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OLIVIER CLERC

LA RANA QUE
NO SABÍA
QUE ESTABA
HERVIDA...'
yotMA ¿ectóoneé
de, vida
Título original:
La grenouille qui ne savaitpas qu'elle était cuite et autres lecons de vie
Diseño de cubierta:
OLIVIER CLERC
© OPALWORKS

Imagen de cubierta:
AGE FOTOSTOCK

LA RANA QUE NO SABÍA


QUE ESTABA HERVIDA...
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Y otiuaA ¿ectio/m de vida
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ella mediante alquiler o préstamo públicos.

Traducción:
) Editions Lattés, 2005 J. A. BRAVO
i de la traducción: J. A. BRAVO
I MAEVA EDICIONES, 2007
Benito Castro, 6
28028 MADRID
emaeva@maeva.es
www.maeva.es

ISBN-10: 84-96231-99-2
ISBN-13: 978-84-96231-99-3

m
Depósito legal: M-643-2007

Fotomecánica: G-4, S. A.
Impresión y encuademación: Huertas, S. A.
Impreso en España / Printed in Spain MAEVA
Dndlce

Introducción 7
1. La rana en una cazuela con agua:
¿estamos ya medio hervidos? 13
2. El bambú chino, o la preparación
en la oscuridad 41
3. La cera y el agua caliente:
el poder de la primera impresión 65
4. La mariposa y el capullo:
la ayuda que debilita y la dificultad
que vigoriza 91
5. El campo magnético y las limaduras:
modificar lo visible actuando sobre
lo invisible 115
6. El huevo, el pollo... y la tortilla:
de la cascara al esqueleto 149
7. La víbora de Quinton:
medio exterior y fuerza interior 165
Conclusión: ¿hervidos... o no? 193
Notas 199

«agí 5
Dv\Wo¿ucc\óv\

J. odo es lenguaje, todo nos habla: los fenóme-


nos naturales, los experimentos de la Física,
los comportamientos de los animales, etc. Los
científicos, basándose en la observación de
los hechos, extraen de ellos leyes. Los poetas, los
filósofos y los sabios, por su parte, observan
las correspondencias y las analogías entre fenó-
menos diferentes, y las formulan en lenguaje
simbólico, dándoles forma de metáforas y pará-
bolas ricas en enseñanzas. Ellas ponen de
manifiesto la unidad subyacente de fenómenos
que no parecen relacionados entre sí, pero regi-
dos en realidad por los mismos principios.
Como ha dicho O. M. Aivanhov:

«ser 7
«El lenguaje de los símbolos, que es el len- ción tolteca, por ejemplo. En comparación,
guaje universal, representa la quintaesencia de ¿han intentado ustedes leer un tratado cientí-
la sabiduría. [...] Los símbolos son como semi- fico del siglo xx (sin necesidad de retroceder a
llas que se plantan; de este modo, uno trabaja siglos más remotos)?
con una decena de símbolos, y posee todas las El saber envejece, el conocimiento no. Un
ciencias. [...] Es importante profundizar en el signo sufre el desgaste del tiempo, no así un sím-
lenguaje de los símbolos, porque al resaltar los bolo. El fruto se corrompe, la semilla se conserva
vínculos, las correspondencias entre las cosas, durante siglos. Porque al símbolo, a la imagen, los
nos descubre la unidad profunda de la vida.»1 vivifica nuestra propia vivencia, nuestra expe-
«La unidad profunda de la vida.» En eso con- riencia, nuestro imaginario. De ahí la etimología
siste todo. Las metáforas y las alegorías subra- de la palabra «conocer», cognoscere, «saber con».
yan que las mismas fuerzas, los mismos proce- El lenguaje simbólico es el verdadero portador de
sos, las mismas leyes actúan a todos los conocimiento. Nuestra participación es necesa-
niveles: en nosotros y alrededor de nosotros, en ria para que cobre vida.
el macrocosmos y el microcosmos, en todas Los aficionados a la etimología no dejarán
partes. El conocimiento que nos proporcionan de advertir que la palabra «símbolo» tiene un
no es analítico, sino sinérgico: pone en relación, significado contrario a la palabra «diablo». Sym-
reúne, revela vínculos. bollein en griego significaba literalmente «echar
Otra ventaja de las metáforas, sobre todo junto», con el sentido de reunir o asociar, mien-
cuando derivan de la naturaleza, es que tras- tras que diabollein significaba separar, dividir.
cienden siglos y milenios. Lo demuestran las El diablo, pudiéramos decir, es el espíritu de la
parábolas utilizadas por Jesús, que todavía nos división, de la discordia, más exactamente que
hablan como si fuesen de hoy mismo. Y lo un personaje con cuernos, pezuñas, rabo y la
mismo los símbolos y las imágenes que se pue- piel roja. En una época dominada por el espí-
den encontrar en los Upanishad o en la tradi- ritu analítico, que favorece el individualismo a

8 **? sas? c>


ultranza, la fragmentación social, la reducción Mejor así. Porque la intención es, precisamente,
del mundo a cifras, a estadísticas y a datos sin que cobren vida en los lectores y que éstos se
vida, los símbolos nos permiten volver a intro- las apropien. Que se empapen de la vida y del
ducir en nuestra vida la poesía, lo imaginario y imaginario de ustedes, para poder así conti-
los vínculos, a fin de conferir u n sentido al nuar alimentándoles, instruyéndoles, siéndoles
mundo. útiles, tal como lo han sido y lo siguen siendo
Las siete metáforas y alegorías que he ele- para mí.
gido para este libro tratan de la conciencia, del
cambio, de la evolución, y se inspiran por lo Sólo me queda desearles «¡buen viaje al País
general en fenómenos de la naturaleza o en de las Alegorías!».
experimentos de Física. Como no podía ser de OLIVIER CLERC
otra manera, sus mensajes se solapan, se com-
plementan, se enriquecen mutuamente. En la
visión unitaria, que es la de los símbolos, nada
existe completamente aislado de lo demás.

Cada metáfora se presta, desde luego, a


varias interpretaciones, a varias lecturas que
no son mutuamente excluyentes, tal como el
símbolo del círculo con un punto central, por
ejemplo, puede representar tanto el sol, como el
hombre, como en ocasiones el universo entero.
Mientras lean este libro, ciertamente irán des-
cubriendo en las alegorías ofrecidas otros signi-
ficados además de los propuestos por el autor.

10 ^ «er 11
- 1 -

L a rana en una cazuela


con agua\ ¿estamos ya
medio kervidos?
Imaginen una cazuela llena de agua, en cuyo
interior nada tranquilamente u n a rana. Se
está calentando la cazuela a fuego lento. Al
cabo de un rato el agua está tibia. A la rana,
esto le parece bastante agradable, y sigue
nadando.
La temperatura empieza a subir. Ahora el
agua está caliente. Un poco más de lo que
suele gustarle a la rana. Pero ella no se
inquieta, y además el calor siempre le produce
algo de fatiga y somnolencia.
Ahora el agua está caliente de verdad. A la
rana empieza a parecerle desagradable. Lo
malo es que se encuentra sin fuerzas, así que

m^r 15
se limita a aguantar, a tratar de adaptarse y no falta de ejercicio, al estrés y a una gestión desa-
hace nada más. certada de las emociones y de las relaciones
Así, la temperatura del agua sigue vitales. Algunas enfermedades tardan así diez,
subiendo poco a poco, nunca de una manera veinte o treinta años en manifestarse. Lo que
acelerada, hasta el momento en que la rana nuestro organismo resiste hasta llegar a la
acabe hervida y muera sin haber realizado el saturación de toxinas, de tensiones, de blo-
menor esfuerzo por salir de la cazuela. queos, de cosas que nos guardamos sin decir-
Si la hubiéramos sumergido de golpe en las jamás, de anhelos reprimidos. Los pequeños
una cazuela con el agua a 50 grados, de una malestares, sin darnos cuenta, van ejerciendo
sola zancada ella se habría puesto a salvo, sal- su efecto acumulativo, lo que, unido a la pér-
tando fuera del recipiente2. dida de sensibilidad y de vitalidad, determina
que no reaccionemos frente a ese debilita-
miento inadvertido de nuestra salud. Hasta
H/s un experimento rico en enseñanzas. Nos que aparecen patologías más profundas, más
demuestra que un deterioro, si es muy lento, severas y, sobre todo, más difíciles de tratar.
pasa inadvertido y la mayoría de las veces no Muchas parejas viven también una degrada-
suscita reacción, ni oposición, ni rebeldía por ción progresiva, pero de otro género. ¿Quién
nuestra parte. ¿No es precisamente lo que hoy podría decir «esta pareja empezó a funcionar
se observa en muchos ámbitos? mal a partir del 23 de noviembre a las 15
horas...»? No. La descomposición de unas rela-
La salud, por ejemplo, llega a deteriorarse ciones que no se cultivan, ocurre lentamente.
de u n a manera lenta, pero segura. Muchas Los silencios, las incomprensiones, los rencores
veces la enfermedad es consecuencia de u n a se acumulan, sin recibir tratamiento, sin haber
alimentación desvitalizada, industrializada, sido comentados con franqueza para ponernos
cargada de grasas y tóxicos. Lo cual se une a la juntos a buscar soluciones. Como u n jardín

16 ^ «se* 17
desatendido en el que hacen su aparición las la del Prestige, son mucho más de temer los
malas hierbas, en el que va cundiendo gradual- vertidos cotidianos, las contaminaciones cróni-
mente la anarquía, la pareja que descuida su cas de que son víctimas los mares y los océa-
relación no se da cuenta de cómo ésta empieza nos. Porque su peligrosidad es mayor, tanto por
a declinar de modo imperceptible, pero cons- el volumen acumulado como por su efecto gra-
tante, hasta el momento en que la situación se dual, lento, poco visible pero muy temible. Y
hace insoportable. De ahí los elevados índices que no ha provocado, de momento, ningún
de divorcios que ofrece la sociedad moderna «brinco de la rana» que la saque (es decir, que
(por no hablar de las separaciones informales, nos saque a nosotros) de esas aguas nausea-
que no figuran en las estadísticas). bundas.
En el ámbito agrícola y medioambiental, la En el aspecto social, se observa una deca-
alegoría de la rana hervida nos habla de la into- dencia constante, incesante, de la moral y de la
xicación progresiva de las tierras, del aire y del ética. Año tras año prosigue esa degradación,
agua, muchísimo más insidiosa y peligrosa que aunque con lentitud suficiente para que pocos
las grandes catástrofes de que se hacen eco los de nosotros nos inquietemos. Como en el
medios de comunicación. Saturados de produc- supuesto de la rana bruscamente sumergida en
tos químicos (abonos artificiales, pesticidas), un agua a 50 grados de temperatura, bastaría
los suelos pierden su masa mineral impercepti- tomar a u n ciudadano medio de los años
blemente, año tras año. A medida que pasa el ochenta, por ejemplo, y sentarlo frente a u n
tiempo, se necesitan cada vez más estímulos televisor actual, o invitarle a leer los periódicos
para que la tierra siga produciendo. A este de nuestros días. Indudablemente, seríamos
paso, llegaremos a tener que aportarle más de testigos de una reacción de asombro y de incre-
lo que produce en forma de cosechas. Igual- dulidad. A esa persona le costaría creer que se
mente, y además de las grandes contaminacio- hayan llegado a publicar unos artículos tan
nes que figuran como titulares de prensa, como mediocres en el fondo y tan irrespetuosos en

«SBf 1 9
18 ^
las formas como los que hoy leemos con fre- enseñanza, pongamos por caso. Pero el princi-
cuencia, ni que pasen por la pantalla unas emi- pio mismo es bastante patente, y cualquiera
siones tan descerebradas como las que se nos puede observar sus múltiples manifestaciones.
proponen todos los días. La creciente invasión Dicho esto, quede claro, sin embargo, que si
de la vulgaridad y la grosería, la desaparición insisto en este proceso de decadencia no es
de los criterios de referencia y de la moral, el para jugar al catastrofismo, ni para idealizar u n
relativismo ético, se han impuesto entre noso- pasado ya lejano en el que hubiésemos tenido
tros tan insidiosamente que pocos han repa- más salud, más armonía en las familias y una
rado en ello ni lo h a n denunciado. De tal moralidad ampliamente respetada. Eso sería
manera que, si pudiéramos trasladarnos al año mitificar ese pasado, obviamente. Lo que trato
2025 para observar lo que ha sido de nuestro de subrayar con estas afirmaciones es que
mundo si se prolongan las tendencias actuales, cuando una situación es la resultante de una
probablemente nosotros también quedaríamos evolución que ha ido desarrollándose en un
estupefactos. Tanto más, por cuanto parece plazo muy largo, las soluciones de urgencia que
que el fenómeno se acelera (y lo que hace posi- tratamos de imponer suelen ser inadecuadas,
ble esa aceleración es la velocidad a la cual, por lo general, si es que a la larga no contribu-
bombardeados por las nuevas informaciones, yen a empeorar esa situación en vez de ponerle
desaparecen para nosotros todos los marcos de remedio. Por tanto, no se trata de volver atrás,
referencia estables). Observemos de paso la a un pasado supuestamente ideal, sino de dis-
unanimidad del cine de ciencia-ficción, en el tinguir, entre las tentativas de corregir el pre-
sentido de presentarnos unos futuros univer- sente, las que no son más que autoengaño y
sos «hipertecnológicos» de lo más sombríos. palos de ciego.
Por ejemplo, en lo tocante a la salud,
Podría seguir exponiendo otros ejemplos del cuando nos negamos a tomar en cuenta esa
mismo fenómeno tomados de la política o de la degradación lenta nos infligimos un consumo

20 *•* *e<r 2 1
cada vez más grande de medicamentos y cuida- cias de seguridad, más cámaras automáticas
dos de todos los géneros. El descomunal «coste de vigilancia. Mientras no tomemos en conside-
de la atención sanitaria» (aunque si fuéramos ración las causas globales y profundas de ese
realistas, diríamos que se trata de los «costes de fenómeno, que tiene ya varios decenios de
la enfermedad»), lejos de ser la característica de arraigo, las soluciones puntuales que se adop-
una sociedad saludable y que progresa, es el ten (y que por razones electorales han de ser
síntoma de una política sanitaria que desco- rápidas y eficaces, al menos en apariencia) no
noce las causas profundas de la enfermedad y traerán más que un alivio efímero, para desem-
que, al no aportar más que soluciones rápidas, bocar en una recaída a escala más grande. Así,
sintomáticas y superficiales, a largo plazo con- la sociedad occidental moderna se parece a un
tribuye tanto a eternizar como a complicar las globo hinchado que se desinfla, y es como si
patologías. Únicamente una política preventiva quisiéramos mantener su forma exterior almi-
y de educación sanitaria a largo plazo nos per- donándolo. Incapaces de insuflarle u n a dosis
mitiría empezar a contrarrestar establemente la añadida de alma, a una sociedad que la nece-
deriva del sistema hacia la hiper-medicaliza- sita desesperadamente, nos limitamos a dar
ción, teniendo en cuenta que debería transcu- más rigidez a las estructuras recargándolas de
rrir por lo menos una generación antes de que leyes y decretos de todas clases, cuya multipli-
empezasen a observarse los primeros resulta- cación misma es u n síntoma de mala salud
dos positivos. moral.
De manera similar, en el terreno social, el
crecimiento de la violencia y de la delincuencia, Lo que nos enseña la alegoría de la rana es
estrechamente ligado a la pérdida de valores que siempre que existe u n deterioro lento,
que recordábamos en las líneas anteriores, no tenue, casi imperceptible, tan sólo una concien-
podrá frenarse con la mera multiplicación de cia muy aguda o una memoria excelente permi-
los medios represivos: más policías, más agen- ten darse cuenta de ello, o bien un patrón de

22 ^ <§^ 2 3
referencia que haga posible valorar el estado de muy lento dentro de nosotros y alrededor de
la situación. Pues bien, parece que estos tres nosotros. Sin memoria, no hay comparación,
factores andan hoy día bastante escasos. no hay discernimiento; luego, no hay evolución
posible.
1) Sin la conciencia nos volvemos menos
que humanos, movidos únicamente por los ins- 3) Finalmente, u n a de las razones por las
tintos y los automatismos. La conciencia, por que acaba cocida la rana sin darse cuenta es,
tanto, es una condición sine qua non de nues- por decirlo de alguna manera, que no tiene otro
tra humanidad. Donde no hay conciencia, no termómetro sino su piel para apreciar la eleva-
hay pensamiento verdadero, no hay reflexión, ción gradual de la temperatura. Es decir, carece
no hay libre arbitrio. El hombre inconsciente de un patrón referencial fiable que le permita
está dormido, en el sentido propio o en el figu- apreciar cómo está cambiando la situación. ¿Y
rado. Por eso, todas las formas de espirituali- nosotros? ¿Qué patrón de referencia tenemos?
dad se centran en «el despertar» 3 . ¿Cómo valoramos la «temperatura ambiente»?
¿En qué criterios nos basamos para determinar
2) Si nos faltase la memoria, todos los días nuestra calidad de vida, nuestra salud y la
pasaríamos de la luz a la oscuridad (y vice- salud de la sociedad?
versa) sin darnos siquiera cuenta de ello, por- Cuando uno quiere saber cuánto pesa,
que los cambios de la intensidad lumínica son antes de colocarse sobre la báscula comprueba
demasiado lentos y demasiado débiles para que la escala esté a cero. Antes de utilizar un
que los perciba la pupila humana 4 . Es la instrumento de medida, hay que calibrarlo. De
memoria quien lleva a nuestra conciencia, a lo contrario, no sabríamos qué fiabilidad otor-
posteriori, la alternancia del día y de la noche. gar a las indicaciones del contador o de la
Igualmente, ella nos permite medir todas esas aguja. Pero ¿qué hay de nuestros propios «ins-
evoluciones sutiles que se producen a u n ritmo trumentos» interiores? ¿Sabemos cuáles son

24 -&& •m& 2 5
las influencias socioculturales, familiares, reli- condiciones, siendo indiferente si éstas se
giosas y otras que han determinado su gradua- expresan en grados Celsius o Réaumur. De
ción, muchas veces sin que nosotros lo supié- manera similar, y tomando como referencia tal
ramos? religión o tal otra, los actos más loables y los
Lo que hace posible que las cosas se degra- más criminales son los mismos, aunque cada
den sin suscitar ninguna reacción por nuestra tradición aporte sus propios matices. En cam-
parte, sin duda es la confianza excesiva en bio los nuevos patrones morales y espirituales
nuestras propias valoraciones, necesariamente no nos ofrecen ya ninguna perspectiva supe-
subjetivas. Y, por otra parte, nuestra precipi- rior, y se contentan con indicar un nivel infe-
tada puesta en discusión de los viejos patrones rior. El juego, en la actualidad, consiste en ir
colectivos, reemplazados por otros de «geome- rebajando cada vez más el límite. El idealismo
tría variable». Por viejos patrones entendemos suena trasnochado a los oídos. «¿Se puede caer
los que habían establecido las religiones tradi- todavía más bajo?», parece ser la divisa
cionales, que acotaban los despeñaderos, por moderna. La inmoralidad de hoy se convierte
una parte, rodeándolos de tabúes, y señalaban en la moral del mañana, en dantesca pendiente
por otra parte los ideales a los que era preciso que lleva hacia los límites inferiores de la
aspirar. Cabría establecer u n a comparación humanidad.
con el modo en que se inventó el termómetro: Con esto no postulo el integrismo, ni la afi-
con u n tubo lleno de mercurio, anotando pri- liación a las religiones institucionalizadas -sin
mero el nivel que alcanzaba al sumergirlo en rechazarlas tampoco, que conste-, sino la nece-
agua hirviendo, y luego en agua helada, para sidad de dotarnos de un sistema de referencia
dividir después en una escala graduada el seg- provisto de un límite inferior no negociable, y,
mento así definido. Si la elección del sistema de sobre todo, de u n ideal hacia el cual elevarnos.
graduación es arbitraria, el agua, por el contra- Sin la visión de u n mejoramiento posible,
rio, hierve y se hiela siempre en las mismas ¿cómo vamos a progresar? Sin horizonte hacia

26 ^ ^ec 27
el cual tender, ¿para qué movernos? Lo ideal es El principio de la rana en la cazuela de agua
un remedio para el statu quo y también para la es una trampa, de la que nunca desconfiare-
decadencia. mos bastante si tenemos por ideal la aspiración
a la calidad, a la evolución, al perfecciona-
Resultados: miento, y si rechazamos la mediocridad, el
- Aturdida por un exceso de estímulos sen- statu quo, la laxitud. En efecto, la materia
soriales, nuestra conciencia se adormece. abandonada a sí misma no puede sino obede-
- Saturada por la plétora de informaciones cer a la ley de la entropía. Lo que no se cuida,
inútiles, nuestra memoria se embota. lo que se abandona, se degrada, da lo mismo si
- A falta de patrones de medida, carecemos se trata de un cuerpo, de una relación, de u n
de referencias estables. jardín, de la organización social de u n país, etc.
- Asfixiado por el materialismo y el consu- Todas las cosas necesitan cuidados, aporte de
mismo, nuestro ideal cae en la banalidad y energía, vigilancia, esfuerzo.
perece. ¿Esfuerzo? Estamos convirtiendo ese con-
cepto en una palabra obscena: «Pierda peso sin
Inconsciente, amnésica y embotada, a la esfuerzo», «Hágase rico sin esfuerzo», «Abra
rana no le queda ya más que esperar pasiva- todos los chakras y alcance la iluminación sin
mente la cocción... Así es como u n a parte de esfuerzo»: estas consignas (tal vez en variantes
la sociedad se hunde en la oscuridad moral y apenas menos explícitas) se nos proponen a
espiritual, con la desintegración social, la través de numerosos medios. «Todo enseguida,
degradación medioambiental, la deriva fáus- todo sin esfuerzo... hasta gratis, si es posible»:
tica de la genética y de las biotecnologías, y el ése es el ideal que pretenden vendernos. «Usted
envilecimiento de las masas, entre otros sín- tranquilo, que nosotros nos ocupamos de todo»,
tomas que traducen globalmente esa evolu- nos explican. ¿De veras...? Lo peor de todo es
ción. que ciertos autores no titubean en pervertir

28 t?w «ss^ 29
varios principios espirituales para justificar ciencia tiene él de su pérdida de facultades, de
una forma teóricamente «iluminada» de aban- que está a punto de dormirse, de que sus ojos
dono, que se supone ha de servir para que los en vez de parpadear como antes permanecen
adeptos consigan el éxito en todos los planos: la cerrados durante unos intervalos cada vez más
abundancia al alcance de la mano. Como si largos. Como cantaba Georges Brassens en
todo el universo «conspirase» para hacernos otros tiempos:
ricos y felices... Como ranas dóciles, son
muchos los que se dejan persuadir y se quedan Entre nosotros, buena gente,
pasivamente a cocerse en su caldo. El cual, hay que reconocerlo:
¡qué duda cabe!, va a convertirse en néctar de que nadie es inteligente,
la salud y elixir de la inmortalidad. Todas ésas pero haría falta serlo.
son necedades, evidentemente: en ausencia
de esfuerzo, en ausencia de u n a aportación De manera similar, para comprender que
constante de energía, las cosas nos abando- soy u n inconsciente, debería ser consciente.
nan, simplemente. Y la facilidad inmediata Para darme cuenta de que he descuidado mi
que se nos propone, la gratuidad, suele impli- vigilancia, habría sido preciso permanecer vigi-
car para luego la presentación de una dolo- lante. La paradoja de la evolución personal
rosa factura, tal como ilustra la historia del consiste en que, en cada etapa, voy tomando
doctor Fausto. retrospectivamente conciencia del grado en
El gran peligro del principio de la rana en la que, antes, yo no era libre, ni consciente, ni
cazuela es que, conforme se deteriora la situa- ilustrado, en relación con los niveles que he
ción, las facultades que nos permitirían darnos alcanzado ahora. Sabiendo esto, lo inteligente
cuenta de ese deterioro se alteran también. sería reconocer el carácter relativo y limitado
Como un conductor fatigado que se duerme al de nuestra conciencia actual, así como de las
volante, cuanto mayor es su fatiga menos con- percepciones y las apreciaciones que de ella

