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¿Es esto la 

Atlántida?
Posted on noviembre 17, 2009
escrito por Manuel José Delgado

Is this Atlantis?
La noticia saltaba a los medios de difusión el pasado 20 de febrero, de la mano del periódico
inglés The Sun. Ocupando la mitad de su portada, con

Portada de The Sun

grandes titulares, preguntaba: “¿Se trata de la Atlántida?”. En el artículo, los periodistas se


habían hecho eco del descubrimiento, en el fondo del Atlántico, de lo que parecía ser la
estructura de una ciudad, con calles y edificios. La fotografía que presentaban había sido
obtenida con el programa Google Earth, que gracias a su versión 5.0 se puede recorrer, además
de la superficie terrestre, los fondos marinos. Utilizando dicho programa, cuyo software es
gratuito, la aparente estructura urbana se puede localizar en las siguientes coordenadas:
31º24’21.38″ Norte y 24º24’22.70″ Oeste. El lugar geográfico se encuentra en la denominada
“Llanura Abisal de Madeira”, y dentro de esta, en el área conocida como Great Meteor East
(GME), precisamente por hallarse al este de monte submarino de igual nombre, Meteor. El lugar
se halla entre los -5300 y -5400 metros de profundidad, o sea, dentro de la zona más profunda
del océano, la abisopelágica. Los periodistas aseguraban
Aparentes estructuras en el fondo marino

que el descubrimiento había tenido un interés inusitado en oceanógrafos y geofísicos, y


mencionaba que hasta el Dr. Charles Orser, profesor de arqueología histórica en la universidad
del estado de Nueva York había considerado el hallazgo como fascinante. El artículo afirmaba
que el descubridor era el ingeniero aeronaútico Bernie Bamford, de la ciudad de Chester. Con
todos estos datos el periódico dejaba, entre el interés de los científicos y la incredulidad de los
autores del programa, el terreno libre para todo tipo de conjeturas. A la mañana siguiente un
portavoz de Google declaró que la batimétrica (terreno del mar) puede ser alterada por los datos
obtenidos por los barcos al utilizar el sonar para realizar las mediciones de los fondos marinos.
Por ello las líneas que aparecen serían sólo las trayectorias seguidas por la embarcación, que se
sumaría al propio reflejo del fondo.

De lo que no habla el periódico inglés es que ya en España, desde hacía dos meses, se estaba
trabajando en desentrañar este misterio. En la página web de los hermanos Juan y Enrique
Menéndez Crespo ya estaba colocado a principio de año tanto el descubrimiento como la
hipótesis de que se tratara de los restos de la Atlántida. El 27 de enero Juan Menéndez se puso
en contacto con el experto en la Atlántida Georgeos Díaz para ponerle al día del hallazgo, quién
investigó el asunto hasta la saciedad, elaborando un informe que fue publicado en su web, en
donde llegaba a la misma conclusión que los expertos de Google expusieron después. El fondo
marino que refleja el programa no reflejaba su realidad morfológica y estaba contaminado por el
rastro del sonar de los barcos.

Anomalía submarina situada en el Atlántico

Cualquiera que dirija la observación del área en cuestión con el Google Earth podrá notar en
primer lugar que la estructura arquitectónica, de forma rectangular, está dividida por grandes
calles o muros que se asemejan al planteamiento de una ciudad. Sin embargo el mismo
programa tiene una herramienta capaz de medir las distancias, con lo que obtenemos que dichos
muros o zanjas tienen una anchura de kilómetro y medio, algo que no puede existir en el diseño
de una ciudad.

En el estudio realizado para relacionar la estructura encontrada con la ciudad de la Atlántida


