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Economía de la cultura 71

70 Caracterización del mercado de energía eléctrica .,.

Las cuatro empresas de Comercialización que cubren el 70% de la deman­

da de energía son empresas del tipo Generador-Comercializador (EPM,

EMGESA, ISAGEN, CORELCA). Esto demuestra que realmente existe una

ventaja competitiva, no sólo porque pueden ofrecer precios bajos sino por­
\ que están en capacidad de prestar servicios complementarios que implican

altos costos.
Aunque los mercados reales no se ajustan estrictamente a las estructuras
de mercado teóricas, su estudio permite identificar aspectos económicos
de gran importancia en el diseño de nuevos mercados o para el análisis de
mercados ya existentes. De acuerdo con los aspectos evaluados, el merca­
do de energía entre Usuarios No Regulados y Comercializadores en Colom­
Economía de la cultura
bia presenta características que pueden asociarse a las de un oligopolio.
Sin embargo, no se debe olvidar lo planteado por Demsetz (Rodríguez,
2006) sobre las limitaciones que tiene el uso de índices para analizar nive­
les de competencia debido a que un alto nivel de concentración puede
reflejar no sólo poder de mercado, sino también la existencia de empresas
muy eficientes que aprovechan esta ventaja para eliminar a sus rivales Nora Elena Espinal Monsalve*
menos competitivos.
Referencias bibliográficas
Resumen
Botero, S. (2002). Energy efficiency business options for industrial end
users in Latin American competitive energy markets. School of Engineering La Economía y la Cultura han empezado a dialogar relativamente hace
and Applied Science. Washington, George Washington University: 148. poco y los estudios formalizados desde la economía y la estadística son
recientes. El propósito de este trabajo es plantear algunos elementos de
Escudero, A. y S. Botero (2005). Estructura del mercado de energía para
análisis en torno a la Economía de la Cultura, que se está consolidando
usuarios no regulados en Colombia. VII Seminario internacional sobre aná­ como una rama disciplinar destacada dentro del análisis económico porque
lisis y mercados energéticos, Bogotá, Uniandes.
constituye un terreno fértil para el razonamiento teórico y posibilita la v~ri­
Franco, C. (2002). Racionalidad limitada del consumidor en mercados ener­ ficación empírica del comportamiento de los individuos y de las organiza­
, géticos desregulados y la función del comercializador y el gobierno. Docto­
ciones culturales. Al respecto se han planteado dos líneas de interpreta­
rado en Ingeniería. Área Sistemas Energéticos. IVJedellín, Universidad Na­
ción: una que destaca y defiende la legitimidad de la intervención estatal
cional de Colombia. Sede Medellín: 211. en el sector cultural; y otra que propone una mirada del sector cultural
desde el mercado.
Keat, P. y Young, P (2004). Economía de Empresa. Prentice Hall.
Palabras claves: Economía de la Cultura, patrimonio cultural, mercado,
i Rodríguez, L.M. (2006). "Los índices de concentración - una visión gene­ organizaciones culturales, bienes públicos, política estatal.
I ral". Disponible: http://www.procompetencia.gov.ve Clasificación JEL: Zll
I

. XM-Expertos en Mercados (2006). "Informe mensual del Mercado de Ener­


: gía Mayorista. Septiembre 2006". Disponible: http://www.xm.com.co

Young, M. (1998). Principios de Economía. McGraw Hill.

http://www.creg.gov.co http://www.upme.gov.co http://www.xm.com.co


* Profesora de planta de la Escuela de Economía, Facultad de Ciencias Humanas y Económicas,
Recibido el 28 de agosto de 2006. Aprobado para su publicación el 24 de Universidad Nacional de Colombia, Sede Medellín.
septiembre de 2006.
ENSAYOS DE ECONOMIA OCTUBRE DE 2006

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72 Economía de la cultura Economfa de la cultura 7

Abstract guitarra por su propio placer. Por tanto, el economista puede analizar
comportamiento de qUién oferta y de quién demanda arte y cultura.
The Economy and Culture have just begun a dialogue and the studies
formalized from the economy and the statistic poínt of view are quite recent. Algunas corrientes del pensamiento económico se han ocupado en fom
The intention of this work is to outline some elements of Culture Economy intermitente de la cuestión de cómo abordar el estudio de los bienes cultl
analyses which slowly have been consolidating themselves as an outstanding rales. En la época de Marx se decía que el arte era una ocupación impn
discipline branch among the economic analysis because they constitute a ductiva, por lo tanto no había por qué trasladar al terreno de la econom
rich field for the theoretical reasoning allowing the empírical verification of este tipo de actividad humana. En la década de 1930, Pigou, un economi
the behavior of individuals and cultural organizations. There are two lines ta representante de la escuela neoclásica, conceptuaba que los musel
of interpretations regarding this: the first is the one that highlights and tenían en sí mismos más valor para la sociedad que los bares, y sin embc
defends the legitimacy of the state intervention in the cultural sector and go no tenían una demanda superior, y convocaba a la reflexión sobre est,
the second proposes a glance of the cultural sector from the market point problemas. Pero en todos los casos, lo que los economistas plantearon
ofview. respecto a lo largo de las primeras décadas del siglo XX, fue una id
recurrente: la producción cultural y por tanto la política cultural, no tieni
Key words: Economy of the Culture, Cultural Patrimony, Cultural, Market,
nada qué ver con la economía, sino sólo con la cultura y con la política.
Organizations, Public Assets, State Policies.

