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SOLER EN EL PENSAMIENTO CRÍTICO LATINOAMERICANO

Pareciera que tal evasión del compromiso […] hubiera de


conducirnos a un nirvana ideológico donde toda tensión es proscrita
y toda contradicción escamoteada.
Tareas N.1, octubre de 1960

Ricaurte Soler (1932-1994) nació en Concepción, Chiriquí. Estudió en la


Universidad de Panamá, la Sorbona y la UNAM. Estaba conectado a los grandes
centros de producción de conocimiento. Además, ampliamente conocido y citado
por los pensadores de renombre de su tiempo. En una ocasión tuve la oportunidad
de saludar a don Pablo Gonzáles Casanova e inmediatamente me preguntó por
Marco Gandásegui (quien recientemente acaba de fallecer) e hizo memoria de su
amistad con Soler. En otra ocasión delante de un café, Patrice Vermeren director
del Departamento de Filosofía de París 8, La Sorbona, me decía que en París se leía
la obra de Soler, en particular El positivismo argentino (fue su tesis doctoral en
Francia, 1958).

Junto con Miguel Montiel Guevara, uno de sus discípulos más cercanos,
compilamos y editamos El pensamiento crítico de Ricaurte Soler con el financiamiento
de Instituto Francés de América Central y la Embajada de Francia en Panamá, en
conmemoración de los 25 años de su muerte. Su pensamiento como gran parte de
nuestros pensadores y pensadoras pasa desapercibido, eso es parte de lo que
hemos denominado indigencia intelectual. Por supuesto hay excepciones, pero la
norma es lo inmediato y superfluo para salir del paso.

Por pensamiento crítico latinoamericano entendemos aquel esfuerzo


reflexivo y situado por transformar el estado actual de la sociedad agobiada por un
modo de producción y relaciones sociales dominantes. Es revolucionario en tanto
busca derroteros inéditos para un nuevo estado de cosas distinto. A
contracorriente del pensamiento del orden vigente (Marcos Roitman diría
sistémico e I. Ramonet único), el cual busca mantener todo igual e incluso restaurar
los privilegios de unos sobre otros. El pensamiento crítico latinoamericano también
lo concebimos como utopía: de soñar con un mundo distinto, como diría Pepe
Mujica: “es posible tener un mundo un poco mejor”. No es nihilista ni optimista.
Su larga tradición evidenció su carácter utópico y revolucionario.

Soler aportó mucho en esa dirección. Fue un pensador de su tiempo, con sus
luces y sombras. Forjador en muchos sentidos de lo que hoy podemos denominar
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una tradición de pensamiento crítico latinoamericano. En una ocasión Horacio


Cerruti me comentó el trabajo pionero de Soler en pensar los problemas
subyacentes a sí mismos, muchos filósofos siguieron ese derrotero, de pensar
autóctonamente y apropiarse de los nodos problemáticos pensándolos desde
nuestra realidad.

Nuestro filósofo no renunció al socialismo, aunque sabemos la mala prensa


de esta palabra. También fue de los primeros en hablar de un “bolivarismo
socialista”. En los tiempos actuales, cuando vemos ante nuestros ojos el
agotamiento de las fuentes de riqueza del capitalismo y cómo este sistema aun en
esas circunstancias continúa devorando todo a su paso; se hace inevitable valorar
nuevas salidas a los viejos problemas, para lo cual se habla de un socialismo
democrático como una alternativa ante la barbarie capitalista.

Para terminar, podemos decir con seguridad: Soler fue el intelectual de su


tiempo. A pesar de morir relativamente joven, nos legó una obra aun por agotar, la
cual leemos a la luz de los problemas supuestos en ella. Su aporte va más allá de
estas breves líneas. Solo queríamos llamar la atención sobre su lugar en la tradición
del pensamiento crítico latinoamericano.

Abdiel Rodríguez Reyes

CIFHU
Departamento de Filosofía
Universidad de Panamá

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