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Posibilidad
Posibilidad física: el objeto del contrato ha de ser un objeto posible.
Posibilidad en las cosas: “poder ser” o “poder existir”. La cosa ha de existir en el
momento de la celebración del contrato. Si la cosa no existe falta el objeto del
contrato, por lo que será nulo. Si la cosa existe materialmente, pero el contratante no
tiene disponibilidad actual sobre ella (cosa ajena), el contrato se perfecciona, pudiendo
existir un problema en relación con su cumplimiento (entrega).
Contrata sobre cosa futura: el objeto del contrato puede ser una cosa futura, aunque
hay casos en los que la ley lo prohíbe. La posibilidad de existencia futura de las cosas
hay que medirla, primero, conforme a criterios de orden físico, y segundo, de acuerdo
con los fines empíricos y razonables que por medio del contrato tratan de realizar las
partes.
Venditio spei y venditio rei speratae: los contratos sobre cosa futura pueden articularse
de dos formas distintas:
1- Venditio spei (compraventa de esperanza) el comprador se obliga a pagar el
precio aun cuando la cosa futura no llegue a existir. Contrato aleatorio y de
ejecución incondicional.
2- Venditio rei speratae (compraventa de la cosa esperada) el contrato está
sometido a la condición suspensiva de la existencia de la cosa; el comprador solo
está obligado a pagar el precio cuando la cosa llega a existir.
En ambos casos, las partes (especialmente el vendedor) se obligan a realizar todo lo
necesario para que la cosa futura llegue a existir.
Posibilidad en los servicios: la posibilidad en los servicios significa un poder hacer. El
servicio ha de ser posible. La posibilidad debe medirse conforme a criterios de
posibilidad física de la realización.
Requisitos de la imposibilidad:
1- Ha de ser originaria, debe existir en el momento de celebrarse el contrato. la
imposibilidad sobrevenida no afecta a la validad del contrato, y tiene relevancia a
efectos del incumplimiento o extinción de la obligación, y de la responsabilidad
contractual.
2- Ha de ser total. Si es parcial, el contratante acreedor de la prestación parcialmente
imposible ha de optar entre la nulidad del contrato, o mantener su validad con una
rebaja del precio proporcional a lo que se debía hacer inicialmente y lo que va a
poder hacer.
3- Ha de ser absoluta (u objetiva), la prestación no puede ser ejecutada por nadie. Si
es relativa (o subjetiva), no puede ser ejecutada por el contratante pero sí por otro
sujeto, dependerá de si la obligación es o no personalísima. En este último caso se
equipara a la absoluta y conlleva la nulidad del contrato. si no es personalísima el
contrato es válido, y si el contratante no puede cumplir lo hará un tercero. La
imposibilidad no ha de ser duradera, lo relevante es que exista en el momento de la
perfección, siendo indiferente si permanecerá o no en el tiempo.
Licitud
Licitud en las cosas: el contrato ha de tener un objeto licito. Pueden ser objeto del
contrato todas las cosas que no están fuera del comercio de los hombres. Están fuera
del comercio las cosas que están excluidas de la posibilidad de apropiación, y por
tanto de contratación, por cualquier sujeto (extracomercialidad absoluta). Entre estas
se encuentran los bienes de dominio público (ej.ríos), cosas comunes a todos que
están fuera del poder de apropiación de un individuo (ej. luz, aire), y los bienes o
derechos no patrimoniales (ej. derechos de la personalidad o estado civil). No hay ilicitud
del objeto en los casos de extracomercialidad relativa. Si una norma administrativa o
penal impide el tráfico en determinadas circunstancias, la ilicitud está en las
circunstancias, no en el objeto (ej. prohibida la venta de estupefacientes, pero no para usos
médicos).
Licitud en los servicios: pueden ser objeto del contrato todos los servicios que no sean
contrarios a las leyes o a las buenas costumbres. Para los servicios (de hacer o no
hacer), la ilicitud del objeto coincide con la del contrato mismo, con los límites
generales de la autonomía privada. No hay una limitación objetiva autónoma
propiamente dicha para los servicios. El contrato de servicios, o la prestación en que el
servicio consiste, no puede ser contrario a las leyes. Tampoco puede ser contrario a
las buenas costumbres o a la moral.
