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Para hacer la investigación, lo difícil no fue encontrar al niño; lo realmente difícil fue
lograr que me preguntara algo. Desde por la mañana estuve con Bernardo (de cuatro años), el más
inquieto, y con Ricardo (de cinco años); estuvimos jugando toda la mañana, y no apareció una
pregunta por ningún lado, hasta el punto que pensé en hacer una pregunta para ver cuáles eran las
respuestas, aunque sabía que talvez no serían igual de espontáneas. De todas formas, decidí
esperar hasta después del mediodía.
Así fue como a esta hora encontré a Bernardo en la esquina del patio (quieto como cosa
rara), con una pelota de goma, de esas de inflar, entre las manos. Momentos antes se escuchaba
el golpear de la pelota contra el suelo, y, estando sentado en el rincón, me acerqué y me senté
junto a él; y, como quien no quiere realmente saber, dijo:
¿Por qué, cuando mi papá infla la pelota, la pateo y llega hasta el otro lado (del patio), y
cuando no está inflada no llega lejos?
(Primero que todo, podemos decir que el niño tiene conciencia de que la pelota está inflada, y que,
si está inflada, es porque su papá se la infló. De ahí surgió mi primera pregunta).
(*)
El presente texto fue elaborado por Jorge Arturo Mesa, alumno de Primer Semestre de Administración
de Empresas de la Universidad Javeriana, como trabajo de investigación para la clase de Antropología
Filosófica en el año 1991. Mi trabajo como profesor se ha limitado a hacerle algunas revisiones formales de
estilo. De resto, tanto el diálogo como los comentarios, le pertenecen por completo a él y son el fruto de su
interés por intentar encontrar, junto con un niño una salida inteligente a su perplejidad. Para facilitar su
lectura, he destacado el diálogo con negrilla. Igualmente he señalado las preguntas de Jorge Arturo con un
asterisco, con el fin de hacer notar el modo como él emplea las preguntas para orientar el diálogo con el niño
(Diego Antonio Pineda R).
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(Lo primero que pensé es que, tal vez, el niño no tenía conciencia de la atmósfera, o de un “algo”
por el cual estábamos rodeados, y de que allí se encontraba el aire que su papá utilizado para
llenar la pelota. Continué mi diálogo).
Pero, si tu papá está lejos, ¿cómo puede el aire devolverse hasta él?
No importa, (el aire) se va y vuela hasta donde mi papá.
¿Y qué pasa si botas todo el aire que puedas, sin hacer nada más?
(Se trataba de que el niño exhalara todo el aire posible, hasta encontrarse que ya no lo llevaba
adentro. Así lo hizo, efectivamente, y, después de este experimento, su respuesta tomó un cierto
tono de sabiduría, como el de quien le enseña a otro cosas muy comunes, algo que todos deberían
saber...).
Ah,… lo que pasa es que se me va todo el aire; y me toca esperar a que vuelva para poder
volver a botarlo.
(Parecía haber asimilado la respiración con el hecho de botar y tomar siempre el mismo aire).
Pero me dijiste ahora que, para inflar los balones, teníamos mucho aire y que, para
respirar, tenemos sólo un poquito.
(Casi molesto): Ay, pero si yo dije, para inflar los balones, teníamos aire para siempre, pero
para respirar tenemos que hacerlo siempre con el mismo aire.
(En este momento el niño había especializado el aire: una forma de aire era utilizado para
respirar y otra era un aire de cierta manera “utilitario”, que podíamos utilizar para cualquier cosa,
menos para respirar. Era una explicación realmente mucho más sencilla que ponerme a explicarle
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sobre el aire que existe en la atmósfera. Como nos podemos dar cuenta, nos hemos desviado un
poco de la pregunta inicial de la pelota, pero podemos ver por estas respuestas que Bernardo
sabe qué tipo de aire es el que hay dentro de su balón. Tal vez lo que no se explica es cómo
funciona ese aire; mejor dicho, por qué hace que la pelota rebote más o menos. Le pregunté
entonces...)
Bueno, ¿y por qué crees tú que la pelota llega más lejos con aire y no tan lejos si se lo
sacamos?
(Recordemos que ésta fue la pregunta formulada por el niño en un comienzo. Lo interesante sería
precisamente ver cómo podía él mismo, por su propia cuenta, dar respuesta a su propio
interrogante. A mí me ayudaría también a avanzar mucho más en la comprensión de su mundo. He
aquí su respuesta...).
Yo creo que es porque el aire rebota, y es por eso que, mientras más aire tenga, más
rebota.
(Basado en sus anteriores preguntas y respuestas, el niño ha dado un juicio sobre el por qué del
rebote de la pelota, y ha asociado la acción de rebotar con el hecho de que su pelota esté llena de
aire. Existe una relación entre el aire y su función -aparte de respirar, la de hacer rebotar las
cosas, tal vez no solamente la pelota-, y comprende la acción de rebotar como consecuencia de
otro factor: el estar llena de aire).
Bueno, y, si la pelota rebota porque está llena de aire, ¿por qué nosotros no rebotamos
si también tenemos aire adentro?
Porque somos más pesados, y el aire que tenemos no nos alcanza para rebotar.
(Otra relación que podemos descubrir es, entonces, la del peso y la cantidad, pues, a mayor
cantidad de aire, más rebote; y el peso limita el factor de “rebote” dado por el aire. Es entonces
lógico suponer que, si nosotros tuviéramos más aire, rebotaríamos. Pero sería muy interesante
plantear al niño la pregunta contraria...).
Bernardo, ¿llegó más cerca o más lejos que la pelota llena con aire de tu papá?
Llegó más lejos.
Entonces, ¿por qué llegó más lejos con mi aire, si el de tu papá es más “fuerte”?
Pues porque yo le pegué más duro.
(De esta forma, el niño me está explicando una nueva relación, la que hay entre la fuerza y el aire,
y de todas maneras defiende así su teoría de las diferencias entre “los aires” de cada persona.
Podríamos pensar también que el aire imprime un efecto de impulso sobre los objetos, es decir,
que, al soplar, no tiene nada que ver la fuerza con que se sople, sino que la cualidad característica
de cada soplo la da la “fuerza” particular de ese soplo. O sea, que es diferente la fuerza con que
se sopla a la fuerza del soplo, pues ésta última es individual y depende de quien sopla; por eso, el
aire más fuerte será siempre el de su papá. Seguí, entonces, con mis preguntas del modo
siguiente...).