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CONVIVIUM
Contribuciones Alquímicas sobre la
Pandemia
Inmanencia Documentos
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人
中
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Código Genético del COVID 19
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Nefasta política la nuestra,
un buque sin capitán,
guerreros sin armas,
tripulación sin botes,
náufragos todos...
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Mónica Ávila
Varados en alta mar
Hoy... de mi sueño desperté...
varada en un mar diferente,
anclada a sus costas quizá,
obligada a detenerme.
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"más saben por sabios que por viejos",
de aquellos que juntos sonrieron
al escucharnos el llanto
cuando nuestro primer grito sintieron.
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llena de zozobra y pánico,
los corazones están agitados,
los ojos llorosos,
las manos temblorosas,
los labios agrietados,
resecas las bocas,
llenos de cansancio
sin insumos… todos enfrentando.
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La gente que habíamos imaginado como
zombies saliendo de su tumba para
tocarnos y infectarnos eran
escalofriantemente similares a la turba de
homeless saliendo de Penn Station
acercándose a la gente para pedirles
cambio. Qué equivocados estábamos, el
enemigo es humano
y el enemigo está dentro
Violeta Orozco
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Battle hymns for the broken
Battle hymns for the misled
Battle hymns for the wretched
The forgotten and the dead
Battle hymns of redemption
Of solidarity and pride
Battle hymns we will be singing
At the turning of the tide.
Tom Morello
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imaginado como zombies saliendo de su tumba para
tocarnos y infectarnos eran escalofriantemente similares a
la turba de homeless saliendo de Penn Station
acercándose a la gente para pedirles cambio. Qué
equivocados estábamos, el enemigo es humano y el
enemigo está dentro. No vino de otro planeta para invadir
nuestro mundo. Nosotros somos el mundo que quería
mantener a la amenaza del otro en una jaula, sin darnos
cuenta de que los otros éramos nosotros.
Éramos los turistas que querían hacer el tour de los
basureros sin la peste, mirar la guerra a través de una
pantalla para que no nos lastimara, para quitarle realidad.
Y ahora que la gente muerta se acumula en los parques y
hasta los empresarios de las pompas fúnebres se mueren
nos empezamos a acordar de los diálogos de Hamlet. La
realidad en llamas de los enterradores cavando su propia
tumba es tan irreal como el cuento de los cuerpos que no
cabían en los tráilers congelados, las morgues
improvisadas de Nueva York. Los vagabundos sin casa
poblando el metro, el submundo que finalmente habían
reclamado como suyo.
Por unos días, parecía que con el confinamiento los que
habían sido abusados y los que no estaban estables
mentalmente, así como los golpeados y los maltratados
estaban saliendo de los inframundos en los que los
habíamos encerrado, aterrorizados de sus escalofriantes
historias. Fiona Apple sacó su nuevo disco y la niña rota
que yo había sido, buscando solaz en canciones de niñas
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suburbanas desadaptadas finalmente se dio cuenta que la
sabiduría de los malheridos finalmente estaba esperando a
ser recibida. No habíamos sido sino un experimento
social, nuestro índice de resistencia social había sido
puesto a prueba hasta llegar al límite. Nuestro dolor había
sido transformado en himnos de batalla para los rotos, los
desgraciados, los olvidados y los muertos, como en la
canción de Tom Morello. Ahora era nuestro turno para
sentirnos enjaulados, era el turno también para los que
nos habían enjaulado a nosotras, a las ávidas y curiosas
niñitas que desde pequeñas se morían por ir a explorar un
mundo misógino.
Como los personajes en La llorona y otras historias de
Alma Villanueva, las niñas del Estado de México en las
periferias de la Ciudad de México habían crecido entre
historias de secuestros, violaciones y asesinatos de
mujeres. Pero esto nunca había sido llamado violencia de
género, éste había sido nuestro pan de cada día. Nos
habían enseñado a nunca salir solas. Era tan común que
las mujeres aparecían en bolsas de basuras y basureros y
ríos en sus propios vecindarios mucho años antes de que
el término feminicidio tuviera un uso frecuente en
México. Las mujeres de la infame ciudad de Ecatepec ni
siquiera podían ir a la tiendita de enfrente o al carnicero
por miedo a que fueran asesinadas y violadas enfrente de
su casa. Pero nadie decía nada, todas estaban
aterrorizadas por el silencio. ¿Y no era esto lo que les
tocaba en suerte por ser pobres, la cruz que teníamos que
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cargar por ser mujeres? Llamar a la policía era en vano.
Vaya, si las niñas hasta desaparecían en las estaciones de
policía, los policías eran conocidísimos violadores y
rateros, sólo que totalmente invulnerables por su
privilegiada relación con la ley. Mi papá me prohibía
caminar enfrente de la estación de policía que estaba a
una cuadra de mi casa desde que yo estaba en la primaria,
aún cuando mi primaria estaba directamente al lado de la
estación de policías. Me recogía siempre en su
motocicleta, aterrorizado de dejarme caminar los
cincuenta pasos que me separaban de mi casa. Yo me
volvería una ciclista y una jugadora de fútbol, la única
manera de escapar de mi radio restringido. Durante mi
adolescencia crecí como una prisionera atrapada en los
suburbios aislados de la Ciudad de México, con mi
biblioteca y mi campo de fútbol, instrumentos para una
libertad aislada.
Mi aislamiento ahora me hace recordar aquellos tiempos.
La extraña soledad de los suburbios. La impotencia de mi
aislamiento, el grito amordazado de mi cuerpo enjaulado
en una casa en donde yo estaba condenada a quedarme
como un pueblo asediado. Era una primavera silenciosa
en New Jersey, con coches estacionados enfrente de cada
edificio, las ambulancias eran el único sonido que
perturbaba la plaza imaginaria del extraño silencio de los
suburbios. Ahora el estado de sitio era real. Toque de
queda, una palabra que yo jamás pensé usar, una palabra
reservada a libros de épocas anteriores y costumbres
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olvidadas como la guerra y las plagas. Todas las historias
de plagas y hambrunas lentamente se filtraban a través de
mi memoria herida: “El flautista de Hamelin”, Hambre de
Knut Hamsun, la Peste de Camus. Extraños paisajes de
árboles perplejos, el susurro de las hojas en el aire
enrarecido, la atmósfera inquietante de una ciudad
amenazada. Una primavera solitaria, un florecimiento
incompleto. Mis memorias estaban hirviendo a fuego
lento en el paisaje roto, como si la ausencia le agregara
otra dimensión al espacio.
Pienso en la gente que ya estaba confinada. Pienso en los
asilos de ancianos en New Jersey, escondiendo el conteo
de cuerpos y los cuerpos mismos, apilándolos unos
encima de otros, no queriendo confesar cuán poco los
viejos le interesaban al estado. Sólo hace dos años
habíamos ido a cantar villancicos para todos los asilos de
ancianos en la pequeña ciudad de Athens, Ohio, para
Navidad. El coro de niños, la pianista Laura y yo
entrábamos casi de puntitas en las áreas comunes, y
cuando menos se lo esperaban empezábamos a cantar a
todo pulmón en el comedor mientras todos nos miraban
sorprendidos. Más que alegría, sus rostros mostraban
sorpresa de vernos ahí, como si no estuvieran
acostumbrados a más visitantes que sus familiares. Una
mujer muy vieja y delgada se acercó sin hacer ruido a una
Laura concentrada en el piano, y detuvo la música
abruptamente al colocarse junto al piano. La pianista la
miró alarmada, mientras la anciana anunciaba con una
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voz atronadora, llena de rencor "Me voy a morir", y
pocos segundos después se cayó en la alfombra al lado
del piano. Su imagen se ha quedado conmigo durante
muchos inviernos, como si lo que dijo hubiera sido una
amenaza, como si yo y Laura le debiéramos algo y ella
quisiera recuperarlo con una frase final que nos
emboscara. Era el tono definitivo, irrefutable con el que
lo dijo, añadiendo las últimas palabras dramáticas "y
estoy sola" antes de desmayarse. Un año después del
suceso apenas entendí por qué se acercó a nosotros, dos
extrañas jóvenes en el asilo de anciano. Era como un acto
de protesta de la manera tan brutal en la que se iba a
morir, aislada y anónima, apenas un número más en las
estadísticas del estado.
