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13 Defiestapj
13 Defiestapj
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S E C R E TA R Í A D E C U LT U R A
G O B I E R N O D E L E S TA D O D E J A L I S C O
2006
La Secretaría de Cultura del Estado de Jalisco agradece a Editorial Ágata, El In-
formador y a la Dirección de Culturas Populares e Indígenas del Conaculta por su
apoyo para la realización de la colección Las Culturas Populares de Jalisco.
Por la edición:
D.R. © Secretaría de Cultura
Gobierno del Estado de Jalisco
Av. de la Paz 875, Zona Centro
44100 Guadalajara, Jalisco, México
ISBN 970-624--504-9
PRÓLOGO 13
Juan José Doñán
Tradiciones en ruta
Pablo Gómez Martínez 127
E JUTLA [127], E L S ALTO [128], G UADALAJARA [129], I XTLAHUACÁN DEL
R ÍO [131], J UANACATLÁN [132], J UCHITLÁN [133], T ECOLOTLÁN [133],
T ENAMAXTLÁN [134], T LAJOMULCO DE Z ÚÑIGA [135], T LAQUEPAQUE
[135], T ONALÁ [137], Z APOPAN [138]
El ánima de la ciénega
María Teresa Hernández Cortéz 155
A YOTLÁN [155], C HAPALA [156], E TZATLÁN [159], I XTLAHUACÁN DE
LOS M EMBRILLOS [160], J AMAY [162], J OCOTEPEC [163], L A B ARCA
[164], O COTLÁN [167], P ONCITLÁN [168], T IZAPÁN E L A LTO [168],
T UXCUECA [169]
Bibliografía 233
Este libro trata sobre el Jalisco profundo. Se ocupa de asuntos que son de la
mayor importancia para el pueblo; asuntos que invariablemente y a pesar de
su aparente diversidad temática, atañen a la vida espiritual de ese mismo
pueblo que, como si de una planta de chayote se tratara, tiene también raíces
hondas y fuertes. Los autores de este libro se ocupan precisamente de algu-
nas de esas raíces, que al tiempo que nutren a una colectividad, la definen y
hasta fijan sus principales rasgos idiosincráticos. Esas recias raíces espiri-
tuales son las fiestas populares, las coloridas jornadas religiosas y profanas
en que un conglomerado social se celebra a sí mismo, presntándose ante pro-
pios y extraños como lo que verdaderamente es. Según el esteta y pintor mexi-
cano Ángel Zárraga, a los pueblos en lo colectivo y a las personas en lo indi-
vidual, «se les capta mejor donde trabajan, donde juegan y donde rezan» (
María Luisa Novelo Quintana, en el Catálogo de la Exposición de Ángel
Zárraga, 1985, Museo Rufino Tamayo). Las fiestas populares —lo mismo en
su vertiente sagrada que en la profana— permiten ese conocimiento ventajo-
so y mejorado, pues en ellas hombres y mujeres del pueblo, al tiempo que
celebran su fe y recrean su ánimo, no sólo aparecen como son, sino que al
hacerlo muestran también cómo fueron sus mayores, cercanos y lejanos, pre-
decesores inmediatos y ancestros remotos.
El Jalisco festivo que se presenta en este libro es estudiado desde dos
ópticas distintas, pero complementarias. Una de ellas se ocupa de la gran va-
riedad de atuendos e indumentaria que legiones de jaliscienses sacan a relucir
en las diversas celebraciones populares. La Otra, más amplia, hace una des-
cripción sucinta de las principales fiestas y ferias que tienen lugar, a lo largo
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14 D E FIESTA POR J ALISCO
del año, en los 125 municipios del estado. El primero de estos estudios le fue
encomendado a una autoridad en la materia: Martha Heredia, que lleva mu-
chas horas con la sonaja en la mano, lo mismo como testigo que como estu-
diosa y partícipe directa de varias de estas fiestas populares.
La segunda parte de este volumen, que también es la más extensa, fue
elaborada por una docena de jóvenes que tienen varias cosas en común: son
estudiantes avanzados de la carrera de letras hispánicas (seguramente para
cuando aparezca este libro, del que son coautores, ya serán egresados); son
originarios o tienen raíces familiares y afectivas con los municipios y regiones
del Jalisco que describen; realizaron una investigación documental, pero so-
bre todo de campo, recorriendo la geografía estatal, especialmente durante
las fechas en que cada uno de los 125 municipios está de manteles largos, ya
sea por los fastos dedicados al santo patrono del lugar, ya por la fiesta de
alguna otra imagen particularmente venerada, ya por acontecimientos paga-
no-religiosos como el carnaval (la antiquísima fiesta de las carnes tolendas,
en la que hay licencia para participar en un variado y colorido desenfreno
social, en las vísperas de «la cuaresma opaca», como dijera el poeta) y que en
algunas poblaciones de Jalisco mantiene notables particularidades, ya en las
septembrinas fiestas patrias, cuyo arraigo y popularidad no le van a la zaga a
casi ninguna celebración religiosa, o hasta en ferias recientes que se idearon
expresamente para celebrar oficios y señas de identidad locales (ejemplos: la
Feria de la Pitaya, en Techaluta y en Amacueca; la Feria de la Caña, en Tala, o
la Feria Nacional del Tequila, en la población del mismo nombre).
D E GALAS Y FACHAS
En la primera parte del libro, Martha Heredia presenta una informada y sintética
descripción de la indumentaria tradicional de Jalisco, extendiéndose en las se-
ñas particulares (nombres, características, usos y otros detalles) de los
atuendos, accesorios y hasta de utilería con los que se suele ver a las agrupacio-
nes de danzantes más conspicuas y antiguas que, felizmente, sobreviven en di-
versas regiones del estado. Desde el ruralismo de los paixtles de Tuxpan, que
visten un traje de heno, hasta la urbana y un poco artificiosa indumentaria de los
modernos bailadores de jarabe, pasando por muchas otras danzas indígenas y
mestizas, Heredia refiere cómo de las muchas etnias que hubo en lo que ahora
P RÓLOGO 15
es Jalisco, sólo quedan dos: los huicholes, en el norte de la entidad, y los nahuas
del sur, particularmente en Tuxpan y en la sierra de Manantlán. Pero incluso
éstos, dice la autora, ya no son lo que eran, por tratarse de indígenas occidenta-
lizados (los nahuas ya ni siquiera conservan su lengua primigenia), moderniza-
dos, ladinizados o, como prefiere llamarlos la autora, «amestizados».
Pero como quien tuvo, retuvo, las danzas de raíz étnica o sincrética, no
obstante las modificaciones y alteraciones que les ha inflingido la vida moder-
na, ni están enfermas ni parecen tener los días contados. Su fortaleza es tal, su
raíces son tan profundas, que danzas como las de paixtles, moritos, chayacotes,
sonajeros, juveniles, aztecas o concheros, matlachines y, sobre todo, las de
moros y cristianos, así como las de los tastoanes, seguirán siendo bailadas y
representadas durante muchas generaciones por venir, incluso hasta en ámbi-
tos que parecieran serles hostiles, y no por otra cosa sino por tratarse de tra-
diciones que siguen vivas y no tienen ninguna gana de ser inhumadas en un
museo, como otras que ya se despiden o ya se despidieron, como nos dice el
querido y siempre bien recordado Luis González y González («Las tradiciones
se despiden», en Todo es historia, 1989, editado por Cal y Arena.).
Lo que sí no puede garantizarse es su pureza, la cual ya ha sufrido —y
seguramente seguirá sufriendo— el embate de la desinformación y el mal gus-
to, un chahuistle que parece inseparable de la vida moderna. Así, por ejemplo,
Heredia habla de cómo en el medio urbano la danza de los sonajeros ha sufri-
do deformaciones tanto en su interpretación como en su indumentaria, al adop-
tar una vestimenta al estilo «apache», la cual nada tiene que ver con el origi-
nal. Pero lo irónico del caso es que, según la misma autora, incluso iniciativas
y proyectos con buena intención, que pretenden defender las tradiciones, como
sería el caso del Encuentro Internacional del Mariachi y la Charrería o las
Fiestas de Octubre, han «exagerado» en su manera de presentar la indumen-
taria tradicional, con trajes y atuendos «hechizos».
N OVEDAD DE LA MATRIA
El apartado final del libro reúne las andanzas de los ya referidos estudiantes de
letras que, asesorados por una profesora suya, se impusieron la ciclópea tarea
de hacer un recuento actualizado de las principales fiestas, exposiciones y fe-
rias populares de los 125 municipios de Jalisco. Aunque no es el primer trabajo
16 D E FIESTA POR J ALISCO
vocar, a lo largo del año, devotos a su santuario, quien lleva mano en Jalisco
es la Virgen de San Juan de los Lagos, y en el resto del país sólo es superada
por la Guadalupana. La tercera de las comadres jaliscienses es la Virgen de
Talpa, que puede presumir que tiene los fieles más hazañosos y sacrificados
a lo largo y ancho del territorio mexicano y aun más allá de nuestras fronte-
ras. Y aunque ésta sea una historia sabida, los autores del apartado «Fiestas
y tradiciones de Jalisco» nos hablan también de la novedad de lo conocido,
de la novedad del terruño o de la matria, como gustaba decir el ya evocado
González y González.
H UICHOLES
Los wixaritari o huicholes pertenecen a la familia lingüística uto-azteca. Habi-
tan en el sur de la sierra Madre Occidental, al norte de Jalisco, en la sierra del
Nayar, así como en sus colindancias con los estados de Nayarit, Zacatecas y
Durango. Su territorio es muy accidentado, en el que se integran cinco comu-
nidades mayores: Tuxpan de Bolaños, San Sebastián Teponahuaxtlán, San An-
drés de Cohamiata, Santa Catarina, Cuexcomatitlán, todas ellas en Jalisco y
Guadalupe Ocotán, en Nayarit.
La religión aborigen, sincretizada con el culto católico introducido por
los misioneros, se actualiza y dinamiza por medio del «mara´akame» o chamán,
depositario tradicional de la sabiduría divina, de los cantos y ceremonias; de
las danzas y ofrendas rituales y de los lugares sagrados.
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22 D E FIESTA POR J ALISCO
Nakutza. Es nombre de los aretes hechos con chaquira, los que también
usan indistintamente hombres y mujeres.
Utuárika (estoy pintado). Es la decoración en las mejillas en forma cir-
cular y muy brillante que se hace con una mezcla de carmín y mentolato. Para
las grandes festividades la decoración ritual es muy elaborada, en color ama-
rillo con el polvo que extraen de la raíz de una planta llamada uzra, mezclada
con un poco de agua.
El traje huichol de nuestros días fue evolucionando y enriqueciéndose
durante los años posteriores a la revolución de 1910, más o menos durante la
década de 1930, cuando empezó a exigirse a los indígenas ciertas normas para
que pudieran entrar a las ciudades.
Anteriormente el traje era mucho más sencillo. Karl Lumholtz (1986, II:
2-3) a finales del siglo XIX nos dejó sus observaciones:
Usan las mujeres cortas camisas y túnicas de manta, a veces primorosamente borda-
das. El vestido de los hombres es más esmerado, pero les quedan descubiertas las
piernas (no usaban calzón). Consiste principalmente en una camisa de grosera lana
adornada frecuentemente con bordados. Son muy de notar en el traje de los hombres
unas talegas de lana o algodón que presentan tanta variedad de dibujos como los ceñi-
dores. Cuélganlas del hombro generalmente dos o tres de dichas bolsas y nunca les
falta otra delante por abajo del ceñidor. En ella llevan los huicholes su tabaco, peder-
nal y eslabón para sacar fuego, etc. Todo lo que da a la bolsa el peso suficiente para
mantener la camisa en su lugar.
N AHUAS DE T UXPAN
En un amplio y fértil valle del sur de Jalisco está la población de Tuxpan, muy
cerca de Zapotlán y frente al volcán de Colima. Los estudiosos aseguran que
su población prehispánica era de ascendencia náhuatl. Aún cuando ya perdie-
ron el «mexicano», su lengua nativa, conservan rasgos tradicionales en las
múltiples fiestas que celebran a lo largo del año, por lo que ellos mismos se
califican como «el pueblo de la fiesta eterna».1
1
Para ahondar en aspectos festivos de la identidad tuxpanense, véase Gaspar y
Hernández, 2004.
I NDUMENTARIA TRADICIONAL DE J ALISCO 25
El único rasgo redentor de esas pobres mujeres es su limpieza, notable aún en las más
pobres. Ni una sola mancha se ve en sus blancos «colotones» o túnicas, y a lo menos
una vez por semana, pero frecuentemente hasta tres, se baña cada mujer y se lava la
ropa, incluso la pesada enagua negra de merino (lana). Es esto tanto más admirable
cuando que hay escasez de agua y necesitan sacarla de pozos de sesenta varas de
profundidad.
profundos pliegues encontrados por la espalda y se sujeta con una faja angosta
tejida en telar, de colores rojo y negro, terminada en dos cordones trenzados y
una borla. La tela de la sabanilla debe quedar doblada en la parte superior y
sobresalir varios centímetros sobre la faja, formando una especie de resplandor.
La enagua blanca. Es de tela de algodón, va debajo de la sabanilla,
lleva adornos sencillos de «bolillo» —encaje de algodón— y alforzas. En la
orilla puede llevar un pequeño olán ligeramente plegado.
Xolotón chico. Es la blusa en forma de huipil sencillo. Consiste en un
rectángulo de tela de algodón comercial doblado horizontalmente formando
una pieza ancha y corta dejando un espacio abierto sobre los hombros para el
cuello, en forma de ojal. Un lado de la prenda se cose dejando abierto un
espacio para el brazo; el otro espacio para el brazo se corta en el doblez de la
tela y se refuerza con puntada decorativa similar a las uniones en los hombros
consistentes en una finísima labor de aguja llamada «randa», en un solo color,
que puede ser blanco, rojo, azul y/o bugambilia.
Xolotón grande. Está confeccionado como el xolotlón chico, es para
cubrir la cabeza y la espalda. Se usa introduciendo el brazo izquierdo por la
bocamanga; se coloca la orilla de la prenda sobre la cabeza y con la mano
derecha la sostiene sobre el hombro. Esta forma extraña de usarlo debió ser
lo que no gustó a Lumholtz.
Las tuxpanenses antiguamente iban descalzas o usaban huaraches. En
la actualidad llevan zapatos bajos. Se adornan con arracadas de oro, medalla
pendiente de una cadena y collar de corales, auténticos de bisutería. Les gusta
usar anillos en los dedos índice y medio.
Ordinariamente peinan su cabello en una o dos trenzas que caen por la
espalda alargadas con cordones de lana. Para las grandes fiestas utilizan el
«maixtahuil», tocado que se hace colocando una fajilla angosta tejida en ne-
gro y blanco, al nivel de la nuca; el cabello se divide en dos, se va torciendo
junto con la fajilla para formar una especie de corona alrededor de la cabeza y
se hace un nudo en dirección de la frente; con la fajilla sobrante —ya que es
muy larga— se enrolla dando vueltas a fin de que un pequeño tramo quede a la
altura del oído con dos borlas —blanca y negra—, de los extremos.
Respecto a la indumentaria masculina, sólo durante las fiestas podemos
ver algunos hombres portando el traje campesino del siglo XIX y principios del
I NDUMENTARIA TRADICIONAL DE J ALISCO 27
XX, consistente en «cotón» y calzón de manta, ceñidor rojo y/o azul, sombrero
de soyate —fibra natural— de copa cónica no muy alta y ala mediana. Usa hua-
raches tejidos de cuero y se engalana con un sarape doblado sobre el hombro.
Danza de paixtles
Es considerada una de las más antiguas. Recibe ese nombre porque su indu-
mentaria está formada de «paixtle», nombre indígena del heno. Se ejecuta en
Tuxpan y San Andrés Ixtlán. Relacionada con la navidad, vemos las cuadrillas
de danzantes por las calles visitando los nacimientos de la población.
De acuerdo con la tradición, se nombran «comisionados» que van a cor-
tar el paixtle a las faldas del volcán para la confección de los trajes de los
danzantes. Sobre la camisa y calzón de manta chocan una capa de heno que
está fijada en una cuerda y con ella se rodea la cintura. Otra capa igual cubre
y envuelve el torso, lo que les da un aspecto impresionante cuando se mue-
ven, giran y emiten un fuerte sonido gutural.
Se cubren el rostro con pequeñas máscaras de barro y llevan un gran
tocado que llaman «resplandor», adornado con tarjetas navideñas y escarcha.
El tocado está decorado con flores multicolores de papel de china, por la es-
palda caen multitud de cintas de papel crepé.
En una mano llevan una «burrita» (bastón) de otate adornada con listo-
nes, cascabeles o campanitas. En la otra mano, una sonaja de bule «sirián».
Se cree que la danza es de origen prehispánico y de carácter «totémico»
que se hacía como parte de las ceremonias para celebrabar el nacimiento de
los niños por los «nahuales» —curanderos o hechiceros que se transforman
en animales. Ahora la danza se ejecuta en honor de Jesús, el Dios Niño.
Danza de moritos
También es parte de las celebraciones navideñas en Tuxpan. Según la tradi-
ción local, representan a los santos reyes que visitaron al Niño Dios. Varias
28 D E FIESTA POR J ALISCO
Chayacates
Es el nombre que reciben las danzas que participan en las celebraciones para
honrar a san Sebastián mártir cada 20 de enero en Tuxpan, en el sur de Jalis-
co. Los danzantes se agrupan en varias cuadrillas. Las más tradicionales son
las de los arribeños, abajeños y pronunciados. Cada cuadrilla tiene su propia
imagen de san Sebastián —esculturas de factura popular—, que llevan al tem-
plo y después de misa de mediodía son llevadas en andas, en una gran proce-
sión hasta el altar en la calle, frente a la casa del mayordomo, entre danzas,
música y cohetes. El mismo festejo se repite en «la octava» (ocho días des-
pués) y el 2 de febrero.
Los chayacates visten en forma diferente en cada cuadrilla. Lo más tra-
dicional es ropa estrafalaria, máscara tallada de madera, las manos cubiertas
por guantes industriales y una sonaja de bule «sirián». Otras cuadrillas han
adoptado un traje blanco —camisa y pantalón— y una banda de color
ccruzando el pecho.
Se tocan la cabeza con cornamenta que puede ser de venado o de chivo
y lucen una larga cabellera que antes era de ixtle y hoy es de rafia. Bailan
acompañados por un violín y emiten un grito largo y agudo. Según su propia
información, la danza representa el martirio de san Sebastián y los judíos que
se burlaban del santo.
I NDUMENTARIA TRADICIONAL DE J ALISCO 29
Danza de sonajeros
Es una de las más viriles y fuertes en sus pisadas. Podemos afirmar que es la
danza representativa del sur de Jalisco, ya que se interpreta en una amplia
zona regional. Las versiones más antiguas, probablemente desde el siglo XIX,
son las de Tuxpan y Zapotlán el Grande. Posteriormente, pasaron a Zapotiltic,
Huescalapa y San Andrés Ixtlán. También están documentadas en Sayula,
Tonila, Juchitlán y otras poblaciones.
La indumentaria es muy vistosa teniendo como base camisa y pantalón
blancos. Sobre la camisa llevan un chaleco adornado con «conchilla» de lis-
tón de diferentes colores, en forma horizontal, recamada con hilos de cuentas
de «papelillo». Sobre los hombros lucen una flor hecha de listón y un pañueli-
to de tela transparente con el color distintivo de la «cuadrilla» o grupo al que
pertenece el danzante: arribeña, abajeña o pronunciada.
Cerca de la bastilla del pantalón lleva una ancha franja de tela roja deco-
rada con espiguilla formando rombos. Sobre el pantalón usan una calzonera
de terciopelo negro adornada en los vértices con borlas de estambre rojo o
bugambilia y a la cintura un ceñidor rojo. Calzan huaraches de cuero caracte-
rísticos de la región. El uso del sombrero tradicional de soyate hoy es muy
escaso, por lo que están usando el sombrero común de los campesinos.
La sonaja característica que le da su nombre a la danza es de madera
torneada, de 80 centímetros de largo y con huecos donde se insertan discos
de lámina. Los músicos para esta danza son dos «piteros» —primera y segun-
da voz—, con flauta de carrizo y tamborcillo de doble parche. Son numerosos
los sones que interpretan.
En Zapotlán, las numerosas cuadrillas de sonajeros están integradas por
gran número de danzantes. La indumentaria es mucho más elaborada y vistosa.
El sombrero está decorado con hilos de cuentas de «papelillo», canutillo o
«manguerita» —tubitos de plástico—, tanto en la copa como en el borde y alre-
dedor del ala como una cortinilla, lo que los hace espectaculares. Sobre la espal-
da llevan una pañoleta esquinada de diferentes colores para cada cuadrilla.
La calzonera de terciopelo negro está bordada con diseños en brillantes
colores y decorada en el vértice con borlas de estambre de colores. A lo largo
de las mangas de la camisa —sobre el hombro, a la altura del codo y en los
puños— llevan pañuelitos de distintos colores, también bellamente bordados.
30 D E FIESTA POR J ALISCO
Danzas juveniles
En la zona metropolitana de Guadalajara hay diversos grupos de danzas que
tienen sus propias características y han adoptado las denominaciones de dan-
za Sonajera o de Lanceros. Son una derivación, deformación o interpretación
libre de la danza de Sonajeros.
La música es interpretada por «piteros» con flauta de carrizo y tambor-
cillo de doble parche. Las sonajas de madera tienen discos de lámina y los
sones son muy variados. Hasta aquí la referencia a la danza original.
En cuanto a la indumentaria, han adoptado el estilo «apache» que no
corresponde a nuestro entorno. Usan sacos y pantalones de colores brillantes
adornados con flecos. Los penachos son con plumas de guajolote montadas
sobre un lienzo de tela que cae por la espalda, a veces hasta los tobillos.
Usan huaraches de madera con placas de lámina que producen un soni-
do metálico. Los pasos son combinaciones de zapateados academizados.
Estas danzas, con tanta aceptación y auge entre los jóvenes han caído en
la deformación de la indumentaria y la ejecución, quizá por desconocimiento o
por el deseo de lucirse. Son producto de la creatividad más que de la tradición.
2
Para profundizar en diversas danzas de conquista, ver el artículo «Cuartel de
Danzas Chimalhuacanas: testimonio de una devoción danzante» (Rivera, 2005).
I NDUMENTARIA TRADICIONAL DE J ALISCO 31
Tastoanes
También corresponde al ciclo de moros y cristianos. Más que una danza es
teatro-drama que representa la lucha entre el apóstol Santiago y los caci-
ques indígenas o «tlatohuanis» —de donde deriva su nombre—, en las tie-
rras de la Nueva Galicia. Tastoanes existe con ese nombre únicamente en
varios pueblos de la periferia de Guadalajara, así como en los del Cañón de
Juchipila, hoy estado de Zacatecas. Todos ellos conservan celosamente esa
tradición.3
3
Para ahondar en diversos aspectos de los tastoanes, véase Hurtado Solís (2005).
32 D E FIESTA POR J ALISCO
Danza de matlachines
Difundida ampliamente por todo el país, encontramos esta danza, especial-
mente en la región norte. Al parecer desempeñó un papel importante en la
cultura de la conquista y pacificación en lo que fue el territorio de la Nueva
Galicia, por lo que está arraigada en poblaciones de nuestro estado colindan-
tes con Zacatecas y Aguascalientes, con los que comparten la tradición.
La danza existe en Colotlán y Mezquitic, así como en Encarnación de
Díaz y Teocaltiche, de donde pasó a San Pedro Tlaquepaque. De acuerdo con
las distintas regiones recibe los nombres de Matlachines, Matachines o
Tatachines.
La indumentaria consiste en una camisa holgada o una playera sujetas a la
cintura y de color llamativo, generalmente rojo. Sobre la camisa se colocan una
36 D E FIESTA POR J ALISCO
chaleco abierto al frente. El pantalón puede ser rojo o blanco y sobre él llevan
una «naguilla» en dos partes que cae por el frente y por detrás hasta los tobillos;
la decoración es de franjas alternadas con grecas bordadas a base de chaquira y
canutillo formando complicados diseños y otras franjas a base de carricillos
delgados con cuentas de «bolitario» —semilla con la que se hacían rosarios—
pendientes en el extremo inferior, que al entrechocar con los movimientos del
danzante producen un agradable sonido. Recientemente las cuentas se sustitu-
yen por borlas de estambre de vivos colores. La parte inferior de la «naguilla»
tiene un rapacejo o fleco. Usan medias rojas y huaraches «de tres agujeros» con
suela de vaqueta, correas y sobre el empeine una tapa o copete de piel.
El penacho está formado con varas cuajadas de plumas multicolores.
Elemento imprescindible es la sonaja que se hace con un hule al que se intro-
ducen piedritas de hormiguero y se le inserta un palillo o mango; se toca con
movimientos circulares. También porta un arco de madera pintado de colores
que sirve para marcar rítmicamente algunos sones.
La música de los distintos sones es ejecutada por un violín y una tambo-
ra. Los integrantes se forman en dos filas con los capitanes al frente y sus
evoluciones siempre son lineales.
4
Este capítulo fue tomado del libro Para bailar sones y jarabes de Martha
Heredia Casanova y Ma. de la Paz Carrillo Barrios, Universidad Autónoma de
Guadalajara, 2006.
I NDUMENTARIA TRADICIONAL DE J ALISCO 37
…usaban unos calzones largos y anchos […] las camisas con pliegues en la bata y
mucho guarache de tres puntadas o cruzados […] Los sombreros eran grandes; unos
de palme con galón, otros de sotol […] usaban (el calzón de manta) cruzado y faja de
con un ceñidor o faja […] eran azules […] de algodón. Había otros de lana negra …
(Sandoval Godoy, 1993).
A su vez, Aurelio Cortés Díaz (en García Pérez, 1991) describe un perso-
naje del barrio del Santuario: «… delgadito, de bigote, con sombrero de cha-
rro; siempre limpio, con saco de dril y pantalones de charrito».
38 D E FIESTA POR J ALISCO
La incipiente clase media, cada vez más numerosa, llevaba ropa sencilla
pero cuidada y bonita, tomando los modelos de las revistas que aparecían
periódicamente y se conocieron en esta región occidental del país. En el catá-
logo El espejo de la moda (1903), proporcionado por una vecina de Tepatitlán,
encontramos la siguiente descripción:
Para señoritas, traje consistente en un cuerpo de «canesú» (pechera) con escote (cue-
llo) alto o redondo y mangas largas o semilargas o mangas cortas; y una falda de cinco
«cuchillos» (cuchillas) con un volante (olán) fruncido (plegado) y un pliegue tableado
invertido o fruncido atrás.
Otra publicación fue La moda elegante (Madrid entre 1907 y 1908), apor-
tada de su archivo personal por la señorita Francisca González Ramírez, veci-
na del barrio de la Capilla de Jesús en Guadalajara, donde observamos lámi-
nas con variantes de los modelos en el vestir de época.
Estos modelos de ropa fueron tomados, con múltiples variantes, por las
clases populares, confeccionados con telas de algodón —la más común era el
percal—, y con menos adornos, al alcance de sus posibilidades económicas y
apropiadas para la vida del campo. Para las ocasiones especiales como bodas,
bautizos y cumpleaños usaban ropa «dominguera»; falda oscura de tela grue-
sa, «si se podía, de gro» —tela parecida a la tafeta pero más gruesa— y blusa
de gasa adornada con encajes y alforzas. El uso del rebozo de bolita era gene-
ral; se colocaba sobre los hombros y se terciaba al frente, para asistir a la
iglesia se cubría desde la cabeza.
El traje de ranchera, mal llamado de Adelita, era de uso común entre las
mujeres de la clase popular y la clase media durante la época revolucionaria,
como aparecen en las fotografías del archivo Casasola.
Las fiestas pueblerinas eran la oportunidad para que se interpretaran
sones y jarabes, música mestiza y para mestizos, ejecutada por músicos cam-
pesinos autodidactas que formaban pequeños conjuntos para amenizar fies-
tas y fandangos. Estos grupos, en el sur de Jalisco fueron el origen de los
mariachis.
Era costumbre generalizada, tanto en los pueblos ribereños del lago de
Chapala como en la Sierra del Tigre y las regiones sur y sureste de Jalisco, que
I NDUMENTARIA TRADICIONAL DE J ALISCO 39
se bailara el son sobre una tarima colocada encima de una excavación que se
llenaba con cántaros «para que retumbara», como lo menciona la copla «… ya
parece que estoy oyendo esas tarimas de Autlán». En algunos ranchos se bai-
laba sobre una tabla donde podían zapatear una o dos bailadores. Queda claro
que el baile de sones y jarabes se hacían sobre una tarima, eran de parejas
enfrentadas y no había coreografías.
El nacionalismo posrevolucionario
Una vez concluido el movimiento revolucionario de 1910, por las décadas de
1920-1930, se buscó un símbolo de la vida nacional. A semejanza de los movi-
mientos nacionalistas en otros países, las artes populares y la vida rural se
convirtieron en objeto de cultivo y admiración.
Durante la gestión del licenciado José Vasconcelos al frente de la Secre-
taría de Educación Pública, se crearon las Misiones Culturales con el objetivo
de rescatar las formas más tradicionales de las danzas indígenas y bailes mes-
tizos de la extensa geografía nacional. Como resultado de las investigaciones
de campo, en las escuelas primarias se enseñaron bailes «típicos» regionales
ya academizados y se recrearon los trajes para esos bailes, de «jarocha» para
Veracruz; de «tehuana» para el Istmo de Tehuantepec; de «guare» para Mi-
choacán y de «china poblana» para el jarabe tapatío, como la máxima expre-
sión nacional.
En el caso de Jalisco, la indumentaria que se adoptó para bailar sones y
jarabes fue muy cercana a la auténtica tradición. Para el hombre, camisa y
calzón de manta, ceñidor, sombrero de ala ancha de palma de trigo o soyate y
huaraches; el traje para la mujer se confeccionó con tela de percal de fondo
claro —blanco, rosa o azul— estampado con flores pequeñas, llamado co-
múnmente «de florecitas» pero se dio mayor amplitud a las faldas para el luci-
miento de las mismas.
Posteriormente, se dio preferencia a la tela de popelina de un solo co-
lor con adorno de listones de colores contrastantes y encaje de algodón «bo-
lillo» y andando el tiempo se agregó más tela para un mayor efecto visual en
el faldeo que también se fue alejando cada vez más de lo original. En cuanto
a los trajes masculinos, se eligió el traje de charro de gala y en algunos casos
más conservadores el traje campirano con pantalón charro sencillo sin ador-
40 D E FIESTA POR J ALISCO
nos y ceñidor; saco corto —chazarilla— con corbatín; sombrero ancho y bo-
tines.
Diseñadores de modas como Valdiosera se dieron a la tarea de crear
trajes regionales estilizándolos bajo su punto de vista estético y sin un serio
trabajo de investigación previo.
En cuanto a la forma de bailar, se invitó a parejas de auténticos bailadores
pueblerinos para observarlos, pero nunca se igualó su habilidad y gracia natura-
les. Las versiones academizadas de grupos folclóricos y ballets introdujeron
movimientos coreográficos de grupo y se perdió el baile de parejas enfrentadas.
Traje clásico de china y chinaco más o menos apegados a las múltiples lito-
grafías, pinturas y descripciones de época tan difundidas en nuestro medio;
por lo regular sólo se usan en Jalisco para ejecutar el jarabe tapatío.
nes de hueso; puede llevar camisa interior de color fuerte o sin ella y paliacate
al cuello.
Pantalón de charro sin adornos en colores oscuros: café, azul marino o
tinto; también puede confeccionarse con «jerga» a rayas en negro, blanco y
gris que fue el más común; cinturón con hebilla. Botines negros y sombrero de
ala mediana de palma de trigo.
B IBLIOGRAFÍA
Carrillo Barrios, María de la Paz y Marta Heredia Casanova (2006), Para bai-
lar sones y jarabes, Guadalajara: Folia Universitaria/UAG.
Franco Fernández, Roberto (1972), El Folklore de Jalisco, Guadalajara: Edi-
ciones Kerigma.
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jara, Guadalajara: Ayuntamiento de Guadalajara.
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Tochtli Promoción Cultural Tuxpan A. C.
Heredia Casanova Martha (1987), Raíces de Nuestro México. Muestra de in-
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Hurtado Solís, María Honoria (2005), «Tastoanes en los suburbios de Guada-
lajara», en Música y danzas urbanas, tomo 8, Guadalajara: Secretaría
de Cultura/Conaculta/Ágata.
44 D E FIESTA POR J ALISCO
Cada capítulo muestra entonces, una zona en particular, sin que haya
sido respetado el criterio de zonificación política. Con el deseo de facilitar al
lector la localización del municipio de su interés, organizamos un índice
alfabético por municipios.
Durante el tiempo de la investigación se anunció al municipio 125, co-
rrespondiendo a la antigua delegación de Arandas, San Ignacio Cerro Gordo,
esta nominación, la que habrá de surtir efecto a partir del 1 de septiembre de
2006. El territorio, situado al centro oriente del estado, es fiel escenario de la
devoción por la Virgen de Guadalupe desde 1857. Año con año, los fieles orga-
nizaban un triduo solemne, el cual se transformó en novenario durante los
últimos tiempos, verificándose la última semana de enero. Aunque la agricul-
tura y la agronomía siguen siendo pilares de la economía de San Ignacio, son
los hijos ausentes quienes la proveen de recursos monetarios fuertes. Así lo
observamos el último domingo de enero, cuando se lleva a cabo una multitu-
dinaria procesión de extraordinario orden y religiosidad, momento en que los
hijos ausentes se encaminan desde la puerta de acceso al pueblo hasta el tem-
plo principal, para dar gracias por los dones recibidos. La tarde se llena de
carros alegóricos y juegos mecánicos, algarabía y comida típica, destacándo-
se el agua de agrillos y las chilacayotas como manjares locales.
