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Asunto: Tiempo

Tema: Importancia de la administración del tiempo

Objetivo: que los oyentes administren su tiempo sabiamente para glorificar a Dios.

Introducción

Si quieres conocer el valor de un año, pregúntaselo a un estudiante que haya fracasado en


sus exámenes finales.

Para conocer el valor de un mes, pregúntale a una madre que haya dado a luz
prematuramente.

Para conocer el valor de una semana, interroga al editor de una revista.

Para conocer el valor de un día, pregúntale a un condenado a tres años y un día de cárcel.

Para conocer el valor de una hora, conversa con una pareja de enamorados que
impacientemente espera la hora de su cita.

Para conocer el valor de un minuto pregúntaselo a alguien que acaba de perder su tren, su
avión o su autobús.

Para conocer el valor de un segundo, consulta a alguien que acaba de sobrevivir a un


accidente.

Para conocer el valor de una milésima de segundo, pregunta a alguien que acaba de ganar
una medalla en las Olimpiadas.

El talento del tiempo es precioso. Cada día nos es dado en depósito y Dios nos llamará para
rendir cuenta de nuestro uso de él. Ha de ser usado para la gloria de Dios, y si queremos
prolongar nuestras vidas, si queremos obtener la vida que se mide con la vida de Dios,
debemos dar a la mente alimento puro. No se ha de desperdiciar el tiempo que podría ser
usado para una buena causa. Reflejemos a Jesús, 29 de Sept.

Ahora, precisamente ahora, es nuestro tiempo de gracia, en que nos debemos de preparar
para el cielo. Cristo dio su vida para que pudiésemos tener este tiempo de gracia. Pero en
tanto el tiempo dure, Satanás se esforzará por dominarnos. Obra con poder para llevar a los
hombres a quedar absortos en el logro de dinero. Idea muchas clases de entretenimiento a
fin de que sus mentes puedan estar ocupadas con los placeres mundanos. En lugares
celestiales 5 de Dic.
Dios concede a los hombres el don del tiempo con el propósito de que lo glorifiquen.
Consejos para los maestros, págs. 338, 339

Gal 4:4

Dios administra y controla el tiempo

Ilustración 70 semanas

En este tiempo, las pequeñeces de la vida no son sino una mota. Lo que atañe a la eternidad
es de la mayor importancia (Manuscrito 41a, del 20 de diciembre de 1896, sin título

Al perder tiempo en cosas de menor importancia, se encuentran atrasados, perplejos y


confusos cuando se los llama a cumplir deberes más esenciales. Hijos e Hijas de Dios

Hay muchos niños que alegan falta de tiempo como razón para no aprender sus lecciones
de la escuela sabática; pero pocos hay que no podrían hallar tiempo para aprender sus
lecciones si tuviesen interés en ellas. Algunos dedican tiempo a las diversiones y paseos;
otros, a la innecesaria ornamentación de sus vestidos para la ostentación, cultivando así el
orgullo y la vanidad. Las valiosas horas pródigamente malgastadas así, son tiempo que
pertenece a Dios y por el cual le tendrán que dar cuenta. Las horas gastadas en
innecesaria ornamentación, o en diversiones y conversación ociosa, juntamente con
toda obra, serán traídas a juicio. TES 10 (consejos sobre la obra de la escuela sabática,
Cap. debe hallarse tiempo para el estudio de la lección)

Unos pocos momentos aquí y unos pocos allí, que podrían desperdiciarse en charlas sin
objeto; las horas de la mañana tan a menudo desperdiciadas en la cama; el tiempo que
pasarnos viajando en los tranvías o el tren, o esperando en la estación; los momentos que
pasarnos en espera de la comida, o de quienes llegan tarde a una cita; si se tuviera un libro
en la mano y se aprovecharan estos fragmentos de tiempo en estudiar, leer o en pensar
cuidadosamente, ¡cuánto podría realizarse! Un propósito resuelto, un trabajo persistente y
la cuidadosa economía del tiempo capacitaran a los hombres para adquirir los
conocimientos y la disciplina que los calificarán para casi cualquier posición de influencia
y utilidad.

El fiel cumplimiento de los deberes de la vida, cualquiera sea tu posición, demanda el


mejoramiento sabio de todos los talentos y habilidades que Dios te ha dado. Evita el estar siempre
apurado, por lo menos cuando no realizas nada digno de esfuerzo. Estos esfuerzos infructuosos a
menudo son el resultado de no realizar el trabajo a su debido tiempo. Cualquier cosa que por
descuido no se realiza en el tiempo cuando debía ser hecha, ya sea en los asuntos seculares o en
los religiosos, difícilmente se hacen bien. Muchos pueden aparentar estar trabajando
diligentemente cada hora del día, y sin embargo no producir resultados que correspondan a sus
esfuerzos. . .
Cuídate de no malgastar tu tiempo en insignificancias, y dejar de cumplir las tareas que son
de real importancia. La iglesia y el mundo necesitan hombres calmos, bien equilibrados.
Andar bien por algún tiempo no es suficiente. Una adhesión constante a un propósito
garantizará que se alcancen los objetivos. A un hombre distinguido se le preguntó cierta vez
cómo era posible que pudiera realizar tantas tareas. Su respuesta fue: "Hago una sola cosa a
la vez". . .

Una paciente perseverancia en el bien hacer es indispensable para el éxito.

Y sin embargo, el hombre robará a Dios apropiándose de un poco de tiempo que el creador
se ha reservado para sí. Dios puso aparte el séptimo día como periodo de descanso de
descanso para el hombre, para bien del hombre tanto como para su propia gloria. El vio que
las necesidades del hombre requerían que durante el día descansase del trabajo y cuidado,
que su salud y vida peligrarían sin un período de reposo del trabajo y ansiedad de los seis
días.

El sábado fue hecho para beneficio del hombre; y el transgredir a sabiendas el santo
mandamiento que prohibe trabajar en el séptimo día, es a la vista del cielo un crimen
considerado de tal magnitud bajo la ley mosaica, que exigía la muerte del que lo cometiera.
Pero esto no era todo lo que el delincuente había de sufrir, por que Dios no iba a llevar al
cielo a un transgresor de su ley. Debe sufrir la segunda muerte, que es la penalidad plena y
final a que se hace acreedor el transgresor de la ley de Dios

Dios nos ha dado muchas cosas en esta vida sobre las que podemos derramar nuestros
afectos; pero cuando llevamos hasta el exceso lo que en sí mismo es bueno, nos
convertimos en idólatras... Cualquier cosa que separe nuestros afectos de Dios, y disminuye
nuestro interés en las cosas eternas, es un ídolo. Los que emplean el tiempo precioso que
Dios les ha dado -tiempo que ha sido comprado a un precio Infinito- en embellecer sus
hogares para ostentación, en seguir las modas y las costumbres del mundo, no sólo están
privando a sus almas de alimentos espiritual, sino que también están dejando de darles a
Dios lo suyo. El tiempo así gastado en la complacencia de los deseos egoístas podría
emplearse en obtener conocimiento de la palabra de Dios, en cultivar nuestros talentos, para
prestar un servicio inteligente a nuestro Creador... Dios no compartirá un corazón dividido.
Si el mundo absorbe nuestra atención, él no puede reinar supremo. Si esto disminuye
nuestra dedicación a Dios, es idolatría ante sus ojos. Dios no excusará al transgresor en este
sentido

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