descrita por Platón, el Sr. Díaz aporta en su página web http://www.antiquos.com una serie de
argumentos para evaluar que el lugar no se relaciona con los escritos de Platón. Defensor a
ultranza de su teoría de la Atlántida Ibero-Mauretana, y especialmente andaluza, de la que
tendrán amplia información en este mismo número de Año Cero, el experto en la Atlántida y
textos antiguos expone los principales puntos de desacuerdo para mantener que no sólo estas
estructuras no pueden ser la Atlántida, sino que además la misma no puede encontrarse en el
centro del Atlántico sino cerca de las Columnas de Hércules, es decir, cercano a Gibraltar.
Aduce que las medidas de la ciudad no coinciden con las ofrecidas por Platón ya que el autor
griego dijo que la llanura donde estaba la ciudad debía tener una longitud en su lado mayor de
555 kilómetros, mientras que lo ahora descubierto llega tan solo a 160 km. La orientación de la
supuesta ciudad tampoco coincide con la metrópolis mencionada por Platón, ya que debería
estar orientada al sur. Sin embargo, la supuesta llanura cuadriculada se halla en el extremo
occidental de toda el área identificada con la gran llanura o planicie de la comarca del rey Atlas.
Los canales que se aprecian en la foto de Google tampoco coinciden con la descripción de
Platón. En el Critias leemos que la metrópolis atlante se hallaba a tan solo 50 estadios del mar y
su construcción circular concéntrica (que no aparece en los restos hallados) estaba separada del
puerto por 50 estadios de longitud, algo que no coincide con lo ahora descubierto. Por otro lado
la profundidad del lugar no se corresponde con la isla mencionada por Platón pues, aunque todo
el terreno hubiera sufrido un hundimiento, la superficie de la isla nunca podría encontrarse en la
ladera inferior de la llanura abisal de Madeira.

Perfil del oceano Atlántico

Perfil del Océano Atlántico entre Norteamérica y África, visto de Sur a Norte, América a la
izquierda y África a la derecha. La “Llanura Abisal de Madeira” se encuentra justamente en el
área de la cuenca abisal de las Canarias, zona abisopelágica, que como puede verse, se haya
entre los -5000 y -7000 metros de profundidad.
La más posible explicación a estas “anomalías” encontradas en los fondos marinos, según
explica Georgeos Díaz, sería la de considerar la teoría de “Seismic Lines for Bathymetry”, es
decir, simples trayectorias de barridos mediante reflección sísmica, insertadas en el mapamundi
batimétrico como parte de un programa oceanográfico internacional, en aras de facilitar a los
investigadores el acceso a todos los sondeos y escaneos batimétricos realizados, o publicados, y
que son conocidos por la empresa creadora de esta enorme base de datos, de la que sin dudas,
NOAA, como sabemos por el propio Google Earth, es al menos coautora. Estaríamos ante un
caso de MSRD (Marine Seismic Reflection Data), o sea, “Datos de Reflección Sísmica
Marina”, insertados en el mapamundi batimétrico, y que muestra los trazados de líneas sísmicas
usados en algún sondeo batimétrico de este tipo.

Libro de los Muertos

Sin embargo, aunque las anomalías detectadas en los fondos marinos tengan una explicación
pausible, el tema de la Atlántida no se ha descartado. Es posible que el avance de los sistemas
de topografía de los fondos marinos ofrezca en el futuro la posibilidad de un rastreo meticuloso
y realista. Por el momento seguiremos con otro tipo de valoraciones para seguir pensando en
que Platón, y los sacerdotes egipcios antes, tenían razón al considerar que en algún punto del
océano Atlántico existió alguna vez una civilización hundida por un cataclismo, y que sus
supervivientes emigraron para colonizar otras partes de nuestro planeta. Porque pistas tenemos
suficientes.

Otras anomalías submarinas a lo largo del mundo (Selección de Georgeos Díaz)


También existe la posibilidad, por no descartar nada, de que las estructuras poligonales
encontradas en el fondo atlántico tengan un origen natural. Con el mismo programa de Google
Earth se pueden encontrar otras muchas líneas rectas perfectas y organizaciones de líneas
poligonales en muchas otras partes de los fondos marinos.

Algunas de ellas son:


Anomalías Atlántico Norte

En el Atlántico norte, en Noruega, Mar de Barents. Geoglifos submarinos mil veces más
grandes que las líneas de Nazca.

Anomalías en Groenlandia

En Groenlandia, área reticulada en donde se aprecia una forma circular concéntrica y radiada,
con al menos dos anillos.
Anomalías en Irlanda

En Irlanda, llanura cuadrangular y reticulada.

Anomalías en el Mar Caribe

En el Caribe, llanura abisal con la más extensa área cuadriculada, más de 1200 kilómetros por
su lado mayor.
Más anomalías en el Caribe

También en el Caribe, una perfecta forma rectangular, con al menos tres lados simétricos en la
llanura abisal debajo de Puerto Rico.

Anomaías en América del Norte, Philadelfia

En América del Norte, frente a las costas de Philadelphia, una de las formaciones reticuladas
más impresionantes (por compleja).
Anomalías en el Triángulo de las Bermudas

En el triángulo de las Bermudas, unas formaciones geométricas bastante complejas.

Anomalías en la dorsal atlántica

En plena dorsal atlántica, en un terreno montañoso o sinuoso.


Anomalías en la zona atlántica de Africa Central

En África central atlántica, estructuras cuadrangulares en una llanura abisal.

