antojaba los indios que
cavaban, de los que estaban por su hermano dados, sin preceder información
contra los que los tenían sobre delitos ni otra cosa alguna, sino su voluntad
confusa, Digo confusa, porque aún no estaba la una cédula dada, cuando de los
mismos [indios] daba otra y otra, sin descripción alguna ni haber cosa que a ello le
moviese, más de un querer sin razón. Y así se halla repartimiento dado a cinco o
seis, con cédulas para ello, en menos de ocho días. Fuese al descubrimiento del
Dorado en grande destrucción de este Reino y dejó sus poderes a un capitán
Gonzalo Suárez, el cual asímismo fué por los cabildos recibido con el poder que al
dicho Hernán Pérez de Quesada se dió para dar indios, y así los dió hasta que
vino el adelantado don Alonso Luis de Lugo, el cual asímismo parece haber sido
requerido por algunos vecinos de este Reino a que tomase la tierra en sí para
repartirla. Trátase, que el dicho requerimiento fue procurado y aún parecen indicios
para ello. Probaráse la verdad como mejor se pudiere en la residencia. El
encomendó los indios de la tierra y fue requerido por la provisión de Vuestra
Majestad, que arriba digo, de los que actualmente poseen para que no los
desposeyesen. Dícese, haberse suplicado de ella; no parece haberse hecho dili-
gencia sobre ello. Y esto era a tiempo que Vuestra Majestad había mandado
publicar las ordenanzas reales y mandado que desde entonces tuviesen su fuerza
y vigor y fuesen por leyes inviolablemente habidas. Dejó por su teniente cuando de
acá se fué a Lope Montalvo de Lugo; al cual escribí luego que llegué a Cartagena
con ciertos criados del dicho adelantado, que habiendo con él bajado a la costa
subían para este Reino, por donde supo mi venida y en especial lo tocante a las
Nuevas Leyes. Asimismo dió indios los que vacaban y la mayor parte de los que
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en la Corona de Vuestra Majestad por las dichas Nuevas Leyes se habían de
poner, en especial los que tenía el dicho adelantado en sí, de donde parece clara
la perdicción de esta tierra y haber merecido yo, por mis pecados, que tanto
trabajo me espere. Haré lo que pudiere en servicio de Dios y de Vuestra Majestad
y bien de la tierra, y en Dios espero hacer algún fruto en ella aunque tengo muchos
y muy recios contrarios, como diré parte de ellos.
El dicho Hernán Pérez de Quesada no parece acá tener hacienda para pagar lo
que de la Real Caja de Vuestra Majestad tomó ni dió fiadores cuando fué recibido
de quienes se pueda cobrar, si no se cobra de los que a la sazón eran del cabildo.
Háseme dado a entender que tenía algunos bienes en Granada. Vuestra Majestad
sea servido de mandarlo saber para que se tomen, que en lo de acá haré mi
posible cómo se cobre lo que se pudiere.
A la ciudad de los Panches no he pasado. Dícenme que es cosa poca y la tierra es
caliente por extrema. Si las minas salen, como se espera, dícense que será lo
mejor de la tierra. Cógese en ella mucha fruta y toda planta que en ella se pone
prende bien.
Hállanse en este Nuevo Reino sobre setecientos españoles, y cerca de
ochocientos con los que conmigo vinieron y con los que se han venido de la
gobernación de Popayán. […
Después que aquí vine, me he informado más por entero de la quema de la casa
que en nombre de Vuestra Majestad Pedro de Ursúa, mi teniente, había hecho
para mi habitación y la suya y he hallado al quemador, el cual de plano confesó
haberla quemado, con otros tres […]. A los otros atormenté y no les pude sacar
nada. El que dicho tengo que confesó la quema, dice haberlo hecho por mandado
de ciertos vecinos de este Reino hasta cuatro, a quienes ningún gusto hizo mi
venida, y fue a fin que se quemase el dicho Pedro de Ursúa.[…]
De esta ciudad de Santa Fe de este Nuevo Reino de Granada, a 13 de febrero de
1547.
De Vuestra Sacra Católica Cesárea Majestad más leal vasallo y más obediente
criado que los reales pies de Vuestra Majestad humildemente beso.
[Firma y rúbrica:] El licenciado Miguel Díaz Armendáriz.
Audiencia de Santafé, leg.16, fol.1.
Friede vol v i, 306 s
El Príncipe.
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Gobernador o juez de residencia de la provincia de Cartagena y a vos, Alonso
López de Ayala, teniente de gobernador en la dicha provincia, y a cada uno y
cualesquier de vos, a quien ésta mi cédula fuere mostrada: Ya sabéis y debéis
saber cómo por las Nuevas Leyes por el Emperador y Rey, mi señor hechas para
el buen gobierno de los indios y buen tratamiento de los naturales de ellas, está
mandado que todos los indios que tuvieren cualesquier oficiales de su Real
hacienda en esas partes, se les quiten y pongan en la Corona Real. Y en
cumplimiento de ello, el licenciado Miguel Díaz de Armendáriz, juez de residencia
de esa provincia, quitó a los oficiales de ella los indios que tenían en cierta forma.
Y porque no cumplió en todo la dicha ley, por una carta que le mandamos escribir,
fecha en Madrid, a 14 días de enero del año pasado de mil y quinientos y cuarenta
y seis, se le envió a mandar que luego proveyese cómo en ninguna manera ni por
ninguna vía los dichos oficiales llevasen maíz, ni servicio, ni otra cosa alguna de
los indios que así tenían encomendados.
El cual dicho Licenciado os cometió a vos, el dicho Alonso López de Ayala, que
sacaseis del poder de los dichos oficiales todos los indios que ello y cada uno de
ellos tuviesen encomendados y depositados, y que por ninguna vía, directa ni
indirectamente, tuviesen los dichos indios ni llevasen servicio de ellos, y para que
los dichos indios fuesen mirados y bien tratados, los depositaseis en persona de
buena vida y fama, dándoles por el trabajo que habían de tener en administrarlos,
la parte que os pareciere del servicio que hiciesen. Y vos, el dicho teniente, por
virtud de la comisión que para ellos os dió el dicho licenciado, quitasteis los dichos
indios a los dichos oficiales y los depositasteis en ciertos vecinos de la dicha
provincia que os pareció que eran personas de buena vida y ejemplo y que
tratarían bien los dichos indios, y mandasteis que acudiesen con todo el tributo que
diesen a los dichos oficiales, para que se hiciese cargo de ello el tesorero, exento
de cierta cantidad que mandasteis que llevasen por su trabajo, según parece por
los autos que sobre ello hicisteis, que fueron traídos y presentados en el nuestro
Consejo de las Indias.
Y porque nuestra voluntad es que en todo y por todo se guarde la ley por donde se
mandaron quitar los dichos indios a los dichos oficiales, y que contra ello no se
vaya ni pase en manera alguna, sin embargo de lo hecho por vos, el dicho
teniente, vos mando que conforme a la dicha ley quitad del todo a los dichos
oficiales los dichos indios y los pongáis en la Corona Real, sin que se
encomienden ni depositen en persona alguna, ni lleven de ellos ningún provecho
ni tributo, sino fuere Su Majestad, y las encomiendas que por vos, el dicho
teniente, fueron hechas, las déis por ningunas y nos por la presente mandamos a
los dichos oficiales que tengan cuidado de cobrar los tributos que dieren los indios
que se hubieren puesto en cabeza de Su Majestad, así los que ellos tenían como
otros cualesquiera, y lo que así cobraren de los dichos indios conforme a la
tasación que estuviere hecha o se hiciese, se haga cargo de ello al tesorero, como
de las otras cosas de Su Majestad, para que de ello dé cuenta. Y los unos ni a los
otros no hagáis ende al, por manera. Fecha en Alcalá de Henares, a trece días del
mes de enero de mil y quinientos y cuarenta y ocho años. Yo, el Príncipe.
Refrendada de Sámano y señalada del Marqués, Gutierre Velázquez, Salmerón,
Hernán Pérez.
Audiencia de Santafé, leg. 987, lib. 2, fol. 218.
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Real cédula a las autoridades de Santa Marta, para que no permitan que
nadie se sirva de los indios que están puestos en la Corona Real, y tengan
cuidado de la cobranza de los tributos que dichos indios han de pagar (14 de
julio de 1548)
El Príncipe.
Nuestros gobernadores que es o fueren de la provincia de Santa Marta o vuestro
lugarteniente en el dicho oficio o a otras cualesquiera nuestras justicias de la dicha
provincia y a cada uno y cualesquiera de vos, a quien esta mi cédula fuere
mostrada: Sabed que el licenciado Juan de Villalobos, nuestro fiscal en el nuestro
Consejo Real de las Indias, me ha hecho relación que en esa provincia había
muchos indios en nuestra cabeza, así de los que estaban de antes como de los
que de nuevo se han puesto, que tenían nuestros oficiales de esa provincia. Y por
haber sido en nuestra cabeza, vosotros, con color de administrarlos, os servís de
ellos, a cuya causa no pueden los dichos oficiales tener cuenta de los tributos que
dan los dichos indios ni de su buen tratamiento y de la administración de ellos y
dar cuenta y razón de los dichos indios pertenece más a nuestro factor de esta
provincia que a otra persona. Y me suplicó lo mandase proveer como conviniese a
nuestro servicio y buen recaudo de nuestra hacienda y a la conversión y buen
tratamiento de los dichos indios, o como la mi merced fuese.
Lo cual visto por los del dicho Consejo fué acordado que debía mandar dar esta mi
cédula para vos, y yo túvelo por bien, porque vos mando que ahora ni de aquí
adelante no os sirváis ni consintáis que otra persona alguna se sirva de los indios,
que así están o estuvieren en esa provincia en nuestra cabeza, y mandamos a los
nuestros oficiales de esa dicha provincia que tengan cuidado de la cobranza de los
tributos que los dichos indios han de dar, y de hacer su oficio en el buen recaudo
de nuestra hacienda. Y los unos y los otros no hagáis ni hagan ende al por alguna
manera, so pena de la nuestra merced y de cien mil maravedís para la nuestra
cámara. Fecha en Valladolid, a catorce días del mes de julio de mil y quinientos y
cuarenta y ocho años. Yo, el Príncipe. Por mandado de Su Alteza, Juan de
Sámano.
Justicia, leg.490.
Real cédula dirigida a la Audiencia del Nuevo Reino de Granada, para que
informe sobre el número de indios que hay en sus provincias y con arreglo a
ello haga los repartimientos de indios a los conquistadores, perpetuamente
(27 de noviembre de 1548)
El Rey.
Nuestro presidente y oidores de la Audiencia Real de la provincia del Nuevo Reino
de Granada: Alonso Téllez y Pedro de Colmenares, en nombre de esta provincia
del Nuevo Reino, me han suplicado que, aunque la dicha provincia había tenido
por especial merced haber nos mandado revocar la ley que habla en lo de los
62
indios aquella no era suficiente provisión para remedio de la dicha provincia, fuese
servido con brevedad se diese orden en repartirlos perpetuamente, por la forma
que pareciese más convenible, porque allende que se conservaría y aumentaría la
tierra, nuestras rentas y patrimonio real serían acrecentados, por razón de que se
labraría y cultivaría, de que se seguiría comercio y contratación y se darían a las
minas, que es lo más sustancial.
Y como quiera que nuestro fin y propósito ha sido y es de dar orden en esto y
hacer merced a los españoles que en aquella provincia residen como sus servicios
lo merecen, y por ser el negocio de tanto peso y calidad, conviene mirarse mucho
en ello, y así os encargamos y mandamos proveáis que se entienda en averiguar y
saber el número de indios que habrá en esa dicha provincia del Nuevo Reino de
Granada, así los que están en nuestra cabeza como los que han vacado y están al
presente encomendados y con título y permisión los tienen, y hecha esta diligencia
y sabido lo cierto de lo que es, ni más ni menos que si os lo hubiésemos cometido,
así haréis el dicho repartimiento lo más justo e igualmente que pudiereis,
apuntando lo que se debe dejar para nos, que han de ser las cabeceras, puertos
de mar y pueblos principales, y del resto de los indios se hará un tiento,
repartiéndolos por los conquistadores y pobladores y las mujeres e hijos de los que
fueron y por los otros españoles que en esa tierra residen que tengan méritos para
ello, teniendo respecto y consideración a la calidad y servicio de cada uno para
que sean gratificados y satisfechos como lo merecen, y nadie se pueda agraviar.
Y que asímismo se debe dejar alguna parte para que se pueda hacer merced a los
que fueren de nuevo, porque de otra manera ya sabéis que, faltándoles esta
esperanza, habrá pocos que lo hiciesen, mirando también con qué condicción y
tributos se les debería dar, reservando para nos la jurisdicción civil y criminal. Y
habiendo tan bien tanteado y trazado, sin poner en ejecución cosa alguna, de ello
nos enviaréis relación particular, firmada de vuestro nombres y cerrada y sellada
de todo, con la más brevedad que ser pueda, juntamente con vuestro parecer,
declarando en ello la cantidad que valieren en cada un año lo que a cada uno
señalareis y el valor y renta de lo que queda para nos y de lo que más quedaren
por señalar y de la calidad de ello /y/ de cada cosa de ello, en que venga
distintamente declarado todo ello, poniendo los motivos que habéis tenido y los
méritos de cada uno, para que visto por nos, podamos mejor y más justamente
resolver y determinar lo que se deba hacer.
Fecha en la villa de Valladolid, a veintisiete días del mes de noviembre de mil y
quinientos y cuarenta y ocho años. Maximiliano. La Reina. Por mandado de Sus
Majestades, Sus Altezas, en su nombre, Juan de Sámano. Al pie de esta cédula
están seis rúbricas y señales. En la ciudad de Santa Fe, a nueve días del mes de
diciembre, año de mil y quinientos y cincuenta y un años, ante los señores
presidente y oidores, estando haciendo Audiencia pública, la presentó el mariscal
Gonzalo Jiménez.
Indiferente General, leg. 532, lib. 1. Fol 11 v.
Real cédula dirigida a la Audiencia del Nuevo Reino, para que haga cumplir la
ley inserta sobre que ninguna persona se sirva de indios por vía de naboría
ni otro modo alguno contra su voluntad (28 de noviembre de 1548)
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El Rey
Nuestro presidente y oidores de la nuestra Audiencia Real del Nuevo Reino de
Granada. Ya sabéis cómo en las nuevas leyes por nos hechas para el buen
gobierno de esa provincia y buen tratamiento de los naturales de ellas, hay una ley
de tenor siguiente: “Ninguna persona se puede servir de los indios por vía de
naboría, ni tapia [sic], ni otro modo alguno contra su voluntad”; y ahora Alonso
Téllez, vecino y regidor de la ciudad de Santafé, en nombre del cacique e indios de
Boza que él tiene encomendados, me ha hecho relación que muchos indios de sus
sujetos están en poder de algunos españoles y los tienen en su casa y servicio, sin
los querer dar ni dejar volver a sus tierras, contra el tenor y forma de la dicha ley
suso incorporada, y me suplicó en el dicho nombre mandásemos que cualesquier
indios que de los sujetos al dicho cacique estuviesen en poder de cualesquier
españoles, se los diesen y entregasen, queriendo ellos irse a vivir a su pueblo, sin
que fuesen compelidos a que contra su voluntad sirviesen a nadie por vía de
naboria ni en otra manera, o como la mi merced fuese.
Lo cual visto por los del nuestro Concejo de las Indias, fué acordado que debíamos
mandar dar esta mi cédula para vos, y yo túvelo por bien, porque vos mando que
veáis la dicha ley que de suso va incorporada y la guardéis y cumpláis y hagáis
guardar y cumplir en todo y por todo, como en ella se contiene y declara, y
guardándola y cumpliéndola cerca de lo que el dicho cacique e indios piden,
llamadas y oídas las partes a quien tocare, haréis sobre ello entero y breve
cumplimiento de justicia.
Fecha en Valladolid, a 28 de noviembre 1548 años. Maximiliano. La Princesa.
Refrendada de Sámano, señalada de los dichos.
Audiencia de Santafé, leg. 533, lib. 1, fol,3 v.
64
proteger a los indígenas, rechazo que había llevado a las revueltas de
Pizarro en el Perú, en las que Oyón había participado en 1548. En Popayán,
los intentos del obispo Juan del Valle por defender a los indios provocaron la
hostilidad de los españoles, y Montaño, quien llegó después de la revuelta y
parece haberse puesto de lado del obispo, se convirtió en objeto de odio de
la mayoría de los conquistadores. Ochenta años después, apoyado en el
relato de Juan de Castellanos, Pedro Simón ofrece una narración del mismo
incidente, que fue adquiriendo poco a poco características románticas, hasta
que Julio Arboleda, en el siglo XIX, lo convirtió en asunto de un poema épico
en el que dibujó a Oyón como héroe libertario contra la opresión de los
gobiernos.
65
capitanes, como todo consta por bastante información que de ello se ha tomado en
esta Audiencia.
Y porque a esta Audiencia pertenecía con toda brevedad remediar tan gran mal y
castigar tan gran rebelión, en ella fue acordado, consultando (cón ella) primero
este negocio como cosa tan ardua con el obispo de este Reino y con los oidores
pasados y con el licenciado Miguel Díaz y con otros muchos capitanes, vecinos de
las ciudades de este Reino, después de haber tratado todo lo que pareció más
convenir a vuestro Real servicio, que para remediar ese daño sucedido y evitar
otros mayores que podrán suceder, que debía ir en persona uno de vuestros
oidores de esta Audiencia a la gobernación de Popayán, a donde era la parte que
más necesario era ocurrir con remedio, así por ser como es frontera con la
provincia de Quito como porque el tirano tenía determinado en ella hacer lo que
arriba [a] Vuestra Majestad está escrito. Y así mismo se acordó por todos, por
muchas causas y razones, que el licenciado Montaño, vuestro oidor, fuese a la
dicha gobernación a lo que dicho es, el cual se parte a remediar y castigar este
mal y a servir a Vuestra Majestad hoy día de la fecha de esta.
Y demás de esto, esta Audiencia enviará dentro de diez días cantidad de gente
con un capitán cual convenga, que vaya derecho a estos pueblos que han sido
robados y destruidos para que, si topare con el traidor y los que con él están, haga
lo que a vuestro Real servicio convenga; y no lo topando, repare los dichos
pueblos y llegado a la dicha villa de Timaná espere lo que de la gobernación de
Popayán se le mandará y dará aviso que haga por el licenciado Montaño. Y en
todo se haga lo que más a vuestro Real servicio convenga. Créese, según la orden
que se ha dado y lo que se hará, que con la ayuda de Dios, este traidor será
castigado y reparará todo lo posible el daño por él hecho, de lo cual con toda
brevedad se dará a Vuestra Majestad aviso con lo que en el caso más sucediere.
Para hacer esta jornada, al licenciado Montaño se le mandaron dar y dieron de
vuestra Real hacienda dos mil pesos de ayuda de costa. Los cuales le fueron bien
necesarios para se aderezar de cosas convenientes, como caballos y armas para
sí y para criados y gente que consigo lleva, creyendo que, pues es tan justo,
Vuestra Majestad lo tendrá por bien. Así mismo, considerando que va en vuestro
servicio y podría ser que en esta jornada muriese, se proveyó que si en ella
muriese, que doña Catalina de Somonte, su mujer, después de su muerte ganare
la mitad del salario que el licenciado Montaño gana de oidor, todo el tiempo que
Vuestra Majestad fuere servido y teniéndolo Vuestra Majestad por bien[...]
Y en los negocios de residencia que aún no teníamos acabados, se ha dado el
corte que más conveniente nos ha parecido, de manera que por ellas no dejase de
ir la persona que va, ni se deje de hacer justicia, como de todo se dará a Vuestra
Majestad cuenta y razón, con el buen suceso que esperamos con la ayuda de Dios
que habrá. Nuestro Señor la muy poderosa persona de Vuestra Majestad guarde,
con acrecentamiento de mayores reinos y señoríos a su santo servicio.
De Santafé, a 29 de octubre de 1553 años.
De Vuestra Sacra Católica Cesárea Majestad leales vasallos e indignos criados. El
licenciado Briceño. El licenciado Montaño.
66
ALVARO DE OYÓN ATACA A POPAYÁN AL GRITO DE “LIBERTAD,
LIBERTAD” PERO ES DERROTADO (FRANCISCO BRICEÑO) (1553)
67
esta Audiencia se le envió provisión que luego se viniese; la cual recibió en
términos de Cartago que es el primer pueblo de la provincia de Popayán. Lo cual
no hizo. Y visto esto, se ha enviado segunda provisión para que venga. No sé lo
que hará según está cebado en causas que le fueron bien excusadas.
Por otras muchas tengo dado aviso a Vuestra Majestad de lo que me fue avisado
en España, como fuera razón, que es de quién es el licenciado Montaño y cuan
deservido ha sido Vuestra Majestad con su venida a este Reino. Yo no tengo ya
qué decir de lo en otras dicho y en esta confirmarme en ello, porque con lo que
tengo dicho descargo mi conciencia y cumplo con lo que debo a Vuestra Majestad.
Y ahora digo que ni este hombre teme a Dios ni a Vuestra Majestad y muchas
veces me parece que no es hombre sino demonio, y parece que no vino acá sino
para destruir este Reino y para perseguir buenos y ponerlos a riesgos de se
perder. Sus cosas no las quiero expresar porque en otras tengo escritas algunas
particularidades y porque podrá Vuestra Majestad informarse de gente que de este
Reino van, que saben bien lo que pasa y el estado en que [están] estas tierras
miserables.
Francisco Briceño
(8 de enero de 1554)
El Alvaro de Oyón, con su gente y con la brevedad que pudo, por no ser sentido y
poder dar a su parecer a la descuidada sobre la ciudad de Popayán, llegó entre
dos luces, cerca de sus árboles, y se escondió entre los cañaverales, víspera de
todos los Santos, que es postrero de octubre, para aquella noche entrar cubierto
de sus tinieblas en la ciudad, sin ser sentido, que no lo pudo hacer por estar ella ya
tan advertida, por las muchas centinelas que tenía puestas en tantas partes, y
últimamente en ciertos matorrales cerca de la ciudad; hacían ese oficio a caballo,
con otros dos peones, los capitanes Francisco de Arévalo y Tamayo, que teniendo
noticia cierta de la llegada del tirano, y aun del número de los soldados que
llevaba, que eran setenta y cinco, que aunque bien armados de mallas y cueros de
danta, los más iban de los cabellos, cogieron los dos a los peones a las ancas y
entraron a dar aviso a la ciudad, que por aquellos tiempos toda ella estaba cubierta
de paja, aunque las paredes de tapia, que se dispuso luego a la defensa y ofensa
del tirano.
Metieron primero las mujeres y chusmilla en la Iglesia, tomándolas en su amparo
el obispo don Juán de Ovalle, que armado de todas sus armas y toda su clerecía
de lo mismo, estuvieron a la puerta para hacer frente al tirano, si la ocasión lo
pidiese; la demás gente y soldados entraron en dos casas de tapia que estaban en
la plaza, hechas en ellas troneras, para poder con los arcabuces y flechas ofender
a los enemigos sin ser ofendidos. Repartidos cada cual en su puesto, en el zaguán
de cada una de ellas, a la entrada de la plaza se pusieron los jinetes, que eran los
diez y siete, para que aguardando muy en secreto, se le cogiesen las espaldas al
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tirano cuando fuese entrando a la plaza; lo que no tuvo tan cumplido efecto como
se deseaba y pudiera.
Porque en comenzando a entrar el tirano con los suyos por la calle que iba a parar
a la plaza, no teniendo paciencia para guardar el orden que se le había dado, un
jinete llamado Antonio de Guevara, y pareciéndole ser tiempo perdido aguardar a
más, les embistió con los demás jinetes, diciéndoles: «Aquí estamos, traidores,
esperando el remate de vuestras vidas, pues pensáis venir por lana y volveréis
trasquilados, apartando las cabezas de vuestros cuerpos». Y diciendo y haciendo
alanceaba con valerosos bríos a cuantos se le ponían delante de los traidores, que
con otros no menores revolvían sobre los leales de la ciudad. De los cuales a los
cinco les hizo su flaqueza y temor desaparecerse, sin poderlos más ver en el
conflicto de la batalla; bien merecedores de que se pusieran aquí sus nombres,
para que la posteridad contara y cantara su cobarde villanía.
La cual suplieron los doce que quedaron haciendo hechos valerosísimos entre los
tiranos, llevando a veces la mejor y a veces la peor parte. En que se gastó gran
rato, hasta que, conociendo los tiranos la poca gente que eran los de a caballo de
la ciudad, en escuadrón cerrado cerraron contra ellos hasta retirarlos a todos otra
vez del patio de donde saliesen. Pero allí, apeándose de los caballos, defendían
tan valerosamente la puerta, que con intentar todos los soldados de Oyón la
entrada, no les fue posible por más valerosos bríos con que se mostraban, y entre
todos el tirano Oyón, que con valientes voces, animando a sus soldados,
pretendió, subiendo por una pared, entrarse en el patio de la casa, para que
dándoles en eme entender dentro a los leales, no hubiese quién acudiese con
tanta fuerza a defender la entrada de la puerta a los suyos. Puso en efecto estos
intentos, subiéndose sobre la tapia para saltar al patio, que no pudo hacerlo,
porque viéndolo el capitán Juan de Medellín, arremetió con una partesana y le dio
tal golpe, que le hizo volver midiendo las tapias cabeza abajo por donde había
subido. Del cual golpe, medio aturdido y sofocado, levantándose Oyón y diciendo
mil blasfemias y echándose otras tantas maldiciones a él y a sus soldados, por
parecerle andaban tan flecos, llegó otra vez a la puerta, diciéndoles: «¡Aquí,
soldados míos! Porque los que están dentro, no son veinte».
A quien desde ella respondió el capitán Tamayo: «Vuestros locos pensamientos
os deben de poner eso en el casco, pues allegaos más cerca y los veinte os
parecerán ciento». Andaba encendidísima la pelea de una y otra parte con grita de
ambas y coraje bravo, cuando uno de los del tirano, con un arpón agudo disparado
de una fuerte ballesta, clavó la siniestra mejilla al capitán Francisco Arévalo; de
que quedó casí muerto y los compañeros algo desmayados y de mano floja. Que
conociéndolo el Oyón, de un salto se pudo poner en el umbral de la puerta; que
fue causa para que volvieran a cobrar bríos los de dentro, sin darle lugar con ardor
terrible de la batalla que pasase de allí, haciendo cada cual más de lo posible para
pelear ya como gente desesperada.
Abrasados andaban en este furor de guerra de una y otra parte, cuando de la del
tirano vino una pelota de arcabuz y le dio tan de lleno en una ceja a Vicente
Tamayo, que le vació el ojo, aunque no murió de eso pues vivió después muchos
años, y a Antonio de Guevara, que con valor más que de hombre defendía a los
tiranos la entrada, le llevaron con una alabarda un dedo de la mano. Y habiendo
quedado de los doce sólo nueve, se hubieron tan valerosamente en su defensa y
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de la entrada, que no les fue posible a los tiranos romperlos, si bien ya todos
andaban mal heridos.
Fueles de gran socorro el estrago que hacían los demás de la ciudad en los
tiranos, tirando al bulto de la gente desde las troneras, con que los maltrataban de
suerte, sin ningún peligro de los que estaban en ellas, que determinó el tirano
retirarse a un solar de tapias que tenían a las espaldas, con intentos de ver si,
guarecidos allí, se podían curar los heridos. Donde también consultaban acerca de
buscar parte segura, pensando que cualquiera los hería, pues entendían que los
de la ciudad no querían poner más en contingencia sus vidas y acobardados de lo
sucedido, les harían como enemigos la puente de plata. Fijaron su pensamiento en
este desvarío el Oyón y los más principales de sus soldados. Y entendiendo que
los de la ciudad habían de estar en el mismo pensamiento que ellos vacilaban,
encendieron en el solar un pequeñuelo bohío de paja, para ver a la luz de él y
curar las heridas, que no eran pocas ni poco penetrantes en algunos. Que fue toda
su perdicción, pues luego que los leales de la ciudad vieron la lumbre y con ella a
los tiranos, hizo el capitán Diego Delgado que se tomasen la ¡.tuerta del solar
donde estaban (que aun en dejarla libre anduvieron los tiranos ciegos como en lo
demás) y que se cercase la cuadra de indios de macana y flecheros, que por los
agujeros y ojos de las tapias disparaban flechas sobre los enemigos y miserables
tiranos, que con las llamas se descubrían. A cuya causa, huyendo de las Hechas,
se fueron retirando de la lumbre y entrándose en una casa que estaba dentro del
solar, pareciéndoles poderse defender mejor desde allí; que fue como saltar del
fuego y dar en las redes. Pues luego que el capitán Diego Delgado conoció que
estaban dentro, les tomó la puerta con sus soldados, que ya habiendo salido de
las troneras le acompañaban y dando voces a los tiranos de dentro, les decía por
modo de consejo que cediesen si no querían ser abrasados vivos con el fuego que
pretendía poner luego a la casa pajiza.
Fue esto bastante para que cesara la resistencia de los tiranos y se rindiesen (al
fin como cristianos), diciendo a voces a los leales que les rogaban por Dios usasen
con ellos clemencia, para poder morir como católicos, recibiendo los Santos
Sacramentos de Nuestra Santa Madre Iglesia, pues ya casí todos estaban a lo
último de la vida por las penetrantes heridas que tenían. Admitieron con piedad
esto los de la ciudad, pues sentían mucho que hubiesen de perecer todos allí
abrasados, como era fuerza si no se quisiesen dar. Y así fueron saliendo todos,
uno a uno, quitándoles las armas ofensivas y defensivas, prometiéndoles acudirían
con gusto a sus justas peticiones de que muriesen con los Santos Sacramentos.
Íbanlos metiendo en cadenas con que se acrecentaban sus aflicciones,
maldiciendo sus locuras y la del que los movió a ellas, gimiendo y lamentando ya
su desastrado fin que veían a los ojos. Ya iba rayando el sol cuando se hizo esta
prisión, así de los sanos como de los heridos.
Y habiéndoles dado tiempo suficiente para que se confesaran, sin gastar papel ni
tiempo en procesos, al Oyón y a otros tres, los más culpados, hicieron diez y seis
piezas, colgaron catorce, a muchos cortaron pies y manos y a los menos culpables
castigaron con azotes y galeras. Se dio fin a esta tiranía que, como fundada en
locos pensamientos, se acabó, como dicen, en un pensamiento. Dos cosas se
advirtieron en el Álvaro de Oyón: la una, que cuando ya estaba al pie de la horca,
pidió de comer y de beber, tan sin pena ni consideración de la muerte que tenía a
70
la vista, como si no la hubiera de padecer; lo que se atribuyó más a su peregrino
esfuerzo que a preparación para morir sin desmayo. La otra, que cuando lo
dividieron en cuartos, se vio que por la vía de la orina se salían más de un dedo
fuera, algunas cerdas duras y ásperas como de lechones. Fines fueron estos
comunes de gente desvanecida y que de antipara y alpargate pretende reales
tronos, tan sin fundamento ni ayuda que no la tienen más que de sus locos
pensamientos.
Pedro Simón, Noticias historiales, Parte III; Cuarta Noticia (1982, VI, 380s).
Gobernó el doctor Andrés Díaz Venero de Leiva este Reino tiempo de diez iños,
con grande cristiandad. Doña María de Ondegardo, su legítima mujer, mujer
valerosa, le ayudaba mucho a las obras de caridad, porque nadie salió de su
presencia desconsolado.
El presidente mantenía a todos en paz y justicia; ponía gran calor en la conversión
de los naturales, mandándolos poblar juntos en sus pueblos, fomentando las
iglesias de ellos. Envió un oidor de la Real Audiencia a visitar la tierra y a dar calor
a la población de los naturales, y a defenderlos y desagraviarlos. fue muy
agradable el tiempo de su gobierno, y llamáronle el "siglo dorado".
En este tiempo sucedió en la ciudad de Tunja la muerte de Jorge Voto, que le
mató don Pedro Bravo de Rivera, encomendero de Chivata; y a este negocio fue el
presidente en persona a aquella ciudad.
En esta sazón se pregonó aquel auto acerca del servicio personal de estos
naturales, sobre que no los cargasen, agraviasen o maltratasen; cerró el auto
diciendo que lo cumpliesen "so pena de doscientos azotes".
Halláronse muchos capitanes conquistadores en la esquina de la calle real cuando
se dio este pregón. El que primero habló fue el capitán Zorro, echando el canto de
la capa sobre el hombro izquierdo, y diciendo: «Voto a Dios, señóles capitanes,
que estamos todos azotados! Pues este bellaco, ladrón, ¿ganó por ventura la
tierra? Síganme, caballeros, que lo he de hacer pedazos».
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Partieron todos en tropas hacia las casas reales, terciadas las capas y empuña
das las espadas, diciendo palabras injuriosas.
Estaba el adelantado don Gonzalo Jiménez de Quesada debajo de los portales de
la plaza, hablando con el capitán Alonso de Olalla, el cojo; y aunque había oído la
voz del pregón no sabía la substancia. Mas de ver a los capitanes alborotados,
hablando en altas voces, de los delanteros se informó del caso; dejó al capitán
Olalla, que se juntó con los demás, y con la mayor presteza que pudo subió a la
sala del Acuerdo, a donde halló al oidor Melchor Pérez de Arteaga, a quien se
atribuyó este auto, porque el presidente estaba ausente, como queda dicho.
Hallóle el adelantado con una partesana en las manos; diole voces diciendo: «A la
vara del rey, a la vara del rey, que no es tiempo de partesanas!» Dijese que la
presidenta, doña María de Ondegardo, que había acudido a la sala a reparar con
su presencia parte del daño, le puso al oidor la vara en las manos.
Unos capitanes acudieron a la ventana del Acuerdo, con las espadas desnudas,
las puntas en alto, diciendo en altas voces: «Echadnos acá ese ladrón, odiadnos
acá ese bellaco», y otras palabras injuriosas. Los otros capitanes subieron a la
sala del Acuerdo, a donde hallaron a la puerta de él al adelantado Jiménez de
Quesada, el cual les respondió y requirió de parte del rey nuestro señor no
pasasen de allí hasta que se enterasen de la verdad.
Los capitanes repitieron con mucha cólera la pena del auto. Respondió el oidor en
alta voz: «Yo no he mandado tal», con lo cual se sosegaron los capitanes.
Salió la señora presidenta y llamólos; fuéronle acompañando hasta su cuarto;
dieron aviso a los que esperaban a la ventana de lo que pasaba; con que se
desviaron de ella. Echóse la culpa al secretario; el secretario al escribiente, y éste
a la pluma; con lo cual se sosegó este alboroto. Pero este auto y el que hizo el
señor arzobispo don fray Juan de los Barrios contra las hechiceras o brujas, nunca
más parecieron vivos ni muertos; lo cierto debió de ser que los echaron en el
archivo del fuego.
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obispo de Santa Marta y del Nuevo Reino, que salió en 1552 y vio, el
12 de enero de 1553, entre Canarias y las Antillas, el incendio de la
Capitana de la Flota, en la que murió el gobernador nombrado de
Popayán, García del Busto. Es interesante la sugerencia sobre los
negocios fraudulentos de los comerciantes, que aseguraban los
barcos con la intención de que se hundieran. El año siguiente, 1553,
la flota de Bartolomé Carreño perdió varios barcos. Y en enero de
1555 se hundió en las arenas del Sahara (Zahara), de regreso a
España, la flota de Cosme Rodríguez Farfán, que había salido de
Cartagena en julio de 1554, y en la que iban dos oidores del Nuevo
Reino, Galarza y Góngora y el adelantado Pedro de Heredia, que
murieron todos antes de llegar a Cádiz, en enero de 1555. En este
naufragio se salvó la nave capitana, y sobrevivió el comandante
Farfán, pero las cartas indican los niveles del fraude. Este naufragio
se mezcló, en los recuerdos de los habitantes de Santafé de Bogotá,
con historias de otros naufragios de naves capitanas, en este caso
uno en las Bahamas, probablemente posterior. En este caso Juan de
Barrios parece haber seguido el recuerdo de un proceso de
hechicería (del cual no hay documentos) contra Juana García, que
dizque puso un letrero en Santafé anunciando el naufragio de enero
de 1555. Juana García fue, según la narración del Carnero que se
incluye, condenada al destierro. Un tercer naufragio es el del San
José, en 1708. Este barco venía de Nombre de Dios, en Panamá, y
antes de llegar a Cartagena, cerca a Barú, fue hundido por los
ingleses. Llevaba la mitad del tesoro peruano acumulado durante
varios años sin flotas (compuesto fundamentalmente de monedas de
plata acuñadas en Lima y Potosí) y algunas malas esmeraldas. La
otra mitad del tesoro la llevaba el San Joaquín, que llegó a la Coruña
y declaró su carga. Como todavía esa carga está hundida y hay
muchas esperanzas de su valor, transcribo la declaración del San
Joaquín, que puede servir para suponer lo que llevaba el San José.
Debe insistirse en que, como el barco no llegó a Cartagena, no pudo
cargar ni el tesoro neogranadino ni los bienes de los comerciantes de
esta ciudad.
73
cien leguas por la mar. Diónos un vendaval tan desecho que pensamos
todos perdernos. Durónos este tiempo seis días con sus noches y con
andar todos los navíos a árbol seco, volviónos el tiempo sesenta leguas
atrás de las Canarias En este interin nos tomaron franceses un barco que
se nos quedó zorrero [muy pesado. Nota de Friede.] y otros dos se fueron
a fondo porque hacían mucha agua, y otros diez o doce faltaron, porque
tomaron la costa de Berbería y arribaron primero a Cartagena que las
flotas.
Quedamos treinta y tres navíos de cincuenta y cinco que salimos del
puerto. Cesado el vendabal, volvimos a caminar por las islas Canarias y
llegamos a vista de ellas casi dos leguas y allí estuvimos treinta días a
árbol seco, que no pudimos tomar la Gran Canaria y no navegamos
nuestra derrota, porque estaba en aquel puerto el almirante con dos o tres
navíos, y ellos no osaban salir ni venir a nosotros aunque les hacía tiempo,
por miedo a los franceses que los tenían a la vista, y nosotros no podíamos
arribar allá porque [el viento] era contrario. En este interin acometieron a la
armada cuatro navíos franceses y llegaron tan cerca de nosotros que nos
podían tirar, porque andan muy a la ligera y los nuestros tan cargados que
no solamente ponían ni pelear ni navegar.
Y sobre todo esto importa mucho… que Vuestra Alteza advierta y mande
que en la visitación y navíos que salen de España se tenga grande
solicitud y vigilancia, que no se hagan los embustes y traiciones que se
hacen cerca de la visita de los navíos, que dejan salir de esos puertos
navíos podridos y que hacen agua como harneros y tan cargados de
mercadería y gente que no pueden navegar ni de ninguna manera ni
valerse. Y como los señores de ellos los dejan allá asegurados y sus
mercaderías y hacienda, huelgan en dejarlos hundir y anegar en la mar,
salvando sus personas en los bateles, y pierden los pasajeros sus
personas y haciendas y, lo que es peor, que si valen las mercaderías
quinientos y el barco mil, asegúranlo doblado de lo que vale. Y es así, que
lo vimos por experiencia en esta jornada, que pudieron llegar el navío a
puerto y salvarlo y las mercaderías, y no quisieron sino dejarlo ir a fondo,
porque dicen que en el puerto no queda obligado el asegurador, etc. ..