30 ^s» «a^ 31
derivan. Es decir, no concederles más crédito por último, adoptando ideales elevados que
que el que merezcan, y tratar de superarnos sean como el combustible de u n a constante
constantemente, a fin de alcanzar u n a con- superación.
ciencia más elevada y una percepción más No es casual que el entrenamiento y el desa-
justa. O, dicho de otra manera, deberíamos rrollo de la conciencia figuren en el programa
cultivar una forma sana de la duda: no la que de todas las disciplinas espirituales: concien-
impide progresar, que lo socava y lo critica cia de sí mismo, conciencia del cuerpo, con-
todo, sino la que no se conforma con las apa- ciencia del lenguaje, conciencia de los pensa-
riencias, la que nos incita a verificar, a ir más mientos y las emociones, conciencia del otro,
lejos, a poner las cosas en tela de juicio, a estados de conciencia superiores. Por encima
cuestionarnos nosotros mismos, con nuestras de todo dogma, de toda doctrina, de toda ideo-
certidumbres. logía, es preciso estar atentos a ampliar y per-
feccionar nuestra conciencia -que es mucho
En un plano más general, ¿cómo evitaremos más que el mero desarrollo de las facultades
caer en la trampa de la rana en la cazuela, intelectuales-, haciendo de ello comporta-
tanto en lo individual como en lo colectivo? miento fundamental de nuestra condición
No dejando de ampliar y de acrecentar nues- humana, así como motor indispensable de
tra conciencia, por u n a parte. Ejercitando nuestra evolución.
nuestra memoria para que ella conserve los ele- Por lo que se refiere a la memoria, en u n
mentos de comparación entre lo pasado y lo mundo sobresaturado de información es indis-
presente. Por otra parte, acudiendo a patrones pensable que sepamos establecer una jerarquía
fiables para la evaluación de los cambios, de nuestros recuerdos, marcando con el sello
patrones que tendremos buen cuidado de elegir de la conciencia los que sean más importantes,
entre los menos sujetos a las fluctuaciones de al tiempo que practicamos el olvido selectivo
las modas, de las épocas y de las tendencias. Y, para abrir espacios a lo esencial 5 . Hay en fran-

32 - ^ « 0 33
cés dos expresiones que se refieren a la memo- bie la forma, el espíritu permanece. No tiremos
rización: savoir de tete y apprendre par coeur. al bebé con el agua de la bañera. Tenemos la
«Aprender de cabeza» es «tomar de memoria», y suerte de vivir en una época en que la sabidu-
no suele resistir mucho tiempo al olvido: es la ría de todas las culturas del mundo se halla a
lección aprendida la víspera del examen y olvi- disposición del mayor número de personas, y
dada en el momento de entrar en el aula. En además los representantes de las diversas tra-
cambio, lo «aprendido de corazón», lo «tomado a diciones están realizando un esfuerzo por refor-
pecho», subsiste durante muchos años. Es u n mular el mensaje de una manera más adaptada
recuerdo no únicamente aéreo y mental, como a nuestra época y accesible para todos 6 . Hay
un globo que se escapa volando así que lo sol- por tanto múltiples oportunidades para hallar
tamos, sino más denso, que penetra en nuestro referencias e inspiraciones.
fuero interno y nos empapa como una esponja Una palabra final antes de dar por termi-
impregnada de u n líquido. Es u n a tinta que nada la alegoría. El principio general de esta
deja marca profunda dentro de nosotros. Si metáfora -de cómo el cambio gradual pasa
queremos recordar las cosas importantes, es inadvertido, y por tanto no se produce la reac-
necesario que nos apasionemos por ellas, que ción idónea- también funciona en sentido posi-
las «tomemos a pecho», tanto en el sentido pro- tivo, aunque quizá sería conveniente buscar
pio como en el figurado. una alegoría más específica que no concluyese
Finalmente, y para lo que corresponde a los con la imagen de una rana hervida. Es así que
patrones y los ideales, no son referencias y los cambios que se producen dentro de noso-
fuentes de inspiración lo que falta. Claro está, tros y a nuestro alrededor, a pequeña o a gran
puede ocurrir que yo haya dejado de identifi- escala, no son todos negativos. Pero, aunque
carme con la tradición en la que fui educado, o sean positivos, de todos modos puede ocurrir
estimar que ciertos preceptos han caducado en que no los advirtamos. En el plano individual,
los tiempos en que vivimos. Pero, aunque cam- por ejemplo, el mejoramiento buscado a través

3 4 igsü «^ 35
de un esfuerzo cotidiano (trabajo interior, medi- remedio que decíamos antes, por tanto, sigue
tación, oración), no produce efectos visibles a siendo el mismo en ambas eventualidades: con-
corto plazo. De manera parecida, la evolución ciencia, conciencia y más conciencia. De ella
de los derechos cívicos o de las condiciones de depende todo lo demás: ¿de qué nos serviría la
trabajo ha ocurrido también lentamente, en el memoria, ni un patrón justo ni un ideal, si no
transcurso de varios decenios. Sin embargo, nos damos cuenta de nada?
cuando no tenemos conciencia de esos cambios Aquí viene a propósito una anécdota de mi
-positivos en este caso- sufrimos también con- primer libro7. Cuando yo tenía veinte años, tra-
secuencias adversas, aunque distintas de las taba de cobrar conciencia de mis sueños, con el
que origina el fenómeno en su variante nega- propósito de reproducir las experiencias leídas
tiva. El que no ve los resultados de su trabajo en diversos libros de espiritualidad. Ante el
interior, tal vez se desanima y abandona, escaso resultado de los métodos propuestos en
siendo así que un poco más de perseverancia le los libros, decidí inventar un sistema propio.
habría permitido hallar recompensado el Lógicamente caí entonces en la cuenta de que,
esfuerzo. Igualmente, si no percibimos las ven- para tener más conciencia en sueños, convenía
tajas que tenemos ni los derechos que disfruta- desarrollar una conciencia más atenta durante
mos, quizá nos dedicaremos a cultivar la ingra- la vida en vigilia. Con un rotulador me pinté la
titud y el descontento, mostrándonos incapaces letra «C» en la mano derecha. Esto debía recor-
de apreciar los frutos de una evolución tal vez darme con la mayor asiduidad posible la nece-
lenta, pero en todo caso demostrable. sidad de mantener despierta la conciencia
A tenor de lo dicho, el elemento más impor- durante toda la jornada. Cada vez que veía el
tante en esta alegoría de la rana que se cuece símbolo (es decir, muy a menudo), me marcaba
es la no conciencia del cambio, sea éste nega- una «pausa de concienciación» durante varios
tivo o positivo, porque la inconsciencia resulta segundos. Entonces interrumpía lo que estu-
perjudicial para nosotros en cualquier caso. El viese haciendo y tomaba conciencia de quién

36 ^ «er 37
era yo, de dónde estaba, de las opciones de que sapiens en Homo zappiens8, es decir embrute-
disponía, de mi libre albedrío, etc. Transcurrida cido por medio de la televisión (versión
apenas una semana desde el comienzo de esta moderna de la caverna de Platón, sustituyendo
práctica, empecé a hacer «pausas de concien- por imágenes de colorines las sombras proyec-
ciación» en sueños, lo cual me permitió tener tadas en las paredes), nosotros tendríamos
frecuentes sueños conscientes que podía dirigir mucho que ganar promoviendo al homo cons-
a voluntad. Pero, a fin de cuentas, estos sueños ciens, el hombre despierto y consciente, resca-
lúcidos eran sólo unos beneficios añadidos que tado del caldo de la cultura ambiente y a salvo
me aportaba el hecho de haber mejorado mi de convertirse en hombre... rana.
nivel cotidiano de conciencia en todas las situa-
ciones de mi vida. En los sueños, cuando se
adquiere conciencia, todas las percepciones
se acentúan súbitamente: la luminosidad
aumenta, los colores parecen más brillantes,
los sonidos (y en particular el de la propia voz)
más potentes. En el estado de vigilia, todo
aumento de conciencia intensifica de modo
parecido la calidad de lo que estamos viviendo.
Desde la alegoría platónica de la caverna
hasta la reciente trilogía de Matrix, pasando por
la abundante bibliografía de la espiritualidad,
se ha subrayado siempre con insistencia la
necesidad de ser conscientes, de «despertar», de
no confiar en las percepciones oníricas. Ahora
que algunos procuran convertir al Homo

38*** ^39
- 2 -

GX bambú ckino, o la
preparación
en la oscuridad
- L / i c e n que existe en China una especie de
bambú dotada de extrañas propiedades. Si se
siembra la semilla en terreno propicio, hay
que armarse de paciencia... Efectivamente, el
primer año no pasa nada: ningún tallo se digna
brotar de la tierra, ni el retoño más débil. El
segundo año, tampoco. ¿El tercer año? Nada.
Entonces, ¿será a los cuatro años...? Que
nadie lo crea. Hasta el quinto año no empieza
a asomar el brote por entre los terrones. Pero
luego, ¡el bambú alcanza una envergadura de
doce metros en un solo año! ¡Qué «recupera-
ción» tan espectacular! La explicación es sen-
cilla: durante esos cinco años, mientras no

m& 43
ocurría nada en apariencia, el bambú va desa- del otro. Echamos el contenido de un tubo en el
rrollando en secreto unas raíces subterráneas otro, gota a gota, muy despacio. Nada sucede,
prodigiosas. Y eso es lo que, a su debido hasta el momento en que, al verter una gota
tiempo, le permite hacer una entrada triunfal más del primer tubo de ensayo en el segundo,
en el mundo de lo visible, a plena luz. u n a sola gota, ¡zas!, la solución cambia de
color, o cristaliza súbitamente. Quien no
hubiese visto cómo echábamos las gotas ante-
La alegoría de la rana nos hablaba de un cam- riores, y hubiese asistido únicamente a la adi-
bio que se producía de manera lentísima, ción de la última, tal vez se apresuraría a
imperceptible. La del bambú chino se refiere a deducir que una sola gota bastaba para desen-
un cambio súbito, rápido, espectacular. No obs- cadenar la reacción.
tante, la una va relacionada con la otra. Encontramos u n fenómeno similar en los
El bambú chino nos transmite varias ense- condensadores eléctricos. Estos dispositivos
ñanzas muy importantes. Para empezar, nos (que están, por ejemplo, en los intermitentes o
demuestra que, aunque no veamos nada, eso los limpiaparabrisas de los coches) acumulan
no quiere decir que no esté ocurriendo nada. A la corriente eléctrica hasta que se alcanza un
continuación, indica que ciertos cambios brus- determinado valor de la carga, en cuyo
cos, o tal vez instantáneos, pueden ser resul- momento liberan súbitamente toda la corriente,
tado de una evolución lenta, y que por esa y se acciona una bombilla o un motor.
misma característica no ha sido advertida por O, para terminar con los ejemplos tomados
nosotros. de la ciencia, los electrones que giran alrededor
Es lo que ocurre, por ejemplo, con el fenó- del núcleo atómico lo hacen siguiendo distintas
meno de la condensación en Química. Tenemos órbitas, a cada una de las cuales corresponde
dos tubos de ensayo, cada uno de los cuales un nivel de energía. Ningún electrón puede gra-
contiene un líquido transparente pero distinto vitar entre órbitas. Lo cual significa que, para

44 ^ ^ *S*?r 45
cambiar de órbita, el electrón debe acumular ejemplo, cuando nos alarmamos inútilmente
toda la cantidad de energía que separa a la otra por la falta aparente de una evolución positiva.
órbita de la suya. Si lleva el 90 por ciento de la O, por el contrario, si buscamos tranquilidad y
energía de la órbita siguiente, permanecerá en seguridad en la engañosa inexistencia de u n
la que estaba. No podemos ver la energía acu- cambio negativo, cuando en realidad éste sólo
mulada hasta que el electrón «salta», cam- está esperando u n momento oportuno para
biando súbitamente de órbita, que es cuando manifestarse.
ha traspasado el umbral de energía necesario En materia de educación, por ejemplo, algu-
para dar ese paso. Esa cantidad de energía se nos niños progresan de una manera constante
llama un quantum, y por eso se denomina «salto y regular, mientras otros parece que se estan-
cuántico» el cambio de órbita del electrón. Se can, que no evolucionan, y van acumulando
ha generalizado, por extensión, el uso de esta atraso. Sin embargo, entre éstos se encuentran
palabra para calificar todo cambio radical, que muchos «niños-bambú» que, llegados a u n
sólo se produce cuando se ha alcanzado cierto cierto estado de su imperceptible maduración
nivel umbral de energía acumulada. De manera interior, despliegan sus facultades y dan u n
parecida, el bambú chino realiza su creci- repentino paso de gigante en su evolución,
miento excepcional hasta doce metros de talla alcanzando y en ocasiones incluso superando a
sólo después de desarrollar un sistema de raí- los que nos servían como términos de compa-
ces suficientemente extenso para proporcio- ración para juzgar que aquéllos se atrasaban.
narle la cantidad de savia que va a necesitar Por citar un ejemplo, recordemos que Einstein
para su hazaña. no rompió a hablar hasta los tres años de edad
Podemos observar el fenómeno del bambú y que a los siete s u s maestros le juzgaban
chino en numerosos ámbitos humanos diferen- «retrasado»... Un mejor conocimiento de la psi-
tes. Ignorarlo suele conducir a interpretaciones cología de cada uno -se dispone de baterías de
equivocadas de determinadas situaciones. Por tests de todas clases a tal efecto- 9 , debería per-

46 '^ «s^ 47
mitirnos distinguir entre esos niños y los que cambio, la liberación. Sólo cuando la carga
presentan u n atraso real. Muchos padres y emocional de nuestro pasado (volvemos a intro-
muchos educadores se ahorrarían inquietudes ducir la noción de carga que citábamos a
innecesarias. Y los alumnos de desarrollo cuán- manera de símil) llega a expresarse, súbita-
tico dejarían de ser víctimas de presiones inúti- mente accedemos a un nuevo nivel de concien-
les, por lo que se refiere a acelerar su evolución cia. Algunos psicoterapeutas incluso tratan de
natural, lo mismo que no serviría de nada voci- favorecer este proceso proponiéndoles a sus
ferar amenazas contra una semilla que tarda en pacientes una dieta abundante en frutas y hor-
germinar. talizas crudas. Esto se hace con la finalidad de
Volvemos a encontrar el bambú chino en el cargar el organismo de electrolitos, lo que faci-
terreno del desarrollo personal, en el de la psi- lita la liberación emocional mencionada 1 0 .
coterapia, e incluso en el de la espiritualidad. A Igualmente, muchos métodos de meditación,
diferencia de los conocimientos intelectuales, disciplinas o ascesis a los que se someten los
que se adquieren de manera bastante lineal, adeptos, por lo general no producen resultados
por memorización y acumulación de datos inmediatos (o, peor aún, al principio dan la
diversos, los cambios que afectan al psiquismo impresión de que agravan el estado de los dis-
-es decir al corazón, a los sentimientos, a las ciplinantes) 11 . Es necesario que transcurra por
emociones, a las improntas del pasado- y los lo menos un mes, o, como sucede en la mayo-
que conciernen a nuestra dimensión sutil -el ría de los casos, varios años de práctica, para
alma y el espíritu- se producen más a menudo que se manifieste u n a transformación, que
como el crecimiento de nuestro bambú. De tal muchas veces reviste u n carácter repentino.
manera que, aunque hayamos entendido inte- Los adeptos de una disciplina espiritual que
lectualmente los problemas psicológicos asocia- desconozcan esa transformación lenta e invisi-
dos a nuestra infancia, eso no será casi nunca ble, que preludia el acceso a un nuevo estado
suficiente para suscitar en nuestro interior el de conciencia, o el despertar de nuevas faculta-

48 ~^ s e 49
des, están expuestos al desánimo. Tal vez se En el aspecto de la salud, algunos comporta-
digan que sus esfuerzos son inútiles e impro- mientos (fumar, por ejemplo), o ciertas caren-
ductivos, cuando a lo mejor les falta poquí- cias, como la de hierro, provocan una degrada-
simo para verlos coronados por el éxito. Más ción lenta, que sin embargo sería observable si
allá del mero principio del bambú chino, hay nos mantuviéramos atentos a ella. En este sen-
que tener en cuenta otra cosa, y es que nada tido responden a la alegoría de la rana que se
se pierde, que todo esfuerzo produce tarde o cuece. Otros cambios, por el contrario, entran
temprano un resultado. Aunque la mayoría de en la categoría del bambú, al ser imperceptibles
las veces no se sepa con antelación en qué va para nuestros sentidos ordinarios. La revelación
a consistir. se produce entonces muy tarde, o demasiado
tarde en el peor de los casos, y de modo brutal.
Por el lado negativo, no obstante, el princi- Es el caso de la osteoporosis (fragilidad creciente
pio del bambú chino también puede reservar- de los huesos) o el de la degradación del sistema
nos algunas sorpresas desagradables, de una circulatorio como consecuencia de una alimen-
manera que presenta varias semejanzas y tación desequilibrada. Son los lentos preludios
varias diferencias con la alegoría de la rana. En de unas fracturas repentinas, o de accidentes
ésta, efectivamente, hay un cambio lento, pero vasculares que revelarán, de modo tardío y bru-
que es perceptible para quien lo contempla con tal, ese deterioro que había pasado inadvertido.
la conciencia lúcida o con buena memoria. En Igualmente, en agricultura, el empleo de
el caso del bambú chino, por el contrario, ese abonos artificiales y de pesticidas químicos pro-
cambio no es perceptible, sino oculto y subte- duce una desmineralización del suelo, imper-
rráneo. Para observarlo, sería preciso recurrir a ceptible pero no por ello menos peligrosa. Nada
medios específicos, como excavar la tierra, para permite adivinarla a simple vista12. Cuando se
ver lo que sucede en el plano sutil antes de que rebasa determinado umbral fatídico, se entra en
se concrete. el proceso de desertificación irreversible que ha

50 ^ ^ ^ 51
descrito, especialmente, Philippe Desbrosses en gases con efecto de invernadero, algunos de los
Le krach cúimeniaire*. Regiones enteras corren cuales tardan treinta años o más en llegar al
peligro de convertirse bruscamente en desiertos, nivel de la atmósfera en donde van a producir
según ha ocurrido ya, por otras causas, en luga- su efecto destructivo, hasta la exposición coti-
res que habían sido verdes y fértiles, como Iraq diana a líneas de alta tensión que dentro de
e Irán en la Antigüedad. algunos años van a provocar cánceres, todo ello
O, dicho de otra manera, los peligros más corresponde a nuestra alegoría de los «efectos
grandes a menudo no son los más visibles. diferidos», cuyas consecuencias funestas no se
Una mancha de petróleo en el mar es cosa que advierten sino transcurrido cierto tiempo.
se nota enseguida. Pero cuando empieza a También volvemos a hallar en la parábola
romperse el frágil equilibrio de las aguas del del bambú chino la noción de «masa crítica»,
mar, de cuya composición depende la vida de tan frecuente en las conversaciones de nues-
numerosos vegetales, así como la de los peces tros días. Cuando se trata de dar a conocer una
que de ellos dependen, nosotros no vemos idea nueva, comprobamos que por lo general
nada. A veces, la súbita desaparición de una transcurre u n período más o menos largo,
especie vegetal o animal es la señal de alarma durante el cual surten poco o ningún resultado
que nos indica una degradación antes igno- los esfuerzos dedicados a introducirla. Pero
rada, y que ha originado la desaparición de luego, cierto día -que nunca puede preverse
ciertos nutrientes esenciales para la supervi- con antelación- se traspasa u n umbral, y de
vencia de aquélla. súbito la idea en cuestión se propaga como un
La alegoría del bambú, por tanto, nos reguero de pólvora, y todo el mundo se pone a
enseña a no fiarnos de las apariencias, en cuyo hablar de lo mismo. Al poco, resulta imposible
engaño a veces puede haber peligro. Desde los imaginar que haya existido una época en que
esa idea ni siquiera fuese conocida. Tomemos,
* Éditions du Rochen por ejemplo, la pedofilia. En sí, no es ningún

52 *&® 5H635T 5 3
fenómeno nuevo, ni está revistiendo de súbito mismo día en el que se disponía a presentarle
un carácter multitudinario. Lo que ha ocurrido al jefe su dimisión, se le apareció en su despa-
en realidad es que los esfuerzos incansables cho (!) una de las personas a las que ella había
de algunas organizaciones para sensibilizar a acompañado hasta el desenlace final, para
la opinión pública han alcanzado de pronto la rogarle que no desesperase y anunciarle que
«masa crítica»; es decir, u n número de perso- estaba a punto de alcanzar el triunfo en su
nas informadas suficiente para que la cues- misión. Sin esta intervención del más allá, Éli-
tión salga a plena luz de súbito, como el tallo sabeth Kübler-Ross n u n c a habría sabido lo
del bambú, y todos tomemos conciencia de cerca que estaba de recoger el fruto de sus
ella. esfuerzos. No habría visto que su labor, lejos
En otro registro completamente diferente, de ser inútil, había tejido una extensa red de
fijémonos en Élisabeth Kübler-Ross 13 . Esta pio- raíces subterráneas, de la que no tardaría en
nera en reconocer la necesidad de acompañar a brotar y salir a la luz un tallo vigoroso. Y, en
los seres humanos en las fases terminales de efecto, algunos meses después de este inquie-
su vida ha contado cómo se lanzó completa- tante acontecimiento su trabajo empezó a des-
mente sola a la batalla de sensibilizar a la clase pertar u n interés que no había conocido
médica sobre dicha cuestión. Así peleó y luchó antes, y que no h a dejado de crecer desde
infatigablemente para hacer comprender que entonces. A tal punto, que hoy el acompaña-
las últimas etapas de la vida precisan de unos miento de los moribundos nos parece normal
y obligatorio.
determinados cuidados, en lo que no encontró
sino oposición y vituperio. Hasta que, total-
mente desesperada y agotadas todas sus fuer- En una época que rinde culto a lo inmediato
zas, tomó la decisión de abandonar. Fue enton- - a ultranza, «todo ahora mismo, todo sin
ces, dice, cuando se produjo uno de los esfuerzo», como he señalado anteriormente-, la
incidentes más increíbles de toda su vida. El alegoría del bambú chino viene a enseñarnos

54 19*^ «ae* 5 5
paciencia, perseverancia, trabajo a largo plazo, apreciaciones fluctuantes de cada época, el
frente a la resignación. «Se necesitan varias tiempo sigue siendo el juez infalible de las
semanas para criar u n a escarola, pero cien obras humanas, y el más intransigente. El des-
años para que crezca u n roble», solía decir gaste del tiempo, sólo la calidad lo supera, lo
O. M. Aivanhov14. En la comparación con el roble, bueno, lo verdadero, lo justo. Eso es lo que se
el bambú chino presenta la dificultad añadida salva, y lo demás perece.
de ocultarnos su crecimiento subterráneo en Por el contrario, cuando queremos ir dema-
curso, con lo que nos hallamos en la imposibi- siado deprisa, sin dar tiempo a que se desarro-
lidad de medir el progreso alcanzado. Es enton- llen raíces profundas antes de precipitarnos
ces cuando se revela el valor de la perseveran- hacia el cielo, corremos el riesgo de producir
cia, a falta de pruebas tangibles de la utilidad algo demasiado frágil y efímero, que nunca ten-
de lo que estamos haciendo. O, dicho de otra drá savia suficiente para echar ramas y produ-
manera, el bambú chino enseña a trabajar con cir frutos. Esto es tan cierto para las plantas
el tiempo, Cronos, el viejo Saturno: sembrar como para los hombres y las obras que ellos
hoy para cosechar más tarde, dentro de un día, desarrollan.
una semana, un año... o más. Si los niños viven A la hora en que se habla mucho de insegu-
en el presente - u n a espera de cinco minutos les ridad ciudadana, tal como está ocurriendo en
parece u n a eternidad, porque ellos quieren muchos países europeos, se quieren multiplicar
resultados rápidos, inmediatos-, nosotros, con los medios de represión, y se deploran las diver-
la edad, y con la sabiduría que supuestamente sas formas de violencia y de delincuencia, sería
ha de sobrevenirnos, aprendemos a trabajar a conveniente que nos preguntáramos, retrotra-
largo plazo. Con lo que el tiempo se convierte en yéndonos muy al origen de dichos problemas,
nuestro gran aliado, y deja de ser nuestro peor cuáles son las condiciones para el arraigo de
enemigo. Observemos, de paso, que más allá de nuestra progenitura en el terreno de la existen-
las opiniones y de las modas, más allá de las cia, en el transcurso de los primeros meses de

