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TEMA 3: ELEMENTOS ESENCIALES DEL CONTRATO (II)

1. El objeto del contrato


El objeto es uno de los elementos esenciales del contrato (junto con el consentimiento
y la causa). Para que haya contrato debe existir un objeto cierto que sea materia del
contrato. Art. 1261.1 el consentimiento de los contratantes de recaer sobre la cosa y la
causa del contrato.
Delimitación  los art. 1271 y 1273 CC hablan de cosas y servicios como realidades
materiales sobre las que pueden recaer las obligaciones o las prestaciones de los
contratantes, y que los requisitos del objeto del contrato encajan mejor con la
perspectiva material que se recoge en estos preceptos.
Requisitos  para que exista contrato, el objeto ha de reunir determinados requisitos:
ha de ser posible, lícito y ha de estar determinado o ser determinable. Además, el
objeto ha de ser susceptible de valoración económica.

Posibilidad
Posibilidad física: el objeto del contrato ha de ser un objeto posible.
Posibilidad en las cosas: “poder ser” o “poder existir”. La cosa ha de existir en el
momento de la celebración del contrato. Si la cosa no existe falta el objeto del
contrato, por lo que será nulo. Si la cosa existe materialmente, pero el contratante no
tiene disponibilidad actual sobre ella (cosa ajena), el contrato se perfecciona, pudiendo
existir un problema en relación con su cumplimiento (entrega).
Contrata sobre cosa futura: el objeto del contrato puede ser una cosa futura, aunque
hay casos en los que la ley lo prohíbe. La posibilidad de existencia futura de las cosas
hay que medirla, primero, conforme a criterios de orden físico, y segundo, de acuerdo
con los fines empíricos y razonables que por medio del contrato tratan de realizar las
partes.
Venditio spei y venditio rei speratae: los contratos sobre cosa futura pueden articularse
de dos formas distintas:
1- Venditio spei (compraventa de esperanza)  el comprador se obliga a pagar el
precio aun cuando la cosa futura no llegue a existir. Contrato aleatorio y de
ejecución incondicional.
2- Venditio rei speratae (compraventa de la cosa esperada)  el contrato está
sometido a la condición suspensiva de la existencia de la cosa; el comprador solo
está obligado a pagar el precio cuando la cosa llega a existir.
En ambos casos, las partes (especialmente el vendedor) se obligan a realizar todo lo
necesario para que la cosa futura llegue a existir.
Posibilidad en los servicios: la posibilidad en los servicios significa un poder hacer. El
servicio ha de ser posible. La posibilidad debe medirse conforme a criterios de
posibilidad física de la realización.
Requisitos de la imposibilidad:
1- Ha de ser originaria, debe existir en el momento de celebrarse el contrato. la
imposibilidad sobrevenida no afecta a la validad del contrato, y tiene relevancia a
efectos del incumplimiento o extinción de la obligación, y de la responsabilidad
contractual.
2- Ha de ser total. Si es parcial, el contratante acreedor de la prestación parcialmente
imposible ha de optar entre la nulidad del contrato, o mantener su validad con una
rebaja del precio proporcional a lo que se debía hacer inicialmente y lo que va a
poder hacer.
3- Ha de ser absoluta (u objetiva), la prestación no puede ser ejecutada por nadie. Si
es relativa (o subjetiva), no puede ser ejecutada por el contratante pero sí por otro
sujeto, dependerá de si la obligación es o no personalísima. En este último caso se
equipara a la absoluta y conlleva la nulidad del contrato. si no es personalísima el
contrato es válido, y si el contratante no puede cumplir lo hará un tercero. La
imposibilidad no ha de ser duradera, lo relevante es que exista en el momento de la
perfección, siendo indiferente si permanecerá o no en el tiempo.