Salimos de la Gran Canaria el penúltimo día de diciembre y navegamos
doce días, y jueves en la noche a doce de enero a las diez u once de la
noche saltó el fuego del farol de la capitana, que era muy grande, y
desconcertado el que [la traía] y prendió [en] el barco y quemóse todo a la
vista de la flota son poderlo remediar. Perecieron en el trescientas
personas, entre las cuales murió el muy honrado caballero García del
Busto1 que Vuestra Alteza enviaba por gobernador a Popayán y su mujer y
cuatro hijas doncellas y los hermanos y pariente de él y de ella que consigo
1
García de Bustos y Villegas, hijo de Andrés de Bustos y Figueroa y Mencia de
Villegas.
74
llevaban. Escapó solo un hermano del gobernador que se llama Pero
Hernández de Busto, porque se echo a nado y salvóse en el batel con el
general Carreño y otros diez y ocho marineros,…
Tomamos el puerto de Santa Marta seis días del mes de febrero y luego la
posesión de nuestra iglesia… Llegados a Santa Marta, yo visité aquella
iglesia… y estuve allí dos meses esperando si viniese algún navío para ir a
Cuba o Santo Domingo, para hacer el sobredicho voto o juramento, y no
vinieron, porque ningún navío osa caminar solo por miedo a los franceses.
Y visto que aquí no había remedio, determiné ir por tierra al Rio de el
hacha para embarcarme allí a una de las dos partes, porque me dijeron
que allí se hallaría más presto un navío. Y yendo por camino, hallé que se
habían levantado los indios de Buriticá [debe ser Buritaca, JOM], los cuales
solían estar de paz. Y la causa de sus amotinamientos que, porque
enviaron los oidores del Nuevo Reino a un capitán que llaman Pedro de
Ursúa, sobrino del licenciado Miguel Díaz, a poblar el valle que llaman de
Tairona… y envió delante a ciertos soldados y bisoños que acá llaman
chapetones, y no tenían inteligencia ni lengua de las y haciendas de los
indios e hiciéronles algunas vejaciones y malos tratamientos, tomándoles
los mantenimientos y haciendas. Y viendo esto alzáronse cuatro o cinco
pueblos y mataron e hirieron algunos españoles.
Juan de Barrios, Tamalameque, 15 de abril de 1553.
Friede, FDNRG,
II, 45-49
75
ella por principios de julio de este año [1567] con cuatro navíos bien
gruesos y otros seis menores y surgieron en el puerto de esta ciudad, de
donde escribió el dicho corsario al gobernador y cabildo diciendo que el
venía con aquellos navíos y que traía ciertos esclavos y otras mercaderías
y que no venía a hacer daño sino a que se las comprasen. Y se le
respondió que no se le podía comprar en esta ciudad cosa alguna porque
así lo tenía Vuestra Majestad mandado, y por tanto que luego se saliese
del puerto y lo desembarazase…. Lo cual visto el dicho corsario se acercó
a la ciudad con sus navíos y comenzó a bombardear el pueblo de él, cual
se le dio la misma respuesta…. Después, visto que por aquí no podía salir
con su intención, se retiró y acometió en otros partidos en que pedía que,
ya que no le queríamos comprar ninguna cosa, porque le faltaban
mantenimientos, se le diese algún ganado y le dejasen tomar agua. A todo
lo cual se le respondió que ese fuese en buena hora y no gastase tiempo,
que ni se le había de comprar cosa alguna ni menos dársela. Y con estas
demandas y respuestas estuvo en el dicho puerto diez u once días y visto
que nada de lo que pedía se quería hacer con él, alzó velas y se fue.
Martin de las Alas, gobernador, al Rey, desde Cartagena, 30 de septiembre
de 1568.
Friede, FDNRG, V, 37-40
CAPITULO IX.
Al principio del año de 1553 entró en este Nuevo Reino el señor obispo
Don Fray Juan de los Barrios, del orden de San Francisco, el cual trajo
consigo a mis padres. En este tiempo había una cédula en la casa de la
contratación de Sevilla, por la cual privaba su majestad el emperador
Carlos V, nuestro rey y señor, que á estas partes de indias no pasasen
sino personas españolas, cristianos viejos, y que viniesen con sus mujeres.
Duró esta cédula mucho tiempo. Agora pasan todos: debióse de perder.
Era el señor Obispo natural de Villapedroche, en Extremadura, … fué
electo para obispo del Rio de la Plata, y antes que saliese de España para
ir á servirlo, fue promovido a la de Santa Marta, al cual llegó al fin del año
de 1552; y luego se vino a este Nuevo Reino, y asistió en él más tiempo de
quince años, sin volver más a Santa Marta…
76
En Ínterin que llega el primer presidente de este Reino, quiero coger dos
flores del jardín de Santafé de Bogotá, Nuevo Reino de Granada…
La segunda flor nació también en esta plaza, que fue aquel papel que
pusieron en las paredes del cabildo de ella, los años atrás, que trataba de
las muertes de los dos oidores Góngora y Galarza, pérdida de la Capitana,
su general y gente, sobre el paraje de la Bermuda, que pasó así [En 1555].
En las flotas que fueron y vinieron de Castilla después de la prisión de
Montaño, [en 1568] pasó en una de ellas un vecino de esta ciudad, á
emplear su dinero: era hombre casado, tenía la mujer moza y hermosa; y
con la ausencia del marido no quiso malograr su hermosura, sino gozar de
ella. Descuidóse y hizo una barriga, pensando poderla despedir con
tiempo; pero antes del parto le tocó á la puerta la nueva de la llegada de la
flota á la ciudad de Cartagena, con lo cual la pobre señora se alborotó y
hizo sus diligencias para abortar la criatura, y ninguna le aprovechó.
Procuró tratar su negocio con Juana García su comadre: esta era una
negra horra que había subido á este Reino con el Adelantado don Alonso
Luis de Lugo ; tenía dos hijas, que en esta ciudad arrastraron hasta seda y
oro, y aun trajeron arrastrados algunos hombres de ellas. Esta negra era
un poco voladora, como se averiguó: la preñada consultó á su comadre y
dijóle su trabajo, y lo que quería hacer, y que le diese remedio para ello.
Díjole la comadre: "¿quién os ha dicho que viene vuestro marido en esta
flota? Respondióle la señora que él propio se lo había dicho, que en la
primera ocasión vendría sin falta. Respondióle la comadre: "si eso es así,
espera, no hagas nada, que quiero saber esta nueva de la flota, y sabré si
viene vuestro marido en ella. Mañana volveré á veros y dar orden en lo que
hemos de hacer; y con esto quedaos con Dios.”
El día siguiente volvió la comadre, la cual la noche pasada había hecho
apretada diligencia, y venía bien informada de la verdad. Díjole á la
preñada: "Señora comadre, yo he hecho mis diligencias en saber de mi
compadre: verdad es que la flota está en Cartagena, pero no he hallado
nueva de vuestro marido, ni hay quien diga que viene en ella." La señora
preñada se afligió mucho, y rogó a la comadre le diese remedio para echar
aquella criatura, á lo cual le respondió: “No hagáis tal hasta que sepamos
la verdad si viene ó no: lo que podéis hacer es... ¿veis aquel lebrillo verde
que está allí?”. Dijo la señora "Sí" " Pues, comadre, henchídmelo de agua y
metedlo en vuestro aposento, y aderezad qué cenemos, que yo vendré á la
noche y traeré á mis hijas, y no holgaremos, y también prevendremos
algún remedio para lo que me decís que queréis hacer." Con esto se
despidió de su comadre; fue a su casa, previno sus hijas, y en siendo
noche juntamente con ella se fue en casa de la señora preñada, la cual no
se descuidó en hacer la diligencia del lebrillo de agua. También envió á
llamar otras mozas vecinas suyas, que se viniesen á holgar con ella
77
aquella noche. Juntáronse todas, y estando las mozas cantando y
bailando, dijo la comadre preñada á su comadre: "Mucho me duele la
barriga ¿queréis vérmela?" Respondió la comadre: "Si haré: tomad una
lumbre de esas y vamos a vuestro aposento."
Tomó la vela y entráronse en él. Después que estuvieron dentro cerró la
puerta y díjole; "Comadre allí está el lebrillo con el agua" Respondióle:
"Pues tomad esa vela y mirad si veis algo en el agua." Hízolo así, y
estando mirando le dijo: "Comadre, aquí veo una tierra que no conozco, y
aquí está fulano mi marido, sentado en una silla, y una mujer está junto á
una mesa, y un sastre con las tijeras en las. manos, que qviere cortar un
vestido de grana." Díjole la comadre: "Pues esperad, que quiero yo
también ver eso”. Llegóse junto al lebrillo y vido todo lo que le había dicho.
Preguntóle la señora comadre: ¿Qué tierra es ésta? " y respondióle: "Es la
isla Española de Santo Domingo" En esto metió el sastre las tijeras y cortó
una manga, y échesela en el hombro. Dijo la comadre a la preñada:
"¿Queréis que le quite aquella manga, á aquel sastre?" Respondióle: "Pues
cómo se la habéis de quitar?" Respondióle "Como vos queráis, yo se la
quitaré." Dijo la señora: “Pues quitádsela, comadre mía, por vida vuestra."
Apenas acabó la razón cuando le dijo: “Pues vedla ahí", y le dio la manga.
Estuviéronse un rato hasta ver cortar el vestido, lo cual hizo el sastre en un
punto, y en el mesmo desapareció todo, que no quedó más que el lebrillo y
el agua. Dijo la comadre a la señora: "Ya habéis visto cuan despacio está
vuestro marido, bien podéis despedir esa barriga, y aun hacer otra." La
señora preñada, muy contenta, echó la manga de grana en un baúl que
tenía junto a su cama; y con esto se salieron á la sala, donde estaban
holgándose las mozas; pusieron las mesas, cenaron altamente, con lo cual
se fueron a sus casas.
Digamos un poquito. Conocida cosa es que el demonio fué el inventor de
esta maraña, y que es sapientísimo sobre todos los hijos de los hombres;
pero no les puede alcanzar el interior, porque esto es solo para Dios.
Aunque por conjeturas alcanza él, conforme los pasos que da el hombre, y
a dónde se encamina. No reparo en lo que mostró en el agua á estas
mujeres, porque esto respondo, que quien tuvo atrevimiento á tomar á
Cristo, señor nuestro y llevarlo a un monte alto, y de él mostrarle todos los
reinos del mundo, y la gloria de él, de lo cual no tenia Dios necesidad,
porque todo lo tiene presente, que esta demostración sin duda fue
fantástica; y lo propio sería lo que mostró a las mujeres en el lebrillo del
agua. En lo que reparo es la brevedad con que dio la manga, pues apenas
dijo la una "pues quitádsela comadre," cuando respondió la otra “pues
vedla ahí," y se la dio: también digo que bien sabía el demonio los pasos
en que estas mujeres andaban, y estaría prevenido para todo. Y con esto
vengamos al marido de esta señora, que fué quien descubrió toda esta
volatería.
78
Llegado á la ciudad de Sevilla, al punto y cuando habían llegado parientes
y amigos suyos, que iban de la isla Española de Santo Domingo,
contáronle de las riquezas que había en ella, y aconsejáronle que
emplease su dinero y que se fuese con ellos á la dicha isla. El hombre lo
hizo así, fué á Santo Domingo y sucediólo bien: volvióse á Castilla y
empleó; y hizo segundo viaje á ia isla Española. En este segundo viaje fue
cuando se cortó el vestido de grana; vendió sus mercaderías, volvió á
España, y empleó su dinero; y con este empleo vino á este Nuevo Reino
en tiempo que ya la criatura estaba grande y se criaba en casa con nombre
de huérfano.
Recibiéronse muy bien marido y mujer, y por algunos días anduvieron muy
contentos y conformes, basta que ella comenzó á pedir una gala y otra
gala, y a vueltas de ellas se entremetían unos pellizcos de celos, de
manera que el marido andaba enfadado y tenían malas comidas y peores
cenas, porque la mujer de cuando en cuando le picaba con los amores que
había tenido en la isla Española. Con lo cual el marido andaba sospechoso
de que algún amigo suyo, de los que con él habían estado en la dicha isla,
le hubiese dicho algo á su mujer. Al fin fue quebrando de su condición, y
regalando e la mujer, por ver si le podía sacar quien le bacía el daño.
Al fin, estando cenando una noche los dos muy contentos, pidióle la mujer
que le diese un faldellín de paño verde, guarnecido; el marido no salió bien
íi esto, poniéndole algunas excusas; á lo cual le respondió ella: "A fe que si
fuera para dárselo á la dama de Santo Domingo, como le disteis el vestido
de grana, que no pusierais escusas." Con esto quedó el marido rendido y
confirmado en su sospecha; y para poder mejor enterarse la regaló mucho,
dióle el faldellín que le pidió, y otras galitas, con que la traía muy contenta.
En fin, una tarde que se hallaron con gusto le dijo el marido á la mujer:
"Hermana ¿no me diréis, por vida vuestra, quién os dijo que yo había
vestido de grana á una dama en la isla Española? " Respondióle la mujer;
"Pues queréislo negar? decime vos la verdad, que yo os diré quién me lo
dijo" Halló el marido lo que buscaba, y dijóle: “Señora, es verdad, porque
un hombre ausente de su casa y en tierras ajenas, algún entretenimiento
había de tener. Yo di ese vestido á una dama" Dijo ella: "Pues decidme,
cuando lo estaban cortando ¿que faltó?" Respondióle: "No faltó nada"
Respondió la mujer diciendo: “¡qué amigo sois de negar las cosas! ¿No
faltó una manga? " El marido hizo memoria, y dijo: " Es verdad que al
sastre se le olvidó de cortarla, y fue necesario sacar grana para ella."
Entonces le dijo la mujer: "Y si yo os muestro la manga que faltó,
¿conocerla heis?." Díjole el marido: “Pues teneisla vos?" Respondió ella:
"Sí, venid conmigo, y mostrárosla hé". Fuéronse juntos á su aposento, y
del asiento del baúl le sacó la manga, diciéndole: "¿Es esta la manga que
faltó? " Dijo el marido: "Esta es, mujer; pues yo juro á Dios que hemos de
saber quién la trajo desde la isla Española á la ciudad de Santa Fe” Y con
79
esto tomó la manga y fuese con ella al señor obispo, que era juez
inquisidor, é informóle del caso.
Su señoría apretó en la diligencia: hizo aparecer ante si la mujer; tomóle la
declaración; confesó llanamente todo lo que había pasado en el lebrillo del
agua. Prendióse luego á la negra Juana García y á las hijas. Confesó todo
el caso, y cómo ella había puesto el papel de la muerte de los dos oidores.
Depuso de otras muchas mujeres, como constó de los autos. Substanciada
la causa, el señor obispo pronunció sentencia en ella contra todos los
culpados. Corrió la voz eran muchas las que habían caído en la red, y
tocaba en personas principales.
En fin, el Adelantado don Gonzalo Jiménez de Quezada, el capitán Zorro,
el capitán Céspedes, Juan Tafur, Juan Ruiz de Orejuela y otras personas
principales acudieron al señor obispo, suplicándole no se pusiese en
ejecución la sentencia en el caso dada, y qué considerase que la tierra era
nueva, y que era mancharla con lo proveído.
Tanto le apretaron a su señoría, que depuso el auto. Topó solo con Juana
García, que la penitenció poniéndola en Santo Domingo, á horas de la
misa mayor, en un tablado, con un dogal al cuello y una vela encendida en
la mano; á donde decía llorando: “¡Todas, todas lo hicimos, y yo sola lo
pago! "Desterráronla a ella y a las hijas de este Reino. En su confesión dijo
que cuando fue á la Bermuda, donde se perdió la Capitana, se echó á volar
desde el cerro que está á las espaldas de Nuestra Señora de las Nieves,
donde está una de las cruces; y después, mucho tiempo adelante, le
llamaban Juana García, ó el cerro de Juana García.
LIBRO QUINTO
80
dada conducta para que fuese a poblar un pueblo en las provincias de los
indios Panches, y de cómo salió con gente y llegó a la provincia de
Tocaima, y envió a Martín Yáñez Tafur a ver la tierra y traer de paz a los
naturales de ella.
Andando don Alonso Luis de Lugo procurando oro con toda la solicitud a él
posible para irse a España, como está dicho en el cuarto libro de esta
primera parte, vino la nueva cómo los franceses habían robado y destruido
a la ciudad de Santa Marta, de quien atrás hemos tratado; de lo cual
recibió grande pena y turbación, porque él había dejado allí muchos
soldados amigos suyos y muy principales, y tenía grande esperanza que
para alcanzar su fin, que era de irse a España, le habían de ayudar con
algún oro, lo cual ellos no podían ya hacer con el mal suceso que con los
franceses habían tenido; y con esta pena y turbación andaba muy triste y
pensativo, imaginando lo que sería mejor hacer en este caso.
81
de paz, se pobló el pueblo, como adelante se dirá, y así no fue necesario
que los demás usasen el oficio de capitanes.
82
servidumbre como vinieron de su propia voluntad y sin fuerza de armas;
porque considerando los bárbaros el daño que de los nuestros habían
recibido, y que no era menor el que les estaba aparejado si con obstinación
tardaban en dar la paz a los españoles, acordaron de hacer de voluntad lo
que entendían habían de hacer por fuerza; y así, otro día por la mañana,
tomando de las cosas de comer que en sus casas tenían, se fueron al real
de los españoles a darles las gracias por el beneficio de les haber soltado y
enviado a sus parientes y amigos, y a se les ofrecer a servidumbre para
todo lo que les quisiesen mandar.
|Capítulo segundo Que trata de otra salida que hizo Martín Yáñez Tafur, y
cómo conquistó y trajo de paz a los indios de la provincia de Jaquima y de
Guatagui, y de la fundación de la ciudad de Tocaima.
Idos los indios Guacanes a sus casas, procuraban traer cada día comida a
los españoles en agradecimiento del beneficio que de ellos habían
recibido. Esta gente Panche son de tan noble condición que no tienen cosa
suya que no la comuniquen y den con maravillosa liberalidad a cualquiera
persona, aunque sean sus enemigos, salvo si actualmente están en la
guerra contra ellos; y así demás de por ser ellos naturalmente inclinados a
83
esta generosidad, por los beneficios que el día antes habían recibido de los
nuestros, les traían mucha comida.
El capitán Venegas, visto |el buen principio que Martín Yáñez Tafur había
tenido en la tierra, acordó que tornase a salir con cuarenta hombres de los
que habían quedado en el real, por estar más descansados, a la provincia
de Jaquima, que por otro nombre se llama Otayma, a traer los naturales de
ella de paz, encargándole que lo hiciese con el menor daño que posible
fuese, porque ya el capitán Venegas había tomado grande afición a la
gente Panche por verlos de tan buena inclinación, y así deseaba traerles
de paz más por dádivas que por fuerza de armas y malos tratamientos.
84
ellos esto no querían consentir y entender de voluntad y sin guerra, que
forzoso y con mucho daño que les harían lo habían de hacer, asi como en
otras partes sus hermanos y compañeros lo habían hecho.
Los moradores de Otaima, aunque oyeron bien lo que Martín Yáñez Tafur
con las lenguas les decía, no haciendo caso de ello, se iban llegando a los
españoles con su bárbaro atrevimiento, pretendiendo poner en efecto su
loco y rústico propósito, creyendo que sin falta los habían de tomar a
manos y sepultarlos en sus vientres; y el capitán y sus soldados, visto que
los indios se acercaban sin hacer caso de lo que se les decía, usando de
su bravo y esforzado ánimo de españoles, arremetieron contra ellos y en
poco espacio de tiempo los desbarataron e hicieron dejar las sogas y
catabres con harto daño que en ellos se hizo; de lo cual quedaron tan
escarmentados que tuvieron por muy bueno y acertado haber creído lo que
se les había antes dicho y recibido la paz con que se les había convidado,
y con esto de ahí adelante no osaron tomar más las armas contra los
españoles, y desde esta guazabara quedaron pacíficos y quietos y
guardaron la paz con firmeza, sirviendo a los cristianos hasta el día de hoy.
Hecho esto, el capitán Martín Yáñez se volvió con su gente al real donde
su capitán Venegas estaba con la demás gente, del cual fue muy bien y
alegremente recibido.
85
pueden andar por las partes donde no hay sombra; y este temple y calor es
y dura por todo el año, porque así como en la tierra fría del Reino todo el
año hace un temple, y éste frío, así en esta provincia de Tocaima, que es
en las faldas del Reino, hace calor todo el año. La diferencia que en estos
temples y provincias hay de invierno y verano, no es más de que el
invierno llueve, y el verano no; pero los temples lloviendo y no lloviendo,
todos son unos: en lo caliente, caliente, y en lo frío, frío.
En este sitio de Tocaima y en sus alrededores se dan todas las frutas que
se dan en otras partes calientes, así de las de España como de las de la
tierra: danse muchas uvas, higos, melones, piñas, guayabas, curas, que es
una fruta como peras, salvo que tienen unos cuescos grandes dentro;
danse plátanos y otras muchas frutas.
Las noches en esta ciudad son tales que con ellas se alivian los trabajos y
disgustos de los días, porque son tan suaves y de tan lindo sereno, que
aunque se quede un pliego de papel toda la noche en el campo, se halla a
la mañana tan enjuto como si hubiese estado metido en una caja y
guardado.
86
Tienen estos indios idolatrías y simulacros, los cuales son unos palos
grandes de hechura de personas, mal hechos y huecos. Sólo sirven éstos
para les pedir comidas, y la orden que tienen de pedirles favor y auxilio es
que el santero con un palo que para ello tiene da de golpes en la barriga
del ídolo, y el ruido que hace con los golpes y con estar hueco, el |jeque o |
mohán, que es el santero, lo interpreta y hace entender que dice el ídolo lo
que a él le parece decir, y así los engaña; y |si le piden agua para las
sementeras, el santero les responde en nombre del ídolo, como he dicho,
según a él le parece ... |porque ... al contrario darles a |entender que el
idolo está enojado ... |fingir... para regar sus labranzas.
Los casamientos entre esta nación Panche se hacen con mucha facilidad,
porque en estando la criatura sana de la herida que dije le dan a los ocho o
diez días, luégo el indio que la qviere por mujer da a la madre una sarta de
cuentas o una pampanilla de las que atrás quedan dichas, y así queda
hecho el casamiento. Esta sartilla o pampanilla ha de guardar la madre
para cuando la desposada sea de edad para poderla traer. Estos
casamientos se deshacen por hacer ella adulterio a su marido, y |no por
otra cosa; que en tal caso él la puede dejar y en otro no.
88
14. CONFLICTOS CON LOS INDÍGENAS: LA DÉCADA DE 1550.
REBELIONES Y RESTABLECIMIENTO DE LAS
“PACIFICACIONES” Y “FUNDACIONES”.
Aunque el establecimiento de la Real Audiencia confirmaba la
visión de que la conquista de los principales pueblos se había
logrado ya y podían ponerse en marcha mecanismos regulares
de administración, de hecho había muchas zonas no sujetas, y
en las ya sujetas las rebeliones eran frecuentes. Las nuevas
conquistas estaban suspendidas, en todo caso, aunque se
seguían haciendo, como lo muestra el documento sobre la
conquista de Mariquita de 1551, y en las ciudades españoles
se amontonaba una población inquieta y ansiosa de nuevas
expediciones. Por eso, en 1558 los cabildos de la parte oriental
pidieron al Consejo de Indias que autorizara nuevamente las
“pacificaciones” y la fundación de nuevas ciudades, con
complejos argumentos. En 1559 el nuevo rey, Felipe II,
interesado en promover la minería del oro y la cristianización,
dio la autorización y señaló algunas reglas para las nuevas
fundaciones, que fueron incorporadas en las Ordenanzas sobre
fundaciones de 1573. Así, después de un intento de suspender
totalmente la guerra, se volvió a la transacción usual: admitirla
sólo en caso de que se hiciera contra indígenas rebeldes,
regularla para evitar que reflejara la ambición de los
conquistadores inactivos, tratar de que se hiciera dentro de
ciertas normas de protección a los indios, que no se cumplían
mucho y sobre todo, advertir a los indios, para que aceptaran la
población por su voluntad, y si no lo hacían, someterlos por la
fuerza y repartir sus tierras, pero con previa advertencia, como
en el viejo modelo del Requerimiento. Algunos documentos
claves de este proceso son la petición Santafé de 1558, las
cédulas reales del 15 de junio de 1559 y el 15 de julio de 1559,
y las Ordenanzas de 1573. De estos documentos se publican
aquí algunos apartes.
89
Las zonas mencionadas en este testimonio cubren el área
desde Sasaima al Magdalena, además de la región de
Mariquita y la zona baja al norte de esta. Cómo lo sugieren
los toponímicos, eran indígenas relacionados con los
panches.
90
sacó de su natural y los llevó a la jornada consigo donde murieron la mayor
parte de ellos….
6. Más hizo el capitán Pedrozo estando en el pueblo que pobló en la
provincia de Mariquita, y le vinieron a ver y a servir cuatro indios que el
dicho capitán les pidió que le diesen oro Y los indios le dijeron que sí
darían. Y el dicho capitán les dio una totuma que cabría medio almud de
maíz y que se la henchiesen de oro. Y los indios volvieron al otro día con la
dicha totuma y dijeron [que] los indios no les quisieron dar oro para henchir
la totuma y que no la habían podido juntar Y luego se levantó el dicho
capitán y le mandó a un soldado que se llama Caldera [que a] los dos de
ellos que [les] cortasen las narices. Y el soldado le dijo que no se lo
mandase a él que no era verdugo. Y el dicho capitán le mandó que por
vida de Dios que si no se las cortaba, que se las había de cortar a él. Y
visto esto, se levantó el soldado y se las cortó...
10. Y otro día por la mañana vino el dicho capitán muy enojado y
apartóse a los bohíos de los indios y no le salieron tantos indios
como él quisiera, Y luego ordenó de hacerles un salto [asalto?] y
hecho el salto se tomaron ciertos indios a los cuales mandó cortar
las narices. Y los dichos indios llevaban las cargas y los dolientes,
sirviéndoles hasta el pueblo, y en llegando que dejaron las cargas se
tornaron a sus casas. Y mandó el dicho capitán los perros, uno que
se llamaba Marquecillo y otros perros, y mataron y despedazaron
muchos de ellos.
15. Llegado que fue el dicho capitán Pedrozo al Rio Grande, mando
llamar todos los caciques e indios de los pueblos del Río Grande que
son enemigos de los indios de provincia de Chapaima, Y después de
todos juntos les habló con la lengua, mandándoles que volviesen a
Chapaima con los cristianos y que matasen y robasen a sus
enemigos, Y aquel día se partieron con gente de a pie y de a caballo
con todos los indios ya dichos del Río Grande y dieron media noche,
poco más o menos, en la provincia de Chapaima, habiéndola dejado
de paz, donde mataron muchos indios y quemaron la población y
robaron los españoles y los indios amigos que llevaban, sus
haciendas a los dichos indios de Chapaima y trajeron atados a
muchos de ellos…
91
Información del cabildo de Santafé, octubre de 1558,
sobre la conveniencia de hacer nuevas entradas y nuevas
poblaciones
“es cosa muy conveniente y necesaria a todo este Nuevo reino de
Granada y ciudades de él, que se den entradas y licencias para
poblar pueblos de españoles, así en el valle que llaman de la Plata
como en Sierras Nevadas y otras partes de este Reino, donde hay
copia y cantidad de indios para ello, para que los dichos indios
naturales vengan en conocimiento de nuestra Santa Fe católica y se
conviertan en ella, porque si entre ellos no se pueblan los dichos
españoles, nunca vendrán en conocimiento de ella y se estarán en
su incredulidad e infidelidad…
Asimismo conviene se hagan las dichas poblaciones y jornadas,
porque en este Reino hay mucha copia y cantidad de españoles sin
tener oficio alguno..
…los indios naturales que están en servicio de Su Majestad
encomendados en españoles…reciben muchos años y muertes y
malos tratamientos de lo que están por conquistar
…en este Reino y sus provincias hay mucha copia de indios que son
los de las Sieras Nevadas, Pancenú, el valle de la Plata, los muzos,
las amazonas, el río de Saldaña y otras provincias… en las cuales
se podrían poblar algunos pueblos de españoles, de donde viniese
muy grande acrecientamiento a la Real Hacienda y quintos reales….
(FRIEDE, FDHNRG, III, doc. 466)
92
se cumplen las provisiones e instrucciones que se les dieren y como
son tratados los naturales de la tierra conde fueren. Dada en la villa
de Valladolid, a quince de junio de mil y quinientos y cincuenta y
nueva ños. (FRIEDE, FDHNRG, III, doc, 483
INSTRUCCIÓN PARA NUEVAS POBLACIONES, 15 de julio de
1559
Y para ello os mando… la orden contenida en esta instrucción, la
cual es en esta manera:
…ordenareis a las personas que enviáreis a las dichas poblaciones
que elijan sitios y lugares para poblar, teniendo respeto a que sea la
tierra sana y fértil y abundante de agua y leña y buenos pastos para
ganados.
Todo lo cual proveereis que se reparta a los pobladores, no
ocupando ni tomando cosa que sea de los indios ni que actualmente
se aprovechen, sin voluntad suya. …
Proveereis que los que así poblaren procuren paz y amistan con los
indios que en aquellas tierras moraren…. Reduciéndolos a buena
policía, procurando de apartarlos de vicios y pecados y malos usos,
procurando por medio de religiosos y otras buenas personas, de
reducirlos y convertirlos a nuestra Santa Fe Católica…
[los que se conviertan] “serán libres de tributos por diez años”
[Si los naturales tratan de impedir la población, se les advierta “que
no qvieren allí poblar para les hacer mal ni daño ni tomarles sus
haciendas, sino para tomar amistad con ellos y enseñarles a vivir
políticamente y a conocer a Dios. [Si insisten, se hará de todos
modos la población] “sin hacer más daño de aquél que fuera
necesario para su defensa y hacer la dicha población”.
[En vez del quinto, los pobladores de estas nuevas poblaciones]
“paguen el veinteno y no más” durante 10 años. Friede, FDHNRG,
III, Doc. 488
93
A los Virreyes presidentes Audiencias y gobernadores de las
nuestras Indias del mar océano y a todas las otras personas a quien
lo infrascripto toca y atañe y puede tocar y atañer en cualquier
manera
94
3 Habiéndose de hacer el descubrimiento por tierra en los confines
de la provincia pacífica y subjeta a nuestra obediencia en lugar
conveniente se pueble lugar de españoles si hubiere discusicion
[disposición?] para ello y si no sea de indios vasallos de manera que
sean seguros
8 En cada uno de los dichos navíos del dicho porte vayan treinta
personas entre marineros y descubridores y no más porque puedan
ir bien avituallados ni menos porque puedan ser bien gobernados
95
11 Para contratar y rescatar con los indios y gentes de las partes
donde llegaren se Ileven en cada navío algunas mercaderias de
poco valor como tijeras, peines, cuchillos, hachas, anzuelos, bonetes
de colores, espejos, cascabeles, cuentas de vidrio y otras cosas de
esta calidad
96
tienen reyes y si estos son por elección o derecho de sangre o si se
gobiernan como república o por linajes, qué renta y tributos dan y
pagan o de qué manera y a que personas y que cosas son las que
ellos más precian que son las que ay en la tierra y cuáles traen de
otras partes que ellos tengan en estimación. Si en la tierra ay
metales y de que calidad, si hay especiería o alguna manera de
drogas y cosas aromáticas para lo cual lleven algunos géneros de
especias así como pimienta, clavos, canela, jengibre, nuez moscada
y otras cosas por muestra para mostrárselo y preguntarles por ello y
asimismo sepan si hay algún genero de piedras cosas preciosas de
las que en nuestros reinos se estiman y se informen de la calidad de
los animales domésticos y salvajes, de la calidad de las plantas y
arboles cultivados e incultos que hubiere en la tierra y de las de
aprovechamientos que de ellas se tiene y finalmente de todas las
cosas contenidas en el título de las descripciones.
97
20 Los descubridores por mar o tierra no se empachen en guerra ni
conquista en ninguna manera ni ayudar a unos indios contra otros ni
se revuelvan en cuestiones ni contiendas con los de la tierra por
ninguna causa ni razón que sea ni les hagan daño ni mal alguno, ni
les tomen contra su voluntad cosa suya sino fuese por rescate o
dándoselo ellos de su voluntad-
98
de nuestra santa fe catolica teníamos en poco todo lo que se
pudiese gastar de nuestra real hacienda para tan santo efecto pero
atento que la experiencia a mostrado en muchos descubrimientos y
navegaciones que se han hecho por nuestra quenta se hazen con
mucha costa y con mucho menos cuidado y diligencida de los que lo
van a hazer procurando más de se aprovechar de la hacienda real
que de que se consiga el efecto a que van mandamos que ningun
descubrimiento nuevo navegación ni población se haga a costa de
nuestra hazienda ni los que gouiernan puedan gastar en esto cosa
alguna della aunque tengan nuestros poderes o instruciones para
hacer descubrimientos y navegaciones sino tuvieren poder especial
para lo hazer a nuestra costa.
99
31 Ningún descubridor ni poblador pueda entrar a descubrir ni poblar
en los términos que a otros estuvieren encargados o hubieren
descubierto y en caso que haya duda o diferencia sobre los límites
de ellos por el mismo caso los unos y los otros cesen de descubrir y
poblar en la parte o partes sobre que hubiere la duda e competencia
y den noticia a la Audiencia en cuyo distrito cayeren los términos y si
fuere la duda y diferencia en término de diferentes audiencias se de
noticia en entrambos y en el consejo de las Indias y hasta haberse
determinado en las dichas Audiencias siendo conformes o en el
consejo no se conformando las audiencias y proucido [proveído? ] ,
lo que convenga no pasen adelante en el descubrimiento y población
y guarden lo que se determinare en el consejo o en las audiencias so
pena de muerte y perdimiento de bienes
Nuevas poblaciones
100
y arboledas para leña y materiales de casas y edificios de muchas y
buenas aguas para beber y para regadíos /36/ y que sean pobladas
de indios y naturales a quien se pueda predicar el evangelio pues
este es el principal fin para que mandamos hacer los nuevos
descubrimientos y poblaciones./37/ y tengan buenas entradas y
salidas por mar y por tierra de buenos caminos y navegación para
que se pueda entrar fácilmente y salir comerciar y gobernar socorrer
y defender.
101
42 Elegidos los sitios para lugares, cabeceras se elijan en su
comarca los sitios que pudiere haber para lugares, subjectos y de la
jurisdicción de la cabecera para estancias chacaras y granjas sin
perjuicio de los indios y naturales
102
47 Conforme al caudal que cada uno tuviere para emplear a la
misma proporción se le de repartimiento de solares y tierras de pasto
y labor y de indios a otros labradores, a quien pueda mantener y dar
pertrechos para poblar labrar y criar
103
sufragánea y los lugares con su jurisdicción que bastaren para la
labranza y crianza de los términos de la dicha ciudad
104
62 Pueda tener los indios que le estuvieren encomendados en otra
provincia o se le encomendaren poniendo en ellos escudero que por
el haga vecindad al cual no se le puedan remover.
105
miembro (sic) Los Juezes que tuvieren proveidos en la provincia y
gobernación del adelantado antes que se le concediésemos luego
que entre en ella y proveyere otros no usen más de jurisdicción y se
salgan de la tierra y se la dejen libre excepto si habiendo dejado la
jurisdicción se quisieren avezindar en la tierra y quedar en ella por
pobladores
106
llevase conforme a su asiento y el procure de llevar gente limpia y
que no sea de los prohibidos por la ordenanza
79 Pueda llevar cada año dos navíos con armas y prouisión para la
tierra y labor de las minas libres de almojarifazgo de lo que se a de
pagar en las Indias con que salgan con las flotas que de estos reinos
fueren a Tierra Firme o Nueva España estando prestas o quando
para ello se le diere provision
85
107
Asimismo ternemos quenta de faborescer y hacer merced a los
nuevos descubridores pobladores y pacificadores y con sus hijos y
decendientes mandandoles dar solares tierras de pasto y, labor y
estancias y con que a los que se hubieren dado y hubieren poblado y
residido tiempo de cinco años los tengan en perpetuidad y a los que
hubieren hecho y poblado yngenios de acucar y los tuvieren y
mantuvieren no se les pueda hacer ejecución en ellos ni en los
esclavos y herramientas y pertrechos con que se labraren y
mandamos que se les guarden todas las preheminencias priuillegios
y concesiones de que disponemos en el libro de la republica de los
españoles
86
87
108
maiores y corregidores y se les aya de tomar residencia y el salario
se les de conforme a los otros alcaldes maiores y corregidores
88
89
109
90
92 (sic)
93
94
110
95 Los pastos del dicho termino sean comunes alzados los frutos
excepto la dehesa boyal y concegil
111
101 E habiendo quien quiera obligarse a hacer nueva población en la
forma y manera dicha de más vecinos de treinta o de menos con que
no sean menos de diez se le conceda el término y territorio al
respecto y con las mismas condiciones
112
plantas de otros árboles de secadal tierras de pasto para cinquenta
puercas de vientre y cien vacas veinte yeguas quinientas ovejas cien
cabras
107 Las caballerias así en los solares como en las tierras de pasto y
labor se den deslindadas y apeadas en termino cerrado y las
peonias los solares y tierras de labor y plantas se den deslindadas y
divididas y en pasto se les de en comun
113
mandamos que sea de los questuvieren vacantes y que por
disposición nuestra se puede tomar sin perjuicio, de los indios y
naturales o con su libre consentimiento se haga la planta del lugar
repartiendola por sus placas calles y solares a cordel y regla
comencando desde la placa maior y desde allí sacando las calles a
las puertas y caminos principales y dejando tanto compas abierto
que aunque la población vaya en gran crecimiento se pueda siempre
proseguir en la misma forma y habiendo disposición en el sitio y
lugar que se escogere para poblar se haga la planta en la forma
siguiente:
114
calles de la plaza no estaran expuestas a los cuatro vientos
principales que seria de mucho inconveniente
116 Las calles en lugares fríos sean anchas y en los calientes sean
angostas pero para defensa adonde hay caballeros son mejores
anchas
121 Señalase luego sitio y solar para la casa real casa de concejo y
cabildo, y aduana y atarazana junto al mesmo templo y puerto de
manera que en tiempo de necesidad se puedan favorecer las unas a
las otras. El hospital para pobres y enfermos de enfermedad que no
sea contagiosa se ponga junto al templo y por claustro del para los
enfermos de enfermedad contagiosa se ponga ospital en parte que
ningun viento dañoso pasando por el vaya a herir en la demas
poblacion, y si se edificare en lugar lebantado sera mejor
115
122 El sitio y solares para carnicerías, pescaderías, tenerias y otras
oficinas que se causan inmundicias se den en parte que con facilidad
se puedan conservar sin ellas
116
que no los tuvieren hagan su rancho de materiales que con facilidad
puedan haber adonde se puedan recoger y todos con la maior
presteca que pudieren hagan alguna palicada o trinhea en cerco de
la placa de manera que no pueden recibir daño de los indios
naturales
130 Confinando con los ejidos se señalen dehesas para los buyes de
labor y para los caballos y para los ganados de la carniceria y para el
numero ordinario de ganados que los pobladores por ordenanza han
de tener y en alguna buena cantidad más para que se acojan para
propios del concejo y lo restante se señale en tierras de labor de que
se hagan suertes en la cantidad que se ofreciere de manera que
sean tantas como los solares que puede haber en la población y si
hubiere tierras de regadío se haga de ellas suertes y se repartan en
la misma proporción a los primeros pobladores por sus suertes y los
demás queden para nos para que hagamos merced a los que
después fueren a poblar
117
que en ella puedan tener sus caballos y bestias de servicio con
patios y corrales y con la más anchura que fuere posible por la salud
y limpieza.
