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COVID-19: tres impactos

en la seguridad en
Latinoamérica
ABRIL 27, 2020

Gustavo Mauricio Bastién Olvera

COVID-19: tres impactos en la seguridad en


Latinoamérica

La pandemia de COVID-19 ha traído diversas implicaciones para


la vida diaria. Uno de los mayores impactos, más allá de los
obvios en salud y economía, se encuentra en el rubro de la
seguridad ciudadana. Una conclusión lógica podría ser que, entre
menos gente en la calle, se reducen los delitos, ya que hay
menos exposición de posibles víctimas y los victimarios tienen
que estar en sus casas en cuarentena. No obstante, existen
aristas al problema que no son tan obvias y que por lo tanto
debemos de analizar. Entre estas se encuentran: i) el incremento
de delitos al interior del hogar; ii) la suplantación del Estado por
grupos criminales en la imposición de medidas de cuarentena, y
iii) las implicaciones de la pandemia para las instituciones
policiales.
Ilustración: Belén García Monroy

i) En el plano teórico, el hogar es el lugar más seguro para una


persona. No obstante, en especial para las mujeres, estar en casa
con su abusador, se puede convertir en un infierno. Lo anterior se
vio reflejado en España, en donde con la reciente cuarentena
iniciada en marzo, aumentó el número de denuncias por violencia
machista en un 18 % durante la última quincena del mes, respecto
a la misma quincena del mes anterior. Por ello, resulta prioritario en
esta coyuntura reforzar la capacidad de los servicios para informar,
prevenir y atender la violencia doméstica. En México estos servicios,
que incluyen a los refugios para víctimas de violencia y sus hijos,
no cerrarán en el marco de la declaratoria de emergencia decretada
por el Gobierno Federal.

Sin embargo, es posible que a lo anterior tenga que sumarse la


emisión de guías para servidores públicos y agentes del orden
destinadas a ampliar la cobertura de los servicios, facilitar la
detección de casos y facilitar la recepción de denuncias vía
remota.1 Asimismo, en el ámbito de la prevención de reincidencia
de casos o seguimiento, será importante que la policía cumpla
con los servicios de monitoreo a víctimas y victimarios.
Igualmente, será necesario no postergar los procesos judiciales y
aprovechar que se han autorizado realizar procesos a distancia.

En suma, el COVID-19 generará un alto impacto no solamente en


la incidencia de los delitos al interior del hogar, sino también en la
manera en la que se tendrá que brindar una respuesta integral por
parte de las autoridades.

ii) Otro impacto relacionado al COVID-19 se ve reflejado en el


ámbito comunitario. En diversos países de América Latina el
crimen organizado ya impone su propia ley de cuarentena a
manera de toque de queda. Para entender lo anterior, basta con
mencionar ejemplos que se han vivido en los últimos días en
Brasil, El Salvador, Guatemala y Honduras.

En Brasil, la famosa favela Ciudad de Dios, ubicada en el Oeste


de Rio de Janeiro, fue el primer barrio de la ciudad en reportar un
contagio de COVID-19. Por ello, la milicia paramilitar y los
traficantes han decidido imponer un toque de queda a sus
habitantes, incluso antes de que lo hicieran las autoridades locales.
Por otro lado, en El Salvador, el 30 de marzo se empezaron a 
viralizar mensajes de audio enviados por mensajería instantánea
vía celular (whatsapp) en los que supuestos integrantes de maras
y pandillas piden a los habitantes de sus comunidades no salir de
su casa salvo para casos esenciales. La sanción para quienes
han incumplido las medidas han sido golpes con bates
de baseball en las piernas.

iii) Un tercer tema para abordar, y al considerar los anteriores, es


el de los impactos que el COVID-19 está teniendo en las
instituciones policiales, tanto en su actuación operativa en el día a
día, como en sus tareas de prevención y atención cotidianas. En
el primer aspecto, tenemos que ahora las autoridades de
seguridad, al fungir la mayoría de las veces como primeros
respondientes y al tener una mayor cercanía y conocimiento de
las comunidades, se han vuelto voceros y hasta en muchas
ocasiones implementadores, de las medidas anunciadas por las
autoridades sanitarias2 que tiene por objetivo el disminuir las
concentraciones sociales para evitar un mayor número de
contagios. Asimismo, para garantizar la operatividad de las
policías, deberán extremarse las medidas de protección de los
agentes para evitar la exposición al virus durante el cumplimiento
de sus funciones. En este sentido, la Interpol ha dado cuenta de
algunos casos de personas que tosen con fines intimidatorios.

Tema aparte igualmente importante es la preparación para hacer


frente a delitos emergentes durante la contingencia sanitaria,
como la venta por internet de fluidos corporales presuntamente
contaminados por el virus, tráfico ilícito de material médico o el
incremento de delitos cibernéticos. Esto no solamente requiere de
sensibilizar a los usuarios para evitar esta clase de ataques, sino
también de inteligencia policial estrategias de investigación y
judicialización de los delitos cibernéticos de manera oportuna.

Nos encontramos ante un fenómeno que, además de tener


efectos evidentes en la salud, la economía y la convivencia social,
también impacta la seguridad de la población. Por ello, resultará
necesario que diversos enfoques y áreas de la seguridad
tradicional se complementen con otros que no son tan
tradicionales como la bioseguridad o la ciberseguridad. Siempre,
con una atención centrada en el bienestar de la ciudadanía, que
anticipe riesgos y amenazas para el corto plazo y en el mediano,
en una sociedad postCOVID-19.

 
Gustavo Mauricio Bastién Olvera
Maestro en Derecho Internacional Público por la Universidad de
Leiden y miembro de la Red de expertos contra la extorsión de la
Iniciativa Global contra el crimen organizado transnacional.

Link: https://seguridad.nexos.com.mx/?p=2076

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