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http://www.upcomillas.es/personal/jmmoreno/cursos/Jesus/Third
%20Quest.htm
www.iveargentina.org/Foro_Exegesis/Jornadas/2004/third_quest.
htm
1
2
parten de la sospecha de que existe esa oposición entre el
Jesús de la historia y el Cristo de la fe, de que el dogma ha
falseado la figura de Jesús. Por eso se propusieron como meta
“liberar al Jesús histórico de las cadenas de la dogmática
eclesial” (Käsemann) y algunos, además, liberarlo igualmente
de los ataques de Reimarus.
3
los primeros cristianos... bajo la presión creadora de la
leyenda, que se concretó en el personaje histórico de Jesús”.
El Cristo que presentan los relatos evangélicos es un Jesús
transformado por la fuerza invasora del mito. Los mitos son
narraciones que expresan en forma de relato la idea que se
habían formado de Jesús sus seguidores. No cabe hablar de
fraude, sino de recurso literario. Pero en cualquier caso
dichos relatos no guardan relación con los hechos tal como
sucedieron.
4
Esta obra de Schweitzer es habitualmente considerada, y
con razón, la partida de defunción de la búsqueda de la
Escuela liberal. El Jesús histórico no tiene nada que ver con
ese predicador ético, sino que fue un predicador apocalíptico.
En esto Schweitzer desarrollaba intuiciones ya expuestas por
Weiss. A pesar de que Schweitzer intentó dar cerrojazo a los
intentos liberarles por escribir la Vida de Jesús al hilo de la
sensibilidad liberal, intentó también reconstruir su propio
perfil. Siguiendo los pasos de J. Weiss, subraya que el
elemento escatológico y apocalíptico es el más específico de
la vida y enseñanza de Jesús
5
Ir más allá de él para buscar al Jesús histórico supondría ir
tras el “Cristo según la carne”, que, como sostiene Pablo, ya
pasó.
6
Käsemann, se separa de las posiciones radicales de
Bultmann, a quien, no obstante, sigue considerando su
maestro. Afirma que la discontinuidad establecida por
Bultmann entre el Cristo del kerigma y el Jesús histórico tiene
el gran riesgo de convertir a Cristo en un mito. La oposición a
la investigación liberal- que Käsemann mantiene con vigor-
“no debe amparar una renuncia resignada ante el problema
de la personalidad de Jesús ni permitir que se ponga en duda
la importancia de la historia para la fe, que se afirma
evidentemente en los evangelistas”. En realidad si bien es
cierto “que no es posible comprender al Jesús terreno si no es
a partir de pascua... tampoco es posible captar
adecuadamente el significado de la pascua si se prescinde del
Jesús terreno”. En consecuencia, Käsemann postula una
investigación sobre los Evangelios que permita verificar que
entre la predicación de Jesús y el kerigma apostólico media
una continuidad real: “En mi opinión, se trata de señalar que
de la oscuridad de la historia de Jesús brotan ciertos rasgos
característicos de su predicación, perceptibles con una
relativa exactitud, y que la cristiandad primitiva asoció a su
propio mensaje”.
7
“La gran cristología posconciliar es muy deudora de esta
exégesis sobre el Jesús histórico (Rahner, González Faus,
Sobrino, Boff, Ducoq, Moltmann)”. [12]
8
de los primeros siglos, por ser su explicitación, hecha, eso sí,
a partir de la ruptura pascual y de la fe por ella generada.
9
III.- TERCERA ETAPA: “THIRD QUEST”
3.- Perspectiva más anglosajona
10
Contrastando con la “new quest”, que se había
desarrollado especialmente en el mundo alemán, la “third
quest” se está realizando en el mundo anglosajón. Y es
[21]
11
católico. A esto hay que añadir las valiosas contribuciones de
estudiosos judíos como Geza Vermes de Oxford y más
recientemente Paula Fredriksen de la Universidad de Boston.
[22]
5.- Preocupación por encontrar una metodología más rigurosa
En los estudiosos de esta tercera búsqueda la preocupación
por conseguir una metodología rigurosa de investigación
histórica prima sobre las preocupaciones y finalidades
teológicas. Como señala R. Aguirre “no se plantea el problema
de las relaciones entre el Jesús de la historia y el Cristo de la
fe, y la investigación no se realiza en instituciones teológicas
sino profanas”. Este rigor metodológico ha producido un
notable avance en la definición de los criterios de historicidad,
tal como explicitaremos más tarde. Al mismo tiempo se trata
de una metodología más ecléctica. Que se abre
simultáneamente a diversos métodos tomados del campo de
las ciencias de la sociología y de la crítica literaria.
