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Nuevos Paradigmas en la resolución de conflictos


FRIED SCHNITMAN, Dora (compiladora)

RESOLUCIÓN DE CONFLICTOS: TEORIA


DEL ENCUADRAMIENTO
COMUNICACIONAL

Los profesionales y estudiosos del conflicto enfrentan actualmente el importante desafío de promover los procesos
integrativos (Deutsch, 1994; Fisher y Ury, 1981; Lewiski y Litterer, 1985; Putnam, 1990; Tutzauer y Roloff, 1988) a fin
de lograr una resolución satisfactoria y exitosa (Donohue y Weider-Hatfield, 1988, Gaughan, 1987). Los procesos
integrativos resultan especialmente problemáticos en contextos con alta carga emocional, como las negociaciones para la
liberación de rehenes (Donohue y Roberto, 1993; Hammer y otros, 1993) o las disputas conyugales (Pearson y Thoennes,
1989; Donohue, 1991). No obstante, los conflictos difíciles de resolver pueden concluir satisfactoriamente si se los maneja
en forma apropiada (KresseI y Pruitt, 1989; DoIlohue)' otros, 1991). Los investigadores se focalizan cada vez más en las
habilidades comunicativas que deben poseer los profesionales a fin de entablar negociaciones integrativas (Donohue y
otros, 1994; Fuselier, 1981; Jones, 1989; Miron y Goldstein, 1979). Uno de los conceptos que más ha interesado a los
investigadores es el del encuadramiento (framing) -proceso de generación, construcción y desarrollo de encuadres-, pero
es mayor la cantidad de trabajos que se dedican a explicitar y operacionalizar este concepto que la de aquellos que se
aplican a la resolución de conflictos (Geist, 1994). De ahí que los avances de la teoría y la investigación vinculadas al
encuadramiento hayan sido limitados.

El propósito de este artículo es sostener el valor heurístico y pragmático del concepto de encuadramiento
comunicacional. En primer lugar, revisamos las perspectivas actuales sobre el proceso de encuadramiento. Basándonos en
las ventajas y desventajas que presentan estas perspectivas, redefinimos el proceso de encuadrar como una estructura
comunicativa que puede ser monitoreada y moldeada de forma que influya en los procesos intcgrativos. Una provechosa
consecuencia de esta reconceptualización es el desarrollo de su alcance teórico. En la segunda sección vinculamos más
concretamente el encuadramiento comunicacional con la teoría del orden negociado (Strauss, 1978), la teoría de los actos
de habla (Searle, 1965) y la teoría de la acomodación recíproca del discurso (Gilcs y otros, 1987), con el fin de predecir de
qué manera las pautas específicas de encuadramiento pueden afectar la integratividad.

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Nuestra investigación se ha valido de fragmentos tomados de la trascripción de 21 mediaciones en litigios de


divorcio, obtenida a partir de un estudio realizado en el estado de Indiana, Estados Unidos, en 1989. En las transcripciones
figuran un mediador y ambos cónyuges, aunque en algunas sesiones participaron dos mediadores. Las transcripciones
corresponden a la primera sesión de cada grupo, que en promedio duraba una hora y abarcaba 373 giros en la
conversación; en estas sesiones los disputantes abordaban conflictos previos y posteriores al divorcio, sobre temas tales
como la manutención de los hijos, las visitas, la custodia, la comunicación entre los padres y las necesidades de orden
médico. En algunos casos prevalecían las acusaciones de uso de drogas y de maltratos físicos; en otros, cada cónyuge sim-
plemente había malinterpretado los deseos del otro y se necesitó la intervención de un tercero para ayudarlos a llegar a un
acuerdo. Los mediadores eran cinco abogados que se ofrecieron como voluntarios, donando su tiempo de mediación al
tribunal; cada uno había completado previamente un curso de formación en mediación de 40 horas. Ningún mediador
logró que las parejas alcanzaran un contrato definitivo entre ellas, pero algunos pudieron ayudarlas a establecer acuerdos
temporarios sobre varias cuestiones. Por: ejemplo, uno logró que la pareja coincidiera en que el marido debía contratar un
seguro de vida adicional a fin de proveer a sus hijos en caso de fallecimiento.
En general, los mediadores ofrecieron pocas directivas estructurales y sustantivas en estas sesiones; más bien, con
frecuencia manifestaban su empatía con los cónyuges o rememoraban hechos de su pasado personal. Al igual que muchos
otros mediadores, éstos carecían de soluciones comunicativas concretas que ofrecer para contraponerlas a la interacción
distributiva. SegÚn Millen (1994, pág. 275), esta falla es corriente: "Hay una brecha cada vez más amplia entre el avance
en el campo de la teoría de la comunicación y las crecientes exigencias que se plantean a quienes practican la mediación".
El presente proyecto procura salvar esa brecha realzando las consecuencias positivas de la teoría del encuadre, para dar
una solución práctica significativa frente a los conflictos.

Resolución integrativa de los conflictos

La negociación y su contrapartida, la mediación, son intercambios comunicativos en los que las partes en conflicto
tratan de determinar "qué dará y recibirá cada uno, o que hará o tomará, en sus transacciones mutuas" (Rubin y Brown,
1975, pág. 2). En estas transacciones, la comunicación tiene un papel central. No sólo brinda a las partes la posibilidad de
expresar y definir sus discrepancias, sino que también ofrece un vehículo para el manejo de los desacuerdos (Hocker y
Wilmot, 1991). Por "manejo" (manare) se entiende una interacción comunicativa monitoreada a fin de generar procesos
integrativos, en lugar de procesos distributivos (Deutsch, 1973; Putnam, 1990; Putnam y Wilson, 1989). La función
principal del mediador cuando hay mediación (WalI, 1985) o del negociador cuando no la hay (Pruitt, 1981) es la
regulación y el control.
En las situaciones de negociación más focalizadas que alcanzan gran intensidad (Pruitt y Rubin, 1986), como las
negociaciones por rehenes (Holmes y Sykcs, 1991) o los litigios de divorcio (Donohue, 1991), se libra una lucha por el
control. Los profesionales que intervienen en estos contextos deben lograr que la interacción salga del estado de crisis y se
pase a una negociación que tienda a establecer normas de interacción, en la que se aliente la resolución de los problemas
en vez de la coacción. Esta transición requiere que los profesionales utilicen estrategias integrativas como la lentificación
de la interacción (Pruitt, 1991), la formulación de respuestas que no sean recíprocas (Putnam Y Jones, 1982), la limitación
de las alternativas (Lax y Sibenius, 1986), la conexión entre los diversos temas en cuestión (Morgan, 1990) o la creación
de confianza mutua (Fuselier, 1981). En el contexto de una mediación, esta transición requiere entrenar a las partes para
que presenten sus propuestas de manera constructiva, evitando los intercambios improductivos y dividiendo los problemas
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complicados en unidades más fáciles de trabajar (Grebe, 1988). Por ejemplo, Donohue, Allen y Burrell (1988)
comprobaron que los mediadores que tenían más probabilidades de lograr acuerdos eran los que utilizaban tácticas más
directivas, como la identificación y puesta en práctica de reglas de interacción y la discusión de un temario específico
establecido en una agenda.
Desafortunadamente, las investigaciones han proporciona do pocas ideas acerca del logro comunicativo de tácticas
de control (Evans y Havercamp, 1994; Millen, 1994). SegÚn Donohue (1991) y Donohue, Drake y Roberto (1994), los
profesionales no suelen reconocer en qué momentos es más indispensable el control. Permiten que los disputantes
interrumpan una interacción integrativa con tácticas distributivas tales como señalar las fallas del otro, plantearle
exigencias cargadas de hostilidad o cambiar de tema. A medida que se intensifica el conflicto, las partes tienden a percibir
erróneamente que la cantidad y magnitud de sus problemas son abrumadoras (Deutsch, 1973). Estas percepciones
incrementan su grado de estrés y perjudican su capacidad de razonar, llevándolos a un modo de pensamiento simplista y a
nuevas tácticas distributivas. Consideremos, por ejemplo, la siguiente interacción entre dos esposos:

1. Esposa:

No quiero que él (el hijo) esté en esa clase de ambientes.

