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EL ARANCEL VERIFICATORIO EN TIEMPOS DE INFLACIÓN

Por Augusto H.L.Arduino

I-INTRODUCCIÓN

El fallo que comentamos rechaza el planteo de inconstitucionalidad del artículo 32 de la


Ley de Concursos y Quiebras en lo referente al monto fijado en concepto de arancel,
como así también la pretensión de reajuste impetrada.

El artículo referido establece que por cada solicitud de verificación de crédito que se
presente, el acreedor pagará al síndico un arancel de cincuenta pesos que se sumará a
dicho crédito. El síndico afectará la suma referida a los gastos que le demande el
proceso de verificación y confección de los informes, con cargo de oportuna rendición
de cuentas al juzgado, quedando el remanente como suma a cuenta de honorarios a
regularse por su actuación. Excluyese del arancel a los créditos de causa laboral, y a los
menores de mil pesos sin necesidad de declaración judicial.

El fallo para decidir la desestimación de la pretensión consideró:

(i)La fijación de un nuevo arancel importaría arrogarse facultades reservadas al


legislador.

(ii)No se advertía en este caso una afectación de entidad tal que obste al desempeño en
la profesión o que derive en un perjuicio patrimonial sustantivo.

(iii)Los gastos que el funcionario sindical tuviere que anticipar y rendir detentan en el
orden normativo concursal una prioridad que los coloca por encima de muchos de los
créditos de los acreedores a los cuales se les impondría el acrecimiento pretendido por el
arancel.

El fallo nos coloca en la posibilidad de analizar:

(i)La naturaleza de las funciones de la sindicatura.

(ii)Los cuestionamientos que presenta la retribución de la tarea de la sindicatura.

(iii)La influencia de la inflación en preceptos que fijan un valor monetario y las posibles
formas de corregir esta circunstancia.
II-LA NATURALEZA DE LAS FUNCIONES DE LA SINDICATURA

El tema ha sido siempre objeto de especial atención por parte de la doctrina, donde se
evidencia un profuso tratamiento.

GARCÍA MARTÍNEZ y FERNÁNDEZ MADRID realizan una prolija reseña de las


opiniones de los tratadistas.1 Señalan que para ROCCO el síndico es un oficial público,
investido por el estado de la facultad de conservar, administrar y liquidar el patrimonio
del fallido, sin ninguna representación de éste ni de los acreedores, colectiva o
singularmente considerados. El síndico ejerce su cargo en representación del estado y
ejercita el derecho de ejecución en interés de los acreedores.

Al examinar la posición de BONELLI los tratadistas citados señalan que para este autor
tres estadios pueden distinguirse en el procedimiento de quiebra: en el primero, el
síndico es enteramente emanación de la voluntad del tribunal; en el segundo, es un
producto de la voluntad del tribunal, iluminada por los acreedores; en el tercero es,
principalmente, el resultado de la voluntad de los acreedores, controlada por el tribunal.

Sin embargo en ningún caso representa al fallido porque para ello sería necesario que el
representado continuase siendo propietario de los bienes desapoderados y tampoco
representa a los acreedores. Considera BONELLI que no le cuadra al síndico la
calificación de oficial público.

Al contemplar el punto de vista de PROVINCIALI señalan los autores que seguimos


que para este jurista las discusiones sobre la naturaleza del síndico están ya superadas,
pues el síndico o curador tiene la misma naturaleza que los otros órganos de la quiebra,
esto es, el juez y el tribunal. Representa el fin publicista que está en la base de la quiebra
y que determina la común naturaleza de sus órganos. De allí se explica que pueda
sustituir al fallido en la legitimación negocial procesal activa y pasiva y al mismo
tiempo sustituya a los acreedores en el ejercicio de determinados derechos y acciones.
Concluyendo que el síndico ejerce voluntariamente una función pública judicial.2

Para SATTA existe un mínimo sobre el cual no existen controversias: las funciones de
administración sustitutiva del deudor, ya que el concurso tiene por objeto no bienes del
deudor sino su patrimonio, que es un conjunto de derechos y obligaciones, de relaciones
activas y pasivas, y como tal no puede ser objeto de una simple disposición como la
que se desarrolla en la ejecución singular.
1
GARCÍA MARTÍNEZ, ROBERTO,FERNÁNDEZ MADRID,JUAN CARLOS, Concursos y quiebras, t.II, p.
1428,Ediciones Contabilidad Moderna, Buenos Aires, 1976.
2
GARCÍA MARTÍNEZ, ROBERTO,FERNÁNDEZ MADRID,JUAN CARLOS, Concursos y quiebras, t.II, p.
1431,Ediciones Contabilidad Moderna, Buenos Aires, 1976.
Es necesaria una actividad de carácter negocial, dirigida a la liquidación de relaciones, y
en cuanto sea necesario, también la constitución de nuevas relaciones. Como el deudor
no puede disponer ni administrar su patrimonio, es preciso un órgano que lo sustituya.

