En el capítulo anterior, el pastor es parte del cuerpo de Cristo. El pastor es parte
del cuerpo de Cristo y también es necesitado de la gracia de Dios el cual hace que cada parte de ella sea más santificada. Partiendo de esto, las Escrituras siempre nos ha enseñado de un pueblo, nos habla de un crecimiento comunitario, en realidad todos somos llamados en una congregación redentora, todos necesitamos de los demás, y los demás de nosotros. Al encerrarnos en un individualismo, no solo estamos negando que necesitamos de los demás, sino que estamos negando que todos somos un cuerpo y por lo tanto ayuda de los demás. Con los pastores tiende pasar mucho esta situación, más bien este problema de comprensión. El pastor se prepara en un semanario donde mayormente hay un ambiente de individualismo, y no porque el seminario fomente esto. Afortunadamente se manejan ahora los campos y cada seminarista se presenta en campo como practica para su vida pastoral, pero aun sigue habiendo algunos problemas. No es tan solo en el sentido de pertenecer a una comunidad de creyentes, implica también una relación, relacionarse significa que hay conocimiento de los demás, en como son, cuales son sus debilidades entre otros. Es lo que pasaba con el pastor del capítulo anterior, el cual, aunque cumplía todos los requisitos para ser pastor de la iglesia que solicitaba, algo estaban olvidando, y es que se preocuparon más por saber que tanto sabe el pastor, que tanto conocimiento tiene el pastor, que hacer una simple pregunta, ¿Cómo es el pastor? ¿Tiene una comunión cercana con su Señor?. Conocer a los miembros del cuerpo de Cristo, hace que hay una relación más cercana y por lo tanto, no existirá ninguna persona que quede fuere, o alguien faltante.