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La escritura científico-académica
Introducción
Un buen escritor, ¿ha sido beneficiario de un don innato o logró adquirir esta habilidad mediante el
aprendizaje y la práctica? ¿Escribe de corrido, sin errores, desarrollando de manera lineal y
continua una idea tal como la concibió inicialmente en un instante de inspiración? ¿Es capaz de
escribir con igual o similar destreza una nota periodística, un artículo de investigación, una carta
documento o un memorándum? ¿Se necesitan capacidades y conocimientos específicos para
escribir estos diferentes tipos de textos?
En esta clase, abordaremos estos interrogantes a fin de reflexionar de manera crítica sobre algunos
lugares comunes que suelen asociarse con la escritura, proponiendo al mismo tiempo otros
modelos para la conceptualización de esta práctica. De este modo, en primer lugar, describiremos
la escritura como un aprendizaje, como una capacidad segmentada y, asimismo, como un proceso
complejo que incluye tres etapas: la planificación, la redacción y la revisión. En una segunda
instancia, distinguiremos un texto correcto de un texto adecuado, definiremos el concepto de
comunidad discursiva y relevaremos los géneros específicos asociados con la comunidad
discursiva científica. Por último, caracterizaremos el propósito, la estructura y los recursos
lingüísticos característicos del lenguaje científico.
Con respecto a la primera idea, que escribir es un don innato, nos gustaría proponer dos
contraargumentos. En primer lugar, a escribir se aprende. Es cierto que hay personas que tienen
más habilidad que otras para escribir pero, de cualquier modo, es posible aprender a escribir y
aumentar las habilidades mediante el ejercicio. La multiplicidad de talleres de escritura que hay (de
escritura literaria y de escritura académica, por ejemplo) da cuenta de ello. ¿Para qué existirían los
talleres de escritura si la escritura fuera una práctica que no se puede enseñar ni aprender? En
segundo lugar, la facultad de la escritura (por lo menos en nuestra época) no puede concebirse
como una facultad total en el sentido de pensar que una persona que sabe escribir tiene que saber
escribir todo tipo de texto en cualquier situación que se le presente. Más bien, se trata de una
capacidad segmentada, que se enseña y se entrena en función de los entornos sociales en los que
está inmerso un sujeto. Entonces, por ejemplo, a los estudiantes que ingresan a la universidad hay
que enseñarles a escribir los textos que circulan en el ámbito académico: exámenes, trabajos
prácticos, informes, monografías (no hay que enseñarles a escribir noticias periodísticas o
novelas). Y esto en función de atender las necesidades de los estudiantes para insertarse en el
ámbito universitario. En un curso como este, la idea no es reflexionar sobre la escritura a secas,
sino sobre la escritura en un ámbito determinado –el ámbito científico– y, más específicamente, la
idea es reflexionar sobre la práctica de escritura en una institución puntual.
Con respecto a la segunda idea, que un buen escritor escribe sus textos de un tirón, sin necesidad
de corregir, podríamos decir que es casi lo contrario. El buen escritor es aquel que busca
información antes de escribir, planifica sus textos, revisa la planificación, escribe, vuelve a
planificar, corrige lo que escribió, se da cuenta que le falta más bibliografía, hace una nueva
búsqueda, vuelve a la redacción y así.
El campo de la escritura literaria, por ejemplo, nos ofrece testimonios inequívocos de que los
mejores escritores vacilan, fallan y se corrigen permanentemente. La siguiente imagen reproduce
un manuscrito de Jorge Luis Borges que permite vislumbrar el trabajo que suele haber detrás de un
texto terminado y publicado:
Imagen extraída de la nota “Encuentran un manuscrito inédito de Jorge Luis Borges”, Diario La Nación, 5 de septiembre de
2013. Disponible en https://www.lanacion.com.ar/sociedad/encuentran-un-manuscrito-inedito-de-jorge-luis-borges-
nid1616997
Borges se equivoca, repite palabras, revisa, cambia adjetivos para darle más precisión al mensaje
que está transmitiendo, corta oraciones que inicialmente eran demasiado largas, las reorganiza, etc.
La escritura no es, evidentemente, una práctica lineal que procede en forma continua de principio a
fin, sino que es un proceso largo que suele estar marcado por una dinámica constante de avance y
retroceso.
La escritura como proceso
Como ven, escribir es un proceso complejo. Atendiendo a esto, dos psicolingüistas (Flower y
Hayes, 1996) propusieron en la década de los 80 la idea de que la escritura es un proceso que
consta de tres etapas: la planificación, la redacción y la revisión.