lEL Classification: Z11


En la mayoría de los países occidentales los asuntos referidos a la admin
tración cultural, particularmente los relacionados con el patrimonio cult
ral, se han manejado desde la autonomía de la cultura por medio de I
Introducción modelo que delega en los técnicos la selección de los bienes que mereo
preservarse, así como las formas de intervención estatal. Este tipo de a
Durante los últimos dos siglos y especialmente durante el último, diversas ministración también se ha responsabilizado del mantenimiento de los b'
escuelas de pensamiento han realizado esfuerzos vigorosos encaminados a nes declarados patrimonio cultural y ha procurado garantizar el disfrL
la construcción de un concepto de cultura ya su explicación, desde campos público y universal.
como la Filosoña, la Antropología, la Semiótica, la Historia del arte y la
SOciología. Ello ha contribuido, tanto desde la opinión pública como desde Después de la segunda guerra mundial, en el marco de la construcción (
las instituciones, a la idea según la cual los bienes culturales son caracterís­ Estado del bienestar, la demanda creciente por subsidios para la cultL
ticos más de una economía de lo simbólico,que de un mercado ordenado planteó el debate en términos de la adjudicación desde el Estado de reCl
por los principios de la oferta y la demanda. La cultura y sus expresiones sos escasos entre distintos usos alternativos, con el fin de maximizar
concretas tienen un valor de uso que no se lo confiere ni el mercado ni la bienestar social. En este debate hubo consenso en torno al sector de
audiencia; como bienes y servicios, obtienen una determinada cuota del cultura como un sector que contribuye al bienestar social, pero que nece
mercado. ta de abundantes recursos para sobrevivir. En gran parte de los países·
cuestión, el Estado había intervenido en el fomento de la cultura de forr
Puede decirse que los factores que influyen en la creación artística y en el creciente, pero desde finales de la década de 1970 empezó a plantearse
consumo de los bienes Y/o servicios culturales son especialmente numero­ nivel mundial la crisis en el modelo de intervención estatal y la idea seg'
sos y que la relación entre ellos sea más compleja que la producción y el la cual el Estado malgasta y es poco eficaz, con lo cual fue posible arg
consumo, por ejemplo, de galletas. Pero el arte y la cultura están, en prin­ mentar que el modelo de intervención y de administración de bienes cult
cipio, sujetos a la escasez; es decir, no son bienes libres, proporcionan rales era ineficaz y burocrático y que se hacía necesaria la decidida insE
utilidad o satisfacción a los individuos que los demandan y necesitan recur­ ción de la cultura en el mercado.
sos para su producción. Es posible observar en los individuos expresiones
de preferencia por estos bienes y la disponibilidad a pagar por su consumo. 1. Dos líneas de pensamiento
Por ejemplo, entrar a un museo o a un concierto u observar el deseo de En este contexto surgieron dos líneas de pensamiento que vale la pel
alguien de pintar un cuadro para venderlo, o incluso el deseo de tocar explicitar:

ENSAYOS DE ECONOMiA OCTUBRE DE 2006 ENSAYOS DE ECONOMIA - OCTUBRE DE 2006


72 Economía de la cultura Economía de la cultura 73

Abstract guitarra por su propio placer. Por tanto, el economista puede analizar el
comportamiento de qUién oferta y de quién demanda arte y cultura.
The Economy and Culture have just begun a dialogue and the studies
formalized from the economy and the statistic point of view are quite recent. Algunas corrientes del pensamiento económico se han ocupado en forma
The intention of this work is to outline sorne elements of Culture Economy intermitente de la cuestión de cómo abordar el estudio de los bienes cultu­
\ analyses which slowly have been consolidating themselves as an outstanding rales. En la época de Marx se decía que el arte era una ocupación impro­
discipline branch among the economic analysis because they constitute a ductiva, por lo tanto no había por qué trasladar al terreno de la economía
rich field for the theoretical reasoning allowing the empirical verification of este tipo de actividad humana. En la década de 1930, Pigou, un economis­
the behavior of individuals and cultural organizations. There are two lines ta representante de la escuela neoclásica, conceptuaba que los museos
of interpretations regarding this: the first is the one that highlights and tenían en sí mismos más valor para la sociedad que los bares, y sin embar­
defends the legitimacy of the state intervention in the cultural sector and go no tenían una demanda superior, y convocaba a la reflexión sobre estos
the second proposes a glance of the cultural sector from the market point problemas. Pero en todos los casos, lo que los economistas plantearon al
ofview. respecto a lo largo de las primeras décadas del siglo XX, fue una idea
recurrente: la producción cultural y por tanto la política cultural, no tienen
Key words: Economy of the Culture, Cultural Patrimony, Cultural, Market, nada qué ver con la economía, sino sólo con la cultura y con la política.
Organizations, Public Assets, State Policies.
lEL Classification: Zll En la mayoría de los países occidentales los asuntos referidos a la adminis­
tración cultural, particularmente los relacionados con el patrimonio cultu­
ral, se han manejado desde la autonomía de la cultura por medio de un
Introducción modelo que delega en los técnicos la selección de los bienes que merecen
preservarse, así como las formas de intervención estatal. Este tipo de ad­
Durante los últimos dos siglos y especialmente durante el último, diversas ministración también se ha responsabilizado del mantenimiento de los bie­
escuelas de pensamiento han realizado esfuerzos vigorosos encaminados a nes declarados patrimonio cultural y ha procurado garantizar el disfrute
la construcción de un concepto de cultura y a su explicación, desde campos públiCO y universal.
como la Filosoña, la Antropología, la Semiótica, la Historia del arte y la
Sociología. Ello ha contribuido, tanto desde la opinión pública como desde Después de la segunda guerra mundial, en el marco de la construcción del
las instituciones, a la idea según la cual los bienes culturales son caracterís­ Estado del bienestar, la demanda creciente por subsidios para la cultura
ticos más de una economía de lo simbólico,que de un mercado ordenado planteó el debate en términos de la adjudicación desde el Estado de recur­
por los principios de la oferta y la demanda. La cultura y sus expresiones sos escasos entre distintos usos alternativos, con el fin de maximizar el
, concretas tienen un valor de uso que no se lo confiere ni el mercado ni la bienestar social. En este debate hubo consenso en torno al sector de la
audiencia; como bienes y servicios, obtienen una determinada cuota del cultura como un sector que contribuye al bienestar social, pero que necesi­
mercado. ta de abundantes recursos para sobrevivir. En gran parte de los países en
cuestión, el Estado había intervenido en el fomento de la cultura de forma
Puede decirse que los factores que influyen en la creación artística y en el creciente, pero desde finales de la década de 1970 empezó a plantearse a
consumo de los bienes y/o servicios culturales son especialmente numero­ nivel mundial la crisis en el modelo de intervención estatal y la idea según
sos y que la relación entre ellos sea más compleja que la producción y el la cual el Estado malgasta y es poco eficaz, con lo cual fue pOSible argu­
consumo, por ejemplo, de galletas. Pero el arte y la cultura están, en prin­ mentar que el modelo de intervención y de administración de bienes cultu­
cipio, sujetos a la escasez; es decir, no son bienes libres, proporcionan rales era ineficaz y burocrático y que se hacía necesaria la decidida inser­
utilidad o satisfacción a los individuos que los demandan y necesitan recur­ ción de la cultura en el mercado.
sos para su producción. Es posible observar en los individuos expresiones
de preferencia por estos bienes y la disponibilidad a pagar por su consumo. 1. Dos líneas de pensamiento
Por ejemplo, entrar a un museo o a un concierto u observar el deseo de
En este contexto surgieron dos líneas de pensamiento que vale la pena
alguien de pintar un cuadro para venderlo, o incluso el deseo de tocar
explicitar:

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Economía de la cultura 7,
74 Economía de la cultura

1. La primera, cuyo discurso considera que los productos de la cultura mecanismo de asignación de presupuesto público y en este sentido qued
ti~nen un valor per-se, muy alto en la escala de valores sociales, indepen­ en manos de los políticos dar más o menos fondos para estos propósito~
dientemente de las preferencias individuales y que satisfacen necesidades 2. La otra línea de pensamiento, de la cual Throsby es su más conocid
superiores, en comparación con otras necesidades humanas. A este con­ exponente, considera que existe un entorno cultural de la economí¡
cepto lo ha calificado Musgrave (Valentino, 1988, 11,12) merit wants, ya Según Throsby (2001), la precisión formal de la moderna ciencia económ
los bienes que satisfacen esas necesidades los ha llamado merit goods o ca con su abstracción teórica, su análisis matemático y su confianza en le
bienes de mérito, que se caracterizan porque en cualquier caso abstrac­ métodos científicos para probar hipótesis, podría llevar a pensar que
ción hecha de las reglas del mercado, siempre son ofertados d~ manera Economía opera en un mundo que no está condicionado por los fenómen<
pública. Dicho de otra manera, los bienes de mérito o preferentes son culturales y que tampoco influye sobre ellos; pero también se puede sug
puestos a disposición del público como una imposición de la oferta, en este rir que la Economía, como esfuerzo intelectual, no puede ser independie
caso desde el Estado, dado el alto valor que se les supone y no en respues­ te de la cultura, y es posible interpretar las escuelas de pensamiento ec
ta al gusto de los usuarios expresado a través del mercado. nómico como un proceso cultural. Los economistas aprenden o hered¡
valores culturales que influyen en su forma de percibir el mundo; los age
Los bienes de mérito pueden ser públicos o privados. Son públicos cuando
tes económicos viven, toman decisiones en un entorno cultural y este e
todos los miembros de una sociedad disfrutan de los mismos beneficios a
torno tiene cierta influencia en sus preferencias y en la regulación de
la hora de usarlos o consumirlos; es deci~ se caracterizan por tener un
comportamiento a escala del consumidor o de la empresa. Así misrr
consumo no rival ni exclusivo y porque su costo marginal tiende a cero. Es
considera Throsby la existencia de un entorno económico de la cultura.
importante observar cómo el público no está dispuesto a pagar por un
consumo no exclusivo, ni se pregunta cuánto vale el sostenimiento de un 2. El contexto económico de la cultura
museo o de un monumento; nadie revela cuánto está dispuesto a pagar
por ver el parque de San Agustín o el Museo del Oro, o el Parque de las A pesar de los debates y de los diversos matices conceptuales, es posil
Esculturas de Botero, si tuviese que costearse la supervivencia con las destacar que las relaciones y los procesos culturales existen en un entor
entradas. El hecho es que, como no se puede pedir a los visitantes una económico y se pueden interpretar en términos económicos. Se pue
tarifa para cubrir los costos de su gestión, mantenimiento y puesta en pensar en la cultura como un sistema de creencias y valores dentro de
valor, continuamente escasean los recursos financieros y se hace necesario grupo de tal manera que las interacciones culturales entre miembros l
el aporte de fondos externos. grupo o con otro grupo puedan incluirse en modelos de transaccione!
intercambios de bienes materiales o simbólicos dentro de un mar
Valdría la pena preguntarse: ¿qué empresa pOdría acometer la construc­ economizador.
ción de un gran museo de arte si los costos de aprovisionamiento y compra
de obras de arte superaran de forma abismal las posibilidades de amortizarlo Los antiguos Institucionalistas consideraban la cultura como la base
en un lapso de tiempo razonable mediante los ingresos por su exposición? toda actividad económica, mientras que los estudiosos del desarrollo el
En cualquier caso surge el Estado como el agente para acometer la provi­ nómico del tercer mundo, sitúan las tradiciones culturales y las aspirac
nes de los pobres como medio para determinar la forma como su situad
sión de los bienes públicos, justificado primero en el hecho de que la eco­
nomía privada no lo suministraría; y segundo, porque si el bien público no material puede mejorarse de acuerdo a su integridad cultural.
se produce daría lugar a un fallo de mercado en términos de ineficiencia en Por su parte, la Comisión Mundial sobre la Cultura y Desarrollo de Nador
la asignación de los recursos o al menos a una pérdida de bienestar. Unidas (1995) ha dejado claro que los conceptos de cultura y desarrc
están inextricablemente ligados en cualquier sociedad. Así, los provea
Para la corriente de pensamiento que defiende que los bienes públicos,
de países pobres sólo tienen probabilidad de aumentar el nivel de vide
como los del patrimonio cultural, no están bajo la exclusiva responsabilidad
reconocen que la cultura de la comunidad que los recibe es la expresi
de los visitantes, y además que el Estado debe hacer honor a unas respon­
fundamental de su ser y que esta cultura está situada en un cante:
~abilidade~ históricas contraídas o a las que se auto- impone, el mercado
económico que determina el ámbito y extensión del progreso material c
Juega aqul un papel secundario por cuanto no es capaz de asignar los
bienes públicos correctamente. La provisión social se hace mediante el es posible.