Así la administración del síndico es originaria, porque recibe su justificación de un fin,


de la satisfacción de los acreedores para la que ha sido instituida y declarada la quiebra:
no existe coincidencia entre los poderes del deudor y las del curador, ni entre el
patrimonio del deudor y el sometido a la administración de la quiebra. Entre la
administración del síndico y la actividad jurisdiccional ejecutiva no existe ninguna
incompatibilidad; ejecución es tanto la actividad pura y simple de disposición de los
bienes mismos, dando que el fin sigue siendo igual.

ARGERI señala que en doctrina se discrepa acerca de la naturaleza de la investidura


del síndico: a) algunos autores entienden que representa al ente quiebra; b) la reunión de
los acreedores, que constituyen una comunión, tiene por representante al curador, el
cual no representa los intereses individuales de los acreedores; c) se trata de un órgano
de la quiebra, al igual que el juez y el tribunal; d) en principio, las atribuciones del
síndico derivan originariamente del ordenamiento jurídico, asumiendo, sin embargo,
naturaleza compleja cuando su intervención sustituye facultades en interés del deudor y
del acreedor; e) el síndico actúa en interés de la Justicia, en calidad de colaborador del
juez.

Concluyendo el síndico inviste calidad de funcionario, que tiene a su cargo cumplir


determinados actos, dentro del trámite del proceso concursal, específicamente señalados
por la ley ("lato sensu").3

MORO, siguiendo a MAFFIA señala que el uso promiscuo de los términos “órgano” y
“funcionario” es frecuente, pero la diferencia entre las nociones expresadas entre estos
vocablos es nítida: órgano es el género y funcionario la especie, a saber, ciertos órganos
que amén de sus características genéricas poseen algunas propias: permanencia,
profesionalidad, retribución por el Fisco, formas especiales de designación, de ascensos,
de responsabilidades, etc. como ocurre con los jueces, fiscales y secretarios. En cambio,
es órgano el síndico, que a diferencia de aquéllos no desempeña la sindicatura de modo
permanente, no con exclusión de otras actividades profesionales, ni es retribuido por el
Fisco, etc. esta distinción- concluye- entre órgano y funcionario permite considerar al
juez y al secretario como órganos-funcionarios del Estado, en tanto el síndico es órgano
del proceso. Por lo tanto el quehacer de los primeros se imputa al Estado, mientras que
la tarea del síndico es atribuida al proceso.4

3
ARGERI, SAÚL A., Intervención de la sindicatura en el proceso de quiebra, LA LEY 1979-D, 1040
4
MORO, CARLOS EMILIO, Cámara Héctor, El Concurso preventivo y la quiebra, actualizado bajo la dirección de
Ernesto E. Martorell, T.V, p 248, Lexis Nexis, Buenos Aires, 2007.
GRACIABILE entiende que necesariamente el Estado debe valerse de órganos para
llevar a cabo sus fines. Encasilla dentro del concepto de órgano en sentido lato a aquel
que cumple una función del Estado determinada por el orden jurídico -creación o
aplicación de normas-.

Indefectiblemente,--considera-- que el síndico ejerce funciones estatales determinadas


por la ley concursal, por lo que es un órgano del Estado que se desarrolla dentro de los
procesos concursales.

Más estrictamente, --señala-- que podemos categorizar a los órganos estatales,


denominándolos funcionarios públicos, a aquellos cuyas, funciones surgen de una
norma general y tienen competencia propia, ejecutando la voluntad del Estado, por lo
que éste queda responsabilizado por la actuación de aquéllos.

Para concluir que no podemos negar el carácter de funcionario público del síndico,
quien ejerce funciones dentro del proceso concursal por imperio de una norma general
-ley concursal-, por voluntad estatal, pues es la ley quien determina su actuación y la
forma en que ella se desarrolla, sin tener injerencia alguna la voluntad de las partes
interesadas. En consecuencia, la sindicatura es un órgano del Estado stricto sensu, es
decir, funcionario público, que encuentra su estatuto en la ley específica sobre la
materia, actuando en interés del Estado.5

CONIL PAZ explica que el síndico es uno de los funcionarios del concurso. Así lo
prescribe la ley de concursos: art. 275. De ello parece fluir que a través de su
caracterización legal, el síndico es un funcionario auxiliar de la justicia. Es más, podría
inclusive admitirse que son portadores de una función pública.

