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Convivium: Contribuciones alquímicas sobre la


pandemia. Setiembre 2020.
Inmanencia Documentos.
Enrique Bernales Albites &
Florentino Díaz Ahumada, Editores.

Greeley, Colorado, Lima, Perú.

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CONVIVIUM
Contribuciones Alquímicas sobre la
Pandemia

Inmanencia Documentos

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Código Genético del COVID 19

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 Nefasta política la nuestra,
un buque sin capitán,
guerreros sin armas,
tripulación sin botes,
náufragos todos...
 
 
 
 
 

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Mónica Ávila
Varados en alta mar
Hoy... de mi sueño desperté...
varada en un mar diferente,
anclada a sus costas quizá,
obligada a detenerme.

Es un puerto distinto al mío...


distinto al de toda la gente,
es un ancho mar el que queda por cruzar...
y somos muchos,
millones de hombres y mujeres
los que nos quedamos en alta mar.

Llevamos en cada camarote...


los hijos, a los que vimos nacer,
quienes roban nuestra sonrisa,
capturan la mirada,
quienes nos arrancan hasta el alma
cuando por su faz, resbala una lágrima.

Llevamos en nuestro barco


también la sabia experiencia,
la sonrisa apacible,
el dulce consejo de quienes:

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"más saben por sabios que por viejos",
de aquellos que juntos sonrieron
al escucharnos el llanto
cuando nuestro primer grito sintieron.

Llevamos... la juventud y la experiencia,


el amor, la vida, la conciencia,
la sonrisa, el llanto, la tristeza...
explícanos, ¡Oh Dios! Por qué
hemos de parar el barco
y olvidar el timón...
por qué abandonar al adulto mayor;
y cual lastre de la vida
echar al océano incierto del horror
a quienes con tanto cuidado
toda su vida... nos llenaron de amor.

Háblanos con tu infinita voz,


¿por qué bogar en la incertidumbre
para naufragar en el desasosiego?
¡A quién implorar por más fuerza
en el místico cielo!
¡Qué Ángel de la guarda bajará
con la quietud y el consuelo
a traernos paz y quitarnos el miedo!

¡Miedo, terror y espanto!


Es una guerra mortal

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llena de zozobra y pánico,
los corazones están agitados,
los ojos llorosos,
las manos temblorosas,
los labios agrietados,
resecas las bocas,
llenos de cansancio
sin insumos… todos enfrentando.

Nefasta política la nuestra,


un buque sin capitán,
guerreros sin armas,
tripulación sin botes,
náufragos todos
en distintas direcciones,
anclados en el mar del desasosiego,
varados quizá, en algún puerto,
bajo la obscuridad de algún universo incierto
con sed, cansancio, hambre
y la compañía de algún cuerpo yerto.

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La gente que habíamos imaginado como
zombies saliendo de su tumba para
tocarnos y infectarnos eran
escalofriantemente similares a la turba de
homeless saliendo de Penn Station
acercándose a la gente para pedirles
cambio. Qué equivocados estábamos, el
enemigo es humano
y el enemigo está dentro

Violeta Orozco

La sabiduría de los maltratados:


himnos de batalla en tiempos del
coronavirus

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Battle hymns for the broken
Battle hymns for the misled
Battle hymns for the wretched
The forgotten and the dead
Battle hymns of redemption
Of solidarity and pride
Battle hymns we will be singing
At the turning of the tide.
Tom Morello

El colapso de los mercados especulativos de la fragilidad


humana ha expuesto el esqueleto de la maquinaria. Los
huesos pelados de la labor de los esclavos y la
deshumanización de los otros con tal de humanizarnos
trajeron una situación en donde los seres liminales y
marginales que estaban viviendo dentro de los metros y
las estaciones de tren finalmente han salido a la
superficie. Los negros, los morenos, los sin casa, los
Morlocks de H.G. Wells viviendo en el submundo
siempre habían estado ahí, encerrados en callejones
oscuros y pasadizos subterráneos, esperando este
momento de reconocimiento estremecedor. El
coronavirus nos ha permitido ver el centro de las
periferias, hemos visto como todo aquello que habíamos
tratado de mantener a raya nombrándolo, relegándolo a
otro planeta, a otra especie o a otra raza, también era
parte de este mundo. La chusma. La gente que habíamos

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imaginado como zombies saliendo de su tumba para
tocarnos y infectarnos eran escalofriantemente similares a
la turba de homeless saliendo de Penn Station
acercándose a la gente para pedirles cambio. Qué
equivocados estábamos, el enemigo es humano y el
enemigo está dentro. No vino de otro planeta para invadir
nuestro mundo. Nosotros somos el mundo que quería
mantener a la amenaza del otro en una jaula, sin darnos
cuenta de que los otros éramos nosotros.
Éramos los turistas que querían hacer el tour de los
basureros sin la peste, mirar la guerra a través de una
pantalla para que no nos lastimara, para quitarle realidad.
Y ahora que la gente muerta se acumula en los parques y
hasta los empresarios de las pompas fúnebres se mueren
nos empezamos a acordar de los diálogos de Hamlet. La
realidad en llamas de los enterradores cavando su propia
tumba es tan irreal como el cuento de los cuerpos que no
cabían en los tráilers congelados, las morgues
improvisadas de Nueva York. Los vagabundos sin casa
poblando el metro, el submundo que finalmente habían
reclamado como suyo.
Por unos días, parecía que con el confinamiento los que
habían sido abusados y los que no estaban estables
mentalmente, así como los golpeados y los maltratados
estaban saliendo de los inframundos en los que los
habíamos encerrado, aterrorizados de sus escalofriantes
historias. Fiona Apple sacó su nuevo disco y la niña rota
que yo había sido, buscando solaz en canciones de niñas

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suburbanas desadaptadas finalmente se dio cuenta que la
sabiduría de los malheridos finalmente estaba esperando a
ser recibida. No habíamos sido sino un experimento
social, nuestro índice de resistencia social había sido
puesto a prueba hasta llegar al límite. Nuestro dolor había
sido transformado en himnos de batalla para los rotos, los
desgraciados, los olvidados y los muertos, como en la
canción de Tom Morello. Ahora era nuestro turno para
sentirnos enjaulados, era el turno también para los que
nos habían enjaulado a nosotras, a las ávidas y curiosas
niñitas que desde pequeñas se morían por ir a explorar un
mundo misógino.
Como los personajes en La llorona y otras historias de
Alma Villanueva, las niñas del Estado de México en las
periferias de la Ciudad de México habían crecido entre
historias de secuestros, violaciones y asesinatos de
mujeres. Pero esto nunca había sido llamado violencia de
género, éste había sido nuestro pan de cada día. Nos
habían enseñado a nunca salir solas. Era tan común que
las mujeres aparecían en bolsas de basuras y basureros y
ríos en sus propios vecindarios mucho años antes de que
el término feminicidio tuviera un uso frecuente en
México. Las mujeres de la infame ciudad de Ecatepec ni
siquiera podían ir a la tiendita de enfrente o al carnicero
por miedo a que fueran asesinadas y violadas enfrente de
su casa. Pero nadie decía nada, todas estaban
aterrorizadas por el silencio. ¿Y no era esto lo que les
tocaba en suerte por ser pobres, la cruz que teníamos que

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cargar por ser mujeres? Llamar a la policía era en vano.
Vaya, si las niñas hasta desaparecían en las estaciones de
policía, los policías eran conocidísimos violadores y
rateros, sólo que totalmente invulnerables por su
privilegiada relación con la ley. Mi papá me prohibía
caminar enfrente de la estación de policía que estaba a
una cuadra de mi casa desde que yo estaba en la primaria,
aún cuando mi primaria estaba directamente al lado de la
estación de policías. Me recogía siempre en su
motocicleta, aterrorizado de dejarme caminar los
cincuenta pasos que me separaban de mi casa. Yo me
volvería una ciclista y una jugadora de fútbol, la única
manera de escapar de mi radio restringido. Durante mi
adolescencia crecí como una prisionera atrapada en los
suburbios aislados de la Ciudad de México, con mi
biblioteca y mi campo de fútbol, instrumentos para una
libertad aislada.
Mi aislamiento ahora me hace recordar aquellos tiempos.
La extraña soledad de los suburbios. La impotencia de mi
aislamiento, el grito amordazado de mi cuerpo enjaulado
en una casa en donde yo estaba condenada a quedarme
como un pueblo asediado. Era una primavera silenciosa
en New Jersey, con coches estacionados enfrente de cada
edificio, las ambulancias eran el único sonido que
perturbaba la plaza imaginaria del extraño silencio de los
suburbios. Ahora el estado de sitio era real. Toque de
queda, una palabra que yo jamás pensé usar, una palabra
reservada a libros de épocas anteriores y costumbres

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olvidadas como la guerra y las plagas. Todas las historias
de plagas y hambrunas lentamente se filtraban a través de
mi memoria herida: “El flautista de Hamelin”, Hambre de
Knut Hamsun, la Peste de Camus. Extraños paisajes de
árboles perplejos, el susurro de las hojas en el aire
enrarecido, la atmósfera inquietante de una ciudad
amenazada. Una primavera solitaria, un florecimiento
incompleto. Mis memorias estaban hirviendo a fuego
lento en el paisaje roto, como si la ausencia le agregara
otra dimensión al espacio.
Pienso en la gente que ya estaba confinada. Pienso en los
asilos de ancianos en New Jersey, escondiendo el conteo
de cuerpos y los cuerpos mismos, apilándolos unos
encima de otros, no queriendo confesar cuán poco los
viejos le interesaban al estado. Sólo hace dos años
habíamos ido a cantar villancicos para todos los asilos de
ancianos en la pequeña ciudad de Athens, Ohio, para
Navidad. El coro de niños, la pianista Laura y yo
entrábamos casi de puntitas en las áreas comunes, y
cuando menos se lo esperaban empezábamos a cantar a
todo pulmón en el comedor mientras todos nos miraban
sorprendidos. Más que alegría, sus rostros mostraban
sorpresa de vernos ahí, como si no estuvieran
acostumbrados a más visitantes que sus familiares. Una
mujer muy vieja y delgada se acercó sin hacer ruido a una
Laura concentrada en el piano, y detuvo la música
abruptamente al colocarse junto al piano. La pianista la
miró alarmada, mientras la anciana anunciaba con una

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voz atronadora, llena de rencor "Me voy a morir", y
pocos segundos después se cayó en la alfombra al lado
del piano. Su imagen se ha quedado conmigo durante
muchos inviernos, como si lo que dijo hubiera sido una
amenaza, como si yo y Laura le debiéramos algo y ella
quisiera recuperarlo con una frase final que nos
emboscara. Era el tono definitivo, irrefutable con el que
lo dijo, añadiendo las últimas palabras dramáticas "y
estoy sola" antes de desmayarse. Un año después del
suceso apenas entendí por qué se acercó a nosotros, dos
extrañas jóvenes en el asilo de anciano. Era como un acto
de protesta de la manera tan brutal en la que se iba a
morir, aislada y anónima, apenas un número más en las
estadísticas del estado.
El colapso de los mercados especulativos de la fragilidad
humana ha expuesto el esqueleto de la maquinaria. La
fragilidad económica nos ha vulnerabilizado frente a la
explotación. Y la explotación en turno nos dejó aún más
vulnerables para la deshumanización, o más bien, ya
estábamos acostumbrados a que lentamente nos
deshumanizaran. Para todos aquellos que vienen de
ciudades grandes en donde ya no hay espacio, nosotros ya
nos habíamos pensado como cantidades abstractas,
cuerpos ocupando el espacio. Para todos aquellos de
nosotros que estábamos acostumbrados a ser mujeres,
migrantes, minorías, trabajadores mal pagados, ancianos,
graduados sin trabajo, estudiantes pobres —la gran horda
de la miseria humana tildada de reemplazable— jamás

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había habido lugar. La mesa siempre había estado llena y
nunca habíamos sido invitados. Ya habíamos estado
previamente aprisionados por nuestra pobreza, el color de
nuestra piel, nuestro país de origen o destino. El virus no
era más que una lupa. Pero tal vez esta lupa le va a
ayudar a aquellos que nunca tuvieron libertad a rechazar
que les embarguen el futuro hasta nuevo aviso. Tal vez,
como aquella anciana indignada, nos levantaremos y les
diremos a los directores de orquesta que nos negamos a
morir, nos negamos a ser descartados.

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El problema del espíritu y de la Inmanencia de Hegel,
dado su cristianismo, es que coloca al hombre en el
centro del espíritu en vez de ser un componente más.

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El problema del espíritu y de la Inmanencia de Hegel,
dado su cristianismo, es que coloca al hombre en el
centro del espíritu en vez de ser un componente más. La
conciencia del hombre debe generar una responsabilidad,
una ética, y no una vocación cristiana conquistadora. Es
decir, lamentablemente su espíritu es más prometeico que
órfico. El conocimiento órfico reconoce la vigencia del
espíritu o Absoluto en el hombre y en la humanidad, pero
no coloca al hombre en la cumbre del absoluto. Eso lo
lleva a adelantar el fin de la historia. El hombre dentro
del pensamiento y la tradición órfica es un componente
más que dialoga con todos los saberes del absoluto, en
ese sentido busca un Convivium, un encuentro, una
sinergia conservadora de todas las energías donde el
principio que organiza el universo es la dialéctica entre
las energías conocidas como el Amor, Sakti [shakti], y el
Logos, Lingam.

