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La Yacuaregaz Fontanarrosa
La Yacuaregaz Fontanarrosa
Fontanarrosa)
Cuando el hombre sintió el pinchazo en la axila, pegó un grito y se desmoronó sobre la hojarasca del sendero.
—¿Qué pasa? —preguntó, alarmada, su mujer.
Edema era una misionera de edad indefinida, de una flacura lindante con lo esquelético, que venía cargando desde Ipuberá con un
yacaré de 18 kilos, vivo, comprado en el mercado de la plaza.
—Una yacuaregazú— jadeó el hombre, sentado en el suelo, revisando frenéticamente entre los pliegos de su camisa de brin.
—¿Te picó?
—Me picó.
Edema sabía preparar el yacaré en rodajas no más anchas que la palma de una mano, sazonadas con cebollas angurí y trozos de
mandioca. O arrollado, atado como un matambre para evitar que se escape, en caso de no estar bien muerto, tras el primer hervor.
Más de una vez le había ocurrido cuerear un yacaré, quitarle las entrañas, salarlo y verlo luego salir huyendo con una gallina entre los
dientes, al primer descuido.
"Yacaré mboró pubé" solía decir Edema, y no le faltaba razón.
—¿Dónde te picó?
—Acá —señaló el hombre bajo su brazo.
Transpiraba copiosamente, por el calor oprobioso de la selva y por el miedo. Sabía que pronto empezaría a orinar saliva, uno de los
primeros síntomas de la expansión del veneno en su cuerpo.
—Mirá —volvió a señalar— se me ha endurecido esto. Tengo un promontorio duro y redondo como una bola.
—Eso es el codo.
—Me picó en el sobaco —informó el hombre, y por un momento pareció que estuviera hablando de otro.
—No sé cómo pudo meterse ahí.
Pero él sabía que las yacuaregazú buscan los lugares oscuros y pilosos para dormitar. Húmedos también. Tal vez el hombre la había
molestado, sin querer, al ajustarse la correa del machete, o se había rascado.
Edema sabía preparar el yacaré en torrejas, a las que acompañaba con arroz, yuca y tomate perita. Pero así al hombre no le apetecía
demasiado.
—Andá... andá hasta lo del Catilo... —pidió el hombre a Edema.
—Decile que me picó una yacuaregazú. Decile que busque un médico. Decile que se apure. Edema dejó el yacaré en el suelo y salió
a escape.
Era ágil a pesar de su edad indefinida y conocía la selva bastante bien. Cuando el hombre se quedó solo, se percató del silencio.
Tanteó de nuevo el lugar de la picadura. Vaya a saber cuánto tiempo hacía que la yacuaregazú había estado habitando la axila, pero
no podía hacer más de tres meses.
Para julio lo había atacado el paludismo y el doctor del obraje le había dado quinina y le había puesto el termómetro. Y ahí, en esa
misma axila, no había nada. Luego, cuidadoso, el hombre se revisó bajo el otro brazo. Las yacuaregazú suelen andar en yunta y no
hubiese sido nada raro que la pareja morase en la axila restante.
Sintió la boca seca y los lóbulos de las orejas le latían como dos pequeños corazones. El veneno de la yacuaregazú es espeso como
una melaza, lento por lo tanto, inapelable.Sus efectos se empiezan a sentir más nítidamente a la sombra o después de los días
patrios.
—Carajo —dijo el hombre.
Se arrastró bajo un gigantesco tipá rosado y apoyó la recia espalda sobre el tronco del árbol. Miró hacia lo alto, hacia la imponente
catedral de vegetación.
Le parecía paradójico venir a morir en aquel lugar. Él, justamente él, nacido en esa espesura, hachero, mensú por horas y cazador de
monos. Justamente él que, en el obraje, ya había llenado los papeles, bajo la vigilante mirada del mister, para irse a trabajar a Kuwait
como operario no especializado.
La bruma propia de Misiones se estaba ya entibiando, cuando el hombre vio llegar a Edema y Catilo por la picada. A Edema también
le gustaba servir facturas de yacaré con el mate cocido. Le pegaba al animal en la cabeza con una barreta de acero robada en el
ferrocarril hasta que le reventaba los sesos, lo espolvoreaba con harina y lo metía al horno cubierto de pasas de uva.
