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Lectura 6

Teoría Sociológica I
Max Weber
La ética protestante
y el espíritu del capitalismo (1906)
Contenido
PRIMERA PARTE El Problema ................................................................................................... 1
I - Confesión y estructura social ............................................................................................... 1
II - El espíritu del capitalismo ................................................................................................... 5
III - Concepción luterana de la profesión: tema de nuestra investigación ............................. 15
SEGUNDA PARTE La ética profesional del protestantismo ascético ....................................... 20
I - Los fundamentos religiosos del ascetismo laico ................................................................ 20
II - La relación entre el ascetismo y el espíritu capitalista...................................................... 38

PRIMERA PARTE
El Problema
I - Confesión y estructura social gioso no aparece como causa de fenómenos eco-
nómicos, antes como el resultado de ellos. El ejerci-
Al disponemos a examinar las estadísticas profesio- cio de esas funciones da por admitido la posesión
nales de países en los que existen credos religiosos, de capital o la educación ciertamente costosa, así
sobresale con mucha frecuencia un fenómeno, moti- como ambas a un tiempo, con bastante frecuencia.
vo de vivas controversias en la prensa y la literatura En la actualidad, se presenta enlazada a la posesión
católicas, así como en congresos de católicos ale- de la riqueza hereditaria o, por lo menos, a una si-
manes: es la índole por excelencia protestante que tuación más o menos confortable. Justamente, mu-
se distingue en las propiedades y empresas capita- chos de los habitantes de una gran parte de las tie-
listas y, también, en las esferas superiores de las rras más ricas del Reich, a las que la naturaleza ha
clases trabajadoras, sobre todo del alto personal de favorecido de preferencia, amén de su privilegiada
las empresas modernas, con más experiencia técni- posición geográfica, tan determinante para la activi-
ca o comercial. Dicho fenómeno se refleja en cifras dad comercial, y cuyo desenvolvimiento fue el mejor
de las estadísticas confesionales, allí donde las dife- logrado en el orden económico, de manera especial
rencias de confesión coinciden con las de nacionali- en la mayoría de las más ricas poblaciones, se ha-
dad y, por consiguiente, con el distinto nivel de bían convertido al protestantismo en el siglo XVI,
desarrollo cultural (de la misma manera que en la pudiendo asegurarse, aún en la actualidad, los be-
Alemania oriental acontecía con alemanes y pola- néficos resultados de esa conversión, para los pro-
cos), como, por lo regular, allí donde el progreso ca- testantes, en la lucha económica por la vida, bien
pitalista en el periodo de su mayor apogeo tuvo po- que, ante este hecho singular, se presenta esta dis-
der para organizar la población en clases sociales y yuntiva histórica: ¿por qué en dichas tierras, las más
profesionales, a medida que las requerían. Y, ¿cuál adelantadas económicamente, existía allí, precisa-
puede ser el motivo de esta intervención algo más mente, tan singular tendencia para una revolución
considerable, de este porcentaje superior de acuer- eclesiástica?
do a la totalidad de la población, con el que los pro-
testantes toman parte en la posesión de capital y en Posiblemente alguien creerá que la respuesta es fá-
la dirección, así como también en los puestos más cil, mas no es así. Evidentemente, la ruptura con el
encumbrados en el trabajo de las empresas de ma- tradicionalismo económico da la impresión de ser el
yor categoría tanto en la industria como en el co- excepcional momento propicio para que en el espíri-
mercio? Ello se debe, en parte, a motivos históricos, tu surja la duda ante la tradición religiosa y decida
cuyas raíces se encuentran en el remoto pasado y enfrentarse a las autoridades impuestas por la tradi-
en los cuales su apego a un determinado credo reli- ción. Aquí es conveniente tener presente un hecho
tal vez olvidado: la supresión del dominio eclesiásti- tros de enseñanza superior no corresponde a su
co sobre la vida no era el espíritu de la Reforma, an- proporción demográfica. Pero es el caso que entre
tes bien el anhelo de cambiar la forma de aquel po- los bachilleres católicos ocurre, también, que el por-
der por otra distinta. Es más, sustituir un poder de- centaje de los que asisten a los modernos planteles
masiado suave, casi imperceptible en la práctica y, de enseñanza, dedicados primordialmente a la base
en efecto, próximo a lo puramente clásico, por otro del estudio técnico y de las profesiones en el campo
que debería intervenir con mucha más intensidad en industrial y mercantil, en general, que viene a ser de
todos los ámbitos de la vida pública y privada, esti- manera específica una profesión propia de burgue-
pulando una regulación onerosa y con meticulosidad ses (como en los conocidos Realgymnasien y
en la conducta personal. Hoy en día hay pueblos Realschule, escuelas superiores civiles, etcétera),
que, no obstante su cariz económico totalmente mo- es evidentemente inferior al de los protestantes,
derno, toleran el dominio del clero católico —“que pues los católicos tienen preferencia por aquella en-
castiga al hereje, si bien es benévolo con el peca- señanza de carácter humanista que imparten las es-
dor”, lo cual se hizo aún más evidente en aquel en- cuelas que se basan en la formación formal. Vea-
tonces que ahora—, como lo toleraron las naciones mos, ahora: la explicación de este fenómeno no es
en extremo ricas, en constante auge económico, similar a la del anterior; debe considerarse la causa
significados en las postrimerías del siglo XV. Por el en un sentido inverso para aclarar por él (aunque no
contrario, entre nosotros no cabe imaginar una for- únicamente por él) la participación de menor número
ma más intolerable de dominio eclesiástico sobre la de católicos en la vida capitalista. Pero aún es más
vida individual, como habría de serlo el calvinismo, sorprendente otra observación que viene en auxilio,
en el siglo XVI, tanto en Ginebra como en Escocia y indudablemente, para encontrar la razón por la cual
en gran parte de los Países Bajos antes de terminar los católicos toman parte en menor proporción en
aquél y en el curso del siguiente, y también en la las esferas instruidas del elenco trabajador de la in-
Nueva Inglaterra y aun en la propia Inglaterra duran- dustria modernista. Es bien sabido que las fábricas
te parte del siglo XVII, de igual manera como lo vi- alimentan las filas de sus trabajadores mejor adies-
vieron en el amplio territorio del antiguo patriciado trados, con operarios extraídos de los pequeños ta-
de aquella época en Ginebra, Holanda e Inglaterra. lleres de los cuales proceden y en los que se han
No se trata de que aquellos reformadores — forjado profesionalmente, alejándose de éstos cuan-
originarios de las naciones con más avance econó- do se sienten con suficiente capacidad. Mas ello
mico— encontraran precisamente condenable el acontece con mayor frecuencia entre los protestan-
abuso del poder eclesiástico-religioso, sino justo lo tes que entre los católicos, ya que éstos demuestran
contrario. ¿Cuál será, pues, la razón de que preci- una dedicación más tenaz a persistir en el oficio, lle-
samente estas naciones que gozaban de tanto auge gando a merecer la maestría, en tanto que los otros,
económico, incluyendo en cada una la incipiente en mayor número, eligen el trabajo en las fábricas y
clase media burguesa, fueran las que, además de escalan los cargos altos del proletariado entendido y
aceptar esa tiranía puritana hasta entonces ignora- de la burocracia de la industria. Estos casos de-
da, tomaran en su defensa un heroísmo del cual la muestran que el adiestramiento de una habilidad
burguesía no había antes dado indicios y tampoco personal, dirigida bajo el influjo de un ambiente reli-
los ha dado después, salvo en muy raras ocasiones: gioso, tanto patriótico como familiar, ha determinado
the last of our heroism, como Carlyle ha dicho con la elección profesional y, consecuentemente, todo el
justa razón? destino de una vida, y en ella ha consistido, pues, la
relación causal.
De manera clara podemos observar, no obstante lo
dicho, que así como es comprensible el mayor con- En el moderno capitalismo alemán, esa menor inter-
curso de los protestantes en la posesión del capital y vención de los católicos se nos presenta tanto más
en la dirección de la moderna economía, como evi- sorpresiva por cuanto que demuestra que está en
dente resultado de la mejor situación económica que contradicción con una experiencia común en el cur-
han sabido sostener al correr del tiempo, es posible so del tiempo, esto es: que las minorías nacionales
señalar otra índole de acontecimientos en los cuales o religiosas puestas en calidad de “oprimidas” frente
se revela, patentemente, sin duda, una inversión de a otros grupos calificados como “opresores”, debido
este nexo causal. Entre otros ejemplos, para sólo ci- a que, por propia voluntad o irremediablemente se
tar el más destacado, recordemos la notoria diferen- ven excluidos de los puestos influyentes en la políti-
cia que se deja ver en la clase de enseñanza que lo ca, emprenden por costumbre la actividad industrial,
hijos de padres católicos reciben de éstos, compa- que favorece a sus miembros mejor capacitados a
rándola con la de los protestantes, fenómeno que convertir en realidad un deseo en cuyo logro no
por igual se manifiesta en Baden o Baviera que en puede ayudar el Estado teniéndolos a su servicio.
Hungría, por ejemplo. Es comprensible —tomando Eso quedó palpablemente demostrado con los pola-
en cuenta la economía insinuada— que el monto de cos, tanto en Rusia como en la Prusia oriental, don-
católicos entre discípulos y bachilleres de los cen- de impusieron los adelantos económicos, incapaces

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de implantarlos en la Galitzia, bajo su dominación, lo hecho, hablar acertadamente, siquiera en parte, de
cual había ocurrido anteriormente en Francia con los la motivación principal de las zonas más diferentes
hugonotes, en tiempos de Luis XIV, así como en In- en cuanto a la religión del actual protestante alemán,
glaterra con los conformistas y los cuáqueros, y — exclusivamente de éste. Lo que ocurría en los tiem-
last not least— desde hace dos mil años, con los ju- pos idos era del todo distinto: los puritanos ingleses,
díos. Por el contrario, no encontramos un fenómeno holandeses y americanos se caracterizaban, sin du-
similar, perceptible, al menos, por sus peculiares ca- da, por un sentimiento de amor al mundo opuesto
racterísticas, entre los católicos alemanes acerca de totalmente. Este era, con exactitud, uno de los ras-
los cuales no podemos decir que mostraron, tampo- gos más peculiares y de mayor importancia. Ade-
co, un especial avance económico a diferencia de más, hemos de tomar en cuenta que en el protes-
los protestantes en periodos remotos en los que en tantismo francés permaneció por largo tiempo (y, en
Inglaterra o en Holanda eran perseguidos o sólo so- cierto modo, aún permanece) el sello que se dio a
portados. Es más pronto que los protestantes (en las iglesias calvinistas, de manera general, y, sobre
especial en una que otra de sus confesiones, como todo, a las “bajo la cruz”, en la época de las luchas
veremos más adelante), tanto en calidad de oprimi- por la religión; sin embargo —podríamos preguntar-
dos u opresores, como en mayoría o minoría, han nos si no es por eso mismo—, considerando lo poco
revelado siempre una singular inclinación hacia el permitido por la persecución, fue y es uno de los
racionalismo económico, inclinación que no se mani- puntos de apoyo más consistentes de la evolución
festaba entonces, como tampoco ahora, entre los económica y capitalista francesa. Si se ha dado en
católicos en ninguna de las circunstancias en que llamar algo así como “alejamiento del mundo” a di-
puedan hallarse. La causa de tan disímil conducta cha sobriedad y al severo predominio de los intere-
habremos de buscarla no sólo en una cierta situa- ses de la religión en la conducta práctica, los calvi-
ción histórico-política de cada confesión, sino en una nistas franceses están, siquiera, tan alejados del
determinada y personal característica permanente. mundo como los católicos alemanes del norte, cuyo
espíritu católico es más hondo y sincero que en nin-
Antes que nada habría que dilucidar la problemática, gún otro pueblo del orbe. Y ambos se distinguen de
investigando cuáles son o fueron los elementos de los bandos religiosos dominantes en sus respectivos
las características confesionales que actuaron o ac- países: el de los franceses católicos amantes del
túan, en parte, en la dirección de referencia. Po- buen vivir en las esferas más bajas y de un modo di-
dríamos intentar la explicación de la antítesis, desde recto anticlerical en las de arriba, y el de los protes-
un punto de vista superficial y moderno, afirmando tantes alemanes, que se hallan dominados en las
que el mayor “distanciamiento del mundo” católico, esferas superiores por la terrenal ambición de lucro,
el cariz ascético peculiar de sus más altos ideales, en tanto que, por la religión no sienten ningún inte-
tiene que ejercer su influjo en el espíritu de sus fie- rés. Es uno de los hechos que más claramente evi-
les con respecto a un despego ante los bienes te- dencian que con la vaguedad de tales ideas del su-
rrenales. En tal explicación podría hallarse la coinci- puesto distanciamiento del mundo de los católicos y
dencia con el popular esquema que sirve en la ac- algo más por el estilo, no se llega a ninguna parte,
tualidad para juzgar las dos confesiones. En cuanto pues, con tanta vaguedad hay suposiciones que
a los protestantes, éstos se valen de dicha concep- pueden tener aún validez en la actualidad y, en par-
ción para censurar el idealismo ascético, real o su- te, nunca la tuvieron en lo pasado. Por cuya razón,
puesto, de la vida del católico, a lo cual éste respon- si se pretendiera recurrir a ellas, habría que dar ca-
de reprobándole el espíritu materialista, que podría bida a otra serie de conjeturas que vienen en mente
tomarse como resultado de la campaña de instruc- de inmediato e, inclusive, habría motivo para pensar
ción laica de toda la compilación vital llevada a tér- en que toda esa contradicción sin esclarecer entre
mino por el mundo protestante. Nos valemos de la alejamiento del mundo, sobriedad y espíritu religio-
fórmula lograda por un escritor moderno cuya inten- so, por una parte, y la colaboración en la actividad
ción fue dar, precisamente, la explicación acerca de capitalista, por otra, no debería convertirse más bien
la conducta observada, opuestamente, en la vida in- en un estrecho lazo.
dustrial de ambas confesiones: “El católico… siendo
el más tranquilo, el menos dotado de afán adquisiti- En efecto, lo primero que causa extrañeza —para
vo, tiene preferencia por una vida bien asegurada dar principio a la enumeración de alguno que otro
aunque los ingresos en ella sean de menos cuantía elemento puramente externo— es la gran cantidad
que los que pudiera redituarle una vida de incesan- de representantes de las más auténticas y profun-
tes peligros y exaltaciones tras los honores y las ri- das formas del cristianismo, surgidas realmente de
quezas adquiridos eventualmente. Si analizamos el los grupos mercantiles. De manera particular el pie-
refrán que reza: comer bien y dormir tranquilo, ve- tismo debe reconocer este origen en gran parte de
mos que el protestante es quien se decide por lo sus adeptos de observancia más rigurosa. Sería fá-
primero, en tanto que al católico le gusta más dormir cil imaginar que el “mammonismo” actúa como
tranquilo”. Con eso de “comer bien”, podemos, de agente, para producir la revulsión en ciertas natura-

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lezas internas y algo impropias para la profesión Hay algo más digno de mencionarse: el nexo evi-
mercantil; y, con certeza, se originó de manera sub- dente entre la detallada norma religiosa de la vida y
jetiva tanto en Francisco de Asís como en los pietis- el desenvolvimiento más agudo del espíritu comer-
tas con el carácter de “advenimiento de la conver- cial, muy particularmente en la mayor parte de las
sión”. Asimismo, cabe entender el fenómeno no tan sectas en las cuales el llamado “alejamiento del
asiduo y raro —hasta el caso de Cecil Rhodes— de mundo” les es tan propio como la abundancia; y
que las casas parroquiales, en su mayoría, se hayan aquí debemos mencionar, muy particularmente, a
convertido en el núcleo creador de empresas capita- los cuáqueros y menonitas. Y así como aquéllos ju-
listas de altos vuelos, lo cual bien pudiera interpre- garon su papel en Inglaterra y Norteamérica, fueran
tarse como una consecuencia en la actitud ascética los menonitas quienes lo representaron en Alemania
de la juventud. Mas, este juicio es inexacto cuando, y los Países Bajos, siendo un caso insólito que en la
simultáneamente, surge en una persona o colectivi- Prusia oriental el propio Federico Guillermo I los
dad la “virtud” capitalista del sentido del negocio y considerase como factores imprescindibles del
una forma intensa de religiosidad, que inunda y re- avance de la industria, no obstante haberse negado,
gula todos los actos de la vida. Claro está que esto rotundamente, al servicio militar. Este hecho es uno
no ocurre sólo en casos aislados, sino que viene a más que apoya la afirmación y, obviamente, uno de
constituir, precisamente, un signo peculiar de gru- los más peculiares, dada la naturaleza de aquel mo-
pos, en su totalidad, de las más importantes sectas narca. Es bien sabido, también, que entre los pietis-
y templos del protestantismo, especialmente en el tas estaba en vigor la unión de la piedad más vehe-
calvinismo, en cualquiera de los lugares donde haya mente con el cultivo del sentido y el triunfo del co-
surgido. En los tiempos en que ocurrió la expansión mercio. Puede ser suficiente evocar el estado de
de la Reforma, ni el calvinismo ni ninguna de las Renania, o a Calw, entre otros muchos ejemplos,
demás confesiones religiosas se vinculó a una de- pues no es necesario recurrir a otros sólo eventua-
terminada clase social; sin embargo, es característi- les. Con lo dicho queda, sin duda, demostrado el
co, y podríamos decir que un tanto “típico”, que en espíritu de “laboriosidad”, de “avance”, según como
las iglesias hugonotes, de Francia, por ejemplo, la se quiera decir, y no puede confundirse con el habi-
mayor parte de sus prosélitos estaba formada por tual significado de “amor al mundo”, o de ilustrado,
monjes e industriales (comerciantes, artesanos), es- ni con otro cualquiera. El protestantismo de Lutero,
pecialmente en el período de la persecución. Ya los Calvino, Knox y Voët, en sus inicios, casi nada tenía
españoles estaban conscientes de que “la herejía” en común con lo que ahora se conoce por “progre-
(aplicada al calvinismo) “era benéfica al espíritu co- so”. Indudablemente, era contrario a muchos aspec-
mercial”, teoría que sostuvo enteramente sir W. tos de la sociedad moderna, a los cuales les sería
Petty en su alegato acerca de las razones del creci- difícil renunciar a ellos en la actualidad, por más leal
miento capitalista en los Países Bajos. Concedemos que sean a su credo. Además, si pretendemos hallar
la razón a Gothein al calificar a la Diáspora calvinista un nexo entre ciertas manifestaciones del protestan-
en su calidad de “vivero de la economía capitalista”. tismo y de la cultura capitalista moderna, no será en
Es posible atribuir en esto, como elemento decisivo, el “amor al mundo” (supuestamente imaginado) en
la superioridad de la cultura francesa y holandesa en mayor o menor grado materialista (diríamos opuesto
el terreno de la economía, de la cual nació precisa- al ascetismo), sino, con más exactitud, en sus carac-
mente, esa Diáspora, así como el poderoso influjo terísticas netamente religiosas. Montesquieu, en Es-
del destierro y la violencia en la ruptura de las rela- pirit des lois (libro XX capítulo VII) dice que los in-
ciones tradicionales. No obstante, de igual manera gleses son quienes “más han contribuido, entre la
acontecía en Francia, en pleno siglo XVII, según lo totalidad de los pueblos del mundo, con tres elemen-
demuestran las luchas de Colbert. También Austria tos de suma importancia: la piedad, el comercio y la
—aparte de otros países— trajo consigo algunas libertad”. ¿Hay coincidencia real entre su superiori-
veces directamente fabricantes protestantes. Pero, dad en el orden industrial —así como en su inclina-
no se puede decir que todas las sectas protestantes ción a la libertad— con aquel espíritu piadoso que
hayan actuado con el mismo ímpetu en esa direc- Montesquieu les atribuye?
ción. Por lo que respecta al calvinismo, probable-
mente su actuación en Alemania tenía la misma sig- Si nos proponemos dilucidar la cuestión en dichos
nificación; por excelencia provechosa debió ser la términos, habremos de tropezar de inmediato con
confesión “reformada”, para la expansión del espíritu otras muchas respuestas tan intuidas confusamente
capitalista, si entablamos una comparación con como importantes. El objetivo nuestro debe ser, aho-
otras confesiones, ya sea en Wuppertal o en otros ra, concretar lo intuido confusamente a fin de que
lugares, claro está que un tanto más que el lutera- podamos aclararlo hasta lo máximo y que nos pueda
nismo como lo demuestra la confrontación general y ayudar ante la inagotable dificultad de cualquier pro-
en sus pormenores, particularmente en Wuppertal, blemática histórica. Para el logro se requiere, antes
lo cual ha sido corroborado por Buckle, en Escocia que nada, dejar a un lado las vagas suposiciones de
y, en especial, por Keats entre los poetas ingleses. las que nos hemos valido hasta aquí, y hacer lo po-

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sible por introducirnos en lo más característico de abstractos, sino que pretende articularla en concre-
aquellos magnificentes ideales de religión en los que tos nexos genéticos de inevitables matices siempre
el cristianismo se ha fundamentado históricamente. individuales.

Sin embargo, se requieren aún, previamente, algu- No obstante, siempre que se trate de fijar un objeto,
nas consideraciones: antes que nada, acerca del por la mediación de análisis e interpretación históri-
distintivo propio del objeto en cuya explicación es- ca, es imposible definirlo por anticipado; a lo sumo
tamos interesados; luego, acerca del sentido que puede intentarse una previa y eventual definición de
podamos hallar en la posible explicación, sin que aquél —que en este caso que nos ocupa es el “espí-
nuestras investigaciones se salgan del círculo que ritu del capitalismo”—. Tiene que existir un acuerdo
las ciñe. en ello para quedar conformes acerca del objeto a
investigar. Por tal motivo nos apoyamos en un do-
II - El espíritu del capitalismo cumento inspirado en dicho “espíritu” en cuyo con-
tenido hallamos con notable nitidez lo que de mane-
El concepto “espíritu del capitalismo” que integra el ra más directa nos interesa, además, está despro-
título global de este estudio, no deja de ser algo pre- visto, venturosamente, de una coherencia directa
suntuoso. A la pregunta ¿qué ha de entenderse por con la religión y, por consiguiente, tiene la virtud de
eso?, contestaremos que si nos empeñamos en dar estar “libre de supuestos” —para nuestro tema.
con algo que se aproxime a una “definición”, habre-
mos de tropezar de inmediato con ciertos escollos “Considera que el tiempo es dinero. Aquel a quien le
que estriban en la propia naturaleza del objeto a in- está dado ganar diez chelines por día con su trabajo
vestigar. y se dedica a pasear la mitad del tiempo, o a estar
ocioso en su morada, aun que destine tan solo seis
De ser posible hallar algo a lo cual pueda aplicársele peniques para sus esparcimientos, no debe calcular
dicho concepto, sería, únicamente, una “individuali- sólo esto, sino que, realmente, son cinco chelines
dad histórica”, es decir un conjunto de eslabones en más los que ha gastado, o mejor, ha derrochado”.
la realidad histórica, que nosotros enlazamos en un
todo, basándonos en su significado cultural. “Considera que el crédito es dinero. Si la persona a
quien me dé un dinero deja que éste siga en mi po-
Sin embargo, no podemos definir este concepto his- der, permite, además, que yo disfrute de su interés y
tórico (o “delimitarlo”), ajustándolo al esquema ge- de todo cuanto me sea posible ganar con él en tanto
nus proximum, differentia specifica, ya que su con- transcurre el tiempo. De tal manera se puede acu-
tenido lleva implícito un fenómeno cuyo significado mular una cantidad considerable si se tiene buen
está en su característica individual; antes bien, crédito y capacidad para emplearlo bien”.
opuestamente, tiene que ajustarse o elaborarse con
una serie de elementos encontrados en la realidad “Considera que el dinero es fecundo y provechoso.
de los hechos históricos. Esta es pues la razón por El dinero puede engendrar dinero, los sucesores
la cual no podemos dar como concluyente la deter- pueden engendrar aún más y así unos a otros. Si
minación conceptual desde los inicios de la investi- cinco chelines son bien colocados, se convertirán en
gación, sino hasta que lleguemos al final de ella. Pa- seis, éstos, a su vez, en siete que, asimismo, podrán
ra mayor claridad, añadiremos que únicamente a lo devenir en tres peniques, y llegar en sumas sucesi-
largo de las discusiones y como evidente conse- vas hasta constituir un todo de cien libras esterlinas.
cuencia de ellas, se verá con facilidad la definición A cuanto más dinero invertido, tanto más es el pro-
más conveniente, es decir, la más apropiada desde ducto. Así, pues, el beneficio se multiplica con rapi-
los puntos de vista que interesan para entender lo dez y en forma constante. Aquel que mata una cer-
que denominamos el espíritu del capitalismo. Mas, da, reduce a la nada toda su descendencia hasta el
esos puntos de vista a los cuales habré de referirme número mil. Aquel que derrocha una moneda de
aún más adelante, no han de ser los únicos de qué cinco chelines, destruye todo cuanto habría podido
valernos para examinar los fenómenos históricos originarse con ella: montículos compactos de libras
que estudiamos. Si partimos desde otras observa- esterlinas”.
ciones, un hecho histórico cualquiera nos mostrará
otros aspectos “esenciales” de lo cual se deduce “Considera que, conforme al refrán, un buen paga-
que, por “espíritu del capitalismo”, no sólo debe en- dor es amo de la bolsa de quien sea. Al que se le
tenderse lo que como esencial se revela para noso- conoce como puntual pagador en el plazo conveni-
tros en esta investigación. Es una característica in- do, es merecedor en todo momento, del crédito
herente de toda formación de conceptos históricos el otorgado por aquellos amigos a quienes no les hace
hecho de que, para sus objetivos metódicos, no re- falta”.
quiere ocultar la realidad en genéricos conceptos

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“En ocasiones, eso es de gran provecho. Indistinta- mente, en este documento —en el cual hace gala de
mente de la prontitud y la sensatez, lo que más con- su característico estilo— se trasluce “el espíritu capi-
tribuye al progreso de un joven es la puntualidad y la talista”; sin embargo, no podemos afirmar que dicho
rectitud en todas sus empresas. Así, pues, nunca texto abarque todo lo que debe ser considerado co-
debes retener el dinero recibido por una hora más mo tal “espíritu”. Haciendo hincapié aún más en este
de la convenida, a fin de que la bolsa de tu amigo no pasaje, cuya filosofía queda compendiada por Küm-
quede cerrada para ti en la vida”. berger al decir que “de las vacas se hace manteca y
de los individuos el dinero”, comprobaremos que lo
“Las acciones de menor importancia que pueden innato de la “filosofía del avaro” es el modelo perfec-
pesar en el crédito de una persona deben ser consi- to a seguir del hombre honorable, merecedor de un
deradas por ésta. El golpeteo de un martillo sobre el crédito y, por encima de todo, la imagen de un com-
yunque, así sea a las cinco de la mañana o a las promiso de aquél, ante el atractivo —considerado
ocho de la noche dejará satisfecho, para seis me- como una meta— de multiplicar el capital suyo. Aquí
ses, al acreedor que lo oiga; sin embargo, si te viera no se da a conocer, en efecto, únicamente una téc-
jugar al billar o reconociera tu voz en la taberna, nica vital, sino una “ética” específica, y el hecho de
siendo que en esa hora deberías estar trabajando, quebrantarla es una omisión del deber, además de
no dejará de recordarte tu adeudo a la mañana si- una necedad, y esta es una obligación fundamental.
guiente, exigiéndote el pago aun antes de que hayas Aquí la “prudencia en la actividad” quedó estableci-
podido reunir el dinero”. da, lo cual es por todos aprobado, pero, además, es
un verdadero ethos lo que da a entender, y es desde
“También, debes manifestar en toda ocasión que no este punto de vista como nos interesa esa cualidad.
olvidas tu deuda, procurando mostrarte siempre co-
mo un varón diligente y honorable. De este modo se Dícese que Jacobo Fugger, en plena discusión con
consolidará tu crédito”. un socio que estaba decidido a dejar el negocio y lo
incitaba a retirarse también —alegando que ya era
“Cuídate bien de considerar como propio todo aque- suficiente lo ganado y debía ceder el campo para
llo que posees y de vivir conforme a esa idea. La que los demás se beneficiaran— contestó a su inter-
mayoría de las personas que gozan de un crédito, locutor que “su opinión difería por completo y, que
con frecuencia se forjan esa ilusión. Para no caer en ganar cuanto le fuera posible era su aspiración”,
tal peligro, anota, minuciosamente, tus gastos e in- dando por pusilánime la postura de su socio. Así,
gresos. Si pones atención en esos pormenores, ad- pues, existe una notable diferencia entre el “espíritu”
vertirás que los más insignificantes gastos se van de esta manifestación y la intención anímica de
convirtiendo en grandes sumas, y te convencerás de Franklin: la consecuencia que aquél atribuía al espí-
cuánto pudiste ahorrar y de lo que aún estás a tiem- ritu comercial, por más atrevido, y propenso además
po de hacerlo en lo sucesivo”. a una marcada indiferencia ética, consigue en Fran-
klin la índole definida de una máxima de comporta-
“De ser una persona de prestigiada prudencia y hon- miento con matices éticos. De este significado espe-
radez, con seis libras llegarás al goce de cien. El cífico nos valemos cuando nos referimos al “espíritu
que derrocha diariamente tan solo un céntimo, es del capitalismo”, claro está: del capitalismo mo-
igual a derrochar seis libras en un año, lo cual viene derno, del europeo-occidental y del americano, úni-
a ser el uso de cien. Quien desperdicia una fracción camente, como está a la vista. Es por demás decir
de su tiempo equivalente a un céntimo (así repre- que en China, así como en Babilonia y en la India,
sente, únicamente dos minutos) malogra día a día la tanto en la antigüedad como en la Edad Media exis-
prerrogativa de beneficiarse con cien libras al año. tió también el “capitalismo”; sin embargo, carecía,
Aquel que en vano desaprovecha el tiempo que re- justamente, del ethos que caracteriza al moderno
presenta un valor de cinco chelines, se desprende capitalismo.
de cinco chelines, lo cual viene a significar lo mismo
que si los hubiera tirado al mar. Quien haya perdido Los principios morales de Franklin han sido desvir-
cinco chelines, es como si hubiera perdido todo tuados enteramente, dándole un significado utilitaris-
cuanto pudo haber ganado con ellos si los hubiese ta, es decir, la moralidad se considera útil porque
invertido en la industria, por lo cual, cuando el joven deriva en crédito, asimismo, se le otorga a la pun-
llegue a una edad avanzada mucho habrá de lamen- tualidad, al esmero, a la sensatez, el carácter de vir-
tar la falta de tan enorme cantidad”. tudes, de donde se deduciría en que para lograr di-
chas virtudes basta con simularlas. Para Franklin,
Benjamín Franklin nos amonesta con dichas máxi- ello sería un exceso inútil de tal virtud, despreciable
mas —de las cuales Ferdinand Kümberger se burla por considerarse un derroche. Efectivamente, el re-
cuando traza la semblanza de la “cultura americana” lato, en su “autobiografía”, de la “conversión” a di-
en una obra escrita con ingenio y saña, exponiéndo- chas virtudes o las reflexiones acerca de los benefi-
las como dogmas al pueblo yanqui—. Indudable- cios que proporciona la estricta observancia de una

