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Anales: Junto con los santos, Vidas y crónicas, los anales eran la mayor forma de escribir historia en la temprana

Edad media. Consistía en breves listados cronológicos de eventos que eran importantes en la historia del reino,
arzobispado o monasterio. El conjunto más antiguo de los anales es Annales S. Amandi (708-810), mientras que otros
famosos anales entre los que se encuentra Annales Laurissenses Maiores, los Anales Reales y los Anales Bertiniani,
los cuales cubren toda la historia Carolingia Frankia de 741-882; los Anales de Hildesheim (818-1137), los Anales de
Quedlinburg (913-1025) y los Annales Flodoard (919-968). En Bretaña los conjuntos de los anales más eficaces y
útiles eran aquellos incorporados a la Crónica Anglo-Sajona, ensamblada en 891 a partir de la inspiración del Rey
Alfredo y llevado a cabo en una versión superviviente (La Crónica de Peterborough) en 1155; y por el lado Celta, los
Annales Cambrie, los cuales se ensamblaron en 954, son llevados a cabo a finales del siglo XIII.

Libro de Horas: En muchas maneras son documentos más impresionantes escritos a mediados de la Edad media, Los
Libros de Horas eran esencialmente libros personales de oración comisionados y producidos por la aristocracia laica
liderada por calígrafos e ilustradores de libros de la época. Eran muy populares y usualmente muy bellos, con
ilustraciones que provisionaban mucha información, no solo de lo religioso, pero además de la vida social de esos
días. Su función básica era dar una serie de oraciones adecuada para las horas canonicas las cuales dividían el dia.
Invariablemente comenzaban con un calendario y normalmente incluía extractos de los oficios divinos, oraciones
populares a la Virgen, las Horas de la Virgen, penitencias, salmos y el oficio de la muerte. Las cortes francesa y
burgundia eran particularmente notadas por su patronazgo a los artistas que trabajaban en este tipo especial de
producción de libros.

Catedrales: La iglesia principal de una diócesis, llamadas así porque contenían un asiento o catedra del obispo o
arzobispo. A principios de la iglesia estas fueron construidas a menudo sin pretensiones, pero a medida que
incrementaban las labores políticas y administrativas de los obispos, se dio la necesidad de un foco físico
impresionante para diócesis, especialmente en las grandes ciudades como Constantinopla, Roma y Ravena. Desde
los días del imperio Carolingio en el oeste el impresionante estilo románico y más tarde, edificios Góticos que
simbolizaban la majestuosidad y poder de la fe y sus fieles.

La organización de las catedrales era a menudo compleja. El obispo fue la figura clave durante la Edad Media, pero
otros dignatarios eclesiásticos, no siempre estaban de acuerdo con el obispo, tendían a crecer alrededor de las
catedrales. En Inglaterra, por ejemplo, desde el siglo X, los monjes servían en las catedrales, incluyendo la de
Canterbury, Winchester y Worcester, con el obispo ejerciendo la función de un abad que preside sobre el capítulo
monástico. Después de la conquista Normanda el sistema se extendió, y los capítulos monásticos fueron puestos en
Durham, Norwich, Ely y Bath. En otras partes las catedrales eran comúnmente confiadas a una comunidad de
clérigos, llamados canónigos, formados en capítulos, los cuales tenían el derecho de elegir a sus propios Deans.

La mera existencia de grandes edificios, las cuales tomaban un siglo o más en construir las cuales demandaban un
cuidado constante y atención para su manutención, este llevo al crecimiento corporativo entre el clérigo de la
catedral y en la mayoría de las diócesis. El gran logro arquitectónico logrado por los constructores de la catedral en la
Edad media puede todavía ser disfrutado a través de Europa desde Trondheim a Palermo; Inglaterra y el Noreste de
Francia son especialmente ricos en grandes iglesias, como es el caso de Durham o Canterbury, Amiens o Chartres.

Caballería: Precisamente descrito como “el código secular de honor orientado marcialmente a la aristocracia”, la
caballería floreció en Europa occidental a mediados del siglo XII y XVI. Hay varios hilos que condujeron a la evolución
de lo que se convertirá en un complejo conjunto de reglas y convenciones que se aplicaron primordialmente a la
aristocracia guerrera, pero que también tenía un profundo y fuerte efecto en las labores de la sociedad medieval.