Solían comer de esas facturas, acompañadas de chipá, durante semanas, tan duras eran. Venían de la mano, como dos criaturas,
pero en sus ojos se leía la premura y la preocupación.
El hombre sólo se había alimentado con unos hongos amarillentos que encontró en torno al tipá rosado y también había engullido una
docena de tucuruces, o bichos de luz, lo que le había dado una cierta energía para rebatir el avance del veneno, y un extraño brillo a
la mirada de sus ojos.
—¿Qué te pasó, hermano? —se acuclilló Catilo junto al hombre.
Catilo también era hábil para cocinar el yacaré, aunque lo hacía a la manera brasileña, envuelto en una pañoleta y con mermelada de
canela.
—Una yacuaregazú.
—¿Dónde?
A veces, a falta de mermelada de canela, le ponía gas oil, pero no sabía igual.El hombre levantó el brazo derecho y mostró la picadura
a Catilo. Para mover con más libertad el brazo, hinchado ya del grosor de una sandía, el hombre se había cortado la manga de la
camisa de un machetazo.
La fiebre o la torpeza de su mano izquierda habían tornado imperfecto el tajo y el filo del machete se había llevado la manga, una
rebanada de codo y dos dedos de la mano derecha, uno de los cuales, el anular, descansaba en el suelo a casi un metro del hombre
como señalando algún peligro oculto en la imprevisible maleza.
El otro, el meñique, era llevado dificultosamente por una multitud de hormigas coloradas, selva adentro.
—Esto es picadura de mbemberé, hermano —dictaminó Catilo.—
La mbemberé es una araña peluda, del tamaño de una rata y se la llama también araña saltona o rata arañada.
Catilo, y el hombre mismo, la habían visto más de una vez saltar hasta tres metros de largo para vadear arroyos o brincar al lomo de
un caballo para arrearse toda una tropilla y pasarla alParaguay.
—Yacuaregazú, te digo.
—¿La viste?
—Medio de reojo, mientras caía.
—¿Cómo era?
—Negra en el lomo. Manos blancas. Pelo cortón, arriba.
—Mbemberé, hermano.El hombre manoteó el machete. Le molestaba que lo contradijeran y más en las ocasiones en que estaba en
los umbrales mismos de la muerte.
—Si es mbemberé no es nada —Insistió Catilo.— Te poneés malo un par de días pero después se pasa.
—Andá a verlo al doctor... Andá a verlo al doctor y preguntale —dijo el hombre.
—También pudo ser oso hormiguero, hermano.
—Lo hubiera visto. Andá a buscar al doctor, me estoy muriendo.
—O pato sirirí. Si es sirirí es más jodido.
—Decile que no puedo casi respirar y que me han aparecido ronchas en la lengua.
—¿Te fijaste bien? ¿No puede haber sido pacú reló, hermano? Hay mucho pacú reló en esta época.
—Decile que traiga alcanfor y de esas pastillas azules.
Catilo tomó de la mano a Edema y se fueron corriendo por la picada. Había veces, también, en que Edema fritaba el yacaré en forma
de dados, pero había dejado de hacerlo desde la vez en que el hombre juntó los dados e insistió en jugar por dinero.Cuando se halló
de nuevo solo, el hombre pensó que hacía mucho que no veía a su tío Everaldo, que tenía que ajustar los alambres del gallinero con
hilo chanchero y que si no despejaba hacia el Norte, para el atardecer tendrían lluvia.
—Si es curupí pelado, no cuenta el cuento.
El doctor meneó la cabeza con desaliento tras escuchar las palabras de Catilo y luego había vuelto a mirar fijamente dentro de la boca
del pecarí de collar.
—No fue curupí. Fue mbemberé —dijo Catilo.
—¿Lomo negro y pelo cortón arriba? —musitó el doctor.
—Puede ser nutria, también.
El doctor Gomulka sabía mucho del tema. Había venido al país en el 38, mezclado con la inmigración siriolibanesa, expulsado de su
Polonia natal por el temor a las guerras y a los esperantistas. Y había ido a Ipuberá por tres días, atraído por la fama de los carnavales
misioneros.