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modestia aparente y el hecho de disponerse a ocul- acerca del deber profesional, de un compromiso que
tar los propios méritos a fin de captarse la estima- debe establecer el hombre y de hecho reconocerlo
ción unánime, proporciona al lector la seguridad ante lo implícito de su acción “profesional”, sea la
que, para Franklin, todas y cada una de esas virtu- que él quiera —prescindiendo de que se la conside-
des lo son realmente en tanto que favorecen, en re, claro está, como estricta utilización de la propia
concreto, al hombre, y que la apariencia de la virtud energía de trabajo o de la simple propiedad de bie-
es suficiente cuando de ella se deriva el mismo efec- nes (entiéndase “capital”)—, aquel sentimiento, re-
to que con la práctica de la propia virtud: inherente petimos, es la más peculiar “ética social” del mundo
consecuencia del utilitarismo más riguroso. Diríamos civilizado capitalista, para la que tiene, en cierto mo-
que hallamos aquí, aparentemente, “in fraganti” do, un significado constitutivo. No por ello debe pen-
aquello que los alemanes suelen calificar como “hi- sarse que es producto del actual capitalismo; es fácil
pocresía” de las virtudes en los americanos. Sin de hallarla en otros tiempos, como verificaremos
embargo, no todo es verdaderamente tan sencillo más adelante. Tampoco es para opinar que en el ac-
como eso. La honradez singular de Benjamín Fran- tual capitalismo, el hecho de apropiarse subjetiva-
klin, innata de su propio carácter, tal como se refleja mente de esas máximas morales por parte de quie-
en su autobiografía, así como en la particularidad de nes forman la empresa y por la de los trabajadores
atribuir a una revelación divina el hallazgo de la “uti- de las modernas sociedades capitalistas, sea una
lidad” de la virtud —así, podría interpretarse que condición de su vida. El actual sistema económico
Dios quiso señalarle el camino de la virtud—, paten- capitalista es como un cosmos excepcional en el
tizando que se trata de algo más que la sencilla ves- cual el hombre nace y al que, al menos como tal, le
tidura elaborada con un egocentrismo puro. Resulta es dado a guisa de edificio imposible de reformar, en
además, que el summum bonum de esta “ética” es- donde habrá de vivir, imponiéndole las medidas de
triba en la persecución continua de más y más dine- su conducta económica, en razón que se encuentra
ro, procurando evitar cualquier goce inmoderado, envuelto en la componenda de la economía. Cuando
carece de toda mira utilitaria o eudemonista, tan pu- el empresario actúa de continuo en contra de estas
ramente ideado como fin en sí, que se manifiesta medidas, se ve excluido, infaliblemente, de la con-
siempre como algo de absoluta trascendencia e in- tienda económica, al igual que el trabajador que no
clusive irracional ante la “dicha” o el rendimiento del se percata o no le es posible avenirse a ellas, termi-
hombre en particular. El beneficio no es un medio nando por verse lanzado a la calle, obligado a ingre-
del cual deba valerse el hombre para satisfacer ma- sar, como otros tantos, en las compactas filas de los
terialmente aquello que le es de suma necesidad, sin trabajo.
sino aquello que él debe conseguir, pues esta es la
meta de su vida:, El juicio general de las personas El amo absoluto en la vida de la economía, esto es
es en el sentido que una “inversión” significa la rela- del actual capitalismo, educa y origina, valiéndose
ción antinatural entre el individuo y el dinero. Sin de la selección económica, los individuos, tanto em-
embargo, el capitalismo la considera como algo tan presariales como trabajadores, que requiere. Así, al
evidente y natural, como insólita para aquel que no llegar a esta cuestión, se advierten exactamente los
ha sentido el soplo suave de su aire. A un tiempo, límites del concepto de “selección” que puedan ser
abarca muchos sentimientos enlazados profunda- utilizados para explicar los fenómenos históricos.
mente con ideas religiosas. Si formuláramos la pre- Con objeto de elegir aquella manera de trabajar y de
gunta, por ejemplo, del por qué se ha de hacer dine- comprender cuál es la profesión que más se ajusta
ro de los hombres, hallaríamos la respuesta en Ben- al espíritu capitalista (esto es, a fin de que este pro-
jamín Franklin, que profesa el deísmo aun cuando cedimiento sea capaz de vencer a los demás), debe-
sin un cariz confesional determinado, con una ex- ría originarse como idea de un grupo de hombres y
presión bíblica, inculcada desde joven por su padre, no previamente en personas aisladas. Por consi-
del cual asegura que era un recalcitrante calvinista, guiente, este origen debe ser esclarecido ante todo.
y que reza así: “Si encuentras un hombre solícito en Más adelante habremos de referirnos al concepto
su actividad, debe ser preferido a los reyes”. El pro- del simple materialismo histórico, pues para él las
ducto del dinero —cuando se comprueba legalmen- “ideas” son como “reflejos” o “superestructuras” de
te— significa, en el moderno orden económico, la posiciones económicas en la vida del hombre. Para
consecuencia y la manifestación de la virtud en la nuestro objetivo, será suficiente recordar que en el
obra, y esta virtud, con indudable aceptación, viene suelo natal de Benjamín Franklin (Massachusetts) el
a constituir el alfa y omega de la auténtica moral de “espíritu capitalista” (con el significado que nosotros
Franklin, como queda expuesto en los fragmentos le hemos acordado) ya existía antes del “desenvol-
que hemos transcrito y en toda su obra sin excep- vimiento capitalista” (en 1632 ciertamente surgieron
ción. las reclamaciones en Nueva Inglaterra, no así en
otros lugares del territorio americano, acerca de las
Efectivamente, aquel sentimiento tan característico apariciones especulativas y de explotación en la
—tan común en la actualidad y tan absurdo en sí— economía); por el contrario, en las colonias vecinas

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(que más tarde serían los estados del sur de la (según lo indicaba Franklin) no puede hacer uso del
Unión Americana), ese espíritu no logró un mayor hombre de negocios que no sabe dar la impresión,
grado de desarrollo, pese a que recibieron el aporte siquiera, de ser escrupuloso. Así pues, no hallare-
económico de grandes capitalistas, con fines comer- mos la diferencia en el grado de intensidad y evolu-
ciales, en tanto que las colonias de Nueva Inglaterra ción del “impulso” de adquisición. Es tan antigua la
se vieron vigorizadas por predicadores, gente gra- aura sacra fames, como la historia de la humanidad,
duada, conjuntamente con pequeños burgueses, ar- por lo que de ella conocemos; por el contrario, con-
tesanos y labradores, con miras religiosas. En con- firmaremos que quienes cedían sin importarles na-
secuencia, la relación causal, en este caso, es al da, a su afán de dinero —a semejanza del capitán
contrario de la que habría que demandar desde el holandés que “con tal de ganar descendería a los in-
punto de vista del “materialismo”. Bien que, el ele- fiernos, aun cuando la vela se le chamuscare”— no
mento joven imbuido en tales ideas ha resultado eran, en absoluto, ninguno de los representantes de
más borrascoso de lo que los teóricos de la “super- aquel criterio del que se originó (y esto es lo intere-
estructura” podían pensar de él, y su desenvolvi- sante para nosotros) el “espíritu” singularmente mo-
miento no se asemeja al de una flor. El espíritu del derno del capitalismo, como fenómeno de masas.
capitalismo (en el sentido aceptado por nosotros) ha En todos los tiempos han existido excesivas ganan-
debido imponerse, en una contienda nada fácil, a un cias, sin sujeción a ninguna norma, mientras que la
sinfín de poderosos enemigos. En la antigüedad o oportunidad de realizarlas ha sido propicia a ello. De
en la Edad Media, un criterio como el que impera en igual manera que la guerra y la piratería no estaban
los razonamientos expuestos por Benjamín Franklin, vedadas, había libertad para el comercio, sin que se
ya mencionados, no pudo haber sido excluido como ajustara a normas, en los nexos con otras razas, con
manifestación de insana avaricia, de innobles senti- extranjeros. En este terreno, la moral externa era
mientos, como hasta en la actualidad suele suceder otra distinta que la permitida en la relación “entre
con respecto a los núcleos que no se integraron aún hermanos”. Y no sorprende que por todos los ámbi-
en la específica economía del capitalismo, o que no tos existiese esa mentalidad aventurera, que regía
han logrado acomodarse a ella. Y la razón no está en el interior y hacía mofa de las limitaciones seña-
en que el “impulso adquisitivo” fuera desconocido en ladas por la moral, cuando todas las constituciones
las épocas anteriores inmediatas al capitalismo, o en económicas conocedoras del dinero y que admitían
que no se encontrara desenvuelto (como hemos di- la probabilidad de convertirlo en rentable —por la
cho reiteradamente), así como tampoco que, enton- mediación de arrendamientos, de impuestos, prés-
ces, la auri sacra fames fuese menor aparte del ca- tamos tomados por el Estado, financiamiento de
pitalismo burgués que dentro del marco capitalista guerras, administración de casas reales, sueldos de
puro, ideal de muchos románticos. Indudablemente, empleados, etc., etc.— aceptaban, en calidad de
no parte de ahí la diferencia entre el espíritu capita- “aventura”, a la industria capitalista. Con frecuencia,
lista y el precapitalista: el deseo vehemente de los se daba al mismo tiempo desmedido y consciente
mandarines chinos, de aquellos viejos patricios ro- deseo de lucro y el leal acatamiento a las reglas tra-
manos o de los agricultores actuales, resiste toda dicionales. Al derrumbarse la tradición y quedar con
confrontación. Veamos ahora como la auri sacra fa- más o menos libertad la afluencia económica inclu-
mes del cochero o barcajuolo napolitano, o bien la sive hacia el interior de las organizaciones sociales,
de los asiáticos que representan industrias similares, no continuó regularmente afirmándose, ni hubo una
o la del artesano de los países del sur de Europa, valoración ética del novedoso acontecimiento, antes
así como de Asia, es aguda en mayor grado y, en bien fue tolerada en la práctica, habiéndosele califi-
especial, carente de escrúpulos comparada con la cado con indiferencia en cuanto a la moral o como
de un inglés, por ejemplo, en igual caso, como es algo censurable, pero que no se podía evitar, por
fácilmente comprobable. Exactamente, este dominio desgracia, en el ejercicio. Esta era la postura natural
general de la absoluta carencia de escrúpulos, de la teoría ética y también la manera como el hom-
cuando se trae entre manos la imposición del propio bre se conducía en la práctica, en un término medio,
interés en la ganancia de dinero, es una condición en el precapitalismo de aquel tiempo —
muy particular de países cuyo desarrollo burgués considerándolo desde el punto de vista que la utili-
capitalista se muestra “retrasado” con respecto a la zación industrial racionalizada del capital y la orga-
medida evolutiva del capitalismo en Occidente. No nización racional del trabajo no eran aún las fuerzas
hay fabricante que ignore que la ausencia de cosci- sobresalientes, capaces de orientar y regir la activi-
enziosita de los trabajadores de países como Italia dad económica. Sin embargo, esta manera de con-
(contrariamente a los de Alemania, por ejemplo) es, ducirse fue, precisamente, lo que más dificultó en
con certeza, el impedimento más notorio en su todas partes la lucha psicológica entablada con el
desarrollo capitalista, así como, también, del avance propósito que el hombre lograra adaptarse a una
económico en general. El representante práctico del supuesta economía capitalista ordenada.
liberum arbitrium indisciplinado no puede ser utiliza-
do por el capitalismo como trabajador, al igual que

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En esta forma, el primer enemigo a la vista contra el bajo individual acelerando su intensidad, más se to-
cual hubo de luchar el “espíritu” capitalista — pó con la persistente oposición de aquel leit motiv
considerado como un nuevo tipo de vida con suje- precapitalista, mismo contrincante en la lucha actual
ción a ciertas reglas, subordinado a una “ética espe- en razón directa al “retraso” (visto con miras capita-
cífica— fue aquel hecho, parecido en mentalidad y listas) en que se encuentra estacionada la clase tra-
en conducta que podría calificarse como “tradiciona- bajadora. Continuemos con nuestro ejemplo: ante el
lismo”. No se trata de formular una explicación defi- fracaso del recurso al “sentido lucrativo”, con el alza
nitiva a este fenómeno; nos limitamos a esclarecer- de los salarios cotidianos, el empresario optó por va-
lo, únicamente, aprovechando la ocasión, con algu- lerse de medios contrarios: se procedió a una dismi-
nos ejemplos, los primeros de los cuales conciernen nución de salarios, para apremiar al trabajador a
al trabajador. rendir más que hasta entonces, y pudiera seguir ga-
nando lo mismo. De momento, se pensó, y aún lo
El moderno empresario suele valerse de diferentes siguen pensando muchos, que existe una recíproca
medios técnicos para lograr que “sus” trabajadores analogía rigurosa entre el bajo costo del salario y el
rindan lo más posible, es decir, aumente la intensi- incremento de la ganancia del empresario. El capita-
dad de su trabajo, siendo uno de ellos: el salario a lismo se apegó a esta idea desde los comienzos, y
destajo. Se da el caso que en la economía agrícola, en el curso de varios siglos se ha tenido como ar-
por ejemplo, surge la necesidad de aumentar al má- tículo de fe, que los salarios bajos son más producti-
ximo posible la intensidad del trabajo: es el momen- vos, es decir, que el rendimiento del trabajador va
to de la recolección de la cosecha ya que, debido a en aumento, pues, de acuerdo con lo expresado por
las irregularidades del tiempo, precisa la mayor rapi- Pieter de la Cour —en relación, según comprobare-
dez, pues de ella depende la posibilidad de fabulo- mos luego, con el espíritu del viejo calvinismo— el
sas ganancias o enormes pérdidas. Con tal motivo, pueblo únicamente trabaja debido a que es pobre y
se implanta, entonces, la tarea a destajo. Como sea en tanto lo sea.
que el empresario trata de obtener, intensificando el
trabajo, un máximum beneficio, busca la manera Pero, este medio, en apariencia muy acreditado, tie-
que el trabajador coincida en su interés por apresu- ne sus limitaciones en la eficiencia. Es bien sabido
rar la recolección, elevando los destajos. De este que el capitalismo reclama, ciertamente, la existen-
modo le brinda los medios para lograr una ganancia cia de una población sobreabundante requerida para
excepcional en poco tiempo. No deja, por eso, de su desenvolvimiento, a la cual pueda utilizar en cali-
presentar un escollo inherente de la mentalidad del dad de alquilada, por un costo poco estimativo en el
obrero enraizada en la tradición: el aumento del sa- mercado laboral. Sin embargo, un “ejército de reser-
lario no propició la intensidad del trabajo, antes bien va”, excesivamente nutrido, puede favorecer, claro
la redujo. Esto tiene su explicación en que si un tra- está, su extensión relativa a la cantidad, particular-
bajador gana un marco al día por cada cahíz de mente el paso a sistemas de industria que optan por
grano segado, para obtener en un mismo día dos el trabajo intensivo. Trabajo barato no debe confun-
marcos y medio debe segar dos caíces y medio; dirse con salario inferior. Aun en fundamento estric-
ahora bien, si la paga a destajo fue fijada en veinti- tamente cuantitativo, lo que el trabajo rinde va en
cinco céntimos más por día, al individuo aquel no le descenso, sin remedio, en tanto que el salario no es
interesa esforzarse, como era de suponer, para lo- suficiente para que el obrero cubra lo que requiere
grar la siega de tres cahíces y aumentar la ganancia para subsistir, y, de verse estancada la suficiencia,
diaria a tres marcos con setenta y cinco céntimos, se establece verdaderamente una “selección de los
sino se conforma con segar la misma cantidad de más estériles”. En la Silesia, el campesino en poco
granos, para percibir igual suma de dos marcos y sobrepasa la siega de dos tercios de la tierra, aun
medio con la que, de acuerdo con la frase bíblica, esforzándose al máximo, en tanto que en el mismo
“tiene bastante”. No le importó ganar menos con tal tiempo, el campesino de la Pomerania o el de Me-
de no trabajar más; tampoco tuvo en cuenta lo que cklemburgo trabaja con superior paga y mejor nutri-
podría ganar diariamente, si rendía al máximum po- do, y el de Polonia oriental rinde un tanto de menos
sible su trabajo. Por el contrario, pensó en lo mucho que el alemán, en igual tiempo. Considerado en el
que tendrá que trabajar para seguir ganando los dos terreno comercial, el salario bajo en el que se fun-
marcos y medio percibidos hasta entonces, conside- damenta el movimiento capitalista acaba por fraca-
rándolos suficiente para cubrir los gastos acostum- sar, seguramente, cuando intenta conseguir produc-
brados. Tal criterio es un ejemplo de lo que hemos tos que requieren un trabajo cualificado (intelectual),
denominado “tradicionalismo” por “naturaleza”, o sea o bien el uso de costosas máquinas las cuales, de-
la aspiración del individuo no es ganar más y más bido a la ineptitud de aquel que las maneja, con faci-
dinero, sino continuar su existencia pura y llanamen- lidad quedan arrumbadas; también, una atención
te como siempre lo hizo, obteniendo sólo lo necesa- más pertinaz, así como una libre y más firme iniciati-
rio para pagar sus gastos. Tal vez el moderno capi- va. En éstos y otros casos semejantes, el salario ba-
talismo procuró acrecentar la “productividad” del tra- jo no produce buen interés y tiene consecuencias

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opuestas a lo que se pretende, pues además de ne- giosa lo posibilita. Ciertamente tales observaciones
cesitarse un bien fincado sentido de la responsabili- con respecto al capitalismo actual nos resultan de
dad, requiere un criterio que, por lo menos en lo to- gran utilidad para avivar el interés de la indagación
cante al trabajo y en plena actividad, esté desligado de como pudieron ser factibles, en la época en que
de la imperecedera cuestión de relacionar la ganan- surgieron, es tos nexos de la aptitud capitalista para
cia usual con el máximum de holgura y el mínimum acoplarse con los elementos religiosos, ya que la
de rendimiento y que, a la inversa, labora con el fin observancia de muchos fenómenos aislados recha-
que lleva en sí el trabajo, en un sentido “profesio- za la idea de que en aquellos tiempos haya podido
nal”. Semejante criterio no puede existir, ciertamen- existir del mismo modo que en la actualidad. El re-
te, ni puede forjarse a base de salarios de alto o ba- chazo y la persecución de que fueron víctimas los
jo nivel, antes bien es la lógica consecuencia de un trabajadores metodistas, en el siglo XVIII, por ejem-
proceso educativo impartido con toda intensidad. plo, a quienes sus propios compañeros les destruían
Para un capitalismo que actualmente se encuentra de continuo los instrumentos laborales, no se debía
en la cúspide, no hay dificultad alguna para el reclu- a sus rarezas religiosas, tomando en cuenta que a
tamiento de sus trabajadores en cualquiera de los Inglaterra no le eran desconocidos los fenómenos
países industrializados y, en el interior de cada país, de religión, aun los más extravagantes, sino, como
en todos los círculos industriales. Fue en lo pasado diríamos ahora, por su singular “calidad de dóciles”
cuando en cada caso surgía un problema harto difí- en el trabajo.
cil de hacerle frente. Todavía en la actualidad, le es
necesario contar con un colaborador vigoroso al Sin embargo, nos apegaremos, por el momento, a
que, como veremos más adelante, ya le prestó su los fenómenos actuales, en relación con los empre-
ayuda en los primeros tiempos de su desenvolvi- sarios, con el fin de delinear totalmente en ellos la
miento. Un ejemplo habrá de ilustrar lo que intenta- idea y significado del “tradicionalismo”.
mos decir: es la mujer, especialmente la soltera, que
como obrera sigue apegada al tradicionalismo. No Sombart, en sus investigaciones en torno al naci-
hay patrón que emplee a una muchacha, principal- miento del capitalismo, distingue, entre otros, a dos
mente a la alemana, que no se lamente de la persis- grandes leit motiv en los que se ha deslizado la his-
tente terquedad de aquella en no abandonar sus toria económica: la “satisfacción de lo necesario” y el
normas tradicionales de trabajo, sin que intente, al “lucro”, según sea que haya logrado el equilibrio de
menos, entrenarse en sistemas más prácticos; a los gastos personales o el anhelo por la consecución
ninguna le interesa adoptar nuevas formas de traba- de la riqueza al margen de ellos y la posibilidad de
jo; no captan, no se concentran y no saben, siquiera, alcanzarlo en el desempeño de la actividad econó-
usar la inteligencia. Cualquier consideración acerca mica encauzada por una vía específica “sistema de
de la posibilidad de reducir la tarea y, especialmen- la economía de satisfacción de lo necesario”, al que
te, procurando que sea más productiva, enfada a la hace referencia Sombart, da la impresión de coinci-
joven obrera, sin que ponga en juego un mínimo de dir, a primera vista, con lo que nosotros llamamos
comprensión; una promesa de elevar el pago de los “tradicionalismo económico”. Al equiparar las ideas
destajos fracasa, topa irremediablemente contra el de “necesidad” y “necesidad tradicional”, la coinci-
muro de la rutina. Por el contrario, las jóvenes con dencia es exacta; de no realizarse así, grandes con-
sólida formación religiosa, en especial pertenecien- juntos de economías, por cuya estructura deberían
tes a la secta pietista, se manifestaban de muy dis- considerarse como “capitalistas”, tomando en cuen-
tinto modo, que, por lo mismo, nos despierta un inte- ta, inclusive, el significado que el propio Sombart, en
rés muy particular. Asegúrase, reiteradamente, y, otra parte de su obra, concede al “capitalismo” se
por lo general, queda definido a posteriori, que de salen del círculo de las economías “adquisitivas” y
esta educación religiosa se deriva una ocasión pro- pasan al ámbito de las “economías de satisfacción
picia para la enseñanza de la economía. Siendo así, de necesidades”. Asimismo, pueden tener un sello
vemos unidas en estrecho lazo la potencialidad de “tradicionalista”, incluyendo las economías dirigidas
concentración de la mente y el sincero propósito por empresarios privados que colocan el capital
elemental de cumplir con la “obligación” del trabajo, (efectivo o bienes con valor pecunario), con la mira
sintiendo la más pura intención de lo económico, de lucro, merced a la adquisición de los medios de
que computa la ganancia y su cuantía, y una absolu- producción y correspondiente venta de los produc-
ta firmeza en el propio dominio, así como una mesu- tos, esto es, empresas de carácter específicamente
ra que favorece enormemente la capacidad del ren- “capitalista”. Este fenómeno se ha producido en el
dimiento en la tarea. Consecuentemente, se vislum- paso del tiempo de la reciente historia de la econo-
bra ya la probabilidad de considerar el trabajo como mía, no como una excepción, sino como regla gene-
meta, en sentido “profesional”, requerida así por el ral, aunque interrumpida con periodicidad por la
capitalismo. Y, ahora, sí nos encontramos con que reiterada, aparición del “espíritu capitalista”, y cada
hay probabilidades prácticas de mejorar la lentitud vez con más fuerza. Claro está que, por lo regular,
tradicionalista, que el nuevo tipo de formación reli- entre la forma capitalista de una economía y el espí-

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ritu con que se la dirige está de por medio una rela- menos en muchas de las ramificaciones de la indus-
ción “adecuada”, mas no una dependencia “legal”. tria textil del continente, era lo suficientemente con-
Ahora bien, si pese a todo, nos valemos temporal- fortable, considerada con el mismo fin nuestro.
mente de la expresión del capitalismo” (moderno) Veamos, sin entrar en pormenores, cómo se desli-
para señalar aquel criterio con aspiraciones lucrati- zaba su vida. Los empresarios residían en la ciudad;
vas, mediante el ejercicio constante de una profe- a ella acudían los campesinos, aportando los tejidos
sión, un beneficio racionalmente legítimo, como que habían elaborado con materias primas por lo
quedó expuesto en el ejemplo de Benjamín Franklin, regular de su producción (en especial cuando se tra-
se debe en fundamento a la razón histórica de que taba de lino). Una vez examinada la calidad del teji-
tal criterio se ha visto cristalizado convenientemente do, con frecuencia oficialmente, les era retribuido el
en la moderna empresa capitalista, a la par que ésta precio de costumbre. Por otra parte, los clientes del
puede considerarse su más apropiado impulso espi- jefe de la empresa se convertían en intermediarios
ritual en aquélla. para la venta del artículo por diferentes ámbitos,
emprendiendo el viaje ex profeso. La compra no se
Por lo que respecta a otras consideraciones, es fac- efectuaba a base de muestras, sino de acuerdo con
tible que la simultaneidad no exista de ninguna ma- las calidades usuales y en el almacén; y, en algunas
nera. La aflicción de Benjamín Franklin por el “espíri- ocasiones, previo en cargo directo a los campesi-
tu del capitalismo” ocurría en una época en la que nos. El jefe, de vez en cuando visitaba a su clientela;
no había distinción alguna entre su imprenta, en de hacerlo, el viaje resultaba largo y tardíamente
cuanto a su forma, y otros oficios manuales cuales- podía repetirse. El tiempo restante era suficiente pa-
quiera que fuesen. Ocasiones habrán de presentar- ra la correspondencia y el envío de muestras que
se en que, por lo regular, podremos ver cómo, en los aumentaba con lentitud. Pocas eran las horas dedi-
principios de la nueva época, no fueron únicos los cadas al despacho, a lo sumo cinco o seis al día, pe-
empresarios capitalistas del patriciado comercial ni ro, con frecuencia, menos. Únicamente, cuando se
mucho menos, en absoluto, de manera preponde- trataba de la campaña, excepcionalmente, el trabajo
rante, antes bien las esferas más atrevidas de la aumentaba; el beneficio era razonable, bastaba para
clase media industrial las cuales representaban vivir con decencia; en los tiempos favorables, llega-
aquel criterio al que hemos llamado “espíritu del ca- ba a contribuir a la formación de un pequeño capital.
pitalismo”. Y, precisamente, en el siglo XIX, sus clá- Por lo regular, entre los concurrentes reinaba la ar-
sicos representantes no eran los nobles gentleman monía, debido a la gran coincidencia de principios
de Liverpool o de Hamburgo con todo su patrimonio en el negocio. Para integrar el marco, se sucedían
comercial, herencia de sus ancestros, sino que, por las visitas cotidianas a las “arcas”, así como, para
el contrario, lo eran los parvenues de Manchester, rematar, el tarro de cerveza, la tertulia con los ami-
de Renania y de Westfalia, surgidos de las esferas gos y, en general, un ritmo sobrio de vida.
sociales más modestas. En el siglo XVI ocurría lo
mismo: las nuevas industrias eran creación de esos Indudablemente, se trataba de una forma entera-
advenedizos. Sin duda, actividades económicas ta- mente “capitalista” de organización, si nos fijamos
les como la banca, la exportación al por mayor, la di- en el carácter puramente mercantilista y comercial
rección de una gran tienda de géneros al menudeo, del empresario y dado que eran necesarias nuevas
etc., únicamente pueden ejercerse a la “manera” ca- inversiones de capital para incrementar el negocio, o
pitalista; sin embargo, la dirección tal vez esté alen- si examinamos la apariencia objetiva del paso eco-
tada por un espíritu estrictamente tradicionalista. En nómico o la manera de manejar la contabilidad. No
efecto, las actividades de los importantes bancos de obstante, venía a ser una economía “tradicionalista”,
emisión no podrían ser dirigidas por otro sistema; el considerando el “espíritu” que alentaba a los empre-
comercio de ultramar estaba apoyado, en el curso sarios: el estilo tradicional de vida, el beneficio tradi-
de largos periodos, en la base de monopolios y re- cional, la medida tradicional de trabajo, el sistema
glamentaciones de carácter estrictamente tradicio- tradicional de llevar el negocio y la relación con el
nalista; en el pequeño comercio —y no nos referi- trabajador; la clientela igualmente tradicional y el tra-
mos a los desocupados menores sin aptitud alguna, to a darle también tradicional, así como la manera
carentes de capital, que hoy suspiran por la ayuda de realizar la transacción; el negocio estaba domi-
del Estado— todavía se encuentra en plena marcha nado por este tradicionalismo en su práctica, y es
la revolución que acabó con el antiguo tradicionalis- fácil asegurar que constituía el fundamento del ethos
mo, dejando a un lado los viejos moldes del sistema de este empresario tipo.
de trabajo doméstico cuya semejanza con el nuevo
sólo estriba en la forma. Bástenos un ejemplo para Mas, se presentó el momento en que la tranquilidad
aclarar la dirección y el sentido de esta revolución. se vio alterada, aun antes de producirse una varia-
ción esencial en la forma de estar organizados
Hasta mediados del siglo XIX, la suerte del jefe de (pongamos de ejemplo: el paso de la industria ce-
una empresa de trabajo doméstico (Verleger), por lo rrada al telar mecanizado, etc.). Es decir, simple

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mente, ocurrió esto: imaginemos un joven, hijo de que le fueron favorables para captarse la confianza
una de las familias de empresarios residentes en la requerida por parte de los clientes y de los trabaja-
ciudad. Un buen día, decidiría ir al campo para se- dores, reafirmándole la fuerza necesaria para derro-
leccionar con esmero los tejedores que le eran ne- tar las innumerables resistencias que le hacían fren-
cesarios, sometiéndolos gradualmente bajo su de- te a cada paso, y, muy particular mente, en virtud de
pendencia y control, los transformaría, en pocas pa- esas cualidades, se debería la enorme capacidad
labras, de campesinos a trabajadores. A un tiempo, para el trabajo requerido en un empresario de esta
se encargaría personalmente de las transacciones, índole, enteramente incompatible con una existencia
entablando contacto directo con los compradores al fácil; en suma, el nuevo espíritu encarna determina-
menudeo; asimismo, se encargaría de manera direc- das cualidades éticas de diferente origen que la de
ta de atraerse una nueva clientela, realizaría viajes aquellas que se acoplaban al tradicionalismo de
cada año, por lo menos, y trataría, especialmente, otras épocas.
de que la calidad de los artículos respondiera a la
necesidad y al deseo de los compradores, apren- Y no hemos de conceptuar a estos nuevos empresa-
diendo así a “adaptarlos al gusto” de cada quien, rios como atrevidos especuladores, carentes de es-
comenzando por aplicar el principio de: “a precio ba- crúpulos, fácilmente dispuestos a la aventura eco-
rato, mayor consumo”. Llegando aquí, volvería a re- nómica, semejantes a los que han existido en todas
petirse el fatal desenlace de todo proceso de “racio- las etapas de la historia; tampoco “gente adinerada”,
nalización”: aquel que no asciende, desciende. Es- siquiera, creadora de este nuevo estilo de vida,
fumóse el idilio, reemplazado por la lucha áspera en- sombrío, poco comunicativo, si bien resuelto para el
tre los concurrentes; se formaron patrimonios de avance de la economía. Por el contrario, eran hom-
cuantía que no derivaron en grato manantial de ren- bres forjados en la ruda escuela de la vida, precavi-
ta, antes bien fueron invertidos nuevamente en el dos y audaces a un mismo tiempo, mesurados y
negocio, y el tipo de vida apacible y tranquila tradi- constantes, con plena y devota entrega a lo propio,
cional se transformó en la rigurosa sobriedad de con ideas y “principios” estrictamente burgueses.
aquellos que trabajaban y ascendían porque ya no
querían gastar, por el contrario enriquecerse, o de Habrá quienes piensen, tal vez, que dichas cualida-
quienes, conservándose apegados al antiguo estilo, des morales individuales no están en nada relacio-
se vieron en la imperiosa necesidad de reducir su nadas con determinadas máximas pertenecientes a
plan de vida. Y he aquí lo más interesante: en casos la ética o con sentimientos piadosos y que, conse-
similares, la afluencia de dinero nuevo no era la cuentemente, el principio inherente de este sentido
causa que provocaba esta revolución, sino que se mercantilista resulta negativo, es decir: la disposi-
debía al nuevo espíritu, el “espíritu del capitalismo” ción de apartarse de la tradición heredada (entién-
que se había filtrado (sé de más de un caso en que dase la “ilustración” liberal por encima de todo). En
con sólo algunos miles, dados en calidad de prés- realidad, ello es lo más común hoy en día, pues, en-
tamo por los parientes, se ha puesto en marcha todo tre la conducta práctica y los sentimientos religiosos
el proceso de transformación). No puede decirse suele faltar una relación y, de existir, es de carácter
que la cuestión concerniente a las fuerzas propulso- negativo. Actualmente, en Alemania, los seres im-
ras de la expansión del moderno capitalismo gire en buidos del “espíritu capitalista” se muestran anticle-
torno, especialmente, al origen de las disponibilida- ricales o, al menos se: sienten indiferentes a las
des monetarias provechosas para la empresa, sino creencias religiosas. La visión beatífica del tedio en
antes bien en torno al desarrollo del espíritu del ca- el cielo no tiene fuerza alguna para atraer al que
pitalismo. Tan pronto como éste se aviva y es capaz siente el gozo de la actividad, considerando la reli-
de erguirse, crea sus propias posibilidades moneta- gión como un medio para que el hombre: se sustrai-
rias de las cuales puede valerse como medio de ac- ga del trabajo en el mundo. Si a cualquier hombre
ción, lejos de que le sirvan a la inversa. Pero, no fue de este tipo se le interrogase acerca del “sentido” de
de un modo pacífico que este espíritu se introdujo. esa actividad infatigable, nunca satisfecha, de su
Una ráfaga de desconfianza, más bien de rencor y propio estado (lo cual sería algo sin sentido, dentro
de enojo moral, sacudió con frecuencia a los prime- de una orientación incondicionalmente terrenal), si
ros innovadores y, en varias ocasiones (conozco acaso nos diera una respuesta, seria en el sentido
distintos casos), dio origen a una leyenda acerca de de la “preocupación por su descendencia”; podría
las enigmáticas sombras de su vida anterior. Difícil- consistir, también (siendo que este motivo es el
mente puede hallarse a alguien que acepte, sin pre- mismo que se halla en individuos de espíritu “tradi-
juicios, a un empresario de este “nuevo estilo” que cionalista”), en que para él, simplemente, el negocio
sólo podía mantener su propio dominio y salvarse con su continua actividad, para su vida resulta “in-
del desastre, moral y económicamente, gracias a dispensable”. Realmente, en ello estriba la única
una excepcional firmeza de carácter; además (apar- motivación de su espíritu activo, de su actividad irra-
te de su diáfana percepción), se debió, justamente, cional (considerándola desde el punto de vista de su
a ciertas cualidades “éticas” perfectamente definidas dicha individual), ya que el hombre está hecho para

