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His Indecent Revelations - Aphrodite Hunt
His Indecent Revelations - Aphrodite Hunt
His Indecent Revelations - Aphrodite Hunt
Créditos
Traductora
Nelly Vanessa
Correctoras 2
Cande laurence15
clau maggiih
cereziito24 Pachi15
kuami
Recopilación y revisión
Kuami & Aria
Diseño
Gaz
Índice
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5 3
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Epílogo
Sobre la autora
Capítulo 1
A
lia —antiguo amor de la vida de Channing— está allí como un ángel vengador. Los
velos de gasa blanca de su traje fantasmal tiemblan en el frío que azota su camino
alrededor de las mazmorras. La reluciente media máscara de obsidiana en su cara
la hace parecerse a un fantasma. 4
Susan está más que sorprendida.
Parpadea.
La razón por la que Hugh, su hermano gemelo, lo odia lo suficiente para destruirlo.
La razón por la que ella, Susan Chalmers, fue arrastrada a este lío de mil demonios por el
único delito de enamorarse de Channing Crawford en el lugar y momento equivocados.
La forma en que Channing está mirando a Alia envía una punzada y una daga al corazón
de Susan. Los ojos azules de Channing están llenos de dolor insoportable, pesar, tristeza,
shock... y amor. Es un amor recordado. Un amor de promesas pasadas y de declaraciones
susurradas sobre una almohada, hechas después de una ferviente unión. Un amor que ha sido
compartido, correspondido y pleno. Un amor que ha sido injustamente arrebatado antes de
tiempo.
Alia dice:
Channing niega.
—Alia, no. No fue así. Por favor... Pensé que estabas muerta.
5
—Te aseguraste de ello.
Tiene un ligero acento que Susan no puede reconocer. No exactamente de Oriente Medio,
aunque Susan es la primera en admitir que no es experta en acentos. Pero algo está muy mal
con Alia. Susan no puede determinar exactamente qué es, pero es como si estuvieran hablando
con una persona que está muy dañada psicológicamente y, sin embargo, conserva todas sus
facultades mentales para hacer un daño extremo.
Y Susan sabe —en el profundo conocimiento de sus huesos— que Alia será capaz de
hacerles un daño extremo.
—¿Qué hay que decir? Dejaste que mi padre me hiciera esto. —Los dedos de Alia van a su
máscara de nuevo. Su voz está llena de rabia, pero controlada.
—No. Cuando tu padre se enteró acerca de nosotros, se volvió loco. Me tiró a su calabozo,
que es muy parecido a éste. Y me torturó. —El actual estado de Channing amarrado, con el
enorme agujero en su silla, deja muy poco espacio para la imaginación en cuanto a lo que la
tortura pudo haber sido.
—Lo sé —dice Alia.
Debió haber sido hermosa e inocente una vez, piensa Susan. Un fuerte dolor florece en su
pecho.
—No tenía ni idea de lo que había hecho. Sólo vino a mí un día en mi estado de
debilidad... y me dijo que te había ahogado en su piscina.
El horror atraviesa a Susan. No puede imaginar tener un padre así. No puede imaginar
tener una vida como ésa; cuando se vive con un miedo mortal s los que se supone que deben
amarte y protegerte. No es de extrañar que Alia esté tan fracturada.
Alia dice:
—Ahogó a mi madre en la piscina cuando se enteró de que estaba teniendo una aventura
con su guardaespaldas. Dijo que lo había deshonrado. Yo tenía dos años. Me dijo que estaba a 6
punto de ahogarme por haber deshonrado a la familia también... salvo...
Susan toma aliento. Sus puños se aprietan dolorosamente con sus uñas clavándose en sus
palmas. Se pregunta si pueden echar a correr. Pero Channing está encadenado con firmeza a la
silla. No hay manera de que ella lo deje atrás.
Alia continúa:
—¿Q-qué?
—¿Qué pasó con el niño? —Channing se queda mortalmente quieto. Es como si hubiera
muerto un millar de veces en cuestión simples momentos.
Alia mantiene el mismo tono neutro que se puede utilizar para describir el tiempo.
—Me envió a las montañas para vivir con una Orden de mujeres que rechazan a los
hombres. Pero antes de expulsarme, me hizo esto.
Se quita la máscara.
Si el horror había estado acechando bajo la superficie antes, se manifiesta por completo
en Susan ahora. Se lleva los nudillos a la boca y muerde con fuerza.
7
Capítulo 2
S
usan no puede evitar mirar fijamente el rostro de Alia, o por lo menos la mitad de la
espantosa cara de Alia que ha sido revelada. Es como si alguien hubiera tomado un
soplete y tallado de forma sistemática sobre ella con la precisión maestra de un
maníaco homicida. 8
¿Qué padre puede hacerle esto a su hija? ¿Qué ser humano puede hacerle esto a nadie?
No es de extrañar que Alia parezca tan rota, como una muñeca cuya mente se ha roto y nunca
se podrá recomponer de nuevo.
Channing palidece. Susan sólo puede imaginar las corrientes de pensamientos que corren
por su cabeza. ¿Experimentará culpa? ¿Ira? ¿Impotencia? ¿Se culpará a sí mismo por dejar que
su padre le hiciera esto?
—No —dice ella con vehemencia—, tú me hiciste esto. Mi padre me contó lo que hiciste
antes de que le mataras.
Susan se vuelve a Channing, en silencio suplicante. Por favor, demuéstrale se equivoca.
—Sí, maté a tu padre. Pero sólo porque nos habría matado. Era un tiempo de guerra.
Éramos sus prisioneros.
—¡Mentiroso! Mi padre dijo que te dio a elegir. Mi vida por tu libertad. Elegiste tu
libertad. ¡La tuya y la de tus hombres!
Ahora piensa en esto con calma, dice la voz racional en su cabeza. Sé objetiva, no
emocional. Si hubieras sido tú, ¿qué habrías hecho? ¿Qué tal si te hubieran dado la opción de la
vida de Channing... o la tuya?
La respuesta viene a ella con una velocidad brutal y ciega. 9
Moriría por Channing.
La obviedad de la respuesta de su subconsciente le aturde incluso a ella.
Channing dice:
—Le maté... cuando me enteré de que te había asesinado. Podría haberme alejado. Pero
cuando me lo dijo... algo se rompió dentro de mí. Y él no me dejó ir. Me escapé.
—Tuvo opción. Lo hizo. Después de matar a mi padre a sangre fría, tomó todo lo que mi
padre tenía. Todo el oro, el dinero y las joyas que él y sus hombres se encontraron en la
ciudadela antes de rociarla para prenderla en las llamas.
Channing niega.
Channing cierra los ojos. Cuando los abre, sus azules y febriles órbitas están angustiadas.
—Las montañas eran duras y frías, y la forma en que vivía la Orden era espartana. Di a luz
al niño.
Es clínica y distante, la forma en que habla sobre el niño, Susan la observa con temor.
—El niño era varón, lo que explicaba por qué mi padre me salvó. Pero nació enfermo.
Tenía una gran cabeza y extremidades atrofiadas. Así que las hermanas de la Orden se lo
llevaron para que fuera sacrificado con las otras abominaciones a las que no se les debe
permitir vivir.
