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La consecuencia inmediata parece ser el pago de una prestación en beneficio del erario
(tesoro público). La hipótesis normativa de los impuestos toma como ámbito personal
de aplicación a una pluralidad indeterminada de sujetos. Es decir, está en presencia de
una disposición de carácter general, que tiene como origen y destino a una colectividad
que se estima productora de recursos económicos. A su vez esta colectividad de
destinatarios integra un núcleo social en el que compiten los intereses personales,
monetarios, sociales y hasta políticos.
Ante tal situación, deben contemplarse dos tipos diversos de efectos: negativos y
positivos; cuyas consecuencias se traducen en la falta de pago o bien en el pago mismo.
La evasión
El fraude fiscal
La remoción
La incidencia
Incidencia simple
Pro traslación
Retro traslación
Su distinción es bastante sutil ya que puede afirmarse que se trata de una misma
situación: la falta de pago por parte del causante de impuestos que se encuentra
legalmente obligado a cubrir. El clásico efecto negativo.
El Fraude Fiscal se caracteriza por el accionar de sujeto pasivo, que lleva a cabo una
serie de maquinaciones, artificios y falacias con el deliberado propósito de eludir las
prestaciones fiscales.
En materia fiscal, lo correcto es legislar para la realidad económica y social que se está
viviendo. A muy pocos gobernados les agrada vivir al margen de la Ley, y solamente
recurren a este expediente cuando consideran que un impuesto es exagerado e
inequitativo en comparación con las cargas que gravitan sobre otros sectores de la
población.
Puede afirmarse que cada impuesto específico posee causas específicas. Por ejemplo:
El Contrabando: que se define como la extracción o introducción de mercancías en un
país, sin pagar los impuestos de importación y exportación correspondientes.
Factores genéricos del Fraude Fiscal:
El fundamento de todo sistema impositivo debe ubicarse en el ingreso del núcleo social
que resultara gravado así como en el porcentaje progresivo del alza del costo de la vida.
Ante que las obligaciones públicas, están las necesidades personales y familiares. Y si el
cumplimiento de estas obligaciones le priva alguna de esas necesidades,
inmediatamente buscara el modo de defraudar al fisco.
Inmoralidad administrativa.
Proporciona efectos negativos por razón de imagen. El particular pierde respeto hacia
sus autoridades y no se siente moralmente obligado a proporcionarles sostén económico.
La postura que debe adoptar el Legislador, es aquella que tienda a procurar el mayor
volumen posible de ingresos al Fisco; por lo tanto se encuentra obligado a proporcionar
al causante los elementos necesarios para el cabal conocimiento de sus obligaciones
tributarias.
Mientras las leyes impositivas requieran de una especialización técnica para ser
entendidas, subsistirá un gran número de causantes de buena fe, que por falta de los
conocimientos adecuados acaban por convertirse, involuntariamente, en evasores
fiscales.
Otro caso bastante frecuente de evasión suele presentarse cuando el causante debido a
sus exiguos ingresos y también quizás a sus crecientes necesidades familiares, se ve en
la imposibilidad material, de pagar los impuestos respectivos, utilizando las cantidades
debidas al Fisco como un ingreso adicional o como el complemento de su presupuesto
personal.
De tal manera al monto de los impuestos deben sumarse las erogaciones realizadas para
poder cubrirlos en debida forma. Lo cual en múltiples ocasiones, representa un gasto
que se encuentra más allá de las posibilidades económicas de muchos particulares.
No pueden precisarse las causas concretas del fenómeno sin embargo vamos a esbozar
tentativamente 3 causas que estimamos como ejemplificativas de esta cuestión:
Las altas tarifas impositivas:
Esta es la causa más frecuente y la más lógica. No hay que olvidar que el particular que
se dedica a la realización de actividades económicas lo hace con el único fin de obtener
el mayor número posible de ganancias. De nada le sirve generar ingresos si éstos no van
a dejarle una utilidad razonable.
No hay que perder de vista que cualquier actividad económica requiere de gastos,
inversiones, reinversiones, reservas y ahorros. En tales condiciones, el legislador al
gravar una fuente productiva, tiene que evaluar la forma y proporción en que el
impuesto incrementará los gastos contra el ingreso global, disminuyendo en
consecuencia la ganancia.
Frente a estas circunstancias, el legislador debe fijar las tarifas tributarias, después de un
minucioso estudio de la situación económica real de la fuente que va a gravar, de tal
manera que el impuesto incida en forma razonable sobre la verdadera utilidad del
administrado.
Por otra parte, todo impuesto debe contener un sistema de deducciones que impida que
se convierta en un gasto más. No puede considerarse correcto prohibir o diferir la
deducción de gastos efectivos y necesarios bajo el pretexto de incrementar los ingresos
del Erario, ya que dicho efecto es un alivio pasajero que puede esfumarse al
desequilibrarse a la larga el presupuesto de los causantes.