134 Procuren en quanto fuere posible que los edificios sean de una
forma por el ornato de la poblacion
135 Tengan cuidado de andar viendo como esto se cumple los fieles
ejecutores y alarifes y las personas que para esto diputare el
gobernador y que se den priesa en la labor y edificio para que se
acabe con brevedad la poblacion
118
Pacificaciones
140 Habiendo asentado paz y alianza con ellos y con sus republicas
procuren que se junten y los predicadores con la maior solenidad
que pudieren y con mucha caridad les comiencen a persuadir
quieran entender las cosas de la Santa Fe Católica y se las
comiencen a enseñar con mucha prudencia y discreción por el orden
que esta dicho en el libro primero en el titulo de la santa fee chatolica
usando de los medios más suaves que pudieren para los aficionar a
que las quieran deprender para lo cual no comenzaran
reprehendiendoles sus vicios ni idolatrías ni quitándoles las mujeres
ni sus idolos porque no se escandalicen ni tomen enemistad con la
doctrina cristiana sino enseñénsela primero y despues que esten
instruidos en ella los persuadan a que de su propia voluntad dejen
aquello que es contrario a nuestra santa fe catolica y doctrina
evangelica.
119
puede agrauiar a otro y los tenemos en paz para que no se maten ny
coman ni sacrifiquen como en algunas partes se hazia y puedan
andar seguros por todos los caminos tratar y contratar y comerciar
aseles ensenado pulicia, visten y calcan y tienen otros muchos
bienes que antes les eran prohibidos, haceles quitado las cargas y
servidumbres, háceles dado uso de pan, vino, aceite y otros muchos
mantenimientos paño, seda, lienzo, caballos ganados herramientas
armas y todo lo demas que de España han hauido y ensenado los
oficios y artificios con que biben ricamente y que de todos estos
bienes gocaran los que vinieren a conocimiento de nuestra santa fee
catholica y a nuestra obediencia
120
atención en los infieles les paresciere cosa conveniente podrán usar
de musica de cantores y de ministriles altos y bajos para que
provoquen a los indios a se juntar y usar de los otros medios que les
pareciere para amansar y pacificar a los indios que estuvieren de
guerra y aunque parezca que se pacifican y pidan que los
predicadores que los predicadores (sic) vayan a su tierra sea con la
mesma cautela y prevención que está dicho pidiéndoles a sus hijos
so color de los ensenar y a que queden como por rehenes en la
tierra de los amigos y entreteniéndolos persuadiéndoles que hagan
primero iglesias adonde los puedan ir a enseñar hasta tanto que
puedan entrar seguros y por este medio y otros que parecieren más
convenientes se vayan siempre pacificando y doctrinando los
naturales sin que por ninguna vía ni ocasión puedan recibir daño
pues todo lo que deseamos es su bien y conversion.
121
147 En las partes que bastaren los predicadores del evangelio para
pacificar los indios y convertirlos y traerlos de paz no se consienta
que entren otras personas que puedan estorbar la conversión y
pacificació
122
16. LAS EPIDEMIAS DE VIRUELAS
JUAN DE PENAGOS, PEDRO DE AGUADO, FRAY PEDRO SIMÓN
(1558, 1598, 1617)
123
Estas dos epidemias de 1559 y 1588 probablemente fueron el
principal factor en la gran disminución de la población indígena de
la altiplanicie oriental desde los recuentos de 1558 hasta finales
de siglo y hasta la epidemia de 1633.
124
perdónanos que no entendíamos hasta ahora quien Tú eres». Las indias
me sacaban los niños, sus hijos, tocados del mal en los brazos diciendo se
los bautizase que querían que fuesen a gozar de Dios, pues habían de
morir y venían a porfía.
Los religiosos que al presente había que eran pocos a la sazón, andaban
todos ocupados con su provincial fray Martín de los Ángeles en la
conversión de los enfermos, sin descansar ni de noche ni de día. Y como
este mal andaba generalmente por toda la tierra, no se podía socorrer a
todos.
Y visto esto escribí al obispo de este Reino, que a la sazón estaba en esta
ciudad bien descuidado de las tristes ovejas y muy cercado y rodeado de
clérigos, suplicándole proveyese de algunos para que por los pueblos de
indios anduviesen bautizando a los indios y a los que lo pedían. Y porque
dije en la carta que le escribí que mirase que había de dar cuenta de
aquellas ovejas, no solamente no quiso proveer clérigo ninguno más antes
me ha cobrado odio mortal. Y por esta causa se tiene son muertos más de
cuatro mil niños sin bautismo y otros que lo pedían. Quéjome a Dios y a
Vuestra Majestad de él y de la gran crueldad de este prelado, que si él
proveyera los clérigos como yo se lo pedía, cesara tan gran pérdida y daño
como el que digo. Y un chantre de esta iglesia que movido de piedad salió,
hizo en la conversión de estos indios grandísimo fruto, como lo hicieran los
demás si salieran.
Aflojado que iba la pestilencia antes que el fervor y conocimiento que el
Señor había dado a los naturales pasase, mandó el provincial a los
religiosos anduviesen entre los naturales informándolos en la fe y
amonestándolos que permaneciesen en el conocimiento dicho. Y en
cumplimiento de ello los frailes andaban en su predicación en tan santa
obra. Vista la gran coyuntura que mediante Dios se había ofrecido y como
el demonio semejantes obras contramina, vino a dar orden el dicho obispo,
contradijese a los dichos religiosos diciendo que a él solo incumbía poner
doctrina, y que sin su licencia no habían de entrar en los pueblos de los
indios. Lo cual hizo con espaldas del licenciado Alonso de Grajeda, oidor
de esta Real Audiencia, que de muy enemigos se hicieron amigos para
esta contradicción. La persecución fue tan grande con peticiones y escritos
ilícitos e infamatorios y por palabras y otras vías que se tuvieron contra los
religiosos de las órdenes de Santo Domingo y San Francisco, que
forzados, vino toda la orden a recusar al dicho licenciado Grajeda, vuestro
oidor, para que semejantes molestias cesasen. Y así todos los religiosos
dejaron las doctrinas y se recogieron y arrinconaron en el monasterio de
esta ciudad, sin osar salir de él.
A cabo de algunos días que así estuvieron sin salir a las doctrinas, los
naturales comenzaron [a] aflojar del intento dicho que algunos y muchos
tenían, y volver a sus ritos y a hablar al demonio como antes lo tenían por
125
costumbre. Y entendido por el provincial Fray Martín de los Ángeles el
daño tan grande que de no salir los frailes les recrecerá, tornó a mandar les
saliesen a la predicación como antes [...]
[1559, septiembre 17], Juan Friede, FDHNRG, III.
Fue este año de ochenta y ocho (1588) uno de los más desgraciados de
que tienen noticia los naturales habido en estas tierras y el más que han
conocido ni experimentado los españoles después que entraron en ellas,
por una enfermedad que dio de viruelas, tan universal para toda suerte de
gentes, naturales y españoles, que habiendo comenzado en la ciudad de
Mariquita, en este Nuevo Reino, en sólo una negra que entró infestada de
esta enfermedad en la ciudad, trayéndola de Guinea, sin haber advertido
en ella las justicias para no dejarla entrar, se infestó todo el Nuevo Reino y
corrió por la posta a la banda del Perú hasta Chile y a la parte del norte
hasta Caracas, que destruyó, así naturales como españoles, más de la
tercera parte de la gente; sólo se libró en este Nuevo Reino la ciudad de
Pamplona, por el vigilante cuidado que tuvo el Corregidor de Tunja y su
126
partido, Antonio José [El capitán Antonio Jove], que a la sazón se halló en
aquella ciudad guardando con rigor no entrasen en ella los de fuera.
Fue tan grande la mortandad de este contagio pestilente, que no se daban
manos los sacerdotes, clérigos y de todas órdenes, en especial entonces,
que eran pocos a entrar, pues solían en una fosa meter ciento y aún
doscientos cuerpos, y era cosa maravillosa los que de los infieles pedían el
Santo Bautismo, buscando la vida eterna, incitados de los temores de la
muerte.
Estas presas fueron causa, como lo cuenta el padre Fray Luis López, de la
Orden de Nuestro Padre Santo Domingo en su Suma, que un labrador
ignorante que se hallaba en una estación cerca de algunos pueblos de
indios en este Nuevo Reino, viendo la falta que había de ministros, se
dispusiese a bautizar por su mano a los que de los infieles le pedían el
santo Sacramento del Bautismo; pero su ignorancia tanta, que decía,
echándoles agua: «Yo te baptizo en el nombre del Padre y del Hijo y del
Espíritu Santo». Hizóse después escrúpulo, si por haber dicho yo te
baptizo, era válido aquel sacramento, y trayendo el caso el mismo padre
Fray Luis López, como él lo dice, que estaba en este Nuevo Reino, tuvo
por no válidos aquellos sacramentos, por parecerle era mutación
substancial aquel decir: «Yo te baptizo», si bien otros han sentido bien al
contrario.
No bastaban, tanta era la fuerza de la enfermedad, las diligencias de
médicos y medicinas humanas, y así se acudió a las diligencias en todas
partes de este Nuevo Reino, en especial la ciudad de Tunja, que determinó
llevar a su iglesia aquella Santísima imagen de Nuestra Señora de
Chiquinquirá que, como dejamos dicho, es famosísima en milagros para
toda esta tierra firme, a cuya causa han acudido a ella tantas limosnas de
todas partes, que se ha podido acabar un famoso templo, en que está con
grande frecuencia el devoto haciéndolo, pues la ciudad tuvo a dicha de
llevar esta divina imagen, que estará a distancia hasta siete u ocho leguas.
Se puso en efecto con tanta devoción de los pueblos de los naturales por
donde iban pasando con ella, que salían a recibirla dos o tres leguas con
mucha cantidad de cera, y tanta piedad, que las gotas de la que ardía, que
caían en el suelo por haber hervido delante de esta divina imagen, cogían
y guardaban por reliquias. Recibióla la ciudad con gran aplauso, y
colocándola en una capilla buena de la iglesia mayor, concurría toda la
tierra a ella, así españoles como naturales, pidiéndole socorro en angustias
tan de muerte, que como Princesa de la vida se sirvió darlo, y fin a la
enfermedad, que no duró más que seis meses en toda suerte de gente, y
advierto esto, porque suelen dar algunas en estas tierras, que solo las
padecen los indios; otras que solos los negros; otras dan a sólo los
españoles criollos, que es los nacidos de españoles acá en las Indias,
como sucedió el año de seiscientos y diez y siete en una enfermedad que
127
vino de sarampión, de que murieron más de la quinta parte de los naturales
en todo este Nuevo Reino, y de los españoles criollos algunos, pero
ninguno de los nacidos de España, y era esto del tal suerte, que siendo, yo
guardián en este convento de Santafé aquel año, a los primeros de
noviembre, seis días antes que se apareciesen en este hemisferio del
Reino aquellos dos tan famosos cometas de figuras de palmas que se
vieron, presagios de la muerte de nuestro Felipe Tercero, cayeron
enfermos en el convento, de esta enfermedad, en dos días, veintidós
religiosos, mancebos todos criollos, y aunque andaban sirviéndoles otros
nacidos en España, a ninguno se le pegó.
Otras enfermedades ha habido ordinarias de viruelas en estas tierras,
porque es enfermedad propia de ellas, como la sarna, sarampión y otras,
además de las que han metido de nuevo los españoles; pero ninguna ha
sido de tanto estrago como las dichas.
128
los españoles porque pueden comerciar sin tener que obedecer a sus
caciques.
129
Santa Fe y Tunja
A los tiempos.
Dice que hay dos veranos, uno. por Navidad, en que hay muchos
torbellinos, entre día hace algunas veces calor; el cielo. es siempre
nublado: de noche se limpia más veces que de día
Salubridad El nombre
Tocaima
130
Sarna, remedios
Suelo
131
nada ... la madera ... [f. 3]... Asimismo hay cedros y nogales
silvestres en el campo, que llevan fruta aunque seca. Son tan
encarceladas las nueces y apretadas, que no se puede sacar
provecho dellas, y así para moscadas (39) son mejores verdes;
como se hacen. La madera es negra como la de acá, porque son
grandes y gruesos. La madera de los cedros es buena para tablas y
huele bien; hay muchos alisos principalmente los ha visto junto a la
laguna de Tinjacá, de la jurisdicción de Tunja, cuya madera es larga
y derecha para edificios.
(39) Moscadas = Nueces en conserva?
Hay otros muchos árboles silvestres, de madera blanca y colorada,
aunque no se acuerda cómo se llama. Zarzamoras hay muchas y de
mejor fruta que las de acá.
Frutales de la Tierra
Parras hay también silvestres en tierra templada, de uvas
pequeñuelas. Guayabas como camuesas, llenas de pepitas, blancas
y coloradas, árbol grande, parte en los montes; prodúcense de su
simiente, principalmente...(f. 3v.]. Curas, árboles grandes como
perales y muy mayores que nogales; la fruta dellas como peras
calabazales grandes y menores; la pepita es grande como una
peonza; no se guardan (40). La color de la carne es como de color
de nueces verdes, y es fruta sabrosa y sana, que debe ser caliente.
(40) No se guardan = No duran [los aguacates].
Plátanos hay en las tierras calientes. No es a propósito para edificio.
Hay pitahayas, que es yerba, a manera de alcachofas coloradas y
limpias, del verdor y talle de tunas, fruta frigidísima, y sabrosa.
Hay piñas, caimitos, granadillas y tunas, como en las demás Indias.
Guamas, árboles grandes que dan unas vainas tan grandes y
retorcidas, como cayados de pastores; nascen en los ríos de
ordinario no se conservan sin dañarse. dentro tienen como algodón
blanco y la pepita a manera de habas negras; cría muy presto
gusanos. (41) Hay otras de la mesma manera que se llaman
machetones, porque parecen machetes.
(41) La guayaba cría muy presto gusanos= Qviere decir que la
mosca de la fruta Anaslrepha fraterculus había evolucionado con las
frutas tropicales carnosas.
De España: Naranjas en mucha cantidad, y limas y limones y cidras,
que son… suélensé curar con... principal... [f. 4] este...
En la tierra de los españoles y en las otras templadas y calientes se coge
mucho algodón y cabullas, que es como cáñamo, ciertas hojas que
132
rastrilladas quedan cono cerros de lino o cáñamo, de que se hacen sogas,
maromas y alpargatas. [fique, que es palabra chibcha] El algodón se cría en
toda tierra de panches y colimas y guanes y en Muzo, de que se hacen
muchas mantas.
Continuamente en tierra caliente y templada, y así se hallan en los
árboles todo el año naranjas maduras y verdes y azahar. Hay higos
en abundancia, negros como los de acá, y parras que dan uvas,
principalmente en tierras templadas, como es Tocaima y en tierra de
Gainé, (Guane), de la jurisdicción de Vélez y en el río del Oro. No
sabe que se haya probado a hacer vino. Maduran por Corpus Christi
y en cuaresma, y los demás frutos casi andan todo el año. Hay
granados, aunque dan pocas granadas. Hay algunos rosales y
rosas, que ha visto en Santa Fe y que oyó que hay un membrillo
árbol, en Santa Fe; echaba flor y no fruto, porque no llegaba. Item un
almendro, que aunque florezca no llevaba fruto.
Semillas de la tierra: hay maíz mucho, que lo cogen los indios y
españoles, más que antes que fuesen los españoles y muy buenos
tur… se llaman papas [f. 4v.]. Hay yuca, que también la hay en Santo
Domingo, también la hay en Santo Domingo, y otras raíces muchas,
muchos bledos, y verdolagas en gran cantidad, naturales de la tierra;
gran copia de yerba buena; en Santa Fe tanta, que cubren el suelo
con ella los días solemnes
Hay mucha murta [“turma”? mirtos o arrayanes, o talvez las cerezas
criollas o capulís] Grandes árboles y pequeños que dan una fruta muy
sabrosa que guayabitas
En Tocaima y San Miguel
Sin cultivar nacen albahacas, muchas, mucho ají y de· muchas
maneras; yerbas de flores olorosas hay muchas, aunque no se
acuerda. Hay mucho llantén como el de acá; mucha verbena en gran
cantidad. Hay berros de la tierra como los de acá en algunas partes.
Muchas malvas como aca en el reino; lengua cervina (42) en mucha
cantidad.
(42) Lengua cervina= La Polipodiácea Phyllilos scolopendrium
Newman. Astringente, desopilante del bazo en la Farmacopea
española.
Hay mucha yerba en los campos donde hay dehesas. La yerba es toda de
hebra larga y buena para ganados, aunque en la tierra fría es más
sustancial aunque no tan viciosa como en otras partes calientes.
133
Mucho tabaco, con que se emborrachan los indios para adivinar lo
que qviere(n) saber, pasado o por venir. Hay mucho helecho, y
palmas en tierra caliente.
De España: mucho trigo y cebada, tan bueno y de tan buen pan y
mantenimiento como lo de acá; siémbrase y cógese como en
España; por agosto se coge y por enero, y siémbrase por noviembre
lo que se coge en agosto y lo otro por julio y agosto, aunque poco…
Diciembre y enero
aunque el [f. 5]… en las sembradas le ofenden las nieblas y piedra y
falta de aguas y sobra (43) su peso es de ordinario, el trigo a peso
de oro y la cebada a medio peso. Llévase a vender en harina desde
Santa Fe y Tunja, donde lo hay, porque en los otros pueblos no lo
hay, por falta de valles templados. Llévase a vender a Vélez y a La
Palma y a los otros lugares comarcanos, y a Cartagena entra harina
y bizcocho.
(43) Sobra = De agua. se entiende: exceso de lluvias.
La cebada se gasta toda en la tierra para las cabalgaduras, a las cuales se
les da mezclada con maíz porque es de más mantenimiento. Hortalizas hay
de España muchas habas, ajos, cebollas puerros no, lechugas, berenjenas,
garbanzos, mucho arroz, perejil, culantro de que se hace confitura; muchos
nabos y mostaza, tanto que viene a vender que las aves lo han poblado en
todas partes y son buenos de comer. Hay muchas calabazas. La mostaza se
lleva a vender a algunas partes. Parécele que se han comenzado a dar
espárragos o alcaparras. aunque diferentes en color y calidades.
Ganados de la tierra: En la tierra no hay granjería de ganado
ninguno; pero hay leones y tigres a la parte de Muzo y los colimas y
en otras partes en las montañas, que hacen daño en los ganados
aunque no mucho, porque no son muchos. Venados muchos como
los de acá y mayores; mátanlos y hacen cecinas. Hay puercos
salvajes, el ombligo en el espinazo. Hay conejos de la tierra aunque
no a... que deben de ser liebres [f. 5v.]. Aves de rapiña hay muchas,
aunque diferentes en color y calidades. Hay perdices pequeñas y
pardas, a la manera de codornices, sino que tienen la cabeza como
cogujada (44), palomas, torcazas y tórtolas y gorriones algo diversos
de los de España. Jirgueros, aunque no cantan tanto como los de
España; son más negros en las espaldas.
(44) Codornices con cabezas como cogujadas= Estas últimas. aves
europeas que tienen un copete. Las codornices en Colombia son
Colinus cristatus y Odontophorus sp.
134
En todas las partes en las donde se pueden regar los panes los riegan.
Principalmente en la laguna de Tunja y en Santa Fe y en algunas partes
donde hay disposición.
Animales y ganados de España: Muchas vacas y bueyes de
cuerpo; aran y carretean con ellos; hay muchos dellos; valen a 6
pesos para arar; para la carnicería valen más barato, los cuales se
sustentan del campo perpetuamente. Hay muchas ovejas y carneros
de lana fina merina; gástase en la tierra, porque ya se comienzan a
hacer sayales, mantas y jergas.
Hay muchos ingenios de azúcar de que se hacen conservas y confituras.
Debe haber una docena de ingenios en el distrito de Santa Fe y Tunja
Y queso, todo de vacas y muy excelente, que se lleva a otras partes
donde se lleva la harina (y) cecinas hasta Cartagena ... por este... [f.
6]... Hay cabras muchas, que por la mayor parte [paren] a dos
cabritos, los cuales son buenos de comer, y la leche de ellas es muy
buena y los cueros se curten para calzado, que todo se curte en
tierra de Tunja. Hacen también cecina dellos para los indios y
labradores del campo.
Cúrtense los cueros y son buenas suelas. Valen baratas cabras y ovejas
Grande abundancia de puercos, y todo el año se matan y es muy
bueno, como el de acá; tráense los jamones para Cartagena y minas
de Mariquita y tierra caliente, donde no se puede cecinar; vale de
ordinario un jamón de tocino medio peso lo menos y un ducado. No
sabe que haya bellota ninguna de qué sustentarse. Dice que hay
puercos y vacas comadrones, yeguas. y caballos, y muchas mulas,
aunque hay pocos asnos, sino sean para garañones, y los hay no se
sirven dellos. Hay caballos de todos colores, regalados de silla,
buenos y galanes y gordos, y muchos para arrias; valen los
regalados a trescientos, a doscientos, ciento y cincuenta. Toda la
caballería es quieta (45). Las mulas y machos valen no …
[deteriorado folio al final)... [f. 6v.] en las arrias y caminos y no para
arar, porque no vienen tan bien con la naturaleza de los indios como
los bueyes.
(45) Toda la caballería es quieta en el Nuevo Reino = Entiéndase
mansa, por oposición a cimarrona o montaraz.
Los que son criados en tierras frías son más fuertes y´ de más trabajo que
los otros, por la yerba no ser tan viciosa.
Mantiénense estos ganados es cebada y maíz, aunque el maíz es de
más sustento y si beben en comiéndolo, revientan, y todo el año
comen yerba. Llévanse las mulas y muletos a vender al Perú
135
algunas veces (46). Muchas gallinas de España buenas; vale ocho y
un gallo u dos por un peso de oro. Críanlas los indios, mantiénenlas
con los granos, cebada y maíz. Hay palomas de acá.
(46) Mulas y muletos al Perú = Se llevaban a fines del siglo XVI y
principios del XVII (Patiño, 1970-1971, V, 190)
Serpientes y nocivos
Hay víboras y culebras de cascabel y otras serpientes muy
ponzoñosas. Las hormigas son muy ponzoñosas y perjudiciales y
muchas. No hay mosquitos en la tierra fría, aunque los hay en la
tierra caliente. Hay muchas niguas, que son menores que pulgas y
métense entre las uñas y la carne de los pies y en las otras partes y
carne, y allí viene a crecer como lentejas, y muertas están llenas de
lendrecillas; métense en la carne sin sentir y sin parecerse el agujero
por donde entra en el cuero.
Lagartos hay, aunque no grandes. [f. 7].
Los caimanes no tienen lengua, sino un paletilla que le tapa el tragadero.
De manera que aunque abran la boca no se les entre agua. No comen ni
pueden comer dentro della sino fuera
Rios y pescados
Ríos: Dos leguas de Santa Fe pasa el río de Ontibón que es el
principal brazo del Río Grande; corre por medio la vega; deja el lugar
al oriente, algo atravesado al mediodía; es el principal nacimiento del
Río Grande; nace dentro del mesmo Reino; es grande, aunque
cuando no va crecido se vadea por las carretas junto a Ontibón,
paso de indios y del rey; se pasa por una puente de madera. y en él
entran otros brazos y ríos de no mucha cuenta, de manera que
cuando llega a Tocaima va ya hecho río grande.
Pescados de escama y sin escama
Hay en él unos pescados de comer. feos a manera de anguillas; los
mejores se llaman capitanes, que no es pescado de escama;
péscanlo los indios y españoles con anzuelos y redes; cébanlos con
lombrices; véndenlos los indios los días que no son de carne,
baratos. En este río otros pescados, ninguno de escama que haya
visto, aunque hay otros sin ellas. Hay muchos cangrejos pequeños,
aunque buenos; los pescan los indios ... [f. 7v.]. Todos los ríos por la
mayor parte lIeva(n) grande corriente: hay mucha disposición para
molendas; haylos donde se coge mucho trigo y estos de particulares,
que los hacen para hacer su trigo harina. El agua de estos ríos es
muy buena de beber, y así de las fuentes que las hay por montes y
136
caminos. Junto a Tunja hay una fuente muy grande, donde bebe la
ciudad toda.
Lagunas
Esta está entre sierras y es tan grande que tiene de largo cerca de cinco
leguas u de ancho dos y tres y más y menos hoy. Hay en ellas islas muchas y
en algunas viven indios.
Hay tres lagunas notables: la una es laguna Tinjacá, de donde sale
el río que llama de Suárez, que pasa por cerca de Vélez en el
camino que va de Tunja y entra en el Río Grande. juntamente con río
de Carare, con el cual se junta. Habrá desde Santa Fe hasta esta
laguna tres jornadas, como doce leguas. En el distrito de Tunja,
términos de Santa Fe, por la parte de Susa; hay pescado de los ríos
mucho.
La grandeza
Otra laguna grande dicen de Guataguita, en los indios del capitán
Venegas, en jurisdicción de Santa Fe, e dos jornadas della en el
camino de Santa Fe para Tunja hay pescado en ellas de los ríos, y
es fama que los indios han echado en ella mucho oro de sus
santuarios y que ya se ha sacado algo dello… [f. 8] desaguar para
buscar el oro y no se ha podido hacer, ni parece que conviene,
porque no se lagune una vega que está a mano izquierda.
Otra laguna también grande, de más de una legua, está como legua
o media en el camino que va de Tunja para Vélez: está en un valle
muy fértil donde se coge mucho pan, trigo, cebada y maíz y se crían
muchos ganados. Los indios de alrededor desta laguna son del
capitán Patiño y Gregorio Juárez y Juan Petro Maldonado, vecinos
de Tunja.2
Volcán
En Vélez hay un volcán que muchas veces echa humo,
especialmente cuando llueve, y echa piedras quemadas.
Vélez, temporal
Caen en Vélez muchos rayos; dicen que no caen tantos como solían
en las partes y pueblos donde hay el Santísimo Sacramento [f. 8v.]:
Caminos
Todos los caminos generalmente en el Nuevo Reino son muy malos,
de cuestas y ríos y malos pasos y quebradas y pantanos. El menos
malo es de Vélez a Tunja y Santa Fe y los de alrededor de Tunja y
Santa Fe. Los peores son desde el desembarcadero de Carare hasta
Vélez. No pueden andar carretas, sino solamente en los contornos
2
[Es la laguna de Iguaque.]
137
de Santa Fe, que llaman Savana grande y es la vega. Los demás se
andan con arrias, con mucho trabajo y peligro de los malos pasos.
Hay falta de mantenimientos y ventas, aunque junto a los pueblos de
los indios hay unas casas solas desiertas, sin puertas, a donde se
meten los caminantes y allí acuden los indios, aunque de mala gana,
a traer lo necesario para vender.
Barcuaje [barcaje?] en tiempo de crecientes
Las crecientes son muy continuas, y así para pasar los ríos,
principalmente en el río Suárez algunas y en el río de Sogamoso,
que está de Tunja para Pamplona, y para ir desde Vélez a los indios
de Guane y al río del Oro, y para ir de Tunja a la gobernación de
Venezuela, es necesario pasar los ríos por cabullas, que son una
maroma gruesa con una argolla [f. 9] y de la argolla cuelga un lazo
sobre el cual se cuelgan los hombres y se atan y así se pasan las
cargas. Las bestias pasan a nado, con un cabresto que tiran de la
otra parte. El precio es el que qvieren. Otros ríos hay que se pasan
por puentes de guaduas y bejucos, que son las guaduas, cañas ut
supra, atadas con bejucos de unos árboles a otros, y si no son harto
largas, atan las unas con las otras.
Armas. fundación, vecindad de Santa Fe
Santa Fe es ciudad que está asentada al pie de la sierra de Bogotá
ut ... supra, parte en llano y parte en cuesta. Los edificios de las
casas de los españoles son buenos y la traza como las de España,
de patios y de piedra y tapias. y portadas buenas; las calles anchas y
bien ordenadas.
Lo mismo en Tunja y algunas ya en Tocaima y Vélez.
La iglesia mayor está en la plaza es de paja, porque estaba hecha y
cayose. Las casas de los indios son de paja el techo, las paredes de
caña, palos y lodo, que se llama bahareque (47). Desde la iglesia
mayor se ven los monasterios que son de Santo Domingo y San
Francisco y el Carmen [f. 9v.). por una calle adelante que va hacia el
norte. Los monasterios no son bien edificados. Hay buena piedra
berroqueña y madera y cal; yeso no, que sepa. No hay casa fuerte
ninguna.
(47) Ajareque = Bahareque, bajareque = Como se refiere a las casas
de Ios indios y no a las de los españoles. este sistema de
construcción debe ser prehispánico. y contra todo lo que se supone,
no se originaría en climas calientes, sino en los fríos. Compárese
esto con la descripción de. las viviendas en Trinidad de los Muzos.
Tamalameque y Tenerife.
138
Santa Fe bebe de unas fuentes que tiene alrededor
Tunja puédese decir que está asentado en un páramo sin árboles y
sin abrigos, para muchos vientos y nublados que hay en él edificios
allí, por estar allí antes el señor de la tierra, que se llamaba Tunja, a
donde está la dicha fuente grande. No hay casas arzobispales,
porque las que había -que eran del arzobispado- dejólas al hospital.
Hay alrededor destos pueblos estancias dadas por la justicia para
casas de campo y ganados y labranzas. Aunque no hay colmenas,
hay abejas en los árboles y arcabucos, de unas abejuelas pequeñas
que no pican y hacen miel en tierras calientes y templadas. Es la
miel buena cociéndola primero, porque si no es agria. La cera dellas
es negra y aprovecha para candelas sino que se gasta mucho y
echa mucho humo. Llevan cera de acá: de España ... [f. 10]. De
encomenderos no sabe. Las ocupaciones y entretenimientos de los
españoles, de más de los indios, son tratos y contrataciones de
mantas de la tierra para Popayán y otras partes, harinas, quesos,
bizcochos, jamones. y de mercaderías de España tráense al Reino
paños de colores y frazadas de hacia el Perú. En La Palma y Muzo
se entiende que hay mucho oro, aunque los indios lo esconden. Hay
oro también en el río del Oro, que cae en la jurisdicción de Vélez y
Pamplona. El oro que se saca es finísimo, de veinte y tres quilates,
aunque es poco lo que se saca. Los indios lo sacan y algunos que
tienen negros.
Indios: Hay alrededor de Santa Fe, están los indios más reducidos a
pueblos, aunque de mala gana y así se va y tornan a derramar en
las otras partes.
Y Tunja los cuales afrenta por lo más ordinario cerca del agua y en cada
poblezuelo no más de quince y veinte vecinos, salvo en algunos pueblos
grandes que hay como son Bogotá y Ontibón ¨deteriorado* que son de
Santa Fe.
Y en los panches, colimas y muzos no hay población junta, aunque
se llaman de un nombre los que están ... [f. 10 v.] aunque las casas
dellos que se llaman buhíos, que todas son de paja, como queda
dicho, están apartados unos de otros a legua o a media legua a
legua y a tiro de ballesta y arcabuz cada casa; salvo y en algunos
buhíos grandes se allegan cuatro o cinco o seis vecinos. La causa
de ser tan mal inclinados a pueblos, es porque de ser ruines, son
enemigos de que sepan sus costumbres, porque son sin secreto,
curiosos y parleros.
Falta de indios
139
Hay notable falta de los muchos indios que antes había,
especialmente de los panches, a causa de enfermedades y trabajos,
y que ahora doce años murió gran copia de indios, especialmente en
el distrito de Vélez, de viruelas, y ahora un año murieron muchos de
un sarampión, y siempre se advierte que van en disminución. y son
de la estatura y tamaño de los españoles y algunos mayores,
generalmente desbarbados, aunque algunos pocos con ellas. Son ...
[f. 11] cabellos largos como las mujeres, las cuales mujeres son
también de buen (parecer), aunque todos bazos, sin diferencia
sensible en la color. En las cabezas difieren, porque los moscas las
tienen redondas; las de los panches como tablas, porque cuando los
cría(n) se las emprensan entre dos tablas, una por la frente y otra
por el colodrillo.
Religión
Los colimas y muzos son descogotados, de buenas fuerzas, aunque
flojos y de poco ánimo para el trabajo, grandes comedores y
bebedores y amigos de supersticiones. Viven mucho por la mayor
parte. Son amigos de hurtar y así hacen muchos hurtos,
principalmente en ganados. Muy mentirosos, sin verdad y más los
que son cristianos ladinos, y todos dados a vicios, principalmente de
la carne. Los moscas son peores que todos, porque son muy
avarientos de oro para ofrecer al demonio, astutos y engañadores y
falsos, y qvieren que siempre les traten verdad; grandes tratantes y
mercaderes. Los panches es gente noble de condición, sino... [f. 11
v.] que tienen algo inclinados a comer carne humana, habladores
con el demonio y muy medrosos dél y señaladamente
supersticiosos; también viciosos de la carne; muy celosos de sus
hijos y mujeres; bestiales y torpes en sus cosas y no de mucho
entendimiento; muy aficionados a borracheras y comidas; fáciles de
engañar; más fieles que los moscas y no tan tratantes, aunque de
más fuerzas y trabajo. y generalmente los unos y los otros
pusilánimos, aunque los panches son de mayores cuerpos, amigos
de contar sus valentías en las borracheras, a: donde por ocasión de
contar sus hazañas riñen muchas veces y se matan, y cuando
alguno mata a otro en señal de valiente, se agujera el labio de abajo
por la parte de fuera. Son serviciales y callados y sin tantas quejas,
como los moscas, los cuales se quejan a la justicia aunque no les
hagan más de amenazarlos, y 'así algunas veces se hieren ellos
mismos o se hacen mayores las heridas para tener ocasión de
quejarse [f. 12].
140
Las jornadas de Santa Fe son: a seis leguas de Santa Fe a Tunja,
cuatro jornadas de Tunja a Vélez, dos, Sogamoso al oriente de
Tunja, ocho leguas a Vélez, dos jornadas la villa de La Trinidad; es
de la provincia, porque así llaman a los indios. De Santa Fe a la
Trinidad hay cuatro jornadas. Los indios de Santa Fe se llaman
moscas. La villa de La Palma, fundada por don Diego de Agreda
(48), a su parecer dista tres o cuatro jornadas desta de La Trinidad
dos o tres línea recta, desde donde no se puede ir a ella por el
peligro de los indios, por ser todos gente belicosa y no estar
enteramente de paz no hay arena para echar a una calandria?
(48) La Palma, fundada por Diego de Agreda = La mayoría de los
historiadores atribuyen esta fundación a don Antonio de Toledo: Este
Diego de Agreda es uno de los oficiales reales firmantes de la
relación del Nuevo Reino que sigue a la presente. [El fundador más
creíble es Gutiérre de Ovalle, en junio de 1563, por orden de Venero
de Leiva, para anular una fundación hecha en noviembre de 1561
por Toledo, de Mariquita. Ovalle relata esto en detalle en la Relación
de la Palma. En el documento de 1572 que sigue a este los oficiales
reales dicen que la fundó Toledo].
Vietá pueblo de indios en tierra de patangoras, s1on indios bravos,
muy amigos de borracheras de chicha y siendo borrachos, bailan
alrededor de un palo y allí cuenta uno sus valentías y sale luego otro
y dale con un palo diciendo que es más valiente él y si le mata, luego
los parientes salen a la venganza y así se matan unos a otros, casi
hasta acabarse. Dista de Santa Fe siete, ocho y de Mariquita dos o
tres días al austro.
Chita, pueblo de indios y provincia, siete o ocho jornadas de Santa
Fe hacia los llanos del Dorado.
En la provincia del Reino de Granada no hay lengua general, sino
muchas y muy diversas; pero las que más se dejan entender son las
de los panches, que es tierra de Tocaima y la... ´,
En el reino de Granada hay lengua general. la que se entiende es la de los
panches que es tierra de Tocaima. Céspedes
Villa de San Miguel y la de Los Colimas y Muzos. Villa de San Miguel
dos jornadas de Santa Fe, el camino que va de Santa Fe a Rionegro
[Río Negro] que pasa al occidente de Santa Fe en tierra de indios
panches, Mátima, Tocarerna, Síchima, Nocaima, Casairna,
Chapairna, pueblos de indios sujetos a la villa de San Miguel, todos
a manderecha del camino que va de Santa Fe a indios Tocaima
pasada la cuesta de Zipacón. (Fin de este documento).
141
142
PARTICULARIDADES DEL NUEVO REINO, 1572, POR LOS
OFICIALES REALES DE SANTA FE DE BOGOTA.
143
tienen entre frailes y clérigos y por el servicio de las iglesias. Yen lo
que toca a las dignidades, prebendas y beneficios proveídos por
S.M. a que ellos sirven, y los hasta aquí proveídos y presentados
parece(n) ser suficientes. Yen lo que toca a la doctrina de los indios,
suele haber diferencia entre el perlado ordinario y los frailes
dominicos y franciscos, porque el perlado ordinario dice que como
propio cura que es, ha de poner curas en los repartimientos de indios
para que administren los santos sacramentos y doctrinen los indios y
los instruyan en las cosas de nuestra santa fe católica, y que para
ello los ha de examinar y aprobar, aunque sean frailes de cualquier
orden. Los frailes dicen que no han de ser examinados y aprobados
por el ordinario', sino de sus propios perlados. Y los encomenderos
decían que ellos habían de poner en sus repartimientos conforme a:
sus encomiendas, dotrina suficiente a su contento; y esto de los
encomenderos pasa por la cédula de su majestad que vino en su
favor, en que manda que ellos escojan y pongan dotrina suficiente
en los pueblos de sus encomiendas como deben y son obligados, y
así lo hacen, cada uno conforme a su posible y calidad y cantidad de
su repartimiento. En lo demás, acerca del examen y aprobación
entre el ordinario y frailes, hay diferencia, porque los frailes dicen
que no han de tener examen ni aprobación ni licencia del ordinario,
sino que por su propia autoridad lo han de hacer, [f. Iv.] los cuales
vienen a esta tierra por mandado de S.M. y les manda pagar el costo
e costas de fletes y matalotaje de su Real Hacienda fasta venir a
ella, y dicen que para dotrinar y administrar los sacramentos a los
naturales, tienen licencia de Su Santidad y de S.M. y de sus propios
perlados, y que ansí lo han de hacer sin la del ordinario. Demás
desto, por constitución signudal deste arzobispado, está dispuesto
que al sacerdote que estuviere en dotrina de indios se le den de
salario doscientos pesos de oro, que es moderado salario, según la
calidad y costa de la tierra y que los pague el encomendero. Los
frailes -como dicho es- vienen a costa de su majestad, y así piden y
llevan los salarios de la doctrina de los pueblos de S.M. como de los
pueblos de los repartimientos de los encomenderos, y se les paga a
ciento y cincuenta pesos de buen oro por cada doctrina entera de
S.M. en cada un año, y los encomenderos lo que se conciertan,
conforme a los pueblos y renta que cada uno tiene. En cuanto a la
conversión de los indios, nos parece que se hace poco fruto y en su
administración espiritual y temporal, y no sabemos si está la falta
dello en los indios o en los sacerdotes o en otras personas, porque
hay pocos cristianos y mal doctrinados entre ellos. Necesidad hay
144
que Nuestro Señor provea su gracia para los unos y los otros.