Así lo describe J.P. Meier: Se ha mejorado mucho la
articulaciòn de los criterios de historicidad. En Bultmann
resulta extraño que muchos de sus juicios sean tan subjetivos
románticos al evaluar la historicidad de los distintos logia.
Normalmente los argumentos de Bultmann a favor o en contra
de la historicidad de un versículo son muy breves. Al estudiar
los pronunciamientos autoritativos de Jesús Bultmann crea
los suyos propios.
Los postbultmanianos han sido más cuidadosos. Hay un
intento de articular unos ciertos criterios de historicidad, con
pruebas a partir del supuesto sustrato arameo y el ritmo
poético de los dichos de Jesús, tal como aparece en J.
Jeremías y sus seguidores.
Pero sólo en las últimas décadas se ha llegado a definir y
aplicar estos criterios, como veremos en nuestro próximo
tema. Algunos criterios que tenían mucha aceptación
anteriormente han pasado de moda, mientras que otros
criterios han sido formulados de un modo más preciso.
6.- Mayor importancia de la literatura apócrifa judía y
cristiana
Se concede mayor importancia, para conocer a Jesús, a la
literatura apócrifa judía y cristiana, a los targumim y a los
documentos encontrados en 1.947 en la villa egipcia de Nag
Hammadi (el Diálogo del Salvador y los evangelios de Tomás,
Felipe, María, el de la Verdad y el de los Egipcios).
Así lo describe Meier: Otra ventaja ha sido la reevaluación
de algunos documentos que podrían servir como fuentes. Se
ha intentado utilizar todas las fuentes posibles, por más
peregrinas que fuesen. El Jesus Seminar ha elevado el
12
evangelio de Tomás a la categoría de los evangelios
canónicos, al mismo tiempo que se deja de lado el cuarto
evangelio. Además Crossan ha dado validez al evangelio
apócrifo de Pedro, del siglo II, y detecta dentro de él un
Evangelio de la cruz, que sería la fuente de las narraciones de
la pasión en los evangelios canónicos. Richard Bauckham ha
apelado no sólo al evangelio de Pedro, sino también al
Protoevangelio de Santiago y al Evangelio griego de la
Infancia de Tomás para resolver el problema de los hermanos
y hermanas de Jesús. Para Meier, puestos a eso, se podría
[23]
7. Tratamiento más positivo de la tradición de los milagros y
exorcismos de los evangelios
En contraste con las etapas anteriores, totalmente cerradas
a la historicidad de cualquier milagro, en la Third Quest se
acepta el hecho de que Jesús fue un sanador, y que aunque no
podamos reconstituir la historicidad de los milagros en
concreto, podemos decir que Jesús fue conocido como un
hombre que obró milagros y exorcismos.
Otra ventaja es el modo más positiva de tratar las
tradiciones sobre milagros del evangelio, que contrasta con
los prejuicios de épocas anteriores heredados de la
Ilustración. Bultmann sólo dedica unas pocas páginas a tratar
sobre los milagros de Jesús, y los postbultmanianos eran aún
más parcos a la hora de tratar este tema.
En cambio los participantes en la tercera búsqueda han
hecho contribuciones muy positivas aunque a veces con
métodos un tanto dudosos.
8.- Tomar más en serio el judaísmo de Jesús
En la vieja búsqueda aquellos teólogos liberales se
preciaban de haber liberado a Jesús no solo de las cadenas de
la dogmática eclesial, sino también de toda la parafernalia
judía. Bultmann podía dar un salto acrobático del Jesús
existencial al momento presente sin depender para nada del
contexto histórico. Como dice Dunn buscaban a Jesús en una
isla solitaria en el Pacífico, siendo así que todo el tiempo
había estado ahí, en el gran continente del antiguo Israel y
del judaísmo del segundo templo. [25]
13
importantes trabajos sobre Jesús publicados por sabios judíos
(un breve resumen en Theissen, El Jesús histórico, p. 26) y el
estudio de los documentos descubiertos en Qumrán. Esta
vuelta al hogar judío de Jesús ha llevado consigo la revisión
matizada de algunos rasgos del perfil antijudío de su figura,
tal como había sido dibujada por los autores de la “new
quest”, con la aplicación preferente de su criterio de
desemejanza.