Inicialmente el impacto de la iglesia fue excelente, y la noción de comportamiento de la caballería podía atribuirse a
las virtudes épicas del coraje en batalla y la valentía ante la adversidad, para una actitud más caballeresca
demostraban un grado de respeto por la vida humana y la dignidad, inclusive de enemigos mortales. La bendición de
los estandartes, de inclusión en los rezos de la liturgia, guerreros que defendían a los cristianos de los paganos, y
tenían un creciente interés en los guerreros-santos, como ser San Miguel o San Jorge, anteceden las Cruzadas, pero
coinciden con el ascenso de los guerreros montados en la Europa Carolingia o Otonida.
La evolución de la sociedad feudal en el centro de la Edad Media, trajo condiciones especiales para el crecimiento de
los ideales caballerescos, pero no siempre los elementos de Cristiandad y belicosidad iban separadas. La etimología
asociada (Chevallier, Caballero) una elite montada de la sociedad feudal, la caballería desarrolló sus características,
instituciones, reglas y convenciones en el curso del siglo XII y XIII de la mano de poetas, como también de los manos
legisladores. Ceremonias de doblaje de los títulos de caballeros, el pase de armas, la adopción de emblemas
distintivos y blasones enfatizando en los atributos seculares de la aristocracia militar reinante. La formación de
órdenes militares para las cruzadas formadas nuevamente por un fuerte elemento religioso.

Otro elemento que esta fuertemente vinculado con la historia de la caballería: mujeres que son presentadas como
espectadoras en torneos, la idea de servir a las doncellas y el amor cortesano se transformó en una noción ideal del
guerrero. En el siglo XIII el caballero tenía cuatro obligaciones: evitar el juicio falso y la traición, honrar a las mujeres,
atender a las masas todos los días e ir rápido los viernes. Los poetas generalmente, lidiando con los asuntos de
Roma, los asuntos de Carlomagno y sus paladines, o el asunto de Arturo, Bretaña y el Santo Grial, ayudaban a
implementar las nociones del comportamiento de la caballería un comportamiento que se creía firmemente en
Occidente.

Estas ideas resistieron la perdida de la Tierra Sagrada y en definitiva se fortalecieron a mediados de la Edad Media,
se un notable patronazgo de parte de los grande reyes y duques para la formación de órdenes de caballería como ser
la Orden de Garter en Inglaterra o la Orden del Toison de Oro en Burgundia. Los caballeros errantes, encarnaban el
espíritu de aventura y de tarea religiosa, como ser la búsqueda del Santo Grial o la Unión con Dios, esto se
transformó en una significativa parte de la conciencia poética del Oeste. La Heráldica y el interés genalogico
aseguraba las tradiciones de los descendientes y de una buena familia que permanecían como un fuerte aspecto del
grupo que reinaba, pero el incremento de atención que se dio a la noción de honor y nobleza en los modales
significo más que la nobleza de sangre.

La caballería lentamente civilizo a la sociedad militar, que proviene de ramas rudas y violentas del mundo épico al
inicio del siglo XI, floreciendo a través del romance, secular y religioso del siglo XII y XIII a un formal y regulado
mundo tardo medieval donde los caballeros, en teoría al menos eran educados.