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La llama puede parecer frágil,
pequeña, casi nada, pero cuando
la llevas de cuarto en cuarto

en la oscuridad, parpadeando,
balanceando la mecha ilumina
el espíritu y el corazón y da esperanza.

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Indran Amirthanayagam

Antorcha
La llama puede parecer frágil,
pequeña, casi nada, pero cuando
la llevas de cuarto en cuarto

en la oscuridad, parpadeando,
balanceando la mecha ilumina
el espíritu y el corazón y da esperanza.

Y el Sol espera más allá


de la esquina de la mañana, listo
para entrar en la escena y levantarse.

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¿Qué hacer?
Y si no tenemos casa, ni país, ni empleo,
ni salud, ni hijos, ni marido, ni jardin,
ni esperanza. ¿Qué hacer? ¿Esperar
a Godot o tomar el asunto
en nuestras manos? Y si no podemos
tocarnos, o tocarte, o tocar a él,
o tocar al abuelo, qué hacer?
¿Tomar el trago solitario, recordando
aquellos tiempos felices?

Y si eres un bebé o un niño apenas


leyendo por primera vez Romeo y Julieta
¿Qué hacer? ¿Qué te diría yo? Que hay
un después, siempre el amanecer, siempre
el generoso vecino, siempre el consuelo
de la música, de la poesía, siempre
la esperanza del amor aun
en estos tiempos de cólera
y de distancia, de un amor que pasa

por las rendijas de las ventanas


a pesar de todo, y de los rincones
menos esperados. Y no hablo del virus.
Estamos más bien en Casablanca
con Humphrey Bogart, en Guayaquil
con Cristian Avecillas, en Jaffna
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con Packiyanathan Ahilan,
en el lugar cualquiera X
del planeta Tierra contigo. Ahora.

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El regreso de las hormigas
Estamos ahora en plena guerra, contra
el virus y también entre poetas, aquellos

que han abrazado Covid como tema


y los demás que lo han rechazado. Ya

hay un antes y un después de verdad,


entre los que fueron a España — aquella

de la guerra civil — y los que cavan


ahora en el sótano de sus memorias

en busca de fotos de un mundo estable,


predecible, donde el sol despertaba

por la mañana afuera de la ventana


de un hombre bien dormido que se levanta

con la luz como en la Edad de la Razón,


de la Ciencia. Pero la verdad es maya,

es la ilusión, el olvido. ¿Quién se acuerda


ahora de la gripe de Hong Kong que mató

a 4 millones de nosotros durante


los años sesentas? ¿Quién va a recordar
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las cifras de Covid-19 cuando
haya pasado ya una generación

y el progreso se haya vuelto el pan


de cada día, y el sexo la respuesta

de la noche, generando, claro,


nuevas abejas y tropas de hormigas?

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Vida y Fianza

Nos despertamos con la luz siempre en alguna parte


de la tierra mientras en el otro confín iremos a dormir.

Así son los códigos que aprendemos en la escuela


y afuera, las runas escondidas en versos sagrados,

la noche saliendo a la calle después del dominio


de la luz diurna. Ahora, estamos frente a otra

dinámica, donde no hay luz que balancee lo oscuro,


cuando la tierra entera está a la merced de un microbio

que va de saliva en saliva, sinónimo de la tormenta


perfecta,
le digo al espejo, vistiéndome para salir y buscar
alimentos

y en algún momento dar una vuelta a la oficina.


Consulté
con las diferentes autoridades, cívicas, espirituales,
poetas,

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y me contestaron que no es una novedad esta
pandemia.
Es una revolución llevada por un microbio y hasta

los hombres más adinerados, o nobles, o pobres,


han caído en el yugo y estarán encarcelados, algunos

por vida, otros con salida pagando una fianza.

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Nos lavamos las manos,
nos rociamos con purificadores,
nos ungimos de gel ¿antiviral?,
guardamos la distancia
en farmacias y mercados...

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Fer de la Cruz

Cuestión de fe
Está de cada quién.
Es la creencia o no en algo invisible,
digamos, como Dios
a quien sólo percibe el ojo humano
como un viejo caucásico de omnipotente índice,
en colorido estuco de alguna cúpula renacentista.

En vez de llevar velo o relicario,


portamos cubrebocas los devotos del SARs-CoV-2
o careta quirúrgica, quien pueda conseguirla;
aunque hoy el rito acepta la bandana de rocker,
la pañoleta clásica o el burdo paliacate de cuatrero.

Nos lavamos las manos,


nos rociamos con purificadores,
nos ungimos de gel ¿antiviral?,
guardamos la distancia en farmacias y mercados...

Todos los días parecen Viernes Santo.

Hoy los predicadores en esta nueva fe preapocalíptica


recetan por las redes
remedios milagrosos como gárgaras con sal,
inhalaciones de vapor de agua y esencia de eucalipto,
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o dietas alcalinas, mas no todos escuchan.

Los ateos circulan libremente negando el holocausto


que anuncian las noticias, entre otras escrituras,
sin persignarse ante las estadísticas.

Yo, desde mi trinchera, quién soy para juzgarlos


al rehusarse a creer en un dios tan diminuto
que a simple vista no se puede ver.

Sin embargo, esta fe se propaga


como incendio forestal en la sequía.
Los pocos covidarios, a manera de templos
en escogidos centros de salud,
ya no se dan abasto
y los fieles difuntos han llenado hasta el tope
todas las funerarias.

Habrá quien no dé fe del infortunio.


Está de cada quién.

Urgente Padrenuestro en cuarentena


“no hay escondrijo ni huida
más allá de la esperanza.”
34
Agustín García, Exilio 2020.

Padre Nuestro que esperaste tanto, tanto,


antes del día cero,
santifiquemos tu sagrado nombre
quienes sobrevivamos.
Venga la brisa libre del mal aire
como hálitos nefastos,
como agoreros cuervos a los ojos.
Si es tu deseo vernos confinados
en este purgatorio doméstico, la casa, así sea,
como práctica interna del vuelo venidero.
Y si volar nos toca, que ascendamos
al cielo, por tu luz, desinfectado.
Mientras nos arrastremos en la Tierra,
danos con qué saciar nuestra hambre y sed
no sólo de justicia,
sino igual de maná, guisado, arroz, frijol, verduras
o los tradicionales pan y vino,
así como también, si a bien lo tienes, cerveza
de ancestral tradición mesopotámica
por la que mis ancestros se hicieron sedentarios.
Satisfechos los vitales apetitos,
libéranos de la desesperanza,
tú que tanto esperaste en confinamiento cósmico
desde antes de tu aliento primigenio en la singularidad
previa al Big Bang
y que este no sea el omega de los tiempos.

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Todos los sabios hablan de la
tragedia. Estamos viviendo tiempos trágicos, pero
heroicos. Inmanencia debe escribir una nueva tragedia,
la tragedia del siglo XXI. estudiar de nuevo la tragedia
estudiarla y vivirla como un saber filosófico un saber
del absoluto, tragedia y absoluto van de la mano.
Nietzsche mas que matar a Dios a traves de la tragedia
lo resucita. La Tragedis es una forma de conocimiento
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hondamente asociada al respeto más profundo por El
absoluto. Y aqui el papel de George Steiner es crucial.
NIetzsche mata una idea de Dios, pero realmente no
puede acabar con la idea del absoluto mas bien lo
fortalece.

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De acuerdo a lo conversado, la mañana del 27 de junio
de 2020, llegamos a las siguientes reflexiones:

1. Privilegiar lo colectivo sobre lo individual:


proponer (visual y materialmente) un registro
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rítmico en consonancia con el sentir-irradiar de un
libro ensamblaje, un libro cuerpo-arte de los seres.
2. Los proyectos que están privilegiando lo
individual sobre lo colectivo se arriesgan a repetir
los mismos errores espirituales que han llevado a
esta catástrofe de la humanidad, y a su más
cercana y pronta extinción.

3. Es importante configurar en el
espacio/cuerpo/libro algunos sellos activadores de
las energías danzantes, como si de un ritual se
tratara. Cada caligrafía estructurada en la aparente
linealidad digital, evoca el sentido de una futura
“evolución de la consciencia”.

4. Espíritus/Obras como: Rabia Al-Adawiyya,


Madame Blavatsky, W. H. Auden, Federico
García Lorca, Octavio Paz, Krishna, Bhavagad
Gita, Blanca Varela, Hildegard von Bingen,
Eielson, Buda, George Steiner, el Profeta
Mohammed, Meister Eckhart, René Guénon,
Friedrich Hölderlin, Tao Te King, Lao Tse,
Confucio, Los Vedas, Ramayana, Mahabharata,
etc.

Buscamos crear una especie de diálogo (Ying y Yang)


entre diferentes contactos y tradiciones espirituales.

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Se hace preciso en este contexto, diluir en una primera
mirada los nombres de los autores. Quienes deseen
buscarlos podrán hacerlo al final de este volumen.

Es otra etapa del libro/cuenco/caminar en la poesía.

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¿Quién es ahora Lima? Cómo es una
Lima sin su caos efervescente, una Lima
a la que le han dicho para, respira, es
momento de contemplar… es momento
de aceptar que no puedes controlarlo
todo

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Daline Portocarrero
Domingo, 12 de abril de 2020
¿Quién mejor que tú para contarme, dibujarme,
retratarme en sonetos si gustas, la realidad que afronta
Lima en estos días? Le escribí hace poco a mi amigo
José, sobre el mecanismo de defensa casi automático
que he desarrollado y creo todos en cierto punto, del
empezar a crearnos micro realidades, microrrelatos
espaciales, emocionales alrededor de este tiempo sin
tiempo, espacio sin encuentro, el no lugar desde la no
posibilidad del encuentro, encuentros que permitían
dibujar en nuestra memoria el transcurrir de las vidas
de cada amigo nuestro, de cada familiar, de cada colega
de trabajo con el que solíamos compartir días atrás.
Te observo, veo tu temor, tu incertidumbre rondando,
tu expectativa, además. Se vienen tiempos sin tiempo
como acabo de escribir, y eso es —para quienes no han
llegado a aquel punto de indeterminación todavía— eso
es el inicio del caos como dices.
Pero nosotros no, y confío en que somos varios, que
podemos mantenernos en esa fuerza, en ese ánimo-
idealismo del inventar salidas y nuevas historias, por
eso te convoco oh amigo.
¿Recuerdas cuando bailamos por videollamada de
Messenger hace casi un año ya? Yo viviendo sola,
experimentando mis bordes, mis primeros ataques de

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pánico, mis primeros intentos de lograr nadar sola en
medio de la caótica Lima.
¿Quién es ahora Lima? Cómo es una Lima sin su caos
efervescente, una Lima a la que le han dicho para,
respira, es momento de contemplar. Es momento de
aceptar que no puedes controlarlo todo, que por ti no
pueden seguir transcurriendo el tráfico de mil
realidades sin que éstas terminen colapsando un
sistema de salud que desde su origen ya estaba en
estado crítico. Pobre Lima, no puedo escuchar a mis
amigos de manera normal, los leo matando el rato todo
el tiempo, salvo algunos pocos que prefieren
permanecer en silencio. Creo que quizás justo son
aquellos quienes con pinceladas frescas de imaginación
podrían sacarnos de esta pausa. Es como si Lima se
hubiera quedado en el minuto cero del tiempo, como un
mal viaje, pero si insisto describiendo esas líneas me
dará pánico a mí también y eso ya no lo quiero.
Sorprendentemente y un alivio para mí, la ansiedad ya
no me persigue hace mucho, fue una buena decisión
venir aquí después de todo. Antes de salir de Lima,
entraba en momentos de ansiedad constantes, de
necesidad de un alto. Hoy sólo son recuerdos, asomos,
wonderings, pero lo que me queda sí, es un poco de
pesar por no poder estar ahí con las personas, con mi
familia y amigos compartiendo aquello.
Yo no soy la única claro está, conozco varias historias
de personas que se han quedado fuera de su sitio
durante este episodio y que día a día ven la forma de
poder retornar. Seguiré aquí un buen tiempo —en
medio del bosque de la selva que me abraza— siempre
dispuesta a conversar, a conectarme, a aparecer y
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compartir con ustedes desde allá. ¡A bailar por
videollamada también! Me han salvado de varias el año
pasado, les mando un abrazo fuerte de agradecimiento,
bailemos siempre. Los extraño.
Nos extraño sin miedos.
Entiendo y confío que después de toda esta oscuridad
vendrá una nueva luz, cambios conscientes,
responsables, reparadores para poder superar este
malestar que nos acoge.
No pierdas los ánimos, no decaigas. Cuéntame por
aquí, describe todo y desahoga conmigo si gustas.
Mantengamos la fuerza después de todo, confiemos en
la tierra, en el cielo, en el aire, en esa energía que sabe
que todo tiene un orden, un principio y un final. Todo
regresará a su curso, tarde o temprano. Estamos
preparándonos para una nueva era.
Te mando un brillito de luz en mis meditaciones
matutinas.
Cariño y abrazos siempre,
Daline

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En vista del confinamiento por la
pandemia del COVID-19, y
retomando conversaciones creativas
por WhatsApp, nos dimos cuenta que
había un elemento que nos unía con
los otros y, este era: la ventana. A
partir de allí, quisimos establecer una
conexión con nuestras experiencias, y
mostrar lo que a través de ella
podíamos ver. La cuarentena nos
indujo a buscar una manera de
escape, que, al mismo tiempo, fuera
una introspección de nuestro
quehacer cotidiano. Encontramos
elementos relevantes de lo que
hacíamos a diario, logrando construir
un puente, si se quiere poético, por
medio del cielo, entre las tres
ciudades.