Los grandes descubrimientos arqueológicos, el trauma del
holocausto, la fundación del Estado de Israel, han renovado el
interés por el judaísmo del siglo I con sus valores propios y
con su pluralismo. Se subraya hoy que el encuentro entre
judaísmo y helenismo fue un encuentro entre dos culturas del
mismo rango y que los influjos fueron mutuos. El diálogo
judeo cristiano quiere eliminar desprecios, prejuicios y
desconfianzas mutuas. Así se ha llegado a decir que el
reingreso de Jesús en el Judaísmo ha sido causa y efecto de la
disminución del antisemitismo cristiano. [26] Como dice D.
Flusser, “Jesús no era solo un contemporáneo del judaísmo de
entonces, sino que formaba parte de aquella realidad”. [27]
No hay unanimidad en la adscripción de Jesús a las
corrientes predominantes de la época. Unos lo adscribirán a la
corriente pietista, de los jasidim, otros a las corrientes
revolucionarias sociales. Otros, en cambio acentúan el
paralelismo de Jesús con los filósofos cínicos, lo cual le
alienaría de algún modo del judaísmo.
Un número considerable de libros de la tercera búsqueda
mencionan en sus títulos el judaísmo de Jesús de una manera
explícita. La nueva valoración de la identidad judía de Jesús
nos lleva a estudiar mejor la biblioteca del judaísmo
contemporáneo de Jesús, que pudo haber influido en él de un
modo u otro. Habría que empezar por el estudio de las
Escrituras judías, aun teniendo en cuenta que entonces no
había un canon totalmente cerrado. Dentro de este corpus de
Escrituras hay que prestar mayor atención a aquellas que más
pudieron contribuir al trasfondo espiritual de Jesús, Isaías y
los Salmos más bien que Levítico o Crónicas.
Cierto que Jesús no fue un ratón de biblioteca que se
dedicase a estudiar los múltiples rollos de Qumrán con sus
variadas exégesis bíblicas. Su contacto con las Escrituras fue
sobre todo a través de la lectura pública y la predicación. Por
eso hay que saber cuáles eran las tradiciones interpretativas y
homiléticas de la época. ¿Habrá que tener en cuenta también
los apócrifos del Antiguo Testamento y algunos de los escritos
de Qumrán en cuanto que reflejan ideas muy diseminadas en
aquella época? ¿Habrá que estudiar los Targumim o la
14
primera literatura rabínica con los tremendos problemas de
fechación que esto supone?
Por otra parte, ¡en qué medida hay que presuponer que
Jesús tuvo contacto con el judaísmo helenizado de Séforis,
cuyas excavaciones han dado tanto que hablar en la última
época! ¿Hay que imaginar a un Jesús imbuido de la cultura
griega del teatro de Séforis? ¿Habrá más bien que aceptar la
visión evangélica de un Jesús que evita las grandes ciudades
griegas?
Hay que plantearse también la validez de la tesis del Jesus
Seminar que han subrayado el trasfondo pagano
grecorromano de Jesús, subrayando las semejanzas con los
filósofos cínicos ambulantes, y dando marcha atrás en la
progresiva judaización de Jesús típica de la tercera búsqueda.
[28]
El verdadero alcance de la influencia helenística sobre
Jesús es discutible. Determinados parecidos externos con
formas culturales de filósofos itinerantes pueden ser
puramente casuales y las fuentes que poseemos indican más
bien que los influjos culturales y religiosos que modelaron a
Jesús provenían más bien del mundo judío palestino.
Por eso el gran mérito de la tercera búsqueda es haber
puesto de relieve que el Verbo encarnado se ha encarnado en
una carne judía, y no en una naturaleza humana abstracta o
universal. Sin verdadero judaísmo, no hay verdadera
humanidad en Jesús.
9.- Mejor conocimiento del judaísmo palestino en el que vivió
Jesús
No ha podido dejar de influir en esta investigación los
sorprendentes éxitos de la arqueología en Israel durante los
últimos decenios, que han desenterrado ciudades enteras,
descubriendo así el marco en el que se desarrolló la vida de
Jesús. Pensemos en las excavaciones de Séforis, Nazaret,
Cesarea marítima, Cafarnaúm, Betsaida, Beisán.
La literatura apócrifa intertestamentaria ha sido
enriquecida con nuevos libros cuya naturaleza judía o
cristiana no ha sido aún plenamente elucidada. Pensemos por
ejemplo en el Testamento de los Doce Patriarcas o las Odas
de Salomón.[29] Junto con estas nuevas fuentes, los
descubrimientos de Qumrán nos han dado una visión mucho
más pluralista del medio judío en el que vivió Jesús, lo cual ha
contribuido a hacer saltar algunos estereotipos que
identificaban judaísmo con rabinismo.
