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La vida de migrante no empieza el día que llegas a una nueva tierra, un nuevo país,
sino cuando tu tierra originaria te hace convertir un extraño donde uno nació. Los ojos
de aquel que salió de su zona de confort, hacen que su vida sea una colcha de retazos
de memorias y experiencias, un crisol de un nuevo tiempo que cada persona va
recorrer. Hoy recordaremos mi nueva vida como migrante, con la visión de hombre
que decidió escapar de la barbarie, dándose cuenta que era mas contagiosa que es
virus mas mortal. Hablamos del socialismo…
Haciendo tours por Manizales y su feria, fincas, plazas y conciertos, licores y demás
objetos de hedonismo fueron por una semana la ilusión de haber tenido plata, después
de haber perdido 8 kilos en Venezuela y vivir una vida de sobrevivencia, muy precaria.
Pero la realidad tan certera y fuerte como un Iceberg me hizo regresar a Bogotá,
cansado, con mucho menos plata y en las puertas de una depresión que sería mi
permanente compañero ese año. Finalmente, llegue a la casa de aquella persona que
terminaría siendo mi protector, pero a la vez se convertiría en mi verdugo, pero eso es
un cuento para otro momento. En la casa de CM (usemos estas siglas para identificar a
este personaje), me hizo un espacio, hasta que decidimos irnos a otro espacio personal,
un apartamento en un estrato 5 detrás del CC Metrópolis. A los pocos días, caí en cuenta
que ni el empleo que me ofrecía este sujeto ni las comodidades que se esperaban no iban
a llegar. Sin un plan establecido y sin recursos, aunque aún en la casa de él, decidí
recorrer la jungla de concreto, la nevera, como le llaman a Bogotá.
EL REENCUENTRO CON LA POLÍTICA
Durante muchos años, sufrimos la persecución política pasiva o activa del régimen
chavista, donde la autocensura y el silencio era el pan de cada día. Expresarse
públicamente contra el gobierno era un juego de altísimo riesgo. Bajo la sugerencia de
un comandante de la policía, amigo de hace años, nos advertía que salir del closet
ideológico, y demostrar que uno apoya el capitalismo y se es liberal, como filosofía
política era casi igual a ponerse un letrero “póngame preso”. Así vivimos por años en
una vida disoluta de placeres, eventos culturales y fiestas, pero detrás de esa mascara
alegre existía una persona con la necesidad de entender y querer mejorar el mundo
circundante, así que las lecturas de grandes como Isaiah Berlin, Mises, Hayek, Popper,
Locke, Carlos Rangel, Adam Smith y muchos mas autores. Todos leídos en un miedo
silente, para no entrar en encrucijadas por decir la verdad.
Pero la realidad no se puede escapar y mucho menos la identidad de cada quien. El año
2018 fue uno de los mas convulsionados de los últimos años en Colombia, ya que una
fuerza de la izquierda revolucionaria socialista estaba ganando terreno por encima de las
fuerzas tradicionales del estamento político de este país. Un día del mes de marzo de
2018 en la populosa población del Sur de Bogotá, llamada Bosa, las calles
completamente bloqueadas por la cantidad de gente, en plena marcha apoyando, con
arengas y pancartas, a un líder mesiánico con carácter casi místico. Llegamos al país en
plena batalla del huracán de la contienda electoral Duque (Centro Democrático) vs
Fajardo y Petro. Después de un proceso electoral inicial, la primera vuelta definiría la
polarización que daría el color a Colombia en el futuro: La Pelea por la presidencia de la
República sería: Duque vs Petro.
Los venezolanos recordamos a Gustavo Petro, como aquella figura extraña, pero con
aires de intelectualidad, que sería amigo de Hugo Chávez y el estamento chavista y
cubanos. Fue uno de los principales asesores de aquel presidente por el año 2003, en la
construcción de su modelo económico, basado en fuertes restricciones a la Economía.
Me sonaba en esas calles de Bosa, discursos conocidos, pero con otra modalidad y
acentos diferentes, pero la esencia es la misma. Slogans como “democratizar la tenencia
de tierra, aumento de la productividad para los ciudadanos, reforma agraria, castigo a la
corrupción” y varios más. Pero por haber nacido en esa tierra de gracia, reconocemos
sus acentos y modalidades del habla, pero el fina del cuento es siempre el mismoi.
Teniendo claro cual eran las opciones políticas era inevitable ir contra el fantasma del
socialismo en LatAm, representados en Gustavo Petro y Sergio Fajardo, quedando
como invicto el primero, la lucha contra el socialismo iría en esa dirección. Ya que el
doctor Petro sería el abanderado del Grupo de Puebla y el Foro de Sao Paulo. Los
mayores lobbies de la izquierda continental. Ya en otros espacios se han analizado los
componentes básicos de estos programas de gobierno, pero solo tres eran los
conectores: keynesianismo, mercantilismo y socialdemocracia.
