Ante un sistema cruel, que no se interesa por la Naturaleza ni por
nosotros, que nos despoja de nuestros territorios, nuestro camino es la organización. El capital nos ha convertido principalmente en consumidores. Vivimos alimentando a las empresas multinacionales, generando mayor desigualdad en el mundo. La economía que predomina se basa en el egoísmo y la competencia, se enriquece en la destrucción a la Naturaleza y los trabajadores somos piezas desechables. Pensemos y creemos alternativas desde nuestros territorios, salgamos de este esquema en que nos vemos como enemigos y creemos autonomía sobre nosotros, sobre nuestro trabajo y sobre nuestro territorio. Nuestras alternativas a la economía deben estar guiadas por nuestra vida en la comunidad, donde el trabajo es una herramienta para vincularnos y crecer individual y conjuntamente. No podemos olvidar el respeto a la Naturaleza que nos da la vida, y la lucha por su defensa nos invita a seguir organizándonos contra el extractivismo y el Estado cómplice. Sigamos rescatando la memoria de las comunidades andinas, en prácticas como el ayllu y la minga, siendo parte del cuidado de nuestro territorio y comunidad. El respeto entre hombres y mujeres debe ser importante, abriendo espacios seguros en que puedan expresar libremente sus malestares, sus ideas y sus dudas. Estamos juntxs aprendiendo de nuevos procesos y nuestra organización no debe ser atravesada por la violencia. Los medios de trabajo y los recursos materiales pertenecen al colectivo y la toma de decisiones se desarrolla en asamblea. Esto nos permite ser parte de un todo, permeados de solidaridad, donde cada miembro participa en la producción, también lo hace en la organización y en la toma de decisiones. No seremos excluidos como lo somos para el gobierno de turno o las grandes empresas, que no nos escucha y unos pocos toman las decisiones. Juntarnos entre las comunidades nos abre más posibilidades para crear estas nuevas formas de economía: con intercambio de productos, servicios y experiencias. Cada territorio y comunidad nos aporta con una semilla a la construcción de este nuevo camino, en que no estemos controlados por las grandes empresas y el Estado. Estamos luchando cuando estamos creando alternativas a la salud, a la educación, a la economía, etc. Reconocemos las deficiencias de este sistema violento y desigual en el que vivimos. Estas nuevas formas de encontrarnos forjan nuestra comunidad, nos permite sentirnos en solidaridad y nos invita a seguir creando un mundo mejor.