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74 Economía de la cultura Economía de la cultura 75

1. La primera¡ cuyo discurso considera que los productos de la cultura mecanismo de asignación de presupuesto públiCO y en este sentido queda
tienen un valor per-se¡ muy alto en la escala de valores sociales¡ indepen­ en manos de los políticos dar más o menos fondos para estos propósitos.
dientemente de las preferencias individuales y que satisfacen necesidades 2. La otra línea de pensamiento, de la cual Throsby es su más conocido
superiores¡ en comparación con otras necesidades humanas. A este con­ exponente¡ considera que existe un entorno cultural de la economía.
\ cepto lo ha calificado Musgrave (Valentino, 1988¡ 11¡12) merít wants¡ ya Según Throsby (2001), la precisión formal de la moderna ciencia económi­
los bienes que satisfacen esas necesidades los ha llamado merít goods o ca con su abstracción teórica, su análisis matemático y su confianza en los
bienes de mérito, que se caracterizan porque en cualquier caso abstrac­ métodos científicos para probar hipótesis, podría llevar a pensar que la
ción hecha de las reglas del mercado, siempre son ofertados d~ manera Economía opera en un mundo que no está condicionado por los fenómenos
pública. Dicho de otra manera, los bienes de mérito o preferentes son culturales y que tampoco influye sobre ellos; pero también se puede suge­
puestos a disposición del públiCO como una imposición de la oferta¡ en este rir que la Economía¡ como esfuerzo intelectual, no puede ser independien­
caso desde el Estado, dado el alto valor que se les supone y no en respues­ te de la cultura, y es pOSible interpretar las escuelas de pensamiento eco­
ta al gusto de los usuarios expresado a través del mercado. nómico como un proceso cultural. Los economistas aprenden o heredan
valores culturales que influyen en su forma de percibir el mundo; los agen­
los bienes de mérito pueden ser públicos o privados. Son públicos cuando
tes económicos viven, toman decisiones en un entorno cultural y este en­
todos los miembros de una sociedad disfrutan de los mismos beneficios a
torno tiene cierta influencia en sus preferencias y en la regulación de su
la hora de usarlos o consumirlos; es decir, se caracterizan por tener un
comportamiento a escala del consumidor o de la empresa. Así mismo,
consumo no rival ni exclusivo y porque su costo marginal tiende a cero. Es
considera Throsby la existencia de un entorno económico de la cultura.
importante observar cómo el públiCO no está dispuesto a pagar por un
consumo no exclusivo¡ ni se pregunta cuánto vale el sostenimiento de un 2. El contexto económico de la cultura
museo o de un monumento; nadie revela cuánto está dispuesto a pagar
por ver el parque de San Agustín o el Museo del Oro¡ o el Parque de las A pesar de los debates y de los diversos matices conceptuales¡ es pOSible
Esculturas de Botero¡ si tuviese que costearse la supervivencia con las destacar que las relaciones y los procesos culturales existen en un entorno
entradas. El hecho es que, como no se puede pedir a los visitantes una económico y se pueden interpretar en términos económicos. Se puede
tarifa para cubrir los costos de su gestión, mantenimiento y puesta en pensar en la cultura como un sistema de creencias y valores dentro de un
valo~ continuamente escasean los recursos financieros y se hace necesario
grupo de tal manera que las interacciones culturales entre miembros del
el aporte de fondos externos. grupo o con otro grupo puedan incluirse en modelos de transacciones o
intercambios de bienes materiales o simbólicos dentro de un marco
Valdría la pena preguntarse: ¿qué empresa pOdría acometer la construc­ economizador.
, ción de un gran museo de arte si los costos de aprovisionamiento y compra
de obras de arte superaran de forma abismal las posibilidades de amortizarlo Los antiguos Institucionalistas consideraban la cultura como la base de
en un lapso de tiempo razonable mediante los ingresos por su exposición? toda actividad económica, mientras que los estudiosos del desarrollo eco­
En cualquier caso surge el Estado como el agente para acometer la provi­ nómico del tercer mundo, sitúan las tradiciones culturales y las aspiracio­
nes de los pobres como medio para determinar la forma como su situación
· sión ,de los bienes públicos, justificado primero en el hecho de que la eco­
material puede mejorarse de acuerdo a su integridad cultural.
• nomla privada no lo suministraría; y segundo¡ porque si el bien público no
I se produce daría lugar a un fallo de mercado en términos de ineficiencia en Por su parte¡ la Comisión Mundial sobre la Cultura y Desarrollo de Naciones
: la asignación de los recursos o al menos a una pérdida de bienestar. Unidas (1995) ha dejado claro que los conceptos de cultura y desarrollo
están inextricablemente ligados en cualquier sociedad. Así, los proyectos
· Para la corriente de pensamiento que defiende que los bienes públicos,

de países pobres sólo tienen probabilidad de aumentar el nivel de vida si


como los del patrimonio cultural¡ no están bajo la exclusiva responsabilidad

reconocen que la cultura de la comunidad que los recibe es la expresión


. de los visitantes, y además que el Estado debe hacer honor a unas respon­

fundamental de su ser y que esta cultura está situada en un contexto


. ~abilidade~ históricas contraídas o a las que se auto- impone, el mercado

económico que determina el ámbito y extensión del progreso material que


·Juega aqUl un papel secundario por cuanto no es capaz de asignar los

es posible.
bienes públicos correctamente. La provisión social se hace mediante el

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Economía de la cultura 7~
76 Economía de la cultura