Ansimismo tienen los frailes diferencia con los clérigos y curas
acerca del administrar sacramentos entre los indios naturales, por
virtud de un propio motu que tienen los frailes de Su Santidad para
ello en las Indias, y entendemos que el deán y cabildo y los perlados
de Santo Domingo y San Francisco, cada uno por su parte habrán
avisado a V.S. de su justicia e derecho. No tenemos más que decir
cuanto a este capitulo, sino que Nuestro Señor dé gracia a S.M. y a
V.S. para que en todo ello provean lo que más convenga a su
servicio y a la paz y quietud y conversión y administración espiritual y
temporal de los indios naturales desta tierra. En la santa iglesia
catedral deste Reino, al presente hay cuatro dignidades y un
canónigo presentados por S.M., entre los cuales se reparte la cuarta
parte de los diezmos, que podrán valer dos mil pesos de oro. Los
que al presente sirven, parece que dan buen ejemplo con su vida y
costumbres. Oficio eclesiástico no lo hay en este arzobispado
proveído por S.M., fuera del perlado y prebendados de la catedral.
Algunos beneficiados hay proveídos en iglesias parrochiales deste
reino, pero como valen poco, van allá pocos pedidores por ellos.
3- En cuanto al tercero capítulo que trata de provisiones de
visorreyes, presidentes e otros oficios, en este Nuevo Reino de
Granada S.M. nunca ha proveído vjsorreyes, porque la Audiencia
Real ha gobernado después que se fundó; fasta que vino el doctor
Venero de Leiva por presidente della y gobernador de este Reino,
que habrá ocho o nueve años. El cual después acá preside en ella e
tiene el gobierno deste Reino, y en el tiempo que lo ha tenido e tiene
ha servido a S.M., como se verá por los descargos que dio en su
visita, que está en ese Consejo Real de las Indias. El cual ~n las
partes que hay. necesidad e conviene, pone justicias y corregidores,
teniendo siempre atención que no sean pagados de la hacienda de
S.M. ni de penas de cámara, aunque para sus salarios se buscan
modos lícitos, y con esto bis repúblicas son bien gobernadas y
conservadas en justicia. En la Real Audiencia hay de ordinario tres o
cuatro oidores e al presente hay tres, que son el licenciado Cepeda,
que es muy honrado y de mucho valor y bondad, el cual al presente
anda visitando la provincia de Tunja con término de un año, que lo
ha bien menester y se acabará presto, Io cual ha bien menester para
hacer la retasa de los indios, que es cosa de que hay mucha
necesidad que se haga como su majestad lo envió a mandar e que a
S,M, le importa mucho, En la Real Audiencia residen el licenciado
Angulo de Castejón, el cual ha más de diez años que reside en esta
145
Audiencia Real, y es muy honrado y cuerdo y recatado. El licenciado
don Diego de Narváez, vino en la flota pasada y habrá un año que
reside en esta Real Audiencia. Demás desto está e\ licenciado
Alonso de la Torre por fiscal, el cual es muy hombre de bien y celoso
del servicio de S.M., y como tal sirve su oficio en lo que le toca.
Otros oficios de justicia no los hay en este Reino. Solía haber dos
alcaldes mayores que el Audiencia Real los proveía, y estos eran
oficios propiamente para averiguar diferencias y pleitos entre indios,
así sobre tierras como sobre otras diferencias que tenían, porque lo
iban a ver por vista de ojos. Sus salarios eran en condenaciones de
gastos de justicia, aunque pocas veces había de qué; pero cuando
salían eran a costa de culpados. Agora ha venido cédula de S.M. en
que manda se quiten, y ansí se han quitado y de presente no los hay
e a lo que parece no es inconveniente que no los haya [f. 2]. Hay
ansimismo en este Nuevo Reino en cada pueblo dos alcaldes
ordinarios que conocen de cevil y creminal; es cosa conviniente
porque como son vecinos sirven sin salario, Puédese compadecer e
así hay justicia en los pueblos e sin costa de S. M.
4- En lo que toca al cuarto capítulo que toca a oficios y oficiales e
administración de la real hacienda y aprovechamiento della, lo que
hay que decir en esto es que en este Nuevo Reino de Granada tiene
su majestad tres oficiales de su real hacienda, que son contador y
factor y tesorero (49). Estos sirven de presente sus oficios en cobrar
los quintos e diezmos y derechos reales pertenecientes a S.M., y en
cobrar los tributos de los indios que están en su real corona y en
cobrar las deudas que a su majestad se deben, y pagar los salarios
al presidente e oidores e fiscal e oficiales e personas que tienen
merced de su majestad; de todo lo cual se tiene la cuenta que
conviene, En esta tierra no hay granjerías que se puedan tener por
de S.M., porque no las hay en la tierra, y así no se responde a ello.
En cuanto al aprovechamiento, más de que se cobra lo que a S. M.
pertenece y se paga lo que manda por sus reales cédulas y
provisiones, y lo que sobra por su cuenta e razón, se envía en cada
flota a su majestad a la Contratación de Sevilla, con relación muy
particular dello.
(49) Oficiales reales = Son los firmantes de la relación por su orden,
Juan de Otálora, Diego de Agreda y Gabriel de Limpias Feijóo.
5- En cuanto al quinto capítulo que trata de oficios de almirantes,
oficiales, capitanes, generales y flotas y de armadas, en cuanto a
esto desde este Nuevo Reino de Granada, ninguna razón que cierta
sea no se puede dar, porque este Reino está más de doscientas
146
leguas de la costa de la mar, latierra adentro, adonde se sube por el
Río Grande de la Magdalena arriba, y desto a las personas que V.S.
lo habrá encomendado en la costa darán dello mejor relación.
6- En cuanto al sexto capítulo de entradas y descubrimientos nuevos
y nuevas poblazones, a este reino han venido mandatos de su
majestad en que lo ha proveído y prohibido, y asimismo ha venido
licencia para hacer nuevo descubrimiento e poblazón, como fue la
que S.M. dio al adelantado don Gonzalo Jiménez de Quesada, que
es el que descubrió e pobló este reino, a quien su majestad dio
licencia
(49) Oficiales reales = Son los firmantes de la relación por su orden,
Juan de Otálora, Diego de Agreda y Gabriel de Limpias Feijóo.
para el descubrimiento y poblazón de la provincia del Dorado; el cual
partió de esta ciudad de Santa Fe por el mes de enero del año de mil
e quinientos y setenta años con copia de trescientos hombres poco
más o menos, sin cantidad de indios naturales, y después que partió
y entró en la tierra, han venido algunos soldados que no han dado
tan buena relación de la tierra como la tenían cuando para ir a ella se
decía, aunque después por relación de indios y negros que han
salido, se ha tenido mejor nueva de la tierra y de la gente della y del
adelantado y de la suya. Y agora a la postre se ha dicho por nuevas
de la costa que está poblado en la provincia de Guayana, donde hay
muchos naturales y buena tierra e rica, pero fasta agora no se sabe
cosa cierta del dicho adelantado ni de su gente ni si ha poblado o no,
qué suerte de gente o manera de tierra ha hallado; porque la tierra
es larguísima para andarla, pero de pocos Nuevas poblaciones
naturales. Y en las poblazones o nuevos descubrimientos lo que se
pretende y busca es copia de naturales y donde lo hay se procura de
buscar lugar para poblar, e donde no lo hay no se tiene cudicia a la
tierra, sino fuese por particular gracia que toviese, que es como
minas ricas de oro o de plata o de piedras o metales; porque
teniendo esto o siendo para seguir direse para seguir cuando los
intereses son más que las cos(ta)s, y habiendo esto se puebla, e
faltando queda yermo. E así hay grandes tierras en esto que dicen
del Dorado, todas yermas de españoles y con muy pocos naturales.
A este mismo descubrimiento o poblazón del Dorado venían don
Pedro de Silva e Diego Hernández de Serpa, aunque tomaron cada
uno dellos la derrota para sus entradas por otras partes, que fue el
don Pedro por la gobernación de Venezuela y Diego Hernández de
Serpa por Cumaná, costa de la mar del norte, los cuales por las
causas que para ello tuvieron o les sucedieron -que no sabemos
147
cuáles fuesen- no hicieron las entradas, aunque Serpa murió en ella,
y la gente que traían ambos se desbarató. y en cuanto toca a nuevas
poblaciones desta tierra, el doctor Venero de Leiva, presidente y
gobernador en este Nuevo Reino, no las permite en su distrito, y
cierto es acertado porque se excusen muertes y malos tratamientos
de indios, porque para ir a nuevo descubrimiento o poblazón no hay
soldado, por sencillo que sea, que no lleve tres o cuatro indios e
indias que le sirvan y estos naturales son naturalmente delicados en
sus complixiones, porqué en sacándolos de su tierra y naturaleza
donde son criados para otra parte, luego adolecen y por Ia mayor
parte mueren. Esto es en cuanto a los amigos o domésticos; que en
lo que toca a los que están por subjetar, son de tal calidad y
naturaleza que jamás dieron la paz llanamente, sino es conquistados
y apremiados y' muerta la mitad dellos, y aun entonces por muchos
años no se tiene seguridad dellos, porque se alzan o lo intentan. y a
esta causa el doctor Venero como gobernador no lo permite, por
excusar las muertes y daños que se representan. Pero es verdad
que en este Nuevo Reino de Granada hay un pueblo que se dice
San Sebastián de Mariquita, en cuyo término, de veinte años a esta
parte que se pobló, se ha sacado grandísima suma [f. 2v.] de pesos
de oro, y así por ser la tierra caliente e no muy sana, como por la
desorden que en los principios dizque hobo en el modo del sacar del
oro, han faltado los naturales y demás desto va faltando el oro, y así
las contrataciones deste Nuevo Reino van aflojando y los derechos
reales son menos. Junto de esta ciudad o muy cerca. que no serán
tres o cuatro leguas de San Sebastián de Mariquita, está una
provincia que se dice Gualí, la cual está en sierra, y este pueblo de
Mariquita en lo llano, y como los indios de aquella sierra conocen la
ventaja que tienen en la manera de la tierra para se fortalecer, han
hecho algunas muertes a españoles y están alzados e indómitos, e
como el Dr. Venero, presidente y gobernador, procura de estorbar
todas muertes e malos tratamientos de indios, disimula con dar
licencia para que los vayan a castigar aunque la intención de los
vecinos de aquella ciudad de San Sebastián de Mariquita
principalmente es que en aquella provincia e sierra de Gualí se
poblase una villa subjeta a la ciudad de Mariquita e con hacer
aquella nueva poblazón de necesidad e sin duda, los indios de
aquella provincia serían subjetados y se quitaría aquel nido de
salteadores y ladrones y de maleficios que allí se cometen, y sería
gran riqueza para los que la poblasen y tuviesen allí gente. Porque
aquella provincia es. según su comarca y dicen los que lo saben,
148
riquísima de oro debajo de tierra, e con haber allí junta de gente e
poblazón, la gente que allí residiese sería rica y muy aprovechada, y
los quintos y derechos reales muy aumentados. Y esta es opinión de
muchos y aun de todos y que se tiene por cierta. y si su majestad
diese licencia para ello, digo, para hacer o fundar aquella villa como
está dicha, a muchos alcanzaría parte del bien e serían remediados.
Tiénese por cierto que el doctor Venero, presidente e gobernador, no
dará licencia para ello por lo dicho, aunque ha dado palabras de
esperanza, debajo de ciertas justificaciones y limitaciones que para
ello manda a hacer, y si su majestad fuese servido de la dar, vernían
los bienes que tengo dichos así para el bien universal como para los
reales quintos y derechos pertenecientes a S.M. Otras provincias y
valles hay en la comarca y jurisdicción deste Reino de cantidad de
naturales y razonable tierra y vistas. que se podría poblar y pacificar
y repartir a los pobladores, de que se seguiría mucha utilidad, como
son el valle de La Plata y el Papamene y las espaldas de Guatavita y
otras partes; que en algunas partes destas se podrían poblar dos o
tres pueblos y en otras uno, y esto se sabe por los que lo han visto e
paseado, y S. M. sería dello muy servido y sus quintos aumentados y
este Reino y provincias remediados y muchos soldados que andan
por aquí vagando, que no saben qué hacer ni hallan de comer y en
qué entender, serían ocupados en servicio de S.M., y con esto se
aseguraría mucho esta tierra de sospechas de alteraciones y
revoluciones y desasosiegos, que causan la gente vagabunda que
anda perdida. V.S. lo vea y provea cómo S.M. sea muy servido y sus
vasallos vivamos seguros en paz y quietud, y que esta gente se
ocupe en su servicio.
7- En cuanto al séptimo capítulo, que trata de materia de
navegación, desto no tratamos, porque dello darán razón los que
residen en los puertos de mar mejor Que no nosotros, que estamos
-como está dicho- más de doscientas leguas la tierra adentro. Y en
cuanto a materia de mercedes y gratificaciones, en esto hay mucho
que decir, porque hase tomado en esta tierra estilo que cada cual, en
pretendiendo ir o enviar a España, luego hace una probanza de
servicios, y si esto hiciesen los que verdaderamente han servido a
S.M. estaría bien fecho y que se les gratificase; pero hay muchos
que sin salir del pueblo en toda su vida de aquí y de allí hacen un
manojo de preguntas y luego hallan con quién se las pruebe, y ni
falta acá solicitud para que el Audiencia dé su parecer ni allá en
Consejo favor para que sean vistas y proveídas. Y hay otros que
aunque hayan bien servido que llevan bastantes probanzas o las
149
envíen, nunca alcanzan lo que pretenden ni premio de sus servicios.
E así para decir señaladamente en esta materia, no se puede decir
cosa más de que en las mercedes que S. M. allá hiciere, acá se
obedecía y obedecieran, y en cuanto a lo de acá se tiene por ley
inviolable que de la caja y hacienda real no se dé y provea a persona
ninguna de ninguna cosa y por ninguna causa ni razón, sin expresa y
especial cédula y mandados de S.M.
8.- En cuanto al octavo capítulo que trata de lo que incumbe a los
oficios de la administración de la Hacienda Real e que se envíe
copia autorizada de todas las leyes y ordenanzas de su majestad e
instrucciones de los oficios e lo que más el dicho capítulo dice,
decimos que las cédulas y ordenanzas que su majestad ha enviado,
está la copia dellas asentada en los libros que están en poder del
secretario del Consejo Real de las Indias; porque en lo tocante a las
cédulas suelen venir dirigidas al presidente e oidores e las más
tienen en su poder y creemos habrán enviado a V.S. copia dellas e
las que entregan a los oficiales e guardan e cumplen como su
majestad lo manda, Y en esta provincia no vienen cédulas tales que
tengan efecto para adelante, salvo para mandar pagar alguna
merced a alguna persona, como fue al licenciado Tomás López y al
licenciado Arteaga, que fueron oidores de esta Real Audiencia, cierta
cantidad de pesos de oro de [deteriorado renglón]. .. cumplidas, y
hay otras cédulas que su majestad hace merced a los monasterios [f.
3] de frailes de vino para celebrar e decir misa e aceite para las
lámparas del Santísimo Sacramento e a iglesias parrochiales de los
novenos de los diezmos, y estas cédulas vienen. por tiempos
limitados y guárdanse e cúmplense como su majestad lo manda;
cuyas copias están asentadas en los dichos libros en posesión del
dicho secretario del Consejo, y lo mismo las instrucciones que
tenemos en nuestros oficios y para el uso y ejercicio dellos, la copia
y estampa de las cuales debe ser general para todas las Indias. Yen
ellas hay muchos capítulos que aunque se nos mandan guardar en
esta tierra, no se puede usar dellos, porque son para los oficiales
que residen' en los puertos e costa de mar e otras para las entradas.
Easí en este Nuevo Reino se usa de aquello que conviene al servicio
de S.M. e de lo que se usa e trata en esta tierra, y el traslado de
nuestras instrucciones y ordenanzas reales y de las cédulas reales
que están en nuestro poder de que usamos irá con esta y relación de
las cumplidas, aunque -como dijimos- la copia dellas están en los
dichos libros del Consejo.
150
9- En cuanto al noveno capítulo que trata de lo que hubieren
ordenado los oficiales para la buena administración de la real
hacienda o que hayan ordenado los gobernadores en cuanto a esto,
según el orden y estilo de esta tierra, por nuestra parte no hay que
ordenar en lo tocante a la Real Hacienda, más de solamente poner
buen cobro en la guarda y custodia della yen cobrar lo que a S. M.
pertenece, así de sus quintos y derechos reales como de los tributos
de los indios que están en su real corona, e cumplir lo que S.M.
manda en los salarios e limosnas y mercedes que manda pagar. E
cuando alguna cosa se ha ordenado, es que el gobernador e
oficiales reales alguna vez han acordado y proveído alguna cosa
tocante a la buena orden de que se vengan a quintar las esmeraldas
e oro que se sacan de las minas, e a la parte y lugar donde estará
mejor e más convenientemente e a mejor recaudo la caja real o a
que se haga un cuarto para fundición, como se hizo, y estas cosas
son de tal calidad que acabadas de hacer (no) se trata más dellas, y
así las ordenanzas y mando que sobre ello se hicieron cesaron el día
y hora que se acabaron.
10- En cuanto al décimo capítulo que trata de los libros que se tienen
y de los acabados y de los que se van prosigbiendo y orden dellos,
lo que en ello hay es que los libros que están acabados están en
poder del contador de la real hacienda o en un archivo que está en la
sala donde está la real caja, y en ellos y en los que de presente se
siguen e tratan hay el orden siguiente: hay un libro manual -que se
dice de fundición- donde se asienta y registra todo el oro, así en
polvo como de demoras que se trae a la fundición real para pagar
los derechos a S.M., donde se pone la cantidad que se trae e quién
la trae y de qué provincia, parte o minas es, y en que día. Este libro
está en poder del factor y cuando hay qué fundir, en poder del
fundidor en la casa de la fundición. y este se lleva a la sala donde
está la caja real cuando se qviere quintar lo que ha entrado y está
fundido y ensayado; e por la orden que entró se van quintando y
pagando a S.M. sus reales derechos y después a la fundición y
después al ensayador que tienen arrendados los oficios. Hay otro
libro, que se llama manual de la caja, en el cual se asientan todos los
derechos reales que se pagan a S.M. e quién los paga y en qué día,
así de oro de minas como de oro de demoras, como de quintos de
esmeraldas apreciadas a oro, como de quintos de esmeraldas. en
piedras e derechos reales de plata; todo muy declarado, con día y
mes y año y quién lo paga y de qué provincia es el oro de minas o de
qué repartimiento el oro de demoras; de manera que de todo hay
151
claridad. Hay otro libro donde se asientan los cargos de las
condenaciones de penas de cámara de S.M. y quién hizo la
condenación y a quién e ante qué escribano e los descargos e los
libramientos que se pagan de las dichas condenaciones, y en el
mismo libro esta cuenta de por sí, de las condenaciones de gastos
de justicia y estrados reales y cómo se gastan muy particularmente,
con cargo y descargo. Hay otro libro mayor principal donde se
trasladan y pasan todos los derechos reales de oro de minas y de
demoras de indios e quintos, así de oro como de plata, como de
esmeraldas y deudas cobradas, como de arrendamientos de
fundición y ensaye, escobilla y de arrendamiento de puertos y todo lo
demás que en cualquier manera se cobra para S.M., como el oro
que cada año se trae de la caja real de Cartago que es a nuestro
cargo, todo muy declarado. En este mismo libro está cuenta aparte
con cada cacique y repartimiento que está en la corona real, de los
tributos que pagan e cómo 10pagan, conforme a la tasa de cada
uno. En este mismo libro está el descargo de la real hacienda, de lo
que de ellas se paga al presidente e oidores e fiscal e oficiales reales
e a las demás personas que tienen salarios de S. M. y lo que por
razón dello se les paga y en qué día, todo por cuenta e razón que
con cada uno dellos se tiene, y lo que se envía a S.M. En este
mismo libro se asientan todos [deteriorado]. .. libramientos? que en
cualquier manera se libran en el tesorero, para que de la hacienda-
real que es a su cargo [deteriorado] ... se libra e para qué razón y
qué cantidad [f. 3v.J. y en el libro de cargo y descargo de penas de
cámara y gastos de justicia y estrados, se asienta el descargo de lo
que en ellas se paga y los libramientos, y cómo y a quién y en qué
manera, por día, mes y año, todo por su cuenta e razón, de la misma
manera que de la real hacienda. En este mismo libro se trasladan
todas las provisiones que S.M. da por título al presidente e oidores e
oficiales reales y el día en que son recibidos, e asimismo las demás
mercedes que su majestad hace a frailes, monasterios e a otras
personas, en cualquier manera. Ahí mismo hay otro libro donde se
asienta e ponen las almonedas de los tributos de mantas de los
indios de S.M., e cómo se venden y rematan y por qué precios y en
qué día y a quién, y en este mismo libro se ponen, aparte los
acuerdos que se hacen por presidente e oidores e oficiales, cuando
conviene que se gaste alguna cosa de la hacienda real o se compra
algún libro o papel o otra cosa conviniente a la real hacienda, o
cuando se acuerda que algún oficial de la real hacienda o otra
persona vaya a alguna parte a cosas que convienen al servicio de
152
S.M., y para ir a Cartagena a l1evarel oro de S.M. para enviar a la
Casa de la Contratación de las Indias de Sevilla, como y cuando su
majestad lo manda, e se declara a qué negocio e por qué causa,
todo muy declarado y se pone en el dicho libro. También hay otro
libro donde están escritos y asentados los géneros de rentas y
repartimientos que están puestos en la corona real de S.M. y
memorial viejo de deudas, todo muy especificado. Y otro libro donde
se asienta lo que se trata y acuerda por el oidor más antiguo y fiscal
y oficiales reales cuando se juntan cada jueves, conforme a un
capítulo de la ordenanza de Quito, para que se cumpla para el 'otro
jueves siguiente.
11- En cuanto al onceno capítulo, de las escripturas que se tienen
tocantes a la real hacienda de S. M. e inventario dellas e de los libros
que hay, en cuanto a esto -en lo tocante a los libros- en el capítulo
antes deste está dicho. Y en lo tocante a las escripturas, en esta
tierra no hay contrataciones ningunas que toquen a S.M. para que
haya escripturas, y las que hay son de títulos o ejecuciones o
testimonios de algunos repartimientos de indios que se ponen en la
corona real, y algunas tasas de algunos repartimientos dellos que
están tasados; y estos están e se guardan en la caja real que se dice
el arca de las tres llaves. E allí se pone alguna escriptura de fianza
cuando alguna persona la hace por algún respeto o causa y
concluído el negocio, se le vuelve al otorgante; e así no hay ni es
necesario dar cuenta de escripturas, pues en este reino las que hay
son por la manera que está dicho, y la relación de las susodichas irá
con esta.
12- En cuanto al doce capítulo que trata de la descripción de la tierra
de toda la provincia que cae en este distrito y en qué provincias y
regiones se divide y de su longitud y latitud y lo que más el capítulo
dice, a lo cual lo que hay que decir es que la provincia deste Nuevo
Reino de Granada que se dice Nuevo Reino, tiene de longitud desde
la ciudad de Mérida fasta la de Ibagué, que puede haber ciento e
cuarenta leguas poco más o menos, y de latitud desde la ciudad de
Vélez fasta la ciudad de San Joan de los Llanos, que puede haber
de la una a la otra ochenta leguas poco más o menos. Y en estos
términos hay algunas provincias de tierra fría e otras de tierra
caliente y otras de tierra templada. E por la mayor parte en las tierras
frías hay más copia de naturales indios, y se conservan más que en
las tierras calientes por la mayor parte. En las provincias de tierra
caliente suele haber e hay minas efe oro e de esmeraldas e otros
metales, aunque en esta provincia en Nuevo Reino hasta agora no
153
se han hallado minas de plata que sean de seguir, aunque en
algunas partes se han hallado minas y son pobres, y aunque ha
habido muestras de plata, no se labran ni se siguen, por la costa y
poco provecho que hay-.Y aunque hay minas de cobre y otros
metales, no se han seguido por la misma causa de la mucha costa
que haría. Este Reino por la parte de Mérida que está dicho, confina
e parte términos con el obispado e gobernación de Venezuela; e por
la parte de Ibagué confina e parte términos Con el obispado de
Popayán e su gobernación; e por la parte de Vélez confina con el
Río Grande de la Madalena, que es un río caudaloso por el cual se
sube desde Cartagena y Santa Marta a este Reino doscientas
leguas el río arriba. E por la otra parte de San loan de los Llanos
confina con la provincia del Dorado y todas aquellas tierras, que es
tierra muy larga, en la cual al presente está e anda el adelantado don
Gonzalo Jiménez de Quesada, que es la persona que descubrió e
pobló este Nuevo Reino de Granada. E los caciques e pueblos de
indios e cómo se llaman e qué indios tienen, se hallará todo
declarado en las visitas que han fecho los oidores que han sido
visitadores en este Nuevo Reino, lo cual se ha enviado al Real
Consejo de 1ndias, donde se hallará en poder de los secretarios, y lo
mismo todo lo de las provincias del distrito desta Audiencia que se
han visitado por los dichos visitadores [f. 4].
13- En cuanto al trece capítulo, que trata de la relación de todos los
pueblos de españoles que caen en esta provincia, e quién los pobló
e lo que más dice el dicho capítulo; a lo cual se responde que en
este Nuevo Reino de Granada su provincia hay los pueblos
siguientes:
La ciudad de Santa Fe, que es cabeza del arzobispado e Reino, y
donde está la iglesia catedral y en ella está la Real Audiencia y
Chancillería y en ella está la caja de las tres llaves de la real
hacienda de su majestad y los sus oficiales della. Esta ciudad la
pobló el adelantado don Gonzalo Jiménez de Quesada, viniendo por
lugarteniente de don Pero Fernández de Lugo, adelantado de
Canaria y gobernador y capitán el general de Santa Marta, que venía
con el descubrimiento deste Reino. Poblóse en el año de mil
quinientos y treinta e ocho años
Digo que se pobló el año de treinta e ocho o principios de mil e
quinientos y treinta e nueve año. La ciudad de Santafé.
Terná cincuenta e cinco repartimientos, encomendados en vecinos
La ciudad de Santa F. conquistadores e pobladores e personas que
en ellos han sucedido. Destos repartimientos desta ciudad están en
154
la corona real cinco? repartimientos: el uno se dice Ontibón, el otro
Cajica, otro Guasca, otro Pasca e Chía, Ysaque, otro Choachí e
Tuche. Estos repartimientos le valdrán a S. M. un año con otro dos
mil quinientos pesos, poco más o menos, de oro y mantas de más de
los vecinos que son encomenderos. Será [Santa Fe] pueblo de
doscientas casas poco más o menos. Parte términos por una parte
con Tunja; tiene por esta parte trece o catorce leguas. Parte con
Tocaima y tiene por esta parte siete o ocho leguas. Parte con
Mariquita e tiene por esta parte quince leguas. Parte con San Juan
de los Llanos e terná por esta parte más de treinta leguas; e'por la
parte de la Trinidad [de los Muzos} tendrá otras catorce leguas y por
la parte de La Palma terná diez leguas, que está en medio de todos
estos pueblos. Es tierra fría y templada y en algunas partes alcanza
tierra caliente. De más del arzobispado e iglesia catedral y Real
Audiencia, presidente e oidores della, hay dos alcaldes ordinarios e
los oficiales reales, como está dicho. Más de la mitad desta poblazón
desta ciudad es de piedra y teja y tapia; lo demás son buhíos de
paja. Hay un alguacil mayor de la Real Audiencia y otro de la ciudad,
ambos oficios proveídos por su majestad.
60 Tunja veintidós leguas de Santafé
La ciudad de Tunja está veinte y dos leguas de Santa Fe. Parte los
términos con Santa Fe a ocho leguas, poco más o menos. Tiene
esta ciudad de Tunja más de sesenta repartimientos de indios, poco
más, que están encomendados en conquistadores e pobladores e
personas que han sucedido. En esta ciudad, tiene S.M. un
repartimiento de indios que se dice Sogamoso y Tutasá, que es su
subjeto que podrá rentar mil pesos de oro escasos. Es pueblo
[Tunja] que habrá en él doscientas casas, más de los dos tercios
dellas de piedra, tapias y teja. Los edificios desta ciudad son muy
buenos e perpetuos, porque los materiales son en extremo buenos.
Parte términos con Vélez a siete leguas. Parte términos con
Pamplona a treinta leguas o más. Por otra parte parte términos con
la provincia que dicen del Dorado. Esta ciudad pobló el capitán
Gonzalo Suárez Rendón, que vive hoy y es vecino de Tunja, porque
es de los primeros conquistadores, e por nombramiento de los
cabildos de los pueblos deste reino e a falta de gobernador, gobernó
e tuvo en justicia este reino e dio repartimientos. En esta ciudad
suele haber un corregidor, que es teniente de gobernador y dos
alcaldes ordinarios e dos alguaciles mayores: uno que pone la
ciudad e lo nombra cuando los alcaldes, e otro que nombra el
corregidor. Poblóse al tiempo e sazón que se pobló la ciudad de
155
Santa Fe. Que está ya dicho es tierra fría y de muchos naturales.
Cógese en ella trigo. Hay en ella muchos ganados.
Vélez treinta y dos leguas d Santa Fe. Poblador.
La ciudad de Vélez está poco más de treinta leguas de la ciudad de
Santa Fe e doce de la ciudad de Tunja. Poblóla el capitán Martín
Galeano, que es fallecido, por comisión del adelantado don Gonzalo
Jiménez de Quesada que era teniente del adelantado de Canaria
don Pedro Fernández de Lugo.
Casas
Tiene treinta o cuarenta repartimientos. Habrá en él cien casas; la
mitad serán de piedra y teja. Tiene en él S.M. un repartimiento que
se dice Butaregua, que renta noventa pesos de oro y sesenta
mantas; tiene otro repartimiento que se dice Orta, que no es de
provecho alguno, más de que se encarga la administración a un
conquistador pobre, para que se haga una labranza de maíz e un
buhío en que viva y coma.
Términos
Parte términos con Tunja, siete leguas; con Pamplona a treinta
leguas. Llega su término fasta el Ríi Grande de la Magdalena; por
esta parte terná casi treinta leguas, todo de montaña brava. Es tierra
caliente y templada de pocos naturales. Poblóse cuando Santa Fe y
Tunja. Hay un teniente de gobernador y dos alcaldes ordinarios y un
alguacil mayor. No se coge en ella trigo, sino muy poco. Hay minas
de oro en sus términos, que son las que dicen el Rio del Oro
[deteriorado] [f. 4v.J..
Rio del Oro.
Pamplona setenta leguas de Santa Fe cuarenta y ocho de Tunja
La ciudad de Pamplona está setenta leguas poco más o menos de
Santa Fe y cuarenta y tantas de Tunja. Poblóla el capitán Pedro de
Urzúa, puede haber veinte años. Terná cincuenta vecinos de
repartimientos. Es tierra caliente y templada. Habrá en ella cien
casas poco más o menos, la mitad dellas de piedra e teja, e la mitad
de paja. Parte términos con Vélez; terná por esta parte otras quince
leguas. Parte términos con la villa de San Cristóbal; terná por esta
parte doce leguas. Cógese en ella trigo. Hay en ella un teniente de
gobernador y dos alcaldes ordinarios y un alguacil mayor. Hay pocos
indios naturales.
La villa de San Cristóbal poblóla el capitán Juan Maldonado que hoy
vive; es vecino de Pamplona. Poblóse puede haber diez años, a
título de allanar los términos de Pamplona. Habrá en ella treinta
vecinos. Es tierra mísera y aunque hay algunos naturales algo
156
indómitos, críase ganado. Hay en ella dos alcaldes ordinarios y un
alguacil; suele haber algunas veces un teniente de gobernador.
Parte términos con Pamplona, por aquella parte diez leguas, y parte
términos con la ciudad de Mérida; terná por aquella parte doce o
quince leguas. Por la otra parte va a las provincias del Dorado, e por
otra parte hacia la laguna que dicen de Maracaibo, que sale a la Mar
del Norte.
Cincuenta de la laguna de Maracaibo
La ciudad de Mérida puede haber catorce años que se pobló.
Poblóla Joan Rodríguez Suárez, que es fallecido. Es tierra de buen
temple. Dase en ella trigo y ganado. Habrá treinta vecinos. Es tierra
corta. Está veinte e cinco o treinta leguas, poco más o menos, de
Trujillo, que es de la gobernación de Venezuela; entre estos dos
pueblos de Mérida y Trujillo se dividen el Nuevo Reino de Granada y
gobernación de Venezuela. Por la una parte alinda este pueblo e
parte términos con la ya dicha laguna de Maracaibo y por la otra con
tierras de la provincia del Dorado. Hay en ella un teniente de
gobernador y dos alcaldes ordinarios y un alguacil mayor.
La ciudad de Tocaima está quince leguas de la ciudad de Santa Fe;
a la mitad parten los términos. Por la otra parte linda con la ciudad
de Ibagué, que está otras quince leguas: a la mitad parten los
términos. Por la otra parte lindaba con la villa de Neiva despoblada
Neiva, la cual se ha despoblado por causa de unos indios caribes
que comen carne humana, muy guerreros, que se llaman los pijaos,
que los han despoblado por guerra y porque han acabado de comer
todos los naturales de aquella tierra, y por esta causa por aquella
tierra hay mucha tierra despoblada y pocos naturales, aunque es
tierra de mucho oro, y se criaba mucho ganado. Por esta otra parte
linda con la ciudad de San Sebastián de Mariquita, que puede haber
fasta ella otras quince leguas, y a la mitad parten términos. Es
pueblo [Tocaima] demasiadamente caliente y seco; es sano, donde
van a curar muchos enfermos. Tiene ya pocos naturales. Esta ciudad
la pobló el capitán Hernán Vanegas, que es hoy vivo y vecino de la
ciudad de Santa Fe. Terná treinta vecinos encomenderos e otros
tantos vecinos que viven de oficios y mercaderes. Puede haber
veinte y cinco años poco más o menos que la pobló. Hay un teniente
de gobernador e dos alcaldes ordinarios e un alguacil mayor.
La ciudad de Ibagué está quince leguas de Tocaima, e como está
dicho, a la mitad parten los términos con Tocaima, e por otra parte
está la ciudad de Cartago, que es de la gobernación de Popayán,
que habrá veinte y dos leguas de la-una a la otra; a doce leguas de
157
Ibagué y diez de Cartago parten los términos. Por la otra parte linda
San Vicente de los con San Vicente de los Páez, pueblo nuevamente
poblado. Habrá Páez más de treinta leguas del uno al otro, parte
poblado de indios de guerra; e por otra parte está la ciudad de San
Sebastián de Mariquita, que puede haber del un pueblo al otro diez
leguas, ya la mitad parten los términos. Es pueblo [Ibagué] de buen
temple. Cógese en él algún trigo. Críanse ganados. Tiene pocos
naturales. Esta ciudad la pobló el capitán Andrés López de Galarza,
que es hoy vivo y vecino de la ciudad de Tunja; puede haber veinte
años que la pobló. Hay teniente de gobernador y dos alcaldes
ordinarios y un alguacil [deteriorado]. .. casas de piedra, y tierra y
teja, y terná veinte y cinco [deteriorado]. .. [f. 5].
La ciudad de Mariquita, llamada San Sebastián del Oro, es pueblo
de veinte y cinco vecinos, poco más o menos. Es tierra caliente y
húmeda e algo enferma. Tiene pocos naturales. Es tierra que hasta
aquí ha sido rica de minas de oro, como está dicho arriba en otro
capítulo, Pobló este pueblo el capitán Francisco Núñez Pedrozo, que
es fallecido; puede haber veinte años poco más o menos que lo
pobló. Parte sus términos como está dicho, con Santa Fe a diez
leguas; con Tocaima a siete leguas; con Ibagué a cinco leguas; con
la ciudad de Victoria a seis leguas. Por otra parte, con la villa de
Arma, que es de la gobernación de Popayán, a veinte leguas, Es
plática muy común entre los que tienen noticia desta tierra, que sería
cosa de mucha importancia que entre esta ciudad de Mariquita e
Villa de Arma se poblase una villeta e poblazón, que sería asegurar
aquellos caminos e provincias. Es tierra de oro e todas las comarcas
serían muy aprovechadas e los indios de aquella provincia se
allanarían, que están indómitos y acostumbrados a ser omitidos. Hay
un teniente de gobernador e dos alcaldes ordinarios y un alguacil
mayor.
La ciudad de Vitoria puede haber quince años que se pobló. Es tierra
caliente y húmeda y montuosa, porque está metida en una montaña
espesa y tierra doblada. Tiene pocos naturales. Poblóse allí por
allanar aquella tierra e porque hay algunas minas de oro. Poblóla el
capitán Asensio de Salinas Loyola, que se fue a España puede
haber cinco o seis años. Parte términos con la ciudad de San
Sebastián de Mariquita a seis leguas de términos, e con la ciudad de
Los Remedios a diez leguas, poco más o menos; e por la parte de
Santa Fe con el Río Grande de la Madalena a ocho o diez leguas,
poco más o menos; e por la otra parte con término de la villa de
Arma -que es en la gobernación de Popayán- a quince o veinte
158
leguas, poco más o menos. Terná treinta vecinos e algunos otros
pocos moradores. Hay un teniente de gobernador y dos alcaldes
ordinarios y un alguacil mayor.
La ciudad de Nuestra Señora de los Remedios estará cincuenta
leguas de la ciudad de Santa Fe, poco más o menos. Poblóla el
capitán Francisco de Ospina. Terná cuarenta vecinos e algunos
otros pobladores e moradores e mercaderes. Es tierra caliente e
húmeda e parte montuosa e parte sabana, e es tierra rasa. Habrá
diez años poco más o menos que se pobló. Parte términos con la
ciudad de Victoria a diez leguas, poco más o menos; e por un lado el
Río Grande de la Magdalena a ocho e diez leguas y aun a menos; e
por otro lado la villa de Arma de la gobernación de Popayán, a
quince o veinte leguas poco más o menos, e por delante tierra por
poblar. Tiénese noticia que hay copia de naturales e que es tierra
rica de oro en minas. Hay un teniente de gobernador y dos alcaldes
ordinarios y un alguacil mayor.
La ciudad de la Trinidad, que está poblada en la provincia que dicen
de los muzos, poblóla el capitán Luis Lanchero, vecino que fue de
esta ciudad de Santa Fe, que es fallecido. Está veinte leguas poco
más o menos desta ciudad de Santa Fe. Pobló se puede haber
catorce años, poco más o menos. Parte sus términos con esta
ciudad de Santa Fe a cinco leguas, poco más o menos, y por un lado
con la villa de La Palma a seis leguas de término, e por delante parte
términos con la ciudad de Vélez, a diez leguas poco más o menos.
Es tierra caliente templada. En los términos deste pueblo se han
hallado minas de esmeraldas, que las que se llevaron a S.M. son
deste término, y otras muchas que se han sacado. Tiénese noticia
que habrá en su término minas de otros metales, e aunque dello se
ha traído noticia e muestra, no se ha verificado lo cierto. Terná
cuarenta vecinos encomenderos de indios e otros moradores; por
manera que terná setenta o ochenta casas de paja. Hay un teniente
de gobernador e dos alcaldes ordinarios y un alguacil mayor.
La villa de La Palma estará quince leguas poco más o menos de la
ciudad de Santa Fe. Poblóla el capitán don Antonio de Toledo, que
es fallecido, que era vecino de la ciudad de San Sebastián de
Mariquita: Por la parte de Santa Fe con quien parte términos, terná
cinco leguas. Por un lado linda con el Río Grande de la Madalena
que parte términos con la ciudad de Mariquita, Vitoria y Los
Remedios, el río en medio que parte por esta parte, e terná diez
leguas poco más o menos de término. Por otra parte linda con la
ciudad de la Trinidad, por donde terná cinco leguas de término. Es
159
tierra templada [La Palma). Dícese que por ser comarcana con la
ciudad de La Trinidad, habrá en ella minas de esmeraldas; fasta
agora no se han hallado, aunque ha habido algunas muestras.