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Grupo Creativo La Media: Luis Manuel Pimentel,
Jonathan Gómez y Marzel Ávila

La Ventana
La intención de esta minipelícula es mostrar cómo se
unen tres personajes, de tres cotidianidades distintas, en
tres ciudades y tres países. Quisimos explorar en
nuestra intimidad, buscando referentes simbólicos en
relación al encierro y a la libertad. Entre ellos
encontramos a la ventana; como un lugar privilegiado
por el que empezamos a observar el paso de la vida.
Esta ventana representa un volver a casa, así como el
sueño de estar en ese otro lugar, el cual se mira. Resulta
que estas ventanas, se convierten en otras formas de
construir sentidos. Nos llevó a ampliar el concepto, a la
computadora, las litografías, el espejo, la evocación a
seres espirituales, la pesquisa de películas en las
plataformas de cine, caminar por un pasillo, las flores,
volver en el desgaste a la rutina del yoga; como si
fueran portales que se abrieran entre cada una de las
tomas, mostrando lo que implica el actual uso de la
tecnología.
Esta historia de carácter fragmentario, está narrada
desde la madrugada y termina con el atardecer. La
trama revela una autoficción de tres personajes que
andan en búsqueda de la liberación. Esta liberación se
da cuando encuentran en el cielo un escape, desde el
aquí y ahora, que se unen en formas simultaneas.

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Dejamos al espectador que arme su propia historia,
incluso, quizá verse reflejado en un cielo común para
todos.
Su duración es de 2:43 segundos. Se sugiere una
construcción de universos paralelos. Hay dos voces
especiales, la primera es de un poema que recrea
situaciones de una casa que parece desmoronarse en el
recuerdo; la segunda voz, narra que el mundo ya no va
hacer el mismo, porque la vida con la pandemia es otra.
En esta filmación, además de unirnos de nuevo, como
el Grupo Creativo La Media, que en el año 2000
fundamos en la ciudad de Mérida en Venezuela, con
una exposición de arte y literatura, ahora nos avocamos
al formato del cine, con la tecnología que tuviéramos a
la mano. Pudimos explorar en el tránsito del hogar, una
representación del mundo. La musicalización denota un
tono de intriga y nostalgia por un presente que parece
añorar al pasado. Nos convierte en seres de un futuro,
que, al parecer, se muestra incierto: La Ventana.

48
Alex Grey estaría avergonzado
de tan poca psicodelia
y tan poco color

49
Yesabeth Muriel

Un juego malvado

perdidos en el átomo de una gran estrella


otra vez nos reencontramos
con todos los objetos que alguna vez
extraviamos
en el mar del tiempo que ya no es nuestro
con la cebolla que alguna vez rodó
y jamás encontramos en la cocina
porque se fue a un lugar que no nos
pertenece

ahora estamos en el lugar exacto


en el que deberíamos estar
cuando las manijas del reloj se detienen
por completo
y Dios se toma una licencia
mientras la gran Orquesta
sigue tocando la novela sinfonía de Mahler

ayer también

50
conversé con un dinosaurio
acaricié el contorno de sus ojos ágatas
me perdí entre los pequeños fragmentos
amarillos
verdes
grises
era su piel tan poco tersa
pero me dijo ahora somos muy pocos
¿Qué harás?
¿A dónde irás?
¿A dónde escaparás?
Y es que no tengo lugar a donde ir
Big Bang
Big bang
Big Bang
otra vez
aquí muere uno
allá muere otro de vez en
vez

todo lo que nos queda ahora


es una gran fila de

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hormigas muertas
en un bosque innombrable
y totalmente desconocido
donde cada día hay un disparo
molecular

¿Quién posee la patente de nuestra salvación?


¿Quién puede detener el gatillo
y hacer un alto al fuego?

Mis hermanos no sobrevivirán

Cierro las cortinas


cierro mi ventana
cierro los puños
estoy cerrando las paredes
estoy tapiando el aire también
pero no lo pinto de nada
se queda en blanco
Alex Grey estaría avergonzado
de tan poca psicodelia
y tan poco color

52
Por qué no indagar más entre las vidas de mis
vecinos que gimen largamente mientras
en casa todos duermen
como pacientes terminales
ahora que lo pienso bien
el mundo se las ha ingeniado
para hacer de todo esto una obra maestra
una obra maestra en que
las hormigas obreras
salvan solo a la reina en el caos
pero qué juego tan malvado

53
Colocar las letras,
formar palabras, escribir
es un rompecabezas sin piezas

 
Nimbe Rock
54
Solo
“Desde el tiempo de mi niñez,
no he sido como otros eran,
no he visto cómo veían,
no pude sacar mis pasiones
desde una común primavera”
Edgar Alan Poe
 
Sola un veinteveinte
 Floto dentro de una burbuja
en mi confinamiento,
un encierro en el encierro,
no estoy segura si estoy dentro, o
yo misma construí ese muro.
Soy una pompa de jabón,
que ve desde su mirilla,
voyerista observando,
un solo árbol que me habla,
en diálogo con los grillos inexistentes,
que me arrullan y duermen,
trino de soledad inacabada,
que me pierde en la somnolencia,
caen mis párpados y sin pedir permiso,
brota humedad salada sin pudor,
voluntad y sin tiempo.
Encubierta salgo, camino, tomo café,
charlo y brindo con ese tinto,
que me pinta de bermejo,
así me presento                                        
55
con mascarilla y careta,
una por fuera que cubre las de
abajo,
las profundas, las añejas.
  Los demás sólo ven mis ojos,
aunque yo no quiera,
tienen su propio código
que descifran fácil,
como un niño que se esconde
detrás del ropero.
  Me hundo en mi vientre,
a veces en mi corazón blanco,
teñido de rojo,
otras veces uso mis entrañas,
opacas color negro,
la oscuridad está afuera,
pero también
hay gris silencio, sin diálogo interno.

Colocar las letras,


formar palabras,
escribir es un rompecabezas sin piezas,
están revueltas,
otras dislocadas.
mis ojos bruma,
mis ojos agua,
mis ojos gatos amarillos,
se cierran para no sentir la realidad
que me rebasa.
Mi cerebro pareciera exprimido, enjuto,
una masa cascada por el tiempo,
donde no hay logística,
56
sólo un desorden imperfecto.
 Trato de entender qué es eso de
ansiedad, pánico, excesos, miedos
soledad, medicinas, delirios,
que me recuerdan a los malditos,
Bukowski, Baudelaire, Corbiere
o Mallarmé.
los otros me ven raro, igual que a ellos,
malditos y benditos, todos los poetas
nadie entiende,
solo los mismos que viven este infierno
depresión, maldita igual que ellos
los malditos…
Me cubre la burbuja,
esa esfera de círculos concéntricos,
que rueda y da vuelta,
en mi barroco cerebro,
transparente volátil,
floto, boto y reboto
con terror de que algún día
reviente,
explote,
me convierta en luces de bengala,
fosforescencia iluminada,
un borroso recuerdo
o de una vez por todas
  salga de mi doble encierro
en este encierro del encierro.

57
El motorizado llegaba, colocaba una
bandeja y con premura despachaba los
pedidos, reconfirmando su lista con la de
ellos; recibía el dinero, daba el vuelto en
una bolsita y se iba de inmediato.

Diego Palma
58
El país de la casa
No imaginaron la dimensión de su influencia ni la
contundencia de su origen. Supieron de su existencia
un domingo por la noche, mientras veían el resumen
noticioso, y al día siguiente dejaron que entrara a casa
quizá sin plena conciencia de ese primer acto
pernicioso. Fue durante una entrega a domicilio,
cuando el motorizado les dio el vuelto y ellos cogieron
una parte, como compensación por la carga de bultos,
dijeron, riéndose. El apuro de guardar las monedas hizo
que no se lavaran las manos, o al menos no a tiempo, y
en ese mismo instante surgió la duda.
Con el pasar de los días se dieron cuenta que había
llegado para cambiarles la vida y comprendieron lo
inútil de oponer resistencia o pensar que las cosas
podían ser distintas en un país así, como este, como
tanto maldicen los adultos. En circunstancias tan
extraordinarias, era menester saber sobrevivir y, en la
medida de lo posible, sacar algo de provecho. ¿No era
acaso eso cierto, no lo habían visto así? Por lo pronto,
sabían que todo corría el riesgo de estar contaminado,
incluso ellos mismos, y por tanto era importante
mantenerse a buen recaudo. El recaudo, murmuraban
sonriendo, antes de dormir: factor primordial, nuestro
fundamento de cautela. De seguir en lo mismo, lo
mejor sería cuidarse.
Así, según lo acordado, estrategias y acciones fueron
más sincronizadas y supieron mantenerse a salvo, aún
en situaciones de alta exposición. La ejecución de los
59
quehaceres empezó a ser más rápida y eficaz, siempre
limpiando cualquier rastro que generara
complicaciones. El motorizado llegaba, colocaba una
bandeja y con premura despachaba los pedidos,
reconfirmando su lista con la de ellos; recibía el dinero,
daba el vuelto en una bolsita y se iba de inmediato.
Siempre listos con el balde de agua y lejía, limpiaban
las compras una a una con cuidado prolijo, atentos a no
exponer a los suyos a amenazas indeseadas; en este
oficio, comentaban sus padres, se habían vuelto
expertos, y en consecuencia merecían propina acorde a
su esfuerzo. Sin embargo, la propina no siempre hacía
justicia a la dedicación, pensaban ellos, y aunque eran
tiempos duros, nunca estaba de más asegurarse estar
bien pagado.
Esas semanas fueron de mucha incertidumbre para
ellos y para todo el país, considerando las medidas
gubernamentales relacionadas al estado de emergencia.
Mamá se había quedado sin trabajo por fuerza mayor y
papá trabajaba horas extra empacando productos que
un supermercado vendía por delivery. La falta de
dinero los había obligado a profanar los ahorros para
solventar los costos de colegio y casa, que por acuerdo
mutuo habían sido regulados mínimamente, pues no
existía ley alguna sobre este tipo de protección al
consumidor. En las noticias hablaban de la creciente
cifra de contagios y muertos, del remezón económico
que se regularía a largo plazo y hacían énfasis en no
salir de casa, en cuidar la distancia social, en lavarse las
manos y desinfectar todo lo posible, siempre.
Mencionaban también los desacatos ciudadanos al
estado de cuarentena, mostraban imágenes de las
60
grandes aglomeraciones en los mercados, de los
vendedores ambulantes arriesgando el pellejo para
llevar un pan a la mesa, ¿lo oyen?, decía papá, ellos no
tienen la suerte de nosotros, ellos no tienen qué comer.
Sus hijos de repente no estudian, a diferencia de
ustedes que hasta clases virtuales tienen. Mal que bien,
decía, aquí estamos a salvo. Y ustedes tienen mucho
que ver en eso. Al principio, su madre no estuvo de
acuerdo en que se encargaran de recibir las compras,
pero yo los apoyé cuando los vi así de decididos. Hay
que darles responsabilidades a los hijos, pensé, no hay
que cortarles las alas. Y no te hemos defraudado,
decían ellos, pensando en las ventajas de su labor.
Estamos para poner el hombro siempre.
Al mediodía hablaba el presidente y luego seguía el
noticiero, que veían lavando y secando los platos, antes
de hacer tareas. Uno de los hechos que más les
impactó, y que siguieron muy de cerca, fue el de la
compra de ventiladores, respiradores y material
sanitario sobrevaluado ante la alta demanda, cuya
investigación ya estaba en manos de la fiscalía. ¿Los
atraparían? ¿Qué les pasaría cuando los descubran?
Ojalá les caiga todo el peso de la ley, decía el padre. Es
inconcebible que roben cuando hay gente que se muere.
¡Es antipatriotismo, inhumanidad, maldad pura!
Renegaba, con carajos y mierdas al final de sus frases.
La corrupción la llevamos en la sangre, decía, al fin,
calmándose. Ya no se sabe si es buena o mala porque
es parte de nuestra naturaleza. Podemos ser pobres,
pero nos seguimos robando; ahí siguen muriendo a
costa de otros que se hacen ricos. Se enlazan unos con
otros, actúan en complicidad para actuar por debajo de
61
la mesa, y cuando los atrapan alegan ser víctimas de un
sistema que los forjó así. Y luego salen libres y siguen
robando. ¿Qué acaso son monstruos? ¿Lo somos? ¿Nos
estaremos convirtiendo en unos? ¿Es posible un punto
de comparación? ¿Qué pasa si nos descubren? Esa
noche, antes de cenar, se encerraron en su habitación a
decidir qué harían. En sí habían llegado a un punto de
maestría en la sustracción de los vueltos, cuidando cada
detalle que pudiera ponerlos en evidencia: en el pórtico
de la casa, mientras uno limpiaba, el otro desanudaba la
bolsita del vuelto cubriendo sus movimientos con el
cuerpo, y con delicadeza de joyero extraía unos pocos
soles y los guardaba en el bolsillo antes de anudar la
bolsa y limpiar cualquier rastro. Luego ambos entraban
a la casa, pisaban un trapo con lejía antes de dirigirse a
la cocina y distribuían los enseres en estantes, gavetas y
refrigerador, esperando hasta el final para entregar el
vuelto y recibir unos cuantos soles de propina. Semana
a semana se repetía el mismo ejercicio, sin que mamá
se diera cuenta porque nunca contaba el vuelto; ya la
conocían, era predecible. Y papá siempre estaba
encerrado en la oficina con el teléfono en la mano y la
computadora encendida, trabajando desde casa como
una minoría privilegiada de la población. Sin duda
alguna, no había riesgo. ¿Debían o no debían parar?
Esa noche cenaron sin mamá, porque al parecer le
había dado gripe de tanto mojarse en la cocina. Le
dijeron buenas noches desde la entrada a su habitación,
y por prevención el papá durmió en la sala antes de irse
a su segundo trabajo en un supermercado, de
amanecida. Por la mañana, mamá no tuvo fuerzas para
prepararles el desayuno y ellos se repartieron los
62
quehaceres. Poco antes del mediodía le tomaron la
temperatura y la fiebre había aumentado, así como las
sensaciones de ahogo y mareos. No supieron si llevarla
a emergencias o esperar que la fiebre cese: en otras
palabras, no supieron si debían exponerla al riesgo de
contagios masivos de los hospitales o si debían
aferrarse a la aparente esperanza de la inacción. Luego
de pensarlo mucho, llamaron a una farmacia, pidieron
hablar con el farmaceuta y decidieron seguir sus
indicaciones antes de sacarla de casa. Pagaría con cien
soles, dijo el padre, ya haciendo el pedido de medicina.
Tome nota de la dirección.
¿Cien soles?, pensaron, mirándose con ojos incrédulos,
¿para una compra de cuarenta? ¿Te imaginas lo que
sacaríamos si…? ¿Y si…? ¿Y si lo que dicen en la tele
es cierto? Dijo uno, retomando la calma. ¿Y si es cierto
que todo acto tiene una consecuencia? ¿Y si la
consecuencia de los nuestros es la salud de mamá? ¿Y
si no fuimos lo suficientemente cuidadosos con la
limpieza por pensar en el dinero? ¿Y si mamá está mal
y no descubren la cura? ¿No dicen que no hay vacuna,
que es incurable, que recién en enero sabrán algo? ¿Y
si…? En ese caso, dijo el otro, lo mejor será que no
recibamos el pedido. Y ya no te culpes tanto. Lo hecho,
hecho está.
Papá no pudo recibirlo por atender a mamá y una vez
más usaron las mascarillas, los guantes y el balde con
agua y lejía para recibir el pedido y vuelto. El dinero en
las manos era como picadura de zancudo y sentían la
necesidad de rasgar la bolsa y mantener la costumbre,
pero por otro lado se preguntaban cuán indolentes
podían llegar a ser en un estado de emergencia como el
63
suyo, en un pequeño país como su casa, y de pronto no
encontraron diferencias entre esos investigados de la
tele y ellos mismos. Dieron el vuelto a papá, fueron a
lavarse las manos y mientras corrían a su habitación,
oyeron la voz de papá al teléfono, reclamando la falta
de diez soles en el vuelto. Con todo respeto, ustedes
son unos grandísimos jijunas rateros, señorita, decía,
alzando la voz. La bolsa con el vuelto estuvo
perfectamente cerrada cuando la recibí. Y ahora, al
abrirla faltan diez soles. ¿No cree que ya bastante nos
roban con los precios para encima robarnos con el
vuelto?
La televisión prendida fue un eco de conciencia cuando
oyeron que habían apresado a unos presuntos
funcionarios de contraloría por cargos de corrupción y
peculado, tras un operativo conjunto entre policía y
fiscalía. ¿Y si…? Sí, dijo uno, también lo creo. Mejor
quitarnos este contagio más maldito que el Covid.
Mejor empezar de cero antes que acabe con nosotros.
Esa tarde supieron que mamá se sentía mejor y fue
gratificante imaginarla en la cabecera de la mesa,
sonriendo como en viejos tiempos quizá inalcanzables
en esos momentos de punición. Quizá su mal y mejoría
eran consecuencias asociadas a ellos, o quizá
simplemente era parte de la evolución natural de un
proceso viral, sin ningún otro riesgo. Como fuere, aún
eran muy jóvenes para saberlo, pensaban. Aunque,
como diría papá, quizá eso no era tan cierto y ya tenían
la edad suficiente para empezar a ser hombres y asumir
sus culpas, tal cual demostraron esa tarde, cuando le
hicieron creer en una sociedad mejor al oírlos decirlo.