Al momento de escribir estas líneas se encuentra en controversia el caso
de Capilla de Guadalupe, sitio que pretende ser el municipio número 126, sin
que Tepatitlán y San Miguel El Alto lleguen a acuerdos comunes, por razones
económicas y territoriales.
Es importante señalar que muchos de los textos presentados aquí, apa-
recieron a modo de artículos en el suplemento El Tapatío Cultural de El Infor-
mador, cuyas páginas dominicales amablemente nos abrió su editor, José Luis
Meza Inda, a partir de marzo de 2006. Este hecho provocó que los textos cre-
cieran en cuanto a información, debido a que múltiples lectores de ese diario
nos hicieron llegar valiosos comentarios al respecto.
El atractivo central de los municipios presentados —a decir de uno de
esos lectores, el licenciado Juan Montaño— es el rescate de algunos rituales,
como la sorprendente bendición de las ocho de la noche en Jesús María, que
paraliza en calles y casas a los habitantes del lugar, puesto que todos dejan de
hacer lo que estén realizando para recibir la bendición del cura: música, comi-
50 D E FIESTA POR J ALISCO
Silvia Quezada
Capilla de Guadalupe, Jalisco
Fervor religioso
de la planicie a la montaña
Francisco Becerra
A MATITÁN
Amatitán es una población de la región tequilera de Jalisco. Con una superfi-
cie de 207.44 km2 y una población en el año 2000 de 12 509 personas. Ubicado
apenas a 48 kilómetros de la capital del estado, limita al norte con el munici-
pio de Tequila; al sur con Tala y Arenal; al este con Zapopan y al oeste con el
municipio de Teuchitlán. Entre sus localidades más importantes, se cuentan:
Amatitán, Santiaguito, Villa de Cuerámbaro, Agua Fría y Chome (Achío). Su
nombre proviene de la raíz nahua amathe, «pequeño bosque de amates».
Situado en medio de las vastas extensiones de agave azul, con alma
tequilera, Amatitán es una población rica en tradiciones. La birria, las
enchiladas y el pozole blanco, son los platillos típicos que por supuesto se
acompañan con la bebida nacional, el tequila —la casa del Tequila Herradura
[51]
52 D E FIESTA POR J ALISCO
A TENGUILLO
Es una pequeña población que se ubica en la región Sierra Occidental del
estado, a no más de tres horas de viaje en camión desde la ciudad de Guadala-
54 D E FIESTA POR J ALISCO
jara. Según el último registro del INEGI, tiene una población de 4 318 habitan-
tes. Su nombre proviene del diminutivo de Atengo, que significa «quelite a la
orilla del agua». Colinda al norte con los municipios de Mixtlán y Mascota; al
sur con Tomatlán y Cuautla; al este con Mixtlán y Atengo y al oeste con Talpa
y Mascota. Fue fundada en el siglo VI por los indios toltecas. Se decretó como
municipio el 20 de marzo de 1885.
Nos internamos a pie en el pueblo hasta que nos topamos con dos leo-
nes de cantera que conmemoran la visita del exgobernador Aceves a la pobla-
ción. Luego, un breve andador nos encamina a la pequeña y acogedora plaza
principal de la localidad, donde se encuentran, además de un bello kiosco, un
tendido de puestos de comida en murmullo milenario de mercado, luego el
templo y la presidencia municipal. Nos dirigimos a esta última y encontramos
en su interior a un señor muy amable, regordete y con lentes del más grande
aumento: se trata de Raúl Briseño Parsifal, encargado del archivo de la pobla-
ción y de asuntos culturales diversos, «por el mismo precio», quien desde
hace más de diez años radica en la población a la que «sólo iba por tres me-
ses». Se ríe y notamos cierto pudor en sus palabras, «yo no soy de acá» nos
dice, «pero lo conozco más que cualquiera», y eso es porque ha escrito tres
tomos monográficos de Atenguillo.
Al tiempo en que el anciano comienza su relato caminamos por calles
empedradas; en la plaza un par de jóvenes tejen redes para pescar… Atenguillo
perteneció al tlatoanazgo de Cuyutlán, se le encomendó al español Francisco
Cortés de San Buenaventura y se volvió dependiente de la alcaldía mayor de
Guachinango (habían descubierto algunos yacimientos minerales y adquirió
obviamente su municipalidad, debido a aquella antigua filia metálica de los
conquistadores); pasado el auge minero, dependió de Mascota, para ser eleva-
do a la categoría de municipio en 1885.
Las fiestas patronales se llevan a cabo del 21 al 29 de septiembre. El
pueblo se encuentra dividido en cuatro «cuarteles» o barrios, que se organi-
zan para pagar y celebrar la fiesta los días que dura. El primer día generalmen-
te le toca a la presidencia del municipio, posteriormente a los cuarteles y de
manera invariable, al final, a los hijos ausentes. La fiesta se caracteriza, como
en la mayoría de los pueblos, por las misas de alba, misa de diez y misa de seis,
cohetes y repique de campanas, peregrinaciones diarias de cada una de las 46
Fervor religioso de la planicie a la montaña 55
C OCULA
El municipio de Cocula se encuentra situado al sureste de la región de Ameca.
Limita al norte con el municipio de San Martín Hidalgo; al sur con Atemajac
de Brizuela; al este con Villa Corona y al oeste con San Martín Hidalgo y Teco-
lotlán. Su nombre proviene de la raíz Cocollán o Cocolán, a la que se le ha
atribuido el significado «lugar que se mueve en lo alto». Se fundó varias veces
y de la última, antes de la llegada de los españoles, se conservan ruinas, a las
que se les llama Cocula Vieja.
Cocula es la cabecera municipal de otras 20 localidades, entre las que
destacan La Sauceda, La Cofradía, San José de Tateposco, Camichines, San
Nicolás de Acuña y Santa Teresa. Tiene como principales actividades econó-
micas la ganadería, la agricultura, el comercio y los servicios.
Hay un hálito distintivo en la población, mezcla de tranquilidad y festivi-
dad. Su traje típico es el de charro, y sin lugar a dudas al escuchar el nombre
de este bonito pueblo, todos pensamos en tequila y en mariachi, no estamos
del todo errados, pero hay muchas cosas más que conocer de esta población:
entre sus comidas más representativas se encuentra por supuesto la birria,
que se ostenta como la más rica de la región, además de toda la amplia varie-
dad de antojitos mexicanos: pozole, tacos y sopes, así como platillos prepara-
56 D E FIESTA POR J ALISCO
dos con pescado; se destacan también los dulces de tamarindo, cajeta y leche,
y los ricos y multicitados picones.
La fiesta más popular e importante de la localidad, que se efectúa en el
ámbito de lo religioso, es la que se realiza en honor a san Miguel Arcángel, en
el domingo posterior al 29 de septiembre. La fiesta consiste en la procesión de
la figura del Señor San Miguel, escultura que, según se dice, recibió un golpe
en la cabeza, y la guardó en su casa María del Refugio Allende.
La víspera, la figura reconstruida es cargada por el atrio del templo.
Acompañan este caminar fervoroso cientos y hasta miles de devotos. Diaria-
mente hay alba, música, cohetes y repique de campanas. La fiesta, como se
acostumbra en estos casos, se reparte entre los barrios en que está dividida la
población, además de la participación uniformada de los habitantes de las
otras localidades que también rinden gustosos su tributo de fe, flores, cantos
y oraciones.
Los barrios reciben la visita de la imagen, a tales visitas se les llama
«Enramadas», que a decir de Roberto Franco son únicas en el estado de Jalis-
co. Los doce indios nombrados para recibir a la imagen, le colocan rosarios y
le despedazan cascarones de huevo rellenos de confeti. Para cargar a la ima-
gen se designó, desde 1968, por el padre Daniel Reynoso, una agrupación lla-
mada «La Guardia de Honor del Señor San Miguel»: sus miembros son distin-
tos cada año, y son ellos los que cargan a la escultura, acompañada de otras
dos a cada lado, que representan al Arcángel San Gabriel y al Arcángel San
Rafael. La imagen sale y vuelve al templo enmedio del más grande de los es-
truendos, vitoreado en medio de la multitud de cirios encendidos; todo ello
compone las «Enramadas». Cada domingo la imagen visita a otra congrega-
ción, y así sucesivamente. Por la noche tenemos la certeza de las noches de
Cocula, en las que el mariachi toca y el tequila corre como un arroyo hasta los
felices feligreses, luego el castillo y las ristras que culminan con la celebra-
ción; terminar tan sólo para volver a comenzar.
M ASCOTA
El nombre del municipio proviene de una palabra en náhuatl que se interpreta
como «lugar de venados y culebras». Se encuentra ubicada en la Sierra Madre
Occidental, en la serranía a la que da nombre, posee una altitud de 1 240 me-
Fervor religioso de la planicie a la montaña 57
tros sobre el nivel del mar. Limita al norte con el municipio de San Sebastián
del Oeste; al sur con Talpa de Allende; al este con Guachinango, Mixtlán y
Atenguillo y al oeste con Puerto Vallarta. Tiene una superficie de 1 591.63 km2,
sus necesidades hidrológicas son satisfechas por los ríos Mascota y Jalpa, se
destacan además las presas Mascota y Corrinches. El municipio de Mascota
se encuentra aproximadamente a 200 kilómetros de Guadalajara, en un viaje
que nos acompaña todo el tiempo con fenomenales paisajes de montaña que
se graban en nuestra memoria. A unos 10 kilómetros de la localidad se en-
cuentra el crucero de Mascota, encrucijada de caminos que llevan, uno a Talpa
y el otro al municipio que nos entretiene. Inmediatamente después aparece
frente a nuestros ojos la laguna de Mascota, que nos da una vista majestuosa
de la belleza del entorno natural.
Nos dirigimos a la plaza; frente a ésta se sitúa el templo de Nuestra Se-
ñora de los Dolores, forma parte de la diócesis de Tepic desde el 13 de agosto
de 1722, tiene una sola torre, que se había derrumbado parcialmente a causa
de los temblores, pero que ya ha sido totalmente reconstruida. Es un templo
pequeño, con una nave, y dos aras menores; en una de ellas, la de la izquierda,
encontramos una imagen de la Virgen del Rosario de Talpa, en el altar están
también las imágenes de la Virgen María y el señor San José.
La imagen se celebra el 15 de septiembre, aunque los festejos inician el
7 del mismo mes en el tradicional «novenario», con la llegada de la peregrina-
ción de La Yerbabuena, que es una pequeña población cercana a Mascota.
Siguen a esta procesión otras provenientes de las demás localidades —son
130— entre las que se destacan, Navidad, Zacatongo, Rincón de Mirandilla y
El Cimarrón Chico. La fiesta tiene misa de alba, peregrinaciones a lo largo del
día, charreadas, serenatas por la noche con mariachi, confeti, flores y baile
popular. La celebración se caracteriza por recibir a los llamados hijos ausen-
tes, que son todos aquellos que se van a trabajar a Estados Unidos y que regre-
san a la fiesta; hay además visitantes de Guadalajara y Puerto Vallarta.
Recientemente fue elevado a los altares un nativo de la población, el
santo y mártir José María Robles, mismo que se empieza a procurar una gran
cantidad de creyentes y a quien se le atribuyen muchos milagros, cuyos agra-
decimientos se colocan en un muro del exterior del templo, donde hay una
escultura de cuerpo completo con la figura del Sagrado Corazón en el pecho y
58 D E FIESTA POR J ALISCO
una inscripción que reza: «Monumento hecho por feligreses de Mascota, pre-
sentes y ausentes y la Diócesis de Tepic…», con fecha del año 2000. El santo
fue uno de los ahorcados en la revuelta de la cristiada, al oponerse a las dispo-
siciones del gobierno federal con respecto a las libertades religiosas.
Dignas de destacar son las bellísimas ruinas de una capilla adjunta lla-
mada La Preciosa Sangre de Nuestro Señor Jesucristo, las ruinas correspon-
den a un enorme templo que no terminó de ser construido por falta de recur-
sos, cuando el religioso que apoyaba la causa falleció. Aquí mismo se encuen-
tra el Seminario Regional de Mascota.
M IXTLÁN
Mixtlán es una población que se ubica apenas a quince minutos de Atenguillo
y a casi tres horas de la capital de Jalisco; también se encuentra en la región
Sierra Occidental. Limita al norte con los municipios de Mascota y Guachi-
nango; al sur con Atengo; al este con Guachinango y al oeste con Atenguillo.
Su nombre significa «lugar de nubes». Tiene una población total de 3 938 habi-
tantes. Se erigió como municipio el 20 de octubre de 1938 con comunidades
segregadas del municipio de Atenguillo.
Mixtlán es un pueblo pequeño que con el paso del tiempo ha ido obser-
vando cómo los hombres jóvenes —como en tantas otras poblaciones de Ja-
lisco— se van, buscando mejores oportunidades y condiciones de vida. Sus
calles empedradas y su silencio nos susurran el ambiente sencillo y campirano
de la vida que transcurre en el pueblo protegido por la Cruz del Crestón, que
es el cerro más alto cercano a la población, desde donde se domina la vista del
valle de Mixtlán, Atenguillo, San Pablo y Los Volcanes.
Hay en la presidencia municipal un mural sobre cuatro paredes, que fue
trazado por un pintor tapatío que no firmó su obra y que es una alegoría que
resume lo que es el pueblo en cuanto a su historia y su vida cotidiana: un búho
en un árbol sobre un nativo indígena que representa el origen histórico de la
población y se destacan también motivos religiosos, como la evangelización
franciscana y la lucha cristera.
Las fiestas religiosas se realizan del 12 al 20 de enero en honor a san
Sebastián Mártir en el templo que lleva su nombre, el cual tiene una sola torre
y una sola nave. También se celebra la llamada Fiesta Jurada, la cual se ha
Fervor religioso de la planicie a la montaña 59
S AN C RISTÓBAL DE LA B ARRANCA
El municipio de San Cristóbal de la Barranca, recibe su nombre de su ubica-
ción geográfica, cercana a la barranca y del santo patrono san Cristóbal. Se
encuentra en la región Centro y colinda al norte con el estado de Zacatecas; al
este con el municipio de Ixtlahuacán del Río; al oeste con el municipio de
Tequila, y al sur con el municipio de Zapopan. El actual pueblo remonta su
fundación al año de 1875, en que un fuerte temblor destruyó totalmente el
anterior; adquirió el rango de municipio hasta el año de 1878. Se divide en 78
localidades, de las que se destacan San Cristóbal de la Barranca, Los Pueblitos,
La Lobera, Coyutlán y El Tepozán.
San Cristóbal de la Barranca es una pequeña población muy cercana a
la capital del estado, apenas a 65 kilómetros; es un municipio que ha sufrido
diversos obstáculos para su desarrollo, según testimonio de Roberto Franco,
desde la reconstrucción después del temblor de 1875 producido por el volcán
60 D E FIESTA POR J ALISCO
del Ceboruco (2 280 metros), hasta la plaga de la mosca prieta que acabó con
los árboles frutales, que eran la principal fuente de trabajo de los habitantes.
Lo anterior ha producido la emigración de los habitantes, principalmente de
los hombres, a otros estados de México y a Estados Unidos de Norteamérica.
La población total del municipio en el año 2000 era de 4 348 habitantes, y en la
cabecera municipal, el número de habitantes en ese mismo año, apenas as-
ciende a 907, según datos del INEGI.
San Cristóbal de la Barranca pertenece a la Arquidiócesis de Guadalaja-
ra, con la parroquia de san Cristóbal, culminada el 30 de enero de 1777, que es
atendida por dos sacerdotes. Otras obras arquitectónicas de interés son el
kiosco de la plaza municipal y la presidencia municipal. El pueblo se destaca
en la producción artesanal de muebles de madera, sillas de tule y figuras talla-
das de madera.
La fiesta principal es la que se celebra del 24 al 30 de enero, en que se
festeja a San Cristóbal; antaño se le conmemoraba el 30 de julio, pero la fecha
fue modificada en 1905. La fiesta consta de novenario con misa de alba, pere-
grinaciones por la tarde, danzas, serenata y quema de castillo el día de la fiesta.
Otras fiestas importantes son las correspondientes al mes de septiem-
bre, del 14 al 16, en que se organiza la tradicional ceremonia del grito de inde-
pendencia, se eligen reinas de las fiestas patrias. Cohetes, música, baile y
tequila, son los elementos acostumbrados.
S AN J UANITO DE E SCOBEDO
El municipio de San Juanito de Escobedo se encuentra a dos horas y media
de la capital del estado; es una población pequeña que colinda al norte con
Magdalena; al este con los municipios de Magdalena, Ahualulco de Mercado
y Tequila, al sur con los municipios de Ahualulco de Mercado y Etzatlán; al
sur con los municipios de Etzatlán y Magdalena. La población pertenece a
la región Valles, y en dirección al sur, cerca del pueblo, se encuentra la lla-
mada ex laguna de Magdalena, o La Colorada. Su extensión territorial, es de
79 774. 61 km2.
A los habitantes de la población de San Juanito de Escobedo los llaman
«petateros» porque durante mucho tiempo se dedicaron a la realización de
petates y sopladores. Su nombre proviene de fray Juan Calero, español que
Fervor religioso de la planicie a la montaña 61
fue torturado y muerto, enterrado cerca de Ameca. Donde murió este religio-
so, se asentó la población, que tomó el nombre de San Juan, después llamada
San Juanito. Sin embargo, no es sino hasta el 7 de febrero de 1930 que la po-
blación es elevada al rango de municipio, congregando las poblaciones que no
fueron incluidas en la conformación del municipio de Etzatlán. En ese enton-
ces se acordó que la cabecera municipal llevara el nombre de Antonio Esco-
bedo, en honor a una persona muy importante en la historia del municipio,
gobernador de Jalisco en varias ocasiones y promotor de la construcción de
la antigua penitenciaría, espacio en que actualmente se ubica el Parque de la
Revolución.
El pueblo se ubica en zona cañera —en donde también se elabora la
bebida nacional en cuatro fábricas— y tiene sus principales festividades el 18
de enero, en que se celebra el aniversario de la coronación de la Virgen del
Pueblito, que tiene su templo en el centro de la población, según la tradición
de las ordenanzas durante su construcción. El 16, 17 y 18 de enero la fiesta
consiste en la misa de alba, peregrinaciones de las diferentes localidades, así
como la quema de castillos de juegos pirotécnicos en la plaza municipal cada
noche. Hay fiesta también en la semana mayor, en que los barrios de la pobla-
ción se organizan para presentar un viacrucis viviente, encabezado por un
sacerdote que, al finalizar, celebra la eucaristía.
Pero, sin duda, la fiesta más importante de la población es la que se
realiza en honor a la Virgen del Pueblito, misma que inicia el 12 de octubre y
finaliza el 18 del mismo mes, para completar el novenario. La imagen es traída
a la población desde Etzatlán. A lo largo de estos días se realizan misas de
alba, repiques de campanas, peregrinaciones de gente de diversas poblacio-
nes, como Teuchitlán y Buenavista. El domingo anterior a la fiesta, se realiza
la llamada «mojiganga», que es una farsa que realizan los hombres de la pobla-
ción, en que pasean y bailan una gran muñeca —que llaman «la tarasca»— por
las calles de San Juanito. Los que la cargan y los que les siguen andan vestidos
con pelucas y vestidos, simulando que son mujeres; hay durante la fiesta, bai-
le y vino a granel, se conjura contra el mal humor a la manera del carnaval.
San Juanito de Escobedo es un atractivo municipio para quienes desean tran-
quilidad y armonía con una buena dosis de diversión.
62 D E FIESTA POR J ALISCO
S AN M ARTÍN H IDALGO
Huitzquilic es el nombre anterior al de San Martín Hidalgo, significa «lugar
de cardos». Se ubica en la región Valles del estado, limita al norte con los
municipios de Ameca, Teuchitlán y Tala; al sur con los municipios de Tecolo-
tlán y Cocula; al este con los municipios de Tala, Villa Corona y Cocula, y al
oeste con los municipios de Tecolotlán y Ameca. Su nombre es tomado del
santo patrono de la población, así como del nombre del padre de la indepen-
dencia de México.
Destaca la población por la cantidad de fiestas y tradiciones, de las cua-
les sólo mencionamos algunas e invitamos al lector a conocerlas todas y a
visitar el municipio que deja un grato sabor de boca. Tiene organizados tres
circuitos turísticos: 1º San Martín —La Labor de Medina— El Cabezón —Bue-
navista— El Salitre; 2º El Tepehuaje —San Isidro— Palo Verde —San Jacin-
to— Santa Cruz; 3º San Martín —San José Miravalle— Lagunillas —Sierra de
Quila. Durante estos recorridos se visitan lugares históricos importantes, así
como centros religiosos, cementerios, exhaciendas, lagunas y sierras o cum-
bres que dejan admirar la belleza del paisaje regional, casas antiguas, así como
otros lugares de esparcimiento.
Son las fiestas más importantes las que se celebran entre el 2 y el 11 de
noviembre, en que se encomia a san Martín Obispo; en ellas se celebra un
novenario, se presentan los feligreses —a rendir los respectivos honores, agra-
decer favores recibidos, dejar limosnas— en caravanas de diversas poblacio-
nes de la región, entre carros alegóricos y juegos pirotécnicos. En estos días
la imagen de san Martín Caballero o «san Martín de a caballo» se traslada de la
Capilla de la Conchita a la parroquia para acompañar a la imagen del obispo
de Tours. La celebración abre con el llamado «día de los jóvenes» en que hay
alba y «mañanitas», la gente realiza el acontecimiento de la manera más entu-
siasta; sobra decir que la música de banda y el baile inundan en estos días a la
población.
Es también tradicional en San Martín Hidalgo acudir en procesión a un
lugar que si bien no pertenece a la cabecera municipal sino a la de Ameca, es
muy significativa para los nativos: nos referimos a la exhacienda El Cabezón.
Su peregrinación se realiza el día 2 de febrero, día de La Candelaria, y recuer-
da un milagro después de una gran escasez de grano que aconteció el llamado
Fervor religioso de la planicie a la montaña 63
T ALPA DE A LLENDE
Tlallipan, de una antigua raíz nahua, significa «tierra alta, tierra situada en lo
alto». Se le agregó de Allende en honor al general Ignacio Allende. Es una
población que cuenta con un clima húmedo y temperaturas agradables todo
el año. Se encuentra ubicada en la región Sierra Occidental de Jalisco, a me-
nos de 200 kilómetros de la capital, a un poco más de cuatro horas en camión
y apenas dos horas y media en automóvil. A 1 160 metros sobre el nivel del
mar y con una extensión, según el INEGI, de 2 279.52 km2, limita al norte con
los municipios de Mascota y Puerto Vallarta; al sur con Tomatlán; al este con
Atenguillo y al oeste con Cabo Corrientes.
La Auténtica —como la llaman los creyentes—, la virgen de nuestra se-
ñora del Rosario de Talpa, tiene su origen en Michoacán, donde se elaboró
artesanalmente por indios de la región. Diego Felipe, un aborigen avecindado
en Talpa, la trajo después de haber visitado a su hermano en Los Reyes; la
recibió como un regalo de aquél y la conservó hasta su muerte, así fue hereda-
da por su hijo. Finalmente, la sagrada imagen fue donada a la iglesia, en donde
permaneció durante algunos años, hasta que el tiempo hizo estragos en ella.
Fue entonces que el padre encargado de la pequeña choza que hacía las veces
de capilla, ordenó su incineración en un pequeño pozo a flor de tierra de la
rudimentaria sacristía, junto con otras prendas sagradas; tal tarea fue enco-
mendada a María Tonanchi, hija del sacristán. Era el día 19 de septiembre de
64 D E FIESTA POR J ALISCO
T EQUILA
Tequila proviene de la denominación que se le daba a la tribu que habitaba
esta región, los tecuilos o tuiquilas, y que se interpreta como «lugar que corta
o lugar donde se paga tributo». Es una población a menos de 60 kilómetros de
Guadalajara, se localiza en la región Valles del estado de Jalisco, con una ex-
tensión territorial de 1 364 km2; limita al norte con el municipio de San Martín
de Bolaños y el estado de Zacatecas; al sur con los municipios de Ahualulco
de Mercado y Teuchitlán; al este con Amatitán, Zapopan y San Cristóbal de la
Fervor religioso de la planicie a la montaña 65
al llegar al templo, el señor cura los bendice, hay repique de campanas, cohe-
tes y castillo, según las posibilidades de la gente encargada del día, «son los
días en que la gente se luce».
María Cervantes
Por las carreteras de Los Altos de Jalisco, en medio del escenario de polvo y
bruma blanca, a veces de tierra roja, planicies largas y soledad, algunas bar-
das anuncian a todo color los bailes, la sal de las fiestas patronales. Las calles
regresan a ser personajes, las casas coquetas se visten de flores y papel pica-
do, vuelven los ausentes a mezclarse con las tradiciones de la infancia; quizás
ahora regresan como aquel volver a casa de los abuelos, e inyectan, también,
la semilla de otras costumbres.
Los Altos, como casi todo Jalisco, se mantiene con la tradición mariana
y los festejos patrios. En cada una de las celebraciones hay un lugar especial
para los ausentes y para los héroes. Por ahora, las bardas anuncian la llegada
a lo alto de las fiestas.
A RANDAS
Tierra famosa por su gran producción de tequila, se ubica a 130 kilómetros
de Guadalajara y 120 de León. Su fundación se remonta al 12 de diciembre
de 1772. El 9 de julio de 1875 fue declarada municipalidad.
El viaje a Arandas es recompensado incluso antes de llegar. La carrete-
ra ofrece una pintura viviente: el rojo encendido de la tierra parece no aca-
bar en la planicie; el azul, a veces verde, de los numerosos cultivos de agave
juegan a moverse con el acelerado paso de quien los ve; el ocre de los pastizales
con su movimiento petrificado; el verde vivo de frondosos árboles y el blan-
co y el negro de vacas rumiando hacen la calma de esta pintura.
Al pisar Arandas lo primero en despertar mi curiosidad son las elevadas
torres del templo de san José Obrero, una extraordinaria obra neogótica. En
[67]
68 D E FIESTA POR J ALISCO
C UQUÍO
Nuño Beltrán de Guzmán conquistó los territorios que hoy se conocen como
Cuquío para hacer de este lugar su centro de operaciones hacia 1530. Años
después, en 1811, fue el escenario donde pernoctó el cura Hidalgo y Costilla
después de la Batalla del Puente de Calderón. Cuquío limita al norte con el
70 D E FIESTA POR J ALISCO
D EGOLLADO
Degollado se encuentra a 149 kilómetros de Guadalajara. Delimita con Jesús
María al norte y Ayotlán al oeste; hacia al este con el estado de Guanajuato y al
sur con Michoacán. Su fundación data de 1848 y se convirtió en cabecera
municipal el 31 de diciembre de 1861. Fue entonces cuando cambió su nom-
bre en honor al general Santos Degollado.
Bajo la sombra de un árbol en la plaza principal medito mi visita: es un
lugar de música y cantera, pocos lugares cuentan con una anfitriona en la
puerta, Degollado la tiene, es la cantera convertida en arcos semejantes a bra-
zos abiertos. Esta visual hospitalidad no sólo abre sus puertas para quedarse
allí, es también el vestido alegre de las calles, el toque amable de los portales
En lo alto de las fiestas 71
E NCARNACIÓN DE D ÍAZ
En tiempos del gobierno de Porfirio Díaz, en 1879, el H. Congreso del Estado
otorgó el título de ciudad a la Villa de Encarnación, fundada en 1759. Ya con
el título de ciudad, cambia su nombre a Encarnación de Díaz, en honor a
Porfirio Díaz por sus triunfos obtenidos durante la intervención francesa.
Este poblado se encuentra a 243 kilómetros de Guadalajara y limita al norte
con Aguascalientes.
A Encarnación de Díaz se le conoce mejor como «La Chona», nombre
acogido con cariño por sus habitantes y por los cercanos a la zona. Esta parti-
cular forma de llamarla la personifica y nos habla de la confianza inspirada en
quienes la conocen, incluso no falta el ingenioso que hace chistes alusivos a
este nombre. Recuerdo uno y no puedo callarlo: al llegar a «La Chona» el
camión procedente de Aguascalientes o Lagos de Moreno, el chofer vocea
con picardía: «aquí se bajan los chones».
Llegué a La Chona «el mero día de la fiesta», como dicen aquí. Ya insta-
lada en la plaza, puedo ver, por un costado, el palacio municipal, a cuya entra-
da varios jóvenes pintan sobre el suelo un mural efímero alusivo a la fiesta.
Por el otro lado, se elevan al cielo las torres de la parroquia construida a partir
de 1791. Allí habita nuestra señora de la Encarnación, la patrona del pueblo,
las fiestas en su honor se celebran del 25 de enero al 5 de febrero. Afuera del
templo trabajan con afán los encargados de los juegos pirotécnicos, mientras
grandes y chicos observamos con atención el laborioso proceso del castillo
que comienza a tomar forma. Según me informa el cura de la parroquia, cada
En lo alto de las fiestas 73
J ESÚS M ARÍA
Pocos kilómetros más adelante de Arandas se encuentra Jesús María, aproxi-
madamente a 128 kilómetros de Guadalajara. Se tienen varias versiones sobre
la fundación, las fechas oscilan entre 1784 y 1790. La primera fecha alude
como posible fundador a un párroco y la segunda a tres viudas.
Las calles de Jesús María comparten el tono rojizo de la tierra, da la
impresión de entrar a una época en sepia, con olores paseados por el viento
74 D E FIESTA POR J ALISCO
que se antojan lejanos. Su plaza, rodeada por una cortina de árboles, ofrece
descanso y algo que pocas veces encontramos en las grandes urbes, una mez-
cla de armonía e intimidad.
Junto a la plaza se encuentra el templo donde están los santos protago-
nistas de las fiestas más importantes para Jesús María. Como el nombre del
pueblo lo alude, la Sagrada Familia —Jesús, María y José— son los festejados
cada año la última semana de enero. Para la ocasión los vecinos del lugar y de
los pueblos circunvecinos se preparan, día tras día, para peregrinar por las
calles del pueblo y culminar en la plaza con la amena presencia de una banda
musical en su kiosco. Además de la música, la fiesta se enciende con la quema
de dos o tres toritos diarios, parte tradicional del festejo. Según los jóvenes
congregados en la plaza, «el día de la fiesta es cuando más hay qué ver». Por lo
que se aprovechan muy bien estos días para acudir a las serenatas de la plaza
y a los bailes que desde meses antes anuncian su llegada en los muros.
Una de las tradiciones más arraigadas en Jesús María puede desconcer-
tar a los visitantes, y es que todos los días en la misa de las ocho de la noche el
padre da una bendición, entonces todos los congregados en la plaza y los alre-
dedores hacen alto y silencio total para recibirla, pasado el momento, la músi-
ca y las voces vuelven a fluir en el entorno rojizo de Jesús María.
L AGOS DE M ORENO
Lagos de Moreno se encuentra en el corazón del país. Se fundó el 31 de marzo
de 1563 con el nombre de Villa de Santa María de los Lagos, en 1829 cambia su
nombre a Lagos de Moreno en honor al insurgente Pedro Moreno. Ha sido
capital de Jalisco en tres ocasiones (1831, 1915 y 1963) y en 1989 fue reconoci-
da oficialmente su zona de monumentos como patrimonio de la nación.
En Lagos de Moreno la historia no es la fría acompañante que sólo ofre-
ce apresurados recuentos de fechas y hechos, es un sentimiento con sabor a
nostalgia impregnado en sus tesoros arquitectónicos. Es el caso de su puente
y su tradicional conseja: «Este puente se hizo en Lagos y se pasa por arriba».
La tranquilidad de Lagos toma descansos con el paso de sus múltiples
festividades, casi todas ellas de carácter religioso. Este factor deriva del con-
siderable conjunto de templos en la ciudad y de la adopción de distintos pa-
tronos a la largo de su historia. Pero las fiestas más importantes para Lagos
En lo alto de las fiestas 75
O JUELOS DE J ALISCO
Ojuelos de Jalisco se ubica a 272 kilómetros de Guadalajara, en el extremo
oriente del estado. Limita con los estados de Aguascalientes, Zacatecas, Gua-
najuato y San Luis Potosí.
La situación espacial y natural de Ojuelos da pie a diversos calificati-
vos con aires literarios, podría ser con facilidad el rincón de los mil nom-
bres. El de Ojuelos deriva de ojos de agua existentes en la zona. Antes de su
establecimiento era conocido como el Camino de la Plata, después de su
fundación, en 1569, se le llamó como «la ventana al noroeste de Jalisco», «el
centro geográfico del país», o «la esquina de Jalisco». Me quedo con el últi-
mo: las esquinas suelen ser puntos de unión, lugares acogedores o de res-
guardo, y es así como nació este lugar. Se instauró como fuerte para prote-
ger a los españoles en su constante peregrinar con cargamentos de plata
procedentes de Zacatecas o Durango con destino a la Ciudad de México.