Cada una de esas etapas incluye operaciones mentales más específicas como la generación de
ideas, la selección de ideas, la organización, la formulación de objetivos comunicativos en función
de un propósito, etc. El modelo no es rígido: las etapas de planificación, redacción y revisión no
son pasos o etapas fijas que hay que cumplir para pasar a la siguiente etapa, sino que cada etapa es
recursiva, en el sentido de que el escritor puede necesitar, por ejemplo, volver a la etapa anterior en
algún momento del proceso (ya está escribiendo pero necesita revisar la planificación) o puede
adelantarse (está planificando, le surge una idea y precisa redactarla). Todo esto muestra que no se
escribe de un tirón, que la escritura no es una práctica lineal, sino que conlleva marchas y
contramarchas.
En Escribir textos científicos y académicos, Marta Marín llama la atención sobre las sucesivas
revisiones, propias o de otros colegas, que atraviesa un trabajo académico-científico en el proceso
de su elaboración y destaca, asimismo, el número de versiones preliminares que, en consecuencia,
anteceden a la versión definitiva de un texto:
“La lectura por parte de otros implica que el autor esté consciente de que las consultas, la
coevaluación, la revisión, la reescritura y las modificaciones son inherentes a la práctica
escrituraria. Nunca la versión definitiva –y menos aún cuando se trata de un trabajo académico-
científico– es la primera que se ha escrito. Escribir es una tarea que tiene una gran sobrecarga
cognitiva, de modo que sus muchos aspectos requieren ser tratados en las versiones sucesivas de
un mismo texto que se van elaborando y modificando” (Marta Marín, 2015, p. 23)
Esta sucesión de versiones preliminares que proliferan en una carpeta a partir de un documento
original representa, evidentemente, un factor tan usual y difundido en la comunidad científica que
ha llegado a ser blanco de viñetas humorísticas.
Imagen extraída de
http://phdcomics.com/comics/archive_print.php?comicid=1531
Actividad 1. Participación en el foro de intercambio.
Los invitamos a que realicen intervenciones en el foro de intercambio de la
plataforma virtual compartiendo sus respuestas a las siguientes preguntas:
¿Qué escribe habitualmente en su trabajo?
Al momento de emprender la redacción de un texto, ¿escribe teniendo
en cuenta las etapas mencionadas (planificación, redacción y revisión)?
Si las tiene en cuenta, ¿qué operaciones realiza en cada una de estas
etapas?
Todo texto adecuado es necesariamente correcto, pero no todo texto correcto es siempre adecuado.
Reflexionemos sobre el siguiente ejemplo:
MEMORÁNDUM
FECHA: 17/05/2016
Para información: Producido por:
SECRETARÍA GENERAL DIRECTOR GENERAL DE PRENSA
SECRETARÍA DE COMUNICACIÓN PÚBLICA
DR. RICARDO PÉREZ SR. DIEGO CALVANI
ASUNTO: RESERVAS
Como nos visita Trump, necesito que me reserves el salón para mañana a las 16 hs. y que
haya comida para los periodistas. Gracias.
Comunidades discursivas
Los distintos ámbitos sociales (la universidad, una institución dedicada a tareas científicas, una
empresa) se caracterizan porque en ellos la comunicación se desarrolla a partir de formatos de
comunicación particulares. Un teórico francés, que se llama Dominique Maingueneau (1984),
inventó el concepto de “comunidades discursivas”:
Las comunidades discursivas son grupos de individuos que, por pertenecer a una misma actividad
o por participar de la misma esfera social, comparten formas de producir y poner en circulación
discursos. Se caracterizan por estar asociadas a un repertorio de géneros discursivos específicos.