Determinación
Objeto cierto: el objeto del contrato ha de ser cierto, ha de estar determinado en el
momento de la perfección del contrato, o ser determinable (cabe su determinación
posterior sin necesidad de nuevo pacto entre las partes). No hay contrato si las partes
no conocen cuáles son las obligaciones que asumen, si estas no están identificadas
en el contrato y es preciso un nuevo acuerdo entre los contratantes sobre este punto.
Autosuficiencia del contrato: la clave está en la autosuficiencia del contrato, que no
necesita ser completado por las partes. El objeto puede estar absolutamente
determinado o puede que en el momento de la celebración del contrato sea
simplemente determinable sin necesidad de nuevo convenio entre los contratantes. Si
no es así el contrato es nulo por falta de objeto. Para juzgar si el objeto está o no
determinado habrá que interpretar el contrato, e integrarlo, en su caso, con normas
dispositivas. Si existen dudas sobre cual es el objeto del contrato, y no pueden ser
resueltas aplicando los criterios de interpretación, el contrato será nulo por falta de
objeto. La indeterminación inicial también puede afectar a otras circunstancias como
extensión o calidad del objeto.
Criterios de determinación objetivos: si el objeto no esta inicialmente determinado, hay
contrato cuando la exigencia de determinación puede salvarse usando criterios que no
precisan ulterior pato entre las partes. Estos criterios de determinación pueden ser
objetivos y subjetivos. Los criterios objetivos toman en consideración datos o hechos
ciertos ajenos a la exclusiva voluntad o valoración humana para concretar el objeto.
Pueden haber sido previstos por las partes o derivar de alguna disposición legal.
También es posible que las pares pacten ciertos límites flexibles para concretar el
objeto (normalmente, la cantidad).
La designación del objeto por un tercero: los criterios subjetivos de determinación
toman en consideración la voluntad humana como factor decisivo de la concreción del
objeto. El supuesto típico es el de remisión a un tercero puede ser una persona física o
jurídica, incluso el propio juez. El tercero puede venir designado expresamente en el
contrato, aunque cabe que las partes pacten el arbitrio referido a una persona, de
momento indeterminada, pero cuya determinación puede llevarse posteriormente sin
necesidad de nuevo convenio.
Arbitrio de equidad o libre arbitrio: la actuación del tercero arbitrador puede ser de dos
tipos: arbitrio de equidad (arbitrium boni viri), o libre arbitrio (arbitrium merum). En
defecto de pacto entre las partes, se opta por el primero. En el arbitrio de equidad el
arbitrador deber realizar el encargo conforme a las normas de la equidad. Si la
decisión del tercero falta a la equidad, podrá ser impugnada ante el juez por las partes.
Por el contrario, en el libre arbitrio (simple arbitrio), la determinación del objeto
depende de la exclusiva voluntad del arbitrador, con el limite de la buena fe. Su
decisión será impugnable cuando actúe de mala fe.
Determinación del objeto por una parte contractual: no cabe que la determinación
posterior del objeto del contrato la realice una de las partes. Lo que está prohibido es
que la concreción del objeto quede a la mera voluntad y capricho de una de las partes.
Pero si que puede ser que los contratantes fijen en el contrato unas bases para la
determinación del objeto, y que se confiera a una de las partes la facultad de llevar a
cabo la concreción.
Determinación del precio conforme al mercado: la determinación del precio ser realiza
conforme al precio común, usual o de mercado. Este criterio de determinación es
válido siempre que la formación del precio sea pública y que en ella no puedan influir
individualmente las partes (aunque sea una de ellas la que fije la cuantía exacta del
precio). Es igualmente válida la remisión del precio a los baremos colegiales de
honorarios, eso si, son orientativos, por lo que hay que tener en cuenta otras
circunstancias como la reputación del prestador del servicio, el esfuerzo realizado…
2. La causa del contrato
El significado de la causa
La causa como elemento esencial del contrato la causa es uno de los elementos
esenciales del contrato. El consentimiento contractual se manifiesta por el concurso de
la oferta y la aceptación sobre la cosa y la causa (art. 1262.1 CC).
Causa onerosa, gratuita y remuneratoria el CC no contiene una definición de causa.