Parte de las tradiciones de Ojuelos tienen su raíz en la naturaleza, como
la gran variedad de tunas: las hay amarillas, negritas, blancas, anaranjadas,
mansas, chapeadas, burronas, cardonas de castilla, cascaronas, taponas,
joconoixtles, entre otras. Con las cardonas se fabrica la tradicional bebida
fermentada colonche, sólo se necesitan unas cuantas copitas para olvidarse
del mundo. Las tunas son también el ingrediente principal de los quesos y
dulces fabricados en Ojuelos.
Las fiestas del lugar hablan de un ambiente fundado en el trabajo: el 1 de
mayo se realiza la celebración principal del poblado en honor a san José Obre-
En lo alto de las fiestas 77
S AN D IEGO DE A LEJANDRÍA
A 210 kilómetros de Guadalajara se encuentra San Diego de Alejandría. Limita
al norte con el municipio de Unión de San Antonio; al sur con Arandas; al este
con el estado de Guanajuato; y al oeste con el municipio de San Julián.
Olas, marejadas de sonido me reciben en la paz de la plaza de San Diego
de Alejandría: son las voces de miles de aves congregadas en un lugar placen-
tero por su limpieza, su silencio —debajo de la algarabía de sus voladores
inquilinos— y una belleza muestra del cuidado y pulcritud de sus habitantes.
En una de las esquinas de la plaza, de enladrillado rojo y jardines labo-
riosamente arreglados, se encuentra la parroquia de la Inmaculada Concep-
ción, el sitio más importante para los lugareños. Prueba de ello es el nom-
bre del municipio, tomado en 1850 en honor a personajes relacionados con
la edificación de la parroquia: la primera parte del nombre, san Diego, viene
del arzobispo don Diego Aranda quien consintió la construcción; la segun-
da, Alejandría, se tomó en distinción a tres personas: al primer párroco Ale-
jandro Navarrete, promotor de la obra, Alejandro Moreno Hernández, dona-
dor del terreno, y a Alejandro Heredia, el albañil constructor de la obra.
La fiesta en torno al templo y la plaza llega cada domingo con la popular
serenata y los puestos de comida, pero la principal, la dedicada a la Inmacula-
da Concepción, se espera del 31 de diciembre al 9 de enero de cada año. So-
bresale la excelente coordinación entre la parroquia y el ayuntamiento. Desde
el primer día se tocan las mañanitas a las 6:30 de la mañana y por la tarde
arriban peregrinaciones concluidas con actividades teatrales, sociales y de-
portivas en la plaza. Una de las más esperadas, sobre todo por los jóvenes, es
78 D E FIESTA POR J ALISCO
S AN J ULIÁN
San Julián, tierra considerada como cuna del movimiento cristero se aparta
180 kilómetros de Guadalajara. Limita con Unión de San Antonio, Arandas,
San Diego de Alejandría y San Miguel El Alto. Su fundación data de 1846 en
los antiguos terrenos de la Hacienda de Sánchez.
Su celebración más importante es fruto de una fiesta ajena, por decirlo
así. Esta sentencia resulta extraña pues existen innumerables festejos religio-
sos similares en el estado, pero el caso de la celebración de la candelaria en
San Julián tiene raíces directas —y deformadas a la vez— en la famosa fiesta
de San Juan de los Lagos el 2 de febrero. La razón de esta herencia festiva
viene del paso por el poblado, rumbo a San Juan, de los peregrinos a la fiesta
de la Virgen de la Candelaria. Aprovechando esto, poco a poco se fue gestando
en San Julián una fiesta, que contraria a la intención de San Juan de los Lagos
tiene un carácter más profano, pero no por ello menos importante.
La festividad inicia el 23 de enero con un programa que incluye corridas
de toros, los jaripeos, muestras de ganado, bailes, presentaciones de artistas
reconocidos en el palenque y, por supuesto, los gallos. Es importante destacar
el gusto por la tauromaquia de los pobladores de San Julián: en las corridas se
presentan toreros reconocidos, ya que si no es así, la asistencia se ve visible-
mente mermada. Como es de suponer las mejores corridas se dejan para el día
principal, que es cuando se ve un mayor número de fuereños. Mientras la fiesta
En lo alto de las fiestas 79
U NIÓN DE S AN A NTONIO
Unión de San Antonio es cruce de muchos lugares: limita al norte con San
Juan de los Lagos y Lagos de Moreno, al sur con San Diego de Alejandría y
San Julián, al este con el estado de Guanajuato y al oeste con San Juan de
los Lagos y San Julián. Se ubica a 261 kilómetros de Guadalajara y su funda-
ción se remonta a los años de 1770 y 1771.
Sus relevos patronales son un fenómeno digno de estudio. El nombre
fue adoptado, según se dice, por una imagen del santo encontrada en el cami-
no de la entonces llamada Unión de Adobes rumbo a Lagos de Moreno. Des-
pués comenzó la construcción de la parroquia de San Antonio en la tercera
década del siglo XIX . Por muchos años san Antonio fue el único patrono del
lugar, pero alrededor de 1949, el cura Francisco M. Cabral costeó, por la vía de
una herencia, la edificación del templo del Señor de la Misericordia, termina-
do diez años más tarde. A partir de este momento el Señor de la Misericordia
se incorporó al patronato del pueblo y sus alrededores.
Quizás la historia de ambos templos no presente ningun estímulo para
la cosquilla de la curiosidad. Lo relevante del caso es «la unión» de los dos
edificios: sus altares están encontrados y, en consecuencia, los templos uni-
dos. Esta extraña construcción adosada adquiere notoriedad cuando se ob-
serva que el segundo templo —el del Señor de la Misericordia— le da la
espalda a la plaza principal. La duda florece en mí y no dejo de preguntarme
cuál fue el propósito de construir un templo tras otro. Por lo pronto se me
ocurre pensar que en este lugar hay más uniones que las aparentes.
Las fiestas patronales —las dedicadas al Señor de la Misericordia— se
festejan el jueves de ascensión, de forma que la fecha es móvil, pero muy
esperada por los vecinos del lugar y de los alrededores. Por tradición, el
jueves de ascensión a las doce del día llegan peregrinaciones provenientes
de poblados cercanos con flores, cohetes, danzas y música para la venera-
ción del festejado. Seis horas más tarde arriban nuevas peregrinaciones, esta
vez conformadas por los habitantes de Unión de San Antonio. Ya por la tar-
80 D E FIESTA POR J ALISCO
de, desde cualquiera de los puntos de la plaza se puede disfrutar del desfile
de carros alegóricos por las calles adornadas. La fiesta continúa por la no-
che con los juegos mecánicos y pirotécnicos, las serenatas, el confeti y las
serpentinas, los puestos de bebidas y la música.
No faltan las grandes cantidades de gente para cualquier festejo como el
paseo a La Mesita, una colina donde se encuentra la Santa Cruz. La tradición
consiste en hacer una peregrinación el 1 de septiembre, concluyendo el paseo
con un día de campo.
Z APOTLANEJO
En 1530, Cristóbal de Oñate conquistó la región y dos años más tarde se fundó
la población con el nombre de Zapotlán de los Tecuexes. Hoy Zapotlanejo es
famoso por su producción textil, tanto industrial como artesanal. Muy cerca-
no a Guadalajara y Tonalá, por el poniente, limita al norte con Ixtlahuacán del
Río y Cuquío; al sur con Juanacatlán y Zapotlán del Rey, y al oriente con
Tototlán, Tepatitlán y Acatic.
Llegar a Zapotlanejo implica cruzar algunos puentes, como Puente Gran-
de, el Puente del Diablo y un poco más allá el Puente de Calderón, construido
en el siglo XVII . Esto me hace sentir que antes de llegar a Zapotlanejo hay
preámbulos de leyendas e historias que bien valen la pena salir a la carretera
para conocer, como es el caso del Puente Calderón, donde se encuentra un
monumento al cura Hidalgo.
Otras muchas otras cosas dignas de conocerse, pero ya dentro del
poblado, son sus fiestas, como la dedicada a nuestra señora del Rosario, las
que atraen nuestra antención. Se realiza dos domingos después del 7 de
octubre y comienza con un novenario, para terminar con una serie de pere-
grinaciones, que de lejos simulan serpientes iluminadas: filas de gente con
cirios, velas y flores en las manos. Pero esta serpiente humana no podría
caminar sin ritmo alguno, a la par la música, las danzas y los cohetes son
parte importante de la fiesta. Dentro de las tradiciones de esta celebración
se acostumbraba, entre los jóvenes, cambiar ramilletes de flores en tono de
cortejo. Ahora, quizás, los mecanismos cambian para sembrar nuevas cos-
tumbres.
Entre valles, sierra, mar:
pueblos que caben en la palabra
El trato amable es un rasgo común, una línea identitaria entre los municipios
reseñados. La palabra misma, escueta o con adornos, es una bienvenida des-
de el vallartense que todos los días amanece con el sol en los ojos, pasando
por el serrano de San Sebastián acostumbrado al duro clima, el de Cabo Co-
rrientes que es risueño, el que cuida de sus tradiciones en Villa Purificación, el
ayutlense fiel seguidor de la Virgen de Guadalupe, el oriundo de Guachinango
que se levanta apenas despunta el día, el de San Marcos que abre sus puertas
sin distinción, el magdalenense aficionado sin par a la música de banda, hasta
el de Hosto que guarda todavía la costumbre de ir por nopales al cerro por la
tarde. El trato común y cotidiano, con conocidos o visitantes, habla por sí
solo de la riqueza humana que distingue a estos municipios jaliscienses.
A YUTLA
Algunos kilómetros antes de arribar al pueblo, Ayutla se asemeja a una acua-
rela de contornos verdes, con su caserío desperdigado; la torre de su templo
parroquial destaca en el horizonte y se eleva por encima de las casas como un
cometa al que se le suelta el hilo en lo alto de una loma.
Ahí, tras lomita del cerro de la Tortuga, se planta Ayutla; la tarde ha co-
menzado a columpiarse cielo abajo y los ayutlenses regresan de las faenas del
campo, se congregan en la plaza animados por conversar, caminan por sus ca-
lles bien trazadas; el hombre de los elotes no cesa de gritar mientras el humo
que sale de la olla que lleva sobre un triciclo me anima a acercármele. Al son de
un elote con limón y chile aquel hombre me cuenta —sin pregunta de por me-
dio y tras notar que soy fuereño— que las fiestas patronales se celebran en
[81]
82 D E FIESTA POR J ALISCO
honor a san Miguel Arcángel, del 20 al 29 de septiembre. Son muy alegres, agre-
ga, por sus vistosos carros alegóricos que son diseñados por los jóvenes. Tem-
prano dan el tradicional toque de alba, misa a las seis para acabar de despertar,
otra a mediodía y una más por la tarde, para los despistados, a la que antecede
el desfile de los carros por las calles. Los juegos pirotécnicos y la serenata con
banda engalanan las noches del novenario.
Hay otro ambiente en las fiestas taurinas —que tienen lugar en la segun-
da quincena de enero— que se festejan desde hace más de cincuenta años: la
banda alborota gente por las calles, en la plaza a los visitantes se les distingue
colocándoles al cuello una banda de honor y los lugareños se cuelgan un collar
hecho de papel crepé con colaciones o cacahuates; hay alborada, toro de once,
jineteo de asociaciones de charros, y la corrida de la tarde. Por la noche, hay
que beber un buen ponche aderezado con alcohol en las terrazas.
En tanto, el 11 y el 12 de diciembre se festeja a nuestra Señora de Gua-
dalupe con el espectáculo folclórico de más de 30 danzas de la región.
Ayutla, detiene el hombre su silbido, es tierra de músicos, aquí hay por
igual mariachis, bandas, tríos y compositores de renombre. Por lo mismo, desde
1980 festejan a santa Cecilia, patrona de los músicos, con un triduo del 20 al
22 de noviembre. Por último, desde 1999 se organiza una Semana Cultural en
los primeros días de mayo, un espacio para que la gente se conozca, se fami-
liarice con su pasado y conviva con sus vecinos.
A lo lejos se escucha sólo el murmullo de una lluvia triste. «Ya se viene
el agua, vale», me avisó el de los elotes al tiempo que empujaba su triciclo
calle adentro.
Desde la cima del cerro de la Tortuga, Ayutla puede atraparse como una
pluma que pasea el aire, puede guardarse en un puño y echarla a volar en
cualquier momento.
C ABO C ORRIENTES
A una hora de camino de Puerto Vallarta, bordeando por carretera el Pacífico
Mexicano, surcando un camino de aire húmedo y palmeras que pareciera que
bailan falda abajo ante los ojos ávidos de mar, Cabo Corrientes se instala en esa
franja de tierra que va de Vallarta a la Costa Alegre. El ombligo del municipio se
ve rodeado por la sierra del lado de El Tuito y por las aguas hacia la punta de
Entre valles, sierra, mar: pueblos que caben en la palabra 83
tierra que entra al mar como si fuera una aguja de hielo, donde con frecuencia
hay corrientes encabritadas; de ahí el nombre de Cabo Corrientes.
Es bien sabido que la gente de la costa, apenas Dios amanece, ya entona
alguna canción para endulzarse el día; así, en Cabo Corrientes los festejos
comienzan cuando corren los primeros días del año: el 12 de enero celebran a
la Virgen de Guadalupe. Su vida y su año lo encomiendan a La Guadalupana
organizando un novenario, guardando silencio durante los repiques de cam-
panas que se suceden en esos nueve días y a deshoras, lanzando cohetes al
cielo y bailando música de banda tras el telón de la noche de playa abierta. Al
84 D E FIESTA POR J ALISCO
final del día, acabados los quehaceres del hogar, del trabajo y los espirituales,
los lugareños se dan cita en la plaza principal, pasean entre los puestos y ven-
dimias y se congregan en los alrededores del kiosco para bailar una movidita,
una de caballito, una norteña, una romántica o una de tex-mex. También hay
quien prefiere dirigir sus pasos a la plaza de toros, pedir una cerveza, apala-
brar alguna apuesta y mirar desde las gradas las peleas de gallos; o acompa-
ñar a conocidos y familiares a los eventos deportivos.
La creación de su municipio lo festejan el 1 de abril de cada año y exac-
tamente dos meses después —el 1 de junio—, en Yelapa, celebran el Día del
Marino. Las calles de esta población a todas horas reverdecen de sol: lo hay
en sus esquinas, agazapado en las tejas, saltando entre las ramas de los árbo-
les, tendido sobre el empedrado, colgado en los tendederos, estampado en las
fachadas de tono anaranjado —típicas del lugar—, junto a las puertas como
una campanilla para llamar, en lo alto de los postes eléctricos, obstruyendo el
paso de los transeúntes en las aceras, en los hombros de todo aquel que cami-
na el pueblo.
Don Nicolás, con sus viejos huaraches hechos por sus manos, ve alargar-
se la tarde desde su mecedora mientras le pide a su mujer que le caliente el
atole de coco que preparó por la mañana. Desde ahí es imposible ver el faro
que se eleva sobre las aguas en la punta del cabo, un faro viejo —cuya herrería
fue trabajada en Italia y de tierras inglesas fue traída su linterna—, que ha visto
por más de un siglo el transcurrir de la vida y las idas y vueltas de las aguas
iracundas, como si le perteneciera esa porción del Pacífico.
G UACHINANGO
Tras dejar atrás la industriosa Ameca y encaminarse rumbo a Mascota, viendo
desfilar valles y cerros que se multiplican en el horizonte, coronados por nu-
bes dispersas, aparece el camino pavimentado que conduce a Guachinango,
un pueblo que a su vez surge de entre cerros y arboledas y se desploma pláci-
do sobre un valle verde, dilatado bajo el velo caluroso de media tarde.
Guachinango, vocablo náhuatl, significa «lugar cercado de árboles», se-
gún los estudios de su cronista oficial, Felipe de Jesús Arreola Sedano. El
Real de la Purificación y Minas de Guachinango (nombre que llevó durante
300 años) fue fundado el 2 de febrero de 1545, y está flanqueado por los ríos
Entre valles, sierra, mar: pueblos que caben en la palabra 85
H OSTOTIPAQUILLO
A mi padre (✝), que nació en Hosto.
Hostotipaquillo se llamó en un principio Ostotipac, Ostoticapac, Ostotipaque,
y posteriormente Real de Minas de Santo Domingo y Real de Reales de
86 D E FIESTA POR J ALISCO
M AGDALENA
Podría decirse que Magdalena, otrora Xochitepec («lugar junto al cerro de las
flores»), mira de frente al sol cuando agotado exhala sus últimos respiros. Esta
población, que se desarrolló gracias a la actividad minera —principalmente la
explotación del ópalo, lo que le ha dado el mote de la Capital Mundial del Ópa-
lo— se va recortando cuando avanzamos pueblo adentro. La plaza es el ombli-
Entre valles, sierra, mar: pueblos que caben en la palabra 87
P UERTO V ALLARTA
La torre de la parroquia de Nuestra Señora de Guadalupe es el centro de Puer-
to Vallarta, se erige como su monumento más emblemático. Esta torre de la-
drillo de este puerto del Pacífico Mexicano, enclavado en la Bahía de Bande-
88 D E FIESTA POR J ALISCO
ras, presume en lo más alto una corona, de fibra de vidrio —la original, de
concreto, se vino abajo en el temblor de octubre de 1995—, ondea a contraluz
del cielo apenas el sol se asoma tras los cerros que la resguardan.
En el malecón la vida brota tras la música y la sal, sintiendo en la piel la
brisa marina, el calor pegajoso en las tardes tórridas; ahí es una fiesta la vida,
entre el vaivén de turistas que nunca se detiene; turistas que igual se maravillan
por la playa que por las calles empedradas y farolas en las aceras, por la dispo-
sición y buen ánimo de los lugareños que por el látigo inclemente del sol que
azota el puerto y los obliga a saborear una cerveza frente al mar, sentados mi-
rando cómo las olas andan una tras de otra, como persiguiéndose eternamente.
El inicio del año encuentra a Vallarta despierta, con espíritu bullangue-
ro, las casas con puertas y ventanas de par en par, los vallartenses animados y
los turistas embebidos en una pachanga que pareciera no acabar nunca y en la
que priva la alegría y esperanza en días mejores; ahí se recibe el año con los
brazos abiertos en las calles, hoteles, restaurantes, plazas, en el malecón.
La fiesta religiosa más importante está dedicada a la Virgen de Guadalu-
pe, patrona del puerto. El vallartense sigue la imagen guadalupana incluso
con los ojos cerrados, por entre cerros, inmerso en un camino de fe, volvien-
do a trazar las callecitas rumbo a la parroquia, en una procesión ininterrumpi-
da de días, de noviembre a diciembre. El día apoteósico es el 12 del último
mes del año: los charros se apoderan del puerto, peregrinan hasta el pie de la
torre de ladrillo aparente, asisten a misa junto con todo el pueblo; al final, se
desata la fiesta, prenden los cohetes que se elevan y estallan en llanto, el ma-
riachi retumba un son, los bailes folclóricos se despliegan, y el tradicional
castillo acaba por incendiar la noche.
Las Fiestas de Mayo —que se celebran para conmemorar el aniversario
del municipio y la elevación del pueblo a ciudad— van del 21 de mayo al 5 de
junio: tienen lugar festivales artísticos, actividades culturales y deportivas,
presentaciones musicales y hay desfiles con carros alegóricos.
Las fiestas patrias se prolongan durante una semana en la que se elige y
corona a la reina de las fiestas, en un baile popular; por las calles desfilan los
charros y se organiza una marcha de antorchas que culmina con el tradicional
grito de independencia; después, se abre el cielo vallartense con la luminosi-
dad de los juegos pirotécnicos.
Entre valles, sierra, mar: pueblos que caben en la palabra 89
S AN M ARCOS
Desde la carretera que va de Etzatlán a Amatlán de Cañas, Nayarit, San Marcos
—que antaño se llamó Otalá, «lugar entre otates», y posteriormente Chistic,
«lugar entre cerros»— se esconde a los ojos. Sólo un letrero da la certeza de
que se ha llegado al pueblo. Poco a poco el pueblo surge, como si brotara del
vapor que el sol levanta del suelo. Se perfilan contra un horizonte de cerros
secos las casas, la plaza casi sola; la gente se aletarga en sus pláticas sobre las
aceras, en mecedoras o equipales, en tanto el empedrado de las calles relumbra
contra el cielo de las dos de la tarde, bajo un sopor que hace la vida lenta.
San Marcos, dicen sus moradores, es un pueblo tradicionalista, hospita-
lario, que recibe de manera cordial a sus visitantes. El oriundo de ese lugar es
alegre, trabajador, amante de las labores del campo, que además es alfarero
de cantaros, jarros, botellones, platos, y la mujer es experta en bordado, des-
hilado y hechura de servilletas.
Desde hace más de cinco décadas los sanmarquenses dan rienda suelta
a su alegría en la Feria Primaveral —que celebran durante la última semana
de abril—, la más importante festividad del pueblo, en honor a su santo patro-
no, san Marcos. Se trata de una feria muy tradicional, que incluye el recibi-
miento del toro de once: en una especie de ceremonia los charros, y la señori-
90 D E FIESTA POR J ALISCO
Según el cronista José Durán, oriundo del lugar, no se tiene una fecha
exacta de la fundación de San Sebastián del Oeste, pero se dice que para 1608
ya era cabecera parroquial, siendo el párroco fray Servando Alonso Pocasangre;
aún así, apenas en 1983 adquirió su actual denominación.
La fiesta principal de San Sebastián se celebra el 20 de enero, y es de
tinte religioso, se hace en honor a su santo patrono, san Sebastián Mártir.
Durante el novenario que precede a la fiesta patronal, hay el toque del alba, el
canto de las mañanitas y una misa en el templo como culminación de la pere-
grinación del barrio —hay siete en el pueblo—, uno por cada día; se acostum-
bra asimismo durante estos días el rezo del angelus a las doce del día y a las
seis de la tarde hay repique de campanas.
San Sebastián se encuentra a 1 600 metros sobre el nivel del mar, y La
Bufa —como ya queda dicho— se ubica a 2 600 metros; es importante anotarlo
porque el día 19 de enero, la víspera del día más importante de la fiesta patronal,
del poblado del Real Alto, que se asienta precisamente en las inmediaciones del
cerro de La Bufa, se trae la imagen de la Virgen de El Real Alto (Virgen del
Rosario) hasta San Sebastián, en andas —hombres y mujeres por igual, mas
nunca mezclados—, en una peregrinación en la que participan no sólo los po-
bladores del municipio, sino que acude gente de Mascota, Puerto Vallarta y mu-
nicipios aledaños; las notas de un mariachi acompañan la procesión.
El mero día de la fiesta se cantan las mañanitas al santo patrono y se
celebra una misa de alba a las seis de la mañana. A las once se recibe a los
visitantes en la entrada del pueblo, y de ahí marchan en peregrinación hasta el
templo, con carros alegóricos y a las doce hay una misa concelebrada, tras la
cual los lugareños invitan a las personas de fuera un vaso de agua y los llevan
a comer a sus casas.
El novenario a la Virgen de El Real Alto de Hostotipac comienza el últi-
mo día de septiembre y culmina el 7 de octubre; el mero día se saca a pasear la
imagen de la virgen alrededor de la calle principal del poblado; se dice que en
ese día siempre llueve, pero que a la hora en que va a iniciar esta procesión la
lluvia amaina, «se detiene por el poder de la virgen».
Entre las festividades cívicas destaca la del 15 de septiembre: ese día,
por la noche, se saca de la presidencia municipal una pintura de don Miguel
Hidalgo y Costilla y se pasea por las calles del pueblo, seguida de una multitud
92 D E FIESTA POR J ALISCO
de hombres y mujeres que llevan cada uno una antorcha encendida; al final, el
presidente municipal da el tradicional grito y se inicia el baile; algunos lugare-
ños hacen sonar sus pistolas al aire.
Las tejas uniformes de los techos de las casas y las calles empedradas,
la mayor parte solitarias, le confieren un matiz mágico a San Sebastián del
Oeste, donde el aire parece quedarse quieto y la única torre de su templo apunta
a un cielo serrano que cae poco a poco cuando la noche se deja venir con sus
cientos de estrellas.
V ILLA P URIFICACIÓN
Villa Purificación es un pueblo. Es una familia numerosa. Ahí todos se cono-
cen. Es un pueblo de afecto, como reza la leyenda de su escudo. Se conocen y
no sólo de lejitos, sino que hay un trato de cerquitas. La Villa, como le dicen
sus habitantes, está tendida al pie de la sierra de Manantlán, cerca de la costa,
quizá por eso el calor pasea por sus calles y a todas horas desde las nubes se
descuelga un vapor que pasa silbando la cabeza a media tarde.
Los de ahí se desviven: ¿busca alguna calle?, ¿en qué le puedo ayudar?,
¿quiere un vaso de agua? Y a la par de la atención brillaba una actitud sincera.
A más de veinte kilómetros del camino que conduce a Barra de Navidad, La
Villa es un pueblo que se enconcha, se recoge a sí mismo, pliega sus telones y
se refunde en sus propias entrañas.
No obstante que Villa Purificación celebra sus fiestas patronales cuan-
do el año echa al aire sus primeras hojas —del 24 de enero al 2 de febrero—,
en honor a Nuestra Señora de la Candelaria, el refuego que la caracteriza son
las fiestas taurinas, que arrancan en la noche del Sábado de Gloria de la Sema-
na Santa.
Tras de que se imparte la bendición final de la misa de gallo, «le sueltan
la cola al diablo»: los de La Villa salen presurosos a la plaza principal a reven-
tar la banda y con ritmo pegajoso hacen la ceremonia del entierro del mal
humor: sacan un ataúd de cartón, lo pasean de un lado a otro por la plaza, lo
colocan en el centro, a un lado del kiosco y al fin, lo patean hasta hacerlo
pedazos, «ahora sí, está prohibido estar de mal humor», se dicen unos a otros.
Posteriormente, pasean la primera farola —un cubo de un metro por dos me-
tros, por ejemplo, cubierto de carteles y con una vela al centro— que anuncia
Entre valles, sierra, mar: pueblos que caben en la palabra 93
llas mujeres que por las tardes se sentaban a sus anchas a coser, bordar, deshi-
lar. Aun así, Villa Purificación conserva su aire pueblerino, y tuvo la atinada
ocurrencia de guardar en un baúl la mayor parte de sus tradiciones y costum-
bres para tenerlas a la mano no obstante el transcurso de los años.
[95]
96 D E FIESTA POR J ALISCO
A MACUECA
Enclavado en la sierra de Tapalpa, junto a la cordillera de cerros encontramos
por la carretera libre Guadalajara-Ciudad Guzmán un pueblo lleno de historia,
naturaleza fecunda y con una mágica vista panorámica gracias a su posición
en la sierra y a una altura de 1 800 metros sobre el nivel del mar. Desde la plaza
pública se puede contemplar la laguna seca de Sayula, la autopista a Colima y
el colorido follaje de huertas y potreros. Al tomar el crucero de Amacueca
encontramos cordilleras de nogales, mezquites, limoneros y huertas de sem-
bradíos de cactus con sus bellas flores próximas a convertirse en suculentas
pitayas, son parte del comité de bienvenida a un pueblo lleno de magia y belle-
za arquitectónica. Hay un balneario de aguas termales, hotel, restaurantes,
mercado, templo y el histórico exconvento de los franciscanos, la Piedra Gran-
de con dimensiones de treinta a cien metros en su parte más alta, las tumbas
de tiro cercanas a Chichiquila, lugar donde el colonizador Alonso de Ávalos
tuviera casa de descanso y productos como el café orgánico, el cual se produ-
ce en las huertas de nuez y las tradicionales pitayas son unas de las maravillas
del lugar.
A TOYAC
Salir de la rutina y del movimiento industrial de las grandes ciudades es un
alivio para la tensión interna de las personas. Atoyac es una agradable opción
para personas ávidas de aire limpio y tranquilidad. Anteriormente esta región
fue habitada por algunos grupos aztecas, siendo Cuyacapán el poblado de
mayor importancia, gracias al comercio de la sal que ofrecía el lugar y a la
cercanía con la laguna, dato que comprobamos al observar la palabra Atoyaque
derivada del náhuatl, «lugar del río, a la ribera del río».
En los tiempos de la conquista se mantuvo ligado a la doctrina de
Tzapotlán y luego a la de Amacueca, hasta que en 1568 se edificó el convento
dedicado a san Juan Evangelista. Ya en la época de la independencia, Atoyac
participó de forma activa organizando un gran contingente de indios que se
unieron a las filas de «el amo» José Antonio Torres. Entre los jefes insurgen-
tes de este lugar figuran Francisco y Gordiano Guzmán, personajes que resal-
tan por su convicción, valor y gallardía, gracias a estas cualidades se ha crea-
do una disputa entre el municipio de Tamazula y Atoyac por demostrar dónde
nacieron tan insignes libertarios de la patria.
Pasarela de fiestas, magia y diversión con carácter de identidad nacional 99
El Señor de la Salud
Atoyac muestra su identidad religiosa venerando a un cristo crucificado; la
fiesta inicia el primer viernes de cuaresma, entre fines del mes de febrero y
principios del mes de marzo. El día mayor es el último viernes de cuaresma.
Entre los nativos del lugar se cuenta la leyenda de la aparición de un crucifijo
en la superficie de un gran mezquite en el transcurso del siglo XVIII, en Tecuan-
tepec (una ranchería próxima al poblado); esta imagen es venerada con el nom-
bre del Señor de la Salud. Fieles a la tradición cristiana, los pobladores realizan
el carnaval y con él comienza la gran fiesta del patrono del pueblo.
La celebración se lleva a cabo con una gran fiesta que se acompaña con el
repiquetear de campanas y cohetes, los habitantes adornan las calles con pape-
les de colores, hay bailes, bebidas, corridas de toros por las tardes y se invita a
los habitantes de rancherías y municipios cercanos: Amacueca, Techaluta,
Sayula y Gómez Farías, quienes realizan peregrinaciones que se acompañan de
música, flores y velas. Por la noche hay serenata, al final fuegos pirotécnicos y
la muy tradicional quema de castillo. El día de la festividad la imagen recorre el
poblado en procesión; los invitados disfrutan de los juegos mecánicos, los pues-
tos de comida, la música, baile y la enorme alegría de los visitantes.
Otras de las festividades de la zona son: el día 24 de octubre en la
localidad de Poncitlán, se celebra a san Rafael Arcángel; el 8 de septiembre
en Cuyacapán se celebra el nacimiento de la Virgen María; en Techague se
celebra a San José el 19 de marzo; el Señor de la Humildad se festeja en la
100 D E FIESTA POR J ALISCO
población de san Juan el tercer viernes del mes de enero y el festejo que no
puede faltar en ninguna de las comunidades del territorio nacional, es el de
la Virgen de Guadalupe, con gran gala el día 12 de diciembre en Unión de
Guadalupe.
G ÓMEZ F ARÍAS
Inicialmente llamado Cuauoteponahuastitlán por los antiguos habitantes que
lo poblaban antes de la conquista, es un lugar de grandes atractivos para el turis-
ta. Para llegar hasta el «lugar entre árboles de huaje o tepenahuastli», que sería
la traducción de su antiguo nombre, se toma la carretera Guadalajara-Ciudad
Guzmán, ya sea vía libre o autopista; San Sebastián del Sur —su cabecera muni-
cipal— se encuentra aproximadamente a diez minutos de Guzmán.
Gracias a la evangelización realizada por los frailes franciscanos hacia
1585, el pueblo recibió el nombre de San Sebastián. Siglos después se cambió
a Gómez Farías, en honor al ilustre médico y reformador jalisciense, don
Valentín Gómez Farías. En 1997 recobró el nombre de San Sebastián del Sur,
aunque el municipio continúa honrando al insigne jalisciense desde 1983.
La fiesta religiosa más importante es dedicada a san Sebastián. Comien-
za el domingo anterior al día diez de enero con el reparto de décimas, se acom-
paña con un carro alegórico alusivo donde va la imagen del santo. Durante el
recorrido la imagen es escoltada por niños vestidos como guerreros romanos.
Esta fiesta se organiza entre los habitantes, ellos sufragan los gastos del
novenario, vísperas, función y peregrinaciones; asimismo, estos festejos se
acompañan con una décima poética. El día 11 da inicio el novenario con rezo
de novena, misas, peregrinaciones locales y foráneas acompañadas con músi-
ca y cohetes. La fiesta termina con la vigilia solemne el día 18, vísperas el 19 y
la misa de función el 20 con la participación del obispo de la Diócesis de Ciu-
dad Guzmán en algunas ocasiones. Todos los días al amanecer hay albazo
acompañado de repiques de campanas y cohetes, después se reza el rosario
de aurora por las calles. Al mediodía se escuchan nuevamente las campanas y
cohetes; por la noche el jardín de la plaza se engalana con música, juegos,
antojitos y fuegos pirotécnicos. Al concluir la fiesta se realiza la rifa de mayor-
domos del año siguiente, a continuación la imagen del santo visita veinticua-
tro horas la casa de cada uno de los mayordomos y cultantes del novenario.