Se da en la tercera búsqueda un claro intento de
contrarrestar las caricaturas del judaísmo, del rabinismo y del
fariseísmo, que han sido tradicionales en la exégesis cristiana,
especialmente entre los protestantes alemanes que han
15
venido a hacer equivaler rabinismo con catolicismo, para
atacar a ambos de un solo plumazo. El mayor problema será
situar a Jesús dentro del abigarrado mundo del judaísmo del
siglo I. Como dice Meier, es un cliché repetido que Jesús fue
un judío, lo importante es establecer qué clase de judío fue, y
en cuál de los distintos grupos judíos habría que clasificarlo.
[30]
Especialmente los estudios de Qumrán iluminan mucho no
tanto la persona de Jesús como su entorno religioso, y en
ocasiones hay paralelos notables entre ambos, y algunos
textos qumránicos han servido para aclarar algunos puntos
oscuros de dichos evangélicos.[31]
10.- Diferencias notables en las conclusiones a las que llegan
Pese a las características citadas, que confieren rasgos
comunes a los investigadores de la tercera etapa, hay que
reconocer que existen diferencias notables, sobre todo a nivel
de las conclusiones que extraen de sus investigaciones. Unos
subrayan lo escatológico y otros lo sapiencial. Unos subrayan
lo individual y otros lo social.
J.J. Bartolomé cita a J. Bowman en un párrafo muy denso
de bibliografía, en el que se recogen todas las distintas
imágenes de Jesús que se han ido esbozando en los últimos
40 años. En el fondo podemos apreciar el alto grado de
proyección de los propios valores que hay en estos estudios
que pretenden ser objetivos. Como ironizaba Manson, “Por
sus vidas de Jesús les conoceréis”.[32]
Mientras que E. P. Sanders y J. P. Meier subrayan la
dimensión escatológica del mensaje y la vida de Jesús (Jesús,
profeta escatológico y no reformador social), J. D. Crossan y
R. A. Horsley subrayan la dimensión social y presentan a un
Jesús promotor de una profunda revolución social (Jesús,
profeta social y no escatológico).
Las diferencias se deben ante todo a la metodología
elegida, al valor relativo que se da a las distintas fuentes y a
la forma misma de publicar los resultados obtenidos. A este
respecto conviene aquí citar, por la notoriedad pública que ha
adquirido, al colectivo de estudiosos norteamericanos que
forman el “Jesus Seminar”.[33] Precisamente por esa
notoriedad, se corre el riesgo de extender a toda la “third
quest” su metodología y los resultados de su investigación,
que el número citado de la revista “TIME” califica de
provocativos y hasta iconoclastas.
b) El “Jesus Seminar”
16
El “Jesus Seminar” se constituyó en 1.985 y está formado
por algo más de 70 biblistas e historiadores, entre ellos los
más conocidos son R. W. Funk, que funciona como punto de
referencia del grupo, M.J. Borg y J.D. Crossan (ver
bibliografía). Al margen de cualquier confesionalidad,
intentan determinar la autenticidad histórica de los dichos de
Jesús. Para ello se intercambian constantemente los
resultados de sus investigaciones. Dos veces al año, algunos
de ellos se reúnen y, tras discusiones previas, proceden a
votar sobre la historicidad de los dichos de Jesús,
considerados aisladamente.
17
Según ellos, los Documentos más fiables para reconstruir
los dichos de Jesús son la fuente Q y el Evangelio apócrifo de
Tomás, siempre críticamente analizados. Al conceder valor
prioritario a las parábolas y a los proverbios de Jesús, el
“Jesus Seminar” nos presenta a un Jesús sabio, cuyo estilo de
vida desinstalado y marginal recuerda al de los filósofos
cínicos, solidarizado con los “don nadie”, preocupado por el
cambio social histórico y del que están ausentes los aspectos
escatológicos y apocalípticos.
18
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después de Bultmann”, en
Estudios Bíblicos, 54 (1996) 433-466. Bibliografía interesante en
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20
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Notas al tema 1
[1]
J. Lois Fernández, “Estado actual de la investigación histórica sobre Jesús”, Frontera
4 (1997).