56 ^ ^ <sss^ 5 7
la vida. Con sólo dieciséis semanas de permiso lógico es lo que explica el escepticismo de los
por maternidad, al recién nacido cuya madre que dudan de la relación entre los primeros
trabaja va a resultarle muy difícil desarrollar en años de la vida y lo que va a suceder más tarde.
tan poco tiempo raíces que profundicen en el Pero hoy día contamos con datos suficientes
suelo materno y le transmitan seguridad. Eso para persuadirnos de la relevancia de ese factor
requiere un año como mínimo, pero idealmente del arraigo en el desarrollo del «bambú
dos o tres. En vez de eso, apenas el pequeño humano» 15 .
germen humano ha empezado a construir los Por el contrario, si conocemos el principio
vínculos con su madre, lo desarraigan y lo con- del bambú chino y trabajamos teniéndolo en
denan a esa especie de cultivo hidropónico que cuenta, advertiremos que tiene gran interés.
son las guarderías, las aulas preescolares, las Antes de nacer, el niño pasa nueve meses en la
canguros siempre renovadas. Ahí, en particu- oscuridad del vientre de su madre. Antes de
lar, es donde hay que buscar las causas pro- germinar, toda semilla ha de pasar u n tiempo
fundas de la inseguridad y de las conductas más o menos largo bajo tierra, lejos de la luz. Y
asocíales que brotan más tarde, como nos lo en el Génesis, toda jornada empieza por la
atestiguan los psicoterapeutas cuyo trabajo noche: «Hubo tarde y mañana, día segundo»,
cotidiano los lleva a tratar con muchos de esos leemos, y de manera similar para cada uno de
adolescentes criados en las condiciones que los días de la Creación. De parecida manera, la
acabo de describir. Ocurre, sin embargo, que el mayor parte de nuestras empresas y nuestros
tiempo invertido en los cuidados y la educación proyectos necesitan una fase más o menos pro-
de los pequeños no produce sus frutos inme- longada de maduración en la oscuridad, antes
diatamente. No será sino quince o veinte años de que nos sea posible presentarlos a pleno día.
más tarde cuando veamos las diferencias entre Si lo hiciéramos demasiado pronto, morirían
los que cuentan con la ventaja de unas raíces antes de nacer. Es verdad que la luz nutre y
sanas, y los desarraigados. Este desfase crono- vivifica a todos los nacidos, pero puede también

58 ^ ^ ^ 59
matar y destruir las formas de vida embriona- guiente, el mérito de la preparación silenciosa
rias que necesitan todavía crecer y fortalecerse y secreta. No el secreto vergonzante de quien
en el secreto reducto de la tierra, en u n a siempre quiere hacerlo todo a escondidas, ni
matriz, o en nuestra imaginación. Como una fil- el secreto malsano de las empresas crimina-
mación en película de emulsión química, que se les, sino el de la creación, el secreto del opus
saca de la cámara para pasarla por varios nigrum, la «obra negra» de los alquimistas, sin
baños antes de que sea posible exponerla a la la cual no se obtendría el oro. Es el secreto
luz sin peligro (o sacaríamos una copia positiva primordial del vacío, del que nació todo lo
más blanca que un sudario), nuestros proyec- creado.
tos también hay que «revelarlos, fijarlos y lavar- No es casual que los órganos reproductores
los», bien empapados y nutridos con nuestros de la mujer estén ocultos, mientras que los del
sentimientos, reforzados y concretados, antes hombre son visibles. La esencia de lo secreto es
de participar nada a terceros y exponerlos a la femenina. Es la matriz de los mundos, la tierra
luz. La palabra inoportuna puede dilapidar la nutricia, la oscuridad profunda de donde bro-
savia de una idea o de un proyecto, y dejarlos tará la luz, el Verbo que antecede a la palabra.
sin raíces. Así como la mujer guarda a su hijo en el vien-
tre durante largos meses antes de presentarlo a
Cuando brota el bambú chino con toda la la faz del mundo, así también el creador debe
fuerza de sus poderosas raíces, su crecimiento saber gestar su proyecto en el corazón y en el
espectacular lo defiende de los predadores. En espíritu, alimentarlo largo tiempo con su amor,
cambio, las plantas que asoman demasiado su inspiración y sus esperanzas, antes de expo-
pronto sus valerosos pero delicados vastagos se nerlo a las miradas ajenas. Las ideas y los pro-
convierten en aperitivo de algún herbívoro, o yectos son semillas que se nutren de la savia de
almuerzo de insectos y parásitos. Descubri- nuestro corazón, a fin de cobrar vida entre
mos en la alegoría del bambú, por consi- nuestras manos y echar raíces en la realidad.

60 ^s* «se? 61
Si nos limitásemos a dejarlas caer al suelo, sin da vida a sus sueños, y cuerpo a sus realiza-
enterrarlas, esas semillas volarían a impulsos ciones... como el fruto se desprende del árbol
del viento, y nadie sabría en qué tierras remo- para que nazcan de sus semillas nuevos árbo-
tas llegarían tal vez a sobrevivir. les. Al adueñarnos así del lenguaje simbólico
de la naturaleza, comprobamos una vez más
¡Rica alegoría la del bambú chino! Saber tra- que los mismos principios actúan en todas
bajar despacio y en secreto para que las cosas partes.
crezcan luego con rapidez, con fuerza, a la luz
del día. Tras la calma de las apariencias, apren-
der a distinguir cualquier evolución subterrá-
nea y silenciosa, sea ésta negativa o positiva.
Hacer del tiempo nuestro aliado consciente, en
vez de enemigo inconsciente. Con el bambú
hemos plantado un pie en lo invisible, en lo
sutil. Nos hemos evadido u n poco de la prisión
de lo manifiesto, para explorar la fuente de lo
posible. De los efectos aparentes hemos pasado
a las causas ocultas.
Como el bambú, como los vegetales, el hom-
bre es un mediador. De la observación de los
hechos concretos, extrae conclusiones y leyes.
Convierte lo espeso en sutil. Como el árbol, ela-
bora su fruto azucarado a partir de la savia
bruta de sus raíces. Partiendo de ideas, de ins-
piraciones, el humano concreta sus proyectos,

62 ^ ^ *$m 63
- 3 -

L a ce^a y el agua
caliente16! el poder de la
primera impresión

«ex.
I m a g i n e n un recipiente que contenga una
capa gruesa de cera enfriada, endurecida, con
la superficie completamente lisa y plana.
Tomamos una jarra llena de agua caliente y
derramamos un poco sobre la cera. El agua
puede correr hacia donde quiera sobra esa
superficie horizontal y virgen, sin relieves.
Pero, como está caliente, apenas entra en con-
tacto con la cera ésta se funde, y queda
impresa una huella poco profunda, como la del
primer esquiador que pasa sobre la nieve.
Ahora la cera va a presentar una leve hondo-
nada, abierta por el agua caliente, que parece
el lecho de un río. Si luego echamos de nuevo,

^ » 67
en el mismo recipiente, otro poco de agua, distintos lugares dibujaron los primeros esbo-
¿qué ocurrirá? Dondequiera que caiga, el zos de los futuros cursos y extensiones de
agua, algo menos libre que la primera vez, se agua, encargándose el tiempo de definir sus
dirigirá inexorablemente hacia la huella ante- contornos y su profundidad.
rior, que moldeará su curso. Aumenta un poco ¿Podemos nosotros cambiar tales huellas
la profundidad de la huella. Tantas veces como una vez que ellas existen? Sí, y lo hemos hecho
repitamos la operación, el cauce se hará un -aunque no siempre con acierto- modificando
poco más profundo, y finalmente el agua no los cursos de los arroyos y de los ríos, algunos
tendrá libertad para tomar otro camino sino el de ellos muy caudalosos. Pero cuanto más pro-
que está ya marcado. fundo el lecho y mayor el caudal que acarrea,
más importantes los medios que hay que poner
en juego para cambiar el curso. Ésta es una
¿\gué nos dice esta metáfora? Que una pri- primera constatación. La segunda, que u n a
mera marca, una primera impresión (en todos cosa es desviar de su lecho el curso de un río,
los sentidos del término), deja una huella, y que y otra borrar las huellas del curso anterior. Por
ésta tiene gran influencia en la formación de las mucho que el agua emprenda en adelante un
huellas siguientes. ¿No es así como se forman nuevo trayecto, el que le hemos impuesto por la
los arroyos, los torrentes, los ríos y hasta los fuerza, el trazado del lecho antiguo subsiste
barrancos? Los relieves de la Tierra no han sido durante mucho tiempo, aunque se halle seco, y
siempre los mismos que conocemos hoy. El siempre puede ocurrir algún imprevisto que
agua de las primeras lluvias que cayeron sobre derive otra vez las aguas tumultuosas hacia la
ciertas regiones, hace millones de años, corrió cuenca por donde pasaban originariamente.
buscando siempre el nivel más bajo entre los Podemos observar cómo esta metáfora de la
relieves que ya existían -montañas, valles, cera y del agua caliente reviste múltiples for-
rocas diversas-, y su flujo o su acumulación en mas. Véase por ejemplo cómo la primera impre-

6 8 •&& tm 69
sión que nos causa alguien queda como un cli- Los músicos avezados, por ejemplo, saben
ché que influye en todos los encuentros ulterio- que la primera lectura de u n a partitura es
res, y que es muy difícil de borrar aunque com- crucial y debe ser acometida despacio, procu-
probemos que ese primer juicio había sido rando no incurrir en ningún fallo durante esa
erróneo. Los anglosajones dicen que sólo se interpretación inicial. Si sale bien a la pri-
tiene una oportunidad para causar una buena mera, las siguientes tenderán naturalmente a
primera impresión. Es una perogrullada, sin lo mismo. Por el contrario, una nota mal ejecu-
duda, pero que subraya con acierto el impacto tada, una digitación mal elegida, tenderán en
de toda primera vez, en tantas ocasiones subes- adelante a insinuarse automáticamente bajo
timado. Porque una mala impresión, digan lo los dedos tan pronto como la conciencia se dis-
que digan, nunca se borra por completo. Aun- traiga u n poco. Así, las manos del músico son
que luego llegue a desarrollarse una relación la cera en donde imprime su huella el caudal de
excelente pese al mal comienzo, años más tarde la melodía, de manera que, en el futuro, la
cualquier incidente o cualquier torpeza pueden memoria quinestésica (la memoria del cuerpo)
reavivar súbitamente la impresión negativa, e hará que sus dedos caminen por las mismas
incluso conducirnos a poner en tela de juicio notas que la primera vez. Si la decodificación
todas las experiencias felices vividas desde fue errónea, se necesitarán docenas o quizá
entonces. Cuando digo esto no me propongo centenares de sesiones de ensayo para modifi-
cultivar el fatalismo, evidentemente, sino la car la impronta original. Y además el fallo
toma de conciencia, que es la constante de este tiende a monopolizar la conciencia del músico,
libro. En efecto, el conocimiento de ese princi- que debería centrarse en interpretar la obra,
pio tal vez nos incitará a estar más atentos, a sin necesidad de atender a la mecánica de la
poner más conciencia en cada comienzo, en digitación.
cada estreno, en cada desfloración de u n a En u n orden más general, se intuye la
situación nueva. importancia de esta imagen de la cera y del

70 ^ m% 71
agua caliente en todo lo que toca a la educación cierto, son m u c h a s las religiones que pro-
y al aprendizaje, bien se trate de deporte, de porcionan normas detalladas acerca de cómo
bricolaje, de artes marciales, de danza, de con- empezar el día: con una oración, con un pensa-
ducir un coche, o de las maneras en que el niño miento positivo, con una bendición, con una
aprende a leer, a escribir, a atarse los cordones acción constructiva, cualquiera que ésta sea.
de los zapatos y a ejecutar los mil y un gestos Tener la conciencia alerta en todo momento no
de la vida cotidiana 17 , o también de cómo utili- es posible: bien pronto nos absorben las tareas
zar los programas de ordenador. La energía que profesionales o domésticas durante u n rato
gastamos en corregir lo mal aprendido al prin- más o menos importante. Por eso, cuando de-
cipio, puede llegar a ser un múltiplo de la inver- seamos iniciar consciente y positivamente una
tida en el aumento de atención y conciencia actividad, trazamos este primer surco que
necesario para una realización justa la primera marca la dirección, en la que continuaremos
vez18. Querer correr demasiado al principio, es mientras nos movemos en modo de «piloto
exponerse a volver u n a y otra vez sobre lo automático».
aprendido, demorando la consecución del En una vida, e incluso en una jornada, hay
resultado deseado. «Conduce despacio que muchos comienzos, desde el «buenos días» que
tengo prisa», solía decirle Churchill, sabia- intercambiamos por la mañana con nuestros
mente, a su chófer. allegados o nuestros compañeros de trabajo.
Hay casamientos, inauguraciones de nuevas
Con la metáfora de la cera y el agua caliente empresas, mudanzas, primeras reuniones de
hemos descubierto la importancia de los una asociación recién creada, primeros docu-
comienzos. Cuando uno dice, por ejemplo, que mentos (logos, textos) en que se materializa la
«se ha levantado con el pie izquierdo», quiere imagen de nuestro negocio, primeros anuncios
dar a entender que ha empezado mal el día, y que publicamos, etc. Materializar estos comien-
que eso le ha estropeado toda la jornada. Y, por zos y dedicarles una atención preferente inte-

72 ^s»
^ 73
resa, y es una política prudente que puede aho- Jesucristo instaba a reconciliarse con el
rrarnos muchas complicaciones ulteriores. Por prójimo antes de la puesta del sol. Muchas reli-
supuesto, no será la panacea ni garantizará giones recomiendan perdonar todas las ofensas
que nunca tengamos un problema. Pero de ese en el lecho de la muerte, a fin de morir en paz.
modo ponemos las probabilidades a nuestro La mayoría de las películas acaban en un final
favor desde el primer momento. feliz. Las cartas se concluyen con una fórmula
de cortesía, por desagradable que deba ser el
En la medida en que remite a los comienzos, contenido. En las sesiones de meditación, gene-
a los principios, a las primeras huellas, la pará- ralmente se aconseja terminar antes de que se
bola de la cera y del agua caliente trata implíci- presente el menor asomo de fatiga o dolor.
tamente del otro extremo: los finales. Cuando Abundan los ejemplos ilustrativos de la impor-
algo empieza, otra cosa ha terminado antes, tancia de acabar bien las cosas, incluso aunque
como es lógico. Los finales y los comienzos se hayan comenzado mal, como puede ocurrir.
encadenan. ¿Qué es lo primero que pensamos Pues también los finales dejan una huella, una
cuando despertamos por la mañana? Nueve impronta. Recuerdo por ejemplo dos películas,
veces de cada diez, el pensamiento con el que El precio del peligro, con Gérard Lanvin, dirigida
nos hemos acostado. Por algo se aconseja a los por Yves Broisset (1983), y Brasil, de Terry
estudiantes que repasen sus lecciones justo Gilliam (1985), cuyos respectivos finales, inu-
antes de tumbarse a dormir. El inconsciente sualmente siniestros, quedaron grabados en mi
se encarga de grabar profundamente en la ánimo durante mucho tiempo. Cuando un filme
memoria los últimos pensamientos que nos negro tiene u n final feliz, recordamos sobre
ocupan. Y esa impronta, lógicamente, orienta todo este último detalle, que no tarda en borrar
el rumbo de los primeros pensamientos que las impresiones sombrías de los episodios pre-
asoman dentro de nosotros a la m a ñ a n a cedentes. Y viceversa, después de ver una pelí-
siguiente. cula agradable pero que tiene u n final trágico

74 ^ ^ wssr 75
nos quedaremos con el nudo en la garganta... -Un buen sermón debe tener u n buen
quizá por bastante rato. O imaginemos tam- comienzo y un buen final -dijo el cura viejo-. Y
bién un concierto magnífico que ha concluido luego... acercar el principio y el final cuanto sea
con un error garrafal, una nota desafinada de posible.
toda la orquesta: ¿cuál es la impresión que Continuando en plan anecdótico, observare-
queda...? mos que esto de los principios y de los finales
Los buenos finales, pues, predisponen los también es aplicable... a la indumentaria. El
buenos principios. Un buen comienzo favorece peinado y los zapatos son, efectivamente, los
u n buen trayecto... y hace más probable u n elementos más importantes para nuestra eva-
buen final. Y así sucesivamente. Los dos ins- luación, incluso inconsciente, de la elegancia
tantes en que tenemos más probabilidades de de una persona. Un hombre en traje de cali-
ejercer una influencia sobre los acontecimien- dad corriente, pero con un peinado y un cal-
tos son, por tanto, el principio y el final. Son los zado irreprochables, nos parece mejor vestido
momentos en que nuestras elecciones cons- que alguien que lleva u n a s prendas carísi-
cientes van a poder modificar la marcha de un mas, pero va despeinado y u s a calzado de
asunto. Los editores y los escritores lo saben mala calidad. Como pasatiempo, pueden
bien, dicho sea de paso. Los primeros lo ustedes comprobarlo en las personas que les
demuestran por la gran atención que prestan a rodean.
la cubierta y al título de una obra, así como a
la contraportada. En cuanto a los segundos, La alegoría de la cera y del agua caliente nos
cuidan especialmente el principio y el desenlace permite deducir además que muchos de nues-
o conclusión. tros actos no son consecuencia de una elección
Sobre esto se cuenta que un sacerdote novel consciente e informada, fundada en u n pro-
fue a solicitar consejo a un veterano acerca de fundo conocimiento del tema, sino sencilla-
las cualidades de u n buen sermón. mente el resultado de nuestros hábitos, de la

76 ^ ^ me% 7 7
inercia, que nos inducen a seguir automática- entre los caracteres de las cartas mecanografia-
mente el camino más trillado y más fácil. das con esas antiguas máquinas.
Incluso cuando éste sea completamente obso- Para resolver el doble inconveniente, se dis-
leto, ineficaz y contraproducente. tribuyeron las letras en el teclado de manera
Un ejemplo. Estoy escribiendo estas líneas que la pulsación resultase un poco retardada,
sobre el teclado francés «AZERTY» de mi orde- limitando al mismo tiempo la utilización de los
nador. Al igual que el teclado «QWERTY» de los dedos más ágiles y más fuertes. De manera que
suizos y de la mayoría de los anglosajones, ale- la «a», letra empleada con gran frecuencia, no
manes, italianos, etc., éste se concibió en la sólo corresponde al meñique, el dedo menos
época de las máquinas de escribir mecánicas. hábil, sino que además está en u n a línea
En aquel tiempo, la disposición de las letras en situada algo más arriba de la posición de
el teclado debía servir para evitar dos inconve- reposo de las manos. La «q», mucho menos
nientes: para empezar, la pulsación simultánea usada, está sin embargo en una posición simi-
de varias teclas, lo que atascaba el teclado. En lar y se pulsa con el mismo dedo que la «a». El
efecto, al teclear demasiado rápido podía ocu- índice y el medio, más hábiles, tienen asigna-
rrir que una de las palancas subiese a impactar das letras como «k», «y», «g», «v» o incluso «b»,
sobre el papel mientras que la otra aún no bastante menos frecuentes.
había bajado a su posición de reposo, y enton- Así resulta que hoy día, en la época de la
ces quedaban trabadas la una con la otra. El electrónica y de los teclados ultrasensibles,
otro problema que se buscaba evitar era que continuamos escribiendo sobre disposiciones
una pulsación demasiado fuerte agujerease el pensadas para hacer más lenta la pulsación y
papel. No tenemos la misma fuerza en el meñi- dar trabajo a los dedos menos ágiles. Y ello pese
que que en el índice, por ejemplo, como a que todos los ordenadores permiten cambiar a
demuestran además las diferentes intensidades un teclado de disposición diferente con un sim-
de impresión (letra más clara, letra más oscura) ple clic del ratón. Un francés llamado Marsan

78 «^ im 79
estudió la frecuencia relativa de cada una de costumbres que ya no tienen ninguna justifi-
las letras del alfabeto en ese idioma, después de cación.
lo cual ideó un teclado que las distribuye de -¿Por qué no quiere usted comer carne? -le
manera que se consigue un aumento del 30 por preguntaron cierto día a uno de mis amigos.
ciento en la rapidez de pulsación de los teclis- -Y usted, ¿por qué come carne? -replicó él,
tas profesionales, lo que no es poco 19 . Pero la con ganas de provocar.
inercia y la costumbre, es decir la huella exca- ¡Perplejidad! El primero en preguntar no
vada en la cera de nuestros teclados desde hace había reflexionado nunca acerca de su alimen-
más de un siglo, unidas a nuestra dificultad tación, sino que reproducía por costumbre lo
para replantearnos lo que parece consagrado aprendido en casa de sus padres y entre su
por el uso, determinan que sigan fabricándose familia. Pero, ¿era realmente la alimentación
a millones unos ordenadores ultramodernos... más conveniente para él, o la más sabrosa...?
dotados de unos teclados prehistóricos. ¿Conocía las ventajas y los inconvenientes, las
En el mismo orden de ideas, a veces oímos cualidades y los defectos de las distintas elec-
cómo se repite aquello de que es de mala edu- ciones alimenticias de que hoy disponemos?
cación cortar la lechuga de la ensalada con el No. Él se limitaba a seguir el curso impreso en
cuchillo. La razón de ser de este consejo de la cera familiar.
«buenos modales» es que antiguamente los ¡Cuántas veces hacemos las cosas de esta
cuchillos no eran de acero inoxidable, y el manera, sin haberlas pensado nunca en reali-
vinagre de la ensalada los ennegrecía y estro- dad! En nuestras conductas profesionales, en
peaba. Como habitualmente nunca nos inte- nuestras reacciones emocionales, en nuestras
rrogamos acerca de las razones de los compor- opiniones y nuestras creencias, ¿cuánta parte
tamientos heredados del pasado, la ley del corresponde a la educación, reproducida mecá-
cauce excavado en la cera sigue prevaleciendo nicamente, sin que nos las hayamos planteado
y perpetúa una serie de comportamientos y de nunca conscientemente?

