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Los pueblos antiguos estaban, por necesidad, muy arraigados con la naturaleza,
siendo en efecto parte de ella. Un animal era un hermano como lo era un árbol. El
hombre y la mujer formaban un elemento íntegro del orden natural, no
elevándose por encima de él.
Debido a la civilización, el hombre moderno ha perdido gran parte, sino toda de
esta proximidad, pero no es el caso del brujo. Incluso en este mundo mecanizado
y súper sofisticado, los Wiccan mantienen sus vínculos con la madre naturaleza.
Los brujos siempre han hablado con las plantas, no es extraño ver a un brujo
interrumpir su paseo para abrazar a un árbol. Tampoco es extraño contemplar
como se quitan sus zapatos para andar descalzo en un campo arado. Todo ello
forma parte de permanecer en contacto con la naturaleza, de no perder nuestra
herencia.
Si alguna vez te sientes agotado, enfadado o tenso, siéntate contra un árbol, elige
un ejemplar bueno y sólido -un roble o un pino- colócate en el suelo metiendo la
espada recta contra el tronco. Cierra los ojos y relájate. Te darás cuenta cómo se
produce un cambio lento, desapareciendo tu tensión. Finalmente, antes de partir,
abraza al arbol y dale gracias. Detente para apreciar todo lo que te rodea. Huele a
tierra, los árboles y sus hojas. Absorbe sus energías y transmíte las tuya.
Demuestra tu respeto y amor por la naturaleza y vive de la misma manera.
La brujería en sí es una práctica que implica el uso de las energías naturales como
ayuda para cumplir una tarea o alcanzar una meta. En general, la brujería
reconoce a un dios y una diosa (a veces únicamente un diosa) y reconoce que la
magia es un fenómeno natural. El principal rasgo de identificación de la práctica
ecológica es una estrecha identificación con el tierra.
El intercambio de energía produce múltiples beneficios que pueden expresarse
de manera simple: a través de este diálogo, curamos la tierra y la tierra nos cura.
Nosotros buscamos armonía a través de nuestras acciones. Buscamos equilibrar
las energías que están torcidas.
La magia es tan natural como la tierra, el agua, el fuego y el aire; sí, incluso tan
natural como una brizna de hierba. En sus simples ritos, muchas personas han
encontrado respuestas a la multitud de retos que la vida les ha presentado. La
magia natural (la práctica de usar las fuerzas de la naturaleza con los poderes de
nuestros cuerpos y mentes) ha sido siempre parte de la experiencia humana.
Los magos sienten incluso cantidades mayores de energía en los objetos
naturales y los eligen (según su naturaleza) para que actúen como pilas mágicas
en los rituales. Plantas, piedras, lagos, océanos, tormentas, vientos, fuego y
muchos otros están incluidos dentro de estos objetos naturales. Cada uno posee
tipos de energía distintos y característicos, adecuados para cambios mágicos
específicos.
En la magia natural unimos el poder personal con el poder de la Tierra. Esto se
hace mediante ciertos rituales encaminados a crear los cambios que
necesitamos. El tipo de cambio determina la naturaleza del poder de la Tierra que
debemos utilizar. El poder personal es despertado (apretando los músculos),
enfocado hacia una meta (a través de la visualización) y liberado para llevar a la
realidad dicha meta. Aquellos de nosotros que hemos admirado un grupo de
árboles, un campo de flores, un lago tranquilo o una cueva hemos sentido ya algo
de esta energía que reside en la Tierra.
Generalmente liberamos el poder personal de nuestro cuerpo mediante la mano
de proyección. Es la mano que utilizamos para escribir; la derecha en la mayoría
de nosotros. Si es ambidiestro puede usar cualquiera de las dos. Absorbemos el
poder de la Tierra (y todos los tipos de energía que no se originan en nuestro
cuerpo) a través de la mano de recepción (la contraria de la mano de proyección
descrita anteriormente). Para la mayoría de nosotros es la mano izquierda.
Todos los sistemas de magia concuerdan en que hay cuatro elementos
primordiales que, con sus diferentes composiciones, son la base de toda la
materia y van más allá de la esfera espiritual. Los cabalistas, yoguis, alquimistas,
gnósticos, y todos los magos y místicos antiguos basaron sus enseñanzas y
filosofías en la existencia de cuatro elementos. Estamos familiarizados con ellos:
aire, fuego, agua y tierra.
Basándose en la creencia del mensaje de la tabla de esmeralda, con sus
instrucciones detalladas y secretas sobre el funcionamiento correcto de los
elementos, los antiguos alquimistas creían que podrían no solamente afectar la
materia físicamente, sino también crearla a voluntad. Esta es la base del sueño
alquímico de la palingenesia, la creación de la vida.
La magia enseña que los cuatro elementos tienen cualidades o características
que transmiten al mundo material. Estos elementos se conocen como tattwas en
sánscrito. Los colores y determinadas formas también han sido atribuidos a los
elementos, para facilitar los sistemas de meditación alrededor de ellos. La
astrología, que en gran parte se relaciona con los cuatro elementos, divide los
doce signos del zodíaco en cuatro grupos de tres llamados triplicidades. Los
cuatro elementos son presentados a manera de tabla para mayor entendimiento.
Los colores atribuidos a los elementos en esta tabla son distintos a los que les
atribuye la astrología.
Hay otro elemento del cual hablan los magos, del cual surgieron los cuatro
anteriores. Es conocido por muchos como éter o akasha, y es la fuente de toda la
creación. El éter, la esencia primordial, no tiene forma; es la grandeza del espacio,
el vesica piscis dentro del cual se gestó y nació el universo.
El a ire, es un poco más denso que el éter pero aún no tiene forma.
El f uego tiene más densidad que el aire, y el agua más que el fuego.
El a
gua tiene ya suficiente sustancia para ser maleable; es aquí donde existe la
esfera de la mente.
El t ierra, es la consolidación de la materia; significa estabilidad, inercia. Todo
nuestro mundo físico es regido por el elemento tierra.
Los sistemas rituales neopaganos se diferencian de una tradición a otra. La mayor parte
de los ritos envuelven la presencia de elementos y símbolos naturales. Otros se
relacionan con el pentáculo. En los rituales se utilizan piedras, cristales, agua, sales,
flores y símbolos. Los elementos naturales son considerados catalizadores del contacto
entre el mundo divino y el mundo humano. Los neopaganos creen que el mejor modo de
estar en contacto con los dioses es vivir y meditar en el universo que ellos llenan.
Hoy en día la Tierra tiene problemas por los actos irracionales de los seres
humanos. Cómo magos, no abusamos de la Tierra o de los elementos. Trabajamos
con ellos, enviando nuestras propias energías a nuestro planeta y a sus múltiples
manifestaciones elementales. Haciéndolo prestamos energía a nuestro hogar.
La práctica de la magia natural ha comprendido siempre un modo de vida. En
nuestros días eso puede suponer el reciclar, plantar árboles, carpooling, ahorrar
agua (en época de sequía), evitar el uso de plásticos y apagar el aire
acondicionado.
LA BRUJA VERDE
CAP 1
https://drive.google.com/file/d/1K397YcNdONGl
Aprendiendo a identificarse con la Mw8D_9dmuBM1hzlx48uG/view?usp=drivesdk
tierra
https://drive.google.com/file/d/17cUEbYc5WHQba
LOS ELEMENTALES
DXXN2aG6df7jWx6AdNm/view?usp=drivesdk