[2]
J. Jeremías, El mensaje central del Nuevo Testamento, Ed. Sígueme, Salamanca,
1972, p. 1389.
[3]
La publicación de Lessing ha sido conocida como Fragmente des Wolfenbüttelschen
Ungennanten. “Con todo, iniciar con Reimarus la investigación crítica es una
convención sino falaz sí interesada, impuesta por su primer historiador”. Cf. J.J.
Bartolomé, “La busca del Jesús histórico. Una crónica”, EstBib 59 (2001), p.182.
[4]
Op. cit., p. 140.
[5]
W. Kasper, Jesús el Cristo, Salamanca 1978, p. 33.
[6]
A. Von Harnack, Das Wesen des Christentums, Leipzig 1901.
[7]
M. Kähler, Der sogennante historische Jesus un der geschichtliche biblische
Christus, Leipzig 1892.
[8]
Curiosamente ahora esta actitud de Kähler ha sido retomada por autores como L.T.
Johnson, que vuelven nuestra atención hacia lo que él llama “The Real Jesus”, que no
coincide con el Jesús histórico. El Jesús real es el que vive hoy en la Iglesia. Johnson
pone un ejemplo: La memoria de Jesús en la Iglesia no es la de un antiguo amor que
murió y cuya corta estancia con nosotros atesoramos, sino la de un amor que sigue
viviendo en una relación que madura y crece constantemente. La memoria del pasado
se ve continuamente afectada por el cúmulo de experiencias que se han seguido
después. Desde el amor de hoy vemos la trascendencia de los recuerdos de aquellos
balbuceos del pasado (The Real Jesus. The Misguided Quest for the Historical Jesus
and the Truth of the Traditional Gospels, HarperSanFrancisco , San Francisco 1997,
p. 143.
[9]
Schweitzer, A., Investigaciones sobre la vida de Jesús, Edicep, Valencia 1990.
[10]
Citado por J.I. González Faus en La Humanidad nueva, p. 21.
[11]
Ensayos exegéticos, Ed. Sígueme, Salamanca, 1978, p. 159-189.32).
[12]
R. Aguirre, “El Jesús histórico a la luz de la exégesis reciente”, Iglesia viva 210
(2002).
[13]
G. Bornkamm, Jesús de Nazaret, Sígueme, Salamanca 1990.
[14]
Cf. J.A. Robinson, Le Kérygme de l’Eglise, p. 86.
[15]
Pannenberg, Teología sistemática, Vol. II, Ed. Universidad Pontificia Comillas,
Madrid, 1996, p. 360
[16]
Cf. A. Torres Queiruga, Repensar la Cristología, p. 346-348.
[17]
J.J. Bartolomé, op. cit., p. 199-200.
[18]
J.P. Meier, “The Present State of the Third Quest for the Historical Jesus”, Biblica 80
(1999), 459-487.
21
[19]
Rohrbaug, R., (ed.), The Social Sciences and the New Testament, Peabody 1996; B.J.
Malina, The Social Gospel of Jesus. The Kingdom of God in Mediterranean
Perspective, Fortress, Minneapolis 2000; B.J. Malina, “The Social Sciences and
Biblical Interpretation”, Int 36 (1982) 229-242; P. Hollenbach, “Recent Historical
Jesus Studies and the Social Sciences”, SBL 1983. Chico 1983, 61-78.
[20]
J.D. Crossan, Jesús: vida de un campesino judío, Crítica, Barcelona 1994.
[21]
M.J. Borg, “Reflexions on a Discipline: A North American Perspective”, en B.
Chilton y A.A. Evans (eds.), Stuying the Historical Jesus.. Evaluations of the State of
Current Research, New Testament Tools 19, Brill, Leiden 1994, 9-31.
[22]
Ver las referencias a las distintas obras en la bibliografía general.
[23]
R. Bauckham, "The Brothers and Sisters of Jesus: An Epiphanian Response to John
P. Meier", CBQ 56 (1994) 686-700. Ver la respuesta de Meier "On Retrojecting
Later Questions from Later Texts: A Reply to Richard Bauckham", CBQ 59 (1997)
511-527.
[24]
M. Fieger, Das Thomasevangelium, Münster 1991.
[25]
J.D.G. Dunn., “Can the Third Quest Hope to Succeed?” en Chilton, B. y C.A. Evans
(ed.), Authenticating the Activities of Jesus, Brill, Leiden 1998, p. 34.