—Sí. Como tú pronto lo estarás. Perdóname por lo estoy a punto de hacerte. Para que
veas, el amor que compartimos murió hace mucho tiempo cuando me dejaste ahí.
—Relájate —dice el guardia—, no te haremos nada. Ella lo prohibió. Dice que eres su
víctima tanto como ella lo fue.
Le empuja, luchando, fuera de la celda. Los otros dos guardias se quedan y se vuelven
amenazadoramente hacia Channing.
Sus gritos se van espontáneamente cuando el guardia la arrastra lejos, sus pies
arrastrándose en las losas de piedra dura.
Capítulo 3
S
usan pasa el resto de su día (¿o es de noche?) histérica. No tiene idea de lo que
están haciéndole a Channing. Se imagina que lo golpearon y torturaron en todo
tipo de formas indescriptibles, horribles... o peor, fue asesinado a sangre fría. El
cuerpo de Channing acostado en el frío aparece en el ojo de su mente, sangrado, pálido, 11
despatarrado sobre las losas de piedra sin piedad.
Fue entonces cuando se despierta gritando sin control, solo para encontrarse a sí misma
en una camisa de fuerza. Una severa cara con piel aceitunada se cierne sobre ella. Siente un
pinchazo en el brazo, y se desmaya.
Tuvo que dejar a Alia atrás. Sus brazos estaban retorcidos en su espalda.
Lo amo.
Si muere, moriré también. Emocionalmente. Psicológicamente. Físicamente. No comeré.
No dormiré. Me moriré de hambre como un artista hambriento. Me limitaré a vivir y
consumirme.
Hay un vacío en su pecho tan hueco y profundo que piensa que ha muerto y su corazón
fue por los demonios del Purgatorio.
Pasa un largo tiempo antes de que finalmente recupere sus sentidos. Y esta vez, cuando se
despierta, está sobria y vacía. Sea cual sea las drogas que le han dado han lixiviado su espíritu.
No es más que una cáscara de su antiguo yo, con sus ojos vacíos y huecos.
Está tendida sobre un lecho resplandeciente. Sedosas blancas tiendas de dosel están por
encima de ella, blindando el techo de su mirada. La habitación en la que se encuentra, está
llena de magníficas alfombras hechas de armaduras persas. Muebles dorados decoran las
paredes y las ventanas en forma de cúpula muestran un panorama color de rosa del paisaje 12
desértico.
Desierto.
Ella se levanta sobre sus pies, que son inestables por la falta de uso. Ha perdido peso
visiblemente. Alguien la vistió con una bata de seda, aunque está desnuda debajo. Tal
opulencia comparada con lo que ha utilizado en los últimos días. Se pregunta si se sintieron
mal por ella ahora ya que Channing está muerto.
Channing.
Ahora está en Bagdad. No hay duda sobre ello. ¿Dónde más podría estar?
Todo debe volver al punto de partida con el pasado. Sean cuales sean las transgresiones
que se han cometido ahora deben ser pagadas en su totalidad.
Ella mira por la ventana por un largo, largo tiempo, inhalando el aire seco, preguntándose
acerca de todo y de nada. Sobre todo, ve el rostro de Channing en todas partes a pesar de que se
esfuerza por no hacerlo, en las nubes, en la tierra rocosa seca y en el orbe rojo abrasador del
sol.
Susan se gira. Observa mientras Alia se separa a sí misma de detrás de una columna.
Susan se queda en silencio. Cualquiera que sea la lucha que una vez poseyó sangró con el
asesinato de Channing.
Alia va a la luz. Su media máscara brilla con frialdad. Huele a canela y a una extraña y 13
exótica especia. Cómo a sándalo y aún no es sándalo.
—Al este de Bagdad. Esta ciudadela está construida sobre las ruinas de la antigua.
—Me drogaste y me pusiste en una camisa de fuerza como una enferma mental.
—Eras una enferma mental. Tuvimos que impedir que te hicieras daño.
—Por el contrario, no me has hecho ningún daño. ¿Por qué habría de querer matarte?
Susan niega. ¿Por qué estás enojada y realmente no conoces? ¿Por qué tu salud mental y
tus facultades han sido fragmentadas por lo que te pasó, y tu única sed es ahora de venganza?
¿Y eso puede incluir la destrucción de todo lo que Channing ama... o supuestamente ama...
aunque nunca me lo dijo?
Alia flota hacia la ventana y se asoma. Hay una niebla suave en sus ojos marrones.
—Crecí en este lugar. Mi padre solía ir conmigo a través del desierto. Tuvimos yeguas
árabes, las más bellas de la región. Solía amarme tanto... cuando hacía lo que quería de mí.
Toda mi vida, viví para él. Hasta…
No tuvo que terminar. Susan sabía lo que iba a decir. Hasta que conocí a Channing. Y a
Hugh.
—¿A cuál de ellos amaste más? —pregunta ella, consciente de que está hablando con la
asesina de Channing.
—Ah, la eterna pregunta. Channing... tan guapo con su uniforme, tan al mando.
Irradiando poder y autoridad donde quiera que va. Incluso mi padre quedó impresionado con
él. Y luego estaba Hugh, igual de guapo, pero de manera diferente. Era poético, artístico, un
soñador.
—¿Quién sabe a cuál hermano una chica puede amar más cuando tiene una fiesta de
riqueza ante sus ojos así? Aunque sospecho que me cortejaban porque era la única mujer en
millas con la que se podían relacionar. Hablaba inglés. Fui educada y refinada.
—Volví a la ciudadela de mi padre, solo para encontrar las cenizas y el hollín. Las
personas con las que viví todas estaban muertas y enterradas. Pero estaba Hugh. Estaba vivo.
De alguna manera, se las arregló para escapar de la suerte que su hermano tenía reservado
para él. Juntos, reconstruimos nuestra vida con el poco dinero que mi padre había dejado en
nuestras cuentas bancarias extranjeras. Channing y sus amigos habían tomado la mayor parte
de nuestra fortuna, los lingotes de oro enterrados en las bóvedas secretas.
—A lo largo de los años, nos hemos sanado entre sí. Pero el fuego de la venganza ardía
dentro de nosotros. Esperé. Oh, cómo esperé ser lo suficientemente fuerte, ser lo
suficientemente rica para el momento de devolver el golpe. La cosa es... que hubo un momento
en el que nunca pensé que podría odiar a Channing. —Alia ladra una risa breve y aguda—. Pero
ahí lo tienes. La vida nunca resulta como se te promete, incluso si naciste como una princesa
del desierto.
Mueve los dedos por las cortinas.
—Esta era mi habitación cuando era niña. Se construyó de la manera que era. Así que
dime. —Se balancea hacia Susan—. ¿Channing fue amable contigo? ¿Te trató bien?
Susan recuerda la esclavitud y las nalgadas que tuvo que soportar en sus primeros días
juntos. Y después, los acontecimientos posteriores que dieron forma y cambiaron su relación.
Había afecto. Amor... aunque él nunca se lo dijera.
—Por lo menos aprendió su lección, en lo que a las mujeres se refiere. ¿Sigue siendo un
buen amante? ¿Puede darle placer a una mujer en la cama?