2. Marido:

Lo que yo quiero decir es que sentarse aquí a discutir sobre el vecindario es una pavada.

3. Esposa:

No, no lo es. Para mí es muy importante. Tú no nos pasas la cuota alimentaria. Lo Único que hiciste fue pegarle a mi
mamá en la cabeza.

4. Marido:

No es cierto.

5 Esposa:

Sí que es cierto, tú lo sabes muy bien, raptaste a JR alejándolo de mí, me pegaste, intentaste matarme...

Este intercambio, tomado de nuestros archivos, ejemplifica la interrupción de la discusión integrativa sobre los
criterios que guían a cada progenitor para las visitas al hijo. Cuando en la elocución 2 el marido desestima la inquietud
manifestada por la esposa en la elocución 1, ella renuncia al debate integrativo yambos inician un ciclo distributivo de
ataques y defensas (Donohue, 1991). Claramente, este fragmento de su interacción exige una intervención y una guía
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decisiva. El mantenimiento del proceso integrativo requiere que se adviertan y se quiebren estas espirales regresivas antes
de que cobren mayor impulso (Burrell y otros, 1990). Por ejemplo, Donohue y Roberto (1993) examinaron las
negociaciones por rehenes y la construcción de límites relacionales a través de indicadores verbales de inmediatez. Sus
hallazgos indican que los negociadores de la policía pueden recurrir a técnicas verbales de inmediatez a fin de
contrarrestar la tendencia natural de los captores de rehenes a proponer definiciones relacionales negativas. De ese modo,
la policía puede adquirir un mayor control de la situación, fomentar una negociación intcgrativa y facilitar un desenlace no
violento.

El encuadre y el proceso de encuadramiento

El concepto de encuadramiento es bien conocido en las investigaciones sobre la negociación (Fisher y Ury, 1981;
Neale y nazerman), pese a lo cual los enfoques teóricos del encuadramiento son sumamente variados; Putnam y Holmer
(1992) identifican tres perspectivas en la investigación.
El cnfoque hewistico cognitivo examina de qué manera las decisiones SOIl sesgadas sistemáticamente por nuestra
tendencia a percibir todo succso como una "ganancia" o una "pérdida" (Kahneman, 1992; Neale y Bazcrman, 1985;
Tversky y I(alll1cman, 1981). Por ejemplo, Neale y Bazerman (1985) comprobaron que los negociadores que adoptaban
un encuadre negativo (percibiendo que su objetivo era evitarlas pérdidas) obraban en forma más competitiva y menos
concesiva, y alcanzaban menores ganancias que los negociadores de encuadre positivo -que intentaban maximizar las
ganancias. Desde este ángulo, el "encuadre" designa el sistema de creencias relativamente estable de un negociador con
respecto a sus objetivos o necesidades primordiales.
El enfoque de las categorías de encuadres identifica los conjuntos de expectativas internas que utilizan los
comunicadores para conferir sentido a una interacción en curso (Geist y Hardcsty,
1992; Gray y Donncllon, 1989; Neale y otros, 1987; Pinkley, 1990). La experiencia previa es almacenada y usada como
un marco para interpretar las experiencias posteriores. Por cjemplo, Gray (1991) afirma que los negociadores se apoyan en
encuadres sustantivos para comprender cuál es el eje de una disputa, en encuadres de resultados para discernir las
soluciones preferidas, y en encuadres de caracterización para explicar su propia conducta o la ,_ena. Desde este ángulo, el
"cncuadrc" designaría los diversos sistemas cognitivos de un negociador para organizar y dccodifica\ la informaciÓn quc
Ic llcRa, similarcs a los esquemas interpretativos (Grecn y otros, l__)O; Rulc.; )' otros, 1985) o el perspestivismo .(Folger
y otros, 1993).
El enfoque centrado en el desarrollo .'v la evolución did problema privilegia el desarrollo de la argumentación y la
redefinición dc los temas conflictivos a lo largo del tiempo (Felstiner y otros, 198081). A medida que se sucedcn las
negociacioncs, la interacciÓn verbal da forma y construye los temas en conflicto, porque cada parte modifica sus
argumentos para resaltar ciertos aspcctos sbbresalientes de la cuestión. Ambas partes llegan a la mesa de negociaciones
con una firme comprensión de "el problema", sin embargo, estas nociones evolucionan con el tiempo porquc los
argumentos de cada una depuran su foco sobre un tema dado, y al traer a luz nuevas consideraciones lo reencuadran o
redcfinen. Por ejemplo, Putnam, Wilson, Waltman y Turner (1986) examinaron una disputa entrc un maestro y el consejo
directivo de la escuela; sus hallazgos sugirieron que las partes en conflicto seguían reencuadrando los temas en cuestión a
lo largo del tiempo, aplicándoles distintos tipos de argumentos. Desde este ángulo, el "encuadre" sería las descripciones
verbales de un problema que hace un negociador, más que sus estados o estructuras internos. O sea, los encuadres no
existen antes del intercambio verbal o aparte de éste. El encuadre es la calidad particular que un negociador atribuye al
problema, con sus opciones lingüísticas.
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Ventajas y desventajas.

Los conflictos se dan en múltiples niveles, de los cuales sólo uno es sustantivo (Bateson, 1972; Fisher y Ury, 1981;
Nierenberg y Calero, 1974; Blair y Sorenson, 1989; Watzlawick y otros, 1967). En los tres enfoques mencionados, el
concepto de encuadramiento permite comprender mejor los aspectos no sustantivos que generan conflictos dentro del
conflicto. Si los disputantes operan con encuadres divergentes aumenta la probabilidad de una interacción distributiva
(Bateson, 1972; Donohue, 1991; Putnam y otros, 1986; Johnstone, 1989), de que haya una escalada en el conflicto (Pruitt
y Rubin, 1986) y de que los desacuerdos sc prolonRucn (Lax y Sibcnius, 1986; Pillar, 1983). Por ejcmplo, en su cstudio
de casos sobrc un litigio de divorcio, Littlejohn y Shailor (1986, pág. 13) encontraron que la discordancia entrc los
encuadres interpretativos de marido y mujer creaba "un conflicto profundo", tornando más dificil la solución de ciertas
cuestiones vitales, como la custodia: "El marido quería teIlcr a sus hUos consigo y desde su perspectiva esto significaba
que asumía responsabilidad por el bienestar de su familia, mientras qnc para la esposa significaba que él aprovechaba su
poder para castigarla". Las interprctaciones divergentes del tema de la custodia hicieron imposible llegar a una solución en
este caso. Los autores especulan que si esta pareja hubiese podido "coordinarse" (Millen, 1992) o converger hacia una
interpretación más semejante del problema, habrían alcanzado un acuerdo en lugar de terminar en un call(;jón sin salida.
Lo decisivo, entonces, cs si la convergencia del encuadre puede contribuir a los procesos integrativos. Los tres
enfoques citados divergen cn cuanto a su valor heurística y pragmático, para responder a esta cuestión. El enfoque de la
heurística cognitiva -adecuado para las cuestiones vinculadas con las fuentes cognitivas de una resolución subóptima dcl
conflicto y dc los callcjoncs sin salida- no aborda el papel vital de la comunicación. El enfoquc de las catcgorías dc
cncuadrcs -apropiado para analizar de qué manera los significados y crrorcs de interprctación contribuycn al conflicto-
tampoco se ocupa del papcl de la comunicación. El enfoque de la cvolución del problema, en cambio, conecta los
cncuadrcs con la comunicación, pero no examina expresamente la relación entre ellos y los procesos integrativos. Se
precisa un enfoque de investigación que permita conectar los encuadres con la comunicación ya la vez diferenciar las
pautas de encuadramiento integrativas de las distributivas.