Cada uno de estos géneros tiene rasgos específicos (una estructura y un estilo particular); sin
embargo, a pesar de esta variedad, el contenido de buena parte de los géneros científicos se
organiza teniendo en cuenta, de manera más o menos rigurosa, una estructura que suele referirse
usando una sigla: IMRD(rb). Cada letra hace referencia a cada una de las partes que componen los
textos del ámbito de la ciencia:
Introducción
Materiales y métodos
Resultados
Discusiones
(Conclusiones)
Referencias bibliográficas
Creemos que lo importante es notar que las partes que componen un artículo científico no son
arbitrarias. Por el contrario, la división que refleja la estructura IMRD(rb) se relaciona con la
manera en la que funciona el pensamiento científico. Paula Carlino (2011), que es una lingüista
argentina, explica la relación de las partes con las maneras en las que se construye conocimiento en
ciencia:
En la introducción, se presenta el objeto que se estudia, una revisión de los antecedentes
de investigación sobre ese objeto, un marco teórico y la explicitación de los propósitos del
texto. La inclusión de un marco conceptual y de un estado de la cuestión sobre el tema es
necesaria porque una investigación científica no es una creación original absoluta, es una
pequeña originalidad basada en una gran tradición de pensamiento. Más aún, si fuera
absolutamente original, no sería científica: toda contribución ha de tener en cuenta las
anteriores aunque sea para cuestionarlas.
La sección correspondiente a Método consiste en mostrar el camino que ha realizado el
investigador para intentar dar respuesta a las preguntas de su investigación (las
herramientas y técnicas que usó, las variables que analizó, etc.). Esta parte es necesaria
porque, para validar los resultados que se presentan, cualquier investigador tiene que poder
seguir los pasos indicados y llegar a los mismos resultados.
La Discusión pone en relación los resultados con lo que la comunidad disciplinar ya había
investigado antes, es decir, retoma los antecedentes planteados en la introducción pero
ahora vinculándolos con los propios resultados. En esta parte queda claro el aporte que la
investigación hace, en la medida en que sirve para “corregir” investigaciones anteriores, o
completarlas o darles mayor validez.
Las Referencias bibliográficas muestran al lector experto (quien suele leerlas incluso
antes que el resto del texto) si la tesis se inserta en las discusiones disciplinares relevantes y
actuales o no.
Lenguaje especializado
Las palabras de uso cotidiano denotan conocimientos generales del mundo. En cambio, el
vocabulario específico de una disciplina denota conceptos delimitados por cada disciplina, que
tienen un significado unívoco. “Es un inconsciente” / “El proceso entero se torna así más bien
característico del modo en que trabaja el inconsciente” (Freud).
Hay que destacar en este punto que el uso de terminología específica (el uso de los conceptos
propios de una disciplina) es el elemento que relaciona una investigación con un campo disciplinar
dado. Si una investigación quiere inscribirse en un área de conocimiento tiene que incorporar las
categorías propias de esa área.
Lenguaje formal
Uso de ciertas formas de lenguaje que no son las cotidianas. Por ejemplo:
“se incrementó” en vez de “aumentó”
“resultó” en vez de “fue”
“Su sueño puede verse perturbado por” en vez de “Pueden tener problemas para dormir por”
“Algunos autores afirman” en vez de “Algunos autores dicen”.
Actividad 2. Características del lenguaje científico.
En la plataforma encontrarán las indicaciones para realizar la Actividad 2 que
tiene como propósito poner en práctica los conocimientos que han adquirido en
esta clase de manera teórica. ¡No olviden completarla antes del viernes 30 de
agosto!
Conclusiones
En esta primera clase hemos procurado reflexionar, en principio, de manera general, sobre los
saberes y las prácticas asociados on la escritura para luego enfocarnos específicamente en las
particularidades de los géneros propios de la comunidad discursiva científica. Hemos identificado
el propósito y la estructura de estos géneros y destacamos, asimismo, algunos rasgos del lenguaje
característico de los textos científicos.
En las próximas clases continuaremos examinando los aspectos genéricos, enunciativos, textuales,
retóricos y normativos involucrados en la escritura de textos de circulación en el ámbito académico
y científico. Asimismo, les brindaremos herramientas para la planificación, producción y revisión
de textos académicos, con un foco particular en los géneros que suelen incluirse en la revista
institucional de la ANMAT: Ciencia reguladora.
Bibliografía citada
Carlino, P. (2011). “La escritura en la investigación” en Emparán, A. y Martínez, S.
Recomendaciones para elaborar una tesis. Guía para estudiantes de posgrado. Colima, México:
Universidad de Colima.
Flower, L. y J. Hayes (1996). “Teoriá de la redacción como proceso cognitivo” en Textos en
contexto 1. Los procesos de lectura y escritura. Lectura y Vida, Asociació n Internacional de
Lectura.
Maingueneau, D. (1984). Genèses du discours, Bruxelles-Liège, Mardaga.
Marín, M. (2015). Escribir textos científicos y académicos. Buenos Aires, Fondo de Cultura
Económica.