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ENSAYO CARLOS MOSQUERA

Las características de la sociedad del conocimiento exigen a la universidad una


función de profesionalización que supone un cambio importante en el
planteamiento formativo de la Educación Superior, y que afecta de manera
primordial a la planificación docente. En esta publicación se propone un proceso
de planificación de las asignaturas atendiendo a los principios que favorecen la
formación de titulados competentes e íntegros. Asimismo, se ofrecen reflexiones y
herramientas para facilitar al profesorado esta función. Formar para la ciudadanía
y preparar profesionales capaces de afrontar las demandas futuras del ámbito
laboral son los retos principales que la sociedad del siglo XXI propone al sistema
universitario (Bricall y Brunes, 2000). Ambas demandas constituyen un gran
cambio en la misión percibida por la universidad durante años: salvaguardar y
generar conocimiento, ser depositaria de la cultura e investigar para producir
nuevo conocimiento. Nuevo resulta, asimismo, el fuerte impulso hacia una mayor
cercanía y diálogo entre la universidad y la sociedad, que ha sido planteado por
organismos e instituciones de todo el mundo con interés o preocupación por la
formación universitaria. El aprendizaje atrae la atención de todos los observadores
de la Universidad. Este desplazamiento del contenido al aprendizaje constituye
otra novedad importante por las repercusiones que se atisban a corto plazo.
Resulta evidente el papel crucial que deberá desempeñar la universidad para
lograr que las respectivas sociedades tradicionales avancen hacia la
conformación, en primer lugar, de la sociedad de la información y, en último
término, idealmente, hacia la sociedad del conocimiento. Para avanzar hacia tales
objetivos, Tünnermann (2000).

Un cambio trascendental en estos procesos se refiere a la destacada importancia


que se le asigna ahora al aprendizaje y al alumno, en contraste con el tradicional
énfasis que siempre se había puesto en la enseñanza y en el docente. El papel del
docente cambia y, en vez de ser quien centra la información, pasa a ser un guía,
un tutor y un orientador para el alumno y su aprendizaje. Según Tünnermann y De
Souza (2003), estos desafíos del aprendizaje conducen a respuestas académicas
que forman el núcleo de los procesos actuales de transformación universitaria, y
que deben inspirar los modelos educativos y académicos. La afirmación de que la
mayor parte de las competencias adquiridas hoy día por una persona a lo largo de
su formación estarán obsoletas al comenzar su vida profesional significa la
necesidad de aprender e informarse de manera continua. Esta necesidad ha sido
una de las premisas que más ha consolidado la educación a distancia como
modalidad educativa.
Las nuevas TIC, a través de sus diversas formas y herramientas, introducen un
modo de interacción con las informaciones y el conocimiento, y con otras
personas, totalmente nuevo y diferente de otros medios utilizados hasta el
presente. En ese sentido, la educación a distancia y la educación abierta son las
modalidades que, por su naturaleza, pueden favorecer la apropiación de estas
herramientas y su adaptación a la pedagogía. El desarrollo de nuevas teorías, en
las que destaca el constructivismo, en contraste con la noción de aprendizaje
como transmisión de un cuerpo de conocimientos estáticos, ha provocado que los
educadores perciban que los ambientes de aprendizaje deben promover diversas
perspectivas e interpretaciones de la realidad, que permitan al que aprende
reconstruir en el ámbito personal los productos y los procesos culturales y
apropiarse de ellos.

A la largo de las dos últimas décadas y como resultado de la introducción y uso


intensivo de las tecnologías de la información y del conocimiento en general y de
internet en particular, la universidad está viviendo un proceso de transformación
complejo que afecta a sus estructuras académicas y organizativas, así como
también a su concepción de metodología docente. Las TIC han evidenciado la
necesidad de establecer estrategias de coherencia institucional en su uso y
aplicación, así como la posibilidad de ampliar los ámbitos de acción institucional y
el acceso masivo a la formación superior. Y todo ello pone de manifiesto el cambio
existente de un modelo de formación basado en la transmisión del conocimiento,
que estaba bien delimitado y bajo acceso restringido, a otro que debe
fundamentarse en facilitar la competencia de aprender a personas que viven en un
mundo en cambio constante y con acceso abierto a la información y al
conocimiento. Todo ello, además, conlleva a una transformación en las dinámicas
de comunicación y difusión del conocimiento científico, que se convierte en
abierto, accesible y sometido al análisis de las redes sociales de conocimiento.

Las dinámicas de enseñanza y aprendizaje han experimentado también cambios a


partir de la introducción y uso intensivo de la tecnología y en particular, de internet.
Aprender con uso intensivo de tecnología (e-learning) ha transformado las
relaciones entre docencia y discente, evidenciando la importancia del diseño y
planificación en el proceso de aprendizaje (Cabero, 2006; Duart & Repáraz,2011).
La universidad actual, después de la incorporación y uso de internet en la
dinámica educativa e institucional, debe sustentarse en un modelo educativo
adaptativo e integrador que haga posible la adquisición y ejercicio de
competencias sustantivas para la sociedad red actual. Para ello es necesario
superar los marcos tradicionales, pero también aprender de ellos. Podemos
afirmar que el impacto de las TIC ha cambiado la velocidad de producción y
distribución del conocimiento.

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