süasgr 8 1
80 ^
La cera representa lo inconsciente, así como Fijémonos en el mundo de la empresa.
el cuerpo es lo material. El agua caliente, por Pedro ha creado una sociedad, por ejemplo. Él
su parte, simboliza la conciencia, la energía, lo es el agua caliente. Él decide lo que quiere
espiritual. Al principio siempre es el espíritu el hacer, y qué estatuto, qué forma jurídica quie-
que imprime forma a la materia. La conciencia re dar a su empresa. Al principio, él moldea la
fija una orientación a los pensamientos, a los cera según sus deseos, para que la sociedad
gestos. Es como el programador que crea u n sea conforme a sus sueños, a sus proyectos.
programa informático. A continuación, la Ahora bien, ¿qué es lo que ocurre a menudo, al
rutina toma el relevo. El cauce ya está mar- cabo de algunos años? La cera se ha endure-
cado, no hay más que seguirlo. Esto es venta- cido. La sociedad ya es una empresa estable, ha
joso para los gestos correctos, los hábitos crecido, se ha reforzado, está bien implantada
convenientes, los comportamientos que de- (no puede ser más elocuente esa expresión).
seamos reproducir. Pero, ¿qué pasa con los que Ahora es ella la que le dicta a Pedro lo que
nosotros no hemos elegido, los que estaban ahí puede hacer o no. La creación ha quedado
antes que nosotros -en la familia, en la socie- reemplazada por la producción, la administra-
dad-, los que se han infiltrado gradualmente en ción, la gestión, que imponen su presencia. La
nuestra vida cotidiana sin que nos diéramos empresa tiene u n a vida propia, u n metabo-
cuenta, cuando teníamos bajada la guardia, y lismo, u n a s necesidades. Llegados a este
que ahora nos gobiernan con independencia de punto, a Pedro le resultaría muy difícil cambiar
nuestra voluntad? Hasta que llega el día en nada, aunque se lo propusiera, o intentar que
que, sin previo aviso, el cuerpo le dicta al espí- evolucionase en otro sentido. La rutina pre-
ritu lo que puede hacer o no, el programa limita senta una resistencia obstinada. La cera ya no
es tan maleable como al principio.
al usuario vedándole otras posibilidades, los
comportamientos automáticos sustituyen a Efectivamente, se necesita un gran talento
las elecciones conscientes. para mantener una empresa en estado de vita-

82 s» ^83
lidad y movilidad, evitando los dos extremos ser. A tal efecto, hay que echar de vez en
que son, por un lado, el cambio permanente cuando u n a ojeada objetiva a lo que, sin
que desconcierta a clientes y empleados, y por embargo, tenemos ante los ojos todos los días.
otro, la cristalización y el estancamiento que, a Nada debe aceptarse como definitivo. Es pre-
partir de un momento dado, determinan que ciso conservar el sentido de la maravilla, la
cualquier cambio sea doloroso y difícil si no duda metódica, la curiosidad. Poner en tela de
imposible. Cuando la arcilla se reseca, su juicio las evidencias. «Desgraciado el hombre
forma se petrifica. Si se amasa y humedece que no se lo ha replanteado todo, al menos una
demasiado, no conserva ninguna forma y por vez en su vida», es una de mis citas favoritas de
consiguiente no sirve para nada. La vida es un Pascal. Replanteárselo Lodo: no sólo una o dos
equilibrio entre cuerpo y espíritu, materia y cosas, como las opiniones de nuestros mayores
energía, automatismos inconscientes y eleccio- (en la adolescencia), las de nuestro patrono, o
nes conscientes, y esos equilibrios han de rea- las del partido opuesto. ¡Todo! Nuestras ideas,
justarse constantemente. Siempre son necesa- nuestras creencias, nuestros conocimientos,
rias ambas cosas, la cera y el agua caliente. nuestros hábitos. No permitir que ningún blo-
que de cera, ningún molde sigan influyendo
La metáfora de este capítulo nos invita, por sobre nosotros sin que nos hayamos interro-
tanto, a distinguir en nuestra vida lo que sea «la gado en cuanto a su origen, su validez, su uti-
cera» y lo que sea «el agua caliente», lo que lidad, su pertinencia.
resulta de las elecciones conscientes que conti- Pero, ¡atención!, que no se trata de cambiar
núan mereciendo nuestra aprobación, lo que por cambiar, por mero afán de iconoclasia.
hemos heredado inconscientemente del pasado Muchos de nuestros hábitos tienen su razón de
(familiar, social, religioso), y por último, lo que ser. Muchos de nuestros comportamientos son
nosotros mismos habíamos instituido volunta- pertinentes e idóneos. En este caso, al cuestio-
riamente, pero que hoy día ya no tiene razón de nárnoslos tomamos conciencia de ellos, los

84 ^ «m 85
convertimos en elecciones deliberadas y cons- normal a todos los demás, o que éstos ni
cientes, lo que es mucho mejor que continuar siquiera veían (o había dejado de llamarles la
con unos reflejos y unas costumbres desvitali- atención). Al regresar de u n paseo por el
zadas. Se trata de adueñarnos de nosotros mis- campo, ¿no se ha visto usted obligado a qui-
mos, para poder decirnos algún día que no tarse las bolitas verdes o pardas, llenas de pin-
somos el mero resultado de unos condiciona- chos, que se agarran a los calcetines? No es
mientos soportados más o menos consciente- cosa de mucha curiosidad. Pero alguien se
mente, sino el fruto de unas elecciones delibe- entretuvo en pensarlo, en interrogarse sobre la
radas y adoptadas en plena posesión de causa de que esas semillas tengan una adhe-
nuestros medios. Es un proceso que lleva su rencia tan fuerte. Ese alguien inventó el Velero,
tiempo -semanas, meses, en ocasiones incluso e hizo fortuna.
años-, pero que es enriquecedor y liberador.
«No se puede ser libre e ignorante», decía Tho- El peligro de la cera es la trampa de la
mas Jefferson con acierto. La libertad no es un rutina, del «piloto automático». Para evitarla, es
dato previo. No se recibe, se conquista. Nunca bueno modificar conscientemente, de vez en
seremos libres si desconocemos las fuerzas y cuando, algunos de nuestros hábitos. Cambiar
los condicionamientos que a c t ú a n sobre el recorrido. Comprar una revista que no había-
nosotros, y que siguen influyendo en las deci- mos leído nunca. Ensayar una cocina exótica, o
siones que creemos «libres». Simbólicamente una dieta diferente. Sumergirse en las creen-
hablando, la libertad no consiste sólo en pasear cias de otros pueblos, de otras religiones. Per-
a capricho por los caminos trillados, sino en la mutar cometidos domésticos durante u n a
posibilidad de dejar una huella propia. semana con nuestra pareja. Comer con la
Se observará además que la mayor parte de izquierda (o con la derecha si somos zurdos).
los grandes inventos se debe a sujetos que Ayunar u n día entero. Guardar castidad
supieron asombrarse delante de lo que parecía durante un mes. Permanecer en silencio todo

86 isw <ms 87
un día. Jugar un partido de baloncesto en silla cada vez. En estos casos, nos aburriremos úni-
de ruedas, como los hemipléjicos. Salimos de camente cuando no acertemos a insuflar un
los caminos trillados. Echar agua caliente sobre pensamiento consciente y dinámico en los
nuevos territorios y crear nuevos surcos. actos repetidos muchas veces idénticamente,
Pero también puede ocurrir que pertenezca- en cuyo caso el espíritu languidece adormecido
mos a ese otro grupo menos numeroso de los por la monotonía.
que son víctimas de la trampa contraria, la del Así, mientras nos ocupamos tan pronto del
agua caliente. Es lo que les ocurre a ciertos crea- fondo como de la forma, de lo espiritual tanto
dores, artistas o inventores. La trampa de los como de lo material, mientras alternamos entre
que prefieren crear infatigablemente pero no creación y reproducción, entre conciencia y
profundizan, no llegan a imprimir una huella automatismos, todo se convierte para nosotros
duradera en las cosas, siempre dedicados a en motivo para aprender e integrar, para crecer
explorar otros espacios, otras posibilidades, y perfeccionarnos. Y si hemos dejado u n a
otras ceras vírgenes. A ésos les aconsejo que se bonita impronta en la sociedad, a lo mejor aca-
impongan una forma fija, lo que les servirá tal baremos teniendo una estatua... ¡en el museo
vez para descubrir nuevas dimensiones de la de figuras de cera!
libertad y de la creación. La práctica regular de
una disciplina: artes marciales, masaje sedente
(Amma), ejercicios de yoga o de meditación,
música para varios instrumentos, teatro o
coreografía. Todo ello, por las limitaciones a que
sujeta, puede liberar nuestra conciencia, como
ocurre con el músico que repite incansable los
mismos pasajes, pero dándole a la forma inmu-
table de la partitura una expresión diferente

88 <^ *«» 89
- 4 -

La mariposa y el capullo:
la ayuaa que debilita y la
dificultad que vigoriza

ctíÜI?
V ^ u a n d o la oruga se convierte en crisálida,
prácticamente acabada su metamorfosis en
lepidóptero, le falta todavía una prueba que
s u p e r a r para llegar a ser r e a l m e n t e u n a
mariposa. Debe r o m p e r el capullo d e n t r o
del cual se ha operado esa transformación,
a fin y efecto de librarse de él y emprender
el vuelo.
La oruga teje su capullo poco a poco, de
manera progresiva. Pero la futura mariposa no
puede librarse de ese modo gradual. Es nece-
sario que haya acumulado fuerza suficiente en
las alas para romper su cárcel de seda con la
mayor rapidez posible.

«ser 93
Esa última prueba, precisamente, con la mente, cuando pretendemos sustituir a otra
potencia exigida a la mariposa y que ésta persona en una prueba que le estaba destinada
habrá acumulado previamente, garantiza que a ella, suprimiendo el obstáculo externo, en
se haya desarrollado la musculatura que ense- realidad no hacemos más que perpetuar el pro-
guida va a necesitar para volar. blema, en vez de resolverlo auténticamente. La
Si alguien, ignorando ese detalle impor- supuesta solución no es tal, sino ineficaz y por
tante y creyendo «ayudar» a la mariposa que lo general contraproducente, al obtenerse un
está a punto de nacer, se adelantase a romper resultado contrario al que se esperaba. En vez
el capullo, habría dado a luz un lepidóptero de ayudar y liberar al otro, nuestra inadecuada
totalmente incapaz de volar. Porque éste no intervención tal vez impedirá su desarrollo, con
habría tenido ocasión de utilizar la resistencia posibles resultados de atrofia y muerte.
de su sedosa prisión para desarrollar la fuerza Vista así, la idea que expresa esta alegoría
imprescindible a fin de librarse de ese impedi- puede parecer obvia. Miremos a nuestro alre-
mento y echar a volar seguidamente. Una dedor, sin embargo, y podremos observar
ayuda mal concebida puede así resultar perju- cuántas veces se empeña la gente en «romper el
dicial y, en ocasiones, incluso mortal. capullo» para otros, a todos los niveles, con la
consiguiente perduración de los problemas
que así se pretendía resolver. Veamos algunos
H e aquí una metáfora rica, aplicable a nume- ejemplos.
rosas situaciones diferentes. ¿Qué descubri- En su notable obra Pourquoi sont-üs si
mos en ella? Por ejemplo, que en la vida deter- pauvres? (¿Por qué son pobres?)20, que contie-
minadas pruebas son indispensables para el ne más de ochenta cuadros sinópticos, el ex
crecimiento. Dichas pruebas sirven para desa- consejero nacional suizo Rudolf Strahm pone
rrollar dentro de uno mismo la fuerza indispen- de manifiesto cómo, después de diez años de
sable para acceder a la fase siguiente. Inversa- ayuda a los países del tercer mundo, a golpe

94 ^^ ms? 95
de miles de millones de dólares, se ha llegado al debilidad. Por supuesto hay situaciones de
resultado global de que dichos países sean más urgencia que reclaman u n a ayuda exterior
pobres y hayan caído en un grado de depen- inmediata, material, alimenticia o financiera.
dencia y endeudamiento mayor que el de antes. Eso es indiscutible. Pero salvo estos casos, la
Esta situación, por supuesto, admite toda una ayuda desinteresada de verdad -es decir, la
serie de explicaciones: la corrupción de algunas que no responde a una intención de quitarse
autoridades de esos países, el coste exorbitante excedentes, o de ejercer u n control sobre la
de la deuda, la deficiente gestión de las ayudas, economía a la que supuestamente se socorre-
las motivaciones a veces ambiguas de los mis- debería apuntar a que el necesitado vaya desa-
mos que las conceden y financian. Pero, aparte rrollando la capacidad de ayudarse a sí mismo.
de todos estos factores, sería preciso replan- Un ejemplo a contrario servirá para ilustrar
tearse tanto la naturaleza de la ayuda conce- con claridad ese punto. Mientras las autorida-
dida (generalmente material, financiera) como des estadounidenses condujeron u n a guerra
la manera de administrarla (creando relaciones frontal contra las tribus amerindias, muchas
de dependencia). Este replanteamiento ha sido de ellas, aunque diezmadas y desprovistas de
emprendido en la actualidad por algunas orga- recursos, se mantenían vigorosas. No espera-
nizaciones no gubernamentales. ban nada de nadie, ni contaban con otra cosa
A la luz de la alegoría de la mariposa, se adi- que sus propias fuerzas. En cambio, a partir
vina que ciertos cambios, ciertas ayudas, no del momento en que esas mismas autoridades
pueden provenir sino de lo interior. De manera adoptaron la política de «ayudar», firmando tra-
que cuando le aportamos algo exteriormente a tados, concediendo tierras, facilitando un
quien no lo tiene (o que simplemente aún no lo mínimo de medios, esos pueblos empezaron a
había madurado bien), en vez de ayudarle a debilitarse, a languidecer (aunque siempre hay
obtenerlo por sus propios medios, hacemos de excepciones). Estoy simplificando adrede para
él un individuo dependiente y acrecentamos su que se vea mejor el principio básico de esta ale-

9(5 -^m <me* 9 7


goría. Cuando se aporta exteriormente alguna dad, y lo criamos débil y dependiente de las
cosa, privamos al beneficiado del esfuerzo de ayudas exteriores (fármacos, antibióticos, etc.).
buscarla por sí mismo, esfuerzo que le infundi- Dicho sea de paso, algunos médicos avezados
ría vigor y le obligaría a superarse continua- consideran que una causa principal de la mul-
mente. Con esto no quiero decir que debamos tiplicación de todo género de alergias que esta-
renunciar a ayudar o socorrer a los demás mos presenciando desde hace veinte años por
-interpretación que sería demasiado simplista-, lo menos, es precisamente esa sobremedicación
sino que nuestra ayuda debe apoyar el esfuerzo de los niños, que les impide consolidar las
permanente del otro, permitiéndole acceder a inmunidades y los hace vulnerables a toda
sus recursos internos, en vez de ahorrarle por clase de agentes.
completo dicho esfuerzo reemplazándolo por la Por el contrario, si realmente deseamos
facilidad y la dependencia exterior. «ayudar» a un niño que atraviesa una de esas
patologías infantiles, lo aconsejable sería:
En la medicina encontramos otra ilustra- acompañar la enfermedad, vigilar para que no
ción del mismo principio. Varias enfermedades revista proporciones excesivas, y dejar tiempo
infantiles, desde el simple resfriado hasta el al sistema inmunitario del niño para que
sarampión o la tos ferina, para el organismo del triunfe sobre ella y salga reforzado. Dejar
niño son pruebas que le permiten desarrollar y tiempo, ¡en eso consiste la clave! Cuando prefe-
reforzar su sistema inmunitario, como bien rimos cortar la enfermedad enseguida para que
saben muchos médicos formados en la escuela el niño no falte a la escuela ni nosotros al tra-
hipocrática, los higienistas, los homeópatas y bajo, utilizamos medios que desde luego son
los naturópatas. Cuando luchamos contra eficaces en lo inmediato, pero que predisponen
estas enfermedades, como lo prescribe impru- el terreno para complicaciones ulteriores, por-
dentemente cierta medicina, privamos al niño que se perpetúa la debilidad y la fragilidad del
de oportunidades para aumentar su inmuni- organismo infantil.

98 ^= <s«r 99
El mismo principio se aplica a la fiebre, trario, los famosos «baños de asiento» -consis-
demasiadas veces contemplada como enemiga, tentes en abrigar bien al niño pero dejando al
cuando en realidad es el medio que utiliza el descubierto las nalgas, que se sumergen
organismo para librarse de los agentes patóge- durante dos o tres minutos en agua fría-, que
nos agresores. Como ha dicho André Lwoff, del pueden parecer una agresión infligida al orga-
instituto Pasteur y copartícipe de u n premio nismo, en realidad contribuyen a potenciar su
Nobel: «La fiebre es el mejor remedio. Por sistema inmunitario y conferirle más resisten-
encima de una temperatura de 39,5° C quedan cia. Así pues, la paradoja determina que ciertas
inhibidos o destruidos casi todos los virus.» Y «ayudas» sean perjudiciales de hecho, mientras
André Passebecq, uno de los padres de la natu- que las aparentes «agresiones» resultan salutí-
roterapia en Francia, agrega que en u n niño feras. No obstante, también conviene rehuir la
cuyo hipotálamo no haya sido alterado por las simplificación excesiva. Siempre es necesario
intoxicaciones (fármacos, vacunas), cuanto conocer al detalle los mecanismos que intervie-
m á s altas las defensas inmunitarias m á s nen en cada uno de esos casos.
puede a u m e n t a r la temperatura sin correr
ningún riesgo, lo que asegura u n a lucha Otros dos sectores en los que «rompemos
intensa y rápida contra los microorganismos capullos» creyendo hacer un bien son: el de la
invasores. Passebecq subraya que «la fiebre no educación (en la familia) y el de la enseñanza
tratada conduce rápidamente al restableci- (en la escuela). Como sucede a menudo, la
miento de la salud, sin riesgo de recaídas ni inclinación de la balanza ha pasado de un pla-
complicaciones». tillo al otro en el término de menos de cin-
Queriendo «librar» al niño de la fiebre, como cuenta años. En otros tiempos, el niño no tenía
mariposa extraída de su capullo, en realidad lo nada que hablar ni en casa, ni en la escuela.
hacemos todavía más dependiente de u n a Nadie se preocupaba por escuchar sus afanes.
medicación ante la patología más banal. A con- Los padres y los maestros no se planteaban

loo <** « r 101


tantas dudas. Al niño le tocaba obedecer, adap- ses. Nunca se les había «ayudado» tanto. Sin
tarse, desarrollarse... o sufrir las consecuen- embargo, el resultado de todas estas aportacio-
cias. nes externas no ha sido el que se esperaba. Sin
Como todo exceso invita a su contrario, la pintarlos como demonios con cuernos -en
generación siguiente halló en los trabajos de todos los tiempos, como nos enseña la Historia,
la psicología y del psicoanálisis una incitación los mayores han visto en los jóvenes todos los
a conceder categoría de persona al niño desde defectos posibles- es indiscutible que los índi-
la primera infancia, a prestarle más atención ces de analfabetismo vuelven a subir, que la
-en tanto que sujeto, que no objeto de la edu- calidad de la ortografía y de la redacción ha
cación o la pedagogía-, rebajando u n grado empeorado bastante, que el índice del 80 por
todas las formas de constricción, de autoridad, ciento de aprobados del bachillerato no es sino
de exigencia. Jamás escuchado en otros tiem- el resultado de una engañosa bajada del listón,
pos, al infante ahora se le escucha demasiado. que la delincuencia aumenta entre los jóvenes,
De ahí ha resultado esta generación de niños que la fuerza moral disminuye (los conceptos
«reyezuelos» que tiranizan a sus padres y a sus «virtud», «dignidad», «honor» van desapare-
profesores. Privado del capullo familiar y social, ciendo del uso habitual). En una palabra, que
el menor busca en la sociedad y en el Estado la presión interior que induce a crecer, a for-
unos padres sucedáneos y un marco de refe- marse, adormecida por el exceso de facilidad
rencia sustitutivo. Es entonces cuando vuelve exterior, decae constantemente. Dicho sea de
torpemente contra éstos su rebeldía de adoles- paso, ¿no vemos el reflejo de la situación en esa
cente-crisálida que no acaba de echar a volar, moda juvenil de usar prendas de talla dema-
por no poder desenvolverse en condiciones nor- siado grande...? Esas prendas que sus cuerpos
males y a una escala adecuada. no acaban de llenar vienen a simbolizar las fun-
Nunca habían disfrutado los niños de tantos ciones y los roles que les esperan, sin que ellos
medios, atenciones y posibilidades de todas cla- tengan intensidad interior suficiente para asu-

102 -^ *» 103
mirlos, como u n globo que parece una bolsa antes de lo que iba a convertirse en Pakistán. A
floja mientras no exista en su interior una pre- esos escasos siete años empezó a trabajar. Con
sión suficiente para llenarlo. voluntad y obstinación, llegó a crear un día su
Quede bien claro que cuando digo esto no propia empresa, que prosperó. En nuestra con-
estoy patrocinando un retorno al pasado, ni el versación, sin embargo, me confesó que pen-
rechazo de lo que pueden aportarnos y aportar saba dejar toda su fortuna a la caridad, y que
a los niños la ciencia, la tecnología y demás sus hijos no heredarían nada cuando él desa-
recursos exteriores. Me limito a señalar que el pareciese. Esto me sorprendió.
fondo debe tener prioridad sobre la forma y pre- -Si tienen las mismas facultades que yo, no
cederla. El cuerpo ha de crecer antes que las necesitarán de mi dinero -explicó-, puesto que
ropas, las posibilidades interiores antes que los sabrán hacer fortuna por sus propios medios.
medios exteriores. Inside out, de dentro afuera Si no las tienen, mi fortuna no les sería más
que dicen los estadounidenses. Las cosas que perjudicial, puesto que carecerían de capa-
deben empezar desde dentro para salir luego y cidad para hacer buen uso de ella.
encontrar su correspondencia exterior. O dicho de otra manera, dejaba a sus hijos
Así lo había comprendido aquel oriundo del el cuidado de hacerse sus trajes a la medida de
sur de la India, que tenía alrededor de sesenta cada uno, en vez de dejarles los suyos que a lo
años cuando lo conocí, hace diez. Venía a nego- mejor les quedarían demasiado holgados. No
ciar la comercialización de unos aceites esen- digo que acepte ese testimonio como un modelo
ciales que fabricaba su empresa. Ese hombre, de conducta digno de ser imitado al pie de la
cuando tenía siete años había vivido la dramá- letra, pero rae parece que tiene la virtud de res-
tica experiencia de la escisión india. Con sus ponder a una coherencia bastante acorde con
padres recorrió a pie cientos de kilómetros, lle- nuestra alegoría de la mariposa. Atribuye la
vando a cuestas lo más indispensable, porque prioridad a las fuerzas interiores -energía,
ellos eran hindúes y era necesario salir cuanto valentía, inteligencia, liderazgo, amor, capaci-

104 ^ ««* 105


dad de improvisación, espíritu emprendedor, él las cualidades y los conocimientos que le
entre otras muchas-, y considera los medios y harán luego u n rey digno de su categoría y
el patrimonio material como concreción o capacidad para ejercer sus funciones.
reflejo exterior de esas cualidades. No se fabrica una mariposa pegándole alas
Que se tratase de un hindú, sin duda tiene a una oruga con un adhesivo, ni un rey colo-
algo que ver con su manera de considerar la cando una corona en la cabeza de u n niño, ni
cuestión, porque la India, aunque esté reci- un hombre poniéndole a u n muchacho pren-
biendo algunas influencias nefastas de Occi- das de adulto. No se le puede conferir a otro lo
dente, sigue siendo u n país profundamente que nunca es sino resultado de una evolución
espiritual. Entre nosotros, el materialismo pro- interior, de una transformación estrictamente
pio de la cultura occidental estimula en todos la personal. Sin embargo, a nosotros nos parece
propensión a buscar preferiblemente, en cual- posible favorecer esa maduración interior,
quier dominio, las soluciones materiales, exte- como cuando se riega u n a semilla para que
riores, en vez de sondear en nuestro fuero germine.
interno, al nivel sutil, para hallar recursos que
no esperan sino a ser solicitados para hacerse La alegoría de la mariposa nos lleva a inte-
presentes. rrogarnos sobre el problema del sufrimiento.
Por otra parte, el relato de este hindú no ¿Acaso no es disminuir el sufrimiento de ese
deja de recordar esos cuentos infantiles en que lepidóptero y que se libere más pronto, la razón
un rey entrega la custodia de su hijo a unos por la cual desearíamos ayudarle a romper el
campesinos subditos suyos, para que se críe el capullo? En un sentido general, la ayuda que
príncipe ignorando sus orígenes reales, y para deseamos aportar a otros, ¿no pretende, con
que se familiarice con la tierra, los animales y frecuencia, evitarles padecimientos, facilitarles
los humanos, y aprenda a cubrir sus propias las cosas? Ahora bien, ¿son necesariamente
necesidades. De este modo se desarrollarán en negativos todos los sufrimientos? ¿Dónde está

