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Registro de clases
02/08/2012
09/08/2012
Alumnos: Sofía, Nadia, Julián, Alexis, Matías, Brandon, Franco y Kevin. Como
ya hemos referido en las reuniones, esta jornada resultó algo compleja en cuanto al
número de alumnos participantes. Por ser la primera oportunidad en que nos
conocíamos con Gladys, no teníamos acordado cómo íbamos a resolver aquel conflicto.
Para este taller, Aníbal había construido una suerte de red para la práctica de
voley. Resolvimos, entonces, intentar introducir aquel deporte que los niños afirmaban
saber jugar. En principio tenía pensado trabajar sin impactar la pelota, es decir,
debiendo tomarla y luego lanzarla. Pero he aquí el conflicto de que los mayores del
grupo se aburrían y se distraían del juego. Decidimos luego permitir el impacto del
balón aún cuando las niñas, principalmente Nadia, hallaban ciertas dificultades para
pasar el balón por sobre la red. El juego finalmente resultó productivo ya que todos los
niños participaron del mismo.
Evelyn no asistió a este taller. En su lugar acudió una niña que no conocíamos
(creemos que se llama Analía). Analía participó muy activamente en el juego y, al
contrario de Nadia, tal vez por estatura o contextura corporal, logró cruzar la pelota en
la mayoría de las oportunidades. También acudieron unos cuatro varones que tampoco
conocíamos pero de los cuales no pudimos averiguar los nombres. Unos quince o veinte
niños menores permanecieron expectantes del encuentro, algunos con intenciones de
participar.
Finalmente, una vez finalizada la sesión, nos quedamos dialogando con Gladys,
Víctor y Aníbal a los fines de conocernos y resolver aquel problema que planteáramos
algunos párrafos más arriba. Gladys no parecía muy convencida o comprometida con el
hecho de que el taller de deportes tenía ciertos límites de edad. Después de una larga
charla, repleta de fundamentos e intentos persuasivos desde ambas partes, ella pareció
comprender que había ciertos riesgos en involucrar tal diversidad etaria en juegos
deportivos. Al fin de cuentas, resolvimos que la llave quedaría en mis manos y
trabajaríamos a puertas cerradas, debiendo yo abrir la puerta a cada alumno que llegara
al taller.
16/08/2012
23/08/2012
30/08/2012
Alumnos: Sofía, Nadia, Julián, Alexis, Matías, Franco, Brandon, Nano y Matías.
Llegamos al predio y Alexis y Matías estaban ayudando a cortar las maderas
para terminar de confeccionar la mesa de ping-pong. Nos dispusimos a colaborar con la
tarea mientras llegaban los demás alumnos. Una vez que todos arribaron al lugar,
salimos al patio. Teníamos pensado retomar voley pero aún no había red para ello.
Motivo por el cual fuimos en busca de la pelota de fútbol para trabajar puntería de modo
previo a la organización de un partido. Con respecto al trabajo de puntería, tendremos
que decir que casi todos los alumnos lograron acertar el tiro en el sitio dispuesto. Tal
vez por casualidad o por mérito propio, lo cierto es que hasta Sofía acertó en una
oportunidad. Seguidamente armamos un encuentro con dos equipos que al cabo de una
hora y algunos minutos de trabajo en deportes se vio interrumpido. Hacía mucho calor y
fuimos en busca de agua. Gladys trabajaba con los más pequeños.
Cuando regresamos, volvimos a tomar las riendas de la carpintería para finalizar
con la confección de la mesa de ping-pong. Todos los alumnos participaron en esta
parte del taller, con la sola excepción de Julián, quien permaneció algunos minutos más
y finalmente se retiró. Aprovechamos la oportunidad para medir la altura de la red de
voley con los chicos y atornillamos dos ganchos para atar una soga que nos permita
trabajar voley durante las próximas sesiones. Sofía se retiró algunos minutos después de
que lo hiciera Julián. En esta oportunidad, las niñas no han compartido equipo con los
docentes sino que hemos intentado integrarlas con los demás compañeros. Por nuestra
parte, hemos sufrido las patadas y fules de parte de ellas.
Párrafo aparte merece la siguiente consideración. En el momento en que todos
trabajábamos ya sea en la mesa de ping-pong, la red de voley o demás actividades por el
estilo, noté la ausencia de Franco. Me dirigí hacia la cocina y me sorprendió verlo
sacando cosas de mi mochila. A su lado estaba Nano. Le advertí y pregunté qué era lo
que hacía. Miró hacia abajo, guardó todo y me refirió que buscaba una tiza. No soy
capaz de afirmar nada, pero lo cierto es que me faltaron 100 pesos cuando pude revisar
la billetera. Lo conversé en cinco oportunidades con él, siempre por separado e
intentando no sobresaltar a los demás compañeros pero él dijo que no sabía nada. Me
llamó la atención que esquivara la conversación y que no hiciera esfuerzo alguno por
defenderse ni resolver la cuestión. Nano también desestimó la importancia del asunto.
Finalmente lo hablamos con Gladys, Víctor y Aníbal. El dinero no apareció y todos
regresamos a nuestros hogares como si nada hubiera sucedido. Víctor afirmó que ya
hablaría con los chicos.
06/09/2012
13/09/2012