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el trabajo y no a la inversa. Claro está que, ante este bienes externos, de tal manera afín a dicha estructu-
tipo de hombre, no dejamos de ver, tampoco, el im- ra, tan íntimamente ligado a las condiciones del éxi-
pulso que alienta su poder y, en especial, la consi- to en la contienda económica tras la subsistencia,
deración que asegura siempre el caso de la fortuna. que ya es inconcebible no tomar en cuenta, actual-
Ahora bien, si todo un pueblo se deja llevar por la mente, la necesaria conexión entre esa conducta
quimera, deslumbrado por el enorme cúmulo cuanti- práctica “crematística” y una específica “idea unitaria
tativo, que tal ocurre en los Estados Unidos de Nor- del mundo”. Ante todo, ya no es necesario tomar
teamérica, este espíritu romántico de las cifras ejer- como punto de apoyo la aprobación de un poder re-
ce un influjo mágico irresistible sobre aquellos poe- ligioso, y juzga todo influjo perceptible sobre la vida
tas que existen entre los mercaderes. Sin embargo, económica de las normas eclesiásticas o del Estado,
esto no tiene nada que ver con el empresario real- como un impedimento.
mente señero ni, sobre todo, con el que tiene en su
haber triunfos más grandes y persistentes. Muy par- La “concepción del mundo” marcha determinada por
ticularmente, debemos señalar a quienes acaban la suerte de los intereses político-comerciales y so-
por arribar al puerto de la abundancia fideicomisaria ciales. Aquel que no quiere o no es capaz de adap-
y de la nobleza cedida, con vástagos cuyo proceder tar su comportamiento práctico a las condiciones del
en las universidades o en el ejército trata de opacar triunfo capitalista, ha de hundirse o, al menos, no
su origen, como se ha confirmado en tantas familias progresa lo bastante. Pero todo esto existe en un
de advenedizos del capitalismo alemán, que siguen periodo en el que el capitalismo moderno ha logrado
las huellas de sus antecesores hasta constituirse en el éxito, liberado ya de quienes vivieron asidos a él.
un producto decadente. Entre los empresarios capi- Y de igual modo como pudo romper las cadenas que
talistas, el “tipo ideal” encarnado en algunos indivi- lo sujetaban a las viejas formas de la constitución
duos dignos de ser considerados, en nada puede económica del medievo, apoyado en el poder inci-
compararse con este tipo común o afinado del rica- piente del Estado moderno, así pudo haber ocurrido
cho despreciable. Uno detesta la ostentación, el lujo (diremos de paso) en sus relaciones con los poderes
superfluo y la satisfacción que pudiera darle su po- eclesiásticos. Nos toca, ahora, investigar en cuál ca-
der: siente aversión hacia las señales externas de la so y en qué sentido lo fue en realidad, pues casi no
consideración social que se le brinda, debido a que hace falta demostrar que la idea de enriquecerse
lo hacen sentir incómodo. Su conducta ofrece más como meta imprescindible en sí del hombre, como
pronto signos de un ascetismo (insistiremos reitera- “profesión”, estaba en contradicción con el senti-
damente en el significado histórico de este fenó- miento de la ética de largos periodos históricos. En
meno al que nos otros consideramos de tanta impor- el fundamento Deo placere vix potest, transportado
tancia), demandados imperiosamente por Franklin al Derecho canónico y considerado en aquel tiempo
en su “amonestación”. De manera especial, no asi- como auténtico, de igual manera que el pasaje
dua, pero sí fácil, hallamos en él una modestia un evangélico que se refiere al interés, en el que se ba-
tanto más franca que la reserva recomendada por sa la actividad del comerciante a lo cual Santo To-
Franklin con extrema prudencia. Para su persona más designó como turpitudo en cuanto a la desbor-
“nada” le destina a su riqueza; únicamente es dueño dante ansia de lucro (igualmente que al inevitable y
del sentimiento irracional de “cumplir llanamente en por ende éticamente lícito provecho), se produjo, ya
su profesión”. entonces, ante la opinión de amplios sectores, sóli-
damente anticrematísticos, una grata afinidad de la
Pero el hombre precapitalista se plantea esto, con- doctrina católica con los intereses del poder finan-
cebido precisamente de manera tan increíble y mis- ciero de las poblaciones italianas, tan fuertemente
teriosa, como sucia e indigna. El hecho de que al- entrelazadas con la Iglesia en lo que concierne a la
guien deje transcurrir su existencia trabajando con el política. Pero, aun en donde se afianzó más el sen-
pensamiento fijo en descender un día a la tumba tido acomodadizo de la doctrina, como así fue en
con todo su dinero, únicamente puede explicarse Antonino de Florencia, nunca se extinguió por com-
como resultado de perversos instintos, de la auri pleto el sentimiento de que la actividad con miras a
sacra fames. la riqueza como fin en sí constituía un pudendum
que debía ser tolerado porque las ordenaciones de
En la actualidad, debido a la existencia de nuestras la vida vigentes entonces obligaban a ello. Ciertos
instituciones políticas, civiles y comerciales, con las moralistas, particularmente de la escuela nominalis-
normas industriales y con la estructura propia de ta, admitieron como dadas las normas ya estableci-
nuestra economía, tendría explicación este “espíritu” das de la vida capitalista, procurando demostrar su
del capitalismo, como consecuencia de la adapta- calidad de lícitas, principalmente por la necesidad
ción, conforme ya lo hemos señalado. Esta entrega del comercio, justificando que tal desenvoltura de la
a la “profesión” con afán de enriquecimiento es ne- “industria” se constituía en manantial legítimo de be-
cesario al orden económico capitalista: él requiere neficio, consiguientemente irreprochable en cuanto a
de esta especie de comportamiento para con los la ética; sin embargo, a un tiempo (en contraposi-

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ción), el “espíritu” del beneficio capitalista continuó afán de enriquecerse, quedase integrado en la cate-
siendo considerado como turpitudo por la doctrina goría de “profesión” por la que el hombre se sentía
dominante o, por lo menos, no le era posible valorar- comprometido? En este compromiso, justamente, se
lo de manera positiva visto desde un plano ético. En apoya y fundamenta su ética el empresario de “nue-
este caso habría sido del todo imposible una doctri- vo estilo”, por lo que respecta a la conducta a seguir.
na “ética”, como la de Benjamín Franklin. Los capita-
listas leales a la tradición eclesiástica eran en su ac- Como motivo primordial de la moderna economía ha
tividad un tanto indiferentes a la ética en el mejor de sido señalado el “racionalismo económico”, y de
los casos, un tanto aceptables, si bien arriesgaban, manera especial por Sombart, con razonamientos
de manera concluyente, el logro de la bienaventu- acertados y persuasivos. La precisión en ello está
ranza, ya que podía inducir, de un momento a otro, condicionada a la comprensión por racionalismo de
al conflicto con el veto eclesiástico del préstamo a un incremento tan considerable de la productividad
interés: como queda comprobado, por fuentes fide- del trabajo, que obligó a éste a brincar los mezqui-
dignas, que cuantiosas sumas eran transferidas, a la nos límites “orgánicos” trazados por la persona hu-
muerte de las personas ricas (como “dinero de con- mana en que se encontraba aprisionado, quedando
ciencia”), a la instituciones eclesiásticas, salvo de- todo el proceso de la producción sometido a consi-
terminados casos en que pasaban a los antiguos deraciones científicas. Este proceso de racionaliza-
deudores en calidad de “usura” injustamente ejerci- ción en el plano de la técnica y la economía tiene un
da con ellos. Los círculos aristocráticos ya emanci- gran predominio en el “ideal de la vida” de la moder-
pados en su fuero interno de la tradición (dejando a na sociedad burguesa: el concepto de que el trabajo
un lado las sectas heréticas o sospechosas), se es un medio del que se vale la racionalización del
comportaban de otro modo, inclusive los espíritus aprovisionamiento de bienes materiales para la hu-
escépticos y anticlericales tenían por costumbre manidad, ha existido siempre en la mente de quie-
procurarse su seguro para la vida eterna, pues, por nes representan el “espíritu capitalista” como uno de
lo menos, les asaltaba la duda de lo que puede ha- los objetivos que han señalado directrices a su acti-
ber más allá de la muerte y, además, debido a que, vidad. Para llegar al convencimiento esta verdad,
conforme la idea más relajada (y, por tal motivo, más basta un ejemplo: el relato de Franklin acerca de sus
extendida), para alcanzar la dicha imperecedera só- esfuerzos en favor de los improvements comunales
lo se requería la sumisión externa al precepto ecle- en Filadelfia. El empresario moderno siente una de-
siástico. Aquí queda comprobada claramente la ín- terminada y vital satisfacción con visos de indudable
dole amoral e, inclusive, inmoral que conforme a lo “idealismo”, por el gusto y la vanidad de “haber pro-
confesado por los propios interesados, era caracte- porcionado trabajo” a muchas personas y de haber
rístico de este comportamiento. Parece imposible contribuido al “florecimiento” de la ciudad nativa, en
que esta manera de conducirse, sencillamente tole- el doble sentido censatario y comercial dado por el
rable en la mejor de las suertes, al correr de los capitalismo. Consecuentemente, uno de los atribu-
años pudiera llegar a ser una “profesión” en el senti- tos de la economía privada capitalista es, también,
do que le da Benjamín Franklin. ¿Qué explicación el hecho de estar racionalizada con fundamento en
histórica puede darse al hecho de que en el foco del el más riguroso cálculo, de encontrarse ordenada,
más notable desenvolvimiento capitalista en el uni- con proyectos y severidad, así como al logro del
verso de aquel tiempo, en la Florencia de los siglos triunfo económico deseado, opuestamente a la ma-
XIV y XV, el mercado de dinero y de capital de los nera de vivir del campesino que gasta al día única-
tan importantes poderes políticos estuviera en en- mente aquello de que dispone, a la insólita modera-
tredicho en cuanto a la ética, o sencillamente tolera- ción del viejo artesano y al “capitalismo aventurero”,
ble, en tanto que en el restringido medio pequeño- que se acoge preferentemente a la victoria política y
burgués de la Pensilvania del siglo XVIII (donde, por a la especulación irracional.
falta de dinero, la economía casi no había rebasado
la etapa inicial del cambio de producción, donde no Así, pues, tal parece que sería más comprensible el
había señales de la existencia de grandes empresas desenvolvimiento del “espíritu capitalista” como un
industriales y donde los bancos se regían por una caso singular del desarrollo del racionalismo, desci-
organización en extremo rudimentaria), la actividad frable debido a la posición de éste frente a los últi-
“capitalista” constituyera el todo de un comporta- mos problemas de la vida. Entonces, el protestan-
miento no sólo digno de alabanza considerado den- tismo interesaría únicamente como anticipo de las
tro de la ética, sino, también exigible? Pretender un concesiones racionalistas de la existencia. Esto su-
comentario, en relación a todo esto, acerca de un puesto, si procedemos a investigar hondamente, ve-
“reflejo” de los nexos “materiales” en la superestruc- rificaremos que es imposible simplificar las cosas
tura idealista, habría de ser un imperdonable contra- hasta ese punto, ya que el racionalismo no ofrece,
sentido. Por consiguiente, cabe preguntarnos: ¿cuá- en absoluto, el carácter de un desarrollo progresivo
les fueron las ideas determinantes para que un tipo paralelamente en todos los planos de la vida. La ra-
de comportamiento, sin otro síntoma a la vista que el cionalización del Derecho privado, tomándolo como

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ejemplo, considerada como compendio y mandato aquellos pueblos en los que predomina el catolicis-
conceptual de la materia jurídica, se pudo lograr, en mo carecen de una expresión irisada con este matiz
su forma más evolucionada, por el Derecho romano religioso para indicar eso que en alemán nombra-
perteneciente a la época del Imperio, en tanto que mos beruf (con el significado de posición en la vida,
en aquellos países económicamente más racionali- de una clase concreta de trabajo), así como en la
zados, como Inglaterra, se quedó mucho más atrás; antigüedad clásica estaban faltos de ella, en tanto
el renacimiento romanista adoptado por los más que la tenían los pueblos protestantes en su mayo-
destacados juristas ingleses fracasó en sus manos, ría. Pasando al segundo término, podemos observar
en tanto que resultó efectivo en las naciones católi- que la existencia del vocablo no corresponde a una
cas del sur de Europa. La filosofía laica y racionalis- condición étnica de las respectivas lenguas (por
ta del siglo XVIII no llegó a su plenitud con carácter ejemplo, expresión propia de un “espíritu popular
exclusivo, y de ningún modo dominante en las na- germánico”) antes bien lo encontramos con su signi-
ciones más adelantadas económicamente: en los ficado actual, que adquiere vida, justamente, en las
países católico-romanos el volterianismo continúa traducciones de la Biblia, mas no del espíritu del tex-
siendo patrimonio de las capas superiores y medias to original, es decir, se origina del espíritu de quien
—lo cual es, prácticamente, de mayor importancia—. la tradujo. Parece ser que es en la traducción lutera-
Si por “racionalismo práctico” queremos entender na de la Biblia donde figura por vez primera usado
aquella manera de comportarse que relaciona, con en nuestro actual sentido, en un pasaje de Jesús Si-
plena conciencia, el mundo a los intereses terrena- rach (11, 20 y 21). La adopción de su significado ac-
les del yo particular y se vale de ellos como la medi- tual no se hizo esperar en el habla común de los
da de toda valoración, semejante estilo de vida es pueblos protestantes, en tanto que, con anterioridad,
aún en la actualidad el sello característico de las na- no aparecen señales de él en la literatura sagrada ni
ciones del liberum arbitrium, como Francia e Italia profana de esos mismos pueblos, salvo en un místi-
plasmado en la sangre que circula por sus venas; de co alemán que ejerció gran influjo en Lutero.
un modo opuesto, sería más convincente la idea de
que semejante racionalismo no puede considerarse Ahora bien, si el sentido literal es nuevo, también es
un terreno fértil para que florezca en él esa relación nueva la idea: fruto de la Reforma. En tiempos del
del individuo con su “profesión” en el sentido que co- medievo no surgieron las dudas, así corno tampoco
rresponde a un misionero, requerida por el capita- las hubo en la antigüedad (en el helenismo de la úl-
lismo. En calidad de divisa en toda investigación tima etapa) para esa estimación del trabajo diario en
acerca del racionalismo debería aplicarse este sen- el mundo, que lleva en sí la idea de profesión —a lo
cillo principio, frecuentemente olvidado: es factible cual habremos de referirnos más adelante.
“racionalizar” la vida desde los puntos de vista más
distintos y en las más distintas maneras. El “raciona- En cualquier caso, lo nuevo, de manera absoluta,
lismo” es una idea histórica, que incluye un sinfín de era que el contenido más honroso del propio com-
contradicciones, y nos es necesario investigar qué portamiento moral consistía, precisamente, en la
espíritu engendró aquella forma concreta del pen- conciencia del deber en el desempeño de la labor
samiento y la vida “racional” de la cual procede la profesional en el mundo. Esa era la ineludible se-
idea de “profesión” y la consagración tan abnegada cuela del sacro sentido, por así decir, del trabajo y
(aparentemente tan irracional visto con el propio in- de lo que derivó en el concepto ético-religioso de
terés eudemonístico) a la actividad profesional, que profesión: concepto que traduce el dogma extendido
sigue siendo por igual uno de los factores peculiares a todos los credos protestantes, opuesto a la inter-
de nuestra civilización capitalista. Nuestro interés pretación que la ética del catolicismo divulgaba de
reside, precisamente, en este factor irracional que las normas evangélicas en praecepta y consilia y
se oculta en aquél y en toda idea de profesión”. que como única manera de regirse en la vida que
satisfaga a Dios acepta no la superación de la mora-
III - Concepción luterana de la profesión: lidad terrena por la mediación del ascetismo mona-
tema de nuestra investigación cal, sino, ciertamente, la observación en el mundo
de los deberes que a cada quien obliga la posición
Evidentemente, en el vocablo alemán “profesión” que tiene en la vida, y que por ende viene a conver-
(beruf), aun cuando tal vez con más claridad en el tirse para él en ‘profesión”.
inglés calling, existe por lo menos una remembranza
religiosa: la creencia de una misión impuesta por Esta idea se va desarrollando en el ánimo de Lutero
Dios. Este sentido religioso del vocablo se manifies- mientras corre el primer decenio de su labor refor-
ta resplandeciente en todos los casos determinados madora. En los comienzos, apartado completamente
en que se la emplee en su completa significación. de la tradición medieval conforme la representaba
Tras la génesis histórica de dicha voz a través de las Santo Tomás de Aquino, por ejemplo, consideraba
diversas lenguas, se advierte, en primer lugar, que que el trabajo en el mundo, no obstante por voluntad
de Dios, es propio del orden de la materia, siendo la

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base natural requerida de la vida religiosa, incapaz la situación ventajosa, ya sea de hecho o de dere-
de una valoración ética, como el hecho de comer o cho, de ciertas importantes empresas mercantiles de
beber. Pero, al paso que se fue afianzando en la los siglos XVI y XVII encuentra más bien un paralelo
idea de la sola fides, con todos sus resultados, y que a la lucha desatada en la actualidad en contra de los
la oposición a los “consejos evangélicos” del catoli- trusts, y no es en sí, por parte de ninguna de las dos
cismo monacal, “dictados por el diablo”, fue acrecen- la manifestación de un criterio tradicionalista. De
tándose, la idea de “profesión” fijó con más precisión igual manera, tanto los hugonotes como los purita-
su fisonomía e hizo valer totalmente su significado. nos se lanzaron en una violenta lucha contra este
De acuerdo con Lutero, es ciertamente claro que a criterio, contra los lombardos, los “trapecistas” y los
la vida monacal, además de faltarle valor para justi- monopolistas, hábiles especuladores y banqueros
ficarse ante Dios, la sujeta un desamor egoísta que beneficiados por el anglicanismo, los monarcas y los
la desobliga del cumplimiento de los deberes en su parlamentarios de Francia e Inglaterra. Después de
paso por el mundo. Como contraste, aparece la la batalla de Dunbar (septiembre de 1650), Cromwell
idea, a un tiempo profana y religiosa, del trabajo pro- escribió al Parlamento: “Os ruego que tratéis de evi-
fesional en calidad de evidente amor al prójimo, va- tar tenazmente los abusos de todas las profesiones,
liéndose de reflexiones que nada tienen de profa- especialmente de una que a muchos los hace po-
nas, en extravagante oposición a los bien sabidos bres para que los menos se hagan ricos: eso no be-
principios expuestos por Adam Smith posteriormen- neficia a la comunidad”. No obstante, es demostra-
te, quedando afirmado que la distribución de la acti- ble que él estaba impregnado de “criterio capitalis-
vidad obliga a cada quien a trabajar para los demás. ta”. Por el contrario, Lutero, al proferir sus diatribas
Pero este fundamento de naturaleza escolástica contra la usura y el préstamo a rédito, pone al des-
pronto desapareció y vino a quedar únicamente la cubierto un es trecho criterio “reaccionario” (visto por
tesis sostenida con firmeza de que la observación el capitalismo) concebido con respecto al beneficio,
de los propios deberes en el mundo es la sola ma- ante la escuela escolástica retardada. No hay que
nera de complacer a Dios, y que a El solamente le olvidar que hace hincapié en la premisa de la infe-
agrada eso y sólo eso, y que, en consecuencia, cundidad del dinero, ya desechada por Antonino de
cualquier profesión lícita tiene ante Dios un valor ab- Florencia, entre otros. Ciertamente no hay necesi-
soluto por igual. dad de detenernos aquí en más pormenores; es de
mucha más importancia sentar que el significado re-
Indudablemente, el mundo entero está de acuerdo ligioso de la “profesión” estaba expuesto a teñirse de
en que esta valoración ética de la actividad profe- matices y adquirir configuraciones muy diversas en
sional lleva en sí una aportación, de las más impor- sus resultados para la vida.
tantes y sólidas de la Reforma, debida, principal-
mente, a Lutero. Sin embargo, por todas partes está Opuestamente a la concepción del catolicismo, lo
extendido un marcado interés en que semejante característico y específico de la Reforma es el hecho
concepción permanezca alejada del odio acerbado de haber acentuado los rasgos y tonos éticos y de
con el que el espíritu contemplativo de Pascal ex- haber acrecentado el interés religioso otorgado al
pulsaba el amor a obrar en esta vida, únicamente trabajo en el mundo, relacionándolo con la profe-
explicable, a su parecer, por ostentación o sagaci- sión. Y el desenvolvimiento de la idea estuvo parti-
dad, y más alejado está aún del acomodo utilitario al cularmente ligado con el de las diversas formas de
mundo, labor del probabilismo jesuítico. Ante tal evi- piedad en todas las iglesias reformadas. La potestad
dencia, la manera como deba representarse concre- bíblica de la que Lutero se valió para recalcar la idea
tamente el alcance practico de dicha aportación por de profesión propicia, en lo futuro, fueron las inter-
parte del protestantismo, es algo más confusamente pretaciones tradicionalistas. Principalmente el Anti-
sentido que conocido con toda claridad. guo Testamento, al no registrar en las legítimas pro-
fecías, así como tampoco fuera de ellas (a excep-
Por de pronto, aun cuando apenas si es necesario ción de algún atisbo o de una que otra anticipación
recordarlo, no se puede comprobar ninguna afinidad suelta) una superioridad de la conciencia profana,
entre Lutero y el “espíritu capitalista” en el sentido fue el que encauzó este sentido hacia una concep-
que nosotros le damos ni en otro alguno. Ciertamen- ción religiosa similar, esto es, que cada quien procu-
te, no existe ningún síntoma amistoso, siquiera, en- re su sustento, y sean los impíos quienes se impa-
tre aquellos círculos eclesiásticos que con más cienten por amasar dinero. Este es el sentido dado a
vehemencia elogian el “hecho de la Reforma”. Y no todos los pasajes que se refieren, de una manera di-
está por demás decir que Lutero hubiera repudiado recta, al oficio o profesión en el mundo, si bien el
airadamente cualquier afinidad como la que, por Talmud se apoya, no de una manera total, sino par-
ejemplo, se descubre en Franklin. Sin embargo, no cialmente, en diferentes fundamentos. Jesús mani-
es posible comprobar esta afirmación repitiendo sus fiesta su personal actitud, plasmada con proverbial
peroratas contra los comerciantes en grande, como pureza, en el ruego de legítima procedencia oriental:
los Fugger y otros, pues la batalla entablada contra “el pan nuestro de cada día dánosle hoy”, y su tajan-

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te repulsión del mundo (revelado en el Nuevo Tes- creencia, siempre más arraigada, de la predestina-
tamento) excluye toda probable alusión a él de la ción, que identifica la obediencia incondicional a los
moderna idea de profesión. Conforme al Nuevo Tes- preceptos divinos y la incondicional resignación con
tamento, la era del apostolado cristiano y, en espe- el lugar en que cada uno se encuentra colocado en
cial, la doctrina de San Pablo, toma una posición de el mundo. La vinculación del trabajo profesional con
indiferencia o por lo menos de tradicionalismo, frente las concepciones religiosas no llegó a ser para Lute-
a la actividad profesional en el mundo, pues las pri- ro la base de fundamentos en verdad nuevos o
meras generaciones cristianas estaban transidas de esenciales. La integridad de la doctrina, como único
alientos escatológicos: ya que todo giraba en torno a e infalible criterio de su Iglesia, sostenida por él con
la espera de la llegada del Mesías, cada quien pue- progresivo rigor después de veinte años de esforza-
de continuar ocupando en el mundo la misma situa- da lucha, constituía en sí un impedimento para es-
ción y ejercer el mismo oficio en que le ha sorpren- clarecer consideraciones en el plano de la ética.
dido Su “llamamiento”, y continuar laborando como
hasta ahora. Así, pues, el pobre no es dispendioso De suerte que la idea de profesión conservó en Lu-
para sus hermanos y, como quiera que sea, la espe- tero un sello tradicionalista. Profesión es algo a lo
ra habrá de ser corta. Lutero leyó la Biblia a través que el individuo debe someterse porque es una do-
del cristal de su propia mentalidad, no sólo impreg- nación que la Providencia le ha otorgado, algo ante
nada de tradicionalismo en el curso de los años en- lo cual debe “allanarse”, y tal idea establece la razón
tre 1518 y 1530 en que se produjo su desarrollo del trabajo profesional como misión, como la misión
ideológico, sino que se iba saturando cada vez más. impuesta por Dios al hombre; este rasgo resultó aún
más relevante en el posterior desenvolvimiento del
Durante los primeros años de su labor reformadora y luteranismo ortodoxo. En el plano de la ética, lo úni-
debido a la consiguientemente desmedida concep- co nuevo fue este rasgo negativo: el eclipse de los
ción materialista de la profesión, predominó en él determinados deberes ascéticos (que alcanzan una
frente a cualquier actividad en el mundo, una idea a superioridad con respecto a los que deben cumplirse
la indiferencia escatológica paulina manifiesta en la en el mundo) y la prédica de la sumisión a la autori-
primera epístola a los Corintios, cap. 7: cualquier si- dad y la resignación con el puesto asignado a cada
tuación es buena para alcanzar la bienaventuranza; quien en la vida. Llegado el momento de examinar la
en la vida del hombre, dada la brevedad de su corto ética religiosa medieval, comprobaremos que la idea
peregrinar, no tiene sentido conceder importancia de profesión en el sentido luterano había sido pla-
capital a la clase de actividad que le ocupe. El afán neada por los místicos alemanes: es así como Tau-
de hacinar bienes materiales que sobrepase a la ler, el que evaluaba de igual manera que Lutero las
propia necesidad, muestra un estado de gracia im- profesiones intelectuales y profanas y, en general, el
perfecto, por lo cual es censurable, puesto que, más mínimo aprecio dispensado a las formas tradi-
además, únicamente puede perpetrarse a costa de cionales del obrar ascético, resultado de la valía ex-
los demás. Pero, Lutero, según se va enmarañando clusiva, aquilatada en la admisión estático-
en las discusiones y negocios de este mundo tiene contemplativa del espíritu divino por el alma. De al-
en más estima el trabajo profesional; siendo así, se guna manera, el luteranismo representa, también,
vuelve a cada paso más clara la concepción de que un retroceso en relación a los místicos, pues, en Lu-
el ejercicio de una profesión específica se convierte tero y, en especial, en su Iglesia, eran muy poco se-
en una especie de mandato que Dios destina a cada guros los fundamentos psicológicos para una ética
quien, exigiéndole continuar en el estado en que se racional de la profesión, en tanto que las ideas mís-
encuentra situado por disposición de la Divina Pro- ticas concuerdan más, en este punto, con la psico-
videncia. Y como sea que, tras las luchas con los logía de la fe pietista y cuáquera; inclusive, la incli-
“espíritus fanatizados” y la rebeldía de la gente de nación a una autodisciplina ascética la consideraba
campo, se apodera de Lutero la idea más clara que indigna porque santificaba las obras, razón por la
antes, como consecuencia directa de la voluntad de cual estaba situada en un plano cada vez más se-
Dios que el orden objetivo histórico en que el indivi- cundario en su Iglesia.
duo se encuentra es por Su designio, la insistencia
siempre más vigorosa del factor providencial en to- Resulta fácil comprobar que la simple idea de “pro-
dos los incidentes de la vida del hombre, desembo- fesión” con el significado luterano tiene un alcance
ca irremediablemente en una peculiar idea tradicio- muy dudoso para lo que perseguimos, y, por el mo-
nalista semejante a la del “destino”; cada uno ha de mento, nos interesa que esto quede consignado. Pe-
mantenerse en la profesión y en el estado en que ro, no por ello intentamos negar, absolutamente, el
Dios le ha colocado de golpe y para siempre y re- significado práctico que, para los fines de nuestro
primir en esa limitación todos sus anhelos e impul- trabajo, pudiera haber tenido la reorganización lute-
sos en este mundo. Así, pues, el tradicionalismo rana de la vida religiosa, sino, todo lo contrario El
económico, que en los comienzos es producto de la caso es que no hay posibilidades de sacar de ella
indiferencia paulina, va derivando en fruto de la una consecuencia directa de la posición que Lutero

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y su Iglesia adoptaron, frente al trabajo profesional
y, principalmente, porque no resulta lo bastante cla- Resta sólo que a tu sabiduría
ro como en otros aspectos del protestantismo. Así, Corresponda en los hechos la energía
primero debemos investigar cuáles son sus formas, De virtud, de paciencia, fe, templanza
entre todas, en las que se advierte el enlace de la Y amor, o caridad después llamada
conducta práctica en la vida con un punto de salida (Alma de todo), con lo cual dichoso
religioso. Con anterioridad hicimos referencia al im- No te será gravoso
portante papel desempeñado por el calvinismo y las Dejar del Paraíso la morada;
sectas protestantes en la historia del desarrollo capi- Porque alegre, contento y satisfecho,
talista. Y de la mi suerte que Lutero veía que a Más feliz la tendrás dentro del pecho.
Zwinglio le alentaba un “espíritu” que no era igual al
suyo, a sus sucesores les ocurría lo propio con los Puede suponerse, con facilidad, que a un escritor en
calvinistas. Y no puede decirse que sea una casua- tiempos del medievo le había de resultar imposible
lidad el hecho que siempre, inclusive en la actuali- manifestar con tanta vehemencia esta firme consa-
dad, el catolicismo considere al calvinismo como su gración puritana al mundo misionero de la vida pro-
peor enemigo. Este hecho encierra, principalmente, fana. Asimismo, resulta insólito en el luteranismo, y
un significado en sumo grado político: no se podría prueba de tal manifestación la tenemos, por ejem-
concebir a la Reforma sin el ánimo evolutivo propio plo, en los cánticos de Lutero y Paul Gerhard. Lo
de Lutero, y a la recia personalidad de él se debe su que ahora se requiere es precisar con más claridad
ineludible sello; sin embargo, sin el calvinismo su este vago conocimiento e interrogarnos acerca de
obra reformista no hubiera perdurado. Es bien sabi- los motivos propios de esta diferencia. Recurrir al
do que tanto los católicos como los luteranos abo- “carácter popular” resulta del todo inútil, aparte de
rrecen por igual al calvinismo; la razón está en el ca- que dejaría al descubierto la ignorancia. Ahora bien,
riz ético que a éste caracteriza. Por más ligera que si a los ingleses del siglo XVI se les imputara un se-
sea la investigación, aparece al descubierto, en se- llo nacional homogéneo sería, simplemente, falsear
guida, que la vida religiosa y la manera de obrar en la historia; a los “caballeros” y a los “cabezas redon-
el mundo por parte de los calvinistas guarda una re- das” no se les puede sólo considerar como dos par-
lación de índole fundamental distinta a la que es pe- tidos, sino más bien hay que tomar en cuenta la dife-
culiar de los católicos y luteranos. Esto se destaca, rencia entre ellos con respecto a su condición de
inclusive, en la literatura religiosa. Veámoslo, esta- hombres. En consecuencia, al examinar minuciosa-
bleciendo una comparación, por ejemplo, entre el fi- mente la historia, hay que concederles en ello la ra-
nal de la Divina Comedia, cuando al poeta se le ago- zón. Por otro lado no hay posibilidades de registrar
ta el lenguaje para describir los misterios divinos, ex- una caracterología opuesta entre los merchants ad-
tasiado ante ellos en el Paraíso, con el final de este venturers y los antiguos hanseatas, así como tam-
otro poema al que se acostumbra llamar la “Divina bién es inverosímil aseverar una insondable oposi-
Comedia del puritanismo”. Milton, después de haber ción entre las características inglesas y las alema-
narrado la expulsión del Paraíso, en el último canto nas, comprensibles por los múltiples destinos políti-
del Paradise lost, termina así: cos de índole tan distinta. Pero sí hay claridad en las
diferencias que hoy advertimos, las cuales fueron
Atrás vuelve la vista en el instante; creadas, principalmente, por el poder dominante de
Y a la parte oriental de su morada los movimientos religiosos.
La espada fulminante
Debemos subrayar ahora que, si en nuestras pes-
Ven en hondas flamígeras vibrada; quisas acerca de las relaciones entre la ética protes-
Y su elevada puerta, tante y el espíritu capitalista en desarrollo lo hace-
Con armas centelleantes ya cubierta, mos partiendo de las creaciones de Calvino, del cal-
De tremendos semblantes ocupada. vinismo y de las concernientes a otras sectas “puri-
tanas”, no está en nuestro ánimo afirmar que lo que
Verter les hizo lágrimas natura; llamamos espíritu capitalista haya despertado, pre-
Mas la vista de un mundo, que anchuroso cisamente, merced a los iniciadores o representan-
Lugares ofrecía a su reposo, tes de estos credos, como objetivo de su trabajo y
Las enjuga, calmando su amargura. fundamentales actividades. En ninguno de ellos se
descubre que considerara el deseo de los bienes te-
Aunque errante su paso, y vagaroso, rrenales como valor ético, es decir, como una finali-
Asidos de la mano con ternura, dad inherente. Y debemos hacer hincapié en que
En el Edén por solitaria vía ninguno de los reformadores (sin omitir a Menno,
Siguen la Providencia que los guía. George Fox y Wesley) concedió una importancia en
grado sumo a los programas de la reforma moral.
Y, no ha mucho, Miguel decía a Adán: No hay entre ellos uno siquiera a quien se le pueda

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considerar como fundador de una sociedad de cultu- reformista —y ello es bien sabido— ya existían im-
ra ética; tampoco puede decirse que alguno repre- portantes formas de economía capitalista. Lo que se
sentase un anhelo humanitario de reforma social o requiere dejar sentado es si las influencias religiosas
de aspiraciones culturales. El eje de su vida y su ac- tomaron parte, y hasta qué extremo, en los porme-
ción se circunscribía totalmente a la salvación del nores y el desarrollo Cuantitativo del “espíritu” relati-
alma. Así, de sus ideales éticos y los efectos prácti- vo al mundo y cuáles son, en definitiva, los visos
cos de su doctrina no hay otra explicación como no que la civilización capitalista les debe. Debido a las
sea por esta otra finalidad esencial, y eran simples distintas influencias entre las bases materiales y los
resultados de bases puramente religiosas. De ahí modelos de estructuras político-sociales y, el fun-
que los efectos de la Reforma en el concierto de la damento espiritual de las diversas etapas de la Re-
civilización —aun cuando nos empeñemos en darles forma, el estudio que nos ocupa debe limitarse a de-
una importancia capital de acuerdo con nuestro en- finir si se han dado y, en este caso, al detalle, “afini-
foque— eran desenlaces inesperados y naturales de dades electivas” entre algunas particularidades de la
la labor de aquellos reformadores, es decir, conse- creencia religiosa y la ética profesional. Así, toman-
cuencias desviadas y opuestas, inclusive, a su pen- do en cuenta dichas afinidades, hasta donde es po-
samiento y a sus propósitos. sible, damos por esclarecido, a la par, la manera de
actuar y el sentido de la actividad religiosa para in-
De tal suerte, nuestro trabajo podría considerarse fluir en el desarrollo de la civilización en el plano de
como un modesto aporte ilustrativo de cómo las lo material. Cuando se hayan disipado las dudas al
“ideas” llegan a tener un alcance válido en la histo- respecto, habrá posibilidades de llevar a cabo una
ria. Sin embargo, en nuestro afán de no propiciar tentativa de tasación relativa a la ingerencia de esos
errores acerca de esta validez derivada, a nuestro motivos religiosos en la civilización moderna y, hasta
entender, de móviles estrictamente idealizados, dónde lo es con respecto a elementos de diferente
permítasenos aún algunas consideraciones con res- naturaleza.
pecto al mismo tema, antes de dar por concluida es-
ta introducción.