—En efecto. Pero Hugh no puede ser mi amante en el sentido físico. —Los ojos de Alia
adquieren una lejana mirada—. El niño era tan enorme que estaba gravemente herido cuando
salió de mí. Las mujeres de la Orden no creían en las cesáreas. Apenas sobreviví. Me curé en el
tiempo, pero tuve terribles cicatrices. Cicatrices que no permitirían que experimentara amor
físico otra vez.
Susan también se podía imaginar la gravedad de lo que Alia pasó. El horror pasó por ella.
Con razón Alia estaba tan dañada. Y con razón Hugh tomó a Susan, con tanta libertad, como si
supiera que no habría sin repercusiones de Alia. Como si tuviera la bendición de Alia.
Follándola si era necesario hacerlo. Follándola para castigarla.
—Tuviste tu venganza. Él está muerto. Ni siquiera quiero preguntarte lo que vas a hacer
conmigo ahora que serví mi propósito de traer a Channing a ti.
Susan se congela.
~
Ella tiembla mientras Alia la lleva por los pasillos de la nueva ciudadela. Tiene miedo de
lo que encontrará.
Su alegría de descubrir que Channing sigue vivo está atemperada por su terror de
encontrarlo lastimado... o peor.
¿Qué tanto de por qué ama a Channing ha sido forjado por su belleza?
Estúpida, estúpida. ¿Cómo pudiste pensar que amas a Channing por su estética por sí
sola? Amas todo lo que es, y si tiene que usar una máscara por el resto de su vida, lo amarás
igual.
Entran en un patio. En el centro, rodeado por una valla de hierro con púas, hay una casa
rosa roja hecha de ladrillo. Alia dice:
Susan se precipita dentro de la casa, con el corazón galopando como caballos salvajes.
C
hanning está tumbado en una cama, sin moverse. Sus ojos están cerrados,
hinchados y morados. Su labio inferior está cortado. Está cubierto con una sábana,
pero puede ver los moretones volviéndose amarillos en su torso y brazos
desnudos. 17
—¡Channing! —grita.
Se lanza a un lado de la cama. Toca sus mejillas, frente, labios, brazos, pero él no
responde. Respira en el sueño del estado de coma.
Estira la mano debajo de la sábana para tomar su mano, deseando que viva. Pero él no
abre los ojos. Ella aprieta su mano, tratando de dejar que su propia fuerza vital fluya dentro de
él, que lo cure, que le devuelva la salud. Pero aunque lo intenta, todavía no se despierta.
Las lágrimas se derraman por sus mejillas en un diluvio. Se hunde en cuclillas junto a su
cama, sin soltarle la mano. No quiere volver a dejarlo ir.
~
Ella atiende a sus heridas con la gasa, el algodón y el alcohol que encuentra en los cajones.
La casita es rústica de la forma como una morada campesina de Oriente Medio, con cálidas
paredes de ladrillo y una cocina tradicional.
Bajo las sábanas, tiene contusiones y cortes por haber sido severamente golpeado. Toca
buscando huesos rotos, pero no puede detectar nada, salvo una costilla sospechosamente móvil
en el lado derecho de su pecho. También hay una supurante herida abierta en su testículo
izquierdo, que la llena de pánico. ¿Qué le han hecho? ¿Qué han intentado hacer con él?
Oh, no puede soportar la idea de por lo que ha pasado. El examen minucioso de su cuerpo
revela que su ano se ha visto gravemente comprometido. Con un estremecimiento profundo,
recuerda la silla a la que había sido atado, y el agujero hecho en su asiento.
Lava su frente con una compresa fría. Una y otra vez, la retuerce secándola y metiéndola
en agua helada otra vez. Pero su piel aún está sonrojada con el brillo del mal. Él no parece estar 18
sudando tampoco. Y más alarmante, no se despierta. Yace ahí en la cama como un hermoso
ángel caído. Sus facciones no están en reposo y no duerme en un sueño pacífico. Las órbitas de
sus ojos bajo sus párpados cerrados están cambiando constantemente, soñando cosas que sólo
pueden ser pesadillas por la expresión torturada de su rostro.
Sus comidas las trae todos los días una mujer con un burka negro. Nada lujoso. Por
supuesto no hay carne ni patatas, sino un simple arroz y caldo lleno de verduras con sabor
agrio.
Susan le dice:
Deja a Susan preocupada y tirándose de los pelos por Channing. No le puede alimentar.
No puede obligarle a beber nada. Y mientras tanto, él se va consumiendo ante sus ojos.
—¡Alia! Por favor, ¡necesitamos un médico! —Una y otra vez, con la esperanza de
despertar a alguien de su difícil situación. Pero sus gritos sólo se hacen eco en las paredes
cavernosas que rodean la casa. ¿Hay alguien alrededor en esta sección de la ciudadela? Qué
lugar tan extraño es esta cárcel, construida casi como una prisión aislada para los presos
políticos a largo plazo.
Está segura de que Alia sabe que Channing está muy enfermo. Lo que significa que tiene
la intención de dejar que se pudra sin ninguna ayuda médica... y que Susan lo vea morir una
muerte lenta.
¡No!
Algo le dice que Channing no durará mucho tiempo, a menos que haga algo. Porque ha
sido asolado con no sólo una enfermedad del cuerpo. Su espíritu está sufriendo y ha perdido la
voluntad de luchar.
Pero, ¿qué puede hacer? Ella es tan prisionera como él. Puede cortarse y abrirse el brazo y
dejar que su sangre goteé en él, pero no estaría mejor por ello. Si fuera más ingeniosa. Si
tuviera más habilidades de supervivencia. Contempló brevemente dominar a la mujer vestida 19
con el burka y retenerla como su rehén, pero Alia probablemente no respondería.
Casi puede oír el aburrido tono sin inflexiones de Alia. ¿Qué es esa vieja para mí? Deja
que muera.
Los ojos de Channing están ahuecados y hundidos. Su piel se aferra a sus músculos. Está
muy deshidratado. Ella escurre agua constantemente en su boca, la cual mantiene abierta
forzosamente, y pellizca su nariz, con la esperanza de que trague un poco de ella.
Necesita algo más que agua y oraciones. Él necesita antibióticos y un gotero intravenoso.
Pero ella está obligada a conformarse con los métodos del siglo XVIII. La casita es escasa y está
llena sólo con cosas para la vida básica; un hervidor de agua, platos, cubiertos, y franjas y
franjas de tela. Por lo menos, puede utilizar algunas de las telas para vendajes.
~
Buscando más detergentes para lavar las sábanas bajo el fregadero de la cocina, Susan se
encuentra con un moho azulado que cubre la tubería.
Moho.
Hay algo que tiene que recordar acerca de ese moho Algo que la gente del siglo XVIII no
sabe y, por lo tanto, no podían aprovechar. Pero ella es una mujer del siglo XXI con una
educación del siglo XXI.
Penicilina.
Pero el moho aquí no está refinado. Está crudo y sin procesar, y posiblemente lleno de
impurezas que pueden poner a Channing más enfermo de lo que ya está. O, posiblemente,
incluso darle una reacción alérgica grave que le pueda matar.
Sin embargo, es la única oportunidad que tiene de hacer algo diferente; de no dejarle
hundirse en el pozo eterno de su propio infierno sin compromisos. Su espíritu se ilumina con
las llamas de la esperanza por primera vez en días.
20
Con vigor, raspa el moho para sacarlo, lo mezcla con agua y escurre el brebaje a través de
sus labios marchitos.