[26]
Sobre este cambio historiográfico en la manera de valorar el judaísmo es interesante
el trabajo de D. Garribba, “La presentazione del Giudaismo del secondo tempio
nella storiografia del XX sec.”, Rassegna di Teologia 45 (2004) 73-88.
[27]
D. Flusser, Judaism and the Origins of Christianity, Jerusalén 1988.
[28]
Esto es lo que le reprochan entre otros A. Powell, Jesus as a Figure in History,
Louisville 1998, p. 16.
[29]
J.-H Charlesworth, The Pseudoepigrapha and Modern Research with a Supplement,
Missoula 1981; The Old Testament Pseudoepigrapha and the New Testament.
Prolegomena for the Study of Christian Origins, Cambridge/Nueva York 1985; “The
Historical Jesus in Light of Writings Contemporaneous with Him”, ANRW II 25
(1982) 451-476.
[30]
Un panorama general de los distintos grupos judíos del siglo I puede encontrarse en
S.J.D. Cohen, The Beginnings of Jewishness: Boundaries, Varieties, Uncertainties,
Hellenistic Culture and Society 31; Berkeley – Los Angeles – Londres 1999.
[31]
Ver bibliografía al respecto en nuestro tema 6 sobre Qumrán.
[32]
Y, de hecho, las imágenes del judío Jesús se multiplican (cf. J. Bowman, Which
Jesus? [Philadelphia 1970]): rebelde político (S. G. F. Brandon, Jesus and the
Zealots. A Study ofthe political Factor in Primitive Christianity [New York 1967]),
reformador campesino (J. H. Yoder, The Politics of Jesus: Vicit Agnus Noster[Grand
Rapids 1973]), piadoso taumaturgo (M. Wilcox, "Jesus In the Light of His Jewish
Environment": ANRW II 25 (1984) 131-195), o rabino galileo (B. Chilton, 'A
Galilean Rabbi and His Bible. Jesus' Use of the Interpreted Scripture of His Time
[Wilmington 1984]); profeta apocalítico (B. O. Ehrman, Jesus. Apocalyptic Prophet
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Lichte der Religionsgeschichte des Judentums [Wien-München 1973]) o milenarista
ascético (O. C. Allison, Jesus of Nazareth. Millenarian Prophet[ Minneapolis 1989];
fariseo ortodoxo (H. Leroy, Jesus [Darmstadt 1978]); curandero mágico (M. Smith,
Jesús el mago [Barcelona 1988]) o carismático (G. Vermes, Jesús el judío [Barcelona
1977]; Jesus and the World of Judaism [Philadelphia 1984); fariseo hillelita (H. Falk,
22
Jesus the Pharisee. A New Look at the Jewishness of Jesus [New York 1985]) o
maestro carismático y marginal (G. S. Sloyan, Jesus ín Focus. A Life in its Setting
[Mystic 1983], campesino judío y predicador cínico (J. D. Crossan, The Historical
Jesus. The Life of a Mediterranean Jewish Peasant [San Francisco 1991]); profeta
escatológico (E. P. Sanders, Jesus and Judaism [Philadelphia 1985]; P. Fredikssen,
Jesus of Nazareth, King of the Jews. A Jewish Life and the Emergency of Christianity
[New York 2000]) u hombre del Espíritu (M. J. Borg, Jesus, o. c.). Hace medio siglo
ya ironizaba T. W. Manson: "By their lives of Jesus ye shall know them" (''The
Failure of Liberalism to Interpret the Bible as the Word of God", en C.W. Dugmore
(ed.), The Interpretation of the Bible [London 1944] 92). Cf. J.J. Bartolomé, “La
busca del Jesús histórico. Una crónica”, EstBib 59 (2001), p. 215.
[33]
Una crítica lúcida y sistemática de las posiciones del Jesus Seminar y de cada uno de
sus miembros, se puede encontrar en la obra citada de L.T. Johnson, The Real Jesus.
En cuanto a la inflación con que se viene valorando en esta escuela a los evangelios
apócrifos, ver P. Jenkins, Hidden Gospels, Oxford University Press, Oxford 2003.
[34]
Funk, R.W. y .W. Hoover, The Five Gospels. The Search for the Authentic Words of
Jesus, Nueva York 1993.
[35]
Johnson, L.T., The Real Jesus, Harper, San Francisco 1997.
[36]
Wright, N., “Five Gospels but no Gospel”: Jesus and the Seminar”, en Chilton, B. y
C.A. Evans (ed.), Authenticating the Activities of Jesus, Brill, Leiden 1998, 83-120.
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