El colapso de los mercados especulativos de la fragilidad
humana ha expuesto el esqueleto de la maquinaria. La
fragilidad económica nos ha vulnerabilizado frente a la
explotación. Y la explotación en turno nos dejó aún más
vulnerables para la deshumanización, o más bien, ya
estábamos acostumbrados a que lentamente nos
deshumanizaran. Para todos aquellos que vienen de
ciudades grandes en donde ya no hay espacio, nosotros ya
nos habíamos pensado como cantidades abstractas,
cuerpos ocupando el espacio. Para todos aquellos de
nosotros que estábamos acostumbrados a ser mujeres,
migrantes, minorías, trabajadores mal pagados, ancianos,
graduados sin trabajo, estudiantes pobres —la gran horda
de la miseria humana tildada de reemplazable— jamás
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había habido lugar. La mesa siempre había estado llena y
nunca habíamos sido invitados. Ya habíamos estado
previamente aprisionados por nuestra pobreza, el color de
nuestra piel, nuestro país de origen o destino. El virus no
era más que una lupa. Pero tal vez esta lupa le va a
ayudar a aquellos que nunca tuvieron libertad a rechazar
que les embarguen el futuro hasta nuevo aviso. Tal vez,
como aquella anciana indignada, nos levantaremos y les
diremos a los directores de orquesta que nos negamos a
morir, nos negamos a ser descartados.
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El problema del espíritu y de la Inmanencia de Hegel,
dado su cristianismo, es que coloca al hombre en el
centro del espíritu en vez de ser un componente más.
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El problema del espíritu y de la Inmanencia de Hegel,
dado su cristianismo, es que coloca al hombre en el
centro del espíritu en vez de ser un componente más. La
conciencia del hombre debe generar una responsabilidad,
una ética, y no una vocación cristiana conquistadora. Es
decir, lamentablemente su espíritu es más prometeico que
órfico. El conocimiento órfico reconoce la vigencia del
espíritu o Absoluto en el hombre y en la humanidad, pero
no coloca al hombre en la cumbre del absoluto. Eso lo
lleva a adelantar el fin de la historia. El hombre dentro
del pensamiento y la tradición órfica es un componente
más que dialoga con todos los saberes del absoluto, en
ese sentido busca un Convivium, un encuentro, una
sinergia conservadora de todas las energías donde el
principio que organiza el universo es la dialéctica entre
las energías conocidas como el Amor, Sakti [shakti], y el
Logos, Lingam.
21
命
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门
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La llama puede parecer frágil,
pequeña, casi nada, pero cuando
la llevas de cuarto en cuarto
en la oscuridad, parpadeando,
balanceando la mecha ilumina
el espíritu y el corazón y da esperanza.
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Indran Amirthanayagam
Antorcha
La llama puede parecer frágil,
pequeña, casi nada, pero cuando
la llevas de cuarto en cuarto
en la oscuridad, parpadeando,
balanceando la mecha ilumina
el espíritu y el corazón y da esperanza.
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¿Qué hacer?
Y si no tenemos casa, ni país, ni empleo,
ni salud, ni hijos, ni marido, ni jardin,
ni esperanza. ¿Qué hacer? ¿Esperar
a Godot o tomar el asunto
en nuestras manos? Y si no podemos
tocarnos, o tocarte, o tocar a él,
o tocar al abuelo, qué hacer?
¿Tomar el trago solitario, recordando
aquellos tiempos felices?
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El regreso de las hormigas
Estamos ahora en plena guerra, contra
el virus y también entre poetas, aquellos
29
Vida y Fianza
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y me contestaron que no es una novedad esta
pandemia.
Es una revolución llevada por un microbio y hasta
31
Nos lavamos las manos,
nos rociamos con purificadores,
nos ungimos de gel ¿antiviral?,
guardamos la distancia
en farmacias y mercados...
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Fer de la Cruz
Cuestión de fe
Está de cada quién.
Es la creencia o no en algo invisible,
digamos, como Dios
a quien sólo percibe el ojo humano
como un viejo caucásico de omnipotente índice,
en colorido estuco de alguna cúpula renacentista.
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Todos los sabios hablan de la
tragedia. Estamos viviendo tiempos trágicos, pero
heroicos. Inmanencia debe escribir una nueva tragedia,
la tragedia del siglo XXI. estudiar de nuevo la tragedia
estudiarla y vivirla como un saber filosófico un saber
del absoluto, tragedia y absoluto van de la mano.
Nietzsche mas que matar a Dios a traves de la tragedia
lo resucita. La Tragedis es una forma de conocimiento
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hondamente asociada al respeto más profundo por El
absoluto. Y aqui el papel de George Steiner es crucial.
NIetzsche mata una idea de Dios, pero realmente no
puede acabar con la idea del absoluto mas bien lo
fortalece.
37
水
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脘
De acuerdo a lo conversado, la mañana del 27 de junio
de 2020, llegamos a las siguientes reflexiones:
3. Es importante configurar en el
espacio/cuerpo/libro algunos sellos activadores de
las energías danzantes, como si de un ritual se
tratara. Cada caligrafía estructurada en la aparente
linealidad digital, evoca el sentido de una futura
“evolución de la consciencia”.
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Se hace preciso en este contexto, diluir en una primera
mirada los nombres de los autores. Quienes deseen
buscarlos podrán hacerlo al final de este volumen.
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¿Quién es ahora Lima? Cómo es una
Lima sin su caos efervescente, una Lima
a la que le han dicho para, respira, es
momento de contemplar… es momento
de aceptar que no puedes controlarlo
todo
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Daline Portocarrero
Domingo, 12 de abril de 2020
¿Quién mejor que tú para contarme, dibujarme,
retratarme en sonetos si gustas, la realidad que afronta
Lima en estos días? Le escribí hace poco a mi amigo
José, sobre el mecanismo de defensa casi automático
que he desarrollado y creo todos en cierto punto, del
empezar a crearnos micro realidades, microrrelatos
espaciales, emocionales alrededor de este tiempo sin
tiempo, espacio sin encuentro, el no lugar desde la no
posibilidad del encuentro, encuentros que permitían
dibujar en nuestra memoria el transcurrir de las vidas
de cada amigo nuestro, de cada familiar, de cada colega
de trabajo con el que solíamos compartir días atrás.
Te observo, veo tu temor, tu incertidumbre rondando,
tu expectativa, además. Se vienen tiempos sin tiempo
como acabo de escribir, y eso es —para quienes no han
llegado a aquel punto de indeterminación todavía— eso
es el inicio del caos como dices.
Pero nosotros no, y confío en que somos varios, que
podemos mantenernos en esa fuerza, en ese ánimo-
idealismo del inventar salidas y nuevas historias, por
eso te convoco oh amigo.
¿Recuerdas cuando bailamos por videollamada de
Messenger hace casi un año ya? Yo viviendo sola,
experimentando mis bordes, mis primeros ataques de
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pánico, mis primeros intentos de lograr nadar sola en
medio de la caótica Lima.
¿Quién es ahora Lima? Cómo es una Lima sin su caos
efervescente, una Lima a la que le han dicho para,
respira, es momento de contemplar. Es momento de
aceptar que no puedes controlarlo todo, que por ti no
pueden seguir transcurriendo el tráfico de mil
realidades sin que éstas terminen colapsando un
sistema de salud que desde su origen ya estaba en
estado crítico. Pobre Lima, no puedo escuchar a mis
amigos de manera normal, los leo matando el rato todo
el tiempo, salvo algunos pocos que prefieren
permanecer en silencio. Creo que quizás justo son
aquellos quienes con pinceladas frescas de imaginación
podrían sacarnos de esta pausa. Es como si Lima se
hubiera quedado en el minuto cero del tiempo, como un
mal viaje, pero si insisto describiendo esas líneas me
dará pánico a mí también y eso ya no lo quiero.
