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TED CHIANG

Exhalación
TRADUCCIÓN DE RUBÉN MARTÍN GIRÁLDEZ
EL GRAN SILENCIO

Ios humanos se sirven de Arecibo para buscar vida inteligente


e x t r a t e r r e s t r e .
Su deseo de lograr un contacto es de tal
magni-
tud que han creado una oreja capaz de oir lo que pasa en la otra
punta del universo.

Pero mis companeros papagayos y yo estamos aqui. / Por


interesa e s c u c h a r nuestras voces?
gué
qué
no les
Somos una especie no humana capaz de comunicarnos

con ellos. Acaso no somos exactamente lo que los humanos


están b u s c a n d o ?

El universo es tan vasto que s i n duda tiene que haber surgido


vida inteligente muchas veces. El universo es, además, tan an-
haberle dado tiem-
tiguo que a una especie tecnológica podría
po incluso de llenar la galaXia. Sin embargo, no hay señales de
salvo e n la lierra. Los humanos llaman
vida en ninguna parte
a esto paradoja de Fermi.
la
Una solución propuesta a la paradoja de Fermi es que las
tratan activamente de ocultar
pre- su
especies inteligentes
sencia para evitar convertirse en el objetivo de invasores

hostiles.
Como miembro de una especie que los humanos han con-
ducido a la casi total extinción, puedo atestiguar que es una es-

trategia astuta.
Tiene sentido quedarse en silencioy evitar llamar la aten

La paradoja de Fermi se conoce a veces como el Gran Si-


encio. El universo deberia ser una cacofonía de voces y, sin
cnargo, está desconcertantemente silencioso.
Algunos humanos teorizan que las especies

se extinguieron antes
Si están en
de lograr expandirse porol
lo cierto, entonces la calma del
is.PaClo
ntpacio
eligentexes
ex
terior.

nocturno es el silencio de u n cementerio. namento


Hace cientos de ano8, mi lamilia era tan abund.
undante
bosque Rio Abajo retumbaba con nuestras voces AL. que el
ticamente hemos desaparecido. Pronto esta selva t Ahora práac
silenciosa como el resto del universo. tan

Hubo una vez un papagayo gris alricano llamado Alex. Erafla


moso por sus capacidades cognitivas. Famoso entre los huma
nos. me refiero.
Una investigadora humana llamada Irene Pepperberg se
pasó treinta años estudiando a Alex. Descubrió que éste no
sólo sabía palabras para nombrar formas y colores,
sino que
realmente comprendia los conceptos de forma y color.
Muchos cientificos fueron escépticos ante la
posibilidad
de que el ave captara conceptos abstractos. A los humanos les
gusta pensar que son únicos. Pero al final Pepperberg los con-
venció de que Alex no se limitaba a
repetir palabras, sino que
comprendia lo que estaba diciendo.
De todos mis primos, Alex fue el que estuvo más cerca de ser
tomado serio como interlocutor por parte de los humanos.
en

Alex murió
repentinamente, cuando era relativamente
joven. La tarde antes de morir, Alex le dijo a Pepperberg: « u
es buena. Te
quiero».
SI los
humanos buscan un contacto con una inteligene
no
humana, qué más pueden
pedir?
Ldda
papagayo tiene un canto único que utiliza para identili
Carse; 108
biólogos se refieren a esto como el «canto ude corte
jo> de los
papagayos.
Dn a r a emitir un
1974. los astrónomos usaron Arecibo para c
mensaje al espacio exterior que d e manifiest
pretendía poner a
lainteligencia.humana. Aquél fue el canto de cortejo de la hu-
manidad.

En la naturaleza, los papagayos se dirigen unos a otros por


l nombre. Un ave imita el canto de cortejo de otra para llamar
Su atención.

humanos detectan algún dia que el


si los
ciho llega devuelto a la Tierra sabrán
mensaje de Are-
que alguien intenta cap-
tar su atención.

Los papagayos somos


aprendices vocálicos:
podemos aprender a
hacer nuevos sonid0s una vez los
hemos oído. Es una habilidad
que pocos animales poseen. Un
perro puede llegar a entender
docenas de órdenes,
pero nunca será capaz más que de ladrar.
Los humanos también
eso en
aprendices vocálicos. Tenemos
son
común. De manera que los humanos
y los papagayos
comparten una relación especial con el sonido. No nos limita-
mos a
pegar chillidos. Pronunciamos. Enunciamos.
Quizá por eso los humanos construyeron Arecibo de esa
manera. Un receptor no tiene
por qué ser un transmisor, pero
Arecibo es ambas cosas. Es una
oreja para escuchar y una boca
para hablar.