Además de la imagen de san Sebastián que es venerada en el templo,
existe otra que regaló el padre Rafael Silva en 1861 al pueblo para su venera-
ción particular, ésta le fue entregada al Sr. Anastasio Guzmán en calidad de
padrino, a quien se le encomendó que facilitara la imagen a quienes se la pidie-
ran con buenos fines. Esta imagen muestra en sus ropas regalos de oro y plata
102 D E FIESTA POR J ALISCO
L A M ANZANILLA DE LA P AZ
Bosques de pino y encino localizados en sierras, valles y montañas coronados
con la planta de manzanilla (tejocote) adornan este municipio ganadero del sur
de Jalisco, ubicado a 110.5 kilómetros de la capital tapatía. Anteriormente se
llamaba san Miguel de las Flores, hoy se conoce como La Manzanilla de la Paz;
portador de grandes atractivos arquitectónicos, de los que destacan su plaza, el
templo de San Miguel Arcángel, las presas El Chifón, San Rafael y Villa More-
los, donde se puede pescar (carpa para consumo local) o darse un chapuzón.
Durante el mes de abril se realizan las tradicionales fiestas de toros. Se
organizan corridas, charreadas, eventos musicales con bandas, bailes y jue-
Pasarela de fiestas, magia y diversión con carácter de identidad nacional 103
P IHUAMO
Montes, sierras, valles y ríos de este municipio cautivaron a Gerardo Murillo,
mejor conocido como Dr. Atl, quien en su momento quiso edificar Olinka, la
ciudad de la cultura universal, donde pretendía que radicaran sabios y artistas
de todo el mundo. Si recorremos 216.5 kilómetros desde Guadalajara com-
prendemos la sensación del ilustre pintor y filósofo. Peguamo, nombre de
origen tarasco y traducida por el maestro Arreola como «lugar de grandes
señores», es un lugar de gran riqueza agrícola, minera y cultural.
La gastronomía es una gran tradición, en bautizos, bodas y demás fiestas
se reúnen familias y amigos; en ellas se disfrutan comidas deliciosas como
picadillo, tamales de ceniza, tostadas raspadas, birria de chivo y la cuachala,
ese singular mole de guajolote, gallina o cerdo. Se acostrumbra realizar,
usualmente en el campo, «La Misa del Buen Temporal» al iniciar la tempo-
rada de siembra, en ella se bendicen las semillas, animales y utensilios de
104 D E FIESTA POR J ALISCO
T ECHALUTA DE M ONTENEGRO
Llamada así como reconocimiento del servicio a la patria de don Lauro Mon-
tenegro, por sacrificar su vida en la población de Techaluta el 15 de enero de
1865, al enfrentar las fuerzas armadas del ejército francés. Juan R. Zavala,
gobernador constitucional substituto de Jalisco, otorgó el galardón a su valor
al incluir su nombre en el del pueblo el 2 de octubre de 1899. Este municipio
se encuentra a un costado de la carretera libre Guadalajara-Colima, unos quince
minutos adelante de Zacoalco de Torres. Desde la carretera se puede obser-
var el templo y su elevada torre, tiene tres pisos o secciones de campanario,
en la punta destaca una cúpula y un reloj; la construcción se distingue por su
bello trabajo en ladrillo rojo, con lo que se convierte en un monumento muy
distintivo.
La conversión de los nativos al cristianismo fue tarea de los frailes fran-
ciscanos fray Miguel de Bolonia y fray Martín de Jesús, evangelizaron al pue-
blo y a las tribus. Algunos cronistas cuentan que, quienes se rehusaban a to-
mar la religión de los conquistadores se les pedía no tener muchas mujeres.
Fray Miguel de Bolonia fundó un convento en Tzapotlán y posteriormente
llegó a Techaluta en 1576 acompañado de fray Martín de Jesús, donde cons-
Pasarela de fiestas, magia y diversión con carácter de identidad nacional 105
se efectúa en una capilla que se encuentra al poniente del pueblo; las perso-
nas del lugar y los visitantes de los municipios cercanos caminan en proce-
sión por todo el pueblo junto con los que personifican a Jesucristo y los doce
apóstoles. El Viernes Santo realiza nuevamente la peregrinación, se represen-
ta la Pasión de Cristo o vía-crucis desde el atrio hasta la ya mencionada capi-
lla. Las personas muestran su fe y celebran uno de los festejos más represen-
tativos de la religión católica.
T EOCUITATLÁN DE C ORONA
En las colinas de la sierra del Tigre y el valle de Sayula encontramos, a 100
kilómetros de Guadalajara, por la carretera a Ciudad Guzmán, el «lugar de
gusanos de fuego, o lugar dedicado al dios del oro». Aquí nacieron Donato
Guerra, José María Herrera y Ramón Corona, aunque éste nació en Tuxcueca,
pero en aquel tiempo esa comunidad pertenecía a Teocuitatlán. En esta zona
se han encontrado construcciones prehispánicas, huesos fósiles de mamut,
trozos de madera fósil, utensilios de labranza y restos de cerámicas de los
antiguos pobladores. La arquitectura es digna de admirarse, ejemplo de ello
es el Santuario de Teocuitatlán y el Colegio Guadalupe; en San José de Gracia
su parroquia y las ruinas de la hacienda de San José; en Citala encontramos
una pequeña parroquia muy apreciada por los habitantes.
La fiesta mayor es la dedicada simultáneamente a la Purísima Concep-
ción el 8 de diciembre y a la Virgen de Guadalupe el 12 del mismo mes. El 29 de
noviembre da inicio la celebración con novenario, repiques de campanas, mú-
sica y peregrinación por las calles. Pobladores de Rancho Nuevo, Hacienda
San José de Gracia, La Bembérica y Huejotitlán arriban a la cabecera munici-
pal, portan estandartes, velas y flores. El pueblo les recibe adornando con pa-
peles de colores y faroles los cuales se iluminan por las noches; unas cuadras
antes del templo el sacerdote espera a los peregrinos, desde ahí comienza la
romería. Por las tardes se realizan corridas de toros y charreadas, en ellas algu-
nos aficionados tienen la oportunidad de torear o jinetear; la música de banda
ameniza el evento, las personas disfrutan de un buen espectáculo, bebida y
bailes en las tribunas. Los participantes más destacados reciben premios.
Alrededor de la plaza se instalan juegos mecánicos, terrazas y puestos
de antojitos. Por la noche se dedican serenatas a las homenajeadas; confeti,
Pasarela de fiestas, magia y diversión con carácter de identidad nacional 107
T OMATLÁN
Un último municipio reseñado, perteneciente a otra región no tan distante, ubi-
cado en la porción norteña de la costa de Jalisco, es Tomatlán. Litoral y sierra,
diferencia de altitudes que oscilan entre los 600 y 2 100 metros constituyen el
paisaje de este municipio. Tierra fértil con cultivos de maíz, sorgo, arroz, ajon-
jolí, tabaco, sandía, plátano, mango, papaya, piña, girasol, chile y palma de coco;
bellas playas y edificaciones prehispánicas y coloniales son parte del comité de
bienvenida para los turistas. Se puede viajar por vía aérea al aeropuerto inter-
nacional de Puerto Vallarta y tomar la carretera federal 200, al sur; o bien salir
de la capital tapatía por la carretera a Melaque y tomar la costera.
El templo de Santo Santiago data del siglo XVIII, tiene una campana fe-
chada en 1730; dentro del mismo se pueden admirar la escultura de la Purísi-
ma Concepción, donada en 1856, esta imagen mide unos 60 centímetros, con
bello vestido de tela, tiene aureola y corona de oro; sin duda, grandes manifes-
taciones del arte religioso.
Del 26 de abril al 10 de mayo tienen lugar las fiestas charro taurinas. Los
eventos se realizan con la participación de los habitantes, se organizan cha-
rreadas, corridas de toros, serenatas con bandas de música, charlotadas, «en-
tierro del mal humor», peleas de gallos y bailes populares.
El mes de julio es testigo de la fiesta de Santo Santiago, patrono del pue-
blo; se considera la fiesta más importante del año, reúne a la mayoría de las
poblaciones en actividades deportivas y culturales. El 23 de julio se realiza una
audición de música en el atrio de la parroquia. Por la noche se disfrutan juegos
pirotécnicos, castillos, verbena popular, bailes, bebidas y rezos; el día 25 termi-
na el festejo y se acostumbra un paseo a caballo por las calles de la población.
En el mes de diciembre se festeja a la Purísima Concepción el día 8, y a
la Virgen de Guadalupe el 12 del mismo; ese día se realizan procesiones de las
localidades de Campo Acosta, Nahuapa y José María Morelos, entre otras. Los
devotos llevan cirios encendidos, música, cohetes, campanas y un carro ale-
górico donde va una niña representando a la virgen, que engalanan la fiesta.
108 D E FIESTA POR J ALISCO
Por la noche hay un desfile de carros alegóricos, baile, juegos mecánicos, dul-
ces y artesanías acompañados de gran variedad de puestos que expenden ape-
titosa gastronomía de la región.
V ALLE DE J UÁREZ
El olor a pino, pingüica, tejocote y avellana ambienta el recorrido de la sierra
del Tigre. Adelante de Mazamitla se encuentra un poblado de gran belleza,
excelente clima y pintorescas tradiciones. Municipio netamente ganadero, de
gran prestigio por sus derivados como quesos y cremas, a la vez es reconoci-
do por su tradicional comida «el bote», que se compone de tres tipos de car-
nes a las que se les agrega pulque o cerveza para obtener un tipo de caldo
parecido al de res o al pozole. El lugar donde ahora se halla Valle de Juárez era
conocido como La Loma, ahí crecía la dominguilla o zacate y había tan sólo
tres jacales. En 1885 Pascual Contreras construyó algunas casas, poco des-
pués los habitantes de El Tequesquite, pueblo cercano a la unión de los ríos
Paso Ancho y Toledano, 1 500 metros al pie del cerro denominado El Picacho
se mudaron ahí, los fundadores fueron las familias Martínez, Rodríguez, Con-
treras, Torres y Avilés, posteriormente se reconoció como municipio.
La fiesta en honor a San Pascual Bailón comienza con novenario el 8 de
mayo, el día culmen es el 17 y entre las actividades se destacan eventos depor-
tivos y culturales; se organiza un certamen de belleza de muchachas de institu-
tos tecnológicos que representan algunos municipios de Jalisco. También se
organiza una feria con juegos mecánicos, corridas de toros y peleas de gallos.
Al festival llegan los «hijos ausentes» para compartir con sus familias estas
fiestas; asimismo, reúne gran cantidad de visitantes de municipios cercanos.
Todos los poblados del municipio participan en las peregrinaciones, la
imagen del santo visita los poblados Paso de Piedra, las haciendas de Pie de
Puerco y El Sabino; y los ranchos de Buena Vista, Manzanillo, Ojo de Agua, El
Picacho, Los Ocuares, El Alto, Barranca de Enmedio, Cerro del Aire, El Caba-
llito, El Tigre, El Tacote y Arroyo Seco.
Todas las tardes hay eventos deportivos, jaripeos, bailes, serenatas, que-
ma de castillos y fuegos pirotécnicos. Al mediodía del 15 de mayo se efectúa
la bendición de semillas y animales, estos últimos son adornados con papel de
china y flores naturales; poco después se realiza un desfile de carros alegóricos.
Pasarela de fiestas, magia y diversión con carácter de identidad nacional 109
En el día culmen las muchachas del pueblo salen entre las diez y once de la
noche, mientras los jóvenes esperan para disfrutar de bailes y antojitos hasta
que el cuerpo aguante.
También se organizan eventos en la presa Ing. Vicente Villaseñor que
forma parte de los atractivos del lugar, de tal forma se realizan durante el año
actividades como carreras de motos acuáticas o en kayak. A la vez esta presa
aporta una fuente de trabajo, de ella se obtiene variedad de pescados como
mojarras, carpas y bagre.
Z APOTLÁN EL G RANDE
Viajar por el sur de Jalisco se convierte en regodeo visual al llegar al «lugar de
frutas redondas y dulces», es decir, Ciudad Guzmán, cabecera municipal de
Zapotlán el Grande, tierra de ricas tradiciones y festividades en el paraíso de
frutas, como guayabas, chirimoyas, tunas, tejocotes o capulines.
La fiesta principal nace a raíz de un fuerte terremoto el 22 de octubre de
1749 y con una réplica al día siguiente. Este lamentable acontecimiento gene-
ró el compromiso por parte del pueblo (bajo juramento suscrito) a efectuar
una fiesta solemne en honor a san José. Desde entonces emerge con gran
esplendor la sinceridad y pureza de esta gente; muestran sus sentimientos a
través de sus ferias, danzas y procesiones. El homenaje a san José inicia con
un novenario el 13 de octubre; antecede a las celebraciones el reparto de déci-
mas o programas que contienen los actos a realizarse del 13 al 24 de octubre.
Dicho reparto se realiza el primer domingo de octubre y se le llama así porque
en un principio se incluía una composición de diez versos, en ocasiones era
un soneto o una oración que encabezaba el programa y no se incluían los
eventos piadosos o profanos que se efectuaban.
La gente del pueblo realiza varias peregrinaciones, cada una de ellas es
portadora de valiosos regalos, algunos de ellos son: copones, cálices, orna-
mentos, velas y coronas enormes de flores con billetes prendidos. Dentro de
estos regalos destacan los «Enrosos», este regalo es un arreglo floral confec-
cionado con flores de cempasúchil, integrado de rosarios y arreglos en forma
de cortinaje. Los habitantes eligen al capitán del enroso con un año de antela-
ción; ya en la fiesta los enrosos son transportados en hombros por dos hom-
bres o más, acompañados con música de viento, chirimía, tamborcito, maria-
chi y danzas autóctonas. La persona elegida para ser el capitán del regalo se
conoce como «mayordomo», frecuentemente él obsequia jarritos de ponche a
todos los presentes. Posteriormente en la casa del mayordomo, las familias se
reúnen llevando flores, a mediodía se ofrecen viandas tradicionales, como
sopa de pan, mole y pozole. Por la tarde peregrinantes y danzas de sonajeros
o por lo menos con acordes de cajitas y sus respectivas flautas de carrizo
llevan el enroso a la catedral, al llegar ahí colocan en la parte superior de cada
puerta uno de esos tapetes florales. Después del día 23 los enrosos se bajan
para llevarse a la casa del «mayordomo» con los mismos honores y alegría.
El día 22 a las nueve de la noche se celebra la misa de la «Renovación de
Juramento». El pueblo elige un año antes a las personas que sobresalen por
ser excelentes samaritanos para integrar la Guardia Josefina, que es la encar-
gada de bajar las imágenes de san José y la Virgen María para hacer un recorri-
do interno en la catedral.
La fiesta de «toro de once» acompaña la ceremonia de octubre. Los es-
tudiantes del pueblo son los encargados de la organización, recorren las ca-
lles principales en carros alegóricos con música de banda a gran volumen. El
recorrido inicia en la escuela organizadora y termina en el lienzo charro a las
once de la mañana, de allí parte el nombre de toros de once, puesto que al
llegar al lienzo charro dan inicio las charreadas y corridas de toros. Toda esta
fiesta termina en lo que se le llama «El Callejón» calle adornada con improvi-
sadas cantinas para sosegar la sed con cerveza hasta las tres de la mañana.
También se conmemora la Fiesta de San Isidro Labrador, patrono de la
agricultura. Antes se utilizaban yuntas de bueyes adornadas con arcos de carri-
zo, ahora son tractores ataviados con papel de china picado, en la parte media
del arco cuelgan una imagen del festejado. Los agricultores y sus familias se
reúnen para iniciar la caminata hacia el templo, ahí el cura les bendice; llevan
una o dos milpas y su fruto, y son mdepositados a los pies del santo patrono;
cuando se hacía esta fiesta religiosa en la parroquia, le dejaban a san José las
milpas con los elotes. Esta fiesta es conocida como «la misa del buen temporal».
Hasta las entrañas,
un recorrido por el sur de Jalisco
Armín Figueroa
Un paseo por la región sur de Jalisco nos permitirá conocer esta zona caracte-
rizada por sus diversos climas y variados relieves, circunstancias que, a veces,
propician un buen desarrollo, y otras, limitan los deseos de los pobladores.
Los municipios integrantes de esta región comparten algunas similitudes, por
ejemplo: la fuerte devoción mariana, en especial a la imagen de la Virgen Ma-
ría de Guadalupe; la gran cantidad de paisanos emigrados al vecino país del
norte y, por supuesto, las obligadas celebraciones anuales a los patronos de
cada poblado. Las divergencias también están presentes: algunos pueblos go-
zan de climas y paisajes tan placenteros que la mayor parte del año atraen a
una gran cantidad de turistas; otros, menos promocionados para el turismo,
gozan el bello privilegio de la tranquilidad.
M AZAMITLA
El nombre Mazamitla se compone de tres vocablos: Mazatl (venado), Mitl
(flecha) y Tlan (lugar), por lo que diversos investigadores lo han interpretado
como: «lugar donde se cazan los venados con flechas»; «lugar de flecheros
cazadores de venados» y «lugar donde se hacen flechas para cazar venados».
Desde Guadalajara, vía Tuxcueca, el recorrido es de cerca de 123 kilómetros.
Mazamitla yace en la zona alta de la sierra del Tigre, por esta razón
cuenta con un clima fresco, aunque en los últimos años también se ha visto
afectada por el incremento en las temperaturas debido a la deforestación, y a
la tala ilegal.
Cuando se viaja a Mazamitla vía Tuxcueca, el visitante puede experi-
mentar la transición de climas al momento de ascender la sierra, también un
fresco olor a pino sorprende a la nariz, en especial si uno habita en la capital
del estado.
Es un pueblo que ha conservado casi completamente su apariencia, des-
de la carretera se pueden ver las superficies cobrizas de unas tejas maltrata-
das por el tiempo, la gran mayoría de los hogares conservan este tipo de te-
cho. También el color de las fachadas se impone al paso de los años, son blan-
cas y al pie tienen una franja tinta de aproximadamente medio metro: se le
conoce como «guardapolvo». El tejabán alcanza a cubrir parte de la banqueta,
asomando las vigas de madera que terminan con un labrado pecho de paloma.
En realidad es un pueblo hermoso.
La belleza de Mazamitla ha hecho de este pueblo un destino turístico
tanto de jaliscienses como de michoacanos. A esto se debe que la actividad
turística sea una de las principales fuentes de ingresos.
Existen dos Mazamitlas, la citadina y la rural. La primera se puede obser-
var en los períodos vacacionales y en los denominados puentes, donde la pobla-
ción de turistas satura el espacio, el tráfico se vuelve un problema; con frecuen-
cia circulan automóviles con música a gran volumen ocupados en su mayoría
por muchachos. En esta Mazamitla es difícil gozar de la tranquilidad de la sierra.
La otra Mazamitla, la rural, asoma cuando no son épocas de turismo,
para mostrarnos a los muchachos dar vueltas en el kiosco, a las señoras con
su rebozo, salir al mercado; al lechero tocar la puertas de la casas y finalmen-
te gozar el silencio.
Hasta las entrañas, un recorrido por el sur de Jalisco 115
Q UITUPAN
El origen de su nombre proviene del vocablo Quitoa o Quitua, traducido como
«lugar donde se hicieron tratados o declaraciones». Precisamente se dice que
la fundación indígena del pueblo coincide con el tratado de paz realizado en-
tre las huestes involucradas en la guerra del salitre. Está ubicado en el sureste
del estado de Jalisco, a 140 kilómetros de la capital por la ruta Guadalajara-
Tuxcueca-Mazamitla.
Quitupan tiene un clima cálido, el pueblo yace en un pequeño valle de la
sierra, en la parte más baja hay una planicie donde se erige el templo de Nues-
tra Señora de la Candelaria, enfrente está la plaza con sus jardines y el tradi-
cional kiosco, después las casas van cubriendo la superficie hasta poblar las
faldas del cerro.
Las fiestas de Quitupan son en honor a la Virgen de la Candelaria. Este
culto tiene una chusca historia. Originalmente, los indígenas de Jiquilpan cons-
truyeron una pequeña capilla, allí colocaron una imagen de esta manifesta-
ción de la virgen; con el propósito de recabar fondos para su culto decidieron
que la imagen recorriera diversas rancherías, e incluso pueblos vecinos. Uno
116 D E FIESTA POR J ALISCO
saludos y abrazos de bienvenida a tanto hijo ausente, las noches son ilumina-
das con estrellas de pólvora, que permanecen más en la emoción, que en el
cielo. Todos, congregados en la plaza, disfrutan del propio folclor.
Entre las celebraciones cívicas, las fiestas patrias son las más destaca-
das, las rancherías dispersas en la sierra llegan desde la tarde para gritar ¡viva
México! entre cohetes, música y algunas balas que son disparadas al cielo.
Los cerros de aquí guardan una leyenda: en un lugar llamado La Coronita,
se oculta en una cueva un gran tesoro producto del trabajo de los bandidos,
que asaltaron las caravanas cargadas de oro y plata.
T AMAZULA DE G ORDIANO
El nombre Tamazula se deriva del vocablo náhuatl Tamazullan, que se com-
pone de las voces tamazulin (sapo) y tlan (entre), que se traduce como «lu-
gar de sapos».
Según diversas investigaciones, los primeros habitantes de esta región
del sur de Jalisco, pertenecían a etnias otomíes y llegaron a la zona hace apro-
ximadamente 6 000 años. Tamazula está situada a 160 kilómetros de la capital
del estado.
El Ayuntamiento de Tamazula data del año de 1820, apenas un año antes
de la consumación de la Independencia Nacional; en 1856 se decreta el nom-
bre oficial del municipio: Tamazula de Gordiano, en honor al insurgente
Gordiano Guzmán, hijo de este municipio.
Hoy en día Tamazula juega un papel importante en la producción azuca-
rera. Una imagen diaria en las calles del pueblo es el paso de los grandes
camiones cargados de caña de azúcar, se dirigen al ingenio; a las orillas de la
población, los campos de caña se mecen con el viento, la variada tonalidad de
verdes relaja la vista.
Las ruinas de dos haciendas son puntos obligatorios para el visitante,
las enormes paredes de adobe y piedra son capaces de trasportarnos al pasa-
do y hacernos imaginar los rústicos ingenios, exhalar humo por las chime-
neas, mientras cientos de campesinos con calzones de manta caminan de un
lado a otro. El templo de la Virgen de Guadalupe es otra bella construcción.
Entre los atractivos naturales, destacan los bosques localizados en el cerro de
la Mesa, la sierra del Aguacate y la sierra de San Francisco; para la diversión
Hasta las entrañas, un recorrido por el sur de Jalisco 119
T ECALITLÁN
El nombre de este municipio proviene del náhuatl, es la unión de tres voces:
tetl (piedra), calli (casa) y tlan (entre) y se ha interpretado como «junto a las
casas de piedra» o «donde abundan las piedras para casas». El actual asenta-
miento de Tecalitlán fue fundado por el comandante y capitán Miguel Ponce
de León, alcalde de Colima, el 6 de diciembre de 1776, con el nombre de Valle
de Nuestra Señora de Guadalupe de Tecalitlán, a sólo 160 kilómetros de la
Guadalajara.
Tecalitlán aparenta ser un pueblo tranquilo, durante el día no hay mu-
cho movimiento, las calles tiene poca afluencia de tránsito y en la plaza sola-
mente pocas personas retan al sol. En los portales aledaños a la plaza varias
mujeres de edad avanzada contemplan el momento. Me permito distraer a
una agradable señora, y amable responde mis cuestionamientos. Dice que el
120 D E FIESTA POR J ALISCO
pueblo está tranquilo porque un par de días atrás han salido tres camiones a la
pizca de uva en los estados del norte del país. La causa, como en muchos
otros pueblos de Jalisco, es la carencia de empleos. Cuando llega la noche se
rompe la tranquilidad. Las personas, en su mayoría adolescentes y jóvenes,
caminan en torno al kiosco; las mujeres hacia un lado, los hombres al contra-
rio. Finalmente alguien, después de pasear los ojos por varios rostros, pedirá
ser la compañía de una vuelta.
Muchas personas conocen este municipio gracias a la destacada labor
de don Silvestre Vargas Vázquez, músico fundador del conocido mariachi Var-
gas de Tecalitlán. Actualmente la plaza guarda una estatua de bronce en ho-
menaje a tan insigne hijo. Una vez al año el mariachi visita el pueblo para
recordar a su creador: el evento está abierto a todos los vecinos que gusten
pasar un momento agradable escuchando esta tradicional música y después
se organiza una comida en el auditorio.
Desde la época colonial se ha celebrado a la Virgen María de Guadalupe.
Con esta antigüedad la fiesta se impone como la principal celebración religio-
sa. El docenario inicia el día primero de diciembre; las mañanitas son obliga-
das diariamente, los intérpretes pueden ser el mariachi o la tambora. Las pe-
regrinaciones se organizan por capillas, las personas intentan mostrar la me-
jor organización, por lo cual se llegan a uniformar; también se acompañan en
ocasiones de danzas. Los últimos días son los de mayor actividad, se queman
cohetes, castillo y toritos, mucho confeti vuela por los aires, los cantaritos
(bebidas) van de mano en mano. En la víspera de la fiesta se organiza «la
velada», que consiste en sacar la imagen de la virgen en el atrio, se pone una
enramada y sobre ella colocan la imagen. Ese día no duerme la gente, durante
toda la noche la velan, al tiempo que diversos grupos danzan afuera del tem-
plo. Hay personas vendiendo tacos, tamales, agua, atole. Los carros alegóricos
de las peregrinaciones diarias se juntan el día trece para recorrer las calles del
pueblo. Esta actividad indica el cierre de las fiestas.
A un costado del pueblo destaca el cerro de la Santa Cruz. Una brecha
llega a la cima donde destaca una enorme cruz blanca. Desde ahí se divisa
todo el valle hasta Zapotiltic; en la noche se ilumina y crea una bella postal. El
3 de mayo, día de la Santa Cruz, se organiza una peregrinación cuesta arriba,
hasta llegar a la capilla en la cima.
Hasta las entrañas, un recorrido por el sur de Jalisco 121
T ONILA
El nombre de Tonila se deriva de la palabra tonaht del náhuatl, y ha tenido
distintas traducciones: «lugar donde primero se ve el sol», «lugar donde nace
el sol» o «lugar donde comienza a salir el sol». Entre sus personajes ilustres
destaca María del Refugio Barragán de Toscano (1846-1916), novelista y poe-
tisa. Se encuentra a 123 kilómetros de la capital jalisciense.
Tonila goza de un clima templado la mayor parte del año, mucha tranqui-
lidad y, además, posee un paisaje hermoso; la mayoría de las casas antiguas
están conservadas, los techos de teja abundan. Situarse frente a la plaza princi-
pal nos da un cuadro bellísimo: la explanada, los portales, arriba unas casas
viejas y, más arriba, como fondo, un volcán contrastando con el azul del cielo.
Siguiendo el orden cronológico del año, las celebraciones religiosas del
municipio inician el 24 de mayo con la fiesta en honor a la Virgen María
Auxiliadora; esta es la fiesta más joven, pues su origen se remonta aproxima-
damente cuarenta años atrás. Don Jesús era atacado por una grave enferme-
dad, y su esposa, doña María del Rosario Verduzco de Rentería, preocupada,
pidió a la virgen su sanación, y a cambio prometió realizar una fiesta cada año
como agradecimiento; así sucedió.
Se inició con la celebración organizada por el grupo de María Auxiliadora,
con doña María a la cabeza. Fue interrumpida durante algunos años, pues los
párrocos se opusieron por considerar el festejo como negocio. En 1972, des-
pués de la autorización del sacerdote, reinició la fiesta. En alguna ocasión
llegó a tener mayor afluencia que las festividades de la propia patrona del
pueblo. Actualmente se realiza un novenario con sus respectivos rosarios y
misas. A decir de los pobladores los últimos días son los mejores, pues es
cuando las personas invierten más dinero. En la plaza se realizan eventos cul-
turales con la participación de todas las escuelas del pueblo y algunos grupos
invitados, se representan bailes, obras de teatro e interpretaciones musicales;
también participan las personas de la tercera edad con exposiciones de traba-
jos manuales y los artesanos con sus obras. Como en toda fiesta la noche se ve
iluminada por la quema de juegos pirotécnicos.
122 D E FIESTA POR J ALISCO
T UXPAN
Don José María Arreo, después de realizar un estudio etimológico, llego a la
conclusión de que el nombre de este municipio, derivado del vocablo Tochpan,
se traduce como: «lugar de conejos situado arriba del río». Las lenguas habladas
en esta región fueron el tiam y cochin, los nativos rendían culto al sol. Entre
sus creencias destacaba vestir las mejores prendas a la hora de la muerte, de
tal forma que pudieran lucirlas en el cielo. Tuxpan se encuentra a 145 kilóme-
tros de Guadalajara.
Gracias a la huella de sangre indígena guardada en el cuerpo de cada
habitante es que se mantienen vivas un gran número de tradiciones en este
municipio. Tuxpan muestra una diversidad cultural y racial, pues fue un po-
blado dominado algunos años por los purépechas, hasta que en 1510 fueron
vencidos y expulsados.
El majestuoso templo, obra del arquitecto Apolonio Contreras García,
nacido en este lugar, tiene un enorme atrio; en medio, sobre un pedestal y un
basamento de dos metros y medio de altura descansa la Cruz Atrial Francisca-
na, monumento que data del siglo XVI. También en este atrio muy cerca de la
avenida principal hay una placa alusiva al folclor de la población: «el pueblo
de la fiesta eterna» es la frase inscrita, y la razón es el gran número de festivi-
dades que se celebran durante el año. El aspecto que destaca las celebracio-
nes de esta población en la variada cantidad de danzas autóctonas, cada una
con diferente vestimenta.1
La fiesta principal está dedicada al Señor del Perdón. Se realizan durante
la segunda quincena de mayo, el último domingo es el más importante. La fiesta
tiene origen en un juramento realizado el 9 de abril de 1806, allí es reconocida a
la imagen del Señor del Perdón como patrono y protector contra los temblores.
1
Ver Identidades en fiesta: la fiesta en Tuxpan (Gaspar y Hernández coords.,
2004). Es una obra contemporánea, profundiza en los aspectos antropológicos
de los significados y prácticas culturas de la región, especialmente en la comu-
nidad indígena nahua de Tuxpan.
124 D E FIESTA POR J ALISCO
Z APOTILTIC
Su nombre viene del vocablo náhuatl Tzapotiltic, y se ha interpretado como:
«lugar de zapotes prietos», «dentro de los zapotes», «entre los zapotes» y «den-
tro del zapotal»; en algún tiempo este fruto tuvo abundante presencia en la re-
gión. El asentamiento fue fundado por aborígenes de Tuxpan, Zapotlán y Tama-
Hasta las entrañas, un recorrido por el sur de Jalisco 125
E JUTLA
Las fiestas patronales tienen una duración de diez días antes del último do-
mingo de octubre. El inicio fue trasladado al 29 de septiembre, día de san
Miguel Arcángel, patrono de Ejutla, por el temporal de lluvias, a petición de
numerosos hijos ausentes. Hay misas ofrecidas para y por las diferentes fami-
lias de Ejutla, tanto para los hijos ausentes de Guadalajara y Estados Unidos.
Asimismo, hay peregrinaciones, mañanitas y serenatas; el novenario que se
ofrece con solemnidad en honor a san Miguel Arcángel. Hay además bandas
de música, orquestas y mariachis; toritos, comercio ambulante y el último día,
domingo, se cierra la fiesta con un castillo que alegra a todos los presentes.
[127]
128 D E FIESTA POR J ALISCO
E L S ALTO
Llegado el mes de octubre es el momento de realizar las celebraciones en ho-
nor a la Madre Admirable, patrona de El Salto. El novenario inicia el día 12 de
octubre y termina el 20. La participación de los pobladores es muy notoria; la
fe, el fuerte apego a la religión y respeto a las tradiciones del lugar, han logrado
mantener la tradición festiva en el municipio. No se ha originado la pérdida del
carácter religioso de la fiesta, muestra de ello es la fuerte presencia de los
jóvenes. Las peregrinaciones son constituidas en buena parte por ellos, y orga-
nizadas por las diferentes comunidades que visitan la cabecera municipal, quie-
nes arreglan carros alegóricos para realizar la procesión. En las noches del
novenario son comunes la serenata, los castillos y los juegos pirotécnicos.
Es costumbre que el domingo del novenario se lleve a la virgen a la co-
munidad de «La Azucena», pues la capilla de este lugar fue su primer hogar de
la virgen cuando su imagen llegó de Francia. Este hecho ocurre sin ninguna
actividad especial. Debe ser regresada a su templo por la tarde del mismo
domingo. Para el regreso se organiza una romería en las orillas del pueblo, y
se realiza una peregrinación con la compañía de carros alegóricos preparados
para la ocasión.
Tradiciones en ruta 129
G UADALAJARA
La Perla Tapatía se erige como la capital del estado de Jalisco desde 1824.
Fueron estas primeras décadas del siglo XIX fundamentales para que Guadala-
130 D E FIESTA POR J ALISCO
I XTLAHUACÁN DEL R ÍO
Al norte de Guadalajara se encuentra la barranca de Huentitán. Al bajar esa
pendiente, el río Santiago separa la ciudad de Ixtlahuacán del Río. Para pasar
por encima de las aguas, se erigió hace mucho tiempo un puente de piedra
con el nombre de Arcediano, que pronto se derrumbó. Por esta razón, en 1844
se edificó el primer puente colgante del país que recibió el nombre de su ante-
cesor. Actualmente el puente sigue vigente, y poco más allá del puente se en-
cuentra el pueblo de nuestro interés.