La teoría del encuadramiento comunicacional

Apoyándonos cn la pcrspcctiva cvolutiva del problema, los encuadres pueden conceptualizarse como estructuras
comunicativas transitorias quc los disputantes construyen en torno a los temas en conflicto, en cada una de sus
intervenciones verbalcs, Las clecciones lingÜísticas "encuadran" un tema en disputa al destacar vcrbalmCnte ciertas
cualidades dcl mismo. En nuestras transcripcioncs, temas como el dc la manutención de los hUos cran debatidos desde
varios ángulos. Por ejemplo, cn tina dc StlS
intervenciones verbales la csposa acentuaba la equidad: "Yo les compro a los nii1os l:opa ntleVa para ir a la escucla
cuando cmpiezan las clascs, con dincro dc mi bolsillo. ¡Lo mcnos qu'c tÚpuedcs hacer cs comprarlcs zapatos!". Aquí,
eIlcngu_ie de la csposa encuadra la manutención de los hUos fundamcntalmente en términos de valores: lo cquitativo y
corrccto es quc el marido contribuya a solventar los gastos de indumentaria dc sus hijos. Comparado con su propio aporte,
el del marido es insufirirnte v. por ende, no es equitativo.

Sin embargo, la inherente complejidad de los conflictos sugierc quc cn estos comentarios pueden infiltrarse
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también otros encuadres. El comentario de la esposa, "¡Lo menos que tú puedes hacer es comprarles zapatos!", pone de
manifiesto características que podrían llegar a violentar la necesidad de salvar la cara de! marido (Brown y Levinson,
1978), arrastrando a ese comentario temas relacionales como los del poder y la afiliación. ¿Constituye esc comentario de
la esposa un encuadre de valor o uno relacional? No hay por cierto una respuesta inequívoca, pues toda manifestación
comunicativa incluye dimensiones tanto de contenido como relacionales (Watzlawick y otros, 1967). No obstante, nuestra
posición es que los individuos seleccionan un cncuadre prcdominante al presentar los problemas. Aunque se ai1aden
luego a la elocución muchos otros elementos comunicativos para complctar su significado interpretativo, es posible
idcntificar el enfoque o método prcdominante que el individuo utiliza para encuadrar los temas cn cuestión.
A fin dc ilustrar mejor esta noción de "encuadre predominantc", veamos otra dc las intcrvenciones verbales de la
esposa, en la que recunc a un encuadrc fáctico para prescntar el mismo problema relativo a las necesidades de sus hUos.
Dice: "A mímc pagan el Último día laborablc del mes. Después de pagar la guardería y las recetas, cuando el tribunal me
entrega el cheque, el día 20, ya no dispongo de efectivo. Así que no tengo mucho dincro para los zapatos de los niiios". Su
lengu_e destaca aquí ciertos rasgos objetivos del convenio de la cuota de alimentos, )' usa este encuadre fáctico con el
o_ieto de fortalecer su argumento de que a ella le cuesta comprarle el calzado a sus hUos. En sínlesis, desde una
pcrspecliva comunicativa, el "encuadramiento" se rdierc )' designa la manera específica cn quc al hablar acerca de un tema
o problema se identifica un dominio particular dentro de él, ignorando temporariamente otros ámbitos. Por ejemplo, la
"ccuanimidad" y "los hechos" son dos de los encuadres posibles que pueden crear los disputantes en torno a un mismo
problema. En nuestra opinión, los individuos escogen un encuadre predominante y a partir de élforjan el tema en debate.
En e! plano empírico, la clave reside en identificar estos cncuadres predominantes.

Tipos de encuadres comunicacionales

En su análisis de los tipos generales de problemas predominantes en los litigios por divorcio, Donohue y sus
colaboradores (1988, 1989, 1991, 1994) encontraron cuatro ámbitos, basados en el mapa del conflicto de Wehr (1979): 1)
fáctico (sobre los hechos); 2) dc intereses; 3) dc valorcs; 4) relacional. Los rcsultados indican que esta.s cuatro categorías
suministran un amplio y exhaustivo esquema dc las características verbales que los disputantes aplican a cuestiones
sustantivas como la cuota para alimentos, la división de los bienes, la custodia de los hijos, las visitas, etcétera. Por lo
tanto, podemos cmplear este sistema de categorías para analizar las pautas de encuadramiento en las interacciones
conflictivas.
Las disputas fácticas, basadas en hechos, se focalizan cn apreciaciones sobre la realidad, en 10 que es o 10 que
fue (Wehr, 1979). Por ejemplo, si el problema es la división de las propiedades, los comentarios centrados en el valor
comercial de las propiedades de la pareja o en la fecha de su más reciente estimación son fácticos, pues estos enunciados
se focalizan en el presente. Toman como referen'cÍa criterios objetivos o datos do cumentados. Los encuadres fácticos
serán, cntonces, las formulaciones que subrayen los factores actuales objetivos, no sesgados, de un cierto tema. En
nuestras transcripciones, una de las afirmaciones del marido puso en evidencia su encuadre fáctico de la custodia del hijo:
"Mi abogado me dice -declaró- que yo tengo la custodia legal". El marido encuadra la custodia dentrode un marco fáctico
introduciendo en la conversación los aspectos legales del tcma. La asignación dc la custodia legal es fácilmente
demostrable porque se rcfiere a un documento oficial.
Las disputas basadas en intereses incluyen los deseos o aspiraciones para el futuro. Por ejemplo, en un juicio por
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divorcio, cualquiera de los esposos puede dcsear que se le asigne un mayor tiempo para las visitas. Si el tcma son las
visitas, los comenta.ríos centrados en los deseos o preferencias constituiríanun encuadre de intercses. En nuestras
transcripciones, un marido utilizó un encuadre de esta índole al decir: "Me gustaría quelos nii1os estuvieran conmigo .el
día de su cumpleaílos". Aunque el tema son las visitas, el marido dcstaca verbalmcntc el ámbito de los "deseos futuros",
dejando dc lado temporariamente los dcmás ámbitos.
Las disputas sobre valores se refieren a discrepancias en torno a lo corrccto y 10 incorrccto, a 10 que debiera ser,
basadas en fundamentos morales o racionales. Uno de los progenitores puede pcnsar quc lo mejor para sus hijos es la
educación religiosa, mientras quc el atTo picnsa quc la enseiianza pública les brindará una mejor formación social. Las
expresiones centradas en los valores y crecncias morales de las partes con respecto a un cierto tema constituyen encuadres
de valores. Entre nuestros datos, una esposa encuadró la custodia de sus hijos en términos de valores insistiendo en que la
actual esposa de su ex-marido debía tolerar que los padres biológicos de los niilos se reunieran semanalmentc a fin de
scguir su progreso emocional y educativo: "¡Yo y él seguimos sicndo los padres dc los nii1os y tenemos que elaborar este
asunto, le gustc a ella o no!". Aquí, el tema era la custodia. Como los dos progenitores vivían en puntos opuestos de la
ciudad y, por cnde, en distintos distritos escolares, la custodia sc vinculaba con la escuela que podía resultar más
provechosa para los hijos. La madre defcndió su derecho de controlar el progrcso escolar de los hijos en caso de que
vivieran con su padre, sin que la actual csposa de éste opusiera inconvenientes.
Las disputas rclacionales sc centran en el vínculo emocional entrc los disputantes. Wchr (1979) llamó a estas
disputas "no realísticas", porque derivaban de problemas que no eran sustantivos y sc vinculaban con la confianza mutua,
el controlo la intimidad prcsentcs en la historia relacional de los disputantcs. En los litigios por divorcio, marido y ml_ier
suelcn culparse uno al otro por el fracaso del matrimonio (Donohue, 1991). El encuadre relacional queda conformado por
un lengu_e que dcstaca el ámbito emocional, histórico o acusatorio de un determinado tcma. En una de nucstras
transcripciones, la esposa dijo. rdiri¿'nc!osc a las visitas:

"Yo no tengo problemas cn que ¿_l esté con los niiios. Lo que digo es quc él mc mandoneó durante tantos años, y a
mí no mc gusla scr atropellada. No quiero volver a pasar por lo que ya pasamos. No quiero que lile uses, )' todo eso.
Quiero decir que mí niñita. todavía se acuerda cle estas cosas, y es ella quien resultó herida".

De nuevo, debe sei1alarse aquí la complejidad del conflicto, por cuanto en esta enunciación aparecen a menudo
otros elementos del encuadre. La elocución" "mi nii1ita todavía se acuerda de estas cosas" es fáctica, pero secundaria con
respecto al encuadre relacional, poco realista, de los temas relacionados con las visitas. La elocución va más allá de los
argumentos que apuntan a suministrar información o a establecer valores que podrían resolver el tema de las visitas
recayendo en antiguos problemas de confianza y de control. La esposa destaca las transgresiones del pasado ("No quiero
que me uses"), e incluye elementos acusatorios ("es ella quien resultó herida").

Bases teóricas

Una vez definidos los encuadres comunicativos, será preciso determinar de qué manera interactúan los encuadres
entre síen un conflicto y cómo influye esa' interacción en el resultado. Ante todo, está el problema de cómo los encuadres
estructuran el contexto de la interacción. Para describir este proceso nos basamos en la teoría del Ol"den negociado. La
teoría de Strauss (1978) sostiene que la comunicación crea y mantiene la realidad social (Berger y Luckman, 1966; Day y
Day, 1977; Heimer, 1985; Kent y otros, 1981; Nathan y Mitroff, 1991; Weiner y Mehrabian, (1968). Las conductas
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comunicativas operan como negociaciones implícitas. Negociar quiere decir proponer, aceptar y rechazar modalidades de
interacción. Por ejemplo, las partes que asisten a una reunión para concretar una fusión de empresas pue den negociar los
momentos de informalidad durante sus tratativas formales. Al comunicarse con los demás de manera informal, uno de los
participantes les propone un cambio en las reglas del decoro, pasando del trato formal al informal. Si también otros se
conducen de manera informal, la propuesta es aceptada; si los demás siguen conduciéndose con formalidad, será
rechazada.

Fishcr y Ury (1 mo, p;íg. ] O) describen con partículal" acierto este proceso tácito: "Cada movimiento que uno hace
en una negociaciÓn no sÓlo tiene que ver con el alquiler, los sueldos o cualquier otra cuestión susta.ntiva, sino que,
además, contribuye a estructurar las reglas del juego que se está jugando. Cada movimiento puede servir para mantener las
negociaciones en su modalidad actual o promover un cambio de juego".
La negociación tiene lugar en varios niveles a la vez. Los "límites" son el conjunto de propiedades contextuales que
prevalecen en un momento dado; por ejemplo, los límites en materia de formalidad, de intimidad, de proximidad, de
temas a tratar o de lo que se puede revelar. En su conjunto, los límites adoptados por quienes interactúan conforman un
"orden de interacción" (Goffman, 1982) que permite la comunicación dentro de un sistema construido por los propios
partícipes (Weiner y Mehrabian, 1968). Los encuadres comunicativos pueden considerarse límites negociados en medio
de un con flicto. Implícitamente, las partes negocian qué aspecto de determinado tema será discutido en un período
cualquiera de la interacción.
En segundo lugar, está el problema teórico de la forma en que los individuos utilizan los encuadres para focalizar la
negociación. La teoría de los actos de habla (Searle, 1965; Streeck, 1980) sostiene que el lenguaje no sólo es expresivo
sino también. performativo. La teoría del encuadre comunicativo es congruente con esta perspectiva, por cuanto entiende
que las opciones lingÜísticas de los disputantes no sólo encuadran el dominio a partir del cual se examinará o discutirá un
tema, sino que actÚan como propuestas tendientes a mantener o modificar los límites existcntes del encuadre. En nuestro
primer ejemplo, la elocución previa de la esposa encuadra la cuota que le pasa su esposo para la manutención de los hijos
dentro de un ámbito de ecuanimidad. Esta elocución es una propuesta para que se discutan los aspectos valorativos de esa
manutención. Su subsiguiente elocuciÓn encuadra ese mismo tema dentro de un ámbito fáctico, y actúa así como una
propuesta implícil."l a focalizarse en los detalles objetivos de la manutención de los hijos, más que en lJ. falta de equidad.
De acuerdo con la tcoría del ordcn negociado, los otros pueden aceptar estos encuadres o rechazados con sus
propias contrapropuestas. Las pautas de aceptación y rechazo tienen importantes corolarios para el grado general de
integraciÓn del conflicto, pues abarcan cuestiones de: 1) poder interpersonal, es decir, e! encuadre de quién prevalecerá
(Donohue, 1991; Mi11en, 1994); Y 2) control de la in teracción. Para man tener el control, importa que sea el profesional
y no las partes quien guíe en forma activa la adopción o rechazo de los encuadres (Donohue y Weider-Hatfield, 1988).