Diez años se había quedado allí por causas que nunca se aclararon muy bien. En la cárcel aprendió su profesión, veterinario. Luego,
ya libre, había seguido la especialización en Foz de Iguazú hasta alcanzar el título de veterinario odontólogo.
—Tiene que venir pronto —urgió Catilo.
—Está muy malo.
—Ahora no puedo, amigo. Estoy con un tratamiento de conducto.
—Está muy malo.
—Si es yacuaregazú— el doctor siguió atisbando dentro de la boca del pecarí no hay remedio. Corte dos ramas de abaribay y hágale
una cruz en la cabecera. Pero si ha sido mbemberé, curupí pelado, nutria u oso hormiguero, por ahí estamos a tiempo. Hágale un
torniquete bien ajustado que yo ya voy. R. Antes de salir de la casa del doctor, Catilo quiso asegurarse.
—¿Cuándo viene usted?
—Apenas termine.
Catilo miró el pecarí de collar y vio los ojitos del chancho salvaje, levemente desorbitados, contemplándolo. La anestesia ni siquiera
había empezado a causarle efecto. Catilo tomó de la mano a Edema y volvieron a meterse en la selva.
El doctor Gomulka estaba en mitad de la picada cuando se largó a llover. Esa lluvia deMisiones, donde el agua, en forma de pequeñas
gotas, se abate desde las nubes hacia la tierra.
En ocasiones, era tal el calor acumulado en la tierra colorada que las gotas de lluvia no llegaban a tocarla. A un metro, un metro y
medio del suelo, se evaporaban al entrar en contacto con el tufo hirviente que se levantaba desde el piso. Los primeros años, el doctor
Gomulka se sorprendía al ver esa gente empapada desde la cabeza hasta la cintura, y desde allí hacia abajo, impecables.
No estaba habituado el doctor a ese nuevo mundo de contrastes, él, originario de una Polonia inmutable donde el mayor contraste
climático que podía recordar era el de un día, en Poznan, donde a la mañana llovió y a la tarde estuvo nublado. Pero no era momento
para quedarse contemplando la lluvia, y a poco de andar por la picada, el doctor dio con el claro donde se hallaban el hombre, Catilo y
Edema.
A los ojos del yacaré, Edema los sumergía en yema de huevo, los empanaba y les daba un golpe de horno. Conseguía así unos
bocaditos que el hombre se llevaba al monte o bien los chicos más pequeños disparaban contra los siriríes, los vencejos o los
surubíes flecudos. Catilo se hallaba hincado junto al hombre.
El doctor advirtió un rictus amargo en la cara del hachero. Edema había vuelto a poner el yacaré sobre su hombro y aparentaba estar
esperando una orden para reanudar la marcha.
—Se murió —dijo Catilo.—
El doctor no contestó nada, pero se acercó al hombre.
Este se hallaba aún recostado contra el tronco del tipá rosado y podría decirse que su expresión era de paz a pesar de la lengua
amoratada totalmente fuera de la boca, sus ojos casi expulsados de las órbitas y un rictus horroroso en el rostro cetrino. El doctor
prefirió contemplar la picadura, bajo el brazo.
—Carcará —musitó.
Luego meneó la cabeza, confundido.
—Esto no mata a nadie. El carcará es un insecto crisálido no mayor que un grano de maíz tierno. Vive entre el estiércol de los
porcinos y el sonido que produce al frotar sus alas posteriores es casi inaudible a menos que se introduzca en el oído de alguien, cosa
poco probable.
El doctor encaró a Catilo.
—Cuando ustedes llegaron... ¿Vivía?
—Sí señor.
—¿Y, entonces?
—No soportó el remedio. Le hice el torniquete, como usted me dijo.
-Para parar la hemorragia. En el brazo.
—No —dijo Catilo. Si la picadura hubiese sido en la mano, le hacía el torniquete en el brazo. Pero fue en el sobaco. Le hice el
torniquete en el cuello.
El doctor observó de nuevo al hombre. Pudo ver entonces, entre los pliegues de la gordura de su cuello, el relumbrón acerado del
alambre.
—"Gente bruta" —pensó. "Con alambre".
Y se volvió para su casa.
