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Rossemberg Patiño Flórez

30 de octubre de 2020

Reflexión escrita no. 13 - El campo de la misión la misión y la imagen de Dios

OPCION B.

Un discipulado en mi congregación que tomara en cuenta la imagen y semejanza de

Dios como su punto de partida ocasionaría varios cambios en nuestra forma de ser iglesia.

Paso a comentar los cambios aludidos...

Cambio # 1. Con un discipulado que tome como punto de partida la imagen y semejanza

de Dios en la humanidad entera, el primer cambio que se evidenciaría en mi congregación

sería una reducción significativa en el sentimiento de exclusividad que se tiene. Esta

exclusividad se fortalece con expresiones descontextualizadas como, “somos real

sacerdocio”, “somos el pueblo amado de Dios”, “somos los hijos de Dios”, “si Dios es rey

y somos sus hijos entonces somos príncipes”, etc.

Este tipo de exclusividad que ha sido resaltado con mayor fuerza por la teología de la

prosperidad tiene mucha acogida entre los cristianos de mi ciudad y afecta fuertemente mi

congregación. Por lo tanto, comprender que todos los seres humanos, por ser hechos a

imagen de Dios, pueden tener un dialogo racional con Dios nos debe desafiar para

reinterpretar cualquier sentimiento exclusivista. Dios es capaz de amarnos tanto si somos

cristianos o si no lo somos. Del mismo modo es capaz de dirigirse a nosotros o aquellos que

no tienen ningún vínculo con la iglesia.

Cambio # 2. El segundo cambio que se experimentaría en mi iglesia como resultado de

este discipulado sería la comprensión de que la dignidad del ser humano no depende de su

filiación religiosa. Esta comprensión reduciría los índices de discriminación que algunos

cristianos sienten hacia los no cristinos. Esto tiene que ver con el punto anterior del
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sentimiento de exclusividad. Sin embargo, en casos extremos esta exclusividad puede ser

discriminatoria. Y es allí cuando es necesario recordar que la dignidad del ser humano es

inherente a él por haber sido creado a imagen de Dios. También, como corolario de esta

dignidad inherente, se comprendería que la dignidad del ser humano no puede ser socavada

usando como pretexto su identidad sexual, étnica, racial, social o religiosa.

Cambio # 3. Saber que los seres humanos son hechos a imagen de Dios y entender estas

implicaciones en nuestro discipulado nos desafía a continuar en misión. Todavía es tiempo

de estar en misión. Muchos cristianos solo esperan la hora del arrebatamiento y esto,

contrario a lo que yo pensaba, los ha encerrado cada vez más en sus iglesias y ha reducido

la idea de la misión de Dios a un impulso por estar preparados para ese día. O sea, que en

lugar de salir a predicar el arrepentimiento se han encerrado y estudian las Escrituras

buscando señales de cuándo llegará el momento del fin. Sus sermones continuamente están

enfocados en la escatología y se interpretan los acontecimientos mundiales como pruebas

del cumplimiento de los tiempos. Sí hay un llamado al arrepentimiento, pero el llamado se

puede parafrasear así, “tú verás si quieres o no arrepentirte. El Señor ya viene y si no estás

listo te condenarás”. El enfoque mayoritario de su misión es el “pueblo de Dios”, los

cristianos tibios y fríos que necesitan calentarse para que puedan ser arrebatados.

El discipulado debe hacernos comprender que el evangelio continúa siendo relevante y

todos los seres humanos, sin excepción pueden responder a él. Por esto sigue siendo una

tarea de la iglesia la predicación activa y profética del evangelio, y esta predicación no se

hace solamente con palabras, es necesario encarnar la verdad del evangelio para que este

sea visible. Y este encarnar del evangelio no se limita solo a las misiones dirigidas a los

seres humanos, sino también a toda la creación.


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Cambio # 4. De lo anterior debemos afirmar que tenemos una responsabilidad intrínseca

con el medio ambiente. Esta responsabilidad es latente en el ser humano por el hecho de

haber sido creado a imagen de Dios. Pero la responsabilidad que tiene el ser humano con la

creación no es una licencia para el abuso de lo que hemos denominado “recursos

naturales”, es un llamado a preservar la vida no humana en la tierra como reconocimiento

de la interdependencia simbiótica que tenemos con nuestro entorno.

Por eso un discipulado que parte del hecho de que hemos sido creados a imagen y

semejanza de Dios nos hace consientes de que nuestro llamado misional no solo implica

una vida eclesiástica, también implica una vida ecológica.

Cambio # 5. El último cambio que considero que sería evidente en mi iglesia como

resultado de la implementación de este discipulado es la clarificación del concepto de

pecado. El pecado debe ser entendido como algo más que un obstáculo que me impide ir al

cielo. El pecado afecta todas las dimensiones del ser, afecta todas sus relaciones y también

afecta todo su entorno. El pecado, entendido de esta manera, debe dejar de presentarse

como un escalafón de los más graves y los más tolerables. Esta tendencia nos ha hecho

vivir muchas veces de apariencias. Es muy fácil vestir de acuerdo con los “estándares”

cristianos, pero abusar psicológica o físicamente de mi esposa. Es muy fácil cantar bonito

en el grupo musical de la iglesia, pero hacer evasiones fiscales en mi empresa para mejorar

mis ingresos (con los cuales ofrendo y así calmo mi consciencia). El pecado debe ser

comprendido como algo que afecto gravemente nuestra humanidad y que amenaza

continuamente la forma como nos entendemos delante de Dios y, por lo tanto, la forma

como nos relacionamos con toda la creación (humana y no humana). Por eso, ser hechos a

imagen de Dios nos desafía a restaurar todas estas relaciones. Obviamente, esto no es algo
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que podamos hacer con un pensamiento positivo. Para eso necesitamos la intervención

divina por medio del Espíritu Santo.

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