No está en nuestra intención, de ninguna manera,


evaluar el idealismo de la Reforma en los matices
que para el sentimiento religioso tienen que mos-
trarse en sus espacios circulares, enteramente exte-
riores; pretendemos tan solo clarificar la envoltura
externa conferida por ciertas ideas religiosas al ar-
gumento del desarrollo de nuestra civilización mo-
derna, la cual fue encauzada en un determinado
sentido terrenal y profano por obra de un sinfín de
motivos históricos. Formulamos tan solo la pregunta
acerca de cuáles contenidos peculiares de esta civi-
lización podrían ser imputados al influjo de la Re-
forma. Tras nuestro objetivo es conveniente alejar la
idea que trataría de analizar a la Reforma como si
hubiera sido propiciada por una “necesidad del
desarrollo histórico”, dándole una derivación de es-
pecíficos cambios de índole económica. Con el fin
de reforzar la estabilidad de las iglesias de nueva
creación hubieron de coadyuvar, evidentemente,
gran número de complejas circunstancias históricas
que en nada encajan en ninguna “ley económica” y
que, además, no son susceptibles en absoluto de
consideraciones desde ningún ángulo de la econo-
mía, así como, por encima de todo, hubo hechos
exclusivamente políticos que influyeron. Claro que
habría de ser absurdo salir a la defensa de la tesis
doctrinaria puesto que, según ella, el “espíritu capi-
talista” (con el mismo sentido eventual que le hemos
dado) únicamente pudo surgir debido a la influencia
de la Reforma y, entonces, el capitalismo sería un
fruto suyo. En primer lugar, esta tesis queda refuta-
da por el hecho de que mucho antes del movimiento

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SEGUNDA PARTE
La ética profesional del protestantismo ascético
I - Los fundamentos religiosos del ascetis- mática preliminar acerca de la constitución y el mo-
mo laico do de organizarse, vemos que el hecho es el mismo.
Ciertamente, las discrepancias dogmáticas, hasta
El protestantismo ascético (con la misma acepción las más sobresalientes, tales como las que se refie-
que ya dimos al vocablo) ha contado básicamente ren a la justificación y la predestinación, se entrela-
con cuatro agentes: primero, el calvinismo, con su zaban de tan diversas maneras que en la mayoría
peculiar estructura acogida en los principales países de las veces, a principios ya del siglo XVII, imposibi-
de la Europa occidental, donde llegó a predominar litaban la estabilidad de una corporación eclesiásti-
especialmente en el siglo XVII; segundo, el pietismo; ca. Creemos oportuno subrayar que todas las mani-
tercero, el metodismo, y cuarto, las surgidas del mo- festaciones de la conducta moral, tanto las de me-
vimiento bautizante. Entre estos movimientos no hu- nos, como las de mayor importancia, coinciden, si-
bo ninguna marcada oposición ni rigor, siquiera, en multáneamente, en la totalidad de las sectas cuyos
el modo cómo se produjo la disgregación de las orígenes ya señalamos, así sea de uno o de la mez-
iglesias no ascéticas de la Reforma. Por lo que res- cla de varios. Más adelante nos será dado compro-
pecta al metodismo, éste se originó a mediados del bar que hay principios dogmáticos diferentes que
siglo XVIII dentro de la Iglesia oficial anglicana. En el sirven de base por igual a las mismas máximas mo-
ánimo de sus fundadores no estaba la intención de rales. Al correr de los años, también hubo escritores
formar una nueva Iglesia ni se trataba, tampoco, de en los que, de uno a otro, se fueron inflamando del
una restitución del espíritu ascético dentro de la mismo aliento para la curación de las almas. Recor-
iglesia oficial, de la que vino a disgregarse mucho demos los compendios casuísticos entre los que se
después, especialmente cuando pasó a las tierras encuentran muchas similitudes, no obstante que las
de América del Norte. En cuanto al pietismo, su na- normas de vida en una y otra secta ofrecen diferen-
cimiento se produjo en el seno del calvinismo de In- cias evidentes.
glaterra y particularmente de Holanda. Tras una len-
ta serie de transiciones quedó enlazado a la ortodo- Como consecuencia de lo anterior nos hace suponer
xia hasta que, a fines del siglo XVII, por motivos que tal vez fuera preferible abstenemos, en la labor
dogmáticos, en parte, y por la habilidad de Spener, emprendida, de consideraciones acerca de los prin-
vino a incorporarse al luteranismo. En él habría per- cipios dogmáticos, así como de las doctrinas éticas
durado si no hubiera sido por la dirección que se- y, por el contrario, nos dedicáramos al estudio ex-
guía a Zinsendorf, debido, probablemente, a que no clusivo por cuanto atañe a la práctica de la moral.
se había extinguido el recuerdo de las huellas de los Sin embargo, no cabe pensar en eso. Ciertamente,
husitas y calvinistas dentro de la confraternidad de después de tan perniciosas luchas, fueron desapa-
Moravia y que aún pesaba su influjo, viniendo a reciendo las raíces dogmáticas de la moralidad as-
convertirse en otra secta, muy a su pesar, como la cética, que tanto diferían entre sí. No obstante, bas-
metodista. En los comienzos, la oposición entre cal- tó el primer arraigue en aquellos dogmas para que
vinistas y bautizantes brotó con rudeza; sin embar- sus huellas fueran profundas en la moralidad subsi-
go, antes de terminarse el siglo XVII ya se habían guiente, diríamos “antidogmática” y, además, por el
restablecido las buenas relaciones. Por otra parte, hecho de haber conocido aquel primitivo contenido
desde comienzos de dicho siglo se fue produciendo ideal, podemos comprender hasta dónde se entrela-
gradualmente la transición tanto de las sectas inde- zaba la moralidad con el pensamiento ultraterreno
pendientes inglesas como de las holandesas. El pa- para tener dominada a toda la humanidad por años.
so al luteranismo también se llevaba a cabo más o De no haber sido gracias a ese poder absoluto, no
menos rápido, al igual que ocurrió con el pietismo, habría sido posible que estallase ninguna renova-
así como entre los calvinistas y anglicanos que tanto ción ética capaz de tener tan gran ascendiente en la
en común tienen con los católicos en lo externo y vida. Resulta lógico que no estemos empeñados en
también en el ánimo de sus más fervientes adeptos. averiguar, por ejemplo, el contenido didáctico, teóri-
El movimiento ascético, al que nosotros llamamos co y oficial, de los compendios morales de aquel
“puritanismo”, dándole la máxima amplitud al sentido tiempo —no obstante su natural, sentido práctico de-
de dicha palabra (que encierra tantos significados) rivado de la subordinación al mando eclesiástico, a
embistió contra las bases del anglicanismo en el la cura de almas y a la práctica—, sino que más bien
conjunto de sus afiliados, y aun con más vigor en nos interese algo completamente distinto, esto es: la
sus defensores más razonables. Y, claro está, debi- investigación acerca de cuáles fueron los incentivos
do al encono de las discusiones se agudizó, cada psicológicos originados por la convicción religiosa y
vez más, la oposición. Dejando a un lado la proble- la práctica de la piedad que señalaron situaciones

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para la vida y en ellas sujetaron al hombre. Pero, es- XVIII y XIX, ha dado origen a muchas desavenen-
tos incentivos eran distintos, según cada particulari- cias eclesiásticas y por él estallaron contiendas en
dad confesional. En aquella época, los hombres re- los sobresalientes revivals de la fe. Sería indebido
flexionaban acerca de los dogmas que, por su rela- pasar por alto su presencia, y como es de presumir-
ción con los beneficios experimentados en el ejerci- se que son pocos los conocedores, transcribimos en
cio de la piedad tenían la apariencia un tanto abs- seguida su legítimo contenido expuesto en las pro-
tracta. Esta es la razón por la que nos vemos obli- posiciones emitidas por la Westminster confession
gados a emprender la ruta de ciertas consideracio- en 1647, reiteradas en esta parte por los credos in-
nes dogmáticas que para el lector que no está ver- dependentistas y bautizantes, sin exclusión de nin-
sado en temas teológicos resultarán sin duda abru- guno:
madoras, así como irreflexivas y de poca importan-
cia para quienes hayan profundizado en ellos. Nos Capítulo IX
valdremos de nuestro usual procedimiento de siste- (DEL LIBRE ALBEDRIO)
matizar “ideales”, aun cuando en la realidad histórica Número 3. Con la caída del hombre en el pecado, su
se nos dificulte, considerando que, precisamente, voluntad se ha visto del todo incapacitada para en-
ante el impedimento de perfilar los contornos vera- cauzarse hacia el bien espiritual y la obtención de la
ces en la realidad, es por lo que hemos de lanzar máxima felicidad, de suerte que el hombre natural,
nos a la exclusiva investigación de sus formas suce- alejado completamente del bien y sucumbido en el
sivas; sólo así podremos atraer los efectos con más pecado, está desprovisto de capacidad para la con-
seguridad y precisión. versión y hasta para prepararse a ella.

En primer término, nos referiremos al calvinismo, Capítulo III


pues constituye la idea religiosa que originó todas y (DEL IMPERECEDERO MANDATO DE DIOS)
cada una de las luchas relativas tanto a la religión Número 3. Para manifestar su omnipotencia, Dios,
como a la cultura de los pueblos civilizados más por su mandato, ha predestinado (predestinated) a
avanzados dentro del capitalismo, esto es: el de los unos hombres para la vida eterna y ha condenado
Países Bajos, de Francia e Inglaterra, durante los (foreordained) a otros, para la eterna muerte.
siglos XVI y XVII. Visto desde su punto de partida, Número 5. Quienes están predestinados para la vida
así como hasta en la actualidad, su dogma caracte- han sido escogidos en Cristo para la gloria eterna
rístico consiste en la “predestinación”, si bien ha sido por Dios, con anterioridad a la creación, por su de-
materia de discusión si para la Iglesia reformada es signio eterno e invariable, su mandato oculto y el
el dogma principal o si se considera un agregado de poder de su voluntad, y eso por espontáneo amor y
segundo plano. Como quiera que sea, al discernir gracia, y no debido a la antelación de la fe o de las
acerca de la esencia de un fenómeno histórico no buenas obras o de la perseverancia en una de las
hacemos más que girar alrededor de simples valo- dos, o a otra coyuntura análoga de que las criaturas
raciones (según se tome en cuenta aquello que sólo le hubieran inducido, como limitación o como motivo,
despierta el “interés” o bien la “estimación” perdura- antes bien todo es premio de su gracia suprema.
ble); o de recriminaciones históricas (si cabe imagi- Número 7. Plugo a Dios dejar en el olvido a los de-
nar que existe un motivo originado en su influencia más mortales, en pos de los inescrutables designios
sobre otros sucesos históricos). Ante la decisión to- de su voluntad, por la mediación de los cuales repar-
mada por nosotros de ver lo desde este último punto te o se reserva la gracia según le plazca, para honor
de vista, es natural conceder gran importancia a las de su infinita soberanía sobre sus criaturas, precep-
consecuencias históricas así como a las culturales tuándolos a la vileza e ira por sus pecados, en loor
del dogma, siendo la trascendencia del mismo el ob- de su justicia.
jetivo por nosotros perseguido. Oldenbarneveldt to-
pó con el dogma, y su lucha por la cultura fue un Capítulo X
fracaso; en el seno de la Iglesia anglicana surgieron (DEL LLAMAMIENTO PODEROSO)
diferencias que se tornaron invencibles al punto que Número 1. Dios se complace en llamar con el poder
la corona y el puritanismo (en el reinado de Jacobo de su palabra y su espíritu a todos aquellos a quie-
I) entablan las suyas en el terreno dogmático con nes ha destinado a la vida, y únicamente a éstos, en
respecto a dicha doctrina, misma que, de una mane- el tiempo a su conveniencia y fijado por El..., arran-
ra general, se la juzgaba como factor antiestatal del cándoles su corazón de piedra y concediéndoles un
calvinismo, y hubo de ser combatida, con carácter corazón de carne, restableciéndoles su voluntad y
oficial, por las autoridades. En los sínodos más im- moviéndoles, por la omnipotencia de su fuerza, a re-
portantes celebrados en el siglo XVII, principalmente solverse por la opción de lo que es bueno...
el de Dordrecht y de Westminster, se dedicaron con
ahínco a la ratificación canónica del dogma. De ahí Capítulo V
que muchos héroes de la ecclesia militans se aco- (DE LA PROVIDENCIA)
gieran a él. Además, en el transcurso de los siglos

21
Número 6. Por lo que se refiere al hombre malo e muerte de Calvino, todas las grandes contiendas por
impío, a quien Dios, por cuanto es juez justo, ha la cultura giraban en torno del dogma, hasta que en
ofuscado y empedernido por pecados anteriores, no los sínodos de Dordrecht y Westminster se produjo
sólo lo priva de su gracia, que por ella pudo haber la tentativa de acabar con ellas. Opuestamente a Lu-
sido iluminada su inteligencia y asequible su cora- tero, Calvino no “vive” el decretum horribile, antes
zón, sino que en ocasiones le despoja también de bien sólo lo “imagina”. Esta es la razón de que su
los dones recibidos y lo sitúa en conexión con mate- importancia se acrecienta a la par que la lógica con-
rias que, por corrupto, se convierten en riesgo de secuencia se acentúa hacia su interés religioso, di-
pecado, y lo entrega a sus propios placeres, a las rectamente a Dios, mas de ninguna manera en di-
tentaciones mundanas y al dominio de Satanás; de rección a los hombres, pues Dios no es para éstos,
ahí se deriva su propio endurecimiento y que Dios sino que ellos son para Dios y por El, y no hay nada
se valga de los mismos medios para templar a otros. que suceda (de ahí el hecho incontestable para Cal-
vino de que únicamente un reducido número de
“Yo podré descender al infierno; pero un Dios seme- hombres está destinado a salvarse) si no es con el
jante no tendrá jamás mi respeto”: así enjuiciaba Mil- carácter exclusivo para el fin de que Dios se honre
ton a esta doctrina. Sin embargo, nuestro interés no en su propia Majestad, de lo contrario no tendría
radica en la manifestación de un juicio enjundioso, sentido. Por eso resulta opuesto a la razón aplicar la
antes bien en la situación histórica del propio dog- medida de la justicia terrenal a sus decretos sobera-
ma. Examinemos, primero, cómo tomó forma la doc- nos y constituye un agravio a Su Majestad, puesto
trina y de qué modo fue siendo absorbida por espe- que Dios es libre, esto es, no está sujeto a ley algu-
cíficos complejos ideológicos, dentro de la teología na, y sólo es factible la comprensión de sus desig-
calvinista. Necesariamente, siguió dos direcciones. nios y hasta el conocimiento de ellos, cuando se hu-
En todo espíritu que irradia grandeza, de vehemente bo complacido en manifestárnoslo. Únicamente exis-
religiosidad activa (como los que destacan tanto en te en nosotros la posibilidad de atenernos a estas
el cristianismo, desde San Agustín), se manifiesta el fracciones de la verdad perdurable; todo lo demás
sentimiento religioso de la redención, enlazado a la —en torno a nuestro propio destino— se encuentra
certeza de que exclusivamente por la intervención en una nebulosa, y cualquier intento de esclarecer el
de un poder objetivo, debemos agradecer todo, sin enigma es imprudente además de imposible. Si un
que intervenga ningún propio mérito; es decir: aquel hombre considerara inmerecida la condena y se
que, siendo pecador, pudo vencer el pecado, perci- quejase de su condición, procedería como si un
birá en sí la sensación de que le invade una benigna animal se lamentase de no haber nacido hombre.
seguridad, y se sentirá convencido de que tan sor- Un abismo inescrutable separa de Dios a todas las
prendente regalo de la gracia no puede deberse en criaturas y ante El todas las criaturas merecemos la
parte, siquiera, al propio esfuerzo ni parcial o com- muerte eterna, sólo que sea a la inversa por su pro-
pleto, tampoco, unido a hechos reales o cualidades pia voluntad, movido por el único propósito de glori-
privativas del creer o querer. En el punto de Lutero, ficar a su propia majestad. Únicamente nos es dado
en plena singularidad religiosa, pudo escribir su obra saber que una parte de la humanidad se salvará, en
Libertad del hombre cristiano, para él los “designios tanto que la otra se condenará. Conjeturar acerca de
inescrutables” de Dios constituían el manantial único que así como el merecimiento o la culpabilidad de
y más paradójico de la conservación de la gracia. Es los hombres contribuyen en este destino, represen-
verdad que siempre estuvo apegado a este dogma, taría lo mismo que conceptuar la posibilidad de que
sin embargo, con el tiempo su política eclesiástica los decretos eternos e ilimitadamente libres de Dios
tomó una dirección “realista”, llevada por impulsos fueran susceptibles de pasar por cualquier modifica-
paulatinos, y así le fue postergando hasta dejarlo ción obra del hombre, y eso es inconcebible. Del
poco a poco en planos inferiores. Tan “arriesgada y “Padre celestial” de quien nos habla el Nuevo Tes-
tenebrosa” doctrina fue rechazada, enérgicamente, tamento, tan fácil de penetrar en la mente humana,
por Melanchthon en la confesión de Augsburgo. Los que se regocija con el retorno del pecador, así como
eclesiásticos de la Iglesia luterana consideraban el siente alegría cuando la mujer recobra las monedas
dogma como axiomático que podía perderse la gra- perdidas, ahora aparece un ser superior e indesci-
cia (amissibilis), recobrándosela mediante la humil- frable para toda comprensión humana, el cual desde
dad, la contrición y la fe en la palabra de Dios y los la eternidad señala para cada uno su destino, con-
sacramentos. En Calvino acontece, precisamente, a forme los designios enteramente insondables, y dis-
la inversa, pues el convencimiento de que el dogma pone todos los pormenores, hasta el más mínimo,
era esencial fue adquiriendo siempre más fuerza, y en el universo. Y siendo inmutables los designios de
de ello hizo gala en las controversias dogmáticas Dios, la divina gracia es igualmente inadmisible para
con sus adversarios. quien le ha sido donada, como para quien le ha sido
negada le resulta inalcanzable.
Además, lo vemos colmadamente elaborado en la
tercera edición de su Institutio. Aun después de la

22
Debido a tan cruel apasionamiento perturbador, esta como su absoluto aislamiento del progreso material.
doctrina había de redundar, en el espíritu de los Visto por el otro lado, en esta Soledad está enraiza-
hombres de la época, que la vivieron con todas sus do el individualismo desengañado, que todo lo Juz-
profundas consecuencias, en un sentimiento de sor- ga en el aspecto más desfavorable, que no deja in-
prendente solicitud. Para los hombres de la Refor- fluir en el “carácter popular” y en las instituciones de
ma, la dicha eterna era el pensamiento más deter- aquellos pueblos de antecedentes puritanos (en ri-
minante. El hombre se sentía irremediablemente guroso contraste a la imagen en todo diferente que
obligado a seguir él solo la senda hacia un destino la “ilustración” estimó en el hombre). Situándonos en
ignorado, dispuesto desde la eternidad. No había aquella etapa de referencia vemos el gran ascen-
quien pudiera ayudarle, ni tan solo el predicador, diente de la doctrina de la predestinación en el más
puesto que únicamente el elegido estaba capacitado ínfimo pormenor del comportamiento y la manera de
para entender espiritualmente la palabra de Dios; concebir la vida, así se trate de un ámbito en el que
tampoco podía hallar ayuda en los sacramentos, ya el dogma ya no regía, pues el hombre tenía puesta,
que, ciertamente, son los medios ordenados por exclusivamente, su confianza en Dios. Tratemos,
Dios para acrecentar su propia gloria, debiendo ser pues, de examinar el hecho. En la literatura inglesa,
realizados rigurosamente, mas no para alcanzar la por ejemplo, particularmente puritana, se encuentra
gracia, antes bien (de manera subjetiva) son simples reiterativamente expuesta la sensacional observa-
externa subsidis de la fe. La Iglesia tampoco podía ción de que en la ayuda y sinceridad de los hombres
asistirle, pues, si bien se proclama el principio extra no se puede confiar demasiado. Baxter, a pesar de
ecclesia nulla salus (que implica el sentido de que a su blandura, aconseja claramente no fiarse de nadie
quien quiera que se aparte de la Iglesia verdadera y abstenerse de participar algo a nadie, que pueda a
ya no le es dado integrar el círculo de los elegidos uno ponerle en evidencia: solamente Dios debe ser
por Dios), los excomulgados también son parte inte- el confidente del hombre. Asimismo, contrariamente
grante de la Iglesia, en lo externo, sometidos a su al luteranismo, fue suprimida la confesión en priva-
disciplina, no precisamente para obtener, así, la di- do, de la que el propio Calvino recelaba un tanto en
cha eterna, imposible de alcanzar, sino porque tam- razón a que la interpretación del sacramento pudiera
poco ellos están excluidos de cumplir con los man- resultar falsa, con lo cual se demuestra la gran tras-
datos ad gloriam Dei. Finalmente, tampoco de Dios cendencia, en relación a la par, con la concreta for-
podía esperar aquella ayuda, pues también Cristo ma de concebir la vida. Consecuentemente, por una
únicamente murió por los elegidos, destinados por parte, dejaba al descubierto el proceder de esta cla-
Dios desde la eternidad para ofrecerles el sacrificio se de religiosidad, y, por otra, evidenciaba el cambio
de su vida. Tan absoluto abandono (no concebido psicológico de su aspecto ético. De esta suerte, el
por el luteranismo hasta extremas consecuencias), sentimiento de culpa no halló el medio para una asi-
que le impide pensar en una posible salvación ecle- dua “reacción”. En un término medio, la moralidad
siástico sacramental, constituía el factor contunden- del hombre se vio por todo ello influenciada, tema en
te ante el catolicismo, en el que, justamente, halla- el que haremos hincapié más adelante. Sin embar-
ron el fin de las fases del “desencantamiento” del go, queremos dejar sentado, de inmediato, la con-
mundo, iniciado con las antiguas profecías judías y secuencia inferida en el estado absoluto del hombre
que, apoyándose en el concepto científico heleno, con respecto a su religiosidad. El calvinista, con su
refutó los medios quiméricos para la salvación, til- propia idea de Dios, realizaba el comercio aislado
dándolos de supersticiosos, en extremo desmedi- profundamente de su yo íntimo, pese a que para su
dos. El verdadero puritanismo refutaba, inclusive, salvación le era necesario ser integrante de la ver-
cualquier vestigio de rito religioso en la sepultura de dadera Iglesia. Si alguien quiere percatarse de los
los suyos, haciéndolo silenciosamente, con el fin de determinados efectos en aquel característico medio,
no dar la apariencia, siquiera, de superstition, ni de deberá adentrarse en las páginas de la obra más
índole mágico-sacramental que supusiera un acto leída de la literatura puritana: Pilgrim’s progress, cu-
para la salvación. Para aquel a quien Dios había ne- yo autor, Bunyan, relata el proceder de Christians,
gado la gracia, no existía medio mágico alguno ni de cuando al advertir que se halla en la “ciudad de la
otra índole que pudiera otorgársela. Además, si to- corrupción”, a un tiempo de oír el llamamiento de
mamos en cuenta que el mundo de lo creado se en- Dios ordenándole que de inmediato emprenda la ru-
cuentra infinitamente lejos de Dios y que separada- ta hacia la ciudad celestial, se rehúsa a dejarse
mente nada tiene valor, se comprobará que la solici- acompañar de su mujer y de los hijos y, llevando las
tud interior del hombre revela, por un lado, la posi- manos a sus oídos para con sus palmas tapárselos,
ción negativa del puritanismo con respecto a los fac- atraviesa los campos vociferando: life eternal life!
tores susceptibles, propensos a la ternura y a la Nunca con más delicadeza sería capaz de traslucir
aflicción y sentimentales de la cultura y de la religión el candoroso deleite que el calderero experimenta
en su carácter de subjetivo (que de nada sirven para en su prisión al poetizar ante la ovación de un mun-
la salvación, y sí propician sentimientos ilusorios de do creyente; asimismo, el estado anímico del cre-
aflicción, divinizando una superstición terrenal), así yente por excelencia puritano, abstraído en su priva-

23
tiva preocupación, con el pensamiento puesto en su res profesionales señaladas imperativamente por la
propia salvación, este estado psíquico que se exte- lex naturae, con un determinado sello objetivo y so-
rioriza en las conversaciones plenas de un fervor (un lidario: en calidad de provecho para la estructuración
tanto evocativas del Gerechter Kammacher, de lógica del universo en que nos movemos, ya que
Gottfried Keller) que le servía de alimento en pere- tanto la estructura como la organización (con finali-
grinaje emprendido con otros hombres a los cuales dad tan portentosa) de este universo el cual, con-
les guía un mismo anhelo. Y sólo una vez, cuando forme la revelación bíblica y el discernimiento innato
se considera en lugar seguro, piensa que si tuviera a del hombre parece encauzada al servicio de la “utili-
los suyos junto a él había de ser hermoso. Es un dad” de los humanos, autoriza a considerar esta ta-
sentimiento de temor ante la idea de la muerte y del rea al servicio del provecho colectivo social, como
más allá, semejante al que invade el ánimo de Al- impulsora de la glorificación de Dios y, en conse-
fonso de Ligorio, analizado por Dollinger y experi- cuencia, como querida por El. Tanto el puritano co-
mentado ahora por todos hasta lo más hondo, aleja- mo el judío realizan fácilmente por igual, si bien por
dos hasta el máximo de un espíritu de soberbia te- distintas razones, la supresión total de toda cuestión
rrenal, como de la que hizo gala Maquiavelo en su con respecto a la teodicea y acerca del “sentido” del
apología de aquellos individuos florentinos para mundo y de la existencia, que a otros tiene en tanto
quienes —en la controversia con el Papa y la exco- desasosiego, y, ciertamente, toda la unción antimíti-
munión— “el amor a la ciudad natal estaba por en- ca de la cristiandad, en su mayoría, comparte esta
cima del temor por la salvación de su alma”; y a una misma actitud. Dejando a un lado este espíritu aho-
distancia aún mayor de cualquiera de los sentimien- rrativo de energías, el calvinismo ofrece un nuevo
tos como los que Ricardo Wagner ostenta en la voz matiz: la ignorancia del dualismo entre el “individuo”
de Sigmundo delante del fatal encuentro: “Saluda a y la “ética” (conforme el sentido que Sören Kierke-
Wotan; saluda a Walhalla”…mas no me habléis de gaard le concede), pese a que el calvinismo deja
los rígidos goces del Walhalla”. Claro está que, entre que las cuestiones religiosas las medite el hombre a
Alfonso de Ligorio y Bunyan, las consecuencias de solas consigo mismo. Tal punto de vista relativo al
tal aflicción son fundamentalmente diferentes: el racionalismo político y económico del calvinismo no
mismo afligimiento que impulsa al primero a degra- es para analizarlo en sus principios y significado por
darse hasta lo increíble incita al otro a batallar con la el momento, sin embargo, sea lo que fuere, de ahí
vida de modo continuo e infatigable. Y esta dispari- radica el manantial del sello utilitarista de la ética en
dad ¿en dónde radica? Por de pronto salta a la vista el calvinismo y de los aspectos más significativos del
la posibilidad enigmática de relacionar el intento de concepto profesional de su doctrina. Permítasenos
venir en ayuda del hombre a fin de que se emancipe insistir aún, sin embargo, en la ética de la predesti-
de los lazos que lo tienen atado al mundo, tendencia nación.
propia del calvinista debido a la categórica superio-
ridad que le da su teoría en el orden social. Aun Juzgamos que la cuestión básica por despejar es
cuando nos parezca sorprendente, es el resultado cómo esta doctrina pudo ser tolerada en una etapa
del sello por el cual se distingue al cristiano con el en la que por encima de todos los intereses de la vi-
“amor al prójimo”, apremiado por la convicción calvi- da en este mundo, era la del más allá, con todos sus
nista a una soledad espiritual. Hasta aquí, la primera enigmas, lo que preocupaba con ilimitada intensi-
intención. Ciertamente, la misión del mundo es hon- dad. No había creyente que dejara de plantearse ta-
rar a Dios, la existencia del cristiano elegido sólo es les problemas irremediablemente: ¿Soy parte inte-
válida por cuanto acreciente la gloria de Dios en el grante en el círculo de los elegidos? y, ¿cómo sabré
mundo, cumpliendo con sus mandatos en la parte que me asiste la seguridad de que lo soy? Tales
que le atañe. Cierto que Dios quiere que cada cris- problemáticas confinaban a un segundo plano toda
tiano haga obra social, pues, naturalmente, quiere obsesión mundanal. Para consigo, Calvino no sentía
un acomodo de la vida social en su estructura a sus preocupación alguna por tal disyuntiva: él se consi-
mandatos para cuyo fin debe organizarse de modo deraba “instrumento” de Dios y le asistía la certeza
adecuado. La labor social del calvinista en el mundo de que la gracia estaba en posesión suya. Por ende,
sólo se realiza in maiorem Dei gloriam. En la ética la urgencia de una respuesta a de qué modo podrá
profesional ocurre precisamente igual, puesto que el hombre tener la seguridad de que fue elegido pa-
sirve al conjunto global de los hombres a su paso ra la vida eterna, la confiere en esta forma, sin hallar
por el mundo. Lamentablemente, la tarea profesional otra más acertada: debemos darnos por contentos
identificada en el “amor al prójimo” la vimos derivar con el conocimiento del divino decreto y la impere-
en Lutero Sin embargó, si en él eran conjeturas y cedera esperanza puesta en Cristo, lo cual ha de lo-
mera disposición mental, en los calvinistas viene a grarse con la fe verdadera. Pero, por encima de to-
ser un peculiar factor de su sistema ético. Siendo do, desecha la suposición de que el proceder del
que el “amor al prójimo” únicamente puede existir hombre pudiera descubrir el destino de aquel que lo
para glorificar a Dios y no así a las criaturas, la pre- ejecute; la tentativa de descifrar de tal suerte los de-
liminar demostración es la observación de las labo- signios de Dios habría de ser en vano. En esta vida