64

65
El miedo sembró su aliento
en todas las casas
Fue nuestro desayuno y nuestra cena

66
Roger Neyra Luzuriaga
El alma
Nos quitaron los domingos
El viaje
Las noches entre amigos
El poliamor
Las ciudades quedaron vacías
El miedo sembró su aliento en todas las casas
Fue nuestro desayuno y nuestra cena
Su música fúnebre
Se multiplicaba a las tres de la mañana
Invadiendo las pantallas y antenas interestelares
En las siete mil lenguas
Fear, angst, paura, peur, medo, 恐惧,‫الخوف‬...
Quédate en casa
Reste à la maison
Resta a casa
Bleib zu Hause
Stay at home
Quédate en casa
Y aumenta cien kilos
Ten sexo virtual
Existencia virtual
Un hijo virtual
Obedece a Gates, Soros y Musk Company
Quédate en casa familia
Mientras las últimas selvas arden en llamas

67
Mientras subimos los decibeles del horror
Y aniquilamos tu economía
Quédate en casa
Con tu violador
Quédate en casa
Y comete los huesos
ESCLAVO
奴隶
‫عبد‬
‫برده‬
Ajústate la mascarilla
Y cierra los ojos
Porque todo es virtual
Nos quitaron los domingos
Pero no nos podrán quitar el sol
El fuego que vibra en nuestros corazones
Los sueños
La risa
El canto
El ALMA
Y al primer día que no te quedes en casa
Y entierres tus miedos en la tierra roja
HUMANO
Resucitarás
Y volveremos a lo tribal
TRIBAL
TRIBAL
TRIBAL
R E A L

68
69
Y entiende
no eres invencible
por creer que aún eres libre

Juan Elías Meléndez Carrillo

Cruenta
Virus,
destellos de giros
70
de mil de personas
que expresan dolor.

Cruenta
e inconsciente de pena
aún manejas las venas
de la cruel sociedad
en una lenta
pesadilla.

Perdido
de tu celda cautivo
quebrantado y prendido
de los miedos de ir.

Y ciertas
palabras falaces que abren la luz
de una oscura traición.

Y en gritos
los reclamos prohibidos
mueren o vuelven vencidos.

Vida en cielo de sombras,


los sueños se asoman
a la soledad;
sigo huyendo de esbirros,
burbujas de frío
en la inmensidad.
Muerte,
distancias de suerte,
destrucciones de verte
71
otra vez en mi cian.

Y en mares,
los más atrevidos
mueren o vuelven vencidos.

Vida en cielo de sombras,


los juegos te asombran
por lo irreal;
ando en desiertos fríos,
el sol de mi olvido
es fácil de apagar.

Y entiende,
no eres invencible
por creer que aún eres libre.

Vida en cielo de sombras,


tu fe te traiciona
y sin perdonar;
tus ficticias reformas
te hieren a solas
por querer cambiar.

72
Nos encontrábamos en estos
descubrimientos, cuando, de un
momento a otro, me comunicaron que
toda mi cátedra debía reconvertirse para
enseñar Matemática contable o algo por
el estilo, Lenguaje sería sustituido por
Lenguaje de programación y cifrado y
así con muchas materias. Yo decidí
renunciar

Luis Alonso Cruz Alvarez


73
Pensamientos crepusculares

—“¿Te has preguntado por qué justamente destruyeron


las iglesias para poner los Hornos en su lugar?”— y
frente a la cara de sorpresa que puso Hernie, Kreuz
respondió— “mira antes que nada te diré que ésta no
será una conversación para convencerte de algo, solo
quiero que conozcas la verdad. Vamos, te explicaré
todo cuando entremos a la Cúpula” —
Desde hace un año, Hernie vivía con los legionarios y
había visto y vivido algunas incursiones militares que
estos habían tenido a las distintas ciudades insulares,
sin embargo, el comandante Kreuz había detectado que
todavía le quedaban dudas y por eso había decidido
hablar.
Descendieron por una escalera en espiral, durante unos
diez o quince minutos, Kreuz, Enoch, que se había
unido a último momento a la reunión, y Hernie hasta
llegar al salón subterráneo llamado La Cúpula. Este
espacio no tenía grandes ornamentos, sólo una araña
grande que se iluminaba en base a velas, una mesa y
sus sillas respectivas, todo al viejo estilo victoriano, y
una gran pantalla para ver los movimientos de las
batallas. Hernie se preguntaba cómo habían encontrado
ese mobiliario.
Todos tomaron asiento y por unos minutos hubo un
silencio total en el salón. De pronto, como si fuera un
pitoniso, Kreuz habló— “Hacía mediados del 2470, la
mayoría de la gente en la Tierra ya estaba en un
proceso que algunos llamaron Involución Cognitiva.
74
Consistía, básicamente, en la imposibilidad de las
personas de pensar en cosas más allá del día a día, era
como que el entendimiento para conceptos como La
Belleza, El Arte, La Lógica o demás, se les hubiera
reducido a la nada. El pensamiento abstracto estaba
condenado a muerte.
Si bien esta carencia se originó por la crisis y la
hambruna del 2463 en todas las islas y luego fue
reforzada con los programas educacionales del
gobierno insular para impartir sólo materias que eran
consideradas de supervivencia; no obstante hubo un
grupo de profesores que luchábamos contra ese proceso
y lo hacíamos impartiendo cursos de Humanidades, es
decir Lógica, Arte, Historia, etc., porque veíamos que
aún habían alumnos que no solamente necesitaban esos
cursos sino que también los deseaban recibir. Nosotros,
pensamos en ese entonces, que aún teníamos una
generación que se podía salvar…”— En ese momento
Kreuz perdió su vista hacia un punto de la pared.
Mientras tanto, Hernie se sorprendía que una persona
como él pudiera haber sido profesor en algún momento
de su vida.
Luego de ese lapsus continuó con la historia—“Pero en
el 2485, el gobierno descubrió una especie de droga,
que luego dijo, curaría las enfermedades que aún se
mantenían medio endémicas en las islas, a raíz de la
hambruna de los sesentas. Esta droga venía de un
mineral verde cuyo origen algunos ubicaron en los
territorios de lo que fue África del Sur en el siglo 23….
Bueno, el hecho es que para hacer más efectiva y
económica su distribución, decidieron sublimarla para
luego esparcirla en la atmósfera. La noticia fue recibida
75
con algarabía por la población, sobre todo cuando se
mostraron las pruebas en gente que había padecido los
síntomas de la peste neumónica en el sector 55, que era
el sector de los moribundos. La mejoría había sido
instantánea, aunque nadie comentó sobre los efectos
secundarios después.
El gobierno, con una total aprobación popular,
comenzó con el diseño y construcción de estas
centrales de dispersión y lo más significativo de este
plan es que las centrales empezarían a levantarse en el
lugar donde estaban las últimas iglesias cristianas, así
como las bibliotecas. Los técnicos del gobierno
argumentaban que dichos emplazamientos tenían una
excelente disposición geográfica para cubrir las
ciudades. No faltó algún funcionario, así como
entusiasta de redes que dijo por ahí que, con esta cura,
Dios ya no sería necesario.
Las protestas no se hicieron esperar, aunque fueron
pocas. También fue lamentable como sacaron a los
feligreses y lectores que hacían resistencia a las afueras
de los atrios de las iglesias o de las bibliotecas, algunos
siguen “presos”, otros murieron en las acciones de
resistencia, “quizás tu madre estuvo ahí Hernie” — al
ver la sorpresa de Hernie, Kreuz levantó la mano en un
ademán para que no lo interrumpiera— “no es
necesario que me digas algo, conozco tu historia. Sé
que ibas con tu madre a la iglesia y sé también que no
soy nadie para hablar sobre la muerte de ella, pero creo
que el gobierno te mandó una carta donde dijeron que
ella murió en un accidente de la fábrica de gases donde
cubría el turno de noche; bueno déjame decirte que
algunos de mis alumnos recibieron esas cartas también.
76
Al Gobierno Insular no le importaba si tú sabías la
verdad… Nunca la figura de Pilatos le había caído
mejor a un gobierno como este. Conoces a Pilatos
¿no?” — Le preguntó a Hernie y este movió
afirmativamente la cabeza.
—“Bueno, los ex moribundos del sector 55 que
recibieron la primera dosis, se volvieron en unos
inútiles mentales, es decir, de un momento a otro
dejaron de pensar por completo. Parecían autómatas,
claro no eran robots o zombies caminando por la calle,
y quizás exageré en la expresión; pero vino algo más
triste después, cuando me di cuenta que lo mismo les
pasó a mis alumnos. Venían a clases y ya no eran
capaces de pensar por sí mismos en cosas como: qué
era Dios, la Lógica, la Razón Trascendental u otros
conceptos que le habían sido familiares hasta hacía
poco. Muchos de ellos me confesaron que era
incapaces de recordar todo lo que les había enseñado.
Comencé a investigar y me di cuenta que muchos de
ellos habían tenido cerca de sus casas una central de
dispersión u Hornos como los conocemos. Al principio
estas centrales no tuvieron mucha vigilancia, por ello
tomé varias muestras del aire cercano sin mucha
dificultad.
Con un amigo químico las analizamos y vimos que era
un gas proveniente de ese mineral surafricano, que
había sido sublimado a 2000°C y luego, por medio de
iones de argón, fijados a las nubes de dispersión.
Luego pasamos a la fase de experimentación y se lo
administramos directamente a un paciente de un amigo
doctor que sufría de Parkinson. Vimos que era muy
efectivo, le arregló las zonas afectadas por la
77
enfermedad, pero era inquietante el efecto secundario.
Este gas actuaba como un ser vivo y lo primero que
hacía era buscar una zona del neo-cortex donde se
producía el pensamiento abstracto. Encontrada la zona
se asentaba en ella y, como si fuera un sistema
operativo nuevo en una computadora, borraba lo que
había ahí para luego reorganizar la conexión de las
neuronas y que estas ordenaran la curación de las
enfermedades y mantener las funciones vitales básicas.
Resultado, tenías a una persona sana, pero casi sin
poder de pensamiento.
Y así como yo, otras personas comenzaron a descubrir
e intuir lo que se venía con este proyecto. Alguien
habló de una dictadura democrática, otros de una
conspiración extraterrestre. En fin lo que
verdaderamente importaba es que si absorbías ese gas
te volvías una planta caminante. <<No books, only
muscles>>, alguna vez escuché a unos habitantes de la
antigua Nueva York y creo, resumía perfectamente lo
que pasaba.
Nos encontrábamos en estos descubrimientos cuando,
de un momento a otro, me comunicaron que toda mi
cátedra debía reconvertirse para enseñar Matemática
contable o algo por el estilo, Lenguaje sería sustituido
por Lenguaje de programación y cifrado y así con
muchas materias. Yo decidí renunciar.
Con algunos compañeros profesores, que también
habían renunciado, decidimos encontrar algún antídoto
a este gas. Y lo encontramos gracias a la revelación que
tuve en Moscú” —En ese momento Enoch le hizo una
seña a Kreuz para decirle que Hernie conocía la historia
del origen de The Lord— “Y comenzamos a
78
aplicárnoslo y así nació el famoso ácido The Lord que
uno de nuestros agentes te dio para que comercialices.
Los que usábamos este ácido decidimos fundar una
agrupación que denominamos Legión Lux et Tenebris.
Éramos básicamente un grupo de supervivencia,
muchos habían huido de sus vecindarios ante la
construcción de los Hornos, otros ya estaban sufriendo
los efectos de la ordenanza gubernamental N° 87 que
decía: “Todo aquel que tiene un cargo en la
administración pública, y debido a su exposición con
agentes patógenos constantes del ambiente, deberán
recibir su dosis reglamentaria de Locnoter, así lo
llamaron estos bastardos a lo que salía de los Hornos,
bajo pena de ser removidos de sus cargos por ser focos
potenciales de infección entre gente sana”.
Éramos un grupo que guardó los conocimientos
derivados del arte, filosofía y cualquier materia que
ejercitara el pensamiento superior y abstracto.
Y luego vinieron las persecuciones con juicios
sumarios por actos de subversión o terrorismo, así se
tipificó a cualquier grupo cuyos miembros no
recibieron el Locnoter y enseñaran o guardaran
conocimiento de materias no prácticas, lista que cada
año el gobierno iba aumentando. Y junto con las
persecuciones, comenzaron las quemas de libros sólo
que esta vez aprovechaban para quemar los cuerpos de
los que se resistían; eficiencia de exterminio lo
llamaron.
Muchos se asustaron y recibieron el gas, los que
quedamos comenzamos a armarnos y hacerle frente a
cualquier incursión, a los reclusos como tú no se
molestaron en aplicarles el gas, pensaron que ustedes
79
podían morirse en sus celdas de lo que sea, total ya no
servían para nada”.