106 ^ «er 107


el límite entre el dolor del esfuerzo, aceptado e natales 2 2 . Lo es el sufrimiento del deportista
incluso buscado en el deporte, y el umbral a que supera sus propios límites y así bate nue-
partir del cual el sufrimiento deja de ser acep- vos récords. Para citar u n ejemplo extremo,
table? Como es obvio, esta cuestión no tiene Jesucristo dio un sentido a su martirio en la
una respuesta sistemática. cruz y a su muerte.
Lo cierto, en cambio, es que la opción «sufri- Por el contrario, padecer dolores terribles
miento cero» no es posible ni deseable. Sucede bajo la fresa del dentista habiendo analgésicos,
aquí lo mismo que con otras muchas cosas. es algo que a priori no se justifica para nadie.
Hay sufrimientos buenos o malos, necesarios o Torturarse íntimamente durante años a causa
inútiles, indispensables o inadmisibles. Lo que de las secuelas psicológicas de un traumatismo
distingue a los unos de los otros es el sentido o de u n a s sevicias sufridas en la infancia,
que tengan o no a ojos del paciente, o bien el que ahora que existen terapias que pueden reme-
se consiga o no infundirle. «Dadme u n "por qué" diarlo, tampoco tiene sentido. Un dolor
- h a escrito Nietzsche-, y soportaré cualquier pequeño pero absurdo se sobrelleva peor que
cosa.» otro más intenso, siempre que éste signifique
El sufrimiento de la futura mariposa tiene algo para nosotros.
un sentido, puesto que nace del esfuerzo que va Viktor E. Frankl, superviviente de los cam-
a permitirle volar. Es el precio de su liberación. pos de concentración nazis, autor de obras
Es algo más que útil, indispensable. Así ocurre excepcionales, ha escrito: «Vivir es sufrir.
también con la mujer que pare, puesto que el Sobrevivir es hallar un sentido al propio sufri-
dolor acompaña al hecho de dar la vida 21 . Y es miento.» Y agrega: «El hombre no busca el pla-
necesario asimismo para el recién nacido, para cer ni el sufrimiento, lo que busca es u n sentido
quien constituye una prueba que influye en la a su vida.» A falta de sentido, el placer envilece
formación de su carácter, como ha demostrado y el sufrimiento destruye. Nuestro rechazo de
Grof con sus estudios sobre las matrices peri- casi todas las formas de sufrimiento (excepto el

108 is» «** 109


deportivo), y lo mismo nuestra frenética bús- El hecho de sufrir un poco, ¿le hace más fuerte,
queda hedonista, que son rasgos característi- más inteligente, más resistente, más tolerante?
cos de la sociedad contemporánea, se presen- ¿O no? Todo padre, todo educador, todo entre-
tan así como reflejo de la pérdida de sentido nador o líder han de enfrentarse tarde o tem-
que muchos le diagnostican. En estas condicio- prano al problema del sufrimiento ajeno, para
nes, el sufrimiento deja de ser el testigo de u n aprender a comprenderlo y a reaccionar. Ahora
esfuerzo que realizamos para superarnos en bien, lo mismo que el niño gusta de lo dulce y
u n dominio determinado, y se conceptúa úni- detesta lo amargo que tal vez el adulto aprecia,
camente como malestar inútil, desprovisto de es preciso que uno mismo haya destilado la
sentido y que debe ser eliminado acudiendo a amargura de su propio sufrimiento, y que haya
los medios exteriores: aparatos, fármacos, degustado luego el néctar precioso que se
drogas. extrae de ello, para que le sea posible favorecer
En resumen, aquí no se recomienda «sufrir en otro, acompañándolo, el funcionamiento de
por sufrir», ni condenar sin discriminación todo esa alquimia interior que nos lleva a tolerar el
sufrimiento para caer en un hedonismo primi- fuego del sufrimiento, en vez de abalanzarnos
tivo y tan perjudicial, a largo plazo, como el contra él extintor en mano.
exceso contrario. Lo que propongo es distinguir Existe en los códigos u n delito de «inasis-
entre el sufrimiento que engrandece y el que tencia a persona en peligro». De manera que no
destruye, al igual que existe u n fuego, el del sol, ayudar a uno que sufre -por ejemplo, un herido
que calienta y madura los frutos, y otros fuegos grave en el escenario de u n accidente- está cas-
que abrasan y carbonizan todo lo que tocan. tigado por la ley. Pero, ¿no se observa a veces,
Si realmente deseamos ayudar al prójimo, también, un delito de «asistencia inoportuna a
tendremos que plantearnos necesariamente la persona no amenazada» por ningún peligro? Es
cuestión fundamental: ¿Por qué sufre ese pró- lo que ocurre con la mariposa de la alegoría,
jimo? ¿Qué gana o pierde con su padecimiento? aunque ese delito no esté recogido en el Código

110 ^*» <ser 1 1 1


Penal. Las consecuencias del primero de estos de lo interior sobre lo exterior, de lo sutil, ener-
delitos son obvias: el herido puede fallecer, o gético o espiritual sobre lo material. Inside out,
agravarse mucho su estado. Las del segundo que salga a la luz nuestro potencial interno.
son menos aparentes, porque no afectan al Favorecer la emergencia de nuestros recursos
cuerpo, sino a las potencialidades de la víctima. en vez de atrofiarlos con aportaciones externas.
Lo amenazado no es su vida, sino su porvenir, Así recuperan sus patentes de nobleza nues-
cuando se ahoga exteriormente lo que debía tros esfuerzos en todos los dominios, e incluso
nacer desde el interior. La asistencia inopor- nuestros sufrimientos, siempre y cuando sean
tuna a persona no amenazada es un delito con- útiles vehículos de un sentido, indicios de una
tra la evolución personal, contra el crecimiento, auto-superación, de una evolución. La metá-
contra la superación de sí mismo. fora evoca una pedagogía del acompañamiento,
Dentro de ese mismo espíritu, un gran tera- de emergencia a la luz, frente a las ayudas mal
peuta preocupado lo mismo por el alma que por entendidas que debilitan o destruyen lo que
el cuerpo de sus pacientes enseñaba que el ver- creían salvar. ¡Qué gran símbolo!
dadero médico, cuando se dispone a tratar a
alguien, debe procurar que la sanación haga
recorrer al enfermo el mismo camino que le
habría impuesto la enfermedad. A falta de lo
cual, la mera curación física, a modo de libera-
ción externa de la mariposa, privaría a ese
paciente de las alas que habría desarrollado en él
la comprensión plena y entera de su enfermedad.

Evidentemente la metáfora de la mariposa


encierra mucha sabiduría. Subraya la primacía

112 *•* *et 113


5 -

E\ campo magnético y las


limaduras: modificar lo visible
ac\i\av\¿o sobre lo invisible
Imaginemos una mesita plegable de camping
con su tablero de fórmica. Debajo de éste
hemos ocultado un imán. A continuación le
damos a alguien un salero lleno de limaduras de
hierro, de color negro, y le pedimos que espol-
voree la superficie del tablero. Entonces nues-
tro ayudante experimentará la sorpresa de ver
cómo las finas partículas de hierro, en vez de
distribuirse irregularmente sobre la superficie,
se organizan formando una figura ordenada,
que no debe nada al azar. En efecto, el campo
magnético del imán, aunque invisible, ordena la
distribución de las limaduras en función de las
líneas de fuerza que unen sus dos polos.

«*?r 117
Si ahora esa persona no se contenta con el esas influencias sutiles, serán infructuosos los
dibujo obtenido y lo barre con el dorso de la intentos que hagamos con el propósito de modi-
mano, para espolvorear de nuevo la mesa con ficar la parte manifiesta del fenómeno. Las mis-
otro salero conteniendo limaduras teñidas de mas pautas se repetirán incesantemente. Para
azul, las nuevas partículas se organizarán obtener u n cambio verdadero, en consecuencia,
infaliblemente siguiendo las mismas líneas de es preciso actuar sobre las causas profundas y
fuerza y se formará un dibujo muy parecido al no visibles 23 .
anterior, aunque de color azul esta vez. El campo de aplicación de esta metáfora es
En cambio, si acercamos o alejamos los inmenso, por lo muy acostumbrados que esta-
polos del imán dispuesto debajo de la mesa, o mos actualmente a proponer soluciones super-
acercamos los polos del mismo signo de dos ficiales para los problemas de fondo, de modo
imanes distintos, al instante las limaduras de que no tenemos en cuenta sino la parte mate-
hierro, sean del color que sean, cambiarán su rial, tangible y mensurable de los fenómenos
distribución reflejando la subyacente del que estudiamos. De tal manera que tanto en
campo magnético. medicina como en agricultura, educación o
política, intentamos remediar las dificultades
que se presentan actuando sobre los síntomas,
H/ste experimento que hace las delicias de tan- desatendiendo las causas profundas, de cuya
tos niños en el colegio o en casa, es una exce- existencia aquéllos no son más que reflejo apa-
lente metáfora de los fenómenos que se obser- rente.
van en numerosos dominios de la actividad Sin embargo, el campo magnético y las lima-
humana. Nos enseña, en efecto, que un aconte- duras están en cada uno de nosotros, y por eso
cimiento perfectamente visible puede obedecer nos interesa poner de manifiesto lo uno y lo
a influencias invisibles, pero no por ello menos otro. En nuestro caso, el campo magnético está
demostrables. Cuando no tengamos en cuenta formado por el conjunto de nuestras creencias.

118 ^8» m&f 1 1 9


Y no sólo las conscientes -cuestiones de reli- rendar al más alto grado es un engaño, en gran
gión, de filosofía, de las corrientes de pensa- parte, y dentro del estado de cosas actual.
miento de que somos partícipes-, sino también Engaño característico de una época que rinde
y sobre todo los apriori, los valores, las precon- culto al intelectualismo y no presta atención,
cepciones y las creencias implícitas que hemos pese a los trabajos de la psicología y el psicoa-
desarrollado en el transcurso de nuestra for- nálisis (y a u n antes, las enseñanzas de las
mación (sin verificarlas), o recibidas del en- diversas tradiciones), a todas las influencias
torno en que hemos vivido (familia, medio subconscientes e inconscientes que recibe
social, país). Se cree en unos dogmas religiosos, nuestro pensamiento supuestamente «libre». Lo
pero también en los propios fantasmas, en lo mismo que la cabeza no puede vivir separada
que le susurran a cada uno sus temores, en del cuerpo, tampoco nuestro intelecto piensa
lo que dicen de nosotros y del mundo los demás. con independencia de lo que ocurre en el cora-
Creemos en ciertas ideas políticas, en una con- zón (la afectividad) y en el organismo, ni en el
cepción determinada de la medicina, en unos plano consciente ni en el inconsciente. En otras
valores culturales y sociales, en lo que se palabras, nuestra libertad de pensamiento está
publica en los periódicos, y en muchas cosas constreñida en realidad dentro de nuestro
más, inconscientemente la mayoría de las veces
campo de creencias. Éste delimita u n espacio
excepto si emprendemos su objetivación cons-
de fronteras, no por invisibles menos infran-
ciente.
queables, más allá de las cuales el pensamiento
Nuestro «campo de creencias», como podría- no llega a aventurarse. En la película La guerra
mos llamarlo, ejerce una influencia poderosa e de las galaxias, Lucas presentaba una secuen-
incesante sobre nuestra manera de ser, sobre cia que ilustra a las mil maravillas esa relación
nuestras percepciones, y también sobre nues- entre campo de creencias y libertad de pensa-
tra manera de pensar y de amar. La «libertad de miento: algunos planetas estaban rodeados de
pensamiento» que nuestra sociedad dice reve- un escudo magnético, de manera que las naves

120 *»* «** 121


del espacio sólo podían evolucionar dentro de En quien no ha hecho el trabajo de puesta
esa esfera invisible, excepto cuando alguien al día de la malla invisible de creencias que ha
desactivaba la protección. Igualmente, las tejido dentro de él su educación, el pensa-
naves del exterior tampoco podían penetrar la miento es como u n pájaro con u n hilo atado a
frontera invisible, pero tangible. A mi modo de la pata, que sólo puede revolotear dentro de
ver es una bella metáfora de esa otra esfera en u n espacio circunscrito y limitado. Ningún
la que evolucionan nuestros pensamientos, cerebro, por brillante que sea y bien entrenado
delimitada por nuestras creencias e impermea- que esté, se halla a salvo de esas influencias
ble a las ideas ajenas a su campo de influencia. invisibles. En ciencia, en política, en econo-
Si para los poetas el pensamiento tiene alas, mía, en todas partes abundan los ejemplos de
nuestro campo de creencias es la jaula y nues- grandes «pensadores», de hombres y mujeres
tros temores sus más sólidos barrotes. No geniales cuyos trabajos exhibían no obstante
existe verdadera libertad de pensamiento sin la tendenciosidad, la limitación o la desnatu-
libertad de creencias, es decir sin una toma de ralización infligidas por unos campos de cre-
conciencia en cuanto a las creencias que encias de los que ellos no eran conscientes.
actúan en nosotros. No es necesariamente Las biografías de personajes como Darwin,
cuestión de renunciar a ellas sino, como Mendel, Einstein, Freud, Pasteur y otros
mínimo, de objetivar la influencia que ejercen muchos no dejan lugar a dudas acerca de este
sobre nosotros para no seguir siendo prisione- punto. No se les puede reprochar, en la
ros de la misma. A este efecto, también hay que medida en que ni en sus tiempos se enseñaba
vencer los temores que galvanizan esa coraza ni ahora se les enseña a los científicos el
de creencias, en el interior de cuya esfera giran conocimiento de sí mismos, lo que habría ser-
nuestros pensamientos, y que nos impiden vido para liberar a su pensamiento de esas
desactivarla a fin de explorar nuevos territo- influencias subterráneas que parasitaron sus
rios. trabajos.

122 «w *» 123
Si deseamos realizar en nuestro interior un únicamente al cerebro: pensamiento positivo,
cambio verdadero, hay que actuar sobre ese análisis intelectual del comportamiento, afir-
campo subyacente, en vez de quedarse en la maciones. Si no toca a nuestro corazón, si no
superficie de las cosas. Uno puede cambiar de tiene en cuenta las emociones, si no levanta los
trabajo, cambiar de marido o de mujer, cambiar bloqueos, si los temores continúan acechando
de país, incluso cambiar de religión, y quedarse en profundidad, si las creencias quedan en el
sin embargo con el mismo campo de creen- plano inconsciente, cualquier cambio será
cias... el cual reconstruirá a su alrededor, sin superficial y poco duradero. Por este motivo
pérdida de tiempo, la copia conforme de la son cada vez más las escuelas psicoterapéuti-
situación que uno rehuía o esperaba cambiar. cas que toman en consideración todas las
La mujer maltratada se divorcia y se busca otro dimensiones del ser humano -la espiritual, la
marido, que también la maltrata. El empleado intelectual, la afectiva y la corporal-, a fin de
acosado deja su trabajo y recala en otra obtener cambios en profundidad dentro de esos
empresa donde se reanuda el acoso. El creyente campos de creencias.
que rehuye las restricciones de su religión En la persona que se toma su tiempo para
adopta otra más exótica, pero no menos limita- realizar ese trabajo en profundidad y actuar
tiva, y así sucesivamente. En todos estos casos, sobre su propio «campo de creencias», los cam-
las limaduras de hierro han cambiado de color, bios en superficie, por el contrario, tienden a
pero no dejan de adoptar la misma configura- aparecer de manera espontánea, como u n a
ción que antes. «Cuanto más cambia uno, más consecuencia natural de las operaciones inicia-
continúa en lo mismo», como solemos decir los das en su fuero interno. Quien se transforma
franceses, indicando hasta qué punto los cam- en profundidad, modifica las relaciones que
bios que sólo afectan a lo superficial son inútiles. mantiene consigo mismo, para empezar, y luego
Hallamos ahí todas las limitaciones del tra- con sus allegados, sus mayores, sus amigos y
bajo exclusivamente consciente, el que se dirige colegas. En el transcurso de algunos años, a

124 «w «» 125
Didáctica y Epistemología Científica (LDES) de
veces en muy poco tiempo, las personas que
Ginebra, cuando la escuela aplica un barniz de
recorren esa metamorfosis interior comprueban
saber externo sobre las ideas preconcebidas de
que todo su entorno ha cambiado también,
los niños, sin tomarse la molestia de identificar
espontáneamente: nuevas oportunidades profe-
éstas ni procurar que evolucionen. Para ilus-
sionales, nuevo marco de vida, nuevas relaciones
trarlo, Giordan recuerda la noción que tiene del
con la pareja (o con la nueva pareja, según sean
los caminos que cada uno elige), sin necesidad de cuerpo h u m a n o la mayoría de los niños.
haberlo decidido o deseado conscientemente. Sucede que muchos de ellos creen que la boca
comunica con una especie de tubo, el cual se
En u n sentido general, la metáfora del bifurca en su parte inferior para evacuar por u n
campo magnético y las limaduras de hierro nos lado la «caca» y por el otro «el pipí». Como la
enseña que los cambios superficiales duran escuela no tiene en cuenta esta concepción de
menos que una capa de pintura dorada sobre las cosas, los maestros se limitan a recubrirla
una superficie no preparada para recibirla, aca- con una capa de pintura intelectual, cuando
bando por desprenderse. En el mejor de los explican a los niños el funcionamiento del apa-
casos, cuando nos imponemos ese cambio, rato digestivo (esófago, estómago, intestinos
cuando injertamos a la fuerza una forma nueva delgado y grueso, ano) que produce las heces, y
sobre un fondo que no le corresponde, tendre- luego el del sistema urinario (ríñones, vejiga,
mos la ilusión momentánea de haber logrado uretra). En sus estudios, Giordan ha mostrado
cambiar las cosas. Hasta que esa transforma- el escaso arraigo de esas explicaciones. Resulta
ción superficial se deshoja, se marchita y desa- así que muchos adultos, entre los cuales figura
parece, permitiendo ver otra vez el mismo fondo, incluso algún sanitario, cuando se les pide que
que no ha cambiado. dibujen el interior del cuerpo humano empie-
Es lo que ocurre, por ejemplo, y tal como zan por esbozar el esófago, el estómago, los
nos cuenta André Giordan 24 , del Laboratorio de intestinos... ¡y luego una división para evacuar

«?y 127
126 ^
la orina por delante y las heces por detrás! La más que un revestimiento superficial, y que en
noción infantil que nunca fue identificada, ni el fondo seguían practicando la religión de sus
discutida, ni puesta en tela de juicio, sale de antepasados. Bajo las apariencias cristianas
nuevo a flote años más tarde, por entre las grie- continuaban venerando a sus propios dioses
tas del revestimiento intelectual. En cambio, el aztecas. Las «limaduras cristianas» no habían
sistema de enseñanza propuesto por André cambiado para nada el «imán azteca»; es decir,
Giordan y su equipo parte de las concepciones el campo de creencias que aquellas gentes
que tienen los niños para estimular su evolu- seguían profesando en su fuero interno.
ción: el saber deja de ser algo que se aplica
exteriormente y se asimila por vía interna, De manera análoga, las tentativas realiza-
como las plantas cuando absorben el agua y das en varios países del mundo en el sentido de
desarrollan sus propias hojas a partir de lo que imponer la democracia a unas poblaciones que
hemos puesto a su disposición. han vivido largos años bajo regímenes totali-
tarios, producen resultados bastante medio-
Otro ejemplo: hace algunos decenios se cres c u a n d o dichas poblaciones no h a n
derrumbó un antiguo crucifijo en una iglesia de recorrido previamente el trayecto interior
México. Este incidente reveló que debajo de la correspondiente a esa forma política. No se le
imagen cristiana se ocultaba u n a divinidad augura una duración estable al «motivo demo-
azteca. Más tarde se descubrió el mismo fenó- crático» -la armonización de la estructura polí-
meno en otros muchos crucifijos de la época. tica- sino en los países donde las mentalidades
Obligados a adoptar una religión que no era la y el funcionamiento de la sociedad han ido
suya, los habitantes del antiguo México disi- evolucionando progresivamente hacia estos
mularon sus verdaderas creencias bajo la modos. Tanto la regresión democrática ocu-
forma que se les imponía. Es decir, demostra- rrida en Rusia, y que continúa en el momento
ron de la manera más literal que aquello no era de escribir estas líneas, como las considerables

128 *»* <sm 129


dificultades que Estados Unidos encuentra Las creencias no pertenecen al orden intelec-
para llevar la democracia a Iraq, son ejemplos tual, sino que tienen mucho de emocional e
típicos de un intento mal aconsejado de reorga- irracional. Por tanto, el raciocinio no suele ser
nizar superficialmente la estructura política de suficiente para domesticarlas. Es verdad que a
un país. Para lo cual habría sido previamente veces se logra que alguien cambie de opinión,
necesario -y es una empresa que exige mucho cuando ya no consigue oponer el menor argu-
tiempo- tutelar a las poblaciones de estos paí- mento frente a nuestra batería de razones. Pero
ses, dándoles la posibilidad de evolucionar en ¿por cuánto tiempo...? Apenas le demos la
su conciencia social y política hasta el nivel espalda, nuestro interlocutor retornará a sus
correspondiente al espíritu democrático. En creencias anteriores, a las que se unirá la anti-
Biología se dice que «la función crea el órgano». patía o el aborrecimiento que nos tendrá por
No sería mala idea inspirarse en este principio haberlo anonadado con nuestra sapiencia.
cuando queremos intervenir sobre el cuerpo Si no tenemos en cuenta este funciona-
social de un país, para no tratar de implantarle miento, nos exponemos a cometer muchos
organismos democráticos antes de que haya errores, torpezas y desaguisados. En política,
evolucionado su funcionamiento hacia la demo- por ejemplo, algunos creen posible oponer
cracia. mejores argumentos a los de los partidos popu-
listas o extremistas, de manera que persuadan
En cualquier ámbito, a menudo queremos a los seguidores de estos credos y les haga cam-
persuadirnos de que basta bombardear a biar su voto a la hora de las elecciones. O, peor
alguien con argumentos, con datos objetivos, aún, cuando se piensa que ridiculizando a esos
con pruebas convincentes -es decir, afirmar, en electores, menospreciándolos y condenándolos
suma, nuestra superioridad intelectual- para de mil maneras se conseguirá que cambien de
que cambie de opinión y adopte la que desea- bandería. En realidad sucede todo lo contrario:
mos imponerle. La realidad es muy distinta. cuando la gente se siente atacada, tiende a

130 ^ *«* 131


hacer pina y se reafirma en sus convicciones. pletamente aislados de las realidades de sus
Mientras tanto, nadie identifica ni tiene en conciudadanos. Sin embargo, el planteamiento
cuenta cuáles son sus aspiraciones, sus nece- de Gandhi tropezó también con sus propios
sidades, sus temores, los factores determinan- límites: la no violencia tampoco se le puede
tes profundos que explican su adhesión a tal imponer superficialmente al comportamiento
programa político o tal ideología. En estas con- del individuo. Es menester que sea el reflejo
diciones, el resto de los partidos no propone exterior de u n a transformación íntima. Las
ninguna alternativa para satisfacer esas nece- actitudes postizas no perduran. Y por cierto
sidades, para disipar esos temores ni para res- que ese postulado puede generalizarse a ciertos
ponder a esos interrogantes profundos. métodos «no violentos» que enseñan cómo con-
Barrer con u n gesto desdeñoso las convic- ducirse y qué formulaciones utilizar para comu-
ciones políticas del prójimo sin tratar de com- nicarse armoniosamente con los demás, pero sin
prender el campo subyacente que ellas reflejan, actuar sobre el lado oscuro del individuo, que es
es una estrategia ineficaz, como lo demuestran de donde emana su violencia. Así se produce el
los resultados crecientes de los partidos de resultado paradójico de que algunos adeptos de
extrema derecha a pesar de (o precisamente esos métodos se manifiestan con una violencia
gracias a) las campañas denigratorias que se inaudita en su práctica de la no violencia.
dirigen contra ellos. Por el contrario, la fuerza Tomemos un último ejemplo de esta metá-
de un Gandhi consistió en tomarse el tiempo fora del imán y las limaduras: el de Estados
necesario para conocer en profundidad el pue- Unidos. El dinamismo mesiánico que presidió
blo de la India - s u s anhelos, sus sufrimientos, la formación de la sociedad estadounidense, y
sus aspiraciones, etc.- antes de elaborar una la misión de la que este país invariablemente se
estrategia política que tuviese en cuenta todo considera portador, en la actualidad siguen
eso, y mientras el resto de los líderes políticos influyendo sobre el papel que pretende desem-
indios mantenía discursos intelectuales com- peñar en el mundo. Si dejamos a un lado ese