Anomalías cerca de Islandia

En Islandia.

Anomalías en el Golfo de Méjico

En el golfo de Méjico, líneas que se cruzan perpendicularmente, formando el más complejo


reticulado inimaginable.
Anomalías en el Pacífico

En el Pacífico, más espectacular aún que el de la llanura abisal de Madeira.

Anomalías jundo a la costa de Alaska

En Alaska, formaciones complejas y enormes.


Anomalías en la Antártida

En la Antártida, formaciones de montículos o pequeños montes alineados.

Recuerdos de la Atlántida
En la dilatada vida profesional de Sebastián Vázquez, editor de la Editorial EDAF, han pasado
por sus manos miles de obras inéditas cuyos autores buscaban su publicación. Muchas de ellas,
por su calidad y contenido, salieron al mercado en forma de libros. Otras muchas nunca vieron
la luz y quedaron archivadas en algún cajón de su creador. Esta es la historia de una de ellas.

Sebatián Vázquez. Editorial EDAF

En el año 1996 se personó en el despacho de Sebastián Vázquez un personaje desconocido en


mundo de la literatura. Esta persona, ya de cierta edad y de ascendencia catalana, se presentó
como médico jubilado que había pasado parte de su vida en Brasil. Allí trabó amistad con un
empresario de origen libanés. Este libanés, que había estudiado en Alemania Historia Antigua,
contó al catalán su singular existencia. Debido a la guerra de religiones que aconteció en el
Líbano a mediados del siglo pasado, emigró a Brasil no sin antes llevarse algo de inusual valor.
En la finca propiedad de su familia se encontraba un pequeño túmulo en el que años antes,
excavando, encontró una serie de tablillas de arcilla escritas en fenicio. Ya en Brasil el libanés
tuvo tiempo para traducirlas al portugués, elaborando un compendio de 1000 folios manuscritos.
Cuando tuvo cercana la hora de su muerte mandó una copia del trabajo al médico catalán que, a
su vez, tradujo la obra al castellano. Todo ese material acompañaba al hombre cuando visitó a
Sebastián. Lo dejó encima de su mesa y animó al editor a leerlo por si acaso la información que
aportaba era de utilidad a una editorial caracterizada por publicaciones relacionadas con las
civilizaciones antiguas y los misterios, en concreto con la enigmática Atlántida.
La tarea del editor no fue fácil. Los escritos tenían muchas lagunas, la narración era inconexa y
caótica y la falta de las tablillas originales hacía que la documentación no estuviera avalada por
prueba alguna. Estos argumentos obligaban a Sebastián a abandonar cualquier idea de
publicación de la obra. No obstante, lo que leyó dejó una profunda huella en su ánimo. Muchos
años después de aquellos hechos recuerda aquel manuscrito con benevolencia. Pudo, al final,
hacerse una idea general de la odisea que narraba y, aún hoy, cuando nos cuenta la historia,
aparece en su semblante una sonrisa de complicidad, como si supiera que una vez tuvo en sus
manos algo realmente importante.

Manuel José Delgado en el templo fenicio de Sancti Petri (Cádiz)

Según nos contó Sebastián sobre lo narrado en la obra, navegantes procedentes de Asia Menor
se dedicaban principalmente al comercio llegando a las costas de España, aunque no se citaba
en absoluto ninguna fecha. Estos marinos-comerciantes tenían la costumbre de dejar en las
plazas importantes donde ejercían un mayor mercadeo a sirvientes o esclavos para
familiarizarse con el idioma y las costumbres del lugar, con el fin de poder realizar mejor las
transacciones económicas. Uno de estos sirvientes trabó relación con sacerdotes de la antigua
Tartessos en donde, por su buen hacer e inteligencia, se ganó la confianza no solo de su señor
además de la de los sacerdotes, llegando a dominar la lengua de los tartésicos sino, además, otra
lengua sagrada, de origen antiquísimo, utilizada exclusivamente en los rituales de culto. En la
biblioteca del templo señor tuvo acceso a ciertos archivos que narraban el ocaso de una
civilización madre, precursora de culturas a ambos lados del Atlántico, y el deambular de
aquellos pobladores desde las islas donde vivían originariamente buscando otros lugares de
asentamiento, ya que su territorio había sufrido enormes cataclismos. Este sirviente logró
traducir estos archivos y los llevó de vuelta a su puerto de origen. De algún modo
posteriormente fue traducido al fenicio-o el sirviente ya lo redacto originalmente en esta lengua
pues el texto no lo cita- y muchos siglos después lo halló el historiador libanés.
Recreación de La Atlántida