Licitud
Licitud en las cosas: el contrato ha de tener un objeto licito. Pueden ser objeto del
contrato todas las cosas que no están fuera del comercio de los hombres. Están fuera
del comercio las cosas que están excluidas de la posibilidad de apropiación, y por
tanto de contratación, por cualquier sujeto (extracomercialidad absoluta). Entre estas
se encuentran los bienes de dominio público (ej.ríos), cosas comunes a todos que
están fuera del poder de apropiación de un individuo (ej. luz, aire), y los bienes o
derechos no patrimoniales (ej. derechos de la personalidad o estado civil). No hay ilicitud
del objeto en los casos de extracomercialidad relativa. Si una norma administrativa o
penal impide el tráfico en determinadas circunstancias, la ilicitud está en las
circunstancias, no en el objeto (ej. prohibida la venta de estupefacientes, pero no para usos
médicos).

Licitud en los servicios: pueden ser objeto del contrato todos los servicios que no sean
contrarios a las leyes o a las buenas costumbres. Para los servicios (de hacer o no
hacer), la ilicitud del objeto coincide con la del contrato mismo, con los límites
generales de la autonomía privada. No hay una limitación objetiva autónoma
propiamente dicha para los servicios. El contrato de servicios, o la prestación en que el
servicio consiste, no puede ser contrario a las leyes. Tampoco puede ser contrario a
las buenas costumbres o a la moral.

Determinación
Objeto cierto: el objeto del contrato ha de ser cierto, ha de estar determinado en el
momento de la perfección del contrato, o ser determinable (cabe su determinación
posterior sin necesidad de nuevo pacto entre las partes). No hay contrato si las partes
no conocen cuáles son las obligaciones que asumen, si estas no están identificadas
en el contrato y es preciso un nuevo acuerdo entre los contratantes sobre este punto.
Autosuficiencia del contrato: la clave está en la autosuficiencia del contrato, que no
necesita ser completado por las partes. El objeto puede estar absolutamente
determinado o puede que en el momento de la celebración del contrato sea
simplemente determinable sin necesidad de nuevo convenio entre los contratantes. Si
no es así el contrato es nulo por falta de objeto. Para juzgar si el objeto está o no
determinado habrá que interpretar el contrato, e integrarlo, en su caso, con normas
dispositivas. Si existen dudas sobre cual es el objeto del contrato, y no pueden ser
resueltas aplicando los criterios de interpretación, el contrato será nulo por falta de
objeto. La indeterminación inicial también puede afectar a otras circunstancias como
extensión o calidad del objeto.
Criterios de determinación objetivos: si el objeto no esta inicialmente determinado, hay
contrato cuando la exigencia de determinación puede salvarse usando criterios que no
precisan ulterior pato entre las partes. Estos criterios de determinación pueden ser
objetivos y subjetivos. Los criterios objetivos toman en consideración datos o hechos
ciertos ajenos a la exclusiva voluntad o valoración humana para concretar el objeto.
Pueden haber sido previstos por las partes o derivar de alguna disposición legal.
También es posible que las pares pacten ciertos límites flexibles para concretar el
objeto (normalmente, la cantidad).
La designación del objeto por un tercero: los criterios subjetivos de determinación
toman en consideración la voluntad humana como factor decisivo de la concreción del
objeto. El supuesto típico es el de remisión a un tercero puede ser una persona física o
jurídica, incluso el propio juez. El tercero puede venir designado expresamente en el
contrato, aunque cabe que las partes pacten el arbitrio referido a una persona, de
momento indeterminada, pero cuya determinación puede llevarse posteriormente sin