80
Nadie sabe del ocaso
de este amanecer espantoso,
ni de las fosas, ni de las cenizas
en sus huertos.
Yo sé de las bestias que habitan
los claustros
y de los viajeros que parten al desierto.

Vanessa deAcosta
81
La peste tiene complejo de Cristo
Descubrimos el fuego Levantamos murallas
Pintamos murales Sobre los
desfavorecidos
Erigimos imperios Y esparcimos el
hambre
La tierra nos dio frutos Incendiamos los
bosques
El mar sosegó Y atentamos contra sus
criaturas
nuestra sed

Ahora, un soplo plagado de justicia


arremete sin piedad contra lo humano
abriendo en cada núcleo surcos profundos.
Desde lejos, un Dios incrédulo contempla
a su creación cada vez más purificada
con el plasma denso que emana de sus llagas.

¡Oh, Huésped Mortal!, tu génesis


ha desatado tempestades entre las naciones!

Alojada la peste, voraz y sigilosa,


82
tiene un grave complejo de Cristo
o, tal vez, es el mismo Cristo amordazado
quien perfora cada pulmón con su lanza
y esconde en su túnica el secreto de la muerte
como el entrecejo al tercer ojo.

Mientras los parques se marchitan


como hendiduras en expectante clausura,
la incertidumbre crece y lastima:
 los temerosos se cubren las bocas
 los olvidados huyen del hambre
 y el resto se desploma.

Nadie sabe del ocaso de este amanecer espantoso,


ni de las fosas, ni de las cenizas en sus huertos.
Yo sé de las bestias que habitan los claustros
y de los viajeros que parten al desierto.
Pero está escrito: sobre el doloroso emigrar de las
aves
podrá renacer el pulmón florecido.

Todo lo vivido era necesario: el golpe del encierro,


la cura del silencio y las palpitaciones previas
83
al encuentro íntimo con el {Yo-Sagrado}
aprisionado en el tórax, por siglos malherido.
Despojados de apariencias, pronto danzaremos
desnudos
y no habrá de qué avergonzarnos.

84
Imagino mi vientre en toda su redondez.
Siento mis pechos duros, como si
estuvieran cargados de leche. Qué
exigente es el cuerpo, la dictatura del
ADN: pide un hombre con el cual
reproducirse, reproducir esta especie que
lo devasta todo. Respiro hondo, le digo:
estate quieto. El cuerpo entiende, baja la
cola, se tranquiliza. O finge hacerlo

85
Julia Piastro

Bitácora de un confinamiento neo-


budista

Cierro los ojos. Pienso demasiado, sin saber en qué.


Siento agradecimiento, aunque nada esté resuelto en mi
interior. Soy un cuarto lleno de polvo y migajas de
comida en el suelo, unos zapatos con tierra mojada en
los resquicios, un montón de ropa sucia apilada en un
canasto.

***

Si comparamos la historia de la humanidad con la vida


de una persona, podría decirse que nos encontramos en
la edad de los achaques. Llegamos a ella sin ningún
tipo de madurez —¿qué es la madurez? Gombrovicz
respondería que una mentira, una farsa que utiliza la
civilización para justificarse a sí misma—, con el
estómago inflado y la cabeza calva, perdidos en una
casa aparatosa, tal vez demasiado amueblada.

***

Me hundo en la flojera: percepción aguda, transparente,


filosa como una tarde rebanada en cachos. La mente me
dicta palabras. Escribo. Imagino que soy la mujer más
anciana del mundo, peregrinando desnuda por el

86
bosque. Me siento gorda como una vaca. La felicidad
duele igual que la tristeza.

***

Soy un homo sapiens. Mi sola existencia implica una


complicidad con la destrucción del mundo. Hojeo el
libro de Yuval Noah Harari, Breve historia de la
humanidad. Entre otras cosas, concluye lo siguiente:
cada vez que los homo sapiens ponían un pie en un
nuevo territorio (estamos hablando de hace 45,000
años) se extinguía un alto porcentaje de la fauna
endémica. Amamos al mundo de la misma forma en
que la mantis religiosa hembra ama al macho:
succionándolo por dentro hasta dejar únicamente la
cáscara.

***

Tomo la línea naranja. Me dirijo a metro Auditorio para


ver una exposición en las rejas de Chapultepec; intuyo
que será mi última salida en semanas. Todavía hay
parejas en el parque. El sol de las cinco ilumina el pasto
con tonos dorados. Decido entrar un rato. Hay más
patos y garzas que de costumbre: recorren el lago con
actitud de plumíferos monarcas. Me acuesto y leo unos
versos del poeta cubano Milho Montenegro: No
encontramos magnificencia en este escenario: hoy solo
queda esta indumentaria de esperanzas con que
disfrazamos la realidad / el declive de nuestros grumos
(“Poema para un examen de las circunstancias”).

87
***

Imagino mi vientre en toda su redondez. Siento mis


pechos duros, como si estuvieran cargados de leche.
Qué exigente es el cuerpo, la dictatura del ADN: pide
un hombre con el cual reproducirse, reproducir esta
especie que lo devasta todo. Respiro hondo, le digo:
estate quieto. El cuerpo entiende, baja la cola, se
tranquiliza. O finge hacerlo.

***

En el departamento hay que sacar la basura todos los


días. Dejamos los zapatos afuera y desinfectamos las
manijas cada vez que las usamos. Del baño se encarga
la roomie que tiene más fijación con la limpieza. Yo
prefiero la cocina: igual que Banana Yoshimoto, siento
una fascinación por ese espacio vital, cálido por
naturaleza. La comida se embarra en el cuerpo y en los
muebles sin remedio. Prendo la radio mientras limpio
la estufa. Escuchar las noticias es también aprender a
embarrarse de realidad. Frente al dolor no hay higiene
que valga.

***

Mi cuerpo se ensucia con el recuerdo de otro cuerpo.


Olores, fluidos, excrecencias. Mi cuerpo contaminado
por el código de los que han puesto su marca en mi
sangre. Mis amigas: “¿Sabías que los hijos de una
mujer portan el ADN de todos sus amantes?”. “Hablar
de cómo te portaste esta semana sería una falta de
88
sororidad”. “A mí no me molesta la palabra puta, me
gusta decirme así: soy bien puta”. ¿Y yo? Parada frente
a la suciedad, frente a mi propio deseo.

***

Las epidemias eran poco comunes en las tribus de


cazadores-recolectores porque la mimovilidad
aseguraba una alimentación variada, y no existía el
hacinamiento. La agricultura trajo un boom
demográfico: más bocas que alimentar, más trabajo,
faenas repetitivas, aglomeraciones de personas mal
nutridas. La agricultura no fue más que el primero de
una serie de eventos desafortunados.

***

Todas las especies tienen los días contados. Y a la


nuestra no lo quedan muchos. Pero… ¿y los libros de
poesía? ¿Y las computadoras? ¿y el conocimiento
acerca del universo que hemos acumulado durante
años? ¿Son figuras dibujadas en el plumaje de un ave
que tarde o temprano se confundirá con el color
grisáceo de la tierra? La naturaleza juega con nosotros
con la crueldad de un niño quemando hormigas.

***

Los tibetanos llaman bardo a un instante de vértigo que


nos toma desprevenidos, la brecha entre la angustia y
nuestra capacidad de nombrarla. ¿Dónde está la belleza

89
del no-saber? ¿Cómo volver la incertidumbre algo
placentero?

***

Es curiosa la manera en que Occidente se ha apropiado


de las prácticas budistas. Se ha puesto de moda un
nuevo concepto: Mindfulness. Encuentro en la red una
joya de artículo: Business in the bardo. “Las empresas
y organizaciones transitan el bardo. Una de las cosas
bellas de la filosofía del capitalismo es su alineación
con el mundo natural. Ambos se adaptan al cambio
constante”.

[“Businesses and organizations go through the bardo.


One of the beautiful things about the philosophy of
capitalism is its alignment with the natural world.
There is, if nothing else, constant change.”]

***

Mingyur Rinpoche, un gurú de la meditación que se ha


vuelto famoso en Occidente habla de la monkey mind:
al no dejar de hacer ruido, de darle vueltas a las cosas,
la mente nos aleja del presente. Mi tía me dice: en
realidad, los animales están mucho más al tanto de lo
que sucede que las personas. Como para darle la razón,
su perro corre a tomar el pedazo de galleta que se me
cae al suelo por accidente.

***

90
La curiosidad no me deja tranquila. Finalmente llamo
por teléfono a un neurólogo para preguntarle qué podría
ser la monkey mind. “Bueno”, me responde José Luis
Díaz con toda la paciencia del mundo, “hay una zona
del cerebro a la que me gusta llamar la zona de la
divagación: le llaman RND, o red basal, y se activa
cuando no estamos haciendo nada.” “¿Y los animales
también la tienen?” “Sí, aunque no se sabe si la usan de
la misma forma que nosotros…”

***

¿Y si el universo tuviera su propia e indescifrable


corteza cerebral? ¿Se volvería entonces un ser
autodestructivo? Si Dios tuviera consciencia, ¿habría
extinguido a los otros dioses?

***

Sueño que estoy en la nieve. El día anterior había visto


el video de un hombre que resistía temperaturas bajo
cero con el torso desnudo. Yo no la conozco, no
conozco la nieve. En el sueño estoy en Alaska con
varios amigos. Vivimos en una casa de madera. Una
chica me pregunta si quiero cenar papas; cocinamos
muchas para que alcance. Después subimos al techo.
Ahí miro el camino nevado que se aleja. Huelo el
silencio, la cercanía con la muerte. Enfrento los ojos al
blanco. Simplemente estoy ahí, inmersa en la nada.

Despojarse de todo. Estar en la nieve.

91
92
Formas de colisión como estrellas en la
noche nublada. Estamos solos
frente a las cenizas

93
Alberto Bejarano

Hombres tiempos naturalezas

Incesante descomposición del tiempo


No ser
Antes
Ahora
O después

**

Repeticiones repetidas
Estribillos estriban
Rampante campante
Revolver revolver
Invención reinvención
Demolición evaporación
Composición silenciamiento: la naturaleza arde.

