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Los superávits comercial y fiscal son dos naves en peligro

 
Ambos excedentes, claves para la solidez de la economía, descienden de la mano del alza de las
importaciones y el aumento del gasto público, que superan, respectivamente, la expansión de las
exportaciones y el incremento de los ingresos tributarios
 
En economía nada es gratis, y reducir los niveles de ahorro, tal como lo hace la Argentina, tiene
inevitablemente un costo.

Las medidas adoptadas por la Casa Rosada marcan que el Gobierno ha optado, al menos en el último
tiempo, por sacrificar un poco de la inédita solidez que expone la economía desde la devaluación –nunca
vista en la última mitad de siglo– para atender, tal como dijo la ministra de Economía, Felisa Miceli, “una
mayor cantidad de demandas insatisfechas”.

La pérdida de solidez se materializa en los cambios que muestran los dos grandes pilares del crecimiento
de la economía, dos formas de ahorro que el país comenzó a practicar a principios de este siglo. Uno,
cuya trayectoria es la que despierta más preocupaciones en los analistas, es el que surge de la diferencia
entre los ingresos y los gastos del Estado, el superávit fiscal. El otro es el ahorro externo, técnicamente
llamado superávit de la cuenta corriente, que, en términos llanos, es el resultado de todas las transacciones
que el país realiza con el exterior, desde el intercambio de bienes –exportaciones e importaciones– hasta
el pago de intereses de la deuda tanto públicos como privados y el gasto de los turistas.

Los economistas los llaman los superávits gemelos, algo que ningún argentino menor de 50 años vio en
su vida. El nombre tiene en la Argentina una connotación particular porque el Estado captura parte de los
ingresos de los exportadores a través de las retenciones.

¿Qué le aportan estos “gemelos” a la economía que los hace tan importantes? Como cualquier ahorro, la
fortalecen y le brindan más seguridad para afrontar un cimbronazo externo. Sirven como una suerte de
seguro contra la volatilidad que caracterizó a la economía durante las últimas décadas, una herramienta
que ayuda a evitar que una fuerte expansión termine en una profunda recesión. Permiten “vivir de lo
nuestro”. Consumir sin deberle nada a nadie. Facilitan el acceso a crédito más barato, tanto en la
Argentina como en el exterior. Pero sobre todo permiten que el país se desendeude, un término que acunó
el presidente Néstor Kirchner allá por 2005, cuando el Gobierno canceló su deuda con el Fondo
Monetario Internacional (FMI). Sin los gemelos, no hubiera sido posible.

El excedente externo, el que aporta los dólares necesarios para importar bienes y servicios, pagar la deuda
externa y viajar al exterior, nació primero, en el último cuatrimestre de 2001. Alcanzó su máximo nivel en
2002, cuando redondeó US$ 8720 millones, según datos oficiales. Para este año los analistas consultados
por el Banco Central esperan que caiga hasta los US$ 6895 millones, y para 2008, hasta los 6000
millones.

El hermano fiscal vio la luz ese mismo año, en mayo. Marcó el pico del 4,4% del producto bruto interno
en noviembre de 2004, y luego aportará más recursos para que el Estado baje los impuestos, cancele
deuda o, simplemente, aumente sus gastos. Estas últimas opciones, particularmente el alza de las
erogaciones, son las predilectas de la administración kirchnerista.

"Toda la recaudación, incluidos los ingresos de la seguridad social y los del Banco Central, está creciendo
en el año, y crece bastante, pero también crece mucho el gasto. El problema es la tendencia, es decir, que
los gastos crezcan más que los ingresos", indicó Raúl Vázquez, economista y especialista en temas
fiscales del Banco Santander Río, que, no obstante, calificó el ahorro actual del 3% como "muy bueno".

Si los gastos crecen por encima de los ingresos, y el Estado debe afrontar pagos cada vez mayores para
atender la deuda pública, resulta lógico que el ahorro global se reduzca. De hecho, en el primer trimestre
de este año cayó un 21,7%. "En la medida que el ahorro global, el superávit financiero , siga
disminuyendo, crecen las necesidades de financiamiento porque no puedo pagar todas las amortizaciones
de la deuda, entonces una parte la refinanció. Pero antes -recordó Vásquez- no alcanzaba ni para pagar
intereses."

El gasto público aumentó un 46,7% entre enero y marzo de este año respecto del mismo período de 2006,
por encima del alza de los ingresos, que llegó al 35,7%. El grueso del aumento se destinó al alza de las
jubilaciones, muy retrasadas con relación al resto de los salarios de la economía. Se elevó el haber
mínimo, se abrió una moratoria previsional y, tras el fallo de la Corte Suprema, se incrementaron también
los beneficios más altos. Esto implicó un esfuerzo fiscal de $ 4610,1 millones, y ubicó a las prestaciones
de la seguridad social un 75,9% por encima del año anterior.

Pero hubo también otras subas importantes: la inversión real directa (66,6%), las transferencias a
provincias y municipios para las obras de infraestructura (79%) y los subsidios y compensaciones para
contener los precios internos (aumentaron un 22,5% hasta alcanzar los $ 3900 millones, ver aparte).

Excedentes robustos

Si bien desde el Gobierno sostienen que el aumento del gasto público se desacelerará (ver aparte), el
drenaje del excedente fiscal es visto con cierta preocupación, aún más que la caída en el excedente
comercial, pese a que, los analistas coinciden en que ambas variables se muestran robustas, más aún si se
considera la historia argentina, donde rara vez coincidieron ambos fenómenos.