Castillo: El castillo medieval y, especialmente, el castillo fuerte, entraron a formar parte del paisaje
imaginario que se aloja en nuestra memoria desde nuestra infancia. Pero los castillos también
constituyen un elemento del paisaje real actual. Lo más habitual es que se nos presente
como una ruina casi completa, como Montségur. En el mejor de los casos se ha convertido
en un museo o en una especie de museo como Pierrefonds, pero no sin haber sido sometido
antes a una intensa labor de restauración. Tampoco los castillos han podido evitar atravesar
los siglos sin sufrir profundas transformaciones, incluso cuando han seguido siendo conservados
y ocupados regularmente, tal y como lo ha sido siempre la Torre Blanca de Londres; ni
siquiera se han salvado en casos como éste, en el que su función no ha sido apenas modificada,
puesto que la Torre de Londres pasó a ser una prisión del Estado, ya en fechas tempranas,
igual que sucede con la Bastilla.
Originariamente, esta función de prisión es completamente accesoria y resulta abusivo
asimilar el castillo con las mazmorras. Fundamentalmente, el castillo es un lugar de habitación,
una residencia aristocrática que alberga a un varón que es un señor, un dominus, que
vive en el castillo junto con su familia, las gentes de su domus, sus parientes, oficiales, familiares
y domésticos. Así pues, necesariamente ha de tratarse de una residencia amplia y ésta
es la primera característica que distingue la residencia señorial del resto de variedades de
habitáculos humanos. Pero, además, cumple la función de servir de signo, puesto que debe
materializar, hacer perceptibles, el lugar y el rango social que ocupa el dueño y señor que
habita dicha residencia. Sus dimensiones, su situación generalmente elevada, dominante, la
ostentación de poder que encierran sus defensas, sus torres, sus puertas, sus muros labrados,
traducen esta función representativa del castillo.
Este tipo de residencia tiene una función defensiva. En las épocas en las que se desencadena
la violencia, uno de los privilegios que reivindica el habitante del castillo, para él y para
su «mesnada», es la seguridad. No obstante, los castillos son también lugares ofensivos, puesto
que el bienestar, el poder y la propia seguridad del señor residen en el control que él ejerce
sobre un territorio más o menos extenso, sobre las personas, numerosas o no. Los castillos
son, por tanto, la cabeza de un dominio cuyos muros pueden cobijar las cosechas, y es,
además, la sede de un poder, el poder de mandar a otros hombres, de obligarlos a prestar
servicios y de asegurar la policía y la justicia, entre ellos y por encima de ellos.
La Edad Media se prolonga durante un milenio. Los castillos no aparecieron de inmediato
y a lo largo de los siglos pudieron variar. Cuando imaginemos estos primeros castillos, debemos
renunciar a la imagen de fortificaciones con puentes levadizos y matacanes. La madera
cumplió durante mucho tiempo una función importante, al igual que la tierra. Remozar la
tierra fue una actividad muy querida para la Edad Media, que surcó esa tierra de fosas, acumulando
su contenido para formar defensas, en lomas y plataformas elevadas.
Así pues, al hablar del castillo hemos de tener en cuenta su diversidad, una diversidad que
conserva los contornos difusos que caracterizaban a la clase aristocrática, con sus jerarquías
y sus extremos separados con nitidez. Por todo ello, puede decirse que hay castillos y castillos: el castillo habitado por
un modesto señor de una aldea no es el mismo que el que ocupa
un príncipe. Finalmente, no hemos de olvidar las restricciones impuestas por la geografía,
por los recursos naturales. Los castillos polacos y prusianos fueran construidos en un territorio
que carecía de piedra, y por esa razón sus muros son de ladillo. En los Vosgos, los constructores
aprovecharon las defensas naturales que forma el relieve para edificar un tipo de
castillo, cuyo trazado, debido a ese emplazamiento, por fuerza no ha de ser igual que los
que se levantan en la llanura de Alsacia.

Cesaropapismo: Teoría de gobierno donde el ejercicio de los poderes reales y sacerdotales están combinados en un
solo individuo. La idea creció a partir el concepto del clásico emperador Romano como cabeza de la iglesia y el
estado, ya que este era adorado como una divinidad. El primer emperador cristiano, fue Constantino (306-337) intento
controlar a la iglesia bajando los principios religiosos para que puedan ser observados por sus súbditos, y dirigía
personalmente a los oficiales de la Iglesia. A pesar de la promulgación del Concilio de Calcedonia (451), esta política
fue continuada por el emperador Zeno (474-491) y Justiniano. A pesar de que durante la Edad Media la autoridad
papal era mayormente aceptada en el oeste, los emperadores Bizantinos continuaron ejerciendo el rol como cabeza de
la iglesia y del estado, y por en parte por este motivo se dio la separación con la iglesia Romana.

Título de Caballero: El estado de ser un caballero. El título de caballero era un elemento característico de la sociedad
europea y de la cultura de la Edad Media. En esencia, el caballero combinaba las funciones de un jinete y un sirviente;
este en representado comúnmente en las nomenclaturas Occidentales europeas como: chevalier, cavalier, knight y
Ritter. A pesar de los intentos de trazar el desarrollo del título de caballero a los equites romanos o fuerzas barabaras
montadas, esta dualidad del título de caballero aparentemente emerge en el imperio Carolingio en el siglo IX y X,
cuando las tempranas practicas medievales como el vasallaje y la encomienda (La protección de un señor a un hombre
libre a cambio de servicio labores o bienes) se extendieron para incluir el servicio militar y la donación de los grandes
señores. Estas innovaciones contemporáneas sirvieron para mejorar el servicio de la caballería con mejores para sus
armaduras y equipo, lo que produjo guerreros a caballo especializados o caballeros.

Los orígenes utilitarios de los títulos de caballero fueron gradualmente desapareciendo por las implicaciones políticas
y financieras que tenían las tierras caballerescas y el costo de mantención de las armas, el cual incrementaba la
identificación del título de caballero con las clases altas, un proceso que se completó a finales del siglo XII. La imagen
de los caballeros fue grandiosamente mejorada, el plano moral y cultural, durante las cruzadas, donde la iglesia se
concentró en las éticas de los caballeros, dando una naturaleza casi religiosa a un secular de armas de la iglesia,
responsables de defender a los débiles y a la iglesia misma. Esto fue aumentado por las instituciones de las órdenes
religiosas a principios del siglo XII

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