Catilo tomó de la mano a Edema y la ayudó a cargar el yacaré hasta más allá de Aguarimbé.
Fontanarrosa
"De mí se dirá posiblemente que soy un escritor cómico, a lo sumo. Y será cierto. No me interesa demasiado la definición que se
haga de mí. No aspiro al Nobel de Literatura. Yo me doy por muy bien pagado cuando alguien se me acerca y me dice: me cagué de
risa con tu libro"
Roberto Fontanarrosa
1944:
Era domingo y el parto había sido normal, salvo por un detalle el bebé resultó negro y canalla.
El 26 de noviembre nace en Rosario (Argentina) Roberto Fontanarrosa -El Negro- humorista
gráfico, escritor e hincha de Rosario Central. Ese mismo mes aparece la revista "Rico Tipo",
cuna de las osadas "Chicas de Divito" y exponente de una década en que la historieta y el
humor gráfico argentino crecen y se consolidan.
En mi niñez fue todo normal, todo común, sin catástrofe, sin privaciones terribles y sin
acontecimientos sobresalientes. Mi niñez no da ciertamente para escribir una novela
angustiante. Ni da tampoco para una historieta.
1954:
El pequeño Fontanarrosa se encuentra con su verdadero amor: la pelota, Va a la cancha por
primera vez a ver un partido entre Rosario Central y Tigre. Si hubiera que ponerle la música de
fondo a mi vida, sería la transmisión de los partidos de fútbol.
1957:
Fin de la escuela primaria: "Andá al industrial porque en la industria está el futuro del país. Lo
que se estudia ahí tiene una aplicación", le recomienda el padre. "Que haga lo que le guste,
pero por si acaso que estudie inglés" , acota la madre al verlo copiar insistentemente los
dibujos de "Rayo Rojo" , "Puño Fuerte", "El Tony" y "Misterix". Por esa época inicia el curso de
los "12 Famosos Artistas" que la Escuela Panamericana de Arte dictaba por correspondencia.
1961:
Negado para las matemáticas, la física y la quimíca, Fontanarrosa deja el secundario después de repetir tercer año. No siento
ninguna frustración por haber abandonado: al fin de cuentas soy un precursor de la deserción escolar. De esos días, el único
recuerdo agradable que se conserva es el de los días miércoles al mediodía que salía del colegio para comprar en el kiosco "Hora
Cero". La revista, fundada por Héctor Germán Oesterheld, es considerada un hito de la historieta.
1962:
Se viste- por primera vez- de traje para viajar a Buenos Aires, En busca de trabajo llega a editorial Columba, donde le prometen un
guión, pero la propuesta nunca se concreta y Fontanarrosa se vuelve a Rosario.
1963:
Empieza a trabajar en la agencia de publicidad de Roberto Reyna y le va bien , aún a su pesar. Trabajaba sin la menor convicción.
Es que siempre me pareció imposible que una persona pueda comprar un vaso porque alguien se lo inculca en un aviso.
1968:
El año del Mayo francés, del asesinato de Martin Luther King y de la dictadura de Juan Carlos Onganía, Fontanarrosa publica su
primer chiste : un policía muestra su bastón manchado de rojo-sangre dice " no hay ninguna duda, eran comunistas". EL trabajo-que
recuerda al "palito de abollar ideologías" de Mafalda. Dibujado más o menos para la misma época- aparece en la revista rosarina
"Boom". La publicación había convocado al dibujante para ilustrar las tapas serias en color ( cosa que para mí era totalmente nueva,
porque ya había crecido con historietas blanco negro). A falta de alguien que hiciera la página de humor, la dejan también en sus
manos.
1971:
Año memorable para Rosario Central, que por primera vez, sale campeón. Gol inolvidable el que hace Aldo Poy de palomita, gracias
al cual los leprosos de Newells quedan eliminados en la semifinal. En homenaje a esa histórica jornada, Fontanarrosa escribió el
cuento "19 de septiembre de 1971", incluído en Nada del otro mundo, la compilación que Ediciones de la Flor publicó en el 88.