Su nombre significa «lugar de los dueños del llano», y limita al norte con
el estado de Zacatecas, al este con Cuquío y Zapotlanejo, al sur con Guadala-
jara y al oeste con San Cristóbal de la Barranca y Zapopan. Su situación privi-
legiada lo convirtió en un sitio estratégico durante la Conquista y por tanto
tiene gran importancia en la historia de Jalisco.
En la cabecera municipal se encuentra el Santuario de Nuestra Señora
de Guadalupe, cuyo atrio se distingue por el suelo rojo que lo cubre. En di-
ciembre se realizan las fiestas patronales con un novenario y peregrinaciones
en torno a la patrona.
132 D E FIESTA POR J ALISCO
J UANACATLÁN
Las festividades son en el mes de diciembre para celebrar, además del naci-
miento de Jesús, a la Virgen de Guadalupe. El novenario inicia el día 4 y termi-
na el 12 de diciembre. Cada una de las poblaciones vecinas de Juanacatlán se
encarga de la fiesta de uno de los nueve días.
Es costumbre cantar las mañanitas a la virgen y luego realizar un reco-
rrido con música por las calles de la población. Los gastos y eventos que se
planean para la realización de la fiesta corren a cargo de la comunidad organi-
zadora. Tienen lugar eventos deportivos y presentaciones musicales. La parti-
cipación de danzas y bandas de guerras son elementos que resaltan en la fes-
tividad. Por las noches se acostumbra realizar algunas kerméses, juegos me-
cánicos y actividades tradicionales como son los toritos y el palo ensebado.
Se queman cohetes de luces, truenos y castillos.
En febrero, la virgen sale de su Santuario para visitar la ex-hacienda de
Zapotlanejo. Algo similar ocurre en el mes de diciembre cuando se realizan las
posadas, pues con la imagen, se hace un recorrido que termina en la casa don-
de se dará la posada. El día 24 de diciembre se realiza un concurso de piñatas,
que deben ser elaboradas en casa. El cántaro mejor adornado es el que recibe
el reconocimiento. Las piñatas las pueden elaborar con dos finalidades: una es
de broma, y para esto se coloca en los cántaros agua, ceniza, harina, o cual-
quier otro material; y la otra es la finalidad de participar en el concurso.
El mes de mayo se dedica a la Purísima Concepción. Todas las tardes
los niños llevan flores a la virgen. El 15 de agosto se conmemora la Asunción
de la virgen a los cielos, se realiza para entonces un ritual de coronación. En la
comunidad de La Cofradía se hace un novenario en el mes de marzo en honor
a san José. Las celebraciones son similares a las de la cabecera municipal.
Los martes en Juanacatlán son también días de tradición. En el municipio
se encuentra una pequeña población denominada San Antonio Juanacaxtle, y a
este lugar se acude los martes, a cualquier hora del día. El recorrido se hace a
pie, aunque quizá el regreso no suceda en las mismas condiciones. Durante el
Tradiciones en ruta 133
J UCHITLÁN
Las fiestas religiosas en honor a Nuestra Señora de Tránsito son los días 12 y
13 de agosto. Durante el novenario, como en otros pueblos, hay fiestas, sere-
natas, cohetes, castillos, charreadas, entre otros eventos. En la iglesia hay
tres imágenes peregrinas de la virgen: la Purísima, la de Agosto y la Peregrina.
La primera tiene un especial lazo con el municipio vecino de El Grullo, aun-
que como las otras dos, también visita poblaciones aledañas.
La imagen de La Purísima está de visita en El Grullo y la regresan a
Juchitlán el día 7 de diciembre en la víspera de su fiesta, ya que el 8 de diciem-
bre se celebra a La Purísima Concepción en una procesión que va acompaña-
da de música, danzantes y fuegos pirotécnicos. Todo en un ambiente fervien-
te, pero al mismo tiempo alegre.
Los devotos van por la virgen de Agosto al poblado donde se encuentre
para que los visite; cuando llega a Juchitlán los lugareños hacen viaje especial
a un lugar denominado Ixtlahuacán de Juárez; para trasladarla salen con la
imagen en las primeras horas de la mañana y arriban a la cabecera municipal
a las doce del día. La imagen que denominan La Peregrina sale al campo cuan-
do escasea la lluvia y visita casi todos los poblados de la región cuando así lo
requieren los habitantes.
T ECOLOTLÁN
Las fiestas patronales se celebran del 20 al 30 de agosto, para venerar a los
santos patronos de Tecolotlán: san Agustín (28 de agosto) y santa Rosa de Lima
(30 de agosto). A cada barrio le toca una peregrinación, hay todos los días por
la mañana alba, mañanitas, repique, cohetes y después de la eucaristía se hace
convivencia en los barrios según lo programado. Un día está consagrado a to-
dos los hijos ausentes, donde ellos mismos visitan Tecolotlán y realizan una
peregrinación para después convivir con familiares, amigos y la misma gente
del pueblo. En la víspera de cada santo suelen haber hasta cuatro castillos.
En el carnaval se acostumbra celebrar por las noches con serenatas en
la plaza principal del poblado. Además, grupos musicales de renombre asis-
134 D E FIESTA POR J ALISCO
T ENAMAXTLÁN
En Tenamaxtlán celebran las fiestas en honor a la Virgen de la Purísima, del 30
de noviembre al 12 de diciembre. Por las mañanas arrojan cohetes y la música
de las bandas recorre las calles céntricas para finalizar en la casa de la perso-
na que le tocó recibir a la virgen. Se ofrecen tazas de café o canela con alcohol
a los asistentes. Después se queman juegos pirotécnicos y el castillo. Todo
está bien planeado, circulan los programas de los actos religiosos a efectuar-
se con anterioridad. Algunos vecinos prestan sus casas para realizar el
novenario.
Los asistentes a estos actos religiosos pueden disfrutar de puestos de
comida, serenatas por la noche y ver la participación de todos los barrios en
las fiestas patronales. En las fiestas cívicas, el 16 de septiembre y el 20 de
noviembre, hay desfiles escolares con la participación de niños y jóvenes.
Otra tradición importante es la visita de la Virgen de Atengo. Llega el día
de Corpus Christi y se marcha el 30 de agosto. Antes de la llegada de los
frailes franciscanos ambos pueblos, Atengo y Tenamaxtlán, estaban en ene-
mistad mutua. Cuando los atenguenses querían pasar por Tenamaxtlán rum-
bo a Tecolotlán, eran echados de esa ruta a pedradas e insultos. Sin embargo,
con la llegada de la Virgen de Atengo los pueblos resolvieron sus problemas y
terminaron siendo pueblos hermanos. El 30 de agosto hay cohetes, danzas, y
fiesta en el pueblo.
Tradiciones en ruta 135
T LAJOMULCO DE Z ÚÑIGA
Del 29 de noviembre al 12 de diciembre se celebran las fiestas patronales en
honor a la Virgen de Guadalupe y la Purísima Concepción. Como en otros
municipios de Jalisco, se realizan peregrinaciones y actos festivos en el trans-
curso de estos días. El pueblo cuenta con una parroquia, la de san Antonio de
Padua y tres templos más, uno dedicado a san Martín de Porres, otro a la
Virgen de Guadalupe y el Santuario de la Purísima Concepción, que es el tem-
plo más antiguo de Tlajomulco.
En Cajititlán, poblado perteneciente a Tlajomulco, el día 6 de enero se
reverencia a los tres reyes magos, quienes según la Biblia, visitaron al niño
Jesús en Belén, para llevarle obsequios en su nacimiento. Se dice que siglos
atrás la figura de uno de ellos llegó en forma misteriosa a la población y por un
milagro aparecieron las imágenes de los otros dos reyes, por lo que se les
venera en la parroquia erigida en su honor desde 1770. El punto cumbre de
estas fiestas es la noche del 5 al 6 de enero, cuando inicia la tradicional proce-
sión por las calles y por la laguna.
En estas celebraciones a los reyes magos, se acostumbra quitar las ban-
cas para que la gente entre de rodillas hasta donde están las imágenes para
tocarlas. En el altar están los tres rostros, el de Melchor, Gaspar y Baltazar,
bajo la imagen de Cristo con la leyenda: «Rey de reyes». Del lado derecho
están las estatuas de los magos, que son las que la gente puede tocar.
Hay una danza renombrada en Tlajomulco de Zúñiga llamada la «danza
de los Xayacates», su origen data desde la guerra del Salitre, en 1503, entre
purépechas y tlajomulcas. Estos últimos vencieron a los invasores michoacanos
y a los sobrevivientes los vistieron de mujeres e hicieron que bailaran hasta el
cansancio para después matarlos. Esta danza se baila los días del 6 al 8 de
enero por las calles de Tlajomulco, en algún evento muy especial o para hon-
rar a los visitantes.
T LAQUEPAQUE
La ciudad es un sitio lleno de historia que aloja tradiciones y festividades que
engalanan la ciudad. Las principales fiestas en Tlaquepaque se celebran desde
los primeros días de junio hasta los primeros de julio. Su difusión es a escala
nacional y tiene como sede el centro recreativo Valentín Gómez Farías. Tla-
136 D E FIESTA POR J ALISCO
T ONALÁ
Tonalá es quizá la ciudad con más tradiciones y fiestas en la zona metropolita-
na de Guadalajara. Santo Santiago es el patrono de Tonalá, con una historia
que enmarca en buena medida la imposición de una cultura sobre otra. Los
tastoanes son evocaciones del combate que sostuvo Nuño de Guzmán con los
señores inconformes de la monarquía tonalteca en el cerro de la Reina. Se
dice que santo Santiago se apareció a los españoles y los ayudó a derrotar a
los naturales. Cada 25 de julio se hacen representaciones donde santo Santia-
go va montado en un caballo blanco, pelea a capa y espada contra el grupo de
tastoanes, quienes van disfrazados de personajes grotescos y feroces con
máscaras y cabelleras (chimatl) que les dan ese aspecto. En la representación
utilizan gestos de pantomima actuada de una manera violenta y exaltada. Ade-
más consta de dos corridas: en la primera se hacen ofrendas y en la segunda
realizan simulacros bélicos. Para ahondar en diversos aspectos de los tastoanes,
véase Hurtado Solís (2005).
Después de un novenario en los días anteriores, procede la representa-
ción que consiste en lo siguiente: tres reyes indios encabezan la procesión y
dan la orden de buscar a Santiago por el castillo y luego por el reino. Los
insurrectos son los encargados de hacer la investigación y aprovechan para
fijar las mojoneras y con ello los límites territoriales del reino. Cada uno de
los tastoanes hace la inspección, el juego se alarga de acuerdo al número de
participantes, encuentran por fin a Santiago. Para contribuir a su leyenda ne-
gra, los rebeldes proceden a comérselo, con la idea de acabar con el santo, sin
embargo, éste resucita y los somete uno por uno.
La fiesta de santo Santiago es sin duda la más vistosa de Tonalá, pero no
la única. Como ya decíamos al principio, Tonalá está llena de fiestas y tradi-
ciones que dan colorido y sabor a su pueblo. Un ejemplo es el tianguis que
semana a semana se monta en el centro histórico de la ciudad, donde los jue-
ves y sobre todo los domingos, los artesanos llevan sus obras para vender a
138 D E FIESTA POR J ALISCO
Z APOPAN
En 1609, la capilla donde se encontraba Nuestra Señora de la Concepción se
derrumbó. Los indios creyeron que no encontrarían la imagen o al menos es-
taría hecha pedazos; retiraron los escombros y para sorpresa de todos, ahí
estaba la imagen sin ningún daño. Se cuenta que poco tiempo después un
ciego recobró la vista y muchos milagros parecidos sucedieron en muchos
años. Cuando el siglo XVIII estaba por terminar, Guadalajara sufrió una terrible
epidemia que afectó a gran parte de los tapatíos, el entonces Obispo Juan
Santiago León Garabito mandó que la ahora nombrada «Nuestra Señora de la
Expectación de Zapopan» fuese traída a la Catedral de Guadalajara. Lo que
pasó después fue un milagro: la epidemia desapareció.
Tradiciones en ruta 139
tos musicales, que ese día desde la madrugada interpretan las clásicas maña-
nitas para alabarla. Hay también un recorrido por la cabecera municipal don-
de los mariachis se reúnen y termina en la basílica. A aanta Lucía se le celebra
el 13 de diciembre. Esta fiesta tiene lugar en la localidad que lleva su nombre,
a un lado de la Hacienda de Santa Lucía. Las fiestas patrias tienen una trascen-
dencia notable en Zapopan. Se desarrolla un programa de actividades cívicas,
culturales y deportivas.
La Feria del Elote en Zapopan es una feria joven, pero que lleva consigo
una larga tradición municipal, por el alimento más preciado de los mexicanos
y del cual Zapopan es el primer productor estatal: el maíz. En este evento,
productores y diversos expertos en el ramo, se reúnen para impulsar esta ac-
tividad agrícola. De esta manera, el programa de la Feria del Elote comprende
la realización de concursos de dibujo, artesanías, artes plásticas, carros
alegóricos, gastronomía, además de conferencias y otras actividades que con-
gregan a la ciudadanía zapopana.
Allá, muy al sur
Patricia Guerrero
A UTLÁN DE N AVARRO
Su nombre proviene del término náhuatl Aotlán, que significa «cerca del acue-
ducto»; a éste se le ha añadido el apellido del General Paulino Navarro, quien
es uno de los hijos ilustres del lugar. El municipio se localiza al sudoeste del
estado. Considerado como un valle montañoso, rodeado por las sierras de las
Ardillas al norte, Cacoma al oeste y Manantlán al sur, el río Ayuquila forma su
límite al este. Su clima es variado, desde el semiárido cálido, hasta el templa-
do subhúmedo.
Valle coronado por la sierra Madre Occidental es Autlán de Navarro, o
mejor conocido de forma ancestral como de La Grana. Este municipio posee
un envidiado clima templado que le ha permitido ser nombrado como «La
puerta de entrada a la Costa Alegre de Jalisco». Una de las tradiciones más
importantes del terruño es el conocido como «Carnaval Taurino de Autlán»,
el cual tiene sus primeros registros hacia el año 1831.
A más de un siglo y medio de antigüedad, esta celebración se lleva a
cabo diez días antes del miércoles de ceniza, y es cuando este municipio rom-
pe el silencio para acoger, en un fuerte y feliz abrazo, el estridor melodioso de
[141]
142 D E FIESTA POR J ALISCO
C ASIMIRO C ASTILLO
Nombre que hace memoria al reformista agrario y diputado de distrito de
Autlán. También se le conoce como La Resolana. Según el XII Censo Nacional
de Población y Vivienda del INEGI (2000), se contaba con una población en este
municipio de 21 577 habitantes; y una superficie de 462.80 kilómetros cuadra-
dos. Se localiza al sudoeste del estado. Considerado como terreno irregular
donde predomina lo semiplano. El río Purificación y los arroyos Carmesí, Li-
monera, Calera y Tecolote confirman parte de sus recursos. Su clima es húme-
do, con inviernos y primavera secos y cálidos, sin estación invernal definida.
Allá, muy al sur 143
progreso y regocijo, de ahí que diez días a partir del último domingo de abril
se celebre La Feria de la Caña. A diferencia de otros municipios de Jalisco,
aquí la feria toma una denotación fehaciente que es la labor cañera, es una
manera de identificación social, que conduce a los habitantes buscar distin-
guirse de otros lugares.
El jardín durante la feria del pueblo recibe a diario visitantes con pues-
tos de comida, bebida y juegos. Las camionetas con placas de Estados Uni-
dos, sobre todo de California, es otro de los atractivos para la gente del lugar.
Por ser un municipio conformado por muchas rancherías, Casimiro Cas-
tillo se llena de hombres y mujeres a caballo que llegan a disfrutar y liberarse
de sus labores del campo o la ganadería. El calor de mediodía provoca que la
cerveza y las «cubas» sean las bebidas más recurridas.
Contrastando con el tono «ranchero» de la feria se encuentra el toque
femenino de las jovencitas dispuestas a ser la «La Flor de la Caña», nombre
que se le da a la señorita ganadora de un certamen o competencia amistosa
entre tres oriundas del lugar.
Dentro de la gastronomía del municipio se encuentra el caldo de chaca-
les o langostinos, una especie de animal de río muy parecido al camarón, aun-
que entre sus diferencias se encuentra el sabor más consistente y un tamaño
más pequeño. El caldo lleva verdura y chile al gusto, que resulta un alivio
después de un día de fiesta, alcohol y sol.
La farola es el nombre que recibe el desfile donde se lleva un cuadro
grande forrado de manta y pintado con anuncios, frases y personajes naciona-
les o del lugar; la gente mientras desfila baila, canta, es decir, se hace presente
sin discreciones.
C IHUATLÁN
Nombre que proviene del náhuatl y que significa «lugar donde abundan las
mujeres». Limita al norte con los municipios de La Huerta y Cuautitlán; al sur
con el estado de Colima; y al oeste con el Océano Pacífico. Su principal co-
rriente es el río Marabasco y existen diversos arroyos, entre ellos Arroyo Seco,
Lindero, Las Mulas, Las Truchas, Asadero y Aguacatera. Su extensión territo-
rial es de 713.70 kilómetros cuadrados.
Allá, muy al sur 145
Este lugar está tan cerca de la playa que cuando sopla mucho viento
puede sentirse la brisa salada que termina en el río Marasbasco, fluir de agua
que bordea una parte del poblado. La llegada de los españoles al continente
dio pie al mito de las llamadas «Amazonas» en América; hacia el siglo XVI este
mito se arraigó en el municipio, lo que provocó que los españoles lo llamaran
lugar propio de mujeres.
A cinco siglos de dichos acontecimientos se puede observar por la calle
a hombres y mujeres por igual, el paisaje selvático ya no esconde tantos mis-
terios pero sigue imponiendo su belleza y dulce caudal. Cihuatlán tiene en sus
orígenes religiosidad que se dio con la conversión de los indígenas nativos al
catolicismo. La Santa Cruz es una capilla que hacia 1804 se establece en el
Cerrito de la Tecolotera. Pero no es sino hasta 1861, que la capilla se vuelve
parroquia y cambia de lugar al centro del terruño, no muy lejos del río.
La Feria de la Primavera es la celebración religiosa de la Santa Cruz,
festejo popular que se efectúa del 24 de abril al 3 de mayo. Interesante sincre-
tismo ya que, aparte de misas y novenarios, la gente se agolpa en corridas de
toros, jaripeos, bailes populares y tradicionales serenatas. Los shorts y sanda-
lias son cambiadas por botas vaqueras y pantalones de mezclilla; las lanchas
por caballos y toros listos a ser montados. La feria tiene tal reconocimiento
que personas de municipios cercanos se dan cita para vivir el jolgorio y el
bullicio. Algunos también no pierden de vista la parroquia; a diferencia de
otros municipios, en Cihuatlán se celebra con regocijo el misticismo del lugar
que sirve de adoración. Tanto es su admiración por éste que existe una leyen-
da llamada «La Cruz del Astillero», historia o realidad ficcional que hermana
en la fe a los municipios de Autlán y Cihuatlán.
de la costa próxima, son parte del atractivo. Tiene un jardín central, punto de
encuentro de vecinos, compadres y amigos; conversaciones fluidas con ese
peculiar acento entre costeño y ranchero, hacen que el observador se percate
que está entre dos tierras.
Cuautitlán posee bosque y ambiente costeño; ríos y arroyos que provo-
can en los pobladores el discernimiento con la fauna y sus privilegios. Los
fines de semana, las camionetadas con gente, asadores, carbón y música se
dirigen a apagar el calor a cualquiera de los mantos que corren por los cami-
nos de este municipio. Después de la comida la gente recoge sus cosas por-
que, otra de sus obligaciones es ir a misa, después se habrá de pasar al jardín
con sus mejores ropas.
El 8 de septiembre se lleva a cabo la fiesta dedicada a Nuestra Señora de
la Natividad, aunque el gozo religioso se anuncia previamente con un novenario
donde los habitantes y creyentes de lugares cercanos caminan en andas entre
cohetes que marcan puntosos estruendos de la fecha dedicada a la patrona
del pueblo.
Otro elemento interesante son las peregrinaciones que llegan a las doce
del día con una imagen de la virgen, pero hay que hacer énfasis en que es pere-
grina, porque la del templo pocas veces sale a convivir; ella, cual reina, espera
ser halagada en su casa. La gente, toda roja y con sudores bien ganados por la
caminata, se acompañan de botellas de agua, lo que permite que sus voces agi-
tadas no dejen de entablar comunicación por medio del canto y rezos.
Las palmas, flores, mirra, una camioneta con bocinas de donde sale la
voz del sacerdote, niños del brazo de su madre, hombres con sombrero en
mano, ancianos con bastones y de paso pausado; todos en suma convivencia
desembocarán en la iglesia para la celebración eucarística. De ahí se dirigirán
al mercado o a los restaurantes para comer uno de los platos típicos hechos
con chacales, o llamados por los pobladores, langostinos de agua dulce.
E L G RULLO
Nombre que proviene por el «zacate grullo», planta acuática. Según el XII Cen-
so de Población y Vivienda del INEGI (2000), se contaba con una población de
22 499 habitantes y una superficie de 157.20 kilómetros cuadrados. Se localiza
al sudoeste del estado y al oriente de la región de Autlán. El río Ayuquila es su
Allá, muy al sur 147
charreadas, mujeres jóvenes que compiten por ser la reina del lugar y el palen-
que. Éste último tiene un gran impacto y prestigio en la región por presentar
una gran variedad de cantantes en su mayoría populares y comediantes, pero
sobre todo porque se dan cita los mejores criadores de gallos de pelea, quienes
brindan un excelente espectáculo a quien guste de este tipo de actividades.
En las noches se puede observar a la banda municipal ofreciendo una
excelente serenata a los que aun no se dejan vencer por el cansancio de todo
un ajetreado día. Al Grullo se le considera semillero de grandes y talentosos
músicos que van de la música popular al rock. Un ejemplo es el nombre de
Estanislao García Espinoza, quien fue general y fundador de la banda de la
Marina Nacional. La música es pues, un elemento que, aunado al comercio, no
permite que en el centro de este terruño se escuche el silencio a lo largo de
todo el año.
E L L IMÓN
También llamado El Limón Viejo o Almolón y El Limón Nuevo, está conforma-
do por un relieve montañoso. Se localiza al sur del estado, con una altura de
800 metros sobre el nivel del mar. Limita al norte con el municipio de Ejutla, al
sur con Tuxcacuesco, al Este con Tonaya; al oeste con El Grullo. Tiene una
extensión geográfica de 137.56 kilómetros cuadrados. Su principal río es el
Tuxcacuesco; además tiene los arroyos permanentes El Salado y El Hondo.
Este pueblo tiene un evento religioso muy importante que se celebra del
30 de diciembre al 8 de enero, se trata del aniversario de la fundación de El
Limón y la bendición del templo parroquial. Durante esos días la gente cele-
bra con jolgorio a la que consideran una de las piezas fundamentales de sus
principios: la fe. La quema de castillos y juegos mecánicos son algunos de los
invitados anuales a dicho evento. Sin embargo, desde 1818, la patrona del lu-
gar, la Inmaculada Concepción, es otra de las homenajeadas durante doce
días, que van del 30 de noviembre al 12 de diciembre.
No sólo el aspecto místico es uno de los elementos que la población acos-
tumbra celebrar con ahínco. Por otra parte, está el cívico, aspecto fundamental
en la concepción ideológica de cualquier país que busca el nacionalismo como
bandera de presentación. En El Limón, las celebraciones patrias empiezan con
un desfile el 15 de septiembre, donde los niños, jóvenes y charros desfilan por
Allá, muy al sur 149
las principales calles del terruño. La gente se aglomera por las calles para ob-
servar a los que con semanas de anticipación se preparan para la presentación
ante la sociedad. Zapatos lustrados, uniformes escolares planchados, mujeres
con coquetos adornos y niños de cabello relamido conforman a los participan-
tes que dejan sudor y suela. El recorrido termina en una calle cercana al jardín,
donde una kermés espera a los asoleados espectadores: pozoles, tacos, tosta-
das, son algunos de los manjares populares que pueden degustarse.
En otra parte del jardín se encuentra un escenario donde se presentan
bailables que van de los típicos a los modernos. La presidencia municipal se
encarga de organizar un concurso peculiar, consiste en realizar globos de pa-
pel. Esta actividad fascina tanto a grandes como a chicos, y desde meses an-
tes algunos participantes empiezan a construir sus diseños para inscribirse en
la categoría electa: de 8 ó 16 pliegos; y dentro de éstas se premia al globo más
bonito, al más grande o al que llegue más lejos.
L A H UERTA
Nombre que significa «terreno grande de regadío». Municipio localizado en la
región Costa Sur. Colinda con Villa de Purificación, Casimiro Castillo, Cihua-
tlán, Tomatlán y el Océano Pacífico. Cuenta con gran cantidad de arroyos y
manantiales; dos lagunas y los ríos San Nicólas, Tomatlán, Cuizmala y el Puri-
ficación.
La Huerta es un municipio de montes tapizados por cantos de pájaros.
Esta pequeña ciudad queda anclada en medio de la natura imponente, y sus
habitantes sonrientes caminan despreocupados por el tiempo entre las calles
empedradas. Lo místico rodea al municipio; áreas como Altilte, han sido estu-
diadas por historiadores regionales, y también los susurros de los lugareños
han despertado ideas que van desde la presencia de figuras de cuarzo en una
caverna, hasta vestigios de seres extraños.
A un costado de donde actualmente se encuentra la ciudad está la ex-
hacienda comúnmente conocida como Longino Vázquez, lugar que muestra la
riqueza material que La Huerta permite ante sus bondadosos suelos fértiles. De
aquella casona con alberca y paredes altas sólo sobrevive el pozo de agua don-
de las mujeres de antaño asistían a lavar en grupo, y la casona se ha recubierto
por el café del tiempo, quedando como una joya histórica del municipio.
150 D E FIESTA POR J ALISCO
T ALA
Tala proviene de Tlallan, que significa «lugar terroso o tierra de labor». Se
considera que fue fundada en el año de 1126 y conquistada en 1530 por Nuño
Beltrán de Guzmán. En 1980 se le otorgó la categoría de ciudad, y en el año
2000 contaba con 50 928 habitantes en una superficie de 389.24 km2.
Tala limita al norte con los municipios de Zapopan, Amatitán y El Are-
nal; al sur con Acatlán de Juárez, Villa Corona y San Martín Hidalgo; al oriente
con Zapopan y Tlajomulco de Zúñiga, y al poniente con Teuchitlán. Por su
ubicación geográfica pertenece a la región Valles, aunque cuenta con terrenos
boscosos en La Primavera, Ahuisculco, cerro las Navajas, cerro de las Garzas
y cerro Montenegro. La caracteriza un clima semiseco y semicálido, con un
promedio anual de seis días con heladas.
Una fumarola en medio de sembradíos de caña es la primera señal de
que Tala está próximo. El verdor de los cañaverales constituyen el símbolo de
esta población, es decir, la prosperidad campirana aferrada a su principal fuente
económica: cultivo y producción de azúcar; da a los habitantes una vida de
relativa tranquilidad siempre lejana al barullo de la ciudad.
Desde 1980 la Feria de la Caña se efectúa en Tala. El ingenio se reviste
de ausencia, mientras que las calles de la cabecera municipal toman color de
fiesta. Las delegaciones cercanas participan activamente en la organización
del evento, pues esta celebración les pertenece a todos los que trabajan en
esta empresa. No hay una fecha determinada en que se realizan los eventos,
pero siempre son en los últimos días del mes de abril y los primeros de mayo.
Allá, muy al sur 151
T OLIMÁN
Nombre que significa «lugar donde abunda o se da el tule». Está localizado al
sur del estado, limita al norte con los municipios de San Gabriel y Tuxcacuesco;
al sur, con el estado de Colima; al Este, Zapotitlán; y al oeste, Cuautitlán y
Tuxcacuesco. Los ríos Ayuquila-Armería y Tuxcacuesco, así como los arroyos
El Puerto, El Limoncillo, Agua Fría, La Presa, El Izote, por mencionar algu-
nos, son su principal fuente hidrográfica.
Este municipio se encuentra custodiado por dos grandes volcanes, uno
que inverna imponente y el otro que parece por temporadas fumar a capricho.
Los pobladores no temen al coloso El Colima, sin embargo, no dejan de respe-
tar sus intentos por despertar. Tolimán es una localidad donde abundan los
árboles, verdes en tiempo de lluvia, amarillos cuando el calor sofoca. Para
llegar a este lugar es necesario bajar por una semi-pendiente desde donde se
puede observar la majestuosidad del lugar.
Nopales, huizaches y gragenjos dan la bienvenida a los aventureros
que buscan en Tolimán un punto de encuentro con la naturaleza y la civiliza-
ción. Todavía es común ver por los caminos solitarios a algún conejo o zorro
que cruza despavorido al equivocar su ruta en busca de alimento o cobijo.
Una edificación alta y blanca se descubre entre las viviendas de Tolimán: el
152 D E FIESTA POR J ALISCO
U NIÓN DE T ULA
Nombre que proviene en conmemoración de una de las tres garantías del Plan
de Iguala; y por la composición de las iniciales de los apellidos de sus cuatro
fundadores: Topete, Villaseñor, Lazcano y Arriola. Municipio localizado al sur
del estado, limita al norte con los municipios de Ayutla y Tenamaxtlán, al sur
con Autlán y El Grullo. Su principal corriente se conforma por los ríos Ayuquila
y Ayutla. Cuenta con una extensión territorial de 334.07 kilómetros cuadrados.
Unión de Tula se encuentra enmedio de un camino recto de ambos la-
dos, lo que permite al visitante ver cómo poco a poco la torre de la parroquia
de la Virgen del Rosario va tomando forma hasta convertirse en el edificio
más alto del lugar; mientras al fondo una serie de lomos verdosos resguarda
su contracara. Un puente peatonal amarillo protege a los habitantes que quie-
ren pasar al otro lado de la ciudad, ya que ésta se encuentra dividida por la
transitada carretera Autlán-Guadalajara.
La parroquia está ubicada en la parte central de la comunidad, y frente a
ella hay un kiosco que recibe a los pobladores después de ir a la acostumbra-
da misa de fin de semana. Cada tercer domingo de octubre los pobladores
festejan a la Virgen del Rosario, patrona del pueblo. Castillos de pólvora, ca-
Allá, muy al sur 153
rros alegóricos, danzas, kermés y música son algunas de las principales activi-
dades que se pueden disfrutar.
Otra tradición esperada por los jinetes, pero sobre todo por los que no
cuentan con un caballo, yegua o cualquier otro animal de carga, es el día de
las paseadoras, celebrado el 15 de agosto. Las orillas del pueblo, acostumbra-
das a la tranquilidad y olvido de los pobladores, se visten de adelitas, charros
o jinetes; quienes tienen como eslabón de presentación el sombrero. Desfile
pues, de animales cuadrúpedos y de las modas tradicionales o renovadoras en
cuanto a trajes populares de la vida del campo se refiere.
Las principales actividades económicas del municipio son la agricultura y
la ganadería, por lo que tener un tractor y un caballo no es una cuestión aislada
en Unión de Tula. Común es ver por las tardes a los pobladores que afuera de su
casa, amarran a su potro o yegua para darle su «acicalada» mientras que al
fondo de la casa una grabadora a todo volumen ameniza la labor de limpieza.
El día de las paseadoras no sólo es motivo de fraternidad en el pueblo,
sino que es el momento de celebración a la mujer, ya que como el nombre lo
dice no es el día de los paseadores. Lo anterior no significa que es un día sólo
de mujeres, sino que ambos sexos se reúnen para mostrar sus capacidades
histriónicas en la cabalgata. Por lo tanto, mujeres con rienda y hombres en
ancas es una escena que demuestra una convivencia en busca de la igualdad
en sus formas. Unión de Tula recuerda muy a su manera que Jalisco es todavía
un lugar de campos listos a ser fecundados.
V ILLA C ORONA
Nombre en honor del general Ramón Corona impuesto por Manuel M. Diéguez.
Limita con Tala, Zacoalco de Torres, Acatlán de Juárez y Cocula. Su extensión
territorial es de 179.37 km2. Tiene una hidrografía amplia entre los que desta-
can La Laguna de Atotonilco; los manantiales de aguas termales de Chimulco,
Agua Caliente, El Tular, Las Brisas, Las Termas, entre otros.
Envidiado por sus recursos naturales, sobre todo hidrográficos, Villa
Corona se establece como un lugar de paseo y fin de semana para los habitan-
tes de lugares cercanos o de Guadalajara, y donde se disfruta de su comida,
balnearios, villas y áreas verdes. Pero lo anterior es sólo un elemento de los
muchos que conforman a este municipio que se percibe lleno de sorpresas.
154 D E FIESTA POR J ALISCO
A YOTLÁN
Ayotlán como corazón de agua resuena en las ondas mareadoras de sus ce-
rros, de su apartado porvenir; su cercanía sureña con Yurécuaro, Michoacán;
al poniente La Barca, y al norte, Arandas. Un corazón apartado por el río que
trae lamentos, y la presa de Guanajuatillo que trae milagros. Agua que dota de
vida a la Parroquia de la Soledad, al Santuario de Guadalupe, a la Capilla del
Colegio Independencia, hasta esa cantera rosa del templo de san Agustín y la
Plaza de la Constitución.