**

Es una historia sin relato es un relato de tiempo DE


PARÁMOS QUE ARDEN desbocado es una sucesión
de espasmos una admonición no sé qué palabra sea la
misma de la interrupción de la circunvalación del
esperpento unamunesco DE SELVAS QUE ARDEN

94
del surrounder la intromisión del no avanzar la espera
la difunta espera el contacto del no-ser no-saber la luz
apagada los rumores las ollas medio tapadas de hierbas
mejoranas la radio desconectada el apagón la noche
vela DE NIEVES QUE SE DERRITEN

**

Formas de colisión como estrellas en la noche nublada.


Estamos solos frente a las cenizas.
-------------------------------------------------------------------
---

El adversario secreto que avanza tras pasos vacilantes


en la nieve senda del desierto submarino soy yo en mi
propia pesadilla como último hombre frente a la
siembra de tuberculos en el páramo

Lima se estremece ante tus ojos de


eternas luces
La mente humana se deshace
95
Esperan en sus casas la noticia para ser
libres
Hoy explotan miradas como bombas de
plásticos
que tratan de tocarte la piel.

Miguel Lescano

96
97
De una cosa, más que de hambre, muere
el hombre, y es de la falta de
cooperación, de la falta de empatía, de
amor, tan escaso en estos tiempos
difíciles.

98
Jack Farfán Cedrón

Féretro
Lobo del hombre
Somos,
El tigre desdentado
Que rayó un alba incierta
Aguardando que te pudras
Mientras te carga la peste.

Lobo del hambre,


De la rata maldición roída
En el exacto momento
En que te apolillas,
Palo,
Palo de mierda que se hunde
En el cagadero de la muerte,
Que también tascará tu cráneo impoluto.

Si te cargas a ti mismo
O te cargan,
Siempre escupes
Al barro del malagradecido,
Siempre apedreando el manzano
Por si caigan mangos;
Iluso,
Plegado a diosito,
Que no hace más milagros
De los que crees,
Sino que ni en ti cree.

99
Comemierda,
Quemasangre,
Vendedor de sebo de culebra
A tostón,
Al mejor impostor
Vestido con la sábana negra
Del siguiente mendigo
Que entregará las tablas
Subterráneas.

Lobo del hombre,


Lanzas la piedra y escondes el muñón,
¡So defectoso!

Mudo,
Descorazonado,
Destrabado,
Sin verba florida
Que te salve
De la sinrazón a contrabajo.

Lobo del lobo,


Lobo del hombre;
Augur,
Maloliente defectuoso,
Cerbatana de maldad,
Sérpico escupitajo
Dándoos la sien incomparable
De la duda
Al mejor parroquiano,
Puta de Babilonia.

100
Razón de serlo,
Loco de las nueve furias;
Caminaréis en presencia del astado.

¿Qué te queda?,
Armatoste de cabrón,
Gran mierda
Eres,
Mientras tu semejante se muere
Y tú estás cascando su mortaja interior
Sin importarte un sonoro pedo.

Despierta, pescado,
Que el que muere
Enterrará todos tus huesos mañana.

101
La pandemia nos ha aislado física y
mentalmente de los demás: debemos
abrirnos al otro, aceptarlo y quererlo. La
experiencia afectiva, sentimental y
amorosa no puede desaparecer, más bien
potenciarse e intensificarse.

102
Solidaridad
Unidad
Empatía Conciencia

103
Estamos en Ancón (Lima, Perú) a 2 km.
del mar. Aquí los vientos arrecian
constantemente y amanece nublado en
estos días de otoño… Lo más hermoso
de la casa es el jardín que nuestra madre
ha sabido cultivar con creces; así
podemos contemplar rosas encendidas
que nos reconfortan.

104
Salomón Valderrama

La sagrada familia
Necesitado de armonía
Rodolfo Hinostroza

I
En este instante
En que se contempla
El cielo preclaro
Y una sutil figura nos da
El vuelo en blanco
Y descubrimos
La transfiguración
Un rasgo elevado
Hacia el centro
De la representación
Algo sagrado
Ya de viaje incierto
Todo en la vera
De la antigüedad
Cuando el pudor
Nos despertaba
Hacia la primera
Orilla enigmática
Bóveda de bóvedas
De escuela sagrada
De escuela de nada
Cielos por aparecer
Nos ofrecían
105
En mitad de la tierra
Escuchad

II
Nos señalan algo inacabado
Inacabado y hermoso
Nos dicen
Parece que se aleja
Que se pierde
Serenidad
Nos protege algo
Que parece ser
El amanecer
Estamos aquí
Abajo siempre
Esperando
El preludio fatal
La dulce noche
Que ha de volver
Trata te lo pido
De modelar el rocío
Que nos ve
Conmovido
No sé qué circular
Y por favor
Anticipa el signum
Para volver

III

Naturaleza conmovida
Llena de amor
106
Aprecia la claridad
De la vida
Incluso en la celebración
De la noche
Acerca tus manos
Y presiente
La bondad infinita
El sueño celeste
La fascinación
Por construir
Puentes aéreos
Sagrados
Hechos perfectos
De atracción
En constante fuga
Solo de naturaleza
Abrazado de armonía

107
Otro dato curioso anterior al siglo XVII,
es aquél que asevera que William
Shakespeare escribió un par de sus obras
maestras, Macbeth y El rey Lear, durante
una cuarentena. Es tiempo de releerlas

108
Ulises Paniagua

La literatura en tiempos de pandemia


¿Qué es pandemia?, me dices mientras clavas en mi
pupila tu pupila azul ¿Y tú me lo preguntas? Pandemia
eres tú.
Vivimos encerrados a piedra y lodo ante la
probabilidad de ser víctimas del COVID19.
Lamentamos, de manera amarga, los tiempos que nos
ha tocado vivir. Hubiésemos querido nacer en otra
década, otra centuria, tal vez en plena efervescencia
victoriana o virreinal, por ejemplo. Nos convencemos
de vivir tiempos terribles —y los vivimos a través de
una guerra de manipulación política, económica.
Aunque se nos olvida que han existido, a lo largo de la
Historia, circunstancias semejantes; que antes otros
muchos seres humanos estuvieron también en encierro
por la misma razón: una epidemia. Ellos, igual que
nosotros, aprendieron a sobrevivir. Algunos personajes
célebres incluso fallecieron mientras atendían a
enfermos, como ocurrió en el caso de la escritora Sor
Juana Inés de la Cruz, en 1695.
De ello, de tales cuarentenas, da cuenta la literatura.
Porque la literatura es un gran estudio, y porque la
literatura es al mismo tiempo una gran chismosa que
nos permite conocer cómo vivieron y murieron otras
personas, siglos atrás, durante las catástrofes. Este
artículo, ligero y sin pretensiones, indaga con distintos
ejemplos el trágico romance entre plaga y literatura.
Desde luego, se comprende que los casos que se citan
109
no son, ni por mucho, los únicos que hallaremos en la
literatura universal —aunque algunos de ellos son, sin
duda, bastante famosos. Si bien leer este texto no hará
que desaparezca la amenaza que —créanlo— tarde o
temprano desparecerá, seguro nos hará reconocer que el
pánico que se apodera con constancia de las multitudes
lo hace de manera estrepitosa o ridícula. Así que
mantengamos la calma, y leamos, leamos de manera
insaciable.
Hablemos, por ejemplo, del Decamerón, de Giovanni
Boccaccio, un libro que surgió tras la peste bubónica en
Florencia, en 1348. El Decamerón narra el encierro
voluntario de siete mujeres y tres hombres ante la
amenaza de una enfermedad que presagia el fin del
mundo. Inicia con una descripción de los horrores de la
peste para contar luego, al estilo de Las mil y una
noches — aunque sólo durante diez días— una serie de
historias que se entrelazan en un desfile de vida,
erotismo, un poco de vulgaridad, sexualidad y muerte.
Hay, por cierto, una versión cinematográfica muy
buena de El Decamerón, aunque sin peste; se trata de
Boccaccerías Habaneras, filmada en Cuba por el
realizador Arturo Soto Díaz en 2013 — que pueden
buscar y disfrutar en esta cuarentena.
Otro dato curioso anterior al siglo XVII, es aquél que
asevera que William Shakespeare escribió un par de sus
obras maestras, Macbeth y El rey Lear, durante una
cuarentena. Es tiempo de releerlas.
Un encuentro entre epidemia y literatura aún más
extraño es el de Voltaire con el mundo de los vampiros.
A Voltaire se le atribuye un libro titulado Diccionario
Filosófico. Él mismo se dedicó a desmentir su autoría;
110
aunque por un asunto de tema y estilo pareciera más
bien que sí proviene de su pluma —a Voltaire le
interesaba mantener la ambigüedad al respecto. En
Diccionario Filosófico, el francés se ríe de ciertas
creencias absurdas, muchas de ellas provenientes de la
Iglesia, pero también concernientes a los vampiros.
Como contexto socio-histórico, hay que entender que
durante la Edad Media la peste negra o la propia peste
bubónica asolaron grandes regiones, y mataron a miles
de personas de todas las edades. Se llegaba, a caballo a
pueblos absolutamente desiertos, donde la enfermedad
había acabado con todos los habitantes. De allí, de este
hecho histórico de la Europa Oriental, proviene en gran
parte el mito que daría origen al Drácula de Bram
Stoker. Voltaire utiliza la ironía para burlarse de la
calamidad de tales seres. Concluye con este argumento:
Se agita con frecuencia la grave cuestión de si
puede absolverse al vampiro que murió
excomulgado; no soy teólogo bastante
profundo para decidirlo; pero por mi parte yo
lo absolvería porque cuando hay que escoger
entre dos partidos dudosos, debe elegirse el
más benigno (…) El resultado de todo es que
una gran parte de Europa estuvo infestada de
vampiros durante cinco o seis años, y que hoy
ya no existen; que hubo convulsionarios en
Francia durante más de veinte años, y que hoy
ya no los hay; que resucitaron muertos
durante algunos siglos, y que hoy ya no los
resucitan; que tuvimos jesuitas en España, en
Portugal, en Francia y en las Dos Sicilias, y
que hoy ya no los tenemos.
111
Muchos años más tarde, Edgar Allan Poe escribe “La
máscara de la muerte roja”, un magnífico cuento de
terror. En él, gente de la aristocracia, incluyendo al rey,
cierra las puertas del castillo mientras, insensible,
permite que la “plebe” fallezca de peste roja. Ajenos al
dolor de los pobres, organizan un baile glamoroso, una
mascarada donde un extraño invitado irrumpe cubierto
con un disfraz que reproduce las llagas y los estragos
de la enfermedad. El final del cuento es brillante, un
verdadero ajuste de cuentas social a través de la reina
de los muertos:
Y entonces reconocieron la presencia de la
Muerte Roja. Había venido como un ladrón en
la noche. Y uno por uno cayeron los
convidados en las salas de orgía manchadas
de sangre y cada uno murió en la desesperada
actitud de su caída. Y la vida del reloj de
ébano se apagó con la del último de aquellos
alegres seres. Y las llamas de los trípodes
expiraron. Y las tinieblas, y la corrupción, y la
Muerte Roja lo dominaron todo.
Ya en pleno siglo XX, el tema de la peste y las
pandemias se retoma —muy probablemente ante el
miedo ante tantos cadáveres en descomposición durante
la Primera y la Segunda Guerra Mundial. Antonin
Artaud, en esa época, aprovecha el miedo a la peste y
lo presenta como una metáfora. Hace la comparación
de dicho contagio con respecto al teatro. Según Artaud,
en un consejo sabio, todos debiésemos enfermarnos, sí,
aunque enfermarnos de arte: “Es inútil dar razones
precisas de ese delirio contagioso. Ante todo importa

112
admitir que, al igual que la peste, el teatro es un delirio,
y es contagioso”.
Finalmente, cito dos libros que después de la mitad
del siglo pasado marcaron profundamente, a través de
sus letras, la condición humana, al invitarla a la
reflexión: La peste, de Albert Camus, publicada en
1947 —que en tiempos del coronavirus ha resurgido de
manera estrepitosa en ventas en Europa, hoy en día— y
Ensayo sobre la ceguera, de José Saramago, publicado
en 1995. Ambas novelas narran cómo, en una época
complicada, el egoísmo y el miedo de los seres
humanos puede convertirse en un peligro mayor que el
propio virus. Pánico, asesinatos e injusticias son
extendidos por una humanidad paranoica y
desconfiada. Ambos libros nos confrontan al peligro
del miedo como infección, y lo hacen de manera
impecable.
Así, la literatura en época de virus nos invita a
reflexionar, a detener la marcha del tren de la “vida
productiva” un momento, justo ante tantas compras de
pánico y una brutal desinformación. Pudiera ser que, si
no tenemos cuidado, acabemos matándonos unos a
otros, completamente ciegos, como ocurre en la novela
de Saramago, para comprobar que al final todos
volveríamos a ver, tarde o temprano. O quizá, como en
la película El Ángel Exterminador, de Luis Buñuel, nos
demos cuenta meses después de esta alerta global, que
el principal temor que enfrentamos es el infundido por
otros y por nosotros mismos, un profundo horror
psicológico que nos impide salir de casa de forma
inexplicable. Así, la literatura vuelve a presentarse
como una panacea ante la angustia y la ignorancia, en
113
pleno siglo XXI. Es la luz en medio de la oscuridad de
la epidemia. Leamos.