En pleno auge de la era James Bond, Fontanarrosa crea una parodia del agente secreto- 75 páginas dibujadas en tinta china- , de la
que sólo se publican capítulos en la revista rosarina "Tinta". Boogie, el aceitoso , es el descendiente directo de este personaje que
reeditará la Universidad de Rosario. También en "Tinta" aparece otro trabajo, hecho con estilográfica : Tadea y sus hijos, una
historieta "a la italiana" donde todo lo que ocurre es terrible.
1972:
Surge en Córdoba la revista humorística " Hortensia", que llega a tirar más de cien mil ejemplares por números . Dirigida por Alberto
Cognigni, colaboran en sus páginas Caloi, Brócoli, Lolo Amengual, Crist, Ian, y el propio Fontanarrosa, entre otros.
Era una gran vidriera para muchos de nosotros. Aquí fue donde ya me dejé de complejos y me lance a la historieta , copiando sin
asco a (Hugo) Pratt.
"Hortensia" fue la madre de sus dos hijos Boogie el aceitoso e Inodoro Pereyra, el renegau
A fines del 72 aparece también "Satiricón", donde el humorista publica unas historietas basadas en cuentos de Borges, en películas
o en best-sellers famosos.
¿ Quié es Fontanarrosa? Preguntaba en su tapa el primer volumen de humor gráfico de este artista de 28 años publicado por
Ediciones de la Flor. A partir de entonces, y con ese sello, aparecieron tomos humorísticos suyos sobre casi todos los temas : el
fútbol, el sexo, el fútbol, la política, el sexo, la cultura, el fútbol....
1973:
La nueva contratapa del diario "Clarín" es un signo del fortalecimiento del género de la historieta y el humor 7gráfico argentinos, que
ya no necesitan de modelos ni de nombres importados. Convocada por Caloi, se instala en el matutino toda una banda de
humoristas autóctonos : Viuti, Tabaré, Altuna, Dobal, Ian, Rivero, Crist y - por supuesto- Fontanarrosa, que allí continúa. Desde
entonces, muchos lectores empiezan a hojear el diario por la parte de atrás.
1974:
Nace la revista "Mengano", adonde emigran varios de los integrantes de "Satiricón": Limura, Bróccoli, y Amengual, así como Viuti y
Fontanarrosa que trabajan simultáneamente en las dos publicaciones. Para la mismo época el humorista colabora también en otros
proyectos tales como "Chaupinela" y " La Cebra a Lunares "- Medio a la fuerza, a "Mengano" se muda el renegau.
Es mismo año, Inodoro hace rancho aparte : Ediciones de la Flor publica la primera compilación de sus aventuras, puntapié de una
serie que ya ha superado la veintena de volúmenes. A Boogie le bastó una bazuca y una granada de trotyl para conseguir -en
buenos términos- que la editorial lanzará también el título inicial de su colección, que ahora ya tiene doce tomos.
1976:
Inodoro se instala junto a la Eulogia y el Mendieta en el diario "Clarín". Luego de pasar por diferentes secciones se incorpora a
"Viva", rediseñada revista dominical del matutino.
Para entonces el bar "El Cairo", en Rosario, se había transformado ya en el sitio de encuentro de la "mesa de los galanes", después
inmortalizada en uno de los libros del humorista : una veintena de hombres se reúnen todas las tardes y lo fantástico es que no se
habla de nada importante, es la insoportable levedad de la conversación.
1979:
Boogie toma por asalto las páginas del quincenario "Humor Registrado". No se producen víctimas ni daños materiales. En su larga y
violenta vida, la historieta se publica también en el semanario "La Maga" y en publicaciones mexicanas y colombianas. He recibido
muchas cartas en contra Boogie, pero las más preocupantes eran las que me llegaron a favor. Eran una cosa terrible, tipos felices
porque por fin llegaba alguien que les pegara a los negros y a las mujeres
1980:
Fontanarrosa. Comienza a colaborar en la elaboración de los espectáculos de Les Luthiers. Los conocí personalmente cuando
presentaron "Mastropiero que nunca "en Rosario y se quedaron en la ciudad una semana. En esa época querían formar una grupo
de apoyo que les tirara ideas, el grupo no se formó pero yo empecé a trabajar con ellos.