Considera que cabe asimilarlos a un órgano judicial del concurso, vinculándolo, eso sí,
con una acepción lata, comprensivo no sólo de quienes están investidos de la función de
crear normas previstas de fuerza obligatoria, "sino también de quienes se hallan
adscriptos a aquellos para el cumplimiento integral de la función pública procesal".

Se trataría, en definitiva—para este autor--, de un órgano auxiliar, técnico, unipersonal,


adicionándosele el carácter de externo.6

DUER considera que el patrimonio de la deudora insolvente necesita de una


administración, representación y gestión, así como su contralor cuando se refiere al
concurso preventivo o al proceso falencial; el asesoramiento técnico (contable,
financiero y económico) al juez interviniente referido a la continuación de la empresa, la
5
GRAZIABILE, DARÍO J. La caracterización del síndico concursal como funcionario público, LA LEY 2003-
D, 1059
6
CONIL PAZ, ALBERTO, Pedido de remoción del síndico y costas LA LEY 1992-E, 434
administración y disposición de los bienes, la conveniencia de mantener los contratos
celebrados por la deudora con anterioridad, y en general, la resolución de todas las
situaciones jurídicas económicas que puedan surgir.

Como forma de "cubrir" dichas necesidades se creó un órgano que asume todas esas
funciones. En nuestro derecho se denomina: sindicatura.

Apunta que ese mismo órgano adquiere variedad de denominaciones en el derecho


comparado: "curatore" en Italia, "syndic" en Francia, "curateur de faillites" en Bélgica,
"síndicos" en España, "trust in bankrupters" en Inglaterra y Estados Unidos y que cada
legislación asigna al síndico una función diversa: le imputa distinto origen a la
designación, incluso respecto de las responsabilidades penales en las que pueda incurrir
en su desempeño.

Concluyendo que aun cuando no sea sencilla la conceptualización de la figura del


síndico en su multifacética actuación regulada en esta ley, es útil hacer referencia al
siguiente criterio jurisprudencial: "el síndico, si bien es 'parte' de los trámites
concursales, reviste fundamentalmente condición de funcionario del concurso,
ejerciendo un mandato legal necesario, que no nace de la voluntad de los interesados
sino de la ley (art. 1870 inc. 1°, Cód. Civil); el mandato se ejerce con relación al deudor
y a la masa de acreedores, siendo a su vez delegado del juez dentro de la esfera que le
señala la ley, con lo cual queda establecida la condición de colaborador con la justicia.

Más allá de la complejidad de esta semblanza se debe considerar que las dificultades
provienen de las singulares exigencias estructurales del proceso concursal, entre las
cuales se destaca la necesidad de que el síndico administre, negocie, liquide,
diagnostique, aconseje, etc., según las circunstancias o necesidades del proceso.

El síndico, en síntesis, es—para esta doctrinaria-- un colaborador del juez del concurso,
dotado de capacidades técnicas, experiencia e idoneidad, que completan las tareas de
éste, excediendo sus funciones a las de un simple administrador dado que ellas se
despliegan en un complejo abanico de deberes y atribuciones. 7

La jurisprudencia de nuestros tribunales ha señalado que el concurso tiene una


connotación eminentemente publicística que determina que el síndico revista la
condición de funcionario público, que debe obrar en interés de la justicia, como un
órgano judicial actuante al lado del juez8 Así el síndico del concurso se encuentra sujeto
7
DUER, GABRIELA J., Sindicatura concursal. Estudios vs. profesionales individuales LA LEY 2003-E, 1128
8
Cámara Nacional de Apelaciones en lo Comercial, sala A • 04/09/1998 • Laboratorios Vichy, quiebra • •
AR/JUR/4646/1998, Cámara Nacional de Apelaciones en lo Comercial, sala C • 27/06/1996 • Sanatorio Liniers S. A.
a las normas procesales que preservan la imparcialidad de los funcionarios y
magistrados judiciales. Así, el art. 256 de la ley 24.522 regula los supuestos que
inhabilitan al síndico en relación al fallido y a los acreedores, con aplicación analógica
de las reglas de la recusación con causa de los magistrados9