Según Sebastián, la narración estaba presuntamente avalada por unos mapas que, de forma
meticulosa y con todo lujo de detalles plasmaban la antigua ciudad de Tartessos, situada en lo
que es hoy el golfo de Cádiz, y la zona entre las desembocaduras de los ríos Guadalquivir y
Tinto. Debía ser una ciudad parecida a Venecia, con numerosos canales acuáticos y donde se
hallaba un templo de forma circular que era el que guardaba los archivos con las crónicas
atlantes que según la narración se inundaba a menudo. La ciudad estaba protegida por amplios
cortavientos de piedra y tanto el puerto como la ciudad y la zona estaban tan perfectamente
diseñados en el dibujo que hacía pensar en que si fuese una falsificación, esta era muy
elaborada. Asimismo, pero ya en la crónica atlante, existían otros mapas realizados de manera
más tosca, en donde aparecían gran número de islas diseminadas por el Atlántico, entre el
triángulo formado por Gibraltar, Madeira y Canarias.

Según el relato el hundimiento de la Atlántida no se produjo por una sola catástrofe natural, sino
que fueron sucediéndose, a lo largo de muchos años. Según relataba el texto parece que en un
principio existían cuatro islas más grandes  rodeadas de otras muchas más pequeñas. En la isla
principal y de mayor tamaño era donde se alojaban los grandes templos y edificios
administrativos. Pero el modelo de sociedad perfecta descrita por Platón no se cumplía, ya que
la isla principal subyugaba a las demás, produciendo enfrentamientos guerreros entre ellas. Por
lo visto, fueron cuatro los grandes cataclismos que sufrió la Atlántida. Antes del último de ellos
tan sólo florecían en superficie algunas islas, mientras que se mantenían un istmo que unía una
gran península al continente africano, en el terreno que hoy ocupan las islas canarias que
desapareció en el último cataclismo de origen volcánico.
La Atlántida, recreación en The Sun

El texto original fenicio se centra principalmente en el éxodo que realizaron los últimos
supervivientes de la Atlántida hasta que se dividieron. Según la crónica un grupo se dirigió
hacia “los terrenos fríos del norte”, mientras que otro gran grupo se dirigió hacia África. La
travesía debió ser muy dura, con enfrentamientos entre la población y los grandes sacerdotes,
con deserciones y castigos, y con todos los peligros que tuvo que pasar una cultura no
familiarizada con la geografía africana. Se cuenta, asimismo, que los jerarcas, la casta
sacerdotal, llegaron incluso a contratar a tribus africanas para que les acompañaran y les
protegieran en el itinerario. Como estos africanos eran tomados por los viajeros como personas
de gran envergadura y fuerza, debemos considerar que los emigrantes eran de estatura baja. Un
grupo de revolucionarios se separó del grupo para volver sobre sus pasos, lugares considerados
peligrosos debido a las erupciones volcánicas que se estaban sucediendo, y que nos recuerda en
cierta medida el origen de las islas Canarias.

Toda esta historia, según nos cuenta Sebastián, mantiene una relación directa con las
investigaciones de su amigo el explorador Angelo Pitoni. El italiano, por ser amplio conocedor
de los países subsaharianos, en donde participó en varias expediciones en busca de diamantes,
fue el protagonista del descubrimiento de lo que él considera “la raza perdida”, posiblemente los
descendientes de aquellos protagonistas del éxodo atlante. Las figuras que descubrió en la selva
de Sierra Leona, la gigantesca estatua femenina  de Guinea Conacry o la enigmática “piedra
azul” capaz de curar enfermedades, serían las piezas arqueológicas que avalarían el relato
fenicio.

Sebastián Vázquez no guarda el manuscrito, pues lo devolvió al médico catalán. También ha


perdido la pista tanto de su nombre como de su localización. Sin embargo mantiene la vaga
esperanza de recuperar la pista que le lleven a obtener más información de las tablillas
originales fenicias, pues según nos afirma, de ser reales, aportarían informaciones reveladoras el
fascinante mundo perdido de los atlantes.
Los que huyeron por el mar
El programa Google Earth, además de las posibilidades de rastreo marítimo comentadas
anteriormente, ofrece asimismo una poderosa herramienta para investigar la superficie terrestre
a la búsqueda de restos que sólo pueden ser apreciados desde el aire. Como resultado de su
aplicación hemos tenido acceso a un enigma que bien puede tener relación con la Atlántida.