1981:
Editorial Pomaire publica Best Seller , novela inicial de Fontanarrosa. El mismo sello lanza, al año siguiente, El área 18, su secuela.
1982:
El mundo ha vivido equivocado sostiene Fontanarrosa en el título del primer libro de cuentos, publicado por Ediciones de la Flor. A él
le siguen No sé si he sido claro, Nada del otro mundo, Uno nunca sabe, El mayor de mis defectos y La mesa de los galanes, entre
otras compilaciones de relatos.
1984:
Aparece en el mercado "Fierro", una revista que promueve la experimentación temática, narrativa y técnica de la historieta, un
género que - para entonces- ya ha perdido su ingenuidad inicial. A sus páginas se incorpora, algunos años después, la serie
Semblanzas deportivas creadas por Fontanarrosa así como las aventuras de Sperman, un donante de esperma.
1985:
Ediciones de la Flor reedita Best Seller, un verdadero éxito de ventas- tal como su nombre obliga - y también El área 18. Aparece,
además, una novela nuevecita , La Gansada.
1994:
Año mundial. El humorista es contratado por "Clarín" para comentar los partidos jugados por la selección argentina en los Estados
Unidos. Hay que decirlo : en realidad, son narrados por la Hermana Rosa, una mentalista que predice los resultados. En 1994,
además, recibe el Premio Konex.
1995:
Para cuando aparecen los cuentos La mesa de los galanes , los galanes ya se habían mudado de mesa. Dejaron El Cairo para
instalarse en un nuevo bar, la Sede.
1998:
Inodoro Pereyra el renegau, cumple 25 años y los festeja con usted en este volumen monumental.
Roberto El Negro Fontanarrosa nació en Rosario, en 1944. Su carrera comenzó como dibujante humorístico, destacándose
rápidamente por su calidad y por la rapidez y seguridad con que ejecuta sus dibujos. Estas cualidades hicieron que su producción
gráfica sea copiosa; a las recopilaciones de chistes sueltos ¿Quién es Fontanarrosa?, Fontanarrisa, Fontanarrosa y los médicos,
Fontanarrosa y la política, Fontanarrosa y la pareja, El sexo de Fontanarrosa, El segundo sexo de Fontanarrosa, Fontanarrosa contra
la cultura, El fútbol es sagrado, Fontanarrosa de Penal, Fontanarrosa es Mundial y Fontanarrosa continuará se le suman las de
historietas Los clásicos según Fontanarrosa, Semblanzas deportivas, Sperman y las andanzas de sus personajes más
famosos: Inodoro Pereyra y Boogie, el aceitoso, de los que ya existen veinte y doce volúmenes, respectivamente.
En medio de esta avalancha gráfica, publicó allá hace tiempo un libro de cuentos, Los trenes matan a los autos que fue tratado con
cierta condescendencia por la crítica como el intento de un dibujante jugando a ser escritor. Años mas tarde insistió con la novela Best
Seller, una aventura del mercenario sirio homónimo. Esta vez su próximo libro escrito no tardó en aparecer (El mundo ha vivido
equivocado, cuentos), y desde entonces lo han venido haciendo regularmente. Hasta el momento, además de los citados, lleva
publicadas las novelas El área 18, La Gansada y los libros de cuentos No sé si he sido claro, Nada del otro mundo, El mayor de mis
defectos, Uno nunca sabe y La mesa de los Galanes (y probablemente algún otro que no conozco).
En sus ratos libres se lo puede encontrar tomándose un cafecito en el bar "El Cairo", escenario de muchos de sus mejores cuentos.
Boogie de frente y de
perfil
Nombre: Boogie
Alias: el Aceitoso
Fecha de nacimiento: 1972
Domicilio: Desconocido
Amor filial
Dos capítulos de Ultra fueron publicados en la revista Tinta, en 1972, y el resto de la historia permaneció inédita hasta
veinticinco años después, cuando fue recopilada en un libro por la editorial de la Universidad Nacional de Rosario, que se
incorporó al presente tomo.