S
usan se despierta por un crujido.
Abre los ojos alarmada. La última vez que sucedió esto, se despertó en un
lugar extraño y extranjero. Pero está tumbada en el suelo de la cabaña en un
colchón improvisado, con la espalda rígida y los huesos doloridos. La sombra del
21
lecho de enfermo de Channing todavía se cierne amenazadoramente a su lado.
Una mano se mueve hacia abajo para acariciar su pelo. Y un par de hermosos ojos azules
miran hacia ella con amor.
~
Poco a poco, Susan le rehabilita. Todavía está extremadamente débil y sus miembros han
perdido todo su tono de fuerza. Así que le hace comer en proporciones crecientes. Y le ayuda a
hacer ejercicios de tonificación para reconstruir la fuerza de su cuerpo.
Todos los días, Channing pide ver a Hugh. Y todos los días, la mujer vestida con burka
hace el mismo gesto negativo, se bendice a sí misma, niega con la cabeza y se marcha dando
pasos cortos.
—Creo que tienen la intención de mantenernos prisioneros aquí durante mucho, mucho
tiempo —comenta Channing.
—Tengo miedo de que si te lo cuento, te torturen. Así que será mejor que no te lo diga
hasta que sea la hora.
Igualmente, piensa ella. Pero no dice nada, porque no quiere traer mala suerte.
Por extraño que parezca, está contenta por este tiempo que tienen juntos. Nunca antes
había tenido el tiempo para conocer a Channing. Siempre había sido su jefe distante por
muchos años. Y luego había sido su dominador en su breve y extraña relación dominante-
sumisa. Pero ahora, por primera vez, se está convirtiendo en su verdadero amante. 22
Está llegando a conocerlo por dentro y por fuera, explorando su mente más
profundamente.
Hay tantas cosas que quiere saber de él, pero sólo toca los aspectos no relacionados con
su pasado iraquí. Su mente ha levantado una barrera. Realmente no quiero saber... porque
cuanto más sepa, más miserable seré. Es feliz con saber lo que sabe ahora, y prefiere mantener
la imagen prístina del caballero en su brillante armadura de Channing que tiene en esos
momentos.
Sí, mantener la fantasía. Condenar al pasado. Porque está segura de que su bondad innata
prevalecerá. Sin duda, ¿un hombre no puede haber cambiado mucho en diez años? Debió
haber sido bueno entonces, como lo era ahora. De todos modos, es quien es hoy, y le ama por el
hombre que está intentando ser.
Parece irónico que estén en esta misma situación debido a su pasado. El mismo pasado
con el que están teniendo mucha delicadeza y sobre el que claramente evita cualquier
conversación.
No importa. Se están hablando como verdaderos amantes ahora, como si estuvieran
teniendo una cita romántica muy extendida.
—¿Te gustan las palomitas de maíz con sabor a queso? —dice él, riendo. Es bueno verlo
reír de nuevo—. Me gusta eso. A mí me gustan las palomitas de maíz con sabor a queso
mezcladas con caramelo. Dulce y salado todo en una bolsa.
—Soy adicta a las palomitas de maíz —responde ella—. No puedo ver una película sin
palomitas. Me termino un cubo para el final de la primera parte.
Se sonríen el uno al otro, sonrisas llenas de significado y todo lo demás sin decir. Es como
si ya estuvieran planeando un futuro juntos que nunca podrán tener. Cada momento se vuelve
más valioso, para que sea disfrutado como una felicidad efímera.
23
Excepto por una cosa.
Sus manos sujetaban su cintura, y él ponía sus rápidamente fortalecidos brazos alrededor
de su cuerpo.
Se hundían de nuevo en la cama, devorando la boca del otro con pasión y voracidad.
La herida de su testículo ya ha sanado, pero ella recuerda las excoriaciones que vio en su
ano. Se estremece.
Sus ojos ensombrecidos revolotean lejos. Lo que sea que le hicieron, ha decidido
mantenerlo para él.
Dale tiempo, se dice a sí misma. Pero su corazón no puede evitar apretarse con dolor. Él
no quiere decir eso, lo sabía, pero aun así...
No se puede evitar que estas cosas dañen profundamente a un alma de alguna forma.
~
Tres semanas después desde que hayan sido encarcelados aquí, reciben una visita de
Hugh. ¡Por fin! Después de todas las peticiones de Channing. Está acompañado por dos
guardias con ametralladoras.
—Me alegro de verte de nuevo, hermano mayor. —Hugh se mueve como si fuera dueño
del lugar. Bueno, ella supone que técnicamente lo es.
Los gemelos se miran entre sí, como dos gotas de agua. Susan es consciente de que ésta es
la primera vez, tanto como sabe, que están juntos en el mismo espacio físico, a menos que
24
Hugh hubiera sido parte de la tortura de Channing en ese espacio tiempo continuo del que no
estuvo al tanto.
—¿Dónde has estado? —dice Channing casualmente—. He estado preguntando por ti.
—Aquí y ahí, invirtiendo y ocultando todas las huellas de los doscientos cincuenta
millones de dólares que tan generosamente donaste a nuestra causa.
Los ojos de Susan se mueven entre los gemelos. Es increíble lo idénticos que son,
especialmente ahora que Channing ha perdido un poco de su corpulencia. Ambos gemelos han
dejado que sus cortes de pelo crezcan. Channing por la falta de utensilios de corte en su
prisión. Hugh por cualquier razón por la que ella no desea especular.
—Si vuelves a tocarla, te haré desear haber sido abortado espontáneamente del vientre de
nuestra madre.
—Channing, está bien —dice Susan nerviosamente. La última cosa que quiere es que lo
arrastren hacia las mazmorras de nuevo y lo torturen hasta un destrozo psicológico peor del
que ya tiene.
Channing está en hecho un manojo y tenso, como si fuera un gran desorden de magma a
punto de estallar. Hay punzadas de dolor físico en las entrañas de Susan. Toda la sala se siente
como un polvorín. Una chispa, y estarían saltando al cuello del otro. El sudor gotea
incómodamente por su espalda, manchando su ropa.
Le entrega a Channing varios impresos. Susan se arrastra para mirar por encima de su
hombro. Aún desconfía de acercarse demasiado a Hugh, sobre todo debido a su culpable
atracción hacia él. Los impresos son de páginas web. Artículos de noticias. Titulares de las
últimas dos semanas.
Channing mira las noticias. Cuando termina, le devuelve los impresos a Hugh.
—El acuerdo era que dejaras ir a Susan. Si quieres matarme, sólo mátame y acaba de una
vez. Pero Susan es inocente. No te ha hecho nada ni a ti ni a Alia.
—Todavía no lo entiendes. Ella será crucial en nuestros mejores planes. —Hugh mueve un
pulgar en dirección a Susan—. La vamos a necesitar alrededor todo el tiempo que estés cerca,
hermano mayor.
Hay unos trasfondos aquí que ella puede detectar. Peligrosos. El temor la recorre. Algo
malo saldrá de esto. Ni a Channing ni a ella se les permitiría salir de este lugar con vida.
Y aquí ella pensaba que podría mantener su fantasía de jugar a las casitas con Channing
por siempre.