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de los condenados, ninguna apariencia distingue a tan a la vista personificados en determinados hom-
los elegidos, y en unos y otros son factibles expe- bres de negocios del capitalismo en su época y, aún
riencias idénticas (como ludibria spiritus sancti), ex- actualmente como especímenes diseminados. En
ceptuando, únicamente, la confianza creyente finali- segundo término, como el mejor modo de lograr la
ter imperecedera. Así, pues, los elegidos son como pretendida seguridad de la gracia en cada quien, se
la Iglesia indivisible de Dios. Claro está, que con los procedió a la persuasión de tenerse que valer del
epígonos (así, Beza) y, en especial, con la compacta trabajo profesional permanente, única medida efi-
masa de la generalidad de los hombres. Para ella, el ciente para apartar de sí la duda religiosa y conse-
problema de la certitudo salutis, la potencia cognos- guir el indubitable estado de gracia propio.
citiva del estado de gracia, debía tener un valor
esencial, y así, en todos los lugares en los que la El argumento en que se apoya la posibilidad de es-
doctrina de la predestinación estaba en vigor, ocu- timar así el trabajo profesional, en calidad de medio
rría lo mismo, por la mayor parte; de todos los áni- apropiado para contrarrestar la aflicción religiosa, se
mos se apoderaba la idea atormentadora de la duda basa en ciertas armas propias del sentimiento reli-
acerca de si existen indicios probatorios de una per- gioso promovido por las iglesias reformadas entre
sonal integración en el grupo de los electi. Este pro- cuyas manifestaciones sobresale con toda claridad
blema no fue únicamente el eje del desarrollo pietis- (abiertamente contraria al luteranismo) la doctrina
ta, que nació en el seno de la Iglesia anglicana, sino relativa a la fe justificadora. Scheneckenbürger, en
que llegó a tener, en alguna ocasión, algo así como su excelente ciclo de conferencias, analizó estas
un significado constitutivo. Pero eso no es todo: desigualdades con tanta delicadeza y precisa objeti-
cuando se nos presente la oportunidad de examinar vidad, que, lejos de hallar algún impedimento, nos
el insólito alcance político y social de la doctrina y la complacemos en seguir su exposición del tema, se-
práctica de la comunión, después de haberse pro- gún veremos de inmediato.
ducido su reforma, aquilataremos la importancia que
tuvo, en el curso de todo el siglo XVII, la duda de En la práctica de los conocimientos que alientan la
que el propio individuo llegara a comprobar su esta- piedad luterana (especialmente mientras la obser-
do de gracia, es decir, poniendo el caso como ejem- vamos evolucionar en el transcurso del siglo XVII)
plo, de su posibilidad de tener acceso a la comu- destaca como la más sublime la unio mystica con
nión, impartida en pleno culto, el acto más decisivo Dios. Conforme el significado del vocablo (ignorado
para la posición social de sus participantes. por la Iglesia reformada), es un sentimiento sustan-
cial de Dios: el sentimiento de una penetración real y
Estando expuesto el problema acerca del propio es- verdadera en el alma creyente, con analogía de cua-
tado de gracia, no era fácil en absoluto avenirse con lidades a los efectos de la contemplación en los mís-
el criterio de Calvino, siempre reconocido, en princi- ticos alemanes que se distingue por su calidad de
pio siquiera, por la doctrina ortodoxa: recurrir a la pasivo, encaminado exclusivamente a saciar el
propia aseveración de la fe perdurable alcanzada en vehemente deseo de permanecer en Dios; en suma,
el individuo por la gracia. Naturalmente, no podía lo- el simple afecto que sólo se siente en el alma. Sin
grarlo la cura de almas, que de continuo debía en- embargo, una religiosidad con cariz místico, además
frentarse con los suplicios que la doctrina producía de ser totalmente afín a un sentido singularmente
en ellas, debiendo servirse de varios expedientes realista de la realidad de nuestro alrededor (lo cual
para allanar las dificultades. Cuando la interpreta- puede comprobarse en la historia de la filosofía),
ción de la doctrina no contenía demasiada libertad o puede ser su más seguro sostenimiento, por su falta
bien no se la mitigaba con palabras que pudieran absoluta de afinidad con las doctrinas dialécticas.
significar el abandono de la misma, nos encontra- Además, existe la posibilidad de que la mística cola-
mos con dos diferentes consejos propios de la cura bore, aun cuando de modo indirecto, a la racionali-
de almas: primeramente, el deber de considerarse zación del comportamiento práctico. Pero como
elegido es un mandato, así como el de rechazar to- quiera que sea, la relación con el mundo dispuesta
da duda, atribuida al diablo, acerca de ello, ya que la por la mística, no incluye una estimación efectiva del
propia seguridad limitada demuestra una insuficien- dinamismo exterior. De ahí la existencia en el lute-
cia de fe y, en consecuencia, una acción insuficiente ranismo del nexo de la unio mystica con un senti-
de la gracia. El consejo del Apóstol en el sentido de miento profundo de indignidad por el pecado original
“afianzarse” en la profesión que uno ejerce se le que había de ser provechoso para que el creyente
conceptúa ahora como un compromiso para alcan- luterano ejercitase con esmero la poenitentia quoti-
zar en la lucha cotidiana la certeza objetiva de la diana, para proteger la inocencia y la humildad im-
propia salvación y una prueba. En vez de aquel pe- prescindibles para el perdón de los pecados. Por el
cador humilde, sumiso, que ha recibido la gracia contrario, la específica religiosidad reformada se de-
acordada por Lutero, si con su arrepentimiento con- claró en los comienzos, abiertamente opuesta, así
fía en Dios podía ser santificado, ahora se modelan sea frente a la pascaliana enemiga del mundo o ha-
“santos” con personalidad propia, como los que sal- cia esta religiosidad meramente sentimental e inter-

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na del luteranismo. El calvinista no daba como acep- se las conceptúa como recursos para alcanzar la
table una real penetración de naturaleza divina en el bienaventuranza (ya que el elegido es también natu-
alma, por la única trascendencia de Dios sobre lo raleza humana y toda su acción se halla infinitamen-
creado: finitum non est capax infiniti. La comunidad te lejos de los mandatos divinos), pero, esto sí, en
de Dios con sus preferidos únicamente podía esta- su calidad de signos de la elección son absoluta-
blecerse y advertirse cuando El “actuaba” (operatur) mente necesarias, por cuanto constituyen un factor
en sus almas, y ellos adquirían pleno conocimiento técnico que, aun cuando no patentiza la bienaventu-
de este fenómeno en tanto que su acción se deriva- ranza, es favorable para desasirse de la contrita an-
ba de la fe ejercida en ellos por la gracia divina y, a siedad por alcanzarla. Entendido así, las buenas
su vez, esa fe adquiría legitimidad como ejercida por obras son consideradas en el momento como “indis-
Dios debido a la naturaleza de aquella acción. Es pensables para la bienaventuranza”, o bien como
así como, en toda religiosidad práctica, podemos requisito de la possesio salutis y, al respecto, la ex-
distinguir las dos maneras con objeto de que cada periencia nos ha demostrado que a quien se ayuda
quien pueda sentirse seguro de hallarse en estado Dios le ayuda. En consecuencia —como ya quedó
de gracia: considerándose como “recipiente” o como expuesto en su oportunidad—, el calvinista elabora
“instrumento” del poder de Dios. Con respecto a la para sí su propia salvación, mejor dicho, la, seguri-
primera, la vida del hombre se inclinará hacia el dad de ella. Ahora bien, esto no implica (como en el
ejercicio del sentimiento místico; en cuanto a la se- catolicismo) el hecho constante de acumular buenas
gunda, estará propensa al proceder ascético. Lutero obras aisladas; conviene más pronto el propio con-
se encuentra casi en el primer caso, mientras que el trol metódico ante la alternativa que se presenta a
calvinismo está integrado en el segundo. El refor- diario de ¿elegido o condenado? Y, ahora, nos en-
mado también pretendía alcanzar la eterna biena- contramos situados en un paraje interesante, al que
venturanza sola fide. Ahora bien, como sea que, de queríamos llegar en nuestra exposición.
acuerdo con Calvino, todos los sentimientos y esta-
dos anímicos, aun cuando aparenten ser hasta su- Es sabido que esta postura, siempre más acusada
blimes, suelen resultar ilusorios, es necesario que la en las iglesias y sectas reformadas, ha sido recon-
fe se verifique en la objetividad de sus efectos, a fin venida más abiertamente por los centros luteranos
de que pueda ser fundamento infalible a la certitudo que la han tildado de santificadora de las obras Y
salutis, esto es: debe ser una fides efficax, y el lla- cuanto mas los atacados se empeñaban con justa
mamiento a la salvación un effectual calling (según razón en no permitir que se establecieran analogías
se dice en la Savoy declaration). Si se plantea la de su postura dogmática con la doctrina católica,
cuestión de cuáles habrán de ser los hechos del re- con más ahínco los atacantes encontraban algún
formado que patenticen si la fe no está torcida, la fundamento en qué apoyarse, calculando los resul-
respuesta es: el comportamiento del cristiano que tados prácticos de la doctrina, los cuales podrían
sea de provecho para acrecentar la gloria de Dios; y pesar en el proceder proverbial del cristiano refor-
¿qué clase de comportamiento será éste? O se en- mado, ya que, posiblemente, jamás se le reconoció
cuentra manifestado en la Biblia, o se deduce de tanto valor estimativo como el que le daba el calvi-
manera indirecta del orden de los fines de la natura- nismo al infundirlo en sus adeptos. Para determinar
leza creada por Dios (lex naturae). Particularmente, el alcance práctico de la “santificación de las obras”,
el estado de gracia llega a ser controlable estable- nada hay más concluyente que el discernimiento de
ciendo una confrontación del estado de la propia al- las cualidades relativas al comportamiento, las cua-
ma, con el que, conforme a la Biblia, era patrimonio les difieren tanto en la vida del cristiano usual de la
de los elegidos es decir, los patriarcas. Únicamente Edad Media, de acuerdo con el somero análisis que
el elegido es poseedor de la fe efficax. Sólo él es de él podríamos hacer: en el medievo, el cristiano
competente —merced a la regeneratio y a la conse- común, visto en su aspecto ético, vivía “al día”. An-
cuente santificatio de su vida entera— para acrecen- tes que nada era fiel a sus obligaciones tradicionales
tar la gloria de Dios por el hábito de realizar obras y llevaba a efecto, además, algunas “obras buenas”
buenas, no sólo en apariencia, sino auténticas. Y al que, por lo regular, lejos de constituir un cúmulo
venir en conocimiento que su transformación —en lo continuo de acciones racionalizadas, que no eran
esencial, por lo menos, y en su asidua intención fundamentales, así como tampoco estaban enlaza-
(propositum obedientiae) se debe al poder que habi- das obligadamente a un específico modo de vida
ta en él para engrandecer la gloria de Dios —de sino que estaban, más pronto, efectuadas según
suerte que no es únicamente querido, sino actuado fuere la ocasión, con el propósito, digamos, de repa-
por el propio Dios—, entonces puede considerarse rar ciertos pecados, así sea debido a la presión ejer-
que obtiene el bien supremo, anhelo máximo de la cida por parte del clero o especialmente, al presen-
religiosidad: la garantía de la gracia. Y esta posibili- tirse la hora de la muerte, como algo parecido a una
dad de lograrla se halla confirmada en la segunda póliza de seguro. Claro está que la ética del catoli-
epístola a los Corintios, 13, 5. En consecuencia, las cismo era “ética de la intención”, si bien con respec-
buenas obras no son absolutamente adecuadas si to al valor de todas las obras, era su precisa intentio

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la que decidía, así como cualquier acción, buena o status naturae y el status gratiae, no podía conse-
mala, era responsabilidad de quien la efectuaba, guirse sin la transformación del sentido de la vida en
ejerciendo su influjo en su transitorio y eterno des- cada instante y en cada acción. El “santo” encauza-
tino. El criterio de la Iglesia era, así, realista; para ba su existencia hacia un solo fin: la bienaventuran-
ella el individuo no constituye absolutamente una za. Por tal razón, en el transcurso del tiempo, su vi-
específica unidad que, además, pueda ser valorada da fue, sin restricción alguna, racionalizada y some-
desde un solo ángulo. Por el contrario, regularmen- tida a la única idea de acrecentar la gloria de Dios.
te, la conducta humana resulta un tanto contradicto- Ciertamente, el principio de omnia in majorem Dei
ria, debido a la presión de motivaciones opuestas. gloriam jamás ha tenido tanta importancia como en-
La Iglesia, evidentemente, también conminaba al in- tonces. Claro está que una vida entregada por com-
dividuo a que tuviera como ideal la rotunda trans- pleto a la reflexión, era la única que podía ser consi-
formación de su vida; no obstante, esta imperativa derada en un sentido de superación del status natu-
orden estaba condicionada, para el término medio ralis. Los puritanos de aquel tiempo aceptaron el co-
de los hombres, a una de las armas más poderosas gito ergo sum como interpretación ética similar. La
de efectiva educación: el sacramento de la peniten- religiosidad reformada, pues, debe su peculiar sello
cia, que funcionaba en estrecha ligazón con la reli- ascético a dicha racionalización, deduciéndose, al
giosidad católica en su más singular característica. mismo tiempo, la causa de una similitud tan profun-
da, así como de su determinada postura antagónica
Al deshacerse el “encanto” del género humano, la al catolicismo, en la inteligencia de que a ésta ya no
supresión de la magia como instrumento de salva- le resultaba extraña.
ción no fue consumada en la religión católica con los
mismos resultados que en la piedad puritana (o, con Indudablemente, el ascetismo cristiano acogió en su
anterioridad, en la judía). Los católicos podían dis- espíritu diversos matices, diferentes no sólo en sus
poner del don sacramental de su Iglesia, para valer- manifestaciones externas, sino en su significado
se de él con objeto de compensar su escasa sufi- más profundo. Nos encontramos que en la antigüe-
ciencia: el sacerdote hacía las funciones de mago dad y, asimismo, en la Edad Media, el ascetismo
que llevaba a cabo el prodigio de la transformación y cristiano de Occidente se distinguió siempre por un
que disponía de las llaves para el poder; el hombre sello racional. En ello se apoya, justamente, el signi-
podía acudir a él con humildad y contrición, y aquél ficado histórico de la vida monástica occidental en
imponía penitencias e infundía esperanzas de gra- contradicción frente a la de Oriente (con algunas ex-
cia, otorgaba el seguro indulto y afianzaba la fuga de cepciones). De ese sello está impregnada la regla
la tremenda aflicción, considerada por el calvinismo de San Benito y, también, la de los cluniacenses,
como un sino inflexible del que no podía redimirse aún más se destaca en la orden cisterciense y muy
con la ayuda de nadie ni de nada; para él no existían particularmente en la jesuítica, cuyo ascetismo se
consolaciones afectivas y humanas, tampoco podía independiza por igual de la anárquica evasión del
abrigar la pretensión, siquiera, a semejanza del ca- mundo y de la incesante aflicción por la virtud en sí,
tólico y hasta del luterano, de compensar los mo- a fin de adquirir una sistematización del proceder ra-
mentos de flaqueza y desenfreno, mediante las cional, y mejorar el status naturae, arrebatando al
“buenas obras”. Los calvinistas, de acuerdo con “su” hombre del dominio de los deseos irracionales y res-
Dios, no se veían obligados a la realización de tal o tituyéndole su libertad ante el mundo y la naturaleza.
cual “buena obra”, antes bien a una santidad en el Así quedaba testificada la preponderancia de una
obrar a un alto nivel del método. Ya no se menciona planificación de la voluntad, se sujetaban sus actos
a la doctrina católica (y positivamente humana) osci- al propio control constante, se educaba (de una ma-
lante entre el pecado y la contrición, así como la pe- nera objetiva) al monje en calidad de trabajador al
nitencia, la descarga de conciencia y la nueva caída servicio del reino de los cielos y (de un modo subje-
del pecador; tampoco se fija para la vida un saldo tivo) se le infundía, a su vez, la seguridad de la sal-
purificante por castigos temporales y que pueden vación del alma. Veamos, pues, cómo este propio
ser anulados por la intervención eclesiástica de la dominio incesante, propósito explícito de los exerci-
gracia. Así fue como el hombre común se despren- tia de San Ignacio y de las formas más elevadas de
dió del sello anárquico e intermitente de su compor- las virtudes racionales monásticas, coincidía con la
tamiento ético, remplazándolo ya por un plantea- racionalización del proceder obligado en el purita-
miento y una metodización del mismo. Ya no se tra- nismo. En el intenso repudio con que, en la relación
ta de una casualidad el hecho de que se aplicara el acerca de los interrogatorios de sus mártires, se en-
sobrenombre de “metodista” a los partidarios del frenta la glacial y tranquila serenidad de sus confe-
magno y postrer renacimiento de las ideas puritanas sores ante los desmanes, ante la desmedida mara-
en el siglo XVIII, de igual manera que en el anterior ña de los nobles, de los clérigos en grado superior,
siglo se aplicó el calificativo análogo de “precisistas” de los servidores públicos, sobresale el profundo
a sus predecesores en espiritualidad, ya que el fruto aprecio del discreto propio dominino que es símbolo,
de la gracia, el paso ascendente del hombre entre el hasta en la actualidad, del gentleman inglés y an-

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gloamericano. En nuestro común entender, el asce- asceta, debidamente, del mundo. Lutero comenzó
tismo puritano (a la par que todo ascetismo “racio- por romper con ello; Calvino, captándolo de aquél,
nal”) se esforzaba por hacer hombres aptos en la hizo lo mismo. El primero, lejos de dejarse llevar por
afirmación de sus “motivaciones constantes” (en es- “tendencias evolutivas” realizadas, se basó en sus
pecial las de quien las infundía) ante los “afectos”. propias experiencias (previos titubeos, ciertamente,
Por consiguiente, trataba de educarlos como “per- a la hora de los resultados prácticos, pero luego con
sonalidad” (dándole al vocablo el sentido psicológi- firme determinación, estimulado por la situación polí-
co-formal). Contrariamente a lo que el común de los tica). A Sebastián Franck no le pasó por alto el meo-
individuos creía, el propósito era la posibilidad de llo de esta forma de religiosidad, al decir que lo clá-
estar alerta en la vida, de que ésta se pudiera llevar sico en la Reforma fue convertir en monje a cada
clara y conscientemente, razón por la cual era cristiano por todo lo que le quedaba de vida. De este
apremiante exterminar de raíz el goce indiferente de modo, se levantaron vallas para impedir la fuga as-
la espontaneidad vital, y la manera más atinada de cética del mundo; desde entonces, los temperamen-
conseguirlo era estableciendo un orden en el com- tos más firmes y apasionadamente íntimos, que
portamiento de los ascetas. En las reglas monacales siempre hubieron dado a la institución monacal sus
del católico existían igualmente estas características más relevantes figuras, se vieron precisados a reali-
con no menos exactitud que en los principios del zar con el trabajo profesional, sus aspiraciones as-
comportamiento calvinista. Tal sistematización de la céticas en el mundo. Sin embargo, el calvinismo
vida del hombre es el fundamento, en cualquiera de aportó algo más efectivo en el curso de su desarro-
los casos, del excepcional poder libertador del asce- llo: la idea de que es menester verificar la fe en la
tismo, y demuestra que el calvinista era mucho más vida profesional. De ahí, que los espíritus con más
apto, comparado con el luterano, para darle la con- religiosidad se vieron impelidos decididamente a
sistencia más firme a la Iglesia reformada con carác- orientarse hacia la práctica ascética. Simultánea-
ter de ecclesia militans. mente, el hecho de fundamentar la ética profesional
de la doctrina de la predestinación dio por resultado
Por otro lado, es fácil distinguir el arraigo de la antí- el reemplazo de la aristocracia espiritual de los mon-
tesis del ascetismo calvinista frente al medieval, esto jes, que se su cedía fuera y a espaldas del mundo,
es: la supresión de los consilia evangélica y, en con- por la de los santos en él; siendo aquélla la de los
secuencia, la transformación del ascetismo sobrena- predestinados por Dios desde la eternidad, vivía,
tural en una ascesis estrictamente “profana”, de este con su character indelebilis, ajena e indiferente al
mundo. No se trata de que la vida “metódica” relati- resto de los mortales, sentenciados también desde
va al catolicismo hubiera permanecido confinada a la eternidad, hundidos en un abismo insondable,
las celdas de los conventos; tal afirmación no sería mayormente tenebroso cuanto más profundo e inac-
admitida por la teoría ni por la actividad del medievo. cesible, a la manera de como aquellos enclaustra-
Sin embargo, siempre se ha hecho hincapié en que dos del medievo se encontraban de fuera substraí-
no obstante la acendrada sobriedad ética del catoli- dos del mundo. En todas las relaciones y sentimien-
cismo, si la vida no está supeditada a método moral tos sociales se reflejaba la quimera de este abismo,
no le es dado alcanzar los más grandes ideales ya que, tales favorecidos por la gracia, los elegidos
promulgados como válidos, inclusive para la vida en y, por ende, santos, sin que reconocieran su propia
la tierra. Pongamos como ejemplo la Orden Tercera flaqueza, no veían con indulgencia el pecado come-
de San Francisco: era un poderoso intento de pene- tido por los demás, antes bien, sentían odio y me-
trar ascéticamente la práctica diaria de la vida, pero nosprecio por el que se mostraba como adversario
no fue tan solo el único, como es bien sabido. Indu- de Dios, que llevaba consigo el sello de la sentencia
dablemente, hay obras como la Imitación de Cristo para toda la eternidad. En ocasiones, debido a la
que, por su gran ascendiente en las almas, enseñan exacerbación de este sentimiento, se originaban
que el modo ejemplar exigible en ellas, era estimado nuevas sectas. Tal es el caso cuando —a semejan-
como algo por sobre del mínimo que bastaba de éti- za de la formación de las direcciones “independien-
ca del modo de vida usual, carente de disposiciones tes” del siglo XVII— la creencia propia del calvinis-
como las que el puritanismo asentó después. Aparte mo acerca de que la gloria de Dios obligaba supedi-
de eso, cualquier intento de sistematización en el tar a su ley a los condenados, por la mediación de la
comportamiento tenía que mediar en su camino la Iglesia, en esta tesis opuesta: admitir en la grey divi-
práctica de ciertas instituciones religiosas, como las na a un impuro, participante en los sacramentos o
indulgencias, consideradas por tal razón, en aque- que, en calidad de pastor, los administre, constituye
llos tiempos de la Reforma no sólo como un abuso un agravio a Dios, es decir: que eso se produjo en el
circundante, sino también como un mal en grado momento en que apareció el concepto donatista de
sumo. Sea lo que fuere, en la Edad Media, el monje la Iglesia, como resultado de la idea de la compro-
era quien, con singular excelencia, vivía en una reli- bación de la fe (tal es el caso de los calvinistas bau-
giosidad metódica. Por consiguiente, el ascetismo tizantes); en suma, allí donde no se llevó adelante el
era más capaz, cuanto más completo, de alejar al postulado de la Iglesia “pura”, en calidad de agrupa-

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ción de los comprobados como regenerados. Con gioso; sin embargo, en tanto que el católico se valía
esta tentativa de confinar a los cristianos regenera- de este libro para una cabal confesión, o bien al po-
dos, imposibilitados para los sacramentos, brotaron nérsele en conocimiento del directeur de l’áme, a és-
diferentes sectas y se llevaron a efecto varios cam- te le servía de fundamento para extremar el principio
bios en las constituciones eclesiásticas, destinándo- de autoridad en la dirección del cristiano (y aún más
se a los primeros para el gobierno de la Iglesia (con- de las cristianas), el creyente reformado “se tomaba
solidándoles, por lo menos, una situación privativa) y el pulso” con él, sin otra ayuda que la propia. Los
señalándose únicamente a los pastores regenera- teólogos moralistas, especialmente los de cierta im-
dos con derecho a la admisión. portancia, se refieren a este libro. El propio Benja-
mín Franklin nos da un ejemplo clásico al contabili-
Claro está que este comportamiento ascético heredó zar en forma de sinopsis y como estadística, los
de la Biblia la medida que indudablemente requería, progresos por él logrados en cada una de las virtu-
y ella fue su in cesante guía. Y lo que más despierta des. Por otro lado, la idea medieval, ciertamente no-
nuestro interés en esta “bibliocracia” con tanta fre- table, de la contabilidad divina fue en extremo pon-
cuencia reseñada acerca del calvinismo, es el hecho derada por Bunyan hasta el punto de entablar una
de que en el Antiguo Testamento se destaca una desagradable comparación entre el pecador y Dios,
dignidad semejante a la del Nuevo, en virtud de que semejante a la que media entre el parroquiano y el
en ambos, los preceptos emanaban de la misma tendero (shopkeeper): aquel que cae en el fango,
inspiración (sin considerar los que se referían, de un podrá ir pagando, como quiera que sea, con el fruto
modo exclusivo, a la situación histórica de los judíos, de todos sus méritos, los intereses corrientes, pero
o los que fueron abolidos por Cristo). Para aquellos jamás el valor global del adeudo. Posteriormente, el
hombres con fe, la ley representaba el ideal de una puritano además de controlar su propio comporta-
regla a seguir, imposible de poderse realizar por en- miento, verificaba el proceder de Dios, con cuyo de-
tero, si bien plenamente válida, en tanto que Lutero do señalaba hasta los más invisibles intersticios en-
había exhortado en sus comienzos a liberarse de la tre él y su vida: de ahí, en oposición de Calvino, po-
sujeción de la ley como prerrogativa del creyente. día hallar la razón de que Dios hubiera determinado
En el ánimo firme del calvinismo se tras luce el pre- previamente esto o aquello. El hecho de santificar
dominio de la filosofía hebraica, con toda su sobrie- así la vida, admitía que se le reconociera un cariz
dad, impregnada a un tiempo del sentimiento de lo semejante al de una operación comercial. El resulta
divino, que tomó su forma más precisa y clara en los do de esta sistematización del comportamiento mo-
escritos predilectos de los puritanos: las sentencias ral, impuesta por el calvinismo (mas no por el lutera-
de Salomón y en la mayoría de los Salmos, en don- nismo), era una profunda cristianización de toda la
de se advierte un específico sello racional. A San- existencia, y en esto estriba, precisa mente, el sello
ford le asistía la razón, inculpando al Antiguo Tes- más determinante de la reforma calvinista. De ahí
tamento del influjo ejercido sobre la propensión a que, donde fuera que se reprodujese dicho sello,
reprimir la presencia de matices místicos y princi- podía ser ejercido el mismo influjo sobre la vida, y
palmente sentimentales de la piedad. Como quiera toda confesión religiosa que abrazara como vital la
que sea, este racionalismo del Antiguo Testamento idea de verificar la fe, habría de tener, en igual sen-
tenía un sello tradicionalista y petit bourgeois, y no tido, un gran ascendiente moral.
debe ser tomado únicamente en cuenta el vigoroso
pathos de los profetas y muchos salmos, sino los Hasta aquí venimos incursionando en el campo de
factores que sirvieron ya en la Edad Media como la piedad calvinista, y es por eso que hemos consi-
base al desenvolvimiento de la específica piedad derado la doctrina de la predestinación previamente
emotiva. Por último, pues, aquellos elementos de la supuesta como principio dogmático de la ética puri-
piedad hebraica hacia los cuales se sentía más tana, es decir, como proceder ético racionalizado
atraído el carácter ascético propio del calvinismo, metódicamente. Pero, reconocemos que, en efecto,
fueron los que éste escogió para mejor asimilarlos. este principio fue el mismo hasta fuera del ámbito de
las ramas religiosas más rigurosamente fieles a la
La similitud exterior entre la sistematización del doctrina de Calvino; nos referimos a los “presbiteria-
comportamiento moral que corresponde al protes- nos” que se constituyeron en la piedra angular de
tante calvinista y la racionalización de la vida en el toda la doctrina reformada, principio aceptado tanto
católico se encuentra en la manera como el cristiano en la soberana Savoy declaration de 1658, como en
puritano “preciso” llevaba el constante control de su la Hanserd Knollys confession bautizante de 1689;
estado de gracia. La religiosidad católica moderna también en el seno del metodismo, John Wesley, el
implantada por los jesuitas, sobre todo en Francia, y talentoso organizador del movimiento, se mostró
los más estrictos centros eclesiásticos reformados, abiertamente partidario de la universalidad de la
coincidían en la costumbre de llevar la cuenta de los gracia. Sin embargo, Whitefield, el consumado agi-
pecados, las tentaciones y los frutos cosechados en tador entre los de la primera generación metodista y
la gracia, anotando la síntesis en el libro diario reli- su pensador más consecuente, y, también, los se-

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guidores de Lady Hutington, los cuales por cierto de todos la diferencia, que tanto interés despertaba,
tiempo ejercieron su gran influjo, se fundamentaban entre el standard ético de las Cortes reformadas y el
en el “particularismo de la gracia”. En la cúspide de de las luteranas, envilecidas con frecuencia por el
su esplendor, esta doctrina fue el pilar en que se abuso de la bebida y la rudeza, y por el mínimo pro-
apoyaron, durante la etapa decisiva del siglo XVII, vecho que el clero luterano pudo lograr mediante la
aquellos solícitos representantes de la “vida santa” sola predicación de la fe, con respecto a la marcha
que encarnaban la idea de ser instrumentos de Dios ascética de los bautizantes. El “encanto” y la “natu-
y operantes de sus designios providenciales, y la ralidad” que distingue a los alemanes ante el inflexi-
que pudo contener la postración prematura de la es- ble estilo vital que se advierte en los angloamerica-
piritualidad en una satisfacción de las acciones en- nos hasta en su aspecto fisonómico, de resultas de
cauzadas en el sentido exclusivamente utilitario y te- ese continuo recelo a la recaída en el estado de na-
rrenal, que no habría sido capaz de asumir tan ex- turaleza, a lo cual no están en absoluto sujetos
cepcionales sacrificios en favor de propósitos tan aquellos alemanes, tildándolo de inflexibilidad, falta
idealizados e irracionales. Y el acoplamiento de la fe de independencia y esclavitud interior, es en donde
en normas absolutamente válidas, con el categórico radica, precisamente, la diferencia entre dos tipos de
indeterminismo y la total penetración de la divinidad conducta ética opuesta, ya que el luteranismo no
(efectuada a su modo, tan genialmente), era de un tiene capacidad para dar a la vida del hombre un
“modernismo” mucho más acendrado en principio sentido ascético. En los sentimientos expuestos
que aquella otra doctrina más lisa y de mucho más queda al descubierto la aversión que contra lo ascé-
fácil acceso para el sentimiento que supeditaba el tico siente el hijo del mundo que vive indiferente a él.
propio Dios a la ley moral. Pero, era preciso que es- El luteranismo, con su apego a la doctrina de la gra-
tudiáramos la idea de la comprobación de la fe (de cia, impedía en el individuo el ímpetu anímico a me-
capital importancia para nuestra exploración, a fin de todizar su comportamiento, racionalizándola confor-
tratar, psicológicamente, acerca de la moral metódi- me a un sistema. En cuanto a otras reflexiones al
ca) en la doctrina, justamente, de la predestinación y respecto, ya comprobaremos que este ímpetu ascé-
su trascendencia práctica para la vida, por ser la tico podía derivarse de motivaciones piadosas, de
forma más razonable de la misma. Y esta idea, por distintas naturalezas, entre las cuales podía ser po-
cuanto que es el guión de enlazamiento entre la fe y siblemente la doctrina de la predestinación, aunque
la moral, vuelve a mostrarse con similar estructura y no era tan solo, esencialmente, de una gran tras-
distintos nombres, tema de posterior estudio. Los cendencia, sino que causó un sorprendente efecto
inevitables resultados de esta doctrina dentro del anímico de gran magnitud. Aparte el calvinismo, los
protestantismo, en el comportamiento moral de sus movimientos ascéticos conceptuados únicamente
adeptos, establecieron la más tajante antítesis de la desde el aspecto de la motivación piadosa de su as-
relativa incompetencia de la moral luterana. Si con el cetismo, se manifiestan, pues, como atemperantes
arrepentimiento, el luterano podía fácilmente recupe- de la coherencia clásica del calvinismo.
rar la gratia amissibilis, era imposible que anidara el
menor ímpetu dirigido, a lo que consideramos el me- En la objetividad histórica, por su parte, en muchos
jor fruto del protestantismo ascético, esto es: la ra- de los casos, la imagen reformada del ascetismo
cionalización metódica de la vida moral. La religiosi- sirvió como modelo para ser imitado por los demás
dad luterana dejó, ciertamente, el paso libre al vigor movimientos ascéticos, o de utilidad comparativa, o
de los impulsos y sentimientos naturales, pues no como suplente en el desenvolvimiento de los princi-
poseía el ímpetu interior para el propio control conti- pios que se apartaban de ella, o la superaban senci-
nuo y la planificación regulada de su existencia, que llamente. Sin embargo, en algunas ocasiones, a pe-
distingue a la tenebrosa doctrina calvinista. Lutero, sar de la diferencia en la base dogmática de la
religioso genial, vivía indiferente a este clima de creencia, los resultados eran los mismos en el orden
magnificencia, sin recelar una recaída en el status ascético; eso era debido al predominio que ejercía la
naturalis, confiado en el brío de sus propias alas. El constitución eclesiástica, como quedará demos tra-
estilo llano, sutil y sentimental de la religiosidad, que go en otro momento.
dio realce a varios de los más leales representantes
de la doctrina luterana (de igual manera que su ética De un modo histórico, la idea de la predestinación
exenta de ley), en raras ocasiones halló equivalen- representa el inicio de aquella dirección ascética a la
cia en los genuinos puritanos; sin embargo, la en- que comúnmente se la suele llamar “pietismo”. Aho-
contró en representantes del anglicanismo atenua- ra bien, en tanto que este movimiento permaneció
do, tales como Hooker, Chillingsworth y algunos dentro de la Iglesia reformada, no es nada fácil tra-
más. En cuanto a otras consideraciones, al luterano zar con precisión un límite entre los calvinistas pie-
común, incluido el virtuoso, le asistía la seguridad de tistas y aquellos que no lo eran. Pero sí se puede
que tan solo ocasionalmente había sido arrebatado afirmar que entre los pietistas han quedado incluidos
del status naturalis, debido al hecho de la confesión los más destacados representantes del puritanismo,
y la prédica en cada uno de los casos. Es conocida y, claro está, es del todo lícito considerar como una

