Howard un joven de 30 años, que regresa de un viaje fallido en Lima. En el
camino, mientras la aeromoza sirve las bebidas a los pasajeros, él piensa en su familia, a quienes no ha visto desde hace algún tiempo. Trata de encontrar un buen empleo dentro de la ciudad, lamentándose de la desgracia que cayó en su familia, pues sus ancestros habían gozado de fortuna, pero unas malas decisiones conllevaron a perder todo lo que tenían. Tiempo después, conoció a Laura, quien era maestra en la institución San Ignacio de Loyola, cuyo acrónimo, bastante usado en el habla popular, es SIL. Estos llevados por el enamoramiento comenzaron a convivir sin haberse conocido mucho, fruto de ese amor nació una pequeña niña. Por el poco tiempo que tuvieron para conocerse, Laura se llevó una decepción cuando descubrió al celoso y posesivo Howard que se escondía en él. -Parece que *andaras de puta con esas ropas- le decía constantemente, tratando de controlar como se vestía, con quien hablaba y salía. Luego de unos meses comenzaron los golpes, que él trataba de minimizar dándole regalos como rosas, chocolates y argollas. El maltrato llegó a tal punto que ella tenía tanto miedo de lo que él le pudiera hacer, que se atoraba con solo oír sus pasos. Loco, celoso, posesivo, así lo describía Laura. -Adolece de falta de sensibilidad, no le importa ni siquiera su propia hija- le comentaba a su hermana por teléfono, ya que él no la dejaba ir a verla. -Termínale- siempre le aconsejaba su hermana, quien se había cansado de escucharle sufrir por eso. Laura se rehusaba a dejarlo, pues pensaba que en algún momento el volvería a ser el tierno hombre con quien viajaba a distintos lugares. El viaje que más recordaba era cuando fueron a Cajamarca, los paisajes llenos de flora y fauna, los lindo auquénidos que paseaban por la ciudad de la mano de sus dueños. Una tarde camino a casa, Laura se vio rodeada de afiches que le invitaban a poner un freno a la violencia contra la mujer. ¡Violencia disfrazada de amor! Rezaba aquel afiche. Ella que había estado esperando un incentivo para dejar esa vida. Aun con esa inspiración llegó a su casa dispuesta a dejar a su maltratador, si era posible se mudaría a la antípoda de Piura. Completamente desesperado por recuperar a quien seguía considerando de su propiedad, Howard la buscó por mucho tiempo. La seguía, la llamaba, le rogaba volver, pero ella estaba decidida a no volver nunca. Finalmente ella aceptó encontrarse con él en un hotel. Llegó con la firme decisión de terminar con ese capítulo de su vida y *aperturar uno nuevo. Sin embargo, él tenía otros planes, cuando ella le dejo en claro que no volvería con él, enloqueció. Comenzó a golpearla, pero sus gritos eran acallados por la aplanadora, que sonaba en la calle de al frente que estaba en construcción. Finalmente, cayo inconsciente y Howard bastante asustado lanzo un apostrofe al cielo - ¡Dios mío, que he hecho! – Llamó a la primera persona que se le ocurrió, la hermana de Laura. - ¡Aló! - se escuchó del otro lado de la línea. ¡Perdón!, lo siento enserio. Yo no quería que pasara así- dijo desesperado Howard. Alertada por esta llamada llamó a la policía al mismo tiempo que se dirigía al hotel donde Laura previamente le había comentado que se reuniría con Howard. Fue detenido en medio del llanto, aun con el cadáver a sus pies. Nadie sabe lo que planeaba hacer con el cuerpo de Laura, pero en su desesperación hubiera sido capaz de tirarlo a cualquier lado, incluso a la atarjea cercana.