—Hugh —La actitud de Channing se suaviza—. Tenemos que hablar, los dos. Lo que estás 26
haciendo... no eres tú. Solías ser ambicioso, despiadado, testarudo, decidido a tener tu
camino…
—… pero nunca has ido al límite. No de esta manera. —Channing cierra los ojos y los abre
de nuevo—. Nunca he sabido que fueras un asesino.
—Lo siento, pero fuiste quien se fue al límite hace mucho tiempo. No soy más que tu
impresionante creación. —Hugh extiende sus brazos—. Debes estar muy orgulloso.
—Puedo ayudarte. Ven a vivir a Estados Unidos conmigo. Puedo conseguirte los mejores
médicos, los mejores…
—¿Crees que necesito un psiquiatra? —La locura destella en los ojos de Hugh, una vez
más. Los mismos ojos azules de Channing—. Dios mío, tienes agallas. Este es mi hogar ahora,
por si no te has dado cuenta. Te aseguraste de eso hace mucho tiempo.
—¿Para que puedas ahogarme con tu dominio absoluto y me destruyas de verdad? Soy lo
suficientemente inteligente como para no estar a solas contigo, Channing. —Se levanta—.
Espera a mañana. Lo que sea que ella tiene planeado para ti será una maravilla real —añade
mórbidamente.
Se vuelve hacia la puerta y se va, sus guardias van cerca detrás de él. Channing sólo puede
mirar sin poder hacer nada después de su retirada.
Oh, no. ¿Significa esto que sus propios planes mejor trazados están fallando?
Susan agarra el borde de la cama con desesperación.
Mañana.
Hoy puede ser el último día que Channing y ella estén juntos.
27
Capítulo 6
E
sa noche, están acostados en los brazos del otro, sin poder dormir.
—Mentiroso.
—No creo que Alia te deje morir. No es de ese tipo. Piensa que sois almas gemelas.
Compartís un vínculo común. Es decir, ambas habéis sido jodidas mayormente por mí, y no me
refiero de una manera positiva.
—Como peón para mantenerme bajo control antes de que me maten. —Su tono suena
como una cuestión de hecho.
—No creo que vaya a matarte —susurra, acariciando su pecho—. Todavía te ama. Puedo
sentirlo. Como mujer, sé esas cosas.
—La prisión permanente tampoco está en mi lista de deseos de cosas por hacer— dice él.
—Pero temo darte mala suerte diciéndotelo con demasiada frecuencia —añade— Así que
no esperes que te lo diga otra vez hasta... a menos que salgamos de aquí.
—Está bien. Lo has dicho... y eso es todo lo que importa —dice ella.
Las lágrimas acuden a sus ojos y su corazón se expande con repentina emoción. Siempre
se ha preguntado por qué la gente hace un gran asunto respecto a esas tres pequeñas palabras,
y ahora lo entiende. Son monumentales. Representan cualquier cosa y todo lo que ha pasado
en su relación, y que vengan en un momento crucial... bueno, es un momento tan bueno como
cualquier otro para decirlas.
Atrapa el cuerpo de él cuerpo con el suyo, y él hace lo mismo. Se sostienen el uno al otro 29
así por un largo, largo tiempo, con la mirada perdida en los ojos del otro, estudiándose las
caras y pensando en lo que se podría producir mañana.
Sabe a lo que se refiere. ¿Quieres tratar de hacer el amor? Porque es posible que nunca
tengamos la oportunidad... de nuevo.
Su mano se mueve a su entrepierna. Él está sin fuerzas. Ella toma su eje suavemente y lo
acaricia. Sostiene su carne con tanta ternura como lo haría con la mano. Él se hunde en la cama
y mueve su cabeza en la almohada, cerrando sus ojos. Por el surco entre sus cejas, parece estar
concentrándose con fuerza.
Cuando su caricia no tiene ningún efecto, ella toma su pene con la boca. Lo chupa,
maniobrando su lengua expertamente sobre su cabeza. Conoce su carne, siente su textura
contra la punta de su lengua. Lame su corona y serpentea a través de la vena elíptica de su vara.
Poco a poco, su miembro se empieza a llenar con sangre y se hincha dentro de su boca.
Pero aún está lejos de estar rígido, y por eso intensifica sus chupadas. Tira de su carne con
vigor. Su lengua revolotea y se mueve y hace movimientos circulares en contra de su piel con
distinta intensidad. Él se mueve sin descanso, con las manos agarrando las sábanas. Pero su
pene todavía está semi-erecto a pesar de todos sus intentos.
Él dice:
—¿Estás seguro?
Es la primera vez que él se ofrece a realizarle sexo oral. Siempre había sido su dominador,
prefiriendo utilizar sus hábiles dedos y pulgares para jugar con ella en vez de con su boca
sensual. Pero parece haber primeras veces para todo esta noche. 30
Impregnada con una sensación de hormigueo caliente por todas partes, se da la vuelta
sobre su espalda. Inconscientemente, abre las piernas para él. Se posa encima de ella con el
codo sobre la cama.
—Déjame jugar con estos primero —dice, agarrando sus pechos suavemente.
Deja el pezón y la carne arrugada que lo rodea. Su areola se vuelve turgente con el cálido
torrente de sangre. Le ahueca su montículo con la mano, para que el tejido esté maduro y
firme, y traga su pezón entero. Ohhhhh. La intensidad de la succión aumenta, y con cada tirón
de su boca, ella puede sentir su vientre contraerse –una sensación de punzada, como si los
tendones y fibras estuviesen siendo arrancados con placer desde dentro.
Él desliza su lengua, oh muy poco a poco, hacia abajo de la línea media de su abdomen.
Hunde la punta de la misma en su ombligo, haciendo círculos muy ligeramente, y continúa
bajando su lánguido rastro... siempre hacia abajo... hasta que su lengua se detiene en la
curvatura superior de su clítoris.
Para ser un hombre que no hace el cunnilingus a menudo, parece ser un maestro en ello.
Así que le deja lamerla y chuparla hasta distraerla. Deja que las olas y los picos y crestas y
el momento construyéndose, barra por todo su cuerpo y la lleve a otro nivel –otro plano de su
existencia, donde todo es sublime y sin complicaciones, dulce y muy breve. Casi solloza con su
orgasmo; el éxtasis puro y el final del mismo.
Porque sólo quiere tener orgasmos con Channing. La epifanía de su amor afirma su
descubrimiento. Hugh no era más que una imitación pálida y retorcida.
Ella entiende. Tiene algún bloqueo mental que aún no ha vencido. Y ésta posiblemente es
la última vez que pueden estar juntos. Desearía que terminaran con un orgasmo
completamente consumidor y alucinante que pueda seguir y seguir hacia alturas cada vez más
estratosféricas.
Por supuesto. Todavía está recuperándose de los horrores que le infligieron. Así que le
mira mientras él cierra los ojos. Su respiración se vuelve más profunda gradualmente. Se ve tan
hermoso y tranquilo que desea poder congelar este momento e imprimirlo en su propio
firmamento personal; un lugar al que pueden ir y venir cuando lo deseen.
Incluso si uno de ellos está muerto.
—Te amo, Channing —dice, a pesar de que sabe que no puede oírla.
~
Se despierta por la noche para ir al baño. Es entonces cuando lo descubre en el bote de
basura. Está cubierto con papel higiénico. La sangre se ha filtrado a través del papel
destrozado.
