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El intelecto es un simple instrumento que sirve para recrear ficciones como una
forma de pensar en la conservación del individuo. Es más, cuando se sueña se hace más
evidente, pues nunca nadie se ha preocupado por el fatídico sentimiento moral que
despierta estas ensoñaciones. Entonces, la pregunta problemática es, de dónde procede el
impulso hacia la verdad, si el ser humano no puede saber nada puesto que es engañado por
la naturaleza a causa de la naturaleza especifica del intelecto.
obligación, análogas, a la verdad y la mentira. Así pues, es solo es este sentido que la
verdad se manifiesta como un deseo humano. El hombre solo le preocupa las consecuencias
de la verdad en tanto pueden ser perjudiciales para sí, y no, en tanto se preocupa por
obtener un conocimiento puro. Entonces bien, ¿Es posible concluir que las convenciones
del lenguaje son conocimientos y reflejan con exactitud la realidad?
No es posible concebir las palabras como algo más que un estímulo nervioso que
acompañan las designaciones de las cosas del mundo. No es posible encontrar una causa
exterior que justifique dichas palabras por fuera de la convencionalidad pactada. No es
posible hallar algo como lo en sí, o el conocimiento puro. “El nombre es, pues, sonido de la
voz, significativo por convención” (pág. 611). Cuando se predica sobre la cosa se está
haciendo desde una particular figuración del mundo, partiendo de un lenguaje adquirido, no
esencial, el cual no es adecuado para conocer, si consideramos que conocer es concebir lo
en sí, lo puro. Las palabras se trasforman en conceptos al eliminar las individualidades y las
desigualdades de sus acciones.
Ahora bien, ¿cómo concebir la verdad en un mundo que se comprende partiendo del
lenguaje (conceptos) ya estructurado por los hombres? ¿Qué es la verdad? “las verdades
son ilusiones que se han olvidado que lo son […]” (pág. 613). La respuesta a esta pregunta
a se ha ido avizorando desde el lenguaje, como una sarta de metáforas e ilusiones producto
de las relaciones entre los individuos, las cuales han ido formando un criterio de validez y
obligación entre los mismos.
Los hombres poseen mayor habilidad constructora que cualquier otro animal, en la
medida que el hombre no necesita de la naturaleza para producir sus creaciones, sino que
parte de los conceptos como material para crear una obra que proceda de sí. “Ahora bien,
dentro de ese juego de dados de los conceptos se llama “verdad” – a usar cada dado tal y
como está designado; contar exactamente sus puntos, formular clasificaciones correctas y
no violar nunca el orden de las castas ni el escalafón de clases de la jerarquía” (pág. 614).
Así pues es entendible que cada pueblo posea una estructura conceptual, base de las
discusiones e investigaciones sobre la verdad, con la que intentan comprender el mundo
como algo humano. Al tomar a los humanos como la medida de todas las cosas no es
Nietzsche, Friedrich (2011). Obras completas I. Escritos de juventud, trad J. B. Llinares, D.
Sánchez Meca, L. de Santiago. Madrid: Tecnos.
posible concebir a los objetos como cosas en sí, en tanto éstas no pasan de ser meras
ficciones y/o metáforas producto de las intuiciones de las cosas fácticas y no de las cosas
mimas.
Bibliografía