Puede haber diez años que se pobló [deteriorado). .. naturales y es
tierra templada [f. 5v.J. Puede haber diez años que se pobló. Hay un
teniente de gobernador e dos alcaldes ordinarios e un alguacil
mayor.
La ciudad de San Juan de los Llanos la pobló el capitán Juan de
Avellaneda, que vive hoy y ha sido hasta agora capitán e justicia
mayor en ella. Puede haber que la pobló quince o diez e seis años.
Está cincuenta leguas de la ciudad de Santa Fe. Puede haber en ella
quince vecinos, poco más o menos. Es por allí la entrada para el
Dorado, porque desde aquel pueblo por delante no hay cuenta en la
tierra, que hay mucha, e por allí entró agora el adelantado don
Gonzalo Jiménez de Quesada con doscientos hombres, que por
enero deste año de setenta y dos hizo dos años que salió de esta
ciudad, que no se sabe nueva cierta que haya poblado, más de lo
dicho en otro capítulo de suso. Por la parte de poniente linda con la
villa de Neiva, que al presente está despoblada -como está dicho-
por los pijaos, que es gente caribe, e dende en adelante entra parte
de la gobernación de Popayán. E por la parte de levante también es
tierra que está por hollar, de más del capitán que allí suele estar.
Hay dos alcaldes ordinarios y un alguacil. Créese que si el
Adelantado no responde bien por allí, se despoblará, porque es tierra
caliente y húmeda y algo enferma y de pocos naturales, aunque hay
buen oro de minas.
La ciudad de San Vicente de los Páez la pobló el capitán Domingo
Lozano, que es fallecido, e habrá que se pobló puede haber diez
años; el cual salió deste Reino a poblar con licencia de esta Real
Audiencia. De la iglesia se tomó posesión por este arzobispado; pero
por estar muy cerca de la ciudad de Popayán, el gobernador de
Popayán en lo seglar la ha aplicado a sí en lo seglar y aun el obispo
en lo espiritual, porque de allí no vienen a esta ciudad en lo espiritual
ni temporal, como vienen de otros pueblos deste reino, aunque
cuanto a distrito es de esta Audiencia. Estará setenta leguas desta
ciudad de Santa Fe. No se tiene cierta noticia de las justicias que allí
hay, por donde se tiene por cierto lo dicho, que es que acuden a la
gobernación de Popayán.
En este Nuevo Reino de Granada no hay otras poblazones de que
dar aviso, más de que once leguas de esta ciudad de Santa Fe está
una villeta que se dice de San Miguel, que es jurisdicción de esta
160
ciudad de Santa Fe, porque se pobló en sus términos y sirve para
hacer allí jornada los que van e vienen al puerto de Rionegro y
Honda, que son en el Río Grande de la Madalena, y allí suelen
residir algunos vecinos de esta ciudad de Santa Fe, que tienen en
aquella provincia sus indios e haciendas y con esto está muy seguro
aquel camino.
Visitadores del Nuevo Reino
14- En cuanto al catorce capítulo que trata de las provincias de
indios que caen en este distrito y caciques y señores principales que
en ellos hay, a esto se responde que los visitadores que desta Real
Audiencia salen a visitar estas provincias han sido el licenciado
Tomás López a la gobernación de Popayán y a todo este Reino; el
licenciado Angulo de Castejón a la dicha gobernación y parte deste
Reino, que es la provincia de Tunja y Vélez y Pamplona y su partido
(50); el licenciado Villafañe la provincia desta ciudad de Santa Fe y
de toda la tierra caliente, y los licenciados Cepeda y Arteaga la
provincia de Cartagena y Santa Marta, los cuales cada uno en su
tiempo para hacer sus visitas han hecho la descripción y lista y
número de todas las provincias de indios e señores dellas, los cuales
lo han enviado al Consejo Real de las Indias, con la razón de lo que
han hecho, e allí se puede ver muy claro y la razón de todo ello.
(50) Esto confirma la suposición de Jiménez de la Espada. de que
Angulo de Castejón es el autor de la relación de Popayán y el Nuevo
Reino que encabeza esta colectánea (J. de la Espada. 1965. 1. 107-
108). La parte de las gobernaciones de Cartagena y Santa Marta
puede ser Melchor Pérez de Arteaga.
15- En cuanto al quince capítulo que manda se envíe la descripción
de todos los lugares de indios que hay en este distrito, a esto se
responde que en las copias de las visitas que han enviado los
visitadores -como se declara en el capítulo antes deste- se verá y
hallará la copia y descripción de todos los pueblos de indios que hay
en este Nuevo Reino y distrito desta Real Audiencia.
16- Y en cuanto al diez y seis capítulo que trata de los indios que hay
tributarios y de los que no tributan y por qué razón y que demos
relación dello, lo que en esto hay que decir es que todos los indios
que hay en el distrito de esta Real Audiencia atributan e pagan
demora a sus encomenderos. E lo que pagan e a lo que son
obligados y los que no pagan e por qué razón, se contiene y declara,
que se verá en las tasas y retasas que ansí los visitadores que han
161
ido a visitar las provincias deste distrito, como se declara en lo que
se responde en el capítulo anterior [deteriorado],.. [f. 6].
17- En cuanto al diez y siete capítulo que trata de dar relación de
todos los repartimientos de indios que hay en este distrito y en qué
personas están encomendados y lo que más en él dice, se responde
lo dicho en el capítulo catorce, que en las relaciones de las visitas e
de las tasas y retasas que han fecho los visitadores que han fecho
las visitas e han ido a visitar las provincias deste distrito, cuya
relación han enviado al Real Consejo de Indias, en ellas se verá qué
personas son las que poseen los repartimientos y en quién están
encomendados y lo que más se pregunta.
18- En cuanto al diez y ocho capítulo que trata de las visitas, tasas y
retasas de los indios e lo que más dice se responde á lo dicho en el
capítulo catorce, que en las relaciones enviadas por los visitadores
que han ido a visitar los indios cuya copia han enviado al Real
Consejo de Indias, se verá todo lo contenido en el dicho capítulo, y
ordenanzas que han proveído. y en lo que toca a los tributos y
demoras que han de pagar y pagan los indios que están en la corona
real, en cuanto a esto lo que hay que decir es que los repartimientos
tales pagan a S. M. su tributo según y como están tasados; lo que
deben en oro pagan en oro y lo que deben en mantas lo pagan en
mantas, las cuales se venden en almoneda pública, conforme a lo
que S.M. tiene ordenado y mandado, e así el oro como el precio de
las mantas se mete todo en la caja real, e dello se hace cargo al
tesorero e así parece por los libros de la real hacienda, y la relación
de las tasas irá con ésta. ·
19- En cuanto al diez e nueve capítulo que trata de la copia de las
provisiones por las cuales se hacen las encomiendas de indios e las
condiciones e cláusulas principales. que en ellas se ponen, lo que en
esto hay que decir es que en este distrito habiendo gobernador, que
es el presidente, tiene facultad de encomendar indios e faltando
gobernador o presidente, gobierna el Audiencia, la cual encomienda
los repartimientos que vacan o se ofrece que se hayan de
encomendar, y las causas principales o cláusulas que en las tales
encomiendas se ponen, es que de todo el oro y plata y piedras y
perlas que los dichos indios les dieren, paguen el quinto a S.M. e
que no los carguen ni echen a minas, e guarden las más
ordenanzas, cédulas y provisiones que S.M. tiene dadas e lo demás
que tiene ordenado y mandado cerca de su conversión y dotrina e
instrucción y administración espiritual y temporal, amparándolos y
defendiéndolos en sus personas, tierras, asientos, estancias y
162
labranzas y en todo lo demás que se les ofreciere, como son
obligados.
20- En cuanto al veinte capítulo que trata del señorío que tienen los
señores indios sobre sus indios y haciendas y el tributo que ellos
pagan y lo que más dice, en cuanto a esto lo que hay que decir es
que por regla general todos los caciques e señores de indios son
señores que tienen dominio sobre los indios de sus repartimientos, y
si alguno se les ausenta e qviere ir a vivir a otra parte, le apremia e
compele que vuelva a servir.
Señorío de Caciques
Y en cuanto al dominio y señorío que tienen sobre sus haciendas,
esto es orden entre ellos mismos, de la cual es pacificada e
claramente no tiene noticia entera entre los españoles della, porque
son diferentes las naciones y orden de vivir de los indios desta tierra,
porque unos reconocen señores, otros no, e vive cada uno en su
casa sobre sí. Y donde hay señores, el título de encomienda que se
da, se dice que se encomienda tal señor principal con todos sus
subjetos e principales e que atributen o den a su encomendero tanto
oro o mantas o sementeras, y este cacique o señor tiene cuidado de
recoger aquel tributo para dar a su encomendero, el cual recoge
para sí aquello que él qviere o que está tasado entre ellos; e si es
sementeras, hácenle sementera de su encomendero e otra labranza
o sementera para su cacique. Y los indios que viven de por si, como
son especialmente los de tierra caliente, como está dicho, se
encomiendan por casas: tantas casas en tal provincia a tal
encomendero, y este encomendero va o tiene criados que los juntan
para que hagan sus sementeras e para que cumplan aquello que
son obligados; aunque entre estos indios siempre hay algunas
personas entre ellos más principales, a quien los demás indios les
tienen respeto e acatan.
21- En cuanto al veinte y un capítulo que trata de todo lo realengo
que hay en esta provincia e puertos de mar y pesquerías y lo demás
que dice: en cuanto a esto en este distrito no hay cosa de lo en este
capítulo contenido, porque están casi trescientas leguas del mar, e lo
que hay que decir en otros capítulos que adelante en ello trata, se
dirá.
22- En cuanto al veinte y dos capítulo que trata de la descripción de
los puertos de mar y ríos que caen en esta provincia y de dónde se
navega para ellos e lo que más dice, a esto se responde que
Trescientas leguas de la mar. Nacimiento del Rio Grande.
163
como está dicho este Reino está casi trescientas leguas del mar, e
así puerto de mar no lo hay en él. Pero hay un río caudal que se dice
el Río Grande de la Madalena. el cual tiene su nacimiento junto a la
ciudad de Popayán más arriba, que es en la gobernación de
Popayán, e va recogiendo en sí mucha cantidad de ríos fasta entrar
en la mar junto a Santa Marta, entre Santa Marta y Cartagena, costa
de la Mar del Norte; que va por tierra más de cuatrocientas leguas
desde su nacimiento hasta entrar en la mar, y por el altura serán
más de trescientas leguas de donde nace a donde entra. E porque
este río se baja a la costa del Mar del Norte en unos navíos que se
dicen e nombran canoas y son hechas de una pieza, porque son
desta manera: en las montañas que caen y están junto a este río hay
árboles muy grandes, los cuales cortan y los cavan e quedan casi
como artesas, aunque muy largas y hondas, y en estos navíos se
baja por este río y en los mismos navíos suben las mercaderías para
este Reino.
Los indios se disminuyen
Los pilotos y marineros bogadores que bogan, son los indios que
viven y moran ribera de este río [deteriorado). .. cada día... y sobre
esto se han hecho muchas [f. 6v.] ordenanzas e Los indios re
mandatos para la conservación destos indios, así por esta Real
Audiencia como por los visitadores que han ido a aquella provincia,
que han sido el licenciado Melchor Pérez de Arteaga, siendo oidor, y
el licenciado Juan López de Cepeda, que hoy.es oidor, cuyas copias
de visitas y ordenanzas se han enviado al Real Consejo de Indias,
donde se puede bien ver. y volviendo a lo de estos navíos que se
dicen canoas, son de tal porte que cabe en cada uno dellos ochenta
e noventa y cien botijas peruleras de vino, de las que se hacen en
Triana e los Mercaderes (51) e las cargan de vino o de otra ropa,
cada cual de lo que tiene, y desde la barranca de Malambo, que es
jurisdicción de Cartagena, y al pie de treinta leguas della, y desde la
ciénaga de Santa Marta, que es jurisdicción de Santa Marta y siete
leguas della, se sube en estos navíos canoas la ropa e mercaderías
a este Reino por este río que está dicho arriba. y el almojarifazgo e
derechos reales se pagan a S.M. en Cartagena de lo que allí se
descarga y en Santa Marta de lo que allí se descarga; donde están
sus oficiales reales que los piden e cobran; que ambos puertos son
deste distrito y Santa Marta cabeza deste Reino, y en este Nuevo
Reino de Granada fasta agora ningún almojarifazgo se ha pagado.
Verdad es que en el armada que vino por visorrey del Pirú don
Francisco de Toledo en el año de mil e quinientos y sesenta e nueve,
164
el dicho visorrey envió a este reino un treslado de una provisión y
arancel de S.M. que él llevaba para el Pirú y puertos de las costas de
la Mar del Norte y Sur, y un mandamiento suyo en que mandaba que
en los puertos de mar se pagase el almojarifazgo de lo que se
navegase por la mar y de mar a mar; la cual dirigió a este Reino, a
donde no hay mar ni se navega por mar ni habla con él, a donde por
nuestra parte fue pedido ejecución dello y que se mandase pagar en
él almojarifazgo.
(51) Botijas de las que hacen en Triana y Mercaderes. El barrio de
Triana está en la margen derecha del río Guadalquivir en Sevilla; allí
hay una calle que se llama Alfarería y otra que lleva nombre de
Tejares.
La Real Audiencia así lo mandó se notificase a los mercaderes y
tratantes, los cuales y los cabildos deste Reino suplicaron dello e
alegaron razones e las más eficaz e sustancial(es) que en su favor
alegaron, fue que su majestad mandaba que se pagase el
almojarifazgo en los puertos de mar e que aquí no le había e que
esta tierra era docientas y más leguas de la mar e que no hablaba la
real cédula con esta tierra e que
Río Negro
166
24- En cuanto al veinticuatro capítulo que trata de las minas e
mineros de oro y plata e piedras e otros metales, hay en este Reino
[deteriorado], .. no se labran e pueden labrar e lo que más dice.
Lugares de oro: San Sebasti´n y Mariquita
En cuanto a esto [f. 7] se responde que en este Nuevo Reino hay
minas de oro en los términos de la ciudad de San Sebastián de
Mariquita, donde se ha sacado mucha suma de oro, desde veinte
años a esta parte que se pobló aquel pueblo, y de presente se saca
oro, aunque no tan copiosamente como solía, e sácase con negros e
indios que andan por su voluntad.
Ibagué, Victoria, Los Remedios
Ansimismo hay minas de oro en los términos de la ciudad de Ibagué
e de la ciudad de Victoria e de la ciudad de Los Remedios, donde se
saca el oro con negros e con indios que andan de su voluntad.
Río del Oro, Subido, Véle y Pamplona
Entre la ciudad de Vélez e la ciudad de Pamplona hay una provincia
que se llama el Río del Oro. es tierra calidísima; allí se saca oro y
cuanto más llueve mejor se saca, porque como con el agua que
llueve se riegan y mojan los campos, en corriendo aquella agua,
lleva tras sí de la tierra el oro, el cual oro es el más subido que hay
en este Reino, porque tiene de veinte y tres quilates arriba. En su
comarca hay pocos naturales, por lo cual se saca poco oro.
Victoria y Pamplona.
En los términos de la ciudad de Pamplona y en los términos de la
ciudad de Victoria, de poco tiempo a esta parte se han descubierto
unas minas de oro, que son unas vetas de sierras y cuchillas de
sierra, de donde se ha sacado e saca oro.
Sierras
Espérase que si las vetas no paran, que sera cosa rica, y esto se
saca, que se quiebra aquellas sierra e peña y se muele y lava e de
allí se saca el oro.
Mérida
La ciudad de Mérida también tiene minas de oro, aunque pocas. La
ciudad de San Juan de los Llanos también tiene minas de oro,
aunque pocas. En los términos de la ciudad de Tocaima hay minas
de oro, que al presente se labran en unas provincias que se dicen el
Venadillo, la Sabandija, Chilacá, y sácase buen oro de allí, lo cual se
labra como las demás minas.
Trinidad, minas de esmeraldas
167
En la ciudad de La Trenidad -como está dicho- hay minas de
esmeraldas, donde se han sacado muchas de mucho precio.
Lábranlas los vecinos de aquella ciudad con indios y mejor quien
tiene negros; lábranse mal y raramente, porque la gente de aquella
provincia ha sido mucho tiempo indómita y de presente no está muy
asentada, porque como ha poco que se pobló aun no tiene bien fija e
asentada la paz e obediencia, e los españoles que allí residen viven
con temor, porque los naturales tenían e tienen yerba que en veinte
y cuatro horas mata, e si fuese toda en flechas la ternían en menos,
pero hace un sólo indio un manojo de púas de palo de palma e va
una india vieja e pónelas por el camino e al pasar que pasa por allí
alguien, como está la púa entre las yerbas y no se ve, con solamente
picarle es mortal, y así han muerto muchos, aunque de presente no
es tanto el mal que hacen como solían.
Minas de cristal
En esta comarca hay minas de cristal. Dícese que hay minas de oro
e de plata e de otros metales, e como la gente es necesitada, no
labran las minas como querrían.
25- En cuanto al veinte e cinco capítulo, que trata de las casas de
fundición que hay en esta provincia e de los oficios que en ellas hay,
lo que se responde e dice es que
Una casa de fundición en Santa Fe
en todo este Nuevo Reino de Granada no hay más casa de fundición
de una casa de fundición que hay en esta ciudad de Santa Fe, la
cual está dentro en las casas reales donde está la Real Audiencia e
Chancillería, y todo el oro que se trae en polvo, que es el oro de
minas, y lo que se trae fundido, que es el oro que traen los caciques
para pagar sus tributos y demoras, todo se mete en esta casa de
fundición; se funde y de allí se lleva al ensayador que lo ensaye. En
esta casa de fundición hay un.fundidor, y después que este funde el
oro, se lleva al ensayador que lo ensaye. Asiste a las fundiciones el
factor de la real hacienda, que es la persona ante quien se
manifiesta e registra todo el oro que se trae a fundir, y después de
fundido y ensayado se lleva a la sala donde está la caja real de las
tres llaves, y allí se pagan los derechos reales y se asienta en los
libros de la real hacienda.
26- En cuanto al veintiséis capítulo que trata de las ordenanzas de
minas e casas de fundición que hay en esta provincia, se responde
lo que en el capítulo precedente está dicho: que no hay otra casa de
fundición en todo este Nuevo Reino sino es la que está en esta
ciudad de Santa Fe, como se ha declarado. y en lo que toca a las
168
ordenanzas de las minas, los mineros e personas que las tratan,
tienen su salida de minas, los cuales hacen ordenanzas conforme a
la calidad de la tierra e minas que labran, e para darles fuerza suelen
venir a la Real Audiencia donde las presentan para que se las
confirmen, e vistas si son útiles, se les confirman o se les quitan las
que parece no convenir, y esta orden se tiene.
27- En cuanto al veinte e siete capítulo que trata de lo que está
ordenado para fundir y ensayar, quintar e dezmar el oro e plata e
otros metales, ya está dicho en el capítulo veinte y cinco cómo no
hay en esta provincia más de una casa de fundición, la cual está en
esta ciudad de Santa Fe y que en ella hay un ensayador e un
fundidor, como está dicho. y todo el oro e plata que se traen se funde
allí, lo que tiene necesidad de se fundir, porque alguno viene
fundido, del oro, que lo funden los indios según su costumbre para
pagar sus tributos. E la plata viene fundida cuando viene alguna,
porque de su origen de minas se tiene por costumbre de salir
fundida. Y ensayados estos metales, se llevan a la casa donde está
la real caja de las tres llaves, y allí se pagan los derechos a S.M.,
conforme a lo que su majestad tiene ordenado y mandado. Del oro
en polvo de minas se paga fasta agora el diezmo y así se pagará
todo el tiempo que tuvieren merced de S. M. Del oro fundido que dan
los indios de tributo, se paga a S.M. el quinto. De la plata se paga
conforme [deteriorado]. .. su majestad tributo ... esmeraldas se paga
el quinto. De presente [f. 7v.] no hay otros metales ni piedras ni
cosas que vengan a la fundición ni casa real, que se paguen
derechos a su majestad en este Nuevo Reino de Granada, sino es
esta.
28- En cuanto al veinte e ocho capítulo, que trata de la descripción
de todos los caminos frecuentados y que se pueden frecuentar y lo
que más dice el capítulo, a lo cual se responde que los caminos que
hay en este Nuevo Reino de Granada y en su distrito de unos
pueblos a otros para el comercio y contratación de pueblos a
pueblos, en cuanto hase caminar a pie o a caballo que se caminan,
aunque algunos hay más fragosos que otros.
Del Río Negro a Santa Fe
Pero en cuanto a lo de los caminos por donde se tratan y contratan
mercaderías, lo que de presente ocurre y se puede decir es que
desde el puerto del Río Negro, que ya está dicho que es en el Río
Grande de la Madalena, que es el puerto donde se desembarcan las
mercaderías que vienen de Cartagena y Santa Marta hasta esta
ciudad de Santa Fe, habrá al pie de cuarenta leguas, y las veinte y
169
cinco y más de trabajoso camino. Hanse gastado en él algunos
pesos de oro en aderezarlo, a costa de las mercaderías que por él
se traen y entran; digo en aderezarlo y descubrirlo. Es camino que
cada día ha menester reparos, porque las aguas y continuación de
recuas lo arruinan, y con echar alguna sisa e impusición, por
pequeña que fuese, en las mercaderías que por él viniesen, era
remedio bastante para su perpetuo reparo. Entran por él toda la
mayor parte de mercaderías que entran en este Reino, aunque
también hay otros puertos por donde entran en este Reino, como es
el de Carare, por la vía de Vélez, y el de la Ciénaga del Bachiller
para Pamplona, y en Nare para Los Remedios, y el del Puerto Viejo
para Victoria, y Honda para Mariquita, y casi cada pueblo tiene su
puerto y entrada diferente en el mismo Río Grande de la Magdalena
que está dicho. Algunas veces las canoas que están declaradas, que
son los que suben por este río arriba, y de continuo las canoas de
Honda suelen subir el río arriba desde el puerto de Río Negro e
llegan al dicho puerto que se dice de Honda, que está en el paraje
de la ciudad de San Sebastián de Mariquita, e de allí se traen las
mercaderías con más facilidad a esta ciudad; aunque todavía por la
causa dicha habría, es menester reparos, porque entran por allí
cantidad de mercaderías que no sabemos lo que un año con otro
podrán valer. Y el reparo más conveniente sería -como está dicho-
alguna sisa e imposición en las mercaderías que por allí entrasen. Y
las mercaderías que por estos caminos dichos entran son toda ropa
y mercadería de España, así de caja como son sedas, paños,
lienzos e toda cosa que es de caja, como vino, aceite, hierro y
herraje y otras cosas semejantes, que se llama de volumen.
De la ciudad de Ibagué que es de este Nuevo Reino, fasta la ciudad
de Cartago, que es de la gobernación de Popayán, habrá cinco
jornadas o seis, en que hay veinte e dos leguas. Es camino fragoso y
trabajoso, así de montaña como de sierras e páramos, que parte
della es tierra muy fría, y este camino es por donde se tratan y
contratan deste Reino a la gobernación e la mayor parte de las
mercaderías que por este camino se tratan son mantas de algodón,
que es un género de vestido que usan los indios de esta tierra, y
desto hay más abundancia en este Reino que en la gobernación de
Popayán; lIévase a aquella gobernación por mercadería. E cuando
los indios se cargaban, como eran hombres, todo se cargaba e
después que se quitó el cargar de los indios e andan recuas, son los
caminos más trabajosos para recuas que para hombres, e así ha
convenido que con suma diligencia se aderecen, e para esto algunos
170
vecinos de aquella ciudad de lbagué hicieron ordenanzas en que
dijeron que ellos a su costa abrirían y aderezarían aquellos caminos,
de manera que buenamente pudiesen andar recuas, con que por
cierto tiempo ellos y nosotros trujesen por allí recuas, e se les diesen
cierto precio por llevar cada arroba de peso por cada jornada. Con
estas ordenanzas parecieron en esta Real Audiencia, e vistas se
enmendó lo que convino e se les concedieron e usan dellas. Y en lo
que se trae de Río Negro de Honda a esta ciudad, los mercaderes
se igualan (52) con los señores de recuas a tanto por la arroba de
peso de traída e por botija de vino, que trae una arroba, e
comúnmente se paga de flete de estas recuas a peso y medio y a
peso y dos tomines por cada arroba, e a dos peso y medio y a tres
pesos por cada botija, desde el río Negro; y de Honda a dos pesos y
algunas a peso y ducado y otras a peso y medio, como se
conciertan. Hay caminos desde los dichos embarcaderos a cada
pueblo; según la distancia que hay de camino y cosas que han
menester e conforme a lo que hay de camino, se paga de flete de las
mercaderías a las recuas que llevan. Subiendo por el dicho Río de la
Madalena arriba, antes que llegue al puerto del Río Negro, está un
río que entra en el dicho Río Grande, que se dice el Río de Carare, e
por este río entran las canoas e llegan a un puerto que está ya
señalado, a donde descargan las mercaderías que traen e de allí en
recuas se llevan fasta la ciudad de Vélez, que habrá treinta leguas
poco más o menos, y es camino todo de montaña e muy trabajoso
de aguas y lodos y muy caloroso de verano, y en aquella ciudad de
Vélez hay vecinos que traen recuas para servicio de aquel camino, y
comúnmente llevan de flete un peso de oro por cada arroba y los
vecinos tienen cuidado de reparar aquel camino por ser suyas las
recuas, y demás de lo dicho en este [deteriorado]... hay en Carare
y... río Negro que está ya dicho; en cada uno hay un alcaide que es
una [f. 8] persona que allí está e reside y recibe las mercaderías que
allí vienen y tiene cuenta con los arrieros que las llevan e da cuenta
dellas.
Suélesele dar un tomín de oro por cada arroba, por lo recebir e dar
cuenta dello. Estos derechos de alcaidía de los puertos es de su
majestad como renta suya; se arrienda e suelen rentar en cada un
año de quinientos a seiscientos pesos poco más o menos ambos
puertos, que es como se aciertan a arrendar y rematar conforme a
171
los tiempos. A cargo destos dos alcaides suelen estar los otros
puertezuelos y entradas que son comarcanos a estos, para los otros
pueblos pequeños que hay de suso declarados y debajo de sus
remates y arrendamientos que son de poca importancia, y así se les
arrienda todo junto.
29- Al veinte y nueve capítulo, que trata de todas las fuerzas y
fortalezas y artillería que hay en este Reino e lo que más dice, se
responde que en este Nuevo Reino de Granada no hay fortaleza
ninguna que se haya fecho después que los españoles se poblaron,
ni la hay del tiempo de los señores naturales. Artillería no la hay en
esta tierra, más de los arcabuces que ordinariamente tienen vecinos
y soldados. Y demás desto, cuando a esta tierra vino nueva del
alzamiento del Pirú, que hará veinte años o más, los oidores que
residían en esta Real Audiencia mandaron a hacer a costa de su
majestad -con parecer de los oficiales de la real hacienda que
entonces eran- cien arcabuces. De estos se habrá repartido más de
la mitad en los pueblos, y parte dellos se han pagado. Los demás e
dos tiros pequeños que asimismo el Audiencia mandó comprar hay,
que son de S. M. Y el un tiro destos, está en la ciudad de La
Trenidad, que se llevó para su pacificación.
30- ltem en cuanto al treinta capítulo, que trata de tierras, en este
Nuevo Reino de Granada todas las tierras e pastos son realengos e
comunes e todas son tierras de indios, excepto que en las
poblazones de los pueblos cuando se poblaron, se han dado'
estancias para labrar labor e para ganados y huertas y solares para
casas. Las estancias para labor en cogiendo el fruto es pasto común,
hasta que otra vez se labre. Las estancias de ganados, se reconoce
cada uno su estancia, porque hacen en ella su casa y corrales de
ganado y mojones algunos; porque para el pasto todo es común, y
así en esta tierra no hay tierras ni montes ni prados que se puedan
tomar para S. M. que sean útiles e 'provechosas a su real hacienda,
ni cosa en que se pueda tener granjería de provecho.
31- En cuanto al treinta e un capítulo que trata de todos los oficios
que hay en esta provincia, como en el dicho capítulo se declara, se
responde que en este Nuevo Reino de Granada no hay y no ha
habido visorrey. Hay un presidente -como está dicho en esta
relación- el cual es presidente en esta Real Audiencia y tiene el
gobierno en su distrito.
172
De presente hay en esta Real Audiencia tres oidores y un fiscal. El
presidente tiene de salario e ayuda de costa seis mil ducados de
Castilla, que es cinco mil pesos de buen oro, que S. M. lo manda dar
y pagar en cada un año. Los oidores y el fiscal tienen a ochocientos
mil maravedís en cada un año, y cada uno de los oidores por su
tanda sirven de alcalde de corte, de cuatro en cuatro meses, sin
llevar-más salario del salario de oidor. Hay en esta Real Audiencia
dos escribanos de cámara y gobernación y un relator. Hay un portero
e hay oficio de chanciller y registrador. Al presente hay dos
abogados y cuatro procuradores y un repartidor de los negocios
entre los secretarios. En los pueblos como está dicho- hay tenientes
de gobernador, corregidores e dos alcaldes ordinarios, que los eligen
los cabildos en cada un año, por el día de año nuevo. Oficio de
alférez nombrado por S.M. no lo hay en esta ciudad; se elige cada
año y se le entrega el estandarte de la ciudad por aquel año, con la
solemnidad y juramento que es costumbre. Cada pueblo y cabildo
cuando señalan oficiales en cada un año, nombran por procurador
del concejo un vecino. Los que son escribanos de cámara de esta
Audiencia son también escribanos de gobernación en todos los
pueblos. Hay en cada uno un escribano público que sirve de
escribano público e del concejo, salvo en Santa Fe, que hay dos
escribanos públicos y el uno de ellos es de concejo, y en Tunja hay
lo mismo, que es dos escribanos públicos y el uno es escribano del
concejo. El que era escribano público sólo, que se llamaba Gonzalo
de Burgos, al presente es fallecido, y su oficio está vaco, aunque
dicen que renunció en tiempo y que han enviado a su majestad por
la renunciación. En todos los demás pueblos deste Nuevo Reino hay
en cada un pueblo un escribano que sirve de escribano público e del
cabildo. En este pueblo ni Reino no hay oficio de depositario ni de
corredores de lonja. En esta ciudad de Santa Fe hay dos pregoneros
que provee la ciudad. Ya está dicho en los capítulos precedentes
cómo hay un fundidor y un ensayador en la casa. de la fundición
desta ciudad.
174
33- En cuanto al treinta y tres capítulo que trata de los salarios e
acostamientos que S.M. paga en este reino, e aunque casi está
dicho ya, aquí se tornará a decir: al presidente de esta real Audiencia
da S.M. seis mil ducados de salario e ayuda de costa, que son cinco
mil pesos de buen oro en cada un año. A cada uno de los oidores
que en esta real audiencia residen y al fiscal, da S. M. a cada
ochocientos mil maravedís en cada un año. A tres oficiales de la real
hacienda da S. M. a cada uno dellos a cuatrocientos mil maravedís
en cada un año. Al relator, cien pesos de ayuda de costa en cada un
año, de más de sus derechos en penas de cámara. Al portero,
ochenta ducados de ayuda de costa en cada un año en penas de
cámara en cada un año, de más de sus derechos. S. M. hace
merced e limosna a los frailes de Santo Domingo y San Francisco de
vino para celebrar y aceite para las lámparas del Santísimo
Sacramento: en esto se gasta en cada un año de mil e quinientos
pesos arriba, y algunos años más, como es el número. de los frailes
que hay. S.M. manda que se hagan iglesias e monasterios y que de
su real caja se pague la tercia parte y la otra tercia parte los vecinos
y la otra tercia parte los indios. En esto gasta S.M. algunos años
alguna cantidad; puédese decir que un año con otro se han gastado
o gastan en esto mil pesos de oro, pocos más que menos, como
parecerá por las relaciones de las cuentas de la real hacienda. Las
minas andan ya flacas y no de tanto provecho como solía, por donde
el entretanto que no hubiere cosa nueva de nuevas minas en esta
tierra, fecha cuenta de lo que renta este Nuevo Reino de Granada a
S. M. e de lo que en él tiene de costa, casi será tanto lo uno como
otro o poco más o menos.
34- En cuanto al treinta e cuatro capítulo que trata de minas, cuando
se descubrieron las minas de esmeraldas en la ciudad de la
Trenidad, se tomó minas para S. M. No se han labrado en su real
nombre, porque se entendió que las costas estaban ciertas y fueran
muchas y el provecho estaba dudoso, y así no se labraron, ni hay
otras minas tomadas para S. M.
35- En cuanto al treinta e cinco capítulo, que trata de los procesos
fiscales que se tratan en esta Real Audiencia y de lo [deteriorado] ...
el testimonio que dello darán los secretarios de la Audiencia Real [f.
9].
36- En cuanto al treinta y seis capítulo que trata en cuanto a la orden
que se tiene en cobrar las penas de cámara, los pleitos que se tratan
en esta Real Audiencia cuando se sentencian, el que es condenado
paga la condenación a los oficiales reales y se mete en la caja real
175
de las tres llaves y se asienta en los libros de la real hacienda y se
hace cargo dellos al tesorero. Las condenaciones de los alcaldes
ordinarios desta dudad en fin del año da el escribano del concejo
cuenta dellas y se meten en la caja real y se asientan en los libros y
hace cargo al tesorero. Las condenaciones de los pueblos de
este.Nuevo Reino, los oficiales avisan al escribano del concejo de
cada lugar y a los corregidores que las envían con la cuenta y razón
dello, y cuando se envían se meten en la caja real y se asientan en
los libros y se hace cargo al tesorero, porque enviar persona a
cobrarlas, sería mucho más la costa que ello montaría.
37- En cuanto al treinta y siete cargo o capítulo que trata de las
rentas eclesiásticas e de su valor e manera de su repartimiento, se
responde que las rentas de los diezmos deste Nuevo Reino de
Granada pueden valer de poco tiempo a esta parte ocho mil pesos,
que nunca allí habían llegado, Estos se reparten conforme a la
erección deste arzobispado, que es que el arzobispado lleva la
cuarta parte, y el deán y cabildo de la iglesia catedral la otra cuarta
parte. La otra mitad se hace nueve partes, entiéndese en cada
iglesia. Lo que monta las dos partes destas nueve, lleva S.M., que
son sus dos novenos, que se dicen tercias; una parte y media lleva
la fábrica de la iglesia donde son los diezmos; otra parte y media
lleva el hospital; las cuatro partes dellas restantes son para los
beneficiados, curas e sacristanes. Tiénese por costumbre de
arrendar los diezmos en cada un año a dinero, e pártese como está
dicho. En todo este Nuevo Reino tiene S. M. proveído sólos dos
beneficios, uno en Tunja y otro en Tocaima. En los demás pueblos
no hay beneficiado nombrado por S.M.: el perlado pone curas, a
quien se acude con la renta del beneficio; son de poco interese, y a
la causa no los han ido a pedir a S. M. En la iglesia catedral de
presente hay deán y arcidiano, chantre y tesorero, cura maese-
escuela fuese al Pirú. Había dos canónigos, el uno fue a España y el
otro está y reside en esta iglesia, entre los cuales que residen se
reparte la cuarta parte de los diezmos ya dichos.
Habrá ocho años poco más o menos que S.M. mandó poner
Audiencia Real en San Francisco de Quito, y dividió la gobernación
de Popayán la mitad della por distrito de la Audiencia de Quito y la
otra mitad se quedase en el distrito de esta Audiencia, y entonces
esta Real Audiencia proveyó y mandó que la hacienda de S.M. de Ia
176
caja real y fundición de Cartago, que quedó en este distrito, que la
solían administrar los oficiales de Popayán por sus tenientes, la
administrásemos nosotros por los nuestros, y que en cada un año
tomásemos cuenta della a los tenientes y trajésemos el oro que en
ella cayese a esta caja real, para que della con lo demás que aquí
sobrase se enviase a S. M., por caer más a propósito y de camino
vía recta por aquí, para que S.M. fuese mejor y más brevemente
socorrido y servido de su real hacienda y a menoscosta e riesgo. Y
así se ha hecho y hace y hará siempre de nuestra parte, porque ansí
ha convenido y conviene a su real servicio y beneficio y buen
recaudo de su real hacienda, si S. M. otra: cosa no enviare a mandar
en contrario desto.
Adelantado
Jornada del Dorado
178
18. LA REBELIÓN DE DIEGO DE TORRES, CACIQUE DE
TURMEQUE. SU FUGA.
Quedó la Real Audiencia, como tengo dicho, en un oidor y un fiscal, que lo era el
licenciado Orozco, hombre mozo, de espíritu levantado y orgulloso, con lo cual
traía a su voluntad la del oidor Pedro Zorrilla.
Seguía el fiscal los amores de una dama hermosa que había en esta ciudad, mujer
de prendas, casada y rica. Siempre me topo con una mujer hermosa que me dé en
qué entender. Grandes males han causado en el mundo mujeres hermosas; y sin
ir más lejos, mirando la primera, que sin duda fue la más linda, como amasada de
la mano de Dios, ¿qué tal quedó el mundo por ella? De la confesión de Adán, su
marido, se puede tomar, respondiendo a Dios: «Señor, la mujer que me disteis,
ésa me despeñó». ¡Qué de ellas podía yo ahora ensartar tras Eva! pero quédense.
Dice fray Antonio de Guevara, obispo de Mondoñedo, que la hermosura y la locura
andan siempre juntas; y yo digo que Dios me libre de mujeres que se olvidan de la
honra y no miran al ¡qué dirán! porque perdida la vergüenza se perdió todo.
Sigbiendo, pues, como digo, el fiscal estos amores de esta dama, la señora fiscala
entendió el mal latín de su marido, con lo cual tenían malas comidas y peores
cenas, porque es rabioso el mal de los celos; por lo menos hay opiniones que se
engendraron en el infierno. Salieron de muy buena parte para que no ardan,
abrasen y quemen. Los celos son un secreto fuego que el corazón en sí mismo
179
enciende, con que poco a poco se va consumiendo hasta acabar la vida. Es tan
rabioso el mal de los celos, que no puede en algún pecho, por discreto que sea,
estar de alguna manera encubierto.
Fueron, pues, de tal manera los celos de la fiscala, que ciega y perdida ocurrió al
visitador [Juan Bautista de Monzón] a darle parte de ellos y de las muchas
pesadumbres que pasaba con su marido; el cual la consoló y le prometió el
remedio para su quietud, con que la despidió algo consolada, si acaso celos
admiten consuelo.
Fue el visitador a visitar a esta dama, como lo solía hacer otras veces; en la
conversación tocó la queja de la fiscala, y de los toques y respuestas salió el
visitador muy enfadado, y ella se convirtió en un áspid ponzoñoso; de tal manera,
que visitándola el fiscal le dijo que le había de dar la cabeza de Monzón, o que no
le había de atravesar los umbrales de su casa; con lo cual le pareció al Orozco que
ya quedaba privado de sus gustos. Este fue el principio y origen de la prisión del
licenciado de Monzón, y de los muchos alborotos que tuvo esta ciudad, y pérdida
de muchas haciendas, y daños, como adelante veremos.
Con un fingido alzamiento que se inventó, que fue la cabeza de lobo con que se le
hizo la cama al visitador para prenderle, como en efecto se puso en ejecución,
porque los celos de la fiscala ardían y las quejas de la dama traían al pobre fiscal
fuera de seso en cómo daría la cabeza de Monzón, que le había pedido y él la
había prometido. Demanda rigurosa fue la de esta mujer, y dama que siendo
hermosa da en cruel, es lo de veras; y más si aspira a la venganza.