Tiene miedo de que él esté sangrando de nuevo. Sólo que no puede recordar hemorragias
en ninguna parte de su cuerpo.
Desconcertada, recuerda a Channing haciendo una mueca antes, cuando trató de darle un
beso francés.
N
i siquiera están completamente despiertos cuando los guardias abren la puerta a
su prisión de estuco y les obligan a salir de la cama. Susan se alegra de llevar
puesto un top.
34
—Vístete —dice un guardia, arrojándole una bata—. Y tú también. —Indica a Channing,
quien está totalmente desnudo.
Los guardias resguardan a Channing y ella queda en medio de ellos, mientras marchan
por los pasajes de la ciudadela. Pasan a las mujeres con burkas negros que están limpiando los
suelos. Los ojos entornados de las mujeres miran hacia ellos a medida que pasan. Susan puede
sentir los susurros tácitos: Hoy seréis condenados.
Se siente muy desgraciada en este momento para llorar. Lo único que puede hacer es
poner un pie delante del otro y caminar como un prisionero condenado a la horca. En esencia,
ahí es a donde van. A menos que…
Finalmente llegan a unas puertas dobles de cedro. Están cerradas por trampas de hierro.
Los guardias empujan las puertas y se abren. Con el corazón en la boca, Susan entra en la
cámara.
La “cámara” es una gigantesca sala circular en la parte superior de una torre. El techo es
muy alto y abovedado. Una serie de ventanas altas y de corte alargado se posan cerca del techo,
permitiendo que la luz de la mañana se filtre dentro. Una amplia galería de piedra rodea la
torre, lo que permite a los espectadores mirar hacia abajo a una oscuridad muy, muy abajo.
Todo huele a óxido y a hierro, y a piedra y a hueso. Las paredes están iluminadas con
antorchas encendidas en apliques. Hay dos grandes jaulas de hierro situadas en el suelo a los 35
lados opuestos de la galería. En cualquier jaula puede mantenerse efectivamente a un oso
pardo. Todo el sitio tiene una atmósfera medieval de misteriosa esperanza abandonada, como
si hubieran sido transportados a la época de la Inquisición.
Los sonidos tienen un eco extraño aquí, nota Susan. Debe ser la extraña acústica de la
fosa. ¿Cuán profunda será realmente? se pregunta. ¿Qué cosas terribles están al acecho en las
sombras lejos, muy abajo?
—Sujetadlo —ordena Alia, señalando a Channing. Está toda cubierta de negro hoy, como
si estuviera de luto.
Los guardias atan las muñecas de Channing detrás de él. La encuentra con los ojos en
silencio. No reacciones, le dice. Unas piscinas turbulentas en sus órbitas azules brillantes y una
punzada revolotea a través de su pecho.
Channing, te amo.
—Comenzad —dice Alia. Su voz es cansada, como si quisiera que todo terminara y acabar
con esto de una vez. Channing mira con impotencia cuando Susan es medio llevada, medio
arrastrada, a una de las jaulas de hierro.
—Por favor, Alia, por el amor que alguna vez tuvimos, no le hagas esto —suplica—. Ella no
te ha hecho nada.
Los guardias empujan a Susan a la jaula y cierran la puerta tras ella. Sólo puede aferrarse, 36
asustada, a los barrotes. Los guardias mueven una serie de palancas giratorias —puesta en los
engranajes de una rueda mediana— incrustadas parcialmente entre la pared y el suelo. Se
produce un crujido, como el gemido de mil almas no-muertas. Su jaula tira hacia arriba sobre
el balcón de piedra. Casi pierde el equilibrio cuando su nueva prisión de metal tiembla y cuelga
sobre el hoyo negro.
El suelo de la jaula es de hierro sólido, pero puede mirar a través de las barras a los lados
y discernir de la fosa turbulenta y negra. La oscuridad no es opaca, sino más bien un
oscurecimiento gradual a medida que desciende hacia profundidades desconocidas.
Pero, oh, Dios, ¿por qué todo se siente tan final? ¿Tan inútil?
Con su jaula precariamente colgando sobre el mismo infierno, observa como las puertas
principales se abren de nuevo para admitir una procesión de hombres sucios atados con
grilletes y trapos. Son una mezcla de blancos, negros y nacionalidades hispanas. Horrorizada,
reconoce a varios de ellos del barco de escape en el Caribe.
Esos hombres son los mercenarios de Channing, ahora capturados y traídos aquí, al este
de Bagdad como prisioneros de guerra. Hay una docena de ellos.
Channing se destaca feroz y orgulloso en su estado atado a medida que sus hombres son
llevados a otra jaula de hierro. Los guardias les empujan adentro, a los doce, y cierran la
puerta. Después, la jaula se encadena hacia arriba sobre el balcón, muy parecido a la de ella.
Las cuerdas y poleas se tensan y crujen con el considerable peso.
Sólo puede imaginar cuánto más precaria será su situación comparada a la de ella.
Después de todo, son doce hombres fornidos. Su peso combinado deberá ser de más de una
tonelada. Con miedo, observa las poleas. En cualquier momento, las cuerdas tensas, tensas por 37
el estiramiento de la frágil jaula de hierro podrían ceder y enviar a todos a sumirse en el hoyo.
Este es un mundo que no conoce. Un mundo tan alejado de las artimañas corporativas y de
Leonard Drake que no tiene ni idea de cómo operar aquí.
No quiere jugar a la damisela en apuros. Lejos de ello. Pero no tiene otra opción.
Cualquier decisión que tome, meterá a Channing, a ella misma, y a todo el montón de valientes
mercenarios en problemas.
Dios, si me concedes una petición. Salva a Channing, por favor. Lo amo tanto, tanto.
Ahora que el cuadro siniestro ha sido creado, Alia se mueve al borde del balcón. Los
guardias empujan a Channing hacia adelante. Hugh tiene los brazos cruzados. Observa el
procedimiento con una actitud ligeramente divertida.
—He esperado mucho tiempo para este momento de venganza. Hace muchos años, me
robaste todo lo que me era querido, mi familia, mi casa, mi riqueza, mi belleza, mi inocencia. Y
ahora quisiera reclamar más de una pequeña fracción del dolor que me causaste.
El corazón de Susan se hunde. Sabe a dónde va esto.
Alia dice:
—Pero te daré una opción. La elección que nunca me diste. Tendrías que elegir. La vida de
la mujer que amas... contra la vida de tus doce leales hombres.
Un silencio pasa a través de los guardias y los presos de la otra jaula. Susan baja la cabeza,
incluso aunque su cerebro está palpitando contra la carcasa de su cráneo. Sabía que ésta
elaborada configuración terminaría en esto.
—No tengo duda de que amas a esta mujer, Channing. Mi experimento lo ha demostrado.
¿Por qué si no habrías arriesgado tu vida y venido hasta aquí para salvarla si no significa nada
para ti? Así que ahora deberás elegir. La vida de una... contra la vida de muchos.
La gravedad de la situación se asienta sobre todos los presentes. Incluso los guardias
parecen lacónicos, inquietos.
38
—Elige sabiamente, y perdonaré al que elijas. El otro se enviará hundiéndose al abismo,
estrellándose contra las rocas dentadas lejos, muy por debajo.