"El Aceitoso" nació como parodia de Harry , el Sucio mientras que su primo había tomado como referencia a James Bond, el
agente 007 y eso marcó las diferencias desde el inicio. " Boogie se mueve por dinero. Ultra, en cambio, responde a razones que
han pasado de moda : los ideales, la humanidad, alguna patria, el trato fraterno- explica Reynaldo Sietecase en el prólogo de
esa edición -. A diferencia de Boogie, con su realismo duro, Ultra tiene un simbolismo poético que después no se repitió en los
trabajos posteriores de Fontanarrosa. Hay un dragón con cierta melancolía, una nena que baila y desaparece, una persecución
de un hombre misterioso Helotro y más "
Ambos se parecen físicamente. De su primo, " el Aceitoso" adoptó la forma de sostener el cigarrillo entre los labios y también los
chistes breves, la ironía, ciertas referencias y los juegos con los textos. Boogie le guarda algo que en otros podría llamarse
cariño, sobre todo por aquellos primeros años de la década del 70, cuando se sentaban a beber y fumar juntos. La última noche
que se vieron, le advirtió " terminarás muerto defendiendo una causa perdida, o enamorado. No sé que es peor" (5)
Vivo o muerto
Judith Gociol
1974 1976 1979
1981 1984 1986
1987 1989 1991
) Pericia semiológica
Semiólogo y profesor universitario, Oscar Steimberg es un estudioso de la historieta y un defensor de este arte,
aun en los tiempos en que era considerado un género poco académico. Leyó Bogue por primera vez en
Hortensia - poco después que apareció- y, en 1982, publicó un artículo sobre el personaje en el revista Arte y
Comunicación.
- Alguna vez señaló que Boogie había envejecido, hecho curioso para un personaje de
historieta....
- Es cierto, son pocas las historietas en las que el tiempo pasa para los personajes, algunos
están congelados y en otros el paso es tan lento que es muy difícil notarlo. En este sentido
creo que Fontanarrosa se adelantó a lo que fue una especie de tendencia general unos
cuantos años después, cuando el paso del tiempo empezó a tematizarse en las historietas de
aventuras como Batman o Súperman. Superhéroes que se habían mantenido estables y con
característica atemporales, de pronto empezaron a ser mostrados, si no en su decadencia al
menos en momentos de crisis, ya sea por el paso del tiempo y/o por el cambio de los tiempos.
No diría, sin embargo, que Boogie ha envejecido sino que ha madurado, sicológicamente, de
un modo verosímil, El personaje se convirtió es una especie de gángster maduro , se ha
serenado y ya no protagoniza toda las historias : ahora es testigo de la violencia de los otros.
Como si a esa condición de amoralidad y de frialdad afectiva del principio, hubiera agregado un cierto distanciamiento con respecto a
los acontecimientos. Como si esas situaciones dejaran de divertirlo o él empezara a divertirse con esa cierta mirada lejana.
Tendríamos que pensar , así, en una caminata de Boogie hacia el redil de los personajes de Fontanarrosa. Este gángster que tenía
características tan propias empezó a parecerse, entonces, a sus compañeros, sobre todo por ese carácter de espectadores reflexivos
que todos tienen.
- ¿Por qué esa vuelta al redil?
- Por un lado, creo que Fontanarrosa es un narrador muy atento en
términos de la que está pasando con los relatos contemporáneos y por eso
no me parece raro que se haya colocado en una posición casi adelantada
respecto de estos cambios de los duros de la historieta. Por el otro, pienso
que hay una cierta coherencia de la obra, que tiene su propia dinámica y
que ejerce una suerte de fuerza centrípeta : Boogie, que nació
diferenciándose del resto, paulatinamente, empezó a aceptar las reglas del
club.
- ¿Por qué cree que algunos lectores han leído la violencia de Boogie
de modo literal?
- Hay momentos en que el desconocimiento de las claves de un
determinado texto por una parte del público se vuelve particularmente
dramático. Christian Metz decía que había que enseñar a leer historietas a los chicos desde la escuela , para que pudieran entrar en
circulación con los saberes y los signos de su cultura y para que entendieran que esas narraciones son algo más que relatos. Si
tomamos en cuenta los aportes del sicoanálisis a la constitución del universo simbólico, tenemos que pensar que una parte del
atractivo de Boogie depende del hecho de que está diciendo cómo somos. Todos en algún lugar somos amorales, todos en algún
lugar somos implacables, todos en algún momento querríamos cortar en pedacitos a alguien.... O lograr, al menos , que se muriera de
repente. En ese sentido, nunca habría que tomar las cosas de manera demasiado literal. Finalmente me parece que, en estos casos,
no queda más remedio que ser optimista, voluntarista y pensar que sería bueno lograr que la parodia se leyera como parodia y no
cuidarse al producirla ; de lo contrario el mundo se volvería invivible.
