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Wilson Javier Cardozo*

Libros que aguardan


Que, con el tiempo, nuestra memoria construye una selección de textos preferidos, una biblioteca
de libros heterogéneos o de páginas que fue un disfrute conocer y que vale la pena compartir. Que el libro
es un objeto más entre otros tantos del universo hasta que sucede el encuentro con su lector, alguien que
pareciera estar predestinado a sus palabras. Cosas por el estilo dice, en uno de sus prólogos, Jorge Luis
Borges. Y llega al punto de desear “Ojalá seas el lector que este libro aguardaba.”
Como simple lector, y salvando las distancias con el genial argentino, comparto esa sensación de
que muchas veces un libro (la voz de un autor, las palabras de un texto) pareciera escrito para hablarnos
íntimamente.
Así, pensado para otro formato (más oral y conversacional que esta columna escrita) el propósito
de este espacio es compartir aquellos textos preferidos que, con mi confianza de siempre en la literatura,
además de entretener, puedan servir para cuestionarnos los lugares comunes, las seguridades a que
estamos habituados, el mundo cotidiano.

Summa Poética de Winston Morales Chavarro

El único libro que he leído de Morales Chavarro


me resultó suficiente para la comprensión de un universo
creativo sólido, forjado con una convicción ajena a los
principiantes. Los pocos días que compartimos en la
ciudad de Cartagena de Indias a fines de 2009, con
motivo de un encuentro internacional de poesía, me
permitieron acceder a una persona tan amable y sencilla
como generosa en cuanto a sus vínculos académicos.

A sus cuarenta años ya contaba en su haber con


cuatro poemarios y una novela éditos, varios premios
nacionales de poesía y un primer premio de la IX Bienal
Nacional de Novela José Eustaquio Rivera.

Esta antología personal (publicada en 2005)


recoge textos de sus primeros tres poemarios: Aniquirona
(1998), De regreso a Schuaima (2001) y Memorias de Alexander de Brucco (2002).

Con una llamativa capacidad de producción, ha sumado a su actividad


profesional (como comunicador social y magister en Estudios de la Cultura de la
Universidad Andina Simón Bolívar, Sede Ecuador) una activa participación en revistas
especializadas, ya como corresponsal, ya como director.

Lo más impactante de su antología es que evidencia la unidad de una


formulación estética donde los personajes (en ocasiones de clara referencia bíblica: Eva,
Abel, Caín, Moisés, Lázaro, Judas, entre otros) actúan en un ámbito y estado de
creación poética estrictamente personal, tan íntimo como utópico, que denomina
Schuaima. Es tanta su ligazón con ese mundo (y la correspondencia del autor con lo
creado) que Teresa del Valle Salinas llega a referirse a Morales Chavarro como “Señor
de Schuaima”.

En una singular entrevista (en italiano, que concediera a Antida Vetrano) donde
informa sobre sus preocupaciones estéticas y filosóficas, el propio poeta afirma: Non mi
identifico in nessuna corrente o scuola... La mia unica scuola o corrente è la parola.
(No me identifico con ninguna corriente o escuela... Mi única escuela o corriente es la
palabra). Penso che la religione ed i suoi praticanti continuino a crocefiggere Gesù. Il
mio intento è quello di proporre una nuova genesi, un nuovo esodo, una nuova
Apocalisse e la speranzosa apparizione dell'uomo, senza più bandiera, geografia,
ideologia e politica. (Pienso que la religión y sus practicantes continúan crucificando a
Jesús. Mi intento es el de proponer una nueva génesis, un nuevo éxodo, un nuevo
apocalipsis y la esperanzada aparición del hombre, sin más banderas, geografías,
ideología y política). Aniquirona (la Mia Eva), oltre ad essere la presenza onirica della
femminilità rappresenta la poesia, la morte, la natura, la storia. (...) Questa donna –o
questa presenza– abita un paese, un luogo, uno stato mentale: Schuaima. (Aniquirona –
mi Eva– más que la presencia onírica de la femineidad representa la poesía, la muerte,
la naturaleza, la historia. Esta mujer –o esta presencia– habita un país, un lugar, un
estado mental: Schuaima).

Y, en una de las entradas de su blog personal (hace exactamente cuatro años)


escribió: El Jesús inventado por la Iglesia es excluyente (odia a los homosexuales y a
las prostitutas), elitista (está diseñado para las clases dominantes), ávido de poder
(entre más cerca esté de los gobiernos, mucho mejor). (...) Un sacerdote no puede
hablarnos del amor si se sustrae de él; no puede hablarnos del mundo si se margina de
él. ¿De qué manera creerle a una monja cuando ha pasado la mitad de su vida sumida
en el encierro, la negación de las emociones, la omisión de las pasiones y el goce
exterior? Solo es verdaderamente sabio quien se enfrenta al mundo (...) Lo demás es
pura teoría, falsa retórica, miedo a caer.

Desde ese nivel de comprensión del mundo, desde esas convicciones, escribe
una poesía que él mismo define como narrativa, que desarrolla las peripecias de sus
personajes en un mundo absolutamente vital y propio.
Esperando que su conocimiento motive el interés por leer más de su obra,
comparto tres poemas de esta espléndida antología: El mago, Abel y Epístola a la
traición.

