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¿Se pierden los niños la vida real al pasar tanto tiempo relacionándose
con una máquina o viendo esa máquina como la herramienta que les
permite diseñar su imagen social?
Antes salíamos a la calle a jugar con la pelota o nos entreteníamos con libros,
puzzles, tabas, combas, figuritas, raquetas, palos, muñecas y siluetas de
papel. El entretenimiento era el que tú decidías, no el que tú consumías. Si la
tecnología ofrece entretenimiento instantáneo ante el consumo pasivo de
los niños.
Les dejamos una Tablet o un teléfono desde que son enanos; buscan o ven
videos; tienen sus cuentas de correo electrónico. Te piden un móvil y según
los estudios, la edad media para tener ese primer dispositivo es de entre
10 y 12 años. Al principio quizá nos dejen intervenir, pero en seguida saben
más que nosotros (¿seguro?).
Muchas de las preguntas son comunes a todas las edades, pero a lo largo de
su crecimiento los niños afrontan su relación con lo digital de distintas
formas: desde una vía para saber más sobre temas que les interesan hasta
una alternativa para divertirse o crear cosas, pasando por una manera para
relacionarse socialmente o reafirmarse personalmente.
Leemos que las empresas cada vez hacen más búsquedas online para
comprobar la huella digital de una persona antes de contratarla. En Estados
Unidos, esto es así incluso en las universidades, que también repasan el
historial en Internet de candidatos recién salidos del Instituto que aspiran a
entrar en uno u otro centro. Leemos sobre las profesiones del futuro, sobre la
capacitación digital, sobre disrupción digital… Hablamos sobre brecha,
nativos e (in)migrantes digitales.
Justo ayer leí esta noticia en ABC, que contaba cómo una madre inglesa había
compartido en su perfil de Facebook que su hijo había acosado a una niña
nueva en el colegio, y que estaba más que disgustada y por eso había decidido
compartirlo en esta red social, etiquetando a su hijo para que él y sus amigos
vieran lo que la madre opinaba al respecto. Obviamente la madre no anticipó
que su post se convertiría en viral ni que medio mundo la tacharía de mala
madre por humillar públicamente a su iKid en lugar de hablar con él. El caso
es que ella asegura que sí habló con él y que su intención era “darle una
lección”.
¿Es esto mejor o peor que ignorar que tu hijo se comporta indebidamente
online u offline?