Península de Qawra, Malta

El hecho es que investigando la costa de la isla de Malta me encontré con unos círculos
concéntricos, de unos 100 metros de diámetro, cuya procedencia histórica se desconocía. Estos
círculos pueden visionarse en las siguientes coordenadas: 35º57’36.44” norte y 14º25’42.17”
este. Los dibujos, que no habían pasado desapercibidos anteriormente por otros investigadores,
habían sido motivo de una agria discusión en el portal de Internet más importante dedicado a la
atlantología, Atlantis Rising. Por lo visto, el primero en sacar el asunto a la luz fue un afiliado al
foro, con el nick de Nikas, que se presentó como norteamericano de origen griego. Según
afirmaba, los dibujos demostraban en cierta medida su teoría de que la isla, o islas, de Malta
habían sido la Atlántida. Las intervenciones en el mismo foro de Georgeos Díaz, desbarataron
tal posibilidad, sobre todo por los escritos de Platón que la ubicaba más allá de Gibraltar.

Círuclos concéntricos en la península de Qawra, Malta


Sin embargo el asunto no se cerró, ya que aunque las islas de Malta no pudieron ser la Atlántida
de Platón, no puede descartarse la posibilidad de que el lugar hubiera sido un asentamiento
atlante en ese éxodo que realizaron para buscar nuevos asentamientos, hipótesis que hasta el
mismo Díaz acepta. Según el Timeo y el Critias los atlantes se expandieron desde el golfo de
Cádiz hacia el interior de las

Similitud con los círculos de La Atlántida

Columnas de Hércules, por casi todo el Mediterráneo, hasta alcanzar los límites de Egipto,
Grecia y el Asia Menor (Anatolia). Por ello podemos suponer que también colonizaron las islas
más estratégicas, como lo son Malta y Gozo, además de Sicilia, Córcega, Cerdeña y Creta.

En los foros donde se ha debatido el asunto de los círculos concéntricos malteses se apuntó la
posibilidad, aceptada por los más críticos y escépticos, de que se tratara de una diana, realizada
por las fuerzas navales inglesas durante la Segunda Guerra Mundial, para ejercitar prácticas de
tiro. Aunque para exponer esta teoría no se aportó documentación alguna relacionada con el
caso de Malta, la similitud con otras dianas realizadas en los desiertos estadounidenses hacia
que la explicación tuviera que tomarse en cuenta. Para algunos fue el fin de la historia, para
otros no, ya que la única forma de investigar los geoglifos era la de investigarlos in situ, algo
que todavía nadie había hecho. Y nos fuimos a Malta.
Las líneas de los círculos vistas desde el suelo

Nuestra primera visita a la península de Qawra, donde se encuentran los círculos, cercana a la
localidad de San Paul Bay, fue desalentadora. Recorrimos la península en toda su extensión y
las líneas circulares no aparecían por ningún lado. El lugar suele estar frecuentado por
pescadores que, caña en mano, intentaban con bastante éxito abastecerse de pescados. Pero ellos
no sabían nada de los círculos pese a ser nativos del pueblo. No tenían la más mínimo referencia
de que allí existieran unos círculos que sólo podían ser vistos desde el aire. De vuelta al hotel
volvimos a ver la imagen en el ordenador, tomamos puntos de referencia y trazamos un mapa
por donde deberían discurrir las líneas. A la mañana siguiente nos volvimos a situar sobre las
rocas y, al final, gracias al mapa pudimos

Las líneas vistas desde el suelo


entrever los trazos que componían las circunferencias. Resultaba extraño que, de ser una diana
para tirar proyectiles, no se hubiera empleado pintura para su señalización. Por el contrario sólo
se apreciaba una ligera diferencia tonal entre las líneas y la roca en donde se hallaban. No era
posible que las líneas se hubieran realizado mediante golpes de una máquina en la roca, ya que
no aparecía ninguna señal de deterioro, teniendo adheridas las mismas formaciones vegetales y
animales que el resto. Tampoco debieron realizarse por arrojar algún tipo de ácido, pues en el
interior de las propias líneas existían zonas de distinta tonalidad. Ello nos llevó a pensar en la
antigüedad extraordinaria de esos trazos.

Los dibujos no fueron diseñados para hacer una diana, más aún teniendo en cuenta la
proximidad, ahora y hace 60 años, de un importante núcleo de población. De cualquier forma, si
durante la II Guerra Mundial se hizo una diana en la península de Qawra, ningún proyectil hizo
allí impacto, lo que definitivamente nos aleja de aquella teoría, más aún cuando preguntamos al
comisario jefe del puesto de policía de Saint Paul, amplio conocedor de la zona, quien nos
aseguró que desconocía que durante la contienda militar se hubiera utilizado el lugar para
prácticas de tiro.