114
barro ingenuo de fiebre y esperanza,
trono de humanidad, vientre del cerro
venas abiertas, Sonqo
de la tierra mía

115
Carmen Germán Palacios

Coces

Coces al Cielo
escombros,
besos
—Poesía—
Con las crines al viento y encabritado el lomo,
ojo de gato
y brincos de la ola
son

Ese rato deslumbrado que conversamos entre


silencios sin tiempo…]
esa luna de altura que pudo caerse, después de
estar tan bella]
y ya no importa morirse,
de belleza
pero siempre de belleza

Y lo que pudo ser


o no ser,
pulsión es de locura necesaria
y te extraño
¡Noche!
de noche, a noche,
cordura enfurecida de mis sienes
que acunas a la humana locura
me atormentas,

116
y susurras libertad,
y que a la hora nona
luna,
noche
me haces,
ser

Sonqo
En tu patria mi patria que se alza aún con mordazas
Y en mi ronco poder… tus pies desnudos,
117
barro ingenuo y fiebres, piélago de esperanza
flor de luz, chispa! Cancha bravía de la madrugada

Crepitan hornos de tu rabia en mi garganta


y puedo ser tu voz y tú la mía,
tanto de retornar y ser locura
ya puedo ver tus ojos —amanecer sin riendas—
sapo caminador, sin andadores
y sin tiempos en tu ichu, de cochas olvidadas

¡Cante jondo y herido croar de centenarios, primavera


sin huesos, waino de]
cementerio, puquio! y escándalo de luna, soberbia de
bravura]
Liquidez de claveles, fragancia del dolor y lampa y
pico y aguaymanto,]
sin belleza y con toda,
y chato
y duro,
y hambriento
y encallado

Sinrazón de la entraña, frontera del espanto,


Verdad
coágulo en madrugadas amputado de lengua,
ateridor de sueños en las ternuras muertas
fuego fatuo, danzaq
que me miras y que veo
—la retama—
que aguaitas al charango y canta el arpa,
—ronco pinqullo—
puñal del entreluz de un mayu en celo,
118
y flor de rayo, chispa, tú solito, cancha brava quemante
en madrugada]

Sonqo, tú hermano,
turiy
que me eres y te soy
que te hablo, me hablas
en tu ronco poder, aún con mordazas
barro ingenuo de fiebre y esperanza,
trono de humanidad, vientre del cerro
venas abiertas, Sonqo
de la tierra míai

_________________________
i
Sonqo corazón
Ichu pasto de altura
Aguaymanto frutilla silvestre
Waino género musical andino
Puquio fuente de agua, manantial
Danzaq bailarín y asceta de altura andina
Pinqullo flauta de pan también llamada quena
Charango suerte de bandurria o laúd andino
Mayu río
Cocha espejo de agua
Cancha maíz tostado
Turiy hermano de hermana

119
Esta zona es de agricultores, que tienen
un ritmo de trabajo diferente al
de zonas urbanas. Lo principal es el
conocimiento de los ciclos del
alimento, desde la siembra hasta la
cosecha. Durante el Aislamiento
Social la mayor preocupación ha sido
cuidar la chacra, estar atentos con
la lluvia o a sequía, conocer la
distribución o el corte de agua […]
Una de las explicaciones es que los
espacios marcan nuestro
comportamiento, entiendo que hay una
cultura antigua, que vive
paralelamente al mundo moderno de
consumo, que en sus acciones es
muy sabia, que vale la pena observar,
sentir, aceptar.

120
Rebeca Ráez

Wiracochan
WIRACOCHAN es el título de la performance y es el
apu más conocido de la región. Cuenta la leyenda que
Wiracocha, en su camino desde el Lago Titicaca hacia
el Cusco, paró en esta montaña y estando en su cima,
partió al mundo formando los 4 suyus: Chinchaysuyu,
Collasuyu, Antisuyu, Contisuyu. En el vídeo podemos
reconocer su forma imponente, que termina en un
ángulo puntiagudo. También hay otros apus como Kuri,
el complemento femenino, materno, protector; y la
Laguna de Urcos, donde se realizan ceremonias del
agua hasta el día de hoy. La metáfora de la división del
mundo incaico, correspondiente al Tawantinsuyu, nos
ayuda a visualizar al hombre caminante y peregrino
de vastos territorios. Y esa es nuestra pregunta
principal: ¿hacia dónde vamos después de la pandemia?
El acto de caminar nuestro territorio indomable, es el
reto mismo de la existencia, donde el espíritu encuentra
propios simbolismos y metáforas. El pensamiento se
libera
en los espacios amplios, y a la vez, entiende la
importancia del desapego; de la fuerza interior.
Encontramos también un trabajo de investigación con
la pintura facial:
la primera corresponde la Cultura Chancay (colección
del Museo Amano), donde vemos una rejilla que se
asemeja a las mascarillas actuales. Pero en la lectura
del pasado, es una red que está esperando que caigan

121
los peces en altamar, es un maquillaje ritual para evocar
a la
abundancia.
La segunda pintura ritual pertenece a un huaco retrato
de la Cultura Mochica. Son 3 líneas rojas que se cruzan
al centro, representan el Hanan Pacha, Ukhu Pacha y
Kay Pacha presentes en la cosmovision prehispánica,
revelando la capacidad multidimensional del personaje,
es un estado de madurez espiritual máxima, donde los
deseos parten del centro hacia el Universo, y todas las
energías convergen en el ombligo.
El tercer ojo está representado por la línea azul.
A través de mis trabajos deseo que el ser humano
pueda entender mejor su origen, y de esta manera,
poder enfrentar mejor los enigmas del futuro convulso.
Nuestros antepasados también tuvieron que sortear
catástrofes como el Fenómeno del Niño, los terremotos,
los aluviones, la sequía, pestes, invasiones y
exterminio; no nos enseñan en las escuelas sobre el
orden social y cosmogónico de estas civilizaciones. El
arte es una poderosa herramienta que nos permite
comprender mejor sobre las preguntas y desafíos de la
humanidad; que son antiguos y se repiten; y que sólo
van cambiando de forma: Wiracochan.

Me pregunto a veces
si el virus fuera un maestro
que nos obliga a pensar
todo lo vivido
el maestro que se ríe a veces
122
cuando perdemos el rumbo
¿Acaso lo teníamos claro?
¿Sabemos realmente qué es la salud?
Nos ataca con el aire que respiramos
¿Conoces los latidos de tu corazón?
El maestro que lo renueva todo
Transformación
Cambio
El arcano de la muerte
El miedo a lo desconocido
El pánico de la incertidumbre
¿Encierro?
Cuando vuelvas a las calles
¿Qué harás con tu ansiada libertad?
El maestro más peligroso del mundo
Te pregunta
Si te gustaría ver una montaña
El rostro del ser que más amas
Bañarte en aquel río de tu pueblo
Antes de morir
Tiempo de escuchar tu corazón
Caminar el deseo

123
Y vivir tu sueño con verdad

124
El país está pasando por la primera crisis
pandémica generacional, el aislamiento
asume una depresión social, de aquí
emergen quienes asumen las alternativas
de economías sustentables como nueva
interacción, de allí estará el otro extremo
que reiniciara “la normalidad que
siempre han asumido”.

125
Nancy Medina

126
Carolina Cárdenas Fernández

127
Nuestras fantasías sobre cómo el día de
mañana será certero, brillante,
incuestionable, no pueden relacionarse
con nuestra “vida” en tanto trayectoria
libre y escogida en el seno de una
economía de mercado.

Juan E Montoya Velarde

La muerte del capitalismo

128
Pues sí, se puede decir que el capitalismo ha muerto, al
menos en buena parte de sus manifestaciones sociales,
y ninguno de sus detractores lo está celebrando —
como es lógico, teniendo en cuenta las circunstancias
actuales —. Pero es cierto que ahora mismo el Estado
ha tomado las riendas de nuestras vidas y hemos de
limitarnos a obedecer sus dictámenes. Es decir, esto es
lo más parecido a un régimen “izquierdista” que
podemos llegar a experimentar aquí, en el mundo
occidental. ¿Y qué se siente? En principio, se diría que
es aburrido. Pues dejando atrás el confinamiento, no
hay mucho que hacer. La iniciativa privada ha quedado
reducida a su mínima expresión, los negocios
relacionados con el ocio o el entretenimiento no
existen; las empresas, en definitiva, no mandan y no
pueden desplegar su ideario y postulados en la
sociedad. (Podemos imaginar, también, el calado del
impacto de no haber internet o televisión). Por
consiguiente, nuestros destinos han quedado
establecidos por la norma. A pesar de las sensaciones
psíquicas de angustia, verdaderamente sabemos qué
está pasando y qué va a ocurrir en lo sucesivo, en un
sentido general. La planificación estatal se ocupa de
nosotros por medio de decretos, de tal forma que no
sintamos incertidumbre ante nuestra suerte. Y, así, no
necesitamos triunfar porque no vamos a ser el “número
uno”, no vamos a destacar, ni nuestra subjetividad va a
tener importancia alguna. Nadie gana ni pierde en este
contexto. Nuestras fantasías sobre cómo el día de
mañana será certero, brillante, incuestionable, no
pueden relacionarse con nuestra “vida” en tanto
trayectoria libre y escogida en el seno de una economía
129
de mercado. Eso que llaman éxito no ha lugar. Y, sin
embargo, vivimos un retorno a lo humano más
esencial. ¿Qué aplausos puede haber cuando él está en
el gimnasio, ella, en la academia; tú, viajando; yo, en
un parque? El colectivismo está trayendo de vuelta
consigo ese nunca olvidado, a pesar de los sutiles y no
tan sutiles intentos, hermanamiento, esa certidumbre de
ser humanos iguales, dignos y valiosos, que van en el
mismo barco, siguiendo un rumbo claro y fijo.
El impacto de la economía y los distintos sistemas
políticos en la psique humana y las sociedades es
sobresaliente, hasta el punto de que es necesario tener
una idea global que se construya desde todos los
medios posibles, ya sea prensa, literatura o música,
para tomarla como norma fundamental. Un canon bien
forjado se irá haciendo más sólido con el paso de las
décadas. Retroactivamente, todo habrá tenido un mayor
sentido en las condiciones actuales que si hubiera sido
de otra manera. Hasta que, de pronto, a modo de
broma, el capitalismo muere. Puede hacerlo, siempre,
filosóficamente, pues, en honor a la verdad, apenas es
una pequeña siesta la que está tomando. Pero ésta de
las letras nunca ha querido ser del todo la realidad real.
Más bien, desde aquí, mantenemos una relación un
tanto tóxica con ella. La criticamos, puede que la
denostemos, porque la amamos y no nos obedece. Y
tan solo nos queda resguardarnos tras las líneas, tener
razón en la soledad incorrupta de los conceptos que nos
respaldan. Por eso, aquí sí puede morir el capitalismo y
podemos hablar dignamente y sin balbucear de la
pandemia. Que se ha llevado por delante tantas vidas y
sujeciones que han probado ser demasiado frágiles. Y
130
han salido a la palestra nociones tan simples como
fundamentales: quedarse en casa, lavarse las manos,
ponerse una mascarilla. Entonces, quizás, todos esos
versos, ensayos, complejidades que soñamos, la
Historia, ¿son una profesión sin más? Tenemos que
resistir como sea. Debemos salvar la épica, el
esteticismo que, en el fondo, nos ha llevado hasta este
lugar.
Pues en la reivindicación de lo público, que
anhelábamos como agua de mayo y que finalmente se
consumó, sigue habiendo un extraño vacío. En tanto se
asienta la normativa estatal, va extendiéndose y
demostrando que precisa recolocar minuciosa y
asquerosamente las distintas energías que daban forma
al capitalismo. Se adivinan nuevas lógicas cada vez
menos utópicas. Gremios, santurrones, chivatos,
burgueses, solidarios de salón. Parece que todo esto
seguirá existiendo en un mundo rojo de redes sociales y
alta tecnología. Y, a fin de cuentas, no es más que un
pequeño experimento vertiginoso. Cómo se calza la
nueva realidad. Al final encuentran la manera, siempre
lo hacen. Sí, ellos. Nunca nosotros, que estamos aquí.
Estamos para hablar, decir, que no es poco. Perdiendo
el tiempo, desde su punto de vista, porque el mundo es
suyo. No les importa morir, a nosotros sí. Porque
decimos la verdad y no queremos que se pierda. Es un
tesoro. Y vemos que hemos sido ingenuos y, en el
fondo nos alegramos, porque nos permite aprender,
seguir discurriendo y andando el camino de todos los
tiempos. Y ellos, que son mucho más avezados, ya
estaban encontrando la forma de sacar partido, también
a la pandemia, sí, también a la muerte del capitalismo.
131
Mientras celebrábamos y desentrañábamos la realidad,
en silencio creaban nuevas normas, espacios vitales de
acción y ley que ocuparán y no querrán desalojar. Pero
aun así, aquí vamos a seguir, ya no comunistas, ni
capitalistas, siempre heridos, mas nunca muertos,
diciendo.
Esa novela, aquel poemario, tienen aquello, la finura
firme de la idea que cruza orgullosa y despierta en su
verdad. Es un tesoro por el que llevamos peleando
siglos, de mente a mente. Es un arma cargada de
añoranza falsa de otra cosa, porque es en sí misma. Es
nuestra casa. La política es exuberante y mentirosa. La
angustia, si es curada en un parlamento, o en una urna,
o en una pancarta, se va a metamorfosear en algo peor.
Y más hay todavía. Sin bajar los brazos, no esperando,
estaba aquí todo el tiempo, la verdad. Sin duda, hay que
hacer. Salvemos la utopía, nosotros. Justamente porque
vivimos dándonos cuenta, porque ese es el oficio que
elegimos, o nos eligió, desgarradoramente,
compensándonos tan solo con el fugaz placer estético.
Más que nada, ante todo, porque nos hacemos
conscientes, querámoslo o no, llegados a este punto,
peleamos por esa estética quizás odiada por mentirnos
con tanta verdad, que es nuestra fuente de vida. Pues de
las prácticas no remuneradas, los programas de
entretenimiento y acrobacias, el titular que es
conspiración, vamos a los metros de distancia, la
mascarilla, la fila ordenada, más todo lo de antes, sí, y
hay quien se alegra y se hace un emporio en ello. Así
pues, ¿quién ahora puede ofenderse porque no está bien
del todo, que si no sabe escribir, o que aquella idea es
peregrina? Esta dureza tan nuestra, ¿acaso podremos
132
sacudírnosla de encima alguna vez? ¿Somos nosotros
como ellos?
Dentro de poco, estaremos durmiendo de nuevo.
Plácidamente. El Estado ocupará su anterior lugar. Las
empresas volverán a saturarnos con su sofisticación
para que consumamos y aceptemos trabajo basura.
Muchos habrán muerto y, como corresponde, serán
olvidados con rapidez. Saldremos, iremos a conciertos,
tocaremos libros agradablemente olorosos por recién
impresos. Nos volveremos a sentir pesados cuando no
cumplamos con ciertas convenciones. Y será hermoso
porque seremos otros. Más dolidos y fuertes. No
recaeremos, al menos durante una generación, en
pensar que iban a salvarnos quienes querían suplantar.
Hay mucho más. Aquí.

