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Un llamamiento peligroso

David Paul Tripp

Capítulo VI La congregación faltante

En el capítulo anterior, el pastor es parte del cuerpo de Cristo. El pastor es parte


del cuerpo de Cristo y también es necesitado de la gracia de Dios el cual hace que
cada parte de ella sea más santificada.
Partiendo de esto, las Escrituras siempre nos ha enseñado de un pueblo, nos
habla de un crecimiento comunitario, en realidad todos somos llamados en una
congregación redentora, todos necesitamos de los demás, y los demás de
nosotros. Al encerrarnos en un individualismo, no solo estamos negando que
necesitamos de los demás, sino que estamos negando que todos somos un
cuerpo y por lo tanto ayuda de los demás.
Con los pastores tiende pasar mucho esta situación, más bien este problema de
comprensión. El pastor se prepara en un semanario donde mayormente hay un
ambiente de individualismo, y no porque el seminario fomente esto.
Afortunadamente se manejan ahora los campos y cada seminarista se presenta en
campo como practica para su vida pastoral, pero aun sigue habiendo algunos
problemas. No es tan solo en el sentido de pertenecer a una comunidad de
creyentes, implica también una relación, relacionarse significa que hay
conocimiento de los demás, en como son, cuales son sus debilidades entre otros.
Es lo que pasaba con el pastor del capítulo anterior, el cual, aunque cumplía todos
los requisitos para ser pastor de la iglesia que solicitaba, algo estaban olvidando, y
es que se preocuparon más por saber que tanto sabe el pastor, que tanto
conocimiento tiene el pastor, que hacer una simple pregunta, ¿Cómo es el pastor?
¿Tiene una comunión cercana con su Señor?. Conocer a los miembros del cuerpo
de Cristo, hace que hay una relación más cercana y por lo tanto, no existirá
ninguna persona que quede fuere, o alguien faltante.

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