La curiosa representación que encontramos en Malta guarda una similitud más que aparente con
la representación que de la isla de la Atlántida hizo Platón. Los tres círculos concéntricos que
representaban a tres canales acuáticos, recorridos todos por otro canal longitudinal que une el
exterior con el centro, resulta cuanto menos espectacular. Pero dos datos nos llamaron la
atención que ahondaban aún más en la hipótesis de que el dibujo representara la antigua capital
de la Atlántida. El canal vertical se encuentra perfectamente alineado norte-sur, exactamente lo
mismo que

Bañera central de los círculos concéntricos de Qawra


mencionaba Platón. Cuando pudimos ubicar y delimitar los círculos concéntricos y el canal
central, intentamos hallar cuál era el centro exacto del dibujo, correspondiendo a un punto
donde se encontraba una especie de bañera o pozo, realizado artificialmente ya que se notaba el
borde carcomido por escoriaciones y algunos canalillos construidos posiblemente para desalojar
agua.  En ese momento recordamos que según el filósofo griego en el centro de la Atlántida se
encontraba un templo dedicado al dios Poseidón, el dios del mar y de los terremotos, adoptado
posteriormente por los romanos como Neptuno. ¿Existió alguna vez una estatua de este dios en
el centro de los círculos?.

La presunción de considerar este dibujo como representante de la visita de los atlantes a la isla
de Malta, en contra de la teoría de la diana para prácticas de tiro, se ve avalada porque aparte de
estos círculos, conocidos por algunos investigadores, han aparecido otros similares en la cercana
isla

Círculos en la isla de Comino (muy deteriorados)

de Comino, a escasos metros de la posición de un faro centenario. Estos círculos no se aprecian


desde el aire con la misma nitidez que los de Malta, sin embargo están ahí. La única forma de
apreciar su diseño es utilizar un programa de contraste y relieve que revela su existencia. Como
en el caso de Malta allí nunca hizo impacto un proyectil. Y, como en Malta, tampoco se
diseñaron con pintura, sino con una paciencia infinita al tener que raspar la roca para sacar de
ella el color claro que se encuentra bajo la capa oxidada de la piedra. Y de eso hace muchos
miles de años.

La presencia en Malta de misterios relacionados con un pasado ignoto no se queda en estos


círculos. A lo largo de toda isla, de norte a sur y de este a oeste, se encuentran los llamados Cart
Ruts. En un ejercicio de humildad
Cart Ruts, increíbles líneas kilométricas que no van a ninguna parte

inusitado, los arqueólogos no han dado ninguna explicación a su presencia y evitan decantarse
hacia alguna solución fácil, manifestando su desconocimiento ante estos restos arqueológicos.
Los Cart Ruts están incluso anunciados, como interés turístico, por las islas de Malta y de Gozo.
En los carteles se afirma que fueron realizados durante la Edad del Bronce. Hemos leído alguna
teoría para su explicación, como que eran los rastros en granito del paso de ruedas de carro, o
que con ellos evitaban que las lluvias anegasen el terreno, al poder conducir el agua hacia otros
lugares. Ambas

Manuel Delgado examinando un enigmático Cart Ruts de Malta

hipótesis son absurdas. Hay miles de Cart Ruts, son zanjas que recorren la superficie pétrea de
Malta en todas direcciones. Algunos gozan de una longitud de kilómetros, otros en cambio sólo
tienen un metro de largo. A veces son varios los que recorren paralelos la superficie, en otras
ocasiones los trazos son únicos, entrecortándose entre sí haciendo quiebros sorprendentes. Su
excavación debió ser una tarea ardua. En ocasiones tienen una profundidad de 50 centímetros o
otras veces no son más que señales superficiales. Empiezan y terminan sin causa aparente, con
un propósito desconocido. Algunas veces las líneas su dirección, en otras las líneas se sumergen
desde tierra hacia el fondo del mar.
El trabajo de excavar miles de zanjas en toda la isla carece de todo sentido y no es propio de
ninguna cultura conocida. Son remotos vestigios de una civilización perdida en el tiempo, que
trabajó con un propósito desconocido. Algo que apunta directamente a la enigmática cultura
atlante.