El mago
A Guillermo Martínez González

Nada existe en Schuaima


sin la sabia disposición de Yhoma.

Nada se perfila tan determinante


como las leyes superiores del espejo
a partir de las leyes inferiores de sus sombras.

Cualquier cosa que emerja de la muerte


obedece solo a la memoria colectiva
en contacto con la fugacidad
de algunas fuerzas extranjeras
que vienen de otros planos
paralelos a los nuestros
a sembrar el equilibrio
que tanto necesitan las estrellas.
Nada existe en el río Calixto
que no haya sido ideado por sus peces
no existe el cuerpo sin la sombra
la corriente sin el agua
el nuevo mito que rebase al hombre
a partir de otro mito
que él mismo se merezca.

Nada existe sin la sabia cábala de Yhoma


este es el famoso herrero de los días
el grano de mostaza
que fragua las estatuas
y levanta, en medio de todas las semillas,
la pirámide de Egipto
donde edificar los paradigmas.

Abel

Caín
hermano de vientos, nubes, diluvios y ríos
un mar de luces opalinas gravita en los guáimaros de la ciénaga
y se aglutina en mi espejo
como un prisma que nos dice:
la muerte es una puerta
y el tiempo una ventana
por donde nuestros pasos presurosos
perciben otras cosas, otros mundos.

Bello Caín
la quijada de burro con la cual me mataste
tenía el olor de las encinas y los pinos,
de tus labios venían hasta mi norte
unos chopos amarillos
que enhilaban mis pétalos melancólicos
en el hilo de la muerte.

Hermano profanado por los cielos


el dolor de hacha cavernoso
penetraba mi topografía más remota
mi geografía y mi valle más sangrado.

Ante el golpe subceleste


que yo he encontrado sutil y generoso
y que tú asestaste con una sabiduría infinita
yazgo en la orilla de tu río, pensativo.

Oh, amado Caín


tus huellas de madreselva
van decorando mis entrañas,
van vistiendo de semillas, de hiedras y resinas dolorosas
mi cuerpo fatigado por los viajes.
Mi sudor se impregnaba de tus frutas;
tus piñas, toronjas y zapotes
decoraban mi cabeza
con coronas tejidas por cientos de cuchillos.

Nada soy sin tu golpe


herrero milenario;
tus manos son el yunque
que moldean, a las sombras de estas islas misteriosas,
la herradura, los cristales y los cuarzos
de otras Islas en el hado de la muerte.

Caín
hermano de mis antepasados
hay en tí un pretexto para silenciar la historia
como si la memoria de las dagas
no aceptaran la muerte de Goliat
como una templanza de David,
mi muerte es una templanza tuya.

Amado Caín
por tu golpe y tu palabra
he conocido el paraíso.

Epístola a la traición

Vesánicos del Neguev


malditos suicidas de estas tierras
ustedes me han ligado a otro concepto de la muerte.

Yo había huído con el viento Maarabit a otras latitudes


pero un futuro incierto nublaba la herradura.

Había pensado en restituir la casa


en comprar flores amarillas para la última cena
pero ya todo estaba dispuesto.

Desde antes de nacer todo está dispuesto:


nombres, padres, pecados y hasta los más crueles amores
escritos en el pergamino de los días.

Todo estaba hecho;


la mesa, la última conversación, los deberes,
las negaciones de la piedra
antes del canto despavorido de los gallos.

Padre de los desdichados


lejos estoy de ser mala hierba en el campo de trigo,
lejos estoy de ser la traición,
el pecado, la cadena maléfica de los evangelios.
¿Quién hubiese hecho lo que yo llevé a cabo?
¿Quién para esculpir el beso amoroso sobre las mejillas marmóreas?
¿Quién para rechazar los treinta denarios y los húmeros?

Soy la semilla de mostaza de la que habló el evangelista,


los precipicios me producen vértigo
y no hay más placer sobre mis carnes
que sentir el peso de la roldana sobre las ropas.

El apóstol no bebe cicuta,


se ahorca;
era menester mío el ahorcarme
-así estaba escrito-

era menester buscar el eucalipto de las epístolas


el eucalipto al que le colgaban cuatro hojas
para colgar mi cuerpo solitario,
mi cuerpo señalado por la hoguera,
por la mezquindad de la piedra,
por el celo de los otros,
por la bifurcación de los espejos.

Anómalos del verbo


anarquistas de las escrituras
es una bella manía esta de aventurar a la muerte,
una manía constante la del suicidio.

Ahora soy llamado el padre de los suicidas,


¿de algo serviría tanto esfuerzo?
¿Acaso me recuerdan más que a los otros?

Los ecos de las antigüedades


saben una verdad que las piedras desconocen;
yo también fui elegido:
el obelisco, la pirámide, la torre del faro
saben esta historia sollozante,
historia que ahora comparto con los desdichados,
con los desposeídos, con los señalados.

Viva el más digno de los doce!


si había una misión que cumplir
la mía se cumplió con entereza,
como ninguno de los doce la cumpliría.

Enlace recomendado:
http://www.eldigoras.com/eda/m01/wmoraleschavarro.htm

* Micrositio personal:
http://abrelabios.com/indexwjc.html

archivo bajado de
http://fronteiradapaz.com.br

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