132 ^ wer 133


trasfondo religioso, nos privamos de la posibili- ha propagado durante mucho tiempo la idea de
dad de entender qué es lo que determina las que las identidades masculina y femenina no
líneas maestras de la relación de Estados Uni- son más que arquetipos sociales, y que no tie-
dos consigo mismo y con el resto del planeta. nen nada innato ni biológico. O, dicho de otro
Para empezar, no creamos que u n a s nuevas modo, que la identidad sexual sería lo superfi-
elecciones, que u n nuevo presidente o u n a cial, como las limaduras, no lo fundamental,
nueva Administración puedan acarrear u n como el imán. Por tanto, según las feministas,
cambio verdadero y profundo en la política bastará proporcionar exactamente la misma
estadounidense. Sería como creer, continuando educación a niños y niñas para que se desarro-
con nuestra metáfora, que al cambiar las lima- llen de una manera idéntica, podríamos decir
duras de hierro por otras de color diferente va andrógina. De manera similar, los seguidores de
a formarse una figura distinta. La evidencia nos estas teorías estaban convencidos de que edu-
recuerda todos los días que no ocurre así, y que cando a un menor en una línea deliberadamente
el dibujo sigue siendo el mismo aunque haya orientada hacia determinado sexo, sería posible
cambiado su color político. desarrollar en él la identidad correspondiente, e
inhibir la otra, con independencia de si al principio
En u n a obra reciente sobre las diferen- era niño o niña.
cias entre los sexos, Taking Sex Differences Numerosos hechos y experiencias, que en la
Seriously, de Steven E. Rhoads [Tomarse en obra de Rhoads se enumeran en detalle,
seño las diferencias de sexo, Encounter Books, demuestran con claridad lo contrario. Es decir,
2004), encuentro inesperadamente otra ilustra- que desde el nacimiento los pequeños mues-
ción del principio del imán y las limaduras de tran comportamientos innegablemente mascu-
hierro. El autor explica en sus páginas que el linos o femeninos, y que éstos se mantienen
feminismo, considerado como reacción frente a con independencia de la educación que reciban
los excesos de la sociedad machista de antaño, luego. Rhoads cita el caso de unos gemelos,

134 i^s» use? 135


uno de los cuales sufrió un error médico en la En términos más generales, esta metáfora
circuncisión y fue necesario amputarle el pene, nos permite comprender cómo una visión mate-
y por último castrarlo. En vista de lo cual los rialista y superficial del mundo nos expone a
progenitores adoptaron la versión femenina de meternos en una vía muerta, por cuanto nos
su nombre y recibió la educación que normal- incita a ignorar los factores determinantes pro-
mente se daba a las niñas hacia comienzos de fundos u ocultos de los numerosos problemas
la década de 1960. Sin embargo, el experimento sobre los cuales pretendemos actuar. Con ese
fue u n sonado fracaso. El niño siguió mos- planteamiento, los efectos de las soluciones
trando comportamientos típicamente masculi- propuestas no pueden ser sino superficiales
nos, recuperó su nombre de pila inicial tan también, y por tanto efímeros. Bien se trate de
pronto como le fue posible, y algún tiempo des- los grandes retos ecológicos a que nos enfren-
pués se casó con una mujer. Otros experimen- tamos hoy, de la violencia, del hambre en el
tos realizados por madres muy feministas, que mundo, del desequilibrio Norte-Sur, o de los
intentaron criar a sus hijos varones sin darles problemas de la educación y de la escuela, la
juguetes bélicos (como revólveres, arcos o fusi- mayor parte de las soluciones que se propo-
les), absteniéndose de estimular su agresividad nen se plantean modificar el dibujo de las
y su espíritu competitivo con la intención de limaduras, es decir cambiar la parte aparente
que prevaleciese la naturaleza supuestamente de esas cuestiones. Lo que digo puede parecer
andrógina, también fracasaron y pusieron de u n a generalización precipitada y excesiva,
manifiesto, por el contrario, la naturaleza pero es verdad. Tras la diversidad y la com-
innata de las características de género. No se plejidad de esos problemas, está en tela de jui-
obtiene un chico espolvoreando a u n a chica cio el modo de funcionamiento del psiquismo
con «limaduras» masculinas, y viceversa, no se humano, es decir nuestras maneras de amar y
convierte a u n chico en chica obligándole a de pensar, y especialmente las relaciones que
adoptar comportamientos femeninos 25 . se establecen entre nuestro corazón y nuestro

136 *»» ves 137


intelecto, así como entre lo inconsciente y lo
polos magnéticos producirá siempre igual dis-
consciente.
tribución de las limaduras de hierro. Por tanto,
Miremos a nuestro alrededor. Todas las
la intervención de otro pensamiento diferente
cosas que nos rodean, desde una casa hasta
es necesaria, pero no suficiente: debe cambiar
una figurilla de porcelana, desde un ordenador
también la relación entre nuestros pensamien-
hasta una taza, desde una carretera hasta un
tos y nuestros sentimientos, entre lo consciente
poste del teléfono, han sido deseadas y pensa-
y lo inconsciente, entre esos dos polos de nues-
das antes de que fuesen fabricadas. Es u n a
tra naturaleza que son los progenitores de
evidencia que olvidamos a menudo: estamos
nuestros actos y de nuestras realizaciones
rodeados de deseos y de pensamientos mate-
materiales.
rializados. Incluso nuestras leyes, nuestros
Esa nueva relación se caracteriza principal-
derechos, nuestros valores, esos elementos
mente por la toma en consideración de esa
más inmateriales que tanto influyen sobre
dimensión femenina, oculta, sutil, que inter-
nuestra existencia individual y colectiva, en un
viene siempre en nuestras actividades, lo mismo
principio fueron concebidos por el pensamiento
si nos damos cuenta de ello como si no. El imán
y criados por el sentimiento. Lo cual significa
se ve, las limaduras también, pero el campo
que las crisis y las dificultades mundiales que
magnético no. Una idea puede ser expresada, y
se nos plantean hoy, cualesquiera que sean los
su realización es perceptible, pero el deseo, los
modos de su materialización en nuestra vida,
sentimientos que hicieron posible el paso de lo
tienen su origen en una determinada manera
uno a lo otro, no son visibles. Sin ellos, sin
de pensar influida, conscientemente o no, por
embargo, la idea habría permanecido estéril,
una coloración afectiva que aquélla reviste.
como una semilla que no puede germinar pri-
Decía Einstein que la solución a un pro-
vada de agua. El intelecto, por brillante que
blema no puede provenir de la misma mente
sea, no engendra nada sin la energía nutricia
que lo planteó. Una misma disposición de los
del corazón, del sentimiento, de la pasión, del

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deseo. Sólo se realizan los proyectos que han demasiada frecuencia, que la mujer no consi-
encontrado un corazón en donde establecerse y gue abrirse paso en el mundo moderno sino
cobrar forma, por lo general, después de un cuando adopta actitudes masculinas, y que las
período inicial de oscuridad protectora y emociones y los sentimientos no adquieren
fecunda. carta de ciudadanía sino racionalizándolos,
La figura que adoptan las limaduras sólo aderezándolos con la salsa intelectual. Sería
cambia cuando modificamos la disposición del preciso que la paridad se realizase, antes todo,
imán, aumentando o reduciendo el entrehierro, en nuestro fuero interno. Lo que significa ree-
acercándolo o alejándolo con respecto al quilibrar el intelecto y la afectividad. Y también
soporte donde se extienden las limaduras. En implica conocer mejor, dentro de nosotros mis-
el plano simbólico, los cambios auténticos y mos, las relaciones que existen entre lo cons-
profundos en las obras humanas dependen de ciente y lo inconsciente, entre la luz y las som-
la relación entre corazón e intelecto. La «guerra bras, entre el alma y el cuerpo. Mientras
de los sexos», el eterno conflicto hombre-mujer, sigamos ignorando o menospreciando cualquier
no es más que la reproducción exterior del con- componente de estas dualidades internas,
flicto que enfrenta a la cabeza con el corazón pagaremos el precio de esos desequilibrios en
dentro de cada uno de nosotros, y que se refleja nuestro ser y en nuestra circunstancia, como
en todo lo que hacemos exteriormente. Hoy vamos comprobando todos los días.
nuestra sociedad pretende haber abierto gran-
des espacios a las mujeres, pero ¿se hace algo Sin embargo, el cambio verdadero y pro-
para que la escuela no desarrolle sólo el inte- fundo ha comenzado ya, y está cobrando ampli-
lecto, sino también el corazón, la feminidad tud. El desarrollo personal, la psicoterapia, los
interior...? ¿Qué lugar concedemos a las emo- diversos métodos de comunicación van conce-
ciones, a los sentimientos, en la escuela, en el diéndole al corazón el lugar y la significación
trabajo y en todas partes? Sucede así, con que le corresponden. La espiritualidad, presen-

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tada bajo múltiples formas que son u n buen cuarta parte de la población ha recibido ya la
remedio contra el pensamiento único, conoce influencia de esa evolución. Esta vez sí se ha
un interés renovado tras largos años de ser cambiado ante todo el imán, obrando en pro-
arrojada erróneamente junto con el agua (¿ben- fundidad. Y aunque las formas antiguas, algo
dita?) de la bañera de la religión. Cada vez son fosilizadas, opongan resistencia a las nuevas
más numerosas las personas que leen revistas corrientes que las atraviesan, a largo plazo es
o libros, escuchan emisiones, asisten a confe- inevitable su desaparición gradual, y la susti-
rencias o siguen cursillos donde aprenden a tución por estructuras nuevas en resonancia
conocer lo «magnético», lo femenino, el corazón, con esos cambios profundos 27 .
lo oculto. Y comprobamos, sin sorprendernos
demasiado a decir verdad, que esas personas Por tanto, podemos utilizar la alegoría del
que trabajan las polaridades interiores -inte- imán y de las limaduras como un interesante
lecto / afectividad, consciente / inconsciente, filtro para ver lo que pasa dentro y alrededor de
espíritu/cuerpo- son las mismas que promue- nosotros. Nos sugiere que no nos detengamos
ven nuevos planteamientos en educación, en en las apariencias, en la superficie de las cosas.
medicina, en agricultura, en las ciencias natu- Que nos retrotraigamos a las causas primeras.
rales y en otros muchos dominios de la activi- Que actuemos sobre los determinantes profun-
dad humana. El cambio interior se refleja y se dos de lo que nos proponemos cambiar -en
traduce en lo exterior. Así va apareciendo pro- nosotros mismos, o en el m u n d o - en vez de
gresivamente una nueva cultura o, mejor dicho, dilapidar nuestro tiempo y nuestras energías
muchas culturas nuevas, en plural, como seña- modificando las formas, cuya ordenación res-
lan Paul H. Ray y Sherry Ruth Anderson en su ponde de todos modos a u n a s influencias
obra L'émergence des créatifs culturéis (El sur- ocultas.
gir de los creativos culturales)26. Según estos A mi modo de ver, uno de los denominado-
autores, en los países occidentales más de la res comunes de la evolución h u m a n a desde

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hace más de un siglo es precisamente que la y la entonación. Hemos enviado satélites a
atención se haya vuelto hacia la cara oculta de fotografiar la cara oculta de la Luna. Los bió-
la realidad, la que no captan nuestros sentidos, logos han revelado la influencia olfativa de
pero cuyo papel e influencia no pueden pasarse ciertas hormonas en dosis moleculares que
por alto. Freud, por ejemplo, pone de mani- escapan por completo a nuestra percepción
fiesto la noción de inconsciente, la parte oculta consciente, pero que no por ello resultan
del psiquismo. Pierre y Marie Curie abren las menos determinantes en nuestros comporta-
puertas al estudio de la radiactividad en Física. mientos.
Se ha revelado también la existencia de múlti- Día tras día vamos descubriendo que el
ples ondas, en las que se basa el funciona- mundo es mucho más que materia, mucho más
miento de muchos aparatos ya familiares para que lo que nuestros cinco sentidos nos permi-
nosotros: la radio, la televisión, el teléfono ten percibir. La vista no capta más que una
móvil, el radar, el sonar. Un biólogo inglés, banda muy limitada del espectro lumínico, tal
Rupert Sheldrake, ha postulado la existencia como el aparato auditivo sólo oye una parte de
de los «campos morfogenéticos», de naturaleza las frecuencias sonoras. Millones de informa-
y tipo de energía aún desconocidos, para expli- ciones que circulan en todo momento por el
car cómo se crea la forma específica de cada ser universo escapan a nuestros cinco sentidos, y
vivo (cuestión aún no resuelta en Biología), y sin embargo desempeñan un papel crucial en el
más allá de eso, cómo entre los animales y los funcionamiento del mundo sensible.
humanos se transmiten ciertas destrezas Cabe pensar que el mundo físico no sea más
aprendidas entre el primer individuo y el resto que la parte más densa, más compacta, de una
de la especie. Los estudiosos de la comunica- realidad que apenas hemos comenzado a explo-
ción han descubierto la gran importancia de lo rar. Así nos lo venían sugiriendo las diversas
no verbal, de lo que no se expresa con pala- tradiciones espirituales de los cinco continen-
bras sino por medio de la mirada, las posturas tes. Y tal como el vapor, al enfriarse, primero se

1 4 4 -^m¡> ^ 145
convierte en agua y luego en hielo, que es u n La metáfora del imán, cuyo poder aparente-
sólido, quizá la materia no sea más que u n a mente mágico fascina a los pequeños, nos
condensación de energías sutiles -lo espiritual, invita a explorar las dimensiones no visibles de
lo pensado, lo sentido- cuyo alcance sólo la realidad, así como a aprender cómo se crea
hemos empezado a captar. en los planos sutiles aquello que desearíamos
Ayer actuábamos sobre el mundo mediante ver luego manifiesto en el mundo físico.
la fuerza física, construyendo, esculpiendo, tra-
bajando la materia. Hoy, cuando las informa-
ciones circulan por Internet, invisibles impul-
sos eléctricos afectan ya a la vida de millones de
personas. Mañana, u n mejor conocimiento de
la potencia creadora y formativa del pensa-
miento y del sentimiento, así como de las facul-
tades espirituales del hombre, suscitará otras
evoluciones más espectaculares todavía. Los
valores éticos, tan difícilmente respetados en
u n mundo en donde todo parece disperso y
sometido a las leyes del azar y de la muerte, tal
vez serán mañana evidencias clarísimas para
todos, cuando hayamos desarrollado la con-
ciencia de la unidad de lo viviente y de u n a
energía que, tal como el campo magnético sigue
existiendo aunque retiremos las limaduras,
sobrevive a la destrucción de los cuerpos y a las
formas efímeras.

146 ^ «s«r 147


- 6 -

G\ \\uavo, el pollo...
y \a tortilla! de la cascara
a\ esqueleto
Xl/n el huevo, lo exterior es duro (la cascara) y
lo interior es blando (la clara y la yema). Con su
dureza, la cascara evita que el contenido líquido
se derrame antes de que el embrión haya com-
pletado su desarrollo dentro de aquélla.
Si se incuba como es debido, bañado de
calor, el huevo hará posible que su contenido
se organice progresivamente.
Cuando el embrión se haya desarrollado
por completo dentro de la cascara, y conver-
tido en pollo, comprobaremos que lo interior
es duro (el esqueleto) y lo exterior es blando
(la carne y las plumas). Una vez adquirida esa
solidez interior, que le permite prescindir de la

*» 151
protección, el pollo puede romper la cascara, mos que romperla puesto que ya no la necesi-
librarse de ese entorno limitado que ha dejado taremos, supuesto que hayamos adquirido
de ser útil, y que resultaría sofocante si se pro- nuestra fuerza interior propia. Los códigos reli-
longase la permanencia en él. giosos y morales, por ejemplo, que heredamos
Al romper la cascara, el pollo demuestra en el transcurso de nuestra educación, debe-
que ha completado su desarrollo, que ha inte- rían servir para desarrollar la «columna verte-
riorizado en su esqueleto la rigidez que carac- bral» de la «firmeza» moral y espiritual, según la
terizaba la envoltura exterior del huevo. analogía corriente. Una vez construido ese
esqueleto interior, el individuo ya sabe cómo
comportarse, sin más necesidad de andaderas
Ei paso del huevo al pollo es u n a metáfora ni muletas. Nuestra «firmeza» deriva de lo que
interesante de otras muchas transformaciones nosotros mismos somos, no del temor a la auto-
que afectan a los humanos. La cascara del ridad, ni a las limitaciones que se nos impon-
huevo es un elocuente símbolo de las estructu- gan exteriormente, las leyes, las reglas, los
ras en cuyo seno se crían los niños. Es decir, el códigos morales 28 .
marco (o el recinto) familiar, escolar, social, reli- El individuo que en el seno del huevo fami-
gioso y político en el que nos desarrollamos. liar o social ha sabido desarrollar su propio
Durante los años de formación, ese marco nos esqueleto, su osamenta psíquica y espiritual,
es necesario para estructurarnos, para cons- sus valores, deja de necesitar la cascara
truirnos. Necesitamos esos límites, al igual que impuesta y puede romperla libremente. En ade-
necesitamos, como el huevo, u n calor -amo- lante hallará dentro de sí mismo las fuerzas y
roso, en términos simbólicos- para que se desa- los apoyos que le permitirán mantenerse «recto»
rrolle nuestro potencial. y no caer a la primera oportunidad (o, en su
La cascara, sin embargo, sólo es útil caso, levantarse en seguida). Incluso cuando
durante cierto tiempo. En su momento, tendre- todas las estructuras sociales se hundan a su

152 «w *» 153
alrededor, en medio de la anarquía, del caos o Pero no todos los huevos de gallina dan
de la guerra, e incluso aunque no corra ningún lugar a un pollo, como se sabe. Si la cascara se
peligro de ser «pillado en falta» si hace algún rompe prematuramente, el contenido no habrá
daño, esa persona seguirá comportándose tenido tiempo para formarse y se vierte y des-
igual, porque su comportamiento le viene dic- parrama. Así es como se hacen las tortillas o los
tado desde el interior, y sus propios valores le huevos revueltos. En el plano humano se
reconfortan. Hasta puede ocurrir -especialmente observa lo mismo, especialmente en lo que con-
en nuestros días- que estos individuos provistos cierne a los fenómenos colectivos. Hubo «torti-
de un espinazo moral posean valores más sóli- lla social» en mayo del 68, con la liberación
dos y más resistentes que los del ambiente que consiguiente. Al romper la cascara social exce-
los rodea. Sucede entonces que los allegados, la sivamente rígida de la época, los líderes de
familia, el entorno profesional, buscan apoyo en aquel movimiento abrieron u n a brecha por
esas personalidades... cuando no les echan en donde se desparramaron muchos, algunos de
cara la rectitud y la solidez de sus convicciones. ellos portadores de nuevos valores, pero tam-
Digamos también, de paso, que en todas las bién otros cuyo desarrollo interior no necesa-
épocas, lo mejor de la evolución social se debe riamente había alcanzado un nivel suficiente. Y
a estos individuos dueños de una fuerza inte- lo más lamentable fue que esa generación, tal
rior que les permite romper las cascaras exte- vez agotada por la lucha que condujo a la rup-
riores de su tiempo, al reconocerlas como inú- tura de las sujeciones sociopolíticas y religio-
tiles, y proponer a las generaciones siguientes sas, no supo o no pudo proponer a la siguiente
nuevos modelos de organización social, política u n a cascara mejor adaptada. Creyó posible
o profesional... en espera de que éstos sean prescindir de eso por completo, y saltarse una
rotos a su vez por las nuevas «puestas», cuando etapa, de la que sólo veía el aspecto restrictivo,
nazcan de ellas los nuevos pollos. desconociendo la dimensión formativa. El
resultado fue una «generación tortilla», a la que

154 ^ «sser 1 5 5
luego vimos buscando con desesperación unas concreto para desarrollarse, madurar, romper
referencias formativas, unos esquemas estruc- la cascara y nacer. Cuando las condiciones no
turales, unas veces a través de los enfrenta- son favorables, cuando el desarrollo se inte-
mientos con la policía, y otras afiliándose a rrumpe, esa cascara será su ataúd, de donde
bandas o sectas de todo tipo. no saldrá nunca, o lo hará muerto en todo caso.
Tras u n a generación de niños-reyes, de Lo mismo pasa cuando las estructuras educa-
niños-déspotas, como titulaban reiteradamente tivas, sociales o políticas no responden a la
las revistas, asistimos al retorno de la autori- misión que tenemos derecho a exigir de ellas.
dad en la familia y en la escuela, acompañada Algunas, como los sistemas totalitarios, procu-
de un «permitido prohibir». Es u n cambio toda- ran más bien sofocar toda posibilidad de evolu-
vía tímido, porque viene vinculado a u n a ción, de cambio y de maduración en su seno.
dudosa recuperación política (¿o es que la auto- Otras, sin ser necesariamente tan deletéreas,
ridad es inseparable de la derecha?). Pero simplemente no ofrecen a quienes viven dentro
¿queda resuelto el problema con eso? No lo veo calor suficiente para que puedan desarrollarse
tan seguro. En la Historia hay muchos ejem- y madurar. También las hay que nunca han
plos de esas oscilaciones del péndulo entre sido fecundadas por ese germen que le trans-
posiciones extremas, sin que se encuentre mite al huevo su esquema de desarrollo y que
nunca un justo equilibrio. La «tortilla social» es orienta su potencial a la realización de un ser
uno de esos extremos. El otro, hablando en tér- completo. De manera similar, algunas socieda-
minos simbólicos, es el huevo con cascara y des se cierran herméticamente a todo pensa-
rebozado de cemento. miento nuevo, a los gérmenes de nuevas ideas,
Si la explosión de mayo del 68 fue tan al aliento espiritual que podría revitalizar sus
intensa, ello se debió a que la rigidez del huevo posibilidades latentes. Tales sociedades son
social revestía entonces proporciones mortífe- estériles, espiritualmente hablando: «funcio-
ras. Un pollo, en efecto, dispone de u n tiempo nan», hacen ruido, pero han dejado de crear, de