De modo que se ha señalado que el hecho de que el síndico sea funcionario del concurso
y por eso se le reconozca calidad de oficial público, no puede llevar a que respecto de él
no rigen las disposiciones atinentes a las notificaciones y que todas las resoluciones
deben notificársele por cédula, implicaría un privilegio inadmisible. El art. 298 de la ley
concursal última parte, dice que el síndico es parte en el proceso principal y en todos sus
incidentes; luego le son aplicables a él, como a los demás intervinientes, las normas
correspondientes.10

El síndico es un funcionario, cuyo ámbito es esencialmente público, pero que tiene


fuertes matices de funcionario público, pues su actuación se traduce en un conjunto de
deberes-obligaciones, que comprenden un campo que resulta tanto reglado por el interés
subjetivo (en el sentido de privado), del deudor y de cada uno de los acreedores, como
por los imperativos propios de la Administración pública "lato sensu", que resume las
características propias de un representante y de un órgano del Estado, pues conforme al
art. 275 de la ley de concursos ), la investidura del síndico surge de una relación de
servicio derivada del derecho público para constatar y representar el cúmulo de
pretensiones privadas.11

El síndico no es parte en el proceso de quiebra, sino, por el contrario, su calidad es la de


un funcionario que ejerce un mandato legal necesario con relación a las partes, vale
decir con respecto al deudor y a los acreedores de la quiebra.12

La Corte Suprema de Justicia de la Nación en el caso Amiano, Marcelo Eduardo y otro


c/ -E. N. - M° de Justicia- y otro s/ proceso de conocimiento T. 326, P. 4445 estableció:

a)Nada hay en el ordenamiento jurídico argentino, que indique que el síndico


que actúa en un concurso preventivo o en una quiebra sea un funcionario público.
Funcionalmente, tampoco es un órgano mediante el cual el Estado exterioriza sus
potestades y voluntad, sino un sujeto auxiliar de la justicia, cuya actividad en el proceso
colectivo se desarrolla con autonomía, sin subordinación jerárquica, y en base a la
• • AR/JUR/29/1996, Cámara Nacional de Apelaciones en lo Comercial, sala B • 23/04/1997 • Marsud S. A. • •
AR/JUR/5312/1997.
9
Cámara Nacional de Apelaciones en lo Comercial, sala B • 16/12/1996 • Oliver, Juan M. • • AR/JUR/191/1996
10
Cámara de Apelaciones en lo Civil y Comercial de San Francisco • 30/09/1985 • Merlini, Victorio H. y otros, s/
quiebra • • AR/JUR/1480/1985
11
Cámara 1a en lo Civil y Comercial de Tucumán • 28/05/1980 • Capital, S. R. L., quiebra • • AR/JUR/773/1980
12
Corte de Justicia de la Provincia de Salta • 20/03/1997 • Sabha y Cía. s/ ped. de quiebra • LLNOA 1998, 914 •
AR/JUR/2081/1997
idoneidad técnica que deriva de su título profesional, por lo que su responsabilidad
personal no puede ser sujeta a los términos del art. 1112 del Código Civil, ni
compromete la estatal (Voto del Dr. Adolfo Roberto Vázquez).

b) La naturaleza del vínculo del síndico con el Estado Nacional resulta


insuficiente para adjudicarle el rango de funcionario público a los efectos previstos en el
art. 1112 del Código Civil.

c) El síndico del concurso no constituye un órgano mediante el cual el Estado


exterioriza sus potestades y voluntad, sino un sujeto auxiliar de la justicia, cuya
actividad en el proceso colectivo se desarrolla con autonomía, sin subordinación
jerárquica, y en base a la idoneidad técnica que deriva de su título profesional. Sus
funciones están determinadas por la ley respectiva tanto en interés del deudor, como de
los acreedores y del proceso colectivo en general.

La legislación nacional ha evolucionado hacia el régimen de sindicatura profesional y


única, abandonando la distinción introducida entre síndico y liquidador prevista por la
ley 11719.

Cabe señalar que en materia de sindicatura existieron diversos sistemas cuyas


diferencias radican en función de la existencia de una sindicatura única o doble,
profesional u oficial, o bien en torno al procedimiento para su designación.

Así en los esquemas de sindicatura única hay un funcionario que interviene en el


periodo informativo y en la liquidación, tal es el caso de la ley 19551.

En la doble las funciones se dividen actuando un funcionario en el periodo informativo


y otro en la etapa liquidativa. Era el sistema seguido por la ley 11719.