Si se considera la cultura como algo incluido en un medio económico, el La definición de industria de bienes y servicios culturales supone creativ
comienzo más obvio es partir de la propuesta de que la producción y el dad en su producción, incorpora un cierto grado de propiedad intelectual
consumo de cultura se pueden situar dentro de un marco industrial y que transmite un significado simbólico. Esta definición permite delimitar indu!
los bienes y servicios producidos y consumidos se pueden considerar como trias concretas en torno a determinados productos como la música y le
mercancías, en los mismos términos que otras mercancías producidas en el libros, entre otros, mientras que la agregación de todos estos product(
sistema económico. Para los exponentes de la escuela de Frankfurt - Teodoro permite referirse a las industrias culturales como una totalidad.
Adorno- una interpretación económica de los procesos culturales era una
Aceptar dicha definición hace posible proponer un modelo de industrió
expresión de desastre; hoyes un área de especialización dentro de las
culturales que se centra en el lugar de origen de las ideas creativas e irrad
ciencias económicas, con su asociación internacional, congresos y revistas
hacia afuera a medida que las ideas se combinan con otros insumos pa
especializadas, el Journal of Cultural Economics y su propia clasificación
dar lugar a una gama más amplia de productos. De este modo se hallan I
independiente en el ámbito de la taxonomía del discurso económico. En el
artes creativas, como se definen tradicionalmente: música, danza, teatr
Journal ofEconomics Literaturese dispone de bibliografía sobre cuestiones
literatura, artes visuales, y se influyen formas más nuevas de práctic
teóricas y aplicaciones (Throsby D. 1994).
artísticas como el video, el performance, las artes por computador
E~ este orden de ideas es necesario establecer el diálogo entre la Econo­ multimedia, entre otros. Cada una de éstas formas artísticas pueden:
mla y la cultura y para ello, es conveniente asumir, entre todas las definicio­ consideradas por sí mismas como una industria.
nes de cultura que se han ensayado, dos que persisten:
Algunas interpretaciones de las industrias culturales proponen unas fronj
1. La cultura como un conjunto de actitudes, creencias, convenciones, ras más amplias que abarcan hasta industrias que funcionan fuera del ámb
costumbres, valores y prácticas comunes o compartidas por cual­ cultural, pero que algunos de sus productos poseen cierto grado de con'
quier grupo (definido desde el punto de vista político, religioso, geo­ nido cultural. En estas industrias se encuentra la publicidad, los servic
gráfico, histórico, de género, entre otros), que contribuye a la identi­ arquitectónicos y el turismo. La definición de las fronteras es definitiva p¡
dad distintiva del grupo. que sean comparables las mediciones de impacto económico de las indl
trias culturales en las distintas regiones y países.
2. y desde una perspectiva más funcional, el reconocimiento de las ac­
tividades emprendidas por las personas y los productos de dichas 3. La economía del patrimonio cultural
actividades, que tienen que ver con los aspectos intelectuales, mora­
Abordar el estudio de la cultura y del patrimonio desde una perspect
les y artísticos de la vida humana. Se caracterizan porque implican
económica tradicional, es decir, mediante los análisis de los comportamh
alguna forma de creatividad en su producción, hacen referencia a la
tos de la demanda y de la oferta impone la necesidad de responder -en
generación y comunicación de significado simbólico y su producto
otras- preguntas como: ¿Qué bienes existen y se producen? ¿Cómo
representa, al menos en potencia, una forma de capital intelectual.
expresa la demanda? ¿Con qué intensidad? ¿Cuáles son los precios rel.
Las actividades culturales se diferencian también por las distintas formas vos de equilibrio? y ¿Cómo se puede influir en el mercado? Esta tal
de su existencia como bienes y servicios culturales: los privados, para los encarna en principio granes dificultades que provienen de la especificie
que existe un precio; los públicos, para los que no se dispone de precios tanto del propio mercado cultural como de las mercancías que partici~
observables; y los mixtos, para los que poseen características simultáneas en el mismo. Por ejemplo, resulta bastante difícil encontrar un método
de ser públicos y privados. estimación de la demanda, porque en muchas ocasiones se manifiesta
forma colectiva y no individual, como ocurre en la mayoría de los biel
Según esta clasificación existen dos grandes temas que han llamado la privados. Por otra parte, la concreción de los precios de estos bienes
atención de los economistas y aparecen como los dos subsectores del forma de entradas (por ejemplo la entrada a un museo) no tradUCE
sector cultural: el patrimonio cultural y las industrias culturales. grado auténtico de deseabilidad o escasez del bien, puesto que en su r
yor parte son precios subvencionados y no reflejan el coste de producc
Las industrias culturales se interpretan utilizando la parafernalia con­
y mantenimiento. Además, los bienes del patrimonio cultural no son
vencional del análisis económico de acuerdo a las peCUliaridades de la de­
producto cualquiera con valor de uso, sino que pueden tener también
manda y de la oferta artística.

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76 Economía de la cultura Economía de la cultura 77

Si se considera la cultura como algo incluido en un medio económico, el La definición de industria de bienes y servicios culturales supone creativi­
comienzo más obvio es partir de la propuesta de que la producción y el dad en su producción, incorpora un cierto grado de propiedad intelectual y
consumo de cultura se pueden situar dentro de un marco industrial y que
transmite un significado simbólico. Esta definición permite delimitar indus­
los bienes y servicios producidos y consumidos se pueden considerar como
trias concretas en torno a determinados productos como la música y los
\ mercancías, en los mismos términos que otras mercancías producidas en el libros, entre otros, mientras que la agregación de todos estos productos
sistema económico. Para los exponentes de la escuela de Frankfurt -Teodoro permite referirse a las industrias culturales como una totalidad.
Adorno- una interpretación económica de los procesos culturales era una
expresión de desastre; hoyes un área de especialización dentro de las Aceptar dicha definición hace posible proponer un modelo de industrias
ciencias económicas, con su asociación internacional, congresos y revistas culturales que se centra en el lugar de origen de las ideas creativas e irradia
especializadas, el Journal of Cultural Economics y su propia clasificación hacia afuera a medida que las ideas se combinan con otros insumos para
independiente en el ámbito de la taxonomía del discurso económico. En el dar lugar a una gama más amplia de productos. De este modo se hallan las
Journal ofEconomics Literaturese dispone de bibliografía sobre cuestiones artes creativas, como se definen tradicionalmente: música, danza, teatro,
teóricas y aplicaciones (Throsby D. 1994). literatura, artes visuales, y se influyen formas más nuevas de prácticas
artísticas como el video, el performance, las artes por computador y
En este orden de ideas es necesario establecer el diálogo entre la Econo­
multimedia, entre otros. Cada una de éstas formas artísticas pueden ser
mía y la cultura y para ello, es conveniente asumir, entre todas las definicio­
consideradas por sí mismas como una industria.
nes de cultura que se han ensayado, dos que persisten:

Algunas interpretaciones de las industrias culturales proponen unas fronte­


1. La cultura como un conjunto de actitudes, creencias, convenciones,
ras más amplias que abarcan hasta industrias que funcionan fuera del ámbito
costumbres, valores y prácticas comunes o compartidas por cual­
cultural, pero que algunos de sus productos poseen cierto grado de conte­
quier grupo (definido desde el punto de vista político, religioso, geo­
nido cultural. En estas industrias se encuentra la publicidad, los servicios
gráfico, histórico, de género, entre otros), que contribuye a la identi­
arquitectónicos y el turismo. la definición de las fronteras es definitiva para
dad distintiva del grupo.
que sean comparables las mediciones de impacto económico de las indus­
trias culturales en las distintas regiones y países.
2. y desde una perspectiva más funcional, el reconocimiento de las ac­

tividades emprendidas por las personas y los productos de dichas


3. La economía del patrimonio cultural
actividades, que tienen que ver con los aspectos intelectuales, mora­

les y artísticos de la vida humana. Se caracterizan porque implican


Abordar el estudio de la cultura y del patrimonio desde una perspectiva
alguna forma de creatividad en su producción, hacen referencia a la
económica tradicional, es decir, mediante los análisis de los comportamien­
generación y comunicación de significado simbólico y su producto
tos de la demanda y de la oferta impone la necesidad de responder -entre
representa, al menos en potencia, una forma de capital intelectual.
otras- preguntas como: ¿Qué bienes existen y se producen? ¿Cómo se
expresa la demanda? ¿Con qué intensidad? ¿Cuáles son los precios relati­
las actividades culturales se diferencian también por las distintas formas
vos de equilibrio? y ¿Cómo se puede influir en el mercado? Esta tarea
de su existencia como bienes y servicios culturales: los privados, para los
encarna en principio granes dificultades que provienen de la especificidad
que existe un precio; los públicos, para los que no se dispone de precios
tanto del propio mercado cultural como de las mercancías que participan
observables; y los mixtos, para los que poseen características simultáneas
en el mismo. Por ejemplo, resulta bastante difícil encontrar un método de
de ser públicos y privados.
estimación de la demanda, porque en muchas ocasiones se manifiesta de
forma colectiva y no individual, como ocurre en la mayoría de los bienes
Según esta clasificación existen dos grandes temas que han llamado la
privados. Por otra parte, la concreción de los precios de estos bienes en
atención de los economistas y aparecen como los dos subsectores del
forma de entradas (por ejemplo la entrada a un museo) no traduce el
sector cultural: el patrimonio cultural y las industrias culturales.
grado auténtico de deseabilidad o escasez del bien, puesto que en su ma­
las industrias culturales se interpretan utilizando la parafernalia con­ yor parte son precios subvencionados y no reflejan el coste de producción
vencional del análisis económico de acuerdo a las peculiaridades de la de­ y mantenimiento. Además, los bienes del patrimonio cultural no son un
manda y de la oferta artística. "( producto cualqUiera con valor de uso, sino que pueden tener también un