156 ^ ^ 157
regenerarse, y, sin ser conscientes de ello Otra noción importante que se encuentra en
siquiera, muchas veces han enfilado ya el la metáfora del huevo y el pollo: la de la alter-
camino de su decadencia. nancia entre los ciclos de creación y destruc-
Al igual que ocurre en cierto tipo de enfer- ción. Si no se destruye la cascara, el pollo no
medades, en las que el cuerpo no acierta a dis- nace. Y si la nueva generación ya adulta, de
tinguir entre los gérmenes nocivos atacantes y gallos y gallinas, no fertiliza a su vez una nueva
sus propias «tropas», volviendo contra sí mismo progenie, faltará la próxima puesta. Pero, como
la defensa inmunitaria, tampoco el cuerpo ya hemos tenido ocasión de mencionar, la
social francés sabe ya realizar la distinción sociedad occidental moderna rechaza la muerte
entre las organizaciones o las ideas sectarias, y y tiene, en general, una visión negativa de los
esos otros organismos y conceptos que quieren procesos destructores, que son, sin embargo,
aportar u n aire nuevo, y que podrían enrique- indispensables para toda nueva creación. Ello
cer a toda la sociedad. El huevo social se encie- se observa, por ejemplo, en el encarnizamiento
rra en sí mismo, se reviste de hormigón armado que demostramos con las personas en estado
y, temeroso de verse «infiltrado» por algún ger- terminal, con desprecio de la calidad de vida
men destructor, se cierra a la posibilidad de ser muchas veces, e incluso de la simple humani-
fecundado por las nuevas ideas. dad. Pero también se manifiesta en la fosiliza-
El paso del huevo al pollo, por tanto, no está ción del pasado, disfrazada comúnmente de
sistemáticamente asegurado, y requiere u n a interés arqueológico o de afanes de conserva-
coyuntura de factores favorables. Según el ción del patrimonio cultural. Estos pretextos
estado de la cascara, la temperatura ambiente han cobrado hoy día dimensiones patológicas.
y la presencia o ausencia de u n germen, el ¡Lejos de mí la idea de hacer tabla rasa del
huevo actualizará o no al pollo, cuyo potencial pasado y destruir todas las cosas antiguas!
estaba contenido en él. Entre las riquezas de la humanidad destacan
las culturas y los patrimonios cuyas huellas

m&f 159
158 ***
importa conservar... mientras ello sea razona- Para ilustrar lo dicho citaré u n caso ocu-
blemente posible. Pero, ¿lo es siempre? ¿No rrido hará veintitantos años en Ladakh-Zans-
hay también una especie de encarnizamiento kar, u n pequeño país budista (tibetano) del
terapéutico en relación con las obras huma- norte de la India. Una fundación europea des-
nas? cubrió allí, en u n templo encaramado entre
La catedral de México D. F., por ejemplo, montañas, u n a magnífica y gigantesca estatua
está virtualmente difunta y sólo se sostiene a de Buda. Era muy antigua y empezaba a sufrir
fuerza de enormes andamios. ¿Tiene sentido u n serio deterioro. Según el dictamen de los
eso? Al mismo tiempo vemos que muchos se miembros de la fundación, precisaba de una
rasgan las vestiduras ante el mínimo intento de restauración urgente. Se reunieron los fondos
derribar el menor edificio viejo (ni siquiera anti- necesarios, que fueron remitidos al monasterio
guo) para levantar en su lugar alguna obra en cuestión. Los monjes aceptaron el dinero y
nueva. Se gastan fortunas en preservar de la se apresuraron... a demoler la estatua vieja de
ruina del tiempo unas obras que ya superaron Buda para entronizar en su lugar otra del
con mucho el que tenían derecho a esperar... mismo tamaño, ¡y con los colores más frescos!
cuando esas mismas inversiones podrían servir En efecto, la noción de impermanencia es uno
para alimentar creaciones nuevas, o responder de los conceptos básicos del budismo: nada
a necesidades totalmente actuales, sociales, permanece eternamente igual, todo cambia,
ecológicas u otras. Hay en esas actitudes u n todo se transforma y todo muere y renace.
cierto rechazo frente a la vejez, al deterioro, a la ¿Para qué conservar una estatua vieja? ¿Qué
muerte... que paradójicamente se vuelve letal a justificación tenía ese apego, puesto que otra
su vez, por cuanto se opone a la renovación, al nueva serviría para las mismas funciones?
reciclaje, a la regeneración que pasan necesa- Esta historia ilustra de un modo casi cari-
riamente por el proceso de destrucción-crea- caturesco las diferencias de mentalidad entre
ción de una nueva vida. u n a sociedad materialista que rechaza la

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muerte, y una sociedad espiritualista que com- eos- a la luz de nuestra incapacidad para rom-
prende los ciclos eternos de la creación y de la per las cascaras viejas a fin de que nazcan for-
destrucción, de la vida y de la muerte. mas nuevas. Éstas se ahogan entonces dentro
de u n huevo cada vez más petrificado. A lo
Aparte las cuestiones de arqueología y con- mejor deberíamos señalar una fecha de caduci-
servación del patrimonio, nuestra actitud ante dad a los sistemas que ponemos en pie, como se
la muerte también condiciona la vida y la hace con los productos alimenticios. De manera
muerte de las estructuras sociales, políticas, que, cuando hubiesen rebasado su período de
económicas o pedagógicas que hemos implan- utilidad, fuese posible desmontarlos fácilmente
tado. Obsesionados por el crecimiento y el y reemplazarlos por otros más adaptados.
desarrollo, ya no sabemos destruir. Nuestra Si bien ésa sería en efecto una buena solu-
sociedad crece así como un tumor canceroso ción, en realidad no es indispensable para que
que prolifera cada vez más, en detrimento del las cosas evolucionen a pesar de todo. Nada
organismo (es decir, en nuestro caso, de nues- puede oponerse al cambio por demasiado
tro medio ambiente natural y social). No más tiempo, porque la vida misma es cambio, y sin
muerte, no más destrucción. Ni tampoco más él ninguna vida sería posible. La única elección
regeneración auténtica: se contentan con una auténtica que tenemos se refiere a la manera de
rehabilitación formal para hacer creer que algo efectuar los cambios necesarios: con suavidad,
ha cambiado, como si pintaran un pollo sobre de manera constructiva... o brutalmente, por la
la cascara de u n huevo para transmitir la apa- ruptura y la violencia. Cuando rehusamos la
riencia de que hubiese nacido. muerte y la destrucción de las cosas cuyo plazo
Podemos, por tanto, leer algunas de las cri- está vencido, cuando nos oponemos al cambio
sis actuales -la del sistema educativo nacional, y pretendemos inmovilizar el statu quo, no
la de la indiferencia cada vez mayor por la cosa hacemos más que predisponer transformacio-
política, las de los diversos conflictos económi- nes brutales y violentas. En estas condiciones,

1 6 2 >§•* «ejr 163


nos arriesgamos u n a vez más a pasar de u n
extremo al otro, de u n desequilibrio a otro,
alternando entre «tortilla» y «huevo petrificado», - 7 -
entre laxismo y autoritarismo rígido, en vez de
procurar la sintonía con los ciclos de la vida y
la muerte que rigen todas las cosas. Desde el
nacimiento de un sistema o creación hay que
La víbora de Quintos: medio
prever el deterioro y el final que no pueden
dejar de experimentar, llegado el momento. Es
ex+eHo^ y fuerza tateHor
así que la metáfora del huevo reviste un carác-
ter cíclico -huevo, pollo, huevo, pollo, huevo,
pollo, etc.-, lo cual nos recuerda que la vida
funciona por ciclos en todos los niveles, y no de
la manera lineal con que nosotros vemos las
cosas por influencia de la mentalidad raciona-
lista. Tampoco la Historia es como una recta
ascendente dibujada entre la abscisa y la orde-
nada, que partiese de la prehistoria para llevar-
nos a un porvenir radiante. Es una espiral en la
que alternan sin cesar el día y la noche, vera-
nos e inviernos, construcción y destrucción,
auge y decadencia, conflictos y paz, inspirar y
expirar. Toda tentativa por nuestra parte de
suprimir un elemento de estas dualidades, está
condenado al fracaso y rompe... los huevos.

164 ^
H / l biólogo Rene Quinten (1867-1925), padre
de la talasoterapia y también de la aviación civil
francesa, y el héroe de guerra más condecorado
de la Historia de Francia, fue u n individuo
fuera de lo común en muchos sentidos 29 . Como
Pasteur, no era médico pero u n día tuvo u n a
intuición extraordinaria, que le hizo descubrir
la aplicación del agua de mar a fines terapéuti-
cos (bajo una forma especial llamada «plasma
de Quinten», que ha salvado la vida a cientos de
miles de personas).
Los azares a veces incomprensibles de la
Historia han determinado que este personaje,
más conocido que Pasteur en su época y consi-

gas? 167
derado como un bienhechor de la humanidad, Al observarlo, Quinton se hizo la conside-
haya quedado casi olvidado en nuestros días. ración siguiente: «La vida no creó a la víbora
El plasma marino se utiliza sólo en veterinaria, para que estuviera letárgica y entumecida. Si
pese a representar un recurso terapéutico sin hoy es así, ello se debe a que la especie apare-
igual en medicina humana. ció en una época en que siempre hacía calor
A esta intuición asombrosa de Quinton en la Tierra, en cuyas condiciones la vitalidad
dedicaremos el presente capítulo, porque del reptil se expresaría de manera óptima.»
aparte sus aplicaciones médicas, de por sí fas- Basándose en esta primera intuición, ela-
cinantes, es también portadora de ricas ense- boró la asombrosa teoría sobre la evolución
ñanzas, metafóricamente hablando. de las especies zoológicas en la superficie de
nuestro planeta que se resume aquí.
Las formas de vida más primitivas apare-
V^ierto día de otoño, mientras paseaba por el cieron en los océanos cuando éstos se halla-
bosque, Rene Quinton se tropezó con una ban a una temperatura de alrededor de 43°,
víbora. Había refrescado mucho para la esta- cuando la Tierra, que había sido en su origen
ción en que se hallaban, y de acuerdo con la una bola de fuego, se había enfriado ya consi-
temperatura ambiente, aquel reptil que en prin- derablemente. La Tierra continuó enfriándose,
cipio debería haber iniciado ya su hibernación y la temperatura media de los océanos tam-
estaba muy aturdido y apenas se movía. El bién disminuyó algunos grados. De pronto, las
sabio recogió la víbora, se la llevó a casa y la primeras especies que se hallaban en osmosis
dejó cerca de la chimenea, donde tenía encen- completa con su medio ambiente empezaron a
dido un buen fuego. Al cabo de unos minutos, sentir el frío. La vida, sin embargo, se opuso a
la serpiente se animó al calor del hogar y recu- esta decadencia creando nuevas especies vivas
peró toda su vitalidad y movilidad. Después de capaces de resistir la bajada de las temperatu-
un rato incluso empezó a mostrarse agresiva. ras, a fin de preservar las condiciones de vida

168 *^ «^ 169
originales, que eran óptimas. Pero estas nue- medio interior la concentración salina origi-
vas especies ya no estaban en osmosis per- nal. Y en los fondos abisales de los océanos,
fecta con el medio exterior. En adelante iban a adonde no llega la luz, incluso aparecen espe-
poseer un medio interior, distinto de aquél, y cies capaces de generar su propia iluminación.
que reproducía las condiciones biológicas ori- Aunque no era místico, llevando su razona-
ginarias. miento al límite se atrevió a postular que si
Transcurridos centenares de miles de años, algún día llegase a desaparecer el sol, eso sig-
y mientras el océano seguía enfriándose, fue- nificaría que las especies vivientes habrían
ron apareciendo especies cada vez más com- integrado en su interior toda la energía.
plejas y capaces de mantener un diferencial de
temperatura cada vez más importante con res-
pecto al medio exterior 30 , mientras que las r e r t i n e n t e o no desde el punto de vista zooló-
especies anteriores -como la víbora- queda- gico31, en todo caso esta visión ofrece una inte-
ban condenadas a sufrir el deterioro del medio resante metáfora de ciertos comportamientos
y vivían una parte del año en una especie de humanos.
«animación suspendida». ¿Qué es lo que dice Quinton?
Así pues, a medida que el medio exterior Afirma que el ser vivo, cuando nace (o
pierde energía y se degrada (entropía), la vida cuando aparece la especie), se halla en osmosis
compensa dicha degradación al interiorizar lo con su medio ambiente. Las características de
que deja de recibir exteriormente, y desarro- ese medio ambiente pasan a ser las suyas.
llar nuevas facultades. Cuando el medio exte- ¿Qué pasa, entonces, cuando ese medio se
rior llega a ser demasiado frío, las especies degrada? Algunos seres decaen con él, porque
aprenden a crear su propio calor. Cuanto más no logran desarrollar u n a autonomía propia.
aumenta la concentración salina de los océa- Otros resisten a esa degradación y adquieren
nos, más conservan los seres vivos en su una independencia con respecto a las condicio-

170^ **?r 1 7 1
nes del medio exterior mediante la creación de en buena parte, el reflejo osmótico de lo vivido
un medio interior que puede soportar una dife- durante ese período de inmersión que es la
rencia más o menos importante en relación con infancia.
aquél. O, dicho de otra manera, que frente a la Repito mi cita de Pascal, «desgraciado el
decadencia de las condiciones de vida, ciertas hombre que no se lo ha replanteado todo, al
especies realizan un salto evolutivo, compara- menos una vez en su vida». Sí, ese replantea-
ble al brinco que la rana, si no está entume- miento es el único medio de que se dispone
cida, puede dar para escapar de u n medio que para efectuar u n a selección entre todas las
ha llegado a ser nocivo para ella. cosas que hemos absorbido pasivamente
¿Qué surge al aplicar este principio a la cuando éramos niños. La parte que decidamos
existencia humana? conservar, en adelante será nuestra consciente-
Como las especies que viven en el agua, los mente, al tiempo que rechazamos aquello que
humanos desde que nacemos estamos sumer- no deseamos asumir como propio. En tanto no
gidos en un medio que presenta determinadas se produzca esta selección, en apariencia ten-
características. En el mismo prevalecen diver- dremos como nuestros unos valores y u n a s
sos valores familiares, religiosos, relaciónales, creencias que mientras no se demuestre lo con-
políticos y culturales. De ellos absorbemos la trario son meramente circunstanciales. Si
mayor parte, no por la educación ni a través de hubiéramos nacido en otra familia, en otro
una enseñanza explícita, sino de manera indi- país, en otra cultura, ciertamente «nuestros»
recta, subconsciente, por osmosis con el medio valores, «nuestras» creencias y «nuestra» visión
en que vivimos. Sin que nos demos cuenta de del mundo serían diferentes.
ello, nuestro espíritu queda configurado a la De no producirse este replanteamiento deli-
imagen más o menos fiel del contexto que nos berado de todo esto que nos constituye, también
rodea. «Nuestros» valores, «nuestras» creencias, una modificación del entorno puede evidenciarse
«nuestro» concepto de la vida representan así, reveladora. Esto puede ocurrir de dos maneras:

172 «•• «er 173


- que uno se encuentre de súbito en otro En otro plano diferente, las guerras suelen
medio diferente, por ejemplo en ocasión de un ser reveladoras de la presencia o ausencia de
viaje a otras culturas, bajo otros cielos; un rasgo en quienes las padecen. Algunos des-
- o bien, que el mismo medio en que uno se cubren en sí mismos u n espíritu heroico, y se
ha formado sufra una modificación rápida (gue- oponen al salvajismo y a la cobardía ambientes.
rra, depresión económica) o lenta (decadencia o Otros hacen coro al diapasón general. Y otros
evolución progresiva, como en el ejemplo de la se ven desgarrados entre sus aspiraciones y lo
rana). que consiguen efectivamente realizar. Pero
El hijo adolescente de unos amigos míos, nadie puede saber de antemano cómo se com-
por ejemplo, fue a residir durante u n año a portaría en semejantes circunstancias, salvo si
Estados Unidos, en casa de u n a familia. hubiese vivido la misma prueba de fuego en
Sumergido en este nuevo medio, como contaba otra situación anterior más o menos parecida.
más tarde, perdió la obsesión por la higiene, Sin embargo, y como hemos visto en el caso
que era uno de los rasgos de su familia bioló- de la rana, son los cambios lentos y graduales
gica, a favor de una relación menos maniática los que someten a más dura prueba la solidez y
con la limpieza. En cambio, ha perseverado en la constancia de nuestros valores y de nuestras
su adhesión a la puntualidad, a diferencia de la creencias. Si la sumergiéramos de golpe en el
familia de acogida. Es decir, que su estancia en agua caliente, la rana daría de inmediato el
otro país le ha servido para empezar a cobrar brinco salvador. Es fácil reaccionar frente a
conciencia de los rasgos que son verdadera- algo que se opone violentamente a lo que cree-
mente suyos, dentro de lo que sus progenitores mos. Más difícil resulta descubrir una mínima
y su país de origen le habían enseñado, y qué desviación con respecto al eje que nos hemos
otros eran actitudes y comportamientos adopta- fijado para nosotros mismos... con el peligro de
dos por osmosis, pero que pudieran desaparecer que la aberración pase a ser la norma del
al hallarse en otro entorno familiar o social. mañana, y de que ulteriores desviaciones,

174 ^ *m 175
todas ellas anodinas, acaben creando u n a ídolos, muchos esquemas y muchas referencias
nueva norma mucho más alejada de la primera. colectivas h a n ido desapareciendo uno tras
Hasta el día en que la acumulación de desvia- otro. Han caído numerosos tabúes y prohibicio-
ciones menores nos lleve a una existencia tan nes. No pasa año sin que se hayan relajado un
diferente de la que había sido en principio la poco más las limitaciones de la investigación,
nuestra, como la de la víbora que pasa de u n de la moral y de la ética (manipulaciones gené-
clima caliente, que le permite ser activa todo el ticas, clonación, experimentos embrionarios,
año, a otro templado que la obliga a permane- eutanasia, matrimonios entre homosexuales y
cer en hibernación la mitad del tiempo. adopción, apropiación de genomas, y en la tele-
Desde puntos de vista diferentes, e ilumi- visión: violencia, sexualidad y situaciones extre-
nando diversos aspectos complementarios, mas en los espectáculos de «telerrealidad»).
estas metáforas nos hablan de lo mismo: cómo El medio ambiente social, humano, econó-
ser conscientes, cómo afirmar y desarrollar los mico, profesional, político, espiritual y relacio-
propios valores, cómo resistir a lo que contra- nal en que estamos sumergidos (por no men-
dice el rumbo que nos hemos fijado, cómo apro- cionar el medio ambiente natural) se modifica a
vechar incluso las circunstancias adversas un ritmo acelerado, como ya se advierte fácil-
para fortalecerse. mente de un decenio a otro, y tal vez pronto lle-
gará a notarse de un año para otro. Estos cam-
La anécdota que acabo de contar ejemplifica bios nos afectan a todos, pero ¿en qué sentido?
claramente nuestra época. Muchos, en efecto, Vale la pena plantearse esta pregunta. ¿Qué
la juzgan «apocalíptica», aunque no en el sen- me dice esa evolución acerca de mí mismo? A
tido catastrofista que ha cobrado esa palabra, estas horas en que el clima social se enfría,
sino en su acepción original: reveladora. ¿soy como la víbora de Quinton que pierde su
Desde hace más de u n siglo, y tal como calor como el medio ambiente, o me parezco
había profetizado Nietzsche en El ocaso de los más a los animales de sangre caliente, y soy

lid ^ ^ 177
capaz de conservar mi propio fuego interior? En De ahí la necesidad de plantearse esta otra
un entorno humano caracterizado por la entro- pregunta: cuando las condiciones exteriores
pía y el oscurantismo espiritual, ¿voy a sumer- cambian, ¿qué puedo considerar verdadera-
girme en la noche sin tener siquiera conciencia mente mío? ¿Qué valores quiero reivindicar,
de lo que está pasando, o llevo mi propia luz qué posturas, qué opiniones o puntos de vista?
interior, mi propia vida espiritual, indepen- ¿Tengo yo un medio interior personal, indepen-
diente del contexto? diente? ¿Soy más bien reptil, como la víbora, o
De día nadie ve las estrellas. Sólo la noche más bien mamífero...?
permite distinguir su brillo. De manera similar, En el plano colectivo, la buena noticia es
es durante los fríos del invierno cuando se dis- que el número de personas capaces de resistir
tingue mejor a los animales de sangre caliente frente a la degradación del medio exterior es
de los de sangre fría, puesto que éstos están mucho más importante de lo que quizá creería-
condenados a reducir su actividad biológica e mos, de hacer caso exclusivamente a los
hibernar. De manera parecida, en u n clima medios dominantes. Al menos, es lo que resulta
social que preserva cierta luz intelectual y espi- de u n estudio conducido por dos sociólogos
ritual así como u n a medida de calor -lazos estadounidenses y caracterizado tanto por su
sociales, amor- no se distingue entre las perso- larga duración (casi catorce años) como por el
nas que emiten luz y calor porque tienen recur- tamaño del universo estudiado (unos 100.000
sos propios, y las que, como el fósforo y los individuos). Dicho estudio de Paul H. Ray y
calientapiés, no hacen más que devolver la luz Sherry Ruth Anderson se ha publicado en fran-
o el calor que antes tomaron del medio cés bajo el título de L'émergence des créatifs
ambiente. Pero cuando los valores colectivos y culturéis, ya citado anteriormente 32 .
el clima social declinan, se conoce a los que Esos creativos culturales son personas
siguen irradiando gracias a poseer energía como usted y como yo, pero que tienen u n a
propia. particularidad. Consiste en retirarse parcial-

178 *•* «•* 179


mente de la cultura ambiente para consagrarse lejos, y sugieren que las especies vivientes no
a alguna cosa más conforme con sus propios sólo pueden resistir a la evolución del medio
valores. Han elegido -como usted, tal vez- una que habitan... sino incluso transformarlo a su
manera diferente de cuidarse, o de educar a vez. Por ejemplo, la asombrosa estabilidad de la
sus hijos, o unos criterios de consumo más exi- composición mineral del medio marino -pense-
gentes (comercio justo, productos biológicos), o mos un momento en todo lo que recibe cada
tal vez un modo de vida diferente, una alimen- día, lluvias, tierras de aluvión, desechos varios-
tación más sana, etc. Resumiendo, han reali- se debe a que las especies animales y vegetales
zado una elección personal contraria a los valo- de ese medio, los peces, los crustáceos, las
res dominantes, al menos en un aspecto de su algas, etc., trabajan constantemente por man-
vida, en vez de seguir la tendencia general por- tener el equilibrio que necesitan. En otras pala-
que consideraban que no les convenía. bras, estas especies modifican el medio exterior
La misma terminología «creativos cultura- en función de sus necesidades. Sabemos que
les» es interesante y reveladora. Sugiere que las existe el mismo tipo de reciprocidad entre las
personas que resisten frente a la degradación plantas y el clima de determinadas regiones:
cultural ambiente no lo hacen exclusivamente a por una parte, el clima determina qué especies
título individual, sino que logran reconstruir vegetales se crían en esos lugares; por otra
-aunque sea a una escala pequeña, la de u n parte, esas plantas influyen a su vez sobre el
colectivo, una empresa o una población- unas clima que se establece alrededor de ellas.
nuevas culturas: plural precioso en estos tiem- El ser humano tiene u n poder parecido. No
pos de pensamiento único. Éste es un detalle sólo puede resistirse a los cambios sociales que
importante. En efecto, mientras Quinton contrarían sus aspiraciones. Además es capaz
demostró que la vida es capaz de resistir a la de modificar su entorno social, para que sea
entropía creciente del medio, otros descubri- más conforme a ellas. Tal es, precisamente, la
mientos más recientes de la ecología van más empresa a que se dedican los creativos cultura-

180 *** s e 181


les, conozcan o no esa noción. Y no importa si Hablando en términos simbólicos, los crea-
tienen o no conciencia de estar desarrollando un tivos culturales tienen una biología de sangre
proceso de resistencia individual y de transfor- caliente, que por un lado y frente a la ubicua
mación colectiva. La originalidad de su plantea- entropía espiritual procura preservar un medio
miento, en comparación con otros parecidos pero interior provisto de su moralidad y sus valores
más políticos, es que ellos parten inicialmente de propios, es decir de u n cierto fuego interior. Por
un cambio interior, que en una segunda etapa otro lado, y en una segunda fase, trata de pro-
tiende a propagarse hacia el exterior. pagar esas cualidades interiores al medio
Se afirma que los creativos culturales repre- ambiente social, con el designio de cambiar el
sentan ya casi la cuarta parte de la población mundo exterior. Sin embargo, exteriormente no
estadounidense adulta (44 millones de indivi- presentan nada que los diferencie: ni se han
duos a las fechas de conclusión del estudio reagrupado bajo ninguna bandera única, ni se
citado). Aunque no haya sido reproducida en observa ninguna uniformidad en sus eleccio-
Europa esa investigación, muchos indicadores nes, incluso cuando actúan movidos por u n
nos permiten suponer que, entre nosotros, el mismo impulso, por u n a misma voluntad de
porcentaje de creativos culturales puede ser de oponerse a la decadencia. La mayoría de ellos
una magnitud parecida. La cuarta parte de la ni siquiera sabe que han sido agrupados bajo
población, es u n a proporción considerable, esa denominación. Esta particularidad, la
aunque ello no se traduzca (todavía) en unas ausencia de signos externos de reconocimiento,
estructuras sociales o políticas susceptibles de da mucho que pensar. Efectivamente, hasta
influir más directamente en la marcha de las ahora el concepto de «mutación» se asociaba a
cosas (comparemos ese porcentaje con los u n a transformación exterior y visible de las
resultados electorales bastante más bajos que especies, y así quedaba recogida en la visión
obtienen ciertos partidos extremistas entre la darwiniana de la evolución. Es posible que con
alarma de toda la opinión). la especie humana haya llegado el tiempo de las

182 ^ ver 183


mutaciones interiores; es decir, las que afectan Hasta aquí, hemos dedicado nuestra aten-
no tanto al aspecto físico ni a la fisiología, sino ción principalmente a lo que nos enseña la
principalmente a la visión de las cosas, a las metáfora de la víbora de Quinton en cuanto a la
maneras de pensar y de amar, a las relaciones capacidad de la vida -individual o de grupo-
que uno desarrolla consigo mismo, con los para oponerse al deterioro de su medio
demás y con el universo entero. También cabe ambiente. En cierto sentido hemos subrayado
imaginar que esa mutación, si es que puede lla- cómo la excepción emerge de la regla cuando
marse así, tenga que realizarse en el plano indi- ésta ha dejado de ser admisible. Pero también
vidual. Que cada persona deba efectuar la suya, podríamos estudiar esa misma metáfora desde
sin que ésta sea transmisible automáticamente el punto de vista opuesto. En vez de subrayar
a la descendencia (aunque una educación apro- cómo es posible que una oveja negra se aleje del
piada, indiscutiblemente, favorecería esa propa- rebaño que corre peligrosamente hacia el des-
gación). Por último, podría darse el caso de que peñadero, cabría interrogarse sobre el poder del
ésa fuese la única solución verdadera a los pro- rebaño, del entorno, del ambiente, la importan-
blemas que enfrenta la humanidad actual. La cia del contexto, la fuerza del número. De
implantación de nuevas leyes, de nuevas tecno- hecho, lo primero que nos indica la teoría de
logías, de nuevos remedios -derivados de la Quinton es la tendencia natural del individuo a
mentalidad que ha creado todos esos proble- ponerse en osmosis con su medio ambiente,
mas- por sí sola no puede cambiar nada en pro- cuyas cualidades y/o defectos adopta. Así lo
fundidad, ni de modo duradero. El cambio inte- hicieron las primeras formas de vida que apa-
rior -una nueva manera de pensar, de amar y de recieron en los océanos. Es también lo que hace
actuar- debe ser precursor e inspirador del la mayoría de los niños en el seno del medio
desarrollo de unas soluciones y unos medios familiar, religioso y sociocultural en que se
que sean realmente nuevos y adecuados para crían. En el principio, la osmosis es la regla y la
atacar en profundidad los problemas actuales. individuación lo excepcional.