Otro factor que afecta la estabilidad financiera de los causantes frente a las cargas
fiscales, está constituido por una política por parte de las autoridades hacendarias que al
tratar de garantizar el fiel cumplimiento de las obligaciones tributarias, no hace sino
desvirtuar la finalidad de las mismas, creando fricciones y costos adicionales.
Este elemento opera fuera del ámbito de control de los órganos del gobierno, ya que
más bien se trata de una característica propia de sistemas económicos poco avanzados.
Desde luego, esta circunstancia opera dentro del estricto marco de las relaciones
económicas de cada nación y obedece fundamentalmente a factores derivados del
problema de la libre concurrencia. Sin embargo, el Estado debe intervenir frente a este
problema, con el objeto de mantener un desarrollo comercial e industrial estable y
uniforme, a través de la regulación del crédito y mediante el control de la libre
concurrencia, con el objeto de evitar el enriquecimiento excesivo de un sector de la
población y el endeudamiento progresivo del resto de la misma, ya que en caso
contrario, al sobrevenir el cierre de comercios e industrias, el propio Estado será el
primero en resentir sus consecuencias.
Pero… ¿Son los sujetos señalados en la Ley Tributaria como causantes quienes
efectivamente pagan los impuestos? ¿Qué garantía tiene el Estado de que el sujeto
pasivo no incrementa el precio de los artículos que elabora a fin de compensar el costo
del impuesto? ¿Qué seguridad existe de que no redujo el personal a su servicio? ¿De
que no suspendió determinadas prestaciones de servicios? Es decir, de que por una parte
cubrió un impuesto mayor pero por la otra encareció un producto, fomentó el desempleo
o canceló otro tipo de actividades económicas que también constituyen fuentes de
impuestos.
Lo anterior nos hace pensar que el impuesto una vez constituido sigue un camino que va
repercutiendo por todos los ámbitos de la economía nacional. Camino que lo lleva en
diversos sentidos y que afecta todo tipo de relaciones industriales, comerciales y de
consumo, frente a las cuales los principios constitucionales de equidad y
proporcionalidad quedan relegados a un segundo término, provocándose así el principio
de injusticia social que su desconocimiento implica.
La traslación puede implicar una verdadera cadena, ya que el tercero que ha recibido el
gravamen del obligado directo, a su vez lo repercute en otra persona diferente y así
sucesivamente.
a) LA PROTRASLACIÓN
Cada uno de los causantes que intervienen en la derrama en cascada, comercia con base
en un costo determinado que incorpora al precio del artículo y al cual debe sumar el
monto del impuesto repercutido. Cuando el producto llega a manos del público
consumidor, su precio se ha incrementado por la suma de costos e impuestos
trasladados.
Por todo lo antedicho, concluimos que la pro traslación se presenta como un serio
problema que agrava el encarecimiento de la vida, puesto que al no ser cubiertos los
impuestos por los verdaderos causantes de los mismos, cuyos ingresos o rendimiento el
legislación pretendió afectar, inciden sobre otros sectores de la población, sujetos al
pago de diversos impuestos directos.
b) LA RETROTRASLACIÓN
Consiste en pagar menos por los bienes y servicios. En este caso el fabricante absorbe
impuestos, destinados a los consumidores, por exigencias del propio mercado o por
presiones de tipo oficial. Esto quiere decir que no afectará a la clase consumidora.
El peligro de la Retro traslación es que los fabricantes al ver reducidos los precios de los
artículos que elaboran, así como sus ingresos y utilidades, pueden elevar los precios de
otros artículos o disminuir sus volúmenes y costos dejando de tributar por otros
conceptos y ocasionando desocupación.
LA INCIDENCIA DEL IMPUESTO
La fase final del camino que los impuestos siguen como consecuencia de la
repercusión, se ha denominado "incidencia del impuesto". En términos generales, suele
definírselo como el lugar de descanso del impuesto, que se ubica cuando el mismo
llega a una persona que está imposibilitada para trasladar la carga del gravamen a otro
tercero.
Por otra parte, en el caso de la protraslación, tampoco es fácil determinar con precisión
en quien descansa la carga del tributo. Puede decirse que cuando se cobra más por los
bienes y servicios, es la clase consumidora la que va a soportar el impuesto
correspondiente. Sin embargo, esta clase puede reaccionar solicitando aumentos de
salarios y mejores prestaciones, que necesariamente van a afectar a los organismos
públicos o privados que se ven obligados a otorgarlos, incidiendo en última instancia
sobre las propias fuentes creadoras de impuesto.
BIBLIOGRAFÍA UTILIZADA
VILLEGAS, HÉCTOR B. "Curso de Finanzas, Derecho Financiero Y Tributario".
Ediciones Depalma. Buenos Aires. Argentina. 7ma. edición. (2001)