La denominada sindicatura técnica exigiendo título profesional (contador) fue el sistema


que siguieron las leyes nacionales 11719, 19551 y 24522.

La sindicatura no técnica, integrada por comerciante fue la seguida por el Código de


Comercio argentino de 1889.

En tanto que la sindicatura no oficial es la que consagra el sistema de las leyes


nacionales 11719, 19551 y 24522.

La controversia doctrinaria sobre la naturaleza del síndico se ha exhibido como


recurrente tema de análisis por parte de la doctrina, enderezándose las corrientes
jurisprudenciales a admitir el carácter de funcionario del síndico, aunque esta
calificación merece reparos por algún sector doctrinario, a lo que cabe añadir que la
opinión que se tenga guarda relación estrecha con el sistema normativo que se analice.
En efecto la reseña histórica del derecho comparado y la ya efectuada del derecho
nacional exhibe variedades de antecedentes. Así, por caso, en Francia en su tiempo en el
siglo pasado se reglamentó la profesión de síndico y administrador, en tanto que en
Italia el de decreto de 1942 dispuso la formación en cada tribunal de listas de
administradores judiciales formadas por abogados, economistas y contadores,
designándose de entre ellos el administrador, rigiendo el sistema de sindicatura única y
teniendo el funcionario el carácter de oficial público.

III-LA RETRIBUCIÓN DE LA SINDICATURA

La cuestión de la retribución de la sindicatura siempre ha generado interesantes


propuestas en procura de que esta resulte justa. Así desde la doctrina se han propiciado
criterios e ideas, todas ellas valiosas, tendientes a perfeccionar el sistema retributivo, y
nos parece oportuno recordar aquí lo expresado por IGLESIAS – en relación a la
legislación concursal en general- cuando señala que “pareciera que por definición todo
derecho concursal es por esencia insatisfactorio, ya que las normas que lo componen
consuman una “verdadera dislocación de intereses”. El tratamiento de la crisis exige
sacrificios, mediante reglas de excepción que modifican la situación de los sujetos a
quienes alcanzan sus consecuencias”13. También parece que los créditos por honorarios
y en especial las cuestiones inherentes a su cuantificación no escapan a este carácter de
inconformidad.

Haciéndose eco de algunas de estas situaciones TEPLITZCHI y TITO señalan que:”...


son innumerables los procesos concursales que una vez abiertos, resultan un mero
trámite que conlleva inexorablemente a la quiebra indirecta, es que no se busca la
protección de la empresa, sino seguir operando sin asumir responsabilidad alguna.

En este marco, es el funcionario sindical el primer perjudicado, pues debe desplegar


toda su actividad profesional, al igual que su representación letrada, a sabiendas de
que homologada que fuere la propuesta de acuerdo, o aún antes de ello, el
procedimiento devendrá en quiebra indirecta y se tornará imposible la percepción de
sus honorarios; en la mayoría de los casos el activo es inexistente o ha desaparecido, o
resulta insuficiente para satisfacer los mismos.

Para preservar dichos emolumentos de naturaleza alimentaria, y tutelar el derecho de


propiedad de los profesionales en ciencias económicas y abogados, se propone que en
13
IGLESIAS, JOSE ANTONIO, Concursos. Las reformas a la ley, p.2, Depalma, Buenos Aires, 1995.
una futura reforma de la normativa concursal se contemple la obligación de quien
solicita la apertura de un procedimiento concursal, de efectuar un depósito en garantía
a cuenta de honorarios del Síndico, el que podría ser plasmado, como una primera
aproximación, de la siguiente manera:

El cincuenta por ciento de dicho depósito, dentro de los cinco días de dictada la
resolución que dispone el art. 36 de la ley concursal (Adla, LV-D, 4381) (en adelante
L.C.); el otro cincuenta por ciento dentro de los cinco días de presentado el informe
general art.39 L.C.

En ambos casos, previa intimación y bajo apercibimiento de decretarse sin más


trámite, la quiebra.

Fácticamente, los plazos propuestos otorgan al concursado tiempo suficiente para


obtener los recursos a efectos de satisfacer dichos pagos, sin que comprometa el giro
habitual de sus negocios. Adviértase que entre la apertura del proceso concursal y el
art. 36 L.C. generalmente transcurren entre tres y cinco meses. Por otra parte, se
justifica su depósito en garantía, con la labor desplegada por la Sindicatura en la
confección de los informes individuales y el informe general, respectivamente.