184 ^s* *m 185


Sabiendo esto, sería preciso prestar mucha el bolso...). De manera parecida, el que se hos-
más atención a las atmósferas y a los ambien- peda durante unos días en u n monasterio,
tes que creamos -o cuyo desarrollo, digamos compartiendo la vida de los monjes, experi-
espontáneo, consentimos con nuestra pasivi- menta ciertamente los efectos de ese medio
dad- en la sociedad, en la escuela, en la fami- caracterizado por una rutina de cánticos, ora-
lia, en los diversos contextos por donde nos ciones, silencios y trabajo consciente. En ese
movemos. Si creamos ciénagas, ¿nos extraña- entorno, el huésped no se siente el mismo, y tal
remos de que éstas críen mosquitos ávidos de vez toma conciencia de u n a dimensión que
sangre? Si permitimos que se acumulen las estaba adormecida en su interior y que no con-
nubes de tormenta, ¿debemos luego mostrarnos seguía manifestarse mientras él se movía en
sorprendidos porque están cayendo rayos des- s u s p a u t a s de vida acostumbradas. Es u n
tructores? Puesto que la norma nos dice que con- hecho comprobado: algunos ambientes des-
forme se degrada un medio ambiente dado, la piertan en nosotros las más hermosas disposi-
mayoría de los individuos que lo habitan tiende a ciones latentes, mientras que otros aguijonean
degradarse con él, deberíamos asignar prioridad peligrosamente la fiera oculta en lo más pro-
a la tarea de vigilar la calidad del medio, del fundo de cada uno de nosotros.
ambiente general, de las condiciones de vida. Con frecuencia este fenómeno es más visible
Una persona que viva en el medio rural, por en los niños, ya que la capacidad para oponerse
ejemplo, y que haga u n a visita a la capital, a las influencias del ambiente no se desarrolla
podrá comprobar cómo se transforma inmedia- sino con la edad. Así, suele ocurrir que un niño
tamente su propio comportamiento bajo los calificado de «difícil», «hiperactivo» o «turbu-
efectos del estrés que caracteriza a la gran lento» en u n contexto dado (en la escuela, por
metrópoli: el visitante camina alerta, la muscu- ejemplo) se muestre muy agradable, coopera-
latura en tensión, más atento que de costum- dor, de trato fácil, en otro distinto (actividades
bre a sus objetos de valor (la cartera, las joyas, extraescolares, cambio de colegio, etc.).

186 «w *§*gr 187


Una cultura individualista, como lo es la evoluciona dentro de u n medio social. Y que
nuestra, tiene sus ventajas y sus inconvenien- dicho medio quizás está enfermo, y además
tes. Entre éstos destaca especialmente la muy puede evidenciarse patógeno para quienes lo
escasa capacidad para crear y preservar habitan. Cierto que podemos tratar de no con-
ambientes sanos y estimulantes dentro de los taminarnos, como se ha comentado en los
perímetros en que se mueven nuestra vida, párrafos anteriores. Pero esa resistencia tiene
nuestros estudios y nuestro trabajo. Se valora un precio, porque requiere esfuerzo y una gran
por encima de todo al individuo, sin atender al cantidad de energía que, por consiguiente, no
contexto general en que aquél evoluciona, pese podrá dedicarse a otras cosas. Además del
a que la influencia de dicho contexto dista de desarrollo personal sería preciso plantear u n
ser desdeñable. «desarrollo colectivo» o «desarrollo social», y
El malestar de la vida en compañía es una ponerlo en práctica. Se trataría de crear u n
de las características principales de la sociedad medio que respondiese a las necesidades pro-
occidental moderna, y se traduce en unos pias de ese individuo, pero favorecedor, al
ambientes detestables, donde cada individuo mismo tiempo, del despliegue de las posibilida-
procura moverse como u n aventurero en la des de los demás (y digo «favorecedor», porque
selva. Si bien esto puede desarrollar efectiva- el individuo siempre queda en libertad de acep-
mente en algunos u n cierto género de fuerza tar o de rehusar las influencias que recibe, aun
interior, desde luego no favorece la calidad de la las positivas).
vida colectiva. Lo que pretendo subrayar aquí es, sencilla-
Ahora que ha cundido la moda del «desarro- mente, que conviene trabajar al mismo tiempo
llo personal», no estaría de más recordar que el en lo individual -es el tema al que he dedicado
individuo sano y equilibrado que se haya atención prioritaria en todo este libro- y en el
tomado el tiempo necesario para cultivarse y plano colectivo. Puesto que no todo el mundo
desarrollarse no existe en soledad, sino que tiene la misma capacidad para sacar partido de

188 *** tm 189


las condiciones adversas a fin de confortarse y gando el razonamiento de Quinton, enriquecido
engrandecerse, importa asimismo trabajar para por otros descubrimientos más recientes,
mejorar el medio en que estamos sumergidos, hemos demostrado que el hombre, potenciado
el contexto general, con objeto de favorecer la gracias a las transformaciones que ha inducido
evolución de todos. La metáfora de la víbora de en sí mismo para sustraerse a su medio, puede
Quinton no debe interpretarse como una visión luego transformar ese mismo medio para
elitista de la evolución, que dejase rezagados a hacerlo más conforme a sus valores, y para que
cuantos no lograsen emanciparse de unas con- los demás puedan beneficiarse también de sus
diciones exteriores difíciles. Sino que sugiere progresos.
también que los que han cumplido su obra de «Lo que no me mata, me fortalece», escribió
adelantados, de primeros en alcanzar u n a Nietzsche. Lo que me falta exteriormente, lo
mutación interior, tienen luego el deber de desarrollo dentro de mí, decía Quinton a su
crear mejores condiciones externas, que favo- manera. Lo que he desarrollado dentro de mí, lo
rezcan la evolución de los demás. comunico a mi alrededor para beneficio de
todos, como demostraron los Jesús, Gandhi o
¡Cuánto camino recorrido con esta metáfora Mándela de la Historia. Recibir influencias para
de la víbora de Quinton! Hemos visto, para influir cuando llegue el momento. Alzarse por
empezar, que el medio ambiente ejerce de encima de los demás, para elevarlos luego. En
manera natural una influencia sobre quienes lo eso consiste el movimiento pendular entre lo
habitan y tienden a buscar la osmosis con él. A individual y lo colectivo, que proporciona alter-
continuación, en un segundo momento, hemos nativas y ritmo a la evolución.
subrayado la posibilidad de oponerse a la
degradación de ese medio, de conquistar una
autonomía e independizarse de aquél. A conti-
nuación, superando, o mejor dicho prolon-

190 *** «<gr 191


Conclusión! ¿lívidos... o ncú

JTxemos llegado a la estación término de este


«Viaje al País de las Alegorías» en siete etapas.
Espero haber transmitido la afición a la metá-
fora, y una idea de las enseñanzas que pode-
mos extraer de los fenómenos naturales, a poco
que nos tomemos algún tiempo para observar-
los. La naturaleza es como un gran libro. Todo
es símbolo, todo habla a quien poco a poco va
descifrando su lenguaje y aprendiendo a leer
las correspondencias entre todas las cosas. Allí
donde muchos no ven más que caos y azar,
otros distinguen orden y sentido. Fenómenos
que a los ojos de algunos parecen distintos,
separados, sin relación alguna, a los nuestros

muí 193
se revelan estrechamente vinculados, conecta- La primera etapa de nuestro trayecto, por
dos, interdependientes. Los símbolos, las metá- tanto, es la toma de conciencia. La conciencia
foras, nos sirven para reconstruir esos vínculos actual, demasiado mental, analítica y narci-
y enlazar -esta vez, conscientemente- con el sista -como Narciso, el hombre contemporáneo
mundo que nos rodea. se halla hoy absorto en la conciencia de sí
No es casual el renovado y muy vivo interés mismo, que le confiere su capacidad para refle-
que merecen actualmente los rituales, y que se xionar- debe ser remplazada por una concien-
manifiesta en libros, artículos y cursillos sobre cia más intuitiva, sensible, profunda, que no se
el tema, dirigidos al uso personal, familiar o pro- detenga en las apariencias, que atraviese la
fesional. Precisamente los rituales se fundan en superficie reflectante del espejo mental para
los símbolos y en las correspondencias. La vela acceder a una percepción del mundo más rica
que encendemos simboliza la llama del espíritu y más completa. Narciso, que contemplaba su
que deseamos encender dentro de nosotros. Los propio reflejo en el agua, acabó por caer en el
objetos que enterramos representan los elemen- estanque y se ahogó: ¡buena metáfora para
tos de nuestro pasado de los que deseamos des- nuestra conclusión! ¿Sabía usted que Narciso
hacernos. El árbol que plantamos evoca una ha dado lugar a las palabras «narcosis» y «nar-
nueva creación, un nuevo comienzo... Cada cóticos»: aquello que duerme, que ilusiona, el
gesto que realizamos durante un ritual encuen- sueño de la muerte (con narcisos se adornan
tra su correspondencia en nuestro interior. A las tumbas)? El que elige ser consciente mani-
medida que cobramos conciencia de que todo fiesta preferir la vigilia al sueño, rehusa el atur-
está unido, vinculado, conectado, más nos incli- dimiento y el embotamiento, prefiere la vida a
namos, como es obvio, a utilizar estas conexio- los paraísos artificiales, a los universos virtua-
nes sirviéndonos de los rituales para favorecer les. Es la elección de abrirnos a los demás, de
una transición, marcar un tiempo fuerte, oficiar restaurar lazos, al contrario que tantos jugue-
un duelo o celebrar un acontecimiento dichoso. tes actuales encaminados a aislarnos indivi-

194 -gsg» *meif 1 9 5


dualmente en burbujas artificiales. Sí, Narciso riores? ¿Daremos el salto evolutivo, o como la
debe morir... pero morir para una existencia víbora seguiremos siendo espiritualmente unos
limitada e inconsciente. Sí, debe atravesar su reptiles?
reflejo, quebrar el espejo del agua... pero para Aunque esa elección le corresponde a cada
acceder a otra dimensión, a u n a conciencia uno individualmente, al mismo tiempo estará
más grande que la mera conciencia del yo. El influida por la proporción de los que, entre
hombre adquirió la conciencia de sí mismo gra- quienes nos rodean, hayan preferido la opción
cias a su córtex, a lo mental, y eso lo diferenció evolutiva a la entropía mortífera. Es muy pro-
del mundo animal. Pero esa individuación no es bable que, superada u n a determinada propor-
un fin en sí misma, como tampoco lo es el ción (masa crítica) de individuos evolucionados,
aislamiento de la crisálida en su capullo. Es el cambio les resulte mucho más fácil a los
el preludio de una nueva participación en el seguidores, sin dejar de ser consecuencia de
mundo, una vez roto el capullo y superado lo una decisión consciente por parte de cada uno.
mental. Las diversas disciplinas del yoga, la Como nos h a enseñado el bambú chino, es
oración, la meditación y la contemplación liberan posible que los cambios invisibles que muchos
en nosotros otras tantas posibilidades, activan a nuestro alrededor tratan de realizar conduz-
otras percepciones y despiertan funciones laten- can, llegado el momento, a una transformación
tes que nos permiten trascender nuestro ego. exterior sorprendente y rápida. Ésa es la espe-
Pero entonces, en fin de cuentas, ¿no esta- ranza que me anima y el deseo que expreso.
remos ya medio hervidos? Todavía no, induda-
blemente, pero el fuego está encendido debajo
de la cazuela. ¿Tendremos el final de la rana, o
nos liberaremos como la mariposa? ¿Moriremos
sofocados en el huevo, o romperemos la cas-
cara con la fuerza de nuestras conquistas inte-

196 ^ tm 197
Alafas

1
Omraam Mikhaél Aivanhov, Le langage desfigu-
res geometñques, Editions Prosveta. [El lenguaje de
las figuras geométricas, Asociación Prosveta Espa-
ñola, 2003.)
2
Parece que esta alegoría fue propuesta por pri-
mera vez en el libro de Marty Rubin, The Boüed Frog
Syndrome, publicado en 1987.
3
Algunas, por cierto, llegan al extremo de ense-
ñar cómo vivir los sueños conscientemente, por ejem-
plo la vía tolteca descrita por Carlos Castañeda, o el
budismo tibetano y en especial las Seis Yogas de
Naropa, una de las cuales se consagra especialmente
a la actividad onírica.
4
Dicho sea de paso, yo mismo descubrí las pri-
micias de esta alegoría de la rana durante mi paso
por el instituto, cuando se me encargó la iluminación
de una función teatral. El escenógrafo me pidió que

^ec 199
todos los cambios de luces se realizaran de una pueda establecer con cada uno de ellos una relación
manera tan lenta, que no fuesen advertidos por el ojo personal.
del espectador. Y así aprendí, no sin asombro, que 10
Sobre esta cuestión se puede leer con provecho
efectivamente, cuando la variación es muy lenta, por a Andy Bernay-Román, Sentiments profonds, guéri-
debajo de un determinado umbral, únicamente la son profonde, Éd. Vivez Soleil, 2004.
memoria podría indicarnos por comparación que ha
cambiado algo respecto de la situación anterior. 11
Esta agravación, la mayoría de las veces no es
sino aparente, y consecuencia de la mayor lucidez de
° Algunos estudios sugieren que nunca se olvida conciencia que aportan las mismas prácticas.
nada, y que todo deja una traza. Por «olvido selectivo»
12
entiendo sobre todo el hecho de despejar la «memoria Salvo realizando un análisis edafológico del
viva», la que utilizamos más corrientemente, como suelo, o de los frutos y hortalizas que el mismo pro-
cosa distinta de la «memoria muerta», del «disco duce.
duro» que contiene todos nuestros recuerdos, sumer- 13
gidos a mayor o menor profundidad. Médica, tanatóloga y conferenciante sobre el
arte de acompañar a enfermos terminales de origen
6
Para poner algunos ejemplos, O. M. Aivanhov suizo y autora de varios libros, entre ellos La muerte,
para el mensaje cristiano, el lama Yeshé entre los tibe- un amanecer.
tanos, don Miguel Ruiz para los toltecas, Sobonfu 14
Somé por la sabiduría africana, y tantos otros. Filósofo y pedagogo francés (1900-1986) de ori-
gen búlgaro, autor de muchas conferencias y charlas
7 basadas siempre en el ser humano y su aspiración de
O. Clerc, Vivre ses revés: techniques pour pro-
grammer ses réves et induire des réves Incides, conseguir una mejor comprensión de sí mismo y una
Helios, 1983. mejor conducta en su vida.
15
8
A este propósito se recomienda la obrita de Rene Léase especialmente Jean Liedloff, Le concept
Blind y Michael Pool Éduquer Vhomo zappiens, Edi- de continuum, un supervenías en varios idiomas,
tions Jouvence. publicado en francés por Editions Ambre en 2005. (El
concepto del continuum: en busca del bienestar per-
9
Lo que falta más que nada es tiempo y disponi- dido, Editorial Ob Stare, 2003.)
bilidad para la detección de estos casos, teniendo en 16
cuenta que, sobre todo en la escuela pública, hay Esta metáfora está tomada de las obras de
demasiados alumnos por clase para que el maestro Edward De Bono Lateral thinking (El pensamiento

200 » * « » 201
lateral: Manual de creatividad, Ediciones Paidós Ibé- la epidural) puede transmitirle a la mujer la impre-
rica, 1998), Serious Creativity, Five-day Course in sión de que le han «robado» su parto.
Thinking y también Why so Stupid? 22
Sobre esta cuestión véase S. Grof, Royaumes de
17
En las escuelas Montessori, por ejemplo, los l'inconscient humain, Éditions du Rocher, 1983, y Psi-
niños dedican mucho tiempo a manipular objetos cología transpersonal: nacimiento, trascendencia y
frágiles, vasos, botellas, tazas de vidrio o porcelana, muerte, Editorial Kairós, 2006.
así como a realizar otros gestos cotidianos, de
23
manera que aprendan a ejecutarlos con soltura y He empleado esta metáfora en una obra ante-
precisión. De este modo salen mucho menos torpes rior, Médécine, religión et peur: l'injluence cachee des
que otros niños, con los que nadie se ha tomado la croyances, Jouvence, 1999, para explicar de qué
molestia de enseñarles eso. modo la medicina moderna desde Pasteur recibe sin
saberlo la influencia de una poderosa corriente reli-
18
De manera justa no es lo mismo que perfecta. giosa que afecta a sus dogmas, sus prácticas y sus
La perfección sólo se consigue con las repeticiones y investigaciones.
el entrenamiento. Se puede leer una partitura con 24
justeza desde la primera vez, pero será preciso Pedagogo, profesor de enseñanza media y supe-
tocarla cientos de veces antes de pretender una ver- rior, director de investigaciones en el INRP y el CNRS
dadera interpretación. de Francia, encargado de curso en París VII, en la
actualidad André Giordan es profesor universitario
19
Inventó además un teclado ergonómico, dispo- en Ginebra. Ha escrito entre otras obras L'enseigne-
niendo las teclas en forma de «V» para evitar postu- ment scientifique a l'école maternelle, Delagrave, Une
ras antinaturales de las manos, que son causa fre- autre école pour nos enfants?, Delagrave y Appren-
cuente de problemas en las muñecas. dre!, Belin.
20 25
Éditions La Baconniére, 1992. Este ejemplo, y ese libro, me parecen intere-
santes por cuanto opino que la postura actual con-
21
Lo cual no significa que sea preciso renunciar sistente en negar las diferencias, en vez de aprender
al uso congruente de los medios disponibles para ate- a gestionarlas y aprovechar esa riqueza, conduce a
nuar el dolor. Un sufrimiento insoportable puede un callejón sin salida. Esa postura es tan ineficaz
traumatizar tanto a la madre como al hijo. Pero, por como la astucia que creyó descubrir el chófer de un
otra parte, la ausencia de toda sensación (como se autobús escolar en el que andaban a la greña todas las
pretendía en los primeros tiempos de introducción de mañanas los alumnos blancos y los negros. El con-

202 w ««* 203


ductor detuvo el autobús e hizo que se apearan todos, ratura. Aquí he simplificado para no alargar la expli-
para explicarles que en adelante no habría blancos ni cación.
negros, sino que todos eran azules... antes de orde- 31
narles que volvieran a subir, los de color azul oscuro Por lo general, se enseña sólo la teoría de la evo-
delante y los de color azul claro detrás. lución según Darwin, que presenta notables diferen-
cias con la de Quinton. No me ha sido posible locali-
26
Éditions Souffle d'Or. zar una crítica de fondo a la teoría de Quinton. Sin
embargo, lo seguro es que presentaba, en su época,
27
Salvo catástrofe mundial, que algunos, dicho el «defecto» enorme de implicar algún tipo de inten-
sea de paso, profetizan. Pero el fin del mundo que ción en la aparición sucesiva de las especies, siendo
anuncian quizá no sea más que el fin del mundo de así que el objetivo de la vida, según Quinton, consis-
ellos. En espera de ver lo que nos reserva efectiva- tía en preservar las constantes (temperatura, salini-
mente el porvenir, es preferible alimentar con nues- dad, etc.) del medio originario. Como sabemos, la
tras esperanzas una previsión optimista. Si dejamos ciencia, por reacción frente a la religión, no escatimó
que nos paralice el miedo, atraeremos precisamente esfuerzos por desterrar toda noción de teleología en
sobre nuestras cabezas lo que más tememos. El por- la evolución de las especies. Pero más recientemente,
venir será lo que nosotros hagamos de él. algunos científicos como Michael Dentón, el autor de
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L'évolution a-t-elle un sens?, han aportado sólidos
Viktor E. Frankl, citado anteriormente, hallán- argumentos a favor de la idea de que la evolución
dose en el campo de concentración elaboró una cla- pueda obedecer a una cierta intencionalidad, y no
sificación muy simplificada de los seres humanos, exclusivamente al azar. En cualquier caso, ese debate
que por cierto aplicaba lo mismo a sus compañeros todavía no está cerrado.
internos que a los guardianes: «Están los rectos
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[anstándig, en alemán), que saben comportarse con Éditions Souffle d'Or. Original: The Cultural
rectitud, y los que no saben.» Creatives: How 50 Million People Are Changing the
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World {Los creativos culturales: Cómo 50 millones de
Algún día, tal vez algún realizador se decidirá a personas están cambiando el mundo), Three Rivers
obsequiarnos con una película dedicada a este per- Press, 2001.
sonaje excepcional de la Historia francesa, que se
presta muy bien a ello.
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En realidad, el medio interior permite mantener
varios parámetros originarios más, aparte la tempe-

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