Sorprendentemente y un alivio para mí, la ansiedad ya
no me persigue hace mucho, fue una buena decisión
venir aquí después de todo. Antes de salir de Lima,
entraba en momentos de ansiedad constantes, de
necesidad de un alto. Hoy sólo son recuerdos, asomos,
wonderings, pero lo que me queda sí, es un poco de
pesar por no poder estar ahí con las personas, con mi
familia y amigos compartiendo aquello.
Yo no soy la única claro está, conozco varias historias
de personas que se han quedado fuera de su sitio
durante este episodio y que día a día ven la forma de
poder retornar. Seguiré aquí un buen tiempo —en
medio del bosque de la selva que me abraza— siempre
dispuesta a conversar, a conectarme, a aparecer y
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compartir con ustedes desde allá. ¡A bailar por
videollamada también! Me han salvado de varias el año
pasado, les mando un abrazo fuerte de agradecimiento,
bailemos siempre. Los extraño.
Nos extraño sin miedos.
Entiendo y confío que después de toda esta oscuridad
vendrá una nueva luz, cambios conscientes,
responsables, reparadores para poder superar este
malestar que nos acoge.
No pierdas los ánimos, no decaigas. Cuéntame por
aquí, describe todo y desahoga conmigo si gustas.
Mantengamos la fuerza después de todo, confiemos en
la tierra, en el cielo, en el aire, en esa energía que sabe
que todo tiene un orden, un principio y un final. Todo
regresará a su curso, tarde o temprano. Estamos
preparándonos para una nueva era.
Te mando un brillito de luz en mis meditaciones
matutinas.
Cariño y abrazos siempre,
Daline
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En vista del confinamiento por la
pandemia del COVID-19, y
retomando conversaciones creativas
por WhatsApp, nos dimos cuenta que
había un elemento que nos unía con
los otros y, este era: la ventana. A
partir de allí, quisimos establecer una
conexión con nuestras experiencias, y
mostrar lo que a través de ella
podíamos ver. La cuarentena nos
indujo a buscar una manera de
escape, que, al mismo tiempo, fuera
una introspección de nuestro
quehacer cotidiano. Encontramos
elementos relevantes de lo que
hacíamos a diario, logrando construir
un puente, si se quiere poético, por
medio del cielo, entre las tres
ciudades.
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Grupo Creativo La Media: Luis Manuel Pimentel,
Jonathan Gómez y Marzel Ávila
La Ventana
La intención de esta minipelícula es mostrar cómo se
unen tres personajes, de tres cotidianidades distintas, en
tres ciudades y tres países. Quisimos explorar en
nuestra intimidad, buscando referentes simbólicos en
relación al encierro y a la libertad. Entre ellos
encontramos a la ventana; como un lugar privilegiado
por el que empezamos a observar el paso de la vida.
Esta ventana representa un volver a casa, así como el
sueño de estar en ese otro lugar, el cual se mira. Resulta
que estas ventanas, se convierten en otras formas de
construir sentidos. Nos llevó a ampliar el concepto, a la
computadora, las litografías, el espejo, la evocación a
seres espirituales, la pesquisa de películas en las
plataformas de cine, caminar por un pasillo, las flores,
volver en el desgaste a la rutina del yoga; como si
fueran portales que se abrieran entre cada una de las
tomas, mostrando lo que implica el actual uso de la
tecnología.
Esta historia de carácter fragmentario, está narrada
desde la madrugada y termina con el atardecer. La
trama revela una autoficción de tres personajes que
andan en búsqueda de la liberación. Esta liberación se
da cuando encuentran en el cielo un escape, desde el
aquí y ahora, que se unen en formas simultaneas.
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Dejamos al espectador que arme su propia historia,
incluso, quizá verse reflejado en un cielo común para
todos.
Su duración es de 2:43 segundos. Se sugiere una
construcción de universos paralelos. Hay dos voces
especiales, la primera es de un poema que recrea
situaciones de una casa que parece desmoronarse en el
recuerdo; la segunda voz, narra que el mundo ya no va
hacer el mismo, porque la vida con la pandemia es otra.
En esta filmación, además de unirnos de nuevo, como
el Grupo Creativo La Media, que en el año 2000
fundamos en la ciudad de Mérida en Venezuela, con
una exposición de arte y literatura, ahora nos avocamos
al formato del cine, con la tecnología que tuviéramos a
la mano. Pudimos explorar en el tránsito del hogar, una
representación del mundo. La musicalización denota un
tono de intriga y nostalgia por un presente que parece
añorar al pasado. Nos convierte en seres de un futuro,
que, al parecer, se muestra incierto: La Ventana.
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Alex Grey estaría avergonzado
de tan poca psicodelia
y tan poco color
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Yesabeth Muriel
Un juego malvado
ayer también
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conversé con un dinosaurio
acaricié el contorno de sus ojos ágatas
me perdí entre los pequeños fragmentos
amarillos
verdes
grises
era su piel tan poco tersa
pero me dijo ahora somos muy pocos
¿Qué harás?
¿A dónde irás?
¿A dónde escaparás?
Y es que no tengo lugar a donde ir
Big Bang
Big bang
Big Bang
otra vez
aquí muere uno
allá muere otro de vez en
vez
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hormigas muertas
en un bosque innombrable
y totalmente desconocido
donde cada día hay un disparo
molecular
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Por qué no indagar más entre las vidas de mis
vecinos que gimen largamente mientras
en casa todos duermen
como pacientes terminales
ahora que lo pienso bien
el mundo se las ha ingeniado
para hacer de todo esto una obra maestra
una obra maestra en que
las hormigas obreras
salvan solo a la reina en el caos
pero qué juego tan malvado
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Colocar las letras,
formar palabras, escribir
es un rompecabezas sin piezas
Nimbe Rock
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Solo
“Desde el tiempo de mi niñez,
no he sido como otros eran,
no he visto cómo veían,
no pude sacar mis pasiones
desde una común primavera”
Edgar Alan Poe
Sola un veinteveinte
Floto dentro de una burbuja
en mi confinamiento,
un encierro en el encierro,
no estoy segura si estoy dentro, o
yo misma construí ese muro.
Soy una pompa de jabón,
que ve desde su mirilla,
voyerista observando,
un solo árbol que me habla,
en diálogo con los grillos inexistentes,
que me arrullan y duermen,
trino de soledad inacabada,
que me pierde en la somnolencia,
caen mis párpados y sin pedir permiso,
brota humedad salada sin pudor,
voluntad y sin tiempo.
Encubierta salgo, camino, tomo café,
charlo y brindo con ese tinto,
que me pinta de bermejo,
así me presento
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con mascarilla y careta,
una por fuera que cubre las de
abajo,
las profundas, las añejas.
Los demás sólo ven mis ojos,
aunque yo no quiera,
tienen su propio código
que descifran fácil,
como un niño que se esconde
detrás del ropero.
Me hundo en mi vientre,
a veces en mi corazón blanco,
teñido de rojo,
otras veces uso mis entrañas,
opacas color negro,
la oscuridad está afuera,
pero también
hay gris silencio, sin diálogo interno.
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El motorizado llegaba, colocaba una
bandeja y con premura despachaba los
pedidos, reconfirmando su lista con la de
ellos; recibía el dinero, daba el vuelto en
una bolsita y se iba de inmediato.