Poder y control

El tercer problema teórico se vincula con la [arma cn quc los encuadres convergen o divergen para dar lugar a
contextos de interacción más o menos cooperativos. La teoría de la acomodación recíproca del discurso (Giles y otros,
1987; Gallois, 1988) explica los efectos interpersonales de adoptar o rechazar los límites en términos de la convergencia y
la divergencia. El concepto de convergencia se refiere a la adopción de las conductas comunicacionales y valores de los
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otros, mientras que el de divergencia se refiere a la acentuación o incremento de las diferencias entre uno mismo y e! otro.
Por lo común, la convergencia ejerce un efecto positivo en las relaciones, la aprobación social y las percepciones de
atractivo, predecibilidad, eficiencia comunicativa e involucración interpersonal. La convergencia crea así e! clima de
cooperación esencial para una negociación integrativa, pues aumenta la confianza mutua y reduce el antagonismo. El
proceso de encuadramiento es uno de los aspectos del discurso en el que los profesionales que trabajan con el conflicto
pueden ayudar a los disputantesa converger entre sí. En ese proceso, e! profesional mantiene el control de la interacción
participando activamente en la negociación de los encuadres, a la vez que organiza la agenda de asuntos a tratar. Una
mc:jor organización reduce el estrés (Northrup, 1989) y aumenta la productividad (Donohue y otros, 1988). Veamos este
ejemplo de las transcripciones:

7. Esposa:
Necesito algo de ayuda para la universidad. Nuestro hUo cursará e! cuarto ailo en la Universidad 1., y tengo una
hija que comenzará la universidad el próximo año. Me gustaría que se estipulase que él se hará cargo de la mitad
de los gastos para la universidad. Luego quiero hablar de la cuota de manutención; ya hace siete ailos que
estamos divorciados y no aumentó. Me gustaría que se la aumentase.

8. Mediador:
¿Es más o menos lo que usted quiere? ¿Comparte ese punto de vista acerca de cuáles son los problemas?

9. Marido:
Sí, básicamente creo que los problemas son esos. Por cierto estoy dispuesto a pagar la mitad de los gastos de la
educación de Melissa y de Mark hasta que terminen los estudios. También aceptaría pagar una mayor cuota
mensual de manutención. Sin embargo, entiendo que podría pagar la mitad de! gasto de la universidad mientras
ellos están estudiando, y luego pagar la cuota mensual, cualquiera sea.

10. Mediador:
¿Qué piensa de eso?

11. Esposa:
No estoy dispuesta a perder la cuota durante ese tiempo. Mark está en la universidad, y Melissa lo estará, siete
meses al año. No quiero que en esos siete meses la cuota se reduzca a cero. Mientras tanto yo sigo vistiéndolos,
gastando dinero...

12. Mediador:
¿Tiene gastos adicionales de comida?

13. Marido:
El ailo pasado Mark estuvo trab_iando. Durante sus primeros dos años en la universidad yo no le pedí que
trabajase, pero necesita más comida, dinero para gastar, así que no voy a abandonar completamente e! pago de la
cuota en ese tiempo.

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14. Mediador:
¿Se siente obligado o está dispuesto a contribuir para algunos de esos gastos?

15. Marido:
Sí, estaría dispuesto, si es una suma razonable.

16. Mediador:
Entonces, lo que tenemos que tratar de ver es qué es lo que usted considera una suma razonable, una suma que
estaría dispuesto a pagar

Este intercambio se caracteriza por una cooperación relativamente buena, en la medIda en que la esposa, el mando :- ci
mediador hablan exclusivamente sobre los aspectos de los intereses ligados a la manutención de los hijos, o sobre lo que
cada progenitor quiere hacer o está dispuesto a hacer en el futuro. El mediador mantiene el diálogo dentro de estos límites
de encuadre situándose en el nivel de los intereses y pidiendo a las partes que expresen mejor sus deseos
En contraste con ello, la divergencia origina, en general, definiciones relacionales negativas (Giles y otros, 1987). El
hecho de que no se modifique la conducta verbal y no verbal se considera un "ajuste recíproco insuficiente" que promueve
atributos negativos, como la arrogancia o la faltá de colaboración. La divergencia contribuye, así, al clima de antagonismo
o a la lucha de poder característicos de la negociación distributiva. La falta de poder en un ámbito lleva a ejercerlo en
otros, de modo que los disputantes, frustrados, sueleri sabotear las tratativas bloqueando todo acuerdo (Moore, 1986).
Cuando hay divergencias de encuadre, los disputantes hablan "a través" del otro, más que el uno con el otro (Donohue,
1991). Veamos un ejemplo:

7. Marido:
Tiene uno, lo sé. Al menos está en la casa.

8. Esposa:
¿Puedo explicar la situación?

9. Mediador:
Seguro. Sugiero quc se la expliquc a él, y yo escucharé.

10. Esposa:
Hay un nÚmero dc teléfono, él puede llamar a mi abogada en cualquier momento y ella le tomará los mens_es
sobre las visitas. Para casos de gran urgencia le di el nÚmero del alguacil.

11. Marido:
No hay motivos para que los moleste. Yo le pedí que me diera el nÚmero de algÚn vecino, o que ella me llamase
los miéTcoles a las siete, con cobro revertido. Pero el problema es que él vive en la casa con ella y yo no puedo
tener contacto con mi hija. Dijiste que ibas a conseguir un aparato de teléfono.
12. Esposa:
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Dije que lo iba a conseguir cuando tuviera dinero. Todavía estoy en ADC. Si tú pagas la instalación, conseguiré e
el aparato.

l3. Marido:
Hay muchos problemas con el barrio al que te fuiste a vivir.

14. Mediador:
Bueno, estamos perdiendo el rumbo, veo que sc cstán confundiendo muchas cosas.

15. Marido:
Mire, lo que ella hace con su vida no me incumbe, es estrictamente asunto suyo. Pero cuando afecta a mis hijos...
Este fin de semana mc tocaba estar con ellos y mi abogado me llamó para decirme que ella reclamaba que le to-
caba a ella.

16. Esposa:
Ya te dije que lo siento.

17. Marido:
Así que mi abogado me llama el viernes y me dice que ella quiere estar con los niños, y yo iba a dejárselos. Por
lo general no se lo cuento a David (el hijo). Ella no vio a David por un aii.o, y él se siente realmente rechazado.

18. Esposa:
Oh, eso no es cierto.

19. Marido:
Así que acepté que se fueran con ella. Le dije a David: "Mira, mamá vendrá a buscarte", y ella no apareció. Si yo
hubiese tenido su número de teléfono, podría haber llamado para ver qué pasaba. Su situación personal está
afectando nuestra vida también.

20. Mediador:
Pcrmítanmc que les diga, despué_s dc haber trab_jado con muchísimas familias, que parece importante que cada
uno de ustedes tenga acceso al otro cuando lo necesite.

Aunque tanto los cónyuges como el mediador están debatiendo el problema de las visitas, encuadran el tema desde
distintos ámbitos. El marido habla tanto desde lo fáctico (ella tiene acceso a un teléfono, el abogado lo llamó para decirle
que ella quería estar con los hijos ese fin de semana) como desdc lo relacional (ella rechazó al hijo, al marido se le niega
acceso a su hija). En cambio, la esposa habla primordialmente de los hechos (no está en condiciones de conseguir un
teléfono, le dio varios números para casos de urgencia). También el mediador aborda aspectos fáctico s (la experiencia
muestra que es bueno que los padres tengan acceso mutuo). Falta. una conversación productiva, integrativa, porque los
tres participantes se empeñan en tener el control.
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Desde el punto de vista epistemológico, no estamos en condiciones de afirmar que la convergencia de encuadres sea
la causa de que las personas lleguen a un acuerdo, como si hubiese una relación causal directa. A todas luces, en la
creación de un acuerdo contribuyen muchos factores que están fuera de la inocencia contextual de los encuadres
comunicativos. Nuestra pretensión es menos directa. No sabemos si la convergencia es posterior al acuerdo o lo preccde,
por lo que una afirmación causal directa sería prematura; pero sostenemos que la convergencia de encuadres es uno de los
factores contextuales clave asociados a la capacidad de las partes para alcanzar el acuerdo. Sin ulteriores cstudios
empíricos, es difícil decir cuánta variación puede agregar la convergencia de los encuadrcs a nuestra comprensiÓn de la
ges tación del acuerdo, o cómo se vincula con otros factores clave que contribuyen a los acuerdos. No obstante, creemos
que este tema puede demostrar una asociaciÓn significativa con los acuerdos, y, por consiguiente, merece ser mejor
estudiado.