Se venera a la Virgen de la Soledad del 7 al 15 de noviembre. Durante las
festividades se realizan peregrinaciones, serenatas, fuegos artificiales, hay
además juegos mecánicos, venta de artesanías y bailes populares. El día 15 se
lleva a cabo la representación del santo rosario, escenifican los cinco miste-
rios en el estadio de la localidad. Las danzas de la conquista se unen al ritmo
[155]
156 D E FIESTA POR J ALISCO
C HAPALA
Chapala, ciudad ribereña cuyo nombre significa: «lugar de búcaros u ollas
pequeñas» (náhuatl); «cosa mojada o lugar empapado» (coca); «lugar de
chapulines sobre el agua». Se ubica a 48 kilómetros de Guadalajara.
La cercanía con la capital de Jalisco lo convierte en un oasis para tapatíos
que se refugian por pocos días y para extranjeros que vienen a conocerla o
quedarse en ella. Chapala queda a 20 minutos del aeropuerto internacional
Miguel Hidalgo de la ciudad de Guadalajara. La autopista Guadalajara-Chapala
permite llegar en un santiamén.
La fundación de Chapala se realizó en 1510, cuando un jefe tecuexe de
Poncitlán, llamado Chapalac, tuvo diferencias con el cacique Coca y emigró a
este lugar con sus guerreros y familias; sometió a los grupos indígenas que se
encontraban por el lado de Ajijic y Jocotepec. A la llegada de Nuño Beltrán de
Guzmán, que conquistó el lugar en 1530, fue llamado por los indígenas con el
nombre de Martín de Chapalac, al que hicieron dueño y señor, a cambio de
destruir a su dios llamado Ixtlacóatl.
El ánima de la ciénega 157
E TZATLÁN
Sobre su toponimia hay discusiones, pero según Phil C. Weigand, Etzatlán
quiere decir «lugar de los ytzas». Los ytzas eran familias toltecas de comer-
ciantes y guerreros. Se encuentra limitado al norte con Magdalena, al sur con
Ameca y Ahualulco de Mercado, al este con San Juanito de Escobedo y al
oeste con San Marcos y el estado de Nayarit.
Etzatlán debió su crecimiento a la minería, aunque también ha sido su
perdición. Sus hermosas construcciones actuales son producto de la ayuda
de sus hijos que migraron a Estados Unidos.
Antiguamente, los mineros tenían derecho a divertirse, por tal motivo
se inició la tradición del carnaval. Ahora el festejo se hace en grande, y co-
mienza con el «entierro del mal humor», para continuar con el desenfreno
bacanálico. La festividad con las tradicionales «mojigangas» se llena en serio.
Todo se colma de sabores: el pozole, atole blanco con gorditas, los ates de
frutas y los churrascos, los pajaretes, pitaya, ponches de cacahuate, granada y
tamarindo, pulque, tepache y tejuino.
La parroquia de La Purísima es impresionante por su diseño arquitectó-
nico, mas no por su ornato, sencillo, sin pretensiones. En sus orígenes era un
convento franciscano, de ahí sus características tan peculiares. El mausoleo
se reviste con cantera labrada, estucada, pintada de dorado. En esta parro-
quia se veneran las imágenes de la Purísima Concepción y del Señor de la
Misericordia.
La última semana de octubre se festeja al Señor de la Misericordia, aun-
que la Inmaculada Concepción es la patrona de la parroquia. El patrono del
pueblo es el Señor de la Misericordia. El novenario inicia con el repique de
campanas que dura varios minutos, para dar formalmente iniciada la fiesta.
Del 17 al 26 de octubre es ya una tradición celebrar la fiesta del palenque,
como parte de los festejos en honor al Señor de la Misericordia. Hay apuestas
y peleas de gallos, así como charreadas en el respectivo lienzo charro. Se acos-
160 D E FIESTA POR J ALISCO
J AMAY
Xamayarant en lengua purépecha es «lugar de raíces de maguey». Ello con-
cuerda con los sembradíos de maguey y agave, y es que en Jamay se produce
tequila y mezcal: Tequila Hacienda Vieja, Tequila Don Julio, 3 Magueyes, y el
originario de Jamay.
Xamayarant, el jefe purépecha le da su nombre a la población por arbi-
trariedad. La fundación data del 1500, y formó parte del señorío de Coinan.
Fue un sitio estratégico para los aborígenes, utilizado también por los españo-
les que venían de La Barca.
A 91.9 kilómetros de Guadalajara, Jamay perteneció a Ocotlán y luego a
La Barca, constituyéndose como municipio el 14 de abril de 1914. Sus princi-
pales industrias, el cultivo del tule y la pesca, han ido desapareciendo.
El primer templo en la vida cristiana de Jamay fue construido por Jeró-
nimo de San Esteban y Jorge Ávila, frailes agustinos, en honor a santa María
Magdalena. Con el temblor del 2 de octubre de 1847 la imagen de santa María
Magdalena se rompió. Aunque sigue siendo su patrona, las fiestas se realizan
con honores el 22 de julio.
La festividad en honor de la Virgen del Rosario se lleva a cabo del 24 de
septiembre al 7 de octubre. En honor a la Virgen de Guadalupe se realiza un
docenario, en el que todos los gremios de Jamay se unen para festejarla con
adornos, música y misas.
Una de las festividades que mayor algarabía causan está el jueves de cor-
pus. En honor al cuerpo de Cristo se efectúa un novenario, con música, proce-
siones con carros alegóricos, pero sobre todo con la presencia de muchos pere-
grinos. El santísimo es expuesto los nueve días para el jueves de corpus salir en
una procesión por las calles. Los vecinos se unen para construir altares por sus
cuadras, y en cada uno de ellos se detienen para dar la bendición.
Las imágenes talladas en madera bajo relieve son muy populares para
los recuerdos. Una bebida preparada con tequila se puede disfrutar observan-
do el monumento erigido a la memoria del papa Pío IX. Los gremios ofrecen su
trabajo al cuerpo de Cristo al comulgar. Las vendimias ofrecen ricas semas de
trigo por doquier.
El domingo después del Jueves de Corpus se organiza el Desfile de los
Gremios, donde cada uno de los miembros se visten en representación de su
El ánima de la ciénega 163
trabajo. Los pescadores simulan ir pescando con sus redes, los panaderos
horneando, y los agricultores arando. Días llenos de mezcal de colores, luces,
serenatas, cohetes, juegos mecánicos, comida y fuegos pirotécnicos.
J OCOTEPEC
A 73.7 kilómetros al sur de la capital de Jalisco, un sentimiento se apuebla, es
Jocotepec. Es un lugar cadencioso que supura tradición y espacios citadinos,
donde la demasiada luz contrasta con las formas del cerro de los Agraciados,
que va paralelo a las costas del lago de Chapala.
Jocotepec, que proviene del náhuatl Xolotepec, significa «lugar de frutos
ácidos o agrios, cerro de las guayabas». Las fresas, las moras y el ponche de
granada son el mejor ejemplo. La carretera México-Nogales vía Morelia da a la
entrada principal, mientras la carretera Guadalajara-Chapala-Jocotepec es un
deleite panorámico del lago. Hay un nombre que recuerda la principal tradi-
ción celebrada desde 1833: el señor del Monte.
El señor del Monte, al igual que el señor del Huaje, se aparecieron en un
huaje entre los poblados de San Pedro Tesistán y San Cristóbal, comunidades
pertenecientes al municipio de Jocotepec, en los albores del siglo XVIII; de
dicho árbol se realizaron tres esculturas, una de tamaño descomunal, otra un
poco menor que tamaño natural y la tercera, la más pequeña, se guardaba en
un nicho de madera. A la segunda, el Señor del Monte, se le colocó en el bau-
tisterio de la parroquia.
En 1833 la región fue atacada por una peste del cólera morbus o «cólera
grande», que causó gran mortandad a sus habitantes. La población asustada y
confundida se refugiaba en el Cristo del Bautisterio, por ser un lugar al que los
enfermos se acercaban fácilmente. La gente, angustiada por las mortandades,
le suplicaba para que cesara la peste y a cambio lo reconocerían como princi-
pal protector de Jocotepec. El Cristo del Bautisterio escuchó las súplicas de su
pueblo y cesó la peste, entonces se convirtió en el Señor del Monte. En 1833, se
celebró el juramento para celebrar la fiesta cada año con la mayor solemnidad
posible y la colaboración del pueblo. Para constatar esto, las autoridades mu-
nicipales deberían castigar a quienes no participaran en la gran fiesta.
En el año de 1918, la influencia española o «cólera chico» azotó la po-
blación, causando gran alarma entre los habitantes. Por tal motivo se realizó
164 D E FIESTA POR J ALISCO
L A B ARCA
La Barca, que se mueve con un soplo, ha ido del río al lago, del lago al mar, del
mar al cielo; al cielo lleno de sol. Sigo su ritmo formidable: oriente, oriente y
marcho a 109.3 kilómetros de Guadalajara.
Nuño Beltrán de Guzmán mandó construir una barca para cruzar el río,
cerca de la desembocadura del lago de Chapala. Se trasladó en ella desde el
lado de Michoacán, donde había combatido con los aborígenes y quemado al
Calzontzin. Al atravesar el río, volvió a combatir con los naturales que le salie-
ron al paso y fundó el poblado, levantó la ermita el 8 de diciembre de 1529. El
El ánima de la ciénega 165
O COTLÁN
A pesar de sus grandes industrias, sus despertares son ribereños. Nos compla-
cen sus palmeras con toque de puerto. Ocotlán, «lugar de ocotes o pinos»,
dista de Guadalajara 80.3 kilómetros. En la antigüedad formó parte del Reino
de Coinan. Tenía bajo su tutela a Zula, Jamay y Joconoxtle.
Se venera la imagen de Nuestra Señora de Ocotlán que procede de me-
diados del siglo XVI, al instituirse entre 1531 y 1576 la Cofradía de la Limpia
Concepción. Su fiesta es el 15 de agosto y el 8 de diciembre.
El 2 de octubre de 1847 se registró un gran temblor: sólo quedó en pie el
templo de La Purísima. Al día siguiente los habitantes aseguraron ver una nube
en forma de cruz en cuyo fondo se dibujaba la imagen de un Cristo Crucificado.
La aparición les hizo valorar su modo de vida, de tal forma que la imagen vene-
rada del Señor de la Misericordia fue elaborada por el escultor Antonio Roble-
do, de acuerdo con las descripciones hechas por los testigos de la aparición.
Los festejos en honor al Señor de la Misericordia se realizan del 20 de
septiembre al 3 de octubre. Las festividades comienzan el 20 de septiembre en
la tarde. A las cuatro y media se realiza el Desfile de los Gremios. Parten de la
vía del ferrocarril, llevan un estandarte que identifica a cada una de las agru-
paciones, así como los adornos que lucirá la iglesia el día que le corresponde.
La belleza, el conocimiento, la esperanza, la lucha económica, las pre-
ocupaciones cotidianas, industriales, se desatan insignificantes; con «la fór-
mula del juramento» deviene una nueva santidad que se reafirma con la entra-
da de rodillas al templo.
La ciudad se engalana. Las personas lucen sus mejores ropas, la iglesia
llena de telas y flores. Los peregrinos no se hacen esperar, llegan de lugares
distantes. Se complementa con las serenatas en la plaza, con los cohetes, los
castillos, las vendimias y las cantinas donde se tiene una oportunidad para el
desfogue en el baile.
El 24 de diciembre en las casas ocotlenses se acostumbra rezar un rosa-
rio, y entre los festejos navideños con la mayor solemnidad acostar al Niño
Jesús, a las doce de la noche en el nacimiento de la casa.
168 D E FIESTA POR J ALISCO
P ONCITLÁN
Poncitlán: «lugar de chilacayotes». Según cuentan sobre la fundación los po-
bladores: el pueblo ahora llamado Poncitlán se llamaba antes la «Huella del
diablo», porque alrededor de 850 d.C fue cuando la batalla del diablo contra la
nalga terminó. El diablo, siendo el ganador de esta batalla pisó la tierra y dijo:
«esta tierra será maldecida porque aquí maté a la nalga». La gente que sobrevi-
vió la batalla estableció sus hogares y sus negocios en la tierra de la Huella del
diablo. El 8 de diciembre de 1529, Pedro Almíndez Chirinos por encomienda
de Nuño Beltrán de Guzmán lo pobló. Los misioneros españoles comenzaron
a construir el templo, que hasta este día está presente en Poncitlán.
En 1825 tenía Ayuntamiento. De 1825 a 1878 perteneció a La Barca, Gua-
dalajara y de nuevo a La Barca. Se erigió en municipio el 27 de mayo de 1886,
se suprimió el 5 de octubre del mismo año y se constituyó de nuevo el 21 de
febrero de 1888.
Se venera la imagen de Nuestra Señora del Rosario. La escultura es un
regalo de Carlos V, posiblemente llegó en 1548. Su fiesta es el tercer domingo
de noviembre, previo novenario. Esta fiesta es la principal de la población,
todos acuden como uno solo. Las peregrinaciones son largas y variadas. Los
peregrinos marchan desde poblaciones aledañas para encomendar sus nece-
sidades a Nuestra Señora del Rosario.
La música es un elemento indispensable en la celebración, acompaña
las peregrinaciones, ameniza las misas, y nos convoca por las tardes y noches
alrededor del kiosco de la plaza. Los juegos pirotécnicos iluminan.
T IZAPÁN E L A LTO
Tizapán, «lugar de tizate y agricultura, sobre el agua de tiza, en el agua blanca
o sobre el tizate», se sitúa a 104.4 kilómetros de Guadalajara. Al norte de la
población se vislumbra el Lago de Chapala. Se llega por la carretera Guadala-
jara-Morelia, que a partir de Tuxcueca se vuelve una delicia panorámica. El
mercado en un costado de la plaza despide aromas florales, las moras se ha-
cen agua en los paladares. El templo a espaldas de la plaza principal recibe a
propios y extraños.
Las fiestas se inician entre el 10 al 22 de enero y duran aproximadamen-
te trece días. Se organizan jaripeos y corridas de toros. El recibimiento se
El ánima de la ciénega 169
T UXCUECA
Tuxcueca, Tuxcuecan o Tolcuexcan, «bullicio de conejos», queda a 88.2 kiló-
metros de Guadalajara. Se llega a través de la carretera Guadalajara-Morelia-
170 D E FIESTA POR J ALISCO
México. A pesar del abandono en que los tienen sus gobernantes, el clima pri-
vilegiado no se olvida de ellos. A la entrada se puede ver la escultura al general
Ramón Corona, oriundo de ahí, y quien elevó a municipio este poblado.
El 28 de enero se conmemora la batalla de la Mojonera. Como parte de
su celebración se llevan a cabo las fiestas taurinas. Con los juegos de cucaña,
los toritos salen del atrio del templo en dirección de la plaza que se localiza
enfrente, los pobladores huyen de los buscapiés, dan vueltas en la plaza y se
organizan bailes.
El día de la fiesta es el 24 de agosto, pero los festejos comienzan desde
el 14. La población se engalana con sus adornos de papeles en tiras colgando
por las calles y con sus pliegos entre los postes.
A dos cuadras del templo principal se encuentra la capilla de la Virgen
de Guadalupe, edificada en un risco al borde del lago de Chapala a imitación
del cerro del Tepeyac: el empinado camino santifica los pasos de los peregri-
nos en la celebración del 12 de diciembre.
Agradecimientos: licenciado José Alejo Bravo, señor Cura Sotero Torres, las autorida-
des de Tuxcueca, párroco Salvador, señora Esther Navarro Silvestre, Irma Martínez,
Fabiola Castillo, María Ramos, Luisa Ramos, Miguel Hernández, Javier Hernández,
Genaro Hernández y a Chano Olmedo.
Festivas entrañas
del norte jalisciense
Edgar Leandro
B OLAÑOS
La denominación oficial del municipio de Bolaños se remonta a los tiempos
coloniales, cuando era uno de los centros mineros más prolíficos de la Nue-
va España, lo que explica que su nombre no se derive de un vocablo prehis-
pánico: Bolaños recibió su nombre en recuerdo a Toribio de Bolaños, espa-
ñol que al oficio de las armas unió el de descubridor y empresario de minas.
Bolaños, antiguo Real de Bolaños, se ubica a 242.5 kilómetros al norte de
Guadalajara.
Al llegar a Bolaños se experimenta una sensación de bienestar por los
hermosos paisajes que a lo largo del camino nos acompañan. Una vez dispues-
to a conocer el lugar, el viajero queda invitado a penetrar en las calles cubier-
tas de una latente sensación de lejanía y soledad. Sin embargo, ya en el inte-
[171]
172 D E FIESTA POR J ALISCO
rior nos confortan sus edificios coloniales y sus amables habitantes que nos
comparten contentos sus fiestas y tradiciones.
Aquí se celebra al santo patrono san José Obrero, se lleva a cabo esta
fiesta el 1 de mayo. Dicho día por la mañana se saca en procesión a la imagen,
que va acompañada de danzas y quema de pólvora para amenizar la fiesta. Se
adornan las calles con papeles de colores y se organizan peleas de gallos,
coleadas y charreadas. Se realizan varias peregrinaciones, que parten desde
San Martín de Bolaños, Chimaltitán, Aguamilpa, Huilacatitlán, Borrones… La
festividad y los bailes no pueden prescindir de la alegre música que llega con
variados sonidos y estilos, ora de tambora, ora de percusiones. En Bolaños
utilizan los juegos pirotécnicos para casi todas sus celebraciones -sin ser la
excepción en esta fiesta patronal- logrando hacerlas muy vistosas, pues en el
cuadro principal se colocan cuatro árboles artificiales donde se adornan y al
encenderlos giran en forma de círculos semejando pequeños arbustos, para
que al final el árbol se cubra y luzca, con un sinnúmero de luces, una copiosa
cascada de efecto visual. Ya entrada la noche se enciende el famoso y lumino-
so castillo. Esta fiesta se festejaba el 19 de marzo, pero hace 20 años se co-
menzó a celebrar el 1 de mayo.
La Feria de la Primavera en Bolaños se realiza del 26 de abril al 10 de
mayo. En ella participan todos los colonos del pueblo y de localidades cerca-
nas como Tepec, Huilacatitlán y Tuxpan de Bolaños. Aquí se hacen festejos de
corte naturalista, hay danzas, días de campo, cantos y festejos alusivos a re-
presentar la flora y la fauna de esta hermosa estación.
Otra de las festividades que se celebra en Bolaños es una de toque muy
divertido, y se lleva a cabo el 13 de junio: es la fiesta de san Antonio. Para esta
festividad, cuatro martes anteriores a dicha fecha, todas las muchachas casa-
deras del pueblo suelen visitar a esta imagen y a hurtadillas del clérigo, despo-
jan del Niño al santo diciendo: «si no me haces el milagrito de encontrar un
buen mozo que me hable para novia, no te devuelvo el Niño». La fiesta del
Padre Jesús se celebra el 8 de agosto, esta fiesta pretende recuperar el pasado
minero glorioso de Bolaños.
Las fiestas navideñas son vistosas, pues en ellas se hacen pastorelas que
duran todo el mes. También se festejan en estos días decembrinos las posadas
que comienzan el 16 de diciembre y terminan hacia al 24 de dicho mes, siendo
Festivas entrañas del norte jalisciense 173
las tres últimas mucho más vistosas. Para el día de Navidad en este municipio
se presentan dos grupos de pastores. Los personajes y la vestimenta son gene-
ralmente los tradicionales. Antiguamente el grupo de los 7 vicios, durante el
«coloquio», solía arrojar del tablado al diablo a un brasero y en el momento en
que iba en voladas lanzaban un puñado de pólvora.
C HIMALTITÁN
Chimaltitán significa «entre los escudos o rodelas». Se localiza a 432 kilóme-
tros de Guadalajara. Sus pobladores descendían de las razas emigrantes de la
174 D E FIESTA POR J ALISCO
C OLOTLÁN
Este municipio tuvo el nombre de Nueva Tlaxcala, nombrado así por los pri-
meros habitantes de origen tlaxcalteca, pero posteriores lugareños lo cambia-
ron al actual que significa «lugar donde abundan los alacranes». Dista de la
capital jalisciense a 299 kilómetros. Es la tierra del General Victoriano Huerta,
el cual no es muy querido por los colotlenses actuales, y del pintor Mateo O.
Saldaña. Colotlán tuvo el viejo título de «Octavo Cantón de Xalisco».
A lo largo del camino se pueden distinguir diferentes paisajes llenos de
variada vegetación, pero al llegar algo extraño nos sucede, nos sentimos con-
fundidos por la sensación de la larga distancia recorrida. Sin embargo, esta
sensación cambia de súbito al caminar las adoquinadas calles colotlenses,
platicar y observar cómo su gente camina llena de orgullo por ser parte de un
municipio, donde se celebran importantes festividades de origen remoto.
En Colotlán se celebra la fiesta a san Nicolás de Tolentino, imagen vene-
rada desde hace largos años con alegres bailes, esta festividad se lleva a cabo
del 1 al 10 de septiembre. Se hace un novenario con alba, repiques de campanas,
cohete y música de hartos estilos en el atrio de dicha iglesia. Las peregrinacio-
nes llegan de varios municipios cercanos a Colotlán y se instalan alrededor de
la iglesia. Todos los que convergen en estas fechas se enfocan en gozar de los
juegos mecánicos, vendimias y terrazas. Ya para la finalización del día mayor, el
10 septiembre, se goza de la serenata y de la quema de los castillos.
Para el primer domingo de octubre se realiza la peregrinación que enca-
beza la Virgen del Rosario y que va desde el templo de san Nicolás hasta el
templo de Santiago Tlatelolco. Se realizan muchas danzas autóctonas, que
inician desde las cinco de la mañana terminando hasta las doce de la noche,
que es cuando comienza el baile de clausura y la quema del tradicional casti-
llo. Al templo llegan comerciantes y peregrinaciones de varios municipios
como: Totatiche, Santa María de los Ángeles, Huejúcar, Villa Guerrero, Bola-
ños, entre otros; también llegan peregrinaciones del estado vecino de Zacate-
cas, especialmente de los municipios de Fresnillo, Platanar y Tlaltenango.
176 D E FIESTA POR J ALISCO
H UEJÚCAR
Huejúcar significa «entre los sauces». Este municipio se encuentra a 442.1
kilómetros de Guadalajara. Esta región pertenecía al señorío de Colotlán y
sus habitantes tenían el nombre de tibuitecos, guachichiles o nayaritas y se
mantenían en continua guerra con los caxcanes de Zacatecas.
Las imponentes edificaciones como la iglesia de San Pedro que data del
siglo XVII, el templo de San Francisco de Asís construido en el siglo XVIII y el
santuario hecho en el siglo XIX, tienen la fortuna de albergar un gran número de
festejos y tradiciones que en su mayoría son de formación española; sin embar-
go, se puede ver el testimonio de los habitantes de origen indígena, como son
los descendientes de los guachichiles, los tibuitecos y los huicholes.
Partiendo de su origen mestizo, los habitantes de este municipio realizan
algunas de las más importantes y bellas celebraciones del lugar, que son la fies-
ta del martes de carnaval y el día del torito, como parte de esta celebración. Los
Festivas entrañas del norte jalisciense 177
festejos del carnaval preceden a los martes de carnaval, y terminan ese día. Tal
carnaval se celebra con variados matices y expresiones muy joviales.
La tradición del día del torito, es digna de una mención especial, pues
representa un rico mosaico de la cultura mexicana-jalisciense que ha adquirido
una fascinación para todo huejuquense, siendo un lugar nostálgico de románti-
cos paisajes y vistas encantadoras como el cerro Colorado, El Peñón, el de la
Mesa, etcétera; es aquí, bajo este panorama, de donde parten sus habitantes
hacia distintas direcciones del municipio para unirse y celebrar la fiesta del
torito. En el festejo nunca quedan de lado las personas adultas, pues también
visitan al abuelo del amito y algunas personalidades destacadas del municipio.
Esta festividad recorre todo el pueblo llevando tres toritos a beber agua a los
hogares que se prestan para dicha actividad. Para el adorno y la celebración de
los toritos se eligió un año atrás a una pareja del pueblo y se les llama amito. El
día de san Pedro, el torito cabresto y el martes de carnaval son consideradas las
fiestas más bonitas de esa comunidad y atraen a mucha gente. Todo el pueblo y
sus dirigentes participan, incluyendo las bellas damitas que les ofrecen un sa-
broso pinole y bebidas tanto a los participantes como a los visitantes.
Para el 2 de febrero, Día de la Candelaria, las personas que conservan la
tradición de acostar el Niño Dios en Navidad, suelen levantarlo para esta jorna-
da que se inicia rezando el rosario por parte de los padrinos que llevan a todos
los invitados a ver al Niño Dios para que lo adoren y luego proceden a vestirlo.
Los primeros en adorarlo son los anfitriones de la casa y después se hace lo
necesario para que ninguna de las personas presentes se quede sin hacerlo.
También en el municipio se realiza la celebración de la «Quema del Ju-
das» y su herencia (el Sábado de Gloria); la Pastorela de los Siete Vicios (el
día 3 de mayo, día de la Santa Cruz); la danza de los matlachines; la celebra-
ción del día del estudiante (24 de mayo) con un desfile de disfraces por parte
de los mismos estudiantes.
Otros festejos en este municipio son la popular Feria Regional y Fiesta
de San Francisco de Asís que se lleva a cabo del 25 de septiembre al día 4 de
octubre con corridas de toros y juegos mecánicos, y en algunas ocasiones
kermeses muy alegres y coloridas, peleas de gallos, juegos pirotécnicos de
variados tipos y colores.
178 D E FIESTA POR J ALISCO
H UEJUQUILLA E L A LTO
El nombre de Huejuquilla procede de Huejoquillan o Huexitla, que significa
«saucito», siendo su toponímico Huexatl-sauce, quililitl-verde y tlan-lugar.
Dista de Guadalajara 542.8 kilómetros. Primitivamente habitaron el lugar los
coras y los huicholes. Los españoles fundaron la población en 1548. También
es llamado este lugar como la cuna de la revolución cristera.
Este municipio es rico en construcciones de carácter religioso, como el
santuario del Divino Preso, la capilla de san Diego, el templo parroquial y la
capilla de la santa Cruz en el cerro del Temachaco. Aunado a su belleza física
está el esplendor de sus fiestas y tradiciones que congregan a todo un pueblo
compartiendo su grandeza humana.
Entre las celebraciones de este municipio destacan los festejos en honor
del Divino Preso, del 28 de diciembre al 2 de enero, incluyendo en esos días la
celebración de peleas de gallos del 30 de diciembre al 1 de enero; previo al día
mayor para el Divino Preso, el 1 de enero, se festeja y difunde durante quince
días con repique de campanas, cohetes y música por las calles de la población al
alba, y entre los poblados circula la información por escrito e indica a dónde
deben acudir los habitantes de las rancherías de los alrededores. Sin tener hora
fija, se realizan variadas y coloridas peregrinaciones con alegres danzas, para
éstas todos los peregrinos llevan flores de varios tipos, incluyendo las flores de
cera. En esta fiesta se puede ver a los habitantes más osados y alegres que con-
curren a todos los eventos con serpentinas y confetis para arrojarlos a toda
persona, tanto curiosa como participante; las peregrinaciones arriban de los
ranchos de San José de Maderas, Jimulco, Rancho Colorado, Los Mezquites.
Por la tarde del 1 de enero son frecuentes los rodeos, conocidos común-
mente por coleaderos en el resto de Jalisco. Ya en las serenatas hay profusión
de confeti, serpentinas y quemándose al final de la noche juegos pirotécnicos
y los tradicionales toritos junto con el castillo. Los cuatro últimos días son los
mejores de las celebraciones ya que la concurrencia es mayor, procediendo la
mayoría de los asistentes de toda la región. El día de la festividad se organiza
por la tarde una procesión con la imagen. Recorre las calles adornadas de la
población, llevando los devotos cirios encendidos.
Los días santos son importes. La celebración de la Judea, el Jueves San-
to, se efectúa «El principio de la Judea», con los cueros de cochino o persona-
Festivas entrañas del norte jalisciense 179
jes que chicotean con un gran látigo a los «toreadores», demostrando ambos
en sus faenas gran habilidad. En ese mismo día se escenifican «La Última
Cena», «El Lavatorio» y «La Oración del Huerto». El Viernes Santo se repite el
acto de los «cueros de cochino», pero con los personajes pintados en todo el
cuerpo y con listones de papel en la cabeza; a las dos de la tarde se realiza la
representación del víacrucis.
M EZQUITIC
Mezquitic, municipio fundado en la profundidad de dos sierras que lo guarne-
cen, su nombre significa «dentro de los mezquites» y esto obedece a la abun-
dancia de mezquites en esa región. Mezquitic es «tierra de dios y de los hom-
bres» —que es como le llaman sus habitantes— y se encuentra a 497.8 kilóme-
tros de Guadalajara. Se desconoce la fecha exacta de su fundación, pero es
seguro que fue anterior al establecimiento del convento de san Juan Bautista
de Mezquitic, que se efectuó en el año de 1616.
En este municipio la vida es tranquila, su gente es amable y hospitalaria,
es de esos pueblos donde casi todos se conocen y respetan. En el contexto de
las fiestas y tradiciones de este lugar, sus habitantes son seres apegados a su
historia e intentan recuperar su pasado y precisar la función de los aconteci-
mientos que llegan a hacerlos sentir orgullosos de su lugar de origen. Por ello
realizan la fiesta más importante del lugar, la de san Juan Bautista, el santo
patrono, símbolo de arraigo en la cultura local.
Esta festividad se celebra el 24 de junio. Se llevan a cabo peregrinacio-
nes que parten de distintas localidades hacia la cabecera municipal. Se reali-
zan ejercicios espirituales, bautizos y primeras comuniones, además de un
novenario que culmina con música, danza y quema de juegos pirotécnicos.
Cuenta la leyenda que en este día ningún habitante puede entrar en la cocina
de las casas, por lo que desde un día antes se prepara la comida que se ha de
consumir durante la ceremonia.
Otra festividad en este municipio se hace en la semana anterior al co-
mienzo de la Cuaresma, sin fecha fija, en ella se efectúan los famosos coleade-
ros. Estos rodeos o coleaderos se llevan a cabo diariamente por la tarde en el
lienzo charro que cuenta con tapanco o tablados para el público. Una vez allí
se realizan los jaripeos amenizados por música de tambora y presenciados
180 D E FIESTA POR J ALISCO
por la reina de los charros, quienes previamente la eligen por votación sólo de
ellos, para que sea la encargada de premiarlos con chimales, unas flores gran-
des que elaboran para tales festejos, de una palmita como de soyate. Ella va a
caballo al lienzo charro y es escoltada por los propios charros, además va
acompañada con la música de tambora. Al finalizar cada rodeo, al que concu-
rren los charros de los poblados circunvecinos, llevan a la reina a la plaza y le
tocan una diana.
En el domingo de ramos se da el festejo religioso que termina en el tem-
plo parroquial con la ceremonia de la bendición de las palmas. La fiesta de la
Virgen de Guadalupe se realiza el 12 de diciembre de cada año con múltiples
mañanitas y festejos dancísticos.
La Feria Anual se celebra del 25 al 31 de diciembre: se llevan a cabo
desfiles, eventos culturales, día del ausente, rodeos, juegos pirotécnicos, pa-
lenques, bailes, torneos deportivos regionales, serenatas, charreadas y even-
tos artísticos de variada índole.
S AN M ARTÍN DE B OLAÑOS
En el siglo XVII la región era conocida como Alcaldía Mayor del Real de Bola-
ños. Algunos autores señalan que también se le conoció como Mineral del
Tepec. Los estudiosos de estos documentos señalan que Tépec significa «lu-
gar del monte» y se deriva de los vocablos tépetl (monte) y co (lugar).
En este bello, desolado y poético lugar, se pueden ver sus calles grises y
empedradas, sus casas en ruinas, la ausencia de vehículos, algunos animales de
carga, la gente afuera de sus casas y algunos huicholes con sus típicos y colori-
dos atuendos, y al encontrarse uno en esa tierra siente no estar allí. Sin embar-
go, destacan diversas festividades de carácter religioso y color local que se
muestran entre trazos y figuras y, al mismo tiempo, son un intento por desen-
trañar los misterios que conforman la existencia de sus habitantes.
He aquí la festividad principal de San Martín de Bolaños en honor al
Señor de Santa Rosa que se celebra el 30 de agosto. En el lugar conocido
como La Condesa se encuentra una capilla donde se cree que los españoles se
reunían a venerar la imagen de un cristo, conocido como el Señor de Santa
Rosa. Es allí donde se utilizan los juegos pirotécnicos para celebrar esta fiesta
patronal y lograr sentirse orgullosos de su santo patrono, pues en el cuadro
Festivas entrañas del norte jalisciense 181
La Feria Anual tiene lugar del primero al segundo sábado del mes de
septiembre hasta el 15, en la cual se realizan eventos deportivos, recreativos y
culturales. Esta actividad se junta con las fiestas patrias iniciadas el 15 del
mes de septiembre, haciendo algo inolvidable, pues lo mencionan como el
mes más celebrado e importante para todos los habitantes del municipio. En
la noche del 15 después de la ceremonia del grito de independencia, encabe-
zada por el presidente municipal, se realiza el acto de coronación de la reina
de las fiestas patrias. Es elegida por votos pagados por la comunidad, para
continuar con un baile popular, que ya es una tradición.