133
Estas creaciones se han transformado en
guardianes y compañeras de mi proceso
de toma de consciencia en relación a mis
pensamientos, palabras y acciones. Me
han llenado de libertad y esperanza. Me
han dado la posibilidad de unificar y
expandir mi ser con el universo,
encontrar una vía de comunicación con
el mundo para expresar, recordar y
compartir: el conocimiento y
experiencias acumulado a lo largo de mi
vocación como educadora y científica,
con el único fin, de entregar, en una
sociedad de masas, urbana e
industrializada, un camino de sanación.

134
Nos impodrán cápsulas asépticas
para aislarnos del mundo
y los amantes.
Pero nada impedirá que nuestras almas
se unan.
En un nuevo erotismo
trascendental

135
Chema Paz Gago & Carlota Corzo

136
Quisiera creer que esta disrupción de la realidad
cotidiana nos dejó el deseo de construir un mundo
mejor. Que vamos a salir del oscurantismo con una
nueva ilustración. Que vamos a cambiar la forma de
relacionarnos —y no me refiero a la distancia social
— sabiendo que lo que le pasa al otro me pasa a mí,
que no estamos separados por diferencias
insalvables, que la única forma de que todos estemos
bien es que todos estemos bien.

137
Luz Stella Mejía

Sin Ceremonia

No hay procesión que lleve tanta pena


porque no hay procesión en absoluto.
Cuerpos escondidos en camiones,
cajas de pino amontonadas,
sin almohadas de seda,
sin adioses ni miradas por ventanas morbosas.
Nadie tomó las manos del que parte.
Nadie escuchó su último suspiro.
Los tubos se llevaron sus palabras
que murieron silentes en las máquinas.
Los oídos a quienes iban dirigidas
se preguntarán por siempre
¿qué dirían?
No hay lágrimas en su entierro,
sólo sudor y aliento rancio enmascarado
de contratistas pagos,
cuerpos enfundados en soledad blanca,
bocas que esperan volver a la cerveza.
No hay rituales, ni velas, ni palabras.
No hay ministros, ni pastores
que siguen con sus manos extendidas
138
recibiendo los diezmos.
Sospecho que no hay nadie esperando
la llegada de tanto pasajero.
Creo que los dioses dejaron sus reinos, espantados.
Ellos también están en cuarentena.

139
El Nuevo Mundo

Hemos convocado otro medioevo


—plaga incluida—
de ignorancia, dioses ricos,
pueblos pobres y tierra plana.
Hemos olvidado lo que aprendimos ayer
e ignorado los atardeceres,
el rocío sobre la hierba y
el mensaje del girasol.

Hemos olvidado lo que somos


Y ya no buscamos las raíces,
ni siquiera conocemos las semillas
y los frutos nos sorprenden
como magia.

Hemos olvidado los procesos


no tenemos paciencia para
entender los nacimientos
ni queremos aceptar los desenlaces.

No le damos importancia a las manos


y a lo que pueden hacer
las cosas acabadas nos sorprenden

140
como magia
y damos gustosos nuestro tiempo de vida
para adquirirlas hechas:
les hemos dado el poder de dar estatus.

No queremos invertir el tiempo en crecer.


No queremos sembrar ni esperar el brote ínfimo.
Hemos olvidado las leyes naturales de
causa y consecuencia.

Hemos llegado al final de nuestro oscurantismo.


Tenía que venir la muerte a visitarnos,
no como ese huésped importante
sino como el vecino, el amigo, el que toca a la puerta
y te abraza
Pero entonces tendremos un Renacimiento,
—incluyendo a las Ellas que quieran—
Volveremos a escuchar poemas
y a atender con entusiasmo a la sabiduría.
Nos deslumbrarán nuevas bellezas
y recuperaremos lo sabido para seguir creciendo.
Otra vez le daremos a la vida su puesto en la pirámide
y las cosas guardarán su lugar sin imponerse.
Un abrazo será oro
Y el agua será vida
141
El sol volverá al centro de esta era que asoma
Y las manos enlazadas serán las nuevas redes
que amortigüen la caída de los dioses.

142
Nuestro entorno social a corto y mediano plazo será
un reto de enormes magnitudes. Así como la peste
bubónica en tiempos de Boccaccio dio paso al
surgimiento de gremios que exigieron mejores
condiciones laborales entre los trabajadores que
sobrevivieron, la actual pandemia tiene el potencial
de estandarizar, en las diferentes sociedades, la
conciencia por el bienestar ajeno. El peligro es que
el miedo devenga en una exacerbación del
individualismo. Como muestra, vemos la
viralización de memes racistas que caricaturizan a
los chinos, manifestaciones xenofóbicas en
comunidades pequeñas y los brotes de violencia
doméstica en condiciones de confinamiento.


143
¿De dónde venimos? ¿para qué estamos aquí? El
cielo, la tierra, las plantas, el agua, todas las
substancias ¿Es esto la filosofía?

144
Ray Paz Quesquén & Rafael Vigo Sosaya

Pensar en no pensar

Una propuesta naciente de nuestra meditación en torno


a la verdad, inextinguible, inhabitable, imperecedera
cercana y arcana, si no hay ciencia ni esencia que la
trate, entendemos que, ante esa nada luminosa, el todo
de la unidad podría aproximarse y la lengua de
Poimadres es la lengua de la poesía-filosofía, El todo es
la nada y viceversa.
En esta tragedia pandémica que nos convive y retoma
la incertidumbre de la médula de donde renacimos,
nuestra propuesta emerge y se esparce en un diálogo de
interpretación donde solo parir ideas mutuamente, es
permitido.
Lo nuestro es la poesía del camino, de las hojas, del
escupitajo, de la lágrima, de la economía, de los
jornaleros, los colegiales, los maestros, los canillitas,
los mendigos, los homosexuales, transexuales y
sobretodos los locos y su pureza.
O la filosofía Budista, Persa, Panteísta, Pitagórica,
Platónica, Epicurista, Aristotélica, Hegeliana, Marxista,
Zizekista, aunque el viejo burócrata prusiano de Hegel
ya advirtiera que lo único que podemos aprender de la
historia es que no aprendemos nada de ella, así que
dudo que la epidemia nos haga más sabios, creemos en
la *humanidad y su recuperación de la fuente
primigenia constituida por su naturaleza y por esa fe de

145
vértebras en las que Goethe confiaba; asumimos con
fiereza “Pensar en no Pensar”.

¿Quiénes somos?

¿De dónde venimos? ¿para qué estamos aquí? El cielo,


la tierra, las plantas, el agua, todas las substancias ¿Es
esto la filosofía?
Thales de Mileto decía que todas las cosas y
substancias estaban hechas de agua y que esas mismas
cosas y substancias estaban animadas. Heráclito de
Éfeso también llamado el Oscuro, “Padre de la
dialéctica”, sentenció lo siguiente: “Nadie puede
sumergirse dos veces en las aguas de un mismo río”.
Antes de Platón, filosofía y poesía hablaban el lenguaje
de la unidad; el todo era uno, el uno era todo, no había
filosofía sin poesía, ni poesía sin filosofía.
Los maestros zen se refieren al “Mo shin” como la no
mente, el no pensamiento, estamos diseñados,
parametrados por las estructuras de poder, es momento
aquí y ahora de pensar en no pensar.

146
Encierro y libertad

- El encierro constituye de hecho el castigo más fuerte.


- El encierro es protección o mutilación del ser
humano.
- Desde pequeños, el jugar a las escondidas, el
encontrar una guarida entre amigos. El construir y el
habitar el escondite, permite una sensación de libertad
o al menos eso creemos.
- ¡Vete a tu cuarto! ¡contra la pared! ¡no saldrás a la
calle! En su diario Kafka cuenta que su padre lo dejó
toda la noche en su balcón.
- El encierro como castigo en sí mismo, que justifica
una reivindicación, un cambio conductual.
-La familia, la escuela, los amigos del barrio practican
la fórmula correctiva, que hemos heredado de una
arcaica tradición cultural.

147
Nos encontramos frente al primado de la “razón
instrumental”, es decir, un tipo de racionalidad que
busca los mejores medios para alcanzar fines, sin
preguntarse el propósito de estos últimos

148
Emilio Montoya Velarde

El Covid-19 desde el enfoque de la teoría crítica

La Escuela de Frankfurt surge en torno al Instituto


de Investigación Social (Institut für Sozialforschung)
entre las décadas de 1920 y 1930. Su propósito
principal se basaba en introducir razón en el mundo, es
decir, convertir la sociedad en un lugar más justo y
próspero, pero desde una crítica negativa, para, así,
analizando los posibles aspectos más nocivos,
pudiésemos aspirar a un espacio donde la realización
humana fuese posible. No obstante, esta tarea se vio
truncada tras un hecho catastrófico como fue la
expansión y ascensión del Partido Nacionalsocialista al
poder, que culminó con el nombramiento de Adolf
Hitler como canciller de Alemania en 1933.
De su propuesta de racionalizar y justificar la
sociedad se pasó a un pánico de la razón y a una feroz
crítica a la Ilustración y sus valores, liderada por
Adorno y Horkheimer en su obra conjunta, publicada
en 1944, Diálectica de la Ilustración.
La sociedad contemporánea, según estos autores,
es una poderosa máquina que ha escapado al control
del individuo, mientras le oprime, aplasta y esclaviza.
Nos encontramos frente al primado de la “razón
instrumental”, es decir, un tipo de racionalidad que

149
busca los mejores medios para alcanzar fines, sin
preguntarse el propósito de estos últimos.
No obstante, en 2020, ha bastado un virus de
origen desconocido, un enemigo invisible, para que, en
un par de meses, ponga en jaque y frene en seco toda
esa terrible y omnipotente maquinaria, cuestionando los
pilares doctrinales sobre los que el sistema neoliberal
se fundamenta a nivel global.
Al igual que la irrupción del nazismo dio lugar a
una crítica y a una reflexión sobre la razón que nos
condujo hasta el Holocausto, el advenimiento del
Covid-19 debe mostrarnos el camino para pensar sobre
la sociedad que hemos construido y continuar
cuestionándola para, con ello, poder mejorarla y lograr
un progreso de corte universalista, una sociedad más
satisfactoria, como diría Marcuse en Eros y
Civilización.
Por tanto, desde una perspectiva dialéctica o
historicista es posible que el Covid 19 no pueda ser
considerado como un terrible cataclismo, en términos
socio-económicos, si supone la primera piedra de un
cambio hacia un nuevo modelo de sociedad. Tal vez
sea una “astucia de la razón” como diría Hegel. En el
siglo XIV la Peste Negra Bubónica, procedente de
China, a través de la Ruta de la Seda, se expandió por
Italia asolando Europa y causando ochenta millones de
muertos. Esta bacteria supuso el comienzo de la
decadencia del poder eclesiástico en la Edad Media,
especialmente por las ideas religiosas de la época, que
no casaban con la idea de un Dios-Padre benévolo que
promulgaba el Cristianismo. Para muchos
150
historiadores, esta enfermedad fue el origen de un
cambio de paradigma. El camino del ocaso de la Baja
Edad Media a los albores del optimismo renacentista.
Solo el tiempo, el eterno retorno, será capaz de
decirnos si nos encontramos en una situación similar a
la de hace seiscientos años.

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Estoy en un lugar oscuro… En la pandemia,


se intensificaron mis emociones, sobre todo
las negativas, esto debido al confinamiento
152
y al impedimento de no poder salir… sin
embargo, estos días los aproveché en
desarrollar de mejor forma mis habilidades
de autoaprendizaje en diversos campos
como la cocina o la música, no todo es
malo.

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