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Actividad de prelectura
a) A partir del título del relato escribí en tu carpeta sobre qué crees que tratara
dicho relato.
Actividades para luego de la lectura
1) Realiza con tus palabras un breve resumen sobre el relato y escríbelo en tu
carpeta (como si estuvieses narrándoselo a un amigo). Revisa el punto a) y
chequea si coincide con lo que habías anotado.
2) ¿Cómo se describe al personaje de Jim?
3) ¿A qué crees que se refiere el autor cuando habla de “libros de cuentos
ejemplares”? ¿Conoces alguno? ¿Cuál?
4) ¿Qué cosas deberían sucederle a Jim según los libros de cuentos ejemplares?
¿Por qué crees que esto no sucede así en el relato de Twain?
5) ¿Cómo se describe a su familia?
6) ¿Qué te pareció el final del relato? ¿Te gustó?
7) Hace una lista con las palabras del relato cuyo significado no conozcas. Busca
en el diccionario dichas palabras y anota brevemente lo que dice.
8) ¿Crees que el texto deja alguna enseñanza o moraleja? ¿por què?
9) Pensà y escribí otro final para el relato. Recordà respetar los personajes y sus
características para refrescar la memoria podés releer las respuestas 2 y 5.
10) Investiga sobre el autor y realiza una ficha. En ella debes incluir obras
destacadas y datos relevantes de la vida del autor. No te olvides de citar la
fuente de donde obtuviste la información.
Había una vez un niño malo cuyo nombre era Jim. Si uno es observador
advertirá que en los libros de cuentos ejemplares que se leen en clase de
religión los niños malos casi siempre se llaman James. Era extraño que este se
llamara Jim, pero qué le vamos a hacer si así era.
Otra cosa peculiar era que su madre no estuviese enferma, que no tuviese una
madre piadosa y tísica que habría preferido yacer en su tumba y descansar por
fin, de no ser por el gran amor que le profesaba a su hijo, y por el temor de
que, una vez se hubiese marchado, el mundo sería duro y frío con él.
La mayor parte de los niños malos de los libros de religión se llaman James, y
tienen la mamá enferma, y les enseñan a rezar antes de acostarse, y los
arrullan con su voz dulce y lastimera para que se duerman; luego les dan el
beso de las buenas noches y se arrodillan al pie de la cabecera a sollozar.
Pero en el caso de este muchacho las cosas eran diferentes: se llamaba Jim y
su mamá no estaba enferma ni tenía tuberculosis ni nada por el estilo.
Al contrario, la mujer era fuerte y muy poco religiosa; es más, no se
preocupaba por Jim. Decía que si se partía la nuca no se perdería gran cosa.
Solo conseguía acostarlo a punta de bofetadas y jamás le daba el beso de las
buenas noches; antes bien, al salir de su alcoba le halaba las orejas.
Este niño malo se robó una vez las llaves de la despensa, se metió a
hurtadillas en ella, se comió la mermelada y llenó el frasco de brea para que su
madre no se diera cuenta de lo que había hecho; pero acto seguido… no se
sintió mal ni oyó una vocecilla susurrarle al oído: “¿Te parece bien hacerle eso
a tu madre? ¿No es acaso pecado? ¿Adónde van los niños malos que se
engullen la mermelada de su santa madre?”, ni tampoco, ahí solito, se hincó de
rodillas y prometió no volver a hacer fechorías, ni se levantó, con el corazón
liviano, pletórico de dicha, ni fue a contarle a su madre cuanto había hecho y a
pedirle perdón, ni recibió su bendición acompañada de lágrimas de orgullo y de
gratitud en los ojos. No; este tipo de cosas les sucede a los niños malos de los
libros; pero a Jim le pasó algo muy diferente: se devoró la mermelada, y dijo,
con su modo de expresarse, tan pérfido y vulgar, que estaba “deliciosa”; metió
la brea, y dijo que esta también estaría deliciosa, y muerto de la risa pensó que
cuando la vieja se levantara y descubriera su artimaña, iba a llorar de la rabia.
Y cuando, en efecto, la descubrió, aunque se hizo el que nada sabía, ella le
pegó tremendos correazos, y fue él quien lloró.
Una vez se encaramó a un árbol de manzana del granjero Acorn para robar
manzanas, y la rama no se quebró, ni se cayó él, ni se quebró el brazo, ni el
enorme perro del granjero le destrozó la ropa, ni languideció en su lecho de
enfermo durante varias semanas, ni se arrepintió, ni se volvió bueno. Oh, no;
robó todas las manzanas que quiso y descendió sano y salvo; se quedó
esperando al cachorro, y cuando este lo atacó, le pegó un ladrillazo. Qué
raro… nada así acontece en esos libros sentimentales, de lomos jaspeados e
ilustraciones de hombres en levitas, sombrero de copa y pantalones muy
cortos, y de mujeres con vestidos que tienen la cintura debajo de los brazos y
Prácticas del Lenguaje 1º 3º EEST Nº 3
Con el paso del tiempo se hizo mayor y se casó, tuvo una familia numerosa;
una noche los mató a todos con un hacha, y se volvió rico a punta de estafas y
fraudes. Hoy en día es el canalla más pérfido de su pueblo natal, es
universalmente respetado y es miembro del Concejo Municipal. Fácil es ver
que en los libros de religión jamás hubo un James malo con tan buena estrella
como la de este pecador de Jim con su vida encantadora.
FIN