Capítulo 8
S
usan tiene que agarrar las barras muy duro para no desmayarse. Sí, sabía que esto
iba a pasar, pero saberlo era una cosa. Oír la sentencia de muerte impuesta a ella
era harina de otro costal. 39
Hay una finalidad flotando en el aire, junto con el miasma de la desesperanza. Su
estómago da vueltas, y siente ganas de vomitar en el mismo abismo en el que podría ser
sumergida. Porque no hay forma en que un hombre cuerdo, racional como Channing elija su
vida por encima de la vida de una docena de hombres. No es una elección justa. No hay
comparación en ese bien común.
No le mires fijamente. No le mires a los ojos. No lo hagas más difícil para él de lo que ya
es.
Sus latidos se estabilizan. Una calma desciende sobre ella como un velo helado.
Hace una pausa. Susan mira hacia arriba. Su visión está borrosa por las lágrimas. El
rostro de Channing está tan pálido como para reflejar la luz de las antorchas.
—Era el oficial de mayor rango. Él me pidió... tu padre me pidió... que eligiera —Se vuelve
a mirar a su hermano. Sus ojos rebosan de tristeza silenciosa—. Sólo uno de vosotros podrá
vivir. O su hija... o mi hermano. Tú ya estabas muerta para tu padre porque le habías
deshonrado. Así que tuve que elegir. Tu vida o la de Hugh. Si no elegía, todas nuestras vidas,
incluyendo las de mis hombres, se perderían.
Hugh palidece. 40
—No —susurra.
Alia está tan quieta como una estatua. Es como si hubiera entrado en un estado de trance.
—Así que hice mi elección. Debes entender, Alia, que Hugh es mi hermano. Aunque te
amaba y atesoraba lo que tuvimos juntos... él sigue siendo mi hermano. Mi gemelo.
—Y así que elegí a Hugh. Tu padre me dejó ir a mí y a mis hombres, pero no cumplió con
el acuerdo. Hugh estaba vivo, pero seguía siendo prisionero. Tu padre me informó con frialdad
que le había asesinado. Algo en mí brincó, y lo siguiente que supe, es que asaltamos la
ciudadela y matamos a todos los soldados. Fue una guerra sin cuartel y con un incendio. No
sólo un fuego, sino un infierno.
—Traté de encontrarte. Peiné las mazmorras, pero el fuego era demasiado intenso. Me
desmayé a causa del humo. Fue Peterson quien me sacó. Cuando volví en mí, la ciudadela se
había quemado hasta una cáscara carbonizada. Sólo sus paredes ennegrecidas quedaron en pie.
—Volví a las ruinas, loco por el dolor. Traté de encontrarte... o al menos, tu cuerpo. Te
debía eso. Pero los cuerpos eran abundantes y los restos eran indistinguibles unos de otros. Y
así hice mi duelo al darte por muerto. Era lo único que podía hacer. Pero las cámaras, en el
fondo, profundamente abajo, estaban intactas. Como castigo, ordené que fueran saqueadas.
Tomamos los lingotes de oro que encontramos allí solos. Así que fuimos ladrones. Pero
pensamos que era una pequeña medida por lo que tu padre nos hizo pasar.
Hugh agarra el balcón. Sus hombros rígidos se han derrumbado, y ahora se disuelve en 41
una serie de temblores. No dice nada.
Channing dice:
—Por el amor de Dios, Alia, por favor, deja que se vayan. Todo esto está basado en un
malentendido entre nosotros. No tiene que llegar a eso. Haré lo que quieras. Por favor, deja que
se vayan.
—Todo lo que has dicho simplemente afirma lo que siempre he sabido. Que no me
elegiste a mí.
—No fue así —responde Channing entrecortadamente—. No tenía otra opción. Quiero
decir...
—Sé exactamente lo que quieres decir. Y tuviste una opción. Simplemente no me escogiste
a mí —Levanta ambas manos y grita con voz clara—. Soltad las jaulas. Ambas.
Capítulo 9
T
odo sucede en una fracción de segundo. Y sin embargo, ella pude romperse cada
vez que pasa por esos momentos, como si el tiempo mismo se hubiera estirado y
compartimentado.
Los guardias de pie junto a las dos palancas a ambos lados de la galería se acomodan para 42
liberarlas. Petrificada, Susan se aferra a los barrotes mientras mira a Channing.
—¡Te amo! —dice en voz alta, su voz resuena misteriosamente dentro de las paredes.
¿Está su visión borrosa del pánico? ¿O se ha atenuado la luz un poco en la torre? Cree
(pero no puede estar segura) que ve siluetas cerca de los tragaluces del techo. Pero la mente
puede jugarte malas pasadas cuando estás a punto de morir.
El rat- tat- tat de los disparos de las armas atraviesan el espacio aéreo. Los sonidos son
inconfundibles ahora. Las siluetas están en movimiento, haciendo rappel por las ventanas a
medida que continúan disparando en el laberinto de guardias confundidos. Una bala le da al
guardia que está a punto de hacer funcionar la palanca que enviaría a su jaula en espiral hacia
el abismo. Cae al suelo, inmóvil.
Igualmente una bala le da al guardia de la otra jaula. De repente, la galería se llena con
enjambres de hombres vestidos de negro. No puede estar segura puede estar seguro de que si
son más de los mercenarios de Channing, pero parecen estar de su lado. El diente roto se
mezcla con sus misteriosas danzas en su febril cerebro.
Una pelea brutal, acribillada a balazos y los gritos de los hombres, comienza.
Susan tiene solamente ojos para Channing.
Un velo rojo desciende sobre su visión cuando ve, con la mayor claridad y en cámara
lenta, a Alia sacar un revólver de su túnica negra y apuntarle a Channing. Pero antes de
apuntar el cañón de la pistola con una sonrisita y pueda disparar su llama al rojo vivo, una
figura se precipita entre Alia y su víctima.
Es Hugh.
La pistola se dispara.
Atrapa un movimiento con la periferia de su visión. Una figura vestida de negro lucha con
un guardia cerca de su palanca. La pelea hace que el par tropiece, desplazando la palanca. La
pesada maquinaria se desenreda y las cuerdas que sujetan la cuerda de su jaula se sueltan.
D
icen que tu vida parpadea ante sus ojos antes de morir. Pero Susan no
experimentó ninguna de esas cosas. Toda su vida se comprime en imágenes
estroboscópicas que canalizan luz en las tinieblas, y le dan aún más oscuridad.
No hay flujo de recuerdos lejanos en irregular procesión. No hay imágenes sonrientes de su 44
madre, padre o incluso de Channing presentes en los restos flotantes.
Es horrible, eso abarca todo vacío. Es como si sus procesos de pensamiento de todo se
hubieran detenido. Es como si ya estuviera muerta, y su alma hubiera perdido su capacidad de
existir. Como si se apagara como una llama en un pabilo. Su fuerza de vida terminó... como si
nunca hubiera existido.
No había dolor.
Una onda de repentino shock pasa a través de su cuerpo. Haciendo vibrar el artilugio
entero a su alrededor. Ella es lanzada al espacio, y cae sobre su costado dolorosamente. Su
hombro grita algo feroz.
Espera. Si hay dolor, ¿significa que no está muerta? Pero no es solo la oscuridad lo que la
rodea. Estira el cuello hacia arriba. El círculo de la luz es un largo, largo camino.