Diego Palma
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El país de la casa
No imaginaron la dimensión de su influencia ni la
contundencia de su origen. Supieron de su existencia
un domingo por la noche, mientras veían el resumen
noticioso, y al día siguiente dejaron que entrara a casa
quizá sin plena conciencia de ese primer acto
pernicioso. Fue durante una entrega a domicilio,
cuando el motorizado les dio el vuelto y ellos cogieron
una parte, como compensación por la carga de bultos,
dijeron, riéndose. El apuro de guardar las monedas hizo
que no se lavaran las manos, o al menos no a tiempo, y
en ese mismo instante surgió la duda.
Con el pasar de los días se dieron cuenta que había
llegado para cambiarles la vida y comprendieron lo
inútil de oponer resistencia o pensar que las cosas
podían ser distintas en un país así, como este, como
tanto maldicen los adultos. En circunstancias tan
extraordinarias, era menester saber sobrevivir y, en la
medida de lo posible, sacar algo de provecho. ¿No era
acaso eso cierto, no lo habían visto así? Por lo pronto,
sabían que todo corría el riesgo de estar contaminado,
incluso ellos mismos, y por tanto era importante
mantenerse a buen recaudo. El recaudo, murmuraban
sonriendo, antes de dormir: factor primordial, nuestro
fundamento de cautela. De seguir en lo mismo, lo
mejor sería cuidarse.
Así, según lo acordado, estrategias y acciones fueron
más sincronizadas y supieron mantenerse a salvo, aún
en situaciones de alta exposición. La ejecución de los
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quehaceres empezó a ser más rápida y eficaz, siempre
limpiando cualquier rastro que generara
complicaciones. El motorizado llegaba, colocaba una
bandeja y con premura despachaba los pedidos,
reconfirmando su lista con la de ellos; recibía el dinero,
daba el vuelto en una bolsita y se iba de inmediato.
Siempre listos con el balde de agua y lejía, limpiaban
las compras una a una con cuidado prolijo, atentos a no
exponer a los suyos a amenazas indeseadas; en este
oficio, comentaban sus padres, se habían vuelto
expertos, y en consecuencia merecían propina acorde a
su esfuerzo. Sin embargo, la propina no siempre hacía
justicia a la dedicación, pensaban ellos, y aunque eran
tiempos duros, nunca estaba de más asegurarse estar
bien pagado.
Esas semanas fueron de mucha incertidumbre para
ellos y para todo el país, considerando las medidas
gubernamentales relacionadas al estado de emergencia.
Mamá se había quedado sin trabajo por fuerza mayor y
papá trabajaba horas extra empacando productos que
un supermercado vendía por delivery. La falta de
dinero los había obligado a profanar los ahorros para
solventar los costos de colegio y casa, que por acuerdo
mutuo habían sido regulados mínimamente, pues no
existía ley alguna sobre este tipo de protección al
consumidor. En las noticias hablaban de la creciente
cifra de contagios y muertos, del remezón económico
que se regularía a largo plazo y hacían énfasis en no
salir de casa, en cuidar la distancia social, en lavarse las
manos y desinfectar todo lo posible, siempre.
Mencionaban también los desacatos ciudadanos al
estado de cuarentena, mostraban imágenes de las
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grandes aglomeraciones en los mercados, de los
vendedores ambulantes arriesgando el pellejo para
llevar un pan a la mesa, ¿lo oyen?, decía papá, ellos no
tienen la suerte de nosotros, ellos no tienen qué comer.
Sus hijos de repente no estudian, a diferencia de
ustedes que hasta clases virtuales tienen. Mal que bien,
decía, aquí estamos a salvo. Y ustedes tienen mucho
que ver en eso. Al principio, su madre no estuvo de
acuerdo en que se encargaran de recibir las compras,
pero yo los apoyé cuando los vi así de decididos. Hay
que darles responsabilidades a los hijos, pensé, no hay
que cortarles las alas. Y no te hemos defraudado,
decían ellos, pensando en las ventajas de su labor.
Estamos para poner el hombro siempre.
Al mediodía hablaba el presidente y luego seguía el
noticiero, que veían lavando y secando los platos, antes
de hacer tareas. Uno de los hechos que más les
impactó, y que siguieron muy de cerca, fue el de la
compra de ventiladores, respiradores y material
sanitario sobrevaluado ante la alta demanda, cuya
investigación ya estaba en manos de la fiscalía. ¿Los
atraparían? ¿Qué les pasaría cuando los descubran?
Ojalá les caiga todo el peso de la ley, decía el padre. Es
inconcebible que roben cuando hay gente que se muere.
¡Es antipatriotismo, inhumanidad, maldad pura!
Renegaba, con carajos y mierdas al final de sus frases.
La corrupción la llevamos en la sangre, decía, al fin,
calmándose. Ya no se sabe si es buena o mala porque
es parte de nuestra naturaleza. Podemos ser pobres,
pero nos seguimos robando; ahí siguen muriendo a
costa de otros que se hacen ricos. Se enlazan unos con
otros, actúan en complicidad para actuar por debajo de
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la mesa, y cuando los atrapan alegan ser víctimas de un
sistema que los forjó así. Y luego salen libres y siguen
robando. ¿Qué acaso son monstruos? ¿Lo somos? ¿Nos
estaremos convirtiendo en unos? ¿Es posible un punto
de comparación? ¿Qué pasa si nos descubren? Esa
noche, antes de cenar, se encerraron en su habitación a
decidir qué harían. En sí habían llegado a un punto de
maestría en la sustracción de los vueltos, cuidando cada
detalle que pudiera ponerlos en evidencia: en el pórtico
de la casa, mientras uno limpiaba, el otro desanudaba la
bolsita del vuelto cubriendo sus movimientos con el
cuerpo, y con delicadeza de joyero extraía unos pocos
soles y los guardaba en el bolsillo antes de anudar la
bolsa y limpiar cualquier rastro. Luego ambos entraban
a la casa, pisaban un trapo con lejía antes de dirigirse a
la cocina y distribuían los enseres en estantes, gavetas y
refrigerador, esperando hasta el final para entregar el
vuelto y recibir unos cuantos soles de propina. Semana
a semana se repetía el mismo ejercicio, sin que mamá
se diera cuenta porque nunca contaba el vuelto; ya la
conocían, era predecible. Y papá siempre estaba
encerrado en la oficina con el teléfono en la mano y la
computadora encendida, trabajando desde casa como
una minoría privilegiada de la población. Sin duda
alguna, no había riesgo. ¿Debían o no debían parar?
Esa noche cenaron sin mamá, porque al parecer le
había dado gripe de tanto mojarse en la cocina. Le
dijeron buenas noches desde la entrada a su habitación,
y por prevención el papá durmió en la sala antes de irse
a su segundo trabajo en un supermercado, de
amanecida. Por la mañana, mamá no tuvo fuerzas para
prepararles el desayuno y ellos se repartieron los
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quehaceres. Poco antes del mediodía le tomaron la
temperatura y la fiebre había aumentado, así como las
sensaciones de ahogo y mareos. No supieron si llevarla
a emergencias o esperar que la fiebre cese: en otras
palabras, no supieron si debían exponerla al riesgo de
contagios masivos de los hospitales o si debían
aferrarse a la aparente esperanza de la inacción. Luego
de pensarlo mucho, llamaron a una farmacia, pidieron
hablar con el farmaceuta y decidieron seguir sus
indicaciones antes de sacarla de casa. Pagaría con cien
soles, dijo el padre, ya haciendo el pedido de medicina.
Tome nota de la dirección.
¿Cien soles?, pensaron, mirándose con ojos incrédulos,
¿para una compra de cuarenta? ¿Te imaginas lo que
sacaríamos si…? ¿Y si…? ¿Y si lo que dicen en la tele
es cierto? Dijo uno, retomando la calma. ¿Y si es cierto
que todo acto tiene una consecuencia? ¿Y si la
consecuencia de los nuestros es la salud de mamá? ¿Y
si no fuimos lo suficientemente cuidadosos con la
limpieza por pensar en el dinero? ¿Y si mamá está mal
y no descubren la cura? ¿No dicen que no hay vacuna,
que es incurable, que recién en enero sabrán algo? ¿Y
si…? En ese caso, dijo el otro, lo mejor será que no
recibamos el pedido. Y ya no te culpes tanto. Lo hecho,
hecho está.
