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Fragmento de Introucción Al Romanticismo C
Fragmento de Introucción Al Romanticismo C
te
«Círculo de Jena» y en Berlín, esta intensísima etapa de es
peculaciones teóricas.
Pero estas primeras generaciones del Romanticismo ale
mán no fueron sólo creativas a través del lenguaje verbal,
tanto metafísico como crítico-literario. La música y las artes
plásticas se desarrollaron de manera tan impresionante
como la filosofía. El más temprano teorizador literario de
la convergencia de todos los caminos hacia la belleza fue
Wackenroder (1773-1798), amigo de Tieck y muerto prema
turamente cuando empezaba a colaborar con el «Círculo
de Jena». Su obra Efusiones cordiales de un monje amante del
arte (1797) pone la intuición y la libertad del genio como
punto de partida, y la pintura y la música como vías más ele
vadas hacia la plenitud estética9. En su exaltación de la mú
sica le acompañaron después Tieck, F. Schlegel, Novalis y
E. T. A. Hoffmann, quien adoptó el nombre de Amadeus en
homenaje a Mozart (cuyo Requiem fue compuesto en 1791).
Recordemos que, en el año inaugural del Romanticismo
alemán e inglés (1798), Beethoven compuso su Sonata para
piano «Patética»; y siguió creando, paralelamente a los poe
tas y pintores: en 1808, la «Quinta Sinfonía», a la vez que
C. D. Friedrich pintaba su «Monje a la orilla del mar» (co
mentado por Kleist, Amim y Brentano); y así hasta 1823,
en que coincidieron su «Novena Sinfonía» y «El mar de hie
lo» de Friedrich. En el norte de Alemania dos pintores pro
fundizaron en una sutilísima interpretación de la realidad.
Philipp-Otto Runge (1777-1810) pintó desde su interioridad
y sentimiento cósmico; amigo de Tieck y muy afín a Nova-
lis, se anticipó a Wagner en su proyecto de síntesis de las ar
tes; su serie «Las horas del día» iría acompañada de textos
de Tieck y música de Berger, y alojada en un edificio simbó
lico. Caspar David Friedrich (1774-1840) extremó el recha
zo de la tradición italiana y profundizó en la expresión del
alma a través de paisajes vibrantes de simbolismo. En el sur,
los llamados «Nazarenos» volvieron en cambio a Italia, a re
novar el arte alemán desde un medievalismo cristiano. Por
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otra parte, la gran pintura romántica fue creada también
por franceses: Géricault, Gros, Delacroix..., e ingleses: J. H.
Füssli (de origen suizo), Blake, Constable, Tumer... y enri
quecida por Goya, el genio español en la divisoria entre
Ilustración y Romanticismo10.
Entrando ya en el panorama específicamente literario,
conviene aludir a la simultaneidad de la aparición del pleno
Romanticismo en Inglaterra y en Alemania, así como a su
posterior difusión por Francia y España. Se ha debatido lar
gamente sobre la unidad de este gran movimiento europeo.
Arthur O. Lovejoy ha insistido en la heterogeneidad de sus
manifestaciones, según los distintos países y generaciones11.
En cambio, René Wellek ha mostrado la profunda comuni
dad ideológica y estética que subyace a la aparente plurali
dad12, tesis que comparte Hans Georg Schenk en su valioso
estudio, donde aspira a demostrar su coherencia, más allá
de las contradicciones en que se manifiesta13.
En 1798 apareció la primera edición de las LyricalBattads,
anónima; la segunda, en 1800, firmada por Wordsworth
(nacido en 1770) y Coleridge (n. 1772): con ellas se inició la
renovación de la lírica inglesa hacia el lenguaje asequible a
la clase media, la conciencia de la necesaria distanciación
de la emoción inicial para la elaboración del poema, y una
visión íntima, familiar y panteísta a la vez, de la naturaleza.
En esta primera generación tienen importancia también
Southey (n. 1774), Jane Austen (n. 1775) y Walther Scott
(n. 1771), creador de un tipo de novela histórica que influi
ría enormemente en Francia y España (mientras que los pri
meros no fueron apreciados entre nosotros hasta Unamu-
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