Resumen teórico y preguntas para la investigación

Basándonos en esta postura epistemológica, este artículo procura comenzar a evaluar la teoría del encuadramiento
comunicacional. Para sintetizar, esta teoría afirma que:

1. los disputan tes en conflicto selcccionan un encuadre prcdominante p4ra expresar los temas cn disputa;

2. los disputantcs en conf1icto negocian tácitamente sus encuadrcs a medida que interactÚan, y cada encuadre
opera como una propuesta para enfocar el tema deuna manera particular;

3. la convergencia dc los encuadres está asociada a la capacidad de los disputantes para alcanzar en el conflicto
acucrdos sustantivos.

Estc Último punto será el eje empírico del presente trabajo. ¿Está asociada verdaderamente la convergencia de los encua-
dres con el logro de acuerdos sustantivos? Procuraremos responder a este in terrogan te y, en el proceso, demostrar la fun-
ción que cumplen los otros dos postulados teóricos. Para alcanzar csta meta, se discíi.aron los métodos que pasamos a
exponer a continuación.

Métodos.
Trascripción y codificación

En este estudio se utilizaron 21 transcripciones de mediaciÓn en divorcios (tomadas de otras tantas cintas
magnetofónicas) pertenecientes a un estudio sobre mediación para custodia,llevado a cabo cn Indianápolis, Estado de
Indiana, en 1989. Los mediadores que participaron fucron abogados voluntarios que rccibieron como mínimo cuarenta
horas de capacitación en la práctica de la mediación cn divorcios. En Donohue y otros(1994) se dan otros detalles
referidos a las transcripciones.
A fin de analizar la posibilidad de aplicación de la teoría del cncuadrc comunicativo, se examinaron las pautas de
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encuadre a lo largo dc las transcripciones. La unidad de análisis fue la intcrvcnciÓn vcrbal ininterrumpida. Un cquipo de
tres codificadores independientes, que ignoraban el propósito de la tarea, utilizaron la tipología de Wehr (1979) con el
objeto de identificar el encuadre predominante aplicado en cada intervención verbal; un segundo equipo de tres
codificadores identificó el tema principal (Crow, 1983). Las discrepancias encuanto a la codificación se resolvieron
mediante debate y consenso. En total, 1.089 elocuciones fueron codificadas como "otros" debido a que la transcripción era
incompleta o aparecían blancos en ella. Este procedimiellto dio como resultado 2.348 clocuciones codificadas dc las
esposas, 2.277 de los maridos y 2.795 de los mediadores.

Identificación y seguimiento de encuadres en la interacción

El programa de computación Winphaser (Holmes, 1993) está destinado a leer datos codificados y marcar como una
"[a-,
se" cualquier período de cllos en que predomine un conjunto específico dc actos comunicativos (Holmes, 1992, Holmes y
Sykes, 1991). Lo utilizamos para identificar las fases de encuadres fácticos, de interés, de valores o relacionales en los
datos codificados sobre la mediación. SegÚn las reglas del programa, una "fase" es un conjunto mínimo de tres códigos
idénticos consecutivos; la [asc pucde abarcar más de tres elocuciones y continÚa hasta la marca de "detención ", que cs el
último código prcvio a tres códigos consecutivos que no concuerda con los anteriores. Todo período que conste dc un
mínimo de trcs cÓdigos no concordantes se define como una [ase "nula".
Los l'csultados preliminares del pl'Ograma dan una lista de [ases provisionales para su revisión. Consideramos que
un período de interacción era una fase si contenía un 90% de encuadres fácticos, de intereses, de valores o relacionalcs, o
sca quc una [ase no debía ser necesariamente pura 100%. El porcentaje elegido reflejaba nuestra visión teórica. Como los
encuadres se negocian en elocuciones entre los disputantes que proponen, aceptan o rechazan los límÍles del
encuadramiento coherente, un período de encuadramiento puede continuar pese a internlIn
pirse en algún punto. Un participante podría proponer un nue-' vo encuadre que es rechazado por los otros, quienes
prefieren el encuadre en curso. Por ejemplo:

5. Esposa:
Cada vez que quise acercarme a ti para hablar del asunto, me maltrataste verbalmentc y mc colgaste el tubo.

6. Marido:
TÚ pierdes los estribos.

7. Esposa:
Yes por eso que no mantienes rclación con nuestra hija.

8. Marido:
Por supuesto que no. Lo que no se ve, no existe. Yo no pude verla prácticamente durante todo el verano porque
tÚ estabas celosa de lajoven que sale conmigo.
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9. Esposa:
¡No soporto que estés saliendo con una que se desnuda en público!

Esta fase de encuadramiento relacional se inició cuando el mediador preguntó a ambos cónyuges si podían
modificar el plan de visitas por sí mismos, sin su ayuda. Empezaron a lanzarse mutuas acusaciones en vez de emplear el
tiempo dc que disponían para establecer un plan. Sin embargo, en la elocución 7 la esposa Ic propone un encuadre fáctico;
según ella, padre e hija no se están vinculando entre sí. Esa propuesta fáctica es rechazada y prosigue el encuadre
relacional.

Convergencia, estabilidad e integratívidad

Se calculÓ el porcentaje de convergcncia dc cncuadres cn cada transcripciÓn comparando la cantidad de


elocucioncs incluidas en las fases con la cantidad total de elocuciones de la transcripciÓn. Además, nos interesaba
conocer la capacidad del grÜpo para mantener la convcrgencia del encuadre, como un inclicador del control del
mediaclor. Presumiblemente, los mediadores que se empeiian más en controlar la interacción obtendrán períodos más
extensos (más estables) de convergencia. Para cada transcripciÓn, se computÓ una medida de estabilidad promediando la
canticlad de elocuciones por fase. Por último, la integrativiclad sc definió como la- capaciclad de forjar acuerdos
temporarios sobre ciertos aspectos de las cuestiones sustal1tivas. El segundo grupo de codificaclores encontró 89 acuerdos
temporarios en todas las transcripciones (su confiabiliclad se uniformó de acuerdo con la U de Guctzkow, vcr Cuadro 1).
Se trataba de fases en las que un participante ofrecía una solución para una determinada dificultad, el mediador procuraba
que tanto el marido como la esposa afirmaran en forma directa que esa solución era aceptable y que ambos consintieran
con el plan. Por ejcmplo:

Mediador:
Eso significa otros 25 dólares por semana. SegÚn eso, llevaría de tres a cuatro aj'¡os ponerse al día con las cuotas
atrasadas. ¿Usted estaría dispuesto a pagar 90 dólares semanales en forma regular?
Marido:
Sí.

Mediador:
¿Qué opina usted, Teresa? ¿Qué piensa de esto?
Esposa:
Acepto.
Mediador:
¿Recibirá 90 dólares por semana? Bien, recapitulemos.

En este ejemplo, ambas partes concuerdan expresamente en un punto en particular y el mediador reconoce de
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manera explícita ese acuerdo. En todos los casos en que se cumplían cstas condiciones, el episodio era codificado como
un acuerdo.