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continuidad pietista de la legítima doctrina de Cal- ocasiones, dio señales de histerismo, y, prontamen-
vino a las tentativas de establecer conexión entre la te, debido a la sucesión (evidenciada por diversos
idea de la comprobación, así como de la doctrina de casos expuestos al estudio neuropático) de situacio-
la predestinación, con el deseo de adueñarse de nes sobrenaturales de éxtasis religiosos, con fases
una certitudo salutis subjetiva. El inicio del revival de inanición nerviosa y “alejamiento de Dios”, se ob-
ascético dentro de las comunidades reformadas fue tuvo el efecto contrario a la severa y brutal disciplina
enlazado las más de las veces, principalmente en que imponía al individuo la existencia santa y metó-
Holanda, a un renacimiento de la doctrina de la pre- dica del puritano: la liberación de la temperancia que
destinación, entregada casi al olvido, o sumamente preservaba la personalidad racional del calvinismo,
atenuada; por donde, en Inglaterra no es costumbre ante sus “afectos”. Asimismo, el concepto calvinista
en tales casos valerse del concepto “pietismo”. Sin de la ruindad de todo lo creado podía ser capaz de
embargo, constituía, inclusive el pietismo continental exterminar totalmente el vigor de la vida profesional;
reformado (en los Países Bajos y en la Baja Rena- y la idea de la predestinación podía convertirse en
nia), al igual, por ejemplo, que la piedad de Bailey, fatalidad cuando los efectos y los sentimientos la
una alteración extrema del ascetismo reformado: tomaban de pretexto para apropiarse de ella en con-
hasta tal punto se insistió en la praxis pietatis que el tradicción a las tendencias propias de la piedad cal-
recuerdo de la fe en los dogmas se fue borrando o vinista racional. Por último, la propensión de los san-
no inspiró más que indiferencia. No dejaba de ser tos a retraerse del mundo podía llevar (dado el caso
factible que los predestinados se vieran asaltados de que ella derivase en una crisis sentimental) a or-
tanto por equívocos dogmáticos, como por pecados ganizar la sociedad en un sistema semicomunista,
de otra índole, y la experiencia demostraba que de tomando como ejemplo el monástico, hacia el cual el
un número considerable de cristianos confundidos pietismo ha mostrado siempre cierta inclinación, in-
en teología dogmática se cosechaban los frutos más clusive dentro de la Iglesia reformada. Pero, en tanto
óptimos de la fe, en tanto que la propia sapiencia no se llegó a este máximo resultado en que habría
teológica no llevaba en sí ninguna seguridad de la desembocado el abuso del sentimentalismo religio-
regeneración. En este caso, el conocimiento de la so, mientras el pietismo reformado quedó conforme
teología no ofrecía ninguna seguridad de elección. con asegurarse la bienaventuranza, con la actividad
De ahí que el pietismo se dio en principio sin espe- profesional efectuada en el mundo, el único resulta-
ranza en la Iglesia de los teólogos, a la que siguió do práctico de los principios pietistas fue un control
siendo oficialmente fiel, lo cual es lo mucho que la ascético del proceder profesional aún más riguroso y
caracteriza, dedicándose sólo a reunir a los adeptos un enraice religioso más profundo de la ética profe-
de la praxis pietatis en “conventículos” desligados sional, del que podía tener la sola “honradez” de los
del mundo: pretendía que descendiese a la tierra y cristianos reformados normales, los cuales eran
hacer visible en ella la Iglesia invisible de los santos, considerados por los pietistas “finos” como cristianos
pero no derivó en secta; simplemente se avino a de segunda clase. La aristocracia piadosa de los
buscar un refugio en donde pudiera deslizarse la vi- santos (que durante el desarrollo ascético reformado
da garantizada contra cualquier influjo terrenal, con- fue dando a conocer sus miramientos en la conducta
ducida por la voluntad de Dios hasta en el más ínfi- siempre más marcados a medida que más se le to-
mo pormenor, para afianzarse así la propia regene- maba en serio), se convirtió, prontamente, en objeto
ración, inclusive en las peculiaridades del compor- de voluntaria organización (precisamente en Holan-
tamiento externo. De tal manera, las ecclesiola de da) por medio de conventículos, en tanto que en el
los convertidos realmente ya podían lograr la biena- puritanismo inglés propició la distinción formal entre
venturanza en esta vida, pues la comunidad con el cristiano activo y el pasivo en la constitución de la
Dios quedaba establecida con la práctica ascética Iglesia, así como a la formación de otras sectas.
(que, además, era lo natural en toda forma de pie-
tismo verdadero). Esta ambición guardaba alguna Dentro del luteranismo alemán surge otra dirección
similitud con la unio mystica luterana y reforzaba pietista; sus hombres representativos son: Spener,
cierto poder del aspecto sentimental de la religión, Francke y Zinzendorff, los cuales nos desvían de la
por lo que, seguramente, la hacía más accesible al senda de la predestinación, si bien no precisamente,
cristiano medio reformado. Conforme nuestro modo de un círculo de ideas cuya coronación, por así de-
de considerar el asunto, podríamos decir que en ello cir, constituía, según lo confirma el gran ascendiente
estriba la característica del pietismo dentro de la calvinista angloholandés, que se trasluce en Spener,
Iglesia reformada, pues, ciertamente, el factor sen- y las lecturas de Bailey en sus primeros conventícu-
timental de la religiosidad, sin relación alguna con la los. El pietismo, desde nuestro personal punto de
primitiva piedad medieval, conduce a la práctica de vista, diríamos que constituye, simplemente, la “as-
la religión por la ruta del deleite terrenal de la felici- cetización” de la conducta, mediante el sistemático
dad, alejándola de la contienda ascética tras la se- ejercicio y control, y no precisamente de la piedad
guridad de un futuro en el más allá. Ahora bien, este calvinista. Sin embargo, el luteranismo juzgaba este
factor sentimental adquirió tal excitación que, en ascetismo algo impropio para él, por cuyo único mo-

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tivo la doctrina pietista alemana se definió inconse- como cristiano pasivo a quien era incapaz de reali-
cuente. Con el fin de emitir una base dogmática al zarla. Por otro lado, la institución de un sistema de
proceder religioso sistemático, Spener elabora una lucha expiatoria originó, también, que la organiza-
combinación de conceptos luteranos y determinadas ción racional humana se valiera de la consecución
conclusiones reformadas de considerar como “bue- de la gracia. De esta excesiva preferencia de la gra-
nas” las obras realizadas con el propósito de “glorifi- cia se deducen las objeciones contra la confesión en
car a Dios” y con la convicción también reformada privado, por parte no de todos pero sí de la mayoría
de los regenerados puesta en la posibilidad de obte- (así, Francke) de los pietistas; prueba de ello la te-
ner cierto grado de cristiana perfección. Mas, ahon- nemos en Spener con sus incesantes dudas a las
dando, a la doctrina le faltaba cohesión: Spener, ba- cuales tanto les debe que lo minaran hasta las raí-
jo el influjo de los místicos, intentó exponer más que ces aun en el luteranismo, pues lo decisivo acerca
fundamentar, el sello sistemático del comportamien- de la legítima absolución era el efecto evidente de la
to cristiano (principal matiz de su piedad), haciéndo- santificación ejecutada por la gracia; no era, pues,
lo muy superficialmente, si bien en hondo sentido lu- factible conformarse simplemente con la contritio pa-
terano. La certitudo salutis no fue, pues, efecto de la ra concederla.
santificación, de la verificación de la fe, sino del con-
cepto luterano de la vinculación por la fe, con mucha El hecho de que uno pudiera realizar su propia valo-
más laxitud que aquella que le precedió. Bien que, ración religiosa induce a Zinzendorff a la remota
dentro del pietismo, generalmente, el factor ascéti- idea del “instrumento de Dios”, no obstante sus titu-
co-racional sostuvo la superioridad por encima del beos ante las embestidas de la ortodoxia. En cuanto
factor sentimental y, claro está, las ideas que hemos a lo demás, penosamente podemos afirmar, sin in-
destacado como primordiales: en primer lugar, que currir en un error, cuál habrá sido la postura ideoló-
la señal del estado de gracia reside en el desarrollo gica de tan extraordinario “dilettanti piadoso”, al de-
de la propia santificación en el sentido de un afian- cir de Ritschl, el cual solía atribuirse la representa-
zamiento y culminación, que pueden ser controlados ción del “tropo paulino-luterano” frente al “tropo pie-
por la ley y, en segundo, que la providencia divina tista-jacobeo” de apego a la ley. Sin embargo, esa
es la que “opera” en el individuo irreprochable, cuya hermandad que el propio Zinzendorff aceptó, fomen-
probada constancia y regularizada meditación lo tándola muy a pesar de su acendrado luteranismo,
evidencia plenamente. Asimismo, A. H. Francke de muestra un sentimiento, a través de sus docu-
consideraba que para el trabajo profesional no había mentos notariales del 12 de agosto de 1729, seme-
otro medio más excelso que el ascético; tanto él jante, en muchos matices, a la aristocracia calvinista
como los puritanos creían profundamente que Dios de los santos. De igual manera existen analogías en
bendice a los suyos concediéndoles el triunfo en su la transferencia, motivo de polémicas, de la jurisdic-
trabajo. Y en substitución del doble decreto, el pie- ción de la comunidad a Cristo, el 12 de noviembre
tismo se valió de ideas que, casi sin diferencia, de 1741. De los tres sentidos tropológicos de la co-
afianzaban una aristocracia de los regenerados en munidad, era el calvinista y el moravo que, desde
base a la gracia, con iguales consecuencias de or- los comienzos, se inclinaron hacia la reforma de una
den psicológico que las ya analizadas cuando ha- ética profesional. Zinzendorff también se enfrentó a
blábamos del calvinismo. Ello fue también la causa, John Wesley, con un sentido netamente puritano,
por ejemplo, de que el “determinismo”, imputado sin para expresar la opinión de que era factible recono-
razón al pietismo por sus impugnadores, es decir, el cer la propia justificación, pues de no ser por el
hecho de suponer que la gracia fue ofrendada a to- mismo justificado, al menos por los demás, conside-
dos, en general, si bien era cada uno que podía re- rando las particularidades del cambio. Sin embargo,
cibirla por única vez o exclusivamente en un mo- el factor sentimental, independientemente, desem-
mento dado de su vida; así, pues, el universalismo peñó una magna misión en la piedad morava y, de
de la gracia no era de ninguna utilidad para aquel manera especial, Zinzendorff puso todo su personal
que no había sido capaz de aprovechar la oportuni- empeño en rechazar las tendencias ascéticas de la
dad del momento, de ahí que en la doctrina calvinis- santidad puritana dentro de su hermandad, dando a
ta se le considerara como olvidado por Dios. La tesis la santificación de las obras una interpretación de
sustentada por Francke (captada de sus experien- carácter luterano. Tras la condena de los conven-
cias personales) era muy afín a dicha teoría, ha- tículos y en pleno uso de la confesión, se apeló nue-
biéndose expandido mucho y aun dentro del pietis- vamente al concepto luterano de los auxilios sacra-
mo por mucho tiempo. Conforme ella, la gracia úni- mentales para la salvación del alma. Fue así cuando
camente podía “irrumpir” en aisladas y muy especia- la tesis propia de Zinzendorff logró hacer efectivo su
les manifestaciones, después de una “lucha expiato- propósito, es decir: que la sencillez del sentimiento
ria”. Ahora bien, siendo que de acuerdo con los pie- piadoso es el reflejo de su verdad (como puede ser-
tistas no todos estaban apercibidos para esa prue- lo el empleo de la suerte como vía de manifestación
ba, pese a que debía producirla mediante el método de la voluntad divina), desviando de tal manera el
ascético, el regenerado no dejaba de considerar racionalismo del comportamiento que, hasta donde

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fue posible que llegara la influencia del conde, aque- dole hacia lo presente. Así, en vez de la propia se-
llos elementos sentimentales, antirracionales de la guridad perseguida por el predestinado a base del
religiosidad moravia expulsaron de raíz a los demás, positivo trabajo profesional continuo, surge una mo-
del pietismo alemán. El enlace de la moralidad con destia y un temor en el ánimo, producido por el
la remisión de los pecados en la Idea fidei fratrum enardecimiento sentimental, en base a la mera ex-
que tenía Spangenberg es de tanta laxitud como la periencia íntima, así como a la práctica de la confe-
que domina en todo el luteranismo. El repudio qué a sión, mal vista por el pietismo, pero consentida por
Zinzendorff le asalta con respecto a la aspiración el luteranismo. Así, pues, todo ello constituye la evi-
metodista de la perfección, corresponde (tanto por dencia de cómo el luteranismo busca, a. su manera,
parte suya como en relación a otro caso cualquiera) la salvación, considerando más primordial la “remi-
a su ideal esencialmente eudemonista cuya aspira- sión de los pecados” que la “santificación” práctica.
ción es la bienaventuranza (él la llama “felicidad”) Aquel anhelo racional, prescrito para lograr y de
sentida por el hombre ya en esta vida, en vez de terminar el conocimiento práctico de la bienaventu-
obligarle al trabajo racional para gozarla en el más ranza en el más allá se ve, ahora, sustituido por el
allá. No obstante, siempre habitó en él la idea de impulso irresistible de establecer la reconciliación
que el valor privativo de la hermandad, contraria- con Dios y la comunicación con El en lo presente, es
mente al sentir de las demás iglesias, se halla sin decir, en esta vida. De igual modo que en el estado
remedio en la actividad de la vida cristiana, en el económico la tendencia al placer está reñida ac-
cometido y, por consiguiente, en el trabajo profesio- tualmente con la estructura “racional de la econo-
nal. Por otro lado, considerando las ventajas de la mía”, fundamentada en la obsesión por el mañana,
racionalización, ésta era, conforme el pensamiento en el ámbito de la vida religiosa ocurre algo pareci-
de Zinzendorff, el principal factor de la manera como do. Queda, pues, notablemente comprobado que la
él concebía la vida, y ello, no sólo como idea suya, orientación de aquel impulso religioso, con el cariz
sino de otros representantes del pietismo, era el re- de íntima afección que hoy se le da, llevaba en sí
sultado del categórico extravío de toda especulación una mira, aun cuando débil, de racionalización del
filosófica, (indeseable para la fe) y la consecuente obrar en esta vida, semejante a la necesidad de la
predilección por el conocimiento particular empírico; “comprobación” de la fe en los “cánticos” reformados
de ahí se deduce, al mismo tiempo, la intención polí- dirigida hacia lo futuro, en tanto que con respecto a
tica del propagandista profesional. La hermandad, la creencia del luterano ortodoxo, apegado, según la
en su carácter de eje de la misión, era, a la vez, una tradición, a la palabra y los sacramentos, era capaz
empresa comercial, conduciendo de aquel modo a de desplegar una sistematización al máximo del
sus afiliados por el camino del ascetismo profano comportamiento piadoso. Conjuntamente, el desa-
que además propone tareas a la vida y, por ende, la rrollo del pietismo, desde Spener y Francke hasta
educa, sujetándola a un programa. Tropieza, sin Zinzendorff, tomó una dirección siempre más tenaz
embargo, con un obstáculo, esto es: con la glorifica- hacia el factor sentimental. Sin embargo, la propia
ción (cuyo modelo está en la vida del misionero “inclinación evolutiva” no se manifestaba con ello;
apostólico) del carisma de la pobreza de los “discí- por el contrario, las diferencias se debían a los di-
pulos” por Dios elegidos, comparable, en la práctica, versos ambientes piadosos y sociales de los cuales
a una revalorización de los consilia evangélica. Pue- provenían sus más respetables representantes.
de decirse que ello contuvo la elaboración de una Después de lo dicho ya no es posible empeñarnos
ética profesional racional semejante a la calvinista, más en pormenores, así como tampoco nos es dado
si bien no constituyó una valla infranqueable, como hacer referencia a la manera de manifestarse, en
lo patentiza la modificación del movimiento bautizan- cuanto a la distribución geográfica y social, caracte-
te, sino que se la preparó íntimamente con la idea rística propia del pietismo alemán. Hemos de limitar-
de una tarea ejercida únicamente “por la propia pro- nos a seña lar que este sentimiento del pietismo fue
fesión”. Como quiera que sea, advertimos en el pie- afinando su perfil en pausados cambios ante el pro-
tismo alemán, considerado desde nuestro peculiar ceder piadoso del santo puritano. Si intentamos pun-
punto de vista, una falta de seguridad, un titubeo en tualizar, aun cuando transitoriamente, esta diferen-
el enlace religioso de su ascetismo, contrastante con cia, diremos que las virtudes que el pietismo podía
la inflexible consecuencia del calvinismo, motivada fomentar eran de diferente índole que aquellas en
por ascendientes luteranos y debido al cariz senti- las que podía ejercitarse el funcionario “que obraba
mental de su piedad. Claro está que a este elemento con probidad”, el empleado, campesino o artesano,
sentimental no debe atribuírsele el sello específico así como el patriarcal amo, con la sencillez grata a
del pietismo comparándolo con el luteranismo, pero, Dios (al estilo de Zinzendorff), en tanto que el calvi-
frente al calvinismo, el nivel de racionalización de la nismo da la impresión de encontrarse más cerca del
vida era muy inferior, ya que al impulso interior del glacial espíritu jurídico y dinámico de los empresa-
pensamiento en el estado de gracia para siempre rios burgueses capitalistas. Finalmente, el pietismo
más controlable (esto es: que garantiza la vida del sentimental era pusilánime, una ñoñería —ya obser-
más allá) se le hizo cambiar su dirección, encauzán- vada por Ritschl—para leisure classe. Esta demos-

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tración no es exhaustiva, pero podemos valer nos de habrá de justificar al auténtico convertido ante sí y
ella para comprender, inclusive, determinadas dife- ante los demás, puesto que siquiera los pecados
rencias en materia de economía entre los pueblos “dejaron de dominar en él”. No obstante la significa-
que se han sentido dominados por el influjo ascéti- ción determinante del autotestimonio del sentimien-
co, ya sea de una o de otra de esas dos direcciones. to, la necesidad del proceder santo, inspirado en la
ley, no cayó en el olvido. Mientras Wesley arremetía
El enlace de la piedad sentimental y, al mismo tiem- contra la justicia de las obras de su época, lo que en
po, ascética con la diferencia progresiva y hasta el realidad hacía era revivir la antigua idea puritana
rechazo hacia los principios dogmáticos del asce- acerca de que las obras no constituyen la base ver-
tismo calvinista, es provechoso también para deter- dadera, sino únicamente la cognoscitiva del estado
minar los atributos peculiares del otro aspecto del de gracia, y, además, condicionadas ad gloriam Dei,
pietismo continental: el metodismo. No es nada difí- exclusivamente. Claro está que el correcto compor-
cil aquilatar, por su mismo nombre, el desagrado tamiento de por sí no puede lograr esto. Wesley ya
que sus adeptos causaban en la gente de su época: lo había experimentado en él: debía agregarse el
la “metodización”, es decir, que se ajustaba a un rí- sentimiento de gracia. En algún momento dado él
gido sistema en su tenor de vida para, así, lograr la llegó a conceptuar las obras en calidad de “condi-
certitudo salutis que es lo que nunca dejó de intere- ción de la gracia”, y hacía hincapié, en la declara-
sar y a cuyo alrededor giraba toda la propensión re- ción del 9 de agosto de 1771, en que no puede ser
ligiosa. La afinidad con el pietismo alemán —de la buen creyente aquel que no realiza ninguna buena
que no cabe duda a pesar de todas las diferencias— obra. El metodismo se esforzaba en destacar que
, en alguna de sus direcciones, sale a relucir en el aquello que los diferenciaba de la Iglesia oficial, era
hecho de que el “método” fue adaptado con la preci- la práctica de la piedad, y no la doctrina. En el
sa intención de producir el acto sentimental de la Evangelio de San Juan se encuentra asentado el va-
“conversión”. Principalmente en tierras americanas, lor del “fruto” de la fe; y el comportamiento fue con-
el sentimentalismo (encarnado en John Wesley por siderado como explícito signo de la regeneración.
ascendientes moravo-luteranos) adoptó un intenso No obstante, las dificultades no se hicieron esperar:
colorido emocional, puesto que, desde sus comien- este desplazamiento de la certitudo salutis desde la
zos, la aspiración metodista consistía en el desem- conciencia de la gracia, en permanente y reanudada
peño de una misión sobre el más nutrido conjunto comprobación inmediata, al propio comportamiento
de personas. La irascible lucha expiatoria hasta el ascético, al sentimiento consecutivo de la gracia y la
colmo de los éxtasis, entablada particularmente en perfección —ya que la seguridad de la perseveran-
el “banco de la angustia” en América, inducía a con- cia venía a enlazarse a cada una de las luchas ex-
fiar en la inmerecida gracia de Dios y, a la vez, a te- piatorias— puede significar para el metodista adicto
ner conciencia de la justificación y la reconciliación. a la doctrina de la predestinación, una antinomia en
Semejante piedad sentimental, superadas ciertas lu- la interpretación, en los temperamentos frágiles, de
chas internas, efectuó un singular vínculo con los la “libertad cristiana”, esto es: el desplome del com-
principios ascéticos cuyo carácter racionalista esta- portamiento metódico; o bien, en caso de rechazar-
ba grabado de manera permanente por el pietismo. se esta consecuencia, la vanidosa seguridad del
En oposición al calvinismo, que tomaba a engaño santo para consigo, esto es, un sentimiento impulsi-
todo lo emotivo, fue considerada como la sola base vo de cariz puritano. En vista de las embestidas de
incontrovertible de la certitudo salutis, la seguridad los contrarios, se procuró soslayar estas conse-
absoluta del preferido, mientras que por él fuera cuencias, realzando la autenticidad normativa de la
sentida, emanada de la autenticidad directa del espí- Biblia y la necesidad de la verificación de la creen-
ritu y en tanto que a todas horas pudiera probar su cia, lo cual, por otro lado, vino a vigorizar la actitud
origen. De acuerdo con la doctrina de Wesley (con- de Wesley netamente anticalvinista, al pregonar que
sistente en un nuevo vigor de la doctrina de la santi- la gracia puede con facilidad sucumbir. Las intensas
ficación, al mismo tiempo que un contundente des- corrientes luteranas toleradas por Wesley, a través
pego de su idea ortodoxa), al preferido ya le era po- de las hermandades, beneficiaron este desenvolvi-
sible adquirir en este mundo, por el poder de la gra- miento y acrecieron la desorientación religiosa de la
cia, la conciencia de la perfección, en un sentido de ética metodista. Entre todos, el solo principio esta-
pureza, debido a un segundo fenómeno interno, que blecido con solidez fue el concepto de regeneration
solía ser independiente del primero y con más fre- (seguridad de la salvación de cuyo origen sentimen-
cuencia de súbito, esto es: la “santificación”. Co- tal brotó el fruto de la fe), como fundamento vital, y
múnmente, alcanzar esta meta es difícil (a no ser al el de santificación, con su consecuencia de libertad
término de la vida); sin embargo, es necesario (por lo menos implícita) contra todo el poderío del
desearlo con toda lealtad, pues ella es definitiva- pecado, como evidencia del estado de gracia. A hilo
mente la que afianza a la certitudo salutis y la rego- fueron devaluados los elementos exteriores de la
cijante seguridad, en vez del áspero prejuicio de los gracia, en especial los sacramentos. Como quiera
calvinistas, siendo ella la que, en toda coyuntura, que sea, el general awakening en la secuencia del

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metodismo, representó por todos los ámbitos (por podrá dar una idea del carácter polifacético de ese
ejemplo, en Nueva Inglaterra) una mayor intensidad movimiento. Claro está que habremos de fijar la mi-
de la doctrina de la gracia y de la elección. rada, muy especialmente en los países en los que
se cosecharon los primeros frutos del capitalismo.
De este modo, parece ser que la razón con la que
pretende afianzarse la ética del metodismo es tan ti- Ciertamente, hemos asentado la idea de mayor im-
tubeante como la del pietismo, y de igual manera en portancia, tanto en el aspecto histórico como funda-
él el deseo de la higher life, la “segunda bendición”, mental, de estas confesiones, pero será en otra par-
era remplazar la doctrina de la predestinación; su te donde veremos el alcance para el desenvolvi-
procedencia inglesa le indujo a orientar íntegramen- miento de la civilización: believers church. De suerte
te la práctica de su ética por el camino del cristia- que la comunicación religiosa, la “iglesia invisible” —
nismo reformado inglés, del que pretendía ser un ri- en términos de la Reforma— ya no fue conceptuada
val. El acto emotivo de la conversión se produjo me- como algo semejante a un fideicomiso con finalida-
tódicamente, pero tras él no se pudo llevar a cabo el des ultraterrenas, un organismo que necesariamente
piadoso deleite de la comunidad con Dios (semejan- debería tener capacidad para lo justo y lo injusto, así
te al pietismo sentimental de Zinzendorff), antes bien sea para acrecer la gloria de Dios (idea calvinista) o
el sentimiento revivido se cambió en aspiración ra- bien para transferir a los hombres los bienes de sal-
cional de perfección; por donde, a diferencia del pie- vación (idea católica o luterana), sino sólo como
tismo alemán, el carácter sensible a las emociones, comunidad de los propios creyentes y regenerados,
propio de la religiosidad, no propició un cristianismo y únicamente de ellos, es decir, no en calidad de
sentimental meramente interno. Schneckenbürger “Iglesia”, sino de “secta”. Este era el significado del
ha señalado atinadamente que ello era la conse- fundamento, considerado en sí estrictamente ex
cuencia del exiguo volumen del sentimiento del pe- terno, el cual tan sólo autorizaba bautizar al adulto
cado (parcialmente, en razón absoluta del carácter que en persona hubiera conocido la fe y la hubiese
emotivo de la conversión); en realidad, lo definitivo asimilado. En todas las pláticas piadosas, los bauti-
siguió siendo la naturaleza fundamental reformada zantes afirmaban con insistencia que esta “justifica-
de la conciencia piadosa. El enardecimiento senti- ción” por la fe era algo distinto completamente de la,
mental tuvo la característica de un arrebato simple- idea de una imputación “forense” de los méritos de
mente momentáneo, aunque “coribánticamente” Cristo, según el dogmatismo ortodoxo del protestan-
enardecido; en cuanto a otras consideraciones no tismo original, que consistía más bien en una adjudi-
dañó un mínimum siquiera el carácter racional del cación interna del hecho de la redención, y ello se
comportamiento. Así, pues, la regeneration del me- efectuaba mediante la revelación individual, por la
todismo se limitó únicamente a crear un complemen- acción del espíritu divino en cada uno de los casos,
to de la santidad de las obras, esto es, estableció un y únicamente de esta manera. A todos es ofrecida
enlace piadoso al comportamiento ascético, tras el dicha revelación, basta con aguardar al Espíritu, sin
abandono de la doctrina de la predestinación. Las obstruir su llegada, libre de las cadenas que sujeten
señales del comportamiento, imprescindibles para el al mundo por el pecado. Ante esto, el valor de la fe
control de la auténtica conversión, eran realmente perdió toda su importancia, como conocimiento de la
las mismas que en el calvinismo. En las próximas doctrina de la Iglesia, o como medio de recibir la di-
páginas, destinadas a deliberar acerca de la idea de vina gracia por el arrepentimiento, y, así, revivir,
profesión, podemos abstenemos de aludir al meto- aunque algo alteradas, ciertas primitivas ideas del
dismo, puesto que, en calidad de fruto tardío, no cristianismo sobre el pneuma. Pongamos como
proporcionó en absoluto nada nuevo. Tanto el pie- ejemplo la secta a la cual su fundador Menno Si-
tismo continental europeo como el metodismo de los mons dio unas bases doctrinales relativamente hor-
pueblos anglosajones son por igual fenómenos de nogéneas en su Fondamentboek (1539), cuya aspi-
segundo plano, en razón de sus respectivas ideolo- ración era ser, al igual que las demás sectas bauti-
gías, así como por su desarrollo histórico. Cerca del zantes, la indestructible Iglesia verdadera de Cristo,
calvinismo encontramos el movimiento bautizante, integrada, a la manera de la comunidad cristiana
segundo en importancia representativa del ascetis- primitiva, únicamente por los regenerados, con los
mo protestante y las sectas de los baptistas, meno- cuales oyeron el llamamiento de Dios, ya que tan
nitas y principalmente los cuáqueros, surgidas en su solo éstos son los hermanos de Cristo, pues, como
seno, al correr de los siglos XVI y XVII, ya sea de El, han sido señalados directamente por Dios. El re-
manera directa o bien debido a la elección de las sultado de esta doctrina, para las incipientes comu-
respectivas ideas de religión aceptadas en cuanto a nidades bautizantes, fue un riguroso alejamiento del
la forma. La ética de estos conjuntos está enlazada “mundo”, es decir, eludir con la gente mundana
con principios religiosos substancialmente heterogé- cualquier roce que rebasara de lo justamente nece-
neos inherentes de la doctrina reformada. El esbozo sario; asimismo, el centro dominante de una severa
que en seguida trazaremos tiene por objeto poner bibliocracia, como modelo ejemplar de vida: y en
de relieve los aspectos que más nos interesan; y no tanto que este espíritu prevaleció, nunca se desistió

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de esta separación del mundo que dio carácter al ción actuada por el Espíritu, siempre que confiemos
movimiento. En estas sectas subsistió, como moti- y nos demos a él en nuestro interior, puede remover
vación persistente, el principio que, con raíces algo al fin de manera absoluta la potestad del pecado, ya
diferentes, descubrimos ya en el calvinismo, y cuya que, al ser efectuada por Dios, no puede existir po-
importancia substancial no debe ignorarse: el des- sibilidad alguna de reincidencia o simplemente pér-
precio rotundo de toda “idolatría”, que significaría dida del estado de gracia, aun cuando el metodismo
aminorar la veneración debida sólo a Dios. Tanto en llegó a considerar más tarde que el logro de tal per-
Suiza como en el norte de Alemania, las primeras fección no era comúnmente la norma, pues sólo a
generaciones bautizantes tuvieron en su conducta través de distintas etapas podía obtenerse. Claro es-
bíblica un sello similar al de la franciscana: escisión tá que la aspiración de toda comunidad bautizante,
radical con todo placer mundano y una norma de vi- consistía en serlo con toda “pureza”, entendiéndose
da incondicionalmente apostólica. En efecto, existe por ello el comportamiento de sus miembros hasta el
gran similitud entre la vida de varios de sus adeptos máximo irreprochable. El hecho de estar alejado in-
y la de San Egidio. Mas, a esta observancia tan rigu- teriormente del mundo y de todo lo concerniente a
rosa de la Biblia le faltó un apoyo firme respecto al él, así como la entrega total a Dios, al que oímos en
carácter pneumático de la piedad. Las revelaciones nuestra conciencia, eran pruebas evidentes de una
que Dios hizo a los apóstoles no constituyen la tota- regeneración factible, y el comportamiento adecua-
lidad de cuanto pudo y quiso revelar: antes bien, de do era, en consecuencia, condición necesaria para
acuerdo con la comunidad en su origen (Schwe- la bienaventuranza perseguida, que, de hecho, re-
nckfeld así lo promulgaba en contra de Lutero, a sultaba inalcanzable, puesto que era sólo un don por
igual que Fox lo hizo, despues, en contra de los la gracia divina, y únicamente podía considerarse
presbiterianos), lejos de ser la subsistencia de la pa- regenerado aquel que vivía en paz con su concien-
labra como documento escrito, lo era por la fuerza cia. Visto así, las “buenas obras” eran origen sine
operante del Espíritu Santo en todos los actos de la qua non. Consideremos lo expuesto por Barclay (de
vida diaria del creyente que se avenía a percibirla. quien no nos hemos desprendido en lo tocante al
Tomando como base este concepto de la revelación tema) que, prácticamente en tales razonamientos es
consecutiva tomó forma, con el tiempo, la doctrina la propia doctrina reformada, bajo el indudable influ-
ciertamente conocida, misma que fue elaborada jo del calvinismo ascético hallado por los bautizantes
consecuentemente por los cuáqueros, acerca del vi- en Inglaterra y los Países Bajos. Ciertamente, su
tal alcance, como conclusión final, de la autenticidad eficaz apropiación in terna se convirtió en materia
interna del Espíritu en la razón y la conciencia. Si predicante de G. Fox, a lo largo de su primera etapa
bien con ello se mantuvo la vigencia, desapareció, misional.
sin embargo, la idea del poder absoluto de la Biblia.
Simultáneamente dio principio una transformación Por lo que atañe al plano psicológico, tenemos que,
que vino a destruir cualquier vestigio de la doctrina con el desistimiento de la doctrina de la predestina-
eclesiástica de la salvación, así como a suprimir el ción, el natural sello sistemático de la ética bautizan-
bautismo y la comunión en la secta de los cuáque- te, se fundamentaba antes que nada en la “espera”
ros. Copiando el modelo de los adeptos a la predes- de la acción de Dios. Esta idea aun en la actualidad
tinación y, de manera especial, de los calvinistas es la que imprime su sello en el meeting cuáquero,
considerados como tales, las distintas confesiones misma que fue analizada por Barclay con gran per-
bautizantes negaron rotundamente el valor de los fección, al razonar que el silente fin de dicha espera
sacramentos en calidad de salvación y provocaron constituye la superación de lo que se hace por ins-
el “desencantamiento” del mundo hasta lo máximo. tinto e irracionalmente, es decir, de aquello que en el
Únicamente la “luz interior” de la revelación conse- “hombre natural” es pasión y “subjetividad”; la voz
cutiva era capaz de conceder la comprensibilidad in- de Dios se deja oír, precisamente, cuando en el al-
clusive de las revelaciones de Dios a través de la ma domina la serena paz del silencio. Los efectos
Biblia. Por otro lado, su emanación podía abarcar a de esta “espera” podrían interpretarse, de hecho,
individuos en absoluto versados en las formas bíbli- como estados histéricos, profecías y, en más de un
cas de la revelación, por lo menos en cuanto a la momento dado (ante la existencia de una esperanza
doctrina de la secta de los cuáqueros, que era la escatológica), como desbordamientos de quiliasmo
más afín al respecto. En realidad, el fundamento ex- apasionado, que suelen ser factibles en todas las
tra ecclesiam nulla salus únicamente tuvo validez formas semejantes de la religiosidad a igual que las
para esta Iglesia invisible de aquellos que habían originadas efectiva mente en la secta que mereció la
recibido la luz interior del Espíritu; sin ella el hombre reprobación en Münster. Ahora bien, tan pronto co-
por su propia naturaleza, hasta dejándose conducir mo el movimiento bautizante hizo su aparición en la
por la razón natural, era simplemente una “criatura” vida profesional, la quimera de que Dios únicamente
menospreciada por los cuáqueros aún con más in- habla en tanto que la criatura permanece silenciosa,
clemencia que por los calvinistas, debido a su ale- dio a en tender, con claridad, una disciplina en la
jamiento de Dios. Independientemente, la regenera- quietud de la reflexión en el obrar, y en el esmerado