Pues no paraba la cosa en sólo la causa del visitador Monzón, porque como al
amor pintan ciego y traidor, traía a estos dos amantes ciegos, porque el fiscal
quería que el marido de su dama muriese también, y ella quería que la mujer de su
galán también muriese. Concertadme, por vida vuestra, estos adjetivos. La casa a
donde sola la voluntad es señora, no está segura la razón, ni se puede tomar
punto fijo. Esto fue el origen y principio de los disgustos de este Reino y pérdidas
de haciendas, y el ir y venir de visitadores y jueces, polilla de esta tierra y
menoscabo de ella... Callar es cordura.
Dio principio el fiscal a sus intentos dando orden de que sonase una voz de un
grande alzamiento, tomando por cabeza de él a don Diego de Torres, cacique de
Turmequé. Este era mestizo, hombre rico y gran jinete, con lo cual tenía muchos
amigos y le obedecía mucha gente de los naturales; y a esto se le añadía ser
grande amigo del visitador Juan Bautista de Monzón.
Sonó al principio que con gran número de indios, caribes de los llanos, mulatos,
mestizos y negros se intentaba el alzamiento. Tomó más fuerza adelante, diciendo
que con ingleses y pechilingues era la liga, y que por la vía de la Guayana entraba
grande ejército, el cual comenzaba a subir por el río de Casanare para salir a la
ciudad de Tunja, porque de ella se les daba el favor, con lo cual se alborotó la
tierra.
Al principio nombráronse capitanes de infantería y de a caballo; comenzáronse a
hacer compañías de infantes; púsose guarda al sello real de día y de noche, causa
de que unos quedasen ricos y otros pobres, con el mucho dinero que se jugaba.
180
Andaba todo revuelto con la venida de don Diego de Torres, y andaba el
desdichado que no hallaba rincón don de meterse con el nombre que le habían
dado, cosa que ni aun por el pensamiento se le pasó. Todo esto se fraguaba
contra el visitador para derribarle y contra el marido de la dama para matarle.
Fomentaba todo esto el fiscal y ayudábalo el oidor Pedro Zorrilla.
El nombre del alzamiento era campanudo. Llamaron al capitán Diego de Ospina,
vecino de Mariquita, que era capitán del sello real. Corría la voz por toda la tierra;
la ciudad de Tunja hacía grandes diligencias por descubrir de don de salía este
fuego. Tomaron los pasos de los caminos por donde se entendía podía entrar el
enemigo. En toda la tierra no se hallaba rastro de armas contrarias ni prevención
alguna, de donde los hombres bien intencionados vinieron a entender que era
alguna invención o maula, con lo cual estaban con cuidado y a la mira de todo.
Echóse una carta con la firma de don Diego de Torres, cacique de Turmequé, y el
sobrescrito de ella al licenciado Juan Bautista de Monzón, visitador de la Real
Audiencia, y en sus capítulos había uno del tenor siguiente: «En lo que usía me
avisa de lo que me encargó, digo, señor, que no le dé ningún cuidado; que cuando
sea menester gente para lo dicho, de hojas de árboles sabré yo hacer hombres».
Esta carta vino a manos de la Real Audiencia, con lo cual el fiscal hacía del oidor
Zorrilla lo que quería.
Con el achaque de esta carta prendieron al licenciado de Monzón, y antes que lo
pusiesen en ejecución, habían despachado requisitorias y mandamientos para
prender al don Diego de Torres y otros sus parientes; tenían ya preso al capitán
Juan Prieto Maldonado, de Tunja, grande amigo del visitador, y a otros parientes
suyos y del don Diego de Torres, no porque en ellos hubiese género de culpa sino
por dar nombre al alzamiento. Con esto se ardía esta ciudad y toda la tierra, y no
se veía el fuego sino sólo el gigante del miedo y temor que causaba el nombre del
alzamiento. Estaba esta ciudad muy disgustosa, porque los buenos bien conocían
el engaño y falsedad; los malos, que era el mayor bando, gustaban del bullicio y
alzábanlo de punto.
Andando este fuego bien encendido, intentó el fiscal en una noche, con un rebato
falso, matar al marido de su dama, que era capitán de una escuadra de a caballo.
De los de su devoción escogió dos buenos arcabuceros, para que si erraba el uno
acertase el otro; pero no hay seguridad humana sin contradicción divina, porque es
Dios el defensor y es justísimo en sus obras.
Llegó el día de dar el rebato, y como a las cinco horas de la tarde pareció una
carta echada al vuelo, como dicen, en que por ella se daba aviso cómo a paso
tendido caminaba un grueso campo de enemigos, y que estaba muy cerca de la
ciudad de Santafé. Llevóse al Acuerdo y al punto mandaron tocar alarma.
Alborotóse de tal manera la ciudad, que después de anochecido era lástima ver las
pobres mujeres con sus criaturas por calles y campos. Ordenáronse escuadrones
de infantería, tomáronse las bocas de las calles; la caballería con otro escuadron
de arcabuceros salió al campo tomando el camino por donde se decía venía el
enemigo; pero entre toda este gente no parecía el capitán a quien se buscaba y
era causa del alboroto, porque le quiso Dios Nuestro Señor guardar y librar de este
peligro. Era, como tengo dicho, capitán de una escuadra de a caballo, de la otra lo
era el capitán Lope de Céspedes.
181
Pues habiendo nuestro buscado capitán comido aquel día, se acostó a dormir la
siesta, y en ella le acometió una calentura que no le dejó levantar. Cuando se dio
el rebato y le dieron el aviso, envió a suplicar al capitán Lope de Céspedes, su
compañero, que atento a su achaque y no poderse levantar, gobernase su
escuadra el capitán Antonio de Céspedes, su hermano; con lo cual le libró Dios de
aquellas dos bocas de fuego y de las malas intenciones. Su santo nombre sea
bendito para siempre sin fin.
Recogióse la gente, porque no parecía el enemigo ni rastro de él, de donde los
apasíonados quedaron desconsolados, y los desapasíonados alcanzaban que
todo era invención y friolera.
En esta sazón se prendió al cacique don Diego de Torres. Puesto en la cárcel se
fue substanciando la causa, la cual conclusa le sentenciaron a muerte, con el
término ordinario para descargo de su conciencia.
El visitador Monzón tenía mucho disgusto de la sentencia que se había dado
contra don Diego de Torres, y no sabía por don de remediarlo sin que aquel fuego
no le quemase, aunque no sabía todo lo que pasaba, ni lo de la carta de don Diego
de Torres que le ahijaban. Estando con esta confusión harto disgustoso y
pensativo, entró Juan Roldan, que traía también la nueva de la sentencia.
Tratando sobre remediar a don Diego de Forres, le dijo el Juan Roldan al visitador:
«¿Qviere usía que suelte a don Diego de la cárcel?» Respondióle el visitador:
«¿Cómo lo habéis de soltar? A lo cual le respondió: «Como usía quiera que le
suelte, yo le soltaré, sin que lo sienta la tierra». Respondióle: «Si lo hacéis como lo
decís, seréis la medalla de mi gorra». «Pues yo haré, señor, respondió Roldan, y
voy a dar orden en ello».
Despidióse y fuese hacia la plaza.
Era jueves y día de mercado; compró un rancho de pescado capitán, y mandó a
una pastelera que le hiciese dos empanadas para el viernes siguiente. De la calle
real llevó dos cuchillos de belduque, pagóselo muy bien a Castillo, el herrero, y
mandóle que de ellos le hiciese dos limas sordas, encargándole el secreto y el
riesgo de entrambos. El propio jueves en la tarde fue a la cárcel a ver a don Diego
de Torres, diole el pésame con grandes demostraciones de sentimiento, tuvo lugar
de advertirle que de aquella ventana que salía a la plaza, que era de ladrillos la
pared y la reja de hierro, sacase por de dentro tres hileras, y que su hermano le
traería recaudo y orden para lo demás; con esto lo abrazó y despidióse de él.
El viernes siguiente, entre las diez y once horas del día, fue el padre Pedro
Roldan, clérigo de misa, hermano de dicho Juan, llevóle las dos empanadas con
un muchacho, diole el pésame de su desgracia, díjole que también le traía allí dos
empanadas para que comiese. Al dárselas, como había mucha gente y bulla, le
dijo: «Guarda esta para cenar y queda con Dios». Señalóle la que había de
guardar. Recibiólas el don Diego con agradecimiento, y dijo: «Esta comeré ahora y
esta quiero guardar para cenar». En presencia de los que allí estaban comió la del
pescado, la otra guardó a la cabecera de la cama. Este viernes en la tarde le
notificaron la sentencia.
El alcaide de la cárcel, con la seguridad que tenía de que estaba bien aprisionado,
no le visitaba a menudo, porque le tenía puesta la cadena de Montano, que
atravesaba dos calabozos y estaba trabada en un cepo muy grueso; teníale un par
182
de grillos y entrambos pies en el cepo con su candado. Llegó la noche; entraba y
salía mucha gente en el calabozo, que el alcaide se enfadó de tanta visita. El don
Diego a este tiempo le dijo: «Señor alcaide, por amor de Dios, que pues
vuesamerced sabe el paso en que estoy y el poco término que me queda de vida,
que para que yo me pueda encomendar a Dios, que me eche fuera la gente que
está aquí y no deje entrar a nadie en este calabozo». Fue esta demanda lo que el
alcaide más deseaba. Echó la gente fuera, dejóle lumbre encendida y un Cristo,
cerró la puerta del calabozo y otra que estaba más afuera. Fuese a acostar, por no
tener ocasión de abrir a nadie, con lo cual quedó la cárcel sosegada.
Había ya bien entrado la noche, oscura y tenebrosa y con agua; los calabozos
cerrados y sin ruido de gente, cuando don Diego de Torres sacó la empanada que
había guardado para cenar, abrióla, halló los dos cuchillos y un papel que le
advertía lo que había de hacer. Cortó las prisiones, y suelto de ellas acudió a la
ventana, fue sacando ladrillos por de dentro y Roldan por de fuera.
La mucha agua que llovía los favorecía con que no fuesen vistos de persona
alguna En breve espacio hicieron un grande agujero, por donde salió don Diego de
Torres. Llevólo al visitador y díjole: «¿Ve aquí usía a don Diego de Torres suelto.»
Al cual le dijo el visitador: «Don Diego, suelto estáis, mirad por vos, yo os
favoreceré, y andad con Dios». Con esto se bajó a la caballeriza, donde halló un
buen caballo ensillado y armas, con lo cual se salió luego de la ciudad.
Agradeció con palabras el visitador el hechó a Roldan, el cual le dijo: «¿Qviere
usía que por la mañana dé un picón a estos señores de la Real Audiencia..».
Respondióle: «Haz lo que quisieres, que por cualquier cosa se os puede fiar».
Venía ya cerca el día, despidióse, fuese a su posada, ensilló una yegua en que
recogía sus vacas; salió a la sabana, y como entre las nueve y las diez horas del
día vino a la plaza.
En la esquina de la cárcel de la ciudad, que fue donde don Diego de Torres estuvo
preso, estaba un gran corrillo de gente, sin otros muchos que había por la plaza.
Preguntó a los primeros, diciendo: «Señores ¿qué ha sucedido? ¿qué alboroto es
este de tantos corrillos de gente?» Respondiéronle: «¿No sabéis cómo se ha huido
don Diego de Torres?» Respondió con mucho espanto diciendo: «Válgame Dios,
que se ha huido don Diego! ¿Por don de se huyó?» Respondiéronle: «Por un
agujero que está hecho en la ventana del calabozo donde estaba preso, que cabrá
un buey por él» [...]
Con la fuga de don Diego de Torres, cacique de Turmequé, cesó de todo punto el
alboroto del alzamiento, porque el Diego se fue a España en seguimiento de sus
negocios, a donde se casó, y murió allá. Dijeron le había dado Felipe II, nuestro
rey y señor, cuatro reales cada día para su plato, porque picaba los caballos de la
caballeriza real, y como era tan gran jinete se entretenía entre señores, con que
pasó su vida hasta acabarla.
183
6. De una manera de criar hijos de españoles en mucho perjuicio de los
indios
Pues otra persecución y crueldad mayor que la que está dicha, que sobre estas
miserables mujeres se usa, es que ninguna mujer española de las que tienen y
poseen indios por encomienda, se precia de criar el hijo que pare, porque en
pariendo, le han de tener cantidad de amas escogidas de sus pueblos, llevándolas
contra la voluntad de sus maridos y padres y para ello apremian y molestan a sus
caciques y principales y les llevan el número que piden para que la señora parida
escoja las más limpias y de mejor leche, porque nunca falte de esta escogencia
siempre dejan tres o cuatro amas quitándoles de los pechos sus hijos naturales,
los cuales entregan a sus padres y deudos y principales para que los críen allá en
sus pueblos, sin pagarles ninguna cosa, antes de más de que sirven de amas, las
ocupan en otros servicios dentro de casa.
Y con esto los pobres indios andan con sus hijos en los brazos llorando y
quejándose a sus caciques y principales cómo los crían, pensando que es
obligación general de los pueblos el dar amas para criar los hijos de los españoles,
a modo de tributo hace luego el cacique que todas las mujeres paridas de su
república den leche a aquellos indios tantos días y los miserables indios andan de
parida en parida con sus hijuelos en los brazos por ver si pudiesen criarlos con
aquella orden y el postrero remedio que tienen, y como sea esta orden tan
diabólica y perversa y tan contra Dios y contra orden natural y contra lo que V. M.
tiene ordenado y mandado, ninguno de estos niños se ha visto vivir y aún entiendo
que se hallará no haber advertido que estos niños que ansí han perecido, ya que
les toman las madres, les hayan hecho bautizar, de que se ha deservido mucho a
Dios Nuestro Señor y a S. M. que por criar una criatura perezcan otras criaturas,
siendo iguales en proximidad y redención por Cristo Nuestro Señor y ni más ni
menos tan libres y vasallos de V. M. como los demás naturales de estos Reinos. "
7. De cómo las Ordenanzas Reales solamente se entienden con los que no
tienen indios porque el que los tiene y posee en encomienda se sirve dellos
como si fueran esclavos.
Por las Ordenanzas que están hechas por la Real Audiencia y Gobernadores de
aquel nuevo Reino sobre lo que se ha de pagar a cada indio por el servicio que
hiciere al encomendero o a otro cualquier español cada un año, le está señalada
cierta cantidad de lo que se le ha de pagar en mantas de algoDon y camisetas;
estas Ordenanzas solamente las cumplen los particulares españoles que no tienen
ni poseen indios, porque algunos de los que los tienen en encomienda piensan
que no solamente les deben los miserables el servicio que les hacen, más si les
fuese posible después de muertos tener alguna granjería de la carne momia y sus
huesos, cosa averiguada es que no lo perderían, porque sabrá V. M. que como
dice la Ordenanza o retasa que habla sobre el servicio, daréis a vuestro
encomendero tantos indios de servicio para gañanes y pastores y otros servicios,
con que vuestro encomendero ha de pagar a cada uno de ellos en un año tanta
cantidad por su trabajo y la ración ordinaria para su sustento, cúmplese esto por
algunos encomenderos en esta manera: que como los indios no saben leer ni
entienden lo que está ordenado y mandado por las dichas Ordenanzas, aunque los
jueces por intérprete mandan se lo den a entender, el encomendero solamente les
da a entender: daréis tantos indios para que sirvan de gañanes y pastores, y el con
184
qué y cumplimento dello, lo callan y no qvieren que los miserables lo entiendan y
usan con ellos grandes crueldades, porque los que ocupan en ser gañanes, si por
mal de sus pecados, algún buey sé derrumba por alguna quebrada o barranca o
en alguna ciénaga o le sucede cualquier desgracia, no lo qviere mejor vendido el
encomendero, porque luego echa presos en las cárceles privadas que ellos tienen
a los gañanes y ansí toda la parentela junta el valor de él en oro y pagan el buey
que por su desgracia murió, como podría morir el mismo encomendero sin tener
culpa el miserable indio, que si el buey valía diez pesos la paga ha de pasar de
veinte y ansí ni más ni menos lo usan con los que guardan los demás ganados,
vacas, ovejas, cabras y de todo género de ganados y están obligados los mismos
pastores a pagar los daños que los dichos ganados hacen en las sementeras y
con esto y el que le cabe ser pastor, anda con. toda su parentela pastoreándolo y
guardándolo de los leones y perros monteses que hay muchos, que acontece si se
descuidan y entra algún león en la majada, degollar más de doscientas cabezas de
ovejas o cabras, que el encomendero, como está dicho, no las qviere mejor
vendidas, y ansí los pobres indios, como piensan que no nacieron para otra cosa,
es la mayor lástima ver estos pastores por el invierno, que es cuando suceden mil
desgracias, ansí de ríos y arroyos que crecen, como de desbarrancarse y de los
leones y perros que en este tiempo hacen los daños que andan, que verlos
cualquier pecho por heroico que fuese, sé apiadaría de ellos y esto lo ha de hacer
sin que por ello se le pague cosa alguna al indio, como por las Ordenanzas está
mandado se les pague en cada un año por su servicio y ansí el indio ha de
sustentarse a su costa y vestirse de lo que hallare o sus parientes le dieren y con
esto ha de estar obligado a asegurar los ganados de cualquier suceso de fortuna
que a sólo Dios es dado la seguridad de ellos y obligan al mísero indio los supla y
pague o muera y acabe. Con esto los consumen y los acaban y les deben este
servicio a los miserables indios.
185
19. ASPECTOS DE LA VIDA COLONIAL (DOMINICOS, LOPE DE
OROZCO. BARTOLOMÉ BRIONES DE PEDRAZA, GUTIERRE DE
OVALLE)
186
Y así, como a tan principal compañera y que primero que otros algunos
predicamos el santo Evangelio a los naturales y de este oficio, jamás hemos
desistido ni cansado hasta el día de hoy en todas las conquistas [que} en estas
partes por Vuestra Majestad se hacen, mediante lo cual nuestra Santa Fe va tan
adelante y el aumento de vuestra Real Corona y hacienda. Y después de tal suerte
haber sudado y trabajado, los que han venido a la mesa puesta sin sudor ni
trabajo, nos coman nuestro pan y gocen, contra toda orden, de nuestros
merecimientos, en que las partes de las doctrinas que a nosotros, como a primeros
descubridores por Patronazgo de Vuestra Real Majestad nos han sido
encomendados por los ordinarios y gobernadores, se den y entreguen a gente que
ni sudó ni trabajó sino que con lozanía y manos lavadas se nos han entrado por
ellas y nos han quitado lo que tan de veras habernos trabajado, ni lo querrá
Vuestra Majestad, ni hay por (pe se nos haga tan grande agravio, porque no es
razón que vengan los ismaelitas a quitar el mayorazgo a Joseph.
Demás que las informaciones que para esto los ordinarios han hecho y enviado,
son siniestras, llenas de codicia e injusticia, porque, aunque entendamos y así lo
confesamos que el ser cura de estas ovejas es negocio propio de su pastor, el
ordinario, es verdad que esto no se lo quitamos; pero tan de comisión son los
clérigos que los ordinarios ponen, como los frailes que han estado que nadie en
esto pretende propiedad sino merced. Y por razón de tener clérigos para las
dichas doctrinas y para poder quitar con algún color los religiosos de ellas, se
hacen ofensas graves a Nuestro Señor.
Lo primero, porque todos los que en España no alcanzan oficio ni beneficio por su
inhabilidad y faltas a la fama y facilidad de las Ordenes de estas partes y
particularmente del Nuevo Reino de Granada y de esta ciudad de Cartagena,
vienen de esa España deshechados e inhábiles, sin saber ni aún leer en romance,
y en llegando, a la primera ocasión y tiempo de orden y fuera de él, sin las
condiciones del sacrosanto concilio y derechos, son ordenados. Y como no
pueden serlo sin beneficio alguno o patrimonio, señálanles los ordinarios una
doctrina de un religioso colado [beneficiado] por Vuestra Majestad. En cantando
misa, se entran en la dicha doctrina que ni trabajaron ni merecen. Y a este gusto
son tantos los que andan tras el sacerdocio, que no hay más dificultad que
quererlo, ni quedan negros, hijo de negro y negra de Guinea, porque aquí le
habernos tenidos el tal por cura, y que yendo todas las Ordenes en públicas
procesiones, ayuntamientos y entierros va el dicho cura negro, de padre y madre
negros, actualmente usando su oficio y, lo que no se puede decir sin lágrimas,
mulatos, hijos de blanco y negra o de blanco y mulata, mestizos, hijos de pecado,
hijos de españoles e indias fuera de todo matrimonio, inhábiles por derecho. Estos
tales son los que este Nuevo Mundo está lleno y al presente son los que ocupan
las dichas nuestras doctrinas. Y estos son los que se anteponen a los muy
antiguos y buenos religiosos.
Sacra Real Majestad vuestros criados que vuestros reales pies y manos besan.
[Firmas].
Diego de Godoy, provincial; fray Juan de Zea, fray Juan de Andrada, maestro; fray
Baltasar de Vargas; fray Juan de Tordesillas; fray Gaspar de...; fray Francisco
Montero; fray Bernardo de Ocampo; fray Reginaldo Galíndez. Al dorso dice:
187
Nuevo Reino. Al Rey, nuestro señor, 1585. La provincia de los dominicos desde el
Capítulo de Cartagena. 10 de junio.
Vista y que ya está proveído que convenga. [Rúbrica]
3
La relación de Trinidad de los Muzos dice que embalsaman sus cadáveres con
un “betume hediondo que llaman neme”.
4
Para los declarantes el plátano es “de la tierra”, como los guayabos, piñas y
granadas (granadillas). Esto revela la rapidez de su expansión en las tierras
calientes.
5
Por otras referencias de estas descripciones, puede pensarse que se trata de un
zapote o de la Casimiroa Edulis.
6
La relación de Trinidad de los Muzos describe “el almendro, que los indios naturales
llaman urche, y el almendra arpa, que quiere decir “pepita”, y es un árbol muy grande,
188
una fruta del tamaño y hechura de una haba, y en el pezón de la dicha haba nace
otra fruta pequeña como la haba, que parece una letra C y esta se come luego que
madura; es muy dulce e tiene el sabor como de una pasa, e el haba la cogen e
guardan hasta que está muy seca e después la muelen e hacen unos panes tan
grandes como hogazas e usan de ello de pan y de bebida desleído en agua, y es
cosa de buen gusto e sustento, e los naturales lo estiman mucho.
…. en esta tierra se dan todos los frutos de España, como son higos, granadas,
uvas o fruto de espino, muchas naranjas, limas, limones e cidras, e todo lo demás
cree u entiende se dará en esta tierra.
…Todas las semillas de hortaliza de España se dan en esta tierra en abundancia,
e los naturales no usan de estas cosas sino de las que son naturales de la tierra,
como son yuca, batata, plátanos y otras cosas de poca substancia, y el maíz de
que hacen pan y chicha….
… e también usan mucho del tabaco para reumas, bubas e dolores de cabeza e
toman molido el polvo por las narices y el zumo lo beben y hace despurgar, e
también los españoles lo usan….
99… en esta tierra solía haber gran cantidad de tigres e leones en tanta manera
que se apocaban los naturales e ganados, yeguas, caballos y ovejas, que
acontecía matar en una noche un león más de 00 ovejas en un cercado que podía
haber diez años poco más o menos que vino una enfermedad de sarampión e se
llevó muchos naturales, juntamente con la plaga de la langosta, que hubo tanta,
que cubrió el cielo e cortó los pastos e partes donde se ponía como si fuera
abrasado de fuego e parece que aquella sobra o yerba que había tocado la dicha
langosta, comiéndola otro animal se moría, y así se entendió por qué se apocaron
tigres, leones e venados e dantos que había en la tierra, que hoy no hay sino muy
pocos e no se hallan.
[Pedro Becerra dice p. 05]:
189
“… que en esta tierra hay muy pocos naturales; que en otro tiempo había más
indios y se han muerto por pestilencia de romadiza e sarampión que vino por ellos.
Y no es gente que tenga pueblos formados, sino que viven pobremente en unas
chozas de paja, como brutos, y no tienen policía en cosa ninguna ni entendimiento
ni inclinación sino mala, cruel. Y que no tienen lengua particular que hablan, sino
diferentes en poca distancia de tierra.
[…] [Hernando Becerra dice], p. 208:
“que a tiempo que esta ciudad se pobló había muchos naturales en esta provincia,
diez veces más que ahora, porque hay muy pocos, que todos y los más se han
muerto, los tigres han despoblados algunos pueblos y otras provincias
despobladas de otros indios lejos de aquí, que se llaman tupes, porque los comen
a los otros indios convecinos y de paz que sirven a los españoles… y estos son
tupes caribes que comen carne humana e son violentos guerrero, dispuestos a
pelear con macanas y flechas y andan desnudos y que los indios en general no
tienen forman de pueblo ni costumbres política e son muy brutos, sin
entendimiento y muy crueles, e no habla lengua particular. Y la mayor parte de los
indios de esta provincia se han acabado con respecto de los vecinos del Río de la
Hacha, que enviaban a roban y ranchear los indios y los negros cimarrones,
porque este testigo tenía ahora cinco años novecientos indios de repartimiento y
ahora tendrá treinta indios, por las causas dicha..
[…] p. 209
dijo que en esta provincia se hablan cuatro lenguas son aruacos, itotos, tupes y
guainaos y el traje de estos guainaos es diferente, por ser conocido que traen
cubierta la natura en un calabazo de la misma hechura, y el cabello de la cabeza
cortado como fraile hasta la oreja, y los aruacos traen mantas blancas de algodón
colgando detrás y el caballo largo hasta abajo, y los itotos traen las mismas
mantas blancas e pintadas, e los tupes no traen cosa ninguna, más que un hilo por
la cintura como un hilo de acarreto, y si se lo quitan lo sienten tanto como si un
español lo desnudasen..
[…]
dijo que entre estos dichos indios no hay señor principal ni lo había antes, m as que
la generación tupe el más valiente es cacique entre ellos, y entre los itotos y
aruacos el indio que más convida a los otros a comer y beber ese tienen por señor
e respetan como tal, y que adoran y creen en ídolos de palo y de piedra e paja y
los tienen en sus entierros y en sus casas. Usan mucho de mohanes, que son
hechiceros que son herbolarios e curan de con ellos y hablan con el demonio, que
estos mohanes respetan en gran manera, Y cundo mueren toman al indio difunto
sus parientes y le ponen algodón debajo de los brazos y en la boca y narices y
conjunturas, como que lo embalsamasen, y lo sientan en una parte hueca y a la
redonda hacen fuego y alli se destila…
190
Piñuelas y piñas, casabe, arepa y chicha de yuca. Gaitas, flautas
y maracas.
(Bartolomé Briones de Pedraza: Relación de Tenerife II) 1580
Pag. 153 s.
Y en las lomas y alguna tierra llana que hay entre unas y otras ciénagas es muy
estéril y todo ella de mucha montaña y piñolares, a manera de cardos montesinos,
que echan muchas pencas de la forma de pencas de cado, toda ella llena de
espinas. Es la penca larga como hasta los pechos de un hombre, el tronco a
manera como el del cardo; echa un tallo en que la fruta que llaman piñuelas;
cuando está madura está amarilla y es de la hechura de bellotas, aunque no en el
sabor, porque toda la fruta que se da en esta tierra tiene un sabor al agro de la
manzana agria de España. Hay otras dos maneras destas piñuelas que dan las
frutas diferentes7, aunque la penca es toda de una hechura y con las propias
espinas, sólo difiere en el color de las pencas, ser unas más pequeñas y de mejor
color, más claras, aunque todas ellas son verdes, y las unas destas echan la fruta
en el tallo como las otras, sino que son redondas como nueces, el hollejo es más
grueso y más áspero, pero es sabor un poco más agro que las otras, y la otra
manera de fruta que echan las otras, echan el tallo como de alcachofa, sino que es
tan grande como una piña de piñones de España y la hechura ni más ni menos
que la piña tiene muy buen olor y el sabor al agro de la manzana, aunque de estas
piñas hay pocas. Todo lo más es de estotras piñuelas y es tanta la espesura dellas
y las espinas que hace mucho, que los indios las suelen poner a manos por
muralla alrededor de un pueblo.
[…] p. 155
…Dijo que en otros tiempos había muchos indios en esta esta tierra y agora hay
muy pocos. Las causas de haber venido en disminución ha sido tres cosas. La
primera fue una gran pestilencia que vino sobre ellos, que se morían estando
hablando o comiendo y se entendió que era landre, porque se quejaban de la
garganta y esta mortandad fue muy grande que hasta los tigres y leones y
venados y otras monterías de allá van muertas por los arcabucos, que había tanta
montería que se venían hasta las casas del pueblo, y aun agora hay falta de toda
montería que apenas se halla… La otra fue que habrá diez o doce años que vino
sobre ellos un sarampión y viruelas, todo junto, de lo cual murieron también
muchos, aunque no fue tantos como la primera, que fue mucho antes, que había
7
[Como se ve, los españoles distinguen las piñas de las piñuelas, y en estas
advierten diferentes especies, probablemente Bromelia karattas, bromelia
chrysanta y bromelia penguin. Algunas de las frutas de estas bromelias, en
especial las de piel amarilla y la de piel roja, eran vendidas en los mercados
hasta mediados del siglo XX, y hasta esos años se usaron, como señala Pedraza,
como cercos vivos para pueblos y sembrados. Édouard André describió la
piñuela hacia 1876].
191
poco tiempo que se había poblado esta villa 8. La otra fue por haberles echado a
bogar en canoas por este río…
p. 157]
¨… También siembran estos batatas y auyamas, que son a manera de las
calabazas redondas de España; otro palo que llaman yuca, que de las raíces de él
se hace pan en esta tierra, que son las raíces de hechura de un nabo grande de
España, sino que la corteza es parda y lo demás como el nabo. Llámase el pan
que se hace de esta yuca, casabe. Rállase esta yuca y después la exprimen como
a la uva o la aceituna en España, para que salga el agua, y luego en unos bureles
como cazuelas grandes, puestos al fuego, se hacen unas tortas, aunque a los
indios más les sirve para comer cocida y asada y para fortaleza de la chicha que
beben, que es su vino.
Hácese de esta forma: hay unas piedras a manera de pilas pequeñas y con otra
piedra que traen en las manos, rolliza, muelen el maíz, mojándolo con agua,
moliendo y mojando y van haciendo su masa y la tornan a pasar y moler otra vez,
y luego hacen unos bollos redondos y los ponen a cocer. Este es el pan que
comen.
Y para hacer la chicha que beben, dejan la masa un día o dos hacer vinagre y
luego hácenla bollos, ni más ni menos como está dicho, y después de cocidos, los
mascan con la boca y lo mascado echan en unas ollas aparte y luego con agua la
deshacen y cuelan con unos coladores de totumas agujereadas por donde cuela,
que es la totuma como casco de calabaza, y esto colado lo echan en unas
múcuras, que son como tinajas, sino que son muy angostas de la boca, y allí en
estas múcuras hierve esta chicha como hierve el vino en España en las tinajas
cuando es nuevo. Y cuando la qvieren hacer muv fuerte para emborrachar, echan
de esta yuca revuelta, molida con el maíz, y de continuo -como tengan maíz-
tienen esta chicha para su bebida.
Y cuando les parece, especialmente el indio que tiene indias, que le muela y más
que en la chicha, hacen cantidad, y hacen fiestas unos a otros, o el que qviere que
le ayuden para hacer su roza o su bohío les hace esta fiesta, y hay sus gaiteros
que tañen con unas flautas muy largas que tienen los brazos muy colgando abajo,
puestos los dedos en los agujeros de la flauta, que es una caña hueca, y de cera
de la tierra tienen hecho su manera de flauta, a manera de un capillo de fraile, y
puesto un cañón de ave que meten en la boca para tañer: uno es el tiple y otro
lleva el tenor, y un calabazo tiene el uno de ellos; otro indio que es el sonajero, que
está con unas chinitas dentro, va este llevando el contrapunto, que parece música
traída del infierno.
8
[Tenerife fue conquistada por Francisco Enríquez, por orden de Gonzalo Pérez, por orden
de Alonso Luis de Lugo, o sea hacia 1543. La reedificó Manjarrés en 1560. Por lo tanto la
epidemia de landre a que se refiere fue entre 1543 y 1560. Landre era el término español
para bubas, pero la referencia al mal de garganta, y la sugerencia de que era romadizo,
sugiere una influenza. En Tenerife se mención también, pero como viruelas o sarampión.
Normalmente los virus no matan a los animales, por lo que la hipótesis de Patiño, de que
tal vez la langosta dejó solo plantas venenosas y ellos las comieron, es interesante. La
epidemia de viruelas y sarampión parece ser de 1568-70, cuando hay otras referencias a
epidemias en Santafé, pues este cuestionario se llenó en 1580]
192
Tienen poco entendimiento como bárbaros que son; no dicen la verdad ni la tratan
a los cristianos y ellos qvieren que no les trate mentir ni se asientan. …
[…] p.
Las mujeres les sirven de moler su maíz y hacer sus bollos y su chicha; ayúdanles
a coger el maíz y a yuca y todo lo demás y o acarran a su casa ellas en unos
cataures como cestos de España, que hace los indios de bejucos.
[…p. 163]
… Estos malebúes […] Tenían un señor que ellos respetaban, que llamaban
Macalamama y a él hacían fiestan y le temían y obedecían sobre todos, y este
principal fue muy amigo de los españoles y él fue el que hacía servir a los
cristianos y el que dio la paz y hacía a los indios ir a montear y a pescar y hacia
proveer de bastimentos a los españoles cuando entraron a la tierra, porque
aunque cada pueblo tiene una cabeza y algunos dos o tres, este principal
Macalemama era el cacique grande sobre todos los demás cabezas que hay en
cada pueblo. Lamamos los españoles caciques y en su lengua de indios llaman
“malebú” al que es cacique principal y mandador entre ellos, que como está dicho,
qviere decir “señor grande” porque a toda persona que entienden ellos que manda
a los españoles, a este tal llaman malebú, que a los demás españoles llaman
guataca. El nombre que ellos tienen puesto al diablo llaman a los españoles,
porque dicen que el diablo que también es español, que también ellos temen
mucho al diablo y le ayunan y le hacen fiesta, porque no les haga mal. A este indio
principal le tributaba toda la tierra, en esta forma que a su tiempo le hacían todos
una gran roza de maíz, y su yuca también le sembraban y cogían, Y este principal,
desde maíz y yuca que le cogían, hacía el gran borrachera de mucha chicha y
venía toda la tierra a beber, que duraba ocho y doce y quince días y todo el tiempo
que duraba el trabajar los indios había borrachera de noche y a la madrugada y
después que venían del trabajo y por sus lunas; que ellos se rigen por la luna
como nosotros por los meses: dicen ellos: una luna o tantas lunas, y cuando se
acaba la luna dicen que muere l lun…. […] Los malebúes pescado del rio y
ciénagas es todo su comer; hacían grandes pesquerías y traían mucha yuca y
batatas y auyamas y cosas de chucherias que ellos comen y se lo llevaban todo a
este señor, cada pueblo de por sí, y luego venían todos a beber a la fiesta grande,
con atambores y flautas y sonajeros que a la fiesta tañían, y todos venían muy
embijados con una que llaman bija que es colorada como almagra, que se hace
de una fruta de un árbol que echa unos como erizos de castaña y de dentro tienen
unos granos colorados [achiote], y lavándolos en agua desechados, se cuaja y se
hace unos panecitos colorados. […p. 164] Cuando vienen a esta fiesta traer a el
señor cada uno ovillos de hilo de algodón, y otros hamacas, que son las camas
donde duermen, que son de hijo de algodón y otras tejidas, que es lo que hay en la
tierra. Los indios caribes ni los demás no se sabe si tenían señor principal, más de
sus caciques mandadores, y en su lengua les llaman candara…. Hay otra suerte
de señores entre estos naturales que llaman mohanes, y en lengua malebu llaman
mohan y los caribes ñare… y los indios llaman a los clérigos y frailes y a los
médicos llaman mohanes, porque estos mohanes y mohanas -que también hay
mujeres- hay unos que saben curar con yerbas que ellos saben que tienen virtud,
que quitan las calenturas y otras el dolor de cabeza y otros dolores que tienen.
193
Hay otros que curan con soplos […] hay otros que curan chipando donde hay
alguna hinchazón o dolor, y hacen entender que les sacan el mal y escupen
sangre que ellos hacen salir de su boca y dicen que es del cuerpo. de mal que
tiene, que se los sacan, y otras veces escupen gusanos que ellos se meten en la
boca y dicen que salen del cuerpo…[…] Hay otros que son mohanes de las aguas;
dan a entender a los indios que cuando qvieren que llueva llueve y cuando no
qvieren no llueve. Y todas estas cosas y muchas supersticiones da a entender a
los indios, que las tienen tan creídas, que les pagan muy bien su falso trabajo, y
ellos son unos y otros grandes hechiceros, y dicen que hablan con el diablo y los
indios no les osan enojar porque los matan con hechizos y en las borracheras son
los que hacen ceremonias y sahumerios, que ponen en un tiesto con brasa y
echan allí anime, que es como incienso que lo sacan de palos que hay en la
tierra…[…] Dánles a entender cuando viene alguna enfermedad en los pueblos,
que el diablo está enojado por alguna cosa que el inventa decirles y que para que
se desenoje, que es menester que ayunen…
[p. 165]. Cuando se mueren los malebúes hacen de un palo cavado como manera
de ataúd y su tapa y todo, si es indio principal o tiene parientes que lo hagan, y
hacen un hoyo grande muy hondo, de más de un estado, cuanto se alcanza con la
mano y allí los entierran y a la redonda de sí le ponen muchas múcuras de chicha
y ollas de maíz….
[…] Los caribes dicen que no los enterraban hasta que el cuerpo estaba podrido…
[…]
[p. 168] Los mantenimientos que antes usaban usan agora, que es maíz es su
comida y bebida dellos. Los malebúes no comen carne de ninguna forma, sino
todo pescado e frutas e legumbres. Los que son ladinos como carne y todas las
cosas; los demás bozales no la comen sino pescado y yerbas, bledos -que hay
muchos- auyanas, batatas, yuca, melones y pepinos y todas verduras. Los caribes
y demás indios comen de toda carne y siempre acostumbren comer carne de
monte que se crían en los arcabucos, puercos y venados, guadatinajas [guatinajas
o guaguas] -que son a la manera de los puercos, sino que los pies tienen
diferentes con una manera de dedos-y armadillos y otras muchas monterias,
monos y zorras y otras muchas sabandijas, de modo que desto de comer.
[…]
[P. 170]. Hay muchos géneros de pescados en este río de muchas maneras: hay
unos que llaman doncellas que es un pescado que no tiene escama; es muy
delicado de bueno. Hay otros que llaman corvinatas y bagres y boquichicos
[bocachicos] y otros muchos géneros.
Hay también otro pescado muy grande, mayor que un atún de España, y el cuero
tiene como el atún; tiene la cabeza y hocico como de una vaca; tiene dos aletones
como brazos con que nada; la cola muy grande y redonda, tan grande como una
194
rodela. La hechura de la cola es a la manera de una pala con que juegan la pelota.
Tienen los machos la natura como de un hombre y la hembra como de mujer, con
pelos y todo. Tómanse en tierra como hombre y mujer. Comen yerba por las orillas
del río: el hijo que pare lo trae debajo del brazo y le cría al pecho, que también
tiene dos tetas. La carne de este manatí es como de puerco, aunque el sabor es
como carne de vaca; es dañosa, al que tiene algún mal humor, luego se siente de
él. Con la manteca de este se guisa de comer y se alumbra por esta tierra.