Los humanos llevan conviviendo con los papagayos miles de


anos y sólo en los últimos tiempos se han planteado la posibi-
lidad de que seamos inteligentes.
Supongo que no es culpa suya. Nosotros los papagayos pen-
sábamos que los humanos eran brillantes. Cuesta encontrarle
sentido a un comportamiento tan diferente del de uno mismo.
Pero los papagayos son más parecidos a los humanos de
10 que cualquier especie extraterrestre lo será, y los huma-
nos pueden observarnos mas de cerca: pueden mirarnos a los

ojos. Cómo esperan reconocer


una inteligencia alienígena si
no son capaces más que de escuchar a hurtadillas a centenares

distancia?
de años luz de
No es ninguna coincidencia que <aspiración» signifi.
O

mismo tiempo tener esperanza y el acto de respirar que al


Cuando hablamos, usamos el aliento de
nuestros pulm
nes para darle a nuestros pensamientos una forma físicaImo-
os
sonidos que emitimos son simultaneamente nuestras
ciones y nuestra fuerza vital. nten-
Hablo, luego soy. Los aprendices vOcálicos, como los na.
pagayos y los humanos, somos tal vez los ünicos que compren-
demos del todo la verdad que hay en esto.

Dar forma los sonidos con la boca tiene algo placentero. Es


a

tan primario y visceral que, a lo largo de la historia, los


huma-
nos han considerado esta actividad una senda hacia lo divino.
Los místicos pitagóricos creían que las vocales
represen-
taban música de las esferas, y salmodiaban para extraer po-
la
der de ellas.
Los cristianos pentecostales creen que cuando hacen uso
de lo que llaman <don de lenguas> están hablando el idioma
que emplean los ángeles en el cielo.
Los brahmanes creen que al recitar mantras refuerzan
los ladrillos que construyen la realidad. Sólo una especie de
aprendices vocálicos atribuiría tanta importancia al sonido en
sus
mitologías. Nosotros los papagayos sabemos valorarlo.

Según la mitología hindú, el universo fue creado con un sonl


do: Kom>, Es una sílaba que contiene en su interior touo
que siempre fue y ha sido.
Cuando el telescopio Arecibo se orienta hacia el espacio
entre las estrellas, oye un leve canturreo.
AEsto, lo8 astrónomos lo llaman el fondo de microonda
Cósmico. Es la radiación residual del Big Bang. ón
la explos
que creó el universo hace catorce mil millones de
anos
Fero también podemos considerarla como una reverbe-
a p e n a s audible de aquel <om> original. Esa silaba era
dn
retumbante que el cielo nocturno seguirá vibrando mien-
tras dure el
universo.
a n d o Arecibo no está escuchando otra cosa, escucha la
voz de la
creación.

NOsotros los
papagavos portorriqueños tenemos nuestros
propios mitos. Son más simples que la mitología humana,
pero yo creo que a los humanos les
agradarian.
Ay, nuestros mitos se están perdiendo a medida que mi
especie desaparece. Dudo que los humanos lleguen a descifrar
nuestro idioma antes de que nos
hayamos esfumado.
De modo que la extinción de mi
especie no sólo supone
la pérdida de un grupo de aves. Significa también la
desapari
ción de uestro idioma, nuestros rituales, nuestras tradicio-
nes. Significa el silenciamiento de nuestra voz.

La actividad humana ha llevado a mi especie al borde de la ex-


tinción, pero no los culpo por ello. No lo hicieron con mala in-
tención. Simplemente no estabarn prestando atención.
Ylos humanos crean mitos tan hermosos; menuda imagi-
Mi-
nación. Quizá por eso sus aspiraciones son tan inmensas.
capaz de construir algo así ha
ren Cualquier especie
Arecibo.
de poseer grandeza interior.
Seguramente mi especie no durará mucho más aquí; es

adentremos en
probable que m u r a m o s antes de tiempoy
nos

estamos enviando
el Gran Silencio. Pero antes de marcharnos
un mensaje a la humanidad. Sólo esperamos que el telescopio

de Arecibo posibilite su escucha.


El mensaje es:
Son buenos. Los queremos.

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