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GUIÓN ORIGINAL
DE
21 de septiembre de 1998
1. – HABITACIÓN
INTERIOR. DÍA.
Los porosos haces de luz que construye, en el aire, una persiana iluminan
vagamente la estancia.
ÉL (off):
A veces un aire denso aplasta contra mi cuerpo
todo el peso del día e imprime en mi piel el tatuaje
del tedio.
ÉL (off) : (cont.)
A veces soy incapaz de dar relieve al día y quedo
atrapado en la plana dimensión que amablemente
me ofrece esta apática desidia.
ÉL (off) : (cont.)
Y duele, duele el cuerpo que se retuerce por
debajo de una piel llena ya de astillas.
Sus ojos están abiertos y delatan un estado de inquieta vigilia que rompe
una lágrima resbalando desde sus humedecidos ojos, por la mejilla, hasta
su boca.
ÉL (off): (cont.)
Y es que a veces lo físico embota a mi mente, la
ata detrás de mis ojos y la castiga a ignorar las
causas de este estado. Unas causas, por otra parte,
que son las mismas de siempre, las mismas.
ÉL (off): (cont.)
Hoy es uno de esos días.
Una mujer de color aparece, casi reptando, por encima del joven.
Está desnuda y el roce de su cuerpo, en el del joven, hace que éste se
vuelva hacia ella.
MUJER DE COLOR :
(Besando la cara del joven)
Estoy aquí, donde estaré siempre: bajo tu
tormenta, por entremedias de ti, envolviéndote.
MUJER DE COLOR :
En ocasiones...
ÉL:
En ocasiones la fantasía me rapta y me lleva
muchísimo más allá de la realidad. Tengo que
arrancarme violentamente de ese capricho
espiritual y sin conseguirlo del todo, me asiento
en un espacio intermedio donde estoy solo, muy
solo.
Funde en blanco.
2. – CALLE A
EXTERIOR. DÍA.
Abre de blanco
MUJER DE COLOR:
(Preocupada)
¿Le ocurre algo? ¿Se encuentra bien?
JOVEN ACOMPAÑANTE:
(A su amiga)
¿Qué le pasa?
MUJER DE COLOR:
No lo sé...
Frente a él, camina una joven de unos 28 años, bastante alta, morena, dos
trenzas cayéndole sobre los hombros, viste completamente de negro y gris
y su piel es la sombra perfecta para un pálido rostro.
ÉL:
Busco esos ojos. Mírame ahora.
La muchacha gira entonces su cabeza enfrentando sus negros ojos a los del
joven.
ÉL (off):
La distancia tiene de mágico esa ventaja que
otorga el saber sin ser sabido. Un oscuro filón de
posibilidades.
Ésta, se aparta de sus ojos y cruza la calle, camino de un portal que está
justamente enfrente.
Entra en el portal.
Él, con su mirada recorre, ascendiendo, el exterior del edificio como ella
hace por las escaleras en el interior: atraviesa verticalmente los dos
primeros pisos y en la tercera ventana ella aparece para subir la persiana
en busca de luz.
3. – ESCALERA PORTAL
INTERIOR. DÍA
Se oyen los pasos de la chica hasta cerrar la puerta del portal tras de si.
ANCIANO:
Va a llover. Está el tiempo revuelto.
ANCIANO:
Va a llover, claro.
Funde a negro.
5. – ESCALERA PORTAL
INTERIOR. ATARDECER.
Ella, que también se asusta, calma la situación con una dulce mirada y con
el dulce timbre de su voz
ELLA:
Está lloviendo.
Él permanece en silencio.
La chica se da media vuelta, sube hasta el tercer piso y tras una última
mirada al joven entra en su casa.
De repente un potente rayo provoca el apagón que deja sin luz la estancia.
Sus manos colocan en un hueco entre los cristos que forman este collage
de estilos en la pared, el que acaba de desprender de su cruz, sobre la
mesa.
No hay nadie.
7. – ESCALERA PORTAL
INTERIOR.NOCHE.
Cierra la puerta.
8. – CALLE A
EXTERIOR. NOCHE.
Sigue lloviendo.
9. – ESCALERA PORTAL
INTERIOR. NOCHE.
ANCIANO (off):
¡Nada, nada!
ANCIANO (off):
¡Nada, nada! No hay luz. ¡Si lo sabré yo! El cielo
está llorando porque esta noche caerá uno de sus
hijos, y nos deja a oscuras para que el mundo no
lo vea. ¡Ahh! Nada, no hay luz...
ANCIANO:
¿Sí? ¿Sí...?
ANCIANO:
Nada, no hay nadie.
ANCIANO (off):
Habrá salido corriendo. ¡Si lo sabré yo!
11. – CALLE A
EXTERIOR. NOCHE.
Hay una puerta que conduce a una trastienda y de la que procede una
extraña luz de velas y un violento ruido de metal que se golpea.
El ruido cesa, instante que ella aprovecha para entrar en esa estancia.
13.– TRASTIENDA
INTERIOR. NOCHE.
Corta a:
14.– CALLE A
EXTERIOR. NOCHE.
La lluvia, más intensa que antes, subraya el trayecto de los jóvenes, de la
tienda al portal.
Él, aún desnudo y con la espinada corona puesta, se apoya en la joven que
con las dos manos sobre el cuerpo de este, acompaña su maltrecho
caminar.
ÉL (off):
Alcanzar el sueño eterno, después de haber
amado. Alcanzarlo en la cómoda cruz donde
alcanza en nosotros el efímero sueño.
ÉL (off): (cont.)
Y morir, tranquilo...
Es entonces cuando se percibe el cuerpo desnudo del joven, bajo la, ahora,
ensangrentada sábana, que remarca, también, la corona de espinas a los
pies de la cama.
ÉL (off): (cont.)
Pero ni aún así. No, jamás apedreé el cristal,
jamás camine desnudo bajo su lluvia, nunca mi
piel dejó escapar mi sangre, jamás a mi carne la
llagó el amor.
Él ya no es Él, no tiene barba, sus ojos son claros y sus rasgos se han
convertido en los de otra persona. Su respiración se para, muriendo sin
cerrar los ojos.
ÉL (off): (cont.)
Yo no soy él.
ÉL (off): (cont.)
Fuí, como siempre, el testigo aventajado de la
noche, la mirada objetiva tras el aire. Imaginé mi
rostro en el suyo.
Su pelo largo, su barba y sus oscuros ojos observan todo lo que ocurre.
ÉL (off): (cont.)
Acaso fuí la afirmación objetiva de lo que los
demás ignoran, uno de los pocos dueños de ese
espacio nuestro más personal. Sí, dueño absoluto
de mi persona.
ÉL (off): (cont.)
... y el Cristo que ella no quiso. Una huella contra
el cielo al fin y al cabo.