Papá no pudo recibirlo por atender a mamá y una vez
más usaron las mascarillas, los guantes y el balde con
agua y lejía para recibir el pedido y vuelto. El dinero en
las manos era como picadura de zancudo y sentían la
necesidad de rasgar la bolsa y mantener la costumbre,
pero por otro lado se preguntaban cuán indolentes
podían llegar a ser en un estado de emergencia como el
63
suyo, en un pequeño país como su casa, y de pronto no
encontraron diferencias entre esos investigados de la
tele y ellos mismos. Dieron el vuelto a papá, fueron a
lavarse las manos y mientras corrían a su habitación,
oyeron la voz de papá al teléfono, reclamando la falta
de diez soles en el vuelto. Con todo respeto, ustedes
son unos grandísimos jijunas rateros, señorita, decía,
alzando la voz. La bolsa con el vuelto estuvo
perfectamente cerrada cuando la recibí. Y ahora, al
abrirla faltan diez soles. ¿No cree que ya bastante nos
roban con los precios para encima robarnos con el
vuelto?
La televisión prendida fue un eco de conciencia cuando
oyeron que habían apresado a unos presuntos
funcionarios de contraloría por cargos de corrupción y
peculado, tras un operativo conjunto entre policía y
fiscalía. ¿Y si…? Sí, dijo uno, también lo creo. Mejor
quitarnos este contagio más maldito que el Covid.
Mejor empezar de cero antes que acabe con nosotros.
Esa tarde supieron que mamá se sentía mejor y fue
gratificante imaginarla en la cabecera de la mesa,
sonriendo como en viejos tiempos quizá inalcanzables
en esos momentos de punición. Quizá su mal y mejoría
eran consecuencias asociadas a ellos, o quizá
simplemente era parte de la evolución natural de un
proceso viral, sin ningún otro riesgo. Como fuere, aún
eran muy jóvenes para saberlo, pensaban. Aunque,
como diría papá, quizá eso no era tan cierto y ya tenían
la edad suficiente para empezar a ser hombres y asumir
sus culpas, tal cual demostraron esa tarde, cuando le
hicieron creer en una sociedad mejor al oírlos decirlo.
64
中
65
El miedo sembró su aliento
en todas las casas
Fue nuestro desayuno y nuestra cena
66
Roger Neyra Luzuriaga
El alma
Nos quitaron los domingos
El viaje
Las noches entre amigos
El poliamor
Las ciudades quedaron vacías
El miedo sembró su aliento en todas las casas
Fue nuestro desayuno y nuestra cena
Su música fúnebre
Se multiplicaba a las tres de la mañana
Invadiendo las pantallas y antenas interestelares
En las siete mil lenguas
Fear, angst, paura, peur, medo, 恐惧,الخوف...
Quédate en casa
Reste à la maison
Resta a casa
Bleib zu Hause
Stay at home
Quédate en casa
Y aumenta cien kilos
Ten sexo virtual
Existencia virtual
Un hijo virtual
Obedece a Gates, Soros y Musk Company
Quédate en casa familia
Mientras las últimas selvas arden en llamas
67
Mientras subimos los decibeles del horror
Y aniquilamos tu economía
Quédate en casa
Con tu violador
Quédate en casa
Y comete los huesos
ESCLAVO
奴隶
عبد
برده
Ajústate la mascarilla
Y cierra los ojos
Porque todo es virtual
Nos quitaron los domingos
Pero no nos podrán quitar el sol
El fuego que vibra en nuestros corazones
Los sueños
La risa
El canto
El ALMA
Y al primer día que no te quedes en casa
Y entierres tus miedos en la tierra roja
HUMANO
Resucitarás
Y volveremos a lo tribal
TRIBAL
TRIBAL
TRIBAL
R E A L
68
69
Y entiende
no eres invencible
por creer que aún eres libre
Cruenta
Virus,
destellos de giros
70
de mil de personas
que expresan dolor.
Cruenta
e inconsciente de pena
aún manejas las venas
de la cruel sociedad
en una lenta
pesadilla.
Perdido
de tu celda cautivo
quebrantado y prendido
de los miedos de ir.
Y ciertas
palabras falaces que abren la luz
de una oscura traición.
Y en gritos
los reclamos prohibidos
mueren o vuelven vencidos.
Y en mares,
los más atrevidos
mueren o vuelven vencidos.
Y entiende,
no eres invencible
por creer que aún eres libre.
72
Nos encontrábamos en estos
descubrimientos, cuando, de un
momento a otro, me comunicaron que
toda mi cátedra debía reconvertirse para
enseñar Matemática contable o algo por
el estilo, Lenguaje sería sustituido por
Lenguaje de programación y cifrado y
así con muchas materias. Yo decidí
renunciar
80
Nadie sabe del ocaso
de este amanecer espantoso,
ni de las fosas, ni de las cenizas
en sus huertos.
Yo sé de las bestias que habitan
los claustros
y de los viajeros que parten al desierto.
Vanessa deAcosta
81
La peste tiene complejo de Cristo
Descubrimos el fuego Levantamos murallas
Pintamos murales Sobre los
desfavorecidos
Erigimos imperios Y esparcimos el
hambre
La tierra nos dio frutos Incendiamos los
bosques
El mar sosegó Y atentamos contra sus
criaturas
nuestra sed
84
Imagino mi vientre en toda su redondez.
Siento mis pechos duros, como si
estuvieran cargados de leche. Qué
exigente es el cuerpo, la dictatura del
ADN: pide un hombre con el cual
reproducirse, reproducir esta especie que
lo devasta todo. Respiro hondo, le digo:
estate quieto. El cuerpo entiende, baja la
cola, se tranquiliza. O finge hacerlo
85
Julia Piastro
***
***
86
bosque. Me siento gorda como una vaca. La felicidad
duele igual que la tristeza.
***
***
87
***
***
***
***
***
***
89
del no-saber? ¿Cómo volver la incertidumbre algo
placentero?
***
***
***
90
La curiosidad no me deja tranquila. Finalmente llamo
por teléfono a un neurólogo para preguntarle qué podría
ser la monkey mind. “Bueno”, me responde José Luis
Díaz con toda la paciencia del mundo, “hay una zona
del cerebro a la que me gusta llamar la zona de la
divagación: le llaman RND, o red basal, y se activa
cuando no estamos haciendo nada.” “¿Y los animales
también la tienen?” “Sí, aunque no se sabe si la usan de
la misma forma que nosotros…”
***
***
91
92
Formas de colisión como estrellas en la
noche nublada. Estamos solos
frente a las cenizas
93
Alberto Bejarano
**
Repeticiones repetidas
Estribillos estriban
Rampante campante
Revolver revolver
Invención reinvención
Demolición evaporación
Composición silenciamiento: la naturaleza arde.
**
94
del surrounder la intromisión del no avanzar la espera
la difunta espera el contacto del no-ser no-saber la luz
apagada los rumores las ollas medio tapadas de hierbas
mejoranas la radio desconectada el apagón la noche
vela DE NIEVES QUE SE DERRITEN
**
Miguel Lescano
96
97
De una cosa, más que de hambre, muere
el hombre, y es de la falta de
cooperación, de la falta de empatía, de
amor, tan escaso en estos tiempos
difíciles.
98
Jack Farfán Cedrón
Féretro
Lobo del hombre
Somos,
El tigre desdentado
Que rayó un alba incierta
Aguardando que te pudras
Mientras te carga la peste.
