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Esto es un cuento corto basándose en la leyenda, en la historia de como surgió esta religión, se sabe muy poco de la religión, esta casi extinta con menos de 100 personas alrededor del mundo, no hay mucha información acerca de esta religión.
Esto es un cuento corto basándose en la leyenda, en la historia de como surgió esta religión, se sabe muy poco de la religión, esta casi extinta con menos de 100 personas alrededor del mundo, no hay mucha información acerca de esta religión.
Esto es un cuento corto basándose en la leyenda, en la historia de como surgió esta religión, se sabe muy poco de la religión, esta casi extinta con menos de 100 personas alrededor del mundo, no hay mucha información acerca de esta religión.
En Atenas era común ver a los dioses provocar guerra y conflicto,
con la simple finalidad de conseguir más adeptos y no dejar de ser venerados. La ciudad por muchos años vivió acostumbrada al miedo, usando como única tabla de salvación el adorar a sus dioses para calmar los deseos narcisistas de estos últimos. Cierto día, un ateniense llamado Dorian decidió alejarse de la ciudad. Estaba cansado del trato que tenían los dioses para con su pueblo, pensaba con rabia en ellos y en cómo eran los causantes de las guerras sólo para entretenimiento. Decidió entonces encontrar un nuevo hogar, así que emprendió el rumbo hasta un bosque llamado Robledal de Dodona. Mientras llegaba, escuchó unos extraños murmullos que lo hicieron cambiar de ruta. Los pájaros dejaron de cantar y unas pisadas se comenzaron a escuchar, parecía que se acercaban haciendo retumbar la tierra. El ateniense corrió hasta una zona con muchos arbustos, donde tropezó y se ocultó, desde ahí vio a una extraña bestia, era cuadrúpeda y de piel rocosa, con múltiples ojos, dos cuernos de color morado y en su frente tenía un símbolo que Dorian no conocía. El joven se mantuvo en silencio y a los pocos segundos la bestia siguió por el bosque. El viajero con la pierna algo lastimada por la caída se arrastró entre los matorrales para poder salir y fue así como encontró una extraña cueva de no más de metro y medio de alto; pensó que ahí podría recobrar fuerzas, así que decidió acercarse. Una vez dentro, se dio cuenta de que la cueva era mucho más grande. Pudo incorporarse y a paso lento llegó hasta una fuente con una escultura y una puerta con extraños símbolos y glifos alrededor. En las paredes de la cueva se observaban pinturas que parecían muy antiguas, según las juzgó Dorian, tal vez de una cultura desaparecida. Al acercarse a la puerta vio que esta no era real y sólo estaba tallada en la piedra, incluso tenía destellos morados. Quitó la hierba que rodeaba la parte baja de la roca, para inspeccionarla un poco, entonces encontró un cráneo. —Esto es muy extraño —pensó Dorian—, ni en los templos de hades los cráneos son así. El joven lo tocó y de las cuencas donde estarían los ojos, empezó a salir un extraño humo que lo rodeó y después cubrió toda la cueva. —¿Quién eres tú? —le dijo una voz grave que resonó con fuerza. —Me llamo Dorian —dijo sorprendido. Entre el humo aparecieron siete entidades: una de ellas era un montón de agua y hielo, girando sobre sí mismo; el segundo era oscuridad, el tercero parecía un montón de huesos y carne en forma de un escarabajo amorfo; el cuarto era un lobo con pelaje que resplandecía en blanco y rojo; el quinto era un montón de tentáculos de metal; el sexto era una luz de color indescriptible y el séptimo era un montón de flores con una fragancia embriagadora. —Hace siglos que nadie entra aquí —dijo la voz. —¿A caso son dioses? —dijo Dorian, de manera molesta—, estoy harto de ustedes y de que sean venerados, y que causen guerras sólo para su entretenimiento —Los dioses los utilizan para entretenerse, sí, pero los humanos también son raros, creen en sus dioses, pero ignoran lo demás, sólo peleando por ser superiores. Hace eones, cuando las deidades surcaban los cielos y creaban la tierra, buscamos un lugar oculto en el que observaríamos el tiempo, después decidimos salir de aquel lugar y llegamos aquí, donde un grupo de personas