Hay otros que llaman caimanes: estos son muy dañinos, porque han comido a
muchos naturales y españoles, que no se osa nadie meterse en el agua. Son muy
grandes, que los hay de quince y diez y seis pies de largo y más de dos y cerca de
tres de ancho. Es de hechura de un lagarto de España, sino que tiene un cerro por
todo el lomo hasta la punta de la cola; la cabeza de una vara de largo, muy gran
boca, con grandes dientes y huesos. Cuando come algún pescado, para haber de
tragar alza la cabeza encima de la agua, porque dentro no puede, por amor del
agua que se le entrara por la boca. Y cuando es cosa grande que ha de
despedazar, se sale a una playa a comer. En el agua hace él la presa, que fuera
no acomete. Tiene tanta fuerza en el agua, que si coge a una vaca la lleva al fondo
y' la tiene allá hasta que entiende que está ahogada, y luego busca parte para
despedazarla y comerla. Estos caimanes ponen huevos en las playas de este río:
hacen un hoyo en la arena y los cubre con ella y allí por su tiempo salen. Dicen
que están veinte días en salir los caimancitos, y a sus tiempos los reqviere a ver si
salen o si se los han tomado. Son los huevos como de pato, sino que son mayores
como dos huevos. Pone de una carnada más de veinte. Echa un olor de sí el
caimán como almizcle: junto a la natura tiene una bolsilla y aquella es la que echa
de sí el olor de almizcle.
Así mismo hay en este río otra generación que llaman iguanas, que son de la
hechura del caimán, sino que son más pequeños, como lagartos grandes, de
España, la cabeza ni más ni menos que el lagarto y la boca y así tan pequeña,
sino que de barriga son mayores, más gordos y la cola larga; la color y pellejo
como lagarto. Porque el caimán tiene todo el lomo de conchas, que si no le tiran
de cerca con un arcabuz, no le pasan. Tiene también la iguana un cerro desde la
cabeza hasta el nacimiento de la cola y en el pescuezo hace unos papos. Esta
iguana pone también muchos huevos pequeños sin cascarón, sino con una
manera de pellejo; cúbrelos también con arena en hoyos que hacen. También
tortugas que hay en este río ponen huevos en la arena, cobijados con arena; todo
esto ponen por los tiempos que está el río bajo, que hay playas. Y todas estas
inmundicias es gran sustento para los naturales que bogan en este río y para
todas gentes, porque se comen todos estos huevos. Y la iguana tiene la carne
tiesa como conejo y el sabor hay poca diferencia, porque el que la comiese asada
o guisada sin saber lo que es, entendería que era conejo. El caimán no se come
sino son los pequeños: el comer de ellos como pescado bacalao.
Transcripción de Víctor Manuel Patiño, Cespedecia, 1983, p 155s.
Estos colimas son hombres que no se entiende de ellos que jamás reconociesen
señor ni mortal que sobre sus libertades tuviese imperio, hasta que se sujetaron a
la majestad real del rey don Felipe nuestro señor. Fueron y son en costumbres
bárbaros y de tan bestial behetría aniñada y sin discreción que en las cosas más
graves y de consejo que por junta han de tratar, el consistorio de ellas y su sala es
la casa donde se ordena una solemne borrachera, y bebiendo allí, la platican
celebrando la fiesta con sus sones y bailes, y si por el parecer de los más
honrados y ancianos apipas, que en su lengua se entienden "valientes guerreros"
se recibe alguna determinación por resoluta, en saliendo de través un
mochachuelo de los que andan sirviendo abacho y ministrando la taza en la mano,
o una vejezuela, plegada maestra de hacer muertes con ponzoñosa yerba, y
decretan diciendo: «No habéis de hacer lo que decís vosotros, sino esto que digo
196
yo, que es tal o tal cosa», todos juntos con alarido aprueban aquello, aunque sea
grandísimo disparate. Nunca pagaron tributos ni aun tuvieron de qué, porque hasta
ahora que con la inteligencia de las cosas que han visto y de las en que han sido
catequizados, van olvidando sus brutedades y algunos errores, venciéndolos Dios
eterno, para que reconozcan Su Majestad Divina y vivan debajo de las leyes de la
humana, sigbiendo su policía. Siempre despreciaron todas las cosas de
estimación, teniendo por preciosas las de ninguna virtud ni valor, y dándoseles
nada por oro, plata ni piedras preciosas, tenían por riqueza y joyas contezuelas de
canillas de anima les, y aves y de otros osezuelos hechas, y juguetes de conchillas
y caracoles de mar y ríos; unas sortijuelas de unos coquillos [corozos] que dan
unos árboles del grandor de avellanas o nueces pequeñuelas, de las cuales obran,
y puestas en perfección quedan muy negras y redondas, tiesas, lucias y lisas.
Estas sirven a varones y hembras de zarcillos o arracadas, poniéndose en cada
oreja muchas juntas, asídas unas de otras. De este modo ni tuvieron pretensores
de tributos -como está dicho- (ni) ellos de qué pagarlos.
Tampoco se ha podido averiguar que tuviesen criatura en la tierra ni en el cielo a
quien adorasen, ni cosa de industria hecha para este efecto. Sólo se contentaban
con sembrar y coger, beber y matar y comer carne, siguiendo excesivamente en
esto los enemigos del alma. Dan a entender que hablan con el demonio y que le
hacen preguntas y reciben de él respuestas y de él son cada momento enseñados.
Alcanza esta nación noticia del diluvio universal y así lo platican, puesto que como
bárbaros, teniendo en este caso y en otro opiniones ridículas. Y entre ellas esta es
una: dicen que hay muy largos años, según ha venido de generación en
generación que el mundo todo se anegó, tomándose aquí la parte por el todo,
porque su discurso no se extiende a tener por mundo, más de aquella parte de él
adonde llega su fantasía, conforme a lo que han visto de tierra y gentes, y a los
cuentos que de esta forma les quedan, en memoria historial, escritos por las
lenguas de sus predecesores.
Cuando el diluvio fue, cuentan que en cierta parte de la tierra había una loma muy
alta y larga, cuyo nombre era Acá y no Armenia, y que fue tanta la pujanza de las
aguas, que también señorearon aquella cumbre, subiendo sobre ella el agua de
aquella inundación. Dicen que venía siguiendo los pasos de un perro muy grande
que la traía tras sí y que el perro iba tañendo un alambor, a cuyo son el agua
bailando crecía, y que espantados los hombres de ver caso tan repentino y
peligroso, corrieron a aquella sierra y se subieron a guarecer en ella del ímpetu y
poderío del agua, donde de hambre pereció casí todo el género humano, y que de
los pocos que quedaron, descubierta la tierra se tornó a multiplicar y procrear el
universo.
Creen y así lo confiesan, que el perro entonces se metió en una laguna de
grandísimo espacio donde ahora está y vive, y que los indios que mueren lo van
allí a ver, y que hecho esto pasan a poblar unas sierras nevadas, donde esperan
los que quedan, y todos han de permanecer para siempre. Dicen que el maíz
verde que en aquel tiempo tenían sembrado, como el agua lo cubrió, se tornó
papagayos verdes, y que así mismo el maíz negro se convirtió en papagayos
negros, y que a esta causa los unos y los otros papagayos son ahora tan amigos
de comer maíz, por ser procedentes de él y vienen en los tiempos de las
sementeras en berza a comérselas en el campo.
197
Las macanas, que son armas e instrumentos obrados por sus manos, que las unas
les sirven de espadas para sus pendencias y pleitos de demandas y respuestas, y
los otros de rozar y limpiar sus menesteres (¿sementeras?) y son hechos de palos
de palmas muy negros y duros; los arcos y flechas; las tinajas en que cuecen y
guardan su vendimia y vino, el cual continuo es de maíz o yucas; las culebras, los
tigres y los leones y otros animales y cosas, creen que resultaron y nacieron del
humo y vapores de aquella inundación. Otras tendencias tienen desviadas de este
caso, nacidas de opiniones desvariadas y fundadas en doctrinas heredadas, tan
viciosas como las dichas.
Afirman que cuando alguno de los dos luminares celestiales padece eclipse,
procede de que una vieja colima muy antigua, cuyo nombre dicen ser Auxizuc, que
se entenderá "cosa o madre de los primeros hombres", sale de aquellas sierras
nevadas referidas (morada), ya casi oscura y sempiterna suya y de todos los que
en esta fe murieron, porque entonces tiene ella gana y le da deseo de que la lloren
sus descendientes en este siglo, y que para provocarlos al planto [llanto?] y
moverlos a él tristemente, se pone a jugar con una de las dichas dos lumbreras, la
que qviere, y que andando en la burlería, le pone las manos sobre la cara, con las
cuales se las cubre y deja escondida la luz, y creyendo los cuitados miserables
esto, en viendo la privación de la claridad, comienzan la música acordada de
voces y aullidos discordes y aborrecibles, con golpes de tinieblas insufribles y
temerosos; en aquellos tiempos comen tierra y piedras y hacen otras ceremonias
luctuosas hasta ser el sol o luna restituidos en su primer estado. Entonces,
creyendo que han satisfecho el intento y voluntad de la buena vieja, y que ella
aplacada y contenta ha dejado la lucha palestra, cesan, teniendo todavía por muy
cierto que sus gritos y devoción la forzaron a recogerse a su infierno.
Cuando ven alguna cometa, como casualmente suelen parecer ardiendo en el aire,
dicen que es un pájaro que la mesma Auxizuc envía de los que se crían en sus
jardines y bosques, volando, el cual se llama caxin, que qviere decir "matador con
macana" y que la causa de mandarle salir de la tierra y venir al cielo, es porque
está enojada de alguna cosa y que quiere hacer por esta ocasión guerra a los
hombres tomando por instrumento medianero del castigo, aquella ave que viene a
destruir y secar las sementeras de los colimas, porque faltándoles mantenimientos
mueran hambrientos, y que así mismo aquel caxir (así) tras orden de su matrona
para que esgrima su macana y mate muchos panches con ella, debe ser porque
no gocen sólo sus amigos de sus mercedes; debiendo de concederles a estos
bárbaros que en algunas cosas de estas van oliendo y rastreando las que
consisten en buena filosofía natural, aunque oscurecida y confusamente, por falta
de verdadera lumbre, y así desatinan.
Los rayos que se extienden y esparcen de la cola o cabeza de la cometa, dicen
que son plumas y pelos del pájaro, que yendo volando las va despidiendo, para fin
de las cosas que viene a acabar. Y para mitigar y regalar la ira de la furia, atajando
por algún buen medio esta plaga, ayunan según su costumbre, que es cesar y
abstenerse en sus comidas del gusto y apetito de la sal y su sabor: prosigbiendo
esta santimonia por quince días, al fin de los cuales se lavan y en sus labranzas
arman unas redes de hilo muy de propósito; estas dicen que son para enredar y
cazar en ellas la pobre cometa y hacer de ella lo que de ellos ella quería hacer, en
198
pago de la ruin intención que traía, lo cual nunca acaban de hacer ni de
desengañarse.
A los tiempos que según el curso y orden del movimiento de los cielos parecen en
su horizonte las estrellas que vulgarmente se llaman Cabrillas así como las ven,
corren a comer y comen piedras y terrones, como si fuesen turrones y melcochas,
y dicen que hacen esto para asegurar los dientes y afirmarlos, que no se les
caigan y así esperan que les ha de suceder, sintiendo como bestiales el efecto
contrario de lo que procuran y querrían. Llaman al lucero del alba Toro caqui, que
qviere decir "el redondo grande": toro significa "cosa redonda" y caquí "grande".
Este nombre dicen que le pusieron por vituperio y ignominia y por escarnecer y
afrentar, movidos los autores de la invención, de enojo que concibieron contra él
los pasados y dura hasta los presentes, causado de que clandestinamente se casó
el lucero y tuvo acceso cubicular con una india colima, llamada Api, que se
entiende "abuela" o "bisabuela", lo cual dicen que fue hasta de toda la generación
colima, y que el dicho caso se recibió por injuria común, quedando de él ellos muy
agraviados y sentidos, y la estrella lucero con su nombre tan temeroso y lleno de
miedo, que no osa parecer en el cielo a otra hora sino aquella, por ser tiempo en
que todos ellos están recogidos y durmiendo, y tener sabido que si travesase el
cielo descubiertamente y de modo que pueda ser visto, le han de prender y echar
en una laguna, donde se ahogue y fenezca. Cuando tienen voluntad y querrían
que el sol abreviase su jornada y corriese más que corre a encerrarse en su
ocaso, codicioso de la noche, aunque sea de mañana, por dormir o no trabajar,
pénense a mirarle y soplarle muy apriesa, arrancándose las pestañas y cejas de
los ojos y arrojándoselas con aquellos antojos, y creen que basta esto a hacer
fuerza al sol para que se sujete a su querer desatinado. El mismo rito y ceremonia
tienen y observan contra los aguaceros y tempestades, imaginando que con
soplos de su aire, han de resolver las aguas y detener los vientos.
Los temblores de tierra y terremotos que se ven y suceden, cuentan por cosa
indubitada que son causados por una culebra que en cierta parte del mundo habita
y vive dentro de una grandísima agua, el cual animal lo pintan y figuran tan fiero y
monstruoso, que según la traza, su cuerpo tiene de grosor más de ocho bueyes
juntos, y de largo le dan y señalan más de dos mil pasos; llámanle Ivichicuco,
dándole este nombre del mismo canto que tiene. Esta culebra afirman que sale de
su casa y estancias en aquellos tiempos, compelida de necesidad de comer y con
hambre a buscarlo. Sabiendo bien antes que parta donde le está ya la mesa
puesta y aparejada la cena, y que haciendo su camino es tanta la terribilidad y
furia que trae, cargando la tierra y apretándola, que no pudiéndola sostener, ni
sufrir encima de sí, se abre y hunde y tiembla. El intento que lleva la culebra que
engañó a Eva y engaña a estos para hartarse, dicen ser llegar a parte donde a
aquella hora hay gran concurso y junta de gentes colimas y panches, donde sin
ser sentida de cosa que viva, los cerca, enroscándose y dejando ceniza dentro del
ámbito de su circunferencia toda aquella congregación, y que al tiempo que le
parece convenir y qviere, suena unos cascabeles naturales que trae a la punta de
la cola horriblemente, a cuyo ruido la turba espantada como ganado asombrado,
qviere huyendo escapar del peligro y topando sin consejo la primera senda o
camino que se les ofrece, guiados así por lo que dispone el culebro, van a dar de
porfía y de tropel a la cueva de su boca, donde los recibe y traga, sorbiéndolos
dentro de sí, aunque sean mil juntos. Entendido yo la credulidad con que esta
199
gente pobre afirma esto, quise saber e inquirir particularmente en este caso, sobre
qué estriba el fundamento de él y preguntando a algunos indios con quien al
parecer más lugar tenía el crédito que con otros, hallé dos o tres que me
certificaron no haber duda en él y haber ellos mismos visto caminar el dicho
Ivichicuco, pareciéndoles en aquel punto estar fuera de este mundo; pero confieso
que tampoco creí estos como a los más mentirosos, y así dudé de su verdad,
teniéndola por cosa apócrifa, fantaseada y vana como las otras suyas; y creo, si
algo estos o otros vieron fue a Satanás en aquella figura. Otras muchas
costumbres, ritos y ceremonias y observaciones brutales y demoniáticas tienen
estos colimas […]
Los mantenimientos de que común y ordinariamente usaban para sustentarse eran
maíz, que es su grano, y una legumbre que llamamos frisoles, yerbas y hojas
diferentes destas; y del maíz molido y cocido con ellas en agua hacen unas
mazamorras, que es guisado al modo de las poleadas o gachas que llaman en
España: estas comen proveídas de sal o de agua della, teniéndolo por manjar de
todas horas y por más principal, sabroso y socorrido, que ninguno de todos los
demás que alcanzan en salud o enfermedad. Tenían batatas y yucas, que son
raíces conocidas y de sustento. Otras raíces campesinas y diversas comen: a
todas generalmente llaman arocueche, 9 que es “raíces de la tierra”. Tenían
auyamas, que son legumbres a la manera de unas calabazas romanas, y buena
comida. Comían fruta de sus árboles de cultura y de los silvestres; carnes, de más
de la humana, la de otras cazas que industriosamente podían matar. Destas
mesmas comidas se sirven y aprovechan agora, excepto la que les defiende el
temor, alargándose esta gente asegurada por la familiaridad con que los
convidamos a comer también de todos nuestros manjares, así los ordenados por
arte como crudos por su naturaleza, de los cuales al principio de su pacificación,
mostraban grandes escrúpulos y hacían muchos ascos.
[..] Hay en esta provincia árboles frutales silvestres de diversos nombres y frutas,
diferentes en formas y gustos, los cuales diré aquí los que he visto y de los que he
podido tener noticias.
[…] Guamos. Guamos, que son árboles apuntados ya en (el) exordio desta
relación, hay tres o cuatro géneros dellos. La fruta destos es larga como tres o
cuatro palmos; rolliza a manera de velas de cera o sebo; el cuero duro, acanalado,
con muchas partículas de largo a largo; la carne que dentro se cría es sobre una
pepita negra, a modo de ciruela pasa, lisa; ella es blanquísima, ordenada a trechos
conjuntos y señalados, a la forma de copitos de algodón sazonado en su capullo;
es muy dulce, jugosa y suave, de buen olor.
Guayabos. Hay guayabos, que son unos árboles que llevan una fruta que se
come, redonda y maciza, sin hueso, cuya carne es encarnada, sabrosa y sana, de
cuero delicado y liso; cría dentro de sí gran suma de pepitas muy menudas y tan
duras, que causan desabrimiento al deshacerlas entre las muelas. La madera
destos guayabos, aunque es tiesa y dulce de labrar, no sirve a edificios, y podrá
9
Es posible que la palabra arracacha, quechua, hubiera llegado a esta zona, junto con la
planta. Sin embargo, aquí el uso se refiere a varias raíces, entre las que debían estar las
comunes entre los muscas.
200
servir a otras cosas de obras menudas. Hay destos árboles unos que dan la fruta
dulce y otros agra10.
Curos. Hay unos árboles grandes y hermosos de heredades. La fruta destos es a
manera de peras verdiales de España, pero algunas muy mayores. Llámanse
curos, y derivadamente cura. La fruta es de agradable parecer. La carne destas es
sabrosa y grasa. Tiene la pepita de la hechura y grandor de un huevo de gallina.
Es la cura comida de mucho sustento y buen mantenimiento. La madera destos
árboles sirve en pocas cosas, por ser vedriosa, muelle y estoposa.
Nísperos. Hay nísperos, que son árboles que llevan la fruta como los de Castilla,
en forma, sabor y olor, y así como aquellos, se cogen verdes y maduran en paja o
otro abrigo. La madera destos sirve en pocos menesteres.
Caimitos. Hay caimitos, que son árboles llamados así, de mediano grandor,
montañosos, de madera que puede servir y aprovechar en edificios. Llevan una
fruta que se come, del grandor y forma y color de una manzana madura en toda
sazón; lo que della se come es a manera de un tremadal dulce y de sabroso gusto.
Nogales. Nogales hay en abundancia en algunos montes. La madera destos es
como la de España y así puede servir; diferénciase la fruta en ser más tiesa y dura
de despedir de su casa y no tiene en la caja aquellos apartamientos cuarteados
que las otras. Hácese destas verdes buena conserva.
Anones. Anones hay, que son unos árboles llamados por este nombre, los cuales
son montañeses, y haylos también de cultura, de medianos cuerpos. Su madera
es inútil, por ser delgada y tierna. Llevan una fruta a manera de corazones de vaca
y alguna de aquel grandor, de cuero delgado y sembrado por la superficie de unas
púas tiernas a manera de abrojos. La carne es blanca, jugosa y muy azucarada y
suave.
Guanábanos. Guanábanos hay, que son árboles montañeses y de huertos, por la
pretensión de su fruta, los cuales aunque son de mayores cuerpos y brazos que
los anones dichos, la madera no es de más provecho que ellos. La fruta en lo
exterior y interior es de su mesma forma, excepto que el sabor destas guanábanas
es entre agro y dulce, meloso, y ellas son mayores mucho que los anones, porque
hay guanábana destas que pesan cinco o seis libras, y la mayor fruta anón no
pesa dos.
Ciruelos. Ciruelos hay. Estos son unos árboles cuya madera no sirve en obras ni
en edificios, por ser pequeños. Su fruta es a manera de zangares de España,
excepto que son de poca carne y algo seca y harinosa; el hueso como uno de
aceituna y muy estoposo.
Plátanos. Hay plátanos, que son árboles caseros y de heredades; son de hermoso
mirar. El tronco o mástil destos árboles es todo compuesto de camisas o cascos
como cebollas, muy tierno y aguanoso y nervioso, inútil para cualquier
aprovechamiento de obras. Es su fruto en racimos, que cada racimo tiene treinta o
cuarenta frutas, más o menos, según alcanza la fertilidad de su asiento en la tierra.
10
Referencia temprana a la guayaba agria, una variedad de la cual, probablemente venida
de la América Central, es conocida hoy en Colombia como “guayaba coronilla”. Es menos
probable que se refiera al arazá, común en el Amazonas, que no parece haberse conocido
en el interior hasta el siglo XX.
201
Cada fruta destas es larga como palmo y medio, a la forma de un cuerno de
ternero, pero más parejo del nacimiento a la punta. Un pie destos árboles no da
más que un fruto o racimo, remitiendo la procreación a otros hijos que deja
engendrados y nacidos, y así van procediendo por naturaleza, no dando cada
árbol más que un fruto y multiplicando arrededor de su cepa muchos hijos. Son de
largo altor y de muy hermosas y anchas hojas, y comunes a todas las Indias y
notorios y vistos en algunas partes de España. […]
Naranjos. Hay de las plantas arboledas de cultura, traídas de España, naranjos
dulces y agros. Destos los que hasta agora se han plantado en este pueblo, el
primero y segundo fruto son buenos; de allí adelante declinan hasta acabarse en
breves años. Tengo la condición desta tierra por dura para la tierna destos árboles,
y así creo que se casa mal con ella.
Limas y limones, Hay limas y limones, ciutres [por ceutíes] y reales, y de otros
géneros. Estos géneros de frutas agras se dan fértilmente y es de larga vida su
arboleda.
Limas dulces. Hay limas dulces, de un género maravilloso. Dan la fruta muy
crecida y hermosa, en un orden graciosísimo, porque nacen apiñadas a la forma
de una cruz en cinco piezas, y ellas son de linda hechura.
Higueras. Hay higueras, las cuales parece que esta tierra las cría como madrastra,
y así crecen muy desmedradas y son presto perdidas.
Granados. Hay granados, los cuales aunque se crían con frescura y alegría,
responde el fruto tibia y perezosamente.
Parras. Parras se han intentado plantar, cultivándolas con todo el cuidado y regalo
que se ha podido entender serles provechoso; pero nunca se ha podido ver fruto
dellas, ni aun las tengo por planta permanente en esta tierra, puesto que las
salvajes se dan bien y fructifican mucho en ellas.
Cidras. Hay cidras de dos o tres suertes, un género de los cuales se da tan crecido
y hermoso, que hay algunas dellas poco menos que botijas peruleras.
[…] Los granos y semillas de que los indios se sustentaban y sustentan son como
lo tengo escrito, maíz y frisoles y no otras. Las hortalizas que sembraban y hoy
usan dellas para sustentarse son las batatas y yucas y otras raíces, que dellas y
de sus hojas se sirven para comerlas cocidas. Pero el mayor regalo suyo y su
recreación y jardines eran los maíces en berza tiernos, por comerlos en mazorca;
así es que son los que en España llaman pimientos de las Indias. Es el tiempo del
maíz verde para estos colimas como el de la cereza en Castilla para los bergantes
que en él dejan de servir y se dan a hurtar, y en esta pulicía nunca fueron más
curiosas estas gentes. Hay agora para el uso y sustento de los españoles en esta
ciudad, en los huertos de sus casas y estancias, casi de toda la hortaliza y
verduras de España, las cuales se dan y semillan bien. Produce el trigo y la
cebada medianamente, y así acude(n) y da(n)se lino y garbanzo y cualquier otra
cosa de grano o cabeza. Lo demás tocante a este capítulo, que es seda, grana,
vino, aceite, de todo es careciente este pueblo y tierra.
202
15 RELACIÓN DE LA REGIÓN DE LOS INDIOS MUZOS Y
COLIMAS (ALONSO RUIZ LANCHERO Y OTROS) (1582)
[…]
[5] Es tierra de muchos indios, y ha sido de más y de menos gente que ahora hay,
porque al tiempo que entraron en estas provincias, cuando pasaron de la otra
banda del Río Grande de la Magdalena a esta tierra, ganándola a los indios
moscas que la poseían, eran pocos, aunque muy valientes y guerreros y de
grandes ardides en su milicia, y respecto de que las mujeres no les causasen
algún impedimento en la guerra, trajeron muy pocas consigo; los cuales hicieron
guerra a los dichos indios moscas, que ellos en su lengua llaman nipas, que qviere
decir “mercaderes”. Y despoblaron los muzos a los moscas y los echaron de la
tierra y ellos se apoderaron de ella, y fueron creciendo y multiplicando en grande
suma, por razón de las mujeres que ganaron y tomaron en forma de esclavas a los
indios moscas. […] No viven en pueblos formados ni casas permanentes, sino es
en barrios y parcialidades y otro por sí. Y esto es por causa de los casamientos,
para casar fuera de sus apellidos, y así donde hace cada indio su labranza, allí
hace su casa.
La manera de vivir es comer y holgar. Es gente haragana. Ocupan lo más del
tiempo en beber en sus borracheras, que entre ellos es costumbre muy antigua, y
después de borrachos se matan unos a otros y se comen […] En caso que se les
haga cualquier ofensa, son gente tan miserable que por dos brazas de cuentas
que les toque, perdonan cualquier muerte que se haya hecho en cosas que les
toque, y entretanto que no hay esta satisfacción, duran las guerras entre ellos, por
vía de pagamento, que ellos llaman. Pocas veces tienen pasiones ni diferencias
los de un apellido con otros del mismo no con los que casan, sino con los demás
comarcanos, porque dice que con los que casan son hermanos en armas. Llévase
la mujer todos los indios que ha tenido de su marido cuando muere, y se va a sus
tierras y toman el apellido de la madre. Y si matan a algún indio, por sus
costumbres no están obligados a la venganza y satisfacción deste agravio los
parientes del padre sino los de la madre con todos los indios de su apellido.
[14 En cuanto al nacimiento destos naturales, la costumbre que tienen es que en
naciendo el hijo o hija, la madre parida va luego a un arroyo y se lava en él y lava
la criatura, y la envuelve en unas hojas de bihao, que son muy verdes y anchas, y
la tienen en los brazos tres días no más, porque no se hagan perezosos, y luego
pónenlos en una cuna hecha de caña….
[17] Se pueblan estos naturales en sitios altos y escombrados, que participen de
montes, para derribarlos y hacer en ellos sus sementeras labranzas, por ser tierra
descansada, y también junto a fuentes frescas, donde hacen sus caños que caen
de alto para lavarse, porque son muy viciosos en esto. […] Enferman pocas veces,
y las más son de cámaras, resfriados por lavarse a menudo sudando y de lo
mismo le proceden grandes calenturas. Hay también entre estos naturales muchas
calderas, que son valles que descienden de los altos, donde se crian los más de
los indios e indias, con papos [papadas, cotos] en las gargantas, tan grandes que
les cuelgan como melones. No han hallado remedio para sacar dellos y los
mismos papos los ahogan.
203
[19]
[…] Los árboles que hay silvestre son el almendro, que los naturales llaman urche,
y el almendra arpa, que qviere decir “pepita”, y es un árbol muy grande, acopado
como pino, y el almendra y fruto que da es de hechura de un riñón de carnero; el
meollo della es como un dedo melguerite [meñique] y es tan dulce y agradable el
gusto como la almendra de España y más; hácense con ellas para enfermos muy
cordiales almendradas. [Se trata probablemente del caracoli, con su fruta igual a la
del marañón: ver nota en la relación de Valledupar.] Hay otro árbol que llaman los
naturales guanábano, que da una fruta a manera de una potra [testículo] de un
hombre muy grande, excepto que tiene unas puyas como uñas de cernícalo;
cómese esta fruta aunque es muy aceda…
A los veinte y tres capítulos se responde que los árboles de cultura que los indios
en esta tierra tienen para su mantenimiento y regalo son la palma que da la fruta
que llaman cachipay11, y el árbol es espinoso de abajo arriba y da la fruta en
racimos como dátiles; tienen dentro un güeso a manera de coco de Guinea y desto
se sustentan los naturales.
También hay unos árboles que se llaman curas y paltas y aguacates, que son de
manera de grandes peras verdeñales y del mesmo color; es fruta sana y casi el
sabor de nueces, y tiene un güeso grande, redondo y lucido, que es bueno molido
para enfermedades de cámaras; llaman esta fruta los naturales cachi y al árbol
palta; es de hechura de un hermoso peral. Hay también nísperos y estos nacen en
quebradas y partes húmedas. Hay gran suma de guayabos, que dan muchas
guayabas, que los naturales llaman nama; es madera muy recia; aunque no sirve,
por ser árbol pequeño. Hay otro árbol que los naturales llaman suerpe y los
españoles guáimaro, que es de hechura de madroño y la pepita se come cocida
como garbanzos; la madera deste árbol es recia y puede servir de tablazón,
aunque no es muy grueso. Hay otro árbol del tamaño del ciruelo, que da una fruta
que llaman frisoles, tan gruesos como nueces; cómenla los naturales; este árbol
llaman nupaz12; no sirve de más que de llevar esta fruta.
Hay otro árbol que se llama guamo y los naturales suri; es grande a manera de
nogal; la madera dél no sirve de nada; la fruta que da es como una vaina como
una vara de medir; es del grueso de una de azagaya y tiene dentro una fruta que
se come y es muy dulce, que es una pepita como una haba y cubierta de un vello
blanco como nieve y tiene el gusto de azúcar; es golosina para los españoles y
para los indios; es fruta muy fría y enferma. Hay otra manera de guamas que los
naturales llaman coperas, que es de hechura de un machete; tiene esta fruta la
mesma pepita y el mesmo licor; tiene un suave olor de almizque; este árbol es
empinado y la madera recia. Hay otros tres o cuatro géneros de guamos, que dan
la fruta como algarrobas13, que también la comen los naturales; los cuales tienen
unos parrales hechos de unas como parras, que la hoja es como la del castaño y
mayor, y trepa el bejuco della por los árboles y paredes, y ármanlos sobre
barbacoas; estos llaman los españoles granadillas y los naturales curubabi 14; está
la fruta (así por es la fruta) del tamaño de grandes pepinos y para comerla pártenla
11
Hoy conocido como chontaduro.
12
Es el balú (Erythrina edulis)
13
Hay una algarroba americana (himanaea courbaril) que los españoles
asimilaron a la europea.
204
por medio y la medula de dentro es como la del pepino, aunque es sabrosa y
apetitosa, porque es un poquito agra. Hay también otras granadillas más
pequeñas, que también se comen. Hay otros árboles pequeños, que aunque no
son castaños naturales, echan un erizo del tamaño de una naranja y tiene dentro
tres o cuatro castañas como las de España, y del mesmo gusto 15; cómese muy
bien esta fruta y no se puede guardar diez días, que luego se corrompe y así son
todas las frutas desta tierra que finalmente se dañan, excepto el almendra referida,
que se guarda un año, aunque es fruta silvestre. Otras muchas frutas hay de que
usan y se aprovechan los naturales, que ni tienen sabor ni olor ni efecto de
bondad.
Los árboles de España que en esta tierra se dan son naranjos y limones y limas y
toronjas y cidras y higueras [brevas] y parras de uvas, y también los hay silvestres
y cargan de muchos racimos, sino que la uva dellos es muy agra. Y también se
dan cañas dulces en grande abundancia16.
A los veinte y cuatro capítulos se responde que el grano principal de que los indios
se sustentan es el maíz y frisoles; la yuca, que ellos llaman aro, de que en las
islas se hace el cazabi. Hay batatas, que llaman miz. Cogen en algunas partes
turmas que llaman yoma.
Hay mucha cantidad de piñas, que son de la hechura de las del pino y mayores, y
mondada la cáscara della, que es blanda, se cometoda: es fruta dulce y de buen
color y agradable al gusto, aunque es muy colérica y malsana.
Hay papayos, ques la fruta dellos como melones; el árbol es alto a manera de un
troncho de col y tan tierno, y la fruta que da es fría y las pepitas que tiene dentro
son del color y hechura de la pimienta y del sabor de mastuerzo y tan humoso.
Hay mucha cantidad de plátanos; háse traído el árbol de otra parte. Háse traído el
árbol del mamey, de la isla Española de Santo Domingo, y aunque ha más de
ocho años que nació el árbol, no ha dado fruto, y está muy vicioso y fresco.
También se trujo el anón de fuera, y es fruta que se da muy bien 17. Tienen estos
naturales mucho ají, y aprovéchales la hoja del como coles para la olla, y también
cogen las hojas de las batatas y de los frisoles y de otras y bledos que echan en la
14
Curubas, con el nombre chibcha, que los muzos probablemente adoptaron al adoptar la
planta. Como se ve, ya las cultivaban en soportes como barbacoas. La curuba grande
puede ser una badea, y la pequeña a la que se refiere en seguida la que hoy se conoce
como curuba (Pasiflora tripartita v. mollisima). El nombre de granadilla se dio sobre todo
a las que encontraron cerca a Cali, redondas y de corteza quebradiza.
15
Patiño dice en su libro de 2002 que es Cariocar glabrum o almendrón. Podría ser, pero no
es muy probable, una castaña americana (Castanea dentata).
16
Entre las plantas traídas por los conquistadores, fuera del plátano. es importante
señalar la caña de azúcar, que ya se da en abundancia, y que para finales de la colonia era
una de las principales cosechas de las tierras calientes. Más adelante se menciona el arroz,
que fue poco cultivado hasta el siglo XX. Y Ruiz Lanchero destaca que los indios adoptaron
los melones y les parecen mejores que sus frutas. Dice también que adoptaron frutas
americanas traidas por los españoles, como el anón y el mamey.
17
Ruiz Lanchero identifica algunas plantas como traídas recientemente: el plátano, que
vino del viejo continente y algunos españoles creían ya nativa, y dos plantas americanas: el
anón y el mamey. Patiño considera que la chirimoya, también americana, era desconocida
en estas zonas del Magdalena.
205
olla para mezclar con la harina del maíz que comen en mazamorras, que es el
principal sustento de los naturales.
Danse aquí bien las coles y rábanos y lechugas de España, y también se dan
melones, y tiénenlos los naturales en mucho y les parecen mejores legumbres y
frutas que las suyas desta tierra. También se dan las berenjenas y pepinos, y
calabazas y nabos, mostaza, perejil, culantro, cebollas y yerba buena y
verdolagas, y también se da arroz en algunas partes.
Transcripción de Víctor Manuel Patiño, Cespedecia, p. 224s
206
20. LA REBELIÓN DE LOS PIJAOS (CAPITÁN DIEGO DE
BOCANEGRA, SOLDADO ANÓNIMO) (1584, 1603)
Desde los tiempos tempranos del descubrimiento, como puede verse por el
documento ya transcrito sobre la Gaitana, los indios del alto Valle del Magdalena
ofrecieron dura y tenaz resistencia a la invasión española. Reducidos
numéricamente, se mantuvieron en buena parte alejados de los españoles en las
estribaciones de la Cordillera Central al sur de Ibagué , en las zonas de Neiva,
Chaparral y Neiva. Recibieron el nombre de Pijaos, según Pedro Simón, de los
españoles, que “a las primeras entradas que hicieron a aquellas provincias les
vieron tan deshonestos que traían sin ninguna cobertura las partes de su puridad”.
(IV, 6, 31) A finales del siglo XVI los funcionarios españoles se empeñaron en
sujetarlos completamente, inquietos en gran parte por los ataques ocasionales que
hacían los pijaos en ambos lados de la cordillera. Esto llevó a una dura campaña
contra este grupo, que provocó una nueva rebelión general. Un ingenuo relato de
un soldado español, que participó en una de las campañas contra los pijaos hacia
1584, da un retrato sorprendentemente transparente de las técnicas usadas por
los españoles y de su escabrosa violencia, con empalamiento y muerte a niños y
mujeres. Otro informe, del capitán Diego de Bocanegra, escrito probablemente
hacia 1603, resume la visión que tenían los españoles de este grupo y da las
líneas estratégicas para un esfuerzo final de sujeción de la tribu, reducida ya, en
su opinión, a unos mil quinientos indios. En efecto, en los años siguientes, los
españoles lograron finalmente someter a los pijaos, pero a costa de su casí total
exterminio. En abril de 1605 la Corona nombró a don Juan de Borja presidente del
Nuevo Reino y le encargó especialmente someter a los pijaos y a los carares. Esto
llevó a una nueva campaña, especialmente violenta, que llevó al sometimiento
final de los pijaos y casi a su total exterminio.
Por mandado del gobernador [de Popayán} Juan Atuesta Salazar salió Pedro
Sánchez del Castillo de Cartago con veinte y tres soldados sin armas ni
bastimentos ni otra cosa en busca de los indios pijaos que habían venido a quemar
el pueblo Quindío. Y tomamos el alto de Guáramo y comenzamos a caminar por
su propio rastro de los indios.
Habiendo caminado dos jornadas, dimos en un camino real suyo de ellos que
dentro de seis días nos metió en su población. Y viendo que estábamos en su
tierra, tomó el capitán el parecer de los soldados, y estando en esto andaban los
indios junto a nosotros tazando. Y Nuestro Señor, que nunca olvida de los suyos,
envió un grandísimo aguacero con grandísima tormenta, por la cual se recogieron
los indios a sus casas y todos estuvimos de parecer de acometerles a prima
noche.
207
Y estando un soldado que llevaba el avanguardia cebando el fogón de la escopeta,
vio atravesar un indio. Y como él iba borracho, no nos vio. Y fuimos por su propio
rastro y cuando llegamos cerca de su casa, anocheció. Y viendo la casa, hicimos
alto y con mucha vigilancia aguardamos que durmiesen. Y viendo el capitán que
estaban sosegados dijo: «Santiago y a ellos», y seguimos todos al capitán y
cercamos al bohío donde con la ayuda de Dios tomamos sus indios gandules y
cuatro indias con sus criaturas, sin disparar arcabuz ni ser sentidos de las demás
casas.
Y metidos en las colleras tomamos uno de ellos y le dimos tormento y
amenazándolo de matarlo preguntándole si había otras casas. Dijo que sí y que él
nos llevaría a una casa a donde había más de diez indios. Y había más de
doscientos que se habían juntado para volver otra vez al camino de Quindío. Y nos
llevó a una cuesta abajo de más de media legua y subimos otra de otro tanto. Las
indias que llevaban criaturas, las pellizcaban para que nos entendiesen y dijo un
soldado al capitán que las dejasen en medio de la cuesta con cuatro soldados de
guardias y los demás con los indios que caminábamos fuimos a las casas que
estaban en lo alto de la loma, en donde al cabo de ella vimos siete casas.
Y Pedro Sánchez del Castillo, capitán, nos puso en asechanza y en el nombre de
Santiago dimos en las casas, disparando las escopetas y en que iban huyendo, y
cercamos el mayor bohío de todos, en donde había adentro más de ochenta
gandules y a todos pasaron por cuchillo y los demás de las otras casas se fueron
todos, por ser pocos soldados y no poder acudir a las demás casas. Solamente
nos aprovechamos de los arcabuces, porque con la gran claridad de la luna les
tirábamos y matábamos algunos.