Se queda de esta manera durante unos minutos. Hasta allí, puede oír los sonidos débiles
de disparos resonando por las paredes rocosas del túnel.
Mientras tanto, el círculo de luz que le da bienvenida se acerca más y más, como si se
acercara a una epifanía.
—Lo que importa es que estás a salvo —murmulla Channing, aspirando el aroma de su
cabello. Luego quita sus brazos mientras se vuelve hacia el mercenario—. Llévala a un lugar
seguro. Me uniré a ti.
—Tenemos que irnos ahora —dice el mercenario mientras tira de ella por la fuerza
alejándola. Tiene acento estadounidense.
—No, espera. —Ella se da vuelta para mirar a Channing. Él ha hecho su camino a uno de
los cuerpos caídos y ahora está arrodillado junto a él. Agarra su mano.
—Todavía no, pero lo estará pronto. Dale al Sr. Crawford un tiempo a solas con su
hermano.
—Por supuesto.
Corren a la entrada de la torre. Antes de bajar, ella lanza un vistazo a la galería de nuevo.
No ve el cuerpo de Alia revestido con el burka.
—Cuando se dio cuenta de que le había disparado al hermano del Sr. Crawford, se arrojó
al abismo.
Susan digiere ese horror. No recuerda un cuerpo corriendo en la oscuridad junto a ella
46
cuando estuvo en esa boca, pero por otra parte, estaba demasiado aterrorizado para absorber
nada excepto su propio pánico inútil.
—Cuando cayó, el Sr. Crawford corrió para detener la palanca. Pero sus manos estaban
atadas a su espalda. No tuvo más remedio que calzar su cuerpo entre la palanca y el suelo para
impedirle sumergirse aún más. Probablemente se rompió algunas de sus costillas, y se lesionó
la espalda.
Susan gira.
—Él estará bien. Era un soldado. Por favor, solo dale tiempo a solas con su hermano.
Se necesitan de todos los esfuerzos de Susan para arrancarse a sí misma desde la puerta y
seguir al mercenario por la escalera de caracol. Sus ojos se empañan de lágrimas mientras su
pie desciende con cuidado. Su cerebro está hirviendo con todo lo que sucedió.
P
oco a poco, van recogiendo los pedazos de sus vidas.
—El rastreador tenía que ser activado. Sólo yo podía activarlo. —Duda—. Estaba
esperando…
Ella entiende. Hay tanto dolor residual de toda la tragedia que sus ecos reverberarán
mucho tiempo en el futuro, posiblemente, manifestándose como pesadillas y una gran cantidad
de horas de asesoramiento psicológico.
Ellos se tenían el uno al otro, aferrándose desesperadamente como si tuvieran miedo de
dejarse ir.
Vuelven a América con bombo y platillos y prensa. Channing organiza una conferencia de
prensa para calmar a sus inversores. La verdadera historia sale a retazos, aunque sabiamente
deja la parte de los lingotes de oro fuera. Ya que habría sido investigado y llevado a un consejo
de guerra.
Channing está lejos de ser perfecto, Susan lo sabe, pero lo ama con locura de todos
modos.
Para disgusto de Susan, Leonard Drake ha sido contratado por una compañía rival. 48
Channing la hace su vicepresidente. Por primera vez, Susan se da cuenta de la magnitud
de la responsabilidad que se le ha confiado. No es un mero título. No es un trofeo que se gana
contra un odiado rival corporativo. No es un trabajo glamoroso. Tienes que hacer que las cosas
sucedan, porque muchas personas confían en ella.
Tres semanas después de su regreso, Channing le pide que se mude con él.
No en el mismo sitio.
Una vez más, ella lo entiende. Compartieron tantas cosas juntos que no necesitan
palabras para transmitir más sus sentimientos. Él sólo tiene que empezar a decir algo... y ella
puede terminar la frase.
Ella toma su cara entre las palmas de sus manos con ternura. —Tal vez conozco una
manera de conseguir que te levantes de nuevo. —Ella le brinda sus muñecas—. Adelante.
Átame.
Él hace una pausa. Sus ojos azules están vidriosos con una emoción que no puede definir.
Aunque ella lo conoce mejor ahora que a cualquier otro hombre que haya conocido, todavía es
49
un sistema de cifrado en su mayor parte con ella. Así que gran parte de su mente sigue siendo
territorio desconocido, y eso es lo que le hace tan misterioso e ilimitadamente emocionante.
Él busca dentro de la cabecera del cajón. Saca dos pañuelos de seda blanca.
La empuja hacia abajo sobre la cama con cuidado. Ata sus muñecas a los postes de la
cama, teniendo sumo cuidado de no hacer las uniones demasiado apretadas.
Luego le abre las piernas y se extiende a ambos lados de su cuerpo. Ella lo mira, con todas
sus esperanzas embotelladas en su garganta, mientras él masajea en la erección de su pene.
Nunca deja de mirar su rostro, sus muñecas atadas, sus brazos extendidos. Permanece en
silencio mientras mueve su mano arriba y abajo de su eje.
Su polla está ahora rígida. Tan rígida, que ella no puede decirlo, pero por lo menos ahora
se sitúa a tres cuartos del mástil.
Él se mueve para entrar en ella. Su bello rostro está pensativo y allí están los pozos
complejos de sentimientos en sus ojos.
Luego hace una pausa. Su corona se encuentra en su preparado agujero. Ella ya está
moviéndose para que penetre ella. Ya puede anticipar su firme vara de carne caliente abriendo
sus paredes.
Él dice bruscamente—: No necesito tenerte atada o encadenada para controlarme. Creo
que ya estamos más allá de eso.
Se estira para desatarle ambas muñecas. Cuando ella es libre, besa sus dos palmas con
ternura.
Algo se derrite y se desliza por todo el cuerpo cosquilleándole, enviando olas de calor a
cada parte de ella.
Él la penetra con pasión, y hacen el amor lánguidamente lento, lleno de todo lo hablado y
de la emoción tácita alguna vez compartieron.
~ 50
Tres meses después, en las primeras horas de la mañana, él le dice mientras están en la
cama—: ¿Quieres casarte conmigo?
Se besan, el amor se calienta con sus bocas abiertas y con su lenta pasión. Ella no puede
amar más a este hombre. Mente, en cuerpo y alma. Él la consume. Y cree con todo su corazón
que él siente lo mismo por ella.
Él ha reemplazado a su muela rota con una funda. Su lengua puede sondear sensualmente
esa nueva adición, completamente intacta e indistinguible de sus otros dientes.
Ella se tensa. Channing no charla frívolamente. Si tiene algo que decirle, por lo general es
una cuestión de gran importancia.
La mira a los ojos. —Antes de morir, Hugh me dijo que el hijo de Alia... mi hijo... No está
muerto. Me dio el nombre de la Orden y el lugar en el que puedo encontrarlo.
—Sí. No. No lo sé. He pensado esto durante tanto tiempo porque tengo miedo de las
mismas cosas que tú temes. Pero decidí que ya no tengo miedo. Es hora de enfrentarse a la
realidad, de hacer lo correcto. —Le agarra los brazos—. ¿Quieres venir conmigo?
Las lágrimas llegan a sus ojos. —Sí. Porque será nuestro hijo.
—Bueno, recuérdame decirlo una vez más en los próximos diez años.