Está en la página 1de 4

El mito prometeico en Hesiodo

líil

3. La acción de «esconder» (kalyptein, kryptein), Γχ jil ir 1 1 n

mente atribuida a Prometeo e implícitamente a Zeus cu I·' I

gonía, es atribuida explícitamente a Zeus en los Trabajos. ^

kryptein adquiere incluso un valor teológico general en lo que

concierne a las relaciones entre Zeus (los dioses) y los hombres.

4. El episodio del robo del fuego es idéntico en las dos

versiones. Los episodios de la preparación de la primera mujer

y /o Pandora se corresponden exactamente, aunque son más pre

cisos y están más desarrollados en Los trabajos. En ambos ca

sos la criatura femenina modelada por los dioses para los

humanos se presenta como una parthenos e n g a l a n a d a para la

celebración de sus bodas. Las dos versiones pueden, pues, ser

tratadas como elementos que se ajustan para form ar un con

junto.

La comparación de las dos versiones permite captar más

claramente algunos aspectos de la lógica del relato. Habíamos

distinguido dos planos en las acciones de los personajes que

desempeñan en la intriga los papeles de agentes:

1) acciones preparatorias: disponer de forma oculta;

2) acciones en relación con los demás: dar o no dar, por

una parte; aceptar o rechazar el don o la ausencia de don, por

otra parte.

Ahora bien, mediante la comparación de los dos relatos,

estos dos planos dejan de aparecer simplemente superPuest0S


o coordinados: se integran el uno en el otro.

En efecto, «no dar» es idéntico a «ocultar» (cf. Teogonia,

563: «Zeus no dio más el fuego», y Trabajos, 550: «Zeus oculto

el fuego»). Para los dioses, no dar a los hombres u n bien que

estaba antes a su libre disposición es «ocultárselo». Desde este

punto de vista, «ocultar la vida», es decir, los cereales, y «ocul

tar el fuego» constituyen los dos aspectos de una sola Ύ misma

operación. En un principio, el trigo brotaba espontáneamente,

ofrecido a los hombres por una aroura automate (Trabajos, 116-

117). No era necesario más que agacharse para cogerlo y comer.

Desde el momento en que el trigo es «ocultado», los cereales

(es decir, las plantas «cocidas» por oposición a las hierbas cru

das, que crecen espontáneamente) suponen el tr a b a jo agrícola

(el ponos penoso); es necesario labrar la tierra y en terrar la

semilla (sperma ) para obtener el trigo. Del mismo modo, en un

principio, el fuego celeste estaba a la libre disposición de los

hombres en los fresnos donde Zeus lo depositaba: desde el mo

mento en que el fuego es ocultado, es necesario en cerrarlo «en

el hueco de una caña» o conservar su semilla ( s p e r m a , cf. Odi

sea, V, 490; sperma pyrás, asociado a kryptein y kalyptein) disi

162 Jean-Pierre Vernant

mulándola bajo la ceniza y finalmente alimentar continuamente

un fuego que de otro modo se apagaría (cf. Heródoto, in , 16).

De la misma manera, en fin, los hombres nacían espontáneamen

te del suelo, como los trigos del surco y como el fuego de los

fresnos; en adelante, será preciso fecundar el vientre femenino


(que necesita como el fuego ser alimentado y como la tierra ser

trabajado) para en terrar en él una semilla (sperma ).

Pero si, para los dioses, «no dar» a los hombres significa

«ocultar», «dar» a los hombres significa igualmente «ocultar»,

pues al ser cada presente divino un dolos, una trampa, una

apate, una añagaza, niega en realidad lo que parece otorgar,

disimula bajo la engañosa apariencia del bien ofrecido un mal

invisible. Dicho de otro modo, habiendo sido los bienes oculta

dos (no dados) por los dioses, los hombres sólo pueden tener

acceso a ellos a través de la envoltura de males en que han

sido colocados (el ponos, la mujer). Inversamente, lo que los

dioses han dado a los hombres son males camuflados bajo la

apariencia de bienes.

Así la oposición que parecía dominar la lógica del relato,

dar-no dar, se resuelve en dos formas diferentes de una misma

y sola acción: ocultar.

1) No dar = ocultar un bien para que no sea obtenido más

que a través de los males que lo envuelven.

2) Dar = ocultar un mal bajo la seductora apariencia de

un bien.

La lógica del relato expresa el carácter ambiguo de la con

dición humana en la que, mediante la acción de la «ocultación»

divina, bienes y males, dados y no dados, se encuentran siempre

indisolublemente unidos los unos a los otros. A la vez, el relato

define el estatuto humano entre los animales y los dioses, carac

terizado por el sacrificio, el fuego culinario y técnico, la m ujer


considerada bajo su aspecto de esposa al mismo tiempo que de

vientre animal, la alimentación a base de cereales y el trabajo

agrícola.

También podría gustarte