Si te cargas a ti mismo
O te cargan,
Siempre escupes
Al barro del malagradecido,
Siempre apedreando el manzano
Por si caigan mangos;
Iluso,
Plegado a diosito,
Que no hace más milagros
De los que crees,
Sino que ni en ti cree.
99
Comemierda,
Quemasangre,
Vendedor de sebo de culebra
A tostón,
Al mejor impostor
Vestido con la sábana negra
Del siguiente mendigo
Que entregará las tablas
Subterráneas.
Mudo,
Descorazonado,
Destrabado,
Sin verba florida
Que te salve
De la sinrazón a contrabajo.
100
Razón de serlo,
Loco de las nueve furias;
Caminaréis en presencia del astado.
¿Qué te queda?,
Armatoste de cabrón,
Gran mierda
Eres,
Mientras tu semejante se muere
Y tú estás cascando su mortaja interior
Sin importarte un sonoro pedo.
Despierta, pescado,
Que el que muere
Enterrará todos tus huesos mañana.
101
La pandemia nos ha aislado física y
mentalmente de los demás: debemos
abrirnos al otro, aceptarlo y quererlo. La
experiencia afectiva, sentimental y
amorosa no puede desaparecer, más bien
potenciarse e intensificarse.
102
Solidaridad
Unidad
Empatía Conciencia
103
Estamos en Ancón (Lima, Perú) a 2 km.
del mar. Aquí los vientos arrecian
constantemente y amanece nublado en
estos días de otoño… Lo más hermoso
de la casa es el jardín que nuestra madre
ha sabido cultivar con creces; así
podemos contemplar rosas encendidas
que nos reconfortan.
104
Salomón Valderrama
La sagrada familia
Necesitado de armonía
Rodolfo Hinostroza
I
En este instante
En que se contempla
El cielo preclaro
Y una sutil figura nos da
El vuelo en blanco
Y descubrimos
La transfiguración
Un rasgo elevado
Hacia el centro
De la representación
Algo sagrado
Ya de viaje incierto
Todo en la vera
De la antigüedad
Cuando el pudor
Nos despertaba
Hacia la primera
Orilla enigmática
Bóveda de bóvedas
De escuela sagrada
De escuela de nada
Cielos por aparecer
Nos ofrecían
105
En mitad de la tierra
Escuchad
II
Nos señalan algo inacabado
Inacabado y hermoso
Nos dicen
Parece que se aleja
Que se pierde
Serenidad
Nos protege algo
Que parece ser
El amanecer
Estamos aquí
Abajo siempre
Esperando
El preludio fatal
La dulce noche
Que ha de volver
Trata te lo pido
De modelar el rocío
Que nos ve
Conmovido
No sé qué circular
Y por favor
Anticipa el signum
Para volver
III
Naturaleza conmovida
Llena de amor
106
Aprecia la claridad
De la vida
Incluso en la celebración
De la noche
Acerca tus manos
Y presiente
La bondad infinita
El sueño celeste
La fascinación
Por construir
Puentes aéreos
Sagrados
Hechos perfectos
De atracción
En constante fuga
Solo de naturaleza
Abrazado de armonía
107
Otro dato curioso anterior al siglo XVII,
es aquél que asevera que William
Shakespeare escribió un par de sus obras
maestras, Macbeth y El rey Lear, durante
una cuarentena. Es tiempo de releerlas
108
Ulises Paniagua
112
admitir que, al igual que la peste, el teatro es un delirio,
y es contagioso”.
Finalmente, cito dos libros que después de la mitad
del siglo pasado marcaron profundamente, a través de
sus letras, la condición humana, al invitarla a la
reflexión: La peste, de Albert Camus, publicada en
1947 —que en tiempos del coronavirus ha resurgido de
manera estrepitosa en ventas en Europa, hoy en día— y
Ensayo sobre la ceguera, de José Saramago, publicado
en 1995. Ambas novelas narran cómo, en una época
complicada, el egoísmo y el miedo de los seres
humanos puede convertirse en un peligro mayor que el
propio virus. Pánico, asesinatos e injusticias son
extendidos por una humanidad paranoica y
desconfiada. Ambos libros nos confrontan al peligro
del miedo como infección, y lo hacen de manera
impecable.
Así, la literatura en época de virus nos invita a
reflexionar, a detener la marcha del tren de la “vida
productiva” un momento, justo ante tantas compras de
pánico y una brutal desinformación. Pudiera ser que, si
no tenemos cuidado, acabemos matándonos unos a
otros, completamente ciegos, como ocurre en la novela
de Saramago, para comprobar que al final todos
volveríamos a ver, tarde o temprano. O quizá, como en
la película El Ángel Exterminador, de Luis Buñuel, nos
demos cuenta meses después de esta alerta global, que
el principal temor que enfrentamos es el infundido por
otros y por nosotros mismos, un profundo horror
psicológico que nos impide salir de casa de forma
inexplicable. Así, la literatura vuelve a presentarse
como una panacea ante la angustia y la ignorancia, en
113
pleno siglo XXI. Es la luz en medio de la oscuridad de
la epidemia. Leamos.
114
barro ingenuo de fiebre y esperanza,
trono de humanidad, vientre del cerro
venas abiertas, Sonqo
de la tierra mía
115
Carmen Germán Palacios
Coces
Coces al Cielo
escombros,
besos
—Poesía—
Con las crines al viento y encabritado el lomo,
ojo de gato
y brincos de la ola
son
116
y susurras libertad,
y que a la hora nona
luna,
noche
me haces,
ser
Sonqo
En tu patria mi patria que se alza aún con mordazas
Y en mi ronco poder… tus pies desnudos,
117
barro ingenuo y fiebres, piélago de esperanza
flor de luz, chispa! Cancha bravía de la madrugada
Sonqo, tú hermano,
turiy
que me eres y te soy
que te hablo, me hablas
en tu ronco poder, aún con mordazas
barro ingenuo de fiebre y esperanza,
trono de humanidad, vientre del cerro
venas abiertas, Sonqo
de la tierra míai
_________________________
i
Sonqo corazón
Ichu pasto de altura
Aguaymanto frutilla silvestre
Waino género musical andino
Puquio fuente de agua, manantial
Danzaq bailarín y asceta de altura andina
Pinqullo flauta de pan también llamada quena
Charango suerte de bandurria o laúd andino
Mayu río
Cocha espejo de agua
Cancha maíz tostado
Turiy hermano de hermana
119
Esta zona es de agricultores, que tienen
un ritmo de trabajo diferente al
de zonas urbanas. Lo principal es el
conocimiento de los ciclos del
alimento, desde la siembra hasta la
cosecha. Durante el Aislamiento
Social la mayor preocupación ha sido
cuidar la chacra, estar atentos con
la lluvia o a sequía, conocer la
distribución o el corte de agua […]
Una de las explicaciones es que los
espacios marcan nuestro
comportamiento, entiendo que hay una
cultura antigua, que vive
paralelamente al mundo moderno de
consumo, que en sus acciones es
muy sabia, que vale la pena observar,
sentir, aceptar.
120
Rebeca Ráez
Wiracochan
WIRACOCHAN es el título de la performance y es el
apu más conocido de la región. Cuenta la leyenda que
Wiracocha, en su camino desde el Lago Titicaca hacia
el Cusco, paró en esta montaña y estando en su cima,
partió al mundo formando los 4 suyus: Chinchaysuyu,
Collasuyu, Antisuyu, Contisuyu. En el vídeo podemos
reconocer su forma imponente, que termina en un
ángulo puntiagudo. También hay otros apus como Kuri,
el complemento femenino, materno, protector; y la
Laguna de Urcos, donde se realizan ceremonias del
agua hasta el día de hoy. La metáfora de la división del
mundo incaico, correspondiente al Tawantinsuyu, nos
ayuda a visualizar al hombre caminante y peregrino
de vastos territorios. Y esa es nuestra pregunta
principal: ¿hacia dónde vamos después de la pandemia?