En el sábado santo se acostumbra realizar la ceremonia de «Quema de
Judas» en la esquina de Iturbide y Juárez. Primeramente el Judas era represen-
tado por un hombre vestido todo de negro, ya que este color es alusivo al demo-
nio. Este Judas es el encargado de leer los escritos llamados «testamentos» en
los que supuestamente se dejan herencias o legados a las personas más distin-
guidas del municipio, pero estas herencias tienen un toque satírico-humorístico,
pues la gente se divierte enormemente cuando se dirigen de forma especial a los
funcionarios públicos para pedir honestidad y limpieza de manos por parte de
ellos; al terminar si no está la persona aludida por el Judas, éste grita: «Por no
verte me zambuto» y se oculta en su capa negra detrás de la tribuna. Después de
la actuación el Judas es quemado. Para el 29 de septiembre se festeja al Arcángel
San Miguel, patrono de la agencia municipal de barrio de Tapias o San Miguel.
Esta celebración comienza con un novenario y durante todo el día 29 se realiza
una fiesta hasta el agotamiento por la danza.
T OTATICHE
Su nombre se deriva del vocablo Totatzintzin, que significa «lugar de nues-
tros padres reverenciados» o «lugar de nuestros amados padres». Ubicado a
439.8 kilómetros de Guadalajara. Se le atribuye la fundación a los caxcanes,
descendientes de los aztecas, a su paso por el lugar. La herencia y fusión de
las culturas indígena y española dan origen a un pueblo que, con el trabajo y
devoción de sus habitantes, ha obtenido grandes logros.
Este municipio realiza sus fiestas partiendo de la festividad de su patrona,
Nuestra Señora del Rosario, entre los días 29 de septiembre al 7 de octubre.
Antecede a la festividad un novenario con alba, mañanitas y la peregrinación de
Festivas entrañas del norte jalisciense 183
los hijos ausentes, rezo del rosario y música por las calles. Recientemente ha
nacido una festividad en honor a san Cristóbal Magallanes, que se celebra del 17
al 25 de mayo, cura canonizado recientemente junto a los 25 mártires mexica-
nos. Sin embargo, la localidad de Temastián que significa «junto al río», tiene
festividades y tradiciones más antiguas e importantes que la cabecera munici-
pal. Esta localidad es más visitada por ser un centro religioso pródigo y flore-
ciente, alimentado por visitantes creyentes todo el año, desde todos los rumbos,
no sólo de la región sino desde cualquier parte del suelo mexicano y de más allá;
todo para celebrar al Señor de los Rayos. La fiesta del Señor de los Rayos trans-
curre del 3 al 12 de enero. Durante esos días acuden peregrinos de diversos
pueblos de la región, llevando danzas autóctonas como la danza de las palmas,
singular grupo de Santa Rita, pequeño poblado próximo a Temastián. Sus inte-
grantes, generalmente hombres, bailan al son de uno o dos violines, elaborados
de madera blanca y cuerdas de tripa de zorrillo, y a veces también con tambora.
Los programas de la festividad circulan hasta con dos meses de antela-
ción. A las diez de la mañana arriban las peregrinaciones foráneas con velas
encendidas y flores. A unos doscientos metros del templo las recibe el sacer-
dote y la banda de música. La muchedumbre de creyentes procede del pueblo
de Acaspulco —que según dicen es más antiguo que Temastián—, San Felipe,
El Escalón, La Cofradía, Gavilantita, La Soledad, Balcones, La Piedad, Santa
Cruz y Talisverde.
El atuendo es importante para esta danza; calzan huaraches de cuero,
usan calzón blanco, que desde antiguo era ancho y almidonado, llevan camisa
común y corriente. Atada al cuello, una especie de capa que les llega abajo de
la cintura, terminando en forma semicircular. No hay uniformidad en el color,
pero todas van adornadas con espejitos, lentejuela y listones. Asimismo, ade-
lante y atrás, penden de la cintura unos paños rojos. Atado a la cabeza va un
paliacate de igual color.
V ILLA G UERRERO
Villa Guerrero, antes El Salitre, se halla a 416 kilómetros de Guadalajara. En
sus orígenes llevó por nombre Xonacatic, que significa «lugar de cebollas», pero
no de la cebolla comestible, sino de las que comúnmente se les conoce como
«cebolletas», que nacen solas en tiempo de aguas y en lugares cenagosos.
184 D E FIESTA POR J ALISCO
C AÑADAS DE O BREGÓN
Se encuentra limitado al norte por Mexticacán y Jalostotitlán, al sur con Valle
de Guadalupe, al oeste con Yahualica y al este con Jalostotitlán.
Al llegar, el municipio luce como un valle cuyo punto más alto es la torre
de la parroquia de Nuestra Señora de la Luz, que se erige blanca e imponente
sobre el resto del pueblo. La construcción de este templo data del siglo XVIII.
Hay, sin embargo, una construcción más antigua: la plaza de toros Ro-
dolfo Gaona, que se dice fue construida en 1680. De ser cierta tal fecha esta-
mos ante la plaza de toros más antigua del mundo. Lo sorprendente es que
todavía se realizan eventos dentro de ella, lo que nos habla del gran cuidado
que se tuvo al edificarla.
[185]
186 D E FIESTA POR J ALISCO
J ALOSTOTITLÁN
Se encuentra en el corazón de Los Altos, a hora y media de la ciudad de Gua-
dalajara. Su nombre está formado por tres palabras del náhuatl que en conjun-
to significan «lugar abundante en cuevas de arena».
Los jaleños en su mayoría son profundamente religiosos y gustan de
guardar sus tradiciones y celebraciones con celo. La primera celebración del
año es el carnaval. Su origen en Jalostotitlán se da con las tradiciones de los
tecuexes, antiguos moradores de la región.
En la actualidad, como parte de esta fiesta, se realizan importantes co-
rridas de toros, peleas de gallos y presentaciones de cantantes de talla nacio-
nal. Frente al palenque se instala la feria; en ella, niños y jóvenes pueden dis-
frutar de un dulce o divertirse en los juegos mecánicos. Allí se sitúa también la
exposición ganadera, y es posible deleitarse con un cabrito asado en compa-
ñía de la familia.
En el centro de la cabecera municipal de Jalostotitlán hay festejo para
todas las edades, pues frente a los portales se instalan terrazas en las que se
reúnen familiares y amigos para platicar y comer durante la tarde. Las parejas
de novios y los grupos de amigos contratan bandas para que los acompañen
durante la noche, la música se prolonga hasta la madrugada.
Al mediodía del último domingo antes del martes de carnaval comienza
el desfile de carros alegóricos. La gente hace vallas en las banquetas y esperan
ver a la reina que cada año se corona y a las demás candidatas ataviadas con
elegantes vestidos que se pasean en vistosos carros. También desfilan grupos
de bastoneras y de danzantes que realizan su espectáculo frente a los curiosos.
Jalisco, a los Altos del norte 187
M EXTICACÁN
Este municipio, cuyo nombre significa «lugar donde se trabaja a la luz de la
luna» o «lugar donde está el templo para el culto de la luna», se encuentra
cercado por los municipios de Cañadas de Obregón, Teocaltiche y Yahualica
de González Gallo y por el estado de Zacatecas. Durante mucho tiempo fue
disputado por más de un municipio pues ha formado parte de Cuquío,
Teocaltiche e incluso de Nochistlán, Zacatecas.
En su arquitectura se destacan edificios de suma importancia y gran
tradición. Uno de ellos es el templo de san Nicolás, que fue construido hace
Jalisco, a los Altos del norte 189
más de 400 años. También el palacio municipal tiene más de 400 años de
antigüedad. Igualmente, es de gran valor para los habitantes de la población
una capilla que se encuentra dentro del panteón, fue construida en 1863 por
el padre José Villegas, y ha sufrido remodelaciones debido al deterioro del
tiempo.
Entre sus festividades religiosas se encuentran la de san Nicolás, que se
celebra del 2 al 11 de septiembre. También se realiza el 18 de octubre la fiesta
en honor al Sagrado Corazón, imagen de gran importancia en la población.
Fue Mariano de Ávila quien la introdujo en el municipio en 1788 y se colocó
dentro de una custodia de plata para su veneración. En el año de 1909 el Cora-
zón de Jesús fue puesto en una tabla de madera de colorín.
Una de las tradiciones más importantes en Mexticacán es la producción
de paletas de hielo, práctica que, según muchos afirman, nació en 1935 en este
municipio y de ahí ha sido exportada de manera local, nacional y hasta inter-
nacional. Se afirma que fue Genarito Jáuregui quien ingenió la elaboración de
este refrescante producto.
En la actualidad se realizan varios eventos para la promoción de la pro-
ducción paletera, industria en la que participa un sector importante de la po-
blación. Uno de ellos es la «HeladExpo» y otro es la «Feria invernal de la
paleta». Un porcentaje considerable de los mexticaquenses que han salido de
la población llevan consigo la receta original de la elaboración de las paletas.
Al visitar Mexticacán se puede apreciar la plaza con su kiosco en uno de
los lados y frente a él, el palacio municipal. Una escultura con forma de pirá-
mide que culmina en una paleta de hielo se encuentra entre el palacio y el
kiosco, señal innegable de la importancia que este dulce tiene para la pobla-
ción. Es por ello que año con año se celebra la feria dedicada este producto.
Como parte importante del trabajo artesanal que se realiza en el munici-
pio cabe destacar la joyería en oro, plata y cobre. La producción de este lugar
es reconocida en el estado por su calidad y buen gusto.
de sanar, pero cada una de ellas tiene una historia en que la virgen juega un
papel central.
En San Juan se venera también al Santo Niño de Mezquitic, mejor cono-
cido como Niño del Cacahuatito, que día tras día suma más devotos debido a
los numerosos milagros que ha obrado. Su capilla está ubicada a unos 15 mi-
nutos de San Juan de los Lagos, y en ella se resguarda la imagen cuya peque-
ñez dio origen a su mote.
Mientras se recorren las calles del pueblo, es agradable escuchar el acen-
to con el que los sanjuanenses colorean cada una de sus frases al tiempo que
ayudan a todo aquel que se acerque a ellos.
Es indudable que se trata de los municipios más religiosos de Jalisco,
donde la fe de millones de pesonas se dirige a una pequeña figura que los
sanjuanenses resguardan.
S AN M IGUEL E L A LTO
Este municipio se encuentra en el centro de la región alteña. Lo bordean los
municipios de Jalostotitlán, Valle de Guadalupe, Arandas, San Juan de los La-
gos, Tepatitlán y San Julián. En su nombre encierra gran parte de su tradición,
pues recuerda a su patrono san Miguel Arcángel y a la región en la que se
establece, Los Altos jaliscienses.
Su historia se levanta en hermosos edificios que pueblan la ciudad. La
cantera rosada es el material más utilizado en estas joyas arquitectónicas. Uno
de los sitios que no se puede dejar de visitar cuando se llega a San Miguel es el
Centro Parroquial, en el cual se encuentra la parroquia y el santuario de la
Purísima. Al centro se ubica una columna de 21 metros de altura, construida
por Simón Vázquez, que conmemora la fundación del municipio. Al frente de
esta columna se ubica una estatua dedicada a fray Miguel de Bolonia, primer
evangelizador de la región. También digna de apreciación es la Unidad Parro-
quial, que consiste en una obra que consta de oficinas, salones, auditorios,
patios y canchas construidas con estilo colonial.
La belleza no sólo reside en los edificios religiosos, pues la plaza princi-
pal Ramón Corona es un sitio acogedor y lleno de atractivo, en especial por
las áreas verdes y los grandes árboles que lo acompañan. El kiosco al centro,
corona la belleza de uno de los lugares por los que la gente del pueblo suele
192 D E FIESTA POR J ALISCO
pasar. Otro sitio que vale la pena recorrer es el pasaje González Gallo, que
conserva el mismo ambiente de calidez y tradición.
Estos edificios son sólo una pequeña muestra del patrimonio arquitec-
tónico que San Miguel El Alto resguarda, es la razón por la que forma parte del
corredor artístico-cultural de Los Altos, junto con San Juan de los Lagos y
Jalostotitlán.
Motivo de orgullo para los sanmiguelenses es su plaza de toros, que ha
sufrido numerosas renovaciones a lo largo de los años. Su construcción se
realizó en 1841 y desde entonces ha visto desfilar en su ruedo a toreros de
talla internacional.
Ya en la primera mitad del siglo XIX se realizaban corridas de toros y la
tradición continúa hasta nuestros días, esto se debe a la alta calidad del ganado
de la región. Actualmente, septiembre es el mes en el que la gente de San Miguel
El Alto y aquellos provenientes de otros municipios disfrutan del arte taurino.
Del 16 al 30 de septiembre se llevan a cabo las fiestas patronales de San
Miguel, en las que además de corridas de toros se realizan bailes, elección de
reina, eventos artísticos y culturales, juegos mecánicos y pirotécnicos, entre
otras atracciones.
Al salir de la ciudad se pueden encontrar también lugares interesantes
por visitar. Uno de ellos es el cerro de Cristo Rey, en el que se encuentra un
monumento en honor al movimiento cristero. De inigualable belleza es el Sal-
to del Gavilán, cascada de más de 200 metros de altura, lugar de fácil acceso,
pues sólo la separan seis kilómetros de la cabecera municipal.
T EOCALTICHE
Teocaltiche limita al norte con el municipio de Villa Hidalgo y con el estado
de Aguascalientes, al sur con los municipios de Jalostotitlán y San Juan de
los Lagos, al oriente con Encarnación de Díaz y al poniente con el estado de
Zacatecas.
Su nombre significa el «lugar junto al templo». Este municipio guarda el
pasado prehispánico no sólo en su nombre, también en su escudo, que dibuja
el templo y el sitio en el que se ubicó la villa originalmente, el cerro de los
Antiguos; frente a éste se muestra la figura del macahuith que alude a las
culturas prehispánicas que se asentaron en la región.
Jalisco, a los Altos del norte 193
T EPATITLÁN DE M ORELOS
Tepatitlán es, para algunos, el corazón de Los Altos, para otros es la puerta de
entrada a la región. Limita al oeste con los municipios de Cuquío y Acatic, al
norte con Valle de Guadalupe y al sur con Tototlán y Atotonilco El Alto.
Antes, se llamaba San Francisco de Tepatitlán en homenaje a San Fran-
cisco de Asís, que era entonces el patrono de la población. En el presente,
Tepatitlán ya no conserva el nombre del santo, pero sí la devoción por él,
siendo su templo uno de los más bellos de la ciudad. En nuestros días, com-
parte patronazgo con el Señor de la Misericordia, imagen tallada en un encino
que fue descubierta por Pedro Medina en el cerro Gordo en 1837. Pasaron los
años y la cantidad de personas que venían a visitar la imagen era cada vez
mayor, hasta que en 1852 inició de forma oficial el culto y se terminó la cons-
trucción del templo que resguardaría la imagen.
Desde entonces el festejo del Señor de la Misericordia es el más importan-
te de Tepatitlán. Se realiza del 21 al 30 de abril con una serie de procesiones por
los templos más destacados de la ciudad, la gente lo espera varias horas para
acompañarlo con rezos, cantos y vivas. También custodian la procesión bandas
de guerra, danzantes y mariachis. A ellos se unen carros alegóricos que repre-
sentan pasajes bíblicos, así como escenas de la historia de Tepatitlán como el
hallazgo en el cerro Gordo o sucesos de la guerra cristera. Con el fin de visitar la
imagen se realizan varias procesiones de otros municipios, muchas de ellas a
pie y otras, de reciente aparición, en bicicleta. Otras personas emprenden pe-
queñas expediciones al lugar en el que se descubrió la misteriosa figura.
La celebración en sus inicios tenía una orientación meramente religiosa,
pero con el paso del tiempo y el aumento de la afluencia hacia el municipio, se
Jalisco, a los Altos del norte 195
V ALLE DE G UADALUPE
Hay en Los Altos un valle cercado por Jalostotitlán, Cañadas de Obregón,
Yahualica, Tepatitlán y San Miguel El Alto. Para llegar a él es necesario cruzar
un puente que además de ayudarnos a pasar por encima del arroyo «Los Ga-
tos», nos conduce a través de arboledas y campos, pues sumergido en la natu-
raleza se encuentra Valle de Guadalupe.
Ese mismo sendero es una prolongación de una carretera que divide la
cabecera municipal en dos, permitiendo el tránsito de aquellos que van de
Guadalajara a Lagos de Moreno. El municipio nació como una pista de dili-
gencias, que a partir de 1850 empezó a convertirse en la actual cabecera muni-
cipal. El tiempo pasó y el pueblo siguió creciendo hasta alcanzar la categoría
de municipio en 1922.
La carretera que atraviesa la ciudad es también la calle principal del
pueblo y nos conduce hasta la plaza principal. A un costado de ésta se localiza
el templo dedicado a la Virgen de Guadalupe y frente a éste, se encuentra el
edificio que sirvió como Casa de Diligencias, ahora convertido en escuela. Al
frente de la antigua Casa de Posta, se yergue la estatua del fundador y más
grande benefactor de Valle, Lino Martínez.
Detrás de la parroquia se encuentra el palacio municipal con sus bellos
portales y sus jardineras. Un recorrido por estas calles es digno de disfrutarse,
sobre todo si se quiere apreciar el toque tradicional que le dan sus calles em-
pedradas.
De este lugar han salido grandes personas. Uno de los más destacados
vallenses es Silvano Barba, quien dedicó su vida a la política ocupando puestos
de suma importancia, pues fue diputado local, senador, ministro de goberna-
ción, además de dedicar su intelecto al cultivo de las letras. El municipio le
brinda su reconocimiento y agradecimiento a través de un busto en su memoria.
Además de dar su nombre al municipio, la Virgen de Guadalupe es la
festejada de honor a partir del primer día de enero. Ese día se realiza el «Des-
Jalisco, a los Altos del norte 197
V ILLA H IDALGO
Se encuentra situado en uno de los extremos de Los Altos de Jalisco. Lo limi-
tan los estados de Aguascalientes y Zacatecas y el municipio de Teocaltiche.
Debido a su situación geográfica, se convirtió en un sitio por el que los comer-
ciantes de Aguascalientes, Teocaltiche y otras localidades estaban obligados
a atravesar. De ahí le vino el nombre de Paso de Carretas. Después se cambió
su nombre por Paso de Esparza y después por Paso de la Santísima Trinidad
de los Sotos, que se simplificó durante el gobierno de Benito Juárez a Paso de
Sotos. En ese tiempo la localidad debió su nombre a los primeros habitantes
del lugar, tres hermanos con el apellido Soto. Al sur de la población se conser-
va una casa antigua en la que, según la tradición, habitaron los primeros po-
bladores.
198 D E FIESTA POR J ALISCO
veneran. Estas imágenes son recibidas por la gente en medio de danzas, con-
juntos musicales, confeti, y flores.
Una de las imágenes que provoca mayor entusiasmo es la del Señor del
Encino. La tradición cuenta que a mediados del siglo XVIII en la rama de un
encino fue encontrada la imagen de Cristo. Desde entonces la veneración ha-
cia esta imagen ha crecido en forma considerable. Y el crecimiento de su ve-
neración se ha visto representado por el bello templo que en su honor fue
concluido en 1998.
La artesanía en Yahualica es una actividad de mucha importancia. Uno
de los materiales más trabajados es la cantera en todas sus modalidades, dan-
do como resultado creaciones de gran calidad. También se trabajan materia-
les como la piedra de basalto, el cuero, piezas de alfarería, bordados y tejidos.
Por caminos de piedra y casas de adobe
Hay caminos que llevan a cualquier parte. Algunos desérticos o boscosos, otros
tristes, unos más enmohecidos. Hay caminos llenos de magia donde se conju-
ra al pasado en el presente, caminos que llegan a pequeños poblados donde el
candor de la gente y la buenaventura sujetan a quienes los encuentran. Los
sumergen en su mundo y en su realidad, en sus festejos y en sus andanzas, los
contagian de fervor y alegría. Así son los pueblos. Son un altar que venera el
pasado. Un retrato viejo lleno de color y encanto, con rostros colmados de
vida, entusiasmo y sabor.
Jalisco no se concibe desde hace tiempo sin los pueblos que el escritor
Juan Rulfo plasmó con su excelsa pluma. Aunque la capital —Guadalajara—
es una hermosa estadía de cultura y de huellas históricas, en una amalgama
de arte y tradición, no es posible imaginar al estado de Jalisco sin la condición
rural como grito que atrapa a quien conoce un panorama diverso al habitual:
paisajes henchidos de naturaleza, una vasta gastronomía que seduce al pala-
dar más delicado, juegos infantiles en los callejones, veneraciones religiosas y
fiestas profanas que retratan la diversidad del hombre labriego.
Por los caminos del sur de Jalisco se encuentran los municipios de
Tonaya, Tuxcacuesco, San Gabriel, Sayula, Tapalpa, Atemajac de Brizuela,
Zacoalco de Torres, Acatlán de Juárez y Zapotitlán de Vadillo, que integran un
conjunto de pueblos llenos de tradiciones y costumbres enraizadas, que sus-
tentan lo maravilloso que es el desenvolvimiento del ser humano. Estos pue-
blos representan más que una historia, una fortaleza tradicional que no se
sustenta en otros lugares; simbolizan un estandarte de fe, tradición, calidez y
trabajo.
[201]
202 D E FIESTA POR J ALISCO
A CATLÁN DE J UÁREZ
Muy cerca de la gran urbe jalisciense, a no más de media hora de camino, se
encuentra un pueblo que parece estar debajo del mundo. Como si la tierra
misma hubiera hecho un nicho para aves gigantes, Acatlán se encuentra en él.
El pueblo se pinta de colores rústicos, alguno que otro toque de brillantez en
azules, amarillos y verdes para relucir la candidez de los hogares, grandes
casas de adobe surcadas por caminos de piedra, adoquín y en el centro de la
ciudad, pavimento en señal de una prosperidad citadina.
Acatlán de Juárez, antiguamente llamado Santa Cecilia Acatlán, toma su
actual nombre gracias al importante rastro que dejó el benemérito de las Amé-
ricas, Benito Juárez, en su viaje hacia Manzanillo, Colima. Juárez enfermó a
su paso por Acatlán y lo atendieron salvándole la vida. La importancia de di-
cho nombre radica en la hospitalidad que Juárez recibió del pueblo y la grati-
tud que mostró el mismo presidente hacia el lugar. Además, el nombre Acatlán
significa: «lugar de abundancia de cañas». El escudo de Acatlán de Juárez
lleva tres palabras latinas que me dejaron pensando: «Fraternitas, Traditio,
Progresus» (Fraternidad, Tradición, Progreso).
Era medio día y el sol empapaba de sudor los cuerpos cuando llegué a
Acatlán de Juárez. Bajé del camión y lo primero que hice fue dirigirme hacia el
centro para contemplar la esplendidez que había descubierto desde las altu-
ras en el crucero que encauza el camino hasta el pueblo. Caminé hasta un
templo reluciente del que se levantan dos torres que hacen de campanario,
más tarde me enteré que era la parroquia de Santa Ana; el interior está hecho
de piedras labradas con material de la región. La fachada, hermosa, vestida de
blanco, no mantiene un estilo definido. La iglesia fue construida en 1850 por
indígenas sometidos por los gobernantes de entonces.
De ahí caminé a la plaza, donde las personas desde muy temprano pa-
sean. Algunos sentados en las bancas desdoblando noticias del periódico, otros
tantos comprando alguna paleta de hielo o nieve para mitigar el calor y delei-
tar al paladar. Después de sentarme un momento a contemplar el recinto y
escuchar el campanario expresar en melodías un grito insistente de fe, cami-
né sin rumbo para tratar de encontrar algo más que caracterizara a Acatlán.
Nadie puede visitar Acatlán sin deleitarse con su gastronomía: birria de
chivo, carnitas de ternera, frijoles puercos y charros y el tradicional pozole.
Por caminos de piedra y casas de adobe 203
Mucho menos puede dejar de acompañar estos exquisitos platillos sin un buen
ponche de frutas o un «guarapo», que es jugo de caña combinado con otra
fruta. Y de postre, unos riquísimos dulces: encaladas de harina, buñuelos y
ponteduro.
Las tradiciones de Acatlán de Juárez muestran una faceta interesante
del hombre al pasar de los años. El 21 de marzo se celebra al benemérito
Benito Juárez por la importancia y trascendencia que tuvo su paso por este
lugar. Se le hace un homenaje con honores patrios y por supuesto un progra-
ma cultural dentro del Museo de Artes y Oficios.
204 D E FIESTA POR J ALISCO
A TEMAJAC DE B RIZUELA
Atemajac significa «piedra que bifurca el agua», dado este nombre por los
fundadores chimalhuacanos hacia el año 567 d. C. Este municipio es uno en
los que la tradición permanece fuerte y donde las fiestas son un enriquecedor
momento para que los habitantes se solidaricen. La vista es de un pueblo de
calles empedradas que corren como arroyos que van y vienen, calles que su-
ben y bajan, como si terminaran en un cielo cercano.
Las tradiciones que celebra Atemajac de Brizuela se esparcen por el
calendario, todo el año es un reverberar de música, cohetes y encanto entre
los pobladores. El 2 de febrero comienzan los festejos en grande con el Día de
la Candelaria, donde la comunidad realiza un agasajo gastronómico para cum-
plir con la devoción cristiana del 6 de enero en la partida de rosca de reyes.
Corresponde organizar la comida a quienes les tocó «el niño». Muchas de las
veces cierran calles con permiso de las autoridades y las familias colocan el
comedor fuera de sus casas para cenar al aire libre acompañados de un buen
baile. Este mismo día también se celebra a las Talpitas —imágenes de la Vir-
gen de Talpa que en algunos hogares tienen un pequeño altar donde se vene-
ra— con rezos y cánticos religiosos. A las personas que acuden a las casas de
los organizadores se les convidan gorditas de maíz.
En el mes de mayo se celebra al Señor del Ocotito, que es una imagen de
Cristo hecha por la naturaleza de un rayo que se impactó en el tronco de un
árbol de ocote. Misas, alabanza y un sinfín de pirotecnia alumbran las proce-
Por caminos de piedra y casas de adobe 205
siones donde el Señor del Ocotito es la figura principal que es llevada desde
su capilla hasta a la parroquia del centro de Atemajac de Brizuela. El 23 de
agosto se vuelve a conmemorar a esta imagen, donde una peregrinación lo
pasea por las calles del pueblo acompañado de danzas prehispánicas, carros
alegóricos, cohetes, música de la banda municipal y un repique de campanas
que hacen vibrar al pueblo entero.
El 6 de septiembre se recibe a la Virgen de la Defensa. Con gran entu-
siasmo los pobladores de Atemajac de Brizuela acuden al encuentro de la
virgen peregrina que es recibida con aplausos, música, cohetes y un discurso
dado por el sacerdote de la comunidad. Además, en el transcurso de la llega-
da de la imagen celestial se danza, se escenifican cuadros bíblicos en carros
alegóricos, la banda de guerra del lugar atiende con el sonido estridente de
las trompetas y los tambores el paso de la Inmaculada. Se realizan durante
tres días las famosas mañanitas, algunas ceremonias eucarísticas y por la
noche una serenata en la plaza principal. Los hijos ausentes toman un papel
importante para la fiesta, porque se eligen a algunos como mayordomos con
el fin de recabar fondos para la fiesta y el buen recibimiento de la Virgen de la
Defensa.
El 24 de agosto se celebra a san Bartolomé con un festín que consiste en
un peregrinar de la capilla del Señor del Ocotito hasta la parroquia de Atema-
jac de Brizuela. La organización está a cargo de cuatro mayordomos que son
elegidos año con año por el pueblo. Durante el festejo hay una danza muy
especial, la de los sonajeros, en la que bailan al compás de un sonsonete pro-
ducido por las sonajas de los danzantes. Es una fiesta que también amerita la
luminosidad de un castillo y demás fuegos artificiales.
Algunas tradiciones que no son de carácter religioso y que se dan en el
ámbito ganadero es la de «los herraderos», que hacen un comilón en el campo
una vez que se han herrado a los animales recién nacidos. La comida se acom-
paña de música que ameniza la degustación de platillos típicos como: birria de
res, chivo o borrego, tamales, tortas de chinchayote y camarón, móxil, hon-
gos, nopales, atole de masa, chicharrones, menudo y de postre algunas frutas
en almíbar.
También forman parte de este tipo de celebraciones los famosos jaripeos,
que son corridas de toros donde los hombres más valientes montan toros con
206 D E FIESTA POR J ALISCO
el fin de pasar una tarde amena y llena de placer. La cerveza se une a ellos
mientras la música pone a bailar a chicos y grandes en una pequeña plaza de
toros.
C HIQUILISTLÁN
Nace en la geografía jalisciense como si una voz poética anunciara su nombre
y la imaginación comenzara a armar un paisaje nocturno, donde las luces
fluorescentes de las cigarras llovieran sobre los pastizales. Chiquilistlán se
bordea de municipios que tienen una amplia cultura tradicional y costumbris-
ta —Tecolotlán, Atemajac de Brizuela, Ejutla, Tonaya, Tapalpa y Juchitlán—
que engalanan gloriosamente a Jalisco.
Chiquilistlán sobresale también con sus fiestas y tradiciones que visten
de vivo color a un pueblo lleno de riquezas naturales y de humanidad excep-
cional. Fiestas cívicas, profanas y religiosas se realizan en todo el año para
colmar a los chiquilistlenses de un sabor auténtico de algarabía y calidez.
Las celebraciones comienzan el 31 de enero cuando san Juan Bosco es
el centro de atención del pueblo entero. Misas, peregrinaciones, cánticos, co-
hetes y muchos fieles se aglomeran en la capilla con el fin de dar gracias al
santo. Después de la celebración, se hace una comida en la que participan los
hijos ausentes que llegan de diferentes partes, además de devotos de pueblos
circunvecinos que se unen para rezarle. La fiesta se ameniza con música, la
banda municipal recrea un barullo que los chiquilistlenses agradecen para dar
paso a un baile emotivo.
El 4 de octubre se festeja a Nuestra Señora del Refugio, se acostumbra
llevar veladoras y flores al templo. Por la noche la plaza es concurrida porque
la serenata al compás de un trombón, platillos, batería y guitarra amenizan las
vueltas de chicos y grandes alrededor del kiosco. No puede faltar un espectá-
culo de cohetes y demás explosivos que iluminan el cielo en colores llamati-
vos, dejando un olor a pólvora por los andenes de la plaza.
El día 15 de agosto le corresponde la festividad a la patrona del lugar: la
Virgen de la Asunción, que se llena de buenos deseos con varias peregrinacio-
nes en el día. Las mañanitas no faltan con el rosario del alba y la misa matuti-
na. A mediodía hay una peregrinación más en la que participan los hijos au-
sentes que regresan como hijos distinguidos del pueblo. Y por la tarde el gran
Por caminos de piedra y casas de adobe 207
S AN G ABRIEL
San Gabriel, también llamado Venustiano Carranza, se encuentra bordeado
de una serie de cerros llenos de verdor. Su primer nombre es de carácter reli-
gioso, gracias al arcángel Gabriel, que simboliza la anunciación del hijo de
dios; el segundo es debido al personaje revolucionario homónimo. El munici-
pio cuenta con una población aproximada de 13 500 habitantes. Es un munici-
pio que basa su economía principalmente en los cultivos de maíz, frijol, sorgo,
calabaza, chile, pepino, jitomate y garbanzo.
Las fiestas comienzan en enero con la celebración al Señor de la Miseri-
cordia de Amula. Durante nueve días las fiestas patronales invitan a deleitarse
con diversos atractivos tanto religiosos como profanos. Todo comienza con el
alboroto del campanario que mediante un repique anuncia el comienzo de las
festividades. Las peregrinaciones locales recorren las principales calles de San
Gabriel, con una banda que va anunciando a todos la andanza de los devotos.
208 D E FIESTA POR J ALISCO
Los cohetes se disparan al aire haciendo resonar el cielo. Los peregrinos, des-
pués del pequeño recorrido, llegan hasta la parroquia del Señor de la Misericor-
dia de Amula, con el fin de celebrar una eucaristía con la posibilidad de que se
lleven a cabo confirmaciones o primeras comuniones. La fiesta llena de la alga-
rabía rural que sacude a los habitantes, invita a los pobladores de las distintas
regiones de Jalisco a pasar una de las tardes más plenas.
La kermés por la noche pinta de otro tono la fiesta. Papel picado, antojitos
mexicanos, música, confeti, globos, juegos mecánicos y mujeres bonitas vis-
ten de hermosura la plaza principal del pueblo. No podría faltar, sin duda, la
quema de los juegos pirotécnicos; el castillo lleno de colores brillantes ilumi-
na la noche, los buscapiés rondan entre las jardineras y la gente aplaude a
cada fogonazo que se prende sobre la estructura de carrizo; por otra parte la
famosa quema de «toritos» advierte en la gente una sensación de nerviosis-
mo, pues estos recorren todo el jardín y nunca falta un pequeño accidente
donde se pueda prender algún puesto. La fiesta termina el tercer domingo del
mes de enero con la visita del señor obispo de la Diócesis de Ciudad Guzmán
y algunos sacerdotes de otros municipios.
Una vez terminadas las fiestas patronales inician las taurinas el mismo
domingo. Durante nueve días más el pueblo se engalana con celebraciones y
fiestas. Los bailes y las serenatas en la plaza hacen que San Gabriel no guarde
silencio. Por otra parte continúan los juegos mecánicos y los pirotécnicos
para divertir a chicos y grandes en este pueblo lleno de fiesta y religión.