necesidad de nuevo convenio.
Arbitrio de equidad o libre arbitrio: la actuación del tercero arbitrador puede ser de dos
tipos: arbitrio de equidad (arbitrium boni viri), o libre arbitrio (arbitrium merum). En
defecto de pacto entre las partes, se opta por el primero. En el arbitrio de equidad el
arbitrador deber realizar el encargo conforme a las normas de la equidad. Si la
decisión del tercero falta a la equidad, podrá ser impugnada ante el juez por las partes.
Por el contrario, en el libre arbitrio (simple arbitrio), la determinación del objeto
depende de la exclusiva voluntad del arbitrador, con el limite de la buena fe. Su
decisión será impugnable cuando actúe de mala fe.
Determinación del objeto por una parte contractual: no cabe que la determinación
posterior del objeto del contrato la realice una de las partes. Lo que está prohibido es
que la concreción del objeto quede a la mera voluntad y capricho de una de las partes.
Pero si que puede ser que los contratantes fijen en el contrato unas bases para la
determinación del objeto, y que se confiera a una de las partes la facultad de llevar a
cabo la concreción.
Determinación del precio conforme al mercado: la determinación del precio ser realiza
conforme al precio común, usual o de mercado. Este criterio de determinación es
válido siempre que la formación del precio sea pública y que en ella no puedan influir
individualmente las partes (aunque sea una de ellas la que fije la cuantía exacta del
precio). Es igualmente válida la remisión del precio a los baremos colegiales de
honorarios, eso si, son orientativos, por lo que hay que tener en cuenta otras
circunstancias como la reputación del prestador del servicio, el esfuerzo realizado…
2. La causa del contrato
El significado de la causa
La causa como elemento esencial del contrato  la causa es uno de los elementos
esenciales del contrato. El consentimiento contractual se manifiesta por el concurso de
la oferta y la aceptación sobre la cosa y la causa (art. 1262.1 CC).
Causa onerosa, gratuita y remuneratoria  el CC no contiene una definición de causa.
El art. 1274 CC se limita a señalar que se entiende por causa (causa genérica) en
cada uno de los tres tipos contractuales regulados: en contratos onerosos el elemento
causal es, para cada contratante, la prestación o promesa de una cosa o servicio por
la otra parte; en los gratuitos, la libertad del donante; y en los remuneratorios, el
servicio o beneficio que se remunera. Pero hay contratos que está fuera de esta
tripartición (ej. transacción, fianza).
Causa objetiva y subjetiva  la causa es el fin o resultado perseguido por las partes
con la celebración del contrato. La causa es la función económico- social que cumple
un determinado tipo contractual (concepción objetiva), y también los motivos
particulares que llevan a las partes a celebrar el contrato (concepción subjetiva). Este
enfoque dualista considera que forma parte de la causa la llamada “causa concreta”.
Pero para que los motivos puedan incorporarse a la causa es necesario que ese
motivo sea origen o razón de celebración del contrato, y que el motivo sea común por
ambas partes. Esto significa que el motivo ha de ser conocido por las dos partes,
aunque no participen las dos del mismo.
Función  la función de la causa es servir de instrumento de control de los pactos
celebrados por los particulares. La función de control que desempeña la causa carece
de trascendencia en los contratos típicos (ej. compraventa: intercambio de bienes por
dinero). Sin embargo la causa si tiene un rol importante en: los contratos atípicos, y los
motivos incorporados a la causa. En ambos supuestos hay que valorar los fines, los
resultados perseguidos por las partes para considerarlos lícitos o no.

Requisitos de la causa
La causa del contrato ha de reunir tres requisitos: existencia, licitud y veracidad.
- Existencia: más que un requisito es un presupuesto previo y necesario. Los
contratos sin causa no producen efecto alguno.
- Licitud: los contratos con causa ilícita no producen efecto alguno
- Veracidad: la expresión de una causa falsa provocara la nulidad del contrato, salvo
que se acredite que existe otra causa lícita y verdadera.
Presunción de existencia, licitud y veracidad  aunque no conste en el contrato se
presume que la causa existe y es lícita. Aunque el precepto no lo diga expresamente,
la presunción alcanza también a la veracidad de la causa. Se trata de una presunción
iuris tantum, por lo que admite prueba en contrario. La presunción de existencia de
causa opera cuando esta no está expresa en el contrato. Y no se expresa cuando se
silencia, cuando el contrato no alude al fin o resultado perseguido por las partes. La
presunción de la licitud de la causa opera tanto cuando la causa se hace expresa en el
contrato como cuando no.
Excepción a la presunción  la presunción no funciona cuando los contratantes
mienten sobre la causa, expresando una falsa.

Contratos sin causa


Contratos sin causa  no hay causa cuando, habiéndose exteriorizado una causa
como querida por los dos contratantes, realmente no la quieren. Aunque los dos
declaran querer lo mismo, en realidad uno de ellos quiere algo distinto de lo que desea
el otro. Se trata de casos en los que no hay coincidencia (consentimiento) acerca de la
función pretendida. Los contratos que carecen de causa no producen efecto, y
constituyen un caso de nulidad radical o absoluta.
Supuestos  hay inexistencia inicial de causa en los casos de simulación absoluta
(los contratantes manifiestan una causa cuando en realidad no quieren ninguna), y de
simulación relativa (los contratantes manifiestan una causa, pero verdaderamente
quieren otra distinta con el fin de engañar a terceros; la causa manifestada no existe, y
hay una causa oculta, que puede ser lícita o ilícita). Tampoco hay causa en el error
obstativo doble: los contratantes manifiestan una causa, pero quieren realmente otra
diferente, siendo esta divergencia inconsciente (ej. quieren la causa X, pero manifiestan
querer la Y. La causa manifestada Y es inexistente, pero no falsa, sino inexacta (se equivocan).
La causa X valdrá si es lícita). No son supuestos de falta de causa los de causa putativa
y error en los motivos que integran la falsedad de causa. Tampoco hay inexistencia de
causa en los casos de causa ilícita (existe la causa, pero es ilícita), ni aquellos en los
que, una vez celebrado el contrato, una de las prestaciones debidas resulta prohibida
o deviene imposible.
Contratos abstractos  en el derecho español no existe. Son aquellos que funcionan
con independencia de su causa. En nuestro derecho todo contrato ha de tener una
causa lícita y veraz.
Desaparición sobrevenida de la causa  un contrato que tiene una causa en el
momento de su perfección puede perderla con posterioridad. La causa desaparece
total o parcialmente cuando después de celebrado el contrato resulta imposible
alcanzar ese fin. La desaparición sobrevenida de la causa no afecta a la fase de
formación del contrato, pero sí puede afectar a su ejecución, pues la ausencia
sobrevenida de la causa permite al contratante afectado solicitar en ciertos casos la
modificación del contrato o incluso su resolución. Un particular efecto: cuando dos
contratos están vinculados. La ineficacia de uno de ellos autoriza al contratante
afectado a obtener la resolución del otro contrato.

La causa ilícita
Función de la licitud de la causa  la causa ha de ser lícita, pues los contrataos con
causa ilícita no producen efecto alguno. La causa es ilícita cuando existen especiales
razones de reproche sobre el contenido del contrato. La causa específica (objetiva) de
los contratos típicos no puede ser ilícita, pues es el propio legislador quien consagra
su licitud al reconocerlos (tipificarlos). Es en relación con la causa concreta donde la
ilicitud de la causa despliega todo su juego.
Presunción de licitud de la causa  aunque no se exprese en el contrato, se presume
que la causa existe y es lícita. Además, lo habitual es que la ilicitud quede encubierta
bajo una apariencia lícita. La ilicitud debe ser probada.
Causa ilegal e inmoral  la causa es ilícita cuando se opone a las leyes o a la moral.
Es ilícita la causa del contrato que persigue causar un daño ilegítimo a un tercero,
proceder a un intercambio de prestaciones ilícitas, o prevé una conducta que lesiona
los derechos fundamentales del deudor. La diferencia entre ilicitud de la causa y del
objeto carece de importancia práctica.
Efectos del contrato con causa ilícita  los contratos con causa ilícita no producen
efecto alguno: son nulos (nulidad absoluta), nulidad que debe ser declarada por
sentencia judicial. Como el contrato es nulo, las partes deben restituirse
recíprocamente las prestaciones ejecutadas, salvo en los casos previstos en los art.
1305 y 1306 CC, que en supuestos de causa ilícita constitutiva de ilícito penal y de
causa inmoral impiden al contratante culpable de esa ilicitud reclamar la restitución de
lo ejecutado.

La causa falsa y la simulación


Expresión de una causa falsa  además de existir y ser lícita, la causa ha de ser
veraz. La expresión de una causa falsa en los contratos dara lugar a la nulidad, si no
se probase que estaban fundados en otra verdadera y lícita. Se expresa una causa
falsa cuando los contratantes mienten sobre la causa al expresarla. Caso habitual: la
simulación. En tal caso hay nulidad del contrato aparente, por inexistencia de la causa.
Causa falsa y presunción de existencia y licitud de la causa  una vez demostrada la
causa falsa, el contrato deja de verse favorecido por la presunción de existencia y
licitud de la causa. Tendrá que ser probada.
Causa falsa y falsedad de la causa  son dos expresiones distintas:
- Causa falsa: el contrato exteriorizado es nulo por falta de causa.
- Falsedad de causa: también denominado error en las premisas del contrato, error
en los motivos o error sobre la causa, se alude a errores relevantes relativos a
presupuestos del contrato. Se trata de un error que recae sobre elementos
extrínsecos a la organización del contrato, considerado por ambas partes como
premisa del contrato. El contrato no es nulo, sino anulable.
Simulación absoluta y relativa  la simulación absoluta consiste en que las partes
manifiestan celebrar un contrato cuando realmente no quieren celebrar ninguno. El
contrato aparente (contrato simulado) es radicalmente nulo por ausencia de causa.
La simulación es relativa si los contratantes declaran celebrar un contrato cuando en
realidad pretenden otro. Bajo el contrato simulado, que es nulo por ausencia de
causa, se esconde un contrato disimulado, que será válido si cumple con los
requisitos de: consentimiento, objeto y causa (art. 1261 CC).
Presunción de simulación absoluta  descubierto que la causa que se expresó no se
corresponde con la realidad, el juez debe declara la nulidad de ese contrato, salvo
que los interesados demuestren que existe otra causa y es lícita. Probada la
simulación, esta se presume absoluta, salvo que se acredite que la causa
verdaderamente querida es conforme al ordenamiento jurídico.
Elementos de la simulación  para que exista simulación se requieren tres
elementos: divergencia consciente entre voluntad y declaración, intención de crear
una apariencia engañosa para el público, y existencia de un acuerdo simulatorio.
Este requisito consiste en un pacto (previo o simultáneo al contrato aparente) que no
requiere forma alguna, en el que las partes, de mutuo acuerdo, deciden la operación
en su conjunto (fijan cual será el contrato aparente y el disimulado).

3. La forma del contrato


La forma del contrato es el modo o manera en que se exterioriza el acuerdo de
voluntades. La forma puede ser verbal, escrita, mediante gestos…No hay contrato sin
forma. Desde un sentido técnico, la forma es el medio de exteriorización de la voluntad
que de una manera predeterminada exigen la ley o las partes.
Funciones de la forma  la exigencia de una determinada forma en un contrato puede
obedecer a distintos fines. En ocasiones se requiere una forma concreta para evitar
decisiones precipitadas en relación con operaciones de cierta envergadura (forma ad
solemnitantem). Otras veces la forma funciona como medio de prueba de la existencia
y contenido del contrato (forma ad probationem). También sirve para obtener una
mayor eficacia del contrato, algunos efectos solo se conseguirán si el contrato tiene la
forma exigida (ej. para poder oponerlos a terceros, para poder inscribirlos en registros
públicos…). Además la forma facilita el reconocimiento de los créditos en caso de
concurso de deudor. Y en contratos con consumidores, la exigencia de forma (escrita)
tiene como fin informar al consumidor de los derechos que la ley le concede.
El principio de libertad en la forma  los contratos son válidos cuando concurren los
elementos esenciales, al margen de la forma en que se hayan celebrado. La forma no
es un requisito esencial del contrato. Salvo que la ley exija o las partes acuerden una
determinada forma como presupuesto de validez, los contratos serán considerados
válidos cualquiera que sea la forma en que se celebren. Así sucederá aunque la
normativa administrativa y fiscal requiera al contrato cierta forma: su falta de
cumplimiento no impide que el contrato siga siendo válido a efectos civiles. En el
proceso judicial cabe probar la existencia del contrato por cualquier medio (libertad de
prueba).
La forma esencial o ad solemnitatem  en ocasiones se requiere una forma a
concreta, que constituye un elemento esencial del contrato. Son los casos de forma
esencial o de contratos formales. En estos casos no hay contrato hasta que no se
adopte la forma prescrita. La exigencia de forma como requisito esencial es
excepcional, debe interpretarse restrictivamente. La forma es esencial en la donación
de bienes muebles e inmuebles, en la fianza mercantil, y en las capitulaciones
matrimoniales. También en algunos contratos celebrados con consumidores, en los
que se prevé expresamente la nulidad (que solo puede solicitar el consumidor) si no se
ha documentado por escrito. La forma esencial puede tener origen convencional: las
partes pactan que tenga una determinada forma.
La obligación de las partes de sujetar el contrato a la forma exigida  cuando la ley o
las partes exigen que el contrato una forma concreta, no siendo esa forma un
presupuesto de su validez, el contrato existe y es válido desde que concurren sus
elementos esenciales, pero las partes pueden compelerse recíprocamente a llenar
aquella forma. Cualquiera de los dos contratantes puede exigir al otro el otorgamiento
de esa forma. Lo decisivo es que no se trate de una forma ad solemnitatem, sino que
tenga otra función (ad probationem, medio de oponibilidad frente a terceros…). Si una
parte se niega a dotar al contrato de la forma requerida, la otra puede pedir
judicialmente el cumplimiento; y la sentencia condenatoria podrá ejecutarse de forma
específica, se tendrá por emitida esa declaración de voluntad. El contratante dispuesto
a adoptar la forma requerida, salvo pacto en contrario, no podrá ejercitar la acción de
resolución ya que puede obtener judicialmente esa forma incluso contra la voluntad de
la otra parte; tampoco podrá oponer la excepción de contrato no cumplido (ej. el
comprador no puede dejar de pagar porque el vendedor se niegue a elevar el contrato a
escritura pública). La ausencia de forma requerida no impide el ejercicio de las acciones
propias del contrato salvo que se haya fijado la forma como condición de eficacia.
La exigencia de escritura pública o documento privado en los casos del art. 1280 CC
 art.1280 CC enumera unos actos y contratos “que deberán constar en documento
público”. Ello significa que en los supuestos del art. 1280 CC la forma no es requisito
esencial del contrato. Y si lo es, es porque existen otras normas del CC que imponen
esa forma esencial. De los contratos citados en el art. 1280 CC, la forma es esencial
únicamente en las capitulaciones matrimoniales. Los contratos citados en los números:
1- Contratos que tienen por objeto la creación, transmisión, modificación o extinción de
derechos reales sobre inmuebles.
2- Arrendamiento de inmuebles por seis o más años
4- Cesión de derechos hereditarios o de la sociedad conyugal
6- Cesión de acciones o derechos procedentes de un acto consignado en escritura
pública
Son válidos cualquiera que sea la forma en que se otorguen, y su elevación a escritura
pública es necesaria para conseguir una mayor eficacia. Los contratos citados en el
art. 1280 CC son válidos sin escritura pública, pero las partes pueden compelerse
recíprocamente para que se eleven a escritura pública. Lo mismo ocurre con todos los
demás contratos en los que la cuantia de las prestaciones de uno o de los dos
contratantes exceda de 1500 ptas (9 euros).
La forma en contratos con consumidores  en muchas normas de protección de
consumidores se exige que el contrato se documente por escrito y tenga además un
determinado contenido mínimo. Este es un mecanismo de protección de los
consumidores. En casos excepcionales la forma escrita es un requisito de validez del
contrato (ad solemnitatem), por lo que si no hay forma el contrato es nulo o anulable.
Fuera de esos casos, la ausencia de la forma requerida no invalida el contrato, aunque
el consumidor si puede pedir cumplimiento de la forma.
La confirmación documental del contrato  el empresario esta obligado a entregar al
consumidor un documento acreditativo de la contratación efectuada. Esta confirmación
debe hacerse por escrito o mediante un soporte de naturaleza duradera. La entrega de
este documento es gratuita para el consumidor.

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