Resultados.
Estadísticas de frecuencia

El Cuadro 1 brinda un resumen de las frecuencias y la confiabilidad de las codificaciones. La confiabilidad global y
la interpretativa se estimaron en una submuestra de 475 elocuciones utilizando el coeficiente Kappa de Cohcn (Folger y
otros, 1984). Los coeficientes K.1.ppa se cncuentran dentro del rango aceptablc de confiabilidad. Adcmás, la medida
cstadística U indica que los codi(icadores tuvieron muy pocos errores (4%) en l_: identificación}' codificación de los
acucrdos. Con respecto a las frecuencias dc cada categoría, más de la mitad de las observaciones de este estudio
correspondieron a encuadres fácticos; este resultado no es nada sorprendente si se tiene en cuenta que la mediación en
divorcio exige reunir mucha información fáctica (Millen, 1994). A continuación, estuvieron bastante representados los
encuadres de intereses y los relacionales. Los menos frecuentes fueron los de valores, lo que quizás ilustre el hecho de que
los disputantcs son renuentes a utilizar el contexto de la mediación como [oro para dcbatir sus valorcs personales.

Cuadro l. Frecuencia y confiabilidad de las categorías

Categoría codificada Frecuencia Kappa U


1. Fácticos 4.376 0,89
2. De intereses 1.115 0,84
3. De valores 375 0,89
4. Relacionales 475 0,82
5. Otros 1.089 0,73
Acuerdos 0,04

Representación estadística de fases

El Cuadro 2 sintetiza los resultados sobre la representación dc fases (fJJ¿ase mafJfJing) para cada transcripción,
presentando el porcenu1je de convergencia de encuadres, el nÚmero total de elocuciones sobrc el cual se basó el
porcent._e, la duración promedio de cada fase y la cantidad de acuerdos temporarios. Estos datos revelan que los grupos
evidcnciaron una capacidad variable para negociar y mantener períodos de convergencia de encuadres. Los
. participantes de la sesión No. 12 sostuvieron la convergencia de cncuadres en el 90% dc sus intcrvenciones; los dc la
sesión No. 4 alcanzaron esc conscnso sólo durante el 57% del tiempo.
Estas difcrencias cn el grado de consenso sobre los encuadres parecieron relacionarse también con la cstabilidad e
integratividad de los encuadres. Los participantes en la sesión No. 12 pudieron mantencr fases de encuadrc relativamentc
cstablcs, con un promedio de 27 intcrvcnciones vcrbales por fase, y alcanzaron seis acuerdos temporarios. En
comparación, lbs de la sesión No. 4 no alcanzaron ningÚn acuerdo teinporario y sólo promediaron ocho elocuciones por
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fase. Estos disputantes tuvieron mayor dificultad en converger respecto de los encuadres. Almque quizá se centraron en
los mismos temas, eligieron distintos cncuadrcs prcdominantes para exponer sus argumentos, y ninguno dc ellos sc
mostrÓ dispucsto a cedcr el primcr plano a la manera en quc el otro enfocaba eltcma.

Cuadro 2. Resumen de los resultados de la discriminación de fases

Transcripción N' % consenso Total de Duración Cantidad de


sobre elocuciones promedio acuerdos de
encuadres la fase
1. 0,75 492 7 15
2. 0,68 304 5 O
3. 0,65 481 7 3
4. 0,57 127 8 1
5. 0,65 290 8 1
6. 0,63 270 7 2
7. 0,77 288 7 10
8. 0,86 344 11 2
9, 0,81 365 10 6
10. 0,70 297 6. O
11. 0,67 577 9 1
12. 0,90 427 6 O
13. 0,86 . 544 16 6
14. 0,82 398 9 4
15. 0,71 576 8 2
16. 0,74 534 9 O
17. 0,73 351 15 8
18. 0,66 465 8 1
19. 0,82 257 9 7
20. 0,84 284 10 1
21. 0,81 475 12 14

Resultados sobre las preguntas de la investigación

Los mediadores que manejaron con más eficacia la in teracción, que consiguieron alcanzar y mantener el foco en un
encuadre consensual a partir del cual debatirlos problemas, obtuvieron con mayor frecuencia una interacción integradora.
Según la matriz de correlaciones presentada en el Cuadro 3, el porcentaje de convergencia de encuadres está relacionado
posi tivamente con la integratividad (r = 0,43, P < 0,025). Los grupos que dedicaban a la convergencia un mayor tiempo
de interacciÓn alcanzaron mÚs acuerdos temporarios.

El hecho de que los encuadres fácticos estuviesen representados en can tidad abrumadora en los datos podría indicar mera-
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mente que los problemas resultaban más sencillos de resolver cuando se los discutía desde un encuadre fáctico. No
obstante, el Cuadro 3 revela que la convergencia en un tipo de encuadre particular no estuvo relacionada
significativamente con los acuerdos temporarios (r = 0,25, 0,18, 0,01 Y - 0,13, respectivamente, no significativos), Estc
hallazgo sugiere que en sí misma la convergencia de encuadres es más decisiva para una resolución integrativa dcl
conflicto que el empleo de cualquier encuadre particular. Un corolario importante es que los profesionales pueden
fomentar una discusión integrativa de todos los aspectos de un tema, siemprey cuando mantengan la convergencia de
encuadres.

Cuadro 3. Intcrcorrelaciones

Rclacio
Fácti- Dc intc- De va- % con- Duración Acuer-
-
cos reses lores naIes senso prom. dos
Fácticos 1.0
. De intereses -0,59* 1,0
De valores -0,29 0,26 1,0
Relaciona]es -0,46* 0.10 -0.14 1.0
% consenso 0,58 0,01 -0,24 -0,19 1,0
Duración
promedio 0.78* -OJ3 -0,24 0,37 0,61* 1,0
Acucrdos 0,25 0,18 0,0] -0,13 0.43* 0,37 1,0
* Indiea sil'nilieatim para p <
O,O:!:;

Estudios anteriores seÚalan que las sesiones dc mediación que no logran éxito suelen estar dominadas por
inquietudes relacionales y de valores (Donohue y otros, 1989). Nuestros hallazgos indican una posible interpretación
distinta. Específicamente, los encuadres relacionales y de valores, como tales, tal vez no sean los causantes del fracaso;
más bien, éste puede obedecer a la incomodidad que le provoca al profesional que interviene orientar el debate hacia los
aspectos rclacionales o valora ti vos de un tema. Tal vez, los profesionales que trab;_jan con el conflicto eludan estos
aspectos para reducir el estrés y evitar una interacción confrontativa (Evans y Havercamp, 1994). Así, otra de las ventajas
de la teoría del encuadramiento comunicacional es suministrar una herramienta práctica para superar esta aversión.
Discutir los temas aun desde una perspectiva valorativa o relacional puede ser provechoso para forjar acuerdos.
Por último, el Cuadro 3 muestra que la estabilidad y la convergencia están relacionadas positivamente (r = 0,612, P
< 0,025). Conceptual y empíricamente, el mantenimiento de la estabilidad del encuadre se basa en alcanzar la
convergencia; sin embargo, cada una de estas dos habilidades tiene consecuencias propias en cuanto al manejo eficaz del
conflicto. Algunos disputantes son más capaces de controlar su interacción que otros (Donohue, 1991). Si las partes
pueden llevar a cabo una interacción cooperativa y focalizada,la función principal del mediador consiste en orientarlos
hacia un encuadre único, desde el cual conversar sobre los temas en cuestión, En contraste, cuando los disputantes no
pueden o no quieren mantener el foco, quizá sea menester una intervención continua para mantener la estabilidad del
encuadre hasta alcanzar una solución.