El acto de caminar nuestro territorio indomable, es el
reto mismo de la existencia, donde el espíritu encuentra
propios simbolismos y metáforas. El pensamiento se
libera
en los espacios amplios, y a la vez, entiende la
importancia del desapego; de la fuerza interior.
Encontramos también un trabajo de investigación con
la pintura facial:
la primera corresponde la Cultura Chancay (colección
del Museo Amano), donde vemos una rejilla que se
asemeja a las mascarillas actuales. Pero en la lectura
del pasado, es una red que está esperando que caigan
121
los peces en altamar, es un maquillaje ritual para evocar
a la
abundancia.
La segunda pintura ritual pertenece a un huaco retrato
de la Cultura Mochica. Son 3 líneas rojas que se cruzan
al centro, representan el Hanan Pacha, Ukhu Pacha y
Kay Pacha presentes en la cosmovision prehispánica,
revelando la capacidad multidimensional del personaje,
es un estado de madurez espiritual máxima, donde los
deseos parten del centro hacia el Universo, y todas las
energías convergen en el ombligo.
El tercer ojo está representado por la línea azul.
A través de mis trabajos deseo que el ser humano
pueda entender mejor su origen, y de esta manera,
poder enfrentar mejor los enigmas del futuro convulso.
Nuestros antepasados también tuvieron que sortear
catástrofes como el Fenómeno del Niño, los terremotos,
los aluviones, la sequía, pestes, invasiones y
exterminio; no nos enseñan en las escuelas sobre el
orden social y cosmogónico de estas civilizaciones. El
arte es una poderosa herramienta que nos permite
comprender mejor sobre las preguntas y desafíos de la
humanidad; que son antiguos y se repiten; y que sólo
van cambiando de forma: Wiracochan.
Me pregunto a veces
si el virus fuera un maestro
que nos obliga a pensar
todo lo vivido
el maestro que se ríe a veces
122
cuando perdemos el rumbo
¿Acaso lo teníamos claro?
¿Sabemos realmente qué es la salud?
Nos ataca con el aire que respiramos
¿Conoces los latidos de tu corazón?
El maestro que lo renueva todo
Transformación
Cambio
El arcano de la muerte
El miedo a lo desconocido
El pánico de la incertidumbre
¿Encierro?
Cuando vuelvas a las calles
¿Qué harás con tu ansiada libertad?
El maestro más peligroso del mundo
Te pregunta
Si te gustaría ver una montaña
El rostro del ser que más amas
Bañarte en aquel río de tu pueblo
Antes de morir
Tiempo de escuchar tu corazón
Caminar el deseo
123
Y vivir tu sueño con verdad
124
El país está pasando por la primera crisis
pandémica generacional, el aislamiento
asume una depresión social, de aquí
emergen quienes asumen las alternativas
de economías sustentables como nueva
interacción, de allí estará el otro extremo
que reiniciara “la normalidad que
siempre han asumido”.
125
Nancy Medina
126
Carolina Cárdenas Fernández
127
Nuestras fantasías sobre cómo el día de
mañana será certero, brillante,
incuestionable, no pueden relacionarse
con nuestra “vida” en tanto trayectoria
libre y escogida en el seno de una
economía de mercado.
128
Pues sí, se puede decir que el capitalismo ha muerto, al
menos en buena parte de sus manifestaciones sociales,
y ninguno de sus detractores lo está celebrando —
como es lógico, teniendo en cuenta las circunstancias
actuales —. Pero es cierto que ahora mismo el Estado
ha tomado las riendas de nuestras vidas y hemos de
limitarnos a obedecer sus dictámenes. Es decir, esto es
lo más parecido a un régimen “izquierdista” que
podemos llegar a experimentar aquí, en el mundo
occidental. ¿Y qué se siente? En principio, se diría que
es aburrido. Pues dejando atrás el confinamiento, no
hay mucho que hacer. La iniciativa privada ha quedado
reducida a su mínima expresión, los negocios
relacionados con el ocio o el entretenimiento no
existen; las empresas, en definitiva, no mandan y no
pueden desplegar su ideario y postulados en la
sociedad. (Podemos imaginar, también, el calado del
impacto de no haber internet o televisión). Por
consiguiente, nuestros destinos han quedado
establecidos por la norma. A pesar de las sensaciones
psíquicas de angustia, verdaderamente sabemos qué
está pasando y qué va a ocurrir en lo sucesivo, en un
sentido general. La planificación estatal se ocupa de
nosotros por medio de decretos, de tal forma que no
sintamos incertidumbre ante nuestra suerte. Y, así, no
necesitamos triunfar porque no vamos a ser el “número
uno”, no vamos a destacar, ni nuestra subjetividad va a
tener importancia alguna. Nadie gana ni pierde en este
contexto. Nuestras fantasías sobre cómo el día de
mañana será certero, brillante, incuestionable, no
pueden relacionarse con nuestra “vida” en tanto
trayectoria libre y escogida en el seno de una economía
129
de mercado. Eso que llaman éxito no ha lugar. Y, sin
embargo, vivimos un retorno a lo humano más
esencial. ¿Qué aplausos puede haber cuando él está en
el gimnasio, ella, en la academia; tú, viajando; yo, en
un parque? El colectivismo está trayendo de vuelta
consigo ese nunca olvidado, a pesar de los sutiles y no
tan sutiles intentos, hermanamiento, esa certidumbre de
ser humanos iguales, dignos y valiosos, que van en el
mismo barco, siguiendo un rumbo claro y fijo.
El impacto de la economía y los distintos sistemas
políticos en la psique humana y las sociedades es
sobresaliente, hasta el punto de que es necesario tener
una idea global que se construya desde todos los
medios posibles, ya sea prensa, literatura o música,
para tomarla como norma fundamental. Un canon bien
forjado se irá haciendo más sólido con el paso de las
décadas. Retroactivamente, todo habrá tenido un mayor
sentido en las condiciones actuales que si hubiera sido
de otra manera. Hasta que, de pronto, a modo de
broma, el capitalismo muere. Puede hacerlo, siempre,
filosóficamente, pues, en honor a la verdad, apenas es
una pequeña siesta la que está tomando. Pero ésta de
las letras nunca ha querido ser del todo la realidad real.
Más bien, desde aquí, mantenemos una relación un
tanto tóxica con ella. La criticamos, puede que la
denostemos, porque la amamos y no nos obedece. Y
tan solo nos queda resguardarnos tras las líneas, tener
razón en la soledad incorrupta de los conceptos que nos
respaldan. Por eso, aquí sí puede morir el capitalismo y
podemos hablar dignamente y sin balbucear de la
pandemia. Que se ha llevado por delante tantas vidas y
sujeciones que han probado ser demasiado frágiles. Y
130
han salido a la palestra nociones tan simples como
fundamentales: quedarse en casa, lavarse las manos,
ponerse una mascarilla. Entonces, quizás, todos esos
versos, ensayos, complejidades que soñamos, la
Historia, ¿son una profesión sin más? Tenemos que
resistir como sea. Debemos salvar la épica, el
esteticismo que, en el fondo, nos ha llevado hasta este
lugar.
Pues en la reivindicación de lo público, que
anhelábamos como agua de mayo y que finalmente se
consumó, sigue habiendo un extraño vacío. En tanto se
asienta la normativa estatal, va extendiéndose y
demostrando que precisa recolocar minuciosa y
asquerosamente las distintas energías que daban forma
al capitalismo. Se adivinan nuevas lógicas cada vez
menos utópicas. Gremios, santurrones, chivatos,
burgueses, solidarios de salón. Parece que todo esto
seguirá existiendo en un mundo rojo de redes sociales y
alta tecnología. Y, a fin de cuentas, no es más que un
pequeño experimento vertiginoso. Cómo se calza la
nueva realidad. Al final encuentran la manera, siempre
lo hacen. Sí, ellos. Nunca nosotros, que estamos aquí.