La fama que ha alcanzado San Gabriel a nivel nacional e internacional
guarda mucha relación con la idea de que el escritor jalisciense Juan Rulfo es
originario de ahí. Sus libros retratan ese paisaje rural de Jalisco. Todavía exis-
te una disputa entre los habitantes de San Gabriel y de Sayula por la adopción
de tal personaje.
El municipio también celebra en el mes de septiembre al arcángel san
Gabriel con misas, rezos y una serie de eventos populares. Al igual los actos
cívicos forman parte de la identidad de los pueblos jaliscienses y este munici-
pio no es la excepción, pues se celebran el día de la Bandera, el grito de inde-
pendencia y la revolución mexicana como los más importantes.
Por caminos de piedra y casas de adobe 209
S AYULA
Dista de Guadalajara a 110 kilómetros rumbo a la carretera que va a Ciudad
Guzmán, sentada al pie de la sierra de Tapalpa. Su nombre se deriva de la
voz náhuatl sotyólmet que significa: «a su monarca le picaron las moscas».
La gracia que nos puede retratar esta anécdota queda en la imaginación del
lector.
Sayula tiene celebraciones especiales. Del 1 al 8 de abril se celebra la
Feria Municipal de Ramos con fines comerciales y artesanales, donde expo-
nen maravillosos objetos para su venta al público. Los festejos carnavalescos
se celebran cinco días antes del Miércoles de Ceniza, donde no falta el sabor
que identifica a Jalisco: el jaripeo, peleas de gallos, corridas de toros, bailes,
juegos mecánicos, desfiles y mucha diversión.
El municipio es también reconocido por la leyenda del «ánima de Sayula»:
«cuentan que una noche, en una de las calles de Sayula, a un hombre le pro-
metieron un tesoro. Fue según esto, el diablo. Pero para eso era necesario que
el hombre se resignara a perder la honra. El hombre accedió. Tuvieron un
encuentro sexual. Finalmente el diablo, que no era sino un hombre disfrazado
que regresaba de una pastorela le dijo: ¿a poco creíste que yo era el diablo? Y
se fue riendo a carcajadas».
Igualmente su gastronomía es una exquisitez para quien ama la comida.
Sayula es uno de los grandes productores lecheros de Jalisco, es tan peculiar
distinguir el sabor salado de sus quesos de distintos tamaños y formas: cua-
drados, redondos, ovalados… Es riquísimo disfrutar de las quesadillas hechas
con tortillas a mano acompañadas de una salsa picosita y ¡zas!, los cuadritos
de carnes frías combinados con cachitos de panela, el yogurt, el atole, las
gorditas pellizcadas con un toque de crema, los tamales de requesón y el
jocoque. Y en la cuestión del paladar sensible: el dulce de leche bañado de
alcohol, la famosa cajeta espesita y la charamusca, dulce de leche quemada.
Siguiendo con el paseo gastronómico, existe un platillo exquisito de carne
de gallina llamado cuachala. ¡Es una comida extraordinaria! Se acompaña con
ponche de granada que en conjunto hacen una delicia.
Sayula es un lugar donde las artesanías en acero inoxidable son parte
del centro de atracción. Cuchillos de diferentes formas, grabados en diseños
fantásticos, dagas, espadas enfundadas, machetes y tantos objetos listos para
210 D E FIESTA POR J ALISCO
formar parte quizás de una trifulca de antaño. Los lugares se abarrotan por el
brillo de las armas que no se pueden dejar de contemplar, llevan grabados:
paisajes, animales, figuras humanas, símbolos diversos, y muchos más dise-
ños cubren las cachas de los cuchillos y las espadas.
T APALPA
En las alturas de Jalisco con un olor a rompope, a pino y a frío, Tapalpa levan-
ta la cara al amanecer para recibir un nuevo día. Hoy, día nublado. Después de
recorrer los caminos llenos de verdor, se inició la cuesta para llegar al pueblo.
La humedad que la sierra transpira fortalece los pulmones con el frío peculiar
que hace pensar en una rica taza de café o un delicioso chocolate caliente. Los
pinos desfilando por los costados de la carretera saludan con sus dedos de
alfiler, aún húmedos por el sereno nocturnal.
Tapalpa —llamado antiguamente Tlapálpan— significa «lugar de tierra
de color», interpretado también como «tierra abundante de colores», y por
qué no, un significado más: «tierra alta», éste último por el lugar del relieve en
el que se sitúa. Tapalpa es un pueblo rústico lleno de la viveza de principios
del siglo XX. Sus casas son un verdadero atuendo pueblerino, que caracteriza
y enmarca al municipio: construcciones antiguas de adobe y teja, puertas al-
tas de madera donde aún sobreviven las aldabas y las llaves de hierro hechas
por los herreros. Ventanas enormes también de madera y zaguanes útiles para
las guarniciones de alfalfa para el ganado.
La madera es uno de los principales medios económicos del lugar, es
por ello que muchos de los adornos del municipio son hechos de madera. Este
recurso natural es también de gran utilidad para la elaboración de muebles,
sillas de montar, hasta juguetes bien tallados.
Existen atractivos arquitectónicos que un visitante de estas tierras no
puede dejar de apreciar, tal es el caso de la parroquia de san Antonio de Tapalpa,
construida en 1683, que muestra en una pendiente, un estilo meramente neo-
clásico, con una torrecilla de su lado derecho. También entre las reliquias
arquitectónicas se encuentra una fábrica de papel, que es la primera en su
género en América Latina, construcción realizada en el siglo XIX por ingleses.
Entre las fiestas y tradiciones que expone este municipio se encuentran
las de la Virgen de Guadalupe, que se llevan a cabo en los primeros días del año,
Por caminos de piedra y casas de adobe 211
T ONAYA
Tonaya es, a vista de pájaro, un pueblo rústico de patios grandes y casas con
techos de tejados. Lleno de surcos de piedra que forman las callejuelas en
una especie de serpentinas que desembocan en la parroquia. La plaza justo al
centro, frente a la iglesia, con el kiosco torcido en adornos de hierro. Alrede-
dor las jardineras llenas de flores rojas y violetas; y en las bancas, ancianos
devorando las horas en pequeñas pláticas amenas sobre la juventud y las
lisonjas que tuvieron. Las lomas relucen de verdor. Los cerros bordean el río,
enjaulan el agua y la encauzan cuesta abajo. Desde arriba se ve así, las hileras
infinitas de mezcal en los cuamiles dibujando figuras geométricas: líneas in-
mensas, cuadros de arcilla, triángulos torneados de una especie de cromatis-
mo y cerros repletos que caen como cortinas en punta para embellecer el
panorama.
Agosto es el mes en que las fiestas patronales en el pueblo se llenan de
entusiasmo y fervor. Se celebra a la Virgen de Tonaya, imagen que posa en el
altar de la iglesia del centro, con un vestido azul bordado con flores, postrada
sobre una media luna: extiende los brazos, y serena en el semblante sostiene
la mirada. Su cabello es castaño en caireles sobre sus hombros y en su cabeza
una corona de oro es abrazada de un esplendor que figura el santísimo. Su
novenario va del 7 al 15.
212 D E FIESTA POR J ALISCO
T UXCACUESCO
La canícula cubre todo el llano. Allá a lo lejos, como enterrado se encuentra
Tuxcacuesco. No hay voces. Pareciera sobrellevar el silencio en una tempes-
tad calurosa que atiborra las piedras que van formando el camino. No hay
nadie. El lugar parece tan muerto como si los gritos de los niños se los hubiera
214 D E FIESTA POR J ALISCO
Z ACOALCO DE T ORRES
El municipio de Zacoalco de Torres tiene una historia sustancial desde el nom-
bre que lo representa: «lugar donde se posan las águilas», nombre que emana
un extraordinario sentido cultural lleno de esencias poéticas. Hay dos inter-
pretaciones más a su nombre: «en la pirámide» y «lugar donde está la com-
puerta o el encierro», significados que tratan de ensalzar a un pueblo de ca-
racterísticas peculiares.
El lugar toma su actual nombre gracias a un insurgente que luchó incan-
sablemente por la libertad de su país: José Antonio Torres, llamado «el amo»
Torres. Una batalla en contra de los realistas bastó para que este personaje
trascendiera en la historia de un pueblo como Zacoalco.
Así como en todos los pueblos, Zacoalco de Torres alberga una identi-
dad cultural en sus fiestas y tradiciones. ¿Qué sería de un pueblo sin la esen-
cia viva de un origen, una deidad o una emancipación a lo rutinario? En este
pueblo las fiestas toman un fulgor como en tantos otros: celebraciones cívi-
cas, religiosas y profanas.
El 12 de enero se festeja a la Virgen de Guadalupe con una visita de
todos los pobladores a la Capilla del Cerrito. En ese lugar se adora a una ima-
gen que perteneció a una familia humilde y que posteriormente fue obsequia-
da al señor cura Vélez, quien la bendijo y la mandó retocar dándole un aspecto
más moreno. La fiesta dura todo el día, con música, cohetes y ceremonias
religiosas.
El primer domingo de febrero el pueblo recibe las visitas de los hijos
ausentes, que se reencuentran con sus familiares y las sensaciones que aban-
donaron durante mucho tiempo. Los hijos ausentes tienen un lugar privilegia-
do en el municipio, pues ellos son el sostén principal del pueblo, con los envíos
de dinero a sus familiares; hombres y mujeres desde lejos o de pueblos cerca-
nos llegan a Zacoalco de Torres para participar en el peregrinaje hacia la Capi-
lla del Cerrito, donde la Virgen de Guadalupe yace en un pequeño altar al que
gustosos acuden para hacerle peticiones y darle gracias por las fortunas que
216 D E FIESTA POR J ALISCO
Z APOTITLÁN DE V ADILLO
Como si el Nevado y el volcán de Colima hubieran creado un nicho entre am-
bos, ahí se encuentra Zapotitlán de Vadillo. Entre leyendas sumergido, el pue-
blo se engalana con una serie de eventos culturales que sólo reflejan la esen-
cia de las tradiciones rurales. El río Armerías como una falda viste el lugar
con transparencia y frescura, además de la musicalidad del agua chocando
contra las piedras. Entre el frío y el calor de los colosos, Zapotitlán, llamado
«lugar de zapotes o entre zapotes», pinta su silueta en un lienzo que cambia
sus formas día y noche.
Las fiestas reflejan la espiritualidad de los habitantes del municipio. Las
celebraciones son un agasajo cultural que llenan de vida al pueblo. Festejos
religiosos en su mayoría exponen la fe de la gente y abren la cortina que deja
ver la esencia de Zapotitlán de Vadillo.
Las celebraciones comienzan desde enero: del 1 al 14 la Virgen de Guada-
lupe ocupa la atención total de sus pobladores. Un desfile de niños vestidos de
Por caminos de piedra y casas de adobe 217
ángeles que van montados en burros abren los festejos religiosos. Peregrina-
ciones, carros alegóricos y misas por la mañana se encargan de unir a la gente
con el fin de expresar todo su amor y fe a la Guadalupana. Al atardecer se
realizan bailes y corridas de toros, y en la plaza una serenata a cargo de alguna
banda de la región ameniza el paseo de los comensales mientras degustan
antojitos típicos de la gastronomía mexicana. Para el deleite de los más chicos
se encuentran los juegos mecánicos y, por supuesto, los cohetes y la quema de
un castillo que ilumina los rostros de los espectadores emocionados.
El 6 de enero se celebra la venida de los Reyes Magos con una andanza
por las calles céntricas del pueblo, donde se pasea al Niño Dios y se da por
terminada la Navidad. La escenificación de unos pastores que arrean ovejas y
la de los Reyes Magos ofreciendo regalos al Salvador, muestran el lado fervo-
roso de los zapotitlenses.
El 12 de enero existe una costumbre llamada «la entrada de leña», don-
de pobladores del municipio llevan a sus animales cargados de leña para ha-
cer quema de ella en cada una de las esquinas de la plaza céntrica de Zapoti-
tlán de Vadillo. Dicha costumbre tiene su origen porque alguna vez el lugar se
quedó sin luz y toda la gente se unió llevando leños para iluminar la plaza.
San Isidro Labrador es celebrado el 15 de mayo con una misa para la
bendición de las cosechas, de los animales del campo y los utensilios de
siembra.
San Antonio es conmemorado el 13 de junio con bailes en los que par-
ticipan las mujeres solteras con la intención de pedirle al santo algún novio o
esposo. La música que engalana esta fiesta son los acordes de un par de
violines que encienden el espíritu de las mujeres y la esperanza de encontrar
al amor.
El 22 de julio se celebra a santa María Magdalena, que es la patrona del
pueblo. Desde nueve días antes del gran festejo —en el novenario— la gente
acude a los rosarios y misas de alba, así como a las peregrinaciones. Asisten
tanto de los pobladores de Zapotitlán como de otros lugares circunvecinos
que van a rendir tributo a la patrona del municipio, llevando despensa y ani-
males como donativo para la iglesia. El acompañamiento de una celebración
como ésta es, sin duda, la noche y la luminosidad de los juegos mecánicos y
los fuegos artificiales.
A san Juan se celebra el 24 de junio y a san Pedro el 29 del mismo mes,
donde por la noche una verbena popular agasaja a los zapotitlenses.
Algunas celebraciones más como el Día de la Bandera, el natalicio de
Benito Juárez, Día de Muertos, el Día de la Independencia, la Revolución Mexi-
cana y Navidad, que dan a Zapotitlán de Vadillo un lugar privilegiado en los
municipios de todo Jalisco en cuanto a las fiestas y tradiciones que hablan de
una cultura sólida.
De Acatic a Zapotlán del Rey
Paulo Verdín
L A V IRGEN DE A TENGO
La palabra Atengo tiene su raíces en el náhuatl. Atl: agua. Tendli: orilla o labio
y co: lugar; que conjuntamente significan «en la orilla del agua», «lugar situa-
do al borde del río» o «en la ribera». Este poblado se encuentra a 142.9 kiló-
metros de Guadalajara y colinda al norte con los municipios de Mixtlán, Gua-
chinango y Ameca; al sur con los de Cuautla, Ayutla y Tenamaxtlán; al este
224 D E FIESTA POR J ALISCO
Sus fiestas más importantes celebradas a lo largo de cada año son las
siguientes: las de la inmaculada, las de san Miguel Arcángel, las de la Virgen
de Guadalupe, las de Navidad con sus tradicionales posadas, del 16 de sep-
tiembre, y las de cada templo o ermita construidos en el poblado.
Aunque san Miguel Arcángel es el patrono del pueblo, la fiesta más impor-
tante está dedicada a la inmaculada Virgen de la Concepción, cuyas alabanzas
se viven en el pueblo el 8 de diciembre de cada año. En su fiesta se reza por la
mañana el rosario de aurora en un recorrido por las calles. En las tardes hay
peregrinaciones, el rezo de la novena y la misa de función. En la noche los veci-
nos se reúnen para saborear un buen ponchecito caliente. En estas fiestas, las
calles se llenan de lazos con papel de china, adornos con flores y guías de plan-
tas verdes para recibir a la imagen de la inmaculada que lleva el pueblo en andas
con las mañanitas, alabanzas, rezos, cohetes y repiques de campanas. Asimis-
mo, las bandas y mariachis ambientan con su música el recorrido.
Las fiestas a san Miguel Arcángel se llevan a cabo del 21 al 29 de diciem-
bre. En ellas hay novenario, procesiones, eventos sociales y recreativos. Ade-
más de serenatas, juegos pirotécnicos y mecánicos. La leyenda cuenta que
hace muchos años, los pobladores de Atotonilco, amenazados por algunos
pueblos indios, se encomendaron a su santo patrono, el cual los protegió y
estos en agradecimiento aumentaron su devoción y amor a su imagen.
do entre pequeños arroyos. Las más importantes son las de santo Santiago
Apóstol, las fiestas taurinas, las ramadas de Talpita y desde luego, las fiestas
cívicas de carácter patriótico.
Santo Santiago es el patrono protector de los cuautlenses. La leyenda
cuenta que debido a la enemistad que antaño existía entre Ayutla y Cuautla, los
primeros decidieron ir a incendiar el pueblo junto con los de Sayula. Los cuaut-
lenses, viéndose en desventaja ante un ejército tan numeroso, se encomendaron
a su santo protector, quien apareció frente a los enemigos en un hermoso caba-
llo blanco luciendo una brillante espada y encabezando un enorme batallón.
Por lo anterior, el 25 de julio lo celebran con fiestas en el pueblo, que
comienzan desde el 16 julio. En la víspera del novenario, un día antes de que
comiencen las fiestas, santo Santiago es sacado de la iglesia para su primera
peregrinación y velación. Repican las campanas del templo en su honor.
En los días consecutivos, el santo es llevado a distintas casas de barrios
y ranchos para ser velado. Al día siguiente se moviliza la peregrinación hacia
al templo para alcanzar misa de mediodía. Las personas que velan al santo en
su hogar, reciben el nombre de cultantes; y son ellas las que asumen todos los
gastos para embellecer la fiesta del día que les corresponde, con carros
alegóricos, cohetes, castillos y hasta con charros a caballo.
En la plaza se organizan terrazas por las calles Hidalgo —la entrada prin-
cipal— e Ignacio Zaragoza, donde se pueden encontrar puestos de cerveza,
comida, ropa y algunos juegos tradicionales de las ferias, como el tiro al blan-
co. Todo esto mientras tocan los mariachis, bandas y tamboras que inician la
serenata y el baile en la plaza.
Las fiestas taurinas son en diciembre, por lo general empiezan del 17 al
20 según la fecha que la presidencia municipal determine como el inicio, pero
deben estar contemplados los días 24 y 25 de diciembre dentro de los 8 ó 10
días de duración que tienen estas fiestas.
El primer acto que se realiza en estas fiestas es la bienvenida para los
que traen los toros, que pueden ser de un pueblo vecino o un rancho cercano.
Se les recibe en la calle principal y de ahí se les acompaña a la plaza. De mane-
ra similar a las fiestas de santo Santiago, se colocan terrazas donde se ofrece
a los invitados en general, comida y bebida gratis. En tanto que las bandas
difunden el ambiente musical por el entorno.
De Acatic a Zapotlán del Rey 227
L A T RADICIÓN DE T EUCHITLÁN
En el municipio de Teuchitlán se encuentra el origen de la más importante
civilización prehispánica de occidente. Se extendió por la región Valles, que
comprende desde el municipio de Tala hasta llegar al de San Marcos. Su sin-
gular arquitectura influyó en siglos posteriores a culturas nativas que habita-
ban los actuales estados de Colima, Sinaloa y Zacatecas. Por tal motivo, histo-
riadores y arqueólogos decidieron llamar a estas huellas primigenias como
«la tradición Teuchitlán».
Teuchitlán deriva de la voz Teotzitlán o Teutzitlán que tiene distintas
acepciones: «lugar del dios viejo», «lugar del primer Ehécatl», «lugar dedica-
do al dios reverenciado», y según el dicho de algunos, «lugar de la máxima
sabiduría».
Se localiza al oeste de la ciudad de Guadalajara, a escasos 60 kilóme-
tros, siguiendo la carretera que lleva al ingenio de Tala y a la ciudad de Ameca.
Después se toma la desviación a la derecha por la carretera que conduce a los
poblados de Ahualulco de Mercado y Etzatlán.
El pueblo es bello, pequeño y pintoresco. En él se percibe una vaga sole-
dad que se llena por la presencia de turistas que llegan tanto del interior del
estado como de diversas partes de la República y el mundo, a apreciar el mís-
tico centro ceremonial prehispánico de los Guachimontones.
A comparación de otros pueblos, el templo parroquial no se encuentra
ubicado en los costados de la plaza, sino a tres cuadras de la misma. Este
monumento sagrado está dedicado al patrono del pueblo: el Señor de la As-
De Acatic a Zapotlán del Rey 229
censión. Su fiesta es en mayo y en fecha móvil, depende de los días en los que
comience la Semana Santa.
La fiesta inicia con un desfile de apertura; participan el ayuntamiento, los
pescadores, las escuelas y el público en general. El repique de alba es a las cinco
de la mañana anuncia el comienzo de las fiestas y convoca a los teuchitlenses a
la iglesia para entonar alegremente las mañanitas a su santo patrono.
La Ascensión del Señor se festeja el día jueves y el domingo, en los que
el cristo es sacado al pueblo en peregrinaje. En las festividades hay serenatas,
castillos, cohetes, danzas autóctonas, bandas de guerras y diversas peregrina-
ciones que acuden a Teuchitlán desde diversas partes de Jalisco y de la Repú-
blica, en especial de Nayarit.
La imagen del cristo fue elaborada en Michoacán con pasta de caña y
data del siglo XVI. Curiosamente, esta imagen no coincide con la representa-
ción de la ascensión del Señor sino, por el contrario, con la crucifixión. Por tal
motivo, la iglesia del pueblo mandó hacer una imagen que representara este
episodio bíblico, pero los habitantes fieles al cristo crucificado siguieron ve-
nerando a su Cristo plasmado en la cruz como el Señor de la Ascensión.
Una tradición exótica y significativa de esta población es el Festival de
la Rana que se realiza el 13 de septiembre dentro del período comprendido
por las fiestas patrias. En él hay exposiciones de ranas de todo tipo (barro,
madera, peluche y otros materiales) y las muestras de degustación con an-
cas de rana, que es uno de los platillos típicos y más cotizados del lugar.
El 14 de septiembre se celebra el día de los charros, quienes festejan
con misa, música, desfile, convivencia y una tradicional «yeguada». El día 15
se realizan honores a la bandera, el grito de independencia y algunas otras
actividades culturales como la elección y desfile de reinas de Teuchitlán.
En diciembre se celebra durante nueve días a la Virgen de Guadalupe en
el santuario dedicado a esta Virgen morena. Se le festeja con misas, las maña-
nitas y peregrinaciones. Su imagen es llevada a los distintos barrios cada día
después de la misa, los cuales la reciben de manera cordial y realizan varios
convivios en su honor, donde cada comensal lleva su propia comida. Asimis-
mo, cada tarde se le reza el rosario de ofrenda de flores.
No pueden dejar de visitarse en el pueblo los Guachimontones, el famo-
so centro ceremonial distintivo de este sitio y del occidente de México. Su
230 D E FIESTA POR J ALISCO
nombre proviene, según Phil Weigand (descubridor de este espacio), del ná-
huatl huaxe, que significa guaje y del castellano «montón». Por lo que literal-
mente Guachimontones significa «lugar de guajes» o «montón de guajes».
Lo que caracteriza a este lugar, a diferencia de los demás sitios arqueo-
lógicos del país, es su peculiar estilo arquitectónico, que consiste en grandes
edificaciones en formas de círculos concéntricos (pirámides circulares), se
aparta de las tradicionales pirámides cuadrangulares del centro y sur de Méxi-
co. Además, cuenta con juego de pelota y plazas rectangulares con más de dos
mil años de antigüedad.
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Calendario de fiestas de Jalisco 237
E NERO
Municipio Fecha Nombre de la Fiesta
Concepción de Buenos Aires 1 al 14 de enero Virgen de la Inmaculada
Concepción
El Grullo 1 al 25 de enero Fiestas patronales de la
Virgen de Guadalupe
Valle de Guadalupe 1 al 13 de enero Virgen de Guadalupe
Zapotitlán de Vadillo 1 al 14 de enero Fiestas Guadalupanas
Santa María del Oro 3 al 12 de enero Santa María del Oro
Temastián (Totatiche) 3 al 12 de enero Señor de los Rayos
Arandas, 4 al 12 de enero Fiestas patronales de la
Cabo Corrientes, Virgen de Guadalupe
Tapalpa
Zapotitlán de Vadillo 6 de enero Peregrinación de los Reyes
Gómez Farías Domingo anterior al San Sebastián
10 de enero, el 11 inicia
el novenario
Tizapán el Alto 10 al 22 de enero Recibimientos
Techaluta de Montenegro 11 al 20 de enero San Sebastián Mártir
Capilla de Guadalupe 12 de enero Virgen de Guadalupe
Mixtlán 12 al 20 de enero San Sebastián Mártir
San Sebastián del Oeste 12 al 20 de enero Fiestas patronales de
San Sebastián
Atengo 14 al 20 de enero Feria Regional
San Juanito de Escobedo 16 al 18 de enero Aniversario de la
Coronación de la
Virgen del Pueblito
1
Este calendario expone las diversas festividades principales que se realizan durante el año en
Jalisco. No es exhaustivo ya que para serlo habría que incluir todas las celebraciones de los barrios,
delegaciones y rancherías de Jalisco.
238 D E FIESTA POR J ALISCO
F EBRERO
Autlán 10 días antes del Carnaval Taurino
miércoles de ceniza
Amatitán 3 días antes del Carnaval
miércoles de ceniza
Ameca 10 días anteriores al Carnaval
martes de Carnaval
Chapala, Martes de Carnaval Carnaval
Etzatlán,
Jalostotitlán
240 D E FIESTA POR J ALISCO
M ARZO -A BRIL
Lagos de Moreno Todo el mes de marzo Aniversario de la ciudad
Acatlán de Juárez 1 de marzo Benito Juárez
Calendario de fiestas de Jalisco 241
M AYO
Bolaños 1 de mayo San José Obrero
Colotlán 1 al 7 de mayo Feria Nacional del Pitiado
Jilotlán 1 al 8 de mayo San Miguel Arcángel
Ojuelos 1 de mayo San José
Tomatlán 26 de abril al 10 de mayo Las fiestas Charro Taurinas
Calendario de fiestas de Jalisco 243
J UNIO
Puerto Vallarta 1 de junio Día de la Marina
Cabo Corrientes 1 de junio Día del Marino
Ameca (San Antonio Matute) 3 de junio San Antonio Matute
Etzatlán Junio Corpus Christi
Jamay Segunda semana Corpus Christi
Tapalpa, Tuxcacuesco 5 al 13 de junio San Antonio
Bolaños, San Julián 13 de junio San Antonio
El Arenal 24 de junio Día de San Juan
Mezquitic 24 de junio San Juan Bautista
Tizapán el Alto 26 de junio Santa Ana
El Arenal, Tlaquepaque 29 de junio San Pedro
Calendario de fiestas de Jalisco 245
J ULIO
Municipio Fecha Nombre de la Fiesta
Jocotepec, Tizapán el Alto 4 de julio Virgen del Refugio
San Julián 4 de julio Fiestas de Veredas
Mazamitla Segunda semana San Cristóbal
Ixtlahuacán de los Membrillos 11 de julio Romería a La Cañada
Ixtlahuacán de los Membrillos 16 de julio Romería de Buenavista a
Ixtlahuacán
Jamay, 22 de julio Santa María Magdalena
Magdalena,
Zapotitlán de Vadillo
Magdalena Segunda quincena Feria del Ópalo
Cuautla 16 al 25 de julio Fiesta de Santo Santiago
Apóstol
Ixtlahuacán de los Membrillos 25 de julio Fiesta de Santo Santiago
Pihuamo,
Tomatlán, Apóstol
Tonalá,
Santiago Tlatelolco (Colotlán)
Acatlán de Juárez 26 de julio Santa Ana
A GOSTO
Lagos de Moreno 29 de julio al 8 de agosto Fiesta de Nuestro Padre
Jesús
Etzatlán Agosto Baile del Nardo
Colotlán 1 al 10 de agosto Fiestas de San Lorenzo
Tolimán 6 al 15 de agosto Fiesta en honor a la
Virgen de la Asunción
Zacoalco de Torres 6 de agosto El Señor de la Salud
Tonaya 7 al 15 de agosto Virgen de Tonaya
Bolaños 8 de agosto Fiesta del Padre Jesús
Colotlán 10 al 19 de agosto San Luis Obispo
Juchitlán 12 y 13 de agosto Nuestra Señora del
Tránsito
246 D E FIESTA POR J ALISCO
S EPTIEMBRE
Colotlán 1 al 10 de septiembre San Nicolás Tolentino
Unión de San Antonio 1 de septiembre Paseo a La Mesita,
a ver a la Santa Cruz
San Gabriel Septiembre San Miguel Arcángel
Tonila 1 de septiembre Nuestra Señora de
los Remedios
Mexticacán 2 al 11 de septiembre San Nicolás Tolentino
Santa María de los Ángeles Primer y segundo sábado Feria Anual
Mascota 7 al 16 de septiembre Nuestra Señora de
los Dolores
Atoyac 8 de septiembre La Virgen María
Cuautitlán de García Barragán 8 de septiembre Feria de Nuestra Señora
de la Natividad
Santa María de los Ángeles 8 de septiembre Santa María de los Ángeles
Techaluta de Montenegro 9 al 16 de septiembre Feria Taurina
La Barca 10 de septiembre San Nicolás Tolentino
Calendario de fiestas de Jalisco 247
O CTUBRE
Huejúcar 25 de septiembre al Feria Regional y Fiesta de
4 de octubre San Francisco de Asís
Totatiche 29 de septiembre al Fiestas de Nuestra Señora
7 de octubre del Rosario
San Sebastián del Oeste 31 de septiembre al Fiestas de la Virgen de
7 de octubre El Real Alto
Chapala, 4 de octubre San Francisco de Asís
Tizapán el Alto,
Zacoalco de Torres
Talpa de Allende 5 al 7 de octubre Nuestra Señora del
Rosario de Talpa
Colotlán Primer domingo Virgen del Rosario
Calendario de fiestas de Jalisco 249
N OVIEMBRE
Puerto Vallarta Noviembre Torneo Internacional
del Pez Vela
Teocaltiche 1 al 11 de noviembre Virgen de los Dolores
Puerto Vallarta 1 de noviembre Día de Todos los Santos
Puerto Vallarta, 2 de noviembre Día de los Fieles Difuntos
San Martín de Bolaños,
Villa Guerrero
San Martín Hidalgo 2 al 11 de noviembre San Martín Obispo
250 D E FIESTA POR J ALISCO
D ICIEMBRE
Puerto Vallarta 31 de noviembre al Virgen de Guadalupe
1 de diciembre
Ixtlahuacán de los Membrillos diciembre Pastorelas y ceremonia
de Acción de Gracias,
Fiestas de Nuestra Señora
de Guadalupe y
la Inmaculada Concepción
de María
Tuxpan diciembre Danza de los Paixtles y
de los Moros
Degollado 1 al 12 de diciembre Virgen de Guadalupe
Tecalitlán 1 al 13 de diciembre Virgen de Guadalupe
Cuautla 17 al 20 de diciembre Fiestas Taurinas
Zapotiltic 1 al 31 de diciembre Virgen del Sagrario
Mascota 2 al 12 de diciembre Virgen de Guadalupe
Calendario de fiestas de Jalisco 251
Diseño editorial: Avelino Sordo Vilchis ~ Composición tipográfica: R AYUELA , DISEÑO EDITORIAL ~
Portada: Carnaval (1899) de José Jara (1867-1939) ~ Fotografías: Marta Heredia Casanova [p. 46], Luis
Ku [p. 4], archivo [p. 20] ~ Cuidado del texto: Víctor Arroyo Domínguez ~ Fotocomposición: E L I NFOR -
MADOR
DE FIESTA POR JALISCO
De fiesta por Jalisco es una compila-
ción en la que participan una investi-
gadora que cuenta con una sólida tra- alisco es tierra rica en fiestas, danzas, música, y todo tipo de
DE FIESTA POR JALISCO
yectoria en el estudio del tema —Mar-
tha Heredia Casanova— y un grupo de
J expresiones artísticas populares. La fiesta popular dispone el ca-
lendario de los habitantes de los pueblos: forma el espacio donde se
INDUMENTARIA TRADICIONAL DE JALISCO
FIESTAS Y TRADICIONES DE JALISCO
El pueblo jalisciense danza al son de cuer-
estudiantes de letras que —coordina- das, vientos y tambores; pinta con esos
dos por Silvia Quezada— tuvieron un comparte el baile, la comida, la música, los atuendos tradicionales y colores que la luz del sol matiza según su
acercamiento directo al calendario fes- toda su belleza, y en ese momento es cuando vale la pena congregar curso por el cielo; crea conocedoras y
tivo de Jalisco y que han participado a familiares, amigos, visitantes, sin importar la distancia que nos se- anecdóticas expresiones en su lenguaje;
intensamente en estos ámbitos, lo que para. Por tanto, no se puede hablar de las danzas y de los vestidos cocina deliciosos platillos surgidos de su
les posibilita escribir en y desde estas jaliscienses si no es dentro de un ámbito festivo de desmedido ánimo entorno ecológico, cree y recrea leyendas
expresiones de las culturas populares profano, de cívica algarabía o de solemnidad religiosa. inauditas que son parte de nuestra histo-
contemporáneas. ria; juega y se divierte de mil e inimagina-
bles maneras; elabora vasijas y figuras
con el barro que viene del suelo húmedo,
tiene fe y virtudes inspiradas en sus devo-
ciones, y consta de identidades que con-
forman un panorama social diverso. En
fin, en los pueblos, en las cuevas, en las
cañadas, en las calles, en los barrios, en
los campos, nuestras culturas populares
de Jalisco están vivas, latiendo y asomán-
dose a los cambios que están por venir.
La colección Las Culturas Popula-
res de Jalisco es un esfuerzo comparti-
do por distintas instituciones académi-
cas, investigadores y la Secretaría de Cul-
tura de Jalisco, que busca registrar, difun-
dir y reconocer este Jalisco pluricultural,
que no siempre ha sido el mismo, sino que
siempre vuelve para ser otro, más com-
plejo, más sorprendente.
13