Los que huyeron por tierra


 

Albert Slosman es quizás el máximo defensor de la relación entre la Atlántida y Egipto. Antes
de visitar Egipto y analizar sus monumentos fue en Camerún donde encontró la pista sobre el
gran cataclismo que había hundido un inmenso continente situado al oeste de África, a través de
la información suministrada por individuos procedentes de la tribu de los Fako. Esta misma
historia volvió a encontrarla en Egipto, tanto en los textos del Libro de los Muertos, como en los
muros pétreos del templo de

Los dioses que se salvaron del cataclismo, templo de Dendera

Dendera. Con la mismos argumentos con los que los sacerdotes egipcios informaron a Sólon,
uno de los siete grandes sabios de la antigua Grecia, y que valió a Platón para escribir su Timeo
y su Critias, Slosman encontró que la civilización egipcia no había tenido su génesis a orillas del
Nilo, sino que sus ancestros vinieron de otro lugar lejano, situado en el océano Atlántico.

En los viajes que Slosman realizó a Marruecos, se percató que algunos lugares geográficos
tenían mucha similitud con algunos prefijos y sufijos utilizados frecuentemente en los textos
jeroglíficos del Libro de los Muertos, como la Duat y Ta Mana. Si Ta Mana, en los textos
jeroglíficos, puede traducirse como el “lugar del Poniente del sol”, el “lugar de los
Bienaventurados”, Ta Uzsignificaría, a su vez, “lugar de Osiris”. La ciudad de Tamanar se
encuentra a sesenta kilómetros al norte de Agadir, y Ta Uz, a la entrada del desierto sahariano.
De la misma manera que hicieron los de la tribu Fako, los beréberes contaron a Slosman una
historia parecida sobre su ascendencia divina, y procedencia lejana, un lugar idílico situado
asimismo al oeste.
En lenguaje jeroglífico, esta tierra desaparecida se conocía fonéticamente como Ahâ-Men-Ptah,
cuya traducción sería “Primogénito-Durmiente-de-Dios”, vocablos que, según Slosman,
sufrieron con el paso del tiempo una contracción fonética para convertirse en El Amenta, aunque
seguía recordando su significado primigenio de “País de los Muertos”, “País de los
Bienaventurados”, y “País del Más Allá”. Curiosamente el nombre del dios Ptah estaría
asimismo incorporado en el epíteto para denominar a los monarcas, que fueron los Ptah-Ahâ,
cuyo significado sería el de “Primogénito-de-Dios” puesto que se consideraban descendientes
directos del primer Hijo de Dios. Tendríamos con ello que Ahâ se pronunciaría Ahan y
que Ptah también se escribe Phtah, de su fonetización en lengua griega, en la que la letra pi se
convierte en phi (fi), por lo que Phtah-Ahan fue fonetizado “Faraón”, que de Primogénito-de-
Dios pasó a ser “Hijo-de-Dios”. Con los mismos argumentos Slosman explica que el nombre de
la tierra a orillas del Nilo, Ath-Kâ-Ptah (Segundo-Corazón-de-Dios) se convirtió
posteriormente, en la fonetización griega, en Aegyptus, Egipto para nosotros.
Según Slosman, el primer lugar a donde llegaron los supervivientes del éxodo atlante en Egipto
fue a la zona de Dendera y de Abydos. Consideraba que el templo de Dendera, cuya actual
reconstrucción es la realizada por Ptolomeo II Evergetes, fue originariamente diseñado por los
atlantes. En sus muros, Slosman pudo leer: “En el principio, estas palabras enseñaron los
Ancestros, aquellos Bienaventurados de la Tierra primera: Ahâ-Men-Ptah. Los que convivían
con las Creaciones del Corazón-Amado: el Corazón-Primogénito.”