ENSAYOS DE ECONOMIA - OCTUBRE DE 2006


E Y S SR
78 Economía de la cultura Economía de la cultura

valor de opción; es decir, aquello que los individuos estarían dispuestos a todos el avalúo de la Basílica de San Pedro, en Roma considerando no sé
sufragar, no tanto por consumir el bien, sino por mantener la posibilidad de el edificio sino su mobiliario y sus obras de arte está establecido en I
utilizarlo en el futuro. Esto se refleja, en la preocupación por la conserva­ dólar. En síntesis, el valor económico del patrimonio no depende de que
ción del patrimonio cultural¡ por ejemplo las Orquestas Sinfónicas, el Archi­ venda sino por las rentas económicas que procura. Así pues, el propietal
vo Histórico y el Castillo de San Felipe¡ porque constituye un elemento de un elemento del patrimonio cultural una vez que lo ha puesto en val
representativo de la identidad y de la historia de los ciudadanos. puede obtener rentas económicas, siendo su volumen de mayor amen
tamaño en función de la fortaleza de la demanda.
Pero todos estos aspectos son muy difíciles de cuantiAcar o de transformar
en forma de precios. En realidad de lo que se trata es de la economía de un Otra característica de la economía del patrimonio cultural se refiere a q
intangible que además tiene peculiaridades tales como -en muchos ca­ no se trata de un análisis de procesos de producción, sino del mante
sos- una utilidad marginal creciente como excepción¡ es decir que el pla­ miento y conservación de un stock dado y en la medida que crezca
cer y las ganas de consumirlos crecen a medida que el consumo acumula­ demanda de bienes relacionados con el patrimonio cultural se favorecer¿
do es mayor (pensemos por ejemplo en el gusto por la ópera) (Herrero, recuperación de muchos de ellos. Es importante señalar que si los elemE
2000). A medida que se conoce más se disfruta más y los consumidores tos del patrimonio son únicos y podemos señalar su oferta como fija
están dispuestos a pagar mayores precios por la utilidad o el placer que ocurre así con los servicios derivados: usos turísticos, derechos de imag
esperan experimentar, diferente a lo que ocurre con los bienes económicos y catálogos, entre otros, los cuales son bienes que pueden sustituirSE
corrientes. producirse, por lo que se puede dar competencia entre los productos SI
titutos y en los que los precios vuelven a jugar un papel importante.
QUizás las peculiaridad más significativa de la demanda del patrimonio sea
que el individuo no requiere un objeto en particular¡ sino los componentes Esta situación tiene que ver con el nuevo comportamiento de la sociec
de valor que lleva incorporado¡ y por lo tanto¡ los servicios que pueden actual respecto de la cultura, porque ésta ha pasado de ser un pla ,
derivarse (Greffe¡ 1990). Por ejemplo cuando se visita un museo o un escaso a convertirse en una exigencia de muchos ciudadanos, de ser ao
edificio histórico no se demanda el bien en sí mismo¡ sino el conjunto de soria a ser esencial para vivir, de ser un producto para la distracción a •
valores y servicios que están asociados y que van desde la emoción estéti­ uno de los consumos más habituales, de ser minoritaria y elitista a
ca y artística¡ hasta el valor de formación y educación¡ el valor social como consumo en masa. En definitiva, el consumo cultural se ha convertido
señal de identidad y¡ obviamente¡ el valor económico que incluye las rentas una de las expresiones más significativas de lo que se conoce como
directas¡ (es decir el uso de los servicios de ocio y turismo relacionados con civilización del ocio en el mundo actual, cuyo fundamento no se debe a e
el elemento cultural). se piense que los ciudadanos estén viviendo sin necesidad de trabajar y
perpetuo descanso, sino porque el ocio ha pasado a ocupar un lugar CI
Es así como nos encontramos con la característica más importante del mer­ tral en la jerarquía de valores del hombre contemporáneo; siendo el con:
cado de la cultura y del patrimonio¡ que consiste en que el comportamiento mo de los bienes relacionados con la cultura uno de los empleos del o
de la demanda se refiere básicamente a una demanda diversa de servicios¡ cada vez más habituales (Nuryanti, 1996 y Ruiz 1997).
mientras que la oferta la constituyen un conjunto de recursos fijos dados que
adquieren un valor en la medida en que se demanden los servicios y las Dada su trascendencia, es necesario destacar que las decisiones sobre
utilidades que lleva asociadas (Herrero¡ L.c.¡ Bedate, A.¡ 2004). disfrute del tiempo libre responden a preferencias individuales y, por
tanto, los distintos usos del ocio constituyen un bien comercializablE
Este hecho nos evidencia que el análisis económico del patrimonio se refie­ entran en la órbita del cálculo económico. Un ejemplo representativo e~
re al de una economía de rentas y no a una economía de precios¡ como auge reciente del turismo cultural (Richards, 1996), fenómeno de carác
sería lo habitual en la mayor parte de los bienes de mercado. Muchos global y probablemente una de las expresiones más significativas (
economistas plantean esto porque¡ efectivamente, el patrimonio histórico postmodernismo cultural contemporáneo (Bourdieu y Darbel, 1991).
y artístico no tiene precio, ya que entre otras razones, su valor sería incal­ efecto, con esta forma de hacer turismo¡ la cultura y el patrimonio histór
culable como bienes irreproducibles que son. Esta situación nos ilustra como manifestaciones de la identidad¡ del saber y de la historia de
perfectamente el informe publicado recientemente por la prensa interna­ pueblos, se convierten en una mercancía, es decir¡ en un bien que pue
cional sobre las finanzas de la Iglesia católica, donde para sorpresa de ser demandado y consumido. Por esta razón, entendemos que la protl

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78 Economía de la cultura Economía de la cultura 79