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ejercicio del propio examen de conciencia. Estos antipolíticas. La importancia excepcional concedida
trazos de gravedad, rudeza y de acrisolada honra- por la doctrina bautizante de la salvación al examen
dez fueron posteriormente apropiados por el estilo de la conciencia, en virtud de la divina revelación
esencial de las generaciones venideras de bautizan- particular, dio a su acción en la vida profesional el
tes, en especial por los cuáqueros. Tras el desen- mismo sello peculiarmente severo y de honradez
cantamiento del mundo, cortado de raíz, únicamente absoluta que regía en su cabal proceder. En su
la senda del ascetismo profano pudo ser tolerada. momento oportuno habremos de ver el gran ascen-
De ahí que, en las comunidades completamente diente que tuvo sobre el desenvolvimiento del espíri-
ajenas al poder político y por ende al conjunto de su tu capitalista en muchos de sus significativos aspec-
actividad, brotaran igualmente, como resultado, es- tos. Limitémonos aquí a recordar que la determinada
tas virtudes ascéticas en el trabajo profesional. En forma a la cual se acogió el ascetismo profano de
los comienzos del movimiento bautizante, sus diri- los bautizantes, en especial los cuáqueros ya dio
gentes habían actuado con un radicalismo al máxi- señales en el siglo XVII, en el ejercicio de un subs-
mum en su alejamiento del mundo; sin embargo, es tancial fundamento de la ética capitalista, que res-
obvio que ya desde la generación primera no se ponde a la frase honesty is the best policy, usada
manifestase en todos, exclusivamente, el riguroso por Franklin en su clásica expresión en el tratado al
comportamiento apostólico como regeneración evi- que nos referimos con anterioridad. Contrariamente,
dente. En dicho grupo de descendientes se hallaban veremos que el calvinismo dió por resultado el des-
acaudalados elementos de la burguesía, y ya con encadenamiento de las fuerzas en el individuo un
anterioridad a Menno (el cual permaneció de modo deseo vehemente de ganancia desmedida, ya que,
terminante dentro de las virtudes profesionales en lo pese a la expresa legalidad propia del “santo”, entre
profano y de la deferencia por la propiedad privada) los calvinistas siempre fue válido este principio
la áspera e inflexible conciencia de los bautizantes goethiano: “El individuo en acción es desleal; úni-
se deslizaba plenamente por surcos delineados por camente tiene conciencia el contemplativo”.
la ética reforma da, puesto que, desde Lutero (a
quien los bautizantes han seguido en esto), el mo- Existe, además, otro factor favorable a la adquisición
nástico ascetismo sobrenatural habría resultado ré- de una mayor intensidad del ascetismo profano en
probo, juzgándolo opuesto al espíritu bíblico y ase- las sectas bautizantes; pero, únicamente podrá ser
verador de la “santidad de las obras”. Desde siem- examinado con minuciosidad en otro preciso lugar.
pre, no sólo hoy en día, ha tenido vida una secta Amerita, sin embargo, el anticipo de algunos comen-
bautizante conocida como de los Tunker (dom- tarios con el fin de justificar, al mismo tiempo, el mé-
plaers, dunckards), que repudia cualquier instrucción todo adoptado en esta exposición. Intencionalmente
y abundancia que sobrepase los límites de lo reque- hemos dejado de referirnos a las fundaciones socia-
rido para sufragar las indispensables necesidades les objetivas de las primitivas iglesias protestantes;
de la vida (excluidas las primitivas corporaciones de pongamos de ejemplo la disciplina eclesiástica, se-
cariz semicomunista). Ahora bien, poniendo de ñalando, tan solo, los resultados que podía propiciar
ejemplo a Barclay, vemos como éste concibe la éti- en el comportamiento del hombre la apropiación
ca profesional no exactamente con el carácter del subjetiva de la piedad ascética. Si lo hemos dispues-
calvinismo o luteranismo, antes bien a la manera to así se debe no solamente a que este es el aspec-
tomista, como resultado ineludible naturali ratione to menos analizado hasta ahora, sino, además, a
por el solo hecho de que el creyente viva en el mun- que los resultados de las normas eclesiásticas no
do. Todo ello llevaba implícito un debilitamiento de la caminaron en todo caso hacia la misma meta.
idea calvinista de la profesión, semejante a la que se Realmente, el riguroso control policíaco y poco me-
halla en Spener y los pietistas alemanes; sin embar- nos que inquisitorial establecido por las iglesias ofi-
go, simultáneamente, concurrían otros factores para ciales relativas al calvinismo acerca de la vida de
que el interés profesional económico en las sectas cada individuo podía convertirse más pronto en un
bautizantes adquiriera una mayor intensidad. Prime- obstáculo en el afán de expandir el requerido vigor
ramente, el rechazo (juzgado antes que nada como individual, y eso fue lo acontecido en ciertas coyun-
obligación piadosa, efecto del alejamiento del mun- turas. De igual manera como la regulación mercanti-
do) a los puestos públicos, casi del todo estable en lista del Estado pudo establecer nuevas industrias,
los menonitas y cuáqueros, por su repulsión a coger sin ser capaz de fecundar el “espíritu del capitalis-
una arma y prestar juramento, que los desacredita mo”, antes bien moderó su acción en el ámbito don-
para ejercer dichos puestos. En segundo lugar, no de el cariz policíaco-autoritario fue excesivo en dicha
debe olvidarse el desacuerdo inquebrantable de la regulación, asimismo la práctica del comportamiento
totalidad de las confesiones bautizantes hacia toda metódico se vio forzada por las normas eclesiásticas
clase de vida con cariz fastuoso, tanto por su oposi- del ascetismo. Cualquier opinión en torno a este te-
ción (como en el calvinismo) a encumbrar la criatura ma debe reconocer, indefectiblemente, la disparidad
o, como quiera que sea, a manera de resultado de que destacó entre los resultados de la policía arbi-
sus convicciones no sólo apolíticas sino, también, traria de la rutina en las iglesias estatales y la vigi-

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lancia del comportamiento en las sectas, fundamen- marla en vida racional en el mundo, pero no de este
tadas en el voluntario sometimiento. Ahora bien, mundo ni para él.
como sea que el movimiento bautizante fue el crea-
dor de “sectas” mas no de “iglesias”, ello propició la ¿Cuáles son los resultados obtenidos? En las pági-
intensificación de su espíritu ascético, de manera nas sucesivas quedarán al descubierto con toda cla-
semejante a la de ciertas comunidades calvinistas, ridad.
así como pietistas y metodistas, de las que, en efec-
to, se derivaron comunidades libres, constituidas por
su propia cuenta. II - La relación entre el ascetismo y el espíri-
tu capitalista
Habiendo quedado expuesto el fundamento piadoso
del concepto puritano de la profesión, nos queda por Si tratamos de establecer la conexión de las ideas
investigar ahora sus consecuencias en la vida eco- piadosas del ascetismo protestante con los apoteg-
nómica. A pesar de la diversidad de pormenores y al mas de la actividad económica, hemos de valernos
énfasis que le hemos dado a uno que otro de los de los escritos teológicos, fruto de la inspiración
factores conceptuados como determinantes, todos, emanada directamente en la cura de almas, ya que,
conjuntamente, han existido y actuado en todas las en una etapa en la que predominaba la obsesión
confesiones piadosas del ascetismo. Condensando, acerca del más allá, y en la que el prestigio social
podemos decir que lo más importante para nuestra del cristiano estaba subordinado al derecho de parti-
finalidad es la doctrina (de todos los grupos en co- cipar en la comunión, además de que el sacerdote,
mún) del “estado piadoso de gracia”, como un status con su intervención, ya sea en la cura de almas, en
que aleja del “mundo” al individuo, considerado ré- el riguroso cumplimiento de las normas eclesiásticas
probo al igual que todo lo creado, siendo su pose- y en las prédicas, tenía un gran ascendiente (lo cual
sión (sea cual fuere el medio que para alcanzarla se descubre con sólo pasear la vista, siquiera, sobre
fuese impuesto por los respectivos dogmas de las las páginas de las colecciones consilia, casus cons-
confesiones) imposible de lograr mediante la magia- cientiae, etc.), de hecho tan poderoso que casi re-
sacramental, incluyendo el descargo de la confesión sulta increíble para el hombre de la actualidad, es
o de otro acto cualquiera religioso, a no ser, única- indudable que las fuerzas religiosas operantes en
mente, por la verificación de una vida renovada en la este ejercicio serían, para el común de los hombres,
que se viera explícita la desigualdad, de un modo los elementos determinantes en la formación de su
inequívoco, entre ella y la propia del “hombre natu- carácter.
ral”. De ahí se originaba para el hombre el ímpetu a
controlar con método su estado de gracia en el Al llegar a este punto, es necesario examinar de
comportamiento, y, por consiguiente, a sellar con el manera global todo el protestantismo en su aspecto
ascetismo, su pauta en la vida. Como ya se com- ascético. Sin embargo, tomando en cuenta nuestra
probó, este cambio de vida representaba la raciona- tesis, nos detendremos con preferencia ante un
lización de la existencia, afín con los mandatos divi- hombre representativo del puritanismo inglés, pues-
nos. Ahora bien, tal ascetismo no integraba ya un to que éste, habiendo visto la luz dentro del calvi-
opus supererogationis, por el contrario era una reali- nismo, dio las bases más consecuentes al concepto
zación prescrita a todo aquel que quisiese estar se- de profesión. Nos referimos a Richard Baxter, el cual
guro de su bienaventuranza. Sin embargo, lo más se destaca entre los muchos que dieron a conocer la
significativo es que la vida privativa impuesta religio- ética puritana, debido a su postura práctica por ex-
samente al “santo”, no tenía proyección alguna fuera celencia e irónica, así como por el hecho de que sus
del mundo, en agrupaciones monásticas, antes bien escritos tuvieran una aceptación tan universal que
había de efectuarse en el mundo y sus ordenamien- merecieron muchas ediciones más y fueron traduci-
tos. Así, pues, la idea que el protestante se forjó dos profusamente. Aun cuando fue presbiteriano y
acerca de la profesión dio por resultado esta racio- apologeta del sínodo de Westminster, se fue desli-
nalización del comportamiento en el mundo, con la gando, a igual que muchos otros sobresalientes es-
mira puesta en el más allá. píritus de su época, poco a poco de la autoridad pa-
triarcal del dogma de la ortodoxia calvinista; en su
El ascetismo cristiano, al renunciar al mundo, cuan- fuero interno estaba en contra de la usurpación de
do en los comienzos huía de él y se ponía al abrigo Cromwell, por ser hostil a toda revolución, al espíritu
de la soledad, había logrado el dominio del mundo sectario y al fanatismo de los “santos”, si bien tran-
desde su encierro, bien que su carácter, de por sí sigía frente a las divergencias en temas no conside-
indiferente a la vida en el mundo, permanecía incó- rados como de fundamento; en suma, nunca dejaba
lume. Estamos, ahora, ante un acontecimiento a la de ser objetivo ante el enemigo. Se consagró, a
inversa: acomete el mercadeo de la vida; asegura promover la vida ético-eclesiástica, con un sentido
los portones de los claustros; se encuentra consa- realista extraordinario, y para ser a ella útil se puso a
grado a saturar esa vida con su método, a transfor-

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las órdenes del gobierno parlamentario de Cromwell de Dios, revelada por El, aquello que es válido para
y de la Restauración, siendo en el curso de ésta y, acrecentar su gloria no es la ociosidad ni el placer,
justamente la víspera del “día de San Bartolomé”, por el contrario, son las obras; en consecuencia, el
cuando renunció a su puesto. Es autor de Christian primero y más importante de todos los pecados es el
Directory, el compendio más extenso que se haya derroche del tiempo: la durabilidad de la existencia
logrado de la ética puritana, el cual se refiere en ge- es demasiado breve y hermosa para consolidar
neral, a todo aquello que es requerido prácticamente nuestro sino. Desperdiciar el tiempo en la vida so-
para la cura de al mas. Debido a la falta de espacio, cial, propalando murmuraciones, en la opulencia, in-
nos vemos imposibilitados de abundar más acerca clusive, entregándose al sueño por más tiempo del
de las Dificultades teológicas de Spener, símbolo del que requiere la salud corporal, esto es, de seis a
pietismo alemán, así como de la Apology de Bar- ocho horas, a lo sumo, es del todo reprochable en
clay, que es la imagen de los cuáqueros. Podríamos cuanto a lo moral. Aun no se dice tal como Franklin
también recordar a otros más que se distinguieron lo dejó escrito: “tiempo es dinero”; sin embargo, el
en el estudio y la práctica de la ética ascética, pero, principio adquiere ya validez desde el punto de vista
pese al interés que ofrecería el análisis comparativo espiritual. El valor del tiempo es ilimitado; una hora
entre unos y otros, la poca dimensión disponible nos desperdiciada equivale a una hora substraída a la
lo impide. labor destinada a la glorificación de Dios, razón por
la cual pierde su valor y, en algunas ocasiones, has-
Al adentramos en el contenido tanto del Christian Di- ta resulta asimismo censurable moralmente la con-
rectory como de la Eterna paz del Santo de Baxter, templación inactiva, cuando menos si se lleva a
o de alguna otra obra semejante, nos parece inaudi- efecto a costa del trabajo profesional, ya que ella no
to el énfasis puesto en los factores ebioníticos del es tan del agrado de Dios como la observancia de la
Nuevo Testamento, al manifestar cualquier opinión voluntad en la profesión; además, que ya se cuenta
acerca de la propiedad y su consecución. con el séptimo día para aprovecharlo en la contem-
plación. Al respecto, Baxter expresa que quienes vi-
La abundancia acarrea en sí un riesgo enorme, los ven en la holganza de su profesión suelen ser, jus-
impulsos que inducen a obtenerla son continuos y el tamente, aquellos que cuando es el momento de
suspirar por ella, además de ser absurdo por con- dedicar una hora a Dios no hallan el tiempo.
frontación con la ilimitada supremacía del reino de
los cielos, es también moralmente reprochable. El Esta es la razón del constante empeño de Baxter, a
ascetismo se dispone ahora a destruir toda ambición través de su más importante obra, abogando por el
por hacerse rico mediante los bienes materiales, con trabajo tenaz y continuo, tanto corporal como espiri-
más aspereza que en Calvino, el cual no concedía tualmente. En ello con tribuyen dos causas: primero,
crédito a que la abundancia significara una traba pa- el trabajo es el medio ascético más antiguo y acredi-
ra la actividad de los eclesiásticos, antes bien, de un tado; así lo ha reconocido la Iglesia occidental en
modo inverso, un plausible aumento de su repu- todas las épocas, tanto contra el Oriente, como con-
tación, puesto que con el lucro era posible hacerse tra la mayoría de las normas monacales del mundo.
de un patrimonio, con tal de no provocar el escánda- Aparte, previene con suma eficacia contra todas las
lo. Formarían un gran cúmulo las citas proporciona- tentaciones agrupadas por el puritanismo dentro de
das por los escritos puritanos, censurando el deseo la idea de unclean life, cuyo cometido es algo más
exagerado de amasar bienes y dinero, en contraste que accesorio. El ascetismo sexual puritano se dife-
rotundo con los escritos éticos de la última etapa del rencia del ascetismo monástico por cuestión pura-
medievo, inmensamente más desentendida en esta mente de grado mas no de base; en cuanto al modo
cuestión. Además, las impugnaciones ante la abun- de juzgar la vida marital existe una mayor rigidez
dancia están plenamente consideradas, y únicamen- que en aquél. Efectivamente, la relación sexual está
te se requiere puntualizar algunos pormenores para considerada como lícita dentro del matrimonio en
advertir su verdadera significación y enlaces éticos. cuanto al medio escogido por Dios para acrecentar
Ahora bien, si algo hay en verdad censurable para la su gloria, conforme al mandato de: “creced y multi-
moral es la satisfacción del descanso en la riqueza, plicaos”. Ante la tentación sexual, así como la duda
la fruición de los bienes, con los resultados ineludi- o la ansiedad religiosa, se recetan varias curas: die-
bles del sensualismo y de la indolencia, así como el ta moderada, alimentación vegetariana, baños fríos;
consiguiente desvío del afecto ardiente hacia una pero, en especial, esta máxima: “trabaja tenazmente
vida “santa”. Por el solo hecho de que al descansar en tu profesión”.
en la riqueza se corra un riesgo, ella es merecedora
de condena, ya que el “eterno reposo del santo” se Ahora bien, además de todo lo dicho, el trabajo es
halla en el más allá; por eso quien quiera estar se- básicamente una finalidad vital de la existencia, por
guro de su estado de gracia en este mundo, debe mandato de Dios. Responde al principio paulino de:
“efectuar las obras de aquel que le ha enviado, en “aquel que no trabaja no come”, el cual es aplicable
tanto que es día”. Conforme a la voluntad indudable

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por igual a todos; el que se fastidia al trabajar, de- ineludible para el individuo. Al respecto, podemos
muestra que carece del estado de gracia. observar que las relaciones de la práctica piadosa
luterana con el “mundo” fueron tan inseguras enton-
Vemos aquí con toda claridad cómo las concepcio- ces como todavía lo son ahora. Esa es la razón del
nes medievales se han desviado. Santo Tomás de por qué no era posible extraer de los conceptos lute-
Aquino consideró a su vez este principio, bien que ranos, principios éticos aptos para dar una nueva
dio al trabajo una interpretación de necesario úni- estructura al mundo, pues Lutero nunca se desligó
camente como naturli ratione, con el fin de mantener totalmente de la indiferencia paulina para con aquél;
la vida del hombre, individual y socialmente. Al no de ahí la procedencia del compromiso por admitirlo
existir esta finalidad el principio deja de tener vali- tal cual es, desde el punto de vista rigurosamente
dez, de un modo genérico, sin concretarse en cada piadoso. Por el contrario, en base al concepto puri-
caso. El que posea riqueza a suficiencia para vivir tano, el sello providencial de la acción recíproca de
sin trabajar, no tiene obligación de cumplir con el los intereses económico-privados se reviste de una
precepto. La contemplación, en cuanto a la forma nueva tonalidad. Cualquiera que sea la finalidad
específica del obrar en el reino celestial, no debe en- providencial de la adscripción del individuo a una
tenderse que se encuentra también por encima de la profesión, se advierte en sus frutos, de acuerdo con
interpretación literal del mandato. Desde el punto de el esquema puritano de entendimiento pragmático.
vista de la teología del hombre común, la manera En torno a ello, Baxter hace oportunas considera-
más sublime de la “productividad” monacal se basa- ciones que por varias veces, en más de un aspecto,
ba en el acrecentamiento del thesaurus ecclesiae nos traen a la memoria los bien sabidos encomios
mediante el rezo y el servicio de coro. Es compren- de la división del trabajo emitidos por Adam Smith.
sible el hecho de que Baxter, además de no aceptar El hecho de que las profesiones con especialidades
estas irregularidades de la obligación moral del tra- proporcionen al trabajador la habilidad (skill), origina
bajo, tampoco admita que la riqueza libere de la ob- un ascenso tanto cuantitativo como cualitativo del
servancia de aquél, y en ello estriba la enérgica y trabajo rendido y redunda en beneficio de la comu-
reiterada insistencia suya. Aun cuando el hombre nidad (common best) que viene a ser igual en favor
sea rico, si no trabaja pierde el derecho a comer, de la máxima parte posible. El motivo que induce a
pues, pese a que sus gastos inherentes a la vida los la realización es, pues, incondicionalmente utilitario
tenga cubiertos, está sujeto al mandato de Dios, y, y afín por entero a entendimientos ya comunes en la
al igual que el menesteroso está obligado a cumplir- literatura puramente secular propia de la época. De
lo, puesto que Dios ha designado para cada quien, ahí que el revestimiento puritano aparezca en el
sin exclusión de nadie, una profesión (calling), ésta momento en que Baxter expone a la cabeza de to-
no debe ser ignorada por el hombre, y es de rigor dos sus razonamientos este argumento: “si el hom-
que en ella labore. Lejos de significar como el lute- bre no cuenta con una profesión estable, cuales-
ranismo el sino de cada quien, al que hay que some- quiera de los trabajos que realice serán estrictamen-
terse resignadamente, debe aceptarse como el pre- te accidentales y fugaces; como quiera que sea,
cepto divino dirigido a toda la humanidad con el pro- destina más tiempo a la ociosidad que al trabajo”; de
pósito de impulsar la propia gloria de Dios. Tal dis- donde se infiere que “aquel (el trabajador profesio-
paridad, de la que no cabía suponer consecuencias nal) ejecutará ordenadamente su tarea, en tanto que
graves, dado su apariencia, tuvo, sin embargo, efec- el otro permanecerá en constante desorden, y para
tos psicológicamente de gran trascendencia, enla- su negocio no habrá tiempo ni espacio...; por ende,
zados con el desarrollo del sentido providencial del lo más adecuado para cada quien es contar con una
universo económico que en la Escolástica ya era profesión estable” (certain calling; en otra parte con-
usual. signa stated calling). El trabajo de corta duración a
que el jornalero se halla sentenciado es una situa-
Santo Tomás de Aquino, entre otros, ya había anali- ción generalmente ineludible, pasajera y, sea cual
zado el acontecimiento de la separación entre el tra- fuere, merece ser deplorada. La vida de aquel que
bajo y el ordenamiento profesional de la sociedad, no está capacitado para la profesión no tiene la vo-
relacionándola directamente con el proyecto del luntad metódica, sistemática, que demanda imperio-
mundo elaborado por Dios, cuya consecuencia era samente la ascetización de la vida en el mundo. De
evidente. Por lo pronto, la integración del individuo acuerdo con la moral cuáquera, la vida profesional
en este universo se sucedía ex causis naturalibus y del individuo debe ser una práctica ascética y con-
era meramente casual (dicho escolásticamente, por secuente de la virtud, una justificación del estado de
“contingencia”), en tanto, en opinión de Lutero, la in- gracia en la honestidad, esmero y normas que se
tegración del individuo en la profesión y estado con- aplican en la propia observancia del trabajo profe-
cedidos conforme a la disposición histórica objetiva sional; Dios no obliga a trabajar por trabajar, antes
era la resultante directa de la voluntad divina; por bien al trabajo racional dentro de la profesión. El fac-
consiguiente, permanecer dentro de los lindes y en tor determinante del concepto puritano de la profe-
la situación señalada por Dios era un deber piadoso sión radica en este carácter sistemático del ascetis-

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mo profesional, y no (a la manera de Lutero) en la za—, sino que también, conforme la voz del Apóstol,
resignación con lo dispuesto por Dios, asignado a va en perjuicio del amor al prójimo.
cada quien al azar. Por consiguiente, además de
sostenerse abiertamente en que cada quien es libre La especialización que en la actualidad impera en el
de compaginar distintas calling, si en ello concurre el mundo ilumina moralmente con un resplandor mag-
bien común o individual y no es perjudicial para na- nificente esta reiterada predicación puritana del valor
die, así como no induce a alguno a volverse poco ascético de la profesión estable, y así ocurre con el
escrupuloso (unfaithful) en el desempeño de cuales- hombre de negocios, respecto a la interpretación
quiera de las profesiones, se afirma que no es re- providencialista ante la posibilidad de lucrar con él.
prochable, siquiera, la transición profesional, de no El ascetismo ve con igual desprecio la altiva indife-
ser hecha sin reflexión, antes bien en virtud de que rencia señorial, como la tosca jactancia del nuevo ri-
pueda ser más agradable a los ojos de Dios, es de- co; en tanto que la austera imagen aburguesada
cir, de más provecho, conforme al principio general. (selfmade man) le es merecedora de toda clase de
Para determinar hasta donde una profesión es pro- alabanzas: God blesset his trade; con estas pala-
vechosa o complaciente para Dios, hay que tomar bras se distingue a los “santos” que triunfaron en el
en cuenta, primero, los criterios éticos; segundo, la cumplimiento de los mandatos divinos. Si los judíos
avenencia a la magnitud que representa para la co- veían que su Dios, con todo su poderío, recompen-
munidad, los beneficios que de ella habrán de ema- saba la religiosidad de sus fieles justamente en esta
nar. Ahora bien, como tercer criterio —el de mayor vida, así debía de seguir operando de suyo para con
importancia, visto como práctico— el beneficio eco- los puritanos, que, conforme al consejo de Baxter,
nómico que reditúa al hombre: efectivamente, Dios controlaban el estado de gracia, estableciendo una
(considerado por el puritano como operante en los comparación con el estado del alma de los persona-
más ínfimos pormenores de la existencia) al revelar jes bíblicos; para aquéllos las sentencias de la Biblia
a uno de los elegidos la probabilidad de una ganan- eran consideradas como “artículos de un código”. La
cia, le asiste alguna finalidad. Así, pues, el cristiano voz del Antiguo Testamento no era en sí lo bastante
creyente no tiene otra disyuntiva que dar oídos al clara. Recordemos a Lutero que, al interpretar un
llamamiento y beneficiarse con él. “Si Dios os señala pasaje de Sirach, daba gramaticalmente un sentido
una senda que habrá de proporcionaros más rique- profano al concepto de “profesión”. Sin embargo,
za que la que pudiérais conseguir por una senda pese al influjo helenístico dominante en él, el libro de
distinta (sin detrimento de vuestra alma ni la de los Jesús Sirach, debido al espíritu que lo impulsa, se
demás) y la desecháis para emprender el camino halla pletórico de elementos aún impregnados del
por la que os enriquecerá menos, ponéis trabas a sentido tradicionalista del Antiguo Testamento (ex-
uno de los propósitos de vuestra vocación (calling) y tendido). Ciertamente, es muy significativo que este
os rehusáis a fungir como administradores (steward) libro, entre los campesinos luteranos de Alemania,
de Dios y a recibir sus dones para valeros de ellos siga teniendo tanta popularidad en los tiempos ac-
en su servicio y en el momento que El os lo deman- tuales, y la índole peculiar del luterano de varias ra-
dase. Se os está permitido trabajar para enriquece- mas del pietismo alemán se destaca en su predilec-
ros, pero no para aplicar en seguida la riqueza a la ción por Jesús Sirach. La severa contraposición de
disposición de vuestra sensualidad y pecados, antes lo divino y la naturaleza, clásica en los puritanos,
bien para glorificar con ella a Dios”. La opulencia es hacía que éstos rechazaran los Evangelios apócrifos
únicamente condenable cuando induce a la holgan- por no considerarlos de inspiración. Por lo que se re-
za corrupta y al placer sensual de la vida, y el afán fiere a los libros canónicos, tenía más fuerte ascen-
de enriquecerse tan solo es malo si lleva implícito la diente el Libro de Job, en el cual la intensa venera-
seguridad de una vida indiferente y confortable y la ción a la Majestad Divina (de suprema soberanía y
fruición de todas las concupiscencias. Sin embargo, extraída a toda proporción humana), tan cara a los
en calidad de práctica del deber profesional, además principios del calvinismo, surgía integrada con la
de ser moralmente lícito, constituye un mandato convicción final (que para Calvino no tenía la impor-
prescrito. En ello radica el sentido de la parábola de tancia capital que, por el contrario, animaba al puri-
aquel sirviente que se condenó debido a que no su- tano) de que Dios suele derramar sobre sus elegi-
po extraer la ganancia de la libra que le hubo sido dos, justamente en esta vida, sus dones, sin excluir
prestada. Mucho se ha dicho que cuando alguien los materiales. En cuanto a Baxter, descuidó por
quiere ser pobre es comparable a quien quiere estar igual la inacción, esto es, el quietismo oriental que
enfermo: en ambos casos sería santificar las obras se descubre tanto en la mayoría de los más inspira-
al mismo tiempo que ir contra la glorificación de dos salmos, como en las sentencias de Salomón, y
Dios. Especialmente, el hecho de que el hombre ca- el sello tradicionalista de la epístola a los Corintios,
pacitado para el trabajo se lance a la mendicidad no en su primer párrafo, pese a que con tiene una im-
es únicamente reprobable en cuanto a la moral, en portancia fundamental para definir la idea de profe-
calidad de uno de los pecados capitales —la pere- sión. De ahí se desprende la insistencia en los pasa-
jes del Antiguo Testamento que elogian el espíritu

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recto, la probidad formalista, como prueba del com- cualquiera; y una gratitud similar inundaba toda la
portamiento agradable a Dios. Se llegó a considerar razón de la vida de la burguesía puritana, que se
que a la ley del mosaísmo se la había despojado de consideraba, por la gracia de Dios, de intachable
su validez, de resultas de la Nueva Ley, en sus pre- comportamiento, dando, categóricamente, el sello
ceptos estrictamente ceremoniales o cuyo alcance formalista, severo y justo que distingue los modelos
histórico se circunscribía al pueblo judío, en tanto representativos del capitalismo en su etapa heroica.
que para los demás se mantenía en vigor en calidad
de lex naturae; así, pues, el apego a esta doctrina Examinemos, por lo pronto, los puntos en sí, en los
propiciaba, por un lado, abstraerse de los preceptos cuales logró su influjo directo el modo de vida capi-
que ya no hallarían acomodo en la vida moderna, talista el concepto puritano de la profesión y la idea-
permitiendo, por el contrario, sin restricciones, que el lización de un comportamiento ascético. Es ya sabi-
ascetismo profano de este protestantismo, de mati- do que el ascetismo se dirigía, en especial, contra el
ces tan acordes a la ética de las Sagradas Escritu- placer “despreocupado” de la vida y de todo lo que
ras, adquiriesen un vigor considerable. En razón a lo en ella es capaz de producir regocijo. Esta propie-
dicho, no es de sorprenderse que tanto los autores dad se registra con la mayor nitidez en la lucha en
de la época como también los de la actualidad califi- redor del Book of Sport elevado a ley por Jacobo I y
quen de English hebraism el significado ético por Carlos I, a fin de acometer contra el puritanismo,
excelencia del puritanismo inglés. Su proceder es habiendo el segundo ordenado que desde todos los
correcto siempre y cuando esta denominación sea púlpitos se llevase a cabo su lectura. Los puritanos
entendida como es debido. No es prudente fijar la se enfrentaron fieramente a la ordenanza real que
atención sólo en el judaísmo palestino de esos tiem- consentía con toda legalidad determinadas diversio-
pos, en los que hallaron acogida los preceptos del nes populares celebradas en día domingo, en horas
Antiguo Testamento, antes bien hay que considerar no coincidentes a la observancia de las obligaciones
el judaísmo que fue tomando forma paulatinamente piadosas y no por el hecho únicamente de que ex-
por la fuerza de muchas centurias de educación torsionaban el reposo del sábado, sino también por
formal, legalista y mediante la doctrina del Talmud; constituir una directa impugnación a lo que debe ser
razón por la cual amerita conducirse con suma pre- la metódica vida del santo. Y, precisamente, la ame-
caución al intentar confrontaciones El puritanismo se naza del monarca a base de inflexibles castigos, a
encontraba totalmente distante del sentido, propio cualquier embestida contra la legalidad de aquellos
del judaísmo antiguo, despreocupado de la vida, así juegos, llevaba la concreta intención de arrasar con
como característico de la ética económica del ju- esta peculiaridad ascética que, siendo contraria a la
daísmo correspondiente al medievo y aun contem- autoridad, el Estado la consideraba peligrosa. Por
poráneo, en aquellos matices peculiares que deter- otro lado, la sociedad monárquica feudal favorecía a
minan su Posición en el desenvolvimiento del ethos todo aquel que se sentía atraído por el esparcimien-
capitalista. Sin duda, existía más afinidad entre el to, frente a la incipiente moral burguesa y los con-
criterio judaico con el propio del capitalismo aventu- ventículos ascéticos adversarios de la autoridad, de
rero, de índole político-especuladora; este ethos, igual manera que la sociedad capitalista de hoy en
concretando, era el que corresponde al capitalismo día favorece a quienes se sienten impulsados hacia
del paria, en tanto que el puritanismo se valía del et- el trabajo, contra la ética de clases de los trabajado-
hos de la industria racional burguesa y de la disposi- res y sindicatos poco más o menos anarquistas. No
ción racional del trabajo, y únicamente aquello que obstante, frente a todo ello los puritanos se levanta-
se ajustaba a estas hormas fue lo que extrajo de la ron en virtud de su principio del comportamiento as-
ética del judaísmo. cético, que era lo fundamental: el despego que tanto
el puritano como el cuáquero sentían ante los juegos
Debido al limitado espacio de que disponemos para no se apoyaba en principios piadosos, y hasta por
este esbozo, no es factible exponer los resultados ellos aceptado, con el requisito de que fuera de pro-
caracterológicos que obtuvo este poder asimilativo vecho a una finalidad racional: ser la confortación
de las normas del Antiguo Testamento, no obstante requerida para el volumen de la entrega física; úni-
que esta tarea, con todo y lo sugestivo del tema, no camente era censurable, de un modo opuesto, por el
ha sido intentada ni tan solo por relación al propio hecho de poner simplemente al descubierto los ins-
judaísmo. Independientemente de las relaciones se- tintos desencadenados, o en calidad de mero ins-
ñaladas, no está por demás hacer hincapié en que trumento de placer o, en suma, cuando se prestaba
con la vieja convicción de que el pueblo judío era el para avivar los agonales codiciados, la propensión
elegido por Dios se produjo entre los puritanos un salvaje o el frenesí irracional de la apuesta, todo
descomunal renacimiento, que derivó psicológica- considerado reprochable totalmente. El disfrute li-
mente en resultados colosales. Baxter, con su blan- cencioso de la vida, distante del trabajo profesional
dura, de mostraba su reconocimiento a Dios por ha- tanto como de la religiosidad, era el antagonista del
berle concedido la suerte de nacer en Inglaterra y en ascetismo racional bien sea que se mostrase aquél
el seno de la Iglesia verdadera, en vez de otro lugar