Rancheóse aquí una fuente de plata muy glande por Sandio García y yo, servidor
de vuestra merced, rancheé una espada y una bacinilla de plata y un pedazo de
oro de cincuenta pesos fundido y mascado, y otro soldado rancheó unas medias
de seda y unas sábanas y una empella de terciopelo y una capulla de un fieltro y
muchas mantas que venían para vuestra merced y otros señores, y las mantas
eran de Santafé que venían para acá.
Y otro soldado rancheó ciento y tantos pesos de oro en polvo y un tejuelo de más
de doscientos pesos y frazadas y camisas y calzas [...], todos de por sí, cogiéronse
cuatro y vivos, entre los cuales venía uno de los que saltearon a Sancho García y
otro cacique retirado de Ibagué que mató a Sebastián de Magaña, criollo de
Cartago. más traíamos veintitrés [indias] y treinta y cuatro indios, diez o doce
criaturas. Y aquella noche dijo el capitán que quemásemos los bohíos y se
atalayasen las rozas y así se hizo. Y volvimos la cuesta abajo con toda la prisa y
muy contentos.
Así como se nos entró la luna vino grandísimo aguacero y mando el capitán
encender cuatro candelas de cera que había sacado un soldado de Cartago
porque era tan grande la oscuridad que no nos veíamos los unos a los otros. Y
antes que amaneciera nos apartamos de sus casas dos grandes leguas, y como
vino el día descansamos en un arroyo donde mandó el capitán que empalásemos
al cacique que había salteado a Sancho García y con los demás comenzamos a
marchar. Caminamos esta jornada ocho o nueve leguas en donde, en
anocheciendo nos rancheamos en una ranchería seis. Y a media noche me cupo a
208
mi, servidor de vuestra merced, el alba y a otro soldado escopetero y sentí venir
los indios Y queriéndome certificar, se desquivaron a un lado de las rancherías y
pasaron adelante. Y dije dando voces: «Arma, arma». Y así despertaron con las
armas en la mano y las mechas encendidas y puestos en muy buena ordenanza
hasta que fuese de día.
Y así como amaneció comenzamos a marchar con toda prisa muy contentos, y
entre las ocho y las nueve almorzamos en una … bradilla. Y en ella me mando el
capitán tomase un arcabuz y dejase la rodela. Y habló por boca de ángel, porque
mediante Dios, el arcabuz me dio la vida. Y era este día martes, yendo marchando
nuestro camino, subiendo una cuesta arriba, yo, servidor de vuestra merced, iba
adelante en el avanguardia con seis compañeros y vimos rastro de indios e
hicimos alto y le informamos al capitán. Y visto el propio rastro nos encargó que
llevásemos mucho cuidado los que íbamos con el avanguardia. Y así fuimos con él
y habiendo caminado media legua descabezando la cuesta, estaban en un pajonal
en el camino, en entre dos lados, más de cien indios. Y así como vieron a toda la
avanguardia en medio de la emboscada, cerraron las dos medias lunas que tenían
hechas y antes que los sintiéramos nos tenían muertos tres soldados y nos
llevaron tres vivos y a mí, servidor de vuestra merced, me dieron dos lanzadas:
una por delante en el muslo y otra en las espaldas, y mataron cuatro indios
amigos.
Y yo viendo la multitud de los indios, me dejé caer entre los muertos, por la mucha
sangre que me había salido. Y los indios amigos que traían las cargas, las dejaron
por huir, y así como vieron que dejaban muertos cuatro españoles y llevaban tres
vivos, fueron corriendo la cuesta abajo en busca del capitán y la demás gente, y
como hombres de brío, no se dejaron coger la presa y subieron la cuesta arriba en
busca de los que veníamos en el avanguardia. Y como nos hallaron muertos y yo
escapé muy mal herido, desmayaron. Y Pedro Sánchez del Castillo y los demás
soldados, de la pesadumbre que recibieron, mataron las veintitrés indias y
criaturas e indios que venían en las colleras.
Y estando en esto, vinieron otra vez los indios de guerra pidiéndonos las mujeres.
Y un soldado que venía con nosotros llamado Maltes, disparo el arcabuz y derribó
dos y los demás recibieron grandísimo temor y huyeron. Y tuvimos por bien el no
seguirlos y tomamos otro camino, donde al cabo de dos días venimos a salir a
Quindío, y partimos luego para Cartago muy ajenos de contento. Entrados en el
pueblo, presenté yo, servidor, una petición para que me mandasen curar. Y al
cabo de seis días estuve muy bueno de salud. Criado de vuestra merced.
Juan... [firma ilegible]
[Friede, Fuentes Documentales, VIII, Doc 1180, p. 225-226
209
EI gobernador de Popayán, don Vasco de Mendoza y Silva, me mandó informase
a Vuestra Alteza en razón de quien son los indios pijaos, la tierra do viven, su
modo de pelear, las dificultades de su conquista y el apronto y fuerzas que
conviene y son necesarias para el castigo que se pretende hacer en ellos y
sujetarlos, y lo que de esto entiendo y la práctica y experiencia de cincuenta años
que ha que conozco estos indios y les he hecho guerra, me hace notorio y puedo
decir es lo siguiente:
La tierra do viven estos indios pijaos, es muy áspera y fragosa y toda la más de
montañas bravas, frías y de muy malos pasos y peñoles; no es abundante de
comidas en la sierra, viven muy apartados y divididos unas casas de otras.
En distancia de cuarenta leguas hay mil y quinientos indios, no son más todos
ellos; júntanse con facilidad todas las veces que salen a saltear, robar y matar
gente; entiéndense con certidumbre unos con otros por los fuegos que hacen en
las lomas y cerros altos de cabaña, y cuando ha de ser junta general por la orden
de fuegos, la conocen, y cuando es particular de algún cacique o parcialidad, la
entienden. Son guerreros animosos, y por naturaleza rabiosos, crueles,
inhumanos, comen carne humana y gustan de ella más que de otra comida. En los
tiempos pasados, que había gran número y cantidad de indios en los valles de
Saldaña, Neiva y su comarca, tenían y usaban los indios pijaos carnicerías
públicas de carne humana y se vendían los unos a los otros los cuartos de los
indios y muchachos cautivos, como entre nosotros los de vaca y ternera; esto es
cosa sin duda y así, de setenta años a esta parte, han muerto, comido y
consumido más de cien mil personas, y después de haber acabado tantas
poblaciones de indios en aquella comarca, han revuelto sobre los pueblos
poblados de españoles e indios de paz cristianos y de los lugares de Timaná, de
La Plata, Neiva, Ibagué, Cartago y Buga, y de los caminos reales han muerto y
comido más de veinte mil personas cristianas, de cuarenta años a esta parte.
Los caminos reales tiénenlos todos ganados y por suyos y no se puede pasar por
ellos sin escolta y guarnición de arcabuceros. Con esto tienen tan atemorizados y
afligidos los pueblos de españoles y naturales que han quedado, que no se hallan
seguros, ni lo están, y así todos se han fortificado y cercado de tapias y palenques,
porque no den sobre ellos de noche y los acaben a todos; y con este cuidado,
fatiga y peligro tan grande padecen y sustentan la tierra y no será posible que la
puedan sustentar muchos días según la pobreza general que todos los más
vecinos tienen, si Vuestra Alteza no socorre con fuerza bastante y breve dad con
remedio.
La orden y astucias de pelear de estos indios pijaos es terrible y pone cuidado y
recelo a los más prácticos y valientes capitanes y soldados. Acometen a los
españoles de día en las montañas y pasos dificultosos con emboscadas, y las
ejecutan con grande ánimo y determinación. Son astutos, vigilantes, ingeniosos y
muy hábiles en revolver y menear las lanzas y dardos con que pelean de tal
manera, que no les impide, ni embaraza la montaña.
Cuando acometen de noche a los españoles, no se reparan ni detienen hasta
llegar cuerpo a cuerpo; es gente muy dispuesta, feroz y de grandes miembros y
mayores fuerzas; en tierra rasa de sabana, no osan acometer de día ni parece
indio. El capitán y soldados que no los conocieren y de ellos no se recelaren, serán
210
fácilmente desbaratados, como lo han sido los más que han entrado en aquella
tierra y conquista, que son los siguientes:
El año de setenta y siete entró en los pijaos el capitán Talaverano, vecino de
Ibagué, con ochenta soldados bien armados, y la primera salida que hizo un
caudillo suyo con treinta y cinco soldados en la población de Cacataima, en una
montañuela, le acometieron en una emboscada y mataron al caudillo y diez
soldados, y luego se retiró el capitán y se vino a Ibagué desbaratado.
El año de 91 entró el gobernador Bernardino de Mojica por mandado de vuestro
presidente e oidores, con ciento treinta soldados, y la primera salida que hizo su
maestre de campo, con setenta soldados y muchos indios amigos, les echaron
otra emboscada los pijaos en la población de Otaima, a la bajada de una montaña,
y le mataron tres soldados e hirieron otros y le tomaron hartos arcabuces y perdió
una botija de pólvora y muchas municiones y luego se salió de la tierra, y a pocos
días despobló la ciudad de Pedraza que tenía poblada en nombre de Vuestra
Alteza y se vino a Ibagué destrozado y perdido, de lo cual quedaron los indios
pijaos tan soberbios y pujantes como lo mostraron de allí adelante en las continuas
entradas y asaltos que han hecho sobre estos pueblos y sus naturales, con tantas
muertes y destrucción de todos ellos cuanto lo manifiestan las cartas y peticiones
dadas ante Vuestra Alteza.
De pocos días a esta parte ya es notorio a Vuestra Alteza las muertes y robos que
han hecho estos indios en el pueblo y naturales de Ibagué y últimamente en la
población y fuerte de la Mesa, el cual los indios ganaron y lo quemaron y robaron
con muerte de un español y tantos naturales como allí murieron; y lo que más
terror ha puesto en los que viven en esta tierra, es el último y terrible
acometimiento y asalto que dieron estos pijaos en la estancia y encomienda de
Felipe de Camargo, vecino de Buga, a un cuarto de legua de ella y a vista de sus
ojos; en un gran llano de sabana entraron, primero día de marzo de este presente
año, cantidad de más de doscientos indios pijaos al cuarto del alba, cercaron toda
la población, de la cual mataron y llevaron cautivos sesenta y cuatro indios e indias
cristianas, quemaron todas las casas y la iglesia, y llevaron una campana grande
que tenía, y mataron un vecino encomendero y estuvieron en la población robando
cuanto había, hasta las ovejas y carneros, pollos y curíes, sin dejar cosa; a tanto
se ha extendido el atrevimiento y desvergüenza suya, y aunque salieron a ellos un
capitán y cuarenta soldados y dieron alcance a los pijaos y comenzaron a pelear
con ellos, se salieron con la presa y victoria sin recibir daño, de lo cual toda la
tierra y comarca está con el temor y recelo que se puede considerar de tantos
atrevimientos, muertes y daños recibidos; estos son los indios pijaos, de quien voy
dando noticia a Vuestra Alteza y la relación que hago es puntual y de entera
verdad.
El capitán que entrare en esta guerra y castigo, conviene que sea muy práctico y
de entera satisfacción y experiencia, y que tenga dineros que gastar con los
soldados; ha de llevar de ochenta a cien hombres muy bien armados con sesenta
arcabuces, mucha cantidad de plomo y cuerda y pólvora y todo muy sobrado; ha
de entrar por Ibagué a la mesa del Chaparral; ha de meter trescientas cabezas de
ganado vacuno y buenos caballos; han de asístir en la tierra los que entran por
Ibagué dos años para acabarla de disipar con muchas y continuas entradas en los
enemigos. Han de hacer sementeras de maíz para sustentarse.
211
El capitán que entrare por Timaná ha de llegar al valle de Cutiba y discurrir por
todo él hasta el río que llaman de los Tumbos; esta compañía y la gente que sale
de Cartago y Buga bastará que asistan entre los pijaos dos o tres meses con
sesenta soldados bien armados, los cuarenta arcabuceros con esta orden y
aparato sin que sean menos, antes más y copia de indios amigos. Se puede entrar
por las tres partes dichas a principios de julio, que comienzan los maíces en
sazón, y no antes, porque no la tienen y padecerá la gente hambre y mucha
necesidad, y la causa porque digo que el capitán y soldados que entran por Ibagué
a la mesa del Chaparral han de asistir dos años en la tierra y hacer fuerte y
sementeras, es porque en la comarca y por frente y lados de la mesa del
Chaparral están las provincias de Amoyá, Ambeima y rico valle de Mainto, Tetuán,
Otaima y Cacataima a dos leguas, a tres, a cuatro y hasta seis las más apartadas,
y estas poblaciones es toda la fuerza mayor de los pijaos, donde habrá mil indios;
las demás son ladroneras de mucho bastimento y comida de donde se sustentan
en la guerra los indios pijaos.
Los capitanes de cada partido no se pueden juntar ni ver con más de ocho y diez
leguas, ni conviene que se junten.
En razón de esto y de otras cosas de esta entrada, pudiera decir mucho más y
todo de importancia, pero con esta orden y número de soldados, arcabuces y
pertrechos, siendo los capitanes prácticos y vigilantes y Dios propicio y favorable,
se podrán alcanzar y consignar el buen efecto que se pretende y tanto importa.
Y si no se entra con las fuerzas y orden que digo, recelo que se podrían seguir
nuevos y mayores inconvenientes y daños generales a toda la tierra, como se ha
visto en las primeras entradas que los capitanes pasados han hecho, por haber
sido desbaratados de los pijaos, demás de que todos estos pueblos quedarán tan
gastados de las costas que hacen y han de hacer con los soldados que ahora
envían que no será posible quedarles caudal para otro avío, y apenas para
defenderse y sustentar esta tierra; todo lo cual Vuestra Alteza debe considerar con
mucha atención y recibir mi voluntad y buen celo conque hago esta relación, que
es la de leal vasallo de Vuestra Alteza, etc.
212
comida, y que dio orden al gobernador de Popayán. hiciesen otra entrada por su
parte…he encargado de cometéroslo y encargaros y mandaros, que habiendo
llegado al Nuevo Reino, … por los medios ordenéis y proveais lo necesario para
que se acabe esta guerra de los indios pijaos… Y puesto que también me ha
escrito la auncia que otros indios Carares, que están alzados del río de la
Magdalena inquietan e impiden el paso, salteando y haciendo muchas muertes y
robos, os cometo asimismo la paicación de estos indios, para que la hagáis como
la de los pijaos, y de lo que en ello se hiciere me avisareis..
213
214
25. IDOLATRIAS Y SANTUARIOS DE LOS INDIOS (1594)
215
Y cuando los tales santeros y predicadores llaman a los muchachos y ladinos para
que vayan a oírles y no van, luego por la mañana dan noticia al cacique de los que
no quisieron ir y el cacique les manda llamar, y a los muchachos les azota
públicamente por ello y a los ladinos y que no son para azotar les riñe y
reprehende de palabra por qué no fueron a oír a los santeros y mohanes.
Y que las tales casas se llaman cuca y que en cada una está una persona o dos
que las guardan, las cuales personas han de ser mancebos y que puedan sufrir los
ayunos que en ellas han de hacer por ser guardianes y no han de comer sal ni
cosa que sea asada sino cocida. Y que estos tales está cada uno el tiempo que
puede sufrir, unos un año y otros dos y otros tres y más y menos como cada uno
puede sufrir y todo lo que ganan y hacen de sus manos, como es mantas u otra
cosa queda todo para la casa.
Y cuando salen, salen con triunfo, como personas que acabaron gran cosa y por
ello hacen una borrachera los de aquella parcialidad, y porque los cristianos
españoles no sepan por qué se hace la borrachera hacen una casa nueva y dicen
que por la casa nueva hacen la borrachera como es costumbre entre ellos.
Preguntado cómo sabe lo que ha dicho y declarado, dijo que lo sabe como
persona que toda su vida [ha] andado entre ellos y ha más de diez años que lo ha
visto y oído tratar y hablar, ansí entre los caciques como entre los capitanes. Y que
la primera vez que le entendió fué que lo hurtaron cuando muchacho y lo llevaron
a Choachí, siendo del capitán Avellaneda, y allí lo tuvieron más de año y medio;
donde por ser muchacho lo vio por vista de ojos y oyó por sus oídos, y después
que fue salido de allí, que se huyó de los indios, lo ha oído y entendido, por
doquiera ha andado, ser pasar como dicho y declarado tiene.
Fuéle preguntado que pues esto sabía tan sabido, cómo no lo ha dicho para que
se remediase tan gran mal y inconveniente para la ley evangélica.
Dijo que él ha más de cinco años que se fue de casa del capitán Cardoso su padre
por cierto enojo, y que cuando se fue era muchacho y él pensaba que como él lo
sabía, todos lo sabían también, porque no es posible que no lo sepan los mestizos
que andan entre los indios y más los que son lenguas entre ellos. Y que ahora
habrá un mes poco más o menos que se tornó a casa de su padre de Los
Remedios y de Vitoria donde (ha) andado, y que visto lo que yo hoy a los caciques
y capitanes y indios he dicho sobre la doctrina, me dijo a mí esta causa que había
para que aunque más les dijese no aprovecharía si esto no se remediaba y
castigaba.
Y que la causa porque a este testigo hurtaron y llevaron a los indios de Avellaneda
fue porque este testigo fue hijo de una india que era hermana del cacique de
Avellaneda [Es decir, era hijo del Capitán Antonio Días Cardozo y de la hermana
del cacique de Choachí]. Y que así mismo, en los tales buhíos, que son donde los
caciques y capitanes meten los muchachos sus sobrinos que han de heredar los
cacicazgos o capitanías, y que allí están ayunando todo cuanto pueden, y que si
no están y se salen temprano -porque suelen estar cuatro y cinco años y más- que
al que se sale le fregan los ojos con ají que es bravo tormento.
Y que los jeques y mohanes y santeros cuando a algún indio ladino o chontal le
sucede cualquier desgracia, les dicen y consejan que hagan ofrecimiento al
santuario porque él lo causó porque estaba enojado y que ofreciéndole se
216
desenojará, y que lo mesmo les dicen y consejan cuando enferman ellos o sus
hijos y mujeres y que ofreciendo luego sanarán. Y que sabe que son pocos los
indios o indias ladinos que secretamente no ofrezcan a los santuarios.
Y que atento a todo lo que dicho y declarado tiene le parece a este testigo que
cuando los indios o indias enferman los ocultarán y esconderán para que los
sacerdotes no lo sepan, porque no vayan a predicarlos para que se vuelvan a
Jesucristo y porque no vean cómo los entierran con todas sus joyas y haciendas
como es costumbre entre ellos.
Y que esta es la verdad de lo que sabe y pasa so cargo del juramento que hecho
tiene, y lo firmó, y que es de edad de veinte y cuatro años poco más o menos. Y
leído su dicho se retificó en él. Diego Cardoso
[…] Habiéndose dado aviso por el licenciado don Francisco Mexía de Porras,
mastrescuela de la santa iglesia de esta ciudad, provisor y vicario general en este
arzobispado, al señor doctor Antonio González presidente y gobernador de este
Nuevo Reino, de que en el repartimiento de Fontibón de la Real Corona había
sacado cierto santuario de los indios del y que tenía aviso que había muchos más
y que los indios principales y de toda suerte hacían mediante los dichos santuarios
muchas idolatrías y sacrificios al demonio y que convenía se pusiese remedio en
ello, para le poner dio comisión al señor licenciado Miguel de Ibarra, oidor de esta
Real Audiencia, para que fuese al dicho repartimiento de Fontibón e hiciese
averiguación de todo y sacase los santuarios e ídolos que los indios tenían, e
hiciese sobre todo lo que conviniese.
En cumplimiento de lo cual fue de esta ciudad de Santafé al dicho repartimiento y
a las demás partes que convino en siete de mayo de mil y quinientos y noventa y
cuatro años, y por ante mi hizo muchas averiguaciones y diligencias cerca de los
dichos santuarios de que resultó haber ciento y treinta y cinco Jeques que los
guardaban y hacían sacrificios al demonio, y de los tales que pudieron ser habidos
manifestaron muchos ídolos que tenían de barro y caracoles y ocho bohíos que
tenían señalados donde hacían sus ritos y ceremonias, que manifestaban tenerlas
veneración como los cristianos a las iglesias donde estaban los ídolos. El dicho
señor oidor las mandó quemar y se quemaron algunas de ellas en mi presencia. Y
en nueve días que se anduvieron buscando los dichos santuarios donde mucha
parte de los dichos jeques señalaron - que otros muchos de los dichos jeques no
han podido ser habidos - que fue en alares de bohíos entre paja y en el campo
debajo de tierra y junto a sus casas debajo de la tierra, se vinieron a sacar de
santillos de oro bajo y fino juntamente con lo primero que sacó el dicho
maestrescuela cuando dio el dicho aviso, un mil y cuatrocientos pesos de oro, lo
cual se entregó en la caja real a los oficiales de ella juntamente con doce pesos y
tres tomines de peso de esmeraldas que en todos los dichos santuarios se
sacaron
217
Memoria de los ritos y ceremonias que tienen los indios en los santuarios de
que adoran al demonio y le ofrendan. (1594)
Primeramente estos tales que tienen santuarios los ponen en un bohío apartado y
ponen tres o cuatro indios juntos que estén en compañía, en siendo de edad de
diez años para arriba, y allí ayunan cuatro o seis años para ser jeques. El orden
del ayunar es que no comen más de una vez al día, por la mañana a las ocho, y
comen muy poco y sin sal y las comidas son maíz tostado y turmas chicas porque
tengan menos sustancia y unas pocas de hojas silvestres de poca sustancia y
beben una sola vez de chicha muy moderada al día.
Y allí vienen los jeques viejos a quien estos indios han de suceder que son sus tíos
y les dan la ley y enseñan cómo han de hacer sus sacrificios y sahumerios y les
enseñan a pintar y a tejer mantas, las buenas y ricas que se hacen, y no salen al
sol ni les da aire; y los bohíos están cerrados por todas partes y por un agujero les
dan la comida y entran los jeques viejos, y la luz que les entra por los bohíos
donde están encerrados es por unos cueros de venado pelados, y allí dentro
tienen algunos conejos y curíes vivos para entretenimiento. Y cumplidos los cuatro
o seis años que han de ayunar de la forma dicha como es la parcialidad y
costumbre que tienen los sacan a los dichos indios que han de ser jeques, no por
la puerta por donde entraron, sino por otra frontera que la abren para el efecto a
las cuatro de-la mañana cumplido el tiempo, y no se hallan al sacarlos más de los
jeques a quien han de suceder; y allí los lavan con agua muy fría en una bacía de
barro que entre los indios se llaman moyas, porque desde el día que entraron
hasta la hora que salen no se lavan el cuerpo sino sólo los dedos de las manos,
porque dicen que se recrea el cuerpo lavándose y porque no tenga recreación no
se lavan; y después de lavados como está dicho toman aquella agua y la echan en
un arroyo el primero que hallan porque la dicha agua la tienen por santa.
Y de allí los llevan a la casa donde han de vivir donde está aparejado de hacer una
borrachera, y al sacar a los dichos muchachos para jeques los mudan los vestidos
y los ponen unas mantas blancas limpias y nuevas, y en la dicha borrachera se
saludan con sus parientes, y de allí sus tíos a quien han de suceder que son
Jeques los llevan al santuario o a la casa de oración que tienen y allí les hacen
hacer las ceremonias que los han enseñado, que es sahumar ante todas cosas
con moque y con una trementina confeccionada que tienen mucho hedor, y allí
llaman al demonio y a sus dioses que son demonios y ofrendan en el santuario
que está hecho, y esto es para examinarlos en las ceremonias como padrinos.
Y de allí van a un cacique que está dedicado para ello y les horada las orejas en
señal que están hábiles y suficientes, y vuelven a sus casas y allí con el cacique
de este mismo pueblo hacen otra ceremonia que es salir tres días arreo [seguidos]
y visitar el dicho cacique el dos o tres horas antes que amanezca de manera que
cuando van haya rocío y vayan las piernas mojadas del dicho rocío; y el primero
día llegan a la primera puerta del cercado del cacique y el dicho cacique sale
aquella hora y él propia sirve a los dichos jeques y les da a comer carne, bollos y
sal, porque hasta entonces no la han comido, y el segundo día entran a la segunda
puerta con la misma ceremonia y al tercero día que es la última entran a la tercera
218
puerta donde está la casa del cacique a la misma hora y el dicho cacique les sirve
y da de comer según va declarado arriba y luego les encarga usen bien su oficio, y
les da una mochila larga pintada para en que echen el hayo a cada uno y les da un
calabazo en que echen cal y un palillo con un cascabel al canto, porque estas
cosas ni las pueden traer ni usar de ellas si no son jeques ó tibas, que son los
jeques curas y los tibas sacristanes, y luego les pone un rodete que es la última
ceremonia que a ellos les hacen que es en confirmación del oficio. Después de
todo esto hecho le entrega dos niñas doncellas de edad de catorce años a cada
uno para que las tenga en su servicio y duerman con ellos en su mismo aposento,
y a estas no ha de llegar en cuatro meses y esto se hace para probarles si tienen
continencia. Y si lo quebranta y toca en alguna de ellas pierde cuanto ha padecido
y lo mataban antiguamente, y si lo cumple corre la fama y lo tienen por santo y
acuden a ellos muchos indios afligidos para que los consuele y haga oración por
ellos; y al cabo de los cuatro meses corrompen las dichas indias, y duermen con
ellas pocas veces porque cuando han de hacer alguna oración por alguien han de
ayunar seis días o doce antes que hagan la oración y en este tiempo no llegan a
las dichas indias.
Y desta suerte quedan hechos jeques, y saben de los santuarios los jeques solos y
no ninguna otra persona y en todo este reino hay estas ceremonias y santuarios y
tienen muchos dioses a quien adoran y por esto dejan de adorar a Dios Nuestro
Señor, y a los tales jeques les tienen los indios tanta reverencia como los
cristianos tienen a los obispos y arzobispos, y los dichos jeques hablan con el
demonio todas las veces que lo llaman.
AGI, Santafé 17, No.99b /Transcripción de Eduardo Londoño, Revista de
Arqueología y Antropologia, Bogotá, Universidad de los Andes, VI, I, 1990 .
219
AUTORIZACIÓN AL PRESIDENTE GONZÁLEZ PARA QUE
LEGITIME LAS PROPIEDADES QUE NO TENGAN JUSTO
TÍTULO, MEDIANTE EL PAGO DE UNA COMPOSICIÓN.
(noviembre 1 1590)
220
Y repartiendo a los indios lo que buenamente hubieren menester
para que tengan en qué labrar y hacer sus sementeras y crianzas,
confirmándoles en lo que tienen de presente y dándoles lo que les
fuere necesario, toda la demás tierra quede y esté libre y
desembarazada para hacer merced y disponer de ella a mi voluntad.
Y para este efecto os mando que luego proveáis que dentro del
término que para ello señalareis exhiban ante vos y ante las
personas de letras, ciencia y conciencia que nombrareis para ello los
títulos que todos tuvieren de las tierras, estancias, chácaras y
caballerías que cada uno tiene, y amparándolos en los que con
buenos títulos y recaudos poseyeren, se me vuelvan y restituyan las
demás para disponer de ellas a mi voluntad, sin que haya ni pueda
haber sobre ello pleito alguno, más que la declaración que vos, o las
personas que tuvieren vuestro poder y comisión, hicieren cerca de
ello, que para el dicho efecto a vos, y a ellos, os doy y concedo tan
bastante y cumplido poder como se reqviere.
Nota: Texto de la ley incorporada a la Recopilación, lib. IV, tít. 12, ley
14; otras dos disposiciones (20 de noviembre 1578 y 8 marzo 1589)
lo reforzaban. Publicada en CODOIN América, t. XVIII, p. 234, y por
Méndez (pp. 19-20) y Solano (doc. 69, pp. 283-284).
El Rey. Mi Presidente de mi Audiencia real de Guatemala. Por otra
cédula mía de la fecha de esta os ordeno que me hagáis restituir
todas las tierras que cualesquiera personas tienen y poseen en esa
Provincia sin justo y legítimo título, haciéndoles examinar para ello,
por ser mío y pertenecer a mi todo ello y como quiera que
justamente se pudiera ejecutar lo que contiene la dicha cédula, por
algunas justas causas y consideraciones y principalmente por hacer
merced a mis vasallos, he tenido y tengo por bien que sean
admitidos á alguna acomodada composición para que sirviéndome
con lo que fuere justo para fundar y poner en la mar una gruesa
armada para asegurar estos Reinos y esos y las flotas que van y
vienen de ellos no reciban daño de los enemigos, como lo procuran,
antes sean castigados, se les conflrme las tierras y viñas que
poseen, y por la presente con acuerdo y parecer de mi Concejo real
de las indias, os doy poder, comisión y facultad, para que reservando
ante todas cosas lo que os pareciere necesario para plazas, ejidos,
propios, pastos y baldíos de los lugares y consejos, así por lo que
toca al estado presente como al porvenir del aumento y crecimiento
que; puede tener cada uno, y á los indios lo que hubieren menester
221
para hacer sus sementeras, labores y crianzas, todo lo demás lo
podéis componer, y sirviéndome los poseedores de las dichas
tierras, chácaras estancias, cortijos, caballerías, con lo que os
pareciere justo y razonable, según la calidad y cantidad de las tierras
que tienen y poseen sin justo y legítimo título, se las podáis
confirmar y darles de nuevo título de ellas, para que á ellos mismos y
á otros cualesquiera que aunque poseen algunas de las dichas
tierras, chácaras y estancias con buenos títulos, qvieren nuevas
confirmaciones de ellos, se las podáis conceder con las cláusulas y
firmezas que les conviniere, sirviéndome con ello con lo que fuere
justo y con ellos concertaredes. Y otro sí, para que las tierras que no
han sido ocupadas, ni repartidas, reservando siempre las necesarias
para los lugares, consejos, poblados y que de nuevo conviniere que
se pueblen y para los indios lo que hubieren menester y faltare para
sus cementeras y crianzas, las demás podéis dar y conceder de
nuevo por tierras, estancias, chacras y heridos de molino, á quien los
quisiere y pudiere, mediante la dicha composición, regulándola
conforme á lo que se les diere; y en caso que algunas personas
rehusaren y no quisieren la dicha composición, procederéis contra
los tales conforme á derecho, en virtud de la dicha mi real cédula,
restituyéndome ante todas cosas en lo que' hallaredes que han
ocupado y poseen sin- título válido y legítimo y esto mismo en que
me restituyeiedes lo concederéis de nuevo á quien os lo pidiere y
quisiere median-te la dicha composición en la forma suso declarada
y todo lo que así compusiéredes, confirmaredes y concediereis (Ih
nuevo yo por la presente lo apruebo, confirmo y concedo, siendo
conforme a lo en esta mi cédula declarado, la cual es mi voluntad
que vaya incorporada en los títulos, confirmaciones y despachos que
dieredes de las dichas tierras, para que mediantes los dichos
recaudos, se tengan por verdaderos señores y legítimos poseedores
de los que no lo son ahora.
Hecha en el Pardo á primero de Noviembre de mil quinientos y
noventa y un años. — Yo el Rey.— Por mandado del Rey nuestro
Señor. — .Ibarra.
222
El doctor Antonio González, del Consejo Real de la Indias de su Majestad,
Gobernador y Capitán General del NRG y presidente de la Real Audiencia de él.
Por cuando habiendo procurado por la Real Audiencia de este Reyno, por las
personas que en nombre del Rey Nuestro Señor se han gobernado, poner las
cosas de los naturales de él en este estado que vivan en quietud y descanso y
sean industriados en las cosas de nuestra santa fe católica encaminando su
salvación en ella, y que su vida y costumbres se mejores en la policía conveniente
y el trato y comercio de los residentes en estas provincias y que los dichos
naturales tengan posible y aprovechamientos para pagar sus demoraras, sustentar
y alimentar sus casas e ir en acrecentamiento, así en buenas costumbres como en
utilidad y para conseguir lo suso dicho pareció conveniente que se nombrasen
personas de satisfacción y cristiandad, ejemplo y confianza que administrasen los
dichos indios cada uno en el distrito, provincia y lugares que les fuera señalado
para el que al efecto se dieron títulos de alcaldes mayores de algunos partidos de
los dichos indios, comenzaron a usar los dichos oficios y poner orden en lo
susodicho, de que se seguía a los naturales mucho bien, después de lo cual por
algunas relaciones que se hicieron en el Real Consejo se mandaron cesar las
provisiones de los dichos oficios de lo cual así mismo cesó el beneficio que con
ello recibían los dichos naturales de que también se dio cuenta al dicho real
Consejo en cuyo acuerdo el Rey Nuestro Señor por su real cédula dada en San
Lorenzo a veinticinco de mayo de 1588 años a mi dirigida fue servida de
cometerme y mandarme que llegado que fuese a este Reino me informase de si
convendría y sería de buen efecto que en las provincias de Santa Fe y Tunja se
proveyesen corregidores o alcaldes mayores para que con ellos los indios
recibiesen bien espiritual y fuesen gobernados en paz y justicia.
Item porque los indios tienen gran necesidad de tierra para labores y ganadores
les ordeno y mando que vean las tierras que tienen e informen a esta real
audiencia o a mí que indios hay sin tierras para que se les provean las que
hubiesen menester donde con menos daño y perjuicio de los que tienen las tierras
y estancias se les podrían proveer procurando y dando orden como los dichos
indios estén más acomodados y provechados y tengan suficiente donde hacer sus
labranzas y sementeras en común y en particular, pues las tierras son suyas y no
se les pueden quitar sino las que les sobraren estando ellos ya proveídos de todas
las tierras y términos que hubiesen menester así para sus sementeras como para
criar ganados si se aplicaren a ello lo cual irá a poner en razón uno de los oidores.
223
22 SOBRE NEGROS Y ESCLAVOS.
Que se procure, que los Negros casen con Negras, y los esclavos no sean
libres por haberse casado. El emperador D. Carlos y el cardenal G. en
Sevilla a 11 de Mayo de 1527. La emperatriz G. en Valladolid a 20 de julio
de 1538. El mismo Emperador, y el Card. G. en Fuensalida a 26 de Octubre
de 1541.
LEY XXIII: Que no se ejecuten en los Negros Cimarrones la pena, que esta
ley prohíbe. El Emperador D. Carlos y el Cardenal G. en Madrid a 15 de
Abril de 1540.
Mandamos, que ningún caso se ejecute en los Negros Cimarrones la pena
de cortarles las partes, que honestamente no se pueden nombrar, y sean
castigados conforme a derecho, y leyes de este libro.
LEY XIV: Que los Mulatos, y Zambaigos no traigan armas, y los Mestizos
las puedan traer con licencia. D. Felipe Segundo en 19 de Diciembre de
1568 y 1 de Diciembre de 1573.
Ningún mulato, ni Zambaigo traiga armas, y los Mestizos, que vivieren en
Lugares de Españoles, y mantuvieren casa, y labranza, las puedan traer con
licencia de el que gobernare, y no la den a otros.
Que los Negros, y Negras, Mulatos, y Mulatas libres paguen tributo al
Rey. D. Felipe Segundo en Madrid a 27 de Abril de 1574 á 5 de Agosto de
1577 en Burgos a 21 de Octubre de 1592. (Recopilación, 1808)
Muchos esclavos, y esclavas, Negros, y Negras, Mulatos y Mulatas, que han
pasado a las Indias, y otros que han nacido, y habitan en ellas, han
adquirido libertad, y tienen granjerias y hacienda, y por vivir en nuestros
dominios, ser mantenidos en paz, y justicia, haber pasado por esclavos,
hallarse libres, y tener costumbre los Negros de pagar en sus naturalezas
tributo en mucha cantidad, tenemos justo derecho para que nos paguen, y
que este sea un marco de plata en cada un año, mas, ó menos, conforme á
las tierras donde vivieren, y le pague cada uno en las granjerias, que
tuviere. Y usando de la facultad, que nos compete, como a Rey, y Señor de
todas las Indias Occidentales, y sus Islas, mandamos a nuestros Virreyes,
Presidentes, Audiencias, y Gobernadores, que en sus distritos, y
jurisdicciones repartan a todos los Negros, y Negras, Mulatos, y Mulatas
libres, que hubiere, la cantidad, que conforme a lo susodicho les pareciere,
y con que buenamente nos puedan servir por sus personas, haciendas, y
granjerias en cada un año, y luego den relación del repartimiento a
nuestros Oficiales Reales de la Provincia, para que lo cobren como
hacienda nuestra, y pongan en la Casa Real, haciéndole cargo de lo que
montare, sobre que les den todo el favor necesario. Y porque este
repartimiento no podrá ser igual, sino conforme a la hacienda de cada uno,
de que habrán de ser libres los pobres, y en el personal los viejos, niños, y
mujeres, que no tuvieren casa, ni hacienda, proveerán las Audiencias lo
que fuere justicia, conforme a derecho.
225
rollo cincuenta azotes, y que esté allí atado desde la ejecución, hasta que
se ponga el Sol: y si estuviere más de ocho días fuera de la Ciudad una
legua, le sean dados cien azotes, puesta una calza de hierro al pie, con un
ramal, que todo pese doce libras, y descubiertamente la traiga por tiempo
de dos meses, y no se la quite, pena de doscientos azotes la primera vez: y
por la segunda otros doscientos azotes, y no se quite la calza en cuatro
meses, y si su amo se la quitare, incurra en pena de cincuenta pesos,
repartido por tercias partes iguales, que aplicamos al Juez, Denunciador, y
obras públicas de la Ciudad, y el negro tenga la calza, hasta cumplir el
tiempo.
A cualquier Negro, ó Negra, huido, y ausente del servicio de su amo, que no
hubiere andado con Cimarrones, y estuviere ausente menos de cuatro
meses, le sean dados doscientos azotes por la primera vez: y por la
segunda sea desterrado del Reino: y si hubiere andado con Cimarrones, le
sean dados cien azotes mas.
Si anduvieren ausentes del servicio de sus amos más de seis meses con los
Negros alzados, ó cometido otros delitos graves, sean ahorcados, hasta que
muera naturalmente.
Cualquier vecino, ó morador de aquella Provincia, ó que tuviere en
administración su hacienda, si se le fuere, ó ausentare Negro, o Negra del
servicio, tenga obligación a manifestar, y declarar dentro de tercero día
ante el Escribano de Cabildo de la Ciudad.
Y si el amo del negro no lo manifestare dentro del dicho tiempo, incurra en
pena de veinte pesos de oro, aplicados por tercias partes, al Juez,
Denunciador, y obras públicas: y el Escribano de Cabildo no lleve ningunos
derechos por la manifestación; y si no la asentare, incurra en pena de dos
pesos para los presos de la Cárcel, y tenga un libro a parte, donde asiente
las manifestaciones.
226
libres, que hubiere, la cantidad, que conforme a lo susodicho les pareciere,
y con que buenamente nos puedan servir por sus personas, haciendas, y
granjerias en cada un año, y luego den relación del repartimiento a
nuestros Oficiales Reales de la Provincia, para que lo cobren como
hacienda nuestra, y pongan en la Casa Real, haciéndole cargo de lo que
montare, sobre que les den todo el favor necesario. Y porque este
repartimiento no podrá ser igual, sino conforme a la hacienda de cada uno,
de que habrán de ser libres los pobres, y en el personal los viejos, niños, y
mujeres, que no tuvieren casa, ni hacienda, proveerán las Audiencias lo
que fuere justicia, conforme a derecho.
227