valor de opción; es decir, aquello que los individuos estarían dispuestos a todos el avalúo de la Basílica de San Pedro, en Roma considerando no sólo
sufragar, no tanto por consumir el bien, sino por mantener la posibilidad de el edificio sino su mobiliario y sus obras de arte está establecido en un
utilizarlo en el futuro. Esto se refleja, en la preocupación por la conserva­ dólar. En síntesis, el valor económico del patrimonio no depende de que se
ción del patrimonio cultural, por ejemplo las Orquestas Sinfónicas, el Archi­ venda sino por las rentas económicas que procura. Así pues, el propietario
, va Histórico y el Castillo de San Felipe, porque constituye un elemento de un elemento del patrimonio cultural una vez que lo ha puesto en valor
representativo de la identidad y de la historia de los ciudadanos. puede obtener rentas económicas, siendo su volumen de mayor o menor
tamaño en función de la fortaleza de la demanda.
Pero todos estos aspectos son muy difíciles de cuantificar o de transformar
en forma de precios. En realidad de lo que se trata es de la economía de un Otra característica de la economía del patrimonio cultural se refiere a que
intangible que además tiene peculiaridades tales como -en muchos ca­ no se trata de un análisis de procesos de producción, sino del manteni­
sos- una utilidad marginal creciente como excepción, es decir que el pla­ miento y conservación de un stock dado y en la medida que crezca la
cer y las ganas de consumirlos crecen a medida que el consumo acumula­ demanda de bienes relacionados con el patrimonio cultural se favorecerá la
do es mayor (pensemos por ejemplo en el gusto por la ópera) (Herrero, recuperación de muchos de ellos. Es importante señalar que si los elemen­
2000). A medida que se conoce más se disfruta más y los consumidores tos del patrimonio son únicos y podemos señalar su oferta como fija no
están dispuestos a pagar mayores precios por la utilidad o el placer que ocurre así con los servicios derivados: usos turísticos, derechos de imagen
esperan experimentar, diferente a lo que ocurre con los bienes económicos y catálogos, entre otros, los cuales son bienes que pueden sustituirse y
corrientes. producirse, por lo que se puede dar competencia entre los productos sus­
titutos y en los que los precios vuelven a jugar un papel importante.
QUizás las peculiaridad más significativa de la demanda del patrimonio sea
que el individuo no requiere un objeto en particular, sino los componentes Esta situación tiene que ver con el nuevo comportamiento de la sociedad
de valor que lleva incorporado, y por lo tanto, los servicios que pueden actual respecto de la cultura, porque ésta ha pasado de ser un placer
derivarse (Greffe, 1990). Por ejemplo cuando se visita un museo o un escaso a convertirse en una exigencia de muchos ciudadanos, de ser acce­
edificio histórico no se demanda el bien en sí mismo, sino el conjunto de soria a ser esencial para vivir, de ser un producto para la distracción a ser
valores y servicios que están asociados y que van desde la emoción estéti­ uno de los consumos más habituales, de ser minoritaria y elitista a ser
ca y artística, hasta el valor de formación y educación, el valor social como consumo en masa. En definitiva, el consumo cultural se ha convertido en
señal de identidad y, obviamente, el valor económico que incluye las rentas una de las expresiones más significativas de lo que se conoce como la
directas, (es decir el uso de los servicios de ocio y turismo relacionados con civilización del ocio en el mundo actual, cuyo fundamento no se debe a que
el elemento cultural). se piense que los ciudadanos estén viviendo sin necesidad de trabajar y en
perpetuo descanso, sino porque el ocio ha pasado a ocupar un lugar cen­
, Es así como nos encontramos con la característica más importante del mer­ tral en la jerarquía de valores del hombre contemporáneo; siendo el consu­
cado de la cultura y del patrimonio, que consiste en que el comportamiento mo de los bienes relacionados con la cultura uno de los empleos del ocio
de la demanda se refiere básicamente a una demanda diversa de servicios, cada vez más habituales (Nuryanti, 1996 y Ruiz 1997).
mientras que la oferta la constituyen un conjunto de recursos fijos dados que
adqUieren un valor en la medida en que se demanden los servicios y las Dada su trascendencia, es necesario destacar que las decisiones sobre el
utilidades que lleva asociadas (Herrero, L.c., Bedate, A., 2004). disfrute del tiempo libre responden a preferencias individuales y, por lo
tanto, los distintos usos del ocio constituyen un bien comercializable y
Este hecho nos evidencia que el análisis económico del patrimonio se refie­ entran en la órbita del cálculo económico. Un ejemplo representativo es el
re al de una economía de rentas y no a una economía de precios, como auge reciente del turismo cultural (Richards, 1996), fenómeno de carácter
sería lo habitual en la mayor parte de los bienes de mercado. Muchos global y probablemente una de las expresiones más significativas del
economistas plantean esto porque, efectivamente, el patrimonio histórico postmodernismo cultural contemporáneo (Bourdieu y Darbel, 1991). En
y artístico no tiene precio, ya que entre otras razones, su valor sería incal­ efecto, con esta forma de hacer turismo, la cultura y el patrimonio histórico
culable como bienes irreproducibles que son. Esta situación nos ilustra como manifestaciones de la identidad, del saber y de la historia de los
perfectamente el informe publicado recientemente por la prensa interna­ pueblos, se convierten en una mercancía, es decir, en un bien que puede
cional sobre las finanzas de la Iglesia católica, donde para sorpresa de ser demandado y consumido. Por esta razón, entendemos que la protec-

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80 Economía de la cultura Economía de la cultura

ción de los elementos integrantes del patrimonio histórico, artístico y cultu­ García. MI, Encinar, MI., Muñoz, FE (2000) La Industria de la Cultura y E
ral, ya no constituye, únicamente, una responsabilidad exigida por la socie­ Ocio en España.: Ed. Fundación Autor.
dad; sino que se convierte, además, en una inversión rentable, en una Greffe (1990) La Valeur economique du Patrimonie. Paris. Economica.
fuente de riqueza, si tenemos en cuenta las rentas económicas que pueden
derivarse. Herrero Prieto L.e. (1994) Desarrollo Económico Local y Organización d
Espacio en Castilla y León Servicio de comunicaciones de la Universidad e
Llegados a este punto y después de las anteriores reflexiones se puede
Valladolid.
preguntar ¿cuál es la mejor forma de atender los gastos que genera la
conservación, recuperación, investigación y mantenimiento de los bienes Herrero Prieto L. e. (1997) Economía de la Cultura y el Ocio. Nuevas Pm
que conforman el patrimonio cultural? Estos interrogantes motivan a con­ bilidades para la política económica regional. Mercurio. Revista de Econ
tinuar avanzando en las investigaciones y en el fortalecimiento del diálogo mía y Empresa. numo 1, pag 101-118.
interdisciplinario.
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Referencias Bibliográficas Comercial Española, n° 792, pp. 151-168.
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ENSAYOS DE ECONOMÍA - OCTUBRE DE 2006 ENSAYOS DE ECONOMÍA - OCTUBRE DE 2006
so Economía de la cultura Economía de la cultura 81

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Antonio Bosch Editor. Barcelona.

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Servicio editorial de la universidad del País Vasco. Bilbao.

Jairo Andrés Toro Parral


Recibido el 22 de agosto de 2006. Aprobado para su publicación el 20 de
septiembre de 2006.

Resumen
El propósito de este ensayo es defender la importancia de la matemátil
la filosofía de la ciencia en el conocimiento y el análisis económico.
sustenta en la función de tres áreas de conocimiento en la economía
semiología, ante el lenguaje matemático y los signos o indicadores ecc
micos; la epistemología, ante los modelos y paradigmas en la historia d
economía y la forma como algunas teorías del conocimiento subyacen e
origen y en la conformación del pensamiento y los modelos económil
Concluye explicando por qué estas áreas son imprescindibles en las C
cias Sociales YI especialmente, en la Economía.

Palabras claves: Semiología, epistemología, semiología económica,


tructura simbólica, significantes económicosl paradigmas económicos,
Clasificación JEL: B11 B2, 840

1 Estudiante de Economía de la Universidad Nacional de Colombia, sede Medellín. jatorop@unal.e¡

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