B) Pericia sicóloga
Boogie fue una sola vez a terapia y abandonó la sesión a los tiros. Aun a
riesgo de su vida, el psicoanalista Juan Carlos Volnovich - " especialista en
guapos, matones y patovicas", según su propia definición- aceptó una
segunda consulta. A continuación se transcribe parte de lo que el
profesional expuso, a pesar del pánico que le causó el encuentro con tan
siniestro personaje ( Boogie : ¡" Oh, sharap!Bocón..No le pago para que se
meta en mi vida privada ") (1)
- En una de las historias un personaje le dice a Boogie : " La sociedad te ha hecho mal" (2) ¿es así?
- Pienso que una traducción posible de esta afirmación sería : " la sociedad te ha hecho duro" . Esta idea confirma que , para
sobrevivir en nuestra cultura, uno tiene que ser duro, si sos un tierno ( y la ternura huele a infantil, a femenina), perdiste. Según este
principio, ser un duro- ser malo- es la única técnica de supervivencia privilegiada, la única que garantiza el éxito.
Maitena Burundarena, dibujante y humorista, encuentra más de un punto de contacto entre las amigas de Boogie y sus " mujeres
alteradas"- que publica en la revista Para Ti - y las " superadas " que aparecen en La Nación. Sigue al "Aceitoso" desde cuando
aparecía en la revista Humor.
" después lo dejé de leer y siempre lo extrañé", dice y se deshace en elogios a lo largo de la entrevista. " Creo que hasta podría
seducirlo y hacerlo feliz ", confiesa al borde de las lágrimas.
- ¿Fontanarrosa es machista?
- Ése fue para mí un descubrimiento, ya que para otros trabajos suyos yo pensaba que el Negro era más machista, pero después de
leer profundamente a Boogie me di cuenta de que no lo es en absoluto.
Que Fontanarrosa haga el ejercicio de crear un personaje como Boogie habla de lo poco machista que es. Un machista no podría
haber hecho esta historieta porque no podría detectar de ese modo el comportamiento masculino. El Negro se agarró de las
barbaridades para reírse de ellas. Tomó los estereotipos y los llevó hasta sus máximas consecuencias. Un machista no podría ver
esos comportamientos desde afuera, estaría metido adentro. A mí me parece muy saludable que un hombre pueda poner estas cosas
en una historieta y no en su casa.
- ¿Qué se puede leer a través del dibujo?
- La historieta tiene una poética del dibujo impresionante. Maneja elementos muy cinematográficos como los planos que van y vienen ,
estos hombrecitos corriendo, las caras de los de atrás. Parecería que es un dibujo sin detalles, ése es su estilo, pero igualmente uno
puede ver todo: las casas, las calles; se ven los autos, aun cuando no estén.
Su trazo es muy definido, ya a primera vista. El Negro dibujo un chino, un caribeño o un alemán y uno los reconoce perfectamente por
la forma en que está planteada la cabeza o la postura corporal, en cada uno. Eso me hace acordar muchísimo a Hugo Pratt y a las
mujeres que él hacía aparecer en los confines del mundo. Boogie, particularmente, me paree precioso. Sobre todo cuando está
desnudito bañándose en los gimnasios, tiene esa mandíbula de patovica que no es muy agradable, pero tiene un cuerpo bárbaro.
Debo confesar que yo lo quiero, a mí no me produce ningún rechazo, hasta me parece tierno.
Cuando lo vi, en una de las historietas, todo chorreado del champán que lo mujer no supo descorchar, medio la sensación de que era
un buen hombre. Cada tanto delata cierto corazancito, lo que sucede es que, pobrecito vaya a saber lo que le pasó a Boogie durante
la infancia. Yo creo que podría seducirlo y hacerlo feliz. Y conmigo sería bueno.