"La tendencia de ambos indicadores no preocupa por el lado de la sustentabilidad, sino porque la
variación, no el monto que exhiben actualmente, sino la variación, impulsa a la demanda. Que el gasto
esté creciendo más que los ingresos da un impulso fiscal positivo", explicó el presidente del Centro de
Estudios de Estado y Sociedad (Cedes), Roberto Cedes.

Ese impulso a la demanda, agregó, presiona sobre los precios. "Debería morigerarse, no es algo para
hacer ahora porque con las elecciones es difícil pensar en tomar medidas de desaceleración de la
demanda, pero para adelante creo que sería imprescindible retomar la constitución del fondo anticíclico
como parte del esquema de política", recomendó Frenkel, que, sin embargo, concluyó: "El déficit no está
ni cerca".

El economista de la Unión Industrial Argentina (UIA), Diego Petrecolla, completó la visión: "Hay una
tendencia peligrosa. Empiezan a asomar algunos problemas fiscales a nivel provincial. En el frente
comercial, a nivel agregado, tenemos déficit en las manufacturas de origen industrial y nuestro superávit
depende mucho de los precios internacionales de lo que más exportamos".

Los números indican que la reducción de la brecha comercial, el principal componente del superávit
externo, es un hecho desde hace ya más de tres años. Pese a esta tendencia, empresarios y analistas
coinciden que, al menos en lo inmediato, no está en riesgo. Algunos lo ven incluso como un fenómeno
positivo, porque se debe en parte a que el país importa más porque invierte más.

"Es previsible que el superávit externo se achique con la expansión y con el aumento de las inversiones,
que empujan las importaciones, pero la presión en el mercado cambiario para que se aprecie el peso
indica que a estos niveles aún sobran dólares", explicó el asesor del Banco Mundial y profesor de la
Universidad Torcuato Di Tella, Eduardo Levy Yeyati.

El problema, según explicó, es que si el Gobierno quiere acumular reservas -actividad que también
permite mantener un tipo de cambio alto- y al mismo tiempo seguir cancelando deuda, se corre el riesgo
de una mayor inflación. "Si no se reduce el objetivo de desendeudamiento o la meta de acumulación de
reservas, o se incrementa el superávit fiscal, el peso de las compras de dólares caerá sobre el Banco
Central, que se vera en el brete de elegir entre inflación o mayores tasas", concluyó. Así, curiosamente, un
menor superávit comercial termina beneficiando los objetivos oficiales de mantener alto el tipo de cambio
y contener la inflación.

"Observamos un superávit comercial decreciente, algo que no parece que sea un problema. No vemos
ningún riesgo en el excedente del comercio, eso, claro, si no hay grandes cambios internacionales",
expresó Enrique Mantilla, presidente de la Cámara de Exportadores de la República Argentina (CERA),
que estima que el superávit comercial se mantendrá por encima de los US$ 10.000 millones durante los
próximos dos años.

Tanto él como Petrecolla hicieron especial hincapié en este punto: como hoy la mitad de lo que exporta la
Argentina son commodities, como el petróleo, la soja, los aceites o el cobre, mientras los precios de estos
productos se mantengan elevados, los dólares seguirán llegando a la economía.
Socios bajo la lupa

"Hoy se está entrando en déficit comercial con varios países importantes. Con Estados Unidos y China el
saldo es desfavorable y con la Unión Europea se está achicando el excedente. Es un factor de debilidad a
tener en cuenta", indicó Maximiliano Scarlan, economista de abeceb.com y especialista en comercio
exterior. Los otros dos frentes son el déficit con Brasil, que comenzó a reducirse este año, y el
interrogante acerca de si la oferta exportadora podrá mantener su expansión, diversificarse y deslindar el
excedente de las commodities.

La industria automotriz, según Scarlan, es una de las grandes esperanzas del comercio exterior. "Hay un
desarrollo muy importante y con perspectivas muy favorables. De acá a 2010 se producirán 700.000 autos
con la posibilidad de que el 60 por ciento se exporte a más de 75 destinos. Las perspectivas indican que
podrán ir ganando terreno en países desarrollados. Hoy representan un 9,2 por ciento de las exportaciones
totales de la Argentina con la posibilidad de crecer hasta un 12 por ciento en el corto plazo."

Desde otra óptica, el presidente de la Cámara de Importadores de la República Argentina (CIRA), Diego
Perez Santisteban, apuntó que la experiencia indica que en el comercio los excedentes son difíciles de
mantener, algo que no le preocupa que ocurra en la Argentina. "Más importante que un crecimiento del
superávit de la balanza es que crezca el volumen de comercio, es decir, la suma de las exportaciones y las
importaciones. No me preocupa una balanza equilibrada con la Argentina exportando 100 mil millones de
dólares anuales."

El presidente de la Fundación Export.ar, Marcelo Elizondo, aportó datos al respecto: "El superávit se da
en el marco de un gran crecimiento del comercio. Si sumamos las exportaciones y las importaciones y los
servicios que no se computan en la nómina de intercambio comercial que registra la aduana, las cifras son
aún mayores. Superan los 100.000 millones de dólares", dijo Marcelo Elizondo, presidente de la
Fundación Export.ar.

Por Francisco Jueguen y Rafael Mathus Ruiz


De la Redacción de LA NACION
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