Para aquel momento, ese candidato sería el detonante, el catalizador que me haría salir
del silencio en las redes y en público, para mostrar mi bandera de Gadsden, símbolo
libertario por excelencia, y ya no tener mas miedo de expresar quien soy y por qué lo
soy. Toda la vida hedonista pasada se convertiría en una vida preocupada y con ganas
de buscar soluciones a los problemas del acontecer diario nacional e internacional.
Empieza la carrera de análisis, la búsqueda de diagnóstico, el cual llegaríamos a una
conclusión escalofriante.
Colombia es un país con los mayores recursos naturales, en el continente, con una
historia republicana de estabilidad, a pesar de las fuertes amenazas de las guerrillas y el
paramilitarismo, ya que ni en los momentos mas cumbre se desestabilizó el
establishment político colombiano. Con una fuerte dependencia del precio del petróleo y
de su venta, un tipo de cambio continuamente en proceso de devaluación, una presión
fiscal sobre los ciudadanos cada vez más acuciante, una desigualdad económica en
crecimiento, fuerte restricciones en las leyes laborales, y finalmente el rompimiento del
bipartidismo que trajo una sensación de atomización de la política. Una gran parte de
los ciudadanos de este país a pesar de los fuertes problemas, les encanta el placer
inmediato, la rumba y el viajar, y debido a ciertos factores económicos, muchas
personas andan distraídos de todo lo que estaba pasando, pero a pesar de lo positivo que
vivían, el descontento aumentaba y eso hace que las ideologías más extremas se
conviertan en populares. El mejor barómetro para entender eso, es ver el
comportamiento de los jóvenes y sus preferencias.
Esa tarde de marzo de 2018 en Bosa, vi miles de jóvenes dando arenga a favor del
candidato de la Colombia Humana, me hizo recordar las arengas en la Plaza Bolívar y
en la Autopista en Caracas, donde estos chicos sentían una relación casi mística con el
líder mesiánico del momento. En mi época de juventud sería Hugo Chávez, el de hoy
sería el consabido Gustavo Prieto. Tenía un Deja Vú constante, sentía que la Colombia
de 2018 era igual a la Venezuela de 1998. A la luz de los análisis tengo buena parte de
razón, pero no en todo de lo que promulgamos en aquellos años.
LA INSTITUCIONALIDAD REPUBLICANA SE MANTUVO
LA COLOMBIA ACTUAL
Han pasado tres años desde que llegué a esta hermosa tierra, y tuve un proceso de
adaptación difícil, pero considero apegado a la realidad. Ya pasado el episodio electoral
Duque vs Petro, la implantación definitiva de la JEP y el supuesto desmantelamiento de
las FARC, las marchas supuestamente espontaneas a finales de 2019 (en conjunto de
otros países de la región), la llegada del COVID19 y las fuertes restricciones que
vinieron después, estamos parados en el 2021, y ya yo no soy ese ser hedonista que
quería ocultar mis pesares y fallas, además de mi identidad política. Puedo decir con
propiedad, que estamos otra vez en las puertas de una implantación definitiva del
socialismo del Siglo XXI (la mayor estafa del siglo y del actual). La pregunta para
muchos es ¿qué hacemos ahora?
Pues estamos a un año de las próximas elecciones presidenciales, donde todavía no
sabemos quienes serán los abanderados de la contienda electoral, pero tenemos el
imperativo de usar nuestras facultades racionales y económicas para entender la
necesidad del capitalismo liberal, el gobierno limitado y la defensa de la Propiedad
Privada, y la mejor manera de lograr ese entendimiento es incentivar el Pensamiento
critica, el salir de la zona de confort y lograr que cuestionemos todo. Un cierto grado de
escepticismo es sano, para no caer en fanatismo infantiles. La batalla más allá de que
sea cultural, en los medios de comunicación, redes sociales y los planteles educativos,
estos son solo canales para llegar a las personas, pero lo mas importante es cambiar sus
mentes y el único camino factible, es mediante las familias y los hogares. Lo mejor es
sembrar ahora, para cosechar en un futuro estas ideas.
Hoy en día soy un migrante levemente pesimista, principalmente a corto plazo, pero a
mediano y mas que todo a largo plazo, siento que muchas de las ideas compartidas en
estas editoriales y demás columnas serán parte de la historia intelectual de Colombia y
de Latam. No se que nos depare el futuro, pero las tribulaciones a corto plazo harán
sucumbir mucha de las bases de este país. Como diría mi abuela, “Dios nos agarre
confesados…”
i
Para mayores referencias ver el libro: “Izquierda sin mascaras” (2020), El Bastión.