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LA ASOCIACIÓON DE LA CRUZ

RAMA SEGLAR DE LA CONGREGACIÓN “CANONESAS


DE LA CRUZ”

El Centenario de nuestra Familia religiosa que el


Señor nos permite celebrar, es para nosotros religiosas y
socios de la Cruz un especial momento que nos permite
expresar nuestra gratitud a Dios, así como renovar
nuestro compromiso, orientado hacia el futuro de nuestra
Institución, de la Iglesia y de la humanidad entera.

La vitalidad espiritual y apostólica con la que la


Congregación llega a este jubileo se ve reflejada, con la
misma intensidad en la Asociación de la Cruz, que nace,
igual que las religiosas, como fruto de la inspiración que
recibe del Crucificado, nuestra Fundadora la Venerable 35

Teresa de la Cruz.

Desde los primeros años de su juventud, Teresa


había experimentado la riqueza de un laicado organizado,
participando en diferentes Asociaciones y Movimientos
eclesiales, tales como: Hijas de María, Terciarias
Franciscanas, Acción Católica, Obra de Nazaret, Obra de
la Propagación de la Fe, entre otras. A su retorno a
Europa a comienzos del siglo XX, ella abraza con mayor
fuerza esta experiencia, liderando y atrayendo con su
ejemplo a otras jóvenes que, con ella, fueron
comprometiéndose más y más cada día, en un dinámico
apostolado ejercido en parroquias, hospitales, callejones
y otros centros vulnerables.

La iluminación que Teresa recibió del Crucificado,


en Alassio, y aquella rica experiencia de un laicado
organizado, que encauza sus fuerzas al servicio de la
Iglesia , la llevó a pensar, desde los primeros momentos
de la inspiración de la Obra, en la fundación de una rama
laical que participara del mismo Carisma y Espiritualidad
que las religiosas, integrando con ellas una misma familia
que, como fruto de la contemplación al Crucificado,
anunciara y celebrara por el mundo el mensaje de la 35

Cruz . Es así como, a petición de nuestra Fundadora, con


fecha 5 de julio de 1914, el entonces Arzobispo de Lima
Mons. Pedro Pascual García Naranjo, solicitó al Santo
Padre la autorización para la fundación de nuestra
Congregación que estaría formada por religiosas y
también por seglares que, sin aspirar a la vida religiosa
como tal, se afiliaran a ella constituyendo una “sección
exterior”.1

El proyecto fundacional de Teresa fue aprobado,


pero sin incluir la incorporación de la rama seglar. Sin
embargo, Madre Teresa consciente de la fuerza que
significan los laicos comprometidos en la vida de la
Iglesia, y deseosa de extender más la acción apostólica
de la Congregación, no desmayó en su esfuerzo y el año
1929 volvió a solicitar la fundación de este grupo seglar
que tomaría el nombre de Hijas de la Cruz y que, unido
espiritualmente a la comunidad religiosa, compartiera
también con ella su acción apostólica.

La práctica de este plan, respecto a la rama seglar,


se iba realizando paulatinamente. Fue el 24 de noviembre
de 1931, en las primeras Vísperas de la Solemnidad de
Cristo Rey presididas por el entonces Nuncio Apostólico 35

en el Perú: Excelentísimo Monseñor Gaetano Cicognani ,


que se instaló la “Sociedad de las Hijas de la Cruz” 2,
nombre que llevó este grupo hasta el año 1987 que, por

1
cfr. Reseña Histórica y Estatutos. Asociación de la Cruz, Lima 2000, p.10
2
cfr. ibid. p. 16
decisión del XII Capítulo General de la Congregación ,
empezó a llamársele “Asociación de la Cruz”, teniendo en
cuenta que con el correr de los años, al grupo se había
ido adhiriendo un significativo número de varones.

El 28 de noviembre del año 1934, el Arzobispo de


Lima Mons. Pedro Pascual Farfán aprobó los Estatutos y
erigió canónicamente la Asociación de las Hijas de la
Cruz3. El grupo inicial estuvo conformado por 28
asociadas.

Si bien la aprobación obtenida el año 1934


legitimaba el ser y quehacer de nuestra Asociación en la
arquidiócesis de Lima también, en la práctica, se hizo
extensiva a otras diócesis, en las cuales se obtuvo la
aprobación posteriormente, siendo Chiclayo la primera
diócesis fuera de Lima que reconoció los Estatutos de
esta Institución .
35

La Asociación fue extendiendo también sus ramas


hacia el extranjero, , aasí el 3 de agosto de 1959 se
estableció en la Parroquia Nuestra Señora de Lourdes, en
Malvín (Uruguay), con la aprobación de Monseñor Antonio
3
cfr. Reseña Histórica y Estatutos. Asociación de la Cruz, Lima 2000, p. 19
María Barbieri, Obispo del lugar. Allí desplegó su actividad
hasta que nuestra comunidad religiosa se retiró de aquel
país.

Las primeras décadas de vida de la Asociación no


estuvieron exentaos de crisis que la debilitaron
temporalmente, sSin embargo, posteriormente, tras esta
situación, se manifestó en las religiosas un deseo de
resurgimiento de la rama seglar, lo que es expresado
vivamente por el X Capítulo General de la Congregación,
realizado en 1975, el cual “ recomienda organizar y
actualizar la Asociación de Hijas de la Cruz y hacer
conocer a todas las Hermanas el origen y proyección de
esta obra tan querida por nuestra Madre.”4

Años más tarde, el 11 de julio de 1985, y gracias al


singular empeño y entusiasmo de Sor Margarita Estrada,
entonces Delegada de la Congregación en Argentina y a
petición suya , Monseñor José Antonio Plaza, Arzobispo 35

de La Plata, autorizó la presencia del grupo en su


Arquidiócesis, con la aprobación de sus Estatutos.

4
cfr. Actas del X Capítulo General. Congregación Canonesas de la Cruz, 1975
La Aprobación Pontificia concedida el 8 de junio de
1991, por la Congregación para los Institutos de Vida
Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica vino
como a coronar la cima de este árbol que fue germinando
poco a poco y robusteciendo sus raíces y sus ramas con
la sabia de la Cruz.

A lo largo de los años se ha podido comprobar un


notable florecimiento de la Asociación de la Cruz que fue
extendiéndose más y más con gran vitalidad y en clara
identificación con la espiritualidad y carisma que nos legó
nuestra Madre fundadora, encontrándose actualmente por
diferentes lugares del Perú, así como en Argentina, Chile,
Venezuela, e Italia. Allí donde hay una de nuestras
comunidades religiosas existen también fraternidades de
la Asociación de la Cruz conformadas por jóvenes y por
adultos, compartiendo en comunión los bienes espirituales
y participando con igual entusiasmo en la misión,
especialmente en la catequesis y promoción litúrgica 5 35

“Recorrer la propia historia es alabar a Dios y darle


gracias por todos sus dones” nos dice paternalmente

5
cfr. ibid. pp. 36-40
nuestro Santo Padre el Papa Francisco.6. De aquí que
religiosas y laicos elevamos hoy nuestra acción de
gracias a Dios que, en su misericordia paternal nos
permite celebrar el primer siglo de existencia en un
servicio silencioso y efectivo en la Iglesia y en la sociedad,
como Ffamilia de la Cruz. Nuestra gratitud va
acompañada de un renovado compromiso por continuar
haciendo vida nuestro lema: ¡Todo en Cristo!“TODO EN
CRISTO”

35

6
cfr. Carta Apostólica a los Consagrados en ocasión del Año de la Vida
consagrada, Vaticano, 21-11-
2014.

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