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como recreo “señorial” o como la asidua concurren- ostentation y otras más propias de ciertos modos
cia del hombre común al baile y a los bares. irracionales de comportarse, esto es, el obrar sin mi-
ra ascética, y que en vez de ser de provecho para la
Por consiguiente, también la postura ante los bienes gloria de Dios lo fuera del individuo, se aplicaron
de la cultura, carentes de valor directo en cuanto a prontamente en favor de una finalidad rigurosa en el
la religión, refleja síntomas de desconfianza, si no uso de motivos artísticos. Y esta norma finalista y
de declarada incompatibilidad. racional fue adaptada por entero en casos como, por
ejemplo, el ornato de la persona y de la vestimenta.
No debe interpretarse por ello que el idealismo de Esta pujante inclinación a igualar el estilo vital —que
vida del puritano implicara, exactamente, un áspero viene a ser el pendant del interés capitalista de la
prejuicio o un señalado desdén hacia la cultura; sin actualidad a “estandardizar” la producción—, impli-
embargo, la realidad es otra, completamente opues- caba sus ideales fundamentados en el repudio a la
ta, a lo menos por lo que se refiere a la ciencia (con “idolatría”. En verdad no debemos olvidar que el pu-
excepción, naturalmente, de la repulsiva escolásti- ritanismo contenía un sinfín de contradicciones, que
ca), y los representantes más notables del movi- el impulso irreflexivo de aquello que en el arte goza
miento puritano tienen una formación renacentista de grandeza intemporal se encontró, indudablemen-
muy profunda: el clasicismo se traslucía en las pré- te, más acorde en sus jefes que en los “caballeros”;
dicas de las filas presbiterianas del movimiento; y asimismo, que la fuerza creativa de Rembrandt, ge-
hasta las radicales, no obstante tomarlo como tema nio representativo, no obstante de que su conducta
de crítica, no tenían a menos valerse de esa clase no fuese grata a los ojos del Dios de los puritanos,
de cultura en la controversia teológica. Tal vez no ha estuvo dirigida fundamentalmente por el medio sec-
existido jamás un país como la Nueva Inglaterra, en tario en el que se desenvolvió el propio artista. Aho-
la primera generación de su origen, tan desbordante ra bien, no por ello cambia en absoluto el panorama
de graduates. Los escritores satíricos declarados que acabamos de exponer, puesto que en realidad
enemigos, entre ellos Butier, autor de Huidibras, resultó favorable principalmente a la literatura y a las
censuran justamente la sabiduría de gabinete y la generaciones posteriores, debido a la intrínseca
dialéctica escolástica del puritanismo: lo que estaba, personalidad con toda su potencia, que pudo haber
aun cuando no enteramente, relacionado con el sido y fue, en efecto, el resultado del progresivo im-
aprecio religioso del saber, resultado de la postura perio del vigoroso estilo puritanista.
frente a la católica fides implícita. El panorama en el
campo de la literatura, sin incluir el de la ciencia, y No hay posibilidad de ahondar más en cada uno de
del arte es, indudablemente, distinto. Al ascetismo los por menores de las influencias del puritanismo
se le debe, aquí, el hecho de haber asfixiado el júbi- en todos los sectores que hemos señalado. Báste-
lo de la vieja Inglaterra. Los venablos no iban direc- nos recordar que el esparcimiento permitido en los
tos únicamente hacia las diversiones profanas; los bienes culturales, se entiende que únicamente los
puritanos fueron presa de un encono feroz contra que benefician el deleite artístico o deportivo, topa
todo aquello que tuviera viso de superstición; hacia infaliblemente con una peculiar limitación: sin costo
cualquier remembranza de regencia mágica de la alguno. El individuo no es más que un administrador
gracia; asimismo, enfrente a la celebración de la de los bienes que por la gracia de Dios, por la propia
Nochebuena, cristiana por excelencia, y del árbol de voluntad de El, le han sido concedidos, y, del mismo
mayo, inclusive, en contra a la despreocupada ex- modo que el sirviente, del cual nos habla la Biblia,
presión artística de la Iglesia. Claro está que en Ho- debe avenirse en rendir cuenta de cada fracción de
landa fue posible desarrollar un arte esplendoroso, moneda que le haya sido confiada, por este solo he-
con frecuencia valientemente realista, lo cual de- cho, es un riesgo disiparla en algo que no esté des-
muestra únicamente que en esta rama podía ser tinado a la honra de Dios, cuando, por el contrario,
muy escasa la eficacia de la regulación arbitraria de es para el placer del hombre. No hay más que abrir
las costumbres, frente a la presión ejercida por la los ojos para advertir representantes de esta menta-
Corte y la clase que a la sazón dominaba, corres- lidad, inclusive hoy por hoy. Aquel que siente la ob-
pondiente a los rentistas, y la sensualidad de los en- sesión por la pertenencia, como deber o cargo en-
riquecidos, integrantes de la pequeña burguesía, comendado, con lo cual está comprometido, some-
después que el fugaz imperio de la teocracia calvi- tiéndose a ello en calidad de administrador y aun
nista quedó reducido a una infecunda Iglesia estatal, más de “máquina adquisitiva”, llevará para siempre
impotente para restituir al calvinismo el poder ascé- en peso esta carga que aplasta toda posibilidad de
tico proselitista de sus orígenes. Los puritanos con- solaz vital en él. A mayor riqueza, pues, tanto más
denaban, también, el arte teatral; y la categórica recio es el sentido de la responsabilidad por su man-
prohibición de lo erótico y el desnudo, no permitió tenimiento intacto ad gloriam Dei y la intención de
que la literatura y el arte pudieran ya nutrirse de las acrecentarla mediante el trabajo continuo. Induda-
concepciones más radicales. Nos encontramos con blemente, alguna raíz de este estilo vital, que contri-
que expresiones de idle talk, de superfluities, de vain buyó a su origen (a igual que otros muchos factores

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del espíritu moderno del capitalismo) en la Edad cimiento, como producto del trabajo profesional, vio
Media, bien que únicamente en la ética del protes- algo más importante, esto es, la valoración ética del
tantismo ascético descubrió su fundamentación más trabajo constante, prolongado, de manera sis temá-
consecuente. Ahí se puede ver con toda claridad la tica en la profesión, como vía ascética preeminente
trascendencia para el desarrollo capitalista. Con- y en calidad de prueba verdadera y palpable de re-
densando, diremos que el ascetismo laico del pro- generación y de auténtica fe, que debía ser el más
testantismo obraba contra el placer despreocupado efectivo agente, para difundir el concepto de la vida
de la abundancia, usando la potencia al máximum, y que hemos denominado “espíritu del capitalismo”. Si
ahorcaba el consumo, principalmente de artículos lu- tras el ahogo del consumo añadimos el del espíritu
josos; por otra parte, psicológicamente aniquilaba, de lucro de todos sus impedimentos, las ineludibles
sin embargo, todas las sujeciones que la ética tradi- consecuencias serán el cúmulo de un capital como
cional ofrecía al deseo de la riqueza, destruía todos efecto de esa coerción ascética para el ahorro. Co-
los eslabones del anhelo de lucro pues, aun cuando mo sea que el capital amasado no debía disiparse
no lo legalizaba, lo tenía conceptuado como manda- vanamente, resultaba obligado invertirlo con propó-
to de Dios (con el significado expuesto). sitos fructuosos. Claro está que no es posible la
exactitud de un cálculo en cifras acerca del magno
La pelea entablada contra el sensualismo y el apego alcance de este efecto; mas, su realidad, en Nueva
a la riqueza no iba dirigida hacia el lucro racional; se Inglaterra, no pasó inadvertida ya para Doyle, en vir-
trataba de dar el golpe al uso irracional de la rique- tud de la gran penetración suya como historiador.
za. El puritanismo así lo afirma, y así también lo Por lo que respecta a Holanda —aquí fue únicamen-
atestigua Barclay, apologista cuáquero por excelen- te por siete años que dominó el calvinismo—, los
cia. Al uso irracional de la riqueza se le debe una in- círculos más apegados a la religiosidad, cuya senci-
terpretación, especialmente, de la preferencia por llez y moderación iban cada vez más en ascenso,
las formas exageradas del lujo —juzgado como ido- dueños de grandes riquezas, terminaron por lanzar-
latría—, tenidas por el feudalismo en tan alto apre- se desenfrenadamente tras el cúmulo de capitales.
cio, en vez del uso racional y provechoso grato a Sin embargo, con el paso de los años, la propensión
Dios, con la finalidad vital del hombre y de la comu- en todas las épocas y lugares, la misma que aún
nidad. No se esperaba del rico “mortificación”, por el hoy existe, de “aristocratizar” la burguesa sucesión
contrario, se trataba de que él hiciera uso de sus de bienes, se topó con el menosprecio hacia las
bienes en lo necesario y de posible utilidad. La idea formas feudales de vida, propio del puritanismo. Los
de lo confortable abarca singularmente el conjunto mercantilistas escritores ingleses del siglo XVII con-
de los fines permitidos por la ética. Es obvio, pues, sideraban que la preponderancia del capitalismo ho-
que los primeros en quienes tomó forma la conducta landés estaba por encima del de Inglaterra debido a
inspirada en dicha idea fueran los representantes, que en este país, contrariamente a como en Holan-
justamente, de tal concepción de vida, es decir: los da, los capitales nuevos eran invertidos en tierras,
cuáqueros. En frente al boato y la fastuosidad des- así como por el hecho —que hay que tomar también
lumbrante al modo caballeresco que, sin sólida eco- en cuenta— de que sus amos se daban con exceso
nomía da preferencia a la deslustrada elegancia por a estilos feudales, con pretensiones de adquirir un
encima de la modesta simplicidad, se coloca ahora sello aristocrático, extirpando sus patrimonios del
el ideal del varón burgués, consistente en un escru- caudal capitalista circulante. La agricultura era digna
puloso bien estar consolidado. de alto aprecio para el puritanismo y, de manera
concreta, para Baxter, considerada como parte de
Por lo que se refiere a la fecundación de bienes, el importancia muy singular dentro del dinamismo eco-
ascetismo se enfrentaba por igual a la falta de leal- nómico y con aptitudes específicas para competir
tad que a la ambición de riquezas por el solo instin- con la religiosidad; mas, las afinidades no se ven
to. Únicamente esto era lo que el ascetismo conde- concentradas en el lordman, antes bien en el yeo-
naba como covetousness, como mammonismo, et- man y el farmer, así como, en el siglo XVIII no lo es-
cétera, pretender la abundancia con la sola y exclu- taban en el Junker, sino en el agricultor racional. A
siva finalidad de enriquecerse. La riqueza, conside- partir del siglo XVII vemos a la sociedad inglesa de
rada en sí, es una tentación. Lamentablemente, de aquel tiempo fraccionada en dos bandos, debido a la
ahí se desprende con claridad, el ascetismo operaba diferenciación entre la squirearquía, correspondiente
con el rigor semejante al que “siempre desea lo a la antigua Inglaterra jubilosa, y los núcleos purita-
bueno y nunca deja de crear lo malo” (se entiende nos carentes de una seguridad en el poder social.
por malo: la riqueza y sus tentaciones). De hecho, Estos rasgos distintivos, por una parte el simple júbi-
conforme con el Antiguo Testamento y de igual mo- lo vital, y por la otra, el propio dominio, con estricta
do a la valoración ética de las “buenas obras”, ade- medida y cautela, así como con cierta ética conven-
más de aquilatar en el afán de la riqueza, como últi- cional, existen a la vez en la idea representativa del
ma finalidad, lo sumo de lo reprochable y, en con- carácter del pueblo inglés. Asimismo, en el curso de
traste, un favor de la voluntad divina en el enrique- la antigua historia de la colonización de aquellas re-

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giones norteamericanas se observa la resistencia mente, la religión reditúa laboriosidad (industry) y
absoluta de los adventurers, que instituían planta- sobriedad (frugality), ambas por igual fuente de ri-
ciones valiéndose del trabajo de intendad servants y queza. Mas tan pronto como esta riqueza se acre-
pretendían vivir a la manera señorial, frente a la cienta, se agiganta la soberbia, la vehemencia y el
mentalidad de los puritanos, esencialmente burgue- apego al mundo en cualquiera de sus formas pues,
sa. La fuerza emanada de la concepción puritana de ¿cómo ha de ser posible que vaya a perdurar tanto
la vida no propició únicamente la creación de capita- el metodismo, siendo una religión afectiva, a pesar
les, pues, además, dio resultados aún de mayor im- de que ahora la vemos extenderse como un frondo-
portancia, al beneficiar de manera especial la forma- so árbol? Donde sea que estén, los metodistas son
ción del comportamiento burgués y racional (visto laboriosos y ahorrativos; en consecuencia, se in-
desde el ángulo de la economía) cuya figura más crementa su abundancia en bienes materiales. Por
representativa y consecuente corresponde al puri- ende, se acentúa en ellos la soberbia, el ardor, to-
tano. Es así como esta concepción contribuyó al ori- dos los apetitos carnales y del mundo, el orgullo de
gen del “hombre económico” de los tiempos moder- vivir. La forma de la religión persiste, pero..., poco a
nos. Sin embargo, ante la difícil prueba de la cons- poco se va secando su espíritu. ¿No existirá algún
tante tentación de la riqueza, ya experimentada por medio que paralice esta decadencia insistente de la
los mismos puritanos, aquellos ideales de vida se pura religiosidad? Obviamente, no es posible que
estrellaron. A cada paso solemos encontrar a los impidamos a la gente que sea laboriosa y ahorrativa.
adeptos más fidedignos del puritanismo integrar el Debemos aleccionar a todos los cristianos que tie-
círculo de la pequeña burguesía, que gozaba, en nen el deber y el derecho de ganar lo más posible y
aquel tiempo, de su máximo esplendor económico, de ahorrar cuanto puedan; es decir, que no sólo
así como de los farmer; inclusive, entre los cuáque- pueden, sino que deben enriquecerse”. (A continua-
ros, nos encontramos con los beatipossidentes pres- ción, se reitera la advertencia de que “deben ganar y
tos a desdecirse de un gran número de sus ideales ahorrar cuanto puedan” y de que asimismo “deben
antiguos. Esta es la misma suerte que hubo de co- ceder cuanto puedan”, a fin de prosperar en la gra-
rrer en su día el ascetismo monástico del medievo, cia y juntar un tesoro en el cielo). Como puede com-
predecesor de este ascetismo laico. Ello ocurrió probarse, Wesley advierte en todos los pormenores
cuando la racionalización de la economía, tomando la misma relación que nosotros hemos expuesto.
como base de una existencia la severa conformidad Este movimiento religioso, con todo su poderío, y
a las reglas y el ahorcamiento del consumo, hubo cuyos alcances para el avance económico residían
logrado sus efectos, el cúmulo de la riqueza o el he- especialmente en efecto de educación ascética, no
cho de haberse “aristocratizado” (al igual que en la los tuvo, sin embargo, para llevar al máximo su influ-
etapa precedente a la escisión religiosa) o bien jo económico (con la intención que Wesley le da)
conminó, a lo menos, con debilitar la disciplina mo- tanto que no se hubo extinguido la efervescencia del
nacal, por lo cual era necesario llevar a cabo una arrebato piadoso, en el punto que la búsqueda vio-
que otra de las varias “reformas”. En efecto, la histo- lenta del reino de Dios derivó en la sobria virtud de
ria completa de las órdenes religiosas es, en cierta la profesión y las raíces religiosas, habiéndose se-
medida, una lucha constante alrededor de las cues- cado, fueron remplazadas por argumentos utilitarios.
tiones inherentes del hecho de secularizar la rique- En suma, en el punto coincidente en que, para dirigir
za. Y con el ascetismo profano del puritanismo la palabra a Dowden, Robinson Crusoe, aquel ser
acaeció ni más ni menos de igual modo. Aquel vigo- económico a solas, que únicamente de manera inci-
roso revival del metodismo anterior al crecimiento de dental asume, también, una actividad de misionario,
la industria en Inglaterra, en las postrimerías del si- empieza por remplazar al “peregrino” de Bunyan en
glo XVII, es fácilmente comparable con cada una de la prodiga imaginación del pueblo, que se lanza rau-
estas reformas de las órdenes religiosas. Nos es damente por entre la “feria de la vanidad”, conducido
dable añadir un fragmento de John Wesley, que po- por un profundo anhelo de soledad que lo impulsa a
dría servir convenientemente como lema para enca- buscar el reino de Dios. Después, llegado el mo-
bezar todo cuanto aquí se ha dicho, ya que señala la mento en que se sobrepone el principio de to make
manera como los jefes de todas las ramas ascéticas the best of both worlds, tiene efecto que la buena
veían por igual, con suma claridad, y con idéntico conciencia es, sencillamente, un medio, entre otros,
significado que el nuestro, la conexión con visos al de confortable vida burguesa —ya observado por
parecer de paradoja, puesta de manifiesto. Helo Dowden—, esto es, en el sentido de “conciencia
aquí: tranquila” que el alemán burgués deja traslucir
cuando así se expresa. Ciertamente, la herencia que
Temo: donde la riqueza asciende, la religión amino- la era del siglo XVII legó a su sucesora utilitaria fue
ra en igual proporción; no concibo, pues, cómo pue- la coacción de conservar la con ciencia sana (diría-
da ser factible, conforme a la naturaleza de las co- mos. al modo farisaico, buena) en razón de enrique-
sas, una extensa persistencia de cada alborada de cimiento, con la condición de que rigieran las nor-
la verdadera religiosidad; puesto que, necesaria- mas legales en su adquisición. Una vez desapareci-

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do el último residuo del Deo placere vix potest, sur- del salario bajo por aquel que no ha sido favorecido
gió el ethos profesional de la burguesía. Al empresa- con otras posibilidades más ventajosas. Al respecto
rio burgués no sólo le estaba permitido el afán de lu- el ascetismo del protestantismo no elaboró ninguna
cro, sino que debía guiarse por él, si le asistía la se- innovación; embargo, además de ahondar en ello,
guridad de hallarse en estado de gracia y de consi- muy sutilmente por cierto, aceleró algo que se con-
derarse evidentemente bendecido por Dios, siempre sideraba de máxima importancia para la eficiencia
y cuando no se saliera de los límites de la corrección de la norma, esto es: el impulso anímico motivado
formal, se comportara con ir ética, y el uso de sus ri- por la idea de este trabajo en calidad de profesión,
quezas no fuese indecoroso. Al mismo tiempo, gra- como el solo medio digno de preferencia para lograr
cias a la prepotencia del ascetismo religioso, podía la seguridad de la gracia. Por otro lado, le daba au-
disponer de trabajadores moderados, probos, leales toridad legal a la buena disposición para el trabajo,
y de mucho vigor para el trabajo, considerado por toda vez que también el enriquecimiento del patrón
ellos como una finalidad de la vida grata a los ojos estaba considerado como una “profesión”. Ya se
de Dios. En otro aspecto, le asistía la firme placidez descubre, pues, en qué grado había de lograr su
de que la desigualdad en la repartición de los bienes predominio moral, por encima de la “productividad”
de esta vida está dispuesta expresamente por la di- del trabajo en el sentido propio del capitalismo, el
vina providencia que, valiéndose de estas desigual- solo anhelo de lograr el reino de los cielos mediante
dades y del particularismo de la gracia, persigue fi- la fiel observancia de la obligación profesional y el
nes secretos que escapan de nuestro entendimien- estricto ascetismo, impuesto por las normas ecle-
to. Calvino había expresado, ya, que cuando el siásticas simplemente como algo natural, a las cla-
“pueblo”, el conjunto de trabajadores, se mantiene ses menesterosas. En los tiempos modernos, el he-
en la pobreza es solamente porque obedece a Dios. cho de que el trabajador considere su actividad co-
Tal afirmación fue “secularizada” por los holandeses mo “profesión” es una característica tan natural co-
(entre ellos Pieter de la Cour), dándole el significado mo lo es la que da al concepto del enrique cimiento
de que los hombres únicamente se dan al trabajo para el empresario es la razón por la cual podría
cuando la necesidad les apremia a realizarlo; de ahí causar extrañeza que sir William Petty, un anglicano
que la pauta de este leitmotiv de la economía capita- tan rigurosamente incondicional, atribuyera el pre-
lista haya derivado, con el tiempo, en la teoría de la dominio económico de Holanda en el siglo XVII al
“productividad” de los salarios bajos. De nuevo el hecho de que para el nutrido grupo de los Dissen-
utilitarismo fue haciendo valer su autoridad de un ters de este país abarcando calvinistas y baptistas,
modo insensible, conforme se iba secando la raíz re- fuese considerado por ello el trabajo y la industria
ligiosas (reafirmándose una vez más el trazo de como un deber para con Dios”. Ante la constitución
nuestro es bozo acerca de este desenvolvimiento, el social “orgánica” (en el encauzamiento fiscal-
cual merece ser recordado). En la Edad Media su monopolista que adoptó en el anglicanismo bajo el
ética consentía la mendicidad, y hasta llegó a glorifi- mando de los Estuardos y, especialmente, en la
carla en las órdenes religiosas que la practicaban. concepción de Laud), y a la coalición entre el Estado
En cuanto a los pordioseros seglares, éstos llegaron y la Iglesia con los monopolios, tomando el cristia-
a formar una “clase”, y en esta calidad se les valora- nismo-social como fundamento, el puritanismo que
ba en virtud de que proporcionaban al rico la coyun- agrupaba los más declarados enemigos de este au-
tura de realizar buenas obras mediante sus carida- torizado capitalismo excepcional de los gigantescos
des. Y poco más o menos semejante a esta actitud comerciantes, de aquellos explotadores del trabajo a
fue la de los Stuarts con su ética social anglicana. Al domicilio y de los mercaderes relativos a las colo-
ascetismo puritano le fue asignada la ayuda en la nias, oponía los ímpetus particulares de lucro racio-
inclemente legislación inglesa acerca de los pobres, nal y lícito, logrado a base de una aptitud e inclina-
que estableció en esta materia los cambios más ción personales, a los que se les debe el magno flo-
fundamentales, lo cual pudo ser factible debido a recimiento de las industrias implantadas sin la pro-
que la mendicidad estaba excluida del seno de las tección (o a pesar de ella o, inclusive, contra) el po-
sectas protestantes y de las comunidades regidas der público, en tanto que las industrias monopoliza-
por el estricto puritanismo.] das, a las cuales el Estado favorecía, dejaron de
existir, una vez más, en Inglaterra. Los puritanos
Por lo que se refiere a los trabajadores, la pluralidad (Prynne, Parker) se negaban a relacionarse con los
pietista de Zinzendorff, verbigracia, ensalzaba al tra- “cortesanos y proyectistas” considerados al modo de
bajador leal a su profesión, indiferente a la ganancia, los grandes capitalistas, pertenecientes a una clase
que se ajusta en su vida al modelo apostólico y se social moralmente censurable, poseedores de un
halla, por consiguiente, urgido con el carisma de los manifiesto orgullo de la supremacía de sus propios
discípulos. Indudablemente, en la totalidad de la lite- valores éticos, burgueses mercantiles, y en ello radi-
ratura ascética de la mayoría de las confesiones, ca justamente la razón auténtica de los hostigamien-
predominaba la idea de que el trabajo honrado es tos que recibieron de sus adversarios, boicoteando
igualmente grato a Dios, así sea ejecutado a base bancos mediante el retiro de depósitos; así Defoe

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pretendía obtener un triunfo contra el dissent. La ri- co y económico de la productividad mecánica ma-
validad de ambas posiciones capitalistas estuvo es- quinista, señala en la actualidad, con una energía
trechamente relacionada con la rivalidad de las ideo- irresistible, el modo de vida de los seres que ven su
logías religiosas. Los rivales de los no conformistas primera luz en él sin exclusión de nadie, tomen o no
se mofaron siempre del spirit of choopkeepers que, parte con su actividad e, indudablemente continuará
en su opinión, se hallaba encarnado en sus adversa- señalándolo por considerables años más. Según la
rios, y los persiguieron como pervertidores de los opinión de Baxter, la inquietud por la riqueza no ha-
clásicos ideales ingleses. De ahí arranca, también, bía d abrumar lo más mínimo el ánimo de sus san-
el antagonismo entre el ethos económico puritano y tos, a lo sumo sentirla tan ligera como si sobre los
el ethos judío. Claro está que los contemporáneos, hombros se llevara “un manto fino que, en un mo-
entre ellos Prynne, no ignoraban que el auténtico et- mento dado, pudiese deslizarse hacia el suelo”.
hos económico burgués no correspondía al del judío Mas, el infortunio quiso que el manto se transforma-
sino, precisamente, al primero. ra en duro cofre. El ascetismo tomó con especial in-
terés la transformación del mundo y estimó que en
Hemos intentado dar prueba de que el espíritu ascé- él debía realizarse; no es para sorprenderse que las
tico del cristianismo fue el que originó uno de los riquezas de este mundo tuvieran un tan poderoso
factores que intervinieron, a su vez, al nacimiento alcance progresivo y, en último caso, irresistible so-
del moderno espíritu capitalista y hasta de la propia bre la humanidad, desconocido enteramente en los
civilización de hoy día, la racionalización del com- anales a través de los siglos. El espíritu se esfumó;
portamiento en base al concepto de la profesión. el cofre permanece vacío sin que pueda saberse si
Reflexionemos, una vez más, fijando la atención en para siempre. Como quiera que sea, el capitalismo
el documento visto al principio de este trabajo, y que triunfante, siendo que se apoya en bases mecáni-
nos fue legado por Franklin, y se reconocerán estos cas, ya no requiere más de la ayuda religiosa mis-
factores inherentes de esa mentalidad a la que he- mo, es de suponer que se ha extinguido para siem-
mos nombrado “espíritu del capitalismo”, los mismos pre la rosácea mentalidad de la jubilosa sucesora
recién señalados, precisamente, constitutivos del del puritanismo, la “ilustración” después de todo, só-
ascetismo profesional puritano, bien que sin la raíz lo queda el recuerdo de la obligación profesional
piadosa que Franklin poseía. como una quimera de remotas ideas piadosas. El
hombre se niega a someterse a esa obligación, si no
Para ser sinceros, no es una novedad la idea de que le es dado relacionarla de manera directa con de-
el trabajo profesional moderno entraña carácter as- terminados valores del espíritu, por excelencia ele-
cético. Goethe, con su proverbial comprensión de la vados, o bien, en el caso en que se le presenta sim-
vida, se propuso ilustrarnos acerca de ello, en mo- plemente en calidad de imposición económica. En
mentos de gran lucidez, encontrándose en el pi- Estados Unidos de América del Norte fue donde
náculo de la fama. Lo atestiguan sus geniales arraigó con más ahínco el vehemente anhelo tras la
“Wanderjahren”, así como en la conclusión del Faus- consecución de la ganancia, despojado en la actua-
to. Su enseñanza está en que el desasimiento al lidad de su sentimiento tanto ético como religioso.
trabajo profesional y, por ende, la decisión de aban- Es ahí donde lo vemos inclinado apasionadamente a
donar la integridad fáustica de todo lo humano, distintas actividades agonales, como si siempre se
constituye una condición del obrar estimativo en el tratase de un evento deportista. No es posible pre-
mundo de lo presente, por lo que la “acción” y la “re- decir en dónde ni quién sea el que llene el cofre va-
nuncia” se encuentran inexorablemente condiciona- cío; tampoco es previsible si al cabo de tan inaudito
das de manera recíproca. En esto radica el auténtico movimiento evolutivo reaparecerán seres con el don
motivo del ascetismo que domina en la vida del bur- de profecía y si llegará el día en que se podrá pre-
gués (dando por cierto que constituye un modo de senciar un vigoroso resurgimiento de aquellas ideas
vida, desechando la posibilidad de que carezca de e ideales de antaño. También puede que ocurra a la
él). Este era el adiós de Goethe, su desprendimiento inversa, que una ráfaga cubra todo petrificándolo de
de una etapa de humanidad plena y hermosa que ya un modo mecanizado y se produzca una convulsión
no se repetirá en la historia, así como tampoco he- en la que, en su totalidad, los unos pelearán con los
mos visto producirse en Grecia otro ciclo de tanto otros. En semejante situación, los últimos su pervi-
esplendor clásico como el que en otros tiempos tu- vientes de esta etapa de la civilización podrán atri-
vo. La decisión del puritano fue ser un buen profe- buirse estas palabras: “especialistas desprovistos de
sional; ésta, también, debe ser la nuestra. Cierta- espiritualidad, gozantes desprovistos de corazón:
mente, tan pronto como el ascetismo traspuso el estos ineptos creen haber escalado una nueva eta-
umbral de los claustros monacales a fin de integrar- pa de la humanidad, a la que nunca antes pudieron
se en la vida profesional y regir la ética mundana, dar alcance”
tomó parte, en la medida de sus posibilidades, en la
erección de este colosal mundo de orden económico Hemos irrumpido en los dominios del discernimiento
moderno, el cual, estando enlazado al estado técni- de los valores y de la fe, siendo que este plantea-

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miento histórico no debe serle imputado. Antes de
asignar el valor correspondiente, aún nos falta por
examinar asuntos de gran trascendencia. Es conve-
niente, primero, conocer hasta dónde el racionalis-
mo ascético puede pesar en la ética política y social,
o sea en el concierto y ejercicio de los conjuntos so-
ciales, abarcando desde los conventículos hasta el
Estado, puesto que, en el curso de nuestra exposi-
ción, lo hemos dado a conocer únicamente en par-
tes. Segundo, hace falta establecer su nexo con el
racionalismo humanístico y el de las aspiraciones vi-
tales y aun de los ascendientes de cultura, así co-
mo, con posterioridad, su relación también con el
desenvolvimiento de la filosofía empírica, de la cien-
cia, de la técnica y con el acervo espiritual de la civi-
lización. En suma, sería interesante no perder de
vista su proceso histórico, tomando como punto de
partida los indicios, en tiempos del medievo, de un
ascetismo laico hasta que éste se pierde en el utilita-
rismo, por entre las diversas esferas sobre las que
desplegó su acción el ascetismo piadoso. Única-
mente así sería factible demostrar absolutamente la
proporción del extraordinario alcance ilustrativo del
protestantismo ascético con respecto a otros facto-
res plásticos del actual mundo civilizado.

Nuestro empeño ha sido destacar las causas pri-


mordiales del hecho y la forma de actuar en un pun-
to, si bien, aun cuando sea el único, debe conside-
rarse el de mayor importancia. Por esta razón, en-
seguida valdría la pena de estudiar el proceso del in-
flujo que el ascetismo protestante recibió, por su
parte, en su desarrollo y aspectos básicos por el
conjunto de las condiciones en que se encontraba la
cultura y la sociedad, en especial las económicas,
que, precisamente, nació en su seno. Luego, sa-
biendo que, sin especificar, el individuo moderno,
así se esfuerce con gusto y benevolencia, no alcan-
za a imaginarse la importancia del extraordinario as-
cendiente moral que las ideas religiosas han tenido
sobre la manera de proceder en la vida, así como
sobre la civilización y el aspecto nacional, no está
tampoco en nuestro ánimo suplantar una percepción
unilateralmente “materialista” de la cultura y de la
historia por otra en contraposición al espiritualismo
de un solo aspecto causal. En realidad, por igual
puede lograrse la interpretación de materialismo y
espiritualismo, si tomamos en cuenta que se trata de
un ensayo inicial; pero, si a la inversa, aspiran a es-
tablecer la meta de nuestra indagación, ninguna de
las dos resulta del todo apropiada para ser útil a la
autenticidad histórica.

Tomado de:
WEBER, Max (19799, La ética protestante y el espíri-
tu del capitalismo, México, Premia, 1991

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