Otra posibilidad sería que la segunda cuota se abone en forma conjunta con la
presentación de la propuesta de pago en el expediente, para otorgar al concursado
mayor plazo aún entre el pago de la primera y segunda cuota.

Si al Concursado se le exige la publicación de edictos para dar a conocer la apertura


del procedimiento concursal, con lo oneroso que ello representa, no se advierte el
impedimento para que éste afronte un gasto semejante a lo largo de un proceso que
durará como mínimo un año, y que en definitiva será computado como pago a cuenta
para la oportunidad de homologarse el acuerdo preventivo. Por otro lado, la
imposibilidad de afrontar dicho egreso, significaría de por sí, la incapacidad de pago y
la consecuente falta de medios para sobrellevar con éxito la propuesta concordataria.
De alguna manera, entonces, significaría adelantar el desenlace fatal de la quiebra
indirecta, con el beneficio de evitar un dispendio jurisdiccional injustificado.

Respecto al monto del depósito, que como se dijo lo será en dos cuotas, prima facie
parece justo establecer el mismo en el equivalente a dos sueldos de secretario de
primera instancia, pues es el mínimo que el art. 266 LCQ in fine, fija para la
retribución de los honorarios profesionales en los concursos preventivos.

Estas sumas de dinero permanecerán impuestas a plazo fijo e indisponibles, sirviendo


como pago a cuenta de los honorarios a regularse en oportunidad de homologarse el
acuerdo preventivo, pudiendo ser percibidos una vez firmes los mismos. Caso
contrario, de decretarse la quiebra indirecta, el Síndico podrá cobrarse de dichas
sumas y de tal manera obtener alguna retribución por la labor profesional
desarrollada como funcionario de la Justicia, con todos los derechos y obligaciones
que ello conlleva, dignificando así la actuación del Síndico y protegiendo, aunque sea
mínimamente, los honorarios profesionales.14

Mas allá de esta propuesta de lege ferenda, la legislación vigente estipula pautas que
podemos denominar genéricas en materia regulatoria de honorarios, pero también
exhibe un gran número de situaciones no previstas que quedan al arbitrio de la
jurisprudencia y de la aplicación de las leyes arancelarias locales.

IV-EL ARANCEL DEL ARTÍCULO 32. INCIDENCIA DE LA INFLACIÓN.


En esta búsqueda de la justa retribución de la labor de la sindicatura, el artículo 32 de la
ley 24.522 estableció un arancel de pesos cincuenta por cada solicitud de verificación de
crédito que se presente, el acreedor pagará al síndico un arancel de cincuenta pesos que
se sumará a dicho crédito. El síndico afecta la suma referida a los gastos que le demande
el proceso de verificación y confección de los informes, con cargo de oportuna
rendición de cuentas al juzgado, quedando el remanente como suma a cuenta de
honorarios a regularse por su actuación. Exclúyese del arancel a los créditos de causa
laboral, y a los menores de mil pesos sin necesidad de declaración judicial.
Este precepto, pensado para un país donde la moneda no se envilezca por la inflación, y
en la esperanza de que nuestro signo monetario escapara a los designios de los
antecedentes precedentes de la historia de la moneda en nuestra nación que evidencian
la concreta destrucción de signos monetarios en el siglo XX, no pudo escapar a los
embates de la pérdida de valor de la moneda.
Así lo fáctico es que la suma de pesos cincuenta ha quedado desactualizado, pero como
correctamente el fallo expone fijar un nuevo arancel no compete al poder judicial sino al
legislador, no resultando procedente la declaración de inconstitucionalidad.
Va de suyo que ello no implica desconocer lo desactualizado del importe, pero no es
menos cierto que ello debería ser fijado por el poder legislativo mediante una reforma
de la legislación concursal, que quizá deba contemplar no la referencia concreta a un
importe en dinero, sino una referencia aún parámetro actualizable, como podría ser que

14
TEPLITZCHI, EDUARDO ; TITO, VERÓNICA, El concurso preventivo y los honorarios del síndico. Cómo
intentar prevenir su incobrabilidad, LA LEY 2002-B, 1179
el arancel se fije en referencia un cierto porcentual del salario mínimo vital y móvil o
por caso de la retribución de un Secretario del Poder Judicial de primera instancia.
Ello permitiría que, en época de inestabilidad y depreciación de la moneda, las
actualizaciones de los parámetros de referencia incrementen el arancel no dejándolo,
como ahora acontece, desactualizado en relación a la función con la que fuera
concebido.

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