Estamos para hablar, decir, que no es poco. Perdiendo
el tiempo, desde su punto de vista, porque el mundo es
suyo. No les importa morir, a nosotros sí. Porque
decimos la verdad y no queremos que se pierda. Es un
tesoro. Y vemos que hemos sido ingenuos y, en el
fondo nos alegramos, porque nos permite aprender,
seguir discurriendo y andando el camino de todos los
tiempos. Y ellos, que son mucho más avezados, ya
estaban encontrando la forma de sacar partido, también
a la pandemia, sí, también a la muerte del capitalismo.
131
Mientras celebrábamos y desentrañábamos la realidad,
en silencio creaban nuevas normas, espacios vitales de
acción y ley que ocuparán y no querrán desalojar. Pero
aun así, aquí vamos a seguir, ya no comunistas, ni
capitalistas, siempre heridos, mas nunca muertos,
diciendo.
Esa novela, aquel poemario, tienen aquello, la finura
firme de la idea que cruza orgullosa y despierta en su
verdad. Es un tesoro por el que llevamos peleando
siglos, de mente a mente. Es un arma cargada de
añoranza falsa de otra cosa, porque es en sí misma. Es
nuestra casa. La política es exuberante y mentirosa. La
angustia, si es curada en un parlamento, o en una urna,
o en una pancarta, se va a metamorfosear en algo peor.
Y más hay todavía. Sin bajar los brazos, no esperando,
estaba aquí todo el tiempo, la verdad. Sin duda, hay que
hacer. Salvemos la utopía, nosotros. Justamente porque
vivimos dándonos cuenta, porque ese es el oficio que
elegimos, o nos eligió, desgarradoramente,
compensándonos tan solo con el fugaz placer estético.
Más que nada, ante todo, porque nos hacemos
conscientes, querámoslo o no, llegados a este punto,
peleamos por esa estética quizás odiada por mentirnos
con tanta verdad, que es nuestra fuente de vida. Pues de
las prácticas no remuneradas, los programas de
entretenimiento y acrobacias, el titular que es
conspiración, vamos a los metros de distancia, la
mascarilla, la fila ordenada, más todo lo de antes, sí, y
hay quien se alegra y se hace un emporio en ello. Así
pues, ¿quién ahora puede ofenderse porque no está bien
del todo, que si no sabe escribir, o que aquella idea es
peregrina? Esta dureza tan nuestra, ¿acaso podremos
132
sacudírnosla de encima alguna vez? ¿Somos nosotros
como ellos?
Dentro de poco, estaremos durmiendo de nuevo.
Plácidamente. El Estado ocupará su anterior lugar. Las
empresas volverán a saturarnos con su sofisticación
para que consumamos y aceptemos trabajo basura.
Muchos habrán muerto y, como corresponde, serán
olvidados con rapidez. Saldremos, iremos a conciertos,
tocaremos libros agradablemente olorosos por recién
impresos. Nos volveremos a sentir pesados cuando no
cumplamos con ciertas convenciones. Y será hermoso
porque seremos otros. Más dolidos y fuertes. No
recaeremos, al menos durante una generación, en
pensar que iban a salvarnos quienes querían suplantar.
Hay mucho más. Aquí.
133
Estas creaciones se han transformado en
guardianes y compañeras de mi proceso
de toma de consciencia en relación a mis
pensamientos, palabras y acciones. Me
han llenado de libertad y esperanza. Me
han dado la posibilidad de unificar y
expandir mi ser con el universo,
encontrar una vía de comunicación con
el mundo para expresar, recordar y
compartir: el conocimiento y
experiencias acumulado a lo largo de mi
vocación como educadora y científica,
con el único fin, de entregar, en una
sociedad de masas, urbana e
industrializada, un camino de sanación.
134
Nos impodrán cápsulas asépticas
para aislarnos del mundo
y los amantes.
Pero nada impedirá que nuestras almas
se unan.
En un nuevo erotismo
trascendental
135
Chema Paz Gago & Carlota Corzo
136
Quisiera creer que esta disrupción de la realidad
cotidiana nos dejó el deseo de construir un mundo
mejor. Que vamos a salir del oscurantismo con una
nueva ilustración. Que vamos a cambiar la forma de
relacionarnos —y no me refiero a la distancia social
— sabiendo que lo que le pasa al otro me pasa a mí,
que no estamos separados por diferencias
insalvables, que la única forma de que todos estemos
bien es que todos estemos bien.
137
Luz Stella Mejía
Sin Ceremonia
139
El Nuevo Mundo
140
como magia
y damos gustosos nuestro tiempo de vida
para adquirirlas hechas:
les hemos dado el poder de dar estatus.
142
Nuestro entorno social a corto y mediano plazo será
un reto de enormes magnitudes. Así como la peste
bubónica en tiempos de Boccaccio dio paso al
surgimiento de gremios que exigieron mejores
condiciones laborales entre los trabajadores que
sobrevivieron, la actual pandemia tiene el potencial
de estandarizar, en las diferentes sociedades, la
conciencia por el bienestar ajeno. El peligro es que
el miedo devenga en una exacerbación del
individualismo. Como muestra, vemos la
viralización de memes racistas que caricaturizan a
los chinos, manifestaciones xenofóbicas en
comunidades pequeñas y los brotes de violencia
doméstica en condiciones de confinamiento.
中
脘
143
¿De dónde venimos? ¿para qué estamos aquí? El
cielo, la tierra, las plantas, el agua, todas las
substancias ¿Es esto la filosofía?
144
Ray Paz Quesquén & Rafael Vigo Sosaya
Pensar en no pensar
145
vértebras en las que Goethe confiaba; asumimos con
fiereza “Pensar en no Pensar”.
¿Quiénes somos?
146
Encierro y libertad
147
Nos encontramos frente al primado de la “razón
instrumental”, es decir, un tipo de racionalidad que
busca los mejores medios para alcanzar fines, sin
preguntarse el propósito de estos últimos
148
Emilio Montoya Velarde
149
busca los mejores medios para alcanzar fines, sin
preguntarse el propósito de estos últimos.
No obstante, en 2020, ha bastado un virus de
origen desconocido, un enemigo invisible, para que, en
un par de meses, ponga en jaque y frene en seco toda
esa terrible y omnipotente maquinaria, cuestionando los
pilares doctrinales sobre los que el sistema neoliberal
se fundamenta a nivel global.
Al igual que la irrupción del nazismo dio lugar a
una crítica y a una reflexión sobre la razón que nos
condujo hasta el Holocausto, el advenimiento del
Covid-19 debe mostrarnos el camino para pensar sobre
la sociedad que hemos construido y continuar
cuestionándola para, con ello, poder mejorarla y lograr
un progreso de corte universalista, una sociedad más
satisfactoria, como diría Marcuse en Eros y
Civilización.
Por tanto, desde una perspectiva dialéctica o
historicista es posible que el Covid 19 no pueda ser
considerado como un terrible cataclismo, en términos
socio-económicos, si supone la primera piedra de un
cambio hacia un nuevo modelo de sociedad. Tal vez
sea una “astucia de la razón” como diría Hegel. En el
siglo XIV la Peste Negra Bubónica, procedente de
China, a través de la Ruta de la Seda, se expandió por
Italia asolando Europa y causando ochenta millones de
muertos. Esta bacteria supuso el comienzo de la
decadencia del poder eclesiástico en la Edad Media,
especialmente por las ideas religiosas de la época, que
no casaban con la idea de un Dios-Padre benévolo que
promulgaba el Cristianismo. Para muchos
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historiadores, esta enfermedad fue el origen de un
cambio de paradigma. El camino del ocaso de la Baja
Edad Media a los albores del optimismo renacentista.
Solo el tiempo, el eterno retorno, será capaz de
decirnos si nos encontramos en una situación similar a
la de hace seiscientos años.
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泉
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