Asegura Slosman, por la traducción de los textos del templo, que las fechas que aparecen
grabadas no sólo hablan de diez milenios atrás, sino de hace veinticinco mil años, cuando Ahâ-
Men-Ptah existía como un continente de clima templado, vegetación exuberante, numerosas
especies de una fauna hoy ya extinguida en su mayor parte, y en donde los humanos vivían de
forma ordenada y pacífica en varias ciudades que se desarrollaban bajo un mismo poder central.
Pero la Atlántida se hundió rápidamente en el agua en una fecha que, según Slosman, debió ser
el 27 de julio de 9,792 antes de nuestra era, fecha que consideraba inequívoca gracias a la
lectura e interpretación de los acontecimientos narrados en el planisferio celeste grabado en el
techo de una de las salas del templo de Dendera, más conocido con el nombre de “zodíaco”.
Coincidiendo con lo que nos había contado Sebastián Vázquez sobre el éxodo atlante, Slosman
asegura que durante el éxodo atlante se produjo una lucha fratricida entre dos miembros de una
misma familia, posiblemente hermanos, que prosiguió durante los quince siglos anteriores a la
llegada a Egipto y aún continuó aquí durante cuatro mil años más. Las dos ramas enfrentadas
serían por un lado los “Rebeldes de Set” y, por otro, los “Seguidores de Hor”. Durante el
enfrentamiento se alternaron en el poder, aunque más adelante ambos clanes fueron
deteriorándose, algo que favoreció su desvanecimiento y toma del poder los usurpadores (los
Râ-Sit-U). Desde el  cataclismo que promovió el hundimiento del archipiélago de Ahâ-Men-
Ptah, añade Slosman, la supervivencia tradicional no pudo ser practicada más que por una
memorización oral intensiva y conservada perseverantemente, hasta la llegada, siglos y siglos
después, a Ath-Ka-Ptah donde, en el oportuno momento, esta lengua ancestral fue reconstituida
y puesta de nuevo en uso, así como ciertas costumbres que ancestrales.
La historia del Gran Cataclismo y los avatares de los supervivientes del mismo fueron
grabados, además de en otros materiales, sobre la perdurable piedra del templo de Dendera,
como lección y recordatorio para los siglos venideros.
Monumentos atlantes en Egipto
En el artículo titulado “La conexión egipcia del Tassili” exponía la teoría del éxodo, hace
muchos miles de años, de una población que venía desde occidente, del lugar al que los antiguos
egipcios consideraron como “el país de sus antepasados”. Y el camino que siguieron por el
norte de África en dirección a Egipto fue llamado “camino de los antepasados”.

No existe la menor duda, ya que está avalado por estudios antropométricos de cráneos
procedentes de las islas Canarias y de Egipto, en que anterior a la primera dinastía Egipcia, en lo
que los estudiosos denominan “Dinastía 0”,

Gigantesco tanque en el Serapeum de Saqqara

llegaron a Egipto seres de otra cultura, a los que se les llamó atlantes. Un estudio
pormenorizado del fenómeno atlante debe pasar por considerar que aquella cultura edificó en
Egipto monumentos que, si actualmente son considerados como propiamente egipcios, están
mal catalogados. Y los modernos medios para analizar la tecnología aplicada a la arquitectura y
a la ingeniería son las herramientas adecuadas para dictaminar lo que hicieron los egipcios, y lo
que ya se encontraron hecho en el país del Nilo.

Según muchos investigadores, las pirámides de Giza no guardan relación tecnológica con las
otras pirámides, desconociendo por tanto la fecha de su construcción, así como los autores de
las mismas. Herodoto afirmaba que los egipcios eran reticentes en mencionar los nombres de los
reyes que
Meseta de Giza

edificaron las pirámides de Giza, y que cuando se referían a ellas lo hacían como “las pirámides
del pastor Filitis”, por ser ese pastor, aclara Herodoto, el que apacentaba sus ovejas en el lugar
donde se edificaron. El historiador griego Diodoro de Sicilia atribuye la construcción de las tres
pirámides a Armaeus, Amosis e Inarón, aunque admite el alto riesgo de equivocación por falta
de pruebas. Un autor árabe del siglo XIV, Makrizi, refiriéndose a leyendas mucho más antiguas,
escribió que el rey Surid Ben Sahluq tuvo un sueño que fue interpretado por los sacerdotes
como presagio del Diluvio, haciendo construir las pirámides, en las que habría guardado
inmensos tesoros y todas las ciencias conocidas en el pasado. Otro escritor, el Cadi el-Galil Abu
Abd Allah Mohammed Ben Salamat el-Qodai, también narró que las pirámides se construyeron
antes del Diluvio, puntualizando que la llegada de la desgracia que amenazaba la Tierra llegaría
en el momento en que el Corazón del León se hallara en el primer minuto de la cabeza del
Cangrejo. Y otro historiador, también árabe, Abu’lRihan el-Biruni, escribió que las huellas del
Diluvio y del nivel alcanzado por las aguas se distinguían todavía, antes de la desmantelación
del revestimiento, notándose la marca o señal hacia la mitad de la altura de las pirámides. Si
consideramos que esa marca del agua fue dejada por la subida de aguas producida por el
derretimiento de los hielos en el fin de la cuarta glaciación, las pirámides se encontrarían
erigidas hace 12000 años, o sea, antes del cataclismo que acabó con la Atlántida.

Artículo escrito por Manuel José Delgado para la revista Año Cero

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