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Resumen y conclusiones

En este artículo revisamos los enfoques sobre el encuadramiento. Basándonos en las ventL_as y desvent;_as de cada uno,
propusimos un nuevo modelo del encuadramiento acorde a la tcoría del ordcJ_ negociado, la teoría de los aclOs de habla y
la teoría de la acomodación recíproca del discurso. Pusimos a prueba nuestro modelo en el contexto de disputas de
divorcio, utilizando la técnica de análisis de la interacción conocida como representación de fases (phase maPPil1g). En
general, los datos apoyaron nuestra hipótesis: los mapas de fases ilusu-aron, elocución por elocución, los desplazamientos
de encuadre de los par ticipantes. Estos proponían un encuadre al describir un tema a partir de determinadas características
(fácticas, de intereses, de valores o relacionalcs). Cuando su interlocutor adoptaba el mismo encuadre, surgía una fase de
intcracción coherente en la que las partes se centraban en aspectos concretos de las cuestiones sustantivas, como el
mantenimiento de los hijos o las visitas. En cambio, si la otra parte rechazaba el encuadre propuesto, se iniciaba un
período "nulo" en el que las cuestiones seguían irresueltas y la discusión era desorganizada, en la medida en que los
hablantes saltaban de un encuadre al otro.
Estos hallazgos generales permiten dar un paso adelante en la comprensión de la teoría del encuadramiento
comunicaciona!. Específicamente, el estudio demuestra que los disputantes parecen seleccionar un encuadre predominante
para expresar sus puntos de vista en la disputa. Al parecer, el encuadre que prevalece es el fáctico. En segundo lugar, los
resultados también demuestran que las partes negocian en forma tácita sus encuadres a medida que interactúan, y cada
encuadre les sirve como propuesta para abordar el problema de una manera particular. Este proceso tácito de negociación
puede dar como resultado contextos muy estables o inestables para forjar acuerdos sustantivos al zanjar las disputas. Pero
lo tercero y más importante es que la convergencia de los encuadres pareciera estar asociada a la capacidad de los
disputantcs para alcanzar acuerdos sustantivos. Cuando las partes se comunican desde encuadres convergentes, su
posibilidad de alcanzar un acuerdo aumenta. Este hallazgo es significativo, pues constituye el primer intento de conectar
la convergencia de encuadres con los resultados. Una porción notable de la variación de los resultados está asociada a la
manera en que las partes construyen su contexto comunicativo. Esto sugiere que la teoría del encuadramiento
comunicacional permite comprender IIH:ior cÚmo utilizan los disputantes las estructuras comunicativas a fin de fOl:jar
tUl acuerdo. Es!:.:. perspectiva teórica es Útil y merece que se le dediquen ulteriores investigaciones.
Desde un punto de vista más pragmático, los resultados pueden tener implicaciones para los propios mediadores.
Dado que una variación significativa de los resultados se asocia al consenso, parece razonable empezar a pensar de qué
modo podrían los mediadores utilizar esta información (aunque no a1irmamos que la convergencia siempre cause
acuerdos). Los resultados implican que los mediadores debieran prestar atención a las habilidades para el encuadramiento.
Dos de eIlas parccen sobresalir. En primer lugar, los profesionales deberían analizar y evaluar la interacción a fin de
determinar si los encuadrcs dc los partícipes convergen, teniendo en cuenta que la divergencia puede indicar una lucha
distributiva por el poder. En segundo lugar, podrían tener la ocasión de eludir los procesos distributivos de alguna dc las
trcs mancras siguientes (cnumeradas en el ordcn de su influencia creciente sobre el proceso): 1) avalando una determinada
pauta de encuadramiento con intervenciones apoyadas cn dicho encuadre; 2) organizando una agenda dc los encuadres de
cada participante (Evans y Havercamp, 1994); Y 3) explicitando el hecho de que los participantes utilizan distintos
encuadres para una misma cuestión y, así, puedcn poner en peligro su habilidad para resolver ese tema.
El aporte práctico de este proyccto a las investigaciones sobre resolución de conflictos, más alIá de la mediación, es
que los encuadres, entendidos como hechos comunicativos, pucden ser controlados y supervisados en beneficio de todas
las partes (Goffman, 1974). Concretamente, como los cncuadrcs se ncgocian y los profesionales que intervienen en el
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conflicto desempei1an un papel decisivo en esta negociación, pucdcn aprcnder a orquestar las pautas de encuadramiento
de modo que aumente la probabilidad de una resolución (Touval y Zartman, 1989). Winter (1993), en su invcstigación
sobre el papel de las motivaciones (tal como se expresan en los discursos y cartas) en el estallido dc una guerra, comprobó
que la convergencia de dichas motivaciones es un elemento predictor significativo dc la guerra. Cuando en sus
comunicacioncs las partes convergen en temas de podcr vinculados con tcmas dc afiliación, la gucrra es in: minen te.
Estos haIlazgos indican que tal vcz sca prcciso elaborar y desarrolIar mejor la idea de la convergencia.
¿Qué rumbos podrían tener las investigaciones futuras? La pregunta más acucian te es si los profesionales
entrenados para utilizar las dcstrezas para el encuadramicnto logran mayor éxito.
Con esta cucstión se comienza a sondear de una manera más directa el Pl'oblcma causal. Un examen preliminar haría
pensar que el control del mediador o negociador puede acercar o apartar a los disputantes dc una resolución integrativa.
En este caso, d control se refiere a oricntar a los participantcs hacia la convergcncia de encuadres, logrando así un balance
dc poder (MilIen, 1994), estimulando los atributos sociales positivos y organizando la discusión. Futuros estudios
debieran emprender la investigación experimcntal de los índices de éxito logrados por profesionales cntrenados y no
entrenados en el manejo del conflicto. Si los mediadorcs entrcnados logran mayor convcrgcncia dc cncuadrcs, y esta
convergencia conduce a resultados m{ls cooperativos, la tcoría del encuadramiento comunicacional probará ser
ciertamente una cxplicación más cficaz de dichos resultados.
Los futuros estudios también tendrán que analizar la convergencia de los encuadres en relación con otros factores
que pucden influir cn los resultados. ¿De qué manera interactúan los encuadres con los diversos tcmas y cuestiones en
disputa? Tal vez su acción sea más efectiva en el caso de los temas muy personales y cmocionalmente cargados que
caracterizan la mediación para el divorcio, y no influyan tanto en los resultados de las negociaciones empresariales o cn
conf1ictos de menor intensidad. ¿La convcrgencia de cncuadres sc ve influida por la tarea, de modo quc aqueIlas tareas
limitadas a opciones distributivas con poco o ningÚn potcncial intcgrativo produzcan probablemente menor
.convergencia? Por Último, ¿cuál cs la relación entre el encuadre comunicativo y los encuadres cognitivos? ¿Podría ser
que los participantes con encuadres negativos tengan mayores dificultades para la convergencia comunicativa que
aquellos que poseen encuadrcs positivos? (Neale y Bazerman, 1985). Actualmente se están realizando estudios para
cxplorar cstas cuestiones, pero el quc aquí presentamos ha dado un primer paso al declarar que la teoría del
cncuadramiento comunicacional ticne algo que ofreccrnos.

Referencias bibliográficas
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