nos veneraron; ellos pedían todo, siempre. Un día fueron atacados por tres tribus guerreras quienes los masacraron por no venerar a los mismos dioses. Dorian no podía entender nada. Quería saber quiénes eran. —Intuyo que deseas conocer nuestros nombres —dijo la voz—, yo soy Karaka, y ellos son Enid, V, Thryssa, Yama, Hellam y Dowon. Nosotros también estamos cansados de esas guerras, nuestros acólitos fueron masacrados sin ningún motivo al igual que muchos en todo el mundo. Por haber descubierto este santuario y por ser diferente a tu gente te propondré algo: te voy a dar la oportunidad de hacer un cambio. Ya dejaste a tu pueblo atrás, así que no tienes nada que te ate, tendrás que viajar por el mundo con el propósito de hacer que la gente se olvide de competir por sus dioses, aceptas o rechazas esta oportunidad. Dorian no lo pensó ni un instante. —¡Acepto! Lo haré por mis seres queridos que han sido asesinados. Los siete dioses alzaron al joven en los aires y lo rodearon con una neblina, le tatuaron un símbolo en su mano derecha con siete fragmentos, luego lo devolvieron al suelo. —Te hemos marcado con estos símbolos en tu brazo derecho y te hemos bendecido con el poder de reencarnar. Tu viaje será difícil y no podrás completarlo en una sola vida. Confiamos en ti, nosotros regresaremos al lugar desde el cual observamos el mundo, te deseamos suerte en tu viaje. La cueva se llenó nuevamente de humo y desapareció junto con los extraños seres. Dorian quedó sin palabras, se sentó en medio de la cueva y pensó lo que había pasado. Un par de horas después se dirigió a su pueblo, buscó el dinero que tenía, agarró un arco y una espada y se dirigió a la salida de la ciudad. —Toda mi vida he servido a los dioses —se dijo Dorian, mientras empezaba su misión— desde que tengo memoria los he venerado en sus altares y en sus santuarios. Viajaré por aquellos que quieren paz, recorreré todos los lugares tratando de que la gente se olvide por fin de adorarlos. Pero tan pronto empiece, seré castigado también por ellos… por mis propios hermanos. Al salir se dirigió al santuario para despedirse, marcando inicio a su viaje. Cerca de la cueva la tierra comenzó a sonar, un estruendo familiar, unas pisadas abrumantes, era aquella criatura con la que se topó por primera vez al visitar el santuario, se acercaba con gran velocidad y se abalanzó sobre Dorian, el chico no sabía qué hacer, no podía imaginar que su viaje acabaría a poco tiempo de empezar. Con un miedo que hacía que sus piernas temblaran cerró los ojos, su corazón quería salir de su pecho. Sintió que aquel era su final, sin embargo, habían pasado unos segundos y seguía con vida, abrió los ojos cautelosamente y observó a la bestia, que estaba parada frente a él. Ahora podía reconocer el símbolo que tenía el monstruo en la frente: era igual al que tenía él mismo en el brazo. Se acercó a la bestia y lo tocó, los ojos de esta pasaron de un rojo intenso a un rosa, enseguida comenzó a hacerse más pequeña hasta tomar la forma de un caballo blanco. Al montarse en aquel ser sintió sus memorias, era una creación de los siete que fue controlada por los dioses griegos, para evitar que las personas descubrieran el santuario. Acarició a la criatura y la invitó a viajar con él en nombre de la causa. El caballo lo siguió. Dorian no vivió mucho más que cualquier persona, pero fue reencarnado a través del tiempo. Su travesía fue siempre obstruida por distintas deidades. Fundó una religión que veneraba a aquellos siete dioses desconocidos, que no buscaba ser la única y verdadera, sólo promulgaba la paz. Aquella religión es conocida como los Eunoabíz, Fug, Los hijos de Enid entre otros nombres Hasta el día de hoy, Dorian sigue viajando con su objetivo en pie, su descendencia negó sus creencias, pero algunos pocos pertenecen a aquella religión siguiendo con su objetivo, sin importar el castigo de los dioses. Dorian no fue olvidado, comunicó su mensaje en muchas partes, siempre con entusiasmo y valor. Los pueblos que visitó lo recordaron como un viajero de túnica marfil y capucha de cuero, sobre un corcel blanco. Desde entonces, fue conocido como El viajero de Atenas