El art. 1274 CC se limita a señalar que se entiende por causa (causa genérica) en
cada uno de los tres tipos contractuales regulados: en contratos onerosos el elemento
causal es, para cada contratante, la prestación o promesa de una cosa o servicio por
la otra parte; en los gratuitos, la libertad del donante; y en los remuneratorios, el
servicio o beneficio que se remunera. Pero hay contratos que está fuera de esta
tripartición (ej. transacción, fianza).
Causa objetiva y subjetiva la causa es el fin o resultado perseguido por las partes
con la celebración del contrato. La causa es la función económico- social que cumple
un determinado tipo contractual (concepción objetiva), y también los motivos
particulares que llevan a las partes a celebrar el contrato (concepción subjetiva). Este
enfoque dualista considera que forma parte de la causa la llamada “causa concreta”.
Pero para que los motivos puedan incorporarse a la causa es necesario que ese
motivo sea origen o razón de celebración del contrato, y que el motivo sea común por
ambas partes. Esto significa que el motivo ha de ser conocido por las dos partes,
aunque no participen las dos del mismo.
Función la función de la causa es servir de instrumento de control de los pactos
celebrados por los particulares. La función de control que desempeña la causa carece
de trascendencia en los contratos típicos (ej. compraventa: intercambio de bienes por
dinero). Sin embargo la causa si tiene un rol importante en: los contratos atípicos, y los
motivos incorporados a la causa. En ambos supuestos hay que valorar los fines, los
resultados perseguidos por las partes para considerarlos lícitos o no.
Requisitos de la causa
La causa del contrato ha de reunir tres requisitos: existencia, licitud y veracidad.
- Existencia: más que un requisito es un presupuesto previo y necesario. Los
contratos sin causa no producen efecto alguno.
- Licitud: los contratos con causa ilícita no producen efecto alguno
- Veracidad: la expresión de una causa falsa provocara la nulidad del contrato, salvo
que se acredite que existe otra causa lícita y verdadera.
Presunción de existencia, licitud y veracidad aunque no conste en el contrato se
presume que la causa existe y es lícita. Aunque el precepto no lo diga expresamente,
la presunción alcanza también a la veracidad de la causa. Se trata de una presunción
iuris tantum, por lo que admite prueba en contrario. La presunción de existencia de
causa opera cuando esta no está expresa en el contrato. Y no se expresa cuando se
silencia, cuando el contrato no alude al fin o resultado perseguido por las partes. La
presunción de la licitud de la causa opera tanto cuando la causa se hace expresa en el
contrato como cuando no.
Excepción a la presunción la presunción no funciona cuando los contratantes
mienten sobre la causa, expresando una falsa.
La causa ilícita
Función de la licitud de la causa la causa ha de ser lícita, pues los contrataos con
causa ilícita no producen efecto alguno. La causa es ilícita cuando existen especiales
razones de reproche sobre el contenido del contrato. La causa específica (objetiva) de
los contratos típicos no puede ser ilícita, pues es el propio legislador quien consagra
su licitud al reconocerlos (tipificarlos). Es en relación con la causa concreta donde la
ilicitud de la causa despliega todo su juego.
Presunción de licitud de la causa aunque no se exprese en el contrato, se presume
que la causa existe y es lícita. Además, lo habitual es que la ilicitud quede encubierta
bajo una apariencia lícita. La ilicitud debe ser probada.
Causa ilegal e inmoral la causa es ilícita cuando se opone a las leyes o a la moral.
Es ilícita la causa del contrato que persigue causar un daño ilegítimo a un tercero,
proceder a un intercambio de prestaciones ilícitas, o prevé una conducta que lesiona
los derechos fundamentales del deudor. La diferencia entre ilicitud de la causa y del
objeto carece de importancia práctica.
Efectos del contrato con causa ilícita los contratos con causa ilícita no producen
efecto alguno: son nulos (nulidad absoluta), nulidad que debe ser declarada por
sentencia judicial. Como el contrato es nulo, las partes deben restituirse
recíprocamente las prestaciones ejecutadas, salvo en los casos previstos en los art.
1305 y 1306 CC, que en supuestos de causa ilícita constitutiva de ilícito penal y de
causa inmoral impiden